Monografias.com > Economía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Economia y calidad de vida




Enviado por juantorres@uma.es



    Calidad: las limitaciones del
    crecimiento económico

    Más allá del pnb: la
    calidad de vida como objetivo económico

    Bibliografia citada

    No puede decirse que al final de todo un milenio la
    calidad de
    vida sea un valor en alza
    en nuestro mundo.

    En la actualidad las situaciones de malestar social y
    humano y las carencias más extremas están presentes
    todavía de manera muy generalizada en el
    planeta.

    Y lo que es peor. Muchas de ellas van a
    más.

    Insatisfacción y desigualdad en las sociedades
    modernas

    Unos 2.000 millones de personas están
    malnutridas, no tienen ni tan siquiera agua potable y
    malviven con ingresos anuales
    inferiores a 400 dólares, 1.000 millones son analfabetos,
    1.300 millones se encuentran en situación de pobreza
    absoluta.

    Algunos países como Honduras alcanzan niveles de
    pobreza del 70% o cifras de indigencia cercanas a los 35
    millones, como Brasil.

    Según la CEPAL, el 40% de la población de América
    Latina no puede cubrir sus necesidades básicas y el 92% de
    los menores de 18 años es pobre.

    Hoy día se estima que la desnutrición es un fenómeno general
    en más de cincuenta países del mundo.

    Estas situaciones no sólo afectan ya a los
    países más pobres (donde naturalmente son
    más extremas) sino que se han adueñado
    también del corazón
    mismo del "progreso", de las naciones más
    ricas.

    En Estados Unidos,
    por ejemplo, el 38% de la población negra menor de 20
    años está en paro. Los 36
    millones de pobres del último censo de 1.993 constituyen
    una cifra record desde 1.962.

    En la Unión
    Europea hay 48 millones de pobres y sólo en Francia se
    calcula que existen 200.000 mendigos.

    En España
    (INE 1.993), los datos más
    recientes indican que un 19,7% de los hogares están bajo
    el umbral de pobreza.

    Lo que, por oposición a la calidad de vida
    podríamos denominar el malestar social presenta una serie
    de características que conviene tener en
    cuenta.

    1. Las situaciones de insatisfacción y carencia
    están aumentando en todo el mundo.

    Actualmente hay 212 millones más de pobres que en
    1.970, 60 millones más de niños
    sin escolarizar, 65 millones más de analfabetos y 90
    millones más de desnutridos que hace veinte
    años.

    En España han aumentado los hogares pobres en la
    última década. En la Unión Europea hay 18
    millones más de pobres que en 1.970.

    Los países más pobres han visto como su
    participación en la economía
    mundial ha disminuído en los últimos 20
    años de manera alarmante. Al 20% de la población
    mundial más pobre le corresponde el 1,3% del PNB (en la
    década de los 60 el 2,3), el 0,9 del comercio
    mundial (antes el 1,3%), el 1,1% de la inversión interna mundial (antes el 1,5%),
    el 0,9% del ahorro interno
    (antes el 3,5%) y el 0,2 del crédito
    comercial mundial (antes el 0,3%).

    La población mundial que vive bajo mínimos
    vitales ha aumentado en un 40% en los últimos 20
    años, la diferencia de ingresos entre los 1.000 millones
    de personas más ricas del mundo y los 1.000 millones
    más pobres se ha duplicado en las tres últimas
    décadas. Hoy día esa diferencia es de 150 a
    1.

    M. Ul Haq, asesor del Programa de las
    Naciones Unidas
    para el Desarrollo,
    advierte que "no se vislumbra ningún final para estas
    amplias diferencias" y el "Informe sobre el
    Desarrollo Mundial" de las Naciones Unidas para 1.992
    reconocía que "las brechas en ingresos y oportunidades de
    empleo entre
    naciones ricas y pobres son muy grandes y se están
    ensanchando a velocidades alarmantes".

    2. El malestar social se produce en situaciones de muy
    alta desigualdad, lo que dicho de otra forma significa que
    la pobreza o
    la mala calidad de vida generalizadas se producen paralelas con
    la abundancia y en muchas ocasiones con el
    despilfarro.

    Los países del Norte, por ejemplo, o mejor
    habría que decir los saciados que allí habitan,
    consumen por término medio un 50% más de las
    calorías que se consideran necesarias para
    estar bien alimentado. Esta población, que sólo
    representa la cuarta parte del total mundial, consume 10 veces
    más de energía y disfruta de los 4/5 de los
    ingresos totales.

    Sólo los países de la OCDE consumen el 85%
    del papel, el 79% del acero, el 80% de
    la energía, el 38% de las proteínas
    y el 34% de las calorías que se consumen en todo el
    planeta.

    El Producto
    Interior Bruto per capita de los países industrializados
    es 7 veces mayor que el de los países en desarrollo y 20
    veces mayor que el de los más atrasados de
    ellos.

    Como consecuencia de todo eso, ni tan siquiera los seres
    humanos tienen la misma esperanza de vida: 23 años
    más en los países ricos. Sólo en la
    Unión Europea, los niños nacidos de padres con
    estudios superiores tienen una esperanza de vida mayor en ocho
    años que los nacidos de padres sin estudios.

    En Etiopía, por ejemplo, el 87% de la
    población consume el 11% del agua potable y
    en Bangladesh el 84% de la población disfruta tan
    sólo del 4% del saneamiento.

    En Estados Unidos, la tasa de mortalidad de los negros
    (19/1.000) es más del doble que la de los blancos
    (8/1.000) y el PIB per capita
    que les corresponde es de 17.000$ por 22.000$ para los
    blancos.

    En Sudáfrica, el 5% más rico de la
    población disfruta del 88% de las propiedades, mientras
    que el 40% de los niños negros padecen raquitismo
    provocado por la mala nutrición. En Brasil,
    el 20% más rico dispone de 26 veces más ingresos
    que el 20% más pobre. En Egipto, el 20%
    más rico dispone del 70% de los activos. En
    Bangladesh, los pequeños agricultores disponen de l7% de
    las explotaciones pero tan sólo del 29% de los ingresos
    agrarios, mientras que el 11% de las familias poseen el 42% de
    las tierras.

    En el mundo más desarrollado, entre el 4 y el 7%
    de los más ricos disfrutan por término medio del 30
    al 40% de la riqueza.

    En consecuencia, puede decirse que la desigualdad
    impregna las relaciones sociales y económicas y provoca de
    manera directa la pobreza y la insatisfacción.

    3. Además, no puede decirse que todas esas
    situaciones estén provocadas por insuficiencia de recursos.

    Según J. Bennett y S. George (1.988, p.42)
    "el dinero que
    hace falta para suministrar alimento, agua, educación, cuidados
    sanitarios y alojamiento a todos los individuos del mundo puede
    cifrarse en unos 21.000 millones de dólares al año.
    Lo que equivale a la cantidad que el mundo entero se gasta en
    armas cada
    quince días".

    Sucede, sin embargo, que el patrón de las
    necesidades humanas y lo necesario para su satisfacción
    está subvertido. Mientras que se destinan para el
    desperdicio recursos ingentes no se atiende a la cobertura de las
    necesidades más urgentes y vitales de las dos terceras
    partes de la Humanidad.

    4. Por otro lado, y como consecuencia de todo ello,
    resulta que las expresiones del malestar son muy plurales. No
    sólo afectan a las cuestiones puramente
    económicas.

    La desigualdad, la carencia y la insatisfacción
    afecta a todos los ámbitos de la vida humana.

    Quizá la más irracional de todas ellas (si
    es que se pudiera jerarquizar) sería la que afecta a las
    mujeres. Mientras que son casi la mitad del género
    humano, realizan cerca de las dos terceras partes de su trabajo,
    reciben sólo la décima parte de los ingresos y
    poseen menos de la centésima parte de los bienes
    mundiales.

    En Estados Unidos el 10% de los muchachos y el 18% de
    las adolescentes
    ha intentado suicidarse. Allí la principal causa de
    muerte entre
    los negros de edades entre 15 y 19 años es el homicidio, el 30%
    de la población ha consumido drogas, el 23%
    de los niños negros vivía en la pobreza en 1.989.
    La tasa de homicidios se
    incrementó del 4,7% al 8,7% entre 1.960 y 1.987, las
    violaciones de mujeres se duplicaron en los últimos veinte
    años.

    En ese país, el más adelantado del
    planeta, hay más de 3 millones de personas sin vivienda,
    400.000 en Londres (cuatro veces más que en 1.970), en
    Bombay 100.000 personas viven en la calle (unas 5.000 más
    que en Nueva York, en donde los niños de algunos de sus
    barrios tienen una esperanza de vida menor que los de
    Bangladesh), en Calcuta 600.000.

    El 35% de las madres solteras de Estados Unidos viven en
    la pobreza. La mitad de los matrimonios terminó en
    divorcio en
    1.980. Un 50% de los niños, en fin, nacen fuera del
    matrimonio.

    Y naturalmente, todas estas situaciones se multiplican
    cuando se contempla la cobertura de la sanidad, de la educación y en
    general de los servicios
    públicos de calidad que permiten una vida más
    sana, más rica y más libre de los seres
    humanos.

    5. Por último, una nota muy importante que afecta
    a la vida humana a finales de este milenio es que las relaciones
    económicas y sociales establecidas están afectando
    muy directa y negativamente a nuestro entorno
    físico.

    La reducción de la capa de ozono,
    el efecto
    invernadero, la lluvia
    ácida (el 80% de los lagos de Noruega están
    muertos o en estado
    crítico), la desforestación (que avanzó en
    los trópicos un 90% en la última década y
    que llevará a desaparecer las selvas tropicales en 25
    años si no se modifica la tendencia), la extinción
    paulatina de especies (a un ritmo de 50-100 animales y una
    vegetal por día), la producción y distribución incontrolada de todo tipo de
    sustancias químicas que envenenan y originan multitud de
    patologías mortales, la desertización (al ritmo de
    una superficie equivalente a un campo de fútbol cada
    segundo), la reducción de los niveles acuíferos y
    su contaminación (hasta 129 productos
    peligrosos para la salud se han encontrado en
    el agua
    potable en Estados Unidos), son todos ellos procesos de
    deterioro ambiental que denigran el ecosistema,
    son fuentes de
    problemas
    sanitarios de todo tipo y ponen en peligro el desarrollo futuro
    de la vida y de la explotación de los recursos en nuestro
    planeta para las generaciones venideras, que habrán de
    realizar un esfuerzo ingente para paliar el desastre provocado
    por la codicia de una minoría privilegiada que le
    antecedió y para la cual no hubo freno alguno en la
    búsqueda del lucro y la ganancia.

    Y además a todo ello habría que
    añadir otros desastres recurrentes como las mareas negras,
    las guerras,
    la
    contaminación nuclear o los efectos perversos de
    programas de
    desarrollo concebidos tan sólo para aumentar la cantidad
    de los recursos sin atender a la calidad de su uso y a las
    consecuencias que provocan sobre la vida presente y futura de la
    mayoría de la especie humana.

    En suma, no podemos disponer sino de una imagen del mundo
    que nada tiene de idílica.

    Casi el 80% de la población mundial ha bajado en
    vida a los infiernos mientras que una pequeña parte de
    saciados disfrutan de un paraiso construído sobre el
    expolio y la violencia (sea
    ésta física, política o meramente
    simbólica) como indica el hecho de que según las
    Naciones Unidas sólo el 10% de la Humanidad influya hoy
    día sobre las decisiones que afectan a su vida. O que la
    dinámica de los mercados impuesta
    gracias al predominio de las grandes potencias en el diseño
    de las relaciones económicas provoque a los países
    más pobre pérdidas de 500.000 millones de
    dólares, diez veces más de la ayuda que reciben
    para el desarrollo.

    Hablar entonces de calidad de vida y de políticas
    sociales requiere, si es que no se quiere caer en un simple
    eufemismo, mirar de frente a este drama y, en particular, que los
    científicos sociales lo consideren como algo presente,
    más cercano de lo que suele ser habitual y como un
    fenómeno no solamente referido a capas sociales que aunque
    no efectivamente saciadas (las clases medias de los países
    ricos) sí que se encuentran en el cuasi-privilegio de
    situarse al amparo del
    despilfarro de los más satisfechos que disfrutan del
    poder de
    decisión y de la abundancia.

    Por eso, me parece que es preciso ubicar el problema de
    la calidad de vida en el contexto de las relaciones
    socio-económicas que provocan esas situaciones a las que
    acabo de referirme y que creo que se podrían sintetizar en
    tras grandes cuestiones:

    – En primer lugar, los modelos de
    crecimiento que se basan en un reparto desigual y en la
    dependencia de las economías menos avanzadas respecto de
    las otras y que se desarrollan al amparo de un sistema
    institucional que no permite la expresión igualitaria de
    la diversidad de intereses ni, en consecuencia, la adopción
    de decisiones en condiciones de libertad y
    democracia.

    – En segundo lugar, y de forma más concreta, el
    de las políticas económicas que se basan en un puro
    nominalismo macroeconomicista que no contempla los factores
    reales de los que depende la satisfacción y la felicidad
    humanas.

    – Por último, sería preciso reconsiderar
    también el propio papel que juegan los individuos en la
    sociedad.
    Mientras que estos se limiten a ser simples
    productores-reproductores de mercancías, su lugar en el
    mundo no podrá ser otro que el de piezas
    heterónomas en procesos que sólo quieren conducir a
    la ganancia.

    En esta ponencia no puedo entrar en detalle sobre todas
    estas cuestiones, así que me limitaré tan
    sólo a analizar algunos problemas que comporta la
    determinación de las variables que
    se utilizan como referencia de las políticas para el
    crecimiento
    económico y que a mi modo de ver suponen una
    limitación trascendental para conseguir una
    dinámica de crecimiento que haga posible la mejora de las
    condiciones de la vida humana.

    Cantidad y calidad: las limitaciones del crecimiento
    económico

    Como se sabe, el crecimiento económico se
    considera habitualmente como el objetivo
    principal de las políticas económicas, pues se
    supone que a través de él se logran por
    añadidura los demás fines que comunmente se
    consideran la base del bienestar social.

    En las economías capitalistas en las que vivimos,
    puede decirse que todas las decisiones de política
    económica, desde el empleo hasta el desarrollo
    cultural pasando por cualquier otra expresión de las
    necesidades humanas, están destinadas a lograr niveles de
    crecimiento económico sostenido, suficiente y equilibrado
    (esto último en el sentido de que no altere el cuadro de
    las variables macroeconómicas tradicionales).

    El problema radica, sin embargo, en que el crecimiento
    económico se mide por la evolución de una variable que es muy poco
    representativa de los procesos reales que se producen en las
    economías y, en particular, muy poco significativa de
    aquellos que influyen verdaderamente sobre el bienestar humano,
    si este se toma desde una necesaria
    omnicomprensión.

    Con diferentes matices esa variable es la que indica el
    volumen total
    de transacciones monetarias que se llevan a cabo en un
    país y durante un periodo determinado. Puede utilizarse
    para ello el Producto Interior Bruto, el Producto Nacional Bruto
    o la Renta Nacional pero todas ellas no son expresión sino
    de un quantum de actividad determinado.

    Son muy variados los problemas que ello
    plantea.

    En primer lugar, no se recoge de esa forma el trabajo no
    sujeto a transacción monetaria que se realiza dentro de
    los hogares, desde las propias tareas del hogar, hasta el cuidado
    de los niños e, incluso en algunos casos, ciertas
    actividades agrícolas. Como decía
    irónicamente P.A. Samuelson, si uno se casa con su ama de
    llaves desciende el Producto Nacional del país.

    Al no contabilizarse estas actividades resulta que la
    magnitud que se toma como referencia del crecimiento
    económico infravalora la actividad productiva
    efectivamente realizada, muy especialmente de la que llevan a
    cabo las mujeres (WARING 1.989) o las que de forma muy
    generalizada realizan las familias en los países menos
    desarrollados.

    La magnitud de esta limitación es enorme si se
    tiene en cuenta que diversas evaluaciones cifran el trabajo
    doméstico como una actividad que puede representar entre
    el 20% y el 40% del Producto Nacional Bruto incluso en
    países industrializados.

    Además, tampoco se contabilizan actividades no
    sujetas a transacción monetaria realizadas fuera del hogar
    como el trabajo voluntario o las actividades colectivas de todo
    tipo que conllevan igualmente un volumen de recursos, de esfuerzo
    y tiempo en
    claro ascenso en todo el mundo, y por supuesto tampoco las que se
    realizan de forma ilegal o clandestina que en conjunto pueden
    llegar a representar el 20% del PNB.

    Otro problema añadido es que el cómputo
    convencional del producto nacional no toma en
    consideración que los individuos no sólo obtienen
    beneficios en forma de ingresos (de flujos) sino también
    según cual sea su patrimonio
    actualizado (stocks). Salvo en el caso de la vivienda (cuya
    propiedad se
    imputa como renta del periodo), la contabilidad
    nacional convencional no toma en consideración el stocks
    de bienes de los que ha pasado a disponer cada individuo, lo
    que impide, por tanto, que se pueda considerar como una
    expresión real del grado de satisfacción que se ha
    generado en la sociedad.

    También hay que tener en cuenta que el uso
    efectuado de los recursos sólo se contabiliza cuando se ha
    pagado por él, pero no cuando, como sucede generalmente
    con los recursos
    naturales, se encuentran a libre disposición de los
    individuos. Es evidente que, aunque no haya habido
    transacción monetaria el deterioro o la
    inutilización de esos recursos como consecuencia de uso
    voraz o mal planificado lleva consigo pérdidas -a menudo
    irreparables- para la vida y el bienestar humano que, sin
    embargo, no son tenidas en cuenta. Así, se llegaría
    a considerar como muy positivo un ritmo muy alto de crecimiento
    del PNB, por ejemplo, aunque eso llevara consigo un deterioro
    ambiental o una dilapidación de recursos naturales.
    Lógicamente, tampoco se contabilizan los costes en los que
    necesariamente se incurrirá para paliar esos
    daños.

    Tampoco se considera la depreciación que puede estar
    produciéndose en el propio capital humano,
    si éste está siendo utilizado en condiciones poco
    productivas, sin reciclaje o de
    manera desaprovechada.

    Incluso habría que considerar que existen
    determinados bienes ("bienes posicionales") que se caracterizan
    porque su valor depende de que algún otro los tenga o no.
    Si no se computan, como efectivamente sucede, resulta que
    también se está infravalorando la gama de
    disponibilidades de las que se disfruta para la
    satisfacción social. O dicho de otra forma, que al
    fomentar el crecimiento de la magnitud "bruta" se está
    quebrando el patrón de la necesidad, se propugna el
    crecimiento como fórmula que es independiente de la
    satisfacción general.

    Por último, también se soslayan otros
    aspectos que sin duda expresan una mejor calidad de vida, como
    por ejemplo la disponibilidad de tiempo libre. Sería menos
    aceptable, desde el punto de vista prevaleciente, un ritmo de
    crecimiento cuantitativo más débil que está
    proporcionando más tiempo libre, por ejemplo, que un ritmo
    elevado a costa de la hiperexplotación del trabajo o de
    cualquier otro recurso social.

    En suma, desde la perspectiva de desarrollo que
    proporcionan las variables convencionales la calidad de vida y el
    bienestar se contemplan exclusivamente como si fueran una
    expresión lineal de la cantidad producida en la
    órbita monetaria, mientras que se dejan de lado los
    aspectos en virtud de los cuales se sienten o no verdaderamente
    satisfechos los seres humanos.

    Se llegaría -y de hecho se llega- al extremo
    paradójico de que el stress, la
    inestabilidad psicológica, la infelicidad, la
    destrucción de la vida o la riqueza, en suma, contribuyen
    decisivamente al crecimiento económico. Lo que equivale a
    decir que en la búsqueda de éste último las
    políticas dominantes en nuestras sociedades no se detienen
    a valorar el daño
    social que se provoca. Como decía R. Garaudy (1.976, 9),
    el crecimiento económico es "el dios oculto de nuestras
    sociedades. Y se trata de un dios cruel: exige sacrificios
    humanos".

    Finalmente, hay que hacer mención de un asunto de
    capital
    importancia.

    Es evidente que, en resumidas cuentas, el
    bienestar social y la calidad de vida se miden por las
    condiciones reales en que se encuentra un ser humano respecto de
    la satisfacción de sus necesidades. Sin embargo, las
    magnitudes que guían la política económica y
    que sirven para determinar sus objetivos
    finales nada indican acerca de la situación distributiva
    de los recursos o los ingresos generados. Cuál es
    el sentido de fomentar el crecimiento económico si al
    mismo tiempo no se contempla la situación de reparto
    existente, si no se considera la desigual situación en la
    que están los seres humanos de cara a beneficiarse de los
    frutos de ese crecimiento?.

    No puede caber la menor duda de que al soslayar la
    circunstancia del reparto se hace obvia una situación
    dada, al mismo tiempo que se impide que se plantee como una
    cuestión sustancial lo que es inherente a cualquier
    modelo de
    crecimiento: su patrón distributivo.

    De ahí, que un planteamiento realista y sincero
    del problema de la calidad de vida deba llevar aparejada la
    cuestión del reparto. Tanto desde el punto de vista de la
    asignación de recursos para el bienestar, como del de las
    condiciones que lo puedan hacer efectivo es necesaria la
    consideración previa del criterio de distribución
    que es deseable y deseado, pues de otra forma no sólo se
    dará por aceptada la situación desigual de la que
    se parte, sino que la inercia de una sociedad escindida en cuanto
    a la posesión multiplicará la brecha que separa la
    condición de los distintos seres humanos.

    Más allá del PNB: la calidad de vida como
    objetivo económico

    Puesto que los conceptos macroeconómicos
    convencionales para medir la producción nacional no
    permiten expresar adecuadamente el grado efectivo de bienestar
    del que disfrutan los agentes sociales se han realizado numerosas
    propuestas de magnitudes o índices que fuesen reflejo
    más fiel de la calidad de la vida.

    El problema no es nada fácil desde el momento en
    que éste es un concepto
    extraordinariamente plural y que puede ser contemplado así
    mismo desde muy diferentes perspectivas. Como dice A. Sen (1.987,
    p. 1) "usted puede estar acomodado sin estar bien. Puede estar
    bien, sin disfrutar de la vida que se desea. Puede haber
    alcanzado la vida deseada, sin ser feliz. Puede ser feliz, sin
    tener mucha libertad. Puede tener una gran cantidad de libertad,
    sin haberla alcanzado".

    La primera opción se basa en readaptar el
    concepto tradicional de Producto Nacional incluyendo o eliminando
    los componentes que permitan acercarlo más adecuadamente a
    la realidad de las transacciones económicas
    efectivas.

    Así, se ha propuesto añadir las
    actividades domésticas una vez estimado su valor
    monetario.

    El problema radica naturalmente en establecer un
    criterio adecuado de valoración monetaria así como
    de selección
    de las actividades mismas que deben ser objeto de cómputo.
    Para ello se pueden manejar diversos criterios como lo que se
    deja de ganar al dedicarse a ellas (lo que infravaloraría
    el trabajo doméstico de la mujer), lo que
    se estaría dispuesto a aceptar para reaizarlas fuera del
    hogar o incluso otros más objetivos que permitan
    homogeneizar las horas de trabajo aplicadas a las diferentes
    actividades realizadas en el hogar.

    Problemas semejantes plantea la consideración del
    tiempo libre o incluso la calidad de vida en el
    trabajo.

    Por otro lado, a la hora de calcular la
    producción nacional desde esta perspectiva habría
    que deducir una serie de actividades que representan costes no
    computados o daños que comportan desembolsos de recursos
    en el futuro.

    En este caso el problema es que las dificultades de
    contabilización son aún mayores: los daños
    potenciales sobre las salud, por ejemplo, los bienes posicionales
    o la depreciación ambiental o del propio capital humano no
    admiten un criterio homogéneo y mecánico que
    permita cuantificarlo en todas las circunstancias.

    A pesar de ello, se han realizado diversas
    aproximaciones y análisis empíricos que permiten
    disponer de puntos de partida suficientes de cara a lograr la
    necesaria comprensión de todos estos
    fenómenos.

    La expresión más inmediata de estos
    ajustes sería la obtención de un Producto Nacional
    Ajustado que se formaría de la siguiente forma (Anderson
    1.991, p. 39):

    Producto Nacional Bruto

    (Menos) depreciación del capital

    (Más) valor monetario del trabajo
    doméstico no retribuído

    (Más) valor monetario de las transacciones no
    monetarias realizadas fuera del hogar

    (Menos) depreciación ambiental.

    Sin embargo, como pone de relieve el
    propio V. Anderson de esta forma no dejan de quedar irresueltos
    la mayoría de los problemas que comporta el propio
    concepto de Producto nacional y a los que hice referencia en el
    epígrafe anterior.

    Algo más avanzado sería el contenido del
    "ajuste" que proponen P. Ekins y otros(1.992) pues además
    de la inclusión de las actividades no monetarias referidas
    incorporaría tres grandes componentes adicionales y que ya
    han sido objeto de medición en diferentes casos. En primer
    lugar, la depreciación natural de capital que tiene en
    cuenta los límites a
    la renta que a largo plazo puede extraerse del sistema natural.
    En segundo lugar el sacrificio de sostenibilidad que se basa en
    la definición de las condiciones que garantizan la
    sostenibilidad de todas las actividades económicas sobre
    el medio ambiente
    y el cáculo de los costes en que es necesario incurrir
    para garantizarla. Y por último los gastos
    defensivos, entendiendo por ellos los desembolsos realizados para
    eliminar, mitigar, neutralizar o evitarlos o para adelantarse a
    los daños que ocasiona la actividad productiva en el medio
    ambiente y en
    el propio ser humano.

    Junto a estas propuestas de ajuste del concepto
    convencional para tratar de que sea un reflejo más digno
    del conjunto de actividades que se realizan así como del
    tipo de uso de los recursos que se lleva a cabo se han propuesto
    igualmente índices globales de bienestar que, aunque con
    una menor operatividad por el momento, tienen la ventaja de
    asimilar una comprensión más auténtica y
    plural de la calidad de vida.

    Entre ellos se encuentran el Indice de Calidad
    Física de la Vida que combina tasas de mortalidad,
    esperanza de vida y alfabetización para lograr un
    único índice; el Indice de Desarrollo
    Socioeconómico Auténtico de M. Lutz que incorpora
    un índice relativo a los derechos humanos; el Indice
    de Desarrollo
    Humano del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas que
    ajusta el Producto Nacional Bruto con el poder de compra y luego
    lo combina con la esperanza de vida y con la tasa de
    alfabetización; el Indice de Bienestar Económico
    Sostenible de H. Daly y J. Cobb que combina datos de consumo
    personal,
    distribución de la renta, incremento del capital, valor
    del trabajo doméstico y otros índices
    medioambientales; o el Indice de Desarrollo Social
    de H. Henderson que combina índices de inversión en
    recursos
    humanos, de recursos humanos y productividad,
    diversidad genética
    de las especies, calidad medioambiental, eficiencia
    energética, equivalentes de la paridad del poder de compra
    y distribución de ingresos entre quintilas de
    renta.

    En España, T.R. Villasante (1.992) ha propuesto
    un índice construído sobre seis indicadores:
    evolución entre las horas de trabajo necesarias para
    adquirir la cesta de la compra básica o la
    evolución de de las rentas del quintil más rico y
    más pobre en relación con respecto a la media de
    rentas del territorio de referencia; capacitación profesional y educativa;
    calidad de hábitat, esperanza de vida y morbilidad,
    ahorro o eficiencia energética y de consumo de tierras y
    otros indicadores expresivos del número de voluntarios y
    asociaciones o empresas de
    economía
    social.

    Finalmente habría que considerar toda la
    amplísima gama de indicadores sociales tendentes a
    expresar aspectos cualitativos de aspectos más concretos
    de las relaciones sociales.

    La UNICEF, por ejemplo, utiliza una serie de
    índices en sanidad, alimentación,
    educación, demografía, economía,
    situación de la mujer y lo que
    llama globalmente "tasa de progreso" y considera como indicadores
    básicos los siguientes:

    – Tasas de mortalidad de niños menores de cinco y
    un año.

    – Número de nacimientos en relación con el
    de muertes infantiles.

    – Esperanza de vida.

    – Tasa de alfabetización de adultos.

    – Tasa de escolarización primaria.

    – Proporción de renta percibida por el 40%
    más pobre de la población y el 20% más
    rico.

    – Volumen de población.

    – Producto Interior Bruto per capita.

    Por su parte, V. Anderson (1.991, pp. 55 y ss.) propone
    igualmente una serie de indicadores sociales omnicomprensivos
    centrados en los aspectos:

    – Mortalidad de menores de cinco y un
    año.

    – Escolarización primaria de niños y
    niñas.

    Analfabetismo
    adulto.

    Desempleo.

    – Distribución de la renta.

    – Propiedad de teléfonos.

    – Consumo de calorías en relación con las
    necesidades mínimas.

    – Acceso al agua potable.

    – Desforestación y emisiones de dióxido de
    carbono.

    – Crecimiento de la población.

    – Intensidad energética del Producto Interior
    Bruto.

    – Reactores nucleares en funcionamiento.

    – Proporción de riqueza entre el 20% más
    rico de la población y el 20% más pobre.

    – Desertización.

    – Extinción de especies.

    También en España (INE 1.991), sin
    continuidad y sobre datos estadísticos no demasiado
    rigurosos y actuales, se llevó a cabo oficialmente la
    construcción de diversos indicadores
    sociales aunque, como sucede en la mayoría de los
    países, sin que se pueda decir que hayan pasado a
    constituir una referencia efectiva para la elaboración de
    las políticas económicas.

    Y este es un asunto crucial.

    Independientemente de las dificultades de
    medición, que en muchos casos no son mayores que las
    derivadas de la
    medición de las actividades convencionales que se toman en
    cuenta, el problema fundamental más bien radica en la
    falta de voluntades políticas para instrumentar medidas
    para el desarrollo
    económico que vayan más allá de su mera
    percepción cuantitativista. Y ello es
    así porque el propio modelo de crecimiento se basa
    fundamentalmente en la salvaguarda de una dinámica de
    lucro que por su propia definición no puede atender sino a
    la minorización de los costes inmediatos (sin atender a
    los costes sociales que se generan) para obtener el mayor
    beneficio posible a corto plazo.

    No es raro encontrar situaciones en las que incluso se
    llega a un cierto paroxismo de la nominalización.
    Piénsese por ejemplo en los programas de convergencia
    derivados de los acuerdos para la creción de la
    Unión Económica y Monetaria Europea en los que ni
    tan siquiera fue incluído el nivel de desempleo existente
    en cada país.

    Ejemplos como este ponen marcadamente de manifiesto que
    la tónica que anima las políticas para el
    crecimiento económico desnaturalizan claramente la
    perspectiva del bienestar. Y mientras la calidad de vida, la vida
    misma de los seres humanos, no sea un factor explícito con
    respecto al que deban evaluarse los efectos de las
    políticas económicas no podrá experarse sino
    una mayor degradación de ella misma.

    BIBLIOGRAFIA CITADA

    ALFSEN, K.H., BYE, T. y LORENTSEN, L. (1.987). "Natural
    Resource Accounting and Analysis: The Norwegian Experience
    1.978-1.986". Central Bureau of Statistics of Norway.
    Oslo.

    AHMAD, Y.J., EL SERAFY, S. y LUTZ, E. eds. (1.989).
    "Environmental Accouting for Sustainable Development". Banco Mundial.
    Washington.

    ANDERSON, V. (1.991). "Alternative Economic
    Indicators".Routledge. Londres.

    BANCO MUNDIAL (1.988). "Indicadores sociales para el
    desarrollo".

    (1.990,a). "Informe sobre el desarrollo mundial 1990:
    Pobreza". Banco Mundial.
    Washington.

    (1.990,b). "Social Indicators of Development".
    Washington.

    (1.992). "Informe sobre el desarrollo mundial 1990:
    Desarrollo y medio ambiente". Banco Mundial.
    Washington.

    BENNET, J. y GEORGE, S. (1.988). "La maquinaria del
    hambre". Ed. El País-Aguilar. Madrid.

    BROWN y otros con el título "El estado del
    mundo" para cada año desde 1.988. Ed. Apóstrofe.
    Madrid.

    CAR-HILL, R. y LINTOTT, J. (1.986). "Social Indicators
    for Popular Planning" en EKINS (1.986).

    DALY, H. y COBB, J. (1.989). "For the Common Good".
    Bacon Press. Boston.

    DORFMAN, R. y DORFMAN, N.S. (1.977). "Economics of
    Environment". Norton. Nueva York.

    EKINS, P.(ed.) (1.986). "The Living Economy". Routledge
    & Kegan Paul. Londres.

    EKINS, P. y MAX-NEEF, M. eds (1.992). "Real-Life
    Economics". Routledge. Londres.

    EKINS, P., HILLMAN, M. y HUTCHISON, R. (1.992). "Riqueza
    sin límites. El atlas Gaia de la economía verde".
    Edaf. Madrid.

    ESTEVE, F. (1.991). "Crecimiento y bienestar. La
    economía que no está en el P.I.B." en VARIOS
    AUTORES (1.991).

    GARAUDY, R. (1.976). "Una nueva civilización".
    Cuadernos para el Diálogo.
    Madrid.

    GOLDSCHMIDT-CLERMONT, L. (1.982). "Unpaid Work in the
    Household". International Labour Office.
    Ginebra.

    (1.987). "Economic Evaluations of Unpaid Household Work:
    Africa, Asia, Latin
    America and Oceania".
    International Labour Office. Ginebra.

    (1.992). "Measuring Household'Non-Monetary Production"
    en EKINS y MAX-NEEF 1.992

    HENDERSON, H. (1.981). "The Politics of the solar Age.
    Alternatives to economics". Doubleday. New York.

    HIRSCH, F. (1.977). "Social Limits to Growth". Routledge
    & Kegan Paul. Londres.

    INE, INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA (1.991).
    "Indicadores sociales". Madrid.

    INE, INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA (1.993). "Estudio
    de los hogares menos favorecidos, según la Encuesta de
    Presupuestos
    Familiares 1.990-1.991". Madrid.

    KHAN, H. (1.991). "Measurement and Determinants of
    Socioeconomic Development: A Critical Conspectus". En Social
    Indicators Research XXIV, 2.

    LEIPERT, C. (1.986). "Social Costs of Economic Growth".
    Journal of Economic Issues, marzo.

    LONE, O. (1.988). "Natural Ressource Accounting: The
    Norwegian Experience". O.C.D.E. Paris.

    LUTZ, M. (1.992). "Measuring Authentic Socioeconomic
    Development". En EKINS y MAX-NEEF 1.992.

    MAINI, J., GARVASJORDET, H. VIGGO SAEBO, CORNIERE, P. y
    LENCO, M. (1.986). "Information and Natural Resources". O.C.D.E.
    Paris.

    MARTINEZ DE VELASCO, L. y MARTINEZ HERNANDEZ, J.M.
    (1.993). "La casa de cristal. Hacia una subversión
    normativa de la economía". Fundamentos. Madrid.

    MAX-NEEF, M. (1.990). "Human Scale Development: an
    Option for the Future". Fund. Dag Hammarskjöld.
    Uppsala.

    MYERS, N. (1.990). "The Gaia Atlas of Future Worlds".
    Gaia Books. Londres.

    MILES, I. e IRVINE, J. (1.982). "The Poverty of
    Progress. Pergamon. Oxford.

    MILES, I. (1.985). "Social Indicators for Human
    Development. Frances Printer. Londres.

    MORRIS, M.D. (1.979). "Measuring the Condition of the
    World's Poor: the PQLI". Pergamon. Oxford.

    NACIONES UNIDAS (1.990). "Informe sobre el desarrollo
    humano 1.990). CIDEAL. Madrid.

    (1.991). "Informe sobre el desarrollo humano 1.991).
    CIDEAL. Madrid.

    (1.992). "Informe sobre el desarrollo humano 1.992).
    CIDEAL. Madrid.

    (1.993). "Informe sobre el desarrollo humano 1.993).
    CIDEAL. Madrid.

    NORDHAUS, W. y TOBIN, J. (1.977). "Is Growth Obsolete?".
    En DORFMAN y DORFMAN 1.977.

    O.C.D.E. (1.981). "Medida del bienestar social.
    Progresos realizados en la elaboración de indicadores
    sociales". INE. Madrid.

    (1.982). "Indicadores sociales. Lista OCDE". Ministerio
    de Trabajo. Madrid.

    PEARCE, D., MARKANDYA, A. y BARBIER, E.B. (1.989).
    "Blueprint for a Green Economy". Earthscan. Londres.

    REPETTO y otros (1.989). "Wasting Assets: Natural
    Resources in the National Income Accounts". World Resources
    Institute. Washington.

    ROMERO, J., PEREZ, J. y GARCIA, J. (1.992).
    "Desigualdades y nueva pobreza en el mundo desarrollado".
    Síntesis. Madrid.

    ROOM, G. (1.990). "New Poverty in the European
    Community". MacMillan. Londres.

    SEAGER, J. ed. (1.990). "The State of the Earth". Unwin
    Hyman. Londres.

    SEN, A. (1.987). "The Standard of Living". Cambridge
    University Press. Cambridge.

    SPROUT, R. y WEAVER, J.H. (1.992). "International
    Distribution of Income: 1.960-1.987". Kyclos XLV, 2.

    TORTOSA, J.M. (1.993). "La pobreza capitalista". Tecnos.
    Madrid.

    UNICEF (1.990). "The State of the World's Children
    1.990". Oxford University Press. Oxford.

    VARIOS AUTORES (1.991). "Reflexiones sobre
    Política económica". Ed. Popular, s.a..
    Madrid.

    VILLASANTE, T.R. (1.992). "Tendencias, indicadores y
    metodologías para unos desarrollos sostenibles". III
    Jornadas de Economía Crítica. Barcelona.

    (1.993). "La sociedad de mejorvivir". Nuestra Bandera,
    n 155.

    WARING, M. (1.989). "If Women Counted: A New Feminist
    Economics". Macmillan. Londres.

    WINNICK, A.J. (1.989). "Toward Two Societies: The
    Channging Distributions of Income and Wealth in the U.S. Since
    1.960". Praeger

    Juan Torres López.

    Catedrático de Economía Aplicada de la
    Universidad de
    Málaga

    Juantorres[arroba]uma.es

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter