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La economía política del procomún




Enviado por Yochai Benkler



    1. ¿Por
    qué el procomún?

    2. ¿Qué es
    el procomún?

    3. ¿Es sostenible
    el procomún?

    4. ¿Por qué
    deberíamos preocuparnos?

    5. Una infraestructura
    básica común

    Este artículo define las características
    institucionales y normativas del procomún, y explica por
    qué son sostenibles bajo muchas circunstancias. Explica
    por qué mantener una infraestructura común
    básica para la producción y el intercambio de información en todo el ámbito
    informacional es importante tanto para la democracia
    como para la libertad
    individual. Se concluye apuntando una serie de acciones
    políticas prácticas necesarias para
    construir dicha infraestructura básica
    común.

    1. ¿Por qué el
    procomún?

    El procomún
    son espacios institucionales en los que podemos practicar
    un tipo particular de libertad: libertad respecto a las
    restricciones que aceptamos normalmente como precondiciones
    necesarias para el funcionamiento de los mercados.

    Aunque a menudo pensamos en los «mercados
    libres» como espacios que permiten la libre
    elección, de hecho se trata de relaciones estructuradas
    que tienen la intención de resaltar un dato particular: la
    buena voluntad comparativa y la habilidad de los agentes para
    pagar dinero a
    cambio de
    recursos.

    Las restricciones más importantes a la que
    están sometidas los mercados son aquellas a las que
    usualmente llamamos propiedad. La
    propiedad es un conjunto de reglas de fondo que
    determinan:

    qué recursos tiene cada uno de nosotros cuando
    establecemos relaciones con otros;

    qué nos permite hacer la
    «posesión» o la «carencia» de un
    recurso en relación con los recursos implicados en la
    relación.

    Estas reglas imponen restricciones sobre quién
    puede hacer qué en el dominio de
    acciones que requieren el acceso a recursos sujetos al derecho de
    propiedad.

    Si bien es una condición previa necesaria para
    los mercados, el derecho de propiedad significa que las mismas
    opciones que existen en los mercados no están libres de
    restricciones, sino que por el contrario están
    restringidas dentro de un determinado patrón.

    El procomún son espacios institucionales en los
    que los agentes humanos pueden actuar libres de las restricciones
    específicas requeridas por los mercados.

    Esto no significa que el procomún sea un espacio
    anárquico. La acción
    libre pura es ilusoria.

    Significa que los individuos y los grupos pueden
    usar recursos gobernados por tipos de restricciones diferentes de
    las impuestas por el derecho de propiedad. Estas restricciones
    pueden ser sociales, físicas o normativas. Pueden hacer
    que los individuos sean más o menos libres, en cierto
    sentido agregado, que lo que permiten las reglas de propiedad.
    Que el procomún potencie de hecho la libertad o la
    dañe depende pues de cómo esté estructurado
    ese procomún y de cómo se hayan estructurado los
    derechos de
    propiedad del recurso en la ausencia de
    procomún.

    2. ¿Qué es el
    procomún?

    El procomún es un tipo particular de
    ordenación institucional para gobernar el uso y la
    disposición de los recursos. Su característica
    prominente, que la define en contraposición a la
    propiedad, es que ninguna persona
    individual tiene un control exclusivo
    sobre el uso y la disposición de cualquier recurso
    particular. En cambio, los recursos gobernados por
    procomún pueden ser usados por, o estar a
    disposición de, cualquiera que forme parte de un cierto
    número de personas (más o menos bien definido),
    bajo unas reglas que pueden abarcar desde «todo vale»
    a reglas formales finamente articuladas y cuyo respeto se impone
    con efectividad.

    El procomún puede dividirse en cuatro tipos
    basándose en dos parámetros:

    El primer parámetro es si está abierto a
    cualquiera o solamente a un grupo
    definido. Los océanos, el aire y las
    redes de
    autopistas son ejemplos claros de procomún abierto.
    Diversas ordenaciones tradicionales de pastos o de zonas de riego
    son ejemplos clásicos, descritos por Eleanor Ostrom, de
    procomún de acceso limitado, en las que el acceso
    está limitado sólo a los miembros del pueblo o la
    asociación que «posee» de forma colectiva
    algunas tierras de pastoreo o sistemas de
    regadío definidos. Éstas pueden mejor considerarse
    expresiones de regímenes de propiedad común, en vez
    de procomún, ya que se comportan como propiedad de cara a
    todo el mundo excepto para los miembros del grupo que en conjunto
    los tiene en común.

    El segundo parámetro es si un sistema de
    procomún está regulado o desregulado.
    Prácticamente todos los regímenes de propiedad en
    procomún limitado estudiados están regulados por
    reglas más o menos elaboradas ­­algunas formales,
    algunas sociales o convencionales­­ que gobiernan el uso
    de los recursos. Por otra parte, el procomún abierto
    varía mucho según los casos. Algunos tipos de
    procomún no están regulados en absoluto y se les
    llama procomún de acceso abierto. Cualquiera puede usar
    los recursos de este tipo de procomún a voluntad y sin
    pagar. El aire es de esta clase de
    recursos con respecto a la toma de aire (respiración, alimentación de una
    turbina). El aire es, sin embargo, un procomún regulado en
    lo que se refiere a la expulsión. Para los seres humanos
    individuales la respiración está ligeramente
    regulada por convenciones sociales: uno no se pone a respirar con
    mucha fuerza delante
    de la cara de otro ser humano a menos que se vea forzado a ello.
    El aire es un procomún mucho más regulado en la
    exhalación industrial ­­bajo la forma de controles
    de polución. Las áreas de procomún con
    más éxito y
    obviamente más reguladas en el panorama actual son las
    aceras, las calles, las carreteras, y las autopistas que cubren
    nuestra tierra y
    forman el fundamento de nuestra capacidad para desplazarnos de un
    lugar a otro. El recurso más importante que gobernamos
    como procomún abierto, sin el cual la humanidad no
    podría concebirse, es todo el
    conocimiento y la cultura
    previos al siglo XX, la mayoría del conocimiento
    científico de la primera mitad del siglo XX, y mucha
    de la ciencia y
    el aprendizaje
    académico contemporáneos.

    3. ¿Es sostenible el
    procomún?

    A finales de los años 60 del pasado siglo Garrett
    Hardin acuñó una metáfora inmensamente
    efectiva, «la tragedia del
    procomún
    »3.
    Aunque originalmente pretendía explicar por qué los
    incentivos
    privados llevarían a las empresas a
    contaminar su entorno incluso en contra de sus propios intereses
    a largo plazo y por lo tanto justificarían los controles
    de polución, la metáfora tomó vida propia.
    Vino a convertirse en la aseveración de que cualquier tipo
    de procomún es trágico y de que los derechos de
    propiedad son una condición previa necesaria para una
    gestión
    de recursos eficiente, o incluso sostenible. En los
    últimos veinte años hemos visto el desarrollo de
    una literatura que
    se cuestiona esta visión hasta ahora estándar del
    procomún. Este esfuerzo ha llegado a cristalizar de forma
    muy nítida en el trabajo de
    Eleanor Ostrom. Una revista y
    un ensayo
    bibliográfico recientes de Hess y Ostrom proporcionan una
    descripción general excelente de esta
    literatura. El quid de casi todo este trabajo es que
    hay ciertas circunstancias bajo las cuales los regímenes
    de propiedad común son sostenibles y posiblemente bastante
    más eficientes que los regímenes de propiedad
    individual.

    De forma más general, puede decirse que el
    procomún y la propiedad existen en un espectro de
    ordenaciones institucionales. Que en este espectro un sistema de
    gestión de recursos sea más o menos sostenible y
    eficiente depende de las características
    tecnológicas del recurso y de los patrones de su uso en
    cualquier momento histórico dado. Carol Rose
    identificó muy pronto que los recursos que tienen retornos
    crecientes en el lado de la demanda, como
    la externalización de redes, son candidatos especialmente
    buenos para ser procomún. Ella utilizó este
    concepto para
    sugerir por qué las carreteras y los canales, medios
    clásicos para el comercio,
    tendían a gravitar hacia modelos de
    procomún incluso si habían nacido como propiedad
    privada. Ellickson describió un fenómeno respecto a
    la tierra de
    labor, según el cual el tamaño del grupo de
    propietarios ­­de uno a muchos­­ es una función
    del uso de la tierra y de los probables fallos a los que
    está expuesta su gestión. En lo que se refiere a
    los sistemas de
    producción y comunicación de información, he
    explicado como los recursos necesarios para dichos sistemas
    pueden gestionarse como procomún en modalidades que son
    sostenibles y deseables.

    La información es un bien público en el
    sentido económico estricto y es también una entrada
    en su propio proceso
    productivo. Debido a estas características inusuales,
    pocos, si es que hay alguno, economistas argumentarían en
    contra de la proposición de que un área sustancial
    de procomún en bienes de
    información no solamente es sostenible, sino que realmente
    es necesario para sistemas de producción de
    información eficientes e innovadores.

    Más allá de la característica de
    bien público de la información, el entorno de redes
    digitales está también permeado por recursos que,
    si bien no son bienes públicos en el sentido
    económico estricto, funciona bien sin embargo dentro de un
    modelo de
    procomún. Representan casos en los que la
    compartición de recursos en procomún tiende a
    reducir la escasez y se
    comporta mejor que los sistemas basados en propiedad. He escrito
    en detalle sobre por qué la capacidad de las comunicaciones
    inalámbricas tiene también esta
    característica y por qué la creatividad
    humana a gran escala, tal como
    la colaboración basada en Internet representada por el
    software libre
    y otros proyectos de
    producción entre iguales (peer-to-peer), comparten
    asimismo esta característica.

    El núcleo común de estos dominios
    diferentes de recursos para la producción y
    comunicación de información es que hay algún
    aspecto de un determinado recurso ­­como la capacidad de
    comunicaciones inalámbricas, la creatividad humana, la
    capacidad de proceso distribuido, el almacenamiento
    distribuido­­ que se evidencia en un mercado
    particularmente árido, caro e ineficiente. En estos casos,
    las comunicaciones de bajo coste y los procesadores
    baratos que forman una parte integral de la producción y
    el intercambio de información hacen que maduren las
    condiciones para una colaboración sostenible a gran escala
    y para una compartición de recursos basada en el
    procomún, en vez de para estructuras
    institucionales orientadas a la propiedad.

    4. ¿Por qué
    deberíamos preocuparnos?

    Hay muchas razones para preocuparse sobre la
    inclusión de áreas significativas de
    procomún en nuestro entorno informativo. Hoy se habla
    sobre todo de preocupaciones sobre políticas de innovación. Como Lessig ha explicado muy
    bien, las áreas de procomún en los entornos de
    redes son necesarias para permitir que la innovación
    progrese sin el permiso de personas interesadas que
    buscarían restringir la vía de de la
    innovación de forma que ésta se ajustase a sus
    propios planes de negocio en lo que se refiere al futuro de la
    tecnología.

    Pero el procomún de información, cultura y
    conocimiento
    no es sólo, ni es básicamente, una cuestión
    de innovación. El procomún tiene que ver con la
    libertad. El procomún son espacios institucionales en los
    que estamos libres de las restricciones impuestas por los
    requerimientos de los mercados. Cuando hablamos del entorno de la
    información, del espacio cultural y simbólico que
    ocupamos como individuos y ciudadanos, la diversificación
    de las restricciones bajo las que operamos, incluyendo la
    creación de espacios relativamente libres de las leyes que
    estructuran el mercado, va al mismísimo corazón de
    la libertad y la democracia.

    El entorno de los medios de
    comunicación comerciales ha creado dos efectos de
    importancia central para la democracia. Uno puede llamarse el
    efecto Berlusconi: el poder
    político desproporcionado que la propiedad de los medios de
    comunicación da a sus dueños o a los que pueden
    pagarlos. El otro puede llamarse el efecto Baywatch: el
    desplazamiento sistemático del discurso
    público a favor de la distribucción de productos de
    entretenimiento estandarizados. Estos mismos medios han creado
    también modelos sofisticados de marketing y
    publicidad que
    pretenden dar un determinado perfil a lo que cada uno de nosotros
    ve cuando miramos el mundo a través del cristal de los
    medios, de tal forma que nuestra mirada, nuestros deseos,
    nuestras acciones están enfocadas sobre aquellos
    comportamientos más fácilmente capaces de ser
    traducidos en consumo

    Lo que hace posible el procomún es un entorno en
    el cual los individuos y los grupos pueden producir
    información y cultura en su propio interés.
    Permite el desarrollo de un papel sustancialmente más
    expansivo tanto para la producción no orientada al mercado
    como para la producción radicalmente descentralizada. Y
    estamos viendo organizaciones
    sin ánimo de lucro que utilizan la Web para
    proporcionar información o puntos de intercambio cultural
    con mucho mayor alcance y eficacia que fue
    posible nunca antes. No menos importancia es el surgimiento de la
    producción entre iguales (peer-to-peer) de
    información y cultura: fenómeno simbolizado por el
    software
    libre, pero que está expandiéndose para incluir
    noticias y
    comentarios, como ocurre en foros abiertos (slashdot), arte, ciencia, y
    también con instrumentos de indexación y
    búsqueda como el Proyecto
    Directorio Abierto (Open Directory
    Project
    ).4
    Todos estos fenómenos ­­el crecimiento de la
    eficacia y el alcance de actores que están fuera del
    mercado y el surgimiento de la producción de
    información radicalmente descentralizada­­
    proporcionan un contrapunto enormemente importante a la economía industrial
    de información del siglo XX.

    Pero los avances democráticos, la libertad
    individual y el crecimiento mediante la innovación
    posibilitados por el surgimiento de la producción sin
    mercado y descentralizada no emergerán de forma
    inexorable. Los gigantes industriales que dominaron la
    producción y el intercambio de información en el
    siglo XX no renunciarán fácilmente a su
    dominación. Dado que transitamos hacia una economía
    de información en red, cada punto de control
    sobre la producción y el flujo de la información y
    la cultura se convierte en un punto de conflicto
    entre el antiguo modelo industrial deproducción y los
    nuevos modelos distribuidos. En la capa física, la propiedad
    sobre los cables y las licencias inalámbricas que son
    necesarias para la
    comunicación proporciona un punto de apoyo para el
    control. En la capa lógica,
    los estándares protocolos y
    software (como
    sistemas
    operativos) necesarios proporcionan un punto de control sobre
    el flujo, y por lo tanto las oportunidades de producción,
    de información y cultura. En la capa de contenidos, la
    propiedad
    intelectual y los modelos de negocio que dependen del
    estrecho control sobre la información y cultura existente
    (una entrada central en la nueva creación) amenazan con
    proporcionar a sus usuarios con la habilidad de controlar
    quién decide decir qué a quién con los
    signos
    culturales clave de nuestro tiempo.

    5. Una infraestructura
    básica común

    Para conseguir los beneficios de libertad e
    innovación que la economía de la información
    en red hace posible, debemos construir una infraestructura
    básica común junto a la infraestructura
    propietaria. Tal infraestructura común se extenderá
    de la misma capa física del entorno de la
    información a sus capas lógica y de contenido. Debe
    extenderse de tal forma que cualquier persona tenga algún
    grupo de recursos de dichas capas que permita a esta persona
    producir y comunicar información, conocimiento, y cultura
    a cualquiera. No todos los instrumentos de producción de
    comunicaciones e información necesitan ser abiertos. Pero
    debe haber alguna porción de cada capa que cada uno pueda
    usar sin pedir permiso a nadie más. Esto es necesario para
    que haya siempre abierta una vía para que cualquier
    persona o grupo articule, codifique o transmita lo que él,
    ella, o ellos quieran comunicar, no importa lo marginal o
    invendible que pueda ser. Las estrategias
    principales para construir el núcleo de la infraestructura
    común son:

    Una capa física abierta que debería
    construirse mediante la introducción de redes
    inalámbricas abiertas, o un procomún de
    espectros.

    Una capa lógica abierta que debería estar
    disponible mediante una política de
    preferencia sistemática hacia protocolos y
    estándares abiertos en lugar de hacia protocolos y
    estándares cerrados, y de apoyo a plataformas de software
    libre que ninguna persona o empresa pueda
    controlar unilateralmente. Más importantes son la
    reversión o el rechazo a adoptar medidas coactivas que den
    preferencia a los sistemas propietarios sobre los abiertos. Con
    esto nos referimos a las patentes sobre plataformas software, y
    al conjunto de normas que
    empiezan a surgir sobre mecanismos semejantes al copyright como
    la Ley de Derecho de
    Copia Digital del Milenio Digital de los Estados Unidos
    (Digital Millennium Copyright Act),5
    que pretende preservar los modelos de negocio industrial de
    Hollywood y las industrias
    discográficas mediante el cierre de la capa lógica
    de Internet.

    Una capa de contenido abierta. No todo el contenido debe
    ser abierto, pero los derechos de propiedad intelectual han
    quedado salvajemente fuera de control durante la pasada
    década, expandiéndose en alcance y fuerza como
    nunca antes. Hay una necesidad apremiante de abolir algunas de
    las reglas que pretenden dar soporte a los modelos de negocio del
    siglo XX. Estas leyes fueron aprobadas en respuesta al intenso
    lobby de las organizaciones interesadas e ignoró el
    enorme potencial que la producción fuera del mercado y la
    producción individual descentralizada tiene para convertir
    en centrales, en lugar de en periféricos, los componentes de nuestro
    entorno de información.

    Reforma de las estructuras organizativas e
    institucionales que se resisten a los sistemas de
    producción ampliamente distribuida.

    El primer modelo con éxito a gran escala ha sido
    el software libre, con sus redes sociales informales
    ceñidas por el marco institucional formal de las licencias
    copyleft ycódigo abierto

    En la ciencia estamos viendo los primeros signos de los
    esfuerzos por parte de los científicos para liberar
    ciencia del viejo modelo industrial de la publicación. La
    Biblioteca
    Publica de Ciencia (Public Library of
    Science
    )6
    y la Iniciativa de Acceso Abierto de Budapest (Budapest
    Open Access
    Initiative
    )7
    son los primeros esfuerzos primarios en ese sentido.
    Prometen proporcionar un marco de trabajo en el que los
    científicos ­­que ahora hacen el trabajo
    científico, revisan los artículos y editan las
    publicaciones más o menos gratuitamente­­ puedan
    gestionar sus propios sistemas de publicación sin tener
    que depender de los grandes editores comerciales.

    Hablando de publicaciones de forma más general,
    el surgimiento de proyectos como Creative Commons8
    es un marco de trabajo institucional de enorme
    importancia.

    En lo que se refiere a las comunicaciones personales
    informales, los diarios de usuarios de la Web (weblogs)
    están emergiendo como un espacio social interesante para
    la producción de información libre, independiente y
    ampliamente distribuida.

    En cada caso varían las características
    particulares del tipo de información, las barreras
    institucionales que levantan los organismos interesados y los
    patrones sociales de uso. En cada caso, las soluciones
    pueden ser un tanto diferentes. Pero en todos los casos estamos
    viendo surgir estructuras sociales e institucionales que permiten
    que individuos y grupos produzcan información libre de las
    restricciones impuestas por la necesidad de vender
    información como mercancía en un mercado basado en
    la propiedad.

    Estamos en un momento que ofrecen una gran oportunidad y
    que suponen un reto a nuestra capacidad para hacer una
    política que ponga a los seres humanos en el centro de la
    sociedad de la
    información en red. Las redes digitales nos ofrecen la
    oportunidad de mejorar nuestra productividad y
    crecimiento mientras que simultáneamente se mejora nuestra
    democracia y se incrementa la libertad individual. Estos
    beneficios se producen sin embargo a expensas, de los organismos
    interesados que se han adaptado bien al modelo industrial de
    producción de información y que están
    encontrando dificultades para adaptarse a la economía de
    información en red que lo sustituirá. Dichos
    organismos están presionando y sacando leyes,
    tecnología y mercados para dar forma al siglo actual a
    imagen del que
    ya pasó. Sería trágico que
    triunfasen.

    La construcción de una infraestructura
    común es una condición previa necesaria para
    permitirnos la transición desde una sociedad de
    consumidores pasivos que compran lo que les vende un
    pequeño número de productores comerciales. Nos
    permitirá desarrollarnos en una sociedad en la que todos
    puedan hablar a todos, y en la que cualquiera pueda convertirse
    en un participante activo en el discurso político, social
    y cultural.

    Traducción castellana: Agustín
    Palomar
    (Grupo de Lengua e
    Informática de ATI)

    Copyright © 2003 Yochai Benkler

    Este artículo se publica bajo la Public
    Library of Science Open Access License
    y
    Creative
    Commons Attribution License
    .

    Notas al pie


    1

    Yochai Benkler es profesor de la
    Facultad de Derecho de la Universidad de
    Yale (EE.UU.). Antes de enseñar en Yale fue profesor en la
    Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York (EE.UU.),
    donde fue director del Centro Engleberg de Derecho y
    Políticas de Innovación, y del Instituto de Derecho
    de la Información. Sus trabajos de investigación se centran en el efecto de la
    interacción del Derecho, la
    tecnología y las estructuras económicas sobre
    la
    organización de la producción y el intercambio
    de información, y sobre la distribución del control sobre los flujos
    de información, conocimiento y cultura en el entorno
    digital. En particular ha escrito sobre el papel y la
    sostenibilidad de enfoques no propietarios o basados en el
    procomún respecto a la producción e intercambio de
    información a través de las diversas capas del
    entorno digital, y sobre su papel en términos de
    democracia y libertad individual.
    benklery[arroba]juris.law.nyu.edu

    … procomún2

    Procomún: substantivo masculino, derivado
    de «pro» (provecho) y «común», y
    que significa «utilidad
    pública» (DRAE). Aquí se utiliza para
    traducir el término inglés
    commons, que literalmente significa campos
    comunales.

    … procomún»3

    Garrett Hardin, The Tragedy of the
    Commons
    (1968)

    … Project).4

    http://dmoz.org/

    … Act),5

    http://www.loc.gov/copyright/legislation/dmca.pdf,
    en inglés.

    … Science)6

    http://www.publiclibraryofscience.org/,
    en inglés.

    … Initiative)7

    http://www.soros.org/openaccess/,
    en inglés.

    … Commons8

    http://www.creativecommons.org</

    Yochai Benkler1

    Benklery[arroba]juris.law.nyu.edu

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