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Juventud. Mercado y Estado: crisis social en la Argentina actual



    1. La
    noción de juventud hoy

    2. Juventud y
    Mercado: la alegoría de la novedad

    3. Juventud y
    Exclusión en la Argentina actual

    4. La
    reacción del Estado frente a las problemáticas de
    la juventud

    5.

    6. Investigación: La violencia va a la
    escuela

    El informe de
    lectura que
    realizaremos a continuación está basado en tres
    textos distintos que, sin embargo, presentan en común
    cierto eje temático construido alrededor de la idea de
    juventud. En
    primer lugar, consideramos el texto "Escenas
    de la vida posmoderna" de Beatriz Sarlo, que nos muestra
    cómo ha variado la noción de juventud a
    través de la historia y cuál es la
    relación actual entre juventud y mercado. Por otro lado,
    se encuentra el texto "Jóvenes en la mira" de Dalia Szulik
    y Silvia Kuasñosky, quienes se interrogan acerca de las
    condiciones que generaron que, a partir de los '80, los
    jóvenes se hayan convertido en objeto de políticas
    públicas. Por último, encontramos el texto
    "Civilización y descivilización" de Emilio T.
    Fanfani, en el cual se analizan las consecuencias que puede
    generar el proceso de
    exclusión en la sociedad y,
    específicamente, en la juventud.

    1. La noción de juventud
    hoy

    A lo largo de la historia, comenta Beatriz Sarlo, las
    concepciones de juventud han variado notablemente. En el
    año 1900, por ejemplo, una mujer de
    diecisiete años no se consideraba muy joven, y su marido
    de veintisiete años era un hombre maduro.
    En la actualidad esto parece haber virado hacia el extremo
    opuesto: Un tercio de la vida se desenvuelve bajo el
    título de juventud. La niñez, explica, casi ha
    desaparecido, acorralada por una adolescencia
    tempranísima que se extiende hasta después de los
    treinta años. Paralelamente, el texto afirma que hoy la
    juventud es más prestigiosa que nunca. La categoría
    de "joven" ofrece un set de ilusiones que convierte a la juventud
    en un territorio en el que todos quieren vivir eternamente. Esto,
    indudablemente, es una consecuencia mas del fenómeno
    denominadon "la cultura de la
    imagen",
    proceso de carácter mundial y masivo, que ofrece
    parámetros de belleza tan inalcanzables como nocivos, y de
    los cuales nadie (aún quienes tratamos de desarrollar una
    suerte de defensa crítica) puede escapar completamente, por
    la sola exposición
    a los medios de
    comunicación contemporáneos.

    2. Juventud y Mercado: la
    alegoría de la novedad

    Beatriz Sarlo afirma que el mercado corteja a la
    juventud después de haberla instaurado como protagonista
    de todos sus mitos. Nunca
    como hoy, nos dice, las necesidades del mercado estuvieron tan en
    armonía con el imaginario de sus consumidores. En el
    mercado las mercancías deben ser siempre nuevas, captar el
    cambio
    más insignificante. Esta renovación incesante
    captura perfectamente el mito de la
    novedad que impulsa a los jóvenes. Se produce así
    una alegoría de la juventud.

    3. Juventud y
    Exclusión en la Argentina actual

    Beatriz Sarlo nos dice que el mercado promete un ideal
    de libertad y
    que, muy por el contrario, otorga una garantía de
    exclusión: "… el mercado elige a quienes van a estar en
    condiciones de elegir en él. Pero, como necesita ser
    universal, enuncia su discurso como
    si todos fueran iguales" '. Szulik y Kuasñosky, siguiendo
    la misma línea de pensamiento,
    señalan cuan compleja es la relación de los
    jóvenes con el mundo de la producción en una sociedad que apenas
    parece tentarlos con el consumo. La
    juventud crece en un ambiente
    contradictorio: tiene aspiraciones al consumo que asocian el ser
    al poseer pero carece de los recursos que
    exige el mercado para acceder a lo que desea. Las consecuencias
    de esta contradicción son graves: según dichas
    autoras, esta situación fomenta la proliferación de
    la economía
    ilegal (drogas,
    prostitución, delincuencia).
    Emilio Fanfani, por su parte, afirma que las condiciones de vida
    provocadas por la exclusión hacen estragos en el proceso
    de construcción de la subjetividad de los
    jóvenes. Los jóvenes desempleados, explica, se han
    desprendido de las cadenas de interdependencia social que nos
    relacionan con los demás y que nos otorgan una identidad.
    "Para ellos el tiempo libre
    es un tiempo muerto, un tiempo inútil, un tiempo sin
    sentido " 2. Excluidos, para escapar al no-tiempo de
    una vida donde no pasa nada, los jóvenes pueden recurrir
    tanto al juego como a
    la violencia,
    afirma Fanfani. Para él, es la miseria de la sociedad la
    que hace miserables a los hombres.

    4. La reacción del Estado
    frente a las problemáticas de la
    juventud

    Szulik y Kuasñosky nos dicen que a partir de los
    '80, los jóvenes pasan a ser considerados mundialmente
    como un sector con necesidades insatisfechas. El deterioro de su
    situación general constituye el punto de partida para las
    políticas de Estado, tanto en nuestro país como en
    el resto del mundo. Las políticas públicas en
    nuestro país, nos dicen las autoras, aparecen ligadas a
    dos fenómenos básicos: por un lado, a la
    relación problemática existente entre los
    jóvenes y el trabajo en
    el contexto de crisis laboral que
    atraviesa la Argentina; por otro, a la identificación de
    los jóvenes como peligro social, dado que ocupan un lugar
    en la sociedad que los convierte en el blanco de una serie de
    problemas como
    la
    drogadicción o la delincuencia. Podemos decir entonces
    que el desencanto y el desempleo de los
    jóvenes forman parte de las preocupaciones centrales de la
    sociedad y el Estado,
    pero son interpretados como problemas juveniles
    específicos."

    Sin embargo, las autoras proponen la adopción
    de una mirada menos parcial de la situación: cada momento
    del país, afirman, refleja cuál es el papel
    principal que se le asigna a la juventud. Dicho papel deja
    entrever los conflictos
    más importantes que se viven en la sociedad en general.
    "Este resquebrajamiento de los lazos sociales de nuestra
    sociedad y, mas particularmente, en su relación con los
    jóvenes, es el que condiciona, posibilita y acrecienta el
    desfase entre las demandas hacia los jóvenes, sus
    expectativas y sus posibilidades de
    concreción
    ".

    Un movimiento de
    jóvenes ha sintetizado, en las palabras que resumiremos a
    continuación, lo siguiente:

    El protagonismo popular de los jóvenes consiste
    en su participación directa en los asuntos
    políticos que les compete, en auto representarse en los
    espacios de decisión sin intermediarios y la necesidad de
    dejar de ser jóvenes sociobiológicamente
    determinados.

    No hay protagonismo real sin organización sectorial, peculiar,
    diferenciada de afirmación de identidades diversas a lo
    que se presume globalizado

    Marco Bazan afirma también que es necesario un
    protagonismo juvenil que promueva y cambie la crisis de la
    cultura adulta, por lo que el reclamo, actuación y
    proyecto de
    los jóvenes por reconstruir las relaciones
    democráticas, paritarias, simétricas respetuosas,
    tolerantes y de aceptación de la alteridad de otras
    identidades se va convirtiendo cada día en el paradigma de
    las organizaciones de
    jóvenes"

    No sin razón los jóvenes de este tiempo no
    creen nada de lo que dicen los adultos, y cuestionan su falta de
    coherencia, su hipocresía, mucha de esta "rebeldía
    según los adultos" es cuestionamiento a estas
    incongruencias de los adultos que no han sabido construir una
    sociedad mejor e inclusiva., y la posibilidad de que los
    jóvenes estén ya construyendo un nuevo modelo o
    Protagonismo Social.

    Del modelo que tengamos de juventud, seamos
    jóvenes o no, dependerá mucho la necesidad de
    apostar por este protagonismo juvenil, que se contradice
    totalmente con el paternalismo, asistencialismo, autoritarismo y
    toda forma que no reconozca la capacidad de los Jóvenes
    para resolver sus propios problemas, para elaborar propuestas
    porque tienen la capacidad para hacerlo, pero si no nos ubicamos
    o rompemos los modelos
    pre-establecidos por la cultura adulta, seguiremos creyendo que
    los jóvenes son un problema, son incapaces,
    etc.

    La posibilidad de una sociedad mejor democrática,
    participativa, incluyente, solidaria, justa y fraterna esta en
    las y los jóvenes y en los niños
    también, desde esa perspectiva el aporte generacional de
    todos los jóvenes en cualquier tiempo y que debemos tener
    siempre (o de lo contrario envejeceremos) esta dado en lo que
    algunos llaman el espíritu juvenil:

    • La posibilidad de construir sueños y
      utopías.
    • La Capacidad para cuestionar modelos establecidos y
      que no funcionan
    • La Posibilidad de proponer nuevas cosas, distintas y
      bastante analíticas.
    • La Alegría, el optimismo y la vitalidad en lo
      que uno hace.
    • La Posibilidad de "tener mente abierta y tolerante
      para respetar lo diferente y hasta ambiguo
      quizás.
    • La Posibilidad de crear nuevos modelos superando lo
      que los adultos no hicieron bien o dejaron de hacer

    5.
    Conclusión

    Actualmente, el mundo globalizado y basado en el consumo
    no respeta nuestra autonomía, se contradice en los valores
    que nos enseñan y nos infantiliza; además nos hace
    creer en oportunidades igualitarias que carecen de sentido y son
    inexistentes. Al diferente se lo margina y se lo
    expulsa.

    Si entendemos que el adolescente sufre cambios
    importantes en la identidad y en las relaciones con los otros, lo
    que implica el nacimiento de nuevos vínculos y espacios de
    sociabilidad diferentes a los familiares, que por lo tanto
    necesitan desplegarse, hacer algo propio, entonces las instituciones
    deberían escuchar y abrir el juego en las decisiones que
    afectan la vida y futuro de todos ellos. La sociedad no
    debería estigmatizar, impedir, evitar, sino aceptar las
    diferencias, ampliar los espacios de decisión, de diálogo y
    construcción colectiva, en donde los adolescentes
    encuentren su lugar desde sus particularidades y
    anhelos.

    Desde nuestra perspectiva la adicción, la
    criminalidad, y los demás problemas propios de la juventud
    (y no tanto) constituyen un síntoma, como lo puede ser un
    dolor físico, algo que esconde o oculta algo más
    coyuntural como es un dolor no tramitado, duelos, inhibiciones,
    frustraciones, imposibilidades que hacen que los chicos o adultos
    eviten la realidad, escapen y en este escape pierdan principio de
    realidad y afectos, generando grandes costos en su
    persona y
    futuro.

    Lo importante sería generar una acción
    preventiva donde se valoriza la escucha de los jóvenes y
    adolescentes en cuestión, a fin de buscar valores
    potenciales, desestructurar modelos preexistentes, tomar estos
    nuevos conceptos y mediante la
    comunicación reelaborarlos e incorporarlos al
    repertorio personal del
    sujeto.

    Ejecutar una acción seria es abandonar el lugar
    del saber absoluto, favoreciendo el protagonismo grupal, para
    hacer circular el cuestionamiento y así desmitificar la
    categoría etiquetada de la "mala juventud de hoy", para
    ver lo que sucede detrás de ella en cada sujeto, ya que
    ésta es la real naturaleza del
    fenómeno

    No se los debe observar como objetos de investigación: hay que respetarlos como
    sujetos portadores de subjetividad. Esto nos da la pauta de que
    culturalmente pertenecemos a una sociedad que no quiere, no sabe,
    no puede proteger a los jóvenes sino es por medio de
    estigmatizaciones y etiquetas.

    En la actualidad, según datos oficiales
    de la Dirección Gral. de niñez y
    adolescencia, del GCBA, habría 4000 chicos en la
    denominada "situación de calle" que, como indicador nos
    dice que tenemos gran parte de la juventud con sus derechos vulnerados, que
    evidencian una condena mas que jurídica, social ya que
    están condenados desde el vamos a la exclusión y
    por ende a las carencias básicas que tal exclusión
    implica.

    Por todo lo planteado es fundamental salir del encierro,
    no paralizarse para dejar de sentir temor y atrevernos a
    escuchar, informar y respetar los derechos que a los
    jóvenes les son propios por el simple hecho de ser
    personas.

    Para finalizar y a modo de anexo presentamos a
    continuación una nota publicada en el diario Clarín
    que, oportunamente y con bastante lucidez, trata la
    problemática por nosotros abordada.

    6. Investigación: La
    violencia va a la escuela

    Chicos contra chicos. Chicas contra chicas y
    también contra chicos. Los casos en el país se
    multiplican cada vez con más frecuencia. Sólo en
    los primeros cuatro meses del año, se detectaron 14.199
    casos de agresiones físicas a alumnos bonaerenses. Yel
    último año, en la Capital, se
    denunciaron 176 episodios violentos en escuelas. ¿Esto
    tiene solución? Todavía no aparece.

    Es simple. La mecha para el primer fogonazo se enciende
    fácil. Una mirada y vos-qué-mirás .
    Un pechazo y ella-medijo-que-vos-dijiste, un insulto al
    pasar, porque sí. Y punto. No hacen falta más
    excusas. Las aulas de las escuelas públicas, privadas, del
    conurbano o de plena Capital, son una caja de resonancia donde
    tarde o temprano, los chicos parecen descargar esa suerte de
    turbulencia por la que transitan desde hace tiempo. Y
    recién cuando algún caso salta el cerco de la
    escuela y se hace
    público, para muchos el mundo real hace plop como
    un chicle globo. Aunque, en realidad, no hay demasiado de
    qué asombrarse.

    Por sólo nombrar algunos casos del año
    escolar que termina por ahora deja estas luces de "¡alto,
    peligro!": una chica de 15 años fue golpeada por tres
    compañeros a la salida de la Escuela Técnica
    N°1 de La Plata, y terminó en el hospital. Otra nena,
    de 11, fue agredida por alumnas del sexto grado de la Escuela
    N°9 de Villa Lugano. Le rompieron la clavícula.
    ¿Motivo? "Porque se hacía la linda y es una tonta",
    habrían argumentado las agresoras. Hay más. Un
    informe del Ministerio de Educación de
    Catamarca dio a conocer que en los últimos seis meses, se
    duplicaron los casos de violencia en las escuelas de la
    provincia. En Presidencia Roque Saenz Peña, Chaco, un nene
    de séptimo grado fue a clase -en la
    Escuela N° 327- con una tumbera (una escopeta de
    fabricación casera) cargada con balas de calibre 36. Y un
    adolescente de 16 apareció frente a sus compañeros
    con una carabina calibre 22, en una escuela de enseñanza técnica de Neuquén.
    Una piba de 18 años apuñaló con un cuchillo
    de cocina a otro alumno en una escuela de Santa Fe durante una
    discusión. Y un chiquito de séptimo año del
    EGB, en José León Suárez, amenazó con
    una pistola 22 a un compañero de clase. ¿Bowling
    for Columbine
    ? No, Argentina 2005.

    Pero, ¿por qué habría que pedirles
    cordura full time a unos chicos cuyos padres, por ejemplo,
    son capaces de ir a trompear a una maestra porque no están
    de acuerdo con las notas que pone? ¿O cuando los adultos
    dirimen una discusión de tránsito con un tiro
    homicida en plena autopista? Bullying es el nombre que
    usan los expertos para definir estas situaciones de violencia
    entre estudiantes. Un término inglés
    que denomina a los procesos de
    intimidación y victimización entre iguales, entre
    compañeros de aula, donde el maltrato va mutando desde el
    acoso verbal hasta los hechos.

    Chicos contra chicos. Chicas contra chicas. Chicos
    contra chicos. Todos contra todos. A la hora de encontrar una
    respuesta, las causas tienen un nudo tan íntimo y familiar
    como social, en el que la historia pasada, la de ayer
    nomás y la de hoy, se constriñe cada día un
    poco más, y que, por ahora, no indica haber llegado a su
    límite. ¿Víctimas o victimarios?
    ¿Dónde está la diferencia?

    Los terribles

    El pibe tiene 15 años y el pelo teñido de
    amarillo huevo. Está en noveno año, el
    último ciclo del EGB de una escuela de Ingeniero Budge, a
    unos 20 minutos del Obelisco. Barrio de márgenes, de
    necesidades, de relaciones conflictivas, de inseguridad.
    Pero aún ante este cuadro de situación, la escuela
    no es de las más problemáticas de la zona. Y su
    directora aceptó abrir las puertas para que VIVA escuche
    por boca de sus alumnos cómo capitalizan ellos el estado
    cotidiano de esa larva violenta que se instaló puertas
    adentro. Pero es sólo una muestra. Lo mismo podría
    escucharse, con matices, en cualquier punto del
    país.

    No habrá nombres propios que los identifiquen,
    porque son menores; tampoco de la escuela en
    cuestión.

    La primera bandada –y no de blancas palomitas
    precisamente– llega cuando termina el recreo. En el
    pizarrón hay resabios de una clase elemental de
    inglés. A los pibes les entusiasma la idea de contar sus
    códigos intraescolares. La voz cantante tiene
    dueño: el pibe teñido de rubio. Alto, delgado,
    entrador. Cualquiera se dejaría ganar por su cara de buen
    pibe. Y nadie duda que lo sea. Aunque por el momento, lidera una
    bandita (pandilla, le dicen) que maneja los hilos y los humores,
    no sólo de su entorno, sino también de la clase y
    de todo el resto de la escuela. Además, tiene muy buenas
    notas, algo que le da un handicap interesante. Para sus
    compañeros, es un ejemplo. Eso de "hace lío, pero
    es buen alumno". Y los profesores reconocen que es muy
    inteligente. Pero cuando pega algún faltazo, su ausencia
    se nota: el resto está más relajado.
    "¿Cómo son las cosas acá? A estos les
    pegamos siempre", arranca el rubio señalando a otros
    cuatro que lo miran con nerviosa mudez. "Ya lo saben: nosotros
    les vamos a pegar siempre", azuza con una sonrisita candorosa.
    ¿Por qué pegarles? "Porque es así. Los que
    se dejan pegar y no hacen nada, son unos tontos. Y estos son unos
    tontos. Se la tienen que bancar". Se ríe el rubio y
    ríen sus "hermanos", como se llaman entre sí. Y los
    que cobran también se ríen, entre
    incómodos y nerviosos. Es curioso observar el dibujo que
    hicieron acomodándose en el aula. Los hermanos en
    el centro, y allá en el fondo, dos pibes inmutables, con
    el sigilo perturbado. No miran; no dicen ni mu. A lo mejor
    querrían estar en Marte cuando La re pandilla o
    Los mafiosos o Los terribles (como también
    se autodenominan), hablan entre excitados y
    verborrágicos.

    El líder
    va por más: "A éste no le puedo pegar", ningunea a
    uno que lo mira de refilón. Y se cuela una carga de
    adrenalínica humillación. El aludido refunfunea
    algo entre dientes, pero ni siquiera le sostiene la mirada al
    rubio. Obvia el comentario. Pero, ¿hasta cuándo?
    Sí querría estar descargando el aguijón que
    le acababan de clavar. "Y a aquél –siguen los
    terrible
    s– le hicimos aspirar una tiza entera. La
    molimos bien hasta que quedara hecha polvo, como si fuera
    cocaína, ¿vio? y se la tuvo que
    aspirar toda. Después andaba medio boleado". Ja, ja,ja,ja.
    Al pibe agredido, un borrador le quitó la sonrisa.
    Contagio. Eso dice que tienen. Se les pegan las ganas de hacer
    lío o de estar malhumorados. "Cuando uno de nosotros viene
    sin ganas de nada contagia a todo el grupo. Y nos
    contagiamos el mal humor", cuenta el de ojitos verdes, carita de
    ángel precoz.

    Las causas son varias: algún problema familiar
    que traen colgado del cuello (y de los que prefieren no hablar) o
    porque se levantaron con la luna atravesada. Y en ese pastiche de
    posibilidades, caen los que vienen de afuera. La
    repandilla
    relata, con gran agitación, que el
    año pasado un compañero se quiso autoagredir
    (cortarse las venas, cuentan ellos) "porque nosotros lo
    molestábamos y, en parte, porque no entendía
    matemáticas". El pibe terminó
    yéndose a otro colegio.

    Pero no fue el único episodio de acoso
    insoportable. Dicen que si no los paran, cuando se agarran a las
    piñas, "nos matamos". Y admiten, con férrea
    sinceridad, que "no está bien" manejarse en esos
    términos. Pero "es lo que hay", define el líder del
    grupo como toda razón y justicia. Eso
    sí, en el futuro se ven, orgullosos, como servidores
    públicos: quieren ser policías.

    Adentro y
    afuera

    Violencia verbal. Acoso.Golpes. Gallos de riña
    picoteándose sin razón y ¿sin sentido?
    ¿Qué pasa con estos pibes que hablan de sus
    hazañas como quien se encuentra con viejos
    compañeros a repasar travesuras, algunas pavotas, es
    cierto, como la de tirar una naranja contra el ventilador de
    techo encendido para que toda el aula termine como un jugo de
    frutas? ¿Qué pasa con ellos cuando buscan socavar
    las resistencias
    de sus iguales?

    Un relevamiento sobre violencia realizado por la
    Dirección de Psicología y
    Asistencia Social Escolar bonaerense, dio algunos resultados
    inquietantes sobre lo que pasa en el adentro y en el afuera de
    las escuelas de la provincia, donde van casi 4,5 millones de
    alumnos repartidos en 16 mil colegios. (Ver Cifras
    preocupantes
    ). Los números encabezan el maltrato
    emocional, físico, las peleas entre grupos rivales. Y
    le siguen los robos, accidentes,
    uso de armas, consumo de
    drogas y alcohol,
    maltrato sexual, intentos de suicidios y suicidios, y dos
    asesinatos. "El estudio abarcó situaciones que nos
    permiten tener un conocimiento
    global de la violencia que viven los chicos en el adentro
    y el afuera de la escuela", explica la licenciada Lilian
    Armentano, de la Dirección de Psicología
    provincial.

    Según la funcionaria, muchas veces los conflictos
    entre pares en la escuela empiezan en el afuera, en los barrios
    donde viven o en los lugares donde van a bailar: "Y lo que no se
    dirimió en el afuera, termina dirimiéndose en el
    adentro". Cuestiones territoriales, antagonismos, peleas por un
    chico o por una chica. Por diferencias en el aspecto
    físico o por potencialidades intelectuales.
    Los expertos hablan de esa perturbadora necesidad de "aniquilar"
    al otro que subyace en todo el problema de la
    violencia.

    "Es importante remarcar que estos pibes no nacen
    violentos, sino que van tomando conductas del medio donde viven",
    explica Armentano. Y define: "La violencia entre pares
    también tiene que ver con la época en que se vive".
    La funcionaria actuó, entre otros, en el caso de Junior,
    el chico de Carmen de Patagones que hace un año produjo
    una masacre.

    Para los especialistas, la degradación
    económica convirtió a muchos hogares en generadores
    de una tensión inusual. Donde la autoridad
    parental se rompió, y los que traen el sostén son
    los mismos chicos. "Y en ese caso, si no proveo, no puedo poner
    ley ni orden",
    ensaya Armentano, en relación a la nueva relación
    en el seno familiar.

    En la Defensoría del Pueblo porteña hay
    147 expedientes de denuncias de violencia en las escuelas de la
    Ciudad entre pares, de maestros a alumnos, de padres a maestros y
    de directivos a docentes. "Las
    escuelas se convirtieron en espacios sociales donde repercuten
    sin filtros una realidad social; no son burbujas ni templos del
    saber como en otras épocas", estima Gustavo Lesbegueris,
    defensor adjunto.

    "Y los docentes están sobrepasados", agrega.
    ¿Ejemplos? En una escuela de Palermo, un chico fue a clase
    con una escopeta de aire comprimido.
    Otro, con una faca (arma casera), le dio un puntazo a una
    profesora que se desmayó de pánico.
    Un nene de una escuela primaria del Bajo Flores llevó una
    pistola en su mochila. Y en una escuela católica, a la
    salida de una misa, las piñas dejaron atrás el
    saludo de la paz entre chicos de sexto y séptimo. El
    incidente terminó en un juzgado, acusados de lesiones y
    amenazas. Si se hace una progresión de las denunicas en la
    Defensoría porteña, la escalada va en ascenso desde
    el 2001.

    Un pibe de una escuela privada de Caballito, clase
    media, también habla de grupos rivales que se buscan hasta
    que terminan con la nariz sangrando o el dedo fracturado, como
    ocurrió hace pocos días con una chica de su
    colegio, a quien agarraron a golpes otras adolescentes, por causa
    de un noviecito. "Las peleas son porque uno es de Flores y el
    otro de Floresta, o de La Paternal. Y en general, las
    piñas son en los alrededores de la escuela. Adentro, esta
    más o menos controlado todo", comenta el pibe de
    Caballito.

    ¿Las chicas? Van a la par: "A veces las tenemos
    que separar nosotros (los varones) para que no se maten", admite
    el adolescente, hijo de profesionales. Rivadavia y Nazca, los
    sábados puede ser un buen escenario para que se crucen los
    grupos que suelen ir a bailar en los boliches de la
    zona.

    Vínculos
    alterados

    Hay varias manifestaciones del comportamiento
    antisocial en las escuelas. El psiquiatra Infanto Juvenil,
    Héctor Basile, de la Asociación de Psiquiatras
    Argentinos, repasa algunas características: la
    disrupción en el aula (alumnos que impiden el desarrollo
    normal de una clase), los problemas de disciplina
    (resistencia,
    boicot, desafío o insulto al docente), la discriminación (al bolita, paragüa,
    yorugua,
    o al obeso), el maltrato entre compañeros (
    bullying, que incluye amenazas y la violencia física). La eficacia del
    bullying está en el silencio del agredido, porque
    se siente ridiculizado y bloquea su posibilidad de
    hablar.

    En cuanto a la irrupción de la violencia por el
    lado femenino, Basile responde: "Están cambiando los
    arquetipos ligados al género, a
    relacionar la violencia con lo masculino y poner a la mujer en otra
    posición más tierna y contenedora". Los tiempos son
    otros y "muchas veces la sociedad fuerza a las
    mujeres al falso dilema donde ejercer la violencia es ejercer
    paridad de derechos con los hombres".

    Las chicas de Budge entran al aula como un torbellino:
    "¿Qué dijeron los chicos de nosotras?". En
    realidad, ni las nombraron. Pero ellas arremeten: "Ellos hacen
    lío para hacerse los machos, los guapitos", dicen sin
    bajar los decibeles de voz. "Y nos discriminan", se quejan al
    unísono. Pero no se quedan atrás: "A mí me
    molestaba uno y terminé dándole un cachetazo. Se la
    tuvo que comer", suelta una. A la del buzo negro y verde, por
    habladurías, cuenta, un grupo de pibas del barrio la
    agredieron. "Yo de a una me la bancaba, pero cuando fueron seis o
    siete, ya no. Entonces vinieron ellas (las de su grupo) a
    ayudarme". ¿Edades? Entre 13 y 15 años.

    ¿Y qué piensan ellas de esas pibas que le
    rompieron la clavícula a otra en una escuela de Villa
    Lugano? Respuesta inmediata: "Está muy bien que se la
    hayan dado si se hacía la linda". Cuestión de
    parámetros. "No te podés hacer la linda", regula
    una. Desde la Secretaría de Educación
    porteña, Roxana Perazza, evalúa "con
    preocupación y señal de alerta" el estado de
    violencia en las escuelas porteñas. Y agrega que es un
    fenómeno que puede y debe ser analizado y trabajado desde
    la escuela, con las familias: "Tenemos claro que la escuela no es
    una usina generadora de violencia, sino que la violencia
    social, a veces, se manifiesta en la escuela". Es evidente,
    dice Perazza, que "un alumno que comete un hecho violento no deja
    de ser un chico que demanda
    algunas cuestiones que los adultos tenemos que
    escuchar".

    Para Gustavo Iaies, presidente del Centro de Estudio de
    Políticas Públicas, especialista en
    educación, esa demanda reside en "la dificultad en los
    adultos en poner límites; a
    los padres les está costando mucho hacer de padres y los
    pibes terminan construyéndose uno propio". Pero es
    evidente que algo más se rompió. Iaies dice que se
    hizo trizas el contrato entre la
    escuela y la familia.
    "El modelo de escuela estaba ajustado a un modelo de familia que
    cambió. Y a los educadores les está costando mucho
    entender el proceso de cambio social. Seguimos pensando que la
    escuela es la misma de siempre. Y no se dieron cuenta de la
    dimensión del cambio".

    Los chicos, acaso, estén avisando. Así,
    descarnadamente.

    Maria Helena Gandoy

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