Características, Crisis y
reestructuración del capitalismo
- 1.
Introducción - 2. El modo de desarrollo
industrial Fordista-Keynesiano - 3. La transición hacia el
modo de desarrollo informacional y las trayectorias
organizacionales - 4.
Bibliografía
Los primeros años del siglo XX se caracterizaron
por la importancia que adquirieron las industrias
metalmecánicas, especialmente la automotriz. En los
países desarrollados, dichas industrias alcanzaron un
importante desarrollo a partir de un modelo
productivo conocido como "fordista". El paradigmático Ford
T (1908) fue tan exitoso que motivó la necesidad de
aumentar la producción. Ello condujo a la
aplicación de un nuevo modelo productivo basado en la
cadena de montaje en serie, donde los operarios ensamblaban
piezas que eran transportadas en cintas de movimiento
continuo.
Esta forma de organización de la producción
resultó ser tan exitosa que se convirtió en modelo
para otras industrias. En ese sentido, el nombre "fordismo"
permite definir este modelo productivo dominante a partir de
la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) que, asociado a políticas
Keynesianas, consiguió mantenerse intacto hasta comienzo
de los años setenta. A partir de entonces y como
consecuencia de diversos factores el modelo fordista-keynesiano
comenzó a manifestar señales
de agotamiento.
Los caminos para la recuperación de la
lucratividad y la productividad
condujeron a nuevos escenarios tecnoproductivos y
organizacionales. El nuevo modelo de producción flexible
estará relacionado a nuevas formas organizacionales y
tecnológicas. Aún a riesgo de caer en
una excesiva simplificación, en este trabajo se
sostiene que las formas organizacionales más
representativas que caracterizan este momento de
transición y crisis del capitalismo
son la especialización flexible y la
especialización dinámica. Además, dentro de los
nuevos métodos de
gerenciamiento se analizan el ohnoísmo, las empresas en
red y las
alianzas
estrategicas.
2. El modo de desarrollo
industrial Fordista-Keynesiano
El fordismo, en cuanto organización del trabajo a
partir de la cadena de producción es la superación
del taylorismo. Si bien Henry Ford toma lo esencial del
taylorismo lo supera en cuanto a su visión, o bien como
señala Harvey (1999, p. 120) lo que había de
especial en H. Ford era:
"el reconocimiento explícito de que
producción en masa significaba consumo en
masa, de un nuevo sistema de
reproducción de la fuerza de
trabajo, de una nueva política de control y
gerencia del
trabajo, una nueva estética y una nueva psicología, en suma,
un nuevo tipo de sociedad
democrática, racionalizada, modernista y
populista."
Al respecto resultan esclarecedoras las ideas de Gramsci
(1978, p. 328) cuando sostiene que el fordismo significaba
línea de montaje, más también Ley Seca y
"puritanismo", la tentativa de regular la vida sexual y familiar
del trabajador, y no apenas su vida de trabajo. "Los
métodos de trabajo son inseparables de un modo
específico de vivir, pensar y sentir"
El proceso de
trabajo característico del fordismo es la cadena de
producción semiautomática. El fordismo consigue
mediante la mecanización del trabajo elevar la intensidad,
a la vez que incrementar la separación entre el trabajo
manual y el
intelectual.
En lo que se refiere al proceso de producción, el
fordismo supera al taylorismo siguiendo dos principios
complementarios. El primero es la integración de los diferentes segmentos del
proceso de trabajo mediante un sistema de guías y medios de
mantenimiento
que permiten el desplazamiento de las materias primas en proceso
de transformación y su conducción ante las máquinas-herramienta. El segundo principio,
complementario al anterior es la asignación de los puestos
de trabajo en función de
la configuración del sistema de máquinas. Este
principio provoca, en el obrero, la pérdida de control del
ritmo de trabajo, sometiendo a los operarios a la uniformidad del
movimiento de las máquinas. (Aglietta, 1991)
Asimismo estos principios posibilitan la
simplificación creciente de los trabajos mediante la
fragmentación de los ciclos de movimientos,
llegándose a situaciones en las cuales los operarios
solamente realizan movimientos extremadamente simples y
rutinarios. La simplificación de los trabajos permite una
mejora en los rendimientos de la cadena, la que se va modificando
cuantitativa y cualitativamente en términos de capital fijo,
a la vez que se crean nuevos puestos de trabajo.
Sin embargo, como sostiene Aglietta, existen barreras o
límites
internos al proceso de trabajo, éstos pueden descubrirse
mediante el análisis de los tiempos que componen la
jornada de trabajo.
"Cuando la parcelación de las tareas alcanza el
máximo surgen varios factores que detienen la
disminución de los tiempos muertos, e incluso invierten el
sentido. Los principales son:
La elevación del tiempo
relacionado con el desequilibrio en la cadena de
producción (balance delay time). Este fenómeno se
debe al hecho de que la configuración espacial del equipo
fijo de la cadena impone restricciones a la ordenación de
la serie de trabajos parciales. De ahí resulta que no
todos los obreros tienen un ciclo de movimientos de la misma
duración. Esa imposibilidad de distribuir igualmente los
tiempos conlleva una pérdida total de tiempos, que es
igual a la suma de los tiempos de espera de los trabajadores que
tienen ciclos más cortos.
Los efectos de la intensificación del trabajo
sobre el equilibrio
psicológico y fisiológico de los trabajadores. El
primer efecto negativo resulta de la uniformidad del ritmo, unida
a las cadencias en contínuo crecimiento…
La desaparición de la percepción
del lazo entre el rendimiento colectivo de la fuerza de trabajo y
el gasto de energía individual de los obreros. Esa
desaparición se deriva directamente de la
colectivización del trabajo que realiza la cadena de
producción. Permite a la dirección capitalista evitar cualquier tipo
de enfrentamiento directo por la norma de rendimiento. El trabajo
en cadena tiende a unificar a los obreros en una lucha global
contra las condiciones de trabajo…". (Aglietta, 1991, p.
96-98)
Estos límites, que comienzan a manifestarse
claramente desde mediados de la década del sesenta
representan una crisis en el núcleo central del fordismo,
esto es, el modo de organización del trabajo. Las
manifestaciones más evidentes se dan a partir de la
intensificación de los conflictos
operarios que ponen en tela de juicio las condiciones propias de
la intensificación del trabajo y de la división de
las tareas. Desde el punto de vista de la clase
empresarial, estos conflictos marcan los límites de la
explotación del trabajo.
Los límites de la
organización del trabajo se vieron mediados, durante
un largo período, por la acción
del Estado. En
efecto, las políticas Keynesianas implementadas para
superar la crisis de 1929 y que se sostendrán por lo menos
hasta principios de la década del '70, en los
países desarrollados, se constituirán en el
ambiente ideal
para la consolidación del fordismo como modo de
regulación de todas las relaciones sociales.
El "casamieno" del fordismo con el Keynesianismo
adquiere especial suceso después de 1945 y constituye la
base de un largo período de expansión que se
mantuvo hasta 1973. Durante éstos "treinta años
gloriosos", el capitalismo en los países avanzados
consiguió sostener fuertes tasas de crecimiento
económico, acompañadas de una elevación
de los padrones de vida de la sociedad en su conjunto.
Después de 1945 se asistirá a la
ascención de una serie de industrias basadas en
tecnologías que venían madurando desde el
período de entre guerras y que
fueron "extremadas", en términos de racionalización
durante la Segunda Guerra
Mundial. Estas industrias, como por ejemplo la automotriz,
los productos
petroquímicos, los equipamientos de tranporte, los
electrodomésticos y la construcción, se constituirán en los
grandes propulsores del crecimiento económico. (Harvey,
1999)
David Harvey sostiene que el crecimiento
económico fue acompañado y en cierta medida
dependió de:
Una serie de compromisos y reposicionamientos por parte
de los principales actores del proceso de desarrollo capitalista.
El Estado tuvo
que asumir nuevos (Keynesianos) papeles y construir nuevos
poderes institucionales; el capital corporativo tuvo que ajustar
las velas en ciertos aspectos para seguir con más suavidad
el camino de la lucratividad segura; y el trabajo organizado tuvo
que asumir nuevos papeles y funciones
relativos al desempeño en los mercados de
trabajo y en los procesos de
producción (Harvey, 1999, p. 125) .
Respecto de la fuerza de trabajo, como se ha
señalado, los límites impuestos por el
modo fordista de organización del trabajo desencadenaron
una serie de conflictos reivindicatorios, que en el
período de posguerra fueron relativamente aplacados por la
doble acción del capital corporativo y del estado
keynesiano. En el caso de algunas industrias de producción
en masa de los Estados Unidos,
el poder sindical
se vió acrecentado en su capacidad de negociación colectiva frente a demandas de
mejores condiciones de tabajo, a la vez que permitió
conquistar un importante poder de negociación frente a
cuestiones referidas a la seguridad
social, salario
mínimo y otras políticas sociales. No obstante,
ello se dió a cambio de que
la fuerza de trabajo adoptase una actitud
cooperativa en
cuanto a las técnicas
fordistas de producción y a las estrategias
corporativas destinadas a aumentar la productividad.
En cuanto a los ajustes que el capital corporativo
debió realizar para garantizar los caminos de la
lucratividad, están vinculados al compromiso corporativo
con procesos estables y vigorosos de cambio tecnológico, a
fuertes inversiones en
capital fijo, a mejoras en las tecnologías de proceso y a
la promoción de economías de escala mediante
la padronización de la producción.
El otro vértice sobre el cual se asienta el
proceso de crecimiento capitalista, es el Estado, que mediante
una combinación de políticas fiscales y monetarias
se esforzaba por controlar los ciclos económicos. Las
políticas estatales, durante éste período,
estuvieron destinadas a garantizar el crecimiento de la
producción y del consumo en masa como así
también a garantizar un empleo
relativamente alto.
Esto se vió reflejado en políticas
públicas sectoriales tales como infraestructura
pública, gastos en
seguridad
social, salud,
educación
y vivienda. Estas formas de intevención estatal, que
varían de un país a otro, permiten conciliar un
crecimiento económico estable con un mejoramiento de las
condiciones materiales de
vida de la población.
Otro aspecto a ser considerado en esta
caracterización sintética del fordismo, está
relacionado al plano internacional de este modelo de desarrollo.
Se puede afirmar que el fordismo le adjudica un papel secundario
al comercio
internacional. El motor que impulsa
este modelo es la transformación interna de los procesos
productivos industriales. El objetivo es el
crecimiento del mercado interno
mediante el aumento del poder adquisitivo.
Las relaciones económicas internacionales,
durante el período 1945-1967, fueron esencialmente
Norte-Norte. En verdad se trata de un amplio esfuerzo de
"recuperación" de Europa y Japón
en relación a los Estados Unidos. Los Estados Unidos, que
disponían de un considerable avance en términos de
productividad industrial, consiguieron imponer su modelo de
desarrollo por tres vías. Primero culturalmente,
"exportando" el modo de vida americano, luego financieramente,
por medio de los Planes Marshall y MacArthur y por último
institucionalmente, a través de los acuerdos de
Bretton-Woods y la consecuente creación de organismos como
el FMI y el GATT. (Lipietz,
1988)
Bretton-Woods transformó al dólar en
moneda-reserva mundial, y "vinculó con firmeza el desarrollo
económico del mundo a la política
fiscal y monetaria americana". Los Estados Unidos "actuaban
como banquero del mundo a cambio de una abertura de los mercados
de capital y de mercancías al poder de las grandes
corporaciones". (Harvey, op cit, p. 131)
De esta forma la expansión internacional del
fordismo aconteció de modo desigual, en tanto que cada
Estado intentaba crear su propio modo de "gestionar" las
relaciones de trabajo, la política fiscal y
monetaria, la inversión pública y las estrategias
de bienestar social. Simultáneamente, los Estados Unidos
se tornaban hegemónicos, por medio de las tres vías
antes mencionadas.
Esta situación va a significar que los beneficios
del fordismo no consiguieron atender a toda la sociedad,
generando la insatisfacción de amplios sectores sociales.
Tal es el caso del mercado de trabajo, en el cual la
negociación salarial fordista sólo era posible
cuando el crecimiento estable de la demanda
permitía inversiones de tecnologías de
producción en masa. Otros sectores estaban sometidos al
imperio de los bajos salarios y
relaciones contractuales débiles.
Este proceso de diferenciación social, entre
incluídos/excluídos, del nuevo tipo de sociedad de
consumo en masa, desencadenó fuertes tensiones sociales
que muchas veces se manifestaron como reivindicaciones raciales,
de género
o de origen étnico. Tal es el caso de los Estados Unidos,
en donde los movimientos sociales por los derechos civiles adquieren
un carácter cuasi-revolucionario.
Si bien, el proceso de diferenciación social
hasta podría considerarse funcional para la
reproducción del fordismo, en tanto permitía
recurrir a formas de subcontratación precarias para ganar
competitividad, también generaba serios
inconvenientes. "Ello significaba una rigidez en el mercado de
trabajo que dificultaba la recolocación del trabajo de una
línea de producción para otra." (Harvey, op cit, p.
132)
El poder sindical en los Estados Unidos ciertamente se
debilitó con la nueva legislación
laboral (1947), sin embargo este continuó con una
cuota de poder lo suficientemente amplia para resistir a la
pérdida de control, al autoritarismo, a la
jerarquía y a la disminución de las habilidades. En
muchas ocaciones los líderes sindicales fueron forzados
por las bases a responder a demandas por mejores condiciones y
mayores derechos. Además, los sindicatos se
vieron atacados, desde fuera, por trabajadores excluídos
y/o no sindicalizados, en la medida que los sindicatos
respondían cada vez más a cuestiones sectoriales y
se alejaban de los objetivos
(reivindicaciones) sociales más generales.
La incapacidad del modo de desarrollo
fordista-Keynesiano de generalizar los beneficios de la
producción en masa, provocó un nivel de
insatisfacción que comenzó a erosionar la base de
legitimación del Estado. En efecto, el
Estado no consiguió garantizar, en gran escala, el acceso
a servicios
médicos y educacionales, ni tampoco a los habitacionales.
Las condiciones para la realización de los objetivos
asistenciales estaban condicionadas a la contínua
aceleración de la productividad del trabajo en el sector
corporativo. Además, ésta era una condición
indispensable para la viabilidad fiscal del Estado
fordista-Keynesiano.
A pesar de todas las tensiones descriptas, el modo de
desarrollo fordista-Keynesiano conseguirá sostenerse
intacto por lo menos hasta la crisis de 1973, cuando el proceso
de transición hacia el modo de desarrollo informacional
comienza a acelerarse.
3. La transición
hacia el modo de desarrollo informacional y las trayectorias
organizacionales
1. De la producción en masa a la
producción flexible
La fragilización y crisis del modo de desarrollo
fordista-Keynesiano, que implican un obstáculo al proceso
de acumulación capitalista, pueden ser observados desde
mediados de la década del sesenta. Para esta época,
el fordismo presenta señales de agotamiento que se
manifiestan en la desaceleración del crecimiento de la
productividad, vinculadas al carácter de las relaciones
técnicas de producción propias del proceso de
trabajo fordista. Esto conducirá a una crisis de
lucratividad a partir de mediados de dicha
década.
Varios son los factores que conducen a la caída
de la productividad y lucratividad. En primer lugar, se produce
una transformación cualitativa en el sistema
internacional. La recuperación de Japón y Europa
occidental (especialmente Francia y
Alemania
Occidental) se había completado. Estos países
alcanzaron niveles de productividad similares a los de Estados
Unidos al punto de que los costos salariales
unitarios dejaron de ser favorables a la competitividad
norteamenricana. Otro factor es la erosión de
la hegemonía norteamericana; la pérdida de
competitividad de la economía
estadounidense desencadenó problemas
fiscales que fueron resueltos mediante la emisión
monetaria. Esto significó el comienzo de una nueva "era de
la inflación" y la consecuente pérdida de confianza
en el dólar como moneda-reserva internacional estable.
(Gilpin, 1990) Simultáneamente, la creación del
mercado de eurodólares será una clara señal
de la pérdida de capacidad de regulación del
mercado financiero internacional por parte de los Estados Unidos.
Finalmente, las políticas de industrialización por
sustitución de importaciones y
la presencia creciente de multinacionales en el Tercer Mundo
generará un proceso de industrialización fordista
periférico, que basará su competitividad en la
precarización del trabajo. (Harvey, 1999; Lipietz, 1988;
Hirsch, 1992) En síntesis,
todos estos factores van a desencadenar un aumento de la competencia
internacional, que debilitará la hegemonía
norteamericana, al punto de hacer caer el sistema de Bretton
Woods.
A pesar del panorama señalado anteriormente, el
modo de desarrollo fordista-Keynesiano conseguirá
sostenerse intacto hasta mediados de los 70, cuando las
señales de agotamiento se tornarán aún
más evidentes. El período 1968-73 se
caracterizó por la conjunción de los siguientes
factores: la fuerte expansión financiera y el consecuente
exceso de fondos; los procesos inflacionarios y la fuerte
tendencia alcista en los precios de los
productos primarios. La expansión financiera tiene su
origen en las políticas monetarias extremadamente
débiles de los Estados Unidos que provocarán,
durante el período 1968-73, la crisis y agotamiento del
sistema de cambio fijo y el dominio del
mercado de eurodivisas, centrado en Londres. Lejos de
perjudicarse con la formación del mercado de
eurodólares, las empresas multinacionales norteamericanas
comenzaron a fluir a ese mercado, que les ofrecía las
ventajas propias de los mercados offshore (mayor libertad y
menores costos); esto va a contribuir al fortalecimiento del
dólar como moneda mundial, a la vez que facilitará
la expansión global de las grandes corporaciones y le
imprimirá a esta expansión financiera un
carácter autosuficiente. (Arrighi, 1996) A todo esto, los
mercados
financieros offshore se encontraron con una liquidez
mayor de la que podían reciclar con seguridad y
lucratividad, generando un creciente aumento de la competencia
interbancaria por colocar el dinero en
condiciones más "blandas" que las habituales. A mediados
de los '70, muchos países del Tercer Mundo tomaron estos
créditos que, en pocos años y en
otro contexto internacional, provocarán las sucesivas
crisis de endeudaminento. Finalmente, otro factor que
contribuyó en forma decisiva está vinculado al
aumento del precio del
petróleo. Cuando en 1973, la OPEP,
cuadruplicó el precio del petróleo
profundizó, aún más, la crisis de
lucratividad del modo de desarrollo fordista-Keynesiano.
(Arrighi, op cit)
Desde el punto de vista de la producción, la
crisis de productividad y lucratividad provocó,
principalmente en las grandes corporaciones estadounidenses, la
saturación de los mercados internos debido a la
intensificación de la competencia internacional. Esto
innauguró un período de reestructuración,
racionalización y cambio tecnológico.
La palabra que quizás puede resumir de mejor
manera la dificultad del modo de desarrollo fordista-Keynesiano
en resolver las contradicciones propias del capitalismo en este
período es rigidez. Rigidez en los mercados y en los
contratos de
trabajo; en las nuevas inversiones de capital fijo y
consecuentemente en la producción; rigidez de la esfera
estatal. También y por encima, existía una rigidez
en la matriz de la
alianza socio-política dominante (grandes
sindicatos-empresas corporativas-gobierno) que
dificultaban, en vez de favorecer la acumulación de
capital. (Bonefeld, 1992; Harvey, 1999)
Se trataba, por un lado, de reducir los costos de la
reproducción de la fuerza de trabajo, mediante la
supresión de las garantías de empleo, la
revisión de los beneficios indirectos, el debilitamiento
del poder sindical y la flexibilización de la jornada de
trabajo. Por otro lado, se trataba de utilizar las
potencialidades tecnológicas de la automatización "como soporte material a fin
de remodelar la organización del trabajo, los procesos de
producción, los sistemas de
gestión
y la cualidad de los productos". (Benko, 1996, p. 22) Estos
cambios son interpretados por diversos autores (Coriat, 1996,
1993; Piore y Sabel, 1984; Castells, 1985; Harvey, 1999) como
alteraciones cualitativas en la organización de las
fuerzas productivas bajo las relaciones capitalistas de
producción.
El nuevo modelo de producción flexible
está íntimamente relacionado a las nuevas formas
organizacionales y tecnológicas. Estas adquieren formas
específicas en diferentes contextos espaciales y/o
culturales. Aún a riezgo de caer en una
simplificación, se puede afirmar que las formas
organizacionales más representativas que caracterizan la
transición al modo de desarrollo informacional son dos: a)
la especialización flexible y b) la flexibilidad
dinámica.
a) La especialización flexible, constituye lo que
Piore y Sabel (1984, p.251-280) denominan el "segundo divisor de
aguas internacional", y sólo es comparable al "primer
divisor de aguas industrial", que permitió el surgimento
de la producción en masa a fines del siglo XIX.
La especialización flexilble depende fuertemente
de las nuevas
tecnologías de la información. La utilización
intensiva de máquinas-herramientas
controladas automáticamente permite la producción
de bienes en
pequeña escala, a la vez que tornan posible la
adaptación de la producción a los cambios
repentinos de la demanda. La utilización de
máquinas-herramienta universales (general-purpose
machines) posibilita la producción de nuevos productos
evitando reajustes lentos y caros. Los nuevos productos
serán entonces el resultado de cambios relativamente
sencillos en los programas
controlados por computadoras
que comandan las máquinas herramientas.
La especialización flexible tiene su origen en
las tecnologías flexibles. La producción es
adaptada permanentemente a las necesidades y gustos del mercado,
en un estado de cambio constante. Silmultáneamente y
debido a las exigencias del mercado y al acortamiento de los
tiempos de producción es posible observar que la
producción flexible no requiere de grandes
establecimientos fabriles ni puede prescindir de trabajadores con
especialización. La produccion flexible implica
flexibilidad tanto de la máquina como del operador. La
especialización flexible beneficia a las pequeñas y
medianas empresas, aunque no existen razones objetivas que
dificulten la adopción
de tales estrategias en las grandes empresas. Una muestra de ello
es la adopción de "economías de escopo" y la
utilización de tecnologías flexibles en grandes
empresas para atender mercados relativamente segmentados o
pequeños. También, las grandes empresas se pueden
sostener en el nuevo ambiente económico a partir de la
tercialización parcial de sus actividades. (Kumar, 1997,
Coriat, 1996)
Un buen ejemplo de como una gran empresa se puede
adaptar al nuevo ambiente de la flexibilización es IBM.
Según Piore y Sabel (1984, p.202-205) durante la
década de los '60 IBM tentó producir el "modelo T
de la industria de
computadores", el IBM360, la intención fue la de crear una
máquina para todo uso y para todos los usuarios posibles,
una máquina que permita mejorar el camino para la
producción en masa. El IBM360 usaba hardware y
software
propios, con lo cual tornaba difícil instalar o sustituir
piezas de procedencia extranjera, que ofrecían costos
más bajos y mayor flexibilidad. La experiencia obtenida
con la 360 permitió, durante la década del '80,
reformular la estratégia empresarial. Desde entonces, IBM
se transformó en el
"centro organizador de una comunidad de
empresas de computadores que, en conjunto, proveen al consumidor piezas
para montar sistemas según sus
necesidades"…permitiendo que su marca se
"transforme en la infraestructura de la industria nacional de
computadores." (Piore y Sabel, op cit. p.204)
En cuanto a las pequeñas y medianas empresas,
Piore y Sabel sugieren que la especialización flexible
"reestablece el control humano sobre el proceso de
producción", (p. 261) valoriza las habilidades
artesanales y favorece la cooperación entre los distintos
trabajadores de la empresa. Uno
de los casos analizados por dichos autores para realizar esas
afirmaciones son los distritos industriales italianos. Las
características principales de las industrias
domésticas de alta tecnología de la
Tercera Italia pueden
resumirse en la descentralización productiva y la
integración social. (Piore y Sabel, p. 226-228) En cuanto
a la descentralización productiva, ella es observable en
el carácter cooperativo de las relaciones
inter-empresariales, las empresas acaban dependiendo unas de las
otras para una amplia gama de actividades especializadas, creando
un ambiente de cordialidad y cooperación entre empresas
productoras de bienes terminados y su amplia red de
subcontratistas, estimulando la innovación y adaptabilidad. En muchas
ocaciones la colaboración implica la transferencia de
encomiendas de unas para otras, como así también la
cooperación en etapas pre-competitivas. En lo referente a
la integración social, es posible observar como las
relaciones sociales en la empresa se caracterizan por una
división social del trabajo flexible, a la vez que las
jerarquías dentro de la empresa son anuladas.
Tratándose de mano de obra altamente calificada las
diferencias entre los trabajadores y sus supervisores son de
facto borradas. La colaboración permanente entre
operarios, ingenieros, proyectistas y empresarios permite obtener
un ambiente adecuado para la creación de nuevos productos
o la búsqueda de nuevos mercados. (Kumar, 1997)
Finalmente, vale la pena resaltar que este ambiente
propicio para la especialización flexible se vió
favorecido por el papel desempeñado por la
"dimensión local" como un todo. En el caso se los
distritos industriales italianos, las instituciones
políticas y económicas de la región no
sólo acompañaban positivamente los pedidos de
financiamiento
individual o colectivo de las empresas sino que las autoridades
regionales desempeñaban un papel activo en la
promoción de las pequeñas empresas de su
región.
b) La flexibilidad dinámica es la otra vía
de análisis de las configuraciones productivas y tiene que
ver con la concepción de líneas de
producción capaces de evolucionar rápidamente ante
los cambios de la ingeniería de productos o procesos. El
objetivo de la flexibilidad dinámica es la
reducción de los costos y por ende, el aumento de la
productividad. Según Coriat (1996, p. 156) la flexibilidad
dínámica opera "sobre un horizonte temporal
largo, combinando búsqueda de economías de escala y
políticas de ingeniería de productos por
modificación de algunas características
ofrecidas". Las estrategias propias de la
especialización flexibles son, básicamente, dos:
estrategias por "extensión" y estrategias por
"renovación" de los ciclos de vida de los productos. La
primera se sustenta en la producción en diferentes
líneas de fabricación que se adecuan
permanentemente a la naturaleza de
los productos a fabricar, los mercados y/o las fases de
producción. Además, la elección de las
diferentes líneas de producción se encuentran en
permanente cambio, a partir de la alta tasa de innovación
de productos que, generalmente, se verifican en las empresas. En
cuanto a las estrategias de producción en serie por
"renovación" del ciclo de vida
del producto se
sustentan en una política activa en investigación y desarrollo que permite,
ante una disminución en la demanda, renovarla mediante
innovaciones de producto o de proceso. Esto permite prolongar y/o
extender el mercado de consumidores de un determinado producto.
La flexibilidad dinámica, generalmente ligada a una
situación de demanda creciente de determinado producto
permite a las empresas captar los beneficios de la
producción en masa, a la vez que mediante la
utilización de nuevas tecnologías, las grandes
empresas pueden transformar sus líneas de montaje
rápidamente, pudiendo entonces conseguir economías
de "escopo". (Castells, 1999)
2. El Ohnoísmo y la reducción de las
incertezas por la vía organizacional
Dentro de los nuevos métodos de gerenciamiento
desarrollados por la industria japonesa, merece especial destaque
el ohonoísmo o toyotismo. Este se sostiene sobre dos
grandes pilares: el sistema kan-ban (o just in
time) y la "auto-ativação". El kan ban
significa una modificación en las técnicas de
control del proceso de producción, atendiendo a producir
lo estrictamente necesario, en el momento y la cantidad
necesaria. En términos de producción significa la
inversión del proceso de producción tradicional. En
lugar de la producción en cadena, el punto de partida para
el inicio de la producción es el de las encomiendas ya
encaminadas para la fábrica. Según Coriat, (1994,
p. 57)
"A chave do método
consiste em establecer paralelamente ao desenrolar dos fluxos
reais da produção (que vão dos postos
anteriores aos postos posteriores), um fluxo de
informação invertido que vai de jusante a montante
da cadeia produtiva, e onde cada posto posterior emite uma
instrução destinada ao posto que lhe é
imediatamente anterior. Esta instrução consiste na
encomenda do número e da especificação
exacta das peças necessárias ao posto anterior para
executar sua própria encomenda (…) assim é
realizado o princípio de "estoque zero" ao qual se pode,
de maneira geral, reportar a contribuição do Kan
Ban".
En cuanto a la "auto-ativação" se
fundamenta en la preocupación de la búsqueda de
calidad en
todos los momentos del proceso de producción y para ello
se le atribuye a cada operario dos funciones: las de operador y
controlador de calidad de los productos fabricados. (Moraes
Neto,1998; Coriat,1994, 1993).
El control de
calidad a lo largo de todo el proceso productivo lleva
implícito el principio de mejoramiento contínuo
(kaisen) según el cual jamás se debe
considerar por alcanzado el máximo de eficiencia
productiva posible, por tanto, siempre es dable incrementar la
eficiencia global de empresa. Expresado de otra manera este
principio puede ser alcanzado mediante los "cinco ceros": cero
nivel de defectos en la piezas; cero daño en
las máquinas; cero estoque; cero demora y cero burocracia.
Todas estas características son complementadas
por una fuerte racionalización del trabajo donde los
operarios son transformados en trabajadores multifuncionales. El
método japonés dará especial énfasis
a la capacidad de los equipos de operarios de resolver los
problemas que acontencen durante el proceso de producción,
así también valorará el intercambio de
experiencias y conocimientos. Al respecto Castells (1999) destaca
la importancia de esta forma organizacional para aumentar la
innovación. En efecto, la posibilidad de transferencia y
socialización de conocimientos a nivel de
la empresa permite la incorporación de nuevas
tecnologías (generalmente de base microelectrónica)
y la identificación y resolución de las
dificultades existentes a lo largo del proceso de
producción.
3. Flexibilidad organizacional y empresas en
red
En los últimos veinte años es posible
observar el surgimiento de nuevas formas de organización
empresarial flexible, entre ellas se destacan el modelo de red
conocido como "modelo Benetton" y los denominados modelos de
redes
multidireccionales de pequeñas y medianas empresas. El
"modelo Benetton" es un caso paradigmático de empresa en
red exitosa. Benetton es una empresa de
origen familiar de la región del Veneto (Italia) que opera
con casi 5000 puntos de venta en todo el
mundo bajo el sistema de franquicias
comerciales. La casa central recibe one line los datos completos
sobre las ventas (tipo
de artículo, color,
tamaño, etc.) que forman parte de las decisiones sobre
diseño
y producción. El modelo en red también es aplicado
a la producción. Benetton cuenta con instalaciones
propias, con más de 1500 trabajadores, que son
complementadas por una amplia red de más de 200
pequeñas empresas subcontratadas y que en conjunto
significan cerca de 10.000 personas empleadas. Este tipo de
organización empresarial puede ser caracterizado como una
gran empresa desintegrada verticalmente por medio de una amplia
red de pequeñas y medianas empresas integradas
horizontalmente.
En cuanto a modelos organizacionales de redes
multidireccionales de pequeñas y medianas empresas, los
casos más relevantes se observan en algunos países
del sudeste asiático, en especial Taiwan, China y Hong
Kong. Estos modelos organizacionales de redes de pequeñas
y medianas empresas familares caracterizaron el escenario del
sudeste asiatico desde mediados de los años sesenta hasta
mediados de los ochenta y básicamente estaba
constituído por empresas que producían para el
mercado externo por intermedio de una amplia red de empresas
importadoras-exportadoras. En muchos casos estas empresas
producían bienes para fabricantes americanos o europeos,
los que aprovechaban los bajos costos salariales de estas
plataformas de exportación para ganar competitividad
global. (Castells, 1999)
4. Alianzas estratégicas: un camino para la
innovación y la competitividad
Este modelo organizacional está basado en la
interconexión de grandes empresas. Las alianzas
estratégicas son "redes que constituyen el oligopolio
propiamente dicho, organizando las actividades como un todo, a
través de la trama de las relaciones contractuales entre
sus miembros" (Delapierre e Mytelka, 1988. In: Chesnais,
1996, p.165). En los últimos años, muchas empresas
adoptaron esta modalidad para repartir los cada vez mayores
costos de P&D o para el intercambio recíproco de
conocimientos científico-tecnológicos; lo cual no
significa que las empresas abandonen la competencia entre ellas
mismas durante el período que dure la alianza. Otro razgo
característico de este modelo organizacional es la
presencia del estado u organismos públicos que patrocinan
este tipo de emprendimiento. En los tres polos de la
tríada los grandes grupos
económicos consiguieron interesar a sus gobiernos para la
elaboración y financiamiento de amplios programas de
P&D de base tecnológica. Asimismo, en el caso de las
industrias de alta tecnología, son cada vez más
comunes acuerdos y joint ventures que envuelven a la
mayoría de las grandes empresas. (Chesnais, 1996;
Castells, 1999). En síntesis, lo que refleja este tipo de
modelo organizacional es la pérdida de autonomía
(aunque no de control) de las grandes empresas, frente a las
nuevas reglas de juego de la
economía global, en donde los límites entre
cooperación y competencia se encuentran cada vez
más diluídos.
Dr. Fernando Julio Piñero
ferpiner[arroba]fch.unicen.edu.ar
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