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Música dodecafónica y serialismo en América Latina



    1. Comentarios sobre la
    situación de la música culta en América
    Latina alrededor de 1930


    3. Los manifiestos
    brasileños

    4. ¿El dodecafonismo como alternativa del
    nacionalismo epigonal?

    5. Dodecafonismo posterior y música
    serial en América Latina

    Referencias bibliográficas
    relacionadas

    Notas

    1. Comentarios sobre la
    situación de la
    música culta en
    América
    Latina alrededor de 1930

    Finalizadas las guerras
    independentistas llevadas a cabo durante el siglo XIX en muchos
    países latinoamericanos, la cultura
    continuó siendo dependiente, imitativa y epigonal, hecho
    que no sorprende si consideramos la situación política,
    económica y social de nuestros países. En muchos de
    ellos había (y todavía hay) mayoría de
    población no blanca (negra, indígena
    y sus mezclas,
    también con la blanca), pero que era (y todavía es)
    gobernada por una minoría blanca y cristiana. Cuanto mayor
    es el número de blancos, más fuerte la influencia
    eurocentrista y la dependencia cultural, junto con una actitud de
    profundo desprecio hacia cualquier otra forma o
    manifestación o sobrevivencia de las culturas asesinadas.
    La cultura europea siguió siendo la única cultura
    existente, la cultura "universal" y superior por excelencia en y
    de todo el mundo.

    Esta elite "blanca" o a veces "oscura" [1] aún vive; un buen
    ejemplo de ello podría ser la clase alta
    argentina del siglo XX, que todavía cree que París
    y – más recientemente – Nueva York son los ombligos del
    mundo (¡y lo son para su mundo!) [2].

    La música culta, como parte de esta cultura
    fuertemente europea, participó en la imitación y
    multiplicación de los modelos
    importados de los centros imperiales de poder y no
    logró productos
    creativos durante el siglo XIX.

    Recién hacia y a partir de 1925 aparece una
    generación pionera de compositores, cuyos nombres
    quizás más importantes son: Silvestre Revueltas
    (1899-1940) en México,
    Amadeo Roldán (1900-1939) y Alejandro García
    Caturla (1906-1940) en Cuba, Luciano
    Gallet (1893-1931) en Brasil y Eduardo
    Fabini (1882-1950) en Uruguay.

    Los nombres de Revueltas, Roldán, García
    Caturla, Gallet y Fabini, si bien presentan soluciones muy
    diferentes al problema de la dependencia cultural, conforman el
    punto de partida en la historia de la (nueva)
    música culta en América Latina, el rompimiento real
    con la tradición heredada e impuesta de la música
    europea, la búsqueda de un lenguaje
    "propio" que apunta hacia una identidad
    cultural, basado en el profundo estudio e investigación de su propia música y
    cultura, liberado del consumo
    forzado de una música perteneciente cada vez más al
    pasado europeo. Todos ellos tienen en común la integración de elementos populares mestizos
    y/o indígenas-africanos, generando un nuevo pensamiento
    formal y estructural, nuevos colores
    melódicos y tímbricos y un lenguaje original
    fuertemente expresivo.

    Este primer comienzo creativo – que colocó a la
    música culta latinoamericana en una situación de
    avanzada, en la que la conciencia
    política se daba la mano con la responsabilidad histórica, y que produjo
    además la música notable de la época (hasta
    1940) – coexiste casi con la introducción y los comienzos de la música
    dodecafónica en América Latina, y con una
    fuerte corriente seudo "nacionalista" representada por
    compositores como Villa-Lobos y Chávez, epigonalmente
    devotos de viejos modelos europeos [3].

    También es significativo el hecho de que en los
    países donde esa búsqueda de un nuevo lenguaje en
    la música culta era muy fuerte (por ejemplo, México
    y Cuba), la música dodecafónica aparece en un
    momento posterior.

    Es necesario señalar un factor decisivo –
    también consecuencia de la situación neocolonial -,
    es decir, el doble aislamiento y falta de comunicación entre los propios creadores
    latinoamericanos: por un lado, en sus propios países y,
    por otro, entre los países latinoamericanos en
    general.

    2. Música
    dodecafónica: primera etapa y
    difusión

    El dodecafonismo es introducido y practicado por primera
    vez en América Latina por el compositor argentino Juan
    Carlos Paz (1897-1972) en 1934 [4]. Paz es el teórico
    musical más importante que tuvo Argentina hasta ahora, un
    compositor riguroso y una personalidad
    pionera en el campo de la enseñanza y de la difusión de la
    música nueva. Pertenece a la misma generación de la
    que se habló anteriormente, pero – al igual que Acario
    Cotapos (1899-1970) y Carlos Isamitt (1887-1974) en Chile
    [5] – Paz sigue su propio
    camino, un largo camino que lo lleva de un lenguaje
    postromántico y luego neoclásico a la música
    dodecafónica en 1934 y, finalmente, a las más
    extremas abstracciones de los procedimientos
    seriales a partir de 1950 [6].

    En 1937, Paz funda la "Agrupación Nueva
    Música", que nuclea principalmente a sus alumnos, pero que
    no sólo se dedica al dodecafonismo, sino que cultiva la
    música contemporánea en general y posibilita, a
    través de conciertos periódicos, la
    ejecución de obras importantes de muchos compositores (por
    ejemplo, Bartók, Stravinski y la joven vanguardia
    latinoamericana). En estos años, precisamente en 1937,
    Hans-Joachim Koellreutter (1915) – flautista, director y
    compositor alemán – llega a Brasil salvando su vida del
    nazismo y se
    convierte en la
    personalidad más decisiva del país en el campo
    musical. Su trabajo
    teórico y pedagógico, como así
    también su talento organizativo y su ininterumpido
    compromiso político y social influyeron y aún
    influyen sobre compositores, intérpretes, directores,
    pedagogos y músicos populares
    brasileños.

    En 1937, este alumno de Scherchen trae consigo la
    semilla del dodecafonismo y la difunde en Brasil. En 1939, funda
    el "Grupo Musica
    Viva", similar a la "Agrupación Nueva Música" y
    compartiendo sus objetivos,
    pero con un punto de partida político más fuerte y
    definido, que no sólo marcó sus actividades sino
    que culminó en 1950 en una controversia cultural (y
    política) a nivel nacional.

    Los escritos, ensayos y
    libros de Paz
    hablan elocuentemente de la lucha por hacer conocer las nuevas
    ideas y la nueva música. El aislamiento producido por el
    choque de este ámbito conceptual pionero con el contexto
    culturalmente tradicional y políticamente reaccionario en
    los países mismos, era enorme y comprensible, tal como
    había ocurrido con la corriente representada por la
    generación paralela (Revueltas, etc.), prematuramente
    desaparecida.

    La "Agrupación Nueva Música" argentina
    continuó durante muchos años bajo la influencia de
    Paz. Sigue existiendo hoy, con una orientación un tanto
    diferente y debilitada por un notorio "drenaje de cerebros" de
    compositores hacia los centros metropolitanos, hecho que
    podría explicarse por la orientación europea y
    "cosmopolita" del grupo [7].

    El "Grupo Musica Viva" brasileño – especie de
    grupo hermano – tuvo una vida mucho más corta y más
    violenta bajo circunstancias muy complicadas, que también
    fueron provocadas por el fuerte compromiso político
    presente en sus actividades.

    3. Los manifiestos
    brasileños

    Para comprender mejor el proceso
    histórico del dodecafonismo en Brasil, es necesario
    referirse a los manifiestos del "Grupo Musica Viva".

    El Manifiesto de 1944 [8] fue firmado por Aldo Parisot,
    Cláudio Santoro, César Guerra Peixe,
    Egídio de Castro e Silva, João Breitinger,
    Hans-Joachim Koellreutter, Mirella Vita y Oriano de Almeida. En
    él se señalan claramente las inequívocas
    metas culturales a que aspiraba el grupo, muy consciente de su
    papel histórico y compromiso político:

    El Grupo Musica Viva surge como una puerta que se abre a
    la producción musical contemporánea,
    participando activamente de la evolución del espíritu (…)
    divulgando – por medio de conciertos, audiciones radiales,
    conferencias y ediciones – la creación musical de todas
    las tendencias [9],
    en especial del continente americano, pretende mostrar que en
    nuestra época también existe música como
    expresión (…) de un nuevo estado de
    inteligencia [10]. (…) La revolución
    espiritual por la que el mundo atraviesa actualmente no
    dejará de influir en la producción
    contemporánea (…). Las ideas, sin embargo, son
    más fuertes que los prejuicios (…). El Grupo Musica Viva
    luchará por las ideas de un mundo nuevo, creyendo en la
    fuerza
    creadora del espíritu humano y en el arte del
    futuro.

    El Manifiesto de 1946 [11] firmado entre otros
    [12] por Cláudio
    Santoro, César Guerra Peixe, Edino Krieger, Eunice
    Katunda, Heitor Alimonda y Koellreutter, es aún más
    explícito y profundiza aún más en la
    función
    social del arte y la música y en el compromiso
    revolucionario y la responsabilidad del artista.

    La música es un producto de la
    vida social (…), el arte musical aparece como superestructura
    de un régimen cuya estructura es
    de naturaleza
    puramente material (…), el arte musical es el reflejo de lo
    esencial en la realidad (…). Musica Viva combate por la
    música que revela lo eternamente nuevo, es decir: por un
    arte musical que sea la expresión real de la época
    y de la sociedad
    (…). Musica Viva desaprueba el así llamado arte
    académico (…). Musica Viva apoya todo [13] lo que favorece el nacimiento
    y crecimiento de lo nuevo, eligiendo la revolución y
    rechazando la reacción (…), no hay arte sin ideología (…). Musica Viva propone la
    sustitución de la enseñanza teórico-musical
    basada en prejuicios estéticos erigidos en dogmas, por una
    enseñanza científica basada en estudios e investigaciones
    (…) y apoyará la utilización artística de
    los instrumentos radio-eléctricos [14]. Musica Viva estimulará
    la creación de nuevas formas musicales que correspondan a
    las ideas nuevas (…). Musica Viva rechaza, al mismo tiempo, el
    formalismo (…) y "l’art pour l’art", pues la forma
    de la obra de arte auténtica corresponde al contenido en
    ella representado.

    Además, el Grupo Musica Viva se pronuncia por un
    concepto
    utilitario del arte, por socializar la función de la
    música y está contra el falso [15] nacionalismo
    en música: aquél que exalta las tendencias
    egocéntricas e individualistas que separan a los hombres,
    originando fuerzas disruptivas.

    El Grupo Musica Viva también cree en la
    importancia social y artística de la música popular
    y apoyará toda iniciativa dirigida a desarrollar y
    estimular la creación y divulgación de la buena
    música popular.

    Finalmente, el Grupo Musica Viva desea una
    cooperación entre los artistas y las organizaciones
    profesionales (…) comprendiendo que el arte solamente
    podrá florecer cuando el nivel artístico
    colectivo [16] haya
    logrado un determinado grado de evolución (…), es
    consciente de la misión del
    arte contemporáneo frente a la sociedad humana y
    acompaña el presente en su camino de descubrimiento y
    conquista, luchando por las ideas nuevas de un mundo nuevo,
    creyendo en la fuerza creadora del espíritu humano y en el
    arte del futuro.

    Esos sentimientos de superioridad nacionalista y esas
    fuerzas disruptivas
    conspiraban contra el Grupo Musica Viva y
    contra el símbolo en el que se había convertido,
    situación agravada por el hecho de que varios de sus
    integrantes eran miembros activos del
    Partido Comunista Brasileño o, al menos, allegados a
    él. Pero el golpe final vino – como a veces sucede – desde
    adentro.

    Uno de los antecedentes es el Segundo Congreso
    Internacional de Compositores y Críticos Musicales
    realizado en Praga entre el 20 y el 29 de mayo de 1948 y
    organizado por el Sindicato de
    Compositores Checos. Finalizado el mismo, los participantes
    dieron a conocer un manifiesto [17]. El Congreso recomendaba,
    entre otros puntos, los siguientes [18]:

    • los compositores deberán tomar conciencia de
      esta crisis y
      encontrar un camino fuera de su tendencia hacia una extrema
      subjetividad, para que la música se convierta en la
      expresión de las nuevas y grandes ideas progresistas y
      emociones de
      las amplias masas y de todo lo que es progresista en nuestro
      tiempo.
    • los compositores deberán aliarse más
      estrechamente en su obra con las culturas nacionales de sus
      países, defendiéndolas contra tendencias
      falsamente cosmopolitas; pues el verdadero internacionalismo en
      música puede alcanzarse sólo a través del
      desarrollo
      de sus características nacionales [19].

    De ningún modo es casual que este encuentro haya
    tenido lugar cuatro meses después del congreso de
    músicos organizado por el Comité Central del
    Partido Comunista en Moscú (enero 1948) y en el cual
    Andrei Zhdánov jugó un papel tristemente decisivo,
    en particular con respecto al así llamado "formalismo" –
    que exhorta a combatir – y a las normas (llamadas
    a menudo zhdanovianas) del así llamado "realismo
    socialista", únicas aplicables a la
    música.

    ¿Fue el de Praga, entonces, un cuestionamiento de
    las conclusiones soviéticas y una respuesta a sus
    decisiones? [20]

    Este manifiesto – muy claro en sus sugerencias y puntos
    referentes a las tareas del compositor – provocó la crisis
    final dentro del Grupo Musica Viva, cuya situación interna
    ya era tensa y conflictiva. El mismo había sido publicado
    en la revista del
    Grupo [21] en agosto
    de 1948 (apenas tres meses después del Congreso de
    Praga).

    ¿Fue entendido equívocamente? ¿Hubo
    confusión entre ambos congresos (Moscú y Praga)?
    ¿Se leyó el
    texto de Praga
    queriendo extraer erradamente de él lo que había
    sido indicado por Moscú, tal como ocurrió en otros
    países?

    Koellreutter y Musica Viva consideraban que la
    técnica dodecafónica no estaba contra el marxismo sino
    que, por el contrario, la única posición compatible
    con el marxismo era precisamente la de una permanente
    búsqueda de innovación técnica y que la
    música, tal como la ponía en práctica el
    Grupo Musica Viva, seguía perfectamente los postulados del
    materialismo
    dialéctico [22].

    Santoro (1919), uno de los alumnos de
    Koellreutter [23],
    regresó de Europa en 1948,
    luego de haber estudiado con Nadia Boulanger en París y de
    haber asistido – aparentemente – al congreso de Praga [24]. Fue
    el primero en abandonar el Grupo y convertirse al "nacionalismo",
    seguido de Guerra Peixe. Poco después, la mayoría
    de los compositores se alejaron del Grupo Musica Viva, que
    dejó de existir hacia 1949.

    El golpe de gracia fue dado esta vez desde fuera por
    Mozart Camargo
    Guarnieri (1907) [24]
    a través de su "Carta abierta a
    todos los músicos y críticos musicales de Brasil",
    publicada en el diario O Estado de São Paulo el 17 de
    diciembre de 1950 [25].

    He aquí un excelente ejemplo de ideología
    fascista en su apogeo [26]. Guarnieri acusa a
    Koellreutter de pervertir a los jóvenes músicos con
    las enseñanzas de la técnica dodecafónica,
    que es

    una tendencia formalista que lleva a la
    degeneración del carácter nacional de nuestra música,
    es antinacional, antipopular, es un refugio de compositores
    mediocres y de seres sin patria, es una caricatura de la
    música, y sólo sirve para nutrir el gusto
    pervertido de pequeñas elites de rebuscados y paranoicos.
    Lo considero un crimen de lesa patria [27].

    El 13 de enero de 1951, Koellreutter contestó a
    Guarnieri con una carta abierta publicada en el
    periódico Folha da Tarde de Porto Alegre, en la cual
    no sólo utiliza un modo de expresarse totalmente
    diferente, sino que da explicaciones y razones: la
    música dodecafónica es una técnica y no un
    estilo o una tendencia estética
    y ataca al nacionalismo
    exaltado y la demagogia de Guarnieri, que sólo originan
    fuerzas disruptivas que separan a los hombres. La lucha contra
    estas fuerzas que representan el atraso y la reacción, la
    lucha honesta y sincera en pro del progreso y de lo humano en el
    arte, es la única actitud digna de un artista
    [28].

    4. ¿El
    dodecafonismo como alternativa del nacionalismo
    epigonal?

    La música dodecafónica (al menos como
    concepto teórico) apareció bastante tempranamente y
    con bastante fuerza al mismo tiempo en Argentina y Brasil (1934 y
    1937).

    ¿A qué obedece este hecho?
    ¿Cómo se lo explica? ¿Fue mera casualidad?
    ¿Fue, por un lado, el azaroso e inesperado arribo de
    Koellreutter a Brasil y, por otro, la experiencia personal de Paz
    en Europa? ¿Qué significa el dodecafonismo en el
    contexto cultural y musical latinoamericano de la década
    del treinta? ¿Qué relación tiene con estos
    países, que estaban tratando de liberarse de la fuerte
    dependencia cultural metropolitana, pero siendo presionados al
    mismo tiempo y cada vez más a través de la
    agresión neocolonial y de la dependencia económica
    de y hacia los países metropolitanos?

    En primer lugar, sería importante señalar
    las diferencias entre estos dos países (Argentina y
    Brasil) en lo referente a su aplicación del método
    dodecafónico y las razones para adoptarlo.

    Paz, cuyo horror frente al nacionalismo argentino de
    salón, amable, superficial, seudo-heroico y
    postromántico – en el cénit en la década del
    treinta – estaba fuertemente enraizado, encontró en el
    dodecafonismo un medio de expresión mediante el cual hacer
    frente a esta "fiebre nacional"
    y también al neoclasicismo
    (principalmente de corte estravinskiano), que él mismo
    había practicado anteriormente. Un medio de
    expresión que liberara a la música del lastre del
    "programa", del
    falso nacionalismo y del peligroso neoclasicismo, y que él
    aplicó consecuentemente en su música entre 1934 y
    1950.

    En lo que se refiere a Koellreutter, toda la
    cuestión para él, para el Grupo Musica Viva y para
    sus discípulos y seguidores, está intrínseca
    y dialécticamente ligada a una visión marxista del
    mundo, un compromiso ideológico que envolvía y
    comprometía además a toda la inteliguentsia
    brasileña de aquellos años, muy marcados por el
    gobierno
    "populista" de Getúlio Vargas.

    No puede decirse – como en el caso de Argentina – que no
    había un nacionalismo "real" en Brasil (en el sentido de
    Revueltas y Roldán) en esa época. Luciano Gallet
    había tenido tiempo – antes de su temprana muerte en 1931
    – de establecer – musical y teóricamente – algunos
    modelos, que podían enfrentarse al nacionalismo
    burgués y eurocéntrico de Villa-Lobos (Le folklore
    c’est moi) [29]. Pero, cuando Koellreutter
    llegó a Brasil, el trabajo y
    las ideas de Gallet habían sido ya silenciados.

    Es evidente que Koellreutter con y a través del
    Grupo Musica Viva – como lo expresan claramente los manifiestos –
    intenta lograr un objetivo
    más importante, para el cual el dodecafonismo es solamente
    un medio. Pero no el único y exclusivo, según se
    comprobara ya por el hecho de que ninguno de los compositores se
    comprometió realmente con el dodecafonismo y su
    práctica, y ninguno de ellos (ni siquiera Koellreutter) lo
    adoptó estricta y ortodoxamente [30]. El dodecafonismo llegó
    a ser sinónimo de "vanguardia" contra el academicismo y el
    nacionalismo estancado, representó un futuro dentro de un
    nuevo orden social y un objetivo a largo plazo, más
    allá de su práctica real. Debe ser considerado en
    el Brasil de la década del cuarenta bajo este punto de
    vista. Sólo así quedará claro por qué
    un procedimiento tan
    elitista y hermético – procedente del centro europeo de
    poder cultural – fue capaz de agitar la inteligencia musical al
    punto de desencadenar una controversia que en realidad estaba
    cuestionando conceptos estéticos desde un punto de vista
    ideológico. En este sentido, fue un éxito
    completo, porque reunió – por primera vez abierta y
    públicamente – estas dos categorías –
    estética e ideología – para una mejor
    comprensión y consideración de una a través
    de la otra.

    En 1984, podría ser obvio que el dodecafonismo –
    de puro origen europeo – había sido un producto "elitista"
    pensado también como el medio que haría posible –
    como decía Schoenberg – la supremacía de la
    música alemana durante los próximos cien
    años
    (no duró tanto, ni siquiera en Alemania o
    Austria). Pero a través de la acusación de
    pertenecer al "arte degenerado", se convirtió en un
    lenguaje subversivo y clandestino, practicado secretamente hasta
    1945 y, por consiguiente, sólo conocido de pequeños
    círculos. Paradójicamente, fue practicado durante
    este mismo período en Argentina y Brasil, mientras
    permaneció casi desconocido en Europa entre 1933 y 1945,
    donde tuvo un ascenso algo lento en su comienzo, seguido de una
    explosión casi epidémica durante los primeros
    años de la "Escuela de
    Darmstadt" (a partir de 1946).

    La introducción del dodecafonismo en Argentina y
    Brasil significó un rompimiento con el falso nacionalismo
    y un antídoto contra la música
    reaccionaria (neoclásica). En el momento en que fue
    introducido en Sudamérica, representaba una salida del
    estancamiento del lenguaje musical, en aquellos países en
    que la música nueva estaba amenazada de asfixia por este
    nacionalismo estereotipado. Por otro lado – como se
    observó anteriormente – , el dodecafonismo llegó
    más tarde a aquellos países como Cuba y
    México (donde el nacionalismo jugaba el papel de la
    verdadera vanguardia), como resultado de la difusión
    general de la música nueva europea después de
    la segunda guerra
    mundial.

    En este caso, no sólo sirvió de modelo la
    técnica de Schoenberg, sino que éste se vio
    sobrepasado por el serialismo más elaborado de Webern,
    coincidente con el segundo momento de la generación
    vanguardista europea, que "descubrió" a Webern
    después de la muerte de
    éste.

    Además, los objetivos originales existentes en
    1934 y 1937 en Argentina y Brasil habían
    cambiado.

    5. Dodecafonismo
    posterior y música serial en América
    Latina

    Alrededor y a partir de 1950, el dodecafonismo
    comenzó a surgir en otros países fuera de los dos
    mencionados hasta ahora, seguido del serialismo en todas sus
    variantes.

    El compositor y pianista holandés Fré
    Focke (1910) y el compositor austríaco Stefan Eitler
    (1913-1960) fueron corresponsables de la enseñanza y
    difusión del dodecafonismo en Chile.

    Focke había estudiado composición con
    Webern en Viena en los últimos años de la
    década del treinta y comienzos de la del cuarenta, y
    estaba familiarizado con el método dodecafónico.
    Llegó a Chile en 1946 y permaneció allí
    hasta 1957, desarrollando actividades de compositor, pianista y
    profesor de
    piano en Santiago de Chile [31].

    Eitler arribó a Buenos Aires en
    1936 y participó activamente de la vida musical local,
    entró a la Agrupación Nueva Música y
    partió para Chile en 1950. En 1957, se radicó en
    São Paulo, donde murió tres años más
    tarde [32].

    En 1952, Focke y Eitler, concretando una idea del
    primero, fundaron el "Centro de la música
    contemporánea en Chile", que desarrolló actividades
    y conciertos presentando no sólo música europea
    sino también latinoamericana. Posteriormente, se
    convirtió en el "Grupo Tonus".

    Como explica Focke [33], la técnica
    dodecafónica ya era conocida en Chile, pero la
    composición dodecafónica no se practicaba
    (aún) regularmente [34].

    En México, la práctica del dodecafonismo
    fue introducida por el exiliado español
    Rodolfo Halffter (1900) a comienzos de los años cuarenta,
    pero recién durante los cincuenta compuso él mismo
    su primera música dodecafónica.

    Dan Malmström señala en su tesis de
    grado [35] que
    la música dodecafónica no era desconocida en
    México antes de 1950. Schoenberg y otros compositores que
    utilizaban esta técnica ya habían sido ejecutados
    allí, pero fue después de las obras de
    González Ávila (alumno de Halffter) y del propio
    Halffter que el dodecafonismo comenzó a interesar a los
    compositores mexicanos.

    Dominó la creación musical en la
    década del cincuenta y en casi toda la del sesenta, pero
    hacia 1970 el serialismo ya estaba "fuera de moda" – como lo
    estuvo en otros países de Latinoamérica – desplazado por nuevos
    procedimientos en boga.

    Otro compositor alemán, Gerhart Muench (1907),
    también enseñó la técnica
    dodecafónica en México; también
    podría ser probable que la breve presencia de Hanns Eisler
    en México [36], y la proximidad
    geográfica de éste y de Schoenberg en California
    durante la guerra, luego de su forzada emigración de
    Alemania, pudieran haber contribuido a su
    difusión.

    En Cuba, fue el compositor español José
    Ardévol (1911-1981) quien se interesó por las
    propuestas schoenberguianas, pero – según él – fue
    Argeliers León (1918) el primer compositor cubano que
    adoptó sistemáticamente el serialismo.

    En Perú, fueron también dos europeos, el
    alemán Rodolfo Holzmann (1910) y el francés
    Andrés Sas (1900-1957), quienes difundieron esta
    técnica [37].

    Al finalizar la década del cincuenta y comenzar
    la del sesenta, Venezuela,
    Colombia,
    Puerto Rico,
    Panamá,
    Guatemala,
    Nicaragua, contaban con compositores familiarizados con la
    técnica dodecafónica y aplicándola
    más o menos regularmente pero, en la mayoría de los
    casos, con bastante ingenuidad.

    Muchos compositores de la generación más
    vieja y más joven de América Latina – por lo
    general, en las capitales más "avanzadas" del continente –
    estaban sumergidos en las técnicas
    seriales con diferentes niveles de creatividad y
    originalidad, con diferentes grados de ortodoxia y rigor, con
    diferentes propuestas en la aplicación de las
    posibilidades seriales y sus derivados.

    Algunos de ellos procedían de un lenguaje
    neoclásico o nacionalista, otros, no tenían
    "pasado" y comenzaban directamente a partir del pensamiento
    serial. Algunos eligieron seguir e imitar los senderos de
    Schoenberg y Webern; otros, aceptaron el "juego" y se
    divirtieron jugándolo sin ningún tipo de
    cuestionamiento. Otros, supusieron haber encontrado la respuesta
    a problemas
    puramente técnicos, olvidándose de los verdaderos
    problemas. Otros, muy pocos, desarrollaron un lenguaje fuerte y
    expresivo, utilizando un "espíritu" serial personal, libre
    de repetición mecánica, respondiendo así –
    creativamente – a esa nueva especie de vanguardia
    "neo-académica" [38].

    Pero, en general, las técnicas seriales se
    afianzaron no como una opción histórica subversiva,
    no como una lucha contra ideas reaccionarias en música,
    sino como la afirmación del viejo eurocentrismo
    siempre latente, deseoso de instalar una falsa vanguardia, basada
    esta vez en la reproducción de modelos seriales,
    así como anteriormente se había basado en el
    nacionalismo "exótico" pero "a la Bach".

    La música serial en América Latina se vio
    enfrentada en los años sesenta a una paradoja: se
    había convertido en la vanguardia "establecida" contra el
    nacionalismo y el neoclasicismo. Pero dentro de esa vanguardia
    reconocida, existen contradicciones dialécticas
    [39].

    Para los fantasmas
    zhdanovianos, las técnicas de la Escuela de Viena son
    rasgos decadentes de la pequeña burguesía (tal como
    lo fueron antes para la ideología nazi). Pero Luigi Nono
    dirá [40] que
    la vanguardia no consiste sólo de técnica (…). La
    ideología no debe entenderse como un oasis idealista,
    lejano y alejado de la realidad viva y muy a menudo en
    contradicción con ella y, por consiguiente, tendiendo a
    imponerse sobre la realidad hasta asfixiarla – a la manera de
    Zhdánov -, sino que debe entenderse como consciencia, no
    como un velo que oculta la realidad, sino como un instrumento de
    verdad.

    Para algunos compositores de la vanguardia
    neoacadémica de los años sesenta [41], el material serial se
    convierte en un velo para esconder su mediocridad (como antes lo
    habían hecho el neoclasicismo o el falso nacionalismo) y
    no en un instrumento de verdad, con el cual se pueda combatir las
    ideas regresivas – incluido el "serialismo neoacadémico" –
    y producir obras creativas realmente "verdaderas".

    © 1984 by Graciela Paraskevaídis

    Referencias
    bibliográficas relacionadas

    • Coriún Aharonián: Processus de la
      création musicale en Amérique Latine. En: Faire,
      Nº 2/3, Bourges, 1974/1975.
    • Coriún Aharonián: Latinamerika i dag.
      En: Nutida Musik, Stockholm, Nº 3, 1974/1975. Original
      castellano
      reproducido con numerosas erratas en: En Ancas, Nº 1,
      Caracas,1976, y en Boletín de Música de Casa de
      las Américas, Nº 79, La Habana, noviembre-diciembre
      de 1979.
    • José Ardévol: Introducción a
      Cuba: La música. Instituto del Libro, La
      Habana, 1969.
    • Alejo Carpentier: La música en Cuba. Fondo de
      Cultura Económica, México, 1972.
    • Gilbert Chase: Introducción a la música
      americana contemporánea. Editorial Nova, Buenos Aires,
      1958.
    • Samuel Claro Valdés & Jorge Urrutia
      Blondel: Historia de la
      música en Chile. Editorial Orbe, Santiago de Chile,
      1973.
    • Inés Grandela: La música chilena para
      piano de la generación joven. En: Revista Musical
      Chilena, Nº 113-114, Santiago de Chile, junio de
      1973.
    • Walter Guido: Síntesis
      de la historia de la música en Venezuela. En: Revista
      Musical de Venezuela, año 2, Nº 3, enero-abril de
      1981.
    • Hans-Joachim Koellreutter: O ensino da música
      num mundo modificado. En: Anáis do I Simpósio
      Internacional de Compositores, São Bernardo do Campo,
      1977.
    • Hans-Joschim Koellreutter: Estética. Editorial
      Novas Metas. São Paulo, 1983.
    • Luis Merino: Los cuartetos de Gustavo Becerra. En:
      Revista Musical Chilena, Nº 92, Santiago de Chile,
      abril-junio de 1965.
    • Juan Carlos Paz: Arnold Schoenberg o el fin de la era
      tonal. Nueva Visión, Buenos Aires, 1958.
    • Varios: Gustavo Becerra. En: Revista Musical Chilena,
      Nº 119-120, Santiago de Chile, julio de 1972.
    • Jorge Zulueta: La obra para piano de Juan Carlos Paz.
      Editorial Gai, Buenos Aires, 1976.

    Notas

    [1] La "blanca" está
    en algunos casos levemente "oscurecida" y la "oscura" levemente
    "blanqueada", pero en todo caso esas elites son culturalmente
    "blancas", es decir europeas.

    [2] Cf. Arturo Jauretche: El
    medio pelo en la sociedad argentina. Apuntes para una sociología nacional. A. Peña Lillo,
    Buenos Aires, 1967.

    [3] Los nombres de Carlos
    Chávez (1899-1978) de México y Heitor Villa-Lobos
    (1887-1959) de Brasil no figuran en la lista previa; junto con
    otros colegas menos notorios, pertenecen a la misma
    generación recién mencionada y en algún
    momento pudieron haberse sentido identificados con la
    búsqueda común, para traicionarla después y
    abusar de su fuerte poder político, ocupando cargos
    privilegiados e influyentes, sirviendo así al poder
    colonial y enviando coloridas tarjetas postales con
    elementos "locales", fundidos en potes neoclásicos y
    estructuras
    barrocas, que les aseguraban éxito inmediato en
    París y en Nueva York.

    [4] Históricamente, la
    fecha corresponde al período conocido como la
    "Década infame" (1930-1940), momento en que la
    oligarquía ganadera y la elite intelectual de la Argentina
    son marcadamente británicas.

    [5] Isamitt es el primero en
    utilizar el dodecafonismo en Chile en 1938 y el primero en
    incorporar a sus composiciones canciones indígenas con sus
    textos originales, recogidos in situ por él mismo.

    [6] Paz es una personalidad
    multifacética. Su estilo ensayístico es apasionado,
    ingenioso y pleno de sarcástica ironía, a menudo se
    contradice a lo largo de los años y a veces se deja llevar
    por sus fuertes inclinaciones y desagrados, todo lo cual es hecho
    siempre con profundo convencimiento.

    [7] Paz menciona a los
    siguientes compositores miembros de la "Agrupación Nueva
    Música": Carlos Roqué Alsina, Edgardo
    Cantón, Enrique Belloc, Jorge Rotter, Carlos Rausch, Nelly
    Moretto, Francisco Kröpfl, Mario Davidovsky, Susana
    Barón Supervielle, César M. Franchisena, Eduardo
    Tejeda, Luis Zubillaga. Otros miembros esporádicos
    (también mencionados por Paz) fueron: Stefan (Esteban)
    Eitler, Michael (Miguel) Gielen, Daniel Devoto, Mauricio Kagel.
    Cf. Juan Carlos Paz: Introducción a la música de
    nuestro tiempo. Sudamericana, Buenos Aires, 1971, pág.
    493.

    [8] Cf. José Maria
    Neves: Música contemporânea brasileira. Ricordi
    Brasileira, São Paulo, 1981, p. 94.

    [9] Un punto a ser tomado en
    consideración como la prueba más fehaciente en
    contra del concepto de una sociedad cerrada y secreta, dedicada
    solamente al dodecafonismo.

    [10] ¿Tal vez un nuevo
    concepto en el marco de un futuro nuevo orden social?

    [11] Cf. Neves íb. pp.
    94-96.

    [12] Según
    Koellreutter en carta del 15 de agosto de 1984.

    [13] Subrayado en el
    original.

    [14] Esto, ¡en
    1948!

    [15] Subrayado en el
    original.

    [16] Ídem.

    [17] Fue firmado por Hanns
    Eisler (Austria), Arnaldo Estrella (Brasil), Veselin Stoianov
    (Bulgaria), Antonin Sychra, Jaruslav Tomásek, Frantisek
    Alois Kypta, Stepan Lucky (Checoeslovaquia), Roland de
    Candé (Francia), Alan
    Bush y Bernard Stevens (Gran Bretaña), Marius Flothuis y
    Ernst Rebling (Holanda), Denes Bartha (Hungría), Oskar
    Danon y Natko Devcic (Yugoslavia), Zofia Lissa (Polonia), Alfred
    Mendelsohn (Rumania), Marcel Bernard (Suiza), Tijon
    Jrénnikov, Boris Iarustovski y Iuri Shaporin
    (URSS).

    [18] Considerando que la
    música y la vida musical de nuestro tiempo parece
    debatirse en una profunda crisis, que la así llamada
    música culta se está convirtiendo – con respecto a
    sus contenidos – en cada vez más individualista y
    subjetiva y cada vez más complicada y mecánicamente
    construida en cuanto a su forma y que la así llamada
    música de entretenimiento se va haciendo cada vez
    más superficial, más llena de lugares comunes y
    estandarizada y es, en algunos países, producto de una
    industria de
    entretenimiento monopolizada. Cf.: Proclama y resolución.
    Manuscrito en inglés.

    [19] Hanns Eisler
    representaba a Austria y era, al mismo tiempo, el presidente del
    Congreso. El Manifiesto fue principalmente obra suya. Cf.: Hanns
    Eisler. Musik und Politik. Schriften. 1948-1952. III/2.
    Textkritische Ausgabe von Günter Mayer. VEB Deutscher Verlag
    für Musik, Leipzig, 1982, p. 28.

    [20] Cf. íb., misma p.
    Mayer cita al "Oesterreichisches Tagebuch", Nº 18, octubre
    1948, p. 32: En el Congreso Internacional de Compositores y
    Críticos Musicales en Praga, la discusión sobre el
    problema de la música contemporánea, que surgiera a
    través de las decisiones musicales soviéticas, fue
    clausurada con el siguiente manifiesto.

    [21] También se
    difundió rápidamente la versión castellana,
    publicada en la Revista Musical Chilena.

    [22] Cf. Neves, íb.,
    p. 86.

    [23] Cláudio Santoro y
    César Guerra Peixe habían sido los primeros
    discípulos de Koellreutter. A ellos siguieron más
    tarde otros como Eunice Katunda, Esther Scliar, Edino Krieger,
    Damiano Cozzella, Roberto Schnorrenberg, para mencionar
    sólo a algunos de los músicos que se formaron con
    Koellreutter, varios de los cuales pertenecen incluso al terreno
    de la música popular.

    [24] Aunque no firmó
    el manifiesto. El pianista brasileño Arnaldo Estrella, que
    sí lo firmó, nunca había estado conectado
    con el Grupo Musica Viva, y en esos años, estaba radicado
    en Francia.

    [25] Un músico que
    posaba de progresista, pero que compartía por partes
    iguales actitudes
    reaccionarias, xenofóbicas y mediocres.

    [26] Políticamente,
    era el momento inmediato anterior al tercer gobierno de
    Getúlio Vargas.

    [27] Cf. Neves, íb.,
    pp. 121-124.

    [28] Cf. este lenguaje con
    algunos ejemplos escritos durante el Tercer Reich: La decadencia
    de la vida espiritual y artística alemana en los
    años 1918-1933 no se detuvo tampoco ante la música
    (…), un arte considerado el más alemán de todos.
    Fue necesario (…) eliminar las causas de la enfermedad y los
    síntomas cuidando las reales fuerzas artísticas de
    nuestra música alemana. Goebbels, discurso
    durante las Jornadas Musicales de Düsseldorf, 1938. O: La
    pura atonalidad está enterrada. Todo el movimiento
    atonal se opone al ritmo de la sangre y del
    alma del
    pueblo alemán, Rosenberg. Ambos en: Joseph Wulff: Musik im
    Dritten Reich, Ullstein, Frankfurt, 1983, pp. 462 y
    230.

    [29] Cf. Neves, íb.,
    pp. 125-127.

    [30] Cf. Alejo Carpentier:
    Tientos y diferencias. Ediciones Unión, La Habana, 196,
    vol. III.

    [31] Como explica Neves,
    íb, muy acertadamente, el dodecafonismo se
    convirtió en la negación del academicismo combatido
    y en tabla de salvación. A veces se lo adoptó
    superficialmente y existe también una aparente
    incompatibilidad entre esta técnica y la exuberancia del
    temperamento brasileño. La verdad es que ninguno de los
    alumnos de Koellreutter perseveró de hecho en esta
    dirección. Algunos adoptaron un lenguaje
    atonal, pero la mayoría se volcó a un tonalismo
    más directo, prefiriendo un populismo
    frecuentemente primario al hermetismo elitista de las obras de
    ese período, llegando a ser posteriormente apasionados
    defensores del nacionalismo, p. 86.

    [32] Fre Focke, en carta del
    12 de julio de 1984.

    [33] Como compositor, era un
    fanático académico dodecafónico, escribe
    Koellreutter en carta del 15 de agosto de 1984.

    [34] Focke,
    íb.

    [35] Algunos de los alumnos
    de Focke fueron: Leni Alexander, Ida Vivado, León
    Schidlowski, Juan Allende-Blin, Celso Garrido-Lecca, Abelardo
    Quinteros, Miguel Aguilar, Tomás Lefever, Roberto
    Falabella.

    [36] Dan Malmström: La
    música mexicana del siglo XX. Fondo de Cultura
    Económica, México, 1977, p. 207. Cf. también
    la versión original inglesa: Introduction to 20th Century
    Mexican Music. The Institute of Musicology, Upsala, University,
    1974.

    [37] Malmström no lo
    menciona, pero es probable que Eisler haya enseñado
    principios
    dodecafónicos a su breve paso por el Conservatorio de
    México, según señala Wilhelm Zobl (cf.
    Programa del concierto con obras de Eisler, Viena, 19 de
    noviembre de 1984).

    [38] Queda claro, entonces,
    que la emigración de músicos europeos a los
    países latinoamericanos alrededor y a causa de la segunda guerra
    mundial, tuvo un papel decisivo en la difusión del
    dodecafonismo.

    [39] El uruguayo
    Héctor Tosar (1923), por ejemplo, utiliza a comienzos de
    los años sesenta técnicas seriales, tratamientos
    melódicos basados en series de número variable de
    sonidos, series que pueden ser repetidas o combinadas entre
    sí. Cf. Coriún Aharonián: Tosar 1961-1966.
    En: Clave, Montevideo, abril 1967. Otra expresión creativa
    es el chileno Gustavo Becerra (1925), que elaboró un nuevo
    procedimiento derivado del dodecafonismo y luego del serialismo,
    que él denominó el "policordio complementario", y
    que usó ya a fines de la década del cincuenta.
    Becerra no estuvo cerca del "Grupo Tonus", sino que eligió
    su propio camino, aplicando el pensamiento dodecafónico
    primero en forma esporádica y luego cada vez más
    sistemáticamente. El argentino Alberto Ginastera
    (1916-1983) también utilizó procedimientos seriales
    hacia el mismo período que los anteriores, pero más
    fuertemente ligado a modelos europeos y más preocupado por
    tener éxito en la metrópoli norteamericana. Es
    importante señalar que Ginastera nunca perteneció a
    la Agrupación Nueva Música, sino más bien se
    le opuso, procedente en primera instancia de un exitoso
    neonacionalismo.

    [40] Una vez más, se
    trata aquí de la falta de una nueva base
    ideológica, de un marco adecuado, antes que del fracaso de
    un pensamiento teórico. Como indica Eisler: El sistema
    dodecafónico dentro del cual Schoenberg trató de
    organizar el nuevo material musical (…) encontró
    seguidores en todo el mundo. Ideológicamente, ha
    desarrollado en algunos compositores características
    pequeño-burguesas, tales como la magia de los
    números, la astrología, la antroposofía (…).
    Pero no sólo el aspecto ideológico es peligroso
    para el imitador (…). La lógica
    musical, el desarrollo y la continuación de las ideas
    musicales se ha mecanizado. (…) Entonces se mecaniza el
    material artístico y se lo presenta en forma no
    dialéctica. Hanns Eisler: Gesellschaftliche Grundlagen der
    modernen Musik. En: Hanns Eisler, íb., p. 18.

    [41] Varios: Luigi Nono.
    Musik-Konzepte Nº20, München, julio 1981, p.
    17.

    Este artículo fue escrito en diciembre de 1984.
    En: La del Taller, Nº 3, Montevideo, abril 1985.

    Graciela Paraskevaídis

    www.latinoamerica-musica.net

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