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Los objetivos del proceso de enseñanza aprendizaje en su dimensión comunicativa




Enviado por gbravo




    1. Desarrollo
    2. Bibliografía

    Introducción.

    En los últimos años se ha dado mucha
    importancia a la relación: EducaciónComunicación. Educación, hoy, es
    construcción de significados que tienen
    como base la
    comunicación; entendida como el conjunto de recursos
    personales, psicológicos y pedagógicos que un
    profesor
    utiliza o puede utilizar en su relación con el
    estudiantado para establecer una buena comunicación
    cargada, no solo, de conocimientos de la ciencia que
    explica, si no también de sensibilidad y afectividad que
    potencien su crecimiento personal; donde
    la práctica pedagógica diaria sea percibida como un
    proceso de construcción de significados y la
    comunicación que se desarrolle en las aulas posibilite el
    desarrollo de
    un clima favorable
    entre todos los participantes del proceso.

    No es difícil declarar que en la mayoría
    de los salones de clase los
    estudiantes tienen que atender permanentemente al profesor,
    quién poseedor de los conocimientos, los transmite como
    verdades acabadas dando poco margen para que el estudiante
    reflexione y llegue soluciones, de
    forma independiente.

    Es por ello, que la cuestión principal sigue
    siendo, probablemente, bajo que concepción y con
    qué procedimientos
    realizar los cambios fundamentales para desarrollar un proceso
    docente educativo comunicativo, independiente y
    creador.

    De ahí, que el objetivo de
    este trabajo sea
    caracterizar el objetivo como uno de los componentes del proceso
    de enseñanza aprendizaje,
    desde una dimensión comunicativa, de manera que el
    tratamiento didáctico del mismo propicie en la
    práctica, una interrelación entre profesores y
    alumnos y alumnos entre sí y permita la implicación
    del alumno en su propio proceso de aprendizaje.

    Caracterizar el objetivo separado de los demás
    componentes, de ninguna manera significa que se desconozca el
    carácter sistémico de dicho
    proceso.


    Desarrollo

    En la literatura pedagógica
    son numerosos los trabajos que tratan el problema de los
    objetivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En ellos
    encontramos diversas definiciones, clasificaciones, funciones,
    características y principios para
    la determinación y formulación de los objetivos, de
    un Plan de Estudios,
    asignatura y plan de clase.

    Se les ha denominado de diferentes maneras,
    (funcionales, instructivos, terminales, específicos,
    operativos…) , se han elaborado taxonomías para
    clasificarlos, según el dominio a que
    hacen referencia, (Bloom 1971), llegando a formular los
    resultados esperados del aprendizaje del alumno en
    términos de conductas observables (objetivos operativos)
    (Arrieta, 1989).

    El planteamiento de objetivos como componente
    indispensable de toda actividad humana ha sido trabajada por las
    más disímiles tendencias psicológicas: desde
    aquellas que de forma extrema, mecánica y particularizada han argumentado
    la necesidad de su concreción especifica (Conductismo y
    Neoconductismo), hasta aquellas que en reacción a estas
    teorías, han pretendido negar su
    existencia, eliminando del vocabulario psicológico y
    didáctico el término que convencionalmente lo
    designa, proponiendo en sustitución otros más
    abarcadores y generalizadores como el de proyecto,
    finalidades y otros.

    Sin embargo, producto de la
    influencia que ha ejercido el enfoque tecnológico en la
    enseñanza (variante contemporánea que se fundamenta
    teóricamente en el, conductismo o neoconductismo), el
    criterio dominante aún actualmente en la práctica
    educativa, consiste en darle prioridad al objetivo en la programación de la enseñanza, e
    incluso en establecer una relación muy estrecha entre
    objetivos y resultados a lograr, quedando así todo el
    proceso evaluativo determinado por los objetivos inicialmente
    previstos.

    De igual forma se vinculan a los objetivos los restantes
    componentes del proceso de enseñanza
    aprendizaje.

    En el pensamiento
    pedagógico latinoamericano, han surgido críticas al
    paradigma
    didáctico de los objetivos conductuales, por los presupuestos
    teóricos que ellos parten y se han rechazado algunas
    tendencias que han llegado a posturas extremas, que niegan o
    rechazan incluso el uso del termino "objetivo" y prefieren apelar
    como ya se ha señalado a otras denominaciones como
    "finalidades", "proyectos",
    "propósitos" para designar el carácter dirigido a
    un fin que tiene la actividad humana.

    Sin embargo, esta postura se contrapone a un hecho
    cierto: toda actividad se construye sobre la base de finalidades
    u objetivos que orientan las acciones
    humanas en pos de sus metas. De aquí que no sea posible
    prescindir o restar importancia a los objetivos en el proceso de
    enseñanza aprendizaje.

    Lo importante en sí no es la palabra que se
    utilice en su denominación si no el contenido que ella
    designe, su forma de concebirlo, su significado en
    relación con el aspecto de la realidad que ella abarque.
    ¿Cómo entender entonces el objetivo en la
    enseñanza desde una dimensión comunicativa?
    ¿Qué funciones desempeña en este
    proceso?

    Desde esta perspectiva que se analiza, los objetivos
    tienen una significación fundamental, no como enunciados
    fijos e inmutables, que haya que lograr a toda costa, sino como
    guías orientadoras del proceso. No puede concebirse que
    los fines o propósitos que el educador se trace, tengan
    necesariamente que traducirse de forma directa en resultados
    concretos, observados y medibles.

    Por un lado, porque los estudiantes se diferencian
    sustancialmente entre sí, comienzan su aprendizaje con
    niveles de desarrollo diferentes en sus conocimientos y
    habilidades, proceden de medios
    familiares y sociales variados, poseen una historia de vida particular
    y rasgos de personalidad
    muy diversos.

    Esto hace que las influencias educativas sean
    vivenciadas y vinculadas a esquemas referenciales diferentes. Por
    otra parte, y sobre la base de lo anteriormente dicho, durante el
    propio proceso la vida de cada alumno transcurre de forma muy
    diversa, enfrenta situaciones muy disímiles que dejan una
    huella específica en su personalidad.

    De acuerdo con Sacristán (1982) la pedagogía por objetivos, responde a un
    modelo cerrado
    de programación que se limita a comprobar el logro de un
    objetivo. Mientras que la enseñanza al ser un modelo
    abierto y flexible debe considerar el proceso seguido por cada
    alumno.

    Como señala este autor, por imperativos del
    esquema conductista, solo son objetivos los que representan
    conductas observables. Estos objetivos se concatenan linealmente
    para alcanzar otros más generales, de acuerdo con un
    proceso también lineal de aprendizaje.

    En la concepción conductista existe un
    isomorfismo entre objetivos propuestos y logrados, en tanto uno y
    otros se concretan en términos conductuales.

    Este autor propone una concepción más
    flexible, mas abierta del objetivo, y es la que nosotros
    asumimos, donde no se da una coincidencia total entre objetivo
    propuesto y objetivo logrado, sino que se considera el objetivo
    declarado como una guía orientadora del proceso
    didáctico y del aprendizaje, que lleva a la
    consecución por parte del estudiante de un resultado
    peculiar para cada uno de ellos, de acuerdo con sus propias
    características.

    Esta concepción que se asume acerca del papel de
    los objetivos en el proceso de enseñanza aprendizaje puede
    ayudar a precisar nuestra definición al
    respecto.

    Los objetivos del proceso de enseñanza
    aprendizaje constituyen los fines o resultados previamente
    concebidos, como un proyecto abierto y flexible, que guían
    las actividades de profesores y estudiantes, para alcanzar las
    transformaciones necesarias en estos últimos.

    Como expresión del encargo social que se plantea
    a la escuela reflejan
    el carácter social del proceso de enseñanza,
    sirviendo así de vínculo entre la sociedad y la
    escuela.

    Como se deduce de la definición anterior; los
    objetivos constituyen el componente que mejor refleja el
    carácter social de proceso de enseñanza aprendizaje
    e instituye la imagen del
    hombre que se
    intenta formar en correspondencia con las exigencias sociales que
    compete cumplir a la escuela.

    Además de esta característica, juega una
    función
    de orientación dentro del proceso de enseñanza
    aprendizaje lo que equivale a decir, que ellos influyen en el
    desenvolvimiento de los restantes elementos de este proceso, por
    ello cumplen las funciones siguientes:

    • Es el elemento didáctico en el que se plasma y
      se concreta la intencionalidad educativa.
    • Influye en el comportamiento del resto de los componentes y
      estos en relación de subordinación y coordinación influyen sobre el
      mismo.
    • Orientan la actividad de profesores y estudiantes
      pues al especificar el fin a lograr guían la
      estructuración del proceso para lograrlo y hasta que
      nivel llegar en el desarrollo previsto.
    • Constituyen un criterio de valoración de la
      efectividad o calidad del
      proceso, pues permiten, en unión de otras
      determinaciones procedentes de la práctica, evaluar las
      acciones logradas en los estudiantes, la propia actividad del
      profesor y la programación previamente planificada en su
      proceso de realización: comparar la diferencia alcanzada
      entre el nivel de entrada y salida de los
      estudiantes.

    La determinación del carácter abierto y
    flexible de los objetivos del proceso de enseñanza
    aprendizaje no agota su caracterización en una nueva
    conceptualización de este componente. En particular, en
    nuestra concepción resulta de gran importancia el
    contenido de su formulación, el tipo de lenguaje que
    en ella se utiliza.

    De acuerdo con la teoría
    de la actividad en la formulación del objetivo debe
    expresarse su vínculo con la actividad a realizar, en
    relación con su objeto de asimilación o
    transformación. Esta exigencia vincula al objetivo con el
    contenido de la actividad y en consecuencia con el contenido de
    la enseñanza.

    Es decir los problemas o
    tareas que se propongan al estudiante deben estar estrechamente
    vinculados con el
    conocimiento que se aspira que se logren. De esto depende en
    gran medida el éxito
    de la enseñanza.

    La necesidad de vincular el objetivo con la actividad a
    realizar por el estudiante exige su formulación en
    términos de acciones o tares a resolver por el
    estudiante.

    Esta apelación al tipo de lenguaje que se a de
    formular puede generar dudas por su aparente similitud con la
    formulación típica de la pedagogía por
    objetivos que de igual forma los expresaba en tareas. Sin
    embargo, en nuestra formulación la tarea no se expresa en
    términos particulares para en un proceso lineal de
    aprendizaje llegar a la realización de tareas
    generales.

    Por el contrario, en cada nivel en que se formulen, ella
    se expresa en términos generales, vinculada a la actividad
    de la cual forma parte, en estrecho vínculo con los
    demás componentes. En relación con el contexto
    socio-histórico en que se produce, y no de forma
    particular, abstraído de este contexto como en la anterior
    concepción.

    Esta diferencia, aparentemente intrascendente marca una
    sustancial distinción entre una y otra forma de
    formulación que trasciende el nivel puramente
    lingüístico para expresarse ulteriormente en formas
    de programación de la enseñanza que tienen una
    repercusión diametralmente opuesta en el
    estudiante.

    En la pedagogía por objetivos, por su
    carácter especifico y programado, las tareas que debe
    desarrollar el estudiante se reduce en muchos casos a la mera
    apropiación de procedimientos y algoritmos
    previamente formalizados y preparados por el profesor, que
    conducen a una actividad meramente reproductiva en la que
    fundamentalmente participan procesos de
    memoria (
    fijación, retención,
    reconocimientos…).

    En contraste, esta nueva forma de formulación,
    por su carácter generalizado, permite una mayor apertura,
    más posibilidades de adaptación a situaciones
    concretas, a ulteriores precisiones, teniendo en cuenta intereses
    de los estudiantes y características del grupo, lo cual
    se ajusta a nuestra concepción del aprendizaje, como
    proceso comunicativo, activo, creador, y transformador de la
    propia personalidad del estudiante, a su condición de
    sujeto activo de su aprendizaje.

    Otro aspecto a tener en cuenta en la formulación
    de los objetivos desde nuestra concepción, es el nivel de
    entrada de los estudiantes. Para su determinación
    sugerimos la aplicación de pruebas
    diagnósticas de conocimientos y habilidades generales y
    especificas que constituyan requisitos previos de los objetivos a
    lograr o del conocimiento
    nuevo de las asignaturas, para que logren una mejor
    comunicación entre los participantes de dicho
    proceso.

    En aquellos casos en que el estudiante no domine los
    conocimientos y las habilidades necesarias, ellas se formaran, o
    bien en cursos introductorias previos, especialmente
    diseñados para estos fines, o bien en casos muy limitados,
    en el propio proceso de formación de nuevos conocimientos
    y acciones.

    Lo importante es que el profesor parta, de la
    definición de este nivel de entrada, (diagnóstico del grupo) para organizar las
    vías de corrección de estas insuficiencias de la
    formación anterior del estudiante, y organizar el proceso
    comunicativo a partir de sus intereses y posibilidades intelectuales
    reales.

    Aunque se deduce de lo anterior expuesto, es necesario
    precisar que en esta concepción cambia también
    el lenguaje en
    que se formulan los objetivos. Si tradicionalmente los objetivos
    se formulaban de una forma muy descriptiva, ahora se formula en
    términos de acciones productivas, intelectuales a realizar
    por el estudiante. Esto permite no solo una mayor objetividad en
    la formulación sino también una mayor posibilidad
    para que pueda desempeñar la función de guía
    que le corresponde en el.

    Además de que se facilita su instrumentación en el proceso, se
    posibilita su valoración durante y al final del proceso,
    cuando aspiramos como profesores a retroalimentarnos sobre los
    resultados logrados y a retroalimentar al estudiante sobre su
    desarrollo alcanzado.

    Para garantizar una formulación correcta de los
    objetivos desde la perspectiva comunicativa, estos además
    deben ser:

    • Comprensibles, que exista claridad en su
      redacción, que se comprenda claramente
      lo que se espera lograr, que el lenguaje que se utice este
      acorde al desarrollo del estudiante.
    • Viables, que puedan lograrse teniendo en
      cuenta: tiempo,
      base material de estudio, el nivel de entrada de los
      estudiantes y las posibilidades reales que ellos tienen de
      superar las insuficiencias, en los requisitos previos. Esto
      de ninguna manera quiere decir que no sean susceptibles de
      modificación y ajuste en relación con los
      intereses de los estudiantes o con las condicionantes que
      impone su propia realización a la práctica de
      la enseñanza.
    • Susceptibles de ser valorados, deben
      contener los indicadores de calidad que permitan su
      ulterior valoración.

    Una adecuada determinación y formulación
    de los objetivos del proceso de enseñanza aprendizaje
    potenciará la construcción de un aprendizaje
    participativo, dialógico y desarrollador, donde el
    estudiante se implique en ese proceso.

    Pero, ¿Cómo elaborar los objetivos de
    manera que los alumnos se impliquen en el proceso de su
    aprendizaje desde una visión comunicativa ?.

    Deben elaborarse de manera que tengan un sentido
    personal para el estudiante, lo cual no dependerá del
    contenido en abstracto de la actividad que en consecuencia debe
    realizarse, sino de la forma concreta en que se construya y se
    desarrolle por los mismos.

    En el objetivo debe quedar reflejado tanto la actividad
    a realizar cómo las condiciones que posibilitan el
    desarrollo
    personal del alumno y en su elaboración han de
    establecerse las relaciones necesarias que aseguren la
    implicación personal de los sujetos que participan en el
    proceso de aprendizaje, lo que significa combinar
    inteligentemente y con amplias dosis de flexibilidad lo que los
    profesores, expertos, interpretan como convenientes y lo que los
    alumnos consideran necesario, interesante, (expectativas), esto
    implica emocionalmente a ambos en el proceso que se realiza y
    potencia el
    proceso comunicativo , ya que en lo planteado se ven sus
    finalidades.

    Coll (1990:185) refiere que "el sentido que los alumnos
    atribuyen a una tarea escolar y en consecuencia los significados
    que pueden construir al respecto, no están determinados
    únicamente por sus conocimientos, habilidades, capacidades
    y experiencias previas, sino también por la compleja
    dinámica que se establecen en
    múltiples niveles entre los participantes, entre los
    alumnos y muy especialmente entre el profesor y los
    alumnos".

    Asumir lo planteado por este autor significa considerar
    los procesos de exteriorización e interiorización.
    El proceso de interiorización sin el de
    exteriorización no condiciona adecuadamente la unidad
    armónica entre lo cognitivo y lo afectivo.

    Para que esto último tenga lugar en el proceso de
    enseñanza aprendizaje que dirige el profesor se requiere
    una relación dialéctica entre lo programado y lo
    espontáneo y emergente. Esto condiciona a su vez la
    formación en que se diseñen y realicen las tareas,
    las actividades y los estilos de comunicación.

    En correspondencia, para que los objetivos impliquen a
    los estudiantes en el proceso de su aprendizaje
    proponemos:

    • Definir lo interesante y lo
      conveniente.
    • Flexibilidad entre profesores y
      alumnos.
    • Establecer los objetivos reflejando lo convenido,
      para que se individualicen y se conviertan para ambos en una
      tarea.

    Lo anterior debe lograrse desde la primera clase. Los
    estudiantes después de la presentación del tema a
    desarrollar por parte del profesor, deben plantear sus
    expectativas individuales y grupales, las cuáles deben ser
    recogidas y valoradas a la luz de los
    programas
    donde aparece la propuesta que el profesor debe
    cumplimentar.

    Se valoran las reflexiones realizadas y se establecen
    los objetivos a cumplir, para cada asignatura tema o
    unidad.

    El hecho de que los estudiantes participen en la
    elaboración de los objetivos y lo hagan suyo posibilita el
    desarrollo en ellos de recursos sicológicos como son: sus
    habilidades comunicativas, flexibilidad, reconceptulizar, tolerar
    ideas diferentes a las propias, aceptar otros puntos de
    vista.

    A. M Martinez , (1995:130) señala: "que el
    estudiante haga suyo los objetivos que se desean lograr es un
    momento esencial para el cumplimiento real y no formal de los
    mismos. La forma en que se presenten y se trabajen los objetivos
    con los alumnos, debe ser tal que se logre en la mayor medida
    posible su implicación con los mismos"

    Es necesario entonces, entender que los docentes somos
    esencialmente comunicadores y problematizadores, y no
    informadores o transmisores de un saber científico y
    socialmente establecido, y que, con base en la apropiación
    conceptual que el docente tenga de ese saber, es posible la forma
    de presentación del mismo en el aula de clase.

    A modo de resumen, a continuación ofrecemos
    algunas recomendaciones metodológicas que deben considerar
    los profesores para que desde la formulación de los
    objetivos generales, particulares y específicos en las
    asignaturas, temas y en cada clase respectivamente, se garantice
    la comunicación profesor alumno:

    • Deben ser lo más concreto
      posible y con una sola intención pedagógica, es
      decir, una sola acción de acuerdo a las condiciones
      reales existentes para su logro en tiempo y forma.
    • Elaborarse de forma clara para que sirvan como
      guía de orientación al trabajo del profesor y el
      estudiante.
    • Deben ser negociado con los alumnos, teniendo en
      cuenta los conocimientos antecedentes que poseen los
      estudiantes y los consecuentes que deben alcanzar durante el
      desarrollo de la unidad y en el sistema de
      clases, así como el nivel de desarrollo intelectual del
      grupo.
    • Que expresen lo que deben desarrollar los estudiantes
      tanto en lo intelectual, educativo, político,
      ideológico, ético, etc.,
    • Se debe tener presente el nivel de asimilación
      del conocimiento a lograr.

    En sentido general, los objetivos que respondan a un
    proceso de enseñanza aprendizaje participativo,
    comunicativo y desarrollador, promotor o agente del cambio
    educativo, deberán ser: orientadores, flexibles,
    personales, negociados y cognitivos, entre otros aspectos
    significativos.

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    Autora:

    Dra Gisela Bravo Lòpez

    Dra Maritza Cáceres Mesa

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