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Reinserción social en adicciones:



    Encuentro, desencuentro y reencuentro
    de la pareja

    Novena Jornada de la Fundación
    Viviré

    El tema general de la jornada nos convoca a preguntarnos
    por los desafíos de la vida y, entre ellos, nos propusimos
    exponer el de constituir, sostener y poder crecer
    en pareja.

    Los programas
    organizados para adictos han sido y son de gran valor para la
    recuperación de jóvenes. Sin embargo, no podemos
    dejar de reconocer los problemas que
    surgen al finalizar la etapa de residentes, cuando los
    jóvenes deben reintegrarse a su medio (familia, amigos,
    trabajo,
    etc.), en un proceso al que
    llamamos ¨ reinserción social ¨. Es en esta etapa
    cuando el trabajo con
    la familia o
    pareja se hace imprescindible, si bien no se deja nunca de lado
    al adicto en vías de reinserción.

    En realidad son muchos los obstáculos a vencer en
    este proceso, pero hoy aquí hemos decidido delimitar en
    forma breve lo que afecta a la pareja.

    • Para llevar adelante este tema tenemos que comenzar
      por reconocer tres puntos esenciales:
    • Las diferencias estructurales existentes entre ambos
      sexos.
    • El diferente modo de socialización entre hombre y
      mujeres.

    Y por último entender que encuentro, desencuentro
    y reencuentro es un proceso dialéctico que se da en
    cualquier pareja, pero que se hace mas difícil de
    transitar si a los problemas comunes le sumamos la
    adicción de alguno de los dos, sea el hombre o
    la
    mujer.

    1)

    Para establecer las diferencias estructurales es
    necesario tener en cuenta las distinciones entre varones y
    mujeres, comenzando por las consecuencias psíquicas que
    implican las diferencias anatómicas. Con el fin de poder
    desarrollarlo hemos rastreado algunos trabajos de Freud que nos van
    a permitir entender las diferencias estructurales a partir de los
    distintos caminos que deben transitar los niños y
    las niñas.

    Para ambos el primer objeto de amor es la
    madre, y esto se basa en las primeras vinculaciones que tiene el
    lactante con la persona que lo
    alimenta, lo cuida, lo limpia, lo viste, etc. Esta
    vinculación que se va dando durante los primeros
    años de vida nos permite por un lado, crecer y
    desarrollarnos, y por otro nos brinda la posibilidad para la
    constitución de un yo mas fuerte y de una
    imagen
    totalizadora, superando así el estado de
    indefensión, desamparo y desmembramiento con el que
    nacemos.

    Pero las diferencias se hacen notorias recién en
    la etapa fálica, a partir del reconocimiento de los
    genitales masculinos, y esto se da generalmente cuando la
    niña observa los genitales (pene) en un hermano o un
    compañero de juegos y lo
    compara con el suyo (clítoris). Tenemos que tener en
    cuenta para comprender esta etapa que ambos, tanto niñas
    como niños, obtienen satisfacción con el
    frotamiento o toqueteo de sus genitales (actividad
    masturbatoria).

    Ahora bien, Freud dice que hay un contraste en la
    conducta de ambos
    ante estas diferencias anatómicas:

    – El varón, al descubrir la región
    genital de la niña, se muestra
    indeciso, poco interesado, no ve nada o repudia su percepción. Recién mas adelante,
    ante una amenaza de castración, va a resignificar su
    descubrimiento.

    – Para la niña la reacción es otra. Se
    muestra interesada por su descubrimiento, y adopta su propio
    juicio: lo ha visto, sabe que no lo tiene, y quiere
    tenerlo.

    Lo que estamos describiendo es lo que Freud denomina
    ¨complejo de castración¨ , el cual determina
    distintas consecuencias en el complejo de Edipo de ambos
    sexos.

    Ya dijimos que el primer objeto amoroso del varón
    es la madre, y lo mantiene incluso en esta fase, cuando se
    intensifica la rivalidad con el padre, a quien quiere sustituir.
    Pero ante la resignificación de la amenaza de
    castración en el varón al descubrir los genitales
    femeninos, aparece un conflicto en
    donde prevalece el interés
    narcisista, es decir, la conservación de sus genitales,
    por sobre la carga amorosa en el objeto materno. Paulatinamente
    el niño se aparta del complejo de Edipo, las cargas de
    objeto quedan abandonadas y se sustituyen por identificaciones al
    padre.

    Para la niña el recorrido de esta etapa es mas
    complicado. Ya dijimos que para ella también es en la
    figura de la madre donde convergen las primeras cargas de objeto.
    Pero ante el reconocimiento de la diferencia de sus genitales con
    el de los varones se siente disminuida, en desventaja, y hace
    responsable a su madre de su condición. Esto le va
    generando sentimientos hostiles hacia ella y varios reproches, lo
    que desencadena en un apartamiento de la figura de la madre como
    objeto amoroso dando lugar a la evolución que conduce a la niña a
    una actitud
    femenina normal. Toma al padre como objeto, se orienta hacia
    él, con la expectativa de obtener el pene que la madre le
    ha negado. Pero la situación femenina se constituye cuando
    el deseo de tener un pene es sustituido por el deseo de tener un
    hijo. Por otro lado va abandonando la actividad de
    excitación clitoridiana e irá reconociendo de a
    poco su otra zona erógena que es la vagina. Es decir, lo
    mas satisfactorio es que la niña, futura mujer, en este
    recorrido cambia de objeto y de zona.

    Otra distinción a tener en cuenta es que la
    niña juega en la misma figura sus sentimientos de amor y
    de hostilidad, mientras que en el niño se bifurcan,
    resuelve su ambivalencia transfiriendo la hostilidad a la figura
    del padre.

    Una característica mas a destacar es que en el
    varón no se puede precisar su entrada en el complejo
    edípico pero sí la situación de su
    apartamiento, mientras que en la niña es exactamente al
    revés: se puede determinar su entrada, y se supone que su
    resolución se irá dando con la transferencia a
    otros objetos amorosos y con su maternidad.

    Por último, debemos decir que en el tratamiento
    con mujeres es importante tener en cuenta las vinculaciones con
    su madre que constituyen lo preedípico y determinan de que
    manera y forma se fue resolviendo o no la ambivalencia de sus
    sentimientos.

    2)

    El segundo punto es la diferente socialización
    que se realiza según el sexo.

    La mujer es educada como madre incondicional, es decir,
    se pone énfasis en la ayuda que deben brindar a sus
    compañeros y a sus hijos aún a costa de sus
    sentimientos de postergación. Se la toma así como
    un medio útil en consecución de fines para otros y
    se llega de esta forma a un abuso que ya no es simplemente de
    quien vive con ella, sino social, ya que si no logra cumplir con
    este mandato sufre una condena y es socialmente
    marginada.

    En lo que refiere al tratamiento de una adicción,
    por ejemplo, es un hecho que los grupos de mujeres
    han llegado a ser un pilar muy eficaz en la rehabilitación
    de sus esposos o novios, ya que los ayudan a revisar conductas,
    pero aún en este caso esto es posible porque se apela a su
    sensibilidad y se da por sentado el hecho concreto de
    que ellas los acompañan en el recorrido de su
    tratamiento.

    En cuanto a sus propios problemas de adicción,
    vamos a aclarar que la mujer, a diferencia del hombre, inicia su
    conducta adictiva o entra en el mundo de la droga porque
    tuvo que ver con un otro, o mejor dicho, con un él
    significativo, hecho que los traficantes conocen y del que se
    aprovechan utilizando a jóvenes para que seduzcan a
    jovencitas y las induzcan al consumo.
    Luego, salvo excepcionalmente, no son acompañadas por sus
    parejas a lo largo de su tratamiento, dado que socialmente no se
    espera esa actitud de un hombre, y su rehabilitación se
    produce casi siempre en función de
    una nueva pareja.

    El hombre, por su parte, es educado para ser activo y
    exitoso, se lo convoca a ser el gran proveedor y no se acepta su
    sensibilidad ni debilidad. Se le pide que controle todos sus
    impulsos y no se le perdonan sus excesos emocionales. Esta
    exigencia social es, precisamente, la que genera su
    adicción, ya que en muchos casos su estructura no
    puede soportar tal nivel de demanda. Mas
    aún, muchas veces su adicción pasa desapercibida si
    el consumo lo ayuda a cumplir con el rol esperado, sin pensar que
    del uso de la droga se pasa al abuso y luego a la
    adicción.

    Ahora bien, en casos de adicción tanto hombre
    como mujeres es necesario que se responsabilicen de sus
    conductas, que se suman y revisen sus acciones para
    luego encontrarse con el otro desde un lugar mas reflexivo, con
    autocrítica y controlando los propios impulsos. Pero el
    que acompaña a un adicto también se ve involucrado
    en este proceso y surgen inconvenientes, porque es necesario
    acompañar al otro sin postergarse, sin anestesiar los
    propios malestares. Por lo tanto, es preciso desarrollar
    habilidades, capacidades, participaciones alternativas basadas en
    la reflexión para lograr mantener el vínculo. De
    ahí la importancia del trabajo con novias y
    esposas.

    Las mujeres, a través de los grupos, comienzan a
    cuestionarse y correrse de un lugar para no sostener como un
    madre al hombre, pero sí para acompañarlo. Pareja
    refiere a algo que esta en paralelo, es decir, que no se cruza,
    no se apelmaza. En todo caso podemos ver al otro como una imagen
    que nos complementa, pero que no por eso deja de ser un individuo
    único, distinto e irrepetible. En este movimiento
    algunas mujeres deben modificar sus conductas altruistas de
    entrega para lograr un equilibrio, y
    otras deben aprender a salir del lugar de queja o demanda en el
    que se ubicaron durante la adicción de su novio o esposo.
    Es común escuchar en el consultorio a un hombre comentar
    acerca de la recriminación constante de la mujer, o bien
    el énfasis sobre lo soportado durante la adicción
    ya superada, o la especulación con los hijos. Y uno se
    pregunta: ¿Qué reclama? Y ¿Por qué?
    Es cierto que la mujer ha adquirido en los últimos tiempos
    mas espacios, derechos y reconocimiento,
    pero sin dejar el peso de las demandas ancestrales. Ej: trabajo +
    familia + casa. Y no logra encontrar un equilibrio ya que ha
    sufrido por mucho tiempo su
    postergación, e incluso podemos decir que sufrió
    pasivamente la actividad masculina (hombre: público
    – mujer: privado). ¿Y ahora? ¿Será que
    hace activo lo que sufrió pasivamente, aquel primer
    mecanismo de defensa adquirido por el ser humano del que nos
    habla Freud? ¿Qué exige? Quizás si comprende
    que su victimización es un fenómeno sostenido por
    las pautas culturales y no por su compañero o el hombre
    que tiene al lado se pueda avanzar en este terreno. Estamos en
    una sociedad que
    estereotipa el género. Es
    necesario democratizar los vínculos sin que se basen en un
    ejercicio de poder o de envidias. ¿Cómo? En este
    caso evitando atribuir al adicto toda la responsabilidad para sentirse a salvo, y sin
    tampoco querer sostener a costa de uno mismo una
    relación.

    3)

    Muchas veces las parejas se entraman junto con la
    adicción y una vez dado el proceso de
    rehabilitación ambos se reencuentran y les espera un arduo
    trabajo basado en el respeto, la
    autocrítica y la reflexión. Así llegamos al
    tercer punto a tener en cuenta. El tratamiento acentúa
    desencuentros en la pareja para dar lugar a reencuentros y
    así consolidar un nuevo encuentro, y aquí es donde
    nos preguntamos por el desafío de la vida en tanto
    cuestionarse y dudar para lograr constituir, sostener y crecer en
    pareja.

    El psicoanálisis nos enseña que la
    elección de objeto puede seguir dos normas
    diferentes:

    Puede inspirarse en el modelo
    primitivo infantil al que se lo llama tipo de apoyo o
    "anaclítico", y conforme a este modelo se busca a la mujer
    nutriz, o al hombre protector.

    Puede ser de carácter narcisista buscando y encontrando
    en otras personas al propio yo.

    En cualquier caso, todo encuentro en pareja se da desde
    lo imaginario porque uno busca en el otro una imagen que lo
    complemente. J. David Nasio dice: "El amado es sin duda una
    persona, pero es en primer lugar y por sobre todo esa parte
    ignorada en inconsciente de nosotros mismos que se
    desmoronará si la persona desaparece". Y esto es
    así porque en el encuentro con la persona amada en forma
    recíproca el otro nos devuelve una imagen, o sea nos da un
    reflejo en el espejo. Ahora bien, a la persona que elegimos le
    atribuimos diversos ideales (Ej: enamoramiento), y eso constituye
    la imagen inconsciente del ser amado. Cuanto mas excesivos son
    estos ideales, con el correr del tiempo mayor será la
    insatisfacción que el otro nos genere. Para ejemplificar
    nombraremos algunos ideales típicos que uno suele
    depositar en la pareja:

    • Mi elegido debe ser único e
      irremplazable.
    • Debe permanecer invariable o bien modificarse cuando
      yo lo requiero.
    • Debe sobrevivir a la pasión de mis
      sentimientos, ya sean de exagerado amor u odio
      destructivo.
    • Debe depender de mi amor, dejarse poseer y satisfacer
      mis caprichos.

    Todas estas son expectativas tan excesivas que de
    pretenderlas no pueden mas que acentuar la distancia entre la
    satisfacción soñada del deseo y su
    satisfacción real, efectiva. Por otra parte, es necesario
    que los ideales no se concreten, ya que es precisamente la
    diferencia entre lo posible y lo ideal la que genera el motor del deseo y
    la posibilidad de sostener una pareja.

    Uno de los retos que aquí proponemos en el marco
    del taller es la consideración, en un tratamiento, de los
    criterios de salud desde la tarea
    psicoanalítica sin dejar de tener en cuenta la
    dimensión socio-histórica que cobra vigencia al
    estudiar la subjetividad. Toda subjetividad es emergente de un
    proceso cultural dado por la época en que se vive y hoy la
    femeneidad y la masculinidad se encuentran en período de
    mutación y dado que los vínculos son
    dialécticos, cambiantes, no proponemos una mirada
    monolítica que sea de una vez y para siempre un ideal
    congelado. Buscamos una actitud de apertura y
    acompañamiento de los pacientes en la búsqueda de
    modalidades vinculares diferentes que no sean estereotipadas para
    que su reinserción sea lo mas fructífera
    posible.

    Para terminar queremos compartir una frase de Nasio. El
    refiere a la paradoja insuperable del amor:

    "Pese a ser una condición constitutiva de la
    naturaleza
    humana, el amor sigue
    siendo la premisa insoslayable de nuestros sufrimientos. Cuanto
    mas se ama, mas se sufre."

    Por último, buscamos un caso clínico, que
    no tiene que ver con la adicción pero es ejemplificador
    donde se ven las diferencias estructurales entre hombres y
    mujeres, las diferencias de socialización, los modelos e
    ideales, y los desencuentros, reencuentros y encuentros de la
    pareja.

    Caso clínico:
    MYRNA

    Miran era una mujer muy tradicional. Su estima se
    apoyaba en dos rubros principales: Ser hermosa y ser
    madre.

    Cuando no hablaba d su cuerpo o de sus vestidos, se
    refería a su casa y a las reformas decorativas que le
    realizaba periódicamente. Sus relatos pormenorizados del
    vinculo de pareja o las dificultades con sus hijos no dejaban
    espacio para la reflexión acerca de sí misma. Mas
    que una persona en sesión parecía un grupo.

    Su contrato conyugal
    fue expresado en forma explicita por el marido el día de
    la boda: "Vos ocupate de la casa y de los chicos. Yo me ocupo de
    los negocios, y
    vos en eso no intervengas."

    Al parecer un convenio tradicional. Sin embargo, esta
    necesidad de expresarlo en forma tan tajante e revelo durante la
    convivencia, no como expresión de una complementariedad,
    sino de una profunda RIVALIDAD NARCISISTA. Parecía un
    juego de
    niños en el que uno, trazando un limite imaginario en el
    suelo, le dice
    al otro: "Si vos cruzas la raya, te mato."

    Aunque al principio había aceptado como natural
    su rol domestico, Miran comenzó a experimentar un profundo
    malestar. Se sentía denigrada por su total falta de
    participación de las decisiones económicas mas que
    su esposo era afecto a los negocios especulativos y riesgosos,
    por lo tanto su vida y la de sus hijos se veían conmovidas
    por fuertes altibajos. Períodos de abundancia y otros de
    restricción, mudanzas, hipotecas,
    etcétera.

    En un momento ella logra el control legal de
    ciertos bienes y paso
    a ejercerlos en la práctica, impidiendo que sean
    enajenados. La violencia y la
    amenaza de ruptura fueron una característica constante del
    vínculo de pareja. Una hija quedo asignada a la madre y
    resultó buena ejecutora de sus aspiraciones postergadas,
    entre la que figuraba una carrera universitaria. La otra, aliada
    del padre se caracterizó por expresar desafío,
    desenfreno y trasgresión.

    La vida de Myrna transcurría entre el
    desafío a un esposo poderoso y sus claudicaciones
    fóbicas cuando llegaba el momento de una
    definición. Dependía de él, lo idealizaba y
    se sentía sin fuerzas para un desarrollo
    autónomo.

    La tarea analítica se centro en las dificultades
    para su autonomía personal, que no
    pasaba forzosamente en un divorcio como
    ella solía pensar, sino por una reestructuración en
    torno de objetivos y
    proyectos
    más personalizados y por la posibilidad de encauzar la
    actividad que ella sabía desplegar en el interior del
    hogar, por medio de tareas creativas o productivas en el mundo
    exterior.

    La coincidencia que se da en las mujeres criadas en un
    vínculo absorbente y aislado con su madre, entre el primer
    objeto de deseo y el Modelo o Ideal, se reedita en la
    relación con el marido. En efecto, también en la
    vida adulta coincide para nuestras mujeres el Objeto con el
    Modelo, ya que especialmente en aquellas criadas de forma
    más tradicional, su marido también representa lo
    que ellas hubieran deseado ser. Esto favorece las
    características narcisistas del vínculo y la
    transformación del Modelo en Rival n cuanto la mujer
    progresa en su individuación.

    Los hombres retienen la fusión con
    la imagen materna omnipotente, ya que ésta es la clave de
    su masculinidad social, y la mujer es requerida desde esta
    posición, no como otro percibido como diferente, sino como
    ayudante, muchas veces denigrado, de la propia
    consagración. Este tipo de pacto es el que caracterizaba
    el matrimonio de
    Myrna.

    A través del trabajo analítico se dio la
    posibilidad de que comenzara a trabajar en colaboración
    con el resto de la familia. El vínculo de la pareja
    mejoró, al disminuir la omnipotencia de que él
    hacia gala y aumentar la autoestima de
    Miran. Curiosamente, surgieron problemas con las hijas , ya que a
    partir de la inserción laboral de la
    madre, fue visualizada no sólo como más eficaz,
    sino también más emparejada o aliada con el
    padre.

    Este caso nos resulto interesante porque revela el
    carácter narcisista del contrato matrimonial tradicional y
    muestra como una redefinición, sólo disminuyendo
    diferencias favorece la alianza conyugal en lugar de
    obstaculizarla.

    Licenciada Claudia Montes de Oca

    BIBLIOGRAFÍA

    Introducción al Narcisismo. S. Freud Tomo
    II

    Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia
    sexual anatómica. S. Freud Tomo III.

    Sobre la sexualidad
    femenina. S. Freud. Tomo III.

    La femineidad. S. Freud. Tomo III.

    Del amor y del odio. Juan David Nasio

    Las mujeres en la imaginación colectiva. Ana
    Maria Fernández.

    Un dolor irresistible. Toxicomanía y
    pulsión de Muerte.
    Fernando Geberovich.

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