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Verdad y justificación en Putnam y Rorty




Enviado por Moris Polanco



    1. Verdad y
    JUSTIFICACIÓN en Putnam antes de 1994

    2. críticas
    a la noción de JUSTIFICACIÓN
    idealizada

    3. revisión
    del concepto de JUSTIFICACIÓN
    idealizada

    4. diferencias
    entre putnam y Rorty sobre la verdad y la
    JUSTIFICACIÓN

    Para ser leída en el Seminario
    Internacional

    Las Variedades del Pragmatismo

    Universidad Autónoma del Estado de
    Morelos

    Cuernavaca, México, 8
    de septiembre de 2001

    En 1992, Ana Rosa Pérez Ransanz, del Instituto de
    Investigaciones Filosóficas de la UNAM,
    escribió un artículo sobre Hilary Putnam
    titulado "Verdad y Justificación". Este artículo
    apareció en la Revista
    Diánoia del año mencionado, junto con otros
    del propio Putnam; de su esposa, Ruth Anna Putnam, y de otros
    destacados investigadores mexicanos y extranjeros. Al cabo de
    casi una década, parece justo hacer un balance de la
    crítica
    que Ana Rosa Pérez hacía a la posición de
    Putnam sobre la verdad y la justificación, a la luz de las
    últimas declaraciones del filósofo, pues parece ser
    que el profesor
    emérito de Harvard ha cambiado —una vez
    más— de posición.

    En esta comunicación me propongo abordar las
    siguientes cuestiones: (1) cuál era la posición de
    Putnam sobre verdad y justificación antes de 1994; (2)
    cuáles son (algunas de) las críticas que se han
    hecho a esta posición; (3) cuál es la
    posición actual de Putnam respecto a este problema; y (4)
    en qué se diferencia la posición de Putnam de la de
    Richard Rorty
    sobre el problema de la verdad y la
    justificación.

    1. Verdad y JUSTIFICACIÓN
    en Putnam antes de 1994

    En esta sección me propongo describir cuál
    era el pensamiento de
    Putnam sobre la relación entre verdad y
    justificación antes de 1994. ¿Por qué 1994?
    Porque en ese año, en el artículo titulado
    "Pragmatism" y publicado en el volumen 95 de
    Proceedings of the Aristotelian Society, Putnam escribe lo
    siguiente:

    Por unos cuantos años defendí el principio
    de que un enunciado es verdadero si y sólo si su
    aceptación estaría justificada bajo condiciones
    epistémicas suficientemente buenas. Aunque ya no acepto
    este principio (…) creo que es importante determinar en
    qué puntos se sostiene y en qué puntos
    falla.

    Parece ser, entonces, que 1994 es otro de los "turning
    points" de Putnam, y que la investigación puede centrarse en averiguar:
    (1) qué era lo que Putnam pensaba sobre verdad y
    justificación antes de ese año; (2) por qué
    abandonó esa posición; (3) qué es lo que
    piensa ahora. Desde luego, la investigación que nos
    proponemos realizar tiene más valor que el
    simple saber "qué es lo que dice Putnam" o "qué es
    lo que piensa Putnam" sobre este problema. Se trata de saber
    cómo se relacionan estos dos importantes conceptos, y
    qué teoría
    podemos construir a partir de ellos.

    Dejando a un lado los preámbulos,
    ¿qué es lo que Putnam pensaba sobre la
    relación entre verdad y justificación antes de
    1994? Básicamente, que la verdad no se identifica con la
    justificación, pero sí con la
    justificación idealizada. Esto quiere decir que,
    mientras se supone que "la verdad es una propiedad
    perenne de un enunciado, (…) la justificación puede
    perderse"[2].
    ¿En qué sentido dice Putnam que "la verdad es una
    propiedad perenne de un enunciado"? Creo que Putnam se refiere a
    aquella intuición básica del realismo de
    que la verdad no depende de lo que nosotros pensemos; que el
    enunciado "la tierra es
    redonda" es o no es verdadero, y que lo que sea el caso es
    independiente de lo que a nosotros nos parezca en cualquier
    momento de la historia. No sucede
    así con la justificación, esto es, con las razones
    que tenemos para creer en la verdad de los enunciados.
    ¿Tengo suficientes razones para creer que la tierra es
    plana? Si vivo en el año mil antes de Cristo, seguramente
    sí. Dada la evidencia disponible, no se me ocurre pensar
    que pueda ser de otra manera. Ahora bien, la
    justificación, a diferencia de la verdad, no es una
    "propiedad perenne" de los enunciados: puede cambiar. Las razones
    que tengo para creer que la tierra es aproximadamente redonda no
    son las mismas que las que hubiera podido tener de haber vivido
    en el año 1600, y seguramente no serían las mismas
    si viviera en el año 3000. De manera que "verdad" no es
    igual a "justificación". Con otras palabras, aquello que
    hace verdadero o falso un enunciado es distinto de mis
    creencias, de las razones que tengo para creer en la verdad de
    ese enunciado. En este sentido, Putnam podría ser llamado
    externalista con relación a la verdad y la
    justificación, pues un externalista, como sabemos, cree
    que "aquello que hace verdadera o falsa una creencia debe ser
    algo distinto de las creencias mismas"[3].

    So far, so good. Ahora, ¿por qué
    dice Putnam que verdad sí puede ser igual a
    "justificación idealizada"? ¿Qué se entiende
    por "justificación idealizada"? Janet Folina lo explica de
    la siguiente manera:

    p es verdadero si y sólo si una comunidad humana
    inteligente, racional y adecuadamente educada eventualmente llega
    a un acuerdo para afirmar que p, suponiendo que las condiciones
    epistémicas fueran ideales (o lo suficientemente
    ideales)[4].

    Notemos que en esta posición sí se hace
    depender la verdad de la justificación, con lo cual Putnam
    deja de ser externalista y se convierte en internalista. En
    efecto, como nos recuerda Ana Rosa Pérez,

    En la perspectiva internalista (…) se parte de la
    intuición de que todos nuestros conceptos
    —incluyendo el de verdad— y todas nuestras creencias
    dependen fuertemente de las capacidades y recursos con los
    que contamos en tanto seres racionales y sensibles. De
    aquí que aquello que consideramos como el mundo
    esté, al menos en parte, constituido por el
    conocimiento que tengamos de él. (…) Y de
    aquí que la verdad deba analizarse en términos de
    las razones que tenemos, o podemos tener, para
    creer[5].

    Si en la perspectiva externalista la verdad es
    completamente independiente de la justificación (de las
    razones que tenemos para creer), en la perspectiva internalista
    no puede concebirse la verdad como aislada e independiente de las
    razones que tenemos para creer. Pero, ¿cómo se
    salva, en la perspectiva internalista, el "carácter perenne de la verdad" que Putnam
    desea conservar? Con su visión de la verdad como
    "justificación idealizada" es posible sostener que toda la
    comunidad de seres racionales y sensibles esté equivocada
    acerca de algo (por ejemplo, acerca de la naturaleza de
    la luz o del magnetismo), pues
    siempre es posible suponer que las condiciones
    epistémicas no son las ideales.

    De manera —dice Folina— que la verdad es
    distinta del consenso comunitario en un tiempo dado, e
    incluso en largos períodos de tiempo, pero no es
    independiente del consenso a lo largo de todo el
    tiempo
    [6].

    ¿Qué significa que la verdad no es
    independiente del consenso a lo largo de todo el tiempo?
    Básicamente, que la verdad no puede quedar completamente
    fuera de nuestras posibilidades de verificación. Es decir,
    que cuando yo entiendo que un enunciado es verdadero o falso (por
    ejemplo, si digo que en la ciudad de Cuernavaca existió
    hace mil años una cultura
    avanzada) entiendo, eo ipso, que ese enunciado puede, de
    alguna manera y en algún tiempo, verificarse.

    En su importante discurso de
    1976, Realism and Reason, Putnam acusa al realismo
    metafísico de incoherencia, por sostener, entre otras
    cosas, que la verdad es "radicalmente no epistémica", es
    decir, independiente de nuestras posibilidades de
    verificación. A partir de ese año, y sobre todo en
    Razón, verdad e historia (1981), Putnam desarrolla
    su "realismo interno", el cual sostiene que verdad es lo que es
    racional creer, supuestas unas condiciones ideales de
    verificación. Verdad y justificación, en el
    realismo interno, son inseparables, pero la verdad no se hace
    depender de las posibilidades actuales de verificación,
    sino de unas condiciones ideales.

    El problema con esta posición surge de inmediato
    cuando uno se pregunta qué tan ideales son o deben ser las
    condiciones de verificación. ¿Son ideales en el
    sentido de inalcanzables? ¿O son ideales en el
    sentido peirceano de la opinión final de la
    comunidad de investigadores que sobrevive toda evidencia
    experimental y todo escrutinio lógico[7]?
    En el prólogo de Realismo de rostro humano, Putnam
    niega que alguna vez haya tenido en mente algo similar a la idea
    de Peirce de la ciencia
    acabada, y se detiene brevemente a explicar qué es lo que
    él entiende por condiciones epistémicas
    ideales:

    Por una situación epistémica ideal quiero
    decir algo como esto: si yo digo "hay una silla en mi estudio",
    una situación epistémica ideal sería estar
    en mi estudio con las luces encendidas o con luz de día
    entrando por la ventana, con ningún problema con mi vista,
    con una mente no confusa, sin haber tomado drogas o haber
    sido sometido a hipnosis, etcétera, y mirar y ver si
    ahí hay una silla[8].

    Se ve, entonces, que Putnam entiende por
    "situación epistémica ideal" una situación
    epistémica "suficientemente buena"; no se refiere a ideal
    en el sentido de inalcanzable. Pero, ¿no es cierto, acaso,
    que las condiciones ideales para muchos tipos de enunciados de
    hecho
    son inalcanzables? Por ejemplo, ¿cuándo
    estaré en la condición ideal para verificar que
    hace dos mil años hubo un conejo donde ahora está
    mi casa? De hecho, nunca. Sin embargo, si puedo admitir la
    oración anterior, es porque puedo imaginar condiciones de
    justificación que, ciertamente, están más
    allá de mi experiencia, pero que, sin embargo, no son
    imposibles. La verdad no se fundaría, entonces, en las
    condiciones actuales de verificación o
    justificación, sino en unas condiciones ideales o
    supuestas.

    Antes de pasar a examinar por qué Putnam
    abandonó esta noción de verdad como
    justificación idealizada, conviene que nos detengamos a
    analizar algunas de las críticas que en su momento le
    fueron hechas.

    2. críticas a la
    noción de JUSTIFICACIÓN
    idealizada

    Para Ana Rosa Pérez, la tesis de la
    verdad como justificación idealizada se encuentra en
    tensión con la tesis, también sostenida por Putnam,
    de la relatividad conceptual. La tesis de la relatividad
    conceptual sostiene que "los objetos no existen
    independientemente de los esquemas conceptuales". Esto quiere
    decir que no hay un uso de "existir" que sea inherente al mundo
    mismo; que no existe una correspondencia única entre las
    palabras y los elementos del universo del
    discurso; que no existen propiedades "al margen de cualquier
    contribución hecha por el lenguaje o
    la mente"[9].
    O bien, con palabras de Putnam, que "los 'objetos' no existen
    independientemente de los esquemas conceptuales. Desmenuzamos el
    mundo en objetos cuando introducimos uno u otro esquema
    descriptivo, y puesto que tanto los objetos como los símbolos son internos al esquema
    descriptivo, es posible indicar cómo se
    emparejan"[10].

    "El que los objetos no existan independientemente de los
    esquemas conceptuales —observa Ana Rosa Pérez—
    implica que pueden existir teorías
    con ontologías incompatibles que sean ambas
    verdaderas"[11].
    Podemos pensar, por ejemplo, en la ontología de los monstruos de la
    película "El Depredador". Muy probablemente, su manera de
    interpretar las interacciones físicas entre los cuerpos
    sea distinta de la nuestra. Es posible que no podamos siquiera
    imaginar cómo ellos se representan esas interacciones.
    Pero eso no significa que no pueda ser verdadera. "Esto
    simplemente quiere decir —continúa Ana Rosa
    Pérez—, en idea de Putnam, que diversas
    representaciones, diversos lenguajes, diversas teorías,
    son igualmente buenos en ciertos contextos. En esto consiste el
    pluralismo"[12].

    Es una tesis muy atractiva. Pero, se pregunta Ana Rosa
    Pérez, ¿dónde queda entonces la idea de la
    estabilidad o convergencia de la verdad? En efecto, en
    Razón, verdad e historia, Putnam había
    sostenido que

    es de esperar que la verdad sea estable o 'convergente';
    [pues] si tanto un enunciado como su justificación
    pudieran 'justificarse', aun cuando las condiciones fueran tan
    ideales como se pudiera esperar, no tiene ningún sentido
    pensar que el enunciado tiene un valor de
    verdad[13].

    Supongamos, por ejemplo, que nuestros depredadores
    pensaran que no existen agentes causales que median la acción
    entre los cuerpos, sino que representaran las interacciones
    físicas en términos de campos. Según la
    tesis de la relatividad conceptual, ambas teorías
    podrían ser correctas, pues cada "especie" —nosotros
    y los depredadores— ve lo que ve de acuerdo a su sistema
    referencial, que no viene dado por el mundo. Pero,
    según la visión de la verdad como "propiedad
    perenne de los enunciados", una de las dos teorías
    tendría que estar errada, pues de lo contrario no
    tendría sentido decir de cualquiera de ellas que posee la
    propiedad que llamamos "verdad".

    La conclusión de Ana Rosa Pérez es que el
    realismo interno, con su tesis de la relatividad conceptual, no
    puede admitir la noción realista de verdad como "propiedad
    perenne de los enunciados". Esto implica que sólo existe
    la justificación.

    Se me ocurre pensar que Putnam respondería que
    "igualmente buenas" no supone decir "igualmente verdaderas". De
    hecho, la expresión que Putnam utiliza en el ejemplo de
    las dos teorías sobre la interacción física entre cuerpos
    es "igualmente correctas". "Correcto" es lo que vale para un
    cierto tiempo, un cierto marco de referencia, unos ciertos
    datos. A nadie
    se le ocurre pensar que una teoría "correcta" pueda ser la
    verdad última. Es posible suponer que si fuéramos
    capaces de dialogar con los temibles depredadores,
    podríamos arribar a una mejor teoría sobre las
    interacciones entre los cuerpos. Podemos, incluso, suponer
    más: que si los depredadores tienen algo como lo que
    nosotros llamamos "teoría", tampoco pensarán que es
    la verdad última sobre la realidad. Si tienen una
    noción de verdad (y tener una noción de
    teoría implica tener una noción de verdad)
    probablemente pensarán como nosotros: que la verdad es una
    propiedad perenne de los enunciados.

    Continuando con la crítica de Ana Rosa
    Pérez. Dice la profesora de la UNAM que "la teoría
    de la verdad como idealización descansa en el supuesto de
    que existe una noción de justificación que
    está por encima de los esquemas
    conceptuales"[14].
    Estoy de acuerdo. Y esa noción de justificación es
    la justificación idealizada. Para Putnam, es importante
    distinguir entre justificación "aquí y ahora" y
    justificación en condiciones ideales. La verdad puede
    equipararse con la justificación en condiciones ideales,
    pero no así con la justificación "para nosotros",
    pues esto equivaldría a hacer depender la verdad del
    consenso comunitario en un tiempo dado, y sería simple
    relativismo. Dice Putnam:

    la idea de que hay una noción de
    justificación que es transcultural y […], no
    paradigmática —no simplemente una criatura de la
    epistemología local y de los
    estándares de la época— es una idea correcta
    e importante[15].

    Ana Rosa Pérez encuentra dos problemas con
    esta línea de argumentación. El primero, que cuando
    Putnam habla de "nuestra idea de justificación", no
    queda claro si se refiere al sujeto de una racionalidad
    universal, a la manera del sujeto kantiano, o bien, si se refiere
    a los sujetos de cada esquema conceptual, dado que los esquemas
    conceptuales desde los cuales se constituye el mundo son
    construidos por comunidades concretas. En este último
    caso, se pregunta Pérez Ransanz, "¿dónde
    recortaría Putnam la comunidad que detenta las nociones de
    verdad, justificación y racionalidad, a las que él
    se refiere?"[16].

    El segundo problema que encuentra Ana Rosa Pérez
    con la argumentación de Putnam es que, si de postular se
    trata, igual podemos postular la noción de
    correspondencia como una idea correcta e importante. Si es
    cierto que "cuando se afirma que un enunciado es verdadero, se
    está queriendo decir algo que va más
    allá de la mera justificación de
    hecho"[17],
    no se ve por qué ese algo más tenga que ser
    la noción internalista "el enunciado sería
    justificable en condiciones ideales", en lugar de la
    noción externalista "así es como son las
    cosas".

    Con respecto a la segunda objeción, yo
    diría que acierta en señalar la importancia que
    debemos conceder a nuestras nociones ordinarias de verdad,
    objetividad y racionalidad. Putnam ha sido uno de los más
    firmes defensores de este "realismo natural". Sin embargo,
    debemos recordar que Putnam, entre 1976 y 1994, adopta una
    postura internalista, y que todo su esfuerzo en esos años
    está dirigido a mostrar que podemos encontrar sentido a
    las nociones de verdad, objetividad y racionalidad desde una
    perspectiva internalista. Su tarea, de alguna forma,
    consistió en tratar de hacer ver que también la
    perspectiva internalista tiene sentido —o incluso
    más sentido que la perspectiva externalista—. Es
    importante que nuestras explicaciones no desborden el sentido
    ordinario de nuestros términos y nuestras intuiciones,
    pero también es verdad que ese "sentido ordinario" muchas
    veces ha sido configurado, aunque sea muy lentamente, por las
    conclusiones de los filósofos. Si no, pensemos en lo mucho que
    ha influido en nuestra noción ordinaria de verdad la
    definición escolástica de verdad como
    adecuación entre el pensamiento y la realidad.

    Con respecto a la primera objeción, sobre que no
    queda claro cuál es el sujeto de "nuestra idea de
    justificación", diría que Putnam está
    pensando en una racionalidad universal. Aunque ciertamente existe
    una diversidad de esquemas conceptuales desde los cuales cada
    comunidad construye su mundo, es claro que no lo hace
    aisladamente, sino teniendo siempre en cuenta, por decirlo
    así, el juicio de las demás comunidades, sobre la
    base de que compartimos una racionalidad que nos permite
    entendernos y criticarnos.

    Pero esta crítica de Pérez Ransanz apunta
    a algo que ya ha sido señalado por otros autores: la
    excesiva trascendentalización de las condiciones de
    justificación. Para Pérez, "la verdad como
    justificación parece remitir a un sujeto muy cercano al
    sujeto kantiano"[18].
    Para Janet Folina, resulta difícil aprehender el concepto de
    justificación idealizada si siempre "trasciende la
    experiencia de primera mano, si es un concepto
    'límite'"?[19].

    Esta crítica me acerca ya a la autocrítica
    que Putnam hace de su concepto de justificación
    idealizada, que es lo que lo lleva a modificar su posición
    hacia 1995. Paso ahora a detallar ese cambio.

    3. revisión del concepto
    de JUSTIFICACIÓN idealizada

    En sus Dewey Lectures de 1994, Putnam
    escribe:

    [S]i, en la concepción que hemos heredado de la
    filosofía
    moderna, existe un problema para saber cómo, sin
    postular alguna forma de magia, podemos tener acceso referencial
    a cosas externas, existe un problema igual para saber cómo
    podemos tener acceso referencial, u otra forma de acceso, a una
    situación epistémica suficientemente
    buena[20].

    En efecto, si la principal dificultad del realismo
    metafísico es explicar cómo sabemos que determinada
    relación de referencia es la correcta o la pretendida por
    la naturaleza, el realismo interno también tiene que
    explicar cómo sabemos que determinada situación
    epistémica es la ideal. Pero, si observamos
    cuidadosamente, detrás de esta preocupación late la
    noción de un mundo que se autoconstituye, de relaciones
    "pretendidas por la naturaleza".

    En las Dewey Lectures, Putnam reconoce que antes
    de 1994 estaba preso en la imagen
    representacionista del mundo, heredada de la epistemología
    empirista del siglo XVII. Según esa concepción, no
    conocemos las cosas directamente, sino sólo sus imágenes o
    representaciones mentales. Pero esa teoría hace parecer
    cosa de magia que podamos tener acceso a cualquier cosa fuera de
    los estados mentales, y por lo tanto hace imposible suponer que
    el mundo o la realidad pueda decirme si me encuentro en la
    situación epistémica ideal.

    Ahora bien, no es el mundo o la realidad la que me va a
    decir si me encuentro en la situación epistémica
    ideal, y sin embargo —insiste Putnam— es una
    noción con sentido para los seres humanos. ¿De
    dónde procede el sentido, en este caso? Para Putnam,
    procede de la manera en que los seres humanos empleamos esas
    palabras. Cito a Putnam en un comentario de 1994:

    Aunque ya no acepto esa descripción [de la verdad como
    justificación idealizada], enfatizo que lo que esa
    fórmula pretendía era conectar la noción de
    verdad con la forma en la que las palabras son usadas (incluyendo
    el acto de habla de la aseveración) y con las nociones de
    aceptabilidad racional y de condiciones epistémicas
    suficientemente buenas. Aún creo que nuestra
    comprensión de la noción de verdad está
    inextricablemente entretejida con nuestra comprensión de
    esas nociones[21].

    El panorama que se aprecia sigue siendo internalista:
    "verdad", "aceptabilidad racional", "condiciones
    epistémicas ideales" son nociones que están
    interconectadas. Pero no son nociones que existan sólo
    como representaciones en mi mente de algo que "está
    ahí fuera" y que nunca podré conocer plenamente,
    sino que son nociones que se refieren directamente a los objetos
    de la realidad —desde luego, teniendo siempre en cuenta que
    los objetos no se autoconstituyen, sino que son resultado o
    producto de
    nuestra interacción cognitiva con la
    realidad—.

    La otra autocrítica de Putnam a la noción
    de justificación idealizada es la siguiente: no siempre
    que acepto un enunciado como verdadero estoy en condiciones de
    justificar mi creencia. Con otras palabras, existen usos de la
    palabra "verdad" que trascienden totalmente nuestras
    posibilidades de reconocimiento o verificación.
    Consideremos el siguiente enunciado (propuesto por
    Putnam):

    "No existe ningún conjunto de estrellas ordenado
    en forma de polígono de cien lados."

    Si es verdadero, no existe manera alguna en que podamos
    saberlo. Ahora bien, lo importante es darse cuenta de que, aunque
    en la mayoría de los casos (en los enunciados acerca de
    las cosas de la vida diaria), verdad y aceptabilidad idealizada
    sí coinciden, esto no quiere decir que verdad signifique o
    sea equivalente a aceptabilidad idealizada, sino que

    primero, es parte de nuestra concepción del mundo
    que estos enunciados [los de la vida diaria] puedan ser
    verificados bajo condiciones epistémicas suficientemente
    buenas (cuando son verdaderos); y segundo, la existencia de
    enunciados de esta clase es un
    prerrequisito conceptual para la comprensión del
    lenguaje[22].

    Al final de este período de crítica y
    autocrítica de la noción de verdad como
    justificación idealizada, Putnam llega a dos conclusiones,
    estrechamente ligadas: primero, que no es posible ofrecer una
    definición formal de verdad, y que es preferible, en todo
    caso, contentarse con ofrecer "elucidaciones informales" de la
    misma; y segundo, que no puede reducirse la verdad a una
    noción epistémica, y que sólo es posible
    —y conveniente— mostrar la forma en que verdad y
    aceptabilidad racional están conectadas.

    Paso ahora a exponer brevemente lo que piensa el
    último Putnam con relación a estos
    temas.

    verdad y JUSTIFICACIÓN en el último
    Putnam

    En una entrevista que
    le hiciera el profesor Ramón Del
    Castillo a Putnam con ocasión de su visita a Madrid en
    1997, y hablando sobre el tema de la verdad y la
    justificación, Putnam dice que "todo eso pertenece en
    cierto modo a una etapa del pasado, porque he abandonado todo ese
    intento de definir la verdad en términos de aceptabilidad
    racional"[23].
    No son palabras muy alentadoras para los que seguimos la evolución de su pensamiento, pero en todo
    caso lo importante es conocer sus razones y ver qué
    podemos aprender de esos cambios intelectuales.

    En la mencionada entrevista, Putnam ofrece un ejemplo
    similar al que daba en su artículo "Pragmatism" sobre el
    conjunto de estrellas ordenado en forma de polígono de
    cien lados para explicar por qué rechaza ahora la
    noción de verdad como aceptabilidad racional idealizada.
    "Creo que hay algo contraintuitivo en ello —dice
    Putnam— porque hay productos de
    la imaginación que podrían ser verdad, que podemos
    entender y que no son verificables bajo condiciones ideales".
    Como ejemplo de esos productos de la imaginación Putnam
    propone la idea de que puedan existir extraterrestres
    inteligentes. Sabemos, a la vez, que podría ser verdad, y
    que nunca estaremos en condiciones de verificarlo. Putnam
    señala, además, que "en este punto hay una ruptura
    con el pragmatismo,
    porque los pragmatistas siempre intentan conectar de alguna
    manera, por muy generosa y laxa que sea, la verdad con la
    verificabilidad".

    Por otra parte, Putnam llama la atención sobre el hecho de que enunciados
    como los anteriores (de estrellas y de extraterrestres) son la
    excepción. Que conviene fijarse en los enunciados de la
    vida ordinaria. Y ahí sí es aceptable vincular
    condiciones ideales con la verdad de los enunciados. Nuestro
    concepto ordinario de montaña, por ejemplo, incluye un
    conjunto de características vinculadas con nuestras
    posibilidades de verificación; por ejemplo, que una
    montaña tiene que ser lo suficientemente grande como para
    ser vista a distancia en condiciones normales, por personas
    normales. Pero esto no es todo lo que se puede y se debe decir.
    Putnam agrega, ahora, algo que a primera vista sorprende: que la
    aceptabilidad depende de la verdad.

    Resulta que, "para que un enunciado sea verificable,
    tienen que darse muchas condiciones de fondo. Los enunciados que
    forman ese fondo no se pueden verificar". En este sentido la
    aceptabilidad depende de la verdad: en el sentido de que se apoya
    en ciertos enunciados cuya verdad no podemos poner en duda.
    "Algunas cosas son tan básicas —dice Putnam—
    que si tratas de imaginarlas como falsas se derrumba el propio
    juego de
    lenguaje".
    Este argumento, como sabemos, se encuentra en Sobre la
    certeza
    , de Wittgenstein, y no sería de
    extrañar que las matizaciones que en los últimos
    años ha ido haciendo Putnam a su posición sobre
    estos temas se deban, en gran parte, a su lectura del
    filósofo vienés.

    Otro aspecto en el que se aprecia el influjo de las
    ideas wittgensteinianas en Putnam es en la noción de forma
    de vida como sustrato de nuestros conceptos, incluidos los de
    verdad y justificación. Putnam advierte que el uso de un
    concepto no puede separarse de la forma de vida que le da origen.
    En efecto, parte de lo que Wittgenstein quiere establecer con su
    discusión sobre "seguir una regla"[24],
    dice Putnam, es "librar­nos de la idea que pensar acerca de
    algo pueda ser una actividad aislada, sin soporte en otras
    actividades, lingüísticas y no
    lingüísticas"[25].
    Por ejemplo, para poder imaginar
    al General Eisenhower recibiendo la rendición alemana que
    terminó con la Guerra en
    Europa en 1945,
    uno debe saber quién fue Eisenhower, qué estaba
    pasando en Europa en esos años y qué es un acto de
    rendición. Parafraseando lo que Wittgenstein dice sobre
    cómo seguir una regla, Putnam escribe: "podría
    decirse que pensar no es algo que sólo una persona
    podría hacer, y sólo por una vez"[26].
    Pensar, usar signos, es
    algo más complejo que producir ruidos o rayas bajo ciertas
    condiciones.

    En Wittgenstein descubre Putnam, también,
    más razones para seguir rechazando el realismo
    metafísico. En efecto, el realismo metafísico
    separa la propiedad "ser verdad" del significado de las
    oraciones, de manera que una oración cualquiera es
    verdadera o falsa sin importar el significado de lo que afirma,
    ni quién lo afirma, ni bajo qué circunstancias lo
    afirma. Si digo "esa silla es blanca", mi afirmación es
    verdadera si corresponde a la realidad. Pero Wittgenstein
    observa[27]
    que si preguntamos a qué realidad nos estamos
    refiriendo, sólo podemos responder usando la
    oración misma[28]
    (a "la silla", al "color azul").
    Para Putnam,

    la noción de verdad y la noción de
    proposición se relacionan como un par de engranajes en una
    máquina; ninguna es el fundamento de la otra. Nuestra
    comprensión de qué es verdad, en un caso particular
    (y puede resultar que sea diferentes cosas), viene dado por
    nuestra comprensión de la proposición, y eso a su
    vez depende de nuestro dominio del
    "juego del lenguaje", con lo cual Wittgenstein quiere decir "el
    conjunto, que consiste de lenguaje y de las acciones en
    las cuales está tejido"[29].
    Hay un cierto "holismo" aquí: saber qué es verdad
    en un caso particular depende del conocimiento
    del uso de los signos en el juego de lenguaje, de la misma forma
    que conocer qué es el ajedrez
    depende del conocimiento del uso de las diferentes piezas del
    juego[30].

    Si esto es así, debemos abandonar la idea de que
    debe de existir una forma, y sólo una, en que el
    pensamiento corresponda a la realidad. Esto es lo que Putnam
    llama "la fantasía de imaginar que la forma de todo
    conocimiento posible está fijada por anticipado de una vez
    por todas"[31].
    Putnam descubre en Wittgenstein una invitación a dejar de
    investigar la naturaleza de la correspondencia bajo el supuesto
    de que es única. Cuando se trabaja con ese supuesto, se
    espera poder explicar la correspondencia (y la verdad) en
    términos de representaciones, o de mapas neuronales,
    o de manejo sintáctico de signos, o de habilidades de
    verificación. Esta forma de ver las cosas deja de lado la
    posibilidad de que el lenguaje de la ética, el
    de la religión, el de las matemáticas y cualquier otra forma o juego
    de lenguaje, puedan "corresponder a la realidad". No podemos
    juzgar la ética o la religión desde la psicología o la
    ciencia
    cognitiva, por ejemplo, porque esto es ignorar el hecho de que
    cada discurso tiene sus propias reglas de juego: "por una parte,
    considerar una afirmación o una creencia o un pensamiento
    como verdadero o falso es considerar que es correcto o
    incorrecto; por otra parte, el tipo de corrección o de
    incorrección de que se trata en cada caso varía
    enormemente de acuerdo al tipo de discurso"[32].

    Nos queda pendiente únicamente comparar estas
    ideas de Putnam sobre verdad y justificación con las de
    Richard Rorty. No intentaré abordar toda la
    problemática, que como puede suponerse, es muy compleja, y
    nos tomaría más tiempo del que disponemos. Me
    limitaré a señalar unas diferencias que considero
    esenciales.

    4. diferencias entre putnam y
    Rorty sobre la verdad y la
    JUSTIFICACIÓN

    En el primer capítulo de Realismo de rostro
    humano, Putnam dedica especial atención a formular los
    principios
    que, en su opinión, explican la relación entre
    aceptabilidad garantizada (o justificación) y acuerdo
    cultural. Esos principios son los siguientes:

    (1) En circunstancias ordinarias, normalmente es una
    cuestión de hecho si las afirmaciones que las personas
    hacen están justificadas o no.

    (2) Si un enunciado está justificado o no, es
    independiente de si la mayoría de los pares culturales de
    uno diga que está justificado o injustificado.

    (3) Nuestras normas y
    estándares de aceptabilidad racional [de
    justificación] son productos históricos,
    evolucionan con el tiempo.

    (4) Nuestras normas y estándares siempre reflejan
    nuestros intereses y valores.
    Nuestra imagen del florecimiento intelectual es parte de nuestra
    idea del bien humano en general, y sólo tiene sentido como
    tal.

    (5) Nuestras normas y estándares de cualquier
    cosa —incluyendo la aceptabilidad racional— son
    susceptibles de reforma. Hay mejores y peores
    estándares[33].

    Rorty afirma que admite sin inconvenientes los
    principios (3), (4) y (5) de la lista anterior, pero que tiene
    reservas en cuanto a los dos primeros. Es decir, acepta los
    principios que se refieren a la raíz histórica y
    cultural de nuestros estándares, así como a su
    carácter mutable, pero rechaza distinguir
    justificación de verdad. El problema es el concepto de
    objetividad implicado en ellos. Si el origen de la objetividad se
    pone en la comunidad, Rorty los acepta sin restricción. Si
    se trata, en cambio, de colocarla en algo que trascienda el
    acuerdo comunitario, le parece que es algo que no tiene
    sentido.

    Para Rorty, la única manera posible de afirmar
    que alguien puede estar en lo correcto, aun cuando todas las
    demás personas piensen lo contrario, es sostener que
    existe algún "orden natural de razones" que fundamente su
    afirmación, lo cual equivale a una determinación
    sub specie aeternitatis de la aceptabilidad[34].
    El problema para Putnam, dice Rorty, es explicar qué
    entiende por "aceptabilidad racional idealizada" sin caer en la
    utopía o recaer en el realismo metafísico. La
    propuesta del propio Rorty es identificar "aceptabilidad racional
    idealizada" con "aceptabili­dad para nosotros lo mejor que
    podamos". Cito a Rorty en su artículo "Putnam and the
    Relativist Menace":

    Cuando Putnam dice que "la razón es a la vez
    trascendente e inmanente", puedo estar de acuerdo con él.
    Esto porque todo lo que yo puedo querer decir por "trascendente"
    es "apuntando más allá de nuestras prácticas
    presentes, moviéndonos en la dirección de nuestras (posiblemente)
    diferentes prácticas futuras". Pero esto no es lo que
    Putnam quiere decir, porque él considera que esta
    afirmación implica que "la filosofía, como una
    reflexión cultural y como argumentos acerca de las
    cuestiones eternas, es tanto temporal como eterna"[35].

    Estoy de acuerdo con Rorty en que, en el fondo, las
    diferencias entre él y Putnam se reducen a una diferente
    concepción de la filosofía y del ser humano. El
    propio Rorty ha notado cómo "la diferencia subyacente"
    entre su pensamiento y el de Putnam

    tiene que ver —dice Rorty— con el ferviente
    fisicalismo que él y yo alguna vez compartimos, y del
    cual, como él afirma correctamente, yo todavía
    conservo una huella (…). Putnam, sin embargo, no se siente
    cómodo con esta imagen de los humanos como "animales un poco
    más complicados". Le disgusta, tanto como el fisicalismo,
    el cientificismo y el reduccionismo[36].

    Rorty es de los que están ansiosos por ver
    cómo será una cultura que se haya desecho de la
    idea del punto de vista divino. Putnam, que comparte con Rorty la
    idea de que es necesario acabar con el proyecto
    filosófico de la Modernidad (el
    proyecto que hace de la filosofía el "fundamento" de todos
    los demás conocimientos), no cree, sin embargo, que ello
    implique el fin de la filosofía. Para Putnam, el error que
    cometen Rorty y los posmodernos franceses es suponer que lo
    opuesto a la inocencia premodernista, a la que efectivamente no
    podemos ni debemos volver, es el relativismo adolescente. Todo
    estriba, como señala James Conant, en una distinta
    interpretación de las enseñanzas del
    segundo Wittgenstein. En la lectura de
    Wittgenstein que hace Rorty, "el filósofo ilustrado
    debería simplemente despachar los problemas tradicionales
    y dejarlos a quienes sean menos ilustrados"[37].
    Para Putnam, en cambio,

    la verdadera importancia de Wittgenstein está
    precisamente en la idea de una filosofía que nos muestra que en
    muchas áreas no podemos explicar (o "dar un fundamento")
    (…). Su insistencia en que viéramos dónde es que
    nuestras justificaciones se vuelven delgadas [insuficientes], que
    mostráramos dónde es que se dobla nuestra pala ha
    probado ser, de hecho, una muy buena idea[38].

    Me parece que ésa es la insinuación que ha
    seguido Putnam desde que empezó a sentirse insatisfecho
    con el realismo y con su propio funcionalismo.
    Eso no era auténtica filosofía; la filosofía
    no debe agotar los problemas ni, mucho menos (como piensa Rorty),
    descartarlos por su carencia de interés.
    Todo lo contrario: para Putnam la buena noticia es que la
    filosofía nos ayuda a recuperar "el sentido del
    misterio"[39],
    que es uno de los sentidos
    más estimables para los seres humanos.

    Pero volvamos a Rorty. ¿Cuál es la
    relación entre verdad y justificación, para
    él? La verdad es "simplemente un cumplido que prestamos a
    las creencias que consideramos tan bien justificadas que, por el
    momento, no es necesaria una justificación
    ulterior"[40].
    En definitiva: sólo existe la justificación, y
    ésta es histórica, sociológica, cultural.
    Desde esta perspectiva, se entiende que la tarea de la
    filosofía se reduce a "la indagación (…)
    sociohistórica de cómo los diversos pueblos han
    intentado alcanzar un acuerdo sobre el objeto de sus
    creencias"[41].

    ¿Qué piensa Putnam de la posición
    de Rorty? Lo dice claramente, en Realismo de rostro
    humano
    :

    A menudo me preguntan en qué puntos estoy en
    desacuerdo con Rorty. Aparte de cuestiones técnicas
    (…), creo que nuestro desacuerdo tiene que ver, en el fondo,
    con dos actitudes
    generales. Yo espero que la reflexión filosófica
    tenga un auténtico valor cultural, pero no creo que sea el
    pedestal sobre el que descansa la cultura, y tampoco creo que
    nuestra reacción frente al fracaso de un proyecto
    filosófico —incluso un proyecto tan central como el
    de la metafísica— deba ser abandonar las
    formas de hablar y de pensar que tienen peso práctico y
    espiritual[42].

    Me parece que a esto se reducen las diferencias entre
    Putnam y Rorty sobre la verdad y la justificación: a una
    manera distinta de considerar el papel que juegan en nuestras
    vidas. Mientras que para Putnam verdad y objetividad son nociones
    trascendentales e irreductibles, para Rorty son sólo
    nombres que ponemos a nuestros acuerdos parciales.


    [1]
    H. Putnam, "Pragmatism",
    Proceedings of the Aristotelian Society 95 (1994-95),
    291-306: 299.


    [2]
    H. Putnam, Razón, verdad e
    historia
    (Madrid: Tecnos, 1988), 64.


    [3]
    A. R. Pérez Ransanz, "Verdad y
    justificación", Diánoia 37 (1992): 85-93,
    85.


    [4]
    J. Folina, "Putnam, Realism and
    Truth", Synthese 103 (1995): 141-152, 146.


    [5]
    A. R. Pérez, 85-86.


    [6]
    J. Folina, 146. (Mi
    cursiva.)


    [7]
    S. Haack, Evidence and Inquiry.
    Towards Reconstruction in Epistemology
    (2a. edición, Oxford: Blackwell, 1996),
    215.


    [8]
    H. Putnam, Realism with a Human
    Face
    (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1990),
    viii.


    [9]
    H. Putnam, Las mil caras del
    realismo
    (Barcelona: Paidós, 1994), 49.


    [10]
    H. Putnam, Razón, verdad e
    historia
    , 61.


    [11]
    A. R. Pérez, 89.


    [12]
    Ibid.


    [13]
    H. Putnam, Razón, verdad e
    historia
    , 56.


    [14]
    A. R. Pérez, 89.


    [15]
    Putnam, Realism with a Human
    Face
    , 121.


    [16]
    A. R. Pérez, 90.


    [17]
    A. R. Pérez, 91.


    [18]
    A. R. Pérez, 90.


    [19]
    J. Folina, 147.


    [20]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense and the
    Senses: An Inquiry in­to the Powers of the Human Mind (The
    Dewey Lectures, 1994)", Journal of Philosophy 91 (1994):
    445-517, 462.


    [21]
    H. Putnam, "Comments and Replies", en
    P. Clark and B. Hale, Reading Putnam (Oxford:
    Blackwell,1994), 242.


    [22]
    H. Putnam, "Pragmatism",
    299.


    [23]
    H. Putnam, "Entrevista" (por
    Ramón del Castillo), en Anábasis
    (www.anabasisdigital.com/revista/1epoca/putn.htm:
    17.08.2001).


    [24]
    Wittgenstein, Investigaciones
    filosóficas
    , §508.


    [25]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 491.


    [26]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 492.


    [27]
    En las conferencias 25 y 26 de
    Observaciones sobre los fundamentos de la
    matemática
    .


    [28]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 513, nota 50.


    [29]
    Ver Wittgenstein, Investigaciones
    Filosóficas
    , §7.


    [30]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 513.


    [31]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 514.


    [32]
    H. Putnam, "Sense, Nonsense, and the
    Senses", 515.


    [33]
    H. Putnam, Realism whit a Human
    Face
    , 21.


    [34]
    R. Rorty, "Putnam and the Relativist
    Menace", Journal of Philosophy 90 (1993): 443-461,
    450.


    [35]
    R. Rorty, "Putnam and the Relativist
    Menace", 461.


    [36]
    R. Rorty, "Putnam and the Relativist
    Menace", 447, 450.


    [37]
    J. Conant, "Introduction", en H.
    Putnam, Realism with a Human Face, lii.


    [38]
    H. Putnam, "Afterthoughts on my Carus
    Lectures: Philosophy as Anthropology", Lyceum 2 (1989):
    40-42, 42.


    [39]
    Ibid.


    [40]
    R. Rorty, Objetividad, Relativismo
    y Verdad
    (Barcelona: Piados, 1996), 43.


    [41]
    Ibid.


    [42]
    H. Putnam, Realism with a Human
    Face
    , 20.

    Moris Polanco

     Universidad Francisco
    Marroquín

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