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Efectos de la contaminación acústica sobre los cetáceos




Enviado por cesarmac



    1. Resumen
    2. Objetivos
    3. Bioacústíca
    4. Contaminación
      acústica
    5. Efectos del tráfico marino
      sobre los cetáceos
    6. Efectos de los sismos sobre
      los cetáceos
    7. Efectos de los sonares
      sobre los cetáceos
    8. Efectos del LFAS sobre los
      cetáceos
    9. Conclusiones
    10. Bibliografía

    RESUMEN

    Los cetáceos son un orden de mamíferos marinos distribuidos por todo el
    planeta: delfines,
    ballenas, marsopas y cachalotes; utilizan la bioacustica
    principalmente para su comunicación y ecolocalización;
    actividades humanas como la pesca,
    la
    contaminación química, el calentamiento
    global y la contaminación acústica afectan
    negativamente a los cetáceos.

    Se han reportado numerosos casos de desplazamientos,
    lesiones del sistema auditivo,
    varamientos e incluso muerte de
    cetáceos producto de
    trafico marino, turismo, sismos y sonares,
    principalmente los de baja frecuencia. Muchas especies se
    encuentran catalogadas a nivel mundial como vulnerables,
    amenazadas y en peligro.

    Para minimizar estos efectos se deben crear zonas
    acuáticas protegidas y normas
    internacionales que regulen todas estas actividades humanas. Solo
    el estudio y legislación garantizará la
    perpetuación de estas especies.

    Palabras claves: Acústica submarina,
    bioacustíca, cetáceos, contaminación
    acústica.

    INTRODUCCIÓN

    Existen muy pocos indicadores de
    la salud de nuestros
    océanos mejores que el estado de
    conservación de las poblaciones de mamíferos
    marinos. Estos se encuentran distribuidos por todos los mares y
    océanos del planeta, tienen ciclos de vida largos, se
    integran en grupos
    sociales complejos y se sitúan en las posiciones mas
    altas de la red trófica marina,
    por lo que concentran los contaminantes, están expuestos a
    organismos patógenos y permiten visualizar muchas de las
    interacciones entre el medio marino y los organismos que lo
    habitan (López et al, 2003).

    Los cetáceos son un orden de mamíferos
    marinos compuestos por delfines, ballenas, marsopas y cachalotes
    que se reparten por las aguas de todo el planeta, desde el
    trópico hasta ambos polos. Son alrededor de 80 las
    especies de cetáceos descritas en todo el mundo (DELPHIS,
    2004). Están completamente adaptados a la vida
    acuática, tienen las extremidades anteriores en forma de
    aletas, las posteriores atrofiadas formando una aleta caudal y
    una aleta dorsal (Gómez, 1963).

    Son de un tamaño mediano o muy grande, el cuerpo
    suele tener forma fusiforme; cabeza alargada, a menudo
    puntiaguda, unida directamente al cuello (sin región de
    cuello); algunos con una aleta dorsal carnosa, sin extremidades
    posteriores; cola larga terminada en dos anchos lóbulos
    carnosos transversos y escotada en la línea media; cuando
    tienen dientes éstos son iguales, carecen de esmalte;
    aberturas nasales en la parte superior de la cabeza; aberturas
    auditivas diminutas; superficie del cuerpo lisa, sin pelos salvo
    unos pocos en el hocico; sin glándulas en la piel excepto
    las mamarias y las conjuntivas; una gruesa capa de grasa debajo
    de la piel que suministra aislamiento; estómago
    complicado; oceánicos, distribución por todo el mundo siempre en
    el agua, si se
    les arrastra a tierra firme
    mueren por rotura de órganos internos; las ballenas pueden
    bucear hasta unos 1200 m y pueden permanecer sumergidas durante
    muchos minutos sin respirar, al volver a la superficie expulsan
    de los pulmones aire caliente y
    húmedo, que forma un surtidor cuando el aire caliente se
    condensa con el aire mas frío del océano; se
    aparean y crían en el mar, las crías son grandes al
    nacer y son amamantados (Storer et al, 1980).

    Este es uno de los órdenes de mamíferos
    menos conocidos en Venezuela, los
    registros son
    escasos y los estudios locales son generalmente incompletos y
    puntuales. Se han señalado para Venezuela 31 especies de
    cetáceos, lo que corresponde al 40 % de la diversidad de
    este grupo a nivel
    mundial, 20 especies ya han sido confirmadas en aguas
    territoriales venezolanas, lo cual es un porcentaje relativamente
    elevado ya que la mayor parte de las costas de Venezuela
    están confinadas al mar Caribe. Todas las especies han
    sido señaladas como amenazadas de extinción de
    acuerdo a organismo internacionales (Romero et al, 1991;
    Romero y Agudo, 1993).

    El orden Cetácea se divide en tres sub ordenes,
    el grupo extinto archaeoceti representados por zenglodontos,
    distribuido entre el eoceno al oligoceno; el grupo odontoceti que
    incluye a todos los que están provistos de dientes, de 2 a
    40 dientes según la especie, una abertura nasal, tienen
    hábitos carnívoros y depredadores, representados
    por delfines, cachalotes y orcas; y el sub orden mysticeti que
    abarca a todos aquellos que en lugar de dientes presentan
    numerosas láminas córneas paralelas denominadas
    barbas o ballenas en los lados de la mandíbula superior,
    las cuales utilizan para filtrar las grandes masas de
    pequeños crustáceos o peces de los
    que se alimentan, presentan dos aberturas nasales, estas son las
    grandes ballenas. (Gómez, 1963; Storer et al, 1980;
    Bolaños y Boher, 1996).

    A lo largo de setenta millones de años de
    adaptación al medio marino, los cetáceos han
    desarrollado los cambios necesarios para utilizar las ondas sonoras que
    encuentran en las aguas saladas un medio idóneo para su
    propagación. Los estudios de bioacústica en
    cetáceos han mostrado aspectos tan sorprendentes como las
    canciones de las yubartas, los silbidos de comunicación de
    las orcas, la utilización de ondas de baja frecuencia por
    parte de delfines para orientarse y comunicarse a escala
    transoceánica o incluso la utilización de ondas
    acústicas por parte de diversos odontocetos como arma para
    atontar o matar presas.

    Desafortunadamente, desde mediados del siglo XX, la
    proliferación de motores,
    hélices, sónares y explosiones han convertido a los
    océanos en un medio ruidoso que dificulta la
    comunicación, orientación y alimentación de los
    cetáceos (López et al, 2003).

    Las ballenas se enfrentan en la actualidad a un conjunto
    aplastante de amenazas ambientales producto de la acción
    humana. Existen cada vez un mayor número de pruebas que
    muestran como perjudican a los cetáceos, principalmente
    las ballenas, el cambio
    climático, la disminución de la capa de ozono,
    la contaminación química y acústica, las
    capturas accidentales, además de la escasez de presas
    producto de la sobre pesca (Greenpeace, 2001).

    Muchas de las especies de cetáceos están
    catalogadas por la Unión Internacional para la
    Conservación de la Naturaleza
    (UICN) como "vulnerables", "amenazadas" y "en peligro" (Romero
    et al,1991). En el Libro Rojo de
    la Fauna Venezolana
    de 1999 se reportan 14 especies de cetáceos, de las cuales
    10 se clasifican como "Insuficientemente conocido", 2 de "Menor
    Riesgo
    casi amenazado" y 2 de tipo "Vulnerable" (Rodríguez y
    Rojas, 1999).

    La contaminación acústica en el medio
    marino es producida en un rango de frecuencias y niveles, el
    origen primario incluye barcos, sismos, sonares, explosiones y la
    actividad industrial (Gordon y Moscrop, 1996; National Research
    Council 2003). Sin embargo, el tráfico de embarcaciones
    pequeñas y grandes, producen los sonidos de baja
    frecuencia hechos por el hombre de
    mayor alcance. Un tono de 6,8 Hz de un petrolero gigante puede
    ser detectado a una distancia entre 139 y 463 Km, con fuentes de
    niveles de 190 dB (Gordon y Moscrop, 1996).

    A pesar de la agudeza del extraordinario sistema de
    ecolocación de los cetáceos, y tal vez incluso por
    que depende de él casi por completo, periódicamente
    se encuentran varamientos individuales y colectivos. Existen las
    incógnitas de cómo animales tan
    inteligentes, con dominios de navegación ampliamente
    demostrados, de pronto pierdan el sentido de orientación y
    se desplacen hacia bancos de arena
    donde no pueden liberarse.

    Y mas desconcertante aun luego de rescatados y ayudados
    por personas, estos regresan hacia la orilla. Existe una hipótesis de una forma de espejismo
    auditivo susceptible a desorientar a los cetáceos
    (Jácome, 1990). De los 48 varamientos contabilizados y
    reportados en Venezuela entre 1841 y 1992, se determinó
    que en el 56 % estuvieron signados por intervención humana
    diversa (Agudo, 1992).

    OBJETIVOS

    • Determinar la existencia de efectos de la
      contaminación acústica sobre los
      cetáceos.
    • Describir los principales tipos de
      contaminación acústica marina.

    BIOACUSTÍCA

    Todos los odontocetos presentan grandes depósitos
    de grasa en la frente llamado melón, por delante del
    cráneo y en la mandíbula inferior justamente debajo
    de una zona donde el hueso es muy fino y llega hasta la zona del
    oído
    medio. Tales depósitos son únicos en el reino
    animal y notables por una serie de razones.

    En primer lugar son bastante grandes en relación
    al tamaño del animal, representan una inmensa
    energía metabólica potencial, pero al parecer no se
    utilizan como tejidos de
    reserva. En segundo lugar la composición química de
    esta grasa es notablemente diferente de la composición de
    las grasas
    corrientes del cuerpo y de las que ingieren con la dieta normal.
    En tercer lugar la forma y la posición de estos
    depósitos tiene tanta importancia que se han producido
    importantes modificaciones en la forma y estructura del
    cráneo para hacerles sitio (Maldonado y Alcalá,
    1996).

    Los cetáceos emiten dos clases de sonidos, uno de
    alta frecuencia llamados chasquidos utilizados para la
    ecolocación; y sonidos de baja frecuencia como silbidos,
    chillidos y ráfagas de graznidos los cuales sirven en la
    comunicación entre ellos.

    Para explorar su entorno los delfines emiten un
    chasquido o una serie de chasquidos cuya frecuencia varia desde
    2.000 ciclos a mas de 10.000 ciclos por segundo. Siendo capaces
    de orientarse, calcular distancias, tamaño, forma,
    estructura y densidad de los
    objetos. Las informaciones proporcionadas por un eco son por lo
    menos de cuatro órdenes: sobre la dirección, las variaciones de la
    frecuencia, la amplitud del sonido y el
    tiempo que
    trascurre desde el momento de la emisión hasta el retorno
    del eco (Jácome, 1990; Maldonado y Alcalá,
    1996).

    El aire, inspirado a través del espiráculo
    (orificio respiratorio), que permanece cerrado durante la
    inmersión, es conducido a través de un complicado
    sistema de "sondeo" compuesto por varias solapas
    vibrátiles y cámaras de resonancia que producen los
    ultrasonidos. Estos se reflejan en la superficie del
    cráneo, que actúa a modo de reflector
    parabólico, dirigiendo el sonido hacia el melón. El
    melón actúa como una lente de sonido, de manera que
    dirige muy efectivamente los sonidos.

    Los ecos de retorno son recogidos en la mandíbula
    inferior, donde hay un hueco a todo lo largo relleno de grasa de
    composición semejante a la del melón, y son
    conducidos al oído interno. De ahí, en forma de
    pulsos nerviosos son enviados al cerebro y
    analizados. La cantidad de tejido nervioso que conecta el
    oído medio con el cerebro de los odontocetos es mas del
    doble que en el humano (Maldonado y Alcalá,
    1996).

    Los odontocetos son los únicos cetáceos
    que han adquirido una verdadera capacidad de
    ecolocalización, los misticetos utilizan sonidos de baja
    frecuencia para comunicarse y crean "canciones" complejas, pero
    si tienen algún sentido acústico comparable al de
    los odontocetos ha de ser, en el mejor de los casos, muy
    primitivo.

    Existen datos referentes
    a ciertas especies de misticetos que emiten chasquidos de
    frecuencia bastante concreta y se ha propuesto que podrían
    tener la función
    del sonar, detectar objetos y determinar la profundidad, pero no
    ha sido comprobado (Maldonado y Alcalá, 1996).

    Los estudios experimentales de la habilidad de escuchar
    han sido conducidos a unos pocos odontocetos (Gordon et
    al
    , 1998; National Research Council, 2003). Además se
    asume que los misticetos escuchan en el mismo rango de frecuencia
    de los sonidos que producen, aproximadamente entre 5 a 10 Hz
    (Richardson et al, 1995).

    Investigadores soviéticos consideran que una
    particularidad del lenguaje de
    los cetáceos es su capacidad de combinar, con diverso
    grado de complejidad, algunos elementos indivisibles (algo por el
    estilo de fonemas o sonidos del alfabeto del habla humana) en
    secuencias complicadas de sonidos parecidos a palabras y frases.
    Los científicos señalan que existen determinadas
    regularidades en la estructuración de estas señales
    "frases" de los cetáceos, el carácter jerárquico en la
    utilización de algunos elementos del alfabeto, la
    estructura de bloque en la formación de señales
    complicadas, la existencia como mínimo, de tres y no menos
    de cinco niveles de agrupación de señales
    idénticas, entre otras características.

    Los científicos consideran que este tipo de
    formación de señales de los delfines es propio de
    los sistemas de
    comunicación del llamado tipo abierto (entre los cuales
    figura también el habla humana), que sirven para
    transmitir una información complicada (Maldonado y
    Alcalá, 1996).

    CONTAMINACIÓN ACÚSTICA

    Las mortandades mas altas de cetáceos,
    exceptuando a las causadas por agentes infecciosos, son las
    producidas por actividades humanas, la contaminación
    química procedente de vertidos industriales o accidentes, el
    trafico marítimo conllevando contaminación
    acústica y atropellos, redes a la deriva y otros
    objetos potencialmente peligrosos, destrucción del litoral
    y ecosistemas
    asociados, y las actividades turísticas masivas como el
    turismo de avistamientos sin control ni
    regulación (DELPHIS, 2004).

    En las últimas cinco décadas, la investigación acústica ha enfocado
    un esfuerzo sustancial sobre el estudio de los cetáceos,
    por lo que se dispone hoy de suficientes datos científicos
    sobre su sistema sónar biológico (bio-sónar)
    y su dependencia de las señales acústicas como
    fuente de información y sistema de comunicación en
    el medio marino.

    El ruido
    submarino producido por actividades humanas aumenta cada
    día e incluye el tráfico marítimo, la
    explotación y producción de gas y petróleo, el sonar industrial y militar,
    las fuentes sonoras de experimentación industrial, los
    explosivos submarinos, etc. De hecho, no existe ningún
    rincón del mundo que no esté afectado por la
    contaminación acústica.

    Dentro del conjunto de los factores de riesgo que pesan
    sobre el hábitat
    marino, esta contaminación constituye una de las mayores
    amenazas a corto plazo y escala mundial para el equilibrio de
    los océanos. Dado que los cetáceos dependen del
    sonido en todos los aspectos de sus vidas, no cabe duda de que
    son especialmente vulnerables a las fuentes de ruido artificial
    (López et al, 2003).

    Los cetáceos son altamente dependientes de su
    aparato auditivo para su supervivencia. Muchas especies utilizan
    sonidos para localizar presas, navegar y comunicarse, alcanzando
    distancias considerables en el caso de numerosas especies de
    grandes ballenas. Los cetólogos están cada vez mas
    preocupados por la contaminación acústica de los
    océanos derivada del intenso tráfico
    marítimo, los muestreos sísmicos, la
    extracción del petróleo o
    los dispositivos de sónar, elementos que pueden estar
    teniendo importantes impactos negativos en muchas especies
    (López et al, 2003).

    Estudios referentes a las respuestas de los
    cetáceos a la contaminación acústica
    incluyen la evitación a la fuente del ruido y la
    alteración del comportamiento
    (Gordon y Moscrop, 1996; Moore y Clarke, 2002; Williams et
    al
    , 2002). Algunos odontocetos ocasionalmente se acercan a
    embarcaciones y nadan paralelas a ellas, y cetáceos
    habituados al trafico marino se aproximan a los barcos,
    aparentemente para socializar (Lusseau, 2003; National Research
    Council, 2003). El efecto del ruido en la fisiología y sicología de los
    mamíferos marinos es pobremente entendido (Richardson
    et al, 1995).

    A la luz de recientes
    mortalidades en aguas españolas, parece claro que fuentes
    de ruido, a diferentes niveles de intensidad, pueden afectar de
    forma negativa a poblaciones de cetáceos. El impacto de
    estas fuentes puede variar de forma significativa, desde causar
    molestias y desplazamiento de poblaciones hasta lesiones de
    distinta gravedad en el sistema auditivo: de ligeras, y
    posiblemente reversibles, a graves, produciendo sorderas
    permanentes e incluso la muerte
    inmediata del animal (López et al,
    2003).

    La modernización y aumento del trafico
    marítimo, junto con practicas de exploración
    geológica, prospecciones petrolíferas y el empleo militar
    de sonares activos en
    España
    vuelven particularmente sensibles a las poblaciones de
    cetáceos existentes en aguas como las de Canarias, de
    donde se disponen de datos más recientes, y probablemente
    las del estrecho de Gibraltar y Baleares.

    Sin embargo, no se debe de descartar este impacto en
    otras áreas hasta la fecha no estudiadas (López
    et al, 2003).

    Las plataformas petroleras afectan en la
    distribución de las ballenas (Balaena mysticetus) a
    distancias de mas de 50 km (Schick y Urban, 2000). Sin embargo no
    existen experimentos que
    demuestren fehacientemente la relación de causa y efecto,
    niveles de 143 db en el rango de 20 a 1000 Hz fueron determinados
    a 1 km de una plataforma de petróleo de California, lo que
    indica que un amplio rango de frecuencias son audibles a
    distancias significantes de esas plataformas. Los taladros
    utilizados en la extracción de petróleo generan
    sonidos con fuertes tonos en bajas frecuencias (< 20 Hz)
    (Gordon y Moscrop, 1996).

    El conocimiento
    científico actual sobre el efecto del ruido en
    mamíferos marinos y su hábitat es insuficiente para
    entender la relación entre frecuencias, intensidades y
    duración de las exposiciones que pueden conllevar
    consecuencias negativas. Ante estas incertidumbres se considera
    que:

    • Es urgente investigar los efectos del ruido
      artificial sobre los mamíferos marinos bajo los
      máximos estándares de credibilidad
      científica y pública evitando conflictos
      de interés.
    • Se deben desarrollar e implementar medidas
      mitigadoras no invasivas.
    • El uso de fuentes acústicas intensas
      debería limitarse en áreas de
      concentración de cetáceos hasta conocerse sus
      efectos, a corto o largo plazo, en los
      mamíferos marinos.
    • El diseño de parámetros objetivos
      para asesorar la conservación de la biodiversidad marina es necesario para
      establecer normativas nacionales y europeas sobre
      contaminación acústica marina (López et
      al
      , 2003).

    EFECTOS
    DEL TRAFICO MARINO SOBRE LOS CETÁCEOS

    Una de las principales amenazas para los cetáceos
    está relacionada con el incremento exponencial del
    tráfico marítimo en las últimas
    décadas (López et al, 2003). Los ruidos de
    baja frecuencia producidos por grandes barcos y las altas
    frecuencias de pequeñas embarcaciones pueden tener grandes
    efectos sobre pequeños cetáceos (Richarson et
    al
    , 1995; Gordon y Moscrop, 1996).

    Hasta la aparición de los motores de vapor, el
    mar era un medio ideal para la utilización de sonidos por
    parte de los cetáceos, tanto para comunicarse, orientarse
    y alimentarse. Pero además de la contaminación
    acústica, las embarcaciones constituyen hoy también
    una nueva amenaza para muchas especies de
    cetáceos.

    En 1985 el barco de pasajeros Princesa Teguise que
    realizaba la línea las Palmas – Santa Cruz de Tenerife,
    colisionaba con un cachalote ocasionando la muerte de éste
    así como la de un pasajero. A pesar de este accidente,
    desde entonces las líneas de ferrys de alta velocidad han
    proliferado en diferentes puntos de nuestra geografía,
    coincidiendo en algunos lugares con importantes áreas de
    interés para la alimentación y migración
    de diversas especies de cetáceos (López et
    al
    , 2003).

    El estudio de Zacharias y Gregr (2004), encontró
    que la vulnerabilidad de dos grupos de
    ballenas sometidas a cuatro tipos de estrés
    acuático, trafico de transbordadores, tráfico de
    barcos comerciales, tráfico de embarcaciones
    pequeñas y potencial producción de petróleo
    lejos de la costa; fue relativamente similar, sin embargo las
    especies cercanas a la costa fueron mas sensibles a actividades
    costera como la producción de hidrocarburos,
    tráfico de transbordadores y de pequeñas
    embarcaciones.

    Hace 30 años se crea una nueva industria, el
    avistaje de ballenas; se trata de una búsqueda
    aparentemente inofensiva de cetáceos con fines
    turísticos. En la ausencia de códigos de conducta esta
    industria ha traído nuevos peligros para las ballenas,
    mientras que el avistamiento desde tierra es inofensivo, la gran
    cantidad de barcos moviéndose muy rápido y operando
    con mucho ruido pueden interrumpir comportamientos tales como
    alimentación y reproducción además de causar
    daños físicos (Piedra et al,
    2003).

    Tres de las regiones mas importantes para los
    cetáceos en las costas españolas, las islas
    Canarias, la zona costera de Galicia y el Mar de Alborán,
    son puntos claves para el tráfico marítimo
    internacional. Mas de un 20 % de este tráfico
    marítimo transita por estas aguas.

    Además de estos buques mercantes hay que resaltar
    la proliferación de embarcaciones dedicadas al turismo de
    avistamiento de cetáceos y otras como motos
    acuáticas o embarcaciones ligeras que causan molestias por
    persecución reiterada a los animales. Actualmente existe
    únicamente en las islas Canarias una legislación
    que evita el acercamiento inadecuado de estas embarcaciones a los
    cetáceos, que puede no solo ocasionar un riesgo de
    colisión, sino también un estrés que puede
    llegar a poner en peligro a esos animales (López et
    al
    , 2003).

    EFECTOS DE LOS SISMOS SOBRE LOS
    CETÁCEOS

    Las mediciones sísmicas son usualmente conducidas
    utilizando pistolas de aire que generan principalmente sonidos de
    baja frecuencia como cortos pulsos en fracciones de segundo y
    repetidas cada 5 a 10 segundos. Aunque se disponen normalmente
    apuntando hacia abajo, significante cantidad de energía de
    sonido es proyectada de los lados.

    Niveles de origen superiores 200 dB han sido medidos
    (Gordon y Moscrop, 1996). Estudios de respuestas de
    mamíferos marinos a los sismos han documentado cambios de
    conducta a mas de 10 km para ballenas azules (Mcdonald et
    al
    , 1995) y de 8 km para ballenas jorobadas (McCauley et
    al
    , 1998). Por esta razón muchos estudios sugieren un
    horario para las exploraciones sísmicas durante periodos
    donde las potenciales especies afectadas se encuentren ausentes
    (LGL Consulting, 2000; Environmental Australia, 2001; Moore y
    Clark, 2002).

    EFECTOS DE LOS SONARES SOBRE LOS
    CETÁCEOS

    La reciente coincidencia en espacio y tiempo de
    maniobras militares y varamientos masivos de cetáceos,
    sobre todo de especies de hábito de inmersión
    profunda, ha producido alarmas sobre el impacto que esta tecnología puede
    causar sobre los mamíferos marinos. Aunque los sistemas
    sonares actuales no son los únicos o mayores causantes de
    problemas
    acústicos, si son un claro exponente de lo dañino
    que puede ser el ruido antropogénico en su forma mas aguda
    y letal (López et al, 2003).

    Un sonar activo es básicamente un radar submarino
    que mediante la emisión de sonidos permite la
    composición de una imagen y
    detección de objetos por la recepción del eco que
    se produce por reflexión. Debido a las
    características físicas del sonido este viaja 4,5
    veces mas rápido por agua que por
    aire y las bajas frecuencias se propagan a mayor distancia
    (López et al, 2003; Guevara, 2004).

    La armada española posee sonares de gran potencia y medio
    alcance utilizados cualquier objeto hundido, especialmente
    submarinos. Estos sonares han sido implicados en varamientos
    masivos de zifios, especies poco conocidas y de reducida tasa de
    varamiento. Los casos mas recientes se han dado en Bahamas en el
    2000 y en las islas Canarias en el 2002, en los que estaban
    implicados estos sistemas sónicos de detección
    submarina.

    El uso extensivo de estos sistemas por los buques de la
    OTAN en aguas españolas y europeas representan un claro
    factor de riesgo para las poblaciones de cetáceos.
    Aún mas cuando se desconoce el efecto de la
    combinación de varios sonares como posible factor
    potenciador del impacto negativo (López et al,
    2003).

    Considerando la capacidad directa o indirectamente letal
    de estos sistemas acústicos activos quizás no se
    tiene en consideración los daños a largo plazo que
    pueden sufrir las poblaciones expuestas. El riesgo sobre los
    mamíferos marinos que producen estos sonares hace
    perentorio el estudio y seguimiento de estas actividades,
    establecer limites de seguridad y las
    medidas mitigadoras para establecer su viabilidad y en su caso
    los parámetros sobre los que desarrollarlas (López
    et al, 2003).

    EFECTOS DEL LFAS SOBRE LOS
    CETÁCEOS

    El LFAS o SURTASS LFAS es el termino con el que se
    conoce a un sistema de sónar de gran precisión
    cuyas siglas significan Surveillance Towed Array Sonar System
    (Sistema de Sonar de Vigilancia por Medio de Barrido Reticular)
    Low Frequency Active Sonar (Sónar Activo de Baja
    Frecuencia). Se basa en la utilización de ondas de sonido
    de alta intensidad (superior a 200 dB) y baja frecuencia (entre
    450 y 700 Hz) que pueden viajar mayores distancias bajo el agua y
    detectar objetivos a cientos de kilómetros de
    distancia.

    Se emiten decenas de ondas en periodos de pocos segundos
    (cerca de 250 en 4-5 segundos) que golpean sobre los objetos y
    rebotan hasta un receptor que las interpreta, también
    pueden utilizarse sonidos durante un minuto o mas a intervalos de
    10 a 15 minutos. Este emisor se encuentra suspendido desde el
    barco a unos 50 metros de profundidad (Guevara, 2004).

    El LFAS ha sido recientemente implementado por la marina
    norteamericana, este sistema además de emitir sonidos de
    alta intensidad a través de 18 elementos emisores, utiliza
    bajas frecuencias para aumentar considerablemente su radio de
    acción. El potencial impacto sobre grandes
    cetáceos, quienes utilizan frecuencias similares, es
    motivo de gran preocupación a la que se añade la de
    su uso proyectado en todos los océanos (López et
    al
    , 2003).

    El objetivo de
    este sistema de sónar en los navíos militares es el
    de poder
    localizar con total precisión a los submarinos (tanto
    nucleares como diesel), incluidos los más silenciosos o
    incluso submarinos parados. La OTAN, y especialmente la Armada
    estadounidense, tiene como objetivo implantar este sistema en sus
    embarcaciones para poder cubrir el 75 % – 80 % de los
    océanos del Planeta (Guevara, 2004).

    El LFAS puede provocar efectos sobre los cetáceos
    hasta a 100 kilómetros de distancia. La resonancia de
    estos sónares provoca la vibración de todas las
    cavidades del cuerpo, la traquea, mandíbulas, senos
    craneales y órganos internos, con mayores repercusiones
    sobre aquellos que contienen aires. Pueden provocar hemorragias
    en los pulmones y los oídos incluso destruirlos (Guevara,
    2004).

    En 1997, la MMPA, Comisión del Congreso
    Estadounidense sobre Mamíferos Marinos presentó un
    informe en el que
    reconocía el impacto del LFAS sobre los cetáceos,
    indicando que esté podía producir efectos como
    muerte por hemorragia en los pulmones y traumas en otros tejidos,
    pérdida parcial o total de la audición dificultando
    la comunicación, estrés y otras alteraciones
    psicológicas, haciendo a los individuos mas vulnerables a
    patologías como virus, bacterias y
    parásitos, cambios en las rutas migratoria evitando las
    zonas habituales de alimentación y reproducción,
    además de otras alteraciones del comportamiento; si estos
    efectos son de carácter severo o continuo se
    podrían provocar fallos reproductivos y de supervivencia,
    disminuyendo las poblaciones y colocando en peligro la
    perpetuación de la especie.

    Entre 1996 – 1998 la armada estadounidense probó
    su LFAS sobre ballenas de Hawai, las evidencias
    demostraron que los cetáceos modificaban sus migraciones y
    movimientos desapareciendo de la zona y, en el caso de las
    yubartas, paraban sus cantos. En estos experimentos con 140
    decibelios era suficiente para provocar que las ballenas
    abandonaran la zona, aunque algunos investigadores consideran que
    más de 120 dB ya es suficiente para ser perjudicial para
    la salud de estos animales.

    Según los propios estudios de la armada los LFAS
    pueden generas ondas de sonido de 140 dB capaces de superar las
    300 millas (Guevara, 2004).

    Un estudio de impacto ambiental
    realizado por la armada estadounidense, generado por denuncias de
    numerosos colectivos sociales que mostraban sus preocupaciones
    por las maniobras militares, demostró que los zifios
    podían verse afectados por estas operaciones. En
    2001, un año después de la mortandad de Bahamas,
    oficiales de la Armada estadounidense anunciaron que,
    basándose en las necropsias y otras evidencias de los
    animales varados, era "altamente probable" que fueran debidas a
    trasmisiones de sónar de la armada (Guevara,
    2004).

    CONCLUSIONES

    • Los cetáceos presentan una serie de
      condiciones y actividades antropogénicas que afectan
      seriamente la preservación de sus especies, la pesca de
      cetáceos y la contaminación química en las
      aguas son temas ampliamente estudiados, pero no conocemos
      realmente el grado de afectación de la
      contaminación acústica marina, la cual ha crecido
      de manera exponencial en los últimos
      años.
    • Es necesario reglamentar el trafico marino y las
      actividades de avistamiento, cuando las embarcaciones naveguen
      en zonas frecuentadas por cetáceos.
    • Se deben estudiar y clasificar las principales zonas
      donde se concentran los cetáceos con el fin de
      decretarlas zonas marinas protegidas y así controlar las
      actividades humanas.
    • Los procesos de
      extracción de petróleo producen alteraciones en
      los cetáceos, del estudio de estos efectos se puede
      obtener nuevos equipos y recomendaciones para minimizar el
      estrés causado.
    • Los sonares en general afectan los sistemas de
      comunicación y localización de los
      cetáceos, pero se ha determinado que los nuevos y
      poderosos sonares de baja frecuencia y largo alcance causan
      muertes masivas a los cetáceos, haciendo inminente su
      estudio y regulación ya que este puede afectar
      además a otros organismos marinos, e incluso poner en
      peligro la vida de buzos.

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    Lic. César A. Mac-Quhae R.

    Fundación La Salle de Ciencias
    Naturales

    Estación de Investigaciones
    Hidrobiológicas de Guayana

    Puerto Ordaz – Venezuela

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