Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La desindustrialización en la Argentina del Proceso




Enviado por Samanta Acerenza



    Período Martínez de
    Hoz

     

    1977

    Buenos Aires

    Retrato de un artista del dinero

    El ministro de Economía de la
    dictadura
    argentina, José Alfredo Martínez de Hoz, es un
    devoto de la empresa
    privada. En ella piensa los domingos, cuando se arrodilla en
    misa, y también los días de semana, cuando dicta
    cursos en la Escuela Militar.
    Sin embargo, el ministro se desprende de la empresa privada
    que dirige. Generosamente se la cede al Estado, que
    paga por ella diez veces más de lo que vale.

    Los generales convierten el país en un cuartel.
    El ministro lo convierte en un casino. Cae en la Argentina un
    diluvio de dólares y cosas. Es la hora de los verdugos,
    pero también de los tahúres y los malabaristas: los
    generales mandan callar y obedecer mientras el ministro ordena
    especular y consumir. El que trabaja es un gil; el que protesta,
    un cadáver. Para reducir los salarios a la
    mitad y reducir a la nada a los obreros rebeldes, el ministro
    soborna con plata dulce a la clase media,
    que viaja a Miami y vuelve cargada de montañas de aparatos
    y aparatitos y chirimbolos y chirimbolitos.

    Ante la cotidiana matanza, los tilingos mediopelos se
    encogen de hombros:

    – Algo habrán hecho. Por algo
    será.

    Ó silban mirando para otro lado:

    – No te metás.

    Eduardo Galeano

    Memoria del Fuego 3: El siglo del
    viento

     

    Breve
    Reseña Histórica

    Para comprender el proceso
    económico al cual el presente trabajo de
    investigación hará referencia, es
    preciso recuperar ciertos hechos y acontecimientos que al
    construir la historia
    argentina definen el escenario de estudio o al menos permiten
    entender el por qué de ciertas cuestiones. Por ello
    seguidamente se realizará un breve recorrido
    histórico el cual se propone marcar los hechos sociales,
    políticos y económicos más significativos,
    para así poder
    comprender de manera acabada la realidad que nos interesa
    analizar.

    Hacia la década de 1930 el mundo se sumía
    bajo la llamada "Gran Depresión", importante crisis del
    capitalismo
    que desorganizó las relaciones vigentes del comercio
    internacional, restringiendo ampliamente los términos
    de intercambio que Argentina, como periferia, mantenía con
    los países centrales.

    Dicha crisis ocasionó un quiebre para el viejo
    Modelo
    Agroexportador que hasta ese momento representaba el eje de la
    economía argentina, por lo cual el país
    debió gestar una nueva salida comercial, a través
    de lo que se llamó el "Modelo Industrial por
    Sustitución de Importaciones"
    (ISI) (1), un modelo de industrialización impulsado
    fuertemente por el
    Estado.

    Poco a poco esta nueva orientación se fue
    enlazando a una fuerte estructuración del movimiento
    obrero que luchaba por la amplitud de sus derechos
    sociales.

    Avanzada la década del ´40 y
    profundizándose la Industria por
    Sustitución de Importaciones, el gobierno
    adoptó reglas tendientes a fortalecer el papel del Estado,
    mediante el apoyo al desarrollo
    industrial y la redistribución de los ingresos,
    ocasionando un importante refuerzo en la demanda y en
    el consumo
    interno, como parte constitutiva y funcional al progreso del
    modelo. Asimismo, se respondía a una política ligada al
    reconocimiento de los derechos del trabajador, procurando como
    resultado un nuevo papel del Estado, prestador e interventor de
    las demandas sociales.

    Sobre un marco de desarrollo en el sector fabril y de
    movilización en los sectores populares se origina entonces
    en la Argentina, en conjunto con la aparición del Peronismo, el
    Estado de Bienestar (2) que perdurará hasta principios de los
    ´70. Un Estado netamente involucrado en todos los
    órdenes, un modelo fuertemente inclusivo como un espacio
    donde los ciudadanos podían actuar política y
    socialmente para establecer sus derechos.

    Dicho Estado no sólo operó como moderador
    de la producción capitalista, sino también
    como un importante productor a través de la
    creación de empresas
    estatales que permitían asegurar así el "pleno
    empleo"
    (3).

    Cabe destacar que esta matriz "estado
    – céntrica" (4) impulsada fuertemente por los dos
    gobiernos peronistas (desde 1946 hasta 1955), estuvo ampliamente
    ligada a la elaboración de nuevos y trascendentales
    derechos laborales, hoy plasmados en el artículo 14 bis de
    la nuestra Constitución Nacional, como así
    también en la generación y aplicación de
    servicios
    sociales universales: salud, educación, trabajo,
    protección social (jubilación, obra
    social).

    En síntesis,
    se asistió en la Argentina al desarrollo de un Estado
    Benefactor, promotor de prestaciones
    sociales y actor indispensable en la garantía de las
    mismas, cuya estrategia estaba
    centrada en la protección de los mercados y la
    expansión de la demanda interna, dando lugar, asimismo, al
    amplio crecimiento de los sectores medios de la
    población y a una política de gasto
    social concentrada en gran parte de los servicios
    sociales.

    Sin embargo, la política del Estado de Bienestar
    iniciará su colapso en la década del ´70, en
    conjunto con el último gobierno del General Juan Domingo
    Perón
    (1973-1976), principalmente a causa de la creciente
    despolitización del Estado (5), la doctrina de la seguridad
    nacional (1966) 6), la creciente devaluación del peso argentino (7) y la
    agudización de los conflictos
    sociales (8).

    Asimismo el importante crecimiento del gasto
    público, la generación de un visible
    déficit fiscal, el
    proceso de altísima inflación, los costos
    progresivos y la baja productividad en
    las prestaciones sociales, la defensa hacia los intereses
    corporativos y la carga excesiva de impuestos,
    correspondientes a este modelo de Estado, fue lo que
    decisivamente produjo un fuerte período de inestabilidad y
    agotamiento (Llach, 1997).

    A nivel mundial, las políticas
    keynesianas, comenzaban a mostrar sus debilidades; la
    internacionalización y transnacionalización de la
    producción, se constituyeron como el primer medio que
    debía desmembrar estas barreras proteccionistas hacia los
    mercados (nacionales e internacionales) y asentar, con ello, las
    precondiciones para el posterior desgaste funcional del
    proteccionismo.

    El nuevo criterio económico – neoliberal,
    que demandaban los países desarrollados para sostener
    relaciones comerciales, ya no se amoldaba a los viejos modelos
    intervensionistas que continuaban empleando los Estados
    Latinoamericanos. Lo que significó que estos
    últimos, debieran finalmente efectuar un cambio hacia
    sistemas
    más competitivos, tercerizando las prestaciones, que hasta
    este momento otorgaba el Estado, en el mercado.

    Esta década del ´70 estuvo, además,
    sumida por dos acontecimientos que fraguaron nuevos preceptos en
    las economías mundiales. Por un lado, en diciembre de 1971
    los principales países del mundo occidental firmaron el
    "Acuerdo Monetario de Washington", el cual elaboró un
    sistema de bandas
    de flotación entre las monedas, otorgándole mayor
    flexibilidad y una devaluación del dólar con
    respecto al oro; ahora las
    economías debían regirse por el nuevo
    "patrón dólar". Por otro lado, en octubre de 1973
    la economía
    mundial sufre otra conmoción, la "crisis del petróleo". La
    Organización de Países Exportadores de Petróleo
    (OPEP)
    resolvió incrementar el precio del
    combustible, lo cual generó de inmediato una importante
    recesión en la mayoría de los
    países.

    Se señalan estos dos influyentes sucesos, pues
    los mismos elevaron la oferta de
    fondos prestables hacia los países de la periferia, lo que
    favoreció a que las potencias centrales se sirvieran de
    esta crisis económica para ofrecer nuevos créditos o préstamos, que finalmente
    establecieron el considerable aumento de la deuda externa
    latinoamericana y por ello la crisis financiera de los
    años ´80.

    Argentina, particularmente, entre 1980 y 1981,
    enfrentaba un grave desequilibrio económico en la balanza de pagos,
    fruto del aumento sideral de la demanda durante el último
    gobierno militar. La apertura comercial y el retraso cambiario
    acentuaron las importaciones, la remesa de utilidades y
    regalías provocaron un déficit comercial y de la
    cuenta corriente, producto en
    gran parte de los dos acontecimientos a escala mundial,
    antes mencionados.

    Las vidrieras de los comercios argentinos se inundaron
    de productos
    extranjeros, lo que generó un fuerte descenso en la
    venta de bienes
    nacionales. De acuerdo con la política militar la apertura
    de mercado se justificaba sobre una exigencia necesaria a la
    industria nacional, para que pudiera lograr un alto nivel en la
    producción y elaboración de su manufactura.

    Asimismo se inició un crecimiento en el
    endeudamiento del empresariado, compartida con la
    especulación o fuga de capitales. Cabe destacar que la
    deuda externa de la Argentina, que en 1977 era de aproximadamente
    27.7 millones de dólares, en el año 1981
    llegó a 46.3 millones de dólares. Para efectuar el
    pago de esta duda se utilizaba entonces más del 51% de los
    ingresos de las exportaciones.

    Así, la década del ´80 caracterizada
    por la "crisis de la deuda", fue el punto inaugural a una notable
    transformación en la política
    económica latinoamericana y Argentina en
    particular.

    Frente a este escenario las Instituciones
    de Bretton Woods (Fondo Monetario
    Internacional y Banco
    Mundial), tomaron como principal cometido la
    renegociación del endeudamiento externo y las fuentes de
    financiamiento, como así también el
    establecimiento de un orden en los sistemas monetarios,
    financieros y comerciales del mundo. El aspecto central de estas
    propuestas era proporcionar un mecanismo para la transferencia de
    recursos
    financieros de los países industrializados, para impulsar
    la reconstrucción y el desarrollo de los países
    periféricos.

    Estas instituciones intensificaron notablemente su poder
    y se convirtieron en el dispositivo nodal a la
    implantación de los ajustes estructurales.

    El conjunto de recetas de corte neoliberal
    recibió el nombre de "Consenso de Washington", entre las
    cuales se encontraban: la disminución de los aranceles
    aduaneros, la privatización de las empresas estatales, la
    restricción del gasto público, la
    desestimación de las políticas tendientes a la
    industrialización y la protección a la propiedad
    privada. Todas disposiciones orientadas a desmontar las
    políticas proteccionistas y a ampliar los márgenes
    de libertad de
    los mercados.

    Bajo la tesis
    básica de que el mercado constituye el mejor instrumento y
    más eficaz para la asignación de recursos y la
    satisfacción de necesidades, el neoliberalismo
    exaltó así las virtudes de un Estado mínimo
    e impugnó al Estado de Bienestar como dispositivo de
    redistribución en beneficio de las clases más
    desfavorecidas.

    El primer avance de estas políticas neoliberales
    aconteció dentro de lo que se denominó el "Proceso
    de Reorganización Nacional", gobierno militar que se
    estableció entre los años 1976 y 1983, y en el
    cual, como se señaló recientemente, se desmontaron
    las políticas proteccionistas y se ampliaron los
    márgenes de libertad de los mercados. A partir de este
    golpe de
    Estado, y de la mano del entonces ministro de Economía
    José Alfredo Martínez de Hoz, comenzó a
    efectuarse un implicante conjunto de políticas que
    impactaron fuertemente en la esfera económica argentina,
    las cuales produjeron, finalmente, una ruptura de las
    características estructurales y del funcionamiento
    económico del país.

    Considerando el discurso
    pronunciado por dicho ministro, el 2 de abril de 1976, los
    principales ejes del su plan
    económico se resumían en: "lograr el saneamiento
    monetario y financiero indispensable, como base para la
    modernización y expansión del aparato productivo
    del país, en todos sus sectores, lo que garantizará
    un crecimiento no inflacionario de la economía; acelerar
    la tasa de crecimiento
    económico y alcanzar una razonable distribución del ingreso, preservando el
    nivel de los salarios, en la medida adecuada a la productividad
    de la economía"
    . En consecuencia, se produjo una
    alteración en el balance de poder existente entre los
    diferentes grupos
    económicos y la inserción productiva y comercial de
    los sectores empresariales, dándose paso a una nueva
    configuración y caracterización radicalmente
    disímil de la prevaleciente en la etapa sustitutiva de
    importaciones.

    El golpe militar manipuló sus políticas
    económicas a fin de afianzar el poder del sector
    financiero especulativo. Gran parte de estas medidas, tanto
    económicas como sociales, tuvieron como finalidad la
    preservación y la extensión de los intereses de
    dicho sector. Sus estrategias
    recesivas mitigaron la demanda interna, en especial la de
    aquellos estratos medios y bajos de la sociedad, en
    tanto que la liberalización de las importaciones
    castigó principalmente al sistema industrial, afectando
    particularmente a la producción de textiles, ropa,
    calzado, muebles, productos metálicos, maquinarias
    eléctricas y material de transporte
    (9). (Panettieri, 1992)

    El producto final de este Proceso dio cifras alarmantes
    con respecto a la situación social, financiera y
    económica del país: 365 centros clandestinos de
    detención; 30.000 desaparecidos; 1.068 heridos y 635
    argentinos muertos en la Guerra de
    Malvinas; $31.561 millones de deuda pública; $13.526
    millones de deuda privada; 49.4% de gasto público; 15.7%
    de déficit fiscal; 343.3% de inflación y 25.3% de
    hogares pobres. Todos números por demás
    alarmantes.

    A continuación se expone un cuadro referencial a
    modo de síntesis, donde se exponen los principales
    indicadores
    relevantes, durante la gestión
    de Martínez de Hoz:

    Período

    Tasa de crecimiento del PBI

    PBI Ind / PBI

    Saldo Balanza comercial

    Salario real

    Inflación – Tasa anual

    Déficit fiscal / PBI

    Deuda Pública

    1976 – 81

    0.9%

    29.4

    540.6

    62.0

    193%

    -6.35

    20,024.0

    Fuente: MULLER, Alberto. Un quiebre
    olvidado: La política económica de Martínez
    de Hoz

     

    Introducción

    La industria entro en crisis a partir de 1975-1976,
    cuando presentaba las mejores condiciones de su historia. Con varias
    décadas de crecimiento continuo, signado solo por algunas
    desequilibrios coyunturales, el sector industrial presentaba
    hasta esos años, un proceso de expansión, que lo
    había llevado, hacia 1974, al uso indiscriminado de toda
    su capacidad instalada, lanzándose además nuevos
    proyectos de
    expansión de las ramas básicas.

    La persistencia de las elevadas tasas de
    interés manifestadas desde 1975, la tendencia al
    atraso cambiario, agudizada para fines de 1978 y la apertura
    indiscriminada a las importaciones fueron modificando la economía
    argentina y su demanda local. "Las tasas de interés se
    reciclaban con nuevos créditos y se cargaban a los
    precios
    mientras fuera posible; los costos financieros llegaron a niveles
    tales que su impacto era más elevado que los salarios en
    las estructuras de
    costos de las empresas. Los gastos
    financieros reales representaron cerca del 20% de las ganancias
    operativas consolidadas del sector fabril entre el año
    1975 y 1980, en un proceso de continuo aumento" (10).

    Ciertas empresas endeudadas escogieron por la venta de
    activos fijos
    (11) para pagar sus compromisos, como así también
    reducir costos y contraer estructuras. Por su parte, otras firmas
    optaron por esperar una refinanciación "blanda" que por
    supuesto nunca llego, concluyendo abatidas por la carga de
    intereses. Consecuentemente, fue más imperioso sobrevivir
    que progresar, con lo cual muchas empresas debieron despojarse de
    sus ingenieros y especialistas no ligados a la producción,
    abandonando con ello toda perspectiva futura de crecimiento y
    deteriorando la capacidad de implementar cambios y desarrollos
    productivos.

    A pesar de esta realidad, no todas las
    compañías fueron alteradas por el funcionamiento
    del nuevo mercado financiero, ya que varias de estas
    disponían de un cash flow (12) positivo o bien
    porque se encontraban en condiciones de tomar créditos a
    bajo interés en el exterior, represtándolo a tasas
    elevadas en el mercado interno. Dichas empresas fueron
    consideradas como operadoras financistas o especuladoras que
    poseían una fábrica; esta última era
    utilizada con un activo valioso ya que servía como
    garantía para tomar nuevos créditos y no como
    instrumento de producción, supeditándola entonces a
    la lógica
    de valorizar la moneda en el mercado. Frente a este tempestuoso
    juego de la
    especulación, numerosas empresas desaparecieron o fueron
    mutadas de dueños. Aproximadamente 30 de las 200 empresas
    cotizantes cambiaron de firma, para ser posteriormente
    cerradas.

    Asimismo, sobrevino el atraso cambiario y la
    caída de las exportaciones, factores simulados por el
    ingreso de la oferta de nuevas plantas que
    entraban a la producción local, y que debían
    exportar para sobrevivir. Fueron plantas equipadas con todas las
    herramientas
    necesarias para competir en el mercado internacional; mediante la
    venta de productos petroquímicos, aluminio y
    siderurgia, compensaron la declinación de otras industrias.

    El atraso cambiario también facilitó la
    llegada de bienes importados, apoyados por el equipo
    económico de Martínez de Hoz, ya que dichos bienes
    servían como contralor de los precios de la oferta local y
    obligaban al sector industrial interno a mejorar la calidad de sus
    productos. De esta manera, se rebajaron las tarifas y se
    abrió plenamente la economía al mercado
    externo.

    "Las importaciones fueron masivas y abarcaron numerosos
    rubros que no se pueden considerar prioritarios: incluyeron
    paraguas y lavarropas, autos y
    cigarrillos. Esa variedad no fue suficiente para cubrir todo el
    espectro industrial aunque afectó a buena parte del mismo;
    la experiencia de ese ensayo
    general, mostró que no bastaba con reducir las tarifas y/o
    atrasar el tipo de
    cambio. Enormes barreras no arancelarias frenaban la competencia
    externa y mantenían numerosos sectores protegidos. Las
    regulaciones sectoriales, las interacciones entre empresa, el
    control del
    sistema de distribución y otras características
    semejantes eran elementos de bloqueo al ingreso competitivo en
    muchas ramas" (13).

    Estas disposiciones y sus impactos resumidos
    estadísticamente, demuestran que la producción
    industrial argentina declinó un 17% en el período
    transcurrido entre 1975 y 1981, reduciéndose un 10%
    adicional en 1982. Diversas estimaciones indican que cerca de
    400.000 empleados industriales habían perdido su empleo
    durante ese período. Factores que no sólo han
    afectado a la industria en su desarrollo, sino también han
    generado un deterioro y una precariedad en este sector, vigente
    hasta la nuestros días (Schvarzer, 1983).

    A continuación, y profundizando al análisis de esta investigación, se
    desarrollarán las principales políticas
    económicas, efectuadas durante la gestión del
    entonces Ministro de Economía José Alfredo
    Martínez de Hoz, y que han sido implementadas para llevar
    a cabo el sutil pero efectivo desmantelamiento del sector
    industrial o de la cultura
    antiindustrialista.

    Para ello, primeramente se efectuará un estudio
    de las principales causas que provocaron este proceso de
    desindustrialización, evidenciando la nueva política
    financiera, la reducción arancelaria, la promoción industrial y la apertura
    indiscriminada de la economía al exterior.

    Posteriormente, se llevará a cabo un
    análisis sobre las implicantes consecuencias de este
    cambio en el liderazgo
    industrial argentino, tomándose en consideración el
    proceso de endeudamiento externo, la especulación y el
    ingreso irrestricto de bienes importados.

     

    El proceso de
    desindustrialización

    Para comprender este desmantelamiento de la industria,
    es necesario analizar el modelo de industrialización
    imperante en la Argentina, posterior a las transformaciones
    liberales efectuadas por el gobierno militar de 1976. Para ello,
    se reconoce -como se explicó en la reseña
    histórica- que el modelo por sustitución de
    importaciones, fue llevado a cabo como único recurso
    eficaz en respuesta de la aguda crisis económica
    internacional acontecida en los años ´30. Fue a
    partir de 1946, y frente a la reaparición de la oferta
    extranjera de bienes y capitales, cuando el gobierno de Juan
    Domingo Perón otorgó una mayor protección
    industrial, confiriendo a este sector de una política de
    industrialización a largo plazo.

    Durante su primer fase de aplicación, 1946-1959,
    dicho modelo funcionó de acuerdo a las variaciones en los
    precios. La imposición por parte del Estado, de aranceles
    proteccionistas, permitió a las empresas absorber, con
    rentabilidad,
    costos laborales mayores. Asimismo, primaron las políticas
    de inversión, gasto público y consumo
    de no asalariados para atraer las demandas de bienes
    industriales.

    Por su parte la segunda fase, 1959-1970, fue más
    expansiva pero inestable. La economía se configuró
    sin reservas de mano de obra y con un movimiento sindicalista
    activo y organizado, situación que solo pudo ser contenida
    mediante un acuerdo político con los asalariados; la
    inflación y la regulación autoritaria. A pesar de
    ello, la crisis de los años ´60 no pudo ser
    contenida.

    Según Adolfo Canitrot, dicha crisis
    presentó dos etapa: "una primera, iniciada a mediados de
    1969, que correspondió a la progresiva disolución
    del sistema autoritario-militar, y que se caracterizó, en
    lo económico, por el descenso del ritmo de crecimiento y
    el ascenso de las tasa de inflación. Y en una segunda
    etapa, comenzada en 1973 con el peronismo en el poder, durante la
    cual se intentó repetir, sobre bases políticas
    endebles, un acuerdo de precios y salarios que finalizó en
    una inflación galopante" (14).

    Si bien entonces la industria argentina entro en crisis
    entre los años 1975-1976, en sus más optimas
    condiciones, su realidad permitía evidenciar amplios
    componentes negativos en cuanto a sus limitaciones.

    Las principales debilidades o insuficiencias en la
    industria, se encontraban en aquellos sectores destinados a la
    producción de insumos industriales y de bienes de capital,
    escenario que conducía dos problemáticas. Por un
    lado, y por su impacto desestabilizador de corto plazo, era
    necesario importar dichos insumos, que al afectar la balanza
    comercial, producían instabilidades perjudiciales en
    las etapas de expansión. Por otra parte, se evidenciaba
    una importante falta de desarrollo en el propio proceso de
    creación de tecnología,
    excluyendo cada vez más a las industrias locales de la
    frontera
    productiva de los países desarrollados, provocando con
    ello efectos comparativamente escasos en la evolución de la productividad.

    Tales restricciones, para afrontar la debilidad de la
    industria en la generación local de bienes de capital,
    inducía, indefectiblemente, no sólo a la
    dependencia de divisas
    necesarias para importar maquinarias, sino también a la
    utilidad que
    las empresas extranjeras hallaran para insertarse posteriormente
    en el país, o para vender sus adelantos
    tecnológicos. Cabe destacar, que la gran mayoría de
    estas empresas transferían tecnología y maquinarias
    ya no utilizadas en sus respectivos establecimientos fabriles, a
    causa de sus recientes innovaciones. Esto hacía aún
    más evidente el significativo retraso del sector
    industrial argentino, en cuanto a la adjudicación de
    maquinarias prácticamente arcaicas.

    De acuerdo a estudios efectuados por diversos autores,
    la base de estas deficiencias estructurales en la esfera
    industrial, se debe a una serie de factores o causas tales como
    la ausencia de un perfil específico para el proceso de
    industrialización, la notable inestabilidad y versatilidad
    de las políticas económicas, las conflictos para
    imponer un acuerdo social que sustentara una política
    industrial de largo plazo, las irregularidades en la
    distribución del ingreso, que expandía y
    comprimía el mercado e impedía la planificación empresaria, y la falta por
    parte del Estado de una política de investigación y
    desarrollo local imprescindibles para reducir la brecha existente
    entre la Argentina y los demás países desarrollados
    (Rapoport, 2000).

    Considerando entonces, que el plan impulsado por
    Martínez de Hoz, fue un proyecto
    antipopular, excluyente y regresivo, el cual
    apuntó a lograr una atomización social generalizada
    mediante el empleo de una profunda reestructuración
    productiva y una modificación en la anterior organización de relaciones
    económicas y políticas, se comprende entonces que
    dicho plan, tuvo como principal objetivo
    abandonar definitivamente cualquier orientación
    industrialista vigente en el país desde 1930.

    Esta labor fue emprendida indiscriminadamente a
    través de la utilización de cuatro herramientas
    primordiales. Dispositivos que no sólo han transformado el
    contexto económico e industrial, sino también su
    base social de sustentación y su inserción en la
    división internacional del trabajo (15), estas
    herramientas son:

    • Reforma Financiera
    • Reducción arancelaria
    • Promoción industrial
    • Política de mercado

     

    Reforma
    Financiera

    Como se observa, la política económica de
    1976 presentó como principal objetivo el libre mercado de
    capitales. La aplicación de este objetivo a partir de
    1977 significó un desvinculo definitivo con el pasado del
    subsidio fiscal, el crédito
    de bancos oficiales,
    el mecanismo de redescuento y la tasa de
    interés negativa.

    Si se considera la economía argentina posterior
    al periodo del Proceso, la valoración de la
    industrialización era sinónimo de desarrollo
    económico como así también
    condición necesaria para impulsar el bienestar social. Una
    característica representativa sobre esta concepción
    industrialista, es la desconfianza otorgada al mercado de
    capitales como instrumento eficiente para el crecimiento
    económico de un país. De esta manera, y bajo este
    esquema, las políticas económicas contuvieron un
    esquema de financiamiento
    subsidiado de la industria, a través de la
    intervención y regulación del Estado en las
    relaciones de precios, impuestos y gastos.

    Este modelo industrialista fue aplicado hasta 1976.
    Posteriormente, y frente a un nuevo gobierno de facto, se
    invierte el esquema de financiamiento, otorgando total
    primacía al mercado de capitales. Mediante esta nueva
    política representada por pautas estáticas, la
    formación de los precios fueron constituidos bajo los
    supuestos de la libre competencia y completa certidumbre.
    Asimismo, la ampliación de los recursos fue determinado
    por las decisiones de ahorro de los
    consumidores, resultantes además de un patrón de
    preferencias temporales de consumo.

    Por su parte, la tasa de interés evaluada para
    este modelo, fue el precio relativo entre bienes presentes y
    futuros. Toda intervención externa al mercado en la
    designación del precio implicaba, para este modelo, una
    violación a las preferencias de los consumidores, una
    ineficiencia en la asignación de recursos y un declive en
    el nivel del bienestar (Canitrot, 1980).

    Evaluando cada uno de estos puntos, las relaciones
    establecidas entre inversión, actividad y ganancia, que en
    su momento operaban en el anterior esquema industrial argentino,
    fueron ignoradas por completo bajo este nuevo programa
    económico.

    Desde el momento en que el equipo armado por el entonces
    ministro de economía Martínez de Hoz,
    comenzó a abordar una clara y definida política
    económica con criterios sectoriales y liberales, se
    inició una cadena de pugnas que tendieron a extenuar la
    industria como rama productiva en la economía nacional,
    desbaratando los mecanismos industriales implementados hasta
    entonces.

    Las primeras alteraciones al sector industrial fueron
    recibidas por las consecuencias de las políticas
    macroeconómicas, y precisamente de la estrategia
    financiera. Así fue como el 14 de febrero de 1977, a
    través de la Ley
    21.526, se establece una reforma financiera, la cual
    institucionalizó la presencia de las elevadas tasas de
    interés y de los mecanismos que alentaban las operaciones de
    corto plazo.

    Este nuevo Régimen de Entidades
    Financieras
    que implicaba un cambio sustancial en el mercado
    de capitales nacionales, promovió como principales medidas
    la liberalización de las tasas de interés y la
    "desnacionalización" o "descentralización" de los depósitos,
    admitiendo que la capacidad prestable de los bancos quedara atada
    a su habilidad para captar depósitos. (Gerchunoff y Llach,
    1998)

    De acuerdo a niveles económicos, esta reforma
    consistió en la "creación de un sistema de reservas
    fraccionarias que reemplazaba a la anterior sistema centralizado
    de depósito con un encaje del 100%; la
    liberalización de las tasas nominales de interés
    activas y pasivas; una mayor responsabilidad de los bancos en sus relaciones
    con la clientela, estableciendo, además, requisitos sobre
    la solvencia y la liquidez de dichas entidades; el
    establecimiento de un régimen de garantía plena de
    los depósitos en el marco de una mayor liberalidad de los
    requisitos para la expansión o instalación de
    nuevas entidades y sucursales sin importar la nacionalidad;
    y la recreación
    de la función
    del Banco Central
    como prestamista en última instancia" (16).

    Asimismo, dicha reforma permitió incrementar el
    rol del sector financiero privado, disminuyendo de esta manera la
    intervención del Estado. El conjunto de medidas adoptadas
    tuvieron amplias repercusiones, en tanto que la
    liberalización de los movimientos de fondos y de las tasa
    de interés, alteraron las condiciones de rentabilidad de
    los distintos sectores económicos, perjudicando las
    operaciones productivas e incentivando a la especulación.
    Entre los años 1978 y 1979, el gobierno habría
    autorizado la apertura de 1.197 sucursales
    financieras.

    El efecto que contrastó esta nueva
    política financiera marcó importantes diferencias y
    conductas en las empresas industriales. Si bien algunas lograron
    extraer beneficios por la flamante circunstancia, otras
    permanecieron aprisionadas por los inconmensurables costos que no
    pudieron superar, bajo un significativo y creciente
    endeudamiento. Cabe destacar que las empresas más
    vulneradas ante esta realidad fueron las pequeñas y
    medianas, es decir, aquellas con menor capacidad de acceso a
    créditos externos, oficiales o con escasa posibilidad de
    incorporar capital agregado. Por su parte, el impacto fue casi
    imperceptible sobre las grandes empresas, debido a su capacidad
    de adaptación frente a las nuevas políticas de
    cambio.

    Asimismo, esta reforma afectó la toma de
    decisiones en materia de
    inversión sobre los bienes de capital y sobre la
    creación e incorporación de innovaciones
    tecnológicas. En esta estrategia, la valorización
    financiera fue más importante que la producción, en
    tanto los activos fijos
    comenzaron a tener más primacía como
    garantía para tomar nuevos créditos, que luego se
    destinarían a la especulación y no al desarrollo de
    la capacidad productiva. En función de este juego
    especulativo, las industrias se compraban y vendían
    reiteradas veces.

    Esta manipulación de alto monto financiero,
    llegó a superar a los salarios en la estructura de
    costos, forzando a que diversas empresas efectuaran ajustes a su
    capacidad inmediata, como así también a su futura
    producción. El endeudamiento ascendió a niveles
    altísimos, superando en muchos casos el propio patrimonio de
    las empresas, las cuales debieron cerrar sus puertas o reclamar
    asistencia al Estado.

    A continuación, se presenta un cuadro con las
    empresas o grupos económicos que han exhibido mayor
    endeudamiento externo durante ese periodo.

    Empresas con mayor endeudamiento externo (en millones
    de dólares)

    Empresa

    Monto

    Empresa

    Monto

    Celulosa Argentina

    1503.5

    Fiat

    177.9

    Cogasco

    1348.0

    Juan Minetti

    172.5

    Autopistas Urbanas

    951.2

    Werthein

    167.1

    Perez Compac

    909.4

    IRI

    158.3

    Acindar

    652.2

    Banco de Crédito Argentino

    154.2

    Bridas

    598.7

    Socma

    148.6

    Banco de Italia

    553.6

    Banco Ganadero Argentino

    147.3

    Alpargatas

    474.5

    Banco de Londres

    135.3

    Techint

    352.7

    Banco Tornquiste

    134.2

    Gavoraglio y Zorraquin

    339.1

    Pirelli

    127.8

    Banco de Galicia

    312.5

    Banco de Quilmes

    123.7

    Fate

    223.6

    Decavial

    119.3

    Astra

    222.5

    Swift Armour

    114.7

    Citibank

    219.7

    IBM

    108.5

    Astilleros Alianza

    189.5

    Bank of Boston

    102.5

    Total

    8850,7

    Total

    2091,9

    Fuente: Rapoport,
    Mario. Historia Económica, Política y Social de la
    Argentina, 2000

    Este cuadro desalentador terminó de concretarse a
    lo largo de 1978, cuando se procedió a implementar el
    enfoque monetario de balanza de pagos y se diagramó la
    llamada "tablita" cambiaria (17), delineándose a partir de
    allí, un nuevo cronograma de rebajas en los aranceles. El
    objetivo de estos mecanismos fue restringir el incremento de los
    precios, exponiendo de esta manera a la producción local a
    la competencia de las importaciones.

    Posterior a esta reforma, se inició la
    expansión financiera, la cual culminó en un
    importante caos. Si bien los cambios liberales establecidos
    durante la reforma financiera, daban amplia garantía a los
    depósitos, no existía un adecuado sistema de
    control. Bajo este régimen de tasas libres, la
    combinación de garantía pública y la falta
    de supervisión de calidad a la cartera de los
    bancos, hizo a la realidad potencialmente peligrosa. De esta
    manera, quedó conformado un contexto donde los bancos
    competían por la captación de fondos con crecientes
    tasas de interés, pero también efectuando
    préstamos a considerables tasas para aquellas empresas
    desesperadas que no hallaban financiamiento alguno en condiciones
    más favorables.

    Esta presión
    alcista sobre las tasas era reforzada por la presencia en el
    mercado de empresas públicas que habían pasado a
    ser autónomas en carácter financiero, y que se
    constituían como importantes demandantes de
    crédito. Dicha presión sobrevivió en tanto
    duró la monetización especulativa, pero
    colapsó a partir de la liquidación del Banco de
    Intercambio Regional (BIR), desatándose una corrida que si
    bien en un inicio canceló las actividades de tres
    importantes bancos (Oddone, de los Andes e Internacional),
    terminó afectando a todo el sistema
    financiero. Para 1980, en plena fase terminal del programa
    económico del entonces ministro Martínez de Hoz, el
    Banco Central debió asumir el control de aproximadamente
    60 instituciones bancarias.

     

    Reducción
    arancelaria

    Otra de las medidas diseñadas para el proceso de
    desindustrialización implementado en el Proceso, y
    quizá la más significativa para el sector
    industrial, fue la estrategia arancelaria, la cual tendió
    a la apertura del mercado local y a la competencia de bienes
    importados. Estrategia que comenzó a aplicarse
    gradualmente desde 1976, aunque sus efectos nocivos fueron
    plasmados transcurridos los dos años. De acuerdo a esta
    medida, las reducciones tarifarias fueron efectuadas a fin de
    eliminar la protección excesiva implícita en los
    elevados aranceles registrados en la economía
    argentina.

    Para diciembre de 1978, esta disposición dio
    lugar a un nuevo programa de reducción arancelaria gradual
    y progresiva, prevista de tal manera, que en un plazo no mayor a
    seis años, la industria argentina debía quedar
    completamente abierta a la competencia internacional. De esta
    manera, se establecía un plazo razonable de
    adaptación de las empresas locales frente a las
    extranjeras. A pesar de ello, la invasión de nuevas
    medidas y resoluciones anticipadas, modificaron el sentido de
    esta medida.

    En 1979, se establece una resolución en la cual
    se autoriza el adelanto de los ajustes tarifarios previstos sobre
    aquellos sectores que habrían mostrado comportamientos no
    deseados de precios. Dicha resolución rechazada por gran
    parte del empresariado, provocó desconcierto frente al
    programa impulsado por el Ministerio de Economía (18)
    meses después, una nueva resolución fue aplicada en
    el sector de bienes de capital.

    Para 1980, el equipo económico extendió
    las disposiciones hasta llegar a la reducción de los
    gravámenes extraarencelarios, de manera tal que la
    economía argentina se asegurara una efectiva y plena
    apertura del mercado interno a la competencia exterior,
    transmitiendo de este modo, un claro mensaje a la industria, la
    cual debía ser desmantelada de toda estructura posible de
    resguardo para su producción local.

    Los resultados de estas políticas
    económicas y arancelarias de "desindustrialización
    eficiente", pudieron advertirse en algunas ramas industriales.
    Aquellas ramas integradas por empresas pequeñas y
    medianas, que operaban en mercados altamente competitivos y con
    innovaciones tecnológicas, como ser la electrónica de consumo, fueron derruidas
    por los productos importados (Schvarzer, 1986).

    De acuerdo a Gerchunoff y Llach "las importaciones,
    estimuladas por el retraso del dólar y por la apertura,
    representaron una competencia que para muchas ramas
    manufactureras resultó perjudicial, y además
    provocaron un fuerte déficit de comercio. En
    1980 esas tendencias se acentuarían, hasta hacerse
    insostenibles, por la continuada apreciación cambiaria y
    el inicio de la recesión" (19) de esta manera, y frente a
    la situación descripta entre los años 1974 y1980 la
    industria redujo tres o cuatro puntos su participación en
    el PBI, mientras que para las ramas textil y papelera la
    combinación de estos fuertes componentes como ser
    recesión, apertura y atraso cambiario fue tan pronunciada
    que originó caídas netas de aproximadamente
    15%.

    Esta exposición
    de la producción interna a la competencia irascible de las
    importaciones fue manifestada desde el gobierno como una
    propuesta óptima en la contención de los precios.
    En cuanto a este análisis, cabe destacar dos puntos
    limitantes, en primer lugar, las empresas extranjeras presentaban
    un mayor acceso al crédito, con lo cual la incidencia de
    los costos financieros era mucho menor; y a su vez, desarrollaba
    la debilidad de las empresas locales en cuanto a competitividad
    por razones que no eran ni de índole productiva ni de
    ineficiencia. En segundo lugar, las diferencias en la competencia
    remitían a circunstancias netamente estructurales, que
    debían resolverse a corto plazo; asimismo, los precios
    eran fijados arbitrariamente por los oligopolios internacionales,
    logrando con ello un mercado cautivo en el cual imponían
    su estructura de precios. Todos estos factores debían ser
    definidos a través de una política industrial que
    controlara las acciones de
    dumping (20) y no a través de esta brutal
    exposición del mercado interno. (Rapoport,
    2000)

     

    Promoción Industrial

    Otra línea de acción
    manifestada por la gestión de Martínez de Hoz, fue
    la implementación de una serie de proyectos emergentes del
    gobierno peronista, de promoción industrial. Estos
    proyectos gestados desde 1969 durante el periodo 1973-1976 y
    convalidados posteriormente por el Proceso, eran planes centrados
    en la industria básica, como ser proveedores de
    insumos intermedios para el mercado interno, y que en su
    mayoría demandaban inversiones
    masivas en capital, difíciles de obtener sin un
    considerable apoyo del Estado. Cabe aclarar, que gran parte de
    estos proyectos no fueron siquiera contemplados y mucho menos
    realizados (21).

    Legislativamente, la promoción industrial se
    inicia el 27 de julio de 1977 cuando se aprueba Ley N°
    21.608. La misma tuvo por objeto promover la expansión de
    la capacidad industrial del país, fortaleciendo la
    participación de la empresa privada en este proceso. Fue
    utilizada para empresas de bienes intermedios de uso difundido,
    como papel, aluminio, acero, petroquímica, etc., incluyendo un paquete
    de beneficios referidos a exención, reducción,
    suspensión o diferimiento de impuestos, amortización acelerada de activos fijos,
    privilegios o contracciones de derechos de importación y eventuales regulaciones
    cuantitativas temporarias a las importaciones. Asimismo,
    permitió eliminar cualquier diferencia existente entre las
    empresas nacionales y extranjeras, confiriendo a ambas igual
    derecho a la promoción (artículo
    6°).

    Por otra parte, anuló la posibilidad de otorgar
    créditos a las empresas promocionadas por esta ley,
    obedeciendo a la necesaria coherencia con las propuestas
    simultáneas de reestructuración del régimen
    financiero local. Finalmente, dicha ley también
    estableció como requisito calcular el costo fiscal
    implícito de la nueva política (22).

    En 1979, esta ley se amplia a través del
    otorgamiento de subsidios para la radicación de
    actividades en la provincia de La Rioja, incluyendo
    posteriormente a San Luis, Catamarca y San Juan. Esta nueva
    normativa tuvo como objetivo tratar de desplazar las actividades
    de los polos industriales tradicionales (léase Buenos Aires,
    Rosario y Córdoba) hacia nuevas zonas.

    Ambas disposiciones de promoción industrial
    fueron llevadas a cabo mediante el estrecho lazo sostenido entre
    el Estado y los grupos económicos, siempre en torno al llamado
    "compre nacional" y de precios especiales sobre aquellos bienes y
    servicios provistos por las empresas públicas.
    Conjuntamente, dichos grupos recibían concesiones para
    operar servicios en beneficio del desarrollo social
    (23).

     

    Política de
    mercado

    La gestión de Martínez de Hoz tomo como
    principal agente regulador de la economía al mercado. La
    apertura de la economía argentina, fue sustentada en la
    necesidad de disciplinar la conducta de los
    empresarios locales a través de la competencia
    internacional. De acuerdo con esta mirada, la competencia
    constituía, en su estrategia, un mecanismo fundamental
    para desmantelar el sistema de controles ejercido por el Estado
    sobre los precios. Asimismo, permitía abandonar la
    discusión sobre el carácter oligopólico de
    la estructura industrial.

    La primera acción utilizada dentro de esta
    política de mercado fue la reducción de los
    salarios, deteriorándolos en más de un 30%. Dichos
    salarios fueron congelados por un periodo de tres meses y
    sólo podían ser incrementados por debajo de la
    inflación. Asimismo, se anunció la
    liberalización de los precios reemplazando el sistema de
    control existente hasta entonces por parte del Estado. Cabe
    destacar, que esta sujeción de los sueldos, fue
    diseñada no sólo como medio para regular el rebrote
    inflacionario, sino también para asegurar bajos costos de
    mano de obra a las empresas.

    Una vez lograda la reducción de los salarios, y
    en consecuencia regresiva la caída del consumo, el equipo
    de Martínez de Hoz, planteo la necesidad de incrementar y
    desregularizar las transacciones con países desarrollados.
    Para ello, el 19 de agosto de 1976 se sanciona la ley N°
    21.382 sobre inversiones extranjeras, la cual establece en su
    articulo 1°: "los inversores extranjeros que inviertan
    capitales en el país en cualquiera de las formas
    establecidas en el artículo 3 destinados a la
    promoción de actividades de índole
    económica, o a la ampliación o perfeccionamiento de
    las existentes, tendrán los mismos derechos y obligaciones
    que la Constitución y las leyes acuerdan a
    los inversores nacionales, sujetos a las disposiciones de la
    presente ley y de las que se contemplen en regímenes
    especiales o de promoción".

    En agosto de 1980 se promulga la Ley N° 22.262, la
    cual establecía una defensa de la competencia, planteando
    el control de las actitudes
    dominantes del mercado, y estableciendo una serie de acciones
    para evitarlas, para así reencauzar a los empresarios, por
    medio de la persuasión y sin vías judiciales, hacia
    el objetivo de la libre competencia. Dicha ley crea en su
    interior la Comisión Nacional de Defensa de la
    Competencia, la cual actuó en 18 casos, de los cuales
    todos corresponden a empresas estatales, pequeñas y
    medianas.

    Este acelerado proceso de apertura de la economía
    argentina hacia el exterior trajo aparejado el cierre desmedido y
    masivo de fábricas de productos nacionales, desbastadas
    por la competencia internacional y las altas tasas de
    interés ofrecidas. Esta apertura fue llevada a cabo
    "discriminatoria y asimétricamente", ya que sólo se
    protegió de las importaciones a aquellas ramas con
    ventajas comparativas, a las oligopólicas y a las
    productoras de bienes no diferenciados, reduciéndose
    asimismo, el amparo a los
    sectores menos intensivos en mano de obra calificada, en
    conocimientos e innovación
    tecnológica y en ingeniería. Esta disposición
    centralizada dio a entender que las políticas
    económicas sólo debían ser ejecutadas con el
    fin de preservar al capital concentrado.

    Según palabras de Jorge Schvarzer, "el
    estancamiento fue absoluto en términos de magnitud global
    de la producción, pero coincidió con una mejora
    cierta de la eficiencia de
    algunas ramas, tanto por el surgimiento de empresas nuevas como
    por el cierre de plantas obsoletas, y cierta renovación de
    equipos en otra. Pero el balance debe considerarse negativo,
    porque el proceso cerró las fuentes de
    crecimiento industrial, abriendo paso a más de un
    década de estancamiento, resultado que requerirá
    largos años y duros esfuerzos para ser revertido. La
    parálisis industrial coincidió con un cambio
    apreciable en las tendencias productivas en el mundo
    desarrollado, hasta abrir una brecha no conocida antes entre la
    situación nacional y las fronteras ya alcanzadas en las
    naciones más avanzadas, brecha que será
    difícil salvar, aun cuando se logre poner en marcha
    nuevamente el sistema reproductivo interno" (24).

    Asimismo, es importante destacar que esta estrategia de
    apertura externa y las consecuentes medidas de corte recesivo que
    tendieron a contraer el mercado interno, presentaron como
    consecuencia el reposicionamiento relativo de diversos sectores:
    los servicios y el área de los energéticos
    (petróleo y gas) acrecentaron
    su participación en detrimento de las ramas productoras de
    bienes, especialmente de aquellas expuestas a la competencia
    internacional. Si se analiza la composición del PBI al
    inicio y al final del período (1975-1983) se observa que
    los sectores más damnificados fueron los relacionados con
    el mercado interno y aquellos cuyos productos competían
    con los importados, como ser construcción e industrias
    manufactureras.

    Como se pudo observar en el presente análisis,
    las principales consecuencias ligadas al proceso de
    desindustrialización, no sólo han sido la extensa
    masa de productos importados, que quebrantaron a la
    producción interna de las pequeñas y medianas
    empresas argentinas, y la gran especulación generada a
    través de la compra y venta de empresas, sino
    también el implicante endeudamiento externo.

    La política económica aplicada por
    Martínez de Hoz, creó en la Argentina una serie de
    condiciones que situaban al país en un estado de
    privilegio como receptor de los créditos internacionales.
    Tanto la reforma financiera de 1977 y la apertura comercial,
    estimularon el ingreso de fondos y un avance de movimientos
    especulativos.

    Entre los años 1976 y 1979, el endeudamiento fue
    constituido por el sector
    público. En consecuencia, a las dificultades
    existentes para la adquisición de créditos
    internos, la necesidad de las empresas al financiamiento se
    orientó hacia la banca
    internacional. Gran parte de estos préstamos
    conformó una importante reserva de divisas, acumulando
    casi 10.000 millones de dólares. Dicha reserva que
    tenía por objetivo consolidar las condiciones para una
    política de estabilización, no sólo
    inspiró a un negocio para la intermediación
    financiera, sino también representó, por sus
    intereses, un costo estimado de 500 millones de
    dólares.

    Durante el último año de la gestión
    de Martínez de Hoz (1980-81), la apertura comercial, el
    retraso cambiario, el incremento de las importaciones y la
    remisión de utilidades y regalías por el capital y
    la tecnología provocaron un déficit comercial y de
    la cuenta corriente, originándose, consecuentemente, un
    alto crecimiento del endeudamiento empresarial, deuda que
    respondía no sólo a la necesidad productiva, sino
    también a la especulación o fuga de
    capitales.

    Seguidamente, se expondrá un cuadro comparativo
    en el cual se podrá observar el endeudamiento externo por
    parte del sector público y privado, durante el
    período de Martínez de Hoz.

    Endeudamiento externo de la Argentina (en millones de
    dólares)

    Año

    Sector público

    Sector privado

    Total

    Variación de reservas

    1975

    4.941

    9.144

    8.085

    -791.1

    1976

    6.648

    3.091

    9.738

    1.192,4

    1977

    8.127

    3.635

    11.762

    2.226,5

    1978

    9.453

    4.210

    13.663

    1.998,4

    1979

    9.960

    9.074

    19.034

    4.442,4

    1980

    14.450

    12.703

    27.162

    -2.796,1

    1981

    20.024

    15.647

    35.671

    -3.433,1

    Totales

    73.603

    57.504

    125.115

     

    Fuente: Rapoport, Mario. Historia
    Económica, Política y Social de la Argentina,
    2000

     

    De acuerdo a Mario Rapoport el endeudamiento argentino
    no respondió, en contraposición a Brasil, a un
    proceso de industrialización, "en la Argentina fue
    utilizado para solventar la especulación, la fuga de
    capitales, la compra de armamento y la demanda de consumo, con un
    altísimo costo en materia productiva, ya que la
    política para la atracción de capitales
    imponía una desprotección absoluta a las
    actividades productivas internas y un costo por la vía del
    incremento de las tasas de interés imposible de solventar.
    De allí que mientras muchos países, como el Brasil,
    entendieran al endeudamiento fundamentalmente como una forma de
    resolver sus problemas
    productivos, la Argentina se endeudó para destruir su
    aparato productivo, hipotecando su economía y arrasando la
    base productiva que podría contribuir a levantar
    posteriormente su hipoteca" (25).

     

    Conclusiones

    De acuerdo al estudio efectuado en la presente
    investigación, sobre el intencionado desmantelamiento del
    sector industrial en la Argentina durante los años 1976
    -1981, el proceso de desindustrialización debe ser pensado
    en conjunto con un proceso de concentración. Esto
    significa, que mientras e restringían las dimensiones de
    la industria, en consecuencia de la disipación de aquellas
    empresas con menos poder del capital, se concentraba, asimismo,
    la propiedad industrial en manos de grupos económicos y
    empresas transnacionales diversificadas.

    Se deduce entonces, que la caída de la
    producción durante este período no fue
    homogénea en cuanto a los diversos tipos de bienes.
    Así como creció la participación de los
    bienes intermedios en el total de la producción,
    decreció la de bienes de consumo. Por su parte, la crisis
    tampoco fue equilibrada, dentro de los estratos de
    concentración. Dicha crisis fue menor en las ramas
    altamente concentradas que en las medianas y pequeñas,
    dando como resultado un aumento de la participación del
    primero de estos estratos y una incidencia de los mercados
    oligopólicos.

    Análogamente, y a partir de la reforma
    financiera, las empresas transnacionales presentaron una realidad
    de grandes beneficios. En virtud de su vínculo con firmas
    financieras controladas por el mismo grupo
    económico, dichas empresas tuvieron un acceso fluido al
    crédito, a tasas diferenciales, en instancias en donde la
    falta de recursos de financiación llevaba a muchas firmas
    a la quiebra o al
    cierre.

    En términos cuantitativos, esta
    contracción de la actividad industrial fue reflejada por
    la evolución del PBI industrial. Para 1983, retorno de la
    democracia en
    Argentina, este indicador mostraba un retroceso de un 10%
    respecto del de diez años atrás. Asimismo, la
    actuación de otros índices económicos,
    enmarcado en el origen y término del período
    militar, también dejan percibir la dirección ejercida por la industria. El
    volumen
    físico de la producción se contrajo un 10%; el
    despido indiscriminado de los trabajadores, determinó que
    el número de obreros ocupados descendiera un 34%; el
    salario real
    cayó un 17%; el costo salarial también
    disminuyó un 19%; aumentaron la productividad horaria de
    los asalariados un 30% y un 6% la jornada media de trabajo. Para
    concluir, la relación productividad / costo salarial, es
    decir, la distribución interna del ingreso industrial,
    revela un incremento del 69% en la apropiación del
    excedente por parte del sector empresarial (26).

     

    Lic. Samanta Acerenza

     

    Bibliografía

    AZPIAZU, Daniel; BASUALDO, Eduardo & KHAVISSE,
    Miguel. El nuevo poder económico en la Argentina de los
    años 80. Buenos Aires: Legasa, 1989

    CANITROT, Adolfo. La disciplina
    como objetivo de la política económica. Un ensayo
    sobre el programa económico del Gobierno Argentino desde
    1976. Buenos Aires: Desarrollo Económico Vol. XIX
    N°76, 1980.

    CAVAROSSI, Marcelo. Autoritarismo y democracia
    (1955-1983). Buenos Aires: Editores de América
    Latina, 1996.

    ESPING ANDERSEN, Gosta. Los tres mundos del Estado de
    Bienestar. Valencia: Editorial Alfons El Magnanim,
    1993.

    FRENKEL, Roberto. Mercado financiero, expectativas
    cambiarias y movimientos de capital. Desarrollo
    Económico Vol. XXII N° 87, 1982.

    GALEANO, Eduardo. Memoria del Fuego 3: El siglo del
    viento. Buenos Aires: Editorial Catálogos,
    1987.

    GERCHUNOFF, Pablo y LLACH, Lucas. "Vértigo
    económico en tiempos violentos (1973-1983)". En El
    ciclo de la ilusión y el desencanto. Un siglo de
    políticas económicas argentinas. Buenos Aires:
    Editorial Airel, 1998.

    LLACH, Juan. Otro siglo, otra Argentina. Buenos
    Aires: Editorial Ariel Sociedad Económica, 1997

    LLACH, Juan José. El Plan Pinedo de 1940, su
    significado histórica y los orígenes de la economía
    política del peronismo. Buenos Aires: Desarrollo
    Económico N° 23, 1984.

    MULLER, Alberto. Un quiebre olvidado: La Reforma
    Económica de Martínez de Hoz. Buenos Aires:
    Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo,
    Facultad de Ciencias
    Económicas de la Universidad de
    Buenos Aires.

    PANETTIERI, José. "Desindustrialización y
    Pauperización". En La cultura antiindustrialista de la
    Argentina. Buenos Aires: Centro Editor de América
    Latina, 1992.

    RAPOPORT, Mario. "La dictadura militar
    y la crisis económica (1976-1983)". En Historia
    Económica, Política y Social de la Argentina.
    Buenos Aires: Editorial Macchi, 2000.

    Oficina Internacional del Trabajo (OIT). El empleo en
    el mundo 1996/97 Las políticas nacionales en la era de la
    mundialización. Ginebra.

    SCHVARZER, Jorge. Cambios en el liderazgo industrial
    argentino en el periodo de Martínez de Hoz. Buenos
    Aires: Desarrollo Económico Vol XXIII N° 91,
    1983.

    SCHVARZER, Jorge. "Industria: una estrategia para
    empresas antes que para ramas". En La Política
    Económica de Martínez de Hoz. Buenos Aires:
    Editorial Hyspamerica, 1986.

    SCHVARZER, Jorge. "El retorno de los brujos". En La
    Industria que supimos conseguir. Una historia político –
    social de la industria argentina. Buenos Aires: Editorial
    Planeta, 1996.

    SCHVARZER, Jorge. "El quiebre del modelo cerrado de los
    setenta. Apertura, especulación y deuda". En
    Implantación de un modelo económico. La
    experiencia argentina entre 1975 y 2000. Buenos Aires:
    Editorial A-Z, 1998.

     

     

    Citas

    1. Modelo implementado a fines de los ´40 por el
    entonces Ministro de Hacienda, Dr. Federico Pinedo, cuya
    finalidad era mantener abierta la economía argentina al
    comercio
    exterior. Asimismo consideraba que debía lograrse un
    crecimiento aceptable oficializándose una
    industrialización exportadora, especializada en materias
    primas nacionales. Tal objetivo sólo podría
    conseguirse mediante un fuerte acercamiento a los EE.UU. Se
    trataba, entonces, de un plan proaliado en materia de
    política internacional, esta opción podrá
    ser mencionada como un intento de integración a una nueva división del
    trabajo, o bien como un cambio de metrópoli y la
    búsqueda de una dependencia próspera. (Fuente:
    LLACH, Juan José. El Plan Pinedo de 1940, su
    significado histórica y los orígenes de la
    economía política del peronismo
    . Bs. As.:
    Desarrollo Económico N° 23. Enero-marzo, 1984. PP.
    525).

    2. Los modelos del Estado de Bienestar según
    Esping Andersen, se pueden dividir en tres, dependiendo del
    reparto de las responsabilidades:
    socialdemócrata (el mercado genera
    inequidades, pero todos los ciudadanos son iguales y por lo tanto
    tienen derecho a recibir los mismos servicios,
    promoviéndose con ello, la universalización de los
    servicios sociales prestados por el Estado) modelo propio de los
    países escandinavos; liberal (la
    intervención del Estado es débil, no es suficiente
    y anula la correcta distribución del mercado, quien le
    garantiza a todos las mismas posibilidades de participar,
    predomina la asistencia social relacionada con necesidades
    concretas, no a la pertenencia laboral, ni a la
    condición de ciudadanía) este modelo se presenta
    principalmente en Estados Unidos,
    Canadá y Australia; y por último el tercer modelo
    corporativista (propone desplazar al mercado como
    proveedor de servicios sociales, pero no presenta alternativas
    desmercantilizadoras, puesto que los beneficios no se presentan
    como derechos de ciudadanía sino como servicios otorgados
    a partir de la inclusión a un trabajo) este tipo de estado
    benefactor se aplica en países tales como Alemania,
    Austria, Francia,
    Bélgica e Italia. (Fuente:
    ESPING ANDERSEN, Gosta. Los tres mundos del Estado de
    Bienestar
    . Valencia: Editorial Alfons El Magnanim,
    1993).

    3. Existe "pleno empleo" cuando la gran mayoría
    de las personas en edad de trabajar, capaces y dispuestas a
    hacerlo, pueden encontrar empleo productivo, remunerado y
    libremente escogido. Es decir, la inexistencia de desempleo
    involuntario o la disponibilidad de puestos de trabajo para todas
    las personas que busquen activamente una ocupación.
    (Fuente: Oficina
    Internacional del Trabajo. El empleo en el mundo 1996/97 Las
    políticas nacionales en la era de la
    mundialización
    . Ginebra).

    4. La matriz político-económica o matriz
    estado-céntrica, predominante en América Latina a
    partir de 1930, es definida como un conjunto de atributos
    económicos (industrialización sustitutiva,
    economía cerrada o semicerrada, la regulación
    estatal de los mercados y patrón de inflación
    moderada) y políticos (emergencia e incorporación
    política de nuevos actores sociales, organizaciones de
    trabajadores y movilización de sectores populares. Esta
    participación estuvo balanceada por controles
    implementados desde las agencias del Estado e implicó la
    creación de canales corporativistas y semicorporativistas
    vinculados con organizaciones públicas, partidos
    políticos y asociaciones profesionales y sindicatos).
    (Fuente: CAVAROSSI, Marcelo. Autoritarismo y democracia
    (1955-1983)
    . Bs. As.: Editores de América Latina,
    1996).

    5. La característica innovadora que
    implantó la "Revolución
    Argentina", en relación con los gobiernos militares
    anteriores, fue el intento de despolitizar el tratamiento de las
    cuestiones económicas y sociales. Los jefes militares y
    empresarios creían que la causa de la crisis
    económica y social que atravesaba al país eran los
    enfrentamientos entre partidos políticos. Para ello se
    gestó un nuevo tipo de Estado
    burocrático-autoritario, que significó el cierre de
    los canales democráticos de acceso al gobierno y la
    supresión de la ciudadanía de la sociedad
    argentina.

    6. Doctrina militar originada por el conflicto
    internacional entre Estados Unidos y la Unión
    Soviética que, en general, apuntaba en contra del comunismo. Su
    objetivo principal era evitar la ideología política contraria,
    mediante las fronteras militares, las cuales se encargaban de
    controlar al supuesto enemigo interno, es decir, la tarea de
    reprimir todo tipo de manifestación
    política.

    7. Esta situación se hizo presente a causa de la
    creciente inflación y el déficit fiscal, como
    así también en el estancamiento de las producciones
    del sector agropecuario y del sector industrial no
    integrado.

    8. Entre lo cuales se podría nombrar: el
    "Cordobazo", el asesinato de Augusto Vandor, del sindicalista
    Emilio Jáuregui, los incendios en
    los supermercados Minimax y el secuestro del ex
    presidente Gral. Pedro Aramburu.

    9. Si se considera la cantidad existente de
    establecimientos industriales para 1974, el número
    alcanzaba a 126.388; para 1984 dicho número
    descendió a 109.376, es decir, el 13.5%.

    10. SCHVARZER, Jorge. La industria que supimos
    conseguir. Una historia político – social de la industria
    argentina
    . Bs. As.: Editorial Planeta, 1996.

    11. Se llaman activos fijos al conjunto de bienes
    tangibles que utilizan los contribuyentes para la
    realización de sus actividades y que se demeriten por el
    uso en el servicio del
    contribuyente y por el transcurso del tiempo. La
    adquisición o fabricación de estos bienes
    tendrá siempre como finalidad la utilización de los
    mismos para el desarrollo de las actividades del contribuyente, y
    no la de ser enajenados dentro del curso normal de sus
    operaciones.

    12. En toda empresa cuando está elaborando un
    reporte de las ventas
    realizadas, así como de los gastos que se han generado, se
    obtiene un diferencial que permite conocer la utilidad obtenida y
    además se realiza una proyección a futuro,
    considerando las experiencias de periodos anteriores, logrando en
    esta forma prever en que momento es posible realizar nuevos
    gastos o inversiones, si así lo requiere la empresa. Es un
    estado proyectado de las entradas y salidas de efectivo en un
    periodo determinado o también conocido como flujo de
    efectivo, y se realiza con el fin de conocer la cantidad de
    efectivo que requiere el negocio para operar durante un periodo
    determinado, como puede ser una semana, mes, trimestre o
    año.

    13. Ibídem.

    14. CANITROT, Adolfo. La disciplina como objeto de la
    política económica. Un ensayo sobre el programa
    económico del gobierno argentino desde 1976
    . Bs. As.:
    Desarrollo Económico Vol. XIX N° 76, 1980.

    15 El proceso militar se propuso como principal medida
    revertir la dinámica y las condiciones productivas
    generadas por la industrialización sustitutiva debido a su
    supuesta ineficiencia respecto del mercado internacional, la
    discriminación que acarreaba en
    relación a la producción agropecuaria y
    especialmente por las condiciones sociales y el tipo de alianzas
    políticas a que daba lugar y que constituían la
    base de sustentación de los sucesivos proyectos populares.
    (Fuente: AZPIAZU, Daniel; BASUALDO, Eduardo y KHAVISSE, Miguel.
    El nuevo poder económico en la Argentina de los
    años 80
    . Bs. As.: Legasa, 1989)

    16. RAPOPORT, Mario. Historia Económica,
    Política y Social de la Argentina
    . Bs.As.: Editorial
    Macchi, 2000.

    17. Tras un fuerte ingreso de capitales registrado en
    1979 por las altas tasas internas que permitían una
    ganancia en dólares del 50% anual, comenzó a
    generarse una espiral de desconfianza en torno al esquema de la
    "tablita" cambiaria. La "tablita" se basaba en la fijación
    anticipada del tipo de cambio, con un cronograma de devaluaciones
    decrecientes que debían converger con la tasa
    inflacionaria en un período de ocho meses y que, al
    fracasar, disparó una fuerte fuga de divisas a medida que
    el atraso cambiario se ampliaba.

    18. A pocos meses de lanzada esta resolución
    diversas ramas industriales estaban aplicando los aranceles
    mínimos, los cuales supuestamente hubieran debido tener
    efecto recién en 1985.

    19. GERCHUNOFF, Pablo & LLACH, Lucas. El ciclo de
    la ilusión y el desencanto. Un siglo de políticas
    económicas argentinas
    . Bs. As.: Editorial Ariel,
    1998.

    20. Se entiende por dumping a la práctica
    desleal del comercio internacional, la cual consiste en que un
    producto sea introducido en el mercado de otros países a
    un precio inferior a su valor en el
    país de origen en el curso de operaciones comerciales
    normales.

    21. Como son los casos de la Petroquímica
    Bahía Blanca inconclusa desde 1985, Celulosa
    Puerto Piray ó Álcalis de la Patagonia.

    22. De acuerdo con esta ley, el monto de
    inversión de los proyectos aprobados entre los años
    1978-1980 suma 1288 millones de dólares. Los proyectos que
    mayor cantidad de dinero hay
    recibido (580 millones de dólares) fueron los que nunca se
    llevaron a cabo.

    23. Se puede nombrar la creación de la termina
    del ómnibus de la Ciudad de Buenos Aires, efectuada a
    través del grupo Pescarmona ó bien la
    recolección de residuos también de la Ciudad del
    grupo Macri.

    24. SCHVARZER, Jorge. La política
    económica de Martínez de Hoz
    . Bs. As.:
    Editorial Hyspamerica, 1986.

    25. RAPOPORT, Mario. Historia Económica,
    Política y Social de la Argentina
    . Bs. As.: Editorial
    Macchi, 2000.

    26. Datos
    extraídos del INDEC.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter