- El nuevo reparto del
mundo - América Latina
financia al primer mundo - Menem
- De Perón a
Menem - Nuestra realidad
actual - Las
provincias - Los
trabajadores - Las fuerzas
armadas - El proyecto
patriótico de liberación
nacional - El ser es previo al como
ser
Todo lo que nos rodea es falso e
irreal.
Es falsa la historia que nos
enseñaron, falsas las creencias económicas que nos
imbuyeron.
Falsa las perspectivas mundiales que nos presentan y las
disyuntivas políticas
que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos
aseguran.
Todo lo material, todo lo venal, transmisible o
reproductivo, es extranjero o está sometido a la
hegemonía financiera extranjera.
Raúl Scalabrini Ortiz.
No cabe ninguna duda que entramos en una época
nueva. La caída del bloque socialista, encabezado por la
Unión Soviética, la superioridad militar yanqui, la
unidad europea y el fracaso o retroceso de muchos movimientos
nacionales del Tercer Mundo, ha permitido que los portavoces del
Nuevo Orden Mundial proclamaran la muerte
definitiva del Estado–Nación,
la
globalización capitalista, los beneficios del mercado y la
democracia
libeal a todo el mundo, y la muerte del
socialismo.
Las consecuencias de esta nueva situación mundial
no tardaron en hacerse sentir en la Argentina.
En 1989, Menem llega al
poder amparado
por las tradicionales banderas del peronismo, para
cambiar al otro día, adaptándose a los nuevos aires
que corren por el planeta. La Justicia
Social, la Independencia
Económica y la Soberanía Política, motores del
movimiento
creado por el General Perón,
fueron tirados al tacho de los desperdicios y reemplazados por
los arquetipos del capital
financiero imperialista: apertura económica,
desrregulación y libertad de
mercado y privatizaciones. Justamente lo contrario de la
doctrina y práctica peronistas.
El peronismo, que con Perón había
realizado la Revolución
Nacional, con Menem se convierte en le verdugo de la
Revolución, en el brazo ejecutor de la
contrarrevolución.
"Como hongos
después de la lluvia brotaron los conversos, los
revolucionarios quebrados, los nacionalistas que abdicaban, los
peronistas y nacionales que clausuraban en algún
rincón del tibio poder, un ciclo de lucha.
"Las nuevas condiciones mundiales llegaban a justificar
lo injustificable. Fueron legión los intelectuales
y políticos que en su afán de mimetizarse,
arrojaron "el agua de la
bañera junto con el bebé". Todo el sistema de viejos
partidos de la Argentina dependiente, incluidos los que
aborrecían a Menem por su procedencia peronista, se
plegaron al nuevo curso y aplaudieron, con entusiasmo o
resignación, el servilismo menemista al Amo
Imperial.
"En nombre de los nuevos tiempos, el país en su
conjunto pegaba un gigantesco salto atrás, como guiado por
un misterioso poder, que evocaba a aquel de la obra de Lope de
Vega: "¿Qué capitán es este; qué
soldado de la guerra del
tiempo?".
"Pero no había tal misterio. Detrás de los
actores de superficie se movían las fuerzas desplegadas
del capitalismo
mundial." (Alberto Guerberof, "Cambio de
Mano").
Terminada la guerra
fría, que para muchos fue la Tercera Guerra Mundial,
varios centros de poder, en lucha entre sí, vinieron a
suplantar a los dos bloques anteriores: EE.UU., cuya
hegemonía nuclear es indiscutible; Rusia, que a
pesar de sus crisis y el
desprendimiento de varias de las naciones sojuzgadas, sigue
manteniendo su estatus de potencia nuclear;
Europa y Japón.
Los EE.UU., Europa y Japón, enfrentados a una
terrible guerra comercial, emplean por ahora, las armas de los
subsidios y el proteccionismo, obligados por la crisis mundial
del sistema capitalista.
Es que nos encontramos ante una nueva crisis de
superproducción, pero ahora superalimentada por las
nuevas
tecnologías. La robótica, la informática y la automatización en la producción de los países
capitalistas centrales, por no haberse creado las necesarias
condiciones sociales para absorberlas, no solamente han creado un
masivo y nunca visto desempleo en los
países del Primer Mundo, sino que ha volcado al mercado
mundial una verdadera catarata de excedentes comerciales y
financieros, cuya colocación en los mercados periféricos del Tercer Mundo, es el motivo
principal del enfrentamiento entre las corporaciones
transnacionales y los países imperialistas que las
sustentan.
Lo que caracteriza la nueva situación
política y económica internacional es, sin embargo,
la definitiva declinación económica
norteamericana.
"La inversión norteamericana, sencillamente no
tiene jerarquía mundial. La inversión en
fábricas y equipos, por miembro de la fuerza de
trabajo, es la
mitad de la que hay en Alemania, un
tercio de la japonesa. El gasto civil en investigación y desarrollo es
de un 40 a un 50 % que el de Alemania y Japón. Las
inversiones en
infraestructura física son la mitad
de las que estaban realizando a fines de 1960". (Lester Thurow,
"La guerra del siglo XXI").
El Déficit comercial de Estados Unidos
con Japón, fue en 1993 de 60.000 millones de
dólares, y ha seguido aumentando de manera variable. De
allí las presiones para que Japón abra su economía a las
importaciones
yanquis.
Estas presiones, agregadas a la amenaza de una abierta
guerra comercial, no pueden esconder la pérdida de
competitividad
del capitalismo estadounidense.
La búsqueda de competitividad obliga a los
monopolios, sean estos yanquis, europeos o nipones, a bajar
costos a
cualquier precio, sobre
todo dirigiendo sus inversiones hacia países de bajos
salarios y sin
leyes ni
cargas sociales.
Como muestra basta un
botón: a principios del
año 2000, cobró estado público la denuncia
hecha en el propio Senado norteamericano contra la empresa
Topper, que posee manufacturas en varios estados del sudeste
asiático. Particularmente sobre el estado de
reducción a la esclavitud y la
servidumbre que padecen los obreros de esta empresa en
Malasia. Esto, en mayor o menor medida, sucede en todos los
países del Tercer Mundo.
Para más abundamiento, reproducimos un
artículo de Juan José Balatti del 2 de febrero de
2001:
"La empresa más grande del mundo por beneficios y
capitalización bursátil, estudia el despido de
75.000 trabajadores. Estamos hablando de General Electric, y es
una noticia aparecida el 2 de febrero de 2001 y no en octubre de
1929. Pero no es la única, la Daimler Chrysler se anota
con 26.000 despidos, Lucent Technologies con 16.000, General
Motors con 14.400, Worl Com con 10.000, JC Penney con 5.500, Ford
con 4.100, Xerox con 4.000 y Textron 3.600, todos estos solamente
dan 169.650 sin olvidar las punto.com y otras.
Desde hace algún tiempo la crisis de
energía eléctrica que afecta a California, la sexta
economía
mundial, hace repensar el modelo de la
privatización del sector, que fuera junto
al inglés
y al argentino modelos
exportados al mundo. Hoy se piensa que fue un error separar la
generación de la distribución y que la ganancia no debe ser
el único objeto de estas empresas, al ver
la no-inversión en nuevas fuentes de
producción y la imposibilidad de enfrentar el aumento de
consumo.
A partir de 1989 las políticas de Reagan y
Thatcher sembraron las semillas de las privatizaciones y
desrregulaciones para crear un moderno Imperio Romano,
donde lo sacro es la especulación a la cual bautizaron
globalización. El árbol hoy ya crecido
muestra sus frutos.
Como es romano, también el imperio de la
especulación globalizada comienza a desintegrarse dentro
de sus territorios originales.
A partir de Nixon que eliminó el respaldo
oro al
dólar y luego Cartes con su "destrucción controlada
de la economía", ambos apuntalados por padrinos de la
Reserva Federal como Volker y Greenspan, se desmanteló la
infraestructura y la economía de los Estados Unidos y su
"éxito"
sólo fue la especulación financiera con Wall Street
a la vanguardia,
sumado al manejo de los usureros intereses de los
préstamos, al lavado proveniente de la droga,
venta de armas
u otras actividades non sanctas. En esto consistió el
ejemplo de la potencia dominante de los últimos
años. Sin olvidar la otra gran estafa cometida por Wall
Street y el gobierno por
medio del famoso efecto Y2K, cuando se anunció que el
1º de enero del 2000 el sistema informático mundial
entraría en crisis.
Nada pasó. Salvo la fabulosa venta de equipos,
servicios y la
creación de un fondo de reservas que catapultaron los valores
tecnológicos a una especulación desenfrenada que
duró hasta hoy, donde asistimos al derrumbe de las
acciones de la
nueva economía.
¿Se acuerdan cuando el profeta nos decía
que el pez muere por la boca y se pudre por la
cabeza?.
Algo de esto les pasa a los nuevos emperadores y
comienzan a balbucear en el Banco Mundial,
en Davos y en otros foros que algo se hizo mal, que algo falta
hacer. Los seres humanos pueden comer pescado muerto pero no
podrido, saben que les hace mal.
En los últimos 12 años del llamado "boom"
ininterrumpido, los Estados Unidos han importado enormes
volúmenes de mercaderías y bienes del
resto del mundo. Así funcionó la locomotora de la
economía mundial, comprando en el exterior sus insaciables
productos de
consumo.
¿Pero cómo los pagó?.
Los pagó con los dólares de los
extranjeros, ya sean europeos, japoneses u otros, que afluyeron a
Estados Unidos atraídos por la euforia de la bolsa
americana, y porque en ese país las inversiones de capital
rinden más. Con estos dineros, no suyos, han comprado los
bienes para su consumo a crédito. Por esto hoy tienen el más
gigantesco déficit comercial de toda su historia y son el
país más endeudado del mundo.
La fiebre del
consumo configuraba una explotación extrema, los Estados
Unidos pagaban con dólares sobrevaluados la fuerza de
trabajo de los países emergentes que a su vez pagaban
salarios de esclavitud. Ahora con la recesión pueden
aparecer otros problemas
internos y externos.
El modelo fue importador de última instancia y
especulador de primera y única instancia. La burbuja
especulativa se desinfla y el consumidor yankee
debe ajustarse el cinturón.
La crisis se manifiesta a toda orquesta.
La solución a la crisis: como en toda orquesta
que desafina: afinar los instrumentos, cambiar la partitura y
sobre todo echar al director por incapaz." (Juan José
Balatti, "La crisis global se manifiesta a toda
orquesta").
AMÉRICA LATINA
FINANCIA AL PRIMER MUNDO
En la década del 80 al 90, Latinoamérica fue vaciada
sistemáticamente. Según el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), en este lapso nuestros
países perdieron un promedio de 80.000 millones de
dólares anuales. Las formas en que se operó este
hecho fueron muchas, pero principalmente esta evasión se
realizó a traves del pago de intereses de la deuda externa,
deterioro de los términos del intercambio y fuga de
capitales.
"Latinoamérica debía, en 1979, 191.000
millones. Desde ese año ha pagado intereses por 1.165.000
millones.
A pesar de lo cual, en 1999 debía aún
750.000 millones". (Juan Gabriel Labaké,
"¿Qué es la deuda externa?")
Los logros económicos, sociales y
científicos, conquistados por las luchas de los
movimientos sociales del continente, fueron aniquilados.
Creció en su lugar, la desindustrialización, el
desempleo, el analfabetismo,
el déficit habitacional y la enfermedad. A
confesión de partes, relevo de pruebas:
Mientras entre 1969 y 1979, la tasa de crecimiento para
América
Latina y el Caribe tuvo un ritmo anual del 5,8 %, entre 1980 y
1987 cayó al 1,3 %. El producto bruto
por habitante fue en 1986 el mismo que en 1977. A su vez, la tasa
de inversión pasó del 25,2 % en 1969/70 a
sólo el 20,8 % en la década del 80. (CEPAL, Balance
preliminar de la Economía Latinoamericana,
1987".)
El mismo informe
evalúa en 145.000 millones de dólares la
transferencia de recursos de
Latinoamérica al exterior sólo entre 1982 y 1987.
Sin embargo, la deuda externa latinoamericana siguió
creciendo…
SEgún el F.M.I., la deuda que en 1989 era de
410.000 millones de dólares, creció a 443.000
milones en 1993, a pesar de las supuestas reducciones del
Plan Brady y
la liquidación de las empresas públicas de los
países de América
Latina. Latinoamérica pagó todo lo que
debía al principio del período, pero aún
sigue debiendo a la banca
imperialista mucho más.
Pero esto no es todo. Según un informe del
GATT, en 1991 y
1992 las exportaciones de
Latinoamérica se incrementaron un 10 %, pero en
dólares sólo subieron un 4 %.
Las importaciones, en cambio, tuvieron un aumento en
precio y volumen del 35
%.
Esto ayudó, según el mismo informe del
GATT, a consolidar las exportaciones de la naciones
industrializadas, "contrarrestándose los efectos de la
recesión que atraviesan". Esto ha generado "una
situación contra natura, en la cual los países
necesitados de capital están exportándolo a los
países ricos…el mundo al revés" (Gregorio
Iriarte, "La realidad Latinoamericana"), "la deuda dejó de
ser un proceso de
intermediación para transformarse en una entidad
autónoma, autorreproducible, desligada del financiamiento
del desarrollo y por el contrario, obstaculizándolo. El
monstruo adquirió vida propia". (Eric Calcagno, "La
perversa deuda externa".)
La política neoliberal aplicada por Menem y sus
socios latinoamericanos, y su exacta continuación por
parte del gobierno de Fernando De la Rua, se contrapone con la
estrategia
económica de los países centrales, que multiplican
sus medidas de protección y defienden encarnizadamente sus
mercados, mediante medidas de protección impositiva y los
subsidios a los productores. Los EE.UU. necesitan compensar con
los recursos de la Nación
Latinoamericana los niveles de vida de sus 300 millones de
habitantes. Compensar, mediante nuestra miseria, el alto costo de su mano
de obra y su gigantesca burocracia
(sólo en la ciudad de Nueva York hay 1.000.000 de
empleados públicos). los sueldos principescos de sus
ejecutivos, su industria
militar, su sociedad
opulenta y consumista. Todo a costas de la miseria de
América Latina, con obreros a 3 dólares por
día, sin jubilaciones o con jubilaciones de hambre, sin
subsidios familiares, sin salud y sin asistencia
social. Asimismo, la plena ocupación lograda bajo el
gobierno de Clinton, se complementa con los formidables
ejércitos de desocupados de toda la América
Hispana, con jóvenes que nunca consiguen su primer
empleo, que
salen de los colegios con su título bajo el brazo que no
sirve para nada, sus nubes de vendedores ambulantes, que no
venden nada, sus chicos que mueren de hambre, su miseria
económica y biológica, su decadencia
cultural.
Ésta es la verdadera razón de las
políticas de ajuste.
"En lugar de solicitar créditos al exterior es nuestra
producción la que debe otorgarlos. Avellaneda dijo: la
Argentina pagará ahorrando sobre el hambre y la sed del
pueblo. Pues debemos hacer todo lo contrario: 1) porque las
cuentas que nos
presentan son falsas, 2) porque las necesidades del pueblo
están por encima de los derechos de los acreedores.
Y sobre esta moratoria, reinvertir en el país lo que hasta
ahora son giros al exterior… Cuando los argentinos vivan como
tienen derecho a vivir, no necesitaremos depender de los
mercados, que se llevan a vil precio nuestra producción.
Esto no es un programa, sino la
enunciación de unas cuantas soluciones
inmediatas… Hay que reconquistar la economía, la
cultura y la
política para el pueblo argentino". (Arturo Jauretche,
periódico Forjando de Rojas (PBA)
9/4/1941)
Anatomía de una
contrarrevolución
La Argentina no estuvo al margen de los grandes cambios
mundiales. Es más, sus grupos
oligárquicos fueron pioneros en las transformaciones que
institucionalizara el llamado "Consenso de Washington" en la
década del 80: desrregulación, apertura importadora
y privatizaciones.
Desde la contrarevolución de 1955 empezó
la aplicación de las recetas del liberalismo
económico, que se prolongaría hasta el breve
período del retorno de Perón al poder en 1973. Los
constantes ataques contra el "Estado mal administrador",
la "mala calidad y el alto
costo de la industria nacional", la falta de "libre empresa" y el
poder sindical que encarecía la mano de obra, fueron
frases constantemente repetidas en este período en que se
fue desmontando lentamente el edificio levantado por el
peronismo, de un capitalismo nacional con justicia social y alto
grado de independencia,
"La obsesión del régimen (de 1955) era
borrar de la faz de la tierra todo
vestigio de peronismo con una artillería de proyectos
económicos, políticos y sociales que apuntaban a
recomponer la vieja alianza de clases y recortar el ímpetu
social del Estado. A los militares esto no les parecía una
misión
imposible. Lo primero que hicieron Aramburu y Rojas fue bendecir
el plan económico de Raúl Prebisch, un integrante
del equipo consultor de las Naciones Unidas, aunque sin cargo
oficial en el gobierno. El 12 de enero (1956) Prebisch
había dado a conocer su plan económico: devaluación del peso,
desnacionalización de los depósitos bancarios y fin
de los controles sobre el comercio, con
la esperanza de estimular las exportaciones, especialmente
agrícolas.
Sin embargo, la caída de los precios
internacionales redujo las ganancias previstas, mientras
aumentaban las importaciones de bienes de consumo, con la
consiguiente disminución de las reservas monetarias."
(María Seoane, "El burgués maldito")
"Es que el reaccionarismo libeal, producto del gobierno
de la burguesía que dominó al mundo durante
más de un siglo, imagina haber alcanzado fórmulas
invariables que sirven a la convivencia humana en todos los
lugares y para todos los tiempos, Según ellos, lo que fue
buenopara el siglo XIX debe serlo para el actual y para los
venideros. Para ellos no son fórmulas temporales sometidas
a las circunstancias, sino principios invariables y permanentes".
(Juan Domingo Perón, "Latinoamérica, ahora o
nunca")
Los principios son invariables, pero los instrumentos
no. El Proceso Militar, con la dupla Videla-Martínez de
Hoz, dio paso a la democracia controlada y colonial de
Alfonsín-Sourrielle, sin quebrar el continuismo
económico y financiero. Así el Proceso
endeudó al país sin que se capitalizara la
economía nacional, creando una deuda externa
ilegítima y fraudulenta que Alfonsín y luego Menem
y De la Rua, pagaron y seguirán pagando sin ni siquiera
chistar. Sólo como ejemplo a recordar, apuntamos que al 24
de marzo de 1976, la deuda externa argentina sumaba unos escasos
7.100 millones de dólares. Afines de 1981, nuestra deuda
externa era de 31.794 millones de dólares.
Para más datos sobre este
tema, aconsejamos remitirse al dictámen que sobre la deuda
externa argentina dictó el juez Jorge Ballestero, luego de
un juicio iniciado y mantenido por el patriota Alejandro Olmos
durante 18 años (1982-2000). No podemos, sin embargo dejar
de señalar unos párrafos de este fallo que, a
nuestro juicio, marca no
sólo la complicidad manifiesta de los sucesivos gobiernos
desde 1976 a la fecha con este drama argentino, sino
también la responsabilidad concreta de los
acreedores:
"Llama poderosamente la atención la permisividad de los organismos
financieros internacionales, y la actitud
concordante de la misma banca extranjera que hoy reclama a la
República Argentina el pago de sus
créditos.
El FMI es en la
actualidad el principal control del
funcionamiento del sistema
financiero internacional.
Por ello, se debe determinar la co-responsabilidad y
eventual culpa de los organismos financieros internacionales (FMI
y Banco Mundial, especialmente) y de la banca acreedora, porque
durante el período examinado (1976 a 1982) concurrieron a
nuestro país muchas misiones técnicas
del FMI para analizar la marcha de la economía.
Además, concurrieron a nuestro país
misiones técnicas del Banco Mundial con el mismo fin y
para tratar el financiamiento de proyectos.
¿Qué recomendaciones realizaron el FMI y
el Banco Mundial sobre la economía
argentina y su grado de endeudamiento externo?
Los bancos
tenían en aquel entonces gran interés en
colocar sus fondos en los países en desarrollo, sin
interesarles ni el destino que se les daría ni la
capacidad de pago de los deudores.
Se concluye que los bancos acreedores, el FMI y el Banco
Mundial también actuaron con imprudencia, y dieron
créditos movidos por el afan desmedido de colocar los
fondos provenientes del auge de la explotación petrolera".
(Juez Jorge Ballestero, "Dictámen del juicio Alejandro
Olmos s/denuncia")
El fallo deja también en claro que la deuda es
ilegítima y fraudulenta porque:
1) La contrajo un gobierno militar sin control del
Parlamento.
2) No existen registros
contables de la deuda externa, sus intereses y de los avales
del Estado.
3) La existencia de una contabilidad
paralela en el Banco Central.
4) Los créditos tomados en bancos extranjeros
eran depositados en plazos fijos en esos mismos bancos, a una
tasa de
interés inferior a la que se pagaba para conseguir
el
dinero.
5) Las empresas públicas ean forzadas a
endeudarse paa obtener divisas con
las que sostener la apertura económica.
6) Las divisas obtenidas ean volcadas al mercado de
cambios para favorecer la apertura económica.
7) No había control sobre la deuda
contraída por empresas privadas con avales del
Estado.
8) La
administración de la deuda se transfirió a un
comité de siete bancos lideados por el Citibank. Dicho
comité determina cuánto debe el país, a
quien y cuánto debe pagar.
9) El Estado se hizo cargo de la deuda
privada.
Sin embargo, lo que brilla con luz propia en
este período, es el violento viraje del menemismo al campo
de la reacción neoliberal y pro imperialista.
¿Qué pasó?
Para el cipayaje antinacional, el proyecto nacional
y social de Perón, al que fue fiel toda su vida, no
sólo había fracasado sino que estaba enterrado por
la historia. Los nacionalismos populares y revolucionarios del
Tercer Mundo carecían de vigencia, y continuar en ellos,
sólo podía llevar al atraso y al
aislamiento.
Es la hora del "mercado", y lo moderno son las
anquilosadas fórmulas del liberalismo, no la
autodeterminación de los pueblos y el desarrollo de una
técnica y una industria propias, y la meta de una
equitativa distribución de la riqueza. El ajuste
estructural, las privatizaciones masivas e indiscriminadas, la
flexibilización laboral
(precarización) y la libertad de mercado, estos son los
nuevos dogmas que hace suyos el menemismo con la fe de los
apóstatas, en que se decide a abandonar las banderas
nacionales y populares, y estrechar filas junto al imperialismo.
Como en el juego de un
ilusionista, Carlos Saúl Menem, que en 1973 había
proclamado con su habitual irresponsabilidad y siendo gobernador,
a "La Rioja, primera provincia socialista de la República
Argentina", en 1989 cerraba su pacto con Bunge y Born primero, y
ya decidido y de la mano de Domingo Cavallo, su total entrega con
armas y bagajes a la oligarquía financiera y la globalización imperialista.
El giro del menemismo no obedece a razones meramente
personales o a la traición del personaje (la que, por
cierto, existió). En gran medida y desde el principio,
Menem aparece vinculado a sectores de la burguesía
nacional de provincias. "Se trata de un estrato de origen
inmigratorio sirio-libanés, que comenzó
invariablemente en el comercio minorista y luego (sobre todo bajo
el gobierno proteccionista de Perón) expandió sus
actividades al campo de la minería,
los cultivos regionales, el comercio mayorista y las industrias de
transformación primaria. Ese estrato ha cumplido en las
provincias andinas, en las proporciones del caso, el papel
motor que la
burguesía de origen italiano y español
cumplió entre los dos siglos en el litoral agrario y
ganadero" (Roberto Ferrero, "Más allá de Menem").
En este sector podrán rastrearse los orígenes de
muchos miembros del entorno de Menem. Sin embargo, este sector
empezó a desmembrarse por las crisis de las
economías regionales, produciendo muchas contradicciones y
desprendimientos críticos. "Al asumir el control del
Ministerio de Economía, adquirió singular peso la
Fundación Mediterránea de Domingo Cavallo,
creación del empresariado cordobés (grupo ARCOR, entre
otros) de mayor complexión capitalista y mejores
vínculos con los organismos financieros internacionales.
Este peculiar eje social del menemismo da cuenta, por su
debilidad intrínseca, por su temor reverencial ante los
monopolios y banqueros extranjeros y por su carencia de una
conciencia
nacional industrialista, de la vertiginosa capitulación
del gobierno menemista, y el afianzamiento – convertibilidad
mediante – de un modelo neoliberal dirigido al arrasamiento del
capitalismo propio, reforzando el papel desindustrializador e
importador de la Argentina dependiente; contribuyendo – dicho sea
de paso – a la amortigüación de la crísis del
capitalismo central, engrosando sus niveles de
acumulación." (Alberto Guerberof, op.cit.).
A nadie escapa que el país que hoy vivimos no es
el país del 45, que viea el nacimiento del peronismo. Esta
realidad, sin embargo, no acostumbra a ser explicada. Por
aquellos años no era la misma la situación de los
imperialismos que surgían de la Segunda Guerra Mundial, ni
la situación de la clase
gobernante, la hegemónica oligarquía ganadera. La
economía argentina estaba en expansión,
existía una gran industrialización, al
interrumpirse las importaciones tradicionales, causadas por la
guerra, que actuando como una suerte de proteccionismo,
abrió el curso a la sustitución de gran parte de
dichas importaciones. Podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que la guerra fabrica fabricantes.
A consecuencia de esto, crece una clase trabajadora
fuerte, robusta y nueva, con un peso social inmensamente mayor
que el que tiene hoy en día, más de cincuenta
años después. Este marco de nuevas fuerzas
sociales, que empieza a manifestarse en la Revolución del
4 de Junio de 1943, que pone fin a la Década Infame, hace
eclosión el 17 de Octubre de 1945, en el cual tiene inicio
el peronismo.
Entre esta Argentina y la actual, no solamente hay
colosales diferencias, según vimos anteriormente, sino
puntos de contacto que se niegan a ver los profetas del neoliberalismo
y muchos pseudomarxistas.
Antes de 1943, el imperialismo se había apoderado
de todos los resortes de la economía nacional: bancos,
moneda, cambios, comercio
exterior, marina mercante, puertos, comunicaciones, transportes, seguros,
energía.
Era necesario cortar el nudo gordiano que estrangulaba
el sistema de acumulación argentina de riquezas. Por el
camino de las nacionalizaciones, el gobierno del general
Perón, organizó con dificultades, aciertos y
errores, el "monopolio
capitalista del Estado", poniendo en manos de la Nación la
conducción económica y el comercio
exterior.
El artículo 40 de la Constitución de 1949 estabilizó este
rumbo de crecimiento nacional por "Vía del Estado" que
controlaba el comercio exterior y las fuentes de energía.
"El país retomaba la línea de una Nación
soberana, conducida por la voluntad de los argentinos". (Eduardo
Astesano, "Historia Social de América".
La coexistencia de la Argentina industrial con la
argentina oligárquica y terrateniente, puso a prueba el
programa del peronismo. La contradicción se
resolvió como en el caso de Hipólito
Yrigoyen.
"Bueno, esta estructura
oligárquica, duró muchos años. Aún
hoy subsiste. Deteriorada, pero todavía vigente. Yrigoyen
no pudo con ella. La trabó, la enfrentó, pero a la
postre, ellos acabaron con él. Hasta la Revolución
de 1943, fue todopoderosa. Sólo nosotros logramos herirla
de muerte. Por eso nos odian tanto, La herimos, pero no pudimos
matarla. Prueba de ello, es que hoy estamos aquí, y ellos
allá. Gobernando." (Eugenio P. Rom, "Así hablaba
Juan Perón").
El peronismo, como movimiento nacional de un país
semicolonial, fue la más importante revolución
popular de nuestra historia. Pero no se puede entender, si no se
tiene en cuenta que el contenido principal de toda la
política del gral. Perón fue impulsar un
capitalismo nacional autónomo enfrentado a la
oligarquía nativa y al imperialismo extranjero, apoyados
los dos en la superestructura cultural y universitaria de su
tiempo, y por todos los partidos
políticos, de derecha a izquierda. Y para realizar
este objetivo se
apoyó en las grandes masas populares, revolucionando su
sistema de vida.
Esto nunca lo entendió el empresariado nacional,
que se benefició sin embargo de la política del
peronismo.
Hoy, partes importantes de lo que queda de ese
empresariado nacional, tiene los mismos prejuicios y adhieren
estúpidamente a la política de
estabilización. Como diría Arturo Jauretche:
"quieren el capitalismo en la estructura
social de la estancia; quieren la tecnificación y al
obrero capacitado, pero lo quieren en patas y sin salario digno;
quieren un mercado amplio para sus productos, pero no se resignan
a retribuir el trabajo de
modo que el mercado tenga poder de compra". (Arturo Jauretche,
"Política y Economía".)
La política menemista y su continuación
delarruista, son totalmente opuestas a la del gral. Perón.
Lo realizado desde 1989, por el Plan de convertibilidad,
Impuestazo y Blindaje financiero, es una política
antinacional y antipopular y, aunque parezca paradójico,
anticapitalista. Volviendo a Jauretche, "los que piden al
extranjero el desarrollo capitalista, son anticapitalistas en el
país".
La adhesión de Menem y De la Rua y las
dirigencias justicialista y aliancista (y anteriormente
alfonsinista) a la política proimperialista, los puso en
el camino del Proceso, del cual son una versión corregida
y aumentada.
Los sucesivos ajustes impuestos por el
F:M.I. han tenido efectos letales sobre la sociedad argentina. Al
estabilizar la economía profundizando la condición
semicolonial, Domingo Cavallo, Roque Fernández y
actualmente José Luis Machinea (el del Banco Central en la
época del Proceso, que figura en el juicio sobre la deuda
externa, junto a Martinez de Hoz y demás compinches), han
fracturado la realidad social. En el país se pueden
contabilizar aproximadamente 1,3 millones de profesionales de
alta calificación, empleados del sector privado, que
disfrutan de ocupaciones estables y sueldos tan altos como sus
colegas del Primer Mundo, cobertura privada de salud y enseñanza privada para sus hijos. Entre
ellos y sus familias son unos 5.000.000, que sumados a los
aproximadamente 300.000 empresarios, banqueros, terratenientes y
grandes comerciantes con sus familias, son los beneficiarios
principales del modelo y del mejoramiento macroeconómico
que exhibe (o exhibía hasta hace poco) el gobierno del
Partido Unico del Ajuste. Son los protagonistas del boom del
consumo.
En los bordes de esta Argentina viven los 2,1 millones
de profesionales y técnicos de media calificación y
un núcleo reducido de funcionarios nacionales y
provinciales. Fuera del modelo quedan los 3.000.000 de jubilados,
los 4.000.000 de desocupados y subocupados, y los aproximadamente
3.5 millones de trabajadores de la industria, el comercio y los
servicios.
Del tercio de incluidos en el modelo, da cuenta el
incremento de la venta de autos 0 Km.
Allí está el origen de la reactivación de la
construcción, con casas y departamentos
elegantes en la zona norte de Capital Federal, los countrys, las
playas elegantes. Son los ricos y famosos que salen en las tapas
de Caras y Gente, apologistas del más degenerado American
way of life. Son deportistas, ministros, políticos,
periodistas estrella, modelos o estafadores internacionales, o
todo al mismo tiempo, en la Argentina globalizada. Son los que
despilfarran el ahorro
argentino en Miami o Punta del Este, cuando no lo encanutan en
las Islas Caimán, mientras estalla la bronca y la protesta
en Santiago del Estero, Tierra del
Fuego, Jujuy, Cutral-co, Corrientes, Tartagal o La
Matanza.
Compartiendo la misma ciudad, 15 villas miseria exhiben
el otro rostro de la Argentina. Otros cientos de miles viven en
inquilinatos o casas tomadas. Es la geografía del hambre,
del cirujeo, de la desesperación. Los que tienen suerte,
hacen changas y sus mujeres son sirvientas "por hora". Son los
descalificados por los periodistas de la
televisión y los funcionarios gubernamentales, son los
colgados de la luz, son los chicos de la calle, de la droga, de
la enfermedad, del pequeño delito para
sobrevivir. Son los que vemos en los noticieros, ensangrentados,
tirados en una vereda o una zanja, muertos al intentar el asalto
imposible. O son los un poco más privilegiados
policías, que ganan $ 400.- para defender los intereses de
quienes los explotan a todos, a ellos y a los desesperados
delincuentes, los muertos. ¡Cuatrocientos pesos para matar
o hacerse matar! Si no fuera tan dramático, si no
estuviéramos hablando de vidas humanas, sería para
morirse, pero de risa. ¡Pobres contra pobres, que
sarcasmo!.
Pero son apenas la muestra de un grupo mayor, que suma
más del 40% de los habitantes del conurbano bonaerense, y
que se extiende por las provincias asoladas por el ajuste
neomitrista como una mancha devoradora. Si el Gran Buenos Aires
cerró masivamente las fábricas, en el interior la
apertura de la importación arruinó las
economías regionales y arrojó a sus trabajadores a
la más salvaje miseria. Muchos de ellos se lanzan sobre
Buenos Aires o Rosario, entreverados con los miles de hermanos
bolivianos, paraguayos y uruguayos, corridos por el ajuste y la
miseria en sus países de origen.
Para el actual modelo neoliberal, las provincias han
sido condenadas a la extinción. Para los
tecnócratas del imperialismo, "son inviables".
Mientras las construcciones faraónicas de
Recoleta, Puerto Madero o Retiro, imitan a las capitales del
norte opulento, el neomitrismo convierte en tierra arasada a
todas las provincias argentinas, condenándolas a la
parálisis, el atraso y el éxodo masivo de sus
poblaciones. Los desequilibrios asumen directamente la forma de
un saqueo sistemático perpetrado por los grupos dominantes
radicados en la Capital Federal. Resulta por demás
revelador el comentario hecho por Raúl Dargoltz sobre el
santiagazo, que sintetiza la desesperante situación de
todo el interior: "El santiagueñazo fue la consecuencia
más directa de los planes de ajuste de los gobiernos
liberales que destruyeron a la provincia, y que se intensificaron
en los últimos años con la política
instrumentada por el Fondo Monetario
Internacional y llevada a cabo por los economistas de la
Fundación Mediterránea". (Raúl Dargoltz, "El
Santiagueñazo – crónica de una rebelión
popular").
La integración de las provincias y de las
regiones económicas del país, tiende a desaparecer.
La apertura importadora y el tipo de cambio artificialmente alto,
terminaron con la industria nacional, y dejando sin mercado a las
economías regionales, y a sus trabajadores sin otra
posibilidad que el empleo estatal por un salario miserable y sin
estabilidad.
El movimiento obrero surgido de las históricas
jornadas de Octubre de 1945, hoy languidece. Durante muchos
años, en especial desde 1955, la clase trabajadora
argentina protagonizó una lucha sin tregua en defensa de
sus intereses, encuadrada en el movimiento nacional encabezado
por Perón. No pocas veces la lucha sindical o la
intervención directa de los trabajadores, como en el
Cordobazo, desbarataron los planes de los gobiernos
antinacionales y antipopulares. A pesar de los dirigentes
"participacionistas" y traidores, enfrentó al Proceso y
pagó su gran cuota de sangre (vale la
pena recordar a Oscar Smith, Jorge Di Pascuale, Villaflor, y los
cientos de delegados y activistas gremiales, que pagaron su
militancia consecuente asesinados por el Proceso) organizó
huelgas generales y movilizaciones multitudinarias contra
Alfonsín primero y contra Menem después,
empeñados en acortar, lo mismo que Martinez de Hoz y los
militares del Proceso, el espacio social y político de los
trabajadores. Y vale la pena recordar, para los desmemoriados,
que durante el gobierno de Menem, entre otros paros y
movilizaciones importantes, se realizó la Marcha Federal,
hecho de lucha verdaderamente multitudinario, si los
hubo.
Sin embargo, 20 años de ajuste y
desindustrialización hicieron que el movimiento obrero
perdiera peso social. El 20% de desocupación y el mismo porcentaje de
subocupación son la prueba más palpable de este
hecho.
Los cambios regresivos en la economía nacional,
fueron acompañados por una brutal redistribución
del ingreso a costillas de los asalariados. Estos
percibían a principios de los 70 un 43 % del ingreso,
cifra que se incrementó hasta el 50 % en el año
1974. Pero cayó al 32 % en 1990. Hoy no sabemos cual es el
porcentaje exacto que perciben, pero es sensiblemente menos. La
creación de un gigantesco ejército de desocupados
no es, sin embargo, suficiente para el capital financiero
internacional. Los convenios colectivos de trabajo, las obras
sociales, los sindicatos por
rama de producción, la central obrera única, son
obstáculos que se cruzan en el camino al ingreso argentino
al capitalismo globalizado. Y son los gobiernos post Proceso
(Alfonsín, Menem y De la Rua) los encargados de liquidar
las últimas conquistas de los trabajadores, mediante la
flexibilización laboral, que busca bajar aún
más los insignificantes costos laborales, disminuyendo la
protección legal, recortando las indemnizaciones por
despido y accidentes de
trabajo. Otro medio es reivindicar para el derecho
laboral la autonomía del Código
Civil.
En cuanto a la duración de la jornada de trabajo,
el proyecto de flexibilización laboral es repugnante, y
además, inútil. Trabajar 30 días corridos
sin francos o 12 horas diarias conspira contra la salud de los
trabajadores, pero también contra la producción,
por la ley de la
utilidad
decreciente. El objetivo es, por supuesto,
político.
Que las vacaciones puedan ser dadas por el
patrón, de acuerdo a su conveniencia, como si los
trabajadores pudieran ir a practicar deportes de invierno a Villa La
Angostura o Las Leñas, nos lleva al año 1933, ya
que fue, precisamente en 1945 que se limitó ese derecho
laboral…
Pero esto es una pequeñez, si tenemos en cuenta
que en lo que respecta a los días laborables, entramos en
el túnel del tiempo, y aterrizamos en 1905, en que por Ley
4461 se prohibió el trabajo los días domingo.
¡Pero si hasta los conservadores eran más
progresistas que los modernosos neolibeales de hoy!.
Como lo expresó desfachatadamente Jeffey Sachs,
de la Universidad de
Harvard a su paso por Buenos Aires, para las multinacionales el
objetivo es "bajar los salarios hasta poder competir con 2.000
millones de seres que ganan 80 dólares". (¿No
será mucho?) (Página 12, 14/5/94)
Frente a esta política antinacional y antiobrera,
y la ofensiva imperialista, los trabajadores juegan su suerte y
su sobrevivencia. Y su suerte o su desgracia depende de la
adopción
de una estrategia totalmente distinta a la actual, que se
proponga retomar la ruta de la industrialización del
país, de Justicia Social, de un crecimiento
armónico con soberanía e integración
latinoamericana.
Las Fuerzas Armadas en nuestro país, lo mismo que
en el resto de América Latina, han tenido un papel dual.
En muchas oportunidades han sido instrumentadas por los grupos
oligárquicos y el imperialismo, y en otras han sido
autoras de procesos que
encarnaban los intereses de Sobeanía Nacional o proyectos
de liberación. En la primea opción, se inscriben en
nuestra Patria los golpes de 1930, 1955 y 1976. En la segunda
opción, la del Ejército Nacional, heredero de la
guerra de la Independencia, de Rosas defensor de
la Soberanía Nacional, de los caudillos federales, como el
Chacho Peñaloza y Felipe Varela, el ejemplo más
claro es, sin nungún género de
dudas, el de Perón y la geneación militar del 45. A
este campo pertenecen los patriotas que se alzaron en armas
contra el gral. Justo en la Década Infame (POmar, Bosch,
Atilio Cattaneo) y contra la Fusiladora en 1956 (Valle,Irigoyen,
Cortinez, Cogorno, Ibazeta, etc.), y los que lucharon en Malvinas
contra el imperialismo, haciendo resurgir las tendencias
nacionalistas en las Fuerzas Armadas. También es
importante destacar que algunos sectores de estas mismas Fuerzas
Armadas fueron pioneros en la creación de industrias
estratégicas para el desarrollo del país, como la
petrolera y la siderúrgica (Generales Mosconi y Savio), y
en las industrias para la defensa (Fabricaciones Militares,
Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, fabrica de
tanques, etc.)
Desde 1955, los altos mandos se vieron vaciados de
conciencia nacional. Pero pese a la influencia hegemónica
del liberalismo oligárquico, un cierto sentido de nacionalismo
profesional y territorial ha persistido. Eso explica el esfuerzo
patriótico y justo de recuperar las Islas
Malvinas. Pero por este acontecimiento, también se
demostraba que una cúpula como la del Proceso,
comprometida con los intereses antinacionales y antipopulares,
conducía la guerra en base a una doctrina y una estrategia
inculcadas por el enemigo, de la misma manera que durante
décadas se inculcó a los oficiales y suboficiales
una instrucción inspirada en doctrinas económicas,
sociales y culturales procesadas por el imperialismo. Esta
concepción errónea, enfrentó a las fuerzas
Armadas con el pueblo, y preparó el terreno de la derrota
militar en Malvinas.
Al calor de la
guerra en el Atlántico Sur, librada por oficiales,
suboficiales y soldados, nuestro pueblo y los pueblos de
América Latina, como no lo hacían desde la
época de las guerras de la
Independencia, se movilizaron conmovidos por una ola de
patriotismo y antiimperialismo.
Todo cambió con Malvinas. A pesar de la posterior
campaña de desmalvinización, que llega hasta hoy,
la guerra puso sobre el tapete nuestra condición
semicolonial, nuestra pertenencia a América Latina, y puso
al descubierto el verdadero rostro de los enemigos del
país. Puso sobre la mesa, no sólo la falta de
conciencia nacional de las élites dirigentes y su total
incompetencia, sino la ausencia de una política militar
digna de ese nombre, la traición de la partidocracia, y
los efectos letales de la colonización cultural sobre una
extensa franja de militares y civiles. Para muchos militares,
Malvinas significó retomar el camino de la
Emancipación Nacional del siglo XIX.
Desde Malvinas, el imperialismo varió su
estrategia con respecto a las Fuerzas Armadas argentinas y
latinoamericanas. Apuntó a una reducción tajante de
las mismas, al desmantelamiento de las industrias de defensa, de
la autonomía tecnológica.
El final del proyecto CONDOR II, es el final de una
historia de presiones imperialesy claudicaciones vergonzosas de
la dirigencia política.
El paso siguiente fue la eliminación del servicio
militar.
Aprovechando el repugnante crimen del soldado Carrasco
en Zapala, en abril de 1994, el gobierno menemista puso fin a un
régimen que, si bien necesitaba una apropiada
actualización, constituía una vinculación
permanente y de gran importancia entre las Fuerzas Armadas y la
sociedad. Les proporcionaba una base de ciudadanos renovable
anualmente, que integraba en un pié de igualdad a
todos los argentinos.
Este acto, que fue aplaudido por el universo
"progresista", tiene consecuencias importantes en lo inmediato.
Porque el mal llamado ejército profesional (ya las Fuerzas
Armadas ean profesionales y contaban en sus filas con
ciudadanos-soldados), dependerá en lo sucesivo de la
paga.
Otro éxito de la "Economía de
Mercado"…
Se olvidaron los pseudo izquierdistas en esta
oportunidad (y no será la última) de sus lecciones
de historia: el servicio militar obligatorio tuvo su origen en la
Revolución
Francesa, y tuvo y tiene el sentido democrático de
movilizar a todo el pueblo en defensa de la Patria.
El objetivo propuesto con los planes de reforma militar,
es abandonar todo concepto de
defensa nacional y convertir a las Fuerzas Armadas en tropas
auxiliares de las grandes potencias imperialistas. Algo
así como las tropas auxiliares bárbaras del Imperio
Romano. Pruebas al canto: Bosnia, Irak,
Haití, Chipre, Golán, posiblemente Colombia, a lo
mejor Venezuela y
Cuba.
Después del vaciamiento que padecieron con
Alfonsín y Menem, las Fuerzas Armadas son un espectro sin
peso ni destino. Sólo si retoman decididamente el camino
de la tradición nacional, industrialista, liberadora y
popular de Ricchieri, Mosconi, Savio, Baldich y Perón, y
los héroes de Malvinas, podrán emerger del pozo al
que las arrojó el imperialismo y sus propios
errores.
EL
PROYECTO PATRIÓTICO DE LIBERACIÓN
NACIONAL
No se trata de elaborar un programa en abstracto, sino
de retomar un cauce y recuperar la memoria,
TODA LA MEMORIA.
Se trata de reanudar el hilo roto de los movimientos
nacionales del pasado, sacando las lecciones necesarias sobre su
debilidad y su caída, y de las consecuencias de más
de 25 años de ajustes salvajes. Se trata de contemplar la
situación mundial y los espacios que se abren al Tercer
Mundo a partir de las contradicciones que, viejas y nuevas, se
agudizan entre las potencias imperialistas. Retomar el hilo de la
liberación significa que, sabiéndonos continuadores
del Movimiento Nacional que arranca de las Invasiones Inglesas,
se prolonga en las guerras de la Independencia, las montoneras
federales, Rosas y la defensa de la Soberanía Nacional, el
Yrigoyenismo, el Peronismo, las generaciones del 60 y 70 y la
gesta de Malvinas, hoy debe continuar en otras condiciones. Las
banderas son las mismas, y deben ser ratificadas:
Soberanía, Justicia Social e Independencia
Económica, Integración Latinoamericana y
Nacionalismo Cultural.Sólo que los protagonistas no son
los mismos. ¿Puede recrearse, tal cual, el proyecto
nacional del 45? ¿Puede recrearse un capitalismo nacional?
La burguesía nacional, casi inexistente, no es la misma.
La situación internacional tampoco.
Por hallarnos en el caso, que han pasado otros pueblos,
en que las tareas que debe realizar un sector social, ante la
inexistencia o la debilidad del mismo, debe realizarlo otro. Ante
la incapacidad del empresariado nacional para realizar la tarea
de la Revolución Nacional, mediante la conformación
de un frente de liberación, estas tareas deberá
realizarlas el Estado. Esto es similar a lo realizado por el
peronismo en la década 1945/55. Pero existen
también diferencias. Porque ese empresariado, ayer
pujante, hoy no lo es; y porque el Estado está devastado y
debe ser reconstruido, ¿sobre qué bases?. El
último gobierno del gral. Perón dio algunas puntas,
al lanzar la experiencia de la autogestión y
cogestión en las empresas del Estado.
No se trata, pues, de reconstruir el estado
burocrático, sino de la construcción de un Estadp
que recupere para la Nación, los sectores
estratégicos de la economía. Un Estado fuerte y
democrático, en el cual el sector
público reconstituido, deberá basarse en
mecanismos de autogestión y cogestión de obreros,
empleados y técnicos. Este Estado será el encargado
de recobrar el rol orientador y promotor del desarrollo nacional,
en la planificación democrática de la
economía y en el lanzamiento de una política de
reindustrialización.
Nos adelantamos a las objeciones que se nos
harán:
Desde la derecha se nos dirá que este planteo
contiene elementos socializantes.
Desde la izquierda pseudo marxista se nos dirá
que esto no es socialismo. Esto es capitalismo de
Estado.
A los dos les respondemos: Sí, es verdad
¿Y qué?.
Respondemos con Rodolfo Puiggros:
"Las nacionalizaciones desarrollaron el capitalismo de
Estado.
…Nos hacemos cargo de la objeción que oponen a
todo eso los liberales del tipo de los hermanos Rodolfo y
Américo Ghioldi: "El capitalismo de Estado conduce al
totalitarismo y las nacionalizaciones nada tienen que ver con el
socialismo". Hemos oído este
argumento millares de veces en los últimos años y,
sin embargo, es un argumento falso, esgrimido de mala fé y
destinado a resguardar la economía y la propiedad
privadas monopolistas.
Nacionalizar no equivale a socializar en el plano
sentido de la palabra, pero nadie puede dudar que a traves de las
nacionalizaciones se pasa de la economía y la propiedad
privadas a la economía y la propiedad sociales.
Capitalismo de Estado es todavía capitalismo, pero un
capitalismo que sale de los límites
privados y trae en sus entrañas elementos de socialismo.
Los socialistas y comunistas de nuestros días no ven
más allá del viejo Proudhon y desearían
encarrilar la evolución de tal modo que se pasara
directamente al socialismo sin atravesar ninguna etapa y sin que
el Estado se inmiscuya en otra función
que no sea la de vigilar que el proceso se cumpla
espontáneamente". (Rodolfo Puigross, "El proletariado en
la revolución democrática").
La finalidad de una política
económico-social planificada, debe ser la
satisfacción básica de las necesidades de todos los
argentinos, cualquiera sea su situación inicial en la
nueva sociedad.
En el campo político, es clara ya la crisis de
representatividad de toda la dirigencia, y crece en la sociedad
una demanda de
cambios. Estos deben apuntar a una auténtica democracia
participativa y social, apoyada en mecanismos directos y
semidirectos, como las consultas populares vinculantes y la
revocabilidad de los mandatos.
Con ayuda de estos mecanismos, al igual que los de
cogestión y autogestión, se permitirá una
gran reducción de la intermediación parlamentaria,
cuya impotencia, ineficacia y corrupción
son proverbiales.
Manuel Galvez, en su biografía de Hipólito
Yrigoyen, describe el juego de partidos antrior al ascenso
del caudillo radical, y los denomina como "los
oficialismos".
Más de ochenta años después, el
partido de gobierno y la oposición formal, así como
el conjunto de la superestructura política, desde la
derecha liberal hasta el progresismo izquierdizante, son
tributarios de los centros mundiales de poder, e incapaces, por
consiguiente de interpretar, tan siquiera parcialmente, los
intereses nacionales.
Dice Jorge Enea Spilimbergo: "El arte de las
clases dominantes consiste en elegir su oposición.
Minoría frente al pueblo, ni aún la violencia las
mantiene en el poder. Al antagonismo que la explotación
promueve hay que canalizarlo de modo tal que nunca el ataque se
dirija contra lo esencial del régimen. La
oligarquía argentina supo crearse esa oposición
mientras fue gobierno. Desde el llano, la utilizó para
dividir y hostilizar al partido del Pueblo. Mostró con
ello ser una clase avezada en el manejo político" (Jorge
Enea Spilimbergo, "Historia crítica
del Radicalismo".)
La columna vertebral del peronismo, el movimiento obrero
organizado, disminuido, adelgazado y atomizado, no ha
desaparecido.
Sobre esta columna vertebral deberá montarse el
nuevo cuerpo del movimiento nacional. Son los que más han
aportado, los que más han opuesto resistencia a las
políticas antinacionales, y los que más han sufrido
las consecuencias de los sucesivos ajustes, Todos, ocupados y
desocupados.
Son los que deben conducir el movimiento de
liberación por su política inclaudicable frente al
imperialismo, que no la han tenido otros sectores. Por ello es
necesario luchar por una sola C.G.T., conducida por los
dirigentes surgidos de las bases y la lucha de estos
últimos años, consecuentes con los intereses del
pueblo, e inclaudicables en su vocación
antiimperialista.
La finalidad de las propuestas esbozadas en estas
líneas es, mediante una etapa de democracia popular y
participativa, ir recreando un proyecto de socialismo nacional.
¿Por qué socialismo? Porque, en esta lucha
titánica contra la oligarquía y el imperialismo,
deberemos derrotarlos o ser derrotados y someternos a su dominio
definitivo. Y derrotarlos definitivamente significa expropiarlos,
dejarlos sin los medios para
reorganizar la contrarrevolución.
Un socialismo propio, inspirado en la experiencia de las
masas latinoamericanas y de los movimientos nacionales que ellas
crearon. Un socialismo que nada tiene que ver con el
cosmopolitismo de los estériles izquierdistas doctrinarios
o los progresistas socialdemócratas.
"Yo no tengo la menor duda de que en el siglo XXI, el
mundo será socialista. ¿Cómo será
socialista? Bueno, como fue demócrata liberal capitalista.
Porque tampoco la democracia libeal capitalista, fue igual en
todos los países. Fueron diferentes, debido a las
idiosincracias particulares de cada pueblo y las particularidades
y necesidades de cada Nación". (Eugenio P. Rom,
"Así hablaba Juan Perón").
Decía el general Perón que para hacer
guiso de liebre, lo primero es cazar la liebre.
Mucho se ha discutido en el país, y seguramente
se seguirá discutiendo, sobre la forma en que deben ser
distribuidos los bienes. Sin embargo en esta discusión
simplista se pasa por alto que el problema previo para una justa
distribución de los bienes es que seamos dueños de
ellos, de manera que la primea pelea no debe ser entre nosotros,
sino con quien se los lleva. El ser es previo al "como
ser".
Hemos visto en las páginas precedentes que
nuestro país se encuentra en un estado total de
dependencia desdetodos los planos: económico,
político, social y cultural. ¿Y de quien depende?.
Por más vueltas que le demos a la cosa, nuestro
país y la casi totalidad del Tercer Mundo depende del
imperialismo anglosajón.
Debemos recuperar nuestro patrimonio
nacional: nuestras empresas telefónicas,
eléctricas, gasíferas,
petoleras, aéreas, ferroviarias. Nuestros caminos y
nuestro sistema bancario. Sin ellos es imposible la
reindusrialización del país, y sin esto nos veremos
condenados a un futuro colonial de productores de materias
primas, que no nos permitirá siquiera alimentar a nuestra
población, y las únicas
posibilidades para nuestro pueblo sin duda, serán o la
muerte o Ezeiza. Un futuro cierto de decadencia política,
social, cultural, económica y biológica, amenaza a
nuestro pueblo, a los que se queden. Los otros, los que puedan
irse del país, tendrán un destino de miserables
"sudacas", sólo aptos para trabajos serviles, en las
capitales del norte desarrollado. Un destino miserable de
desarraigados, para colmo perseguidos por el inveterado racismo europeo o
anglosajón. Las excepciones representadas por algunos
técnicos y profesionales que puedan realmente integrarse a
esas sociedades,
serán puestas como ejemplos para embaucar a los tontos y
sólo servirán para seguir forjando más
cadenas de esclavitud para nuestros pueblos.
Hemos hablado, en páginas anteriores, de
socialismo nacional. Pero eso es un punto de llegada, no de
partida. Primero debemos liberarnos de las cadenas imperialistas,
recuperar nuestras riquezas, sacudirnos el yugo de la deuda
externa que es ilegítima y fraudulenta, verdadero tratado
de Vesalles que aplasta como una lápida, y luego ver como
se distribuyen los bienes con justicia. Como diría Arturo
Jauretche:
"Toda demanda de justicia social se identifica con el
nacionalismo y no hay posible concepción nacionalista en
un país colonial que no lleve implícita la demanda
de justicia social".
El imperialismo no es tan fuerte como quiere aparecer.
Ya vimos anteriormente que pasa por graves problemas internos y
externos. Es posible que para aliviar esta presión
deba recurrir incluso a la guerra. Y esto no es una
expresión caprichosa. La reanudación de los
bombardeos a Irak, los sucesos de Medio Oriente, la
intervención en Colombia nos están marcando esta
tendencia. Para soportar la crísis, debe crear una
crísis mayor que reactive su complejo militar industrial.
Y lo está haciendo. Tony Blair, George Bush y Ariel Sharon
son sus portaestandartes. Como en tiempos de papá Bush y
Ronald Reagan se vuelve a hablar de "guerra de las galaxias".
¿Contra quien?-
Es hora de poner en extrema tensión todas
nuestras fuerzas, y en un esfuerzo supremo, romper las cadenas de
la dependencia y comenzar a construir nuestras vidas de acuerdo a
nuestras propias necesidades e ideas. Sino, lo repetimos: es la
muerte o Ezeiza. Y a los que salen por Ezeiza, quizá les
toque, sin comerla ni beberla, caer en el caldero ominoso de la
guerra imperialista.
No somos apocalípticos, somos realistas. Las
posibilidades que expresamos son reales y concretas. O nos
decidimos a ser artífices de nuestro propio destino, o
seremos víctimas propiciatorias de la desaforada
ambición imperialista. Ni siquiera seremos contabilizados
en la columna de las pérdidas.
Hemos esbozado sólo algunas ideas, lanzado
algunas puntas, que creemos correctas. No pretendemos haber
agotado el tema, sino haber contribuido a ponerlo sobre el
tapete. El resto corresponde a la elaboración y
discusión abierta, sincera, leal, sin preconceptos de
todos los argentinos, que hoy sufrimos esta
catástrofe.
Los argentinos, sin olvidar nuestros éxitos y
fracasos, nuestros momentos vividos a veces a oscuras y otras
veces gloriosos, debemos volver la mirada sobre nosotros mismos,
para luego ver con ojos propios el cambiante mundo en que debemos
ensayar los pasos de un nuevo capítulo de nuestra
prodigiosa aventura histórica.
Lic. Rubén Oscar Tamborindeguy