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Estudios Culturales: Juventud y el desafío de la Pedagogía




Enviado por Henry Giroux



     

     

    1. La ausencia de la
      Pedagogía en los Estudios Culturales
    2. Estudios Culturales y
      pedagogía
    3. Cultura de Masas y la
      Representación del joven (y de la
      juventud)
    4. Encuadrando a la
      Juventud
    5. Juventud Blanca y la
      política de Desesperanza
    6. Juventud Negra y la
      Violencia de Raza
    7. Estudios Culturales y
      Juventud: El Asunto Pedagógico
    8. Conclusión

     

    En nuestra sociedad, la
    juventud está presente cuando es un problema, o es
    considerada como un problema. Más precisamente, la
    categoría "juventud" aparece en el discurso de
    documentos
    oficiales, en editoriales o publicaciones que expresan
    preocupación, o en supuestos tratados
    desinteresados emanados de las ciencias
    sociales en aquellos tiempos donde la gente joven hace sentir
    su presencia al irse "fuera de los límites":
    resistiendo a través de rituales, vistiéndose de
    forma extraña, tomando actitudes
    bizarras, rompiendo reglas, botellas, ventanas, cabezas, haciendo
    públicos desafíos retóricos a la ley.

     

    Introducción

    En un artículo reciente en The Chronicle of
    Higher Education se afirmó que el campo de los estudios
    culturales es "acerca de las cosas más calientes en la
    investigación actual de las ciencias
    humanas y sociales, pero está habitado por eruditos en la
    literatura,
    filmes y medios,
    comunicaciones
    y filosofía" Dada la popularidad de un creciente
    número de eruditos de estudios culturales, me pregunto a
    menudo por qué tan pocos académicos han incorporado
    estudios culturales en el lenguaje de
    la reforma educativa. Si los educadores van a tomar seriamente el
    desafío de los estudios culturales, particularmente en su
    insistencia en generar preguntas, modelos, y
    contextos en pos de proponer los dilemas centrales y más
    urgentes de nuestro tiempo, deben
    ser críticos acerca de las políticas
    en su propio lugar. Esto significa entender no sólo los
    caminos en los cuales las instituciones
    de educación
    superior, en parte, forman el trabajo que
    hacemos con los estudiantes, sino también las formas en
    que nuestra vocación como educadores desafía,
    alienta, o subvierte las prácticas institucionales que
    están reñidas con los procesos
    democráticos y las esperanzas y oportunidades que
    proveemos a la juventud de la nación.
    En lo siguiente, quiero explorar no sólo por qué
    los educadores se niegan a comprometerse con las posibilidades de
    los estudios culturales sino también por qué los
    eruditos trabajando en el marco de los estudios culturales
    rechazan tomar seriamente el rol de la pedagogía y la escuela en la
    formación de la vida pública
    democrática.

    Los teóricos educacionales demuestran tan poco
    interés
    en los estudios culturales como los dedicados a los estudios
    culturales en las teorías
    de escolarización y pedagogía. Para los pedagogos,
    esta indiferencia puede ser explicada, en parte, por los
    estrechos modelos tecnocráticos que enmarcan los esfuerzos
    de la reforma y la estructura de
    los programas de
    educación.
    Dentro de tal tradición, los temas de management se
    convierten en más importantes que la comprensión y
    refuerzo de la escuela como esfera pública de democracia.
    Entonces, la regulación, certificación, y
    estandarización de los comportamientos docentes es
    enfatizado por sobre la creación de condiciones para que
    los maestros tomen para sí la sensibilidad política y roles
    éticos que deberían asumir como intelectuales
    públicos que producen selectivamente y legitiman formas
    particulares de conocimiento y
    autoridad. De
    manera similar, licenciar y asimilar las diferencias entre los
    estudiantes es más significativo que tratar a los
    estudiantes como portadores de diversas memorias
    sociales con derecho a hablar y representarse en la
    búsqueda del aprendizaje y la
    propia determinación. Mientras otras disciplinas se han
    apropiado, comprometido y producido nuevos lenguajes
    teóricos de acuerdo con las condiciones históricas
    cambiantes, los centros de educación han mantenido una
    profunda sospecha sobre el diálogo
    teórico e intelectual, y así no han sido receptivos
    de la introducción de estudios
    culturales.

    Otras consideraciones en esta negativa intencionada por
    conocer, incluiría una historia de la reforma
    educativa que ha estado imbuida
    de más en consideraciones prácticas que a menudo
    apoyan una larga tradición de anti-intelectualismo.
    Más aún, algunos educadores frecuentemente se
    precian de ser profesionales, científicos y objetivos.

    Los estudios culturales enfrentan la naturaleza
    ideológica y política de tales afirmaciones al
    argumentar que los maestros siempre trabajan y hablan dentro de
    relaciones determinadas histórica y socialmente. Puesto de
    otra manera, los educadores cuyo trabajo
    está formado por los estudios culturales no ven a los
    maestros y a los estudiantes como cronistas del cambio social
    y la historia, sino como participantes activos en su
    construcción.

    La resistencia a los
    estudios culturales puede deberse también al hecho de que
    reafirma la importancia de comprender escolarización como
    un mecanismo de cultura y
    político, empotrados en relaciones de poder que
    intentan regular y ordenar cómo los estudiantes piensan,
    actúan y viven. Dado que los estudios culturales se
    relacionan profundamente con la relación critica entre
    cultura, conocimiento y poder, no sorprende que la mayoría
    de los educadores a menudo desestimen los estudios culturales por
    ser demasiado ideológicos, o simplemente ignoran su
    criticismo respecto a cómo la educación genera
    un espacio narrativo privilegiado para algunos grupos
    sociales y un espacio de desigualdad y subordinación
    para otros.

    Históricamente las escuelas y colleges de
    educación han sido organizados alrededor de materias
    tradicionales basados en estudios (educación matemática) o en categorías
    disciplinares / administrativas (currículo e instrucción). Dentro de
    este tipo de división del trabajo, los estudiantes
    generalmente han tenido pocas oportunidades para estudiar temas
    sociales más amplios. Esta adhesión servil a
    estructurar el currículo alrededor de materias
    centralmente disciplinares está reñida con el campo
    de los estudios culturales cuyas energías
    teoréticas estás focalizadas en los asuntos
    interdisciplinares, como la textualidad y representaciones
    refractadas de la dinámica de los géneros, la sexualidad, la
    subordinación de la juventud, la identidad
    nacional, el colonialismo, la raza, el etnicismo, y la
    cultura popular. Esto es, ofrecerle a los educadores un lenguaje
    crítico a través del cual examinar los intereses
    ideológicos y políticos que estructuran los
    esfuerzos de la reforma en educación tales como la
    evaluación nacional, el currículo
    estandarizado, y modelos de eficiencia; los
    estudios culturales se oponen con pasión a los educadores
    de la corriente principal y conservadora que a menudo se
    silencian acerca de la agenda política que oculta su
    propio lenguaje y agenda de reforma.

    Los estudios culturales también rechazan la
    noción tradicional de la enseñanza como una técnica o como un
    set de habilidades neutrales y afirma, que la enseñanza es
    una práctica cultural que sólo puede ser entendida
    a través de consideraciones históricas,
    políticas, culturales y de poder. Dado su interés
    en la vida diaria, la pluralización de comunidades
    culturales, y su énfasis en el
    conocimiento multidisciplinario, los estudios culturales se
    interesan menos en los temas de evaluación y
    certificación que en cómo el conocimiento, los
    testos y los productos
    culturales son producidos, circulan y son utilizados.

    En esta perspectiva, la cultura es el terreno "en donde
    el análisis reditúa , es objeto de
    estudio, y el sitio de la intervención y crítica
    política". Esto en parte explica por qué algunos
    defensores de los estudios culturales están interesado en
    "cómo y dónde el conocimiento necesita salir a la
    superficie y emergen en orden de ser consecuentes" respecto a la
    expansión de posibilidades para una democracia
    radical.

    En el próximo siglo, los educadores no
    podrán ignorar la dura cuestión que las escuelas
    tendrán que enfrentar respecto a temas de
    multiculturalismo, raza, identidad,
    poder, conocimiento, ética y
    trabajo. Estos temas tendrán un mayor rol en definir el
    significado de la escolarización, la relación entre
    estudiantes y maestros, y el contenido crítico del
    intercambio en término de cómo vivir en un mundo
    que estará vastamente globalizado, altamente
    tecnologizado, y será más racialmente diverso que
    en otro momento de la historia. Los estudios culturales ofrecen
    posibilidades enormes para los educadores de repensar la
    naturaleza de la teoría
    y práctica educacional, así como lo que significa
    el educar a los futuros maestros del siglo veinte.

    Al mismo tiempo, es importante enfatizar que la
    indiferencia general por parte de muchos teóricos de
    estudios culturales a la importancia de la pedagogía
    crítica como una forma de práctica cultural, se
    convierte en una injusticia a la políticamente cargada
    historia de los estudios culturales, uno de cuyos puntos,
    señala la necesidad de combinar el propio criticismo con
    un compromiso de transformar la existencia social y las
    problemáticas políticas. No es mi intención
    volver a repetir el debate acerca
    de lo que la historia real de los estudios culturales es, aunque
    esto es un asunto importante. En cambio quiero focalizarme en la
    importancia de la pedagogía crítica como un aspecto
    central de los estudios culturales y trabajo cultural como
    práctica pedagógica. Esto sugiere analizar los
    estudios culturales por medio de sus penetraciones, que
    acumuló por cómo se ha movido históricamente
    desde sus intereses previos de clase y
    lenguaje a sus análisis más recientes de la
    política racial, de género,
    identidad y étnica. Esto no significa que la historia de
    los estudios culturales necesita ser mostrada en grandes detalles
    como una suerte de exégesis fundacional; por el contrario,
    los estudios culturales necesitan ser históricamente
    aproximados como una mezcla de momentos fundantes, retos
    transformativos, e interrogantes auto críticos. Y es
    precisamente el espíritu de quiebre que da forma a sus
    elementos (práctica interdisciplinaria, activismo social,
    y conocimiento histórico), lo que incita mi interés
    por las actuales lagunas en los estudios culturales atendiendo la
    importancia teórica y política de la
    pedagogía como momento fundante en su legado.

    En lo que sigue, quiero tomar estos intereses más
    concretamente, en función de
    cómo cuajan en lo que Dick Hebdige llama "el problema de
    la juventud" y la importancia necesaria de este tema para los
    educadores y otros trabajadores sociales. En la
    construcción de esta línea de pensamiento,
    comienzo "presentando el caso" del convertir la pedagogía
    en una noción principal en cualquier noción de
    estudios culturales. Esta posición es desarrollada, en
    parte, para expandir el significado y relevancia de la
    pedagogía para aquellos que están comprometidos en
    el trabajo cultural tanto dentro como fuera de la universidad.
    Luego argumentaré en favor del uso pedagógico de
    películas acerca de la juventud no solo como un objeto de
    conocimiento social que ofrece representaciones en los cuales los
    jóvenes puedan identificar sus deseos y sueños,
    sino también el uso de textos pedagógicos que
    jueguen un rol formativo en conformar identidades sociales de
    juventud. A través de un análisis de cuatro
    películas de Hollywood acerca de jóvenes, espero
    demostrar cómo los elementos más progresistas del
    trabajo de la crítica pedagógica pueden formar e
    informarse por el énfasis de los estudios culturales en la
    cultura popular como terreno de políticas significantes e
    importancia pedagógica. Concluiré desarrollando las
    implicaciones que los estudios culturales deben tener para
    aquellos que están interesados en reformar las escuelas y
    colleges de educación.

     

    La
    ausencia de la Pedagogía en los Estudios
    Culturales

    Se argumenta generalmente que los estudios culturales
    están definidos a través de su análisis de
    la cultura y el poder, particularmente en su relación con
    su "cambio del terreno de la cultura hacía lo popular",
    mientras simultáneamente expande su lectura
    crítica de la producción, recepción, uso, y
    efectos de textos populares. Los textos en este caso constituyen
    un amplio rango de significantes visuales, de audio e impresos;
    aún más, tales textos son tomados como parte de un
    intento de analizar cómo las identidades individuales y
    sociales son movilizadas, comprometidas, y transformadas dentro
    de circuitos de
    poder conformados por temas de raza, género, clase,
    étnicos , y otras formaciones sociales. Todos estos
    intereses apuntan a las fronteras intelectuales e institucionales
    que producen, regulan, y lo significan como un sitio de lucha
    social. Desafiando las formas en que las disciplinas
    académicas han sido utilizadas para asegurar formas
    particulares de autoridad, los estudios culturales han abierto la
    posibilidad tanto de cuestionar cómo el poder opera en la
    construcción de conocimiento, mientras al mismo tiempo
    redefine los parámetros en la forma y contenido de lo que
    se enseña en las instituciones de educación
    superior. En este sentido, las luchas sobre el significado,
    lenguaje y textualidad se convirtieron en sintomáticas de
    una lucha más extensa sobre el sentido de autoridad
    cultural, el rol de los intelectuales públicos, y el
    significado de identidad nacional. Si los defensores de los
    estudios culturales han brindado un servicio
    teórico enorme en alzar la lucha sobre el conocimiento y
    particularmente la autoridad, cuya consecuencia son los efectos
    en la reestructuración en muchos colegios y universidades,
    lo que a menudo es pasado por alto en tales luchas son algunos de
    los mayores intereses que han sido discutidos por varios
    teóricos en el interior de la diversa tradición de
    la pedagogía crítica. Esto es especialmente
    sorprendente dado que los estudios culturales dibujan su
    inspiración teórico y política del feminismo, el
    post- colonialismo, y es un receptor de otras áreas que
    han como mínimo hecho una referencia en la importancia de
    la pedagogía.

    Quiero afirmar que los estudios culturales están
    aún fuertemente atados a las estructuras
    disciplinares académicas de la modernidad que
    son a menudo criticadas. Esto no es para sugerir que no
    están adecuadamente comprometidas al tema de las
    disciplinas académicas. De hecho, está es una de
    las características más salientes. Lo que resta
    hacer es anotar críticamente un mayor oposición a
    la disciplinaridad, como la noción de pedagogía de
    vehículo aproblemático para la transmisión
    de conocimiento. Se pierde en ella el intento de entender la
    pedagogía como un modo de criticismo cultural para
    cuestionar las condiciones bajo las cuales son producidas el
    conocimiento y las identidades. Claro que teóricos como
    Gayatri Spivak, Stanley Aronowitz, y otros, engarzan la
    relación entre estudios culturales y pedagogía,
    pero constituyen una minoría pequeña. La pregunta
    ineludible aquí es: ¿qué de la
    pedagogía hace que los teóricos de los estudios
    culturales la ignoren?

    Una respuesta puede residir en el rechazo de los
    teóricos de los estudios culturales de tomar la
    escolarización seriamente como un sitio de lucha o para
    probar cómo la pedagogía tradicional produce
    historias sociales particulares, cómo construye
    identidades en los estudiantes a través de una gama de
    posiciones subjetivas. Por supuesto, en el interior de la
    teoría de la educación radical, hay una larga
    tradición de desarrollar discursos
    críticos del sujeto alrededor de temas
    pedagógicos.

    Otra razón es la poca atención dedicada por los teóricos
    de los estudios culturales a la pedagogía puede deberse la
    custodia disciplinaria que deja su marca en todas
    las áreas de las humanidades y artes liberales. La
    Pedagogía se siente a veces indigna de ser tomada como un
    proyecto
    serio, de hecho, aún la cultura popular tiene mayor
    credibilidad que la pedagogía. Esto se puede observar no
    sólo en la ausencia general de cualquier discusión
    de la pedagogía en los textos de los estudios culturales,
    sino también en aquellos estudios en las humanidades que
    han comenzado a comprometerse con temas pedagógicos.
    Incluso en esta tares hay un rechazo voluntario a rechazar
    algunas de los avances teóricos importantes en la
    pedagogía que se han dado en los últimos veinte
    años. En el interior de ese silencio, acechan las
    recompensas seductoras del control
    disciplinarios, un rechazo a cruzar las fronteras
    académicas, competitividad
    y elitismo. Por supuesto, los estudios de composición ,
    que es uno de los pocos campos en las humanidades que ha tomado a
    la pedagogía seriamente, tiene un estatus tan despreciado
    como la educación. Entonces, parece ser que el legado del
    elitismo académico y el profesionalismo ejerce aún
    una fuerza
    influencia en el campo de los estudios culturales, en desmedro de
    su alegada democratización del conocimiento
    social.

     

    Estudios
    Culturales y pedagogía

    En lo que sigue, quiero defender y afirmar la
    importancia de la pedagogía como aspecto central de los
    estudios culturales. Para hacerlo, quiero primero analizar el rol
    jugado por la pedagogía en los estadios fundantes de la
    "Birmingham Center for Cultural Studies". Quiero luego definir
    más específicamente las dimensiones centrales de la
    pedagogía como práctica cultural. Pero antes afirmo
    esto es importante para definir estos dos importantes momentos de
    la pedagogía crítica como forma de política
    de práctica cultural, creo que es importante anotar que el
    concepto de la
    pedagogía debe ser utilizado con respeto y
    cuidado.

    No hay solo diferentes versiones de lo que constituye la
    pedagogía crítica, sino que además no hay
    una definición genérica que pueda ser aplicada a
    este término. Al mismo tiempo, hay insights
    teóricos y prácticas que tejen a través de
    varias aproximaciones a la crítica pedagógica. Son
    estos insights los que a menudo definen un set común de
    problemas que
    sirven para delinear la pedagogía crítica como un
    set de condiciones articuladas en el interior de un contexto
    cambiante de un tipo de proyecto particular político.
    Estos problemas incluyen, pero no están limitados por la
    relación entre el conocimiento y el poder, lenguaje y
    experiencia, ética y autoridad, agencias de estudiantes y
    políticos transformadores,
    locaciones de formación de estudiantes y de maestros.
    Richard Hoggart y Raymond Williams toman este tema en la
    pedagogía de una forma similar en sus primeros estudios
    por promover los estudios culturales en Gran Bretaña. Como
    figuras fundadoras del "Birmingham Centre for Cultural Studies",
    Hoggart and Williams, creen que la pedagogía ofrece la
    oportunidad de unir las prácticas culturales con el
    desarrollo de
    teorías culturales radicales. No solo conectaron la
    pedagogía con cuestiones de forma y contenido;
    introdujeron también a la enseñanza, el aprendizaje,
    los estudios textuales, y el conocimiento como temas
    políticos que inscriben consideraciones acerca del poder y
    como agentes sociales. Según Williams, el advenimiento de
    los estudios culturales en los 30’ y 40` emerge del trabajo
    pedagógico que se estaba llevando adelante en
    Educación para Adultos. La especificidad del contenido y
    el contexto de la educación para adultos proveyó a
    los estudios culturales con un número de temas que
    estuvieron directamente involucrados en su desarrollo
    subsiguiente en Birmingham. Esto incluyó el rechazo para
    aceptar las limitaciones de las fronteras de lo académico
    establecida y las estructuras de poder, la demanda de
    unir la literatura a las situaciones de vida de los aprendices
    adultos, y el aviso de que la escuela estaba empobreciendo
    más que humanizando.

    Para Williams hay aquí más en juego que
    recuperar la historia de los estudios culturales,

    el está más obstinado en dejar claro que
    el "impulso más profundo (conformando los estudios
    culturales) fue el deseo de hacer del aprender parte del proceso del
    cambio social mismo". Es precisamente este intento de ensanchar
    la noción de lo político haciéndolo
    más pedagógico, para que nos recuerde la
    importancia de la misma como práctica cultural. En este
    contexto, la pedagogía profundiza y extiende los estudios
    de la cultura y poder afirmando no sólo cómo la
    cultura es producida, circula, y es transformada sino
    también cómo se negocia actualmente por los seres
    humanos en el interior de circunstancias y situaciones
    específicas. En esta instancia, la pedagogía se
    convierte en un acto de producción cultural, un proceso a
    través del cual el poder regula cuerpos y comportamientos
    como "movidos a través del tiempo y el espacio". Mientras
    la pedagogía está profundamente implicada en la
    producción de relaciones de poder/conocimiento y la
    construcción de valores y
    deseos, su centro teórico comienza no con un reclamo
    particular al nuevo conocimiento, sino con gente real articulando
    y rescribiendo sus experiencias vividas en el interior de su
    historia más que en el afuera. En este sentido
    pedagógico, especialmente en sus variantes críticas
    es acerca de entender cómo el poder trabaja en particular
    en contextos históricos, sociales y culturales en orden de
    comprometerse y de ser necesario cambiar tales
    contextos.

    La importancia de la pedagogía para contener y
    contextualizar los estudios culturales descansa en la relevancia
    que ha tenido para iluminar cómo el conocimiento y las
    identidades sociales son producidas en una variedad de sitios
    adicionados a las escuelas. Para Raymond Williams uno de los
    conceptos fundantes de los estudios culturales fue que la
    educación cultural era tan importante como el trabajo, lo
    político, y los sindicatos de
    educación. Más aún, Williams creyó
    que limitando los estudios culturales a la educación
    superior era ponerla en riesgo de
    despolitizarla. Piensa que en el sentido amplio y político
    está el sentido esencial, no sólo para el
    compromiso, el desafío, y la transformación
    política, sino también el referente necesario para
    enfatizar la importancia pedagógica del trabajo compartido
    por todos los trabajadores culturales comprometidos con la
    producción de conocimiento. Esto queda claro en su
    noción de Educación permanente;
    escribió:

    Esta idea (educación permanente) me parece
    repetir, en un nuevo e importante idioma, los conceptos de
    aprendizaje y de cultura democrática popular que subyacen
    en este libro. Lo que
    enfatiza valiosamente es la fuerza de la educación de toda
    nuestra experiencia social y cultural. Concierne por tanto, no
    sólo con la educación continuada, de manera formal
    o informal, sino de todo el ambiente, sus
    instituciones y relaciones, maestros activos y profundamente.
    Considerar los problemas de las familias, o del planeamiento de
    la ciudad, es entonces una empresa
    educacional, es también, donde la enseñanza ocurre.
    Y es entonces el campo de este libro, las comunicaciones
    culturales que, bajo una vieja sombra, son todavía
    llamadas comunicaciones de masas, pueden ser integradas, como
    siempre he pensado, con toda la política
    social. Para los que puedan tener dudas, no basta más
    que mirar la
    televisión o los diarios, o leer las revistas
    femeninas, que aquí, centralmente, educan, y son
    financiados y distribuidos en una manera más amplia que la
    educación formal.

    Sobre la noción de Williams de educación
    permanente, la pedagogía en este sentido, provee un
    discurso teórico para entender cómo el poder y el
    conocimiento mutualmente se conforman una a la otra en la
    producción, recepción, y transformación de
    identidades culturales, formas de ética, y "versiones
    deseadas de la futura comunidad
    humana". Al refutar la objetividad del conocimiento y afirmar la
    parcialidad de todas las formas de autoridad pedagógica,
    la pedagogía crítica inicia una indagación
    entre las formas y contenidos de varios sitios pedagógicos
    y la autoridad que legitiman en asegurar prácticas
    culturales particulares.

    Quiero ser más específico acerca de la
    importancia de la pedagogía para los estudios culturales y
    otras formas emergentes de trabajo interdisciplinario, analizando
    cómo los jóvenes son cada vez más dirigidos
    y posicionados por los medios de
    comunicación populares, cambiando sus condiciones
    económicas, en una escalada de violencia, y
    el discurso de emergencia que Ruth Conniff ha llamado
    correctamente la cultura de la crueldad. Seguiré mostrando
    tanto de forma teórica como a través de ejemplos de
    mi propia enseñanza, cómo la pedagogía
    implícita en una cantidad creciente de películas de
    Hollywood acerca de la juventud refuerzan estereotipos racistas y
    culturales dominantes, pero al hacerlo también crear las
    condiciones de rescribirlos a través de diversas estrategias de
    pedagogía crítica.

     

    Cultura de Masas y la Representación
    del joven (y de la juventud)
    (Mass Culture and the
    Representation of Youth(s
    )

    La juventud una vez más se convierte en objeto de
    análisis público. En los titulares proliferan
    despachos de una zona de combate que frecuentemente une a la
    juventud y a la violencia en el interés de promover una
    nueva clase de relaciones casuales. Por ejemplo, el artista
    rapero ganster, Snoop Doggy Dogg es presentado en la portada de
    la reciente Newsweek; el mensaje es que la juventud negra
    masculina está vendiendo violencia al público
    masivo en su música. Pero de
    acuerdo a Newsweek, la violencia no se ubica sólo en la
    música, sino también en el estilo de vida
    de los raperos que la producen. Las víctimas potenciales
    son en este caso en mayor parte blancos de hombres y mujeres
    jóvenes. Citando una ola de arrestos de raperos
    prominentes, la historia refuerza la noción de que el
    crimen es una palabra racialmente codificada para asociar la
    juventud negra con la violencia.

    Las estadísticas de violencia juvenil, que
    apuntan a causas sociales y económicas, son mentirosas
    más allá de los estereotipos sencillos que
    promueven. La sociedad Americana es testigo de los efectos de una
    cultura violenta donde "cerca de 12 niños
    norteamericanos, de 19 años o menos, mueren de disparo de
    armas cada
    día". De acuerdo al National Center for Health Statistics
    (Centro Nacional de Estadísticas de Salud): "El homicidio con
    armas de fuego es la causa principal de muerte de
    adolescentes
    Afro-americanos y la segunda en los chicos en edad de High school
    en los Estados Unidos".
    Lo que deja a un lado este reporte es cualquier comentario
    crítico acerca de las causas que yacen debajo producidas
    por la representaciones de violencia que saturan los medios
    masivos; ni tampoco hay alguna mención del alto costo que cada
    año pagan los infantes y los niños asesinados a
    través de malnutrición relacionada con la pobreza ni el
    público Americano es informado del "alto costo en vidas
    tomado por conductores borrachos que son en general Blancos".
    Pero las malas noticias no
    terminan con la violencia.

    Las representaciones de la juventud blanca producidas
    por los medios de
    comunicación dominantes en los últimos
    años los muestran cada vez más como perezosos,
    hundidos en una niebla de auto indulgencia, y ajenos a la
    ética de clase media de trabajo duro y salir adelante. Por
    supuesto, lo que los medios dominantes no mencionan son las
    condiciones sociales que están provocando una nueva
    generación de juventud sumida en la desesperación,
    la violencia, el crimen, la pobreza y la
    apatía. Por ejemplo, hablar del crimen cometido por gente
    negra sin mencionar que la taza de desempleo para
    los jóvenes de color exceden el
    40 por ciento en varios centros urbanos, sirve para hacer
    más invisible una causa mayor de inquietud en la juventud.
    O hablar de la apatía entre la juventud blanca sin
    analizar la cultura "basura", la
    pobreza, el desencanto social, las drogas, la
    falta de oportunidades educativas, y cosificación que
    conforman la vida diaria le quitan la responsabilidad a un sistema social
    que a menudo observa la juventud como otro simple nicho de
    mercado.

    Una economía que falla
    ofrece a la mayoría la promesa de trabajo en el sector de
    servicios,
    pobres perspectivas de futuro, un mundo de mensajes e imágenes
    infinitas diseñadas para vender o para suministrar una
    violencia sin sentido como otro espectáculo de TV, en
    parte, constituyen las nuevas condiciones de la juventud. A la
    luz de las
    condiciones sociales y económicas radicalmente alteradas,
    los educadores necesitan modelar alternativas de análisis
    en orden de comprender lo que está ocurriendo a la
    juventud de nuestra nación.
    Tal proyecto parece vital a la vista de la rapidez en que
    los valores de
    mercado y una cultura comercial pública han reemplazado
    los referentes éticos para el desarrollo de las esferas
    públicas de la democracia. Por ejemplo, desde los setenta,
    millones de trabajos se han perdido por la fuga de capitales, y
    el cambio tecnológico ha dejado millones más
    afuera. En los últimos veinte años, la
    economía de los Estados Unidos perdió más de
    cinco millones de puestos de trabajo en el sector de la
    producción. Ante el limitado prospecto de crecimiento de
    la economía para la próxima década, las
    escuelas enfrentaran una identidad de crisis
    respecto a la suposición tradicional de que las
    credenciales escolares proveen la mejor ruta para la seguridad
    económica y movilidad de clases para una proporción
    grande de la juventud de nuestra nación. Como Stanley
    Aronowitz y yo mismo hemos señalado por
    doquier:

    El mercado laboral
    está cada vez más bifurcado: los cambios
    organizacionales y técnicos están provocando un
    número limitado de trabajos para gente que posee
    educación superior y está entrenada para el
    management, expertos científicos y tecnológicos, e
    investigadores. En la otra mano, estamos siendo testigos de la
    desaparición de muchas sub profesiones de nivel medio de
    cuello blanco…Y ante tal dura competencia
    algunos profesionales se han convertido en trabajadores
    autónomos con pocos, o ningún beneficio
    adicionales. Este desarrollo llama a prestar atención a la
    cuestión de la eficacia de la
    escolarización masiva para proveer la labor de fuerza
    "bien entrenada" que los empleadores aún sostienen
    requerir.

    Antes que culpar a la juventud por la caída de la
    economía, la cultura de violencia racial codificada, o la
    desesperanza que parece ser endémica para las versiones
    dominantes de futuro, parece tener más sentido para los
    educadores reexaminar la misión de
    la escuela y las condiciones de cambio de la juventud a la luz de
    estos cambios pasmosos en la vida económica y
    cultural.

    Repensar las condiciones de la juventud es
    también imperativo en orden de revertir el discurso de
    espíritu malvado de la década del ochenta, un
    discurso que le ha dado la espalda a las víctimas de la
    sociedad americana y ha recurrido tanto a culpar como a
    castigarlos por los problemas económicos y sociales. Esto
    es evidente en estados como Michigan y Wisconsin que
    subscribieron programas como el "Learnfare" donde se penaliza a
    las madres solteras con una concesión más baja de
    comida si sus hijos se ausentan de las escuelas. En otros
    estados, los pagos de bienestar se reducen si las madres solteras
    no se casan. Micky Kaus, un editor de " New Republic", afirma que
    las madres asistidas deben ser forzadas a trabajar en ocupaciones
    de servicio, y si se rehusan, Kaus sugiere quitarles los
    niños. Las mujeres iletradas, argumenta, pueden trabajar
    rastrillando hojas. Hay indiferencia e insensibilidad en este
    tipo de lenguaje que ahora cubre el discurso acerca de la
    juventud. En vez de proveer condiciones sociales y
    económicas para proteger a la juventud de la
    nación, especialmente aquellos que son pobres y viven en
    los márgenes de la esperanza, sin comida, refugio, acceso
    a una educación decente, y ambientes seguros,
    conservadores como William Bennet, actual Secretario de
    Educación, hablas de imponer standars nacionales sobre las
    escuelas públicas, creando sistemas de
    vouchers que beneficien a los padres de clase media, y dejan de
    lado el concepto de totalidad pública. Hay más en
    juego que simple ignorancia y negligencia.

    Es en este discurso dominante sobre valores donde uno
    puede vislumbrar la pedagogía al servicio de esta cultura
    de espíritu malvado. Por ejemplo, Bennet en su nuevo
    libro, El libro de las virtudes: Un tesoro de grandes historias
    morales, encuentra esperanza en "Old Mr. Rabbit´s
    Thanksgiving Dinner" ("El Viejo Sr. Conejo de la Cena de Acción
    de Gracias"), en donde el conejo nos instruye en que hay
    más alegría en ser solidario que en ser ayudado.
    Este discurso de sustento moral puede
    ser inspiración para aquellos niños que son
    enviados por sus padres a escuelas privadas, establecen
    fideicomisos anuales para su futuro, y los conectan con el mundo
    del patrocinio político, pero no dice casi nada de la
    cultura de sufrimiento humano comprimido y concentrado con el
    muchos niños han tenido que lidiar a diario en este
    país. En lo siguiente, quiero dibujar desde un
    número de conceptos iluminadores del campo de los estudios
    culturales, para marcar un mapa diferente que pueda ser
    útil para los educadores para atender lo que puede ser
    llamado: cambiar las condiciones de la juventud.

     

    Encuadrando a la Juventud

    La inestabilidad y transitoriedad programadas que
    atañe a una generación diversa de la juventud entre
    los 18 y los 25 años está enraizada
    inextricablemente en una gama más amplia de condiciones
    culturales posmodernas conformadas por las siguientes
    suposiciones: una perdida general en la fe de las narrativas
    modernas de trabajo y emancipación; el reconocimiento de
    la indeterminación de garantías futuras viviendo y
    confrontando la inmediata experiencia; el reconocimiento de la
    falta de vivienda como condición aleatoria ha remplazado,
    si no tergiversado, al hogar como fuente de seguridad y confort;
    una experiencia del tiempo y el espacio comprimido y fragmentado
    en el interior de un mundo de imágenes que minan cada vez
    más la dialéctica del universalismo y autenticidad.
    Para muchos jóvenes, la pluralidad y la contingencia, por
    medio de la Prensa o a
    través de dislocaciones desdeñosas del sistema
    económico, el crecimiento de nuevos movimientos sociales,
    o la crisis de representación y autoridad han provocado un
    mundo con pocas referencias psicológicas,
    económicas, o intelectuales seguras. Este es un mundo
    donde uno está condenado a vagar en el interior y entre
    fronteras y espacios múltiples marcados por el exceso, la
    alteridad, y la diferencia. Este es un mundo donde las viejas
    certezas se rompen y el sentido se vuelve más contingente,
    menos endeudado a los dictados de la verdad reverenciada y
    establecida. Mientras las circunstancias de la juventud
    varían a través y en el interior de los terrenos
    marcados por las diferencias de clase y raza, el mundo de certeza
    y orden que la modernidad ha tradicionalmente custodiado,
    contenido, y aislado , ha dado lugar a una cultura postmoderna en
    donde las fronteras representacionales colapsan en nuevas formas
    culturales híbridas de identidad, presentación, y
    agentes políticos. Mientras la autopista de información y MTV condensan el tiempo y el
    espacio en lo que Paul Virilio llama "espacio veloz" ("speed
    space") nuevos deseos, modas de asociación, y formas de
    resistencia se inscriben en diversas esferas de cultura popular.
    La música, el rap, la moda, el estilo,
    el lenguaje, la política y la resistencia cultural no
    están ya confinadas a sus lugares originales de clase y
    raza.

    Niños blancos de clase media toman el lenguaje
    del gangsta rap que nació en barrios lejos de los propios.
    Los jóvenes negros en los centros urbanos producen un
    bricolage de estilos combinando zapatillas, gorras de
    béisbol, y ropa de talles más grande de los
    necesarios, e integran así formas de resistencia y estilo
    que luego serán apropiadas por niños suburbanos
    cuyos deseos e identidades resuenan con la energía y la
    vibración del nuevo funk urbano.

    La música desplaza formas antiguas de textualidad
    y refieren a terrenos de producción cultural que marcan al
    cuerpo como sitio de placer, resistencia, dominación y
    peligro. En el interior de esta cultura postmoderna de juventud,
    las identidades se mezclan y cambian en vez de hacerse más
    uniforme y estática.
    No perteneciendo más a ningún sitio o lugar, la
    juventud habita cada vez más culturas cambiantes y esferas
    sociales marcadas por una pluralidad de lenguajes y
    culturas.

    Las comunidades han sido refiguradas como el tiempo y el
    espacio mutaron en múltiples y superpuestas redes en el ciberespacio. La
    juventud bohemia y de clase media se habla en boletines
    electrónicos en coffee houses en North Beach, California.
    Los cafés y otros lugares públicos, que alguna vez
    fueron el refugio de los beatniks, los hippies, y otros radicales
    culturales han dejado su lugar a los miembros de la cultura
    hacker. Reordenan
    sus imaginaciones a través de conexiones a
    tecnologías de realidad
    virtual, y producen formas de intercambio a través de
    textos e imágenes que tienen la potencia de
    sostener una guerra en el
    sentido tradicional, pero también corren el riesgo de
    reducir la comprensión crítica al interminable
    juego de acceso aleatorio a los espectáculos.

    Esto no significa remover nociones de cultura popular de
    la Escuela de Frankfurt en la posmodernidad.
    Por el contrario, creo que las nuevas
    tecnologías electrónicas con su
    proliferación de historias múltiples y finales
    abiertos de interacción han alterado no sólo los
    el contexto pedagógico de producción de
    subjetividades, sino también cómo la gente "obtiene
    la información y el entretenimiento". Producido desde los
    centros de poder, la cultura de masas ha esparcido en nombre de
    beneficio y el entretenimiento un nuevo nivel de cultura
    instrumental y comercial. Por otra parte, la cultura popular
    ofrece resistencia a la noción de que la cultura
    útil puede ser solo producida en el interior de
    regímenes dominantes de poder. Esta distinción
    entre cultura de masas y popular no intenta sugerir que la
    cultura popular es estrictamente un terreno de resistencia. La
    cultura popular no escapa de la mercantilización, el
    racismo, el
    sexismo y otras formas de opresión, pero está
    marcada por defecto por líneas que rechazan la
    división de cultura alta / baja mientras intenta al mismo
    tiempo afirmar una multitud de historias, experiencias, formas
    culturales y de lugar. En el interior de las condiciones los
    valores de la cultura posmoderna no emergen más
    aproblemáticamente de la pedagogía moderna del
    fundacionalismo y las verdades universales, o de las narrativas
    tradicionales basadas en identidades fijas con sus requisitos de
    estructura de cierre. Para muchos jóvenes, el sentido
    está perdido, los medios se convirtieron en susbtitutos de
    la experiencia, y lo que constituye la comprensión
    está basado en un mundo descentrado y de diáspora, mundo de diferencia,
    desplazamiento y cambios.

    La intersección entre estudios culturales y
    pedagogía pueden ser más evidentes a través
    del análisis de cómo la pedagogía de
    Hollywood ha intentado en algunos films recientes mostrar el
    apuro de la gente joven dentro de las condiciones de la cultura
    posmoderna. Me voy a focalizar en cuatro filmes: River's
    Edge(1986), My Own Private Idaho(1991), Slacker(1991), y
    Juice(1992). Estas películas son importantes por sus
    argumentos y por sus dispositivos que en diversos modos intentan
    proveer una representación pedagógica de la
    juventud. Apuntan sobre algunas condiciones económicas y
    sociales en el trabajo en la formación de diferentes
    estratos raciales y económicos de la juventud, pero lo
    hacen en el interior de una narrativa que combina una
    política de desesperanza con una sofisticada descripción de las supuestas sensibilidades
    y humores de la juventud creciendo en las condiciones amenazantes
    de la cultura posmoderna. El desafío para los educadores
    progresistas es cuestionar cómo puede la pedagogía
    crítica ser empleada para apropiarse de los aspectos
    más radicales y útiles de los estudios culturales
    en crear un contexto social, político, y económico
    nuevo y diferente al que está produciendo la
    generación de los veinte y tantos. Al mismo tiempo,
    está el tema de cómo una política y proyecto
    de pedagogía puede ser construido para crear condiciones
    para agentes sociales y cambio institucionalizado entre los
    diversos sectores.

     

    Juventud
    Blanca y la política de Desesperanza

    Para muchos jóvenes, llegar a la adultez
    significa dejar atrás la esperanza y tratar abandonar el
    futuro antes que aceptar el desafío moderno de formarlo.
    La crítica cultural popular ha capturado mucho del
    aburrimiento entre los jóvenes y ha dejado claro que "Lo
    que solía ser pesimismo de una franja minoritaria es hoy
    la suposición compartida de una generación". Los
    estudios culturales han ayudado tanto a temperar esta
    generalización sobre los jóvenes en orden de
    investigar las más complejas representaciones al trabajar
    en la construcción de una nueva generación de
    jóvenes que no pueden ser simplemente abstraídos de
    las especificaciones de raza, clase, o género. Los
    teóricos de los estudios culturales han apuntado
    también a la resistencia creciente de la generación
    de veinte y tantos que tampoco parecen motivados por la nostalgia
    de una visión conservadora de América
    que se ha perdido ni por el Nuevo Orden Mundial pavimentada por
    la promesa de la expansión de la autopista informática.

    Mientras la "juventud" como construcción social
    ha sido mediatizada, en parte, como un problema social, muchos
    críticos culturales creen que la juventud posmoderna es
    proverbialmente "alienada", "extraña" y desconectada del
    mundo real. Por ejemplo, en la película de Gus Van Sant,
    My Own Private Idaho, el personaje principal Mike, que cambia
    sexo por
    dinero, es un
    soñador perdido en memorias fracturadas de una madre que
    lo abandonó cuando niño. Atrapado entre recuerdos
    de su madre en 8 mm, videos multicolores, buscavidas y sus
    clientes, Mike se
    mueve a través de su existencia durmiendo en situaciones
    de stress y
    sólo para despertarse en distintos espacios
    geográficos y espaciales. Lo que sostiene los viajes
    psíquicos y geográficos es la metáfora del
    sueño, el sueño del escape, y la toma de conciencia final
    de que incluso las memorias no pueden alimentar la esperanza en
    el futuro. Se convierte en una metáfora de una
    generación entera de jóvenes de clase media y baja
    forzados a venderse en un mundo sin esperanza, una
    generación que no aspira a nada, que tiene denigrantes
    McJobs (Mc Trabajos), y vive en un mundo de devenir y
    aleatoriedad en vez de que la lucha, la idea de comunidad y
    solidaridad
    conduzcan su fe.

    Un cuadro más pertubador de la juventud de clase
    trabajadora blanca puede verse en River´s Edge. La anomia
    adolescente y apatía de drogadicción son la expresión
    dolorosa de la descripción un grupo de
    jóvenes de clase trabajadora que se enteran por propia
    boca de John, uno de sus amigos, que ha estrangulado a su novia,
    otra de los miembros del grupo, y ha dejado su cuerpo desnudo en
    la ribera. En diferentes momentos el grupo visita el sitio para
    ver el cadáver y comprobar la muerte de
    la chica. Aparentemente incapaz de entender el significado del
    evento, los jóvenes no avisan a nadie de la muerte y en
    diferentes grados de compromiso tratan inicialmente de proteger a
    John, el adolescente sociópata, de ser capturado por la
    policía. En River´s Edge, los jóvenes navegan
    a la deriva en un mundo de familias quebradas, gritando
    música de rock,
    convirtiendo su tiempo de escuela en tiempo muerto, y en general
    con indiferencia por la vida. Descentrados, fragmentados, ven la
    muerte como un mero espectáculo, un estilo más que
    algo substancial. En un sentido, estos jóvenes comparten
    la cualidad de "estar dormidos" como la descripta en My Own
    Private Idaho. Pero lo más pertubador es que la perdida de
    la inocencia no provoca meramente miopia en los adolescentes,
    sino que los coloca en una cultura donde la vida es experienciada
    con seducción voyeurística, un video juego,
    bueno para pasar el tiempo y que desvía el dolor del
    momento. La desesperación y la indiferencia anulan el
    lenguaje de la discriminación ética y responsabilidad
    social mientras elevan la inmediatez del placer que definen
    el momento. En River's Edge, la historia social es reensamblada a
    través de viñetas de los sesenta y son mostrados
    como ciclistas quemados o como maestros que fueron radicales que
    cambiaron el barato simple oportunismo en desmedro de su
    función política. Los intercambios entre la gente
    joven aparece como proyecciones de una generación
    esperando caer dormida o suicidarse. Después de hablar
    acerca de cómo asesinó a su novia, Jonh dice:
    "Hacés cagadas, está hecho, y entonces te mueres".
    Otro personaje responde: "Podría ser más
    fácil estar muerto". A lo que su novio, del tipo del mundo
    de Wayne , responde: "Es mentira, no podrás endurecerte
    (drogarte) más". En este escenario, la vida imita al
    arte cuando al
    cometer un asesinato y drogarse dan el mismo peso moral en la
    forma del espectáculo de Hollywod, un espectáculo
    donde se termina por aplastar las complejas representaciones de
    la juventud mientras se construyen sus identidades a
    través de porciones amplias de placer, muerte y
    violencia.

    River´s Edge y My Own Private Idaho, revelan el
    lado oscuro de una cultura de la juventud, mezclando la mixtura
    de horror y fascinación de Hollywood para exacerbar las
    audiencias. Empleando la estética postmoderna de repulsión,
    localidad, aleatoriedad y sin sentido, la juventud en estos
    filmes aparece construida fuera de un más ancho paisaje
    cultural y económico. En cambio, sólo se hacen ver
    a través de expresiones viscerales de comportamientos
    sicóticos o en la experiencia de auto impuesta
    alineación comatosa.

    Uno de los más celebrados films sobre la juventud
    blanca es Slacker de Richard Linklater del año 1990. Una
    película decididamente de bajo presupuesto, en
    ella Linklater intenta tanto en su forma como en su contenido
    capturar los sentimientos de la generación de veinte y
    tantos de clase media. La clase media que rechaza la
    mayoría de los valores de la era Reagan/Bush, pero tienen
    el problema de visualizar una alternativa para cambiar la forma
    de ser por estar en un tiempo difícil para imaginarlo. No
    lineal en su formato, transcurre en veinticuatro horas en una
    escuela de Austin, Texas. Construida sobre una estructura anti
    narrativa, está organizada en breves episodios en las
    vidas de una variedad de personajes, ninguno de ellos conectados
    a los otros excepto que cada uno provee el pretexto de llevar al
    próximo personaje en la película. Paseando por
    librerías, cafeterías, venta de
    repuestos de auto, habitaciones, y clubs de rock, se focaliza en
    un disparatado grupo de gente joven que posee una pequeña
    esperanza en el futuro y va de trabajo en trabajo hablando en un
    argot híbrido de intensidad bohemia y un lenguaje de
    cultura pop nueva.

    La película muestra un grupo
    de gente joven que aleatoriamente se mueve de un sitio al
    siguiente, cruzando fronteras sin sentido de desde dónde
    vienen y hacía dónde van. En este mundo de
    múltiples realidades, los jóvenes trabajan en una
    banda, "Ultimate Loser" (Él último perdedor),
    hablan de ser puestos en hospitales a la fuerza por sus padres, y
    un neo punk intenta vender mancha de papilla de Madonna a dos que
    conoce en la calle. "Mirá esto, sé que es algo un
    poco desagradable, pero es como tirarse a la Madonna real" Este
    es el mundo en donde el lenguaje se une en una mezcla rara de
    nostalgia, filosofía de pochoclo, y murmullo de MTV. El
    diálogo está organizado alrededor de comentarios
    como: "No sé…He viajado…y cuando vuelves no puedes
    decir si realmente te pasó o sólo lo viste por
    TV."

    Inmersa en la alineación aparece en comentarios
    como "me siento atascado". La ironía oscurece levemente un
    rechazo para imaginar cualquier tipo de lucha colectiva. La
    realidad parece demasiado desesperanzadora para preocuparse por
    ella. Esto es captado con humor en un momento cuando un joven
    blanco sugiere: "¿Sabés cómo dice la frase?
    Trabajadores del mundo, ¿unidos?" Nosotros decimos,
    trabajadores del mundo relajarse. La gente habla, pero aparece
    desconectada de los otros y de ellos mismos, viven atravesados,
    pero sin sentido de comunidad o conexión. Hay un
    sentimiento pronunciado en Slacker de una juventud cautiva en el
    medio de las nuevas tecnologías de información que
    contienen al mismo tiempo sus aspiraciones y sostienen de alguna
    manera la promesa de algún tipo de agencia.

    Durante algunos raros momentos, la parálisis
    política de formas narcisistas de negación es
    dejada de lado por instancias en donde algunos personajes
    reconoces la importancia de la imagen como
    vehículo para la producción cultural, como un
    aparato representacional que no puede hacer sólo aparecer
    experiencias ciertas sino que además puede ser utilizada
    para producir realidades alternativas y prácticas
    sociales. El poder de la imagen está presente en la manera
    en que la cámara sigue a los personajes a través
    del film, acosándolos al mismo tiempo que los confina a
    una mirada forzosa e incidental. En una escena, un joven aparece
    en un departamento rodeado por televisores que dice ha tenido por
    años. Señala que ha inventado un juego, "Video
    Virus", en
    donde a través del uso de tecnología el puede
    tocando un botón insertarse en el interior de cualquier
    pantalla y desarrollar cualquier número de acciones.
    Cuando otro personaje le pregunta de qué se trata,
    contesta: "Bueno, conocemos los poderes psíquicos de la
    imagen televisada. Pero necesitamos capitalizarla y hacerla
    trabajar en nuestro beneficio en lugar de trabajar para ella".
    Este tema aparece en otras dos escenas. En una corta, un
    estudiante graduado de historia tira la cámara que
    está usando para filmarse indicando una propia conciencia
    acerca del poder de la imagen y la habilidad de controlarla al
    mismo tiempo. En otra escena, en donde la película
    termina, un grupo de gente en una camioneta, equipados cada uno
    con sus cámaras Super 8, conducen a lo alto de una colina
    y lanzan sus filmadoras a un precipicio. El film termina con
    imágenes siendo grabadas por las cámaras cayendo al
    fin de la colina en lo que sugiere un momento de
    liberación.

    En muchos aspectos, estas películas están
    fuertemente enfocadas en una cultura de jóvenes blancos
    que están fascinados y con terror por los medios, que
    aparecen sobrepasados por "el peligro y las maravillas de las
    futuras tecnologías, la banalidad del consumo, la
    seducción por las marcas (y) la
    dificultad de relaciones
    sexuales alienadas". El significado de estos films queda, en
    parte, en su intento de capturar el sentimiento de no-poder que
    afecta a la juventud blanca de clase media trabajadora. Pero lo
    que pierden de vista estas películas y los varios libros,
    artículos y notas acerca de lo usualmente llamado La
    generación de Ninguna parte, La Generación X,
    Gen13, o Slackers es cualquier sentimiento de mayores condiciones
    políticas, raciales, y sociales en que la juventud
    está enmarcada, como así también las
    múltiples formas de resistencia y diversidad racial que
    existe entre las diversas formaciones juveniles. Lo que
    debería verse como un comentario social acerca "del fin de
    camino capitalista", aparece simplemente como un rechazo por
    medio de la vestimenta en una retórica estética,
    estilo, moda, y protestas solipsistas. Dentro de este tipo de
    comentarios, el criticismo post moderno es útil, pero
    limitado por su frecuente inhabilidad teórica para tomar
    las relaciones entre identidad y poder, biografía y
    cosificación de la vida diaria, o los límites de
    agencia en una economía cada vez más globalizada
    como parte de un proyecto mayor de posibilidades unidas a temas
    históricos, de lucha y transformación.

    A pesar de la imagen totalizante de dominación
    que estructuran River's Edge y My Own Private Idaho, y la
    desesperanza letal de Slacker, estas proveen oportunidades para
    examinar el contexto social y cultural a los que se refieren en
    orden de acrecentar la gama de estrategias y comprensiones que
    los estudiantes pueden alcanzar para crear un sentido de
    resistencia y transformación. Por ejemplo, muchos
    estudiantes que vieron Slacker no se desesperaron a causa del
    film, pero la interpretaron para significar el "devenir
    perezoso(slack)" como el momento en la vida de los jóvenes
    cuando, con los propios recursos, que se
    les ofrece un período en donde pensar, moverse alrededor
    del país, y tranquilizarse acerca de algunas decisiones
    importantes acerca de sus vidas. Volverse perezoso se vuelva
    más opresivo cuando se convierte en tiempo sin posibilidad
    de controlarlo o terminar con él. Los estudiantes
    apuntaron también que el film estaba hehco por Linklater
    con sus amigos con un gasto de energía y gusto que ofrece
    de por sí, un modelo
    pedagógico para llevar a la gente joven a desarrollar sus
    propias narrativas.

     

    Juventud
    Negra y la Violencia de Raza

    Con la explosión de la música de rap y su
    ingreso en la cultura de la popular y los intensos debates acerca
    de la crisis de la masculinidad negra, el tema del nacionalismo
    negro, y las políticas de la cultura urbana negra, no
    sorprende que el cine negro
    haya producido una serie de películas acerca la
    próxima época de la juventud negra en los Estados
    Unidos urbanos. Lo particular de estos es que a diferencia de la
    explotación de la películas de los setenta,
    producidas por blancos para gente negra, la nueva ola de cine
    negro es producida por directores negros y dirigida al
    público negro. Con el advenimiento de la década del
    noventa, Hollywood invirtió en un número de
    jóvenes y talentosos directores negros como Spike Lee,
    Allen y Albert Hughes, Julie Dash, Ernest Dickerson, y Jonh
    Singleton. Estas películas acerca de la juventud negra se
    convirtieron en grandes negocios, como
    ejemplo, en 1991 "New Jack City" y "Boys N the Hood" obtuvieron
    entre ambas más de 100 millones de dólares.
    Involucradas profundamente con las inequidades, la
    opresión, la violencia diaria, y la disminución de
    la esperanza que plaga las comunidades negras en la zona de
    guerra urbana, esta nueva ola de films negros intentó
    acentuar las condiciones económicas y sociales que han
    contribuido a la construcción de "masculinidad negra y sus
    relaciones con la cultura del ghetto en donde los ideales de
    masculinidad se nutren y asimilan".

    A diferencia de los recientes films acerca de la
    juventud blanca cuyas narrativas de la época se
    desarrollan en el interior de categorías
    sociológicas tradicionales como alineación, no
    combatividad, y anomia, las producciones negras como Juice, de
    1992 pintan una cultura nihilista enraizada directamente en una
    violencia cuyos principios de
    definición son el homicidio, suicidio
    cultural, guerras de
    mutua destrucción, y decaimiento social. Es interesante
    anotar que tanto como la prensa popular ha racializado el crimen,
    las drogas, y la
    violencia como un problema de los negros, algunos de los
    más interesantes films que han aparecido recientemente
    acerca de la juventud negra han dado la impronta de excelencia de
    Hollywood y se han instalado en las audiencias blancas con
    suceso. En lo siguiente, quiero probar brevemente el tratamiento
    acerca de la juventud negra y las representaciones de
    masculinidad y resistencia en el ejemplar filme negro,
    Juice.

    Juice (slang callejero para respeto) es la historia de
    cuatro jóvenes Afro-americanos de Harlem que son mostrados
    primero como participes de las usuales "travesuras" de faltar a
    clase sin permiso, pelear con otros niños del vecindario,
    chocar con los padres acerca las tareas escolares, y discutir con
    sus hermanos por el uso del baño en la mañana. Si
    este retrato de inocencia infantil es usada para lograr una
    identificación confortable con la audiencia general con
    estos cuatro niños negros, es pronto quebrada como el
    grupo, cautivos de una ola de pobreza y falta de oportunidades,
    se convierten al crimen y a la violencia como un camino tanto
    para construir su hombría como para resolver sus problemas
    más inmediatos. Determinados a dar a sus vidas
    algún sentido de agencia, el grupo se mueve desde atacar
    una tienda de discos a robar un negocio de verduras hasta la
    despiadada muerte del dueño de la tienda y eventualmente
    de ellos mismos. Cautivos en un mundo donde la ética de
    las calles se refleja en un espectáculo de violencia
    televisiva, Bishop, Quincy, Raheem, y Steel (Tupac Shakur, Omar
    Epps, Kahalil Kain y Jermaine Hopkins), deciden luego de ver a
    James Cagney glorificarse en White Heat, tomar el control de sus
    vidas al comprar un arma y atacar a un comercio del
    vecindario que los echó una vez de su comercio. Quincy
    duda si tomar parte del ataque, porque es un talentoso disc
    jockey y está decidido a ingresar en un concurso local de
    deejay y aprovechar su amor por la
    música de rap y encontrar un sitio propio en el
    mundo.

    Quincy es el único joven negro en la
    película que presenta un sentido de agencia que no
    está completamente cautivo en la confusión y la
    desesperación exhibida por sus tres amigos. Atrapado al
    interior de códigos de lealtad de la calle y la
    protección que provee, Quincy acepta con cierto desagrado
    participar en el asalto. Las malas decisiones tienen mayores
    consecuencias en este ghetto típico de una gran ciudad, y
    el sentido de esperanza e independencia
    de Quincy se quiebra cuando
    Bishop, el más violento del grupo, mata al dueño
    del comercio y luego asesina a Raheem y colocan a Steele y a
    él mismo como potenciales presas cuando no lo ven
    más como un miembro respetable del grupo. Eventualmente
    compra un arma para protegerse y en la escena final se enfrenta
    en una terraza a Bishop y lo mata. Cuando termina el film, un
    testigo le dice a Quincy "Tienes el juice (respeto)", pero
    rechaza el elogio que le atribuye poder y prestigio y se
    marcha.

    Juice reafirma la importancia de la música rap
    como la expresión cultural de posibilidades imaginables en
    la vida diaria de la juventud negra. No es sólo el marco
    musical del film, juega también un rol central proveyendo
    un contexto social para los deseos, la rabia, y las expresiones
    independientes de los artistas varones negros. Para Quincy, la
    música de rap le da la oportunidad de reclamar algo de
    "juice" entre sus pares, mientras simultáneamente le da el
    contexto para construir una identidad donde afirmarse junto con
    la chance de una real oportunidad de trabajo. La música en
    este contexto se convierte en un referente importante para la
    comprensión de cómo las identidades y los cuerpos
    van juntos en una cultura de hip-hop que es mayormente una
    oposición y una prueba a los límites del
    sueño Americano. Pero en Juice también se sugiere,
    a través de la dirección de Ernest Dickerson, que si la
    violencia es endémica en el ghetto negro, sus
    raíces residen en una cultura de violencia que es
    transmitida a diario por la televisión. Esto aparece en una poderosa
    escena en donde el grupo mira televisión tanto el famoso final violento
    de White Heat de James Cagney, y el boletín de noticias
    anunciando la muerte de un vecino del barrio al intentar robar en
    un bar local. En esta escena, Dickerson dibuja una
    relación poderosa entre lo que los cuatro jóvenes
    ven en la televisión y su impaciencia sobre su propia
    falta de agencia y la necesidad de tomar el control de sus vidas.
    Como apunta Michael Dyson:

    El objetivo de
    Dickerson es transparente: iluminar la conexión entre
    violencia y criminalidad fomentadas en el imaginario colectivo
    Americano por la televisión, la consumación de
    imágenes a través de los medios que ha remplazado
    la Constitución y la Declaración de la
    Independencia como la ficción unificadora de la ciudadanía nacional y la identidad. Es
    también, la ocupación diaria y exclusiva del
    lánguido padre de Bishop, un recuerdo de que la
    genealogía de influencia de la televisión produce
    efectos de creación de deseos letales de una
    generación a la siguiente, estrategias de
    destrucción cuando se aplican al ghetto masculino
    negro.

    Mientras Dyson acierta al apuntar la critica a los
    medios de Dickerson, sobrestima la importancia dada en Juice a la
    relación entre la violencia negra y aquellos grandes
    determinantes sociales que la vida urbana negra tanto refleja
    como ayuda a producir. De hecho, se puede argumentar que la
    violencia mostrada en Juice y películas similares como
    Boys N' the Hood, New Jack City, y especialmente Menace II
    Society, "alimenta la obsesión racista nacional de que los
    hombres negros y sus comunidades son centrales en la escena de
    violencia americana."

    Aunque la violencia en estos films es traumatizante como
    parte de su esfuerzo por promover un mensaje anti
    –violencia, es también una violencia
    hermética, saturada y sellada en el interior de los muros
    del ghetto urbano negro. La contraparte de este tipo de violencia
    en controversiales películas blancas como Reservoir Dogs
    es tomada por la mayoría de los críticos como una
    estética de vanguardia,
    pero la violencia en la reciente ola de filmes sobre la juventud
    negra, refuerzan a menudo en las plateas de clase media la idea
    de que tal violencia es endémica a la comunidad negra y el
    único beneficio de mostrar la desesperanza del interior de
    las ciudad es que puede detenerse su expansión como una
    enfermedad en los suburbios y zonas de negocios que forman un
    colonizante anillo alrededor de los ghettos negros.
    Películas como Juice al no romper de forma auto consciente
    las presunciones de los estereotipos dominantes que hacen del
    crimen y la raza sinónimos, sugieren una clase de nihilismo que
    Cornel West describe como "la experiencia vivida de copiar con
    una vida de horror, falta de sentido, desesperanza y (lo
    más importante) carencia de amor."

    Desafortunadamente, la noción de nihilismo de
    West, no es lo extensa que debiera y mientras clama para prestar
    atención a la perdida de esperanza y sentido entre la
    juventud negra, falla al conectar la especificidad del nihilismo
    negro con el del de desigualdad sistemática, injusticia
    calculada e indeferencia moral que operan diariamente como un
    régimen de brutalización y opresión para
    tantos jóvenes por su color y su clase en este
    país. Itabari Njeri captura con fuerza la falla en tal
    análisis y los problemas de películas como Juice, a
    pesar de las buenas intenciones de sus directores, a menudo
    producen. Comentando otro film de juventud negra, Menace II
    Society, escribió:

    La nación no puede permitir que cerca del 50% de
    los hombres blancos estén desempleados, como es el caso de
    muchas comunidades Afro-americanas. No puede dejar que las
    escuelas sistemáticamente marquen a niños normales
    negros como no educables por razones de raza, o permitir la
    continua brutalización por parte de la policía, o
    tener adultos negros sacar sus frustraciones sociales entre ellos
    y sus pequeños y no atender la desesperación y la
    disfuncionalidad. Esta clase de desesperación es la fuente
    del nihilismo que Cornel West describe. Desafortunadamente, el
    ver en estos films al varón Negro como una amenaza se
    falla al atar este nihilismo con sus envenenadas raíces en
    el sistema de desigualdad Americano. Y esto traduce en su falla
    al ver estas fuerzas tóxicas como causa en vez de
    efecto.

    En términos tanto pedagógicos como
    políticos, los filmes reinantes sobre la juventud negra
    que han aparecido desde 1990 pueden haber ido demasiado lejos en
    su producción de narrativas que emplean estrategias
    comerciales de reproducir la violencia gráfica y luego
    moralizar acerca de sus efectos. La violencia en estos
    está atada a una auto destructividad y falta de sentido
    que shockea pero falla al informar a las audiencias acerca de sus
    amplios alcances o de la posible complicidad de las audiencias en
    tal violencia. Los efectos de estas películas tienden a
    reforzar para los blancos de clase media Americana la
    reconfortante creencia de que el nihilismo es tanto un estado
    mental y un sitio de relaciones socales siempre situado en otro
    lado- esa extrañamente homogeneizada formación
    social conocida como "juventud negra".

    Por supuesto, es importante notar que Juice reniega de
    romantizar la violencia, tal como sugiere su final cuando Quincy
    no quiere el respeto si esto significa una vida donde la
    violencia sea el único capital que
    tenga algún valor de
    intercambio en las sociedades
    Afro-americanas; pero estos sentimientos aparecen tarde y no
    tienen un tiempo de desarrollo. Uno de los desafíos
    pedagógicos presentados por estos filmes es que los
    educadores y estudiantes teoricen el por qué Hollywood
    invierte en películas sobre la juventud negra que pasan
    por alto las represntaciones complejas que estructuran las
    comunidades Afro – americanas. Tal cuestión puede
    ser tomada observando el trabajo de las feministas negras que
    hacen películas, como Julie Dash y las complejas
    representaciones que ofrece sobre las mujeres negras en Daughters
    of the Dust, o el trabajo de Leslie Harris, cuyo film Just
    Another Girl on the IRT, desafía la misoginia que
    estructura los actuales filmes sobre jóvenes varones
    negros. Otro desafío se encuentra en tratar de entender
    por qué una gran cantidad de los varones negros
    jóvenes urbanos se identifican pronto con las más
    amplias representaciones de sexismo, homofobia, misoginia, y
    ganar respeto a tan alto costo para ellos mismos y las
    comunidades en que viven.

    Las películas sobre la juventud negra son
    importantes para comprometerse para entender las
    pedagogías que silenciosamente estructuran sus
    representaciones, así como de qué manera tales
    representaciones trabajan pedagógicamente para educar a
    las audiencias blancas. Pero lo más importante, estas
    películas no deben ser desestimadas porque son
    reduccionistas, sexistas, o unidimensionales en su retrato del
    rito de pasaje de la juventud masculina negra; como
    mínimo, se convierten en una marca para entender de
    qué manera compleja las representaciones de la juventud
    negra se pierden en raciales y codificados filmes que apuntan a
    los serios problemas en los centros urbanos, pero lo hacen en
    maneras que erosionan cualquier sentido de esperanza viable,
    posibilidad, resistencia, y lucha.

    Los filmes contemporáneos sobre la juventud negra
    dejan vislumbrar en la especificidad de la alteridad, esto es,
    cruzan una frontera
    cultural y racial, y al hacerlo dan un servicio teórico al
    hacer visible lo que a menudo es dejado fuera en las
    representaciones políticas dominantes. Y es en esta luz
    donde se encuentra una posibilidad para los educadores y otros
    trabajadores culturales para tomar la relación entre
    cultura, poder, e identidad de maneras que confrontan con la
    complejidad de la juventud y su intersección con la raza,
    clase y formaciones de género.

    El combinar los estudios culturales con la teoría
    pedagógica sugeriría que los estudiantes tomen
    estos filmes como formas legítimas de conocimiento social
    que revelan diferentes espacios de lucha entre jóvenes en
    el interior de diversos sitios culturales. Para la juventud
    blanca, estas películas imitan una edad narrativa que
    indica la falta de rumbo y de sentido producidos en el interior
    de una más extensa cultura de cosificación
    cultural; por otro lado, los filmes sobre la juventud negra
    muestra la falta de esa edad narrativa que sirve como un poderoso
    indicador del autogenocidio entre los jóvenes Afro-
    americanos. Claramente, los educadores pueden aprender de estos
    filmes y al hacerlo traer estas diferentes formas de
    producción cultural de juventud junto con un proyecto
    común que anote la relación entre pedagogía
    y justicia
    social por un lado, y democracia y la lucha por la igualdad por
    otra. Claramente estos filmes sugieren que los educadores
    necesitan hacerse preguntas nuevas, desarrollar nuevos modelos, y
    nuevos caminos de producción que sea capaz de comprender
    los diferentes contextos sociales, económicos y
    políticos que producen variadas formas y relaciones de
    poder entre los jóvenes.

    Otro desafío pedagógico ofrecido por estos
    filmes culturales es acerca de cómo los maestros pueden
    notar los deseos que los diferentes estudiantes traen a estos
    textos populares de cultura. En otras palabras, lo que significa
    movilizar los deseos de los estudiantes al usar conocimientos
    sociales que constituyen el campo contradictorio de cultura
    popular. En parte, significa reconocer que mientras a los
    estudiantes les son familiares esos textos, ellos traen
    diferentes creencias, comprensiones políticas e inversiones
    afectivas para tal proceso de aprendizaje.

    De ahí, la pedagogía debe proceder
    reconociendo el conflicto que
    emergerá cuidando la forma y contenidos de tales
    películas y cómo los estudiantes aprenderán
    tales temas. Para tal pedagogía funcione, Fabienne Worth
    señala que "los estudiantes deben convertirse visibles
    para si mismos y para cada uno de los demás y valorados en
    sus diferencias." Esto sugiere dar a los estudiantes la
    posibilidad de descentrar el curriculum, al
    estructurarlo, en parte, para ver el cómo la clase debe
    ser organizada y cómo tales filmes pueden ser anotados sin
    poner ninguna de las identidades de los estudiantes en ella. Esto
    significa, reconocer la complejidad de intentar movilizar los
    deseos de los estudiantes como parte de proyectos
    pedagógicos donde reflejen directamente representaciones
    que afecten ciertas partes de sus vidas, y reconocer los
    problemas emocionales que puedan emerger en tal modo de
    enseñar. Al mismo tiempo, tal pedagogía debe
    revertir el ciclo de desesperanza que a menudo da forma estos
    tiempos y señalar cómo las diferentes condiciones
    postmodernas y los contextos de la juventud pueden ser cambiados
    en función de expandir y profundizar la promesa de una
    democracia sustantiva. En parte, esto puede significar utilizar
    películas sobre la juventud que capturen la complejidad,
    el sentido de lucha, y la diversidad que marca los diferentes
    segmentos de la actual generación de gente joven. En este
    caso, los estudios culturales y las prácticas
    pedagógicas pueden informarse mutuamente al utilizar
    textos de cultura popular como objetos serios de estudio que
    puedan ser usados para marcar los límites y posibilidades
    que la juventud enfrenta en los diferentes contextos sociales,
    culturales y económicos; igualmente importante es la
    necesidad de leer textos populares como parte de un más
    amplio contexto de desarrollar un sentido de agencia basado en un
    compromiso para cambiar contextos opresivos al comprender las
    relaciones de poder que los informan.

    El desafío pedagógico representado por la
    emergencia de una generación postmoderna de jóvenes
    no ha sido descuidada por anunciantes y analistas de mercado. De
    acuerdo con un estudio de 1992 de Roper Organization, Inc., la
    actual generación de 18-29 tiene un poder de compra de 125
    billones de dólares. Tomando en cuenta los intereses y
    gustos de esta generación, Mac Donald´s, por
    ejemplo, ha introducido música hip hop e imágenes
    para promover sus hamburguesas, lo mismo que Coca-Cola, con
    sus frenéticos comerciales con Cola Cola Classic."
    Benetton, Esprit, The Gap, y otras compañías han
    seguido dichos intentos para identificar los deseos, identidades,
    y patrones de consumo de esta nueva generación de
    jóvenes. Lo que aparece como expresión de
    desesperación de la condición postmoderna para
    algunos teóricos, se convierte para otros en un
    desafío para inventar nuevas estrategias para los
    intereses corporativos. En este escenario, la juventud puede
    estar experimentando la indeterminación, la falta de
    sentido, y las múltiples condiciones de postmodernismo,
    pero los anunciantes corporativos intentan teorizar sobre una
    pedagogía del consumo como parte de un nuevo camino de
    apropiación de las diferencias entre jóvenes de
    distintos sitios y locaciones. La lección aquí es
    que las diferencias entre jóvenes importa política
    y pedagógicamente, pero no de una manera que genere nuevos
    mercados o
    registre la diferencia simplemente como un nicho de la
    moda.

    Lo que los educadores necesitan hacer es crear una
    pedagogía más política al tomar en cuenta
    tanto las condiciones a través de las cuales
    enseñan y qué significa aprender para una
    generación que vive de una manera muy diferente a las
    representaciones ofrecidas por las versiones modernistas de
    escolarización. Esto no sugiere que la escuela moderna no
    alcance a la cultura popular, pero lo hace en términos muy
    problemáticos, que a menudo confinan la cuestión a
    los márgenes del diseño
    curricular. Más aún, no se puede rechazar de plano
    a las escuelas modernas. Como lo he mostrado en otros espacios,
    la cultura moderna con su énfasis en la igualdad social,
    justicia, libertad y
    agencia humana necesitan ser refiguradas en el interior
    más que fuera del discurso postmoderno
    emergente.

    La aparición de los medios
    electrónicos acompañado de una
    disminución en la creencia del poder del agente humano ha
    minado las visiones tradicionales de la escolarización y
    el significado de la pedagogía. El lenguaje de los planes
    y movilidad social y las formas de la autoridad docente en que se
    basaba ha sido radicalmente deslegitimada por el reconocimiento
    de que el poder y la cultura son centrales para la
    relación entre autoridad y conocimiento. La fe en el
    pasado acerca de la modernidad ha dado paso a un futuro donde los
    marcadores tradicionales no tienen más sentido.

     

    Estudios
    Culturales y Juventud: El Asunto Pedagógico

    Los Educadores y Críticos culturales necesitan
    tomar en cuenta los efectos de las condiciones emergentes
    postmodernas en la actual generación de jóvenes que
    aparece prisionera de las vicisitudes del orden del cambio
    económico con su legado de disminución de la
    esperanza por una parte, y un mundo de imágenes
    esquizoide, proliferando en los espacios públicos y una
    fragmentación creciente, falta de certezas, y aleatoriedad
    que estructura la vida diaria postmoderna por otra. Es central en
    este tema la manera en que los educadores lidian con una nueva
    clase de estudiante engañado en el interior de los
    principios organizadores en la intersección de la imagen
    electrónica, cultura popular y un sentido
    terrible de indeterminación. Lo que ofrecen los estudios
    culturales a los educadores es un marco
    teórico donde aprovechar las aptitudes,
    representaciones y deseos de una nueva generación de
    jóvenes producidos en el interior esta coyuntura
    histórica, económica y cultural. Pero hace
    más que simplemente brindar una lente para volver a situar
    la construcción de la juventud en el interior de un
    paisaje social, tecnológico y económico
    radicalmente alterado, provee también elementos para
    repensar la relación entre cultura y poder, conocimiento y
    autoridad, aprendizaje y experiencia, y el rol de los maestros
    como intelectuales públicos. En lo que sigue, quiero dejar
    sentados algunos de los elementos teóricos que unen los
    estudios culturales con la pedagogía crítica y
    hablar brevemente de sus implicancias para el trabajo
    cultural.

    Primero, los estudios culturales se basan en la creencia
    de que hemos ingresado en un período donde las
    distinciones tradicionales que separaban y enmarcaban las
    disciplinas académicas establecidas no pueden ser tomadas
    en cuenta para la gran diversidad del fenómeno cultural y
    social que ha venido a caracterizar un mundo post industrial cada
    vez más híbrido. La Universidad ha sido muy unida a
    la noción de identidad nacional largamente comprometida
    con la transmisión de la cultura de la cultura y
    tradición Occidental. Tradicionalmente, esta ha sido una
    cultura de exclusión, que ha ignorado las múltiples
    narrativas, voces, e historias de los grupos
    subordinados cultural y políticamente. La actual
    proliferación de diversos movimientos sociales luchando
    por una genuina sociedad multicultural y multirracial han
    desafiado a las escuelas que usaban el conocimiento
    académico para ordenar las diferencias culturales en
    función de regular y definir quiénes son y
    cómo deben narrarse a sí mismos. Más
    aún, la expansión de la cultura electrónica
    a todas las esferas de la vida intelectual y artística
    diarias ha construido un campo alejado de las disciplinas
    alejadas para preservar una "cultura común" a los
    más híbridos campos de literatura comparativa y
    mundial, estudios de medios, ecología, sociedad y
    tecnología, y cultura popular.

    Segundo, los defensores de los estudios culturales han
    defendido con fuerza el rol de la cultura, incluyendo el poder de
    los medios masivos de comunicación y su aparato masivo de
    representaciones y su regulación de sentido, esto es
    central para entender cómo la dinámica del poder,
    los privilegios, y el deseo social estructuran la vida diaria de
    una sociedad. Este interés por la cultura y sus conexiones
    con el poder han requerido una interrogación
    crítica de las relaciones entre conocimiento y autoridad,
    el sentido de los cánones, y los contextos sociales e
    históricos que deliberadamente forman la
    comprensión de los estudiantes acerca del pasado, presente
    y futuro. Pero si existe un cambio en el desarrollo y
    recepción de lo que cuenta como un conocimiento, ha sido
    acompañado por la comprensión de cómo
    definimos y aprehendemos el rango de textos que están
    abiertos a análisis e interrogantes críticos. Por
    ejemplo, en lugar de conectar la cultura exclusivamente con la
    tecnología de la impresión y el libro como el
    único artefacto legítimo académico, hay un
    gran trabajo académico siendo llevado adelante a
    través de una variedad de formas culturales como los
    medios de comunicación, cultura popular, películas,
    publicidad,
    comunicación masiva, y otros modos de
    producción cultural.

    Aquí entra en juego el intento de producir un
    nuevo modelo teórico y metodologías para anotar al
    producción, las estructuras y el intercambio de
    conocimiento. Esta aproximación a los estudios Inter/post
    disciplinarios tiene mucho valor porque presenta el tema
    pedagógico de organizar el diálogo a través
    y fuera de las disciplinas, para promover aproximaciones
    alternativas para la investigación y la enseñanza
    acerca de la cultura y las nuevas tecnologías emergentes y
    formas de conocimiento. Por ejemplo, antes que organizar cursos
    alrededor de intereses disciplinarios estrictos devenidos de los
    estudios de estudios sociales y de Inglés,
    puede ser más útil y relevante para los colegios de
    educación organizar cursos que permitan a los estudiantes
    comprenderse a sí mismos y a los otros examinando eventos que
    evoquen sentido de responsabilidad social y compromiso moral. Un
    curso de "Inmigración y Política en
    América de Fin de Siglo" puede proveer una perspectiva
    histórica acerca de los cambios demográficos
    confrontando América y cómo tales cambios son
    sentidos en el interior de la dinámica educativa,
    económica, de identidad cultural, y desarrollo urbano. Un
    curso en Los Angeles puede incorporar temas relacionados con la
    raza, política, economía y educación para
    determinar las condiciones múltiples que hay bajo la
    violencia y la desesperanza que producen tales eventos
    trágicos.

    Tercero, en suma, para ampliar los términos y
    parámetros del aprendizaje, los estudios culturales
    rechazan la profesionalización de educadores y la
    alienante y a menudo elitista discurso de profesional y "sano"
    experto. En cambio, defiende y lucha por educadores como
    intelectuales públicos. Stuart Hall es instructivo en este
    tema cuando argumenta que los estudios culturales proveen dos
    puntos de tensión que los intelectuales necesitan
    agenciarse:

    Primero, los estudios culturales constituyen uno de los
    puntos de tensión y cambio en las fronteras de la vida
    intelectual y académica, empujando por nuevas cuestiones,
    nuevos modelos, y nuevas formas de estudio, testeando las finas
    líneas entre el rigor intelectual y la relevancia
    social…Pero, segundo…los estudios culturales insisten en lo
    que quiero llamar la vocación de la vida intelectual. Esto
    es para decir, que los estudios culturales insisten en la
    necesidad de tomar para sí las cuestiones centrales,
    urgentes e incómodas de una sociedad y una cultura en el
    más riguroso modo intelectual que tenemos a
    disposición.

    En esta visión, los intelectuales deben tener en
    cuenta en su enseñanza los modos en que responden a los
    problemas de la historia, agencia humana, y la renovación
    de la vida cívica democrática. Los estudios
    culturales rechazan con fuerza la idea de que los maestros son
    simples transmisores de configuraciones existentes de
    conocimiento. Como intelectuales públicos, los
    académicos estás siempre implicados en la
    dinámica del poder social a través de experiencias
    que organizan y provocan en sus clases. En esta perspectiva, el
    trabajo intelectual es incompleto a menos que de forma auto
    consciente asuma la responsabilidad de sus efectos en un marco
    más amplio de cultura pública mientras
    simultáneamente anota los más profundos problemas
    de deshumanización en las sociedades en que vivimos.
    Entonces, los estudios culturales dan lugar a cuestiones sobre
    qué conocimiento es producido en la universidad y
    cómo es consecuente en extender y profundizar las
    posibilidades de una vida democrática. Igualmente
    importante es el tema de cómo para democratizar las
    escuelas tanto como para permitir que aquellos grupos que en gran
    medida estás divorciados o no representados en el
    curriculum pueden producir sus propias representaciones,
    narrativas de sus propias historias, y engarzarse en un
    diálogo respetuosos con los otros. En esta instancia, los
    estudios culturales deben anotar cómo el diálogo es
    construido en el salón de clases acerca de otras culturas
    y voces al anotar críticamente tanto la posición de
    sus teóricos y sus instituciones en donde tales
    diálogos son producidos. Peter Hitchcock defiende con
    fuerza que los principios de cualquier intercambio
    dialógico de este tipo debe incluir algunos de los
    siguientes elementos:

    1)Atención al ámbito específico
    institucional en dónde la actividad toma lugar; 2) auto –
    reflexividad cuidando las identidades particulares de los
    maestros y los estudiantes que colectivamente toman esta
    actividad; 3) reconocimiento de que las identidades en juego en
    "otras" culturas están en proceso de entrar en
    interacción dialógica y como sujetos no
    están estáticos; pero 4) el conocimiento producido
    a través de esta actividad es siempre contestable y por
    definición no es el conocimiento del otro como el otro se
    conocerá a sí mismo.

    Cuarto, otra importante contribución de los
    estudios culturales es su énfasis en estudiar la
    producción, recepción, y uso de textos variados, y
    cómo son usados para definir relaciones sociales, valores,
    nociones particulares de comunidad, el futuro, y las diversas
    definiciones del yo. En este sentido, los textos no se refieren
    meramente a la cultura de la impresión o tecnología
    del libro, sino a toda forma mediatizada de conocimiento visual,
    de audio y electrónica que han incitado un cambio radical
    en la construcción de conocimiento en las formas en que el
    conocimiento es leído, recibido y consumido. Vale la pena
    reiterar que la juventud contemporánea confía menos
    en la tecnología y la cultura del libro para construir y
    afirmar sus identidades; en lugar de eso, enfrentan la tarea de
    encontrar su propio camino a través de un escenario
    cultural descentrado ya no cautivo en la tecnología de
    impresión, estructuras narrativas cerradas, o la
    certidumbre de una seguridad económica futura. Las nuevas
    tecnologías emergentes que constituyen y posicionan la
    juventud representan terrenos interactivos que cruzan "lenguaje y
    cultura, sin requerimientos narrativos, con complejidad de
    caracteres…La complejidad narrativa (ha dado) el camino para
    diseñar la complejidad; la historia (ha dado) una manera
    para un ambiente sensorio." Los estudios culturales son
    profundamente importantes para los educadores al focalizarse en
    los medios no sólo en términos de cómo
    distorsionan y representan mal la realidad, sino también
    de cómo los medios juegan "parte en la formación,
    en la constitución, de las cosas que reflejan." No es que
    haya un mundo ahí fuera, "ahí", donde existen
    libertad de discurso de representación. Lo que hay
    "ahí" es, en parte, constituido por cómo es
    representado."

    No creo que los educadores y las escuelas de
    educación puedan asumir las actitudes de cambio, las
    representaciones, y deseos de esta nueva generación al
    interior de las configuraciones disciplinarias dominantes de
    conocimiento y práctica. Por el contrario, como la
    juventud se constituye en el interior de nuevas formas de
    lenguaje y cultura que cruzan de manera diferente intereses de
    raza, clase, género, y diferencias sexuales, las
    condiciones a través de las cuales los jóvenes
    tratan de narrarse debe ser entendida tanto en términos
    del contexto de su lucha y del lenguaje compartido de agencia que
    apunte a un proyecto de esperanza y posibilidad. Es precisamente
    ese lenguaje de diferencia, especificidad, y posibilidad el que
    falta en la mayoría de los intentos de reforma
    educacional.

    Quinto, es importante enfatizar que cuando la
    pedagogía crítica se establece como uno de los
    principios definidores de los estudios culturales, es posible
    generar un nuevo discurso para moverse más allá del
    limitado énfasis en materia de
    técnicas y metodologías. La
    pedagogía crítica representa una forma de
    producción cultural implicada en un intento crítico
    de cómo el poder y el significado son empleados en la
    construcción y organización de conocimiento, deseos,
    valores e identidades. La pedagogía crítica en este
    sentido no se reduce a dominar habilidades o técnicas,
    sino que definido como una práctica cultural que debe ser
    tomada en cuenta ética y políticamente para las
    historias que produce, los reclamos que hace en las memorias
    sociales, y las imágenes de futuro que creen
    legítimo. Tanto como un objeto de crítica como un
    método de
    producción cultural, rechaza esconderse detrás de
    los reclamos de objetividad, y trabaja con fuerza para unir la
    teoría con la práctica para dar lugar a las
    posibilidades de humana agente en un mundo de pocos beneficios.
    Es importante hacer una distinción que enfrenta el
    criticismo liberal y conservador que desde la pedagogía
    crítica intenta tanto politizar la enseñanza y
    enseñar políticas que representa una especie de
    indoctrinación. Al afirmar que toda enseñanza es
    profundamente política y que los trabajadores culturales y
    de la educación deben operar un proyecto de
    transformación social, defiendo que los educadores
    necesitan hacer una distinción entre Peter Euben llama
    educación política y politizante.

    La educación política, central para la
    pedagogía crítica, se refiere a la enseñanza
    "de cómo los estudiantes pueden pensar en formas que
    cultiven la capacidad para un juicio esencial para el ejercicio
    de poder y responsabilidad de una ciudadanía
    democrática…Educación Política, distinta
    de Politizante debe dar coraje a los estudiantes para convertirse
    en mejores estudiantes para enfrentar aquellos con poder
    político y cultural tanto como para honrar las tradiciones
    críticas en el interior de culturas dominantes que han
    hecho tal crítica posible e intelegible " Una
    educación política significa descentrar el poder en
    las clases y otros sitios pedagógicos, así como las
    dinámicas de esas inequidades institucionales y culturales
    que marginan algunos grupos, reprimen algunos tipos de
    conocimiento, y suprimen el diálogo crítico pueden
    ser tomados. Por otra parte, la educación politizante es
    una forma de terrorismo
    pedagógico en donde el tema de qué es pensado, por
    quién, y bajo qué condiciones es determinado por
    una agenda política doctrinaria que rechaza examinar sus
    valores, creencias y construcciones
    ideológicas.

    Mientras rechaza reconocer su carácter social e histórico de su
    propio reclamos a la historia, el conocimiento, y valores, una
    educación politizante silencia en el nombre de un
    sospechoso universalismo y denuncia toda práctica
    transformativa a través de apelar una atemporal
    noción de verdad y belleza. Para aquellos que practican
    una educación politizante, la democracia y la
    ciudadanía se convierten en peligros en eso que es la
    precondición para realizar sus demandas críticas,
    la toma de riesgos, y la
    responsabilidad de resistir y de decir no en la cara de las
    formas de poder dominantes.

     

    Conclusión

    Dado este desafío a la noción tradicional
    de maestros como meros transmisores de información y su
    insistencia en que los maestros son productores implicados
    profundamente en asuntos públicos, los estudios culturales
    proveen un Nuevo lenguaje transformativo para la educación
    de maestros y educadores alrededor de liderazgo
    cívico y
    servicio público. En esta perspectiva, la educación
    de maestros es modelada no alrededor de un dogma particular, sino
    a través de prácticas que se comprometen con el
    cambio de contextos y condiciones para los estudiantes para ser
    críticos de las construcciones naturalmente construidas
    históricas y sociales de los lugares que ocupan en el
    interior de un mundo de representaciones y valores. Los estudios
    culturales requieren que los maestros sean educados como
    productores culturales, para tratar como una actividad la
    cultura, sin terminar e incompleta. Esto sugiere que deben estar
    atentos críticamente a las operaciones de
    poder y sus implicancias en la producción de conocimiento
    y autoridad en particular y contextos de cambio.

    Las condiciones y problemas de los jóvenes
    contemporáneos deben estar comprometidos a través
    del deseo de interrogar el mundo de políticas
    públicas mientras al mismo tiempo se apropian del llamado
    de la modernidad para un mundo mejor mientras abandonan las
    líneas narrativas de Historia Occidental, cultura
    unificada, orden disciplinar, y progreso tecnológico. En
    este caso la importancia pedagógica de incertidumbre e
    indeterminación puede ser repensada a través de la
    noción modernista de mundo soñado donde los
    jóvenes y otros se puedan aferrar, sin los beneficios de
    las narrativas dominantes, las condiciones de producir nuevas
    formas de aprendizaje, comprometiéndose, y depositando las
    posibilidades para la lucha social y la solidaridad. Los
    educadores críticos no pueden subscribirse tampoco a un
    vacío apocalíptico ni a una política de
    rechazo que celebra el abandono de la autoridad y la inmediatez
    de la experiencia por sobre la más profunda
    dinámica de la memoria
    social y moral en el interior y contra condiciones de
    explotación, opresión y abuso de poder.

    El cruce de los estudios culturales y la
    pedagogía crítica ofrece posibilidades a los
    educadores para confrontar la historia como más que un
    simulacro y la ética como algo más que una
    casualidad de un inconmensurable juego de lenguajes. Los
    educadores necesitan afirmar una política que relacione la
    autoridad, ética y el poder central con una
    pedagogía que expanda antes que cierra las posibilidades
    de una sociedad democrática radical. En el interior de
    este discurso, las imágenes no disuelven la realidad en
    otro texto simple,
    por el contrario, las representaciones se convierten en centrales
    para revelar las estructuras de relaciones de poder que trabajan
    en lo público, las escuelas, la sociedad, y el orden
    global más amplio. Así, la pedagogía no
    sucumbe a los caprichos del mercado ni a las últimas
    formas de educación chic (elegancia); en cambio, la
    pedagogía crítica engarza los estudios culturales
    como parte de un movimiento
    creciente hacia una concepción compartida de justicia y
    radicalización del orden social. Esta es la tarea que no
    solo reconoce las múltiples relaciones entre cultura y
    poder, sino que se convierte en uno de los principios que definen
    la pedagogía crítica.

    Nota:

    Los filmes mencionados han sido editados en Argentina.
    El siguiente es su detalle:

    1. River´s Edge (1986) De Tim Hunter; con Keanu
      Reeves. En Castellano :
      Instinto Sádico.
    2. My Private Idaho (1991) De Gus Van Sant; con Keanu
      Reeves. En Castellano: Mi Idaho privado.
    3. Slacker (1991) De Richard Linklater. En Castellano
      con el mismo nombre.
    4. Juice (1992) De Ernest Dickerson. Con Samuel L
      Jackson – Omar Epp. En Castellano con el mismo
      título.

     

    Henry Giroux /
    Translated by: Pablo Aiello

    (Harvard Educational Review 64:3 –Fall 1994- pp
    278 – 308)

     

     

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