- Resumen
- La invasión de los
bárbaros - El triunfo de los
desaliñados - Conexiones, percepción y
paradigma - Algunas tesis basadas en la
percepción - Esquema operativo de
cómo pensamos - Normas buenas o malas ¿En
relación a qué?
Los hallazgos neuroconexionistas con su
invasión al campo de la filosofía, la
epistemolgía en particular, apuntan a señalar que
la fuente determinante de la percepción
tiene una base biológica. Todo nuestro conocimiento
se basaría en las conexiones neuronales: que
explicarían, por ejemplo, los modelos de
razonamiento, la teoría
de los valores,
las metodologías de enseñanza–aprendizaje o las
técnicas de creatividad.
La conocida idea de "paradigma"
tendría una correspondencia en las conexiones cerebrales;
asimismo la expresión "romper esquemas" tendría una
imagen
orgánica en la conexión y desconexión de
redes
neuronales.
El cerebro
tendría la peculiaridad de organizar toda la información externa en esquemas, arreglos o
modelos. Por lo menos inicialmente, se trataría de una
organización automática de la
información, no subordinada a nuestra
voluntad.
Los nuevos patrones se construirían, en cada
individuo,
sobre el
conocimiento anterior (las conexiones anteriores). Así
el conocimiento del entorno nunca sería exacto como en las
matemáticas. La verdad sería
individual, y la verdad social sería sólo un
consenso de las percepciones individuales apoyadas en pruebas de
efectividad. Algunas reflexiones sobre el tema:
Monos, pulpos y humanos
Hay muchos trabajos de investigación destinados a estudiar
mecanismos de aprendizaje en especies inferiores para deducir
analogías en el ser humano. Probablemente el lector,
durante el curso de los últimos años, se ha
tropezado con notas de divulgación científica en la
prensa local,
donde se ha enterado de experimentos,
sobre la formación de patrones conductuales en animales, como
los descritos a continuación:
- A monitos capuchinos se les recompensaba, por igual,
con pepinillos de acuerdo al cumplimiento de determinado
trabajo. En
un momento dado los investigadores cambiaban la uniformidad de
la recompensa privilegiando con uvas a algunos de los monitos.
Cuando éstos se daban cuenta que no eran retribuidos por
igual, mudaban de comportamiento, se ofendían e incluso se
negaban a recibir todo tipo de alimentos. Los
investigadores atribuyeron este comportamiento a la existencia
de un sentido de justicia
innato en estos primates. - Graziano Fiorito y asociados han investigado la
formación del patrón conductual que
permitía a pulpos (Octopus vulgaris) abrir frascos de
vidrio
transparente. Estos frascos, de tapa roscada plástica,
contenían cangrejos vivos, bocado favorito de los
pulpos. Primero se instaba al pulpo a desenroscar la tapa.
Después de cuatro o cinco intentos iniciales, que los
científicos interpretaron como "tiempo de
aprendizaje," los cefalópodos demostraron ser capaces de
hacer la operación en algunos segundos.
Aventuremos algunas conclusiones. El caso de los
capuchinos revelaría, en forma sorprendente, que la
justicia y su defensa (un guión aparentemente más
abstracto que un instinto) estaría entre los patrones
conductuales innatos de los primates. El experimento del pulpo
está demostrando, una vez más, el gran potencial de
aprendizaje de los cefalópodos. No puede evitarse la
evocación de analogías con comportamientos humanos
y la presunción de que, estas analogías, se deben a
la posesión común de un sistema nervioso
con neuronas y conexiones entre ellas. En la literatura
científica, también hay ejemplos que muestran que
cambiar estos patrones en los animales puede ser muy
difícil, sobre todo, por la influencia conservadora de
otros miembros de la especie (ni más ni menos que como
suele ocurrir en los humanos).
Si el lector se toma el trabajo de
hurgar las referencias se puede encontrar con cientos (o tal vez
miles) de trabajos científicos sobre la formación
de patrones conductuales en los animales inferiores. Asimismo,
probablemente, sin corridas experimentales, ni mediciones, ni
estadística de por medio, el lector
podría citar casos parecidos, y sugestivos, de
formación conductual en sus mascotas.
Pero retrocedamos a los años 80, cuando los
científicos del campo de los ordenadores comenzaron a
pensar en la posibilidad de simular a la naturaleza, en
vez de estudiarla, y tentar un viejo sueño: la
imitación del comportamiento
humano racional, con elementos inanimados, fundando la
disciplina que
se ha denominado Inteligencia
Artificial (IA). La IA estudia las técnicas de
control y
operación computarizadas que imitan el comportamiento del
cerebro humano. La IA aspira, en último término, a
la obtención de autómatas o robots que
reemplacen al hombre en
tareas en que se requieren decisiones complejas por parte de los
autómatas. La IA trabaja seriamente: Para la IA no bastan
las respuestas de rutina sino que se exige a la máquina
actuaciones parecidas a "pensar."
En la búsqueda de soluciones a
los problemas
emprendidos por la IA los tecnólogos se han visto
obligados a plantearse cuestiones tan lejanas a la tecnología como
"qué es pensar," "qué es conocer" o "qué es
la conciencia" y a
intentar una teoría de los mecanismos que la operan; en lo
que podría verse como una audaz invasión de
especialistas bárbaros a los imperios desprevenidos de la
filosofía, epistemología, psicología,
neurobiología o antropología.
La invasión ha sido de tal magnitud que ha
provocado encontradas reacciones cuyo saldo general ha sido, sin
embargo, un positivo impulso al desarrollo de
las ciencias del
ser humano algo aletargadas y especulativas antes de los
90.
En los pasados quince años se ha aprendido
más, acerca de como trabaja el cerebro en el campo de la
adquisición, y generación, de conocimientos que en
todos los años previos a los noventa. Esto ha ocurrido
porque se ha desatado un verdadero boom (unos 300,000
trabajos científicos sobre el cerebro y unos 40,000 sobre
las emociones) que
han rebasado las metas de la IA y han tomado otros rumbos, entre
ellos, el develamiento de qué es realmente nuestra
conciencia y como funciona en la creación de los
conocimientos.
De la desconfianza y la confrontación inicial
entre las ciencias del hombre y la tecnología cibernética se ha pasado a la alianza
estratégica. Se han perfilado nuevos campos de la ciencia,
fundamentalmente, por la amalgama de la filosofía, las
neuro-ciencias, la psicología cognitiva y la
tecnología de Inteligencia
Artificial.
Sin duda las nuevas disciplinas tienen afanes
holísticos: están ejerciendo, y ejercerán
progresivamente, su influencia en la antropología social y
la sociología. La filosofía
también se halla emplazada ante la revisión de los
principios del
paradigma cartesiano de existencia dual de dos entidades: la
materia por un
lado y el espíritu por otro.
Hoy la conciencia se intenta explicar, más bien,
como una propiedad
compleja emergente de la actividad sensorial del ser vivo en
relación a su entorno; se postula que tiene un correlato
biológico que reside en formas de conexión de las
neuronas, establecidas con anterioridad, sumadas a las conexiones
generadas por nuevos estímulos en el
córtex.
De ahí que el prefijo "neuro" (del griego
neuron nervio) presida hoy, muchas disciplinas nuevas, que
reclaman nombres como la neurofilosofía, el
neurocognitivismo y que se relacionan con la
neurobiología, neurofisiología emocional entre
otras neuro-ciencias.
De la manera descrita, en el campo de la IA se incluyen
investigadores con aspiraciones muy diferentes. Pero, para los
fines de este artículo, interesan los exploradores de la
actividad del cerebro humano. En la práctica, en las
décadas recientes, los investigadores del grupo
variopinto de la IA se han dividido en dos campos rivales que
obedecen a dos apuestas diferentes sobre los mecanismos de
localización cerebral de la información externa:
Simbolistas vs. conexionistas; lógicos vs
analógicos. A los simbolistas se les ha llamado
también "pulcros" y a los conexionistas
"desaliñados." A los simbolistas habría que
reconocerles un mayor avance en la resolución
práctica de problemas y en la agudeza de los
desafíos que han planteado a la psicología. Pero a
los conexionistas habría que reconocerles la
primacía en la mejor simulación
de las redes
neuronales y modelación del funcionamiento cerebral,
encaminada en una dirección donde un futuro triunfo sobre los
simbolistas casi no se discute, aunque sus resultados
prácticos sean todavía pobres.
Algunos hallazgos de los conexionistas tienen indudables
repercusiones en la optimización de la producción científica y
tecnológica. Aunque, para muchos, estos hallazgos son
todavía poco novedosos pues sólo reafirman
conocidas prácticas de sentido común para pensar y
resolver problemas.
El valor agregado
es que ahora las prácticas de sentido común se
despojan de su sabor a conjeturas y comienzan a tener un respaldo
experimental. Para las tareas de investigación esto puede
llevar, con más base, a mejorar el establecimiento del
entorno de interés en
aspectos como: la identificación de los objetivos; la
planificación de los experimentos; la
elección de las experiencias a analizar; la construcción de las hipótesis; la selección
de las fuentes de
información, la adquisición de los datos;
cómo se procesan y cómo se presentan; y la
creación de inputs y outputs innovadores que se derivan de
todo ese trabajo intelectual.
Conexiones,
percepción y paradigma
En un terreno filosófico, epistemológico,
más general y más polémico, los hallazgos
neuroconexionistas, apuntan a sustentar una teoría de la
percepción. Por lo tanto a encauzar los modelos de
razonamiento, la teoría de los valores, las
metodologías de enseñanza-aprendizaje y las
técnicas de creatividad. Por ejemplo, de forma
simplificatoria, la conocida idea de "paradigma" tendría
una correspondencia en un patrón biológico
determinado de las conexiones cerebrales o la expresión
"romper esquemas" tendría una imagen orgánica en la
conexión y desconexión de redes
neuronales.
Figura 2 Esquema de Edward de Bono (Texto de
Sabiduría Norma 1997): Formación de patrones en
el cerebro o representación de la percepción. El
cerebro (izquierda) ordena, automáticamente, en un
modelo, la
información que le llega de la realidad
(derecha)
La sentencia: "Nadie es dueño de la verdad"
estaría en consonancia a que las conexiones establecidas
por el sistema nervioso,
derivadas de la
información captada en el entorno, son específicas
para cada individuo. La idea conexionista trae así una
cola epistemológica.
Las percepciones no son "pulcras," como lo supusieron
los simbolistas, están intermediadas por las conexiones
"desaliñadas" del sistema nervioso. Esto agrega un
riesgo de
consideración para la determinación de la verdad
objetiva y exige por tanto tomar un nuevo resguardo para el
estudio fenomenológico.
El presente artículo se refiere a este
último factor. Nuestra percepción tiene una
determinación biológica que nos emparenta con
formas de "conocimiento" y respuesta al entorno que tienen las
amebas, los pulpos, los insectos o los mamíferos.
De lo expuesto se infiere que la fomación de
patrones es una determinante crucial de la percepción.
Este hecho recibe el respaldo de numerosas investigaciones
del comportamiento de animales inferiores y superiores, tiene en
cuenta las propiedades de las micro estructuras
funcionales del cerebro y une los principios fisiológicos,
subyacentes a la actividad consciente, con la subjetividad
emergente que caracteriza la experiencia.
Que el factor: "organización automática de
la información," que nos llega a través de los sentidos,
establezca la formación de nuestras percepciones no niega
la influencia de ninguno de los factores conocidos pero,
probablemente, sea su fuente más determinante (y, a la
vez, más distorsionante, si se lo quiere ver
así).
Algunas tesis basadas
en la percepción
Se pueden establecer algunas tesis con fines de
aplicación práctica. Todas las citadas, a
continuación, son coincidentes, o se refuerzan, con
resultados del conexionismo, pero no necesariamente derivan de
los hallazgos conexionistas:
Hay normas que
vienen "de fábrica" con nuestro ADN. Por
ejemplo: el instinto materno, emociones individuales o
instintos sociales complejos (como el sentido de la justicia
entre los monitos capuchinos).- Tenemos una base de patrones internos, heredados
genéticamente.Un niño graba, desde muy pequeño, las
maneras como come. Un adulto los pasos que debe seguir para
trabajar un metal, la manera de relacionarse habitualmente
con otras personas o administrarse a si mismo. Cualquier
aspecto de nuestra vida lo grabamos como un arreglo de
información, un modelo, una norma o un procedimiento. Las emociones también
son información estructurada inconsciente o
consciente, que actúan como filtro de ingreso, como
detonante para actuar o como demarcador de los objetivos que
nos proponemos. Somos productores y administradores de
paradigmas.Esta "interpretación
multi-paradigmática" de nuestra conciencia tiene
evidentemente sus limitaciones: (a) El reduccionismo. Es
decir, que se reduzca todo el contenido consciente a
conexiones cerebrales: Para no caer en el reduccionismo
habría que admitir la intervención de otro tipo
de fenómenos u otros mecanismos, distintos de la
conexión, a nivel cerebral. (b) Insuficiencia
paradigmática. Es decir el conjunto de las tesis
que se exponen en esta monografía constituyen, a su vez, un
paradigma, un arreglo temporal deducido de la
información disponible y sujeto a una permanente
prueba de efectividad práctica. Por lo tanto debe
tenerse presente que más información puede
llevar a una reorganización de la información
en un nuevo modelo de interpretación más
efectivo que el expuesto en las presentes tesis. - Nuestro cerebro tiene la peculiaridad de organizar
toda la información externa en esquemas, arreglos o
modelos., (Ver figura 1)Esta tesis, que tiene bastante respaldo
experimental, no deja de ser sorprendente: por lo menos en un
primer momento, no controlamos lo que hace nuestro
cerebro con la información recién recibida. Las
respuestas inmediatas son por ello riesgosas. El profesor
Renate Nummela ha expresado sintéticamente las tesis 2
y 3: "En el cerebro la búsqueda de significados es
innata y ocurre a través de modelos." - Por lo menos inicialmente, se trataría de una
organización automática de la
información; no subordinada a nuestra
voluntad.Los nuevos patrones dependen, fuertemente, de la
historia de
las percepciones anteriores: de los patrones formados, o
presentes, primitivamente. La nueva información que
ingresa se tiende a "colgar" de la anterior, tiende a
engrosar, o imitar, los paradigmas ya formados. - Para la formación de estos patrones usamos,
como base, la información que el cerebro ha captado
previamente.Esto se produce debido al carácter histórico de la
formación de las percepciones: una persona
percibe un vaso de agua y
"cuelga" esa información a percepciones anteriones de
manera que lo encuentra medio lleno; otra persona mira
exactamente el mismo vaso y lo ve medio vacío. Esta es
una constatación muy antigua: todos miramos a
través de distintos cristales o tenemos primeras
impresiones diferentes. - Es muy improbable que haya dos personas que tengan
las mismas percepciones y cuyos paradigmas sobre cualquier
tema sean exactamente iguales.Esto porque la información externa no queda
grabada como símbolos o palabras en lugares
específicos del cerebro sino como grupos de
conexiones neuronales. Las percepciones se pueden concebir,
más bien, como cuadros o estructuras flexibles de
información con diversas entradas, posibilidades de
enlace, anexión, subordinación e intercambio.
La lógica formal rige siempre dentro de
cada estructura. Sin embargo entre dos estructuras,
digamos "puntos de vista", pueden existir desde
pequeñas divergencias hasta situaciones altamente
contradictorias. - La verdad nunca es exacta o "pulcra," como en las
matemáticas, sino que se presenta como un arreglo
articulado que responde aproximadamente a la información
externa con que se cuenta en cada momento. - La verdad es individual, la verdad social es
consensuada. Ya que los paradigmas individuales divergen
entre si, la vida en común requiere de aproximaciones
o acuerdos. Por lo tanto los paradigmas sociales, incluyendo
por cierto los de la ciencia,
son un consenso de paradigmas individuales y adolecen,
necesariamente, de aspectos imprecisos o no resueltos.
Ensayos de
efectividad, o sugerencias del entorno físico y
social, pueden recomendar la adopción, o la conservación en
uso, de un patrón determinado como "verdadero" para
todos.- Esta característica es ventajosa cuando el
objetivo
que se persigue es automatizar nuestras actividades
cotidianas rutinarias e independizarlas del monitoreo
cerebral: Si caminamos por la calle, almorzamos o tipeamos,
lo hacemos en "piloto automático" (activamos los
paradigmas inconscientes para estas tareas) y aprovechamos
el espacio liberado de nuestra atención para discurrir sobre otros
asuntos. Un escenario determinado, un color,
una secuencia o una palabra activan estos pilotos
automáticos que nos brindan sosiego y comodidad. No
es necesario tener construido el esquema exacto para
actuar: también lo hacemos por
analogía. - Por otro lado la persistencia de un paradigma
puede ser desventajosa cuando actuamos en escenarios
cambiantes que aportan, a cada momento, nueva
información. Mantener el mismo modelo puede
disminuir efectividad e incluso tener un efecto
abiertamente contrario a los objetivos que nos hemos
propuesto.
- Esta característica es ventajosa cuando el
- Los paradigmas, una vez formados por nuestro
cerebro, tienden a ser estables, a "defenderse" de ulteriores
modificaciones. Nuestras percepciones iniciales son
persistentes. Somos tercos por constitución genética. - Sin embargo el cerebro puede, ya en un segundo momento,
abandonar patrones antiguosFigura 3. Con la misma información
disponible, en el arreglo 2 se ha conseguido un modelo
más efectivo que en el arreglo 1. - (arreglo 1 de la figura 3), adoptar a voluntad otros
patrones preexistentes o construirlos, expresamente, para
organizar información de una manera nueva (arreglo 2
de la figura 3), más efectiva desde el punto de vista
de su utilidad
social. Esta es la base de la creatividad, incluyendo la
creatividad científica y la innovación tecnológica (Ver
figuras 4 y 5). El paradigma de la creatividad se relaciona
con los procesos
de desarrollo material, biológico, personal y
social. - Cualquier paradigma, por complicado que nos parezca
en su estado
actual, es metafóricamente como un árbol. Siempre
está formado por un arreglo básico: el tronco y
algunas ramas principales que salen de él. Si el
árbol, por el invierno u otro accidente, pierde el
follaje queda al descubierto su estructura primitiva.
Comparativamente: toda la frondosidad de una idea se puede
representar por un ordenamiento sencillo de la
información. - La anterior es una buena noticia para la gestión de conceptos: No hay ideas
complicadas. En todas es posible encontrar un principio, o una
relación elemental, o patrón básico
dominante, que las caracteriza. Al revés: un modelo o
concepto
complicado siempre proviene de un arreglo sencillo de la
información que, con la aceptación de nuevos
datos, se puede ir haciendo más intrincado.
Las derivaciones señaladas, en la
enumeración anterior, no son las únicas. Hay muchos
otros corolarios compatibles con la idea conexionista que se
demuestra fértil en ramificaciones, aplicaciones y da,
inevitablemente, lugar a nuevos retos y conjeturas.
Esquema operativo
de cómo pensamos. (Ver Figura 6)
La vida cotidiana se rige por percepciones y paradigmas:
normas, principios, leyes,
fórmulas, recetas para hacer las cosas. En todas nuestras
actividades nos estamos ciñendo a alguna fórmula.
Estas fórmulas no son algoritmos
grabados como símbolos o palabras en lugares
específicos del cerebro: son grupos de conexiones
neuronales. Se pueden concebir, más bien, como cuadros o
estructuras flexibles de información con diversas
entradas, posibilidades de enlace, anexión,
subordinación e intercambio. La lógica formal rige
siempre dentro de cada estructura. Sin embargo entre dos
estructuras (por ejemplo percepciones o paradigmas individuales
sobre un mismo tema) pueden existir situaciones altamente
contradictorias.
Somos productores de paradigmas. Nuestro cerebro
tiene la facultad de estructurar información en estos
arreglos, modelos, patrones o normas. Grabamos, organizamos y
reorganizamos la información miles de millones de
veces.
Establecemos los mejores arreglos por vía
experimental. Los resultados que nos entregan los
experimentos se cotejan con la práctica y, de acuerdo al
éxito
que obtenemos con su uso, adoptamos las percepciones o
paradigmas: normas de procedimientos
como estables. Si fracasamos los cambiamos por nuevos
procedimientos cuyos resultados volvemos a contrastar una y otra
vez con la práctica. De esta cadena de prueba y error
sedimentamos los mejores resultados que establecemos como
arreglos o normas más o menos definitivas.
Buscamos la estabilidad de las normas. Con esto
obtenemos acción
automática, la posibilidad de actuar por analogía
con el consiguiente ahorro de
tiempo y mejor comunicación.
Almacenamos las normas. Nuestra memoria
actúa, así, como una suerte de "normoteca" o
"paradigmoteca." (Ver Figura 6)
Sino producimos las normas las adoptamos. No
necesariamente tenemos que ensayar y fracasar para crear una
norma. También podemos adoptar procedimientos probados,
envasados y seguros, de una
"paradigmoteca externa." De hecho la mayoría de los que
usamos son tomados desde fuentes
externas.
Figura 6: Al percibir la información
(rectangulitos) el cerebro forma una percepción (decimos
paradigma si es una percepción antigua) que somete a
prueba de efectividad. El resultado de la prueba se coteja con el
objetivo que se persigue. Si sirve la estructura se adopta y se
almacena. Si no sirve, el cerebro puede buscar otra estructura
que sea efectiva.También se puede adoptar un paradigma
externo sin ensayo
previo.
Normas buenas o
malas ¿en relación a qué?
Según la tesis 9 elegimos las normas. Las normas
pueden ser buenas, regulares, deficientes e, incluso muy malas.
Los calificativos (valores) de bueno, regular, deficiente,
malo, mejor o peor se hacen en relación a determinados
objetivos que se pretende lograr con el uso de estas
normas. ¿Cuáles son esos objetivos? Hay objetivos
personales, objetivos de las organizaciones,
objetivos sociales, etc… hasta objetivos universales. (Por
ejemplo la felicidad de todos los hombres).
Palabras clave: cognitivismo, percepción,
paradigma, modelo, patrón, conexionismo, neuronas,
información.
Víctor Otero Lanzarotti
Este artículo, con algunas variantes, fue
publicado en la revista
PARADIGMAS N° 6, Octubre 2004, CONCYTEC Lima.
Acerca del autor: Víctor Raúl Otero
Lanzarotti (Perú, diciembre 14, 1938). Ingeniero.
Consultor externo de COPEME (Perú) y otras organizaciones
en asuntos de Pequeña Empresa.
Expositor, autor de libros, editor
de publicaciones para capacitación, motivación
y estímulo de la creatividad del personal. Coordinador de
programas de
calidad.