Monografias.com > Computación > Software
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Y la información será libre… ¿o no?



     

     

     

    Resumen:

    Las tecnologías de distribución de información
    están cambiando como no lo habían hecho nunca antes
    en la historia. Las
    posibilidades que nos proporcionan estos cambios y los
    desafíos a los que nos enfrentan son también nuevos
    en la historia, y tienen una potencia capaz de
    modificar muchos fundamentos básicos de la sociedad tal y
    como la hemos conocido durante los dos últimos siglos. En
    este ensayo
    tratamos por un lado de exponer la situación actual tal y
    como la vemos, y por otro, de dar dos visiones alternativas sobre
    cómo podría ser esta sociedad que nos espera. En
    ellas no intentamos hacer futurología, sino sólo
    extrapolar algunas tendencias actuales y llevarlas a lo que a
    fecha de hoy percibimos como sus extremos. Por supuesto, la
    realidad que nos encontraremos será bien diferente, y
    seguro que
    mucho más impresionante… e increíble.

     

    Pasado y
    presente

    El software
    libre: origen y situación actual

    La legislación sobre patentes y derechos de copia ha marcado
    el desarrollo de
    la tecnología informática. Hasta finales de los
    años sesenta el software era libre. El
    código
    fuente de los programas se
    distribuía sin trabas entre los compradores de ordenadores
    como parte del servicio que
    recibían, para que los utilizasen libremente y sin coste
    adicional. En esa época, en las universidades fluía
    el código fuente de manera natural.

    A principios de los
    setenta el panorama cambió drásticamente. La
    venta de software
    sin fuentes y sin
    permiso de redistribución ha marcado los últimos
    treinta años, situando entre las primeras del mundo por
    capitalización a empresas cuya
    fuente de ingresos casi
    exclusiva proviene de la venta de copias de software propietario.
    Y el caso de la industria del
    software no es aislado. La legislación sobre derechos de
    copia se ha utilizado durante varios siglos no sólo para
    permitir el proteccionismo en ella, sino también en otras
    industrias
    más “clásicas'' (en las cuales, de hecho, tiene su
    origen el modelo), como
    la discográfica, la del vídeo y la editorial. En
    general, podría decirse que hasta la fecha el sector las
    industrias de la información ha tratado de impedir, con
    éxito,
    el flujo libre de información, con el argumento de que de
    esa forma la sociedad dispondrá de más y mejor
    información.

    Por otro lado, cada vez son más voces las que
    reclaman una revisión de la legislación sobre
    patentes y derechos de copia. La posibilidad de intercambiar
    datos con
    coste prácticamente nulo gracias a Internet es en gran parte la
    razón que está guiando este proceso de
    revisión que afecta a uno de los principales sectores
    económicos de las sociedades
    desarrolladas.

    En el sector informático, la situación
    está cambiando gracias al software
    libre. Cabe situar el origen de este proceso de
    liberación a principios de los años ochenta, cuando
    Richard M. Stallman emprende el proyecto GNU. El
    esfuerzo pionero y visionario de Stallman y el trabajo
    simultáneo y continuado de muchos programadores, ha
    permitido que a finales de los años noventa el
    fenómeno del software libre adquiera consistencia y sea
    considerado con interés
    por empresas y usuarios. Puede marcarse como hito
    histórico la liberación del código fuente
    del navegador de Netscape, en 1998. Desde ese momento el software
    libre ha irrumpido en grandes sectores la industria
    informática: fabricantes de Hardware como Intel, Cisco o
    Sony utilizan software libre sobre sus procesadores.
    Dell, Compaq e IBM distribuyen GNU/Linux con sus
    equipos. Nuevas compañías cuya fuente de ingresos
    depende del éxito del software libre, como Red Hat o VA Linux, han
    conseguido en el Nasdaq una financiación que hace
    sólo un año habría sido simplemente
    increíble.

    Aún así, está por ver si existe un
    modelo económico viable que posibilite que una parte
    importante del software desarrollado por la industria se
    distribuya como software libre. Los próximos años
    nos mostrarán si somos o no capaces de encontrar este
    modelo.

    No sólo el software
    quiere ser libre

    La distribución digital de información
    (audio, vídeo, libros,
    software) está alterando la industria tradicional.
    Internet ha hecho posible que cualquier persona pueda
    intercambiar fácilmente información digitalizada
    con el resto de internautas. La experiencia durante este
    último año con programas como Napster, que
    actúa como directorio de grabaciones audio en formato
    MP3, ha alarmado
    tanto a la industria del sector que ya ha emprendido acciones
    legales contra la empresa que lo
    distribuye. Cualquiera puede grabar en el disco duro de
    su casa una canción de un CD en un
    fichero en formato MP3, y a través de Napster informar de
    la disponibilidad de ese fichero al resto del mundo. Unos minutos
    después alguien puede estar escuchando esa canción
    a miles de kilómetros. A juzgar por el número
    creciente de usuarios de Napster, y salvo que pensemos que los
    ciudadanos no saben lo que quieren, es un hecho que son muchos
    los que no consideran moralmente reprobable utilizar estas
    herramientas.

    De manera simultánea a esta tendencia, la
    industria está tratando de emplear un buen número
    de métodos
    técnicos y legales para impedir este proceso
    liberalizador: libros electrónicos intransferibles que
    permiten sólo un cierto número de lecturas,
    códigos de protección en DVDs, nueva
    legislación como UCITA en EE.UU., o aplicación
    estricta de la existente, como la persecución parapolicial
    que realiza la BSA o la detención del programador noruego
    del caso DeCSS-DVD.

    Todos los sectores de la industria de la
    información se ven afectados. Hace tan solo unas semanas
    Stephen King publicó un libro
    electrónico con protección anticopia que en breves
    horas se convirtió en el libro más distribuido en
    un corto espacio de tiempo de la
    historia de la humanidad. A los pocos días ya circulan por
    la red copias desprotegidas del libro.

    Es notable, y como mínimo un hecho sobre el que
    merece la pena reflexionar, que a las primeras de cambio, en
    cuanto los medios
    técnicos lo han permitido, los ciudadanos opten en masa
    por copiar y dejarse copiar información, aun a sabiendas
    de que, por ahora, es ilegal. Y esto cuando la sociedad tiene (al
    menos teóricamente) una experiencia acumulada de cientos
    de años con la legislación de derechos de copia en
    el sector del libro, y de casi un siglo en los sectores de
    grabaciones musicales e imagen.

    Podría decirse que las personas tienen una
    tendencia natural a compartir la información. Sólo
    la imposibilidad técnica y las medidas coercitivas han
    hecho posible que hasta ahora esta tendencia no haya podido
    expresarse en toda su magnitud. Y por lo tanto, la sociedad
    tampoco ha podido experimentar nunca con las posibilidades que
    proporciona el libre flujo de información (salvo en
    sectores concretos, y de forma parcial, como por ejemplo en el
    campo científico). Del enfrentamiento de estas dos fuerzas
    contrapuestas -por un lado las presiones para limitar el uso y
    distribución de la información, por otro las
    tendencias a usar y redistribuir información sin trabas-
    dependerá el futuro del software libre en particular, del
    acceso a la información en general, y posiblemente del
    mismo modelo de sociedad hacia el que nos dirigimos.

     

    ¿Qué futuro
    nos espera?

    2010: El fin de la
    propiedad
    intelectual

    Año 2010. El coste de duplicación de la
    información ha sido prácticamente cero desde hace
    una década. Desde 2005 casi todos los países
    desarrollados incorporaron legislación para permitir el
    acceso gratuito y de calidad de todos
    sus ciudadanos a la Red. Hacia 2008 casi la mitad de la población mundial dispone de este tipo de
    acceso, y gracias a los programas de coordinación internacional se espera una
    cobertura del 85% de los habitantes del planeta para 2015. Junto
    con estas medidas, la iniciativa privada y la pública han
    conseguido mejorar y simplificar enormemente los medios de
    publicación de contenidos en la Red, hasta el punto de que
    cualquier persona con acceso puede hacer pública, en
    buenas condiciones, cualquier tipo de información (desde
    una novela que haya
    escrito, o un ensayo
    económico o político, o una obra musical, o un
    escenario de realidad
    virtual, o un programa de
    asistencia al aprendizaje). La
    producción de información de calidad
    (comparable a la que a finales del siglo XX era redistribuida por
    editoriales de libros, estudios de cine o
    productoras de música) se duplica
    cada seis meses desde principios de siglo, y está llevando
    a un florecimiento de la cultura y
    la ciencia que
    deja muy atrás al impacto del Renacimiento o
    la
    Ilustración.

    ¿Cómo ha sido posible esta
    situación, si la legislación internacional ya no
    permite cobrar derechos de
    autor ni derechos por patentes? Sin duda, el impacto mayor lo
    han tenido las decisiones legales de primeros de siglo.
    Comenzaron con tímidos movimientos de algunos
    países limitando los monopolios de explotación de
    las patentes relacionadas con la información y la biología. Continuaron
    con las decisiones de algunos pequeños estados de
    retirarse (o no incorporase) a los tratados
    internacionales que limitaban el libre flujo de la
    información entre los ciudadanos (en aquella época
    llamadas “leyes de propiedad
    intelectual''). Al principio, las presiones que tuvieron que
    soportar (incluidas amenazas de separación de la Red,
    bloqueo de intercambios de bienes
    culturales, etc.) fueron enormes. Pero poco a poco, estas
    presiones se mostraron absolutamente inoperantes frente al
    desarrollo de la propia Red, y a la enorme ventaja competitiva de
    estos estados en el mercado global
    de conocimientos, cultura y tecnologías de la
    información.

    Hacia 2005, la situación para zonas
    económicas como la Unión
    Europea era claramente insostenible. Por un lado, las
    limitaciones al flujo libre de información les
    impedían mantener sus propios sectores de
    generación de información. Sus propios ciudadanos
    preferían cada vez más utilizar (y producir,
    mediante agentes interpuestos) información en las zonas
    libres. Muchos contenidos se desarrollaban cada vez más en
    el antiguamente llamado tercer mundo, que se estaba sumando
    más y más a las áreas que no controlaban el
    flujo de información. En 2006, la Unión Europea fue
    la primera zona económica del mundo desarrollado que
    sometió a referéndum popular su legislación
    sobre control del flujo
    de información. Tras una enconada campaña,
    triunfó claramente la propuesta de eliminar masivamente
    estos controles. Hacia 2008, el resto del mundo desarrollado se
    vio forzado a realizar referendos similares, o simplemente a
    abolir esa legislación.

    En el campo informático, podemos afirmar que el
    software libre ha permitido durante la década que termina
    que los centros de educación y las
    industrias locales de muchas regiones del mundo puedan producir
    programas de tecnología punta, no quedándose
    descolgados de los desarrollos más interesantes de esta
    época. Aunque sea difícil de comprender hoy
    día, conviene recordar que a finales del siglo XX muchos
    de estos países prácticamente tenían vedada
    la participación en la industria informática
    más que como compradores, al no tener una industria fuerte
    de software propietario (el modelo imperante en esos
    momentos).

    El hecho de que grandes proyectos de
    software como GNOME o la distribución Debian de GNU/Linux
    contasen con numerosos desarrolladores en países de
    Europa o
    Sudamérica planteó al principio de la década
    del 2000 interesantes reflexiones de cara al futuro. Diez
    años después podemos afirmar que este hecho
    modificó la balanza tecnológica en el sector del
    software, equilibrando la situación que hasta hace poco
    era favorable a los intereses de los EE.UU.

    Durante estos últimos años han surgido
    nuevas formas de generar recursos para
    hacer posible la creación de contenidos, aunque muchas de
    ellas tampoco son tan nuevas. En el campo del software libre ya
    habían emergido a finales del siglo pasado modelos de
    financiación alternativos, generalmente basados en la
    prestación de servicios
    alrededor del software desarrollado, o bien en el cobro por
    desarrollos específicos.

    La pasada década ha demostrado que eran falsos
    los supuestos que manejaban las industrias audiovisual y del
    libro para justificar el proteccionismo que les garantizaba la
    legislación de derechos de copia. Durante estos
    años no ha cesado la producción de contenidos
    artísticos y técnicos (desde música hasta
    películas y libros electrónicos) como se
    quería hacer creer. Antes al contrario, entre el 2000 y el
    2010 hemos podido conocer nuevos artistas y la variedad de
    contenidos ha sido superior a la que estábamos
    acostumbrados en el pasado siglo. Los nuevos mecanismos de
    financiación que se han ido descubriendo han hecho aflorar
    un mayor número de tendencias. Hemos asistido a la
    desaparición de los fenómenos de masas del siglo
    XX, provocados y controlados férreamente por la industria
    de contenidos, y a la vez hemos sido testigos de otros nuevos,
    emergidos del gusto de los ciudadanos. Hemos tenido, en resumen,
    la oportunidad de elegir libremente a quién
    subvencionábamos para que produjera nuestras
    melodías preferidas, dirigiese y/o interpretase las
    películas que más nos gustaban, o escribiese los
    libros y el software que necesitamos.

    A finales de la década, la economía
    mundial continúa creciendo, gracias a los nuevos
    servicios demandados por esta sociedad de la información
    libre. Por primera vez en la historia, más de la mitad de
    la población mundial participa de este crecimiento, ya que
    las posibilidades de ofrecer servicios de información
    competitivos desde cualquier parte del mundo cada vez es
    más real. Los países desarrollados aún
    tienen cierta ventaja competitiva, debido a su mejor
    infraestructura de comunicaciones, pero las diferencias están
    reduciéndose rápidamente, ya que todos están
    interesados en que esta nueva sociedad de
    productores-consumidores de información se extienda lo
    más rápidamente posible a todo el
    planeta.

    Y los cambios no han hecho más que
    empezar…

    2010: La propiedad sobre
    todo

    Mientras la sociedad seguía preocupada por la
    economía
    “tradicional'' de los bienes tangibles, la legislación
    sobre control de la información se desarrollaba a sus
    espaldas. Ingentes campañas de publicidad
    modelaban el pensamiento de
    los individuos del mundo desarrollado, y estas ideas eran
    después exportadas al resto del planeta. Algunos
    países trataron de oponerse a estos cambios, por ejemplo
    no reconociendo patentes sobre tecnologías básicas
    para la cura de enfermedades. Pero la
    oposición combinada de los gobiernos de los países
    desarrollados y de las grandes “nuevas'' empresas que
    tenían en la venta de derechos sobre la información
    su principal negocio hicieron que la presión
    sobre estos estados fuera difícil de aguantar.

    Hacia 2005, prácticamente todos los estados se
    habían adherido (de grado o debido a fuertes presiones) a
    los nuevos tratados sobre
    propiedad intelectual. Estos tratados eran una simple
    extensión a la información digital de los medios
    pensados para al información impresa varios siglos
    atrás. Pero la enorme diferencia entre las nuevas
    tecnologías y las disponibles dos siglos antes
    marcaban numerosas amenazas. Con la nueva legislación, los
    productores de información pueden disponer exactamente
    qué puede hacer un cliente con ella
    después de habérsela “alquilado''. Por ejemplo,
    los libros electrónicos personales con control de
    número de lecturas hicieron posible que la
    información se vendiese para un sólo usuario, y que
    se le cobrase a éste según el número de
    veces que consultara la obra “vendida''. El acceso a
    información pública, muy dificultado por la
    legislación sobre responsabilidad del proveedor de
    información, desapareció prácticamente a
    partir de 2007 (incluidas instituciones
    como las bibliotecas
    públicas, que no pudieron sobrevivir a las leyes que les
    obligaban a pagar a los productores de información por
    cada lector que usaba su información). Los recientes
    rumores relativos a la posible prohibición de la edición
    en papel de libros, agravarán aún más la
    situación, al crear en la sociedad una dependencia total
    de los libros electrónicos.

    Mientras que el precio de
    acceso a la Red se ha reducido hasta ser despreciable, incluso
    para los habitantes de los países menos desarrollados, el
    coste de acceso a la información no ha hecho más
    que crecer en la última década. Una nueva clase social,
    constituida por los que pueden pagarse el acceso a
    información de calidad, está emergiendo como la
    nueva clase dirigente. Y cada vez más, la única
    posibilidad de entrar en ella es precisamente participar en al
    producción de información (normalmente como
    asalariado de alguno de los grandes productores de
    información para la Red). A pesar de las tendencias de
    principios de siglo, la producción de información
    cada vez está más concentrada, y la inmensa
    mayoría de la gente que participa en la Red lo hace
    sólo como consumidor de
    información “de pago''. Sólo la información
    que es considerada como generador potencial de ingresos es
    interesante para los productores que controlan la
    información que se pone en la Red. La situación
    empeora por momentos, pues las sociedades generales de autores
    están presionando a los gobiernos para que sólo sus
    asociados puedan crear y publicar obras literarias, audiovisuales
    y software. Se habla de un carné de autor, que
    restringirá aún más las posibilidades de
    tener una sociedad libre. En países como España,
    donde ya el siglo pasado se permitió que estas sociedades
    cobrasen dinero por
    cada cinta virgen de vídeo o cada fotocopia vendida, se da
    como segura la aprobación de la nueva
    legislación.

    Aunque las estadísticas difundidas por los medios
    oficiales indican que la producción de información
    de calidad es cada vez mayor, lo cierto es que se han reducido
    drásticamente tanto la producción de
    información bruta como la diversidad de esta
    información. Los costes de producción de una
    película, un programa de ordenador, o una música,
    cada vez son en una mayor parte costes de comercialización (hay que convencer al
    consumidor que pague por “echar un vistazo''). Capas sociales
    completas no reciben ya una instrucción adecuada porque no
    pueden pagar más que información limitada o de baja
    calidad. Muchas obras no llegan nunca al público porque no
    encuentran un canal de comercialización
    adecuado.

    Los productores de información piden mayores
    controles contra el mercado ilegal de
    información, que hacia el año 2008 superó
    (por volumen
    económico estimado) a los de armas y a los de
    estupefacientes. La población reclusa por delitos
    relacionados con la difusión ilegal de información
    en la Unión Europea superó del 50% de la
    población reclusa total en el año 2009. Muchos de
    los famosos escritores, directores de cine y programadores que en
    el 2007 firmaron el Manifiesto mundial en favor de un sistema de
    publicación de contenidos libre
    y comenzaron a
    publicar de manera independiente, fueron perseguidos, y
    permanecen hoy día ocultos, publicando bajo
    seudónimo en el mercado ilegal. Muchos intentaron luego
    volver a publicar a través del sistema, pero ninguno de
    ellos lo consiguió, al figurar sus nombres en las listas
    negras de autores prohibidos.

    Los recursos que los estados y las empresas productoras
    de información dedican a la persecución de este
    mercado son desde hace tiempo mayores que los dedicados a
    educación y sanidad, a pesar de las constantes
    campañas de concienciación. Uno de los
    últimos desarrollos en este campo permitirá
    controlar en tiempo real toda la información visual y de
    sonido
    reproducida por un equipo. Se espera que todos los equipos con
    capacidad de reproducción de la información
    incluyan uno de estos dispositivos para el 2012, y ya está
    implantada a nivel mundial la legislación que
    declarará ilegal en 2014 la posesión y uso de
    cualquier aparato
    reproductor que no disponga de este dispositivo, que se
    activa únicamente tras la identificación individual
    por métodos genéticos. Con él se hará
    por fin imposible la consulta ilegal de información por
    individuos que no hayan pagado por el acceso a ella.

    Los expertos en economía siguen prediciendo un
    despegue de la economía mundial, tras los cinco
    años de depresión
    en que está sumergido el planeta después de unos
    años de crecimiento de principio del siglo. Pero por ahora
    (y a pesar de la depresión) únicamente se ha
    experimentado un enorme crecimiento de riqueza entre las empresas
    de producción de información, que siguen con
    grandes expectativas de crecimiento, y ya acumulan casi toda la
    capitalización de las bolsas mundiales de valores, en
    detrimento de los sectores productivos “tradicionales'', que han
    quedado en la práctica fuera de estos mercados.

    En este año, 2010, sólo un 20% de la
    población mundial tiene acceso a la Red, y por primera vez
    desde que existe, este año se espera que este
    número disminuya, ya que muchos abonados no pueden pagar
    las tasas privadas mínimas de acceso a la
    información.

     

    Algunas
    referencias

    ¿Son estos escenarios futuristas realmente
    posibles? ¿Están las cosas hoy realmente como las
    contamos? Desde luego, el lector tendrá su propio criterio
    al respecto. En caso de que quiera contrastarlo con lo que ya
    está ocurriendo, le proponemos aquí algunas
    referencias que quizá le interese consultar.

     

    Pedro de las Heras
    Quirós

     

    Copyright ©2001 Pedro de las Heras
    Quirós y Jesús M. González Barahona.
    Se otorga permiso para copiar y distribuir este documento
    completo en cualquier medio si se hace de forma literal y se
    mantiene esta nota.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter