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pregunta-adolescente-riesgo-social (página 2)



Partes: 1, 2

No alcanza con pensar (y ya muy trillado está) la
adolescencia como aquello de lo que se adolece, en el solo
sentido de un sufrimiento. Desde el conocimiento
divulgado por Freud, la cuestión hay que retomarla en la
pubertad: el segundo despertar sexual, segundo tiempo del
hallazgo del objeto. "…Con el advenimiento de la pubertad
comienzan las transformaciones que han de llevar la vida sexual
infantil hacia su definitiva constitución normal. El instinto sexual,
hasta entonces predominantemente autoerótico, encuentra
por fin el objeto sexual…" Despertar segundo, donde el
púber se halla con su órgano sexual, apto para el
encuentro con el otro sexo, en la
posibilidad de un coito que lo transforme en productor, en dador
de un hijo. Por lo tanto la adolescencia también es la
posibilidad del pasaje de ser hijo al ser padre, o quedar
allí capturado, en la posición hijo.

Destrabarse de la posición hijo, aunque sea en su
potencia, eso
cambia el posicionamiento
en la vida: es la apertura de la vía del propio deseo. La
adolescencia abre el juego de lo
que desde uno es posible o la alineación en el fantasma
del Otro. "Cuando menos soldado el fantasma del Sujeto,
más claro su lugar de objeto en el fantasma de los padres,
de la madre más habitualmente o del padre…" Por eso
es la tan común entrevista a
padres que acuden para consultar por un adolescente que no anda
bien y al agudizar la escucha, se encuentra que son ellos los que
no soportan los cambios naturales del hijo, el nuevo transitar de
este hijo. Quieren que sea "para ellos" y "como era antes", es
decir, un niño sumiso. Y por definición, la
adolescencia presenta lo inmanejable, lo que se produce
más allá del sujeto, de ese cuerpo ingobernable,
que crece, choca contra los marcos de las puertas, cambia la voz,
erecta.

Cuando lo relatado comienza a sucederse en la geografía de cada
adolescente, es importante la presencia de una figura adulta,
capaz de registrar esto y propiciar el espacio para sostener un
diálogo,
donde el adolescente pueda decir, manifestar vía la
palabra, consultar. En lo posible una figura del mismo sexo, a
quien presentarle las cuestiones ligadas a la sexualidad y
sus eventualidades. Favorecer el encuentro, porque lo que no se
dice vía la palabra, se actúa, fundamentalmente en
la etapa adolescente. La actuación es una vía
privilegiada para mostrar aquello que no pudo verbalizarse o lo
que se dijo reiteradas veces, sin que sea registrado.

Y éste uno de los problemas medulares, la falta de
registro de
los adultos, que parecen andar en otra cosa, con la mirada puesta
en su propio espejo.

 

¿Y
LOS ADULTOS DÓNDE ESTÁN?

Ausencia adulta continente, en su función
materna o paterna, de esto hablan muchos síntomas de
niños y adolescentes, denuncian la ausencia adulta o
allí donde sus funciones
vacilan.

Donald W. Winnicott, refiere con respecto a los actos
transgresivos, que son actuaciones de las que se valen algunos
jóvenes "…no es necesariamente una enfermedad que
el niño se comporte en forma antisocial, y a veces la
conducta
antisocial no es otra cosa que un SOS en busca del control ejercido
por personas fuertes, cariñosas y
seguras…"manteniéndose así abierta la
esperanza de la aparición de adultos en condición
de ejercer una presencia continente, porque a los que le
incumbía estar, algo le sucedió, no lo están
o su estar fue inconsistente.

Los problemas más graves se suscitan cuando la ausencia
o inconsistencia, sobrevienen tempranamente, ahí es
más complejo el trabajo, el
tratamiento. Si la presencia no fue la adecuada hay veces que eso
es más destructivo que la misma ausencia. En todas las
etapas de la vida es menester una distancia óptima, ni muy
cerca todo el tiempo, ni muy lejos. Es un estar y un correrse
para que el niño crezca, sostenido por la confianza de que
el adulto está alerta, creándose así el
espacio necesario para la afirmación, la creación
de un mundo propio, la seguridad,
reconociéndose por y mas allá de un
sostén.

Los casos más graves que atendí fueron en
instituciones,
se trataba de jóvenes implicados en actuaciones
antisociales, con importantes exposiciones, poniendo su vida y la
de otros en riesgo.
Indeterminada la línea que divide la vida de la muerte.

Se puede decir que hay una significativa carencia de la
función paterna, de la figura padre, función
paterna al decir de Lacan, que une, sin oponer, un deseo a la
ley. Cuando esto fracasa, entonces aparece la maquinaria de la
justicia, en
la figura del Juez, supliendo. Justicia que históricamente
cambia, pero que en su función debería custodiar la
integridad, en su conservación, del sujeto y de sus
bienes,
sancionando al violento, rehabilitándolo. Pero en los
casos institucionalizados (hablo de menores, porque es en lo que
pude trabajar, desconozco el ámbito de mayores) hay un
trabajo primero que viene fracasando, la
habilitación.

Hogares desintegrados con la violencia, el maltrato y sus
diversas manifestaciones como agregado. Familias sin los recursos
básicos. Niños sin la necesaria atención, estimulación, sin la
mirada que los reconozca y los aliente a la vida, algunos
expulsados de su hogar en la primera infancia. Tal
es el caso del paciente al que llamaré Damián.

Damián tenía, al momento de ser atendido, 17
años, estaba internado en un instituto de máxima
seguridad, para jóvenes en conflicto con
la Ley Penal, desde hacía dos meses. Ya había
atravesado una veintena de detenciones y derivación a
diversos institutos cerrados y abiertos, Hogares sustitutos,
Comunidades Terapéuticas, etc. Durante el relato de su
historia
Damián refiere que a los 7 años se fue de la casa
por primera vez. Al preguntarle por el motivo, señala que
fue por el maltrato que el padre le profería a su madre.
Padre alcohólico y violento. Damián quería
defender a su madre y recibía también él los
golpes. Por eso se fuga. A los 9 años ya inhalaba
pegamento y enseguida comenzó a transgredir. En principio
entraba por las noches a los negocios
cerrados y robaba lo que quedaba en las cajas o alguna
mercadería para luego venderla y comprar drogas. El
consumo y las actuaciones delictiva fueron creciendo en
intensidad. Hay muchos más datos, pero
quería, a los fines que me propongo en este trabajo,
focalizar en una sesión. Momento en que era necesario
centralizarse en lo adictivo, ya que Damián demandaba ser
derivado nuevamente a una Comunidad
Terapéutica y es por tal motivo que le pregunto:

– ¿Por qué te fuiste de la última
Comunidad Terapéutica?

– Porque me pegaban…

– ¿ Y de las otras?

– Porque no me gustaban.

– ¿Y que tiene que tener una Comunidad para que te
guste?

– Una asistente al lado mío.

– ¿Para qué?

– Para que me detenga cuando me quiera ir.

– Cuando te fugaste de tu casa ¿nadie te
detuvo?

– No, nadie.

– Hubieras querido que lo impidan… que impidan que
te vayas ¿no?.

– Sí.

Damián es la metáfora de tantos niños que
se van sin que nadie los detenga, es más, de adultos que
propician sus tempranas exogamias. Damián, es posible que
haya amagado en irse, para conmover la relación especular
entre los padres, centralizados en una vinculación por
demás conflictiva, siendo su intento, fallido, seguramente
esperaba un límite, pero nadie le pidió que no se
vaya. En la fuga tanteaba una vez más, la inconsistencia
de los padres y deseaba inquietarlos, correrlos de sus conflictos de
pareja, para que se concentren es sus funciones paternas.

De haber existido algún adulto atento, las cosas
habrían sido diferentes para Damián. Cuando la casa
no alberga lo hace la calle y esto no es sin consecuencias, luego
es posible que aparezca el riesgo.

La fuga temprana, el consumo de sustancias tóxicas, la
violencia, las actuaciones antisociales, la exposición
a situaciones de riesgo y otras conflictivas, en principio, son
el modo de llamar "…El menor empieza vulnerando
pequeñas reglas de convivencia y no es reprendido, su
omnipotencia va creciendo hasta encontrarse con la ley, pero esta
puesta de límites
aparece desde afuera, en lo social, en la figura de un
policía, un juez, como sustituto de la ley paterna.
Aquella omnipotencia y transgresión que crecen no es sino
un llamado inconsciente del menor a una puesta de límites,
a una ley que lo ordene." Cuando el llamado no es registrado,
tal vez el adolescente ya quede cristalizado en ese actuar y su
identidad
permanezca ligada a lo adictivo y /o lo delictivo
. Es
necesario detectar en la primera infancia estos llamados.
Damián lo intentó, hasta hoy fallamos los adultos,
falló la sociedad, pero hay esperanza, volvió a
demandar "…una asistente al lado mío…"
(léase sustituto materno) que lo contenga, si desea
fugarse. ¿Estará a tiempo? ¿Estaremos a
tiempo de ayudarlo? Hay que intentarlo.

 

TIEMPOS DE
MUTACIÓN

La adolescencia presenta la tensión no solo del arribo
al escenario de la vida adulta y por lo tanto dejar detrás
la posición niño, sino que en este despegue se
necesita separarse de lo familiar. Francoise Dolto me parece que
es quien mejor describe esta cuestión. "La adolescencia es
como un segundo nacimiento que se realizaría
progresivamente. Hay que quitar poco a poco la protección
familiar, como se ha quitado la placenta protectora. Quitar la
infancia, hacer desaparecer al niño que hay en nosotros,
constituye una mutación…" Sucede que nos
encontramos con diversas problemáticas con consecuencias
disímiles. Por un lado tenemos familias que no facilitan
este separarse, por sus propios temores a "perder" a ese hijo, y
por el otro lado la cuestión asociada a momentos
históricos sociales en que el concepto de
adolescente varía, acorde a la necesidad que de ellos se
tenga. Hoy, y en nuestro país, no pareciera haber lugar
para los adolescentes, por lo tanto no se le brinda nada parecido
a acompañar el proceso de
autonomía, necesario para saltar del ambiente
familiar al social. En casos más graves con los que me he
encontrado, la problemática se encuentra mucho más
tempranamente, allí donde es necesaria la
protección familiar y la misma no se constituyó.
Niños que tempranamente buscaron en la calle un ambiente
que los contenga, pero que en ella encontraron otras cosas.

El psicoanalista austriaco Aichhorn, August, en 1925,
publicó un libro
precursor sobre adolescencia en riesgo: "Juventud
Desamparada. El psicoanálisis en el reformatorio", en cuyo
prólogo Sigmund Freud
refiere: "…la posibilidad de que el análisis ejerza su influencia reposa sobre
condiciones muy particulares que pueden condensarse en lo que
denominamos "situación analítica", exige el
desarrollo de
determinadas estructuras
psíquicas y una actitud
particular frente al analista. Cuando éstas faltan
–como en el niño, en el menor desamparado y, por lo
general, también en el criminal impulsivo- debe aplicarse
algo distinto del análisis, por más que coincida
con éste en cuanto a su objetivo."
Así Freud deja instaurada las bases de una
adaptación del psicoanálisis para casos
diferenciales, como por ejemplo el de menores desamparados. Algo
distinto del análisis, por más que coincide con el
psicoanálisis original, en cuanto a sus objetivos.
Intentos que se vienen haciendo desde diversos
ámbitos.

Aichhorn señaló que las causas primeras del
comportamiento
antisocial se debían a los "vínculos libidinales
anormales
" de la primera infancia. Similar postura es la que
presenta en la década del sesenta D. W. Winnicott en su
clásico libro Deprivación y Delincuencia,
donde postula la idea de que el acto delictivo es el intento de
que asome un adulto capaz de preservarlo "…en la violencia
hay un intento de reactivar un sostén firme, perdido por
el individuo en una etapa de dependencia infantil…" Como
ejemplo vale el de Damián antes expuesto.

Sin bien la sensación que reina en la adolescencia es
la incertidumbre, en aquellos que se encuentran en riesgo,
esta impresión cobra mayor permanencia, entonces es
posible que la actuación antisocial, al modo de un
acting-out, sea el intento de conmover al adulto, para que se
presente con su capacidad de contención y fundamentalmente
orientación, aspectos que fallaron en los inicios de la
vida del hoy en riesgo.

En la adolescencia se reacomoda el cuerpo y toda la vida. Se
renueva la represión del incesto que aleja al joven
definitivamente de los objetos parentales, la biología anuncia la
capacidad de gestar y aparece el otro sexo con la ilusión
de la relación sexual, de la completud. El ambiente
familiar puede facilitar este movimiento o
hacerle obstáculo. El obstáculo está dado en
dos sentidos, apurando la autonomía o deteniéndola.
En el primer caso se pueden situar muchos casos de niños
en la calle, los que finalmente pueden terminar implicados en
actos delictivos. Es muy común encontrar adolescentes en
instituciones que presentan este entramado familiar en su base,
padres cuyo deseo ni siquiera bordearon a sus hijos, padres
encerrados en sí mismos, ausentes. El resultado: la calle
como sustituto del hogar, calle que ofrece al niño la
presencia de pares en condiciones similares. Entonces encontramos
a niños y púberes "adelantados" realizando lo que
es propio de la adolescencia, la pandilla, el encuentro con el
otro, fumar, y esto es sin retorno al punto de partida. En
síntesis: Niños que no juegan a ser
adulto, sino que se la creen.

 

TRANSGRESIÓN EN
LA ADOLESCENCIA

Quien no tiene el espíritu que corresponde a su
edad, tiene las desdichas de su edad.

Voltaire

La cita inicial me surgió mientras pensaba en la
temática de la transgresión adolescente.
Corresponde a la etapa adolescente diría más que a
las otras, la práctica del acto de transgredir.

Transgredir, desde su significa de diccionario,
significa: Quebrantar, violar un precepto, ley, estatuto.

Ahora sucede que esta transgresión tiene una doble
vía, por un lado una involuntaria y por otro una
deliberada.

Transgresión involuntaria: Aquella establecida por la
biología. Entonces el cuerpo del ayer niño se
tropieza con cambios que van más allá de él,
un cuerpo inmanejable, que crece desproporcionado, cambia la voz
repentinamente, asimismo aparece la sustancia sexual. Todo va
sucediéndose sin pedir permiso y sobre esta cartografía movible, el sujeto intenta
reconocerse con su brújula
interior.

Transgresión deliberada: Actos que practica el joven
para irse despegando de la estructura familiar. Aquella
transgresión que sucede de modo involuntario, prepara al
joven para un nuevo ambiente, ya que la incomodidad que
inicialmente se vive en el organismo, posteriormente se sufre en
el cuerpo familiar.

Esta división es a los fines didácticos. Se
trata de un proceso dinámico, bio-psico-social. Una
biología que acontece, irrumpe, anuncia una nueva etapa,
la de la posibilidad de reproducción. Un psiquismo que debe
acomodarse a este evento signado por el fenómeno del hijo
que puede convertirse en padre. De producto a
productor. En este movimiento, ligado a la vida independiente, el
adolescente tiene que superar a sus padres, y eso no es sin
consecuencias. Matar al padre de Tótem y Tabú para
incorporarlo vía identificación y entonces poseer
sus atributos, los que posibilitan la paternidad, con una
excepción, la prohibición del incesto. Es
así que la sociedades
cuentan con leyes preceptos y
mandatos desde tiempos arcaicos y es su misión
trasmitirlas a los nuevos integrantes. La trasmisión ya es
una vuelta sobre el precepto, es la versión, diría
el efecto de programación con el estilo de quienes
trasmiten, esas son las marcas de una
sociedad, de una familia
particular, de un sujeto singular.

Transgredir en la adolescencia, por lo tanto es un ir
más allá, desde adentro hacia fuera. Es el tiempo
de la protesta para no permanecer alienado en la endogamia. La
transgresión involuntaria no se puede detener, hace de un
cuerpo niño otro adolescente. La transgresión
deliberada puede ser fallida, y para que así sea tiene que
operar la familia y/ o la sociedad como una estorbo a la conquista de
la exogamia natural y esperada.

 

 

Lic. Pablo Melicchio

Partes: 1, 2
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