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Saussure, Coseriu, Martinet: Síntesis de Algunas Categorías Centrales en Lingüística



     

     

     

    SOBRE LECTURA DE
    CURSO DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE F. DE
    SAUSSURE

    1. Saussure se detiene a explicar el concepto de
    arbitrario, para aproximarlo más a la
    categoría de inmotivado que a la de "libertad del
    hablante para cambiar aspectos del lenguaje". El
    signo, o, más específicamente, el significante, es
    arbitrario en relación con su significado.

    A este respecto, Saussure señala, como dos
    posibles objeciones a esta tesis, el
    caso, en primer lugar, de las onomatopeyas. A esta
    objeción, que sugiere que ellas no son arbitrarias,
    Saussure responde que las onomatopeyas no son un elemento
    orgánico del sistema
    lingüístico, y además agrega que su
    número es más reducido de lo que generalmente se
    piensa. Pero su argumento quizá más sólido
    radica en que estas onomatopeyas, toda vez que "ingresan" a un
    sistema lingüístico, se ven más o menos
    arrastradas por la evolución fonética,
    morfológica, etc., con lo que se "convertirían" al
    carácter del inmotivado signo
    lingüístico en general.

    En segundo lugar, Saussure nos muestra la
    posible objeción del caso de las exclamaciones, que
    son vistas en una primera impresión como expresiones
    dictadas por "la naturaleza". A
    esto se responde que, en la mayoría de los casos, el lazo
    entre el significante y el significado no existe (Para ello,
    Saussure compara el aie! Francés con el au!
    Alemán). Además, remata Saussure, varias
    exclamaciones no son más que huellas de viejas palabras de
    sentido determinado.

     

    2. Abriendo su cuarto capítulo de la segunda
    parte, Saussure distingue dos elementos que entran en juego en ese
    sistema de valores
    "puros" que es la lengua: las
    ideas y los sonidos
    .

    Las ideas, sin las palabras, serían (y
    son) para Saussure una masa amorfa, indistinta, anárquica,
    un conjunto de imágenes
    caóticas: una nebulosa, dice Saussure, donde nada
    está delimitado necesariamente.

    Ahora Saussure piensa a los sonidos por sí
    mismos. ¿ofrecerían en este marco entidades a
    priori, de antemano? No, porque la sustancia fónica es
    algo más que un molde donde desemboca el pensamiento,
    que debe adaptarse a ella: es una materia
    plástica, orgánica, que suministra, en sus
    distintas partes, los significantes que el pensamiento
    necesita.

    Así, la lengua sería una serie de
    subdivisiones contiguas confluyentes al mismo tiempo en ese
    plano indefinido de las ideas confusas, y también en el
    (indeterminado) plano de los sonidos.

    La lengua serviría de intermediario entre el
    pensamiento y el sonido.

     

    3. Signo lingüístico: a) Sus dos
    componentes: Ellos son, en una primera clasificación, el
    Concepto y la Imagen acústica y, más
    tarde, el Significado y el Significante. El lazo
    que los une es arbitrario.

    La Imagen
    acústica es la representación sensorial, y no el
    sonido material; es la representación de nuestros sentidos
    que da testimonio de ese sonido, y solo en este marco puede
    aplicársele el calificativo de material. En esto, por otro
    lado, radica la originalidad de Saussure en el abordaje del Signo
    lingüístico (con lo cual considero respondido en
    esencia el inciso b).

    Por otra parte, el Concepto puede definirse como un
    "hecho de conciencia" y, en
    este sentido, sería más abstracto que la Imagen
    acústica. El Concepto se asocia a la Imagen
    acústica para su corporeización.

    Pero, como ya se señaló, Saussure menciona
    más adelante las categorías de Significante y
    Significado, que reemplazan en cierta forma a las desarrolladas
    más arriba. La razón del reemplazo se debe a que,
    según Saussure, estos términos dan cuenta
    más claramente de la oposición que los separa entre
    sí y de la totalidad a la que pertenecen. De este modo, la
    distinción-dicotomía de Saussure abre más
    posibilidades de análisis y un amplio abanico de
    definiciones y distinciones duales.

    El signo es arbitrario, como se dijo en otro punto, y
    tiene un carácter lineal. Estas dos características
    son muy consideradas por Saussure en su definición de los
    signos,
    además de la aclaración fundamental que nos
    señala que el signo lingüístico no une
    una cosa y un nombre, sino al Concepto y a la Imagen
    acústica: con esto, Saussure ubica el funcionamiento del
    signo en un juego de representaciones cerebrales del ser
    humano y su corporeización en la Imagen acústica,
    no abordando a la cosa, al referente real.

    b) Como se dijo, la originalidad del abordaje
    saussuriano del signo radica en señalar que la Imagen
    acústica y su relación-oposición con el
    Concepto interaccionan dentro de las representaciones
    sensoriales, y no el mundo material. Como el propio
    Saussure señala, el signo vive en un proceso
    enteramente psíquico; así, la Imagen
    acústica es la representación de nuestros sentidos
    que da testimonio de ese sonido, y solo en este marco puede
    aplicársele el calificativo de material. El referente, la
    cosa, es algo que Saussure deja deliberadamente fuera de sus
    estudios. De aquí, podrían desprenderse otras ideas
    saussurianas como el hecho de que la lengua es una forma y no una
    substancia y que su funcionamiento es autónomo y, por
    tanto, plausible de ser estudiado como tal (como sistema,
    podría agragarse).

    c) Como ya lo habíamos esbozado
    rápidamente un poco más atrás, el signo,
    siguiendo a Saussure, es arbitrario. Prueba de ello es la
    existencia de varios idiomas y sus diferencias para designar
    objetos. Otro ejemplo radica en que el Concepto "bala" no tiene
    ninguna relación interna con la serie de sonidos b-a-l-a
    que hace de significante. De este modo, el signo es arbitrario en
    tanto que inmotivado, es decir, en relación con su
    significado, como aquí arriba se prueba. Saussure
    distingue Signo de Símbolo, debido al efecto que el
    segundo da de naturalidad en relación con el significado;
    mas la aclaración esbozada por Saussure a este respecto
    deja también al símbolo en un plano de
    arbitrariedad, ya que éste no es en sí natural en
    su relación con el significado, sino que la
    convención y la costumbre colectiva le atribuyen esa
    naturalidad.

    La lengua no puede guardar en sí una
    relación natural con el significante, sino más bien
    formal, convencional y arbitraria, aún cuando, como en el
    caso de los símbolos, parezca que esto pasa por otro
    lado.

     

    SOBRE
    LECTURA DE ELEMENTOS DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE
    ANDRÉ MARTINET

    OPCIÓN 1

    1. Aquél código
    imaginario puede analizarse así:

    • La Estrella significa: Coronel.
    • El Rombo significa: Capitán.
    • El Redondel significa: Teniente.
    • Fondo azul, significa: Artillería.
    • Fondo verde, significa:
      Infantería.

     

    Como vemos, en este código identificamos unidades
    con sentido propio. Estas unidades pueden combinarse y lograr un
    código que nos permita colegir que, por
    ejemplo,

    • Estrella sobre Fondo Azul, significa: "Coronel de
      Artillería", o
    • Rombo sobre Fondo Azul, significa: "Capitán
      de Artillería", y así
      sucesivamente.

    Este código posee una serie limitada de unidades
    con sentido (Estrella: Coronel), que puede combinarse con las
    otras ((Fondo Azul, etc.) y lograr significados. Pero he
    aquí un obstáculo metodológico que me impide
    lograr hacer de este código un lenguaje complejo, y es
    la carencia de la segunda
    articulación
    : estas unidades sí poseen
    una primera articulación, porque guardan una forma
    y un sentido (del Rombo, sabemos que su significado es
    Capitán); muy distinto sería, ahora, imaginarse el
    proyecto de
    crear un lenguaje con este código: la economía de la
    segunda articulación, que consiste en conformar la primera
    a partir de decenas de unidades fónicas que se repiten y
    se alternan según la unidad de sentido que requiera esta
    primera articulación, no existiría, y
    tendríamos que imaginarnos una cantidad apabullante de
    unidades de sentido del tipo "Rombo: Capitán". En inventario de las
    unidades de sentido de la primera articulación
    sería infinito, o bien, mi efabilidad sería muy
    limitada. Pese a que puedo alternar, por principio de la primera
    articulación, Rombo con Fondo Azul o con Fondo Verde,
    evidentemente, sin la segunda articulación, la
    "economía" de este código brilla por su
    ausencia.

     

    2. Una lengua humana debe ser necesariamente de doble
    articulación
    debido a las posibilidades
    físico-fisiológicas que tiene el ser humano para
    poder
    entenderlo y utilizarlo: como en el caso del punto anterior, si
    una lengua se valiera solamente de la primera
    articulación, no podríamos retener para cada
    palabra una unidad de sentido que carezca de unidades
    fónicas transferibles a otras unidades; en ese caso, la
    economía de la segunda articulación cumple un papel
    esencial, ya que permite que con solo unas decenas de
    producciones fónicas distintas podamos obtener todas las
    formas vocálicas de las unidades de la primera
    articulación. Y, de esta manera, todas las unidades de la
    primera articulación estarán hechas con el escaso y
    poco numeroso material de la segunda articulación y sus
    infinitas posibilidades de combinación.

    En un caso contrario, es decir, si un lenguaje tuviera
    únicamente una segunda articulación, sus
    posibilidades de materializarse para conformar unidades
    mínimas de sentido (cuestiones de la primera
    articulación) serían inexistentes, con lo cual
    tendríamos un caos amorfo de combinaciones sin sentido y
    "en bruto".

     

    3. Segmentación del enunciado en unidades de
    primera y segunda articulación:

    De primera articulación: Est.o.s ami.go.s
    aguard.aba.n impacien.te.mente en París. (seis palabras,
    catorce monemas o unidades mínimas con sentido)

    De Segunda articulación:
    /E-s-t-o-s-a-m-i-g-o-s-a-g-u-a-r-d-a-b-a-n-i-m-p-a-c-i-e-n-t-e-m-e-n-t-e-e-n-P-a-r-i-s/

     

    4. Tomemos el caso de /impacientemente/.

    Esta unidad, en su contexto (la frase), tiene una
    relación con las demás en el enunciado, una
    relación, entonces, de orden sintagmático, y
    se puede ver a simple vista en la oración. Guarda con las
    demás palabras una relación de contraste, en tanto
    que es una entidad distinta de aguardaban y en París, que
    la preceden y suceden. Si tomáramos impacientemente
    al nivel de la segunda articulación, veríamos
    también la relación sintagmática entre las
    unidades fónicas. Así, /i/, /m/, deben sucederse,
    como /c/ debe anteponer a la segunda /i/, y así
    sucesivamente. Es una relación, diría Saussure,
    in praesentia, visible, concretada y "materializada" en
    el enunciado
    .

    En cambio,
    impacientemente tiene también otro tipo de
    relación con ese contexto, llamada
    paradigmática. Esta relación sería
    in absentia, y se les da el nombre de oposiciones.
    Impacientemente fue una palabra seleccionada por el
    contexto, y sin embargo, en ese mismo contexto
    también podría haber figurado tranquilamente,
    furiosamente, pacientemente. Estas competidoras, aquí en
    oposición, son descartadas por el hablante porque no las
    consideró convenientes para este caso. Los dos tipos de
    elecciones son inconscientes, aunque no gratuitas: el hablante,
    por su "competencia"
    (diría Chomsky), es capaz de seleccionar en cada caso la
    unidad correspondiente, tanto en el orden sintagmático
    como en el paradigmático. Pero no hay que confundir el
    hecho de que el hablante elija con el hecho de que la
    elección no esté determinada. Siguiendo un poco a
    Saussure, creo que Martinet sugiere que el hablante selecciona
    dentro del margen escaso de libertad que el lenguaje le
    propone, y que poco puede hacer para cambiar esta particular
    relación lenguaje-hablante.

     

    5. En cuanto al carácter no-discreto de
    la entonación
    , puede decirse que la entonación,
    entre otros factores, es determinante para la distinción
    de dos formas iguales. Por ejemplo: decir afirmativamente:
    Salió, y preguntar: ¿Salió?: aquí, la
    diferencia no es entre fonemas, sino exclusivamente de
    entonación. Pero la naturaleza del carácter no
    discreto de la entonación, al no ser algo definido en sus
    distintos tipos, acepta matices en la
    significación
    : términos medios entre
    una pregunta y una afirmación, por ejemplo. Si yo elevo
    levemente la vocal tónica en lugar de hacerlo con
    énfasis, quizá logre una significación
    distinta a la de la pregunta, tal vez un tono de
    frustración o decepción. Valga como prueba del
    carácter no discreto de la entonación y sus
    ambiguedades en la significación un ejemplo que creo
    pertinente: la invención del doble signo "?!", construido
    por las dos marcas "opuestas"
    de exclamación e interrogación al mismo tiempo: un
    caso de indeterminación que la naturaleza no discreta de
    la entonación puede permitir.

    En cambio, esto no sucede con las unidades
    discretas
    : aquí, en un caso muy distinto del anterior,
    las palabras se distinguen por diferencias entre fonemas y no de
    entonación: /pata/ y /pala/ se distinguen por la
    diferencia entre los fonemas /t/ y /l/, y en este caso, que yo
    eleve o no la voz no va a hacer cambiar una /l/ por una /t/.
    además, para estas unidades, el sentido del mensaje cambia
    completamente, y no hay posibilidad alguna de imaginar
    matices
    , indeterminaciones o términos medios entre
    /pata/ y /pala/. Así, Martinet define estas unidades
    discretas como aquellas cuyo valor
    lingüístico no resulta afectado en nada por
    variaciones de detalle determinadas por el contexto o por
    circunstancias diversas: /t/ será /t/ en cualquier
    contexto. En esto, precisamente, se sostiene la claridad de la
    dicción y la escritura; en
    la diferencia entre esos fonemas para representar lo que se debe
    representar. Así que los fonemas son unidades discretas,
    distinguibles e inconfundibles unas de otras. En cambio, no lo
    son la mayoría de los rasgos prosódicos como los
    hechos de entonación señalados líneas
    atrás.

     

    6. Como ya fue (en parte) señalado en el punto
    anterior (aunque no en este marco), los fenómenos
    suprasegmentales
    tienen relación con la
    entonación y su carácter no discreto.

    A veces, y no obstante la importancia de la
    también señalada doble articulación del
    lenguaje
    , las lenguas se comportan al margen de
    ésta. Por ejemplo, Martinet señala que el
    carácter interrogativo del francés no está
    marcado sino por una elevación final en el tono del
    hablante. Así, esa elevación final puede reemplazar
    a la construcción interrogativa entera. Esa
    especie de curva melódica puede ser entonces un signo,
    exactamente igual a la construcción interrogativa, y con
    un significante y un significado; significado:
    "Interrogación"; significante: "Elevación del
    tono".

    Además, la elevación de voz es ciertamente
    inanalizable, ya que en la cadena hablada no ocupa un lugar
    determinado, sino que se superpone, de algún modo, a las
    articulaciones, y
    no se puede analizar en una sucesión de
    fonemas.

    En esto consisten, básicamente, los hechos o
    fenómenos suprasegmentales.

     

    SOBRE LECTURA DE
    LECCIONES DE LINGÜÍSTICA GENERAL DE E.
    COSERIU

    1. El corolario del significado unitario busca un
    significado único para una forma lingüística distinta. Desde
    aquí, Coseriu distingue entre significado
    único
    y significado unitario, y luego polisemia
    y variación semántica. De esto concluye en que puede
    darse que el significado de una forma pueda no ser único,
    pero sí debe entenderse como unitario. Esto es un concepto
    importante para comprender por qué los hablantes emplean
    una palabra para muchas acepciones, dadas o
    "inéditas".

    Este corolario es elemental para establecer un
    orden y una prioridad en la descripción e
    investigación de las lenguas, según
    Coseriu. Además, se trasluce en el lingüista su
    intención clara de purgar las categorías de
    homofonía, polifonía, sinonimia y
    polisemia
    .

    Pero la mejor explicación que quizás
    encuentra Coseriu a la necesidad del corolario del significado
    unitario es que, sin él, la investigación se
    vería entorpecida por el mal uso (soberecarga confusa de
    significaciones y acepciones) de esos términos y otros,
    faltando a una delimitación coherente de las
    categorías de análisis y, por lo tanto, de la
    propia disciplina.

     

    2. Aquella cita puede ejemplificarse a través del
    método de
    la conmutación: si ver y mirar son
    conmutados en un enunciado, observaremos que, si bien su
    substancia se ha visto modificada, la función en
    el enunciado no se vio alterada. Pensar a Coseriu sin tener
    presente en todo momento que las unidades deben ser unidades
    funcionales antes que variantes de realización es pasar
    por alto una gran premisa de su proceder epistemológico.
    Coseriu no va a pensar en sustancias sino en formas, y,
    específicamente, en formas funcionales y no tanto en
    variantes; en formas, unidades de lengua y no de
    habla.

    3. Un sistema, dice Coseriu, es económico si
    utiliza al máximo los rasgos distintivos que lo integran;
    el más económico sería el que con menor
    número de rasgos estructure el mayor número posible
    de oposiciones y, por ende, de unidades.

    El principio de sistematicidad sostiene que, en un
    sistema lingüístico, las diferencias funcionales
    suelen (valga la falta de contundencia del verbo) presentarse de
    manera sistemática; esto es, se repiten para una serie de
    unidades análogas. Así, mediante los mismos rasgos
    distintivos combinados, se estructura un
    número de unidades superior al de los rasgos utilizados.
    Podemos recurrir a un ejemplo: en el sistema verbal de nuestra
    lengua, los rasgos distintivos que oponen el presente del
    pretérito indefinido, (Hago/He hecho), se repiten
    para otros tiempos con Haber (Hacía/Había hecho,
    Haré/Habré hecho, Haría/Habría hecho,
    etc). En el léxico, esto puede verse también con
    claridad: lo que distingue ver de mirar
    también distingue oír de escuchar;
    entre meter y sacar la oposición es la misma
    que entre poner y quitar, y así con otros
    casos.

    Fernando Tazo

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