- I
- Sartre
- Apartado primero: Sartre
primero - El
absurdo - Apartado segundo: Sartre
segundo - Conclusión
- Bibliografia
Este trabajo
monográfico-ensayístico es tan sólo el
intento de bosquejo de un tema que podría llevar una
extensión de tesis. Su
propósito es arriesgado y su tema muy extraño.
Sospecho que, quizás, la brevedad a la que me obliga la
monografía vuelva vano esta especie de
resumen, y sospecho, también, que la rapidez con la que
debo elaborar conceptos que son en realidad muy poco
"rápidos" transforme una teoría
que a mi apreciación es aceptable en un palabrerío
caprichoso y arbitrario. De todas maneras, acepto el peligro
arriesgándome a que podré filtrar aquí
algunos aspectos de importancia con exactitud.
Como se verá en las páginas siguientes, la
forma de trabajar el pensamiento
sartreano será a partir de la lectura de
algunos textos de las distintas épocas de su evolución existencialista. Se
citarán fragmentos únicamente cuando sean vitales
para la comprensión de los conceptos a verter.
La hipótesis que se plantea en la monografía
reza sobre un existencialismo que se desplaza hacia el marxismo a tal
punto, que allí mismo debemos dejar de llamarlo
existencialismo.
Una hipótesis de estas características
sólo puede insinuarse cuando existen conceptos radicales
que quiebren el objetivo o la
idea elemental de la teoría a analizar. Esto he
interpretado en la lectura que
hice sobre Sartre y el
Existencialismo: la ruptura de las categorías elementales
de esta filosofía: las categorías precisamente
filosóficas, en nombre de un "compromiso" político
que alteró sus bases y las desarmó
completamente.
No obstante, elaborar una investigación o teoría que sostenga
esta simpleza sería de un resultado completamente
improductivo; lo que se insinúa, en realidad, es el
impacto de lo que se desprende de esta apreciación:
la revolución filosófica que se
produciría en el hombre al
captar la realidad existencialista, y, a partir de allí,
imaginar en qué medida una filosofía del absoluto
verdadero como ésta podría reacomodar
definitivamente las aporías de la racionalidad, con
resultados de todo tipo: políticos, religiosos y
filosóficos.
¿Pero acaso el hombre no vio
ya la realidad existencialista, y sin embargo no modificó
radicalmente, como se sostiene arriba, su pensamiento? El hombre
no vio más que un existencialismo contradictorio, porque
el existencialismo no se inclinó hacia su propio desarrollo,
sino a las exigencias del marxismo. El existencialismo aún
no se ha desarrollado por completo, aún no ha sido
apreciado fuera de su giro trágico, literario,
filosófico. Aún no se ha apreciado la arista
verdaderamente revolucionaria del exitencialismo. Esto es lo que
se insinúa en la monografía. Desarrollar todo el
pensamiento y formular correctamente la teoría
llevaría una extensión incalculable. Por eso, esta
monografía es quizás una primera parte, insinuativa
antes que concreta, de un proceso de
investigación que, correctamente desarrollado,
debería ser contundente.
El existencialismo sartreano pasa, al menos, por dos
etapas bien diferenciadas y reconocibles. Para quien ha
atravesado con cierta atención el recorrido teórico del
último gran filósofo, no resulta imperceptible
descubrir que Sartre no sólo no es el mismo pensador en El
existencialismo es un humanismo que
en el desarrollo de sus trabajos biográficos
analíticos últimos, sino que, además, es
claro que etapa inicial y etapa final de su trabajo entran en una
oposición casi inconciliable.
¿Qué es aquello que influye o complementa
substancialmente al existencialismo?Dos circunstancias, que
quizá sean una sola: la segunda guerra mundial y
el descubrimiento de Sartre del marxismo. Así, el puro y
humanista existencialismo filosófico es sacudido por los
torbellinos superestructurales de la década del 40. Las
exigencias políticas
con que el marxismo criticaba al existencialismo descomprometido
(para el marxismo) habían sido respondidas por Sartre en
El Existencialismo es un Humanismo. Pero, con todo, las
circunstancias históricas, la toma de París por
parte de Hitler y la
exigencia urgente, violenta y terminante de compromiso
político a todo hombre y en especial a los pensadores,
provocaron en Sartre el primer fracaso rotundo de su
existencialismo subjetivista y libre: Sartre mismo, en esas
condiciones históricas, no fue capaz de elegir de buena
fe, y prácticamente abandonó la naturaleza del
existencialismo para intentar, con fallas en el montaje, una
fusión
con el marxismo. El resultado ha sido un intento imposible por
fusionar humanismo, es decir filosofía, con política, porque las
categorías sartreanas no estuvieron nunca pensadas en un
sentido político, porque el existencialismo siempre fue
mucho más allá de la política, y, desde
Nietzsche,
más allá del bien y del mal.
En este trabajo se intentará demostrar la
colisión teórica de la que Sartre no pudo escapar
sino despojándose del existencialismo y yendo hacia el
refugio nunca bien ponderado que la humanidad ha instalado en el
casillero de lo que es más humano: el marxismo. El
punto de quiebre de la filosofía existencialista se halla
en la categoría sartreana del compromiso. En base a
la evolución de su conceptualización de compromiso,
podremos ver bien de frente muchas cosas: la incapacidad de
Sartre para sostener su propia teoría, la derrota del
existencialismo a manos del marxismo y de las circunstancias
bélicas (que de algún modo transformó, en
cuanto a las totales exigencias de compromiso político, a
todos en "marxistas actitudinales"), y la melancólica
muerte de la
teoría que resultaba, si era desarrollada
filosóficamente hasta sus límites,
el fin de la filosofía y el único pensamiento que
se ha despojado de religiones y fundamentos de
vida artificiales en nombre del hallazgo de la única
verdad absoluta y seriamente irrefutable: la Verdad está
fuera del alcance del humano. ¿Por qué, entonces,
el existencialismo, si fue verdaderamente una filosofía
absolutamente revolucionaria y desde la que no se puede regresar
prácticamente a ningún texto
filosófico anterior, ha pasado a ser considerada entre
aquellas corrientes que no pudieron sostenerse por sí
solas a raíz de la dimensión de sus puntos
débiles? Esa pregunta intentaremos seguirla a lo largo de
esta monografía.
APARTADO
PRIMERO: SARTRE PRIMERO
Jaime Barylko, en su libro La
Filosofía, introduce a Sartre como un notable prosista,
escritor cartesianamente claro, poético a veces, intenso y
conmovedor. Humano, en fin. Barylko está pensando,
seguramente, en el Sartre primero, el original, el de El
Existencialismo es un humanismo, por ejemplo.
¿Por qué diferenciar entre primer y
segundo Sartre? La respuesta a esta pregunta es clave, y no debe
ser olvidada en todo este trabajo: porque el primero es
filósofo y el segundo es político. El
existencialismo, tal como lo pensaba Sartre, tiene lugar en el
plano filosófico, aquel que desde Platón
no ha podido acceder a la Verdad suprema, absoluta, aquel que
después ha buscado, como Descartes, un
método
para hallar el camino de la verdad; aquel que en el Iluminismo
sugiere que la verdad sólo se hallará sin dogmas
(pese a que impone el dogma iluminista); aquel, en fin, que con
el nihilismo y
Nietzsche blasfema la muerte de
Dios y, a través de él, de la verdad. Sartre es
quizás el primer filósofo que está
nítidamente al final de ese extenso camino. Él fue
quien observó la piedra angular de la problemática
filosófica y la desarrolló desde una
ubicación absolutamente virgen, si bien sugerida, y
precisa: nuestra búsqueda filosófica eterna por la
Verdad no tiene sentido: la Verdad está fuera de nuestro
alcance, y es esta, precisamente, la Verdad absoluta. Este es el
asidero irrefutable que la filosofía no había
encontrado jamás, porque jugó siempre del otro lado
de esta premisa. Incluso el nihilismo, que alcanzaba a vislumbrar
esto, perdió el tiempo en
melancólica fatalidad quietista, creyendo que desde esta
noción era imposible construir algo.
Sin embargo, Sartre fue capaz de ver, a través de
esta conciencia ("la
existencia precede a la esencia"), que a su vez los
obstáculos más infranqueables de la
filosofía no le presentaban dificultad alguna:
Halló una Verdad Absoluta a la cual asirse, desde la cual
partir hacia una teorización que sea también
absoluta, lo que era, antes de Sartre, un conjunto de variables
distintas de la misma ingenuidad; a partir de esto, se desprende
otra verdad absoluta: el hombre, ante la situación
angustiante de desconocer las causas de su existencia en el
mundo, fabrica verdades provisorias, que aplaquen la realidad del
sinsentido de la vida. Así, el hombre busca
desesperadamente ocultar que no existe ningún para
qué, ni dioses que estén detrás de los actos
del ser. El hombre, hasta Sartre, busca no ser tan libre, porque
su libertad real
es sinónimo de sinsentido; si es infinitamente libre, es
porque sencillamente nada le impide no serlo, es decir que es
libre ante la nada; si no es libre, es porque se ha buscado un
asidero artificial y por tanto está actuando de mala
fe. Sartre introduce la conciencia de la libertad absoluta en
el ser humano. En esta libertad, que se halla sin dudas mucho
más allá de las culturas y fuerzas sociales,
más allá de la política y de las religiones, el
hombre debe comprometerse. El compromiso es con la libertad,
porque cada acción
que salga de esta libertad será una acción que
denote la conciencia de lo único absoluto a que puede
aferrarse un hombre sin actuar de mala fe: la conciencia de que
primero existimos, y luego pensamos: sum, ergo
cogito.
En El existencialismo es un humanismo, Sartre responde
las críticas que se le formulan, y esta es quizá la
primera evidencia notoria de la incompatibilidad de las
categorías entre crítica
y respuesta; las respuestas que Sartre da desde el
existencialismo son respuestas filosóficas a planteos
políticos. Que filosofía y política no sean
compatibles sería justificativo suficiente como para
confeccionar una extensa tesis. Adelantándola, he
aquí uno de los ejemplos más rotundos:
En este texto, Sartre se ocupa en recoger las
críticas al existencialismo: los primeros rótulos
son los de tener una naturaleza nihilista y contemplativa, puesto
que si "la vida, a priori, no tiene sentido" y si "la existencia
precede a la esencia", el hombre no tiene nada más que
hacer sino contemplar esta encandilante verdad como la premisa
más frustrante y angustiosa de todas, y resignarse a la
nada. Esto, por otra parte, es traducido en términos
marxistas como una mera concepción burguesa, pasiva,
alejada de la realidad de las clases
sociales más bajas, que antes de "contemplar" primero
deben, por ejemplo, preocuparse por "sobrevivir".
He aquí la primera gran incompatibilidad entre la
filosofía existencialista y la política marxista:
la crítica apunta a desenmascarar al existencialismo y
hallar debajo a un burgués contemplador que por otra parte
no pensaba por aquellos tiempos en nada de eso, mientras que, por
(muy) otro lado, la teoría filosófica sartreana
busca la resolución de los conflictos
racionales y filosóficos del ser humano.
¿Qué tiene una cosa que ver con la otra?
Sartre observa del otro lado del juego y
recurre a la filosofía, la abandonada filosofía
tradicional, para encontrar el bien común a través
de cada bienestar filosófico individual, mientras que
todos juegan desde la teoría política y heredada de
la filosófica, que ya en estos tiempos ha sido dejada de
lado en su sentido más puro de "amor al saber,
a la verdad" (sobre esto se hablará en el cierre del
apartado). Sartre, que no la deja de lado, estaba intentando,
quizás sin saberlo, empezar el mismo camino que en otro
tiempo empezó Hegel y dio en el
marxismo: ir desde la filosofía, desde lo abstracto y lo
genérico, hacia la construcción de una política, una
praxis que
materialice aquello que era genérico y abstracto. El
proceso que Marx y Engels
pudieron desarrollar sobre la filosofía hegeliana (de la
filosofía a la política), se ve, en el
existencialismo, asfixiado por los propios marxistas, que impiden
el crecimiento del existencialismo y le obstaculizan el camino
con críticas marxistas de características
sideralmente incompatibles con su objeto a criticar. Pues,
hablando seriamente: ¿cuán estrecha puede ser, por
mucho que nos esforcemos, la relación entre la
categoría política marxista de "burgués
contemplador" y el descubrimiento filosófico sartreano de
que "la existencia precede a la esencia, y por tanto el destino
del hombre está sólo en sus propias
manos"?
He aquí el primer error fatal que ha hecho que el
existencialismo se viera como una teoría turbia, con falta
de "profundidad" como se la ha criticado, y teóricamente
difuso: que Sartre, más adelante, se haya dejado llevar,
habiendo, en sus propios términos, podido elegir lo
contrario, por un camino marxista que torció la dirección evolutiva del existencialismo y
que la transformó en algo que no terminó siendo
bien ni una cosa ni la otra. El existencialismo, en su primer
estadio (que, por otra parte, como existencialismo nunca pudo
avanzar de un primer estadio ya que cedió
débilmente al marxismo), no es en modo alguno una
teoría pensada a priori en términos
políticos, del mismo modo que el idealismo
hegeliano tampoco lo era: es una postura frente a la vida. El
existencialismo no se ha politizado jamás en
términos existencialistas como debió haber sido,
sino que lo hizo en términos marxistas; el marxismo
absorbió al existencialismo, a raíz de la propia
debilidad de Sartre y del despotismo teórico de la
crítica marxista de aquella década de ultraderechas
sanguinarias que, en parte, lo justificaban.
En El Existencialismo es un humanismo, refuerza
aún más lo mencionado otro punto que desde el
marxismo transforma al existencialismo en una teoría
individualista, por un lado, e ingenua por el otro: Sartre
señala entre las críticas más frecuentes la
que se empeña en apuntar que el existencialismo
sólo habla del yo en soledad, sin interferencia ni
condicionamiento de las fuerzas sociales o, en términos
marxistas quizá, sin tener en cuenta la superestructura o
las condiciones materiales que
influyen sobre ese yo y que hacen que pensarlo en soledad sea
imposible o carente de solidaridad
social. A esto, Sartre responde, nuevamente con categorías
filosóficas, una crítica política marxista
de "incapacidad de volver a la solidaridad con los hombres que
están fuera del yo". La diferencia de discursos es
aquí tan evidente como en el ejemplo anterior: mientras
que el marxismo está empeñado en criticar desde el
marxismo, es decir, desde un complejo teórico que maneja
un sinnúmero de categorías aplicables a lo
político-social, Sartre no hace otra cosa que defenderse
de estas críticas con sus categorías
filosófico-psicológicas sobre el ser humano, en
donde resulta coherente ayudar a los críticos marxistas y
avisarles que aquella premisa absoluta de que "la existencia
precede a la esencia", con todo lo que aquello acarrea y
revoluciona, está basada estrictamente, inamoviblemente,
en la condición genérica del ser humano, en su
raíz. Si la esencia del hombre no es más que sus
actos y no precede al hombre sino que es éste quien la
construye, … ¿en qué momento puede ser
coherente la crítica sociológica del marxismo que
apunta nuevamente, como en el ejemplo anterior, a un estadio en
el que el existencialismo aún no se ha mezclado? La
angustia filosófica, la desesperación individual y
genérica, y por tanto universal del hombre por no saber
cuál es la causa de su existencia, es éste el
ámbito en el que es compatible criticar al
existencialismo: el ámbito filosófico,
psicológico si se quiere, en tanto la inaccesibilidad a la
verdad produce patologías en el hombre tales como la
creación de verdades neuróticamente artificiales
como la religión y demás fundamentos de
vida. Pero resulta de una debilidad teórico-crítica
atípica en la habitual lucidez de los marxistas apuntalar
de burgués a un estadio filosófico genérico,
que todavía no se ha desarrollado ni adaptado a lo
material como sucedió en el proceso Marx /
Hegel.
1) Sartre: "Hay dos sentidos de la palabra
subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos.
Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del
sujeto individual por sí mismo [individualismo
burgués], y por otra, imposibilidad del hombre de
sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el
sentido profundo del existencialismo."
2) crítica marxista: "el subjetivismo del
existencialismo es incapaz de experimentar solidaridad con
todos los que no sean yo mismo"
1) Es la apreciación filosófica de la
condición humana. Es la primera verdad que el hombre
debe saber, para hacerse consciente de su propia
condición y que no actúe de mala fe, es
decir, con verdades artificiales que metafísicamente lo
predeterminen. Esta verdad es filosóficamente
irrefutable, absoluta e irrebatible. No se puede volver a
Platón
ni a Descartes ni a nadie que hable de la búsqueda de la
Verdad después del existencialismo y sus
antecesores.
2) Es una errónea reinterpretación
marxista de la teoría existencialista, que donde observa
alguna categoría o palabra sospechosa como "el yo
individual", dispara el casquete crítico que tiene para
ella, desfigurando la finalidad de la teoría
criticada.
Por otra parte, Sartre salta más allá del
propio hábitat
de su teoría y responde a la crítica marxista en
los propios dominios de aquélla sobre este respecto:
"el Hombre es un proyecto que se
vive subjetivamente: eso hace que el hombre sea siempre
responsable de su propia subjetividad. El primer paso del
existencialismo es poner a todo hombre en posesión activa
de lo que es, asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Así
que el hombre elige para sí lo que será o elige su
realidad. Pero, al elegir para sí mismo, de algún
modo elige para todos los hombres, porque al crear al hombre que
queremos ser, creamos al mismo tiempo una imagen del hombre
tal como consideramos que debe ser. Elegir esto o aquello, al
mismo tiempo es afirmar el valor de lo
que elegimos, porque nunca podemos elegir mal
deliberadamente." Aquí, Sartre responde quizás
por primera vez en el mismo terreno que su crítica
partiendo de que niega el quietismo burgués por un lado, y
por otro la carencia de solidaridad del subjetivismo sartreano.
Respecto de lo primero, queda explicitado (aunque luego el propio
Sartre lo haga con más ahínco en el mismo texto) el
carácter esencialmente anti-quietista que
se le critica: al no existir una esencia que preceda a la
existencia, no se puede pensar al ser humano fuera de sus
acciones, ya
que son sus elecciones, sus acciones, las que lo construyen y
definen. Más adelante, el peso de su respuesta se refuerza
con la categoría kierkegaardiana de angustia: la angustia
del hombre proviene precisamente de la decisión, porque
elegir es descartar y matar todo lo no elegido.
¿Cómo pensar en quietismo, si la base del
existencialismo sartreano está casi en lo
fenomenológico, en aquello que se construye
permanentemente? Respecto a lo segundo, la carencia de la
solidaridad con todo aquel que no sea el yo de que se acusa al
existencialismo sartreano, es también respondido en el
fragmento citado en la definición más contundente
de compromiso que ha tenido el existencialismo "primero", es
decir, el "puro", el fiel a sus principios
iniciales: el compromiso del hombre, lejos de ser gratuito,
pasivo o carente de solidaridad, debe ser pensado en los
términos genéricos con los que fue formulado, es
decir, en los términos filosóficos en los que
Sartre los ubica, y no en otros términos, no en
términos políticos a los que Sartre aún no
ha llegado de lleno ni llegará (al menos con el
existencialismo): todo aquel que alcanza el estadio
filosófico que le permite descubrir que la existencia
precede a la esencia y que por tanto el hombre no es más
que lo que él proyecta para sí mismo, adopta la
más absoluta conciencia de libertad que se puede adoptar,
porque se despoja de los hilos con que lo manejaba este o
aquél marionetista (dogma, esencia). Cuando el hombre se
ve a sí mismo libre en términos absolutos y
filosóficamente irrefutables, es decir realmente
libre, no es el caos moral lo que
sigue; no es, en fin, la falta de solidaridad y el descompromiso
a lo que lo lleva: es la conciencia de que el hombre no puede
querer otra cosa que su bien, y al intentar encontrarlo, intenta
de algún modo encontrar el bien de la humanidad entera,
porque al definir su modelo del
bien está definiendo a la vez lo que cree que es el modelo
universal del bien, y eso es exactamente lo opuesto de lo que se
le acusa.
El existencialista, así, está definiendo
al hombre exactamente a través de su compromiso con el
mundo. El existencialismo sugiere, coherentemente con sus
principios filosóficos, que el hombre no tenga compromisos
falsos, que no actúe de mala fe. Para ello, debe
partir de verdades absolutas. A lo largo de la historia de la humanidad,
esas verdades a las que se adoptó como absolutas: el
cristianismo y
las demás religiones, la razón o la ciencia,
fueron removidas y puestas en cuestión tal y como se
continúa haciendo. La muerte de la verdad absoluta, como
ya lo venían advirtiendo explícitamente Nietzsche,
Weber y muchos
otros pensadores contemporáneos, es el distintivo de la
modernidad
desencantada. La filosofía, como tal, ha perdido
indiscutiblemente su lugar como núcleo de
teorización sobre la verdad y las preguntas
incontestables. Cedió su lugar a las disciplinas como la
epistemología, la antropología filosófica, la
filosofía antropológica, la psicología, la
sociología y muchísimas otras. La
filosofía pura murió quizá con Comte o
Hegel. Pero en definitiva, murió a manos del proceder y
método
científico, pues… ¿cómo van a
poder competir
metodológicamente sin desigualdad la filosofía y
los métodos
científicos? ¿No es acaso una verdad evidente decir
que ahora Platón debería figurar en la
sección Ficción de la librería?
La única manera de hacer que la obsoleta
filosofía vuelva a encarnarse, era mediante la misión
inaccesible de encontrar de una vez una verdad absoluta que sirva
de base a toda una teorización respetable frente a la
soberbia estructura
científica. Esa misión, irrisoria, imposible y
descartada, la trajo Sartre: la existencia precede a la esencia,
el ser humano será incapaz de encontrarse con su verdad, y
esta es la verdad absoluta que toda la historia de la
filosofía jamás ha podido encontrar. Sartre
regresa desde la filosofía, cuando Hegel, Hobbes, Locke,
ya habían cerrado el sistema
histórico filosófico, cuando el mundo actual fue
traducido por ellos mediante Smith, Marx y Engels y
Bacunín. Sartre regresa desde la filosofía cuando
la humanidad entera ya está impregnada de
metodologías que no responden a la filosófica.
Sartre viene a golpear desesperado el pórtico de los
filósofos, que prometieron la Verdad y no
la trajeron, y encuentra cerradas las puertas, selladas
infranqueablemente. Sartre se cansó de golpear ese
pórtico, y encontró abierto el del pensamiento
sociológico, político y terrenal, no
genérico: el existencialismo, la última y la
única filosofía que había venido con la
verdad absoluta entre sus vestimentas… llegó tarde.
¿Por qué no fue más que una corriente
simpática y deslumbrante, pero archivada? Porque en el
campo de las disciplinas terrenales, no halló quien se
preocupara por bajarla a la tierra de
lo sociológico y lo político, como si con Hegel,
Marx hubiera aprovechado la última chance.
En Sartre hay tierra
virgen.
APARTADO
SEGUNDO: SARTRE SEGUNDO
En Sartre hay tierra virgen. Pero no será el
propio Sartre quien caminará por ella. Sartre
abandonó su propia teoría. Como él mismo lo
señala en las entrevistas
publicadas bajo el nombre de Sobre mí mismo, Sartre por
Sartre, etc., y como nosotros mismos lo hemos señalado en
el apartado SARTRE y en el apartado primero, el cambio radical
existencialista se debe fundamentalmente a dos causas que
probablemente sean una sola: las condiciones materiales de la
década del 40 y a la relación de Sartre con el
marxismo (v. Apartado Sartre). Él mismo es quien lo dice,
en épocas posteriores al trabajo sobre el que nos apoyamos
en el apartado primero:
"¿cómo ve usted la relación
entre sus primeros escritos filosóficos, en particular "el
ser y la nada", y su trabajo teórico actual, digamos
después de la "Crítica de la razón
dialéctica"?
Jean-Paul Sartre: el problema fundamental es el de mi
relación con el marxismo. Quisiera explicar, por mi
biografía,
ciertos aspectos de mis primeros trabajos, pues eso puede ayudar
a comprender por qué he cambiado tan radicalmente de punto
de vista después de la Segunda Guerra
Mundial." (Sartre por Sartre, 75). Este punto es
completamente clave para los arriesgados propósitos de
este trabajo: Sartre admite, en el texto citado a
continuación, su incapacidad para elegir continuar
con su visión primera debido a que las fuerzas sociales y
las condiciones imperantes en aquella época fueron
más fuertes que él; al reconocer esto, Sartre
empieza a incluir en su pensamiento la existencia de fuerzas
sociales que hacen que el tema existencialista de la "absoluta
libertad individual" se vea presionada por las condiciones
materiales, por las estructuras y
las superestructuras, en términos marxistas. De este modo
es como su pensamiento en el que el hombre es incondicionalmente
libre se ve intervenido por los condicionamientos sociales.
Sartre opta ahora por pensar al hombre en una dialéctica
entre su propia libertad y la influencia social: el hombre es
libre, pero está condicionado. Este es el instante exacto
en el que Marx entra en su teoría: está, como
decíamos, condicionado… por cada momento
histórico (materialismo
histórico), por las características del vivir
en sociedad
(estructura, superestructura, condiciones materiales) y por las
relaciones de poder (opresores-oprimidos): "podría
decir, recurriendo a una fórmula simple, que la vida me ha
enseñado la "fuerza de las
cosas". De hecho, hubiera debido comenzar a descubrir esa fuerza
de las cosas desde El ser y la Nada porque en esa época ya
me habían hecho soldado, cuando yo no quería serlo.
Había hecho entonces la experiencia de algo que no era mi
libertad, y que me gobernaba desde afuera. Incluso se me
había hecho prisionero, suerte de la cual sin embargo no
intenté escapar. De este modo comenzaba a descubrir la
realidad de la situación del hombre entre las cosas, que
he llamado "el ser en el mundo".
Y después, poco a poco, me di cuenta de que el
mundo era más complicado que eso.(Sartre por Sartre,
75)" "Entrevistadora: ¿[la literatura es] un
espejo?
Sartre: Un espejo crítico. Mostrar, demostrar,
representar. Eso es el compromiso. (Sobre mí mismo,
20)" Aquí, nos tenemos que despedir del existencialismo
más prolífero.
Sartre comienza a flaquear: la libertad suya fue puesta
a prueba en sus vivencias personales. Explica cómo su
libertad concreta le fue robada en la ocupación alemana y,
debido a vivencias de este tipo, extrae la conclusión de
que el hombre no es en realidad absolutamente libre como el
existencialismo lo pensaba, sino que existen circunstancias y
fuerzas sociales que lo condicionan. Eso es algo de lo que el
marxismo ya había hablado, y entonces se fusiona con el
marxismo y suicida al existencialismo.
Esto es lo que los teóricos deben atender: Sartre
sufre en su ser propio experiencias concretas, materiales, de
falta de libertad; pero el existencialismo, todavía, no ha
desarrollado ninguna línea teórica que le pueda
hacer creer a Sartre que realmente "el mundo era más
complicado que eso [la libertad incondicional del ser]", porque
la teoría del propio Sartre, como él mismo lo
aclara en su "primera" etapa, estaba planteada en lo
genérico, en el Ser, en la condición humana
filosófica. Sartre, a raíz de los despóticos
reclamos del marxismo fascista, y sumando las circunstancias que
tuvo que experimentar, cedió débilmente a admitir
que "el mundo era más complicado que eso" cuando
todavía el existencialismo no se ha sociologizado o
politizado! Lo cual le ha impedido ver que, aún preso,
aún impedido sociológicamente de su
libertad, ese hombre debió haber seguido siendo
interiormente, filosóficamente libre! Porque es esa
la libertad que plantea el existencialismo de El Ser y la Nada y
no otra, es esa la libertad que se intenta demostrar en El
Existencialismo es un Humanismo y no otra: la libertad interior
del ser, que descubre que "la existencia precede a la esencia" y
entonces se libra de las culpas estúpidas y de las
religiones y de los dogmas y de la tradición cultural
humana! Sartre debió haber sido lo suficientemente
lúcido como para saber diferenciar la posición de
las críticas que recibió, y mucho más,
debió haber sido mínimamente lúcido como
para no trasladar él mismo su teoría a territorios
políticos de otra teoría. Los marxistas lo han
tentado todo el tiempo y lo han presionado permanentemente con
que politice, "baje" lo genérico del existencialismo, y
éste lo ha hecho, ha apurado él mismo el desenlace
de su teoría y por tanto lo ha hecho mal, porque, en sus
propios términos, al sostener primero que el hombre debe
saber que "la existencia precede a la esencia" para saberse libre
y sin culpa ni angustia kierkegaardiana, (v. El existencialismo
es un humanismo, primeras páginas), y después que
el compromiso del hombre no es ser consciente de su libertad sino
ser un espejo crítico de la realidad, al estilo marxista,
ha actuado de mala fe él mismo, abandonando
incongruentemente la cuestiones filosóficas y
volviéndose terrenal de repente, inconsistentemente. He
aquí por qué la teoría del compromiso
sartreana y su evolución es clave para comprender la
debilitación gradual del existencialismo: en ella, Sartre
demuestra cómo es él mismo el que desvirtúa
y saca de su hábitat a su propia teoría, eligiendo
un compromiso marxista en lugar del existencialismo, cuando en
realidad, si viéramos el compromiso marxista desde el
existencialismo primero (genuino), no veríamos otra cosa
que una planificación humana organizativa y
política excelentes, pero asida a un materialismo
histórico que tiene mucha menor consistencia de Verdad que
el asidero absolutamente irrefutable del existencialismo. Sartre,
y esto no se observa claramente sino en sus distintas teorías
del compromiso, compra las herramientas
políticas marxistas cuando las cepas del existencialismo
seguían llenas y vírgenes! El marxismo
buscará el bien común y la igualdad de
clases (o su eliminación, lo cual es lo mismo) sin
justificar filosóficamente por qué esa igualdad
existe; el marxismo extrae de Hegel herramientas
filosóficas avanzadas pero agotadas, mientras que la
filosofía sartreana tiene un argumento irrebatible,
filosófico que demuestra consistentemente que la igualdad
del hombre no debe ser buscada "porque sí, porque debemos
convivir en sociedad", sino que los hombres, todos, somos
filosóficamente iguales ante nuestra incapacidad de
conocer la Verdad. Esto es a-epocal y por lo tanto absoluto, pero
además real y por primera vez en la Historia de la
filosofía, irrefutable. La esencia humana única es,
precisamente, la conciencia de carecer de esencia a
priori. Pero esto fue solo un ejemplo de la consistencia
filosófica existencialista que nunca debió agotarse
en una mímesis marxista, como lo eligió
Sartre.
1. El Sartre primero es filósofo existencialista:
su compromiso era, principalmente, revolucionar el universo
filosófico mediante la verdad absoluta "la existencia
precede a la esencia". Ese era un compromiso individual, una
cuestión que el hombre resuelve consigo mismo, una
liberación incomparable, y a la vez, la única gran
responsabilidad y posibilidad por la cual no actuar de mala fe:
ser consciente de que nada decide por nosotros, sino que somos
nosotros mismos los que nos hacemos.
2. El Sartre segundo, tambaleante y presionado, tuvo que
volverse marxista por debilidad, del mismo modo que si en lugar
del marxismo el movimiento
oficial opositor a la ultraderecha hubiese sido el anarquismo, se
habría vuelto hacia él. Sintió culpa,
angustia, esa misma angustia que cita de Kierkegaard al elegir, y
se arrepintió de su elección y de su teoría,
y fue absorbido por una "esencia artificial de mala fe", una
especie de dogma marxista que no es liberador, pero que en
épocas de ultraderecha parecía
liberador.
Es penoso, entonces, ver la desaparición y la
incompletud de un movimiento que nadie ha continuado, porque
difícilmente hayan reparado en los frutos que esta
corriente habría dado si hubiera descendido al territorio
sociológico o político de manera natural y no
marxista. Giordano Bruno ha sido aprisionado en las llamas de la
Inquisición a causa de la fortaleza y lucidez de su
convicción revolucionaria, a raíz de su
persistencia irritante para el Santo Oficio. Sartre, frente a las
llamas de la Inquisición de los hombres extremistas de
aquellas épocas extremistas de donde nada podía
resultar bien, se retractó de su teoría y se
acomodó en los brazos del opositor. Y nadie se ha
percatado de esto.
Porque nadie, después de Sartre, ha vuelto a
pensar en términos filosóficos, justamente cuando
comenzamos a descubrir que el ser humano debe, antes de elaborar
fallidas estructuras políticas orientadas al bien
común, resolver filosóficamente su situación
en el mundo. El problema del hombre radica en la
irresolución de su propia existencia y no en otro lado.
Cuando la resuelva, podrá vivir en cualquier sistema
económico. Justamente cuando el Existencialismo resuelve
aquello, se retira de su hallazgo en nombre de un simple plan
económico sostenido en un bloque filosófico por
muchos lugares obsoleto.
Sartre descendió a una teoría que su
existencialismo había superado desde sus fundamentos
filosóficos, por eso el existencialismo culminó
pareciéndose a una serie de hermosos libros muy
retóricos pero con escaso sentido, y seguirá
pareciendo eso mientras el ser humano crea que son las
estructuras políticas las que lo van a salvar, cuando en
realidad es su bienestar filosófico el que hará que
viva en armonía y en solidaridad con los otros
hombres.
¿O acaso es mentira que la raíz de los
conflictos humanos es filosófica y religiosa antes que
política? El hombre no da de comer al que no siente su
igual o al que no compense aquello dándole algo a cambio;
el hombre no es solidario con aquél al que no siente como
su igual (filosóficamente, existencialmente); por eso las
relaciones de necesidad no-afectivas empiezan, es ese el origen
de las relaciones artificiales entre los hombres; el hombre,
cuando sí siente al otro como su igual, no necesita
relaciones de necesidad ni de poder porque todo eso se ha perdido
en este estadio del pensamiento, no se los necesita.
Filosofía absoluta y real debe producir ética
absoluta y real, no convencional. Esto, aunque suene a dogma, y
aunque todo este trabajo parezca escrito por un lobotomizado
existencialista, no es tal cosa: lo primero que ha impulsado a
escribir de esta manera es la convicción de que los
elementos básicos de la filosofía existencialista
son auténticamente absolutos, más que
ningún otro principio filosófico del origen del
hombre que se haya escrito; la otra razón por la cual
demuestro convicción aparentemente enceguecida, es la
actualidad, que no hace otra cosa que demostrar en cada
manifestación cotidiana del hombre, que no serán
las cuestiones organizativas y convencionales las que lo lleven a
un orden genuino, sino que será la resolución de su
búsqueda interior la que lo hará tener, por primera
vez en su historia, una naturaleza explicada verdaderamente a
priori. La religión, que no es sino un paliativo de la
incerteza existencial, y toda la antología moral (y la
muerte) que de ella se desprende, sería innecesaria; la
política, basada en éticas de justicia
también convencionales y sin un asidero sólido,
también sería reemplazada.
No ignoro que esto sea una utopía.
Pero la pregunta sobre qué va a ser del hombre
contemporáneo y futuro, la pregunta sobre dónde
debe aferrarse el hombre actual, carente de un Dios y de una
ética y con un arsenal de tecnología corrosiva
en sus manos, que sin filosofía y ética será
la destrucción, la pregunta de qué sistema
político salvará al ser humano de su propia
ineptitud, tiene un inicio de respuesta en la inacabada
filosofía existencialista. El compromiso es seguir esta
línea. Esto será el tema de lo futuro, al menos
entre las páginas que pueda yo escribir.
- Apuntes y apreciaciones extraidas a lo largo de la
cátedra. - Barylko, Jaime: La Filosofía, una
invitación a pensar – Grupo
Planeta, 1997 – 2000. - Ferrater-Mora, José: Diccionario de
Filosofía Abreviado – Editorial Sudamericana,
Vigesimo tercera edición marzo de 2000. - Sartre, Jean-Paul, (entrevista):
El escritor y su lenguaje, - Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Los Escritores en
persona, - Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Sobre mi
mismo, revue d’esthétique, julio-diciembre
1965. Texto recogido y transcripto por Pierre
Verstraeten. - Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Sartre por
Sartre: new Left, reproducido por Le nouvel observateur, 26
de enero de 1970 - Sartre, Jean-Paul: El Existencialismo es un
Humanismo – Ediciones Huoscos
Fernando Tazo