Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El suicidio marxista del existencialismo en Sartre



     

    INTRODUCCIÓN

    Este trabajo
    monográfico-ensayístico es tan sólo el
    intento de bosquejo de un tema que podría llevar una
    extensión de tesis. Su
    propósito es arriesgado y su tema muy extraño.
    Sospecho que, quizás, la brevedad a la que me obliga la
    monografía vuelva vano esta especie de
    resumen, y sospecho, también, que la rapidez con la que
    debo elaborar conceptos que son en realidad muy poco
    "rápidos" transforme una teoría
    que a mi apreciación es aceptable en un palabrerío
    caprichoso y arbitrario. De todas maneras, acepto el peligro
    arriesgándome a que podré filtrar aquí
    algunos aspectos de importancia con exactitud.

    Como se verá en las páginas siguientes, la
    forma de trabajar el pensamiento
    sartreano será a partir de la lectura de
    algunos textos de las distintas épocas de su evolución existencialista. Se
    citarán fragmentos únicamente cuando sean vitales
    para la comprensión de los conceptos a verter.

    La hipótesis que se plantea en la monografía
    reza sobre un existencialismo que se desplaza hacia el marxismo a tal
    punto, que allí mismo debemos dejar de llamarlo
    existencialismo.

    Una hipótesis de estas características
    sólo puede insinuarse cuando existen conceptos radicales
    que quiebren el objetivo o la
    idea elemental de la teoría a analizar. Esto he
    interpretado en la lectura que
    hice sobre Sartre y el
    Existencialismo: la ruptura de las categorías elementales
    de esta filosofía: las categorías precisamente
    filosóficas, en nombre de un "compromiso" político
    que alteró sus bases y las desarmó
    completamente.

    No obstante, elaborar una investigación o teoría que sostenga
    esta simpleza sería de un resultado completamente
    improductivo; lo que se insinúa, en realidad, es el
    impacto de lo que se desprende de esta apreciación:
    la revolución filosófica que se
    produciría en el hombre al
    captar la realidad existencialista, y, a partir de allí,
    imaginar en qué medida una filosofía del absoluto
    verdadero como ésta podría reacomodar
    definitivamente las aporías de la racionalidad, con
    resultados de todo tipo: políticos, religiosos y
    filosóficos.

    ¿Pero acaso el hombre no vio
    ya la realidad existencialista, y sin embargo no modificó
    radicalmente, como se sostiene arriba, su pensamiento? El hombre
    no vio más que un existencialismo contradictorio, porque
    el existencialismo no se inclinó hacia su propio desarrollo,
    sino a las exigencias del marxismo. El existencialismo aún
    no se ha desarrollado por completo, aún no ha sido
    apreciado fuera de su giro trágico, literario,
    filosófico. Aún no se ha apreciado la arista
    verdaderamente revolucionaria del exitencialismo. Esto es lo que
    se insinúa en la monografía. Desarrollar todo el
    pensamiento y formular correctamente la teoría
    llevaría una extensión incalculable. Por eso, esta
    monografía es quizás una primera parte, insinuativa
    antes que concreta, de un proceso de
    investigación que, correctamente desarrollado,
    debería ser contundente.

     

    SARTRE

    El existencialismo sartreano pasa, al menos, por dos
    etapas bien diferenciadas y reconocibles. Para quien ha
    atravesado con cierta atención el recorrido teórico del
    último gran filósofo, no resulta imperceptible
    descubrir que Sartre no sólo no es el mismo pensador en El
    existencialismo es un humanismo que
    en el desarrollo de sus trabajos biográficos
    analíticos últimos, sino que, además, es
    claro que etapa inicial y etapa final de su trabajo entran en una
    oposición casi inconciliable.

    ¿Qué es aquello que influye o complementa
    substancialmente al existencialismo?Dos circunstancias, que
    quizá sean una sola: la segunda guerra mundial y
    el descubrimiento de Sartre del marxismo. Así, el puro y
    humanista existencialismo filosófico es sacudido por los
    torbellinos superestructurales de la década del 40. Las
    exigencias políticas
    con que el marxismo criticaba al existencialismo descomprometido
    (para el marxismo) habían sido respondidas por Sartre en
    El Existencialismo es un Humanismo. Pero, con todo, las
    circunstancias históricas, la toma de París por
    parte de Hitler y la
    exigencia urgente, violenta y terminante de compromiso
    político a todo hombre y en especial a los pensadores,
    provocaron en Sartre el primer fracaso rotundo de su
    existencialismo subjetivista y libre: Sartre mismo, en esas
    condiciones históricas, no fue capaz de elegir de buena
    fe
    , y prácticamente abandonó la naturaleza del
    existencialismo para intentar, con fallas en el montaje, una
    fusión
    con el marxismo. El resultado ha sido un intento imposible por
    fusionar humanismo, es decir filosofía, con política, porque las
    categorías sartreanas no estuvieron nunca pensadas en un
    sentido político, porque el existencialismo siempre fue
    mucho más allá de la política, y, desde
    Nietzsche,
    más allá del bien y del mal.

    En este trabajo se intentará demostrar la
    colisión teórica de la que Sartre no pudo escapar
    sino despojándose del existencialismo y yendo hacia el
    refugio nunca bien ponderado que la humanidad ha instalado en el
    casillero de lo que es más humano: el marxismo. El
    punto de quiebre de la filosofía existencialista se halla
    en la categoría sartreana del compromiso. En base a
    la evolución de su conceptualización de compromiso,
    podremos ver bien de frente muchas cosas: la incapacidad de
    Sartre para sostener su propia teoría, la derrota del
    existencialismo a manos del marxismo y de las circunstancias
    bélicas (que de algún modo transformó, en
    cuanto a las totales exigencias de compromiso político, a
    todos en "marxistas actitudinales"), y la melancólica
    muerte de la
    teoría que resultaba, si era desarrollada
    filosóficamente hasta sus límites,
    el fin de la filosofía y el único pensamiento que
    se ha despojado de religiones y fundamentos de
    vida artificiales en nombre del hallazgo de la única
    verdad absoluta y seriamente irrefutable: la Verdad está
    fuera del alcance del humano. ¿Por qué, entonces,
    el existencialismo, si fue verdaderamente una filosofía
    absolutamente revolucionaria y desde la que no se puede regresar
    prácticamente a ningún texto
    filosófico anterior, ha pasado a ser considerada entre
    aquellas corrientes que no pudieron sostenerse por sí
    solas a raíz de la dimensión de sus puntos
    débiles? Esa pregunta intentaremos seguirla a lo largo de
    esta monografía.

     

    APARTADO
    PRIMERO: SARTRE PRIMERO

    Jaime Barylko, en su libro La
    Filosofía, introduce a Sartre como un notable prosista,
    escritor cartesianamente claro, poético a veces, intenso y
    conmovedor. Humano, en fin.
    Barylko está pensando,
    seguramente, en el Sartre primero, el original, el de El
    Existencialismo es un humanismo, por ejemplo.

    ¿Por qué diferenciar entre primer y
    segundo Sartre? La respuesta a esta pregunta es clave, y no debe
    ser olvidada en todo este trabajo: porque el primero es
    filósofo y el segundo es político. El
    existencialismo, tal como lo pensaba Sartre, tiene lugar en el
    plano filosófico, aquel que desde Platón
    no ha podido acceder a la Verdad suprema, absoluta, aquel que
    después ha buscado, como Descartes, un
    método
    para hallar el camino de la verdad; aquel que en el Iluminismo
    sugiere que la verdad sólo se hallará sin dogmas
    (pese a que impone el dogma iluminista); aquel, en fin, que con
    el nihilismo y
    Nietzsche blasfema la muerte de
    Dios y, a través de él, de la verdad. Sartre es
    quizás el primer filósofo que está
    nítidamente al final de ese extenso camino. Él fue
    quien observó la piedra angular de la problemática
    filosófica y la desarrolló desde una
    ubicación absolutamente virgen, si bien sugerida, y
    precisa: nuestra búsqueda filosófica eterna por la
    Verdad no tiene sentido: la Verdad está fuera de nuestro
    alcance, y es esta, precisamente, la Verdad absoluta. Este es el
    asidero irrefutable que la filosofía no había
    encontrado jamás, porque jugó siempre del otro lado
    de esta premisa. Incluso el nihilismo, que alcanzaba a vislumbrar
    esto, perdió el tiempo en
    melancólica fatalidad quietista, creyendo que desde esta
    noción era imposible construir algo.

    Sin embargo, Sartre fue capaz de ver, a través de
    esta conciencia ("la
    existencia precede a la esencia"), que a su vez los
    obstáculos más infranqueables de la
    filosofía no le presentaban dificultad alguna:
    Halló una Verdad Absoluta a la cual asirse, desde la cual
    partir hacia una teorización que sea también
    absoluta, lo que era, antes de Sartre, un conjunto de variables
    distintas de la misma ingenuidad; a partir de esto, se desprende
    otra verdad absoluta: el hombre, ante la situación
    angustiante de desconocer las causas de su existencia en el
    mundo, fabrica verdades provisorias, que aplaquen la realidad del
    sinsentido de la vida. Así, el hombre busca
    desesperadamente ocultar que no existe ningún para
    qué, ni dioses que estén detrás de los actos
    del ser. El hombre, hasta Sartre, busca no ser tan libre, porque
    su libertad real
    es sinónimo de sinsentido; si es infinitamente libre, es
    porque sencillamente nada le impide no serlo, es decir que es
    libre ante la nada; si no es libre, es porque se ha buscado un
    asidero artificial y por tanto está actuando de mala
    fe
    . Sartre introduce la conciencia de la libertad absoluta en
    el ser humano. En esta libertad, que se halla sin dudas mucho
    más allá de las culturas y fuerzas sociales,
    más allá de la política y de las religiones, el
    hombre debe comprometerse. El compromiso es con la libertad,
    porque cada acción
    que salga de esta libertad será una acción que
    denote la conciencia de lo único absoluto a que puede
    aferrarse un hombre sin actuar de mala fe: la conciencia de que
    primero existimos, y luego pensamos: sum, ergo
    cogito
    .

    En El existencialismo es un humanismo, Sartre responde
    las críticas que se le formulan, y esta es quizá la
    primera evidencia notoria de la incompatibilidad de las
    categorías entre crítica
    y respuesta; las respuestas que Sartre da desde el
    existencialismo son respuestas filosóficas a planteos
    políticos. Que filosofía y política no sean
    compatibles sería justificativo suficiente como para
    confeccionar una extensa tesis. Adelantándola, he
    aquí uno de los ejemplos más rotundos:

    En este texto, Sartre se ocupa en recoger las
    críticas al existencialismo: los primeros rótulos
    son los de tener una naturaleza nihilista y contemplativa, puesto
    que si "la vida, a priori, no tiene sentido" y si "la existencia
    precede a la esencia", el hombre no tiene nada más que
    hacer sino contemplar esta encandilante verdad como la premisa
    más frustrante y angustiosa de todas, y resignarse a la
    nada. Esto, por otra parte, es traducido en términos
    marxistas como una mera concepción burguesa, pasiva,
    alejada de la realidad de las clases
    sociales más bajas, que antes de "contemplar" primero
    deben, por ejemplo, preocuparse por "sobrevivir".

    He aquí la primera gran incompatibilidad entre la
    filosofía existencialista y la política marxista:
    la crítica apunta a desenmascarar al existencialismo y
    hallar debajo a un burgués contemplador que por otra parte
    no pensaba por aquellos tiempos en nada de eso, mientras que, por
    (muy) otro lado, la teoría filosófica sartreana
    busca la resolución de los conflictos
    racionales y filosóficos del ser humano.
    ¿Qué tiene una cosa que ver con la otra?

    Sartre observa del otro lado del juego y
    recurre a la filosofía, la abandonada filosofía
    tradicional, para encontrar el bien común a través
    de cada bienestar filosófico individual, mientras que
    todos juegan desde la teoría política y heredada de
    la filosófica, que ya en estos tiempos ha sido dejada de
    lado en su sentido más puro de "amor al saber,
    a la verdad" (sobre esto se hablará en el cierre del
    apartado). Sartre, que no la deja de lado, estaba intentando,
    quizás sin saberlo, empezar el mismo camino que en otro
    tiempo empezó Hegel y dio en el
    marxismo: ir desde la filosofía, desde lo abstracto y lo
    genérico, hacia la construcción de una política, una
    praxis que
    materialice aquello que era genérico y abstracto. El
    proceso que Marx y Engels
    pudieron desarrollar sobre la filosofía hegeliana (de la
    filosofía a la política), se ve, en el
    existencialismo, asfixiado por los propios marxistas, que impiden
    el crecimiento del existencialismo y le obstaculizan el camino
    con críticas marxistas de características
    sideralmente incompatibles con su objeto a criticar. Pues,
    hablando seriamente: ¿cuán estrecha puede ser, por
    mucho que nos esforcemos, la relación entre la
    categoría política marxista de "burgués
    contemplador" y el descubrimiento filosófico sartreano de
    que "la existencia precede a la esencia, y por tanto el destino
    del hombre está sólo en sus propias
    manos"?

    He aquí el primer error fatal que ha hecho que el
    existencialismo se viera como una teoría turbia, con falta
    de "profundidad" como se la ha criticado, y teóricamente
    difuso: que Sartre, más adelante, se haya dejado llevar,
    habiendo, en sus propios términos, podido elegir lo
    contrario, por un camino marxista que torció la dirección evolutiva del existencialismo y
    que la transformó en algo que no terminó siendo
    bien ni una cosa ni la otra. El existencialismo, en su primer
    estadio (que, por otra parte, como existencialismo nunca pudo
    avanzar de un primer estadio ya que cedió
    débilmente al marxismo), no es en modo alguno una
    teoría pensada a priori en términos
    políticos, del mismo modo que el idealismo
    hegeliano tampoco lo era: es una postura frente a la vida. El
    existencialismo no se ha politizado jamás en
    términos existencialistas como debió haber sido,
    sino que lo hizo en términos marxistas; el marxismo
    absorbió al existencialismo, a raíz de la propia
    debilidad de Sartre y del despotismo teórico de la
    crítica marxista de aquella década de ultraderechas
    sanguinarias que, en parte, lo justificaban.

    En El Existencialismo es un humanismo, refuerza
    aún más lo mencionado otro punto que desde el
    marxismo transforma al existencialismo en una teoría
    individualista, por un lado, e ingenua por el otro: Sartre
    señala entre las críticas más frecuentes la
    que se empeña en apuntar que el existencialismo
    sólo habla del yo en soledad, sin interferencia ni
    condicionamiento de las fuerzas sociales o, en términos
    marxistas quizá, sin tener en cuenta la superestructura o
    las condiciones materiales que
    influyen sobre ese yo y que hacen que pensarlo en soledad sea
    imposible o carente de solidaridad
    social. A esto, Sartre responde, nuevamente con categorías
    filosóficas, una crítica política marxista
    de "incapacidad de volver a la solidaridad con los hombres que
    están fuera del yo". La diferencia de discursos es
    aquí tan evidente como en el ejemplo anterior: mientras
    que el marxismo está empeñado en criticar desde el
    marxismo, es decir, desde un complejo teórico que maneja
    un sinnúmero de categorías aplicables a lo
    político-social, Sartre no hace otra cosa que defenderse
    de estas críticas con sus categorías
    filosófico-psicológicas sobre el ser humano, en
    donde resulta coherente ayudar a los críticos marxistas y
    avisarles que aquella premisa absoluta de que "la existencia
    precede a la esencia", con todo lo que aquello acarrea y
    revoluciona, está basada estrictamente, inamoviblemente,
    en la condición genérica del ser humano, en su
    raíz. Si la esencia del hombre no es más que sus
    actos y no precede al hombre sino que es éste quien la
    construye, … ¿en qué momento puede ser
    coherente la crítica sociológica del marxismo que
    apunta nuevamente, como en el ejemplo anterior, a un estadio en
    el que el existencialismo aún no se ha mezclado? La
    angustia filosófica, la desesperación individual y
    genérica, y por tanto universal del hombre por no saber
    cuál es la causa de su existencia, es éste el
    ámbito en el que es compatible criticar al
    existencialismo: el ámbito filosófico,
    psicológico si se quiere, en tanto la inaccesibilidad a la
    verdad produce patologías en el hombre tales como la
    creación de verdades neuróticamente artificiales
    como la religión y demás fundamentos de
    vida. Pero resulta de una debilidad teórico-crítica
    atípica en la habitual lucidez de los marxistas apuntalar
    de burgués a un estadio filosófico genérico,
    que todavía no se ha desarrollado ni adaptado a lo
    material como sucedió en el proceso Marx /
    Hegel.

     

    EL
    ABSURDO

    1) Sartre: "Hay dos sentidos de la palabra
    subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos.
    Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del
    sujeto individual por sí mismo
    [individualismo
    burgués], y por otra, imposibilidad del hombre de
    sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el
    sentido profundo del existencialismo
    ."

    2) crítica marxista: "el subjetivismo del
    existencialismo es incapaz de experimentar solidaridad con
    todos los que no sean yo mismo
    "

    1) Es la apreciación filosófica de la
    condición humana. Es la primera verdad que el hombre
    debe saber, para hacerse consciente de su propia
    condición y que no actúe de mala fe, es
    decir, con verdades artificiales que metafísicamente lo
    predeterminen. Esta verdad es filosóficamente
    irrefutable, absoluta e irrebatible. No se puede volver a
    Platón
    ni a Descartes ni a nadie que hable de la búsqueda de la
    Verdad después del existencialismo y sus
    antecesores.

    2) Es una errónea reinterpretación
    marxista de la teoría existencialista, que donde observa
    alguna categoría o palabra sospechosa como "el yo
    individual", dispara el casquete crítico que tiene para
    ella, desfigurando la finalidad de la teoría
    criticada.

     

    Por otra parte, Sartre salta más allá del
    propio hábitat
    de su teoría y responde a la crítica marxista en
    los propios dominios de aquélla sobre este respecto:
    "el Hombre es un proyecto que se
    vive subjetivamente: eso hace que el hombre sea siempre
    responsable de su propia subjetividad. El primer paso del
    existencialismo es poner a todo hombre en posesión activa
    de lo que es, asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Así
    que el hombre elige para sí lo que será o elige su
    realidad. Pero, al elegir para sí mismo, de algún
    modo elige para todos los hombres, porque al crear al hombre que
    queremos ser, creamos al mismo tiempo una imagen del hombre
    tal como consideramos que debe ser. Elegir esto o aquello, al
    mismo tiempo es afirmar el valor de lo
    que elegimos, porque nunca podemos elegir mal
    deliberadamente
    ." Aquí, Sartre responde quizás
    por primera vez en el mismo terreno que su crítica
    partiendo de que niega el quietismo burgués por un lado, y
    por otro la carencia de solidaridad del subjetivismo sartreano.
    Respecto de lo primero, queda explicitado (aunque luego el propio
    Sartre lo haga con más ahínco en el mismo texto) el
    carácter esencialmente anti-quietista que
    se le critica: al no existir una esencia que preceda a la
    existencia, no se puede pensar al ser humano fuera de sus
    acciones, ya
    que son sus elecciones, sus acciones, las que lo construyen y
    definen. Más adelante, el peso de su respuesta se refuerza
    con la categoría kierkegaardiana de angustia: la angustia
    del hombre proviene precisamente de la decisión, porque
    elegir es descartar y matar todo lo no elegido.
    ¿Cómo pensar en quietismo, si la base del
    existencialismo sartreano está casi en lo
    fenomenológico, en aquello que se construye
    permanentemente? Respecto a lo segundo, la carencia de la
    solidaridad con todo aquel que no sea el yo de que se acusa al
    existencialismo sartreano, es también respondido en el
    fragmento citado en la definición más contundente
    de compromiso que ha tenido el existencialismo "primero", es
    decir, el "puro", el fiel a sus principios
    iniciales: el compromiso del hombre, lejos de ser gratuito,
    pasivo o carente de solidaridad, debe ser pensado en los
    términos genéricos con los que fue formulado, es
    decir, en los términos filosóficos en los que
    Sartre los ubica, y no en otros términos, no en
    términos políticos a los que Sartre aún no
    ha llegado de lleno ni llegará (al menos con el
    existencialismo): todo aquel que alcanza el estadio
    filosófico que le permite descubrir que la existencia
    precede a la esencia y que por tanto el hombre no es más
    que lo que él proyecta para sí mismo, adopta la
    más absoluta conciencia de libertad que se puede adoptar,
    porque se despoja de los hilos con que lo manejaba este o
    aquél marionetista (dogma, esencia). Cuando el hombre se
    ve a sí mismo libre en términos absolutos y
    filosóficamente irrefutables, es decir realmente
    libre, no es el caos moral lo que
    sigue; no es, en fin, la falta de solidaridad y el descompromiso
    a lo que lo lleva: es la conciencia de que el hombre no puede
    querer otra cosa que su bien, y al intentar encontrarlo, intenta
    de algún modo encontrar el bien de la humanidad entera,
    porque al definir su modelo del
    bien está definiendo a la vez lo que cree que es el modelo
    universal del bien, y eso es exactamente lo opuesto de lo que se
    le acusa.

    El existencialista, así, está definiendo
    al hombre exactamente a través de su compromiso con el
    mundo. El existencialismo sugiere, coherentemente con sus
    principios filosóficos, que el hombre no tenga compromisos
    falsos, que no actúe de mala fe. Para ello, debe
    partir de verdades absolutas. A lo largo de la historia de la humanidad,
    esas verdades a las que se adoptó como absolutas: el
    cristianismo y
    las demás religiones, la razón o la ciencia,
    fueron removidas y puestas en cuestión tal y como se
    continúa haciendo. La muerte de la verdad absoluta, como
    ya lo venían advirtiendo explícitamente Nietzsche,
    Weber y muchos
    otros pensadores contemporáneos, es el distintivo de la
    modernidad
    desencantada. La filosofía, como tal, ha perdido
    indiscutiblemente su lugar como núcleo de
    teorización sobre la verdad y las preguntas
    incontestables. Cedió su lugar a las disciplinas como la
    epistemología, la antropología filosófica, la
    filosofía antropológica, la psicología, la
    sociología y muchísimas otras. La
    filosofía pura murió quizá con Comte o
    Hegel. Pero en definitiva, murió a manos del proceder y
    método
    científico, pues… ¿cómo van a
    poder competir
    metodológicamente sin desigualdad la filosofía y
    los métodos
    científicos? ¿No es acaso una verdad evidente decir
    que ahora Platón debería figurar en la
    sección Ficción de la librería?

    La única manera de hacer que la obsoleta
    filosofía vuelva a encarnarse, era mediante la misión
    inaccesible de encontrar de una vez una verdad absoluta que sirva
    de base a toda una teorización respetable frente a la
    soberbia estructura
    científica. Esa misión, irrisoria, imposible y
    descartada, la trajo Sartre: la existencia precede a la esencia,
    el ser humano será incapaz de encontrarse con su verdad, y
    esta es la verdad absoluta que toda la historia de la
    filosofía jamás ha podido encontrar. Sartre
    regresa desde la filosofía, cuando Hegel, Hobbes, Locke,
    ya habían cerrado el sistema
    histórico filosófico, cuando el mundo actual fue
    traducido por ellos mediante Smith, Marx y Engels y
    Bacunín. Sartre regresa desde la filosofía cuando
    la humanidad entera ya está impregnada de
    metodologías que no responden a la filosófica.
    Sartre viene a golpear desesperado el pórtico de los
    filósofos, que prometieron la Verdad y no
    la trajeron, y encuentra cerradas las puertas, selladas
    infranqueablemente. Sartre se cansó de golpear ese
    pórtico, y encontró abierto el del pensamiento
    sociológico, político y terrenal, no
    genérico: el existencialismo, la última y la
    única filosofía que había venido con la
    verdad absoluta entre sus vestimentas… llegó tarde.
    ¿Por qué no fue más que una corriente
    simpática y deslumbrante, pero archivada? Porque en el
    campo de las disciplinas terrenales, no halló quien se
    preocupara por bajarla a la tierra de
    lo sociológico y lo político, como si con Hegel,
    Marx hubiera aprovechado la última chance.

    En Sartre hay tierra
    virgen.

     

    APARTADO
    SEGUNDO: SARTRE SEGUNDO

    En Sartre hay tierra virgen. Pero no será el
    propio Sartre quien caminará por ella. Sartre
    abandonó su propia teoría. Como él mismo lo
    señala en las entrevistas
    publicadas bajo el nombre de Sobre mí mismo, Sartre por
    Sartre, etc., y como nosotros mismos lo hemos señalado en
    el apartado SARTRE y en el apartado primero, el cambio radical
    existencialista se debe fundamentalmente a dos causas que
    probablemente sean una sola: las condiciones materiales de la
    década del 40 y a la relación de Sartre con el
    marxismo (v. Apartado Sartre). Él mismo es quien lo dice,
    en épocas posteriores al trabajo sobre el que nos apoyamos
    en el apartado primero:

    "¿cómo ve usted la relación
    entre sus primeros escritos filosóficos, en particular "el
    ser y la nada", y su trabajo teórico actual, digamos
    después de la "Crítica de la razón
    dialéctica"?

    Jean-Paul Sartre: el problema fundamental es el de mi
    relación con el marxismo. Quisiera explicar, por mi
    biografía,
    ciertos aspectos de mis primeros trabajos, pues eso puede ayudar
    a comprender por qué he cambiado tan radicalmente de punto
    de vista después de la Segunda Guerra
    Mundial
    ." (Sartre por Sartre, 75). Este punto es
    completamente clave para los arriesgados propósitos de
    este trabajo: Sartre admite, en el texto citado a
    continuación, su incapacidad para elegir continuar
    con su visión primera debido a que las fuerzas sociales y
    las condiciones imperantes en aquella época fueron
    más fuertes que él; al reconocer esto, Sartre
    empieza a incluir en su pensamiento la existencia de fuerzas
    sociales que hacen que el tema existencialista de la "absoluta
    libertad individual" se vea presionada por las condiciones
    materiales, por las estructuras y
    las superestructuras, en términos marxistas. De este modo
    es como su pensamiento en el que el hombre es incondicionalmente
    libre se ve intervenido por los condicionamientos sociales.
    Sartre opta ahora por pensar al hombre en una dialéctica
    entre su propia libertad y la influencia social: el hombre es
    libre, pero está condicionado. Este es el instante exacto
    en el que Marx entra en su teoría: está, como
    decíamos, condicionado… por cada momento
    histórico (materialismo
    histórico), por las características del vivir
    en sociedad
    (estructura, superestructura, condiciones materiales) y por las
    relaciones de poder (opresores-oprimidos): "podría
    decir, recurriendo a una fórmula simple, que la vida me ha
    enseñado la "fuerza de las
    cosas". De hecho, hubiera debido comenzar a descubrir esa fuerza
    de las cosas desde El ser y la Nada porque en esa época ya
    me habían hecho soldado, cuando yo no quería serlo.
    Había hecho entonces la experiencia de algo que no era mi
    libertad, y que me gobernaba desde afuera. Incluso se me
    había hecho prisionero, suerte de la cual sin embargo no
    intenté escapar. De este modo comenzaba a descubrir la
    realidad de la situación del hombre entre las cosas, que
    he llamado "el ser en el mundo".

    Y después, poco a poco, me di cuenta de que el
    mundo era más complicado que eso.
    (Sartre por Sartre,
    75)" "Entrevistadora: ¿[la literatura es] un
    espejo
    ?

    Sartre: Un espejo crítico. Mostrar, demostrar,
    representar. Eso es el compromiso
    . (Sobre mí mismo,
    20)" Aquí, nos tenemos que despedir del existencialismo
    más prolífero.

    Sartre comienza a flaquear: la libertad suya fue puesta
    a prueba en sus vivencias personales. Explica cómo su
    libertad concreta le fue robada en la ocupación alemana y,
    debido a vivencias de este tipo, extrae la conclusión de
    que el hombre no es en realidad absolutamente libre como el
    existencialismo lo pensaba, sino que existen circunstancias y
    fuerzas sociales que lo condicionan. Eso es algo de lo que el
    marxismo ya había hablado, y entonces se fusiona con el
    marxismo y suicida al existencialismo.

    Esto es lo que los teóricos deben atender: Sartre
    sufre en su ser propio experiencias concretas, materiales, de
    falta de libertad; pero el existencialismo, todavía, no ha
    desarrollado ninguna línea teórica que le pueda
    hacer creer a Sartre que realmente "el mundo era más
    complicado que eso [la libertad incondicional del ser]", porque
    la teoría del propio Sartre, como él mismo lo
    aclara en su "primera" etapa, estaba planteada en lo
    genérico, en el Ser, en la condición humana
    filosófica. Sartre, a raíz de los despóticos
    reclamos del marxismo fascista, y sumando las circunstancias que
    tuvo que experimentar, cedió débilmente a admitir
    que "el mundo era más complicado que eso" cuando
    todavía el existencialismo no se ha sociologizado o
    politizado! Lo cual le ha impedido ver que, aún preso,
    aún impedido sociológicamente de su
    libertad, ese hombre debió haber seguido siendo
    interiormente, filosóficamente libre! Porque es esa
    la libertad que plantea el existencialismo de El Ser y la Nada y
    no otra, es esa la libertad que se intenta demostrar en El
    Existencialismo es un Humanismo y no otra: la libertad interior
    del ser, que descubre que "la existencia precede a la esencia" y
    entonces se libra de las culpas estúpidas y de las
    religiones y de los dogmas y de la tradición cultural
    humana! Sartre debió haber sido lo suficientemente
    lúcido como para saber diferenciar la posición de
    las críticas que recibió, y mucho más,
    debió haber sido mínimamente lúcido como
    para no trasladar él mismo su teoría a territorios
    políticos de otra teoría. Los marxistas lo han
    tentado todo el tiempo y lo han presionado permanentemente con
    que politice, "baje" lo genérico del existencialismo, y
    éste lo ha hecho, ha apurado él mismo el desenlace
    de su teoría y por tanto lo ha hecho mal, porque, en sus
    propios términos, al sostener primero que el hombre debe
    saber que "la existencia precede a la esencia" para saberse libre
    y sin culpa ni angustia kierkegaardiana, (v. El existencialismo
    es un humanismo, primeras páginas), y después que
    el compromiso del hombre no es ser consciente de su libertad sino
    ser un espejo crítico de la realidad, al estilo marxista,
    ha actuado de mala fe él mismo, abandonando
    incongruentemente la cuestiones filosóficas y
    volviéndose terrenal de repente, inconsistentemente. He
    aquí por qué la teoría del compromiso
    sartreana y su evolución es clave para comprender la
    debilitación gradual del existencialismo: en ella, Sartre
    demuestra cómo es él mismo el que desvirtúa
    y saca de su hábitat a su propia teoría, eligiendo
    un compromiso marxista en lugar del existencialismo, cuando en
    realidad, si viéramos el compromiso marxista desde el
    existencialismo primero (genuino), no veríamos otra cosa
    que una planificación humana organizativa y
    política excelentes, pero asida a un materialismo
    histórico que tiene mucha menor consistencia de Verdad que
    el asidero absolutamente irrefutable del existencialismo. Sartre,
    y esto no se observa claramente sino en sus distintas teorías
    del compromiso, compra las herramientas
    políticas marxistas cuando las cepas del existencialismo
    seguían llenas y vírgenes! El marxismo
    buscará el bien común y la igualdad de
    clases (o su eliminación, lo cual es lo mismo) sin
    justificar filosóficamente por qué esa igualdad
    existe; el marxismo extrae de Hegel herramientas
    filosóficas avanzadas pero agotadas, mientras que la
    filosofía sartreana tiene un argumento irrebatible,
    filosófico que demuestra consistentemente que la igualdad
    del hombre no debe ser buscada "porque sí, porque debemos
    convivir en sociedad", sino que los hombres, todos, somos
    filosóficamente iguales ante nuestra incapacidad de
    conocer la Verdad. Esto es a-epocal y por lo tanto absoluto, pero
    además real y por primera vez en la Historia de la
    filosofía, irrefutable. La esencia humana única es,
    precisamente, la conciencia de carecer de esencia a
    priori
    . Pero esto fue solo un ejemplo de la consistencia
    filosófica existencialista que nunca debió agotarse
    en una mímesis marxista, como lo eligió
    Sartre.

     

    1. El Sartre primero es filósofo existencialista:
    su compromiso era, principalmente, revolucionar el universo
    filosófico mediante la verdad absoluta "la existencia
    precede a la esencia". Ese era un compromiso individual, una
    cuestión que el hombre resuelve consigo mismo, una
    liberación incomparable, y a la vez, la única gran
    responsabilidad y posibilidad por la cual no actuar de mala fe:
    ser consciente de que nada decide por nosotros, sino que somos
    nosotros mismos los que nos hacemos.

     

    2. El Sartre segundo, tambaleante y presionado, tuvo que
    volverse marxista por debilidad, del mismo modo que si en lugar
    del marxismo el movimiento
    oficial opositor a la ultraderecha hubiese sido el anarquismo, se
    habría vuelto hacia él. Sintió culpa,
    angustia, esa misma angustia que cita de Kierkegaard al elegir, y
    se arrepintió de su elección y de su teoría,
    y fue absorbido por una "esencia artificial de mala fe", una
    especie de dogma marxista que no es liberador, pero que en
    épocas de ultraderecha parecía
    liberador.

     

    Es penoso, entonces, ver la desaparición y la
    incompletud de un movimiento que nadie ha continuado, porque
    difícilmente hayan reparado en los frutos que esta
    corriente habría dado si hubiera descendido al territorio
    sociológico o político de manera natural y no
    marxista. Giordano Bruno ha sido aprisionado en las llamas de la
    Inquisición a causa de la fortaleza y lucidez de su
    convicción revolucionaria, a raíz de su
    persistencia irritante para el Santo Oficio. Sartre, frente a las
    llamas de la Inquisición de los hombres extremistas de
    aquellas épocas extremistas de donde nada podía
    resultar bien, se retractó de su teoría y se
    acomodó en los brazos del opositor. Y nadie se ha
    percatado de esto.

    Porque nadie, después de Sartre, ha vuelto a
    pensar en términos filosóficos, justamente cuando
    comenzamos a descubrir que el ser humano debe, antes de elaborar
    fallidas estructuras políticas orientadas al bien
    común, resolver filosóficamente su situación
    en el mundo. El problema del hombre radica en la
    irresolución de su propia existencia y no en otro lado.
    Cuando la resuelva, podrá vivir en cualquier sistema
    económico. Justamente cuando el Existencialismo resuelve
    aquello, se retira de su hallazgo en nombre de un simple plan
    económico sostenido en un bloque filosófico por
    muchos lugares obsoleto.

     

    CONCLUSION

    Sartre descendió a una teoría que su
    existencialismo había superado desde sus fundamentos
    filosóficos, por eso el existencialismo culminó
    pareciéndose a una serie de hermosos libros muy
    retóricos pero con escaso sentido, y seguirá
    pareciendo eso mientras el ser humano crea que son las
    estructuras políticas las que lo van a salvar, cuando en
    realidad es su bienestar filosófico el que hará que
    viva en armonía y en solidaridad con los otros
    hombres.

    ¿O acaso es mentira que la raíz de los
    conflictos humanos es filosófica y religiosa antes que
    política? El hombre no da de comer al que no siente su
    igual o al que no compense aquello dándole algo a cambio;
    el hombre no es solidario con aquél al que no siente como
    su igual (filosóficamente, existencialmente); por eso las
    relaciones de necesidad no-afectivas empiezan, es ese el origen
    de las relaciones artificiales entre los hombres; el hombre,
    cuando sí siente al otro como su igual, no necesita
    relaciones de necesidad ni de poder porque todo eso se ha perdido
    en este estadio del pensamiento, no se los necesita.

    Filosofía absoluta y real debe producir ética
    absoluta y real, no convencional. Esto, aunque suene a dogma, y
    aunque todo este trabajo parezca escrito por un lobotomizado
    existencialista, no es tal cosa: lo primero que ha impulsado a
    escribir de esta manera es la convicción de que los
    elementos básicos de la filosofía existencialista
    son auténticamente absolutos, más que
    ningún otro principio filosófico del origen del
    hombre que se haya escrito; la otra razón por la cual
    demuestro convicción aparentemente enceguecida, es la
    actualidad, que no hace otra cosa que demostrar en cada
    manifestación cotidiana del hombre, que no serán
    las cuestiones organizativas y convencionales las que lo lleven a
    un orden genuino, sino que será la resolución de su
    búsqueda interior la que lo hará tener, por primera
    vez en su historia, una naturaleza explicada verdaderamente a
    priori
    . La religión, que no es sino un paliativo de la
    incerteza existencial, y toda la antología moral (y la
    muerte) que de ella se desprende, sería innecesaria; la
    política, basada en éticas de justicia
    también convencionales y sin un asidero sólido,
    también sería reemplazada.

    No ignoro que esto sea una utopía.

    Pero la pregunta sobre qué va a ser del hombre
    contemporáneo y futuro, la pregunta sobre dónde
    debe aferrarse el hombre actual, carente de un Dios y de una
    ética y con un arsenal de tecnología corrosiva
    en sus manos, que sin filosofía y ética será
    la destrucción, la pregunta de qué sistema
    político salvará al ser humano de su propia
    ineptitud, tiene un inicio de respuesta en la inacabada
    filosofía existencialista. El compromiso es seguir esta
    línea. Esto será el tema de lo futuro, al menos
    entre las páginas que pueda yo escribir.

    BIBLIOGRAFIA

    • Apuntes y apreciaciones extraidas a lo largo de la
      cátedra.
    • Barylko, Jaime: La Filosofía, una
      invitación a pensar – Grupo
      Planeta, 1997 – 2000.
    • Ferrater-Mora, José: Diccionario de
      Filosofía Abreviado – Editorial Sudamericana,
      Vigesimo tercera edición marzo de 2000.
    • Sartre, Jean-Paul, (entrevista):
      El escritor y su lenguaje,
    • Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Los Escritores en
      persona,
    • Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Sobre mi
      mismo, revue d’esthétique, julio-diciembre
      1965. Texto recogido y transcripto por Pierre
      Verstraeten.
    • Sartre, Jean-Paul, (entrevista): Sartre por
      Sartre: new Left, reproducido por Le nouvel observateur, 26
      de enero de 1970
    • Sartre, Jean-Paul: El Existencialismo es un
      Humanismo – Ediciones Huoscos

     

    Fernando Tazo

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter