Transición durante la fase Uruk
Tardia
"Los estudios sobre el colapso de los
estados y civilizaciones antiguas se fundamentan en el análisis de fenómenos
socioculturales concretos, y aportan así excelentes
indicios acerca de la configuración social de las sociedades
colapsantes. En consecuencia, este tipo de evidencias
ofrecen nuevas perspectivas con las cuales estudiar las
condiciones del surgimiento del estado".
N. Yofee y G. L. Cogwill (eds.), The Collapse
of Ancient status and Civilizationes¸ Tucson and
London, The University fo Arizona Press, 1995, 3º ed.,
p.2
En la historiografía del Antiguo Oriente no
existe un consenso académico acabado acerca del
surgimiento del estado. Existen muchas hipótesis distintas que intentan explicar
este fenómeno pero, hasta el momento, no hay ninguna que
pueda postularse en calidad de
postura hegemónica. También ocurre que existe un
cierto disenso entre distintos autores sobre como conceptualizar
las sociedades históricas (es decir aquellas sociedades
estatales que han dejado fuentes
escritas) que se desarrollaron a lo largo de los siglos en el
Antiguo Oriente. A menudo existe una estrecha relación
entre algunas hipótesis sobre el
surgimiento del estado y ciertas conceptualizaciones que se hacen
sobre las sociedades estudiadas. Lo que estrecha a muchas de
estas hipótesis son los anacronismos que subyacen en
muchas de ellas.
La historia del Antiguo
Oriente, a pesar de la imagen de
inmovilidad que le atribuye el orientalismo, contiene muchas
rupturas y colapsos. Pero la interpretación que puede hacerse de esos
colapsos y de la historia posterior y anterior a ellos
está íntimamente relacionada con la
interpretación misma que se hace de eso que
colapsó. A menudo se habla de la caída de tal o
cual "imperio" oriental (por ejemplo cuando se habla de la
caída del "imperio" acadio a fines del tercer milenio). En
muchas ocasiones se habla de las causas de tal caída como
originadas por la "invasión" de pueblos nómadas a
quienes se presenta como completamente ajenos a eso que,
supuestamente, están derribando (un ejemplo de esto es el
libro manual de San
Martín y Serrano cuando se refieren a la "cesura amorrea")
(1). Los anacronismos entre los autores son, pues, constantes. Y
lo peor de tales anacronismos no es que introduzcan concepciones
ajenas al período histórico estudiado sino que
generan una incomprensión real de las sociedades que
están siendo estudiadas.
Un ejemplo más que notable de estos usos
anacrónicos es cuando los autores hablan de comercio para
referirse a los intercambios de larga distancia que unen
distintas regiones del Antiguo Oriente. Así, por ejemplo
Norman Yofee dice, refiriéndose al "período
Babilónico Antiguo (ca 1900-1600 a.C.)" que en los
últimos tiempos de la dinastía de Hammurabi
"…los precios de los
productos
agrícolas se elevaron…" mientras que para el
"período Asirio Antiguo (ca 1920-1780 a.C.)" "…el
comercio atestiguado en miles de documentos y
cartas
económicas era claramente empresarial" (2). Esta
utilización anacrónica de la palabra comercio va de
la mano de la utilización de conceptos tales como
"imperio", "imperialismo",
"colonias comerciales", "expansión", "desarrollo
desigual" y, más comúnmente, "centro y periferia"
(3). Así, habitualmente, un anacronismo no es un hecho
aislado dentro de una explicación general sino sólo
un rasgo de lo anacrónica que resulta la
explicación entera. El anacronismo del comercio para los
intercambios implicaría referirse, en primera lugar, a una
institución inexistente: el mercado, junto
con la oferta y la
demanda, los
precios y los mercaderes individuales que emprenden la actividad
del comercio con el objetivo de
lograr una ganancia económica.
Los intercambios de larga distancia existen en la
Mesopotamia
desde el período neolítico. Liverani dice que ya en
esta época "…existen relaciones que atraviesan todo
el Oriente Próximo: se trata de relaciones que, con un
término tal vez anacrónico, se suele llamar
comerciales. No hay contradicción entre la escala local del
producción y la existencia de
tráfico…" pues aunque los bienes para el
sustento se producen al nivel local existen "materiales
preciosos" que "se convierten en objeto de intercambio y transporte, a
veces a distancias muy considerables de sus puntos de origen"
(4). Se refiere a bienes de prestigio, bienes que poseen un
valor
simbólico y que son utilizados por ciertas personas para
realzar diferencias de status que de ninguna manera presuponen la
existencia del estado o de una clase social
dominante (en este momento). Al igual que los sistemas de
irrigación las redes de intercambio de
grandes distancia existen antes de que surja el estado.
Redman (5), Liverani (6) y Niessen (7) reconocen que existe una
continuidad entre el período Ubaid (5300-3600, cuando
colonizadores agrícolas comenzaron a poblar las llanuras
de la Mesopotamia) y el período Uruk (3600-3100) cuando el
sur de la Mesopotamia se fue diferenciando cada vez más de
la región del norte, para pasar a ser una región de
difusión e influencia cultural sobre otras regiones
vecinas (Redman). A través de siglos de poblamiento,
contactos e intercambios se formó lo que Niessen llama
"una total unidad cultural" (8) que unía así a
Uruk, Babilonia y Susa, lo que Liverani, a su manera, llama
"agregaciones a escala regional" (9) (las evidencias que se
utilizan son los vestigios cerámicos que adquieren una
cierta homogeneidad en estas tres distintas regiones, aunque
posteriormente esa continuidad se corta para la región de
Susa pero es continúa en Babilonia que sí sigue un
desarrollo paralelo al de Uruk).
Durante el período de Uruk tardío los
autores hallan evidencias de un paulatino surgimiento de estructuras
estatales al hallar cada vez mayores indicios de la existencia de
una economía
dirigida desde un centro político (en este caso el templo)
capaz de concentrar excedentes, encarar importantes producciones
"en masa" de cerámicas y movilizar importantes
contingentes de fuerza de
trabajo para
la construcción de templos y edificios
monumentales. Los autores consideran que de Uruk
tardío se sigue un desarrollo hacia las ciudades estado
súmeras del tercer milenio. De acuerdo con Redman, "Muchas
de las innovaciones producidas con anterioridad perduran en estos
momentos, consolidándose y perfeccionándose hasta
el punto de dar lugar a una nueva sociedad"
(10).
Está emergiendo, entonces, el estado durante el
período Uruk tardío en la forma de la
institución del templo, que oficia de intermediario entre
el mundo de los dioses y el mundo de los hombres, el poder de estos
sacerdotes parece incrementarse generación tras
generación porque se construyen monumentos más
altos sobre las estructuras viejas que quedan debajo. Y este tipo
de poder político del templo, que prefigura al del palacio
de las ciudades estado súmeras, utiliza ya mecanismos de
control y
dominación que también perdurarán en la fase
siguiente. Y uno de ellos es precisamente la gestión
y control de los intercambios con tierras lejanas (que el estado
no inaugura aunque sí toma a su cargo), porque aquí
el templo utiliza los intercambios de larga distancia para
conseguir los bienes materiales a través de los cuales
manifiesta su pretigio social.
En la fuente Enmerkar y el Señor de Aratta
el rey le envía una súplica a la diosa Innana para
que obligue al señor de Aratta a enviarle una serie de
materias primas necesarias para la construccion de un templo
("Oh, hermana mía, Inanna: por Uruk. Has que los
habitantes de Aratta…" "Que construyan los…" "Que
el pueblo de Aratta decore artísticamente el interior. Yo,
yo mismo, ofreceré entonces plegarias…"). Y
también le exige "…que Aratta se someta a
Uruk…". En realidad el señor de Arata y su reino
eran una construcción intelectual (no así los
bienes mencionados – oro, plata,
lapislázuli – que se obtenían a través del
trueque con regiones lejanas a las que no se mantenía
sometidas en ninguna medida, ni se las explotaba como "colonias",
sí, tal vez se ejercía cierta influencia cultural
sobre ellas, que tal vez pueda pensarse como recíproca)
(11) pero presenta una imagen de lo que significaba ser un rey en
una ciudad estado súmera: en la fuente es el rey quien
toma la iniciativa de conseguir estos bienes, esto indica que ese
intercambio a larga distancia estaba controlado por las organizaciones
estatales que intentan legitimarse no sólo consiguiendo
los bienes de prestigio (con los que se legitiman ante toda la
población) sino también inventando
una supuesta dominación sobre un área inexistente,
legitimándose ante la elite que conocía y
practicaba la escritura. El
rey se presenta antes su pueblo como quien oficia de
intermediario con los dioses, para lo cual tenía que
construir templos y por eso busca esos bienes que no están
en la región donde habita. No era ganancia lo que se
buscaba con este intercambio impulsado por el estado sino poder;
no poder sobre los pueblos con los que se intercambia (el
supuesto "imperialismo" de Uruk para con sus regiones de
influencia) sino poder sobre su pueblo, sobre su
ciudad.
Aunque tampoco existe consenso sobre esto ni mucho
menos, pues hay autores que emplean a conciencia sus
anacronismo. Un caso muy llamativo es de Liverani, quien todo el
tiempo intenta
mantener una especie de cautela entre dos posturas: la de
condenar el uso de anacronismos y la de emplearlos sin mayores
problemas como
cuando enuncia la existencia de un "sistema de
comercio a larga distancia" con "mercaderes, o agentes
comerciales", a partir del cual el estímulo del comercio
también resulta muy eficaz para el desarrollo organizativo
de las regiones periféricas" (12). Inmediatamente
después dirá que aunque "… hay que destacar
el aspecto administrado que hemos puesto de relieve…" hay que admitir que
"también desconocemos las relaciones de intercambio que
realmente se aplicaron y que podrían ser muy distintas de
las que aceptaban oficialmente las administraciones
palatinas…". Es decir, Liverani, por alguna razón,
pretende tener un pie en dos tipos distintos de posturas
académicas, claro indicador de que las dos mantienen
similar vigencia y de que, una vez más, aún no se
ha llegado a un consenso para erradicar los
anacronismos.
Con la cita de Liverani podemos entonces ver cómo
la utilización de un anacronismo lleva a la
utilización de otros, en una cadena que termina
desembocando en una imagen mesopotámica completamente
distorsionada. En la cita, Liverani no utiliza la palabra
"imperialismo" pero sí habla del "desarrollo organizativo
de regiones periféricas", lo cual nos remite a un esquema
de sistema-mundo como el que Wallerstein había pensado
para la historia económica europea del siglo xvi d.C. en
adelante. Por supuesto que no lo dice así tan abiertamente
Liverani, pero al hablar de regiones de periferia que producen
materias primas para el centro productor de manufacturas (y al
recalcar que es un "desarrollo organizativo") está dando
indicios de la utilización del esquema de Wallerstein (que
otros autores utilizan abiertamente, como el arqueólogo
Algaze).
Si consideramos, entonces, que Uruk tardío es un
"centro" y Babilonia, Susa, el norte de Sira e Irán son su
"periferia" entonces eso lleva a deformar la imagen del poder
político, del estado que empieza a surgir y afianzarse en
Uruk tardío. Porque así presentado aparece la
imagen de Uruk como el de un poder centralizado a nivel regional
y con hegemonía sobre sus regiones periféricas. Es
lo mismo que pretende, al nivel imaginario de la legitimación divina, la fuente de
Enmerkar y el Señor de Aratta, que sabemos que es
ficticia en cuanto a la realidad del ejercicio de ese poder pero
no en cuanto a la concepción que ese poder tenía de
si mismo. En este esquema de sistema-mundo, cuando se hable del
colapso de Uruk hacia el 3200-3100 (momento a partir de cual se
detiene su influencia sobre Susa) bien se podría hablar
entonces de la caída del "imperio" de Uruk, como hace
Liverani. Pero en ese imperio de Uruk que se pretende colapsado,
el centro (Uruk) no desaparece, de hecho es una de las
ciudades-estado de la época súmera, y los contactos
con lugares lejanos para conseguir los bienes de prestigio (y las
influencias que tales intercambios generan) subsisten, en
Irán, en el norte de Siria, que eran las áreas de
influencia de Uruk tardía – no así en Susa -, pero
esto no implica la caída de un imperio, imperio
inexistente por otra parte).
Y es que no es solo el intercambio con sitios lejanos
suficiente para explicar el surgimiento de las ciudades-estado.
El estado no inaugura estos intercambios pero se apropia su
organización, conducción y
resultados para poder legitimarse. Lo mismo ocurre con los
sistemas de irrigación (indispensables para cosechar en la
llanura mesopotámica): los sistemas de irrigación
eran construidos ya durante el período Ubaid por las
comunidades de campesinos; pero el estado, si bien implica un
corte, un divorcio con
las comunidades organizadas por parentesco, ese divorcio no es
total, porque el estado se legitima incorporándose a la
reproducción de la comunidad, de la
que extrae excedentes; como dice Redman: "…nos hallamos
ante la primera evidencia de un gran sistema de control
hidráulico que requería de la cooperación de
varias comunidades, tal vez organizadas en algún tipo de
federación" (13), el poder central asegura la
reproducción de la comunidad asegurando el acceso a los
recursos
hídricos, tomando en sus manos la
organización de nuevas obras y la defensa frente a los
enemigos.
En la fuente Gilgamesh y Agga la presencia del
rey resulta indispensable para evitar que la ciudad resista el
ataque y asedio de una ciudad enemiga, en una guerra cuyo
objetivo es el control de recursos hídricos ("Para
completar los pozos de agua…
no nos rindamos a la casa de Kish, golpeémoslos con las
armas"). La
guerra entre ciudades-estados era frecuente no como una forma de
expansión imperialista a la romana sino para asegurar el
acceso a las fuentes de agua ya fuera defendiendo lo que ya se
tiene, como hace Gilgamesh, o tratando de arrebatarle al vecino,
como (según la fuente) pretende Agga. En esta fuente el
rey se legitima porque es el que guía e impulsa a su
ciudad a combatir ("Dice a su servidor Enkidu.
Ahora, entonces, deja a un lado la herramienta de la paz por la
violencia del
combate") y logra restaurar la paz, el orden y la tranquilidad en
su ciudad, donde los hombres viven, gracias a él, en
armonía con los dioses ("Uruk, obra del dios, las grandes
murallas tocan el cielo, la morada excelsa establecida por Anu
tú has cuidado, tú, rey y héroe…
Gilgamesh, señor de Kullab, tú alabanza es buena").
Y las victorias que los reyes obtienen para sus ciudades
están siempre sancionados por los dioses, legitimadores de
todos los actos del rey, así, en la Inscripción
de la Estela de los Buitres (2460 a.C.) el rey derrotado
promete "… ¡Por la vida de Enlil, rey del cielo y de
la tierra! Yo
comeré sólo hasta un kart de los campos de Ningirsu
y sólo reclamaré como mi derecho hasta el viejo
dique; pero nunca violaré las fronteras de
Ningirsu…". Es probable que el rey derrotado no cediera a
su vencedero en términos tan condescendientes, pero la
fuente nos muestra como el
rey vencedor se legitima frente a su pueblo: como el que trae paz
y seguridad a la
ciudad, como el que cuenta con el buen provecho de los
dioses.
Para terminar, entonces, el estado comienza a surgir
durante el período Uruk tardío en la forma de la
institución del templo. A través del intercambio
Uruk ejerce una poderosa influencia cultural sobre regiones con
las que mantiene contactos. Estos contactos crean una zona con
cierta homogeneidad cultural, lo que Redman llama una unidad
cultural (14), donde se verifica la presencia en otros
asentamientos alejados de vestigios de la cultura de
Uruk. Pero esto no significa, de ninguna manera, que se pueda
hablar de una expansión de Uruk como pretende Liverani,
donde la implantación de colonias comerciales crea un
sistema centralizado donde un centro exportador de bienes
manufacturados explota a través de un comercio desigual a
una periferia productora de materias primas. Tomando a Niessen
(15), podemos decir que en el período Uruk hay una
difusión cultural tardía pero que ese colapso del
que se habla para las últimas fases del período
Uruk tardío no implica un colapso total, implica que
algunas sociedades se cierran sobre sí mismas (sin por eso
abandonar los intercambios) haciendo posible el surgimiento de
las ciudades-estado. En Susa fue imposible implantar un sistema
de asentamiento como el que había en la región
original de Uruk por razones que Niessen atribuye a la geografía de la
región. Pero este colapso aquí no implica un
colapso total porque la influencia de Uruk sobre Babilonia
continuó en la fase siguiente. Y todos los autores
advierten, sí, un desarrollo continuo, a través de
la fase siguiente (con el continuo desarrollo de la escritura, el
templo, la burocracia y los
intercambios con sitios lejano) que desembocará,
finalmente, en la aparición de las ciudades-estados
súmeras y en un período que se considera más
plenamente histórico gracias a la mayor presencia de
fuentes escritas.
El uso de anacronismo no está erradicado ni mucho
menos. No son pocos los autores que hablan de comercio,
imperialismo y periferias. De ahí que por ocasiones se
pueda llegar a tener del Antiguo Oriente la imagen un tanto
extraña de una sucesión constante de caídas
de imperios uno atrás del otro. La lógica
política y
económica de estas ciudades-estado del Antiguo Oriente era
distinta a la lógica del imperialismo capitalista, era
distinta a la lógica del imperio romano.
Era otra y era propia de su desarrollo
histórico.
BIBLIOGRAFIA
Joaquín Sanmartín y José Miguel
Serrano, Historia Antigua del Próximo Oriente,1998,
capítulos 1, 3 y 6
Norman Yofee, El colapso de los Estados y
civilizaciones antiguas, 1995, capítulo 3
Mario Liverani, El Antiguo Oriente, 1991,
capítulos1-5
Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, 1978, capítulo 8
Hans J. Niessen, Organización política
y zona de asentamiento, 1982
FUENTES
Enmerkar y el Señor de Aratta (siglo xx
a.C.)
Gilgamesh y Agga (ca. 2700 a.C.)
Inscripción de la Estela de los Buitres (2460
a.C.)
Todas publicadas por la Cátedra Murphy de
Historia Antigua de Oriente, 2005
NOTAS
1. Joaquín Sanmartín y José Miguel
Serrano, Historia Antigua del Próximo Oriente,
pág. 140
2. Norman Yofee, El colapso de los Estados y
civilizaciones antiguas, pp. 18-20
3. Mario Liverani, El Antiguo Oriente,
capítulo 5
4. Mario Liverani, El Antiguo Oriente,
pág. 75
5. Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, pp. 322-325
6. Mario Liverani, El Antiguo Oriente,
capítulo 3
7. Hans J. Niessen, Organización
política y zona de asentamiento, pp. 7-9
8. Hans J. Niessen, Organización
política y zona de asentamiento, pág.
8
9. Mario Liverani, El Antiguo Oriente,
pág. 74
10. Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, pág. 334
11. Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, pp. 346-347
12. Mario Liverani, El Antiguo Oriente, pp.
123-124
13. Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, pág. 341
14. Charles L. Redman, Los orígenes de la
Civilización, pp. 325-326
15. Hans J. Niessen, Organización
política y zona de asentamiento, pp. 9-11
Facundo Cerroa