Introducción
Al escribir algo, tengo como primera premisa la
de establecer objetivos, es
decir, para qué escribir, qué escribir y por
qué hacerlo así.
Ciertamente al no haber una intencionalidad
explícita, carece de sentido determinar el "para
qué". Por lo tanto, "qué escribir" pasa a ser lo
verdaderamente importante.
La idea fue comenzar planteando la
relación entre ciencia y tecnología,
explicar su vinculación tanto en el pasado como en el
presente para luego entrar en las revoluciones
tecnológicas y relacionarlas con la estructura
social. Por último, analizar el impacto que los cambios
tecnológicos produjeron en la sociedad.
Si bien, frente a estos temas, tengo una
postura tomada, nunca fue mi intención mostrarla como lo
más importante, simplemente quise "sazonar" el tema
cómo para generar interrogantes que nos ayuden a
pensar.
Espero que haya podido cumplir con el objetivo y que
esta introducción despierte el interés
por leer el resto.
"Tecnología es una de
las palabras mágicas de nuestra época. Nos
enorgullecemos de sus logros, tememos sus consecuencias,
dependemos de ella para nuestra subsistencia. Reconocemos en ella
un producto de
nuestra civilización, pero a veces pensamos que ya se ha
transformado en una fuerza
autónoma, que prácticamente ha escapado a nuestro
control y que
tiende a dominarnos e incluso reemplazarnos.
Especialmente en los últimos
años, la tecnología se ha
impuesto
también como tema de estudio y de
reflexión."
Durante mucho tiempo, lo que
hoy llamamos tecnología se
asociaba muy estrechamente con la idea del invento. De
hecho, gran parte de la historia de la tecnología se refiere
a la historia de
diversos inventos, de sus
autores y de sucesivas transformaciones. La máquina de
vapor tuvo sus antecesores, vivió una época de
grandeza y dominio y fue
paulatinamente perdiendo importancia y
siendo desplazada por otras fuentes de
energía mecánica, algunas de las cuales se
relacionan con ella y otras tienen principios
diferentes. Lo mismo ocurre con otro muchos inventos que
fueron "furor" durante la revolución
industrial. Estos inventos
aprovecharon algunos de los descubrimientos científicos
pero no fueron, en la mayoría de los casos, consecuencia
de ellos, es más, algunos de ellos nacieron con
anterioridad a las teorías
que los fundamentaron y permitieron perfeccionarlos.
Volviendo a la máquina de vapor y
rastreando su historia tenemos el mejor
ejemplo. Herón de Alejandría descubrió en el
siglo 1 a. C. que el vapor de agua
podía realizar trabajo mecánico, pero su
descubrimiento no llevó más que a un juguete.
Diecinueve siglos más tarde se descubre el vacío, y
Gericke demuestra que esta "ausencia" se puede usar para realizar
trabajos mecánicos; en 1673, el físico Huyghens
produce vacío mediante una explosión de
pólvora; en 1690, Denis Papin usa la condensación
del vapor para producir vacío y levantar peso. Pocos
años después, en 1705, el inglés
Newcomen, un industrial con poco conocimiento
científico, construye una máquina que funciona
gracias al vacío generado por la condensación del
vapor. Constituyó un éxito técnico y se
usaron varias máquinas, hasta que Watt en 1769, introdujo
su motor a partir de
un sistema basado en
la expansión del vapor, un condensador separado de la
caldera y el pistón, y el regulador que lleva su nombre;
su relación con el capital
industrial facilitó la imposición de su
máquina en el mercado. Las
teorías
termodinámicas que permitieron comprender a fondo
cómo funcionaba esa máquina recién fueron
desarrolladas por Carnot a partir del 1824.
Las relaciones entre la máquina de
Newcomen (técnico con poca preparación
teórica) y los experimentos de
Papin (interesado por el vacío por razones
filosóficas) nos muestran los orígenes de la
íntima vinculación entre ciencia y
tecnología.
Hoy la tecnología
está más asociada estrechamente a la ciencia de
lo que ocurría en otros tiempos, con lo cual los productos
tecnológicos producidos no son "casuales", produciendo un
gran impacto sobre los métodos de
producción con algunas de las consecuencias
ya conocidas.
Lo que la ciencia no
nos puede enseñar, y tampoco la tecnología, es
qué producir, por qué y para
qué hacerlo. En la respuesta a esa pregunta radican
las diferencias entre los distintos enfoques políticos,
económicos y éticos.
Estructura social y revoluciones
tecnológicas
Si se lee la historia de la humanidad
desde el ángulo de la tecnología se puede
observar varios períodos de grandes cambios, lentos al
principio, pero que en los últimos siglos se fueron
acelerando de manera inimaginable.
La evolución de los primeros artefactos fue
extremadamente lenta. La época neolítica data
apenas de 6000 años atrás, y luego tuvieron que
pasar otros milenios, antes de que surgieran las civilizaciones
urbanas de la antigüedad. Frente a esta evolución lenta de las tecnologías,
se presentan épocas en las cuales los cambios fueron tan
veloces que se habla con justicia de
verdaderas revoluciones, la primera de las cuales tuvo lugar,
justamente, en el neolítico.
Estas revoluciones no estuvieron limitadas al
ámbito tecnológico: en ellas se modificaron
totalmente las estructuras
económicas, sociales, culturales, religiosas y morales de
los pueblos. Cada una de estas revoluciones, si bien
abarcó la totalidad de las actividades en forma más
o menos directa, se inició en algunos de los grandes
sectores de la actividad humana, desde donde generó
cambios en todas las demás.
La primera de ellas, la revolución
neolítica, que ocurrió hace 10.000 años
atrás y en diferentes ubicaciones geográficas,
comenzó en el área de la
alimentación, la actividad más básica
de todas. Consistió en la domesticación de varias
especies vegetales y animales, y
marcó el fin de una economía basada en la
caza y la recolección.
La agricultura y
la ganadería permitieron por primera vez la existencia de
excedentes alimentarios, de modo que no todos debían
trabajar en el sustento de la comunidad. Se
produjeron grandes aumentos de las poblaciones, y
tecnologías tan importantes como el riego
artificial.
Esto tuvo muchas otras consecuencias. El riego
artificial condujo a la sedentarización de grandes
poblaciones, y a que trascendiera la estructura
tribal. Se inventaron las ciudades, agrupándose por
coalición o por conquista en los grandes imperios de la
antigüedad, con todo lo que vino detrás, por ejemplo
la invención de la escritura y el
comercio, para
manejar los excedentes agrícolas. Detrás de todo
esto vinieron las guerras en una
escala
desconocida anteriormente, la aparición de los
ejércitos profesionales, y el posterior desarrollo de
la tecnología militar.
Los cambios tecnológicos que se
sucedieron tuvieron, sin duda, grandes consecuencias, pero nunca
más un vuelco tan total del modo de vida de la humanidad,
como cuando se produjo la revolución industrial,
la segunda revolución tecnológica,
que comenzó lentamente en Europa en el
período que abarca desde 1760 hasta 1830, "cuando ese
proceso, que
se venía gestando desde los tiempos medievales, se acelera
y adquiere un ritmo vivo". La estructura de
clases de las sociedades
europeas fue cambiando, con el ocaso del feudalismo y el
ascenso de la burguesía como clase que traía a la
sociedad
medieval un dinamismo previamente desconocido. Los grandes
viajes de
exploración y conquista emprendidos por las potencias
europeas encontraron su mayor motivación
en las riquezas naturales de las nuevas tierras y después
en la actividad esclavista. No por casualidad los grandes
emprendimientos fueron en su mayoría sustentados por
grandes comerciantes burgueses. Comienza el dominio de
occidente sobre las demás culturas. También surgen
los descubrimientos científicos, naciendo el deseo de
poner a la naturaleza al
servicio del
hombre,
empresa que
hasta el día de hoy nos amenaza.
La Revolución
Industrial abarcó dos etapas sucesivas. En la primera,
encabezada por Inglaterra, se
introdujo la máquina de vapor, que reemplazó la
energía hidráulica y cambió totalmente la
manera de producir muchos bienes, desde
lo artesanal e individual hacia la manufactura
industrial; también cambiaron los sistemas de
transporte, al
introducir el ferrocarril y los barcos de vapor; en cuanto al uso
de materiales, se
reemplazó la madera por los
metales, y se
desplazó a grandes cantidades de personas del campo a las
ciudades, en relación estrecha con la creciente
mecanización de las tareas agrarias. En la segunda etapa,
que duró desde mediados del siglo XIX hasta la primera guerra
mundial, y estuvo sobre todo centrada en Alemania (cuna
de la industria
química) y
los Estados Unidos,
el
petróleo reemplaza al carbón, la electricidad hace
su aparición como fuente importante de energía, la
industria
química
empieza a crear sustancias que ya no sólo la
obtendrán de la naturaleza.
Además de innumerables artefactos de uso
práctico en todos los ámbitos de la vida, esta
revolución, que se fue acelerando cada vez
más a partir del último cuarto del siglo XVIII,
generó nuevos modos de
producción, como la manufactura, y
la producción en línea de
montaje.
Esta revolución
tecnológica formó parte de una
transformación social profunda, que tardó unos tres
siglos en consolidarse desplazando al feudalismo,
fomentando el racionalismo
como doctrina filosófica, transformando al artesano en
tecnólogo, urbanizando la población, y creando el proletariado
Industrial moderno a costa de la población rural.
El centro de todo este movimiento fue
Europa, y
Estados Unidos
como su satélite. En este último y en Japón
comenzó la tercera revolución
tecnológica, en la cual nos encontramos en la
actualidad.
Las dos tecnologías características de esta última
revolución
son: la informática, basada en el desarrollo de
la electrónica, y la biotecnología. Con la primera, se hace
posible tecnológicamente auxiliar y hasta reemplazar
muchas de las tareas mentales de los humanos; con la segunda,
manipular y modificar su esencia biológica, y, tal vez,
hacer del hombre otra
cosa. Esta tercera revolución
está en pleno desarrollo.
La revolución
social ocasionada por ella todavía no ha alcanzado su
mayor apogeo, pero ya comienza a verse algunas consecuencias poco
agradables como el reemplazo de la mano de obra no calificada por
la robotización de la industria.
Lo que ya si es evidente como consecuencia de
la informática aplicada a las comunicaciones
es la
globalización del mundo, uno de los cambios
tecnológicos que encabeza esta revolución. La economía casi no
reconoce fronteras, la información recorre el mundo en forma
instantánea.
Impacto en la sociedad del
cambio
tecnológico
No es por quitarle importancia a los impactos
sociales que ocasionaron las otras dos revoluciones, que por
cierto fueron importante, el no detenernos en ellos, sino
simplemente por que las consecuencias que la tercera revolución
ocasionó y está produciendo nos tocan más de
cerca y es importante prestarle mucha atención.
Las dos primeras consecuencias de la actual
revolución
tecnológica son: la
globalización, que sirve de telón de fondo a
todo lo que ocurre, y provoca impactos indeseables tales
como:
- Una creciente brecha entre pobres y
ricos. - La "exclusión" como palabra
actualizada: antes fue "opresión". - Mundialización de la producción.
- Mundialización del mercado.
- Mundialización del capital
financiero. - Urbanización y violencia.
- Amenaza ecológica.
Y un enorme aumento de la productividad del
trabajo, por lo menos en aquellos sectores de la economía que hacen
uso intensivo de las nuevas tecnologías.
El segundo elemento, el de la productividad del
trabajo, ha puesto al alcance de la minoría rica un
nivel de vida inimaginable hace pocas
décadas. La desocupación es
ya uno de los problemas
sociales y económicos más graves en todo el
mundo. El fenómeno tiene causas complejas que no son las
mismas en diferentes regiones o países, pero una de ellas
es ciertamente el aumento de la productividad del
trabajo humano, que es reemplazado en grado creciente por equipos
de producción automáticos.
Este fenómeno no es nuevo. La segunda
revolución
tecnológica produjo efectos similares. Los grandes cambios
introducidos en muchas ramas de la tecnología de esa
época produjeron desplazamientos de poblaciones, cambios
en los estilos de vida y también desocupación
tecnológica. La mecanización agraria
desplazó a las ciudades a miles de campesinos que
allí formaron el proletariado urbano, con una grave
pérdida en su calidad de
vida. Otro ejemplo entre muchos de una innovación tecnológica con graves
consecuencias sociales fue la desmotadora de algodón, cuyo
primer modelo
aumentó 24 veces la productividad de
un operario esclavo que antes de su introducción
hacía a mano esta embrutecedora tarea. Se abarataron los
tejidos de
algodón, lo que los puso al alcance de la población.
Otro ejemplo tradicional de innovación tecnológica en el sentido
amplio que nosotros le damos, lo constituye la invención
de los sistemas de
producción basados en la fabricación de
máquinas (las armas de fuego
fueron las primeras) compuestos de piezas intercambiables,
lo que marca el abandono
del trabajo artesanal y el comienzo de la revolución
en los métodos de
producción de bienes: la
racionalización del trabajo, la introducción del
concepto de
calidad, y la
línea de montaje. El símbolo de esta
nueva metodología es el sistema
implantado en las fábricas de Ford. Dicho sistema condujo a
la difusión del automóvil, abaratándolo de
tal manera que se puso al alcance de amplias capas de la población y modificó completamente
las costumbres de los habitantes, primero de los EE.UU. y
después de los demás países desarrollados.
Esta serie novedosa es una de las componentes fundamentales del
enorme aumento de la productividad del
trabajo humano.
El ejemplo más espectacular y cercano
del impacto social de las innovaciones es el de la industria
electrónica en las últimas
décadas. La revolución en las comunicaciones
por la generalización de la radio, el
teléfono, la
televisión y la penetración de los productos
informáticos en todos los aspectos de nuestra vida, ha
cambiado nuestra civilización más allá de lo
que solemos darnos cuenta.
Hay quienes dicen que el desarrollo de
la tecnología no tiene un efecto determinante
sobre la evolución social. Por ejemplo se ha
afirmado que la invención de la máquina de
escribir, la del motor de arranque
en los automóviles y la de los anticonceptivos fueron determinantes para la
liberación social de la mujer. Sin
embargo, los que sostienen que el desarrollo
tecnológico no es determinante aducen que "si la sociedad no
hubiese estado
preparada para esta liberación, el trabajo de
las mujeres y el control de la
procreación no hubiesen sido aceptado socialmente, como
aún no son aceptados en muchas sociedades no
occidentales".
Aun cuando sea aceptada la introducción
de ciertas tecnologías, su efecto social puede variar de
una cultura a
otra. Siempre se menciona con cierto asombro el hecho de que los
chinos conocieron muchos de los grandes desarrollos
tecnológicos del Renacimiento
antes que Occidente, pero no tomaron la actitud de
conquista y expansión que su dominio de la
navegación y los explosivos les hubieran permitido, y que
Occidente tomó poco después.
Los cambios tecnológicos, desde la
antigüedad, generalmente han tendido a facilitar el trabajo
humano, a hacerlo menos penoso, a reemplazar sus formas
más primitivas, basadas en la fuerza
física,
por formas más avanzadas, basadas en la capacidad mental y
la inteligencia
de los trabajadores.
En la actualidad, el máximo desarrollo
alcanzado por los productos
informáticos tiende a reemplazar también la parte
más rutinaria y mecánica de la actividad mental humana por
el trabajo de
las computadoras.
Por lo tanto, desaparecen de la variedad de
demanda
laboral
numerosos puestos de trabajo que sólo exigen fuerza
muscular y niveles bajos de capacitación. En cambio
aparecen nuevos tipos de tareas que antes no existían. En
la actualidad, quien no sabe manejar una computadora,
aunque sólo sea elementalmente, se considera casi un
analfabeto.
Este proceso sigue
avanzando hacia la inteligencia artificial y la
robotización, y nadie sabe hasta dónde podrá
llegarse en esta dirección. Es evidente que tales
desarrollos plantean problemas
graves a la humanidad. Es casi una paradoja trágica el que
el enorme aumento de la productividad
esté acompañado en todos los países
occidentales de una creciente desocupación y malestar
social, en lugar de opulencia y bienestar. Es evidente que
la
organización económica y social deberá
cambiar totalmente para que este desarrollo
conduzca a una mejor distribución de los bienes, a una
justicia
social y a una mayor felicidad de la humanidad.
Para algunos autores, en la época
presente todos los aspectos de la cultura
están tan vinculados con la tecnología que es
ésta la que ha de determinar el futuro de la humanidad
como nunca antes lo hizo. Otros dicen que dicha postura es
unilateral y demasiado simplista. Sin embargo, ciertamente los
avances tecnológicos establecieron normas y
hábitos, introduciéndose en todos los aspectos de
nuestra vida, y afectando nuestra manera de pensar la
realidad.
Tiene sentido, por lo tanto, avizorar un mundo
determinado por la tecnología. "La
tecnología disuelve la ideología" es una aguda
frase que expresa una verdad a medias. "La tecnología
misma se ha transformado en una ideología", dice otro
filósofo contemporáneo, el alemán J.
Habermas. Es decir que la aparente autonomía de la
tecnología oculta una realidad que está más
allá: el hecho de que la tecnología está al
servicio de un
sistema social:
el neoliberalismo
o capitalismo
salvaje, y su móvil inmediato, el lucro
empresario.
No se trata de perseguir a la tecnología
como si se tratara de "brujas y hechiceros"; el desarrollo de
una sociedad esta
íntimamente ligado a los aportes científicos y
tecnológicos. Pero la cuestión es ver qué
tipo de desarrollo
queremos, uno que excluya a la mayoría, que fomente la
desigualdad, que concentre la riqueza y los beneficios en algunos
pocos, o uno que nos incluya a todos, que distribuya
equitativamente los recursos y las
ganancias, en donde la solidaridad sea
el valor
más importante.
El Che Guevara
decía que "el subdesarrollo
es un enano de cabeza enorme y panza hinchada: sus piernas
débiles y sus brazos cortos no armonizan con el resto del
cuerpo". Nuestra sociedad es el
enano deforme que describe Guevara. Mientras que en las grandes
metrópolis se concentran las riquezas y el lujo, en la
periferia la pobreza llega
al extremo. Cómo puede ser posible que en la era de las
"altas tecnologías y de los grandes avances
cientificos-tecnológicos aún no hallamos podido
resolver el tema de la pobreza y la
exclusión, ¿no será que estas
tecnologías no están realmente al servicio del
hombre sino de
las empresas?.
Sin caer en el ridículo desprecio por
las tecnologías, sería interesante repensar que
éstas son necesarias para la subsistencia de un sistema que
"mata" y excluye, y en donde en los países pobres y
subdesarrollado, ella misma (la tecnología), no habla en
su idioma. Por lo tanto de qué sirve el aporte de la ciencia y
la tecnología al desarrollo si
hay países que no pueden acceder ni generarla.
Ya es imposible parar este desarrollo
tecnológico y por ende el sistema al cual
responde. Las alternativas son:
- "Estar en el sistema sin ser
del sistema".
Aunque no tengamos otro sistema a mano
ni podamos ahora construirlo, la primera alternativa consiste
en resistir, "no ser del sistema, en
mantener la libertad
interior de quien no claudica de su "esperanza contra toda
esperanza". - No dejar de creer que hay alternativa,
aunque ahora no esté disponible. No dejar de creer que
es posible organizar el mundo de otra manera. - Atreverse a ser decididamente
antineoliberal. Atreverse a ir contracorriente, descaradamente.
Mantener la lucidez y proclamar a los cuatro vientos, con toda
la fuerza de
nuestra convicción, la esencia encubierta
ideológica del NL: "la mentira más genial del
siglo". - No esperar a que fracase el NL para
atreverse a denunciar los estragos que provoca y su
carácter antiético esencial. La lucidez
profética consiste en declararlo ahora, no cuando –
quizá muy pronto – sean los mismos directores del
FMI y/o del BM
quienes reconozcan el fracaso del NL. Cuando esto ocurra no
faltarán profetas oportunistas que corearán lo
que ahora, sumidos en un mar de perplejidades, no logran
ver. - Crear redes, en esta "hora de
las redes", para
construir un nuevo tejido social alternativo en este tiempo de
desarticulación de los movimientos y de la resistencia.
Avanzar en la construcción de un "bloque Popular
planetario". Pasar "de las pintadas en las paredes, a Internet".
Saber poner la alta tecnología de la información al servicio de
los pobres. Hacer honor a la tradición profética
y carismática de los mártires latinoamericanos,
siendo con nuestra creatividad
"más astutos que los hijos de las
tinieblas". - No hay que olvidar que, finalmente, la gran
e inevitable alternativa al sistema
será el mismo sistema,
porque, sencillamente, es insostenible, tanto económica,
como social, como ecológicamente. El tiempo juega a
favor nuestro. La humanidad no es suicida, y más
temprano que tarde pondrá remedio a este sin sentido.
Triunfará la sensatez. Desde ya nosotros optamos por
ella.
Contenido
Introducción
Ciencia y tecnología *
Estructura social y revoluciones
tecnológicas *
Impacto en la sociedad del
cambio
tecnológico *
A modo de conclusión *
Bibliografía
- "El tecnoscopio", Tomás Buch. Tercera
edición. 1997 - "Encarta", enciclopedia de Microsoft â 1999.
- "El siglo de las luces: ciencia y
técnica", J. Babini. Centro editorial América
Latina. - "Las venas abiertas de América
Latina", Eduardo Galeano. Editorial Siglo XXI,
1990. - "Historia social de
la ciencia",
J. Bernal. - Publicaciones del "Centro Nueva Tierra para
la promoción social y pastoral".
1997-1998-1999. - "El taller y el robot". Ensayos
sobre el fordismo y la producción en masa en la era electrónica, B. Coriat. Editorial Siglo
XXI, México 1992. - "Alfabetización científica y
tecnológica", Gérard Fourez. Ediciones Colihue,
1998. - Texto Base del "6° Congreso Misionero
Latinoamericano y 1° Congreso Americano Misionero",
Setiembre – octubre de 1999. - "La tecnología. Sus impactos en la
educación y en la sociedad
contemporánea", Casalla y Hernando. Ediciones Plus
Ultra, 1996. - "Argentina,
sociedad e
informática", Albornoz y Juárez.
Eudeba, Bs.As. 1998. - "De la colonización pedagógica
a la colonización telemática", Gottieb y Sánchez.
Editorial UNR, Rosario 1991. - "¿Qué es que en
tecnología?", Ferraro, R. Y Lerch Carlos. Editorial
Cuadernos GRANICA. 1997. - "La educación Tecnológica. Aporte para
su implementación". Gay, Aquiles y Ferreras Miguel
Ángel. Ed. Pro Ciencia.
Conicet.1997.
Título: "LA DIOSA
TECNOLOGÍA"
Sección a publicar: Tecnología y
Educación.
Resumen:
Este material es un análisis del impacto que los cambios
tecnológicos produjeron en la sociedad. La idea
no es hacer docencia sino abrir el debate sobre
lo que la ciencia y
la tecnología provocan en las sociedades
contemporáneas.
En este material vas a encontrar un simple
punto de vista personal, con la
intención de presentar nuevas alternativas para "Repensar"
la Educación
Tecnológica.
Gustavo M Cardozo
Técnico Agroindustrial
Estudiante de Ciencias de la
Educación