En su libro El
Internacionalismo Moderno, Paul Krugman dice, que la
definición más popular de competitividad, es en nuestros días la de
Laura Tyson: "Nuestra capacidad para producir bienes y
servicios que
cumplan los tests de la competencia
internacional, mientras nuestros ciudadanos disfrutan de un nivel
de vida a la vez creciente y sostenible".
Tambien Krugman, en otra parte del libro mencionado dice
que no es verdad que las naciones líderes del mundo
estén en ningún grado importante de competencia
entre ellas, o que alguno de sus principales problemas
económicos pueden ser atribuidos a un fracaso al competir
en los mercados
mundiales.
Nuestro enfoque –con los debidos respetos–
es diferente, creemos que los países compiten
indirectamente entre si. Primero como sede de radicación
de las empresas que
participan en el comercio
internacional y segundo en el resultado que dichas operaciones
generan en la balanza de pagos
del país.
Que una industria
automotriz, electrónica u otras de producción masiva competitiva, se
desarrolle o instale en un país, genera principalmente,
ocupación de mano de obra, incremento de actividades
colaterales y si exporta (o sustituye importaciones) un
beneficio en el balance comercial.
Las exportaciones
generan divisas que luego
se aplicarán a importar aquellas tecnologías,
materias primas, bienes y servicios que el país no posee o
no es competitivo (esto último con reservas, como luego se
verá).
Las industrias de
producción masiva competitiva ocuparán mano de
obra, mejorarán el nivel de ingresos de los
trabajadores, facilitarán la capacitación de los mismos y de un modo
directo o indirecto permitirán –al decir de Laura
Tyson– a los ciudadanos, del país sede, disfrutar de
un nivel de vida a la vez creciente y sostenible.
Simplificando, en buena medida, la historia, podríamos
decir que este esquema funcionó –con ventaja para
los países industriales del hemisferio norte– desde
la revolución
industrial.
En otras épocas a la competitividad se la llamaba
"términos del intercambio" y a la asignación de la
producción entre países se la denominaba "distribución internacional del trabajo".
El mundo económico operaba bajo los
parámetros de la "distribución internacional del
trabajo", aceptando –a gusto o a disgusto– "los
términos del intercambio", que definían primero
Inglaterra hasta
el fin de la Primera guerra
mundial y luego Estados Unidos,
entre guerras, y,
con todo su peso a partir del fin de la Segunda.
Cuando los grandes "perdedores" de la Segunda guerra
mundial, Alemania y
Japón,
comienzan a competir a nivel internacional –haciendo uso de
la doctrina del libre cambio que tan
buen resultado había dado a los "ganadores" de las
guerras– todo se complica. La industria americana (a partir
de 1973, según Ravi Batra) comienza a perder
competitividad, no sólo a nivel internacional, sino
también en el mercado interno.
En la emblemática industria automotriz la
penetración de vehículos importados (gama de altos
precios
–Alemania y gama de bajos precios –Japón)
llega al 30%.
Poco a poco, Estados Unidos, el país industrial
por excelencia comienza a perder competitividad y su balanza
comercial pasa a ser negativa, acumulando en el tiempo
–ayudado por el déficit público, financiado,
en parte, con crédito
internacional– una deuda externa
superior a los 300.000 millones de dólares. El país
más rico del mundo llega a ser el país más
endeudado del mundo. En algún momento si se suman los
superavits comerciales de Japón y Alemania se igualan al
déficit –por igual concepto–
de Estados Unidos.
Cuando las empresas americanas comienzan a perder su
mercado interno (recuerdese la cuasi–quiebra de
Chrysler, por ejemplo) y encuentran difícil, cuando no
imposible penetrar en el mercado europeo y japones se inicia un
"fenomenal" proceso de
"reconversión industrial" que , como luego se
vería, no han podido seguir sus competidores
internacionales.
A ello se agrega el avance en alta tecnología (robótica, informática, comunicaciones
y biotecnología) que permite pasar de la
sociedad
industrial a la sociedad de la
comunicación y retomar –nuevamante– la
delantera.
El fin de la guerra
fría, cede paso a la era de la
globalización.
La distribución internacional del trabajo no
existe mas. Los términos del intercambio son
dinámicos y cambiantes. La aldea global deja la guerra "sin
frente". La discusión entre el modelo
anglosajón y el modelo renano se diluye en una batalla de
modelos
heterodoxos, a los que lo único que les interesa es que el
gato "cace ratones". Capitalismo
socialista. Autocracias capitalistas. Socialismo de
libre mercado. Y cuanta sopa de letras nos permita el análisis combinatorio. La economía se convierte
en algo más importante que la ideología.
Como dice Peter Drucker: "Ya no hay un centro en la
economía
mundial; esta se ha vuelto multicéntrica"
A continuación veremos que opinan y nos informan
diversos autores sobre competitividad:
"Segun Michael Albert existen dos modelos de
capitalismo ampliamente contrastantes.
1 – El modelo anglosajón
(fundamentalmente Estados Unidos y Gran
Bretaña)
· fundado sobre el éxito
individual y el beneficio a corto plazo
· control
estricto de la moneda, desregulación y
privatización
· aceptan la
inmigración
· consideran que la pobreza es
un problema de las personas
· la seguridad
social no es favorable para el desarrollo
económico
· privilegia la jerarquización de los
salarios
· la legislación fiscal
favorece el endeudamiento
· considera mejor tener menos reglamentos y
más abogados para hacer procesos
· prefieren la bolsa
· el poder en
la empresa lo
tiene el accionista
· el papel de la empresa en
materia de
educación y de formacion profesiona debe
ser el menor posible
2 – El modelo germano –
nipón
· valora el éxito colectivo, el
consenso y el beneficio a largo plazo
· no aceptan (en principio) la
inmigración
· consideran que la pobreza es un
problema de la nación
· la seguridad
social es favorable para el desarrollo
económico
· no aumenta tanto la jerarquización
de los salarios
· se considera al ahorro como
una virtud nacional
· prefieren tener reglamentos y (caso
Japón) un proceso judicial es deshonroso
· prefieren el financiamiento bancario
· el poder en la empresa se reparte entre
accionistas, dirección, banca y
personal
Luego nos dice que no es cierto que la eficacia
económica deba estar necesariamente alimentada por la
injusticia social. No obstante ello (paradoja) el modelo
americano está haciendo retroceder al
renano.
¿Por que es el menos eficiente el que
vence?.
Es un hecho que a los ojos de la opinión
mundial, el capitalismo renano, virtuoso, igualitario, prudente y
discreto, carece de atractivos.
El capitalismo americano es un sueño rosado,
del dinero
fácil, de las fortunas súbitas, lúdico,
publicitario (o sea es publicitario, financiero y
corrompido).
¿Qué debe buscar Europa?
· eficiencia
económica
· estabilidad monetaria
¿Qué es mejor, más desocupados
asistidos, o más trabajadores mal pagados?
Para dilucidar este debate
"capitalismo contra capitalismo" hay dos puntos a señalar:
únicamente los países renanos han logrado demostrar
que la protección social más generosa puede ir
apareada con una economía más eficiente. El modelo
norteamericano sacrifica deliberadamente el futuro al
presente.
La Unión
Europea será el principal campo de batalla de los dos
capitalismos. O bien los ciudadanos europeos no habrán
comprendido bien de que depende fundamentalmente su destino, no
presionarán lo bastante a sus gobiernos para dar el salto
hacia la opinión
pública, a fin de que estos se decidan a hacerlo.
Entonces ya nada podrá pasar, salvo que el mercado
único comenzará a deshacerse; que no habiendo
tenido la lucidez de unirnos para elegir nuestro futuro, habernos
perdido la capacidad de hacerlo; por lo tanto recaeremos en las
angustias de nuestro viejo europeísmo, derivando
inevitablemente hacia el modelo americano.
O bien, nosotros nos ponemos en marcha hacia Estados
Unidos de Europa, podremos elegir para todos nosotros el mejor
modelo económico–social, que ya ha empezado a dar
sus frutos en una parte de la C.E.E. (1992) y que se
convertirá en el modelo europeo.
La inversión en el futuro es en nuestra
época el verdadero "círculo productivo", la primera
fuente de riqueza. Quizás incluso el nuevo camino de la
sabiduría. Sobre todo para los europeos. Para cada
cuidadano europeo", nos dice Michael Albert (ob.
cit.).
"Los recursos
fundamentales de un país no descansan en su riqueza
material o financiera –susceptible de moverse de unas a
otras naciones– sino en la cualificación, las
habilidades y las ideas que poseen sus ciudadanos.
El verdadero valor de las
sociedades
multinacionales no estriba en sus recursos materiales
sino en la educación y
eficiencia de sus empleados. De esta forma los ahorros de un
país van a parar a manos de las empresas que mejor sepan
hacer las cosas –con mayor eficacia y economía por
parte de sus equipos humanos– con independencia
del origen o nacionalidad
de la empresa.
La competencia
perfecta, a la larga se lleva todas las ganancias, causando
el fracaso incluso de los mejores negocios.
La nueva barrera de acceso a los mercados no es el
volumen o el
precio, sino
la habilidad para encontrar la exacta correspondencia entre
tecnologías especializadas y los mercados
específicos (del alto volumen al alto
valor).
Si se analizan estas empresas de alto valor se pueden
distinguir 3 habilidades:
· habilidades para resolver los problemas
que plantea producir bienes únicos
· habilidades para ayudar a los consumidores
a entender sus necesidades y como las mismas pueden ser mejor
satisfechas por los productos
especialmente adaptados
· habilidades necesarias para vincular la
tarea de los encargados de identificar las oportunidades y los
responsables de resolver los problemas
Las tareas del intermediario estratégico es
crear las condiciones para que los que identifican problemas y
los que los resuelvan puedan trabajar juntos sin
interferencias.
En las empresas de "alto valor" solamente un activo
se valoriza más a medida que se usa: las habilidades del
personal
creativo para la identificación y resolución de
problemas y la intermediación.
Las habilidades inherentes a la
intermediación, a la identificación y
resolución de problemas se desarrollan con la
experiencia.
Los destinos de los norteamericanos están
comenzando a bifurcarse. Algunos encajan dentro de la
economía mundial, otros no tanto.
Es probable que los norteamericanos sigan
destacándose en el análisis simbólico. Esto
es así por dos motivos: Primero, ninguna nación
forma a sus jóvenes talentosos tan eficazmente como los
Estados Unidos. Segundo, ninguna nación
cuenta con el mismo número de analistas ya en acción
y en condiciones de intercambiar conocimientos entre si de forma
permanente.
Los estudiantes europeos y japoneses habitualmente
son superiores en matemáticas y ciencia. Sin
embargo, ninguna otra sociedad (como la americana) prepara tan
bien a sus jóvenes para la identificación y
resolución creativa de problemas. Las mejores
universidades e institutos de estudios terciarios norteamericanos
figuran entre los más importantes del
mundo.
La educación formal de un analista
simbólico incipiente requiere el perfeccionamiento en
cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento
sistemático, experimentación y
colaboración.
La educación del analista simbólico no
finaliza con la graduación. El aprendizaje
continúa en el trabajo,
ésta es la segunda razón por la cual los analistas
simbólicos norteamericanos siguen destacándose en
los mercados mundiales.
El futuro nivel de vida de los norteamericanos, como
el de los ciudadanos de cualquier otra nación, depende de
su capacidad de moderar su consumo (tanto
público como privado), mientras simultáneamente
invierten en sus recursos únicos –trabajadores e
infraestructura– y, valiéndose de eso, atraen a los
inversores internacionales con el mismo objetivo. Este
enfoque requiere una estrategia muy
diferente a la de permitir y alentar a los ciudadanos ricos para
que acumulen una parte cada vez mayor de sus ganancias, mientras
reducen gradualmente las inversiones
del sector
público", nos dice Robert B. Reich (ob.
cit.).
"Para un país como Estados Unidos, que desde
hace un tiempo ha poseído una economía mucho
más autocontenida que, por ejemplo, los Países
Bajos o Gran Bretaña, debe ser perturbador oír que
a medida que todos los factores de producción (dinero,
tecnología, fábricas y equipo) se mueven sin
esfuerzo por encima de las fronteras, la idea misma de una
economía estadounidense se está quedando sin
sentido, al igual que las nociones de sociedad estadounidense,
capital
estadounidense, productos estadounidenses, y tecnología
estadounidense. Si los productos ya no son "estadounidenses",
¿qué sentido tiene intentar calcular la balanza de
comercio de
mercancías o la diferencia de bienes de alta
tecnología entre Estados Unidos y
Japón?.
¿Es Japón un país normal que
perderá sus actuales ventajas algun día o ha
encontrado un modo de desafiar las leyes de la
gravedad referentes a la ventaja nacional comparativa y evitar
así lo que podría llamarse un destino
tardo–victoriano?.
Según algunos economistas, existen diversas
pruebas del
relativo declive a largo plazo de Japón: envejecimiento de
la población; los gastos del
consumidor; las
salidas de turistas y la reducción de los índices
de ahorros globales; el incremento de productos importados; el
traslado de la producción a otras partes del mundo; el
firme desplazamiento desde la producción industrial a los
servicios; la emergencia de Tokyo como centro financiero global,
aunque descansando sobre bases que, por más especulativas,
son menos seguras; la volatilidad de su bolsa, que ya no es
inmune a fuertes caídas; y los cambios en las actividades
culturales, la elección de las carreras, el papel de las
mujeres y otros indicios de profunda metamorfosis nacional. Puede
ser que el "sol" japonés siga brillando con fuerza, pero
ya ha pasado el mediodía y comienza a
declinar.
(Europa)……..Sin duda, se enfrenta a problemas en
la redefinición en las políticas
exterior y de defensa en un mundo que ha dejado atrás la
guerra fría, y sobretodo, de hallar modos de aumentar su
unidad; pero esos problemas, seguramente no son
insuperables.
Sin embargo, resulta mucho mas difícil saber
si los europeos serán capaces de seguir gozando de un
confortable estilo de vida
sin verse afectados por los actuales acontecimientos
globales.
¿Pueden las sociedades relativamente ricas de
Europa aislarse de las presiones demográficas que se
están acumulando en otras partes o de los profundos
cambios climáticos?. ¿Logrará la C.E. hacer
frente a la globalización, por mucho que se esfuerce en
lograr una mayor integración?. ¿Controlará las
tendencias políticas centrífugas, los crecientes
resentimientos contra vecinos étnicos o inmigrantes
recientes, los nuevos tribalismos?.
Todo esto es tanto más difícil cuanto
que, a diferencia de países unificados como Japón o
Estados Unidos, Europa está intentando batir en la
actualidad su propia forma constitucional, un proceso que consume
la mayor parte de sus energías
políticas.
Sólo uniéndose pueden crear un bloque
de pueblos europeos más prósperos y quizás
más poderosos incluso que cualquier otro país del
mundo.
A pesar de ello, no existe todavía un mercado
europeo completamente libre, en especial debido a la
reacción de retaguardia de intereses creados que
resultarían dañados por el laissez–faire sin
trabas.
Es probable que la "armonización" de las
compañías de Europa cree bolsas de elevado desempleo local,
a pesar del estímulo global al crecimiento.
¿Hasta qué punto la emergencia de un
"mundo sin fronteras" contradice el objetivo de la C.E. de
profundizar su unidad económica y política?.
Lejos de desmantelarse, las fronteras nacionales se
están extendiendo a unas entidades mayores (la C.E., la
Zona de Libre Comercio
Norteamericana, el área dominada por el yen), con la
economía mundial dominada cada vez más por tres
enormes bloques comerciales regionales.
¿Llegará alguna vez el día en
que una organización como la C.E. parezca ante los
ojos de los ciudadanos tan legítima como lo fueron los
gobiernos nacionales?.
Temas importantes para Europa: tendencias
demográficas, cuestiones medioambientales, cambios
globales motivados por la tecnología
(biotecnología, robótica), finanzas,
comunicaciones, emergencia de la corporación
multinacional", nos dice Paul Kennedy (ob. cit.).
"El trabajo en Europa es un 50% más caro que
en América
o en Japón.
El gasto
público en Europa también resulta ser mayor que
en cualquier otra región industrializada del
mundo.
Los pagos de la Seguridad Social en Alemania, en
1990, fueron un 25% del PBI, un 15% en Estados Unidos, y un 11%
en Japón.
Los impuestos en las
empresas en Alemania exceden el 60%, en Estados Unidos el
45%.
Cuando se suman todos los costos de
mantener una adecuada red social, incluyendo
costos de los impuestos, la seguridad social, la
compensación por desempleo, las pensiones y los seguros
médicos, el total se sitúa alrededor de un 41% del
PIB en Europa,
frente al 30% en Estados Unidos y Japón.
El trabajador medio alemán tiene una
retribución hora de aproximadamente 26,89 dólares
(un 46% se destina a subsidios), en Italia el
trabajador gana 21 dólares (la mayor parte de esta
retribución es bajo la forma de subsidio) y en Estados
Unidos cuesta en promedio 15,89 dólares (de los que
sólo el 28% se destinan a subsidios).
En 1992 el trabajador alemán medio trabajaba
1519 horas al año y tenía 40 dias de vacaciones
pagadas, los trabajadores americanos 1857 horas al año (en
promedio) y los japoneses 2007 horas al año", no dice
Jeremy Rifkin (ob. cit.).
"La segunda economía más importante del
mundo (Japón) está atascada y es incapaz de volver
a poner en marcha su maquinaria económica.
La legislación europea hizo muy costoso, y
casi imposible despedir trabajadores. En vista que los
trabajadores, no podían ser despedidos, no tenían
que aceptar las "restricciones" y las reducciones salariales que
se impusieron a los trabajadores norteamericanos. Como resultado,
los salarios y
beneficios adicionales europeos aumentaron mientras en Estados
Unidos declinaban. A mediados de la década de los 90 la
mayor parte de Europa Occidental tenía salarios muy por
encima de los Estados Unidos. Alemania batió todos los
records con un salario hora de 30 dólares si se
incluían los beneficios adicionales y casi 17
dólares si se excluían. Incluyendo los costos
sociales, los costos de mano de obra fabril en Alemania son
más de dos tercios más altos que en los Estados
Unidos.
Pero si resulta costoso o imposible despedir
trabajadores, las empresas comerciales que pretenden maximizar
sus ganancias tampoco los emplearán.
El problema europeo no se ha producido por las
pérdidas de empleos (en los años 80). En los
años 80 los Estados Unidos perdía un 2% de sus
puestos cada mes mientras Europa perdía un 0,4% de sus
puestos.
El problema surgió por una falta de
expansión laboral. Mientras
Europa no registró nuevos empleos netos de 1973 a 1993,
los Estados Unidos generaron 33 millones de puestos nuevos
netos.
Las causas son directas. Las políticas
anti–inflacionarias llevaron a medidas monetarias
restrictivas que deliberadamente produjeron un alto desempleo.
Como el desempleo a largo plazo llega a tener un efecto cada vez
más limitado sobre los aumentos salariales (sin
experiencia laboral ni desarrollo de la capacidad es cada vez
menos competitivo frente a aquellos que están trabajando),
se requieren niveles de desempleo cada vez más altos para
obtener los mismos efectos
anti–inflacionarios.
La legislación social europea a través
de la introducción de altos salarios y otras
prácticas sociales ha creado economías con una
distribución de ingresos muy condensada, donde el quinto
más bajo de la fuerza laboral gana 80% más que el
quinto más bajo de la fuerza laboral norteamericana. Como
consecuencia no puede existir ni expandirse en Europa toda una
serie de industrias y servicios de bajo salario que hay en
Estados Unidos.
Cuando los asiáticos (japoneses) aluden al
sistema de
bienestar europeo para los que están en edad de trabajo lo
hacen con escepticismo. Simplemente no pueden creerlo.
¡Vacaciones de cinco semanas!. ¡Un mes de aguinaldo
en Navidad!.
¡Dieciocho meses restituídos mediante un seguro por
despido!. Su descreimiento es una de las razones por las cuales
el sistema no puede continuar. Las empresas se pueden trasladar
al lejano oriente, y evitar todos esos costos de los beneficios
adicionales.
Apartados de Europa, los británicos no tienen
futuro económico.
1995/96: Japón parece mas débil.
Estados Unidos parece más consolidado que lo que estaba a
comienzos de la década. Los problemas europeos son
políticos.
La era de las regulaciones gubernamentales de las
empresas ha concluído.
Europa ha tratado empeñosamente de ofrecer
protección a los trabajadores contra los despidos y
reducciones recesivas, haciendo prolongado y costoso el despido
de los trabajadores existentes. Esas mismas regulaciones
condujeron a una economía europea donde nadie está
dispuesto a emplear nuevos trabajadores y a afrontar los costos
financieros de despedirlos en el próximo ciclo de depresión.
En Europa la ideología está impulsando
la economía, en el mundo la economía está
impulsando la ideología.
A mediados de la década presente, los Estados
Unidos están en la misma posición donde estuvo el
Reino Unido a fines de la Primera guerra mundial.
Ya no están dispuestos, o quizás ya no son capaces
de hacer lo que una vez hicieron. La diferencia es que ahora no
hay ninguna nación en la escena capaz de ocupar el
puesto.
Si Europa fuera realmente una nación con
política exterior unificada, podría ser capaz de
hacerse cargo de la función
que cumplieron los Estados Unidos en la posguerra. Por ejemplo el
euro reemplazaría al dólar. Pero no es así.
Al menos durante el próximo medio siglo, Europa no
será un lider mundial, ya que tendrá que
concentrarse en consumar su propia unificación. La
unificación de Europa, con el agregado de Europa Central y
del Este a la C. E. , requerirá todos sus fondos, toda su
atención pública y todo su tiempo de
liderazgo.
Como la segunda economía más importante
del mundo, Japón es un candidato para el liderazgo
mundial, pero esta nación no posee capacidad militar
global y menos aún un interés
político en gran parte del mundo.
La erupción más explosiva del
volcán ha sido provocado por la demografía y estriba en el paulatino
envejecimiento de la población mundial. Se ha creado una
nueva clase de
población. Por primera vez en la historia de la humanidad,
nuestras sociedades tendrán un grupo muy
numeroso de personas mayores económicamente inactivas,
votantes opulentos que requieren servicios sociales costosos,
como asistencia médica, y dependen del gobierno para
gran parte de su ingreso. Ellos están debilitando el estado del
bienestar, destruyendo las finanzas del gobierno, y amenazando
las inversiones que todas las sociedades necesitan hacer para
alcanzar un futuro de éxito.En 1900 el 4% de la
población de Estados Unidos superaba los 65 años de
edad. Los que superan esa edad ahora son el 13% de la
población. Mientras ahora hay 4,5 empleados para pagar una
pensión, en el 2013 habrá solamente 1,7
trabajadores disponibles para aportar a cada pensión.En
muchas naciones pobres y ricas el porcentaje de población
con más de 65 años se duplicará hacia el
2025. Para entonces en Japón se espera que los ancianos
representen el 26% de la población. En Estados Unidos por
lo menos un 20% de la población.
Hoy en día (1995) el sistema de bienestar
social más el pago de intereses requieren el 60% de la
recaudación impositiva total (Estados Unidos).
Excluídos los intereses sobre la deuda nacional, la mitad
del presupuesto
federal va a la clase pasiva. En el 2003 requerirán un 75%
y para el 2013 un 100% si las leyes siguen sin
modificarse.
En Europa Occidental los programas
vigentes para la clase pasiva requerirán para el
año 2030 el 50% del PBI.
Dejando de lado el tema de la clase pasiva, en los
Estados Unidos, las inversiones internas han caído del 10
al 7% del PBI en los últimos 20
años.
En la OCDE, la asociación de naciones
desarrolladas cuyos fines primordiales son la expansión
económica y el pleno empleo, se
invierte cinco veces más dinero en gastos sociales para la
población de más de 65 que en la de 15 a 64
años.
Pero lo más grave es que los gastos que
requiere la clase pasiva están exprimiendo del presupuesto
las inversiones en infraestructuras, educación e
investigación y desarrollo: en veinte años han
bajado del 24 al 15% del presupuesto federal.
El actual impuesto de
seguridad social del 15% (en Estados Unidos) tendría que
ser aumentado hasta el 40% en el año 2029 para
proporcionar los beneficios que se han prometido.
El sistema
tributario puede llegar a estallar.
La deuda como porcentaje del PBI – l990
Nación Deuda total Pasivos/jubilaciones Total sin
depósito de fondos
EEUU 85 66 151
Japón 79 218 297
Italia 123 233 356
Alemania 53 160 213
Francia 56 216 272
Canadá 96 250 346
R. Unido 52 186 238
Bélgica 142 165 307
Ningún país, ni siquiera una
nación tan grande como los Estados Unidos, puede manejar
un déficit comercial para siempre.
Sin un déficit comercial americano, no puede
haber un superavit comercial japonés sin importar que tan
competitivos sean los productos japoneses, ni cuantos
países del mundo desean comprarlos.
Pero cualquier modelo en el comercio mundial que
dependa de los déficit norteamericanos permanentes o
prevea superavit japoneses permanentes, no es viable en el largo
plazo.
Cada 60.000 millones de dólares de
reducción de las importaciones genera un millón de
puestos de trabajo en Estados Unidos.
Cada 50.000 millones de dólares de
exportaciones perdidas en Japón significan un
millón de empleos.
Japón pierde 3.000.000 de empleos mientras el
resto del mundo equilibra sus cuentas con
Japón + otro millón de trabajadores para adquirir
mercancías extranjeras para generarles los fondos a cobrar
por deudas financieras (intereses e inversiones de Japón
en el exterior).
El único poder de los Estados Unidos reside en
controlar su propia economía. Poseen algo que el resto del
mundo desea fervientemente: el acceso al mercado norteamericano.
Y puede utilizar el acceso a ese mercado como parte de su poder
de negociación.
En el siglo XXI, la capacidad intelectual y la
imaginación, la invención y la
organización de nuevas
tecnologías serán los ingredientes
estratégicos claves.
En el capitalismo no hay ningún
análisis de futuro.
La adaptación al nuevo juego:
· Estados Unidos: Es más probable que
la pérdida de liderazgo conduzca al aislacionismo.
Pérdida de liderazgo (político, militar, y
económico)
· Europa: El modelo del Rhin no podrá
continuar. Pero nadie quiere hacer
esos cambios. Pérdida de
competitividad.
· Japón: Ha inventado el capitalismo
humano. Pero las ganancias han desaparecido.Nadie puede tener
éxito con una mentalidad del medioevo y nadie hoy tiene
una mentalidad más medieval que los japoneses", nos dice
Lester C. Thurow (El Futuro del Capitalismo –Editorial
Vergara – 1996).
" Los europeos….. en el fondo tienen miedo que una
Europa asentada
únicamente ( tratado de Maastricht ) sobre los
derechos del
hombre y del
mercado realzará las potencialidades perversas del
individualismo moderno: fragilidades del vínculo social,
relajamiento de los valores
comunes, mayor confiscación de la democracia por
los expertos de lo jurídico en detrimento de lo
político y de una ética de
la responsabilidad.
De nada sirve diabolizar el principio mismo de
apertura de las economías. No es armados con la consigna
"todos unidos contra la globalización" como podremos
resolver nuestras dificultades. El problema consiste antes bien
en encontrar los nuevos medios de
organizar positivamente esta nueva etapa
económica.
Europa puede dar forma a la búsqueda de un uso
positivo de la globalización. Europa es particularmente
vulnerable al libre comercio y a algunos de sus efectos
perversos. Es a la vez demasiado estructurada y demasiado
débil en la competitiva economía actual. Europa es
un vientre blando que absorbe los cambios globalmente
desfavorables para ella porque su poder de negociación es
en realidad débil, en tanto su unificación
económica y monetaria no esté cumplida", nos dicen,
Jean – Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon ( ob.cit.
).
" Estamos ante una elección. A partir de ahora
tenemos la facultad de decidir –¡ a la carta! si
preferimos la desocupación a la pobreza o ésta a
aquélla.
`pero que nadie tenga la menor duda: ¡
tendremos las dos cosas !.
Se trata de la elección entre dos modelos, el
europeo y el anglosajón.
Desde hace tiempo este último ha logrado un
descenso estadístico del desempleo gracias a una ayuda
social cercana a cero, una maestría espectacular en la
flexibilización del trabajo y sobre todo gracias a que
según Robert Reich: " Estados Unidos acepta una gran
disparidad de ingresos –la mayor de los países
industrializados– que sin duda sería intolerable en
la mayoría de los países de Europa Occidental".
Pero esa miseria "intolerable", basada en lo que se llama
pudorosamente la "gran disparidad" entre la indigencia
inenarrable de muchísima gente y la opulencia inigualada
de una pequeña minoría, permite a Reich agregar: "
el cambio, el país optó por una mayor flexibilidad
que se traduce en mayor número de puestos de trabajo". Tal
cual.
Dicho en otros términos, se es igualmente
pobre, pero además, si cabe sin asistencia social. ¡
Y teniendo trabajo!. Así triunfan los principios de la
OCDE y de otras organizaciones
mundiales. Además de atormentar aún más a
los desocupados la indigencia social acentuada ofrece un mano de
obra barata, preparada, manejable a voluntad, pero se reduce la
tasa de desempleo. Esto se traduce en la
institucionalización de una miseria inconcebible en un
país poderoso, donde la fortuna crece hasta alcanzar
magnitudes inéditas, a la medida de una pobreza creciente,
el desamparo compartido por los trabajadores, que a pesar de ( o
más bien debido a ) sus salarios viven por debajo del
umbral de la pobreza, con clases medias pauperizadas, con empleos
cada vez más precarios, a menudos jirones o restos de
trabajos pesimamente remunerados. Y como siempre, con la
seguridad de no obtener la menor ayuda social, ni siquiera en
materia de salud.
No existe país que no esté enterado de
la aptitud de las "fuerzas vivas" para abandonar cualquier
nación ( en particular la suya ) e ir en busca de las
más dóciles. No existe país en las regiones
consideradas favorables que no se haya convertido en municipio
del orden mundializado. Por consiguiente, es el mismo juego en
todas partes. Ningún rincón del mundo está
libre. En todas partes –y en forma creciente en esta Europa
desvergonzada a la que se exhorta con vehemencia a que atienda
razones– se escuchan los discursos que
anuncian recortes del gasto público ( por no hablar de su
abolición ) la organización de "planes sociales"
masivos y la mayor flexibilidad laboral. Pero también en
todas partes se escucha que todas estas medidas tienen por
objetivo esencial de más está decirlo, la "lucha
contra el desempleo" y la "creación de puestos de
trabajo", nos dice Viviane Forrester (ob.cit.).
" La industria y no el comercio, es la principal
fuente de prosperidad, toda vez que, en la mayor parte de las
naciones, el sector industrial paga los más altos salarios
a sus empleados. Por consiguiente, el comercio exterior
beneficia a aquellas naciones que exportan principalmente bienes
industriales, y perjudica a países que son mayormente
importadores de manufacturas. Si los Estados Unidos estuviera
dispuesto a adoptar el proteccionismo competitivo – es
decir protejer a los monopolios locales de la competencia
externa. Mientras los descompone en unidades más
reducidas – estaría en condiciones de resolver casi
todos sus problemas económicos en breve plazo. La productividad,
los salarios y los ingresos reales se incrementarían, en
tanto que el déficit presupuestario y el coste de la
energía disminuiría. Del mismo modo, se
eliminaría el déficit del comercio exterior, y
sobre todo, se mantendría bajo control la
contaminación. Todo ello mediante la simple medida de
elevar los aranceles
aduaneros de la tasa promedio vigente del 5% al
40%.
Se dice que el motivo por el cual Estados Unidos
perdió su ventaja competitiva fue el lento aumento de la
productividad de la economía. En el período
1960/1990 el PIB por empleado ha crecido de 100 a casi 155 en
Estados Unidos, mientras en Alemania ha llegado a más de
240 y en Japón está por encima de 460. En 30
años la productividad creció un 55% en Estados
Unidos, un 140% en Alemania y un asombroso 360% en
Japón.
Algunas de las razones que se arguyen para la
caída de la productividad son las
siguientes:
1) en Estados Unidos el índice de ahorro es
significativamente bajo ( menos del 5%, más del 14% en
Alemania y Japón ).
2) el porcentaje de inversión (consecuente) es
más bajo que en otros países.
3) la productividad (consecuencia de la
inversión) es mucho más reducida que en Alemania y
Japón.
4) los salarios en Estados Unidos( durante mucho
tiempo) fueron más altos que en Alemania y Japón.
Sin embargo en 1992 ya no es así. Los salarios en Alemania
eran de 20 dólares la hora mientras en Estados Unidos y
Japón 15 dólares la hora.
5) el sistema
educativo en Estados Unidos ha sufrido un prolongado
deterioro.
6) Estados Unidos sufrió una explosión
demográfica en la pos–guerra (el baby
boom).
7) la deuda y el enorme déficit del gobierno
federal mantuvo las tasas de
interés más altas en Estados Unidos que en
Alemania y Japón.
8) en los años 80, mientras Alemania y
Japón invertían en el futuro,las
compañías americanas adquirían
compulsivamente otras empresas.
9) la energía más barata (que en sus
países competitivos) – shock 1973 y 1979– hizo
que las empresas no actuaran más racionalmente a la hora
de hacer economías de costos e
inversión.
10) la desindustrialización (por importaciones
más baratas) causó una brusca caída de la
competitividad.
Las diez razones mencionadas en el mejor de los
casos, ofrecen una explicación incompleta, en el peor, son
incorrectas o falsas.
Lo nuevo son las reglas de juego – la facilidad
con que se les ha permitido a los extranjeros competir en el
mercado local desde la década de los 50 – lo nuevo
es la política comercial de Estados Unidos y el culpable
es el libre comercio.
En 1973, la tasa promedio de los aranceles en Estados
Unidos era del 7%, en contraste con el 27% de 1947. Este bajo
índice, junto con el repentino aumento del volumen
comercializado, sugiere, que 1973 fue el primer año de
posguerra en que los Estados Unidos se transformó en una
economía abierta con un comercio libre.
A medida que el cociente americano, comercio/PNB
aumentaba, los ingresos reales de los trabajadores
disminuían, en otras palabras después que la
economía pasó de ser casi autosuficiente a
dependiente, los salarios reales disminuyeron a la par que
continuó incrementándose la dependencia del
consumo.
El comercio libre ha hecho de Estados Unidos lo que
ni siquiera la gran depresión pudo hacer.
La productividad no es el único factor
determinante de los ingresos. Los salarios también
dependen de la forma en que el aumento de la producción
afecta al precio del producto. Los
ingresos están determinados no sólo por la
productividad, sino también por los
precios.
Japón es una economía abierta pero no
un país de comercio libre, ya que impone demasiadas
barreras a la importación.
Alemania ha resultado ser el mayor beneficiado del
comercio libre desde el conflicto
mundial.
Todos los socios comerciales importantes de Estados
Unidos se han beneficiado con la adopción
del libre comercio por parte de este país, con la
excepción de los propios norteamericanos.
Para las naciones más pobladas y dotadas de
abundantes recursos
naturales, el proteccionismo competitivo es muy superior al
comercio libre. La protección no debería concederse
de modo discrecional. La protección debería
ampliarse a todo el sector industrial de altos
salarios.
Para Estados Unidos podría ser limitar el
comercio a un porcentaje de PNB de aproximadamente
12,5%.
Comercio como porcentaje del PNB
Estados Unidos (1990) 25,3%; Canadá (1990)
51%; México
(1987) 34%; Alemania (1990) 62%; Japón (1989) 27%; Corea
(1990) 64%; Taiwan (1990) 75%; Italia (1990) 39%; Francia (1990)
46%; Reino Unido (1990) 52%", nos dice Ravi Batra (ob.
cit.).
"A medida que va acercándose 1993 la
única nación cuyas industrias abarcarán los
3 grandes mercados mundiales será
Japón.
Japón también está cambiando: a
medida que los accionistas demanden más dividendos, los
consumidores más rebajas, y los trabajadores más
horas libres, esta nación será casi
irreconociblemente diferente en el 2000 de lo que fue en
1970.
Los bancos y
compañías financieras japonesas no representan
ninguna amenaza para Europa.
Se espera una conmoción en la industria del
automóvil europea.
En la industria de la informática las empresas
europeas han sido siempre débiles.
Está por verse el fin de la lucha en el
mercado de la electrónica de consumo.
Después de concentrar sus esfuerzos
exportadores año tras año en los Estados Unidos,
Japón repentinamente descubrió
Europa.
(A medida que la era de Reagan tocaba a su fin……)
una creciente cantidad de expertos en Washington comenzaba a
lamentarse de los errores de la política comercial
americana con respecto de Japón.
Mientras, los dirigentes europeos seguían
creyendo que el desafío de los japoneses era el mismo de
cualquier otra nación desarrollada con bajos salarios, un
tipo de cambio
por debajo de su valor y unas condiciones laborales que
ningún país europeo podía
tolerar.
Incluso hoy (1991), los europeos que deberían
saber más siguen alegando que el mercado japonés
está protegido por altos aranceles, mientras que en
realidad, cualesquiera que sean las barreras informales que
puedan existir, Japón impone menos aranceles a la
importación y restringe menos la cantidad de productos que
los Estados Unidos o Europa.
Casi no existen razones para pensar que Europa y
Japón puedan unir fuerzas a expensas de Estados
Unidos.
El mayor peligro al que se enfrenta Estados Unidos en
Europa es que, si las compañías japonesas lograran
una amplia participación en el mercado japonés,
asiático y europeo, estarían en condiciones de
rivalizar en los Estados Unidos con una ventaja
tremenda.
Las compañías japonesas deben su
competitividad en parte a su mano de obra sumamente motivada y
capacitada que sale de las escuelas y universidades de la
nación, y en parte al competitivo mercado interno
–el cual fomenta el esfuerzo productivo de las empresas que
aspiran a vender en el extranjero– que ha permitido bajos
costos de financiación y una provisión segura de
componentes. Pero el motivo del éxito de Japón en
los mercados mundiales –y de su creciente presencia en el
extranjero– es la gestión
sumamente eficiente de sus empresas.
Quizás haya sido su propensión al
mejoramiento sostenido lo que ha hecho que los japoneses parezcan
tan desalentadoramente invencibles para los occidentales. Tan
pronto como la competencia da con una idea o una nueva manera de
hacer un producto, las compañías japonesas ya han
pasado a otra cosa", nos dice Tim Jackson (ob.
cit.).
"Los impuestos y las regulaciones que implican los
complicados estados del bienestar europeos han hecho a los
empresarios reacios a crear nuevos empleos, mientras que los
relativamente generosos seguros de desempleo hacen que los
trabajadores no acepten los empleos de salarios bajos que
mantiene el desempleo relativamente reducido en los Estados
Unidos. Las dificultades monetarias asociadas con la
preservación del S.M.E. frente a los costos de la
reunificación alemana, han forzado este problema
estructural.
Delors (entonces –1993– Presidente de la
C. E.) no se enfrentó al problema del estado del
bienestar o del S.M.E. y explicó que la raíz del
problema estaba en la falta de competitividad con los Estados
Unidos y Japón y que la solución estaba en un
programa de
inversión en infraestructuras y alta
tecnología.
No es verdad (dice Krugman) que las naciones
líderes del mundo estén en ningún grado
importante de competencia entre ellas, o que alguno de sus
principales problemas económicos pueda ser
atribuído a un fracaso al competir en los mercados
mundiales.
Las preocupaciones sobre competitividad son, desde el
punto de vista empírico casi totalmente
infundadas.
A la gente le atrae definir el problema
económico en términos de competencia
internacional.
La obsesión por la competencia no es
sólo equivocada, sino peligrosa, sesgando las
políticas nacionales y amenazando el sistema
económico internacional.
Pensar en términos de competitividad conduce
directa o indirectamente, a malas políticas
económicas en un amplio rango de temas, interiores y
exteriores, ya sea en sanidad, ya sea en comercio
exterior.
Intentar definir la competitividad de una
nación es mucho más problemático que definir
la de una
empresa.
Los países por otro lado, no cierran. Pueden
ser felices o infelices con su situación económica
pero no tienen una línea de flotación bien
definida. Como el resultado, el concepto de competitividad
nacional es engañoso.
La tasa de crecimiento de los niveles de vida es
esencialmente igual a la tasa de crecimiento de la productividad
interior; no productividad relativa a los competidores, sino
simplemente productividad interior.
El mundo (contra lo que el común puede pensar)
no es tan interdependiente. Hoy las exportaciones de los Estados
Unidos representan sólo el 10% del valor añadido en
la economía (PNB):
El comercio internacional no es un juego de suma
cero.
Aunque en principio pudiesen aparecer problemas de
competitividad, en la práctica a efectos empíricos
las naciones más importantes del mundo no están en
grado significado alguno en competencia económica entre
ellas.
Pensar y hablar en términos de competitividad
presenta tres serios peligros: 1) podría desembocar en una
gran derroche de gasto del gobierno supuestamente para aumentar
la competitividad de Estados Unidos; 2) podría favorecer
el proteccionismo y barreras comerciales; y 3) podría
promover (más importante) políticas
erróneas, en todo un espectro de asuntos
importantes.
Corregido por las "fugas" al sector servicios por
cada dólar de déficit comercial reduce la
contribución del sector al PIB en 60
centavos.
La preocupación ampliamente difundida en los
años 50 y 60 de que los trabajadores industriales
perderían sus empleos debido a la automatización esta mas cerca de la
realidad que la preocupación presente por una supuesta
pérdida de empleos industriales debida a la competencia
extranjera.
La creciente desigualdad salarial, así como el
declive y la reducción en la tasa de crecimiento de la
renta real, es de forma incontestable, consecuencia de causas
internas (el cambio tecnológico, en especial el uso de
ordenadores, es un candidato posible).
Las razones de ese mal funcionamiento son claramente
internas y la situación del país sería muy
similar aunque los mercados mundiales no hubiesen llegado a una
integración. La contribución al PIB se ha reducido
porque la gente hoy compra, en términos relativos, menos
bienes; el empleo industrial se reduce porque las empresas
están sustituyendo a trabajadores por máquinas y
están utilizando de forma más eficiente aquellas
que ya poseían. Los salarios se han estancado porque la
tasa de crecimiento global de la productividad de la
economía se ha frenado, y los trabajadores menos
cualificados en particular están sufriendo porque una
economía de alta tecnología requiere cada vez menos
de sus servicios. Nuestro comercio con el resto del mundo juega
en cada caso, como mucho, un pequeño papel", nos dice Paul
Krugman (ob. cit.).
"Un sistema de laissez–faire, por una parte,
vastas concentraciones de riqueza heredada, y una clase
desposeída, sin educación, por otra. La mala
distribución sistemática de la riqueza constituye
una burla al ideal de igualdad
política; es compatible, asimismo, con todo tipo de fallos
del mercado: monopolización, degradación
medioambiental, y explotación masiva de la ignorancia del
consumidor. Ningún liberal sensible debería estar
satisfecho con esas injusticias manifiestas. Se requerirán
generaciones de esfuerzo movilizado –muchos más
nuevos comienzos– antes de que cualquier sociedad
occidental empiece a aproximarse al ideal liberal de igualdad sin
dominación", nos dice Bruce Ackerman (ob.
cit.).
"La productividad crece más de prisa que el
rendimiento de la economía en su conjunto. La consecuencia
es el llamado job–less growth, el crecimiento que no
produce ni un solo puesto de trabajo. Por otro lado la
relación de fuerzas entre el capital y trabajo se modifica
radicalmente.
La trampa de la globalización parece haberse
cerrado definitivamente, y los gobiernos de los países
ricos y poderosos del mundo parecen prisioneros de una cultura que ni
siquiera permite ya un cambio de rumbo. En ningún sitio lo
sentirá la población con mayor dureza que,
precisamente, en la madre de la contrarrevolución
capitalista: Estados Unidos.
Para aumentar la productividad y reducir los costos
los consorcios sólo conocían (ante la competencia
japonesa y otras) una estrategia: racionalización y
descenso salarial. Downsizing
(reducir), outsourcing
(desplazar) y re–engineering (reorganizar) son los métodos a
los que pronto se vio enfrentado el trabajador norteamericano. El
resultado parece justificar el sacrificio. Diez años
después de las grandes quiebras América tiene "la
economía más productiva del mundo" (anunciaba
Business Week en otoño de 1995). El porcentaje de
desempleo, con un 5,3%, era el más bajo de la OCDE. Es
cierto América vuelve a ir por delante. Pero sus
ciudadanos tienen que pagar dolorosamente por ello. Porque el
país más rico y productivo del mundo se ha
transformado al mismo tiempo en el mayor país de bajos
salarios de la economía mundial. A más de la mitad
de la población, la forzada competencia le deparaba la
nueva pesadilla americana: el descenso sin fin.
En el año 1995, cuatro quintas partes de los
empleados y trabajadores varones de los Estados Unidos, cobraban
por hora de trabajo un 11% menos en términos reales que en
1973. Esto significa que desde hace dos décadas el nivel
de vida real está bajando para la gran
mayoría.
Otra creación novedosa (en esta guerra) es el
just–in–time–worker, el empleado que viene
cuando se le llama, y al que antiguamente se llamaba,
simplemente, jornalero (empleados autónomos). Más
de 5 millones de estadounidenses se contratan con esas inseguras
relaciones
laborales.
Libre de todo contrapoder (los sindicatos) y
control público, en la economía americana se impuso
paso a paso un principio que ahora penetra a toda la sociedad del
país: the winner takes all, el ganador se lleva
todo.
Como las empresas venden en todo el mundo "su
supervivencia ya no depende del poder adquisitivo de los
trabajadores americanos,que se convierten cada vez más en
una clase atemorizada.
El semanario americano Newsweek califica la nueva
competitividad con el atributo de "capitalismo
asesino".
El "turbocapitalismo" surgido del rumbo neoliberal es
un "mal chiste": lo que los marxistas afirmaban hace 100
años y que entonces era absolutamente falso, se
está por convertir ahora en realidad. Los capitalistas se
enriquecen cada vez más, mientras la clase trabajadora se
empobrece. La competencia globalizadora pasa "a la gente por la
máquina de picar carne" y destruye la cohesión
social (Luttwak).
Por su parte, Europa y los países avanzados de
Asia parecen
caer, de forma en apariencia inevitable, en el torbellino del
american way of capitalism, y la espiral descendente de empleos y
salarios sigue en movimiento",
nos dicen Hans–Peter Martin y Harald Schumann (ob.
cit.).
"La federación de Europa llevará mucho
tiempo. Ha necesitado casi 40 años para llegar al punto en
que es posible suprimir los controles fronterizos. Es posible que
sea necesario otro siglo para llegar a la integración
económica y política completa.
La formación de la Casa de Europa ahora es
ineludible.
Temas difíciles de resolver:
· coordinación fiscal
· igualación de impuestos y las mismas
cargas fiscales
· esquemas comunes de gastos
· política exterior
común
· incorporación de Europa
Central
Si Europa (1992) puede incluír un área
importante de Europa Central y Oriental uniéndola a Europa
Occidental en un mercado ampliado, puede construír algo
que no está al alcance de nadie más: de lejos el
mercado mundial más grande y autónomo, con 850 a
900 millones de personas, segun se considere a Turquía un
país europeo", nos dice Lester Thurow en su libro La
Guerra del Siglo XXI (Editorial Vergara –
1992).
"Las claves de la rentabilidad
empresaria, de la competitividad global y de la economía
política del siglo XXI:
1) factores de producción: el
conocimiento es el recurso crucial de la economía de
la tercera ola.
2) valores
intangibles: el valor de las empresas de la tercera ola radica en
su capacidad de adquirir, generar, distribuír y aplicar
estratégica y oportunamente unos
conocimientos.
3) desmasificación: la desmasificación
de la producción en serie.
4) trabajo: la creciente especialización y los
rápidos cambios en la demanda de
destrezas reducen la intercambiabilidad del trabajo. El trabajo
"indirecto" origina tanto valor, si no más, que el
"directo".
5) innovación: hacen falta innovaciones
continuas para competir: nuevas ideas para productos,
tecnologías, procesos,
mercadotecnia
y financiación.
6) escala: la escala
de operaciones se miniaturiza junto con numerosos productos. Pesa
más el despilfarro de la complejidad que el ahorro de la
escala.
7) organización: las compañías
se apresuran a desmantelar sus estructuras
burocráticas de la segunda ola.
8) integración de sistemas: la
complejidad creciente de la economía exige una
integración y gestión complicadas.
9) infraestructura: para mantener integrado el
conjunto se gastan grandes sumas en redes electrónicas
que unen ordenadores, bases de datos y
otras tecnologías de la información. Las vías
electrónicas constituyen la infraestructura esencial de la
economía de la tercera ola.
10) aceleración: todos estos cambios aceleran
aún más el ritmo de operaciones y
transacciones.
La conversión de Estados Unidos, Japón
y Europa al nuevo sistema, si bien aún no concluída
representa la transformación singular más
importante en la economía global desde la
multiplicación de las fábricas por obra de la
revolución
industrial", nos dicen, Alvin y Heidi Toffler (ob.
cit.).
"Unas recientes estimaciones indican que una parte
significativa del comercio mundial tiene lugar entre subsidiarias
de multinacionales y que una parte considerable de las
importaciones de los países avanzados está
representada por importaciones procedentes de las subsidiarias de
las propias multinacionales de la nación.
La pregunta clave que ha de responderse es por que
alcanzan las empresas con sede en determinadas naciones un
éxito internacional en segmentos y sectores claramente
diferenciados.
La mundialización de los sectores y la
internacionalización de las compañías nos
dejan con una paradoja entre las manos. Es tentador llegar a la
conclusión de que la nación ha perdido su papel en
el éxito internacional de sus firmas. Las
compañías, a primera vista, parece que han rebasado
los límites de
las naciones.
Al haber menos impedimentos al comercio con los que
proteger las empresas y sectores interiores de nula
competitividad, la nación sede cobra un creciente
significado porque es la fuente de las técnicas y
tecnologías que sustentan la ventaja
competitiva.
La nación que sea la base central
disfrutará también, por lo general, de
exportaciones netas positivas.
Las causas más habituales de innovaciones que
derivan ventaja competitiva son las siguientes: 1) nuevas
tecnologías; 2) nuevas o cambiantes necesidades del
comprador; 3) la aparición de un nuevo segmento sectorial;
4) cambio en los costes o disponibilidad de los insumos; 5)
cambio en las disposiciones gubernamentales.
Las naciones tienen éxito cuando las
circunstancias del país apoyan el seguimiento de la
estrategia más adecuada para el sector o segmento
particular. Lo que funciona bien en el país debe llevar a
una ventaja competitiva en el sector.
¿Por qué alcanza una nación
éxito en un sector en particular?: 1) condición de
los factores; 2) condiciones de la demanda; 3) sectores afines y
de apoyo; 4) estrategia, estructura y
rivalidad de la empresa. (el diamante nacional)
Dotación de factores: 1) recursos
humanos; 2) recursos físicos; 3) recursos de conocimiento;
4) recursos de capital; 5) infraestructura.
Condiciones de la demanda: 1) composición de
la demanda interior; 2) tamaño y pautas de crecimiento de
la demanda; 3) internalización de la demanda interior; 4)
la interacción de las condiciones de la
demanda.
Servicios conexos y auxiliares: 1) ventaja
competitiva en sectores proveedores;
2) la ventaja competitiva en sectores conexos.
Estrategia, estructura y rivalidad de la empresa: 1)
estrategia y estructura de las empresas domésticas; 2)
metas; 3) rivalidad doméstica.
La pérdida de ventaja nacional: 1) deterioro
de las condiciones de los factores; 2) disparidad entre las
necesidades locales y la demanda mundial; 3) los compradores se
duermen en los laureles; 4) el cambio tecnológico lleva a
apremiantes desventajas en factores especializados o la necesidad
de nuevos sectores de apoyo de los que se carece; 5) las metas
limitan el ritmo de la inversión; 6) las empresas
pierden la flexibilidad para adaptarse; 7) la rivalidad
doméstica decae.
El desarrollo competitivo de las economías
nacionales.
Fases del desarrollo competitivo: 1) impulsada por
los factores; 2) impulsada por la inversión; 3) impulsada
por la innovación; 4) impulsada por la
riqueza.
Condiciones previas para el avance competitivo: 1)
mecanismos de creación de factores; 2) motivación; 3) rivalidad interior; 4)
perfeccionamiento de la demanda; 5) desventajas selectivas en los
factores; 6) capacidad para la formación de nuevas
empresas.
La ventaja competitiva en la competencia
internacional: 1) la ventaja competitiva se deriva
fundamentalmente de la mejora, la innovación y el cambio;
2) la ventaja competitiva abarca todo el sistema de valor; 3) la
ventaja competitiva se mantiene solamente gracias a mejoras
incesantes; 4) para mantener la ventaja se necesita que sus
fuentes se
perfeccionen; 5) para mantener la ventaja se requiere un
planteamiento mundial de la estrategia", nos dice Michael Porter
en su libro La Ventaja Competitiva de las Naciones (Editorial
Vergara – 1991).
"Estados Unidos tiene dificultades para afrontar los
problemas económicos en el largo plazo debido a las
siguientes tendencias culturales: a) tendencia universalista; b)
tendencia analítica; c) tendencia individualista; d)
tendencia a la orientación interna; e) tendencia al status
adquirido; f) tendencia al tiempo secuencial; g) tendencia a la
igualdad.
Lo que parece alentar a los japoneses a abordar
oportunidades de largo plazo y el futuro también
está presente en sus tendencias culturales: a) tendencia
particularista; b) tendencia a la síntesis;
c) tendencia comunitarista; d) tendencia a la orientación
externa; e) tendencia al status, f) tendencia al tiempo
sincronizado; g) tendencia a las jerarquías
empinadas.
Comparación de estilos – Tendencias
culturales
Reino Unido + Estados Unidos = 1
Alemania + Japón = 2
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