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Sobre la Deuda Externa Pública de la Argentina




Enviado por Julio Gambina



     

     

    I.
    INTRODUCCIÓN

    La Argentina entró en cesación de pagos
    (default) de su deuda externa pública a fines de 2001,
    cuando se desató la crisis de gobierno derivada de
    la pueblada del 19 y 20 de diciembre y la renuncia del gobierno
    del Dr. Fernando De la Rúa. En rigor, la suspensión de
    pagos alcanzó sólo a los acreedores privados externos
    con tenencia de títulos públicos, ya que a los
    organismos financieros internacionales (FMI, BM y BID) y a los organismos
    oficiales (Club de París y gobiernos externos) se les
    siguió pagando hasta fines de 2002, cuando ya era un hecho
    el acuerdo transitorio suscrito entre el gobierno de la Argentina
    y el FMI durante enero de 2003, donde se suspendían los
    pagos hasta agosto de 2003.

    Vale considerar que la deuda externa pública a
    diciembre de 2001 ascendía a 144.279 millones de
    dólares, de los cuáles, en títulos públicos
    se registraban 57.310 millones de dólares (40%); como deuda
    de los organismos financieros internacionales y oficiales la suma
    ascendía a 36.831 millones de dólares (26%) y a
    Bancos comerciales y otros
    acreedores principalmente locales una cifra de 50.138 millones de
    dólares (34%).

     

    En estos tres tramos de la deuda externa pública se
    siguió una política diferenciada. En el primer
    tramo recayó el default. El tercero fue pesificado en buena
    parte, con las condiciones de 1 dólar equivalente a 1 peso y
    actualizado por el Coeficiente de Estabilización de
    Referencia (CER) más una tasa de interés. El segundo
    tramo recibió a través del año 2002 unos 4.300
    millones de dólares para cancelación de cuotas de
    capital e intereses. Todo el
    año 2002 estuvo dedicado a negociar con el FMI un acuerdo
    marco para renegociar el conjunto de la deuda.

     

    II. LA DEUDA EXTERNA
    PÚBLICA DURANTE LA CONVERTIBILIDAD

    El régimen de convertibilidad se inició el 1
    de abril de 1991 y por eso podemos considerar al periodo de 1992
    a 2001 como homogéneo a los fines comparativos de los
    registros del endeudamiento
    externo. Además, desde 1988 el país estaba en
    cesación de pagos y había comenzado a realizar pagos
    parciales desde mediados de 1990 para avanzar en un acuerdo con
    los acreedores externos, el Plan Brady, finalmente suscripto
    en marzo de 1993. La convertibilidad se propuso al comienzo del
    ciclo ordenar los pagos de la Argentina con el exterior y
    terminó en la misma situación de imposibilidad de hacer
    frente a los vencimientos, ni siquiera de los intereses. Debe
    consignarse que es el periodo de privatizaciones de empresas públicas,
    utilizadas en parte para cancelar y capitalizar endeudamiento
    externo.

    Es interesante verificar que a fines de 1992 el
    país reconocía una mora de capital e intereses por la
    cesación de pagos del orden de 9.232 millones de
    dólares (16%) sobre un total adeudado de 59.357 millones de
    dólares. La mora vuelve a aparecer en el stock de deuda a
    marzo de 2002, como consecuencia del default, y se reconoce a
    septiembre de 2002 por capital e intereses atrasados unos 7.367
    millones de dólares (6%) sobre un total de 129.794 millones
    de dólares. Se supone que este valor crecerá hasta la
    materialización de los acuerdos con los acreedores externos
    privados que hoy se tramita con asesoramiento de un banco francés y según
    sea el resultado de las negociaciones con el FMI al final del
    acuerdo transitorio con vencimiento en agosto de 2003.

    Al comienzo de la convertibilidad se inicia un proceso de renegociación
    de la deuda, donde los préstamos se reemplazan por
    títulos públicos. De ese modo se modifica el tipo de
    acreedor. Si a comienzos de 1993 los principales acreedores son
    los bancos comerciales extranjeros, luego del plan Brady,
    éstos transforman sus acreencias con renovados títulos
    que colocan en el mercado secundario.

    De ese modo, la titularización de la deuda externa
    pública argentina pasó al anonimato, liberando a los
    bancos transnacionales acreedores, del riesgo de una declaración de
    nulidad, no pago, o moratoria indefinida de la deuda.

     

    Se puede observar en el cuadro Nº 3 el
    fenómeno de titularización del endeudamiento
    público. En efecto, los títulos pasan de 11.852
    millones de dólares a fines de 1992 a 36.430 millones de
    dólares tres meses después. Valor que seguirá en
    ascenso en los registros trimestrales siguientes.

    Más notoria aún, es la disminución del
    valor de acreencia que registran los bancos transnacionales, que
    de 21.996 millones de dólares contabilizados en diciembre de
    1992, el monto se reduce a 1.781 millones de dólares en el
    trimestre siguiente y continúa la reducción hasta los
    1.542 que figuran a fines de 1993. Los organismos financieros
    internacionales y los oficiales inscriben un registro en crecimiento desde los
    15.777 millones de dólares a los 20.501 millones de
    dólares entre diciembre de 1992 y 1993.

    Vale recordar que uno de los argumentos principales para
    obtener consenso en torno de la renegociación
    del Plan Brady estuvo dada por la quita de capital que
    representaba. Aspecto que puede verificarse en los tres
    trimestres siguientes, pero que analizada de punta a punta, al
    cierre de 1993 el stock total de deuda ya superaba el registro de
    un año previo. Luego del Brady (marzo de 1993) se normalizan
    los pagos, desaparece la mora y son diversos y dispersos los
    nuevos tenedores de la deuda externa pública de la
    Argentina. Los bancos habían logrado eliminar de sus
    balances una deuda incobrable valuada entre el 12% y el 20% en el
    mercado de capitales y
    habían iniciado la transferencia de esos títulos a
    cambio de empresas
    públicas argentinas y a inversores particulares a ellos
    vinculados.

     

    Los datos arriba consignados dan
    cuenta de la ascendente evolución de los
    títulos públicos hasta fines de 2000. Al mismo tiempo, puede constatarse una
    leve modificación del stock de préstamos hasta el 2000.
    Para 1995 empiezan a sentirse los límites de la
    reestructuración de deuda y comienza a registrarse un
    endeudamiento externo de corto plazo que se expresa en los valores de la última
    columna del cuadro anterior.

    Es un financiamiento en Letras del
    Tesoro (LETES). Durante el año 2001 la situación se
    hace más compleja y se desarrollan varias operaciones de canje de
    títulos por préstamos garantizados con recaudación
    fiscal, realizándose
    así una operación inversa a la procesada en 1993 con el
    Plan Brady. Si en 1993 se pasó de préstamos con bancos
    transnacionales a títulos públicos, ahora se trataba de
    rescatar los títulos públicos y canjearlos por
    préstamos con la banca local y garantizados con
    recaudación del Estado nacional.

    El canje de títulos por préstamos garantizados
    se realiza en noviembre de 2001, a días de la crisis
    desatada con la pueblada de diciembre de 2001. Se realiza con
    entidades locales (Bancos y Administradoras de Fondos de
    Jubilación y Pensiones), nominados en pesos y con
    vencimientos en 2005, 2008, 2010, 2011, 2013 y 2019. Estas
    obligaciones del Estado
    nacional serán pesificadas a comienzo de 2002, considerando
    1 dólar equivalente a 1 peso. Eso explica la
    disminución del monto total de deuda entre diciembre de 2001
    y el registro de marzo de 2002.

     

    III. LA DEUDA LUEGO DE LA
    CESACIÓN PARCIAL DE PAGOS

    En rigor, el último dato cierto de stock de deuda
    es a fines de 2001. Los registros posteriores son insuficientes,
    derivado de aspectos en suspenso, varios de los cuales se
    encuentran en la Justicia. Uno tiene que ver
    con la pesificación de los préstamos que aún no
    aceptaron las AFJP. Otro se vincula a la demanda de los bancos por
    compensaciones diversas reclamadas al Estado (pesificación
    asimétrica de depósitos y préstamos bancarios,
    retiros de depósitos por amparos judiciales), estimadas en
    21.000 millones de dólares según un estudio de la
    Universidad de Buenos Aires (UBA). También
    deben computarse las compensaciones que finalmente resulten para
    los depositantes del sistema financiero a quienes
    se les restringió el retiro de sus depósitos desde
    fines de noviembre de 2001 y que aún subsiste a marzo de
    2003.

    Todos estos conceptos deberán adicionarse a los
    registros de endeudamiento cuando finalmente se resuelvan.
    Según el diario londinense The Economist (Diario La Nación, 5/04/03), durante
    el periodo gubernamental de Eduardo Duhalde, la deuda externa
    pública se habría incrementado en 27.000 millones de
    dólares, principalmente motivado en las compensaciones para
    restablecer el funcionamiento del Sistema Financiero. Del mismo
    modo, si en las renegociaciones se operara alguna quita de
    capital adeudado, la misma deberá restarse del monto
    total.

    Nuestro comentario apunta a pensar lo ocurrido con la
    negociación suscripta
    bajo el Plan Brady, la que se licuó antes del año de su
    inicio. Puede anticiparse que algo parecido pueda ocurrir con la
    renegociación en curso por el gobierno argentino a comienzos
    de 2003. Con ello sostenemos que el último dato que registra
    la deuda externa pública (30/09/2002) no permite ponderar
    adecuadamente su incidencia en el conjunto de la cuentas fiscales y
    económicas de la Argentina.

    Si observamos el cuadro Nº 6 veremos que hay una
    disminución de la deuda externa pública en los
    registros oficiales entre diciembre de 2001 y marzo de 2002. Ello
    resulta de la pesificación de una parte de la deuda externa,
    particularmente la que se tenía con los bancos que operan
    localmente y las AFJP y que hemos dicho, es un proceso abierto en
    la justicia.

    Debe consignarse a su vez el crecimiento operado en el
    stock de deuda en los registros de junio y septiembre de 2002,
    especialmente en éste último, donde se destaca una
    importante expansión de la deuda. La diferencia se explica
    básicamente por la emisión de Bonos (BODEN) para compensar a
    bancos y ahorristas por 14.404 millones de dólares, de los
    cuáles se destinaron a los bancos bonos por 8.995 millones
    de dólares y 5.409 millones de dólares en bonos para
    los depositantes. Los registros se completan con sumas y restas
    de variaciones y ajustes de valuación de títulos y
    préstamos más los atrasos correspondientes al periodo.
    Ya hemos consignado que para la UBA y hasta marzo de 2003 la suma
    ascendería a 21.000 millones de dólares, que aún
    no incorporan los registros oficiales del Ministerio de Economía.

    Un dato relevante es la comparación del peso de la
    deuda externa pública en septiembre de 2002 con
    relación al PBI de diciembre de 2001. La devaluación de la moneda
    elevó el ratio de menos del 50% al 145%, con lo que
    transforma a la Argentina en uno de los países que tiene
    más comprometida su potencial producción de riqueza con
    relación a la deuda. Es un dato preocupante que ratifica el
    carácter de hipoteca
    ilevantable de la deuda externa pública. Mantener la
    ilusión de su cancelación le permite a los acreedores
    externos, en tanto parte de las clases dominantes en la
    Argentina, condicionar la política económica en
    su conjunto y definir las tendencias de la acumulación de
    riquezas, de ganancias y de poder.

     

    IV. LA RENEGOCIACIÓN
    POST DEFAULT

    Se destaca en este sentido el Memorando de entendimiento
    entre el gobierno argentino y el FMI suscripto en enero de 2003.
    El documento contiene 32 puntos, divididos en 5 capítulos.
    El primero dedicado a los objetivos de política
    económica resalta que «Los objetivos claves del
    programa de transición
    consisten en garantizar la solidez fiscal, monetaria y bancaria y
    restablecer la confianza de los inversores nacionales y
    extranjeros manteniendo un tratamiento igualitario para todas las
    partes, protegiendo los derechos contractuales y defendiendo el
    estado de derecho.» Son
    objetivos que excluyen cualquier consideración sobre
    la pobreza o el empleo, temas privilegiados
    por la población según
    surge de múltiples encuestas de opinión en
    torno a los problemas que preocupan a la
    sociedad en la
    Argentina.

    En el segundo capítulo se establecen las metas
    macroeconómicas para el 2003, de crecimiento económico
    entre el 2 y el 3%, control inflacionario a menos del
    35% y un superávit de la cuenta corriente de 6.500 millones
    de dólares, mantenimiento de las reservas
    en torno de los 9.500 millones de dólares y la
    recepción de préstamos por parte de los organismos
    financieros internacionales «para cubrir vencimientos de
    obligaciones contraídas ante dichos organismos durante el
    periodo enero – agosto 2003, incluyendo la regularización de
    los atrasos.» Se plantea un incremento del superávit
    primario (base caja) de 2,5% del PBI. Está claro que el
    privilegio pasa por recomponer la capacidad de pago a los
    acreedores de la deuda externa pública. En este
    capítulo se fijan además del marco macroeconómico,
    las políticas de
    recaudación y de gastos del gobierno federal,
    confirmando en ambos casos el carácter regresivo de la
    política fiscal. En
    materia de política social se confirma
    el plan para jefes y jefas de hogar desempleados para 1.700.000
    beneficiarios. Se incluyen también metas del ajuste en las
    provincias, la política monetaria
    restrictiva y el desmantelamiento de los controles cambiarios que
    fueron establecidos durante el 2002 ante el crecimiento del
    precio del dólar.
    Finalmente se suscribe la asistencia del Banco Mundial «para
    revisar la situación financiera de las empresas de servicios públicos
    privatizadas y para ayudar a desarrollar un nuevo marco
    regulatorio que podría reemplazar los controles de precios y tarifas actuales y
    facilitaría la reestructruación de las deudas por parte
    de las empresas prestadoras.» El capítulo tercero alude
    al marco de mediano plazo y reestructuración de la deuda. Se
    asume el compromiso de una reforma tributaria y de los mecanismos
    de coparticipación federal, con el objeto de ampliar la base
    de recaudación. El compromiso asumido es negociar la deuda
    con los acreedores privados y para ello se confirma la línea
    de obtener asesoramiento externo y asegurar la consulta con
    acreedores privados de EE.UU., Europa y Japón.

    El cuarto capítulo está vinculado a las
    reformas del sistema financiero, el que debe sanearse luego de la
    crisis desarrollada a lo largo de 2001 y hasta el presente. Se
    estimula en el documento una reestructuración inducida desde
    el BCRA, asegurando la inmunidad (impunidad) de los funcionarios
    del BCRA. Se anticipan los mecanismos de compensación a la
    banca y a los depositantes del sistema bancario y se establecen
    plazos estrictos para la presentación de balances y planes
    de negocios para el futuro
    cercano al conjunto de los bancos. El propósito claro es
    analizar la viabilidad de sustento de cada entidad financiera y
    las sugerencias correspondientes de adecuación en los
    capitales mínimos requeridos.

    Mención especial merece el tratamiento de la banca
    oficial con la perspectiva de la privatización, aún
    parcial por la vía de «capitalización a
    través de la emisión pública de acciones. Mientras tanto, se
    limitan las actividades de préstamo de los bancos
    públicos principales exigiendo un cofinanciamiento
    mínimo del 50% con un banco nacional privado para todos los
    préstamos superiores a 1 millón de
    pesos.»

    Finaliza el documento con un capítulo dedicado a la
    reforma legal y la reestructuración societaria. El tema de
    fondo aquí tratado apunta al «restablecimiento de la
    confianza de los inversores nacionales y extranjeros en el estado de derecho y la
    inviolabilidad de los contratos.» Completa el
    compromiso señalando que «El gobierno también se
    encuentra trabajando en pos de un programa integral para
    respaldar arreglos extrajudiciales entre empresas con problemas
    financieros y sus acreedores.» Todo ello sujeto a nuevas
    reformas a legislación de quiebras, que como es conocido
    presionara oportunamente el FMI para evitar el mantenimiento de
    cláusulas dilatorias de los mecanismos de ejecución. El
    memorando se acompaña de un detallado anexo técnico con
    metas precisas sobre evolución de las cuentas fiscales y
    monetarias.

    El estado de la deuda externa pública que registra
    el Ministerio de Economía al 30/09/2002 puede seguirse en el
    cuadro Nº 7, en la página siguiente.

     

    V. LAS POLÍTICAS
    ALTERNATIVAS SOBRE LA DEUDA

    Son varias las organizaciones sociales y
    políticas que sustentan posiciones alternativas sobre que
    hacer en materia de endeudamiento externo. Quizá, las que
    tienen más sustento académico sean las que se
    manifiestan en el Plan Fénix, una propuesta elaborada por un
    grupo de Profesores de la UBA
    y la de los Economistas de Izquierda, que integran intelectuales provenientes de
    ese arco político.

    Los primeros propugnan una suspensión de los pagos
    y los segundos hacen un planteo más radicalizado de no pago
    y de retiro del FMI, para evitar el condicionamiento de las
    políticas económicas. Entre los candidatos
    presidenciales en las próximas elecciones de abril,
    sólo las fórmulas de izquierda sostienen propuestas
    convergentes con este arco de proposiciones. El resto de las
    propuestas, principalmente aquellos con posibilidad de ser
    gobierno, sostienen matices dentro de la reestructuración de
    la deuda negociada por el gobierno actual en los marcos del
    paraguas del FMI.

    Evidentemente, la cuestión de la deuda externa
    tiene solución en el marco de la política. No es un
    tema esencialmente «económico». Con la deuda
    externa se ha facilitado la transferencia de recursos desde la Argentina al
    exterior y ha sido además, un mecanismo indispensable para
    favorecer la concentración de riqueza y de poder. Las clases
    dominantes han utilizado el endeudamiento externo público
    para transferir al conjunto de la sociedad el financiamiento de
    la acumulación concentrada del plusvalor generado con el
    trabajo social y eso es poder
    político.

    Desde la perspectiva de las clases subalternas se
    reconoce que el límite a una propuesta alternativa está
    en la posibilidad de conformar un proyecto político que
    anteponga la satisfacción de las necesidades populares por
    delante de las demandas de los acreedores externos. Todo camino
    en ese sentido implica la confrontación con las clases
    dominantes y de su proyecto transnacionalizador. Por ello, un
    proyecto alternativo tiene perspectiva antiimperialista y
    anticapitalista. La conflictividad social y política
    dinamizada desde fines de 2001 anima a pensar en la posibilidad
    de rupturas de una hegemonía por el ajuste y la regresiva
    reestructuración capitalista que está vigente en la
    Argentina desde mediados de los 70. A su vez, es la posibilidad
    de reinstalar la potencialidad de la propuesta
    socialista.

    Buenos Aires, 14 de abril de 2003

     

    (*) Solo incluye la suma de $ 27,4 millones por deudas
    del ex-Instituto Nacional de Reaseguros(INDER) y no incluye el
    "Bono Consolidado del Tesoro Nacional 1990" en cartera del Banco
    Central de la República Argentina por un valor original de $
    881,5 millones. Dicho Bono es el resultado de la
    consolidación de los adelantos transitorios y otras
    financiaciones que el Banco Central realizó al Gobierno
    Nacional a lo largo de su historia.

    (**) Saldos netos de activos financieros

    (***) Importe neto de Certificados de Crédito Fiscal (CCF).
    (****) Garantías en proceso de constitución.

     

    Cuadernos
    publicados

    1. Julio Gambina, Informe sobre las elecciones
    presidenciales en Argentina (24 de octubre de
    1999).

    2. Daniel Campione. Antonio Gramsci. Breves apuntes
    sobre su vida y pensamiento.
    3. Daniel
    Campione. Algunos términos utilizados por
    Gramsci.

    4. Julio C. Gambina. Estabilización y reforma
    estructural en Argentina.

    5. Daniel Campione (Presentación, revisión del
    texto y notas. Juan
    Ferlini. Un marxista revolucionario en el Concejo deliberante
    Participación en los debates del Concejo Deliberante de la
    Capital Federal. Enero y Febrero de 1919.

    6. Daniel Campione. ¿Neutralidad o ruptura?
    ¿Reforma o Revolución? El debate previo a la
    fundación del Partido Socialista
    Internacional.

    7. J. C. Gambina, B. Rajland, D. Campione, P. Imen, G.
    Rodríguez, A. Wilkis, O. Sotolano. Rebeliones y
    Puebladas. Diciembre de 2001 y Enero de 2002. Viejos y nuevos
    desposeídos en Argentina.

    8. J. C. Gambina, B. Rajland, D. Campione, P. Imen, G.
    Rodríguez, L. S. López. Argentina, un año
    después…

    9. Julio C. Gambina. Sobre la deuda externa
    pública de la Argentina. ¿Que hace el gobierno y que
    debe hacerse?. Abril de 2003.

    Abril de 2003 CUADERNO Nº 9 (2º SERIE) –
    CUADERNOS DE LA FISYP (FUNDACIÓN DE INVESTIGACIONES SOCIALES Y
    POLÍTICAS)

    Editado por la FISyP (Fundación de Investigaciones
    Sociales y Políticas). Corrientes 1543 – Piso 5º –
    Buenos Aires – 5077-8039. e-mail: fisyp[arroba]rcc.com.ar;
    página web: http:\fisyp.rcc.com.ar

     

    Julio Gambina

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