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Epilepsia Mioclónica Juvenil




Enviado por Joaquín A. Peña



     

     

     

    Resumen

    La epilepsia mioclónica juvenil (EMJ) es un
    síndrome hereditario no progresivo caracterizado por
    convulsiones con sacudidas mioclónicas bilaterales,
    únicas o repetitivas, de predominio en brazos. Objetivo: Analizar las
    características clínicas y electroencefalográficas
    en pacientes con diagnóstico de EMJ.
    Metodología: Se revisaron
    las historias clínicas de 13 pacientes evaluados en el
    Hospital Clínico de Maracaibo entre 1990 y 1999 quienes
    reunieron los criterios diagnósticos de EMJ. Analizamos los
    siguientes parámetros clínicos y
    electroencefalográficos: sexo, antecedentes personales
    y familiares, edad de comienzo, semiología, distribución, duración
    y frecuencia de las crisis, examen
    neurológico, tiempo de seguimiento y
    evolución. Resultados:
    Nueve pacientes eran varones (69,2%) y 4 mujeres (30,8%). Tiempo
    de seguimiento de 2 a 9 años (promedio 4.3 años). Las
    convulsiones se iniciaron entre los 12 y 16 años, con una
    edad promedio de 14 años. Las crisis fueron
    tónicoclónicas generalizadas en el 100% de los casos.
    Todos los pacientes presentaron sacudidas mioclónicas
    matutinas y el examen neurológico resultó normal. Tres
    pacientes tenían antecedentes personales de convulsiones
    febriles y cuatro tenían antecedentes familiares de
    epilepsia. El estudio electroencefalográfico (EEG)
    interictal fue anormal en todos los casos revelando un
    patrón de descargas de punta-onda o polipunta-onda con
    distribución generalizada. Conclusiones: La EMJ representa
    una forma de epilepsia de comienzo en la adolescencia que afecta con
    mayor frecuencia a varones y está asociada a una historia familiar de convulsiones. Su curso
    es benigno en la mayoría de los pacientes tratados con valproato, pero las
    recidivas son comunes al descontinuar la
    medicación.

    Palabras clave. Adolescentes, epilepsia,
    convulsiones mioclónicas, valproato.

     

    Abstract

    Juvenile myoclonic epilepsy: study on 13 Venezuelan
    patients. Juvenile myoclonic epilepsy (JME) is a heritable
    nonprogressive syndrome characterized by seizures and bilateral
    myoclonic jerks usually of the upper extremities. Objective: To
    analyze the clinical and electroencephalographic characteristics
    of patients diagnosed as having JME. Methodology: We reviewed the
    clinical records of 13 patients evaluated at the Hospital
    Clínico, Maracaibo, between 1990 and 1999 who met diagnostic
    criteria for JME. We analyzed the following clinical and
    electroencephalographic parameters: sex, personal and family history, age
    of onset, semiology, distribution, duration and frequency of
    crises, neurological examination, time of follow-up and
    evolution. Results: Nine patients were boys (69. 2%) and four
    girls (30. 8%). The follow-up period was from two to nine years
    (average 4.3 years). Convulsions started at age between 12 and 16
    years, average 14 years. The crises were of generalized
    tonic-clonic type in 100 % of cases. All patients exhibited
    myoclonic jerks commonly occurring shortly after awakening, and
    the neurological examination was normal. Three patients had
    personal history of febrile convulsions and 4 had family history
    of epilepsy. The interictal electroencephalographic (EEG) study
    was considered MedULA, Revista de Facultad de
    Medicina, Universidad de Los Andes. Vol. 9
    Nº 1-4. 2000. (2003). Mérida. Venezuela. 21 abnormal in all
    cases revealing a pattern of generalized rapid multispike and
    slow wave complexes. Conclusions: JME represents a form of
    epilepsy beginning in early adolescence which affects males more
    often than females, associated with a family history of
    convulsions. Its course is benign and seizures are controlled in
    the majority of patients with valproate, but relapse is common
    when medication is discontinued.

    Key words. Adolescents, epilepsy, myoclonic seizures,
    valproate.

     

    INTRODUCCIÓN

    La última clasificación Internacional de las
    Epilepsias y Síndromes Epilépticos (1989) reconoce a la
    epilepsia mioclónica juvenil (EMJ), también conocida
    como síndrome de Herpin-Rabot-Janz; como una de las
    epilepsias idiopáticas generalizadas relacionadas con la
    edad (Anon 1). Fue descrita inicialmente por Herpin en 1867 y por
    Rabot en 1899 (Delgado-Escueta, Enrile- Bacsa 1984, Janz 1985);
    mientras que Janz y Christian en 1957, hacen la primera descripción detallada del
    trastorno y la denominan "impulsive petit mal".

    Otros términos como Epilepsia mioclónica
    juvenil de Janz, y Epilepsia mioclónica, también han
    sido empleados para su identificación (Delgado-Escueta,
    Enrile-Bacsa 1984, Asconape, Penry 1984). Clínicamente se
    caracteriza por sacudidas mioclónicas bilaterales,
    únicas o repetitivas, arrítmicas, irregulares, sin
    alteración de la conciencia y de predominio en los
    brazos que pueden hacer caer súbitamente al paciente y las
    cuales suelen aparecer habitualmente poco después del
    despertar, tras el sueño insuficiente o despertar prematuro.
    Las convulsiones generalizadas tónico-clónicas aparecen
    después de varios años (1 a 3) del inicio de las
    sacudidas mioclónicas, habitualmente entre la edad de 12 a
    19 años (Haller, Resnick 1989). Al igual que en las
    sacudidas mioclónicas, estas crisis frecuentemente aparecen
    poco tiempo después del despertar o durante el sueño de
    las primeras horas del día. Con menor frecuencia ocurren las
    ausencias.

    El electroencefalograma (EEG) ictal e interictal exhibe
    descargas de punta-polipunta-onda de 3-5 Hz, de distribución
    generalizada y frecuentemente irregular (Janz, Christian 1957,
    Haller, Resnick 1989).

    El desconocimiento o infravaloración de los
    elementos clínicos, especialmente las sacudidas
    mioclónicas y la presencia de un síndrome
    epiléptico primario, genera dudas diagnósticas y
    tratamientos inapropiados para este síndrome cuya respuesta
    al valproato ha sido demostrada en forma
    satisfactoria.

    El objetivo de este trabajo es analizar las
    características clínico-electroencefalográficas y
    evolutivas de 13 pacientes con EMJ y enfatizar en la necesidad de
    su identificación y tratamiento adecuado.

     

    METODOLOGÍA

    En este estudio se evaluaron las historias clínicas
    de 13 pacientes que reunieron los criterios clínicos y EEG
    para el diagnóstico de EMJ, atendidos en el Hospital
    Clínico de Maracaibo, Venezuela, entre 1990-1999.

    Se analizaron los siguientes parámetros
    clínicos: sexo, antecedentes personales y familiares, edad
    de comienzo, tipo de crisis, examen neurológico, tiempo de
    seguimiento y evolución.

    Se realizó EEG intercrítico de vigilia y
    sueño a cada uno de los pacientes, ubicando los electrodos
    según el Sistema Internacional 10-20. Se
    analizaron la organización basal, la
    topografía y la morfología.

     

    RESULTADOS

    Sexo: La muestra estuvo compuesta por 13
    pacientes, 9 varones (69.2 %) y 4 mujeres (30.8%).

    El tiempo de seguimiento fue de 2 a 9 años
    (promedio 4.3 años).

    Edad de comienzo: las convulsiones se iniciaron
    entre los 12 y los 16 años, con una edad de aparición
    promedio de 14 años.

    Tipos de Crisis: Todos los pacientes presentaron
    sacudidas mioclónicas matutinas, sin embargo; en solo tres
    casos fueron consideradas relevantes para el paciente o sus
    familiares en la primera consulta neurológica. La totalidad
    de la muestra presentó convulsiones
    tónico-clónicas generalizadas, las cuales ocurrieron en
    vigilia, especialmente al despertar y de duración breve. El
    77% (n=10), presentó más de 5 crisis antes del
    diagnóstico, y el 23% (n=3) presentó dos. Solo tres
    pacientes manifestaron ausencias (23%). En la figura 1 se muestra
    la distribución de los tipos de crisis en la muestra
    descrita

     

     

    Características
    electroencefalográficas:

    En la tabla 1 se pueden observar las
    características electroencefalográficas de los
    pacientes estudiados. Los EEG interictales fueron anormales en
    todos los casos (100%), revelando un patrón de descargas
    breves de punta-onda o polipunta-onda de alto voltaje con
    distribución generalizada. En todos los casos la actividad
    basal se consideró normal. Para el 23 % (n=3) la
    fotoestimulación indujo la aparición de descargas
    generalizadas de breve duración. En 12 pacientes (92.3%) se
    señaló la deprivación de sueño como factor
    desencadenante. Cinco pacientes (38.4%) relacionaron la
    aparición de las crisis con estrés, tres pacientes con
    la fotoestimulación y 2 con la fatiga y el alcohol (15%).

     

    Antecedentes personales y
    familiares:

    Los 13 pacientes son hijos de padres no
    consanguíneos y presentaron desarrollo psicomotor y examen
    neurológico normal. Tres pacientes (23%) tenían
    antecedentes personales de convulsiones febriles y 4 de ellos
    (31%) tenían un familiar afectado con otra forma de
    epilepsia (hermano, tía paterna y tío
    paterno).

    Evolución: Ocho pacientes (61.5%) recibieron
    dos o más fármacos anticonvulsivantes diferentes al
    valproato sin mejoría de las crisis, antes de su ingreso en
    este protocolo de investigación. El control de las crisis fue
    alcanzado en todos los pacientes (100%) después del
    diagnóstico y al iniciar el tratamiento con
    valproato.

    Solo dos pacientes (15.3%) han tenido recidivas tras la
    suspensión del fármaco en un tiempo de seguimiento de 3
    años.

     

    DISCUSIÓN

    En adolescentes con mioclonías epilépticas
    prácticamente la única alternativa diagnóstica es
    la epilepsia mioclónica juvenil (EMJ) (Herranz, de las
    Cuevas 1998). La edad de inicio es uno de los criterios
    clínicos principales, por lo que la EMJ representa la
    epilepsia primaria más frecuente entre adolescentes y
    adultos (Janz, Christian 1957, Asconape, Penry 1984, Haller,
    Resnick 1989). Los resultados obtenidos en esta serie de 13
    pacientes demuestran claramente un predominio en varones con una
    edad promedio de aparición de 14 años.

    Todos los pacientes presentaron sacudidas
    mioclónicas (100%), las cuales se presentaron antes del
    inicio de las crisis generalizadas
    tónicoclónicas.

    La aparición de crisis mioclónicas en brazos,
    hombros y manos, especialmente al despertar, provocan la
    caída de los objetos del aseo o del desayuno. Este hecho ha
    sido señalado por muchos autores y puede ser malinterpretado
    por el paciente o su familia como nerviosismo, torpeza
    o falta de atención (Herranz, de las
    Cuevas 1998, Dreifuss 1989, Serratosa, Delgado-Escueta
    1993).

    Si todos los pacientes de esta serie refirieron su
    presencia, solo en tres de ellos las sacudidas mioclónicas
    representaron la manifestación clínica más
    llamativa que motivó la consulta
    neurológica.

    La totalidad de los pacientes experimentaron crisis
    generalizadas tónico-clónicas, de breve duración.
    Estas crisis suelen producirse a continuación de una serie
    de mioclonías y se desencadenan con el despertar, la
    deprivación de sueño, el cansancio, la ingesta de
    alcohol, el ayuno, las emociones y estrés como
    ocurrió en nuestros pacientes (Herranz, de las Cuevas 1998,
    Wolf, Goosses 1986).

    Algunos pacientes con EMJ pueden presentar ausencias,
    como fue mostrado en 3 de ellos. Estas suelen aparecer 1 a 2
    años antes del inicio de las mioclonías, a los 9
    años en promedio. Muchos pacientes no están conscientes
    de ellas y posiblemente la mayoría de las veces pasen
    desapercibidas por él y su familia (Janz 1985, Serratosa,
    Delgado-Escueta 1993).

    Otros hallazgos de esta serie son los antecedentes
    personales de convulsiones febriles en 3 casos y el antecedente
    familiar de epilepsia en 4 pacientes.

    Tsuboi y Christian (1973) y Janz (1985) señalan que
    de 3.3% a 8.6 % de los pacientes con EMJ presentan convulsiones
    febriles. En la mayoría de los estudios, también se
    advierte la asociación con el mismo u otro tipo de crisis,
    historia familiar altamente positiva de epilepsia (45 al 48%) y
    ausencia de factores etiológicos (Delgado-Escueta,
    Enrile-Bacsal 1984, Asconape, Penry 1984, Dreifuss 1989,
    Serratosa, Delgado-Escueta 1993).

    Desde 1989, varios autores han reportado la
    relación entre la EMJ y algunos haplotipos HLA, por lo que
    se asumió la posible localización del gen de la EMJ en
    los brazos cortos del cromosoma 6. EEG ANORMALES 100% (n=13)
    ACTIVIDAD BASE NORMAL 100% (n=13) DESENCADENANTES
    FOTOESTIMULACIÓN 23% (n=3) DEPRIVACIÓN DE SUEÑO
    92,30% (n=12) STRESS 38,40% (n=5) FATIGA Y
    ALCOHOL 15,40% (n=2)

    Panayiotopoulos y Obeid (1989) concluyen que es una
    enfermedad autosómica recesiva y
    Durner et al. (1991) consideran que un mismo gen sería el
    responsable de diversos tipos de epilepsia. Liu et al. (1995)
    ubican el gen en 6p21.2-p11; sin embargo, varios autores
    (Whitehouse et al. 1993, Sander et al. 1995, Elmslie et al. 1996)
    no lograron demostrar la relación entre EMJ y marcadores
    polimórficos del brazo corto del cromosoma 6, por lo que se
    propone heterogeneidad genética. Finalmente en
    1997, Elmslie et al. sugieren que el gen que codifica para la
    subunidad a7 del receptor neuronal nicotínico, que mapea a
    nivel de 15q14, contribuye a la susceptibilidad genética
    para desarrollar EMJ en la mayoría de las familias
    estudiadas (Elmslie et al. 1997).

    En todos los casos el EEG intercrítico fue
    anormal.

    Brotes generalizados de punta y punta-onda rápidos
    de 4 a 6 Hz, o complejos de polipunta-onda de distribución
    generalizada, a menudo de duración breve, representaron las
    alteraciones características. Los hallazgos
    electroclínicos de nuestra serie son similares a los
    reportados en la literatura (Delgado-Escueta, Enrile- Bacsal
    1984, Janz, Christian 1957, Asconape, Penry 1984). Curiosamente
    los tres pacientes con ausencias de nuestra serie, mostraron
    sacudidas mioclónicas durante la fotoestimulación. Este
    hallazgo no es específico de la EMJ, pues también ha
    sido reportado en los pacientes con otros tipos de epilepsia
    generalizada incluyendo las ausencias tipo "petit mal" (Janz
    1985, Janz, Christian 1957, Haller, Resnick 1989).

    Se destaca la excelente respuesta al tratamiento con
    valproato. Ocho pacientes que recibían uno o varios
    fármacos diferentes al valproato, presentaron mayor
    número de crisis previo a establecerse el diagnóstico e
    iniciarse el tratamiento apropiado. Sólo dos pacientes
    presentaron recidivas en los 3 años de seguimiento; uno de
    ellos, tras 3 años de tratamiento. Se ha señalado que
    si bien casi todos los pacientes se controlan rápidamente
    con valproato, el riesgo de recidiva es muy elevado
    al intentar anular el tratamiento, que para muchos investigadores
    debe prologarse diez o más años (Herranz, de las Cuevas
    1998, Penry et al. 1989, Ferrendelli et al. 1989). Además
    del seguimiento farmacológico de estos pacientes, es
    recomendable revisar su calidad de vida, pues las
    recidivas habitualmente se precipitan por fatiga, estrés,
    incumplimiento con la medicación, ingesta de alcohol y/o
    deprivación de sueño. Por otra parte, en los casos de
    difícil control, o cuando se recurre a terapia con
    fármacos que inducen sedación, puede haber errores
    diagnósticos con las epilepsias mioclónicas
    progresivas.

    Ante un paciente con síndrome epiléptico
    acompañado de mioclonías se recomienda realizar una
    buena historia clínica que incluya la anamnesis familiar y
    personal, la anamnesis detallada de las crisis epilépticas
    (tipo, inicio, características, factores desencadenantes,
    etc.) y la exploración neurológica completa. El
    registro EEG con
    estimulación luminosa intermitente a diversas frecuencias,
    en vigilia, con prueba de hiperventilación durante 3 a 4
    minutos y el trazado de sueño espontáneo con
    deprivación de sueño facilitarán el
    diagnóstico (Haller, Resnick 1989, Herranz, de las Cuevas
    1998).

    Habitualmente las crisis mioclónicas de la EMJ son
    bilaterales y generalizadas. Suelen observarse crisis
    mioclónicas en pacientes con otras formas de epilepsia
    generalizada idiopática, como en la epilepsia con ausencias
    y en la epilepsia con convulsiones del gran mal del despertar,
    pero en estos casos, la mioclonías no son el elemento
    clínico prominente (Engel 1999). El síndrome de
    Lennox-Gastaut, la epilepsia mioclónico-astática y la
    epilepsia con ausencias mioclónicas, debutan a menor edad,
    suelen asociarse con mayor número de crisis y se
    acompañan de afectación mental (Herranz, de las Cuevas
    1998, Engel 1999).

    Las encefalopatías progresivas o enfermedades degenerativas pueden
    acompañarse de mioclonías. En estos casos,
    afortunadamente poco frecuentes, se trata de niños con un desarrollo
    inicialmente normal, seguido de un deterioro neurológico
    progresivo acompañado de déficits neurológicos y
    sensoriales, ataxia y crisis convulsivas (Lyon et al.
    1996).

     

    CONCLUSIONES

    La EMJ constituye una condición epiléptica
    propia del adolescente, caracterizada por sacudidas
    mioclónicas especialmente matutinas, crisis generalizadas en
    vigilia y curso benigno cuando el diagnóstico es correcto y
    se instaura un tratamiento adecuado. EL examen neurológico
    es habitualmente normal y los hallazgos
    electroencefalográficos son específicos. Cuando un
    adolescente presenta crisis mioclónicas y reúne las
    características enunciadas conviene pensar en EMJ. El
    tratamiento adecuado con valproato asegura el control de las
    crisis, aunque a veces es necesario mantener la medicación
    durante años habida cuenta de las frecuentes recidivas tras
    la suspensión. Finalmente, para orientar el diagnóstico
    de este trastorno es necesario tener presente que el paciente
    puede obviar las sacudidas mioclónicas; no obstante, su
    existencia sólo puede ser demostrada con una historia
    clínica detallada y específica.

     

    REFERENCIAS

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    (*) Trabajo presentado en el VII Congreso Venezolano de
    Medicina Física y
    Rehabilitación. Mérida. Venezuela. 2002.

     

    Joaquín A. Peña (1)

    En MedULA, Revista de Facultad de Medicina, Universidad
    de Los Andes. Vol. 9 Nº 1-4. 2000. (2003). Mérida.
    Venezuela.

    Cecilia Montiel-Nava1, Sandra González F.2, Freda
    Hernández1, Enoe Medrano.

    (1) Postgrado de Neurología Pediátrica.
    Hospital Universitario de Maracaibo. Facultad de Medicina.
    Universidad del Zulia. Maracaibo. Venezuela. (2) Unidad de
    Genética Médica. Hospital Universitario de Maracaibo.
    Maracaibo. Venezuela.

    Correspondencia: Joaquín A. Peña/Cecilia
    Montiel. Apartado Postal 10171-Bella Vista. Maracaibo, Estado Zulia. Venezuela. Tel:
    261-7412509.

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