Monografias.com > Psicología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Esquizofrenia



Partes: 1, 2

    1. Etiología
    2. Causas
    3. Signos y
      síntomas
    4. Estadísticas en
      Jalisco
    5. Tratamiento
    6. Anexos
    7. Conclusiones
    8. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    La Esquizofrenia, es un trastorno
    psicótico (psicótico se refiere a las ideas
    delirantes y a las alucinaciones manifiestas, debiendo
    presentarse estas últimas en ausencia de conciencia de su
    naturaleza
    patológica además de alucinaciones manifiestas que
    son reconocidas como experiencias alucinatorias por el sujeto, y
    en el caso de la esquizofrenia,
    lenguaje
    desorganizado, comportamiento
    gravemente desorganizado o catatónico, producido por
    enfermedad médica o sustancias1) crónico
    que afecta el funcionamiento afectivo, intelectual y el
    comportamiento, y se caracteriza por aislamiento, excentricidad,
    disminución del cuidado personal, afecto
    embotado, lenguaje vago o metafórico, pensamiento
    mágico, pérdida de la capacidad asociativa
    (trastorno del pensamiento), conducta
    extraña, estupor, retraimiento social, pasividad
    continuada, estereotipias, alucinaciones, convicciones
    delirantes, simbolismo, incoherencia, neologismos, mutismo,
    ecolalia, verbigeración, manerismos, ecopraxia, obediencia
    automática, negativismo, deterioro del aspecto, respuestas
    emocionales pobres, anhedonia, sensibilidad incrementada a la
    estimulación sensorial o emocional, pérdida de los
    límites
    del yo, variabilidad, etc.

    Recientemente, con las nuevas técnicas
    diagnósticas e imagenológicas, se ha propuesto
    considerar a la entidad como un trastorno heterogéneo que
    constituye la suma de varias enfermedades referidas como
    "las esquizofrenias"2.

    La esquizofrenia es una alteración que persiste
    durante por lo menos 6 meses e incluye por lo menos 1 mes de
    síntomas de la fase activa (p. ej., dos [o más] de
    los siguientes: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje
    desorganizado, comportamiento gravemente desorganizado o
    catatónico y síntomas negativos). También se
    incluyen en esta sección las definiciones para los
    subtipos de esquizofrenia (paranoide, desorganizada,
    catatónica, indiferenciada y residual)1. (Ver
    también anexos para aclarar diferencias entre la
    esquizofrenia y otros trastornos de la
    personalidad).

    ETIOLOGÍA

    Etiología aún poco conocida,
    asumiéndose que hay interacción de predisposición
    genética
    con influencias medioambientales normales o extraordinarias; la
    dificultad está en establecer si la esquizofrenia es un
    trastorno del neurodesarrollo (con más evidencia), o un
    trastorno neuropatológico.

    Caeremos en un error si, al referirnos a su
    etiopatogenia, nos servimos de la típica frase:
    "enfermedad de etiología desconocida". Desde que Kraepelin
    clasificó las hasta entonces llamadas "psicosis no
    orgánicas" en dos grupos,
    dementia praecox y psicosis maniaco-depresiva, los avances
    producidos han sido numerosos.

    Se han dejado atrás aproximaciones
    sociogénicas, inverosímiles e infundadas, como la
    de la "madre esquizófrenogena" dirigiéndose todo
    hacia las explicaciones con bases empíricas fundamentadas.
    Por ello, actualmente sería más correcto decir "la
    esquizofrenia es una enfermedad cerebral de origen
    genético y ambiental con factores de riesgo precisos y
    conocidos" 4.


    CAUSAS

    Una combinación de susceptibilidad
    genética y de factores de riesgo sería necesaria
    para la expresión del fenotipo esquizofrenia. En la
    actualidad, existen evidencias de
    un exceso de eventos
    perjudiciales durante el periodo prenatal y/o perinatal,
    presencia de signos
    conductuales y neurocognitivos durante la infancia y la
    adolescencia y
    rasgos de personalidad
    esquizotípica en la mayoría de individuos con
    esquizofrenia. Estos resultados sugieren una alteración
    patogénica en el neurodesarrollo de estos individuos
    (según teorías
    recientes).

    Sin duda, la esquizofrenia es una enfermedad compleja
    tanto desde el ámbito clínico como en el de
    investigación.

    Se supone que existe una especial vulnerabilidad
    psíquica para que pueda producirse una esquizofrenia. La
    primera responsabilidad se debe a determinadas condiciones
    hereditarias. Se sabe que en algunas familias las esquizofrenias
    son frecuentes, mientras que en otras no. Debido a esta
    predisposición una persona puede ser
    vulnerable a sufrir la enfermedad pero esto no es una
    condición ecuánime para desarrollarla.

    Como desencadenante de la enfermedad debe sumarse una
    carga emocional especial (estrés).
    Los síntomas patológicos de la esquizofrenia deben
    entenderse como un intento de escapar de alguna manera a esta
    carga excesiva. 

    ¿Cuáles son estas cargas? Pueden ser
    acontecimientos de la vida estresantes, normalmente
    imprevisibles, como la muerte de
    una persona próxima, el servicio
    militar, la pérdida de un puesto de trabajo
    también un acontecimiento feliz, como el nacimiento de un
    niño, una boda, es decir situaciones que supongan un
    cambio en la
    vida. Sobre todo una carga emocional permanente puede significar
    una exigencia excesiva para una persona vulnerable: actitud
    excesivamente preocupada de la familia o
    pareja cohíbe a la persona y disminuye su
    autonomía, hay casos en que la persona que sufre de
    esquizofrenia es por sí, más retraída,
    debido a ello provocan que los demás quieran
    ayudarle.

    Otra actitud sería cuando los miembros de la
    familia tienen
    una actitud de rechazo encubierto, es decir no se habla del
    problema pero se manifiesta en las expresiones y actitudes, el
    afectado se critica y desvaloriza. Las cargas emocionales
    excesivas desencadena los primeros brotes, pero también
    los brotes posteriores son provocados por situaciones de
    estrés aunque sean de carga leve.

    Hay que mencionar la existencia de otros modelos
    médicos como por ejemplo: el modelo
    genético, neuroquímica, alteraciones cerebrales,
    alteraciones funcionales, electrofisilógicas y
    neuropsicológicas, complicaciones en el parto,
    infecciones por virus.

    1. Heredabilidad

    Parece haber un patrón de herencia
    multifactorial con la participación del locus 6p24-22
    (brazo corto del cromosoma 6) así como la
    participación del cromosoma 5q11-13 y 11q que no han sido
    replicados. Llama la atención, sin embargo, que los genes que
    codifican los receptores D2 y D4, cuya alteración
    está fuertemente vinculada a la fisiopatogenia de la
    esquizofrenia, se localizan en el cromosoma 11. Estudios de
    marcadores biológicos han encontrado una asociación
    entre HLA-A9 y esquizofrenia tipo paranoide pero no ha sido
    confirmado.

    Si se asume que la esquizofrenia es un trastorno
    influenciado por muchos genes que se expresa después de
    superarse cierto umbral (usualmente en la adolescencia), esto
    conduce a pensar que lo que denominamos esquizofrenia es una
    expresión fenotípica de un espectro o continuum que
    va desde trastornos de menor severidad como el esquizoide hasta
    una esquizofrenia con predominio de síntomas negativos.
    Adicionalmente, más de cuarenta estudios han demostrado
    que la esquizofrenia es familiar, presentándose más
    esto en los hijos o hermanos que en los padres del paciente. En
    dichas familias es también frecuente la
    presentación de otras psicosis.

    Los modelos de transmisión genética
    propuestos han sido varios:

    Modelo monogénico: Postula que todos los
    tipos de esquizofrenia comparten el mismo gen pero con distinto
    grado de penetrancia. El hecho de que sólo entre el 30% al
    35% de la descendencia de los pacientes esquizofrénicos
    desarrolle la patología desacredita este
    modelo.

    Modelo heterogenético: este modelo postula
    que la esquizofrenia consiste en varias patologías, cada
    una de ellas asociada a un loci mayor, que se transmite
    por herencia dominante, recesiva o ligada a cromosoma X. Hasta
    hoy no hay datos a favor de
    este modelo.

    Modelo poligénico: mantiene que la
    esquizofrenia resulta de la combinación de
    múltiples genes defectuosos, con eventuales interacciones
    con el ambiente.

    Este modelo postula que el riesgo a desarrollar
    esquizofrenia se puede ligar a un rasgo con una distribución continua, donde habría
    un umbral para la expresión clínica de la
    enfermedad.

    Esta hipótesis explicaría el por
    qué se encuentran expresiones subclínicas en los
    gemelos y otros familiares de pacientes
    esquizofrénicos.

    2. Hallazgos anatómicos

    Tanto los mecanismos genéticos como los factores
    medioambientales pueden llevar a alteraciones en la migración
    celular y en la citoarquitectura cerebral. La hipótesis del
    desarrollo
    cortical de Feinberg3 propone, a partir de estudios
    animales, que
    las conexiones corticales normales requieren un período
    previo de sobreproducción de sinápsis, la cual
    dará paso a su normalización en la adolescencia; evento
    poco registrado en esquizofrénicos donde se presenta una
    alteración en el alineamiento y conexiones de neuronas
    corticales.

    Otros factores implicados en la génesis del
    trastorno son el compromiso de la mielinización, en
    especial en la adolescencia cuando ocurre un significativo
    aumento a nivel de la lámina medular superior subyacente
    al hipocampo la cual recibe múltiples aferentes del
    cíngulo y la corteza entorrinal y se proyecta a su vez al
    hipocampo.

    Si un defecto está latente, los axones
    glutamaérgicos predominantes conducirían a un
    aumento de la actividad excitatoria por incremento de la
    mielinización. Adicionalmente, situaciones de
    estrés conducirían a una liberación de
    glucocorticoides (cortisol), cuyos receptores se encuentran en
    gran cantidad a nivel de la capa II de la corteza del
    cíngulo, aumentando el daño
    excitotóxico por marcada liberación de dopamina en
    la corteza prefrontal.

    En cuanto a las neuroimágenes, la única
    anormalidad bien establecida es el aumento de los
    ventrículos laterales y del tercer ventrículo, pero
    los hallazgos más promisorios parecen encontrarse en las
    estructuras
    límbicas del lóbulo temporal (amígdala e
    hipocampo) y tálamo.

    Así pues, y en apoyo de teorías que
    sostienen que el trastorno pude derivarse de complicaciones
    perinatales que llevan a la hipoxia y comprometen el desarrollo
    de regiones cerebrales como el hipocampo, se encuentra en la TAC
    (tomografía) un aumento en el tamaño de los
    ventrículos laterales (75% de los pacientes) y III
    ventrículo (83% de los pacientes) (relacionado con
    alucinaciones auditivas persistentes), disminución del 5%
    a 10% en la densidad del
    hemisferio izquierdo con atrofia cortical en un 10-35% de los
    pacientes y atrofia del vermis cerebeloso, ampliación de
    los surcos corticales y de las fisuras.

    En la RM (Resonancia Magnética), además de
    confirmarse el aumento de los ventrículos laterales, se
    aprecia disminución del tamaño de las
    amígdalas (hipocampo) y tálamo, menor volumen de la
    corteza prefrontal y temporal (sustancia gris) y anormalidad en
    la conexión límbico-cortical, sugiriendo un
    trastorno degenerativo en el que la muerte
    neuronal podría jugar un rol central, lo cual
    podría estar relacionado con los trastornos cognitivos, la
    pobre respuesta al tratamiento y el pronóstico
    negativo.

    En la tomografía por emisión de positrones
    (PET) se ha visualizado hipofrontalidad metabólica
    cortical medial y dorsolateral, hipofunción de regiones
    límbicas y paralímbicas, aumento de la actividad
    del lóbulo temporal izquierdo y corteza occipital, aumento
    del flujo sanguíneo en el globus pallidus izquierdo y
    aumento de los receptores dopaminérgicos en el
    núcleo caudado, pero ninguna de estas lesiones es
    específica para esquizofrenia.

    El compromiso de los lóbulos frontales en la PET
    puede explicar las alteraciones cognitivas observadas en la
    mayoría de pacientes esquizofrénicos. Bachneff
    argumenta que los síntomas negativos y las anormalidades
    cognitivas son secundarios a la hipofunción de los
    lóbulos frontales y que los síntomas positivos son
    atribuibles a la hiperperfusión de los mismos y una
    sobreactivación recíproca de los sistemas
    dopaminérgicos subcorticales. El EEG
    (Electroencefalograma) suele ser normal.

    En estudios postmortem se han encontrado anormalidades
    en el área prefrontal, amígdala, hipocampo, giro
    parahipocampal, corteza temporal y corteza entorrinal con
    pérdida celular, mal alineamiento de las células,
    disminución en el número y tamaño neuronales
    en ausencia de gliosis y alteraciones en la expresión de
    proteínas citoesqueléticas en
    región CA1 y en la capa cortical II, sugiriendo un
    daño prenatal ya que la migración celular desde la
    zona marginal próxima a los ventrículos a la
    corteza cerebral se completa en el quinto mes de embarazo.

    La alteración predominante en la capa II de la
    corteza de sujetos esquizofrénicos puede estar relacionada
    con insultos prenatales que alteran el proceso de
    migración celular y que alteran la conectividad durante el
    desarrollo tardío.

    Las neuronas GABA de la capa II y las
    serotoninérgicas alcanzan su diferenciación
    morfológica en el primer año postnatal, a
    diferencia de las células piramidales que lo hacen en el
    período preparto, lo que las hace más susceptibles
    al trauma perinatal y a la excitotoxicidad mediada por receptores
    NMDA para glutamato. Las neuronas dopaminérgicas por el
    contrario, continúan su proceso de maduración hasta
    la adultez joven.

    El putamen, caudado, núcleo accumbens y
    núcleo dorsomedial del tálamo se encuentran
    normales en tamaño, pero con disminución del
    diámetro neuronal. También se ha reportado
    disminución en la densidad de las capas corticales V
    (cíngulo), VI (prefrontal), III (motora) y en especial de
    la II (cíngulo) a expensas de las interneuronas de tipo
    GABAérgico lo que explicaría las marcadas
    alteraciones en la modulación
    inhibitoria de las células de proyección
    tálamocorticales y corticocorticales
    (piramidales).

    La disminución en el número de
    células GABAérgicas de la capa II del
    cíngulo (down-regulation) conduce a una marcada
    hipersensibilidad que lleva a un porcentaje de unión del
    neurotransmisor al receptor GABA-A muy superior al de otras capas
    (84%) [p = 0.0005 vs. controles] y a una inhibición en la
    recaptación de GABA.

    3. Alteraciones de vías neuronales (disbalance
    de neurotransmisores)

    Se ha podido demostrar, desde el punto de vista
    fisiopatológico, que la esquizofrenia más que un
    incremento generalizado de la actividad dopaminérgica es
    un trastorno caracterizado por una actividad asimétrica
    con un relativo incremento de la actividad dopaminérgica
    en el putamen y otras regiones subcorticales (aumento de
    receptores D2 y de su sensibilidad) que lleva a los
    síntomas positivos delirante-alucinatorios (neuronas A10)
    y una relativa disminución de la actividad
    dopaminérgica en regiones corticales prefrontales (desde
    el área tegmental ventral del mesencéfalo al cortex
    prefrontal dorsolateral y lóbulo temporal anteromedial del
    hemisferio dominante) responsable de los síntomas
    negativos (neuronas A10 carentes de autoreceptores).

    Una reducción en los niveles plasmáticos
    de tirosina (el precursor de la dopamina), una disminución
    en la tasa de influjo de tirosina al SNC y una reducción
    en la utilización neta de tirosina en el cerebro ha sido
    encontrada en sujetos esquizofrénicos (subtipo no
    precisado) en un estudio con PET.

    En estudios post-mortem de sujetos
    esquizofrénicos se ha podido demostrar una densidad de
    receptores D2 + D3 15% mayor que la de sujetos normales (19.1
    pmol/gr. vs. 16.3) y una densidad de receptores D4 6 veces mayor
    que en controles (10.2 pmol/gr. vs. 1.7). Esto obliga a
    considerar el papel de los receptores D4 en las manifestaciones
    de la esquizofrenia.

    Otros estudios previos, sin embargo, no encontraron
    diferencias entre las densidades promedio de receptores D2 entre
    esquizofrénicos y controles. Los receptores D1 son
    igualmente importantes, toda vez que parecen mantener a los
    receptores D2 en un estado de baja
    afinidad. La mayor cantidad de receptores D2 se encuentra a nivel
    de los ganglios basales (caudado, putamen y nucleus accumbens),
    principalmente en el hemisferio derecho. Con la edad la densidad
    de receptores D2 disminuye en forma más acelerada que la
    de los sujetos de edad, explicando la mejoría
    clínica encontrada en los sujetos esquizofrénicos
    de edad.

    Las neuronas A9 constituyen las vías
    nigroestriatales responsables de los efectos extrapiramidales de
    los antipsicóticos clásicos. Las lesiones de
    vías dopaminérgicas mesocorticales resultan en el
    incremento de la actividad dopaminérgica en el sistema
    límbico, sugiriendo que la corteza prefrontal provee una
    retroalimentación inhibitoria a las
    estructuras límbicas.

    Otra teoría
    menciona la existencia de varios circuitos
    paralelos que conectan la corteza con el tálamo a
    través de los ganglios basales, entre los que se cuentan
    el dorsolateral prefrontal (síntomas negativos) y el del
    cíngulo anterior (síntomas positivos). Ha sido
    sugerido que los individuos con esquizofrenia usan drogas de
    abuso en un intento por automedicar sus síntomas Lehman y
    colegas han mencionado dos hipótesis sobre la automedicación.

    La primera y más general hipótesis
    sugiere que las drogas
    psicoestimulantes pueden reducir los síntomas negativos,
    los trastornos cognitivos, la pobre autoestima y
    los efectos extrapiramidales y la acatisia producida por los
    antipsicóticos; efectos producidos por el incremento de la
    transmisión dopaminérgica de las vías
    mesocorticales y nigroestriatales.

    En contraste, la otra y más
    específica hipótesis sugiere una relación
    entre los efectos farmacológicos de las sustancias y el
    tipo de síntomas manifestados por los sujetos
    esquizofrénicos. Lieberman y colaboradores, concluyen que
    los mecanismos implicados en las psicosis idiopáticas o
    por consumo de
    sustancias psicoactivas, son similares e involucran una
    alteración de las vías
    dopaminérgicas.

    A pesar de los hallazgos sobre disfunción del
    sistema dopaminérgico (especialmente a nivel de
    receptores), no se han demostrado alteraciones en los niveles de
    HVA en LCR en pacientes esquizofrénicos. Tan sólo
    un estudio ha informado niveles menores en 4 de 6
    esquizofrénicos con atrofia cerebral.

    Otros neurotransmisores se ven alterados también,
    observándose un incremento de la noradrenalina y
    elevación del MHPG a nivel del LCR en la fase aguda y una
    disminución de este neurotransmisor cuando se hacen
    presentes los síntomas negativos (el antagonismo alfa1 que
    exhiben algunos antipsicóticos tiene acciones
    moduladoras en neuronas dopaminérgicas A10
    mesolímbicas).

    El GABA, que tiene un efecto inhibitorio, es modulado
    por la dopamina y la serotonina; las proyecciones
    dopaminérgicas establecen contactos sinápticos con
    las células GABA por medio de receptores D1 y D2, llevando
    a una inhibición de la liberación del ese
    neurotransmisor. Los niveles de GABA en LCR no han arrojado
    hallazgos consistentes en pacientes esquizofrénicos;
    algunos autores no encuentran diferencias con sujetos controles,
    mientras otros informan niveles más bajos tanto en
    esquizofrénicos como en esquizoafectivos.

    Los receptores 5-HT2A están involucrados en la
    mediación de los efectos serotoninérgicos en las
    neuronas GABA; a diferencia del 5-HT1A que se localiza
    preferencialmente en las neuronas piramidales.

    Las vías serotoninérgicas (5-HT2 y 5-HT3)
    que van desde núcleos del rafe medio hasta la corteza
    frontal y temporal, amígdala, hipotálamo,
    tálamo, ganglios basales, cerebelo y médula
    también presentan alteraciones, de tal manera que los
    efectos inhibitorios sobre la dopamina se ven
    comprometidos.

    En esquizofrenia tipo II o con alargamiento ventricular
    se encuentra disminución del 5-HIAA en LCR, incremento en
    la serotonina plaquetaria y disminución de la
    recaptación plaquetaria de serotonina. El déficit
    serotoninérgico se ha asociado a la disfunción
    cognitiva y a las alteraciones del neurodesarrollo. Contrario a
    estos informes,
    otros autores han encontrado un incremento en los niveles de
    5-HIAA en LCR.

    En estudios postmortem se ha encontrado un
    déficit en la liberación de glutamato mediada por
    receptores NMDA y un aumento en la recaptación de ese
    neurotransmisor a nivel de la corteza prefrontal y de ganglios
    basales en sujetos esquizofrénicos.

    Los receptores NMDA son hipersensibles o numerosos por
    alteración en la eliminación de conexiones
    sinápticas transitorias durante el desarrollo neuronal, y
    mediarían un insulto neuronal durante el desarrollo del
    trastorno y/o un eventual estado de hipofuncionalidad en el que
    se encontrarían reducidos los niveles de glutamato. La
    disfunción o disregulación de la transmisión
    mediada por el receptor NMDA puede ocurrir en esquizofrenia y
    contribuir a la generación de síntomas positivos,
    negativos y cognitivos]. Las vías glutamatérgicas
    se encuentran en estrecha relación con las
    dopaminérgicas. Su déficit explica en parte la
    hiperdopaminergia mesolímbica que a su vez desestimula la
    acción
    talámica sobre las percepciones provenientes del entorno
    (mecanismo alucinatorio).

    La hiperdopaminergia mesocortical (también
    explicada en parte por la hipoglutamatergia) permite entender el
    mecanismo que conduce a los síntomas negativos por
    desestimulación de estructuras límbico-corticales
    como la cíngulo-cortical.

    Además se encuentran incrementos en la
    feniletilamina (amina endógena), disminución de
    niveles de la MAO plaquetaria, incremento en los niveles de
    aldolasa (60-80%), aumento de la hormona del crecimiento (por
    antagonismo dopaminérgico) y disminución de
    receptores muscarínicos en el hipocampo que han sido
    propuestos como marcadores para la confirmación por
    laboratorio de
    la entidad, pero sin resultados confiables.

    La colecistocinina se encuentra disminuida en el sistema
    límbico, en la región CA1 del hipocampo, giro
    parahipocámpico y en la corteza temporal en
    síntomas negativos; modula neuronas A10 al igual que la
    neurotensina y la metencefalina.

    4. Otras alteraciones (déficits
    neurocognitivos)

    Se pueden presentar trastornos del sueño con
    aumento de la latencia y despertares frecuentes,
    disminución del sueño No REM y de la
    latencia del REM. Es conocido que en los
    esquizofrénicos se encuentra un déficit en el
    procesamiento sensorial, manifestado por una disminución
    de la supresión de los potenciales evocados posterior a
    estímulos auditivos repetitivos.

    En el estudio de Griffith et al, la normalización
    de la supresión de los potenciales evocados se
    logró cuando el paciente alcanzó un sueño de
    ondas lentas,
    pero no cuando su patrón EEG continuaba desincronizado.
    Estos hallazgos soportan la importancia de abordar los trastornos
    del sueño del paciente esquizofrénico, toda vez que
    la cantidad de estímulos sensoriales (auditivos), pueden
    ser mejor controlados cuando se alcanzan etapas más
    profundas del sueño (NREM).

    Estudios en ratas muestran que los antipsicóticos
    antagonistas D1 (en investigación) incrementan el
    número de episodios REM, mientras que los antagonistas D2
    atípicos como el Remoxipride, no afectan las fases del
    sueño.

    El Haloperidol incrementa la duración total del
    sueño a expensas del sueño NREM, sin alterar el
    sueño REM y los antagonistas dopaminérgicos no
    selectivos como la Clorpromazina y la Clozapina, disminuyen el
    número de episodios y la duración del
    REM.

    Una alta prevalencia de signos neurológicos
    ("signos blandos") han sido descritos en pacientes
    esquizofrénicos (particularmente en formas no paranoides,
    curso crónico, desarrollo pobre o síntomas
    negativos): agrafestesia, movimientos coreiformes leves,
    trastornos en la marcha, anormalidades autonómicas
    (midriasis, palmas húmedas, taquicardia moderada y
    presión
    sistólica levemente por encima de lo normal), reflejos
    primitivos (glabelar, de prensión, de búsqueda),
    apraxia, astereognosis, discriminación derecha-izquierda pobre,
    disadiadococinesia (trastorno en la habilidad para realizar
    movimientos rápidos alternantes), parpadeo frecuente (que
    disminuye a medida que mejora el trastorno) y disminución
    de los movimientos sacádicos (movimientos oculares
    rápidos anormales para el seguimiento continuo de un
    objeto en movimiento sin
    mover la cabeza [60-80% de los pacientes y hasta un 40% en los
    parientes de primer grado vs. 8% de la población general].

    El compromiso frecuentemente observado de la memoria, la
    atención y las funciones
    ejecutivas implican una alteración de la corteza
    prefrontal y estructuras del lóbulo temporal medial: Los
    pacientes no parecen focalizar ni sostener la atención y
    son fácilmente distraíbles por estímulos
    externos e internos (todos los estímulos son igualmente
    relevantes).

    Su tasa de aprendizaje, su
    capacidad de consolidación, codificación y evocación de
    recuerdos (memoria
    episódica, de trabajo y explícita) son más
    pobres que en los sujetos controles. Su capacidad de generar e
    implementar planes, de solucionar problemas o de
    desempeñarse adecuadamente en la prueba WCST (Wisconsin
    Cards Scale Test) en los
    ítems de abstracción, cambio de categoría o
    respuestas de retroalimentación, está alterada. La
    cognición anormal es ahora reconocida como la
    característica central de estos pacientes. Muchas de las
    alteraciones cognitivas se observan desde la fase
    prodrómica.

    Estudios con el paradigma de
    imprimación semántica, el cual postula que una palabra
    puede ser reconocida en su significado más
    rápidamente cuando se ha presentado otra de la misma
    categoría previamente, han demostrado que el pensamiento
    desorganizado de los pacientes esquizofrénicos muestra el efecto
    de un resultado altamente contraintuitivo debido al incremento de
    efectos de imprimación semántica indirecta
    (identificación de estímulos asociados
    incorrectamente con otros de categorías diferentes ; p.ej.
    "limón – dulce").

    Esto puede explicarse por el hecho que en las redes semánticas, un
    rango señal – ruido elevado
    (modulado por neuronas dopaminérgicas mesocorticales) es
    equivalente a un mayor nivel de atención, mientras un
    rango bajo, como en los esquizofrénicos, implica una
    alteración en el enfoque de la atención con
    respecto a una categoría dada.

    Un estudio con 66 pacientes esquizofrénicos
    (DSM-III-R) fue diseñado para estudiar la relación
    entre 7 signos neurológicos frontales descritos por Luria
    y alteraciones cognitivas por medio de una exhaustiva
    batería neuropsicológica.

    El estudio mostró que el 97% de los pacientes
    presentaba al menos un signo frontal, los cuales no
    dependían de variables como
    la edad, la educación, edad de
    inicio, duración de la enfermedad, dosis de
    antipsicóticos o antiparkinsonianos, pero si se
    relacionaban con el valor total de
    la escala SANS para
    síntomas negativos. En la mayoría de test
    neuropsicológicos se encontró un pobre desempeño, este sí influenciado por
    el nivel educativo, la edad avanzada y la duración de la
    enfermedad (Palabras que comienzan con "P", Información, Vocabulario, Similaridades,
    Apareamiento de Dígitos y Objetos). Se encontró
    además una estrecha correlación entre los test
    neuropsicológicos y los signos frontales (exc.
    Apareamiento de Objetos) cercana al 22% (estadísticamente
    significativa).

    5. Factores medioambientales

    Existen varias hipótesis sobre el efecto del
    entorno en la génesis del trastorno como complicaciones
    gestacionales o perinatales con hipoxia subsecuente y factores
    neuroinmunovirológicos. Teniendo en cuenta que varios
    infantes con complicaciones perinatales desarrollan esquizofrenia
    se ha postulado que tal situación puede conducir a hipoxia
    de regiones cerebrales muy sensibles como el hipocampo, la
    corteza cerebral y los ganglios basales. También se han
    mencionado la nutrición prenatal
    inadecuada, el estrés ambiental y psicosocial y hasta las
    enfermedades del oído medio
    (riesgo relativo de 1.92).

    El éxito o
    el fracaso de cualquier tratamiento farmacológico
    dependerán de un número de factores como un
    correcto diagnóstico (de baja confiabilidad en
    psiquiatría) y la selección
    apropiada del fármaco y su dosificación. Sin
    embargo, es frecuente apreciar una ausencia de relación
    entre la dosis y el efecto de un fármaco, lo que obliga a
    pensar en la variabilidad de los pacientes.

    Para conocer más de la
    esquizofrenia:

    Subtipos de esquizofrenia

    Los subtipos de esquizofrenia están definidos por
    la sintomatología predominante en el momento de la
    evaluación. Si bien las implicaciones
    pronósticas y terapéuticas de los subtipos son
    variables, los tipos paranoide y desorganizado tienden a ser,
    respectivamente, los de menor y mayor gravedad. El
    diagnóstico de un subtipo en particular está basado
    en el cuadro clínico que ha motivado la evaluación
    o el ingreso más recientes y, por tanto, puede cambiar con
    el tiempo.

    Es frecuente que el cuadro incluya síntomas que
    son característicos de más de un subtipo. La
    elección del subtipo se apoya en el siguiente algoritmo: se
    asigna el tipo catatónico siempre y cuando haya
    síntomas catatónicos acusados (independientemente
    de la presencia de otros síntomas); se asigna el tipo
    desorganizado siempre que predomine un comportamiento y lenguaje
    desorganizados, y que sea patente una afectividad aplanada o
    inapropiada (a menos que aparezca en el tipo catatónico);
    se asigna el tipo paranoide en caso de que predomine una
    preocupación causada por ideas delirantes o cuando existan
    alucinaciones frecuentes (a menos que se den en el tipo
    catatónico o el desorganizado).

    El tipo indiferenciado es una categoría residual
    que describe cuadros en los que predominan síntomas de la
    fase activa que no cumplen los criterios para los tipos
    catatónico, desorganizado o paranoide. El tipo residual es
    para aquellos cuadros en los que hay manifestaciones continuas de
    la alteración, sin que se cumplan ya los criterios para la
    fase activa.

    En el apéndice B se describe una alternativa a
    los subtipos tradicionales de esquizofrenia, basada en
    dimensiones. Las dimensiones sugeridas son la dimensión
    psicótica, la dimensión de desorganización y
    la dimensión negativa.

    • Tipo paranoide

    La característica principal del tipo paranoide
    de esquizofrenia consiste en la presencia de claras ideas
    delirantes o alucinaciones auditivas, en el contexto de una
    conservación relativa de la capacidad cognoscitiva y de
    la afectividad. Fundamentalmente, las ideas delirantes son de
    persecución, de grandeza o ambas, pero también
    puede presentarse ideas delirantes con otra temática (p.
    ej., celos, religiosidad o somatización). Los
    síntomas asociados incluyen ansiedad, ira, retraimiento
    y tendencia a discutir. El sujeto puede presentar un aire de
    superioridad y condescendencia y también pomposidad,
    atildamiento, falta de naturalidad o vehemencia extrema en las
    interacciones interpersonales.

    • Criterios para el diagnóstico de Tipo
      paranoide

    Un tipo de esquizofrenia en el que se cumplen los
    siguientes criterios:

    A. Preocupación por una o más ideas
    delirantes o alucinaciones auditivas frecuentes.

    B. No hay lenguaje desorganizado, ni comportamiento
    catatónico o desorganizado, ni afectividad aplanada o
    inapropiada.

    • Tipo desorganizado

    Las características principales del tipo
    desorganizado de esquizofrenia son el lenguaje
    desorganizado, el comportamiento desorganizado y la afectividad
    aplanada o inapropiada. El lenguaje desorganizado puede ir
    acompañado de tonterías y risas que no tienen una
    clara conexión con el contenido del discurso.

    La desorganización comportamental (p. ej.,
    falta de orientación hacia un objetivo)
    puede acarrerar una grave disrupción de la capacidad
    para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana (p. ej.,
    ducharse, vestirse o preparar la comida). No se cumplen los
    criterios para el tipo catatónico de esquizofrenia y, si
    hay ideas delirantes y alucinaciones, son fragmentadas y no
    están organizadas en torno a un tema
    coherente.

    Las características asociadas incluyen muecas,
    manierismos y otras rarezas del comportamiento. El deterioro
    del rendimiento puede apreciarse por medio de diversas pruebas
    neuropsicológicas y tests cognoscitivos. Habitualmente,
    este subtipo también está asociado a una
    personalidad premórbida, empobrecida, a un inicio
    temprano e insidioso y a un curso continuo sin remisiones
    significativas. Históricamente, y en otros sistemas
    clasificatorios, este tipo se denomina
    hebefrénico.

    • Criterios para el diagnóstico de Tipo
      desorganizado

    Un tipo de esquizofrenia en el que se cumplen los
    siguientes criterios:

    A. Predominan:

    (1) lenguaje desorganizado

    (2) comportamiento desorganizado

    (3) afectividad aplanada o inapropiada

    B. No se cumplen los criterios para el tipo
    catatónico.

    • Tipo catatónico

    La característica principal del tipo
    catatónico de esquizofrenia es una marcada
    alteración psicomotora que puede incluir inmovilidad,
    actividad motora excesiva, negativismo extremo, mutismo,
    peculiaridades del movimiento voluntario, ecolalia o ecopraxia.
    La inmovilidad puede manifestarse por catalepsia (flexibilidad
    cérea) o estupor.

    Aparentemente, la actividad motora excesiva carece de
    propósito y no está influida por estímulos
    externos. Puede haber un negativismo extremo que se manifiesta
    por el mantenimiento de una postura rígida en
    contra de cualquier intento de ser movido o por la resistencia a
    todas las órdenes que se den.

    Las peculiaridades del movimiento voluntario se
    manifiestan por la adopción
    voluntaria de posturas raras o inapropiadas, o por realizar
    muecas llamativas. La ecolalia es la repetición
    patológica, como lo haría un loro o aparentemente
    sin sentido, de una palabra o frase que acaba de decir otra
    persona. La ecopraxia consiste en la imitación
    repetitiva de los movimientos de otra persona.

    Otras características serían las
    estereotipias, manierismos y la obediencia automática o
    la imitación burlona. Durante el estupor o la
    agitación catatónica graves, el sujeto puede
    requerir una cuidadosa supervisión para evitar que se cause
    daño a sí mismo o a otras personas. Hay riesgo
    potencial de malnutrición, agotamiento, hiperpirexia o
    autolesiones.

    Para diagnosticar este subtipo, el cuadro debe cumplir
    en primer lugar todos los criterios para la esquizofrenia y no
    ser más explicable por otras presuntas
    etiologías: inducción por sustancias (p. ej.,
    parkinsonismo inducido por neurolépticos), enfermedad
    médica, o episodio maníaco o depresivo
    mayor.

    • Criterios para el diagnóstico de Tipo
      catatónico

    Un tipo de esquizofrenia en el que el cuadro
    clínico está dominado por al menos dos de los
    siguientes síntomas:

    (1) inmovilidad motora manifestada por catalepsia
    (incluida la flexibilidad cérea)

    o estupor (2) actividad motora excesiva (que
    aparentemente carece de propósito y no está
    influida por estímulos externos)

    (3) negativismo extremo (resistencia aparentemente
    inmotivada a todas las órdenes o mantenimiento de una
    postura rígida en contra de los intentos de ser movido)
    o mutismo (4) peculiaridades del movimiento voluntario
    manifestadas por la adopción de posturas extrañas
    (adopción voluntaria de posturas raras o inapropiadas),
    movimientos estereotipados, manierismos marcados o muecas
    llamativas (5) ecolalia o ecopraxia

    • Tipo indiferenciado

    La característica esencial del tipo
    indiferenciado de esquizofrenia es la presencia de
    síntomas que cumplen el Criterio A de esquizofrenia,
    pero que no cumplen los criterios para los tipos paranoide,
    desorganizado o catatónico.

    • Criterios para el diagnóstico de Tipo
      indiferenciado

    Un tipo de esquizofrenia en que están presentes
    los síntomas del Criterio A, pero que no cumple los
    criterios para el tipo paranoide, desorganizado o
    catatónico.

    • Tipo residual

    El tipo residual de esquizofrenia debe utilizarse
    cuando ha habido al menos un episodio de esquizofrenia, pero en
    el cuadro clínico actual no es patente la existencia de
    síntomas psicóticos positivos (p. ej., ideas
    delirantes, alucinaciones, comportamiento o lenguaje
    desorganizados).

    Hay manifestaciones continuas de la alteración
    como lo indica la presencia de síntomas negativos (p.
    ej., afectividad aplanada, pobreza del
    lenguaje o abulia) o dos o más síntomas positivos
    atenuados (p. ej., comportamiento excéntrico, lenguaje
    levemente desorganizado o creencias raras). Si existen ideas
    delirantes o alucinaciones, no son muy acusadas y no se
    acompañan de una carga afectiva fuerte.

    El curso del tipo residual puede ser limitado en el
    tiempo y representar una transición entre un episodio
    florido y la remisión completa.No obstante,
    también puede persistir durante muchos años, con
    o sin exacerbaciones agudas.

    • Criterios para el diagnóstico de Tipo
      residual

    Un tipo de esquizofrenia en el que se cumplen los
    siguientes criterios:

    A. Ausencia de ideas delirantes, alucinaciones,
    lenguaje desorganizado y comportamiento catatónico o
    gravemente desorganizado.

    B. Hay manifestaciones continuas de la
    alteración, como lo indica la presencia de
    síntomas negativos o de dos o más síntomas
    de los enumerados en el Criterio A para la esquizofrenia,
    presentes de una forma atenuada (p. ej., creencias raras,
    experiencias perceptivas no habituales).

    SIGNOS Y
    SÍNTOMAS

    Las características esenciales de la
    esquizofrenia son una mezcla de signos y síntomas
    peculiares (tanto positivos como negativos) que han estado
    presentes una parte significativa de tiempo durante un
    período de 1 mes (o durante un tiempo más breve si
    ha habido tratamiento con éxito) y con algunos signos del
    trastorno que han persistido durante al menos 6 meses (Criterios
    A y C).

    Estos signos y síntomas están asociados a
    una marcada disfunción social o laboral (Criterio
    B). La alteración no es explicable por un trastorno
    esquizoafectivo o un trastorno del estado de ánimo con
    síntomas psicóticos y no es debida a los efectos
    fisiológicos directos de alguna sustancia o a una
    enfermedad médica (Criterios D y E).

    En sujetos con un diagnóstico previo de trastorno
    autista (u otro trastorno generalizado del desarrollo) el
    diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo es
    pertinente si hay ideas delirantes o claras alucinaciones
    presentes durante al menos 1 mes (Criterio F).

    Los síntomas característicos de la
    esquizofrenia implican un abanico de disfunciones cognoscitivas y
    emocionales que incluyen la percepción, el pensamiento inferencial, el
    lenguaje y la
    comunicación, la
    organización comportamental, la afectividad, la
    fluidez y productividad del
    pensamiento y el habla, la capacidad hedónica, la voluntad
    y la
    motivación y la atención.

    Ningún síntoma aislado es
    patognomónico de la esquizofrenia; el diagnóstico
    implica el reconocimiento de una constelación de signos y
    síntomas asociados a un deterioro de la actividad laboral
    o social.

    Los síntomas característicos (Criterio A)
    pueden conceptualizarse como pertenecientes a dos amplias
    categorías: los positivos y los negativos. Los
    síntomas positivos parecen reflejar un exceso o
    distorsión de las funciones normales, mientras que los
    síntomas negativos parecen reflejar una disminución
    o pérdida de las funciones normales. Los síntomas
    positivos (Criterios A1-A4) incluyen distorsiones o exageraciones
    del pensamiento inferencial (ideas delirantes), la
    percepción (alucinaciones), el lenguaje y la comunicación (lenguaje desorganizado), y la
    organización comportamental (comportamiento
    gravemente desorganizado o catatónico).

    Estos síntomas positivos incluyen dos dimensiones
    distintas, que, a su vez, pueden estar relacionadas con
    mecanismos neurales subyacentes y correlaciones clínicas
    diferentes: la «dimensión psicótica»
    incluye ideas delirantes y alucinaciones, mientras que la
    «dimensión de desorganización» incluye
    el comportamiento y el lenguaje desorganizados. Los
    síntomas negativos (Criterio 5) comprenden restricciones
    del ámbito y la intensidad de la expresión
    emocional aplanamiento afectivo), de la fluidez y la
    productividad del pensamiento y el lenguaje (alogia), y del
    inicio del comportamiento dirigido a un objetivo
    (abulia).

    Las ideas delirantes (Criterio A1) son creencias
    erróneas que habitualmente implican una mala interpretación de las percepciones o las
    experiencias. Su contenido puede incluir diversos temas (p. ej.,
    de persecución, de autorreferencia, somáticos,
    religiosos o grandiosos).

    Las ideas delirantes de persecución son las
    más frecuentes; la persona cree que está siendo
    molestada, seguida, engaña,

    espiada o ridiculizada. Las ideas delirantes
    autorreferenciales también son corrientes: la persona cree
    que ciertos gestos, comentarios, pasajes de libros,
    periódicos, canciones u otros elementos del entorno
    están especialmente dirigidos a ella. La distinción
    entre una idea delirante y una idea sostenida tenazmente resulta
    a veces difícil de establecer, y depende del grado de
    convicción con la que se mantiene la creencia, a pesar de
    las claras evidencias en sentido contrario.

    Si bien las ideas delirantes extrañas son
    consideradas especialmente típicas de la esquizofrenia, la
    «rareza» puede ser difícil de juzgar,
    especialmente a través de diferentes culturas. Las ideas
    delirantes se califican como extrañas si son claramente
    improbables e incomprensibles y si no derivan de las experiencias
    corrientes de la vida.

    Un ejemplo de una idea delirante extraña es la
    creencia de que un ser extraño ha robado los
    órganos internos y los ha reemplazado por los de otra
    persona sin dejar ninguna herida o cicatriz. Un ejemplo de una
    idea delirante no extraña es la falsa creencia de ser
    vigilado por la policía.

    Generalmente, se consideran extrañas las ideas
    delirantes que expresan una pérdida del control sobre la
    mente o el cuerpo (p. ej., las incluidas entre la lista de
    «síntomas de primer rango» de Schneider);
    éstas incluyen la creencia de que los pensamientos han
    sido captados por alguna fuerza
    exterior («robo del pensamiento»), que pensamientos
    externos han sido introducidos en la propia mente
    («inserción del pensamiento») o que el cuerpo
    o los actos son controlados o manipulados por alguna fuerza
    exterior («ideas delirantes de control »).

    Si las ideas delirantes son juzgadas como
    extrañas, sólo se necesita este único
    síntoma para satisfacer el Criterio A para la
    esquizofrenia. Las alucinaciones (Criterio A2) pueden ocurrir en
    cualquier modalidad sensorial (p. ej., auditivas, visuales,
    olfativas, gustativas y táctiles), pero las alucinaciones
    auditivas son, con mucho, las más habituales y
    características de la esquizofrenia. Las alucinaciones
    auditivas son experimentadas generalmente como voces, ya sean
    conocidas o desconocidas, que son percibidas como distintas de
    los pensamientos de la propia persona. El contenido puede ser
    bastante variable, aunque son especialmente frecuentes las voces
    peyorativas o amenazantes.

    Algunos tipos de alucinaciones auditivas (p. ej., dos o
    más voces conversando entre ellas, o voces que mantienen
    comentarios continuos sobre los pensamientos o el comportamiento
    del sujeto) han sido considerados especialmente
    característicos de la esquizofrenia y fueron incluidos en
    la lista de síntomas de primer rango de
    Schneider.

    Si estos tipos de alucinaciones están presentes,
    son suficientes para satisfacer el Criterio A. Las alucinaciones
    deben producirse en un contexto de claridad sensorial; las que
    ocurren mientras se concilia el sueño
    (hipnagógicas) o al despertar (hipnopómpicas) se
    consideran dentro del abanico de las experiencias
    normales.

    Las experiencias aisladas de oírse llamado por el
    nombre o las experiencias que carecen de la cualidad de una
    percepción externa (p. ej., zumbidos en la cabeza) tampoco
    son consideradas como alucinaciones típicas de la
    esquizofrenia. Las alucinaciones también pueden ser una
    parte normal de las experiencias religiosas en ciertos contextos
    culturales.

    El pensamiento desorganizado («trastorno formal
    del pensamiento», «pérdida de las
    asociaciones») ha sido considerado por algunos autores (en
    particular Bleuler) como la característica simple
    más importante de la esquizofrenia.

    Debido a la dificultad intrínseca para establecer
    una definición objetiva del «trastorno del
    pensamiento» y puesto que en el contexto clínico las
    inferencias acerca del pensamiento se basan principalmente en el
    lenguaje del sujeto, en la definición de esquizofrenia
    utilizada en este manual se ha
    puesto énfasis en el concepto de
    lenguaje desorganizado (Criterio A3).

    El lenguaje de los sujetos con esquizofrenia puede
    presentar diversas formas de desorganización. El sujeto
    puede «perder el hilo», saltando de un tema a otro
    («descarrila-miento» o pérdida de las
    asociaciones); las respuestas pueden tener una relación
    oblicua o no tener relación alguna con las preguntas
    («tangencialidad»); y, en raras ocasiones, el
    lenguaje puede estar tan gravemente desorganizado que es casi
    incomprensible y se parece a la afasia receptiva en su
    desorganización lingüística
    («incoherencia» o «ensalada de
    palabras»).

    Puesto que la desorganización leve del habla es
    frecuente e inespecífica, el síntoma debe ser
    suficientemente grave como para deteriorar la efectividad de la
    comunicación. Durante los períodos
    prodrómico y residual de la esquizofrenia puede
    presentarse una desorganización del pensamiento o el
    lenguaje menos

    grave (v. Criterio C). El comportamiento gravemente
    desorganizado (Criterio A4) puede manifestarse en varias formas,
    que comprenden desde las tonterías infantiloides hasta la
    agitación impredecible. Cabe observar problemas en
    cualquier forma de comportamiento dirigido a un fin, ocasionando
    dificultades en la realización de actividades de la vida
    cotidiana como organizar las comidas o mantener la higiene.

    El sujeto puede presentarse exageradamente despeinado,
    vestir de una forma poco corriente (p. ej., llevando varios
    abrigos, bufandas y guantes en un día caluroso) o
    presentar un comportamiento sexual claramente inapropiado (p.
    ej., masturbarse en público), o una agitación
    impredecible e inmotivada (p. ej., gritar o insultar). Hay que
    tener cuidado de no aplicar este criterio con demasiada
    amplitud.

    El comportamiento gravemente desorganizado debe
    distinguirse del comportamiento simplemente carente de sentido o,
    en general, sin un propósito concreto y del
    comportamiento organizado que está motivado por creencias
    delirantes. Igualmente, unos pocos episodios de inquietud, ira o
    comportamiento agitado no deben considerarse una prueba de
    esquizofrenia, especialmente si existe una motivación
    comprensible.

    Los comportamientos motores
    catatónicos (Criterio A4) incluyen una importante
    disminución de la reactividad al entorno que, algunas
    veces, alcanza un grado extremo de falta de atención
    (estupor catatónico), manteniendo una postura
    rígida y resistiendo la fuerza ejercida para ser movido
    (rigidez catatónica), la resistencia activa a las
    órdenes o los intentos de ser movido (negativismo
    catatónico), el asumir posturas inapropiadas o
    extrañas (posturas catatónicas) o una actividad
    motora excesiva sin propósito ni estímulo
    provocador (agitación catatónica).

    Aunque la catatonía ha sido asociada
    históricamente con la esquizofrenia, el clínico
    debe tener presente que los síntomas catatónicos no
    son específicos y pueden ocurrir en otros trastornos
    mentales (v. Trastornos del estado de ánimo con
    síntomas catatónicos, pág. 390), en
    enfermedades médicas (v. Trastorno catatónico
    debido a enfermedad médica, pág. 175) y en los
    trastornos del movimiento inducidos por medicamentos (v.
    Parkinsonismo inducido por neurolépticos, pág.
    752). Los síntomas negativos de la esquizofrenia (Criterio
    A5) constituyen una parte sustancial de la morbididad asociada
    con el trastorno.

    Tres síntomas negativos —aplanamiento
    afectivo, alogia y abulia— están incluidos en la
    definición de esquizofrenia; otros síntomas
    negativos (p. ej., la anhedonía) están incluidos en
    el siguiente apartado referido a los «Síntomas y
    trastornos asociados». El aplanamiento afectivo es
    especialmente frecuente y está caracterizado por la
    inmovilidad y falta de respuesta en la expresión facial
    del sujeto, contacto visual pobre y reducción del lenguaje
    corporal. Si bien, en ocasiones, una persona con aplanamiento
    afectivo puede sonreír y mostrarse cálida, la
    mayoría del tiempo el abanico de su expresividad emocional
    está claramente disminuido.

    Para determinar si el aplanamiento afectivo es
    suficientemente persistente para cumplir el criterio, es
    útil observar al sujeto interactuando con sus
    prójimos. La alogia (pobreza del habla) se manifiesta por
    las réplicas breves, lacónicas y
    vacías.

    El sujeto con alogia parece tener una disminución
    de los pensamientos que se refleja en un descenso de la fluidez y
    la productividad del habla. Esto hay que diferenciarlo de la
    falta de ganas de hablar, un juicio clínico que puede
    requerir la observación a lo largo del tiempo y de
    situaciones diferentes. La abulia está caracterizada por
    una incapacidad para iniciar y persistir en actividades dirigidas
    a un fin. La persona puede permanecer sentada durante largo
    tiempo y mostrar poco interés en
    participar en el trabajo o
    las actividades sociales.

    A pesar de su ubicuidad en la esquizofrenia, los
    síntomas negativos pueden ser difíciles de evaluar
    porque ocurren en continuidad con la normalidad, son
    inespecíficos y pueden ser debidos a varios otros factores
    (p. ej., ser consecuencia de los síntomas positivos,
    efectos secundarios de la medicación, un trastorno del
    estado de ánimo, hipoestimulación ambiental o
    desmoralización). El aislamiento social o el lenguaje
    empobrecido pueden no considerarse síntomas negativos
    cuando son consecuencia de un síntoma positivo (p. ej.,
    una idea delirante paranoide o una alucinación
    importante).

    Por ejemplo, el comportamiento de un sujeto que tiene la
    creencia delirante de que va a estar en peligro si sale de su
    habitación o si habla con alguien puede simular la alogia
    y la abulia. Los medicamentos neurolépticos producen
    frecuentemente síntomas extrapiramidales que se parecen
    mucho al aplanamiento afectivo o la abulia.

    La distinción entre los síntomas negativos
    verdaderos y los efectos secundarios de la medicación
    dependen del juicio clínico que toma en
    consideración la gravedad de los síntomas
    negativos, la naturaleza y el tipo de medicamentos
    neurolépticos, los efectos del ajuste de la
    dosificación y los efectos de la terapéutica
    anticolinérgica.

    La difícil distinción entre los
    síntomas negativos y los síntomas depresivos puede
    resolverse a través de los demás síntomas
    acompañantes y por el hecho de que los sujetos con
    síntomas de depresión
    experimentan un estado de ánimo intensamente penoso,
    mientras que los sujetos con esquizofrenia tienen una afectividad
    pobre o vacío afectivo.

    Finalmente, la hipoestimulación ambiental
    crónica o la desmoralización pueden ocasionar una
    apatía y abulia aprendidas. Quizá la mejor prueba
    para establecer la presencia de los síntomas negativos es
    su persistencia durante un período de tiempo considerable,
    a pesar de los esfuerzos dirigidos a resolver cada una de las
    causas potenciales descritas anteriormente.

    Se ha sugerido que los síntomas negativos
    persistentes deben denominarse síntomas
    «deficitarios». El Criterio A para la esquizofrenia
    requiere que al menos dos de los cinco ítems estén
    presentes de forma simultánea durante como mínimo 1
    mes. Sin embargo, si las ideas delirantes son extrañas o
    las alucinaciones implican «voces que comentan» o
    «voces que conversan», entonces sólo se
    requiere un único ítem.

    La presencia de esta agrupación relativamente
    grave de signos y síntomas se denomina «fase
    activa». En aquellas situaciones en las que los
    síntomas de la fase activa remiten antes de 1 mes en
    respuesta al tratamiento, aún puede considerarse que se ha
    cumplido el Criterio A si el clínico juzga que los
    síntomas habrían persistido durante 1 mes en
    ausencia de un tratamiento eficaz. En los niños,
    la evaluación de los síntomas
    característicos debe tener en cuenta la presencia de otros
    trastornos o de dificultades del desarrollo.

    Por ejemplo, el lenguaje desorganizado de un niño
    con un trastorno de la comunicación no debe servir para el
    diagnóstico de esquizofrenia a menos que el grado de
    desorganización sea significativamente mayor del que
    sería esperable sólo en el trastorno de la
    comunicación. La esquizofrenia implica una
    disfunción en una o más de las principales
    áreas de actividad (p. ej., las relaciones
    interpersonales, el trabajo, los estudios o el cuidado de uno
    mismo) (Criterio B). Típicamente, el funcionamiento es
    claramente inferior al que se habría alcanzado antes del
    inicio de los síntomas. Sin embargo, si la
    alteración empieza en la infancia o la adolescencia,
    más que un deterioro de la actividad puede existir un
    fracaso en la consecución de lo que sería esperable
    para el sujeto.

    Para llegar a esta conclusión puede ser
    útil comparar al sujeto con sus hermanos no afectados. El
    progreso educativo está frecuentemente alterado y el
    sujeto puede ser incapaz de finalizar la escolaridad. Muchos
    sujetos son incapaces de mantener un trabajo durante
    períodos largos de tiempo y sus empleos tienen un nivel
    inferior al de sus padres («van a menos»). La
    mayoría (60-70 %) de los sujetos con esquizofrenia no se
    casan y tienen contactos sociales relativamente limitados. La
    disfunción persiste durante una parte sustancial del curso
    del trastorno y no parece ser resultado directo de un
    síntoma en particular.

    Por ejemplo, si una mujer abandona su
    trabajo debido a la idea delirante concreta de que su jefe
    está tratando de matarla, esto solo no es prueba
    suficiente para que se cumpla este criterio, a menos que se
    dé un patrón más general de dificultades
    (habitualmente en varias áreas de actividad).

    Algunos signos de la alteración deben persistir
    durante un período continuo de por lo menos 6 meses
    (Criterio C). A lo largo de este período de tiempo, debe
    haber al menos 1 mes (o menos de 1 mes si los síntomas han
    sido tratados con
    éxito) de síntomas que cumplan el Criterio A de
    esquizofrenia (la fase activa).

    Los síntomas prodrómicos suelen estar
    presentes antes de la fase activa y los síntomas
    residuales aparecen a continuación. Algunos
    síntomas prodrómicos y residuales son formas
    relativamente leves o subumbrales de los síntomas
    positivos especificados en el Criterio A. Los sujetos pueden
    expresar diversas creencias inhabituales o raras que no alcanzan
    una proporción delirante (p. ej., ideas de autorreferencia
    o pensamiento mágico); pueden tener experiencias
    perceptivas poco habituales (p. ej., sentir la presencia de una
    persona o fuerza invisible en ausencia de verdaderas
    alucinaciones; su lenguaje puede ser generalmente comprensible,
    pero disgresivo, vago o excesivamente abstracto o concretista; y
    su comportamiento puede ser peculiar, pero no gravemente
    desorganizado (p. ej., murmurar para uno mismo, almacenar objetos
    extraños y sin valor aparente).

    Además de estos síntomas similares a los
    positivos, en las fases prodrómica y residual son
    especialmente frecuentes los síntomas negativos, que en
    ocasiones presentan bastante gravedad. Sujetos que habían
    sido socialmente activos pueden
    volverse como ausentes; pierden interés en actividades
    previamente placenteras; pueden volverse menos habladores y no
    hacer nunca preguntas, y pueden pasar la mayor parte del tiempo
    en la cama.

    Estos síntomas negativos a menudo son los
    primeros signos que nota la familia de que algo va mal;
    finalmente, los familiares pueden explicar que observaron que el
    sujeto «se alejaba gradualmente».

    Especificaciones de curso

    Pueden utilizarse las siguientes especificaciones para
    indicar las características del curso de los
    síntomas de la esquizofrenia a lo largo del
    tiempo.

    • Episódico con síntomas residuales
      interepisódicos.
      Esta especificación se
      aplica cuando el curso se caracteriza por episodios en los que
      se cumple el Criterio A para la esquizofrenia y en los que hay
      síntomas residuales clínicamente significativos
      entre los episodios.
    • Con síntomas negativos acusados puede
      añadirse si hay síntomas negativos acusados
      durante estos períodos residuales.
    • Episódico sin síntomas residuales
      interepisódicos.
      Esta especificación se
      aplica cuando el curso se caracteriza por episodios en los que
      se cumple el Criterio A para la esquizofrenia y en los que no
      hay síntomas residuales clínicamente
      significativos entre los episodios.
    • Continuo. Esta especificación se aplica
      cuando los síntomas característicos del Criterio
      A se cumplen a lo largo de todo (o casi todo) el curso. Puede
      añadirse con síntomas negativos acusados
      si también hay síntomas negativos
      acusados.
    • Episodio único en remisión
      parcial.
      Esta especificación se aplica cuando ha
      habido un episodio único en el que se ha cumplido el
      Criterio A para la esquizofrenia y han persistido
      síntomas residuales clínicos significativos.
      Puede añadirse con síntomas negativos
      acusados
      si estos síntomas residuales incluyen
      síntomas negativos acusados.
    • Episodio único en remisión
      total.
      Esta especificación se aplica cuando ha
      habido un episodio único en el que se ha cumplido el
      Criterio A para la esquizofrenia y no quedan síntomas
      residuales clínicamente significativos.
    • Otro patrón o no especificado. Esta
      especificación se utiliza cuando hay otro patrón
      de curso o si es no especificado.
    • Menos de 1 año desde el inicio de los
      primeros síntomas de fase activa.

      Partes: 1, 2

      Página siguiente 

      Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

      Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

      Categorias
      Newsletter