Francis Fukuyama, tuvo la inteligencia y
el acierto de plantear el debate sobre
la inminencia -a finales de la década de los ochenta- del
final de la historia, dado que ya no quedaban competidores
ideológicos serios para la democracia
liberal (monarquía, aristocracia, teocracia,
fascismo,
totalitarismo comunista).
Su libro, que
justamente, se llamaba, El fin de la Historia y el Último
Hombre,
también sostiene que ese individuo
contemporáneo sabe que es mejor no arriesgar su vida por
una causa……
A partir de ello, se generó un interesante debate
intelectual -del que a continuación daremos algunos
ejemplos-, sobre lo acertado o no del "fin de la historia" y de
la actitud del
"último hombre".
Veamos que opinan algunos autores:
"Tanto Hegel como
Marx
creían que la evolución de las sociedades
humanas no era infinita, sino que acabaría cuando la
humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que
satisficiera sus anhelos más profundos y fundamentales.
Ambos pensadores, pues, postulaban un "fin de la historia"; para
Hegel era el estado
liberal, mientras que para Marx era una sociedad
comunista.
Al llegar al final de la historia no quedan ya
competidores ideológicos serios para la democracia liberal
(monarquía, aristocracia, teocracia, fascismo,
totalitarismo comunista). Lo único que queda es el
islamismo.
El hecho de que en las más perfectas
sociedades liberales continúen las principales
desigualdades sociales significa que habrá una permanente
tensión entre los principios
gemelos de libertad e
igualdad, en
los cuales se basan esas sociedades. Esta tensión
señalada claramente por Tocqueville, es tan "necesaria e
inerradicable" como la desigualdad de la que se deriva. No hay
ningún punto fijo o natural en el cual la libertad y la
igualdad se equilibren, ni existe ninguna manera de alcanzar
simultaneamente el grado óptimo de ambas.
El "último hombre", al final de la historia,
sabe que es mejor no arriesgar su vida por una causa, porque se
da cuenta de que la historia está llena de futiles
combates sin sentido en los cuales los hombres lucharon por si
debían ser cristianos o musulmanes, protestantes o
católicos, alemanes o franceses.
Las lealtades que empujaron a los hombres a
desesperados actos de valor y
sacrificio resultaron ser, a la luz de la
historia subsiguiente, estúpidos prejuicios, como el
Zaratustra de Nietzsche dice
de ellos:"Pues así hablaste:"Somos enteramente reales, sin
creencia ni superstición". Y así sacais el pecho,
pero ¡ay! está vacío", nos dice Francis
Fukuyama en su libro El fin de la historia y el último
hombre (Editorial Planeta – 1992).
"La democracia liberal que emerge en el fin de la
historia no es totalmente "moderna". Para que las instituciones
de la democracia y del capitalismo
funcionen en forma adecuada, deben coexistir ciertos
hábitos culturales premodernos que aseguren su debido
funcionamiento. Las leyes, los
contratos, y
la racionalidad económica brindan una base necesaria, pero
no suficiente, para la prosperidad y la estabilidad en las
sociedades post-industriales es necesario que estas
también esten imbuídas de reciprocidad,
obligación moral, deber
hacia la comunidad y
confianza, que se basa más en el hábito que en el
cálculo
racional. Todas estas características, en una sociedad
moderna, no constituyen anacronismos, por el contrario son el
sine qua non de su éxito",
nos dice Francis Fukuyama, en su libro Confianza (Trust)
(Editorial Atlántida – 1996).
"Tras la victoria del capitalismo no se ha alcanzado
en modo alguno el "fin de la historia", sino el fin del proyecto que tan
osadamente se llamó "modernidad". Un
cambio de
época de dimensiones globales ha comenzado, dado que ya no
son el ascenso y el bienestar sino la decadencia, la
destrucción ecológica y la degeneración
cultural las que determinan a ojos vista la vida cotidiana de la
mayoría de la humanidad", nos dicen Hans-Peter Martin y
Harald Schumann (ob. cit.).
"La derrota del comunismo
dificilmente representa el fin de la historia. Es mejor
asimilarla al fin de una guerra civil
entre dos hijos de la
ilustración europea. El fin de la guerra civil ha
dejado, sin embargo, al ganador traumatizado. Ya no puede luchar
una batalla negativa contra los males evidentes del totalitarismo
burocrático. Ahora tiene que emprender una batalla
positiva para realizar sus propios ideales de libertad e
igualdad, y construír un orden político que inspire
un apoyo fiel a una ciudadanía diversa y crítica. Y ello debe ser llevado a cabo
frente a la resistencia de
oponentes formidables. Los fundamentalistas religiosos en gran
parte del mundo rechazan la separación del liberalismo
entre iglesia y
estado, y su
insistencia en el derecho fundamental de cada persona para
definir sus propios cielos e infiernos. Las sociedades
neoconfucianas en Asia rechazan el
desafío liberal a las jerarquías tradicionales y su
celebración del derecho a ser diferente. Para las culturas
indígenas de África y en algunos países de
América
Latina, los valores de
la ilustración posiblemente son aún
más difíciles de apreciar.
Dada la situación mundial, faltan 1000
años para poder sugerir,
con Francis Fukuyama, que la victoria de la guerra civil contra
el comunismo no deja a los liberales otra posibilidad que
la de volver a las sórdidas satisfacciones consumistas de
una sociedad de mercado. La verdad es muy diferente: si
aprovechamos el momento, si extendemos el alcance de la
democracia constitucional operando más allá del
territorio central del liberalismo, quizás podamos ofrecer
pruebas
convincentes de que el liberalismo mereció ganar la
batalla de 1989", nos dice Bruce Ackerman (ob.
cit.).
"Vivimos un tiempo clave
de la historia. Y aquí no se trata del "fin de la
historia" (como han tratado de persuadirnos). Estamos en peligro,
a merced de una economía
despótica que al menos deberíamos situar, analizar,
descifrar sus poderes y envergadura. Por mundializada que sea,
por más que el mundo esté sometido a su poder,
resta comprender, quizás decir, que lugar ha de ocupar la
vida en ese esquema", nos dice Viviane Forrester (ob.
cit.).
"Los choques de civilizaciones son la mayor amenaza
para la paz mundial; un orden internacional basado en las
civilizaciones es la garantía más segura contra una
guerra
mundial. En el mundo de la pos-guerra
fría, las banderas son importantes y también
otros símbolos de identidad
cultural, entre ellos las cruces, las medialunas, e incluso los
modos de cubrirse la cabeza, porque la cultura tiene
importancia, y la identidad cultural es lo que resulta más
significativo para la mayoría de la gente. La cultura y
las identidades culturales, que en su nivel más amplio son
identidades civilizacionales, están configurando las
pautas de cohesión, desintegración y conflicto en
el mundo de la pos-guerra fría.
En este nuevo mundo la política local es la
política de la etnicidad, la política global es la
política de las civilizaciones. La rivalidad de las
superpotencias queda sustituída por el choque de las
civilizaciones.
El mundo de la pos-guerra fría es un mundo con
siete u ocho grandes civilizaciones (China,
Japonesa, Hindú, Islámica, Latinoamericana,
Africana).
El argumento de que la difusión de la cultura
Pop y de bienes de
consumo por
todo el mundo representa el triunfo de la civilización
occidental trivializa la cultura occidental. La esencia de la
civilización occidental es la Carta Magna y
no el Big Mac. El hecho de que los no occidentales puedan
zamparse este no tiene consecuencias a la hora de que acepten o
dejen de aceptar la Carta
Magna.
Modernización no significa necesariamente
occidentalización. Se pueden modernizar y se han
modernizado de hecho sin abandonar sus propias culturas y sin
adoptar indiscriminadamente valores,
instituciones y prácticas occidentales. La
modernización, por el contrario, fortalece esas culturas y
reduce el poder relativo de occidente. En muchos aspectos, el
mundo se está haciendo más moderno y menos
occidental.
En los años veinte del siglo XXI (a cien
años de su máximo poderío – 1920) Occidente
controlará alrededor de un 24% del territorio mundial
(frente al 49% al que llegó en su punto más alto),
el 10% de la población mundial (frente al máximo
registrado del 48%) y quizás un 15 – 20% de la
población socialmente movilizada, aproximadamente el 30%
de la producción económica del mundo
(frente a un máximo probable del 70%, quizás el 25%
del volumen de la
producción manufacturera (frente a un punto culminante del
84%) y menos del 10% del potencial militar humano a escala mundial
(frente al 45% de su momento más alto)", nos dice Samuel
P. Huntington (ob. cit.).
"La Europa de los
ciudadanos. No puede nacer de una unidad natural que no existe.
Para realizarse, debe aceptar y superar diferencias muy reales,
ancladas en las costumbres y en el inconciente de los
pueblos.
Entre 1965 y 1990, la mayoría de los sistemas
ideológicos europeos están afectados por una
inexorable mecánica de descomposición que
destruye las creencias, debilita los partidos, transforma la
naturaleza de
las alineaciones políticas
y crea en todas partes el sentimiento de un vacío y de una
pérdida de sentido. La fe, en el sentido más amplio
del término, tanto ideológico como religioso,
abandona la política europea.
La solución de las metafísicas
religiosas y sociales, que representaban esfuerzos del
espíritu para escapar del mundo real, revela en el fondo
una reconciliación de los hombres con el mundo. La
renuncia al referente futuro es la validación del
presente. La aceptación de la sociedad, de la vida tal
como es, mata lógicamente el más allá
religioso, socialista y nacionalista", nos dice Emmanuel Todd, en
su libro La Invención de Europa (Editorial Tusquets –
1995).
"La constatación de que existe una enorme
diversidad de naciones europeas en lo que a su relación
con el extranjero se refiere implica la necesidad de revisar la
construcción europea. El análisis antropológico de la
inmigración va derecho al corazón de
la definición de los grupos humanos,
con lo que pone en evidencia con toda crudeza, el carácter de abstracción carente de
contenido de la noción de Europa. La hipótesis de una unificación de los
valores en un sentido universalista parece tener muy pocas
posibilidades de convertirse en realidad", nos dice Emmanuel
Todd, en su libro El Destino de los Inmigrantes (Editorial
Tusquets – 1996).
"Los más importantes conflictos del
futuro ocurrirán a lo largo de la falla cultural que
separa las civilizaciones. El choque de las civilizaciones se
está produciendo y tendrá lugar en dos niveles. Al
micronivel, los grupos próximos a las fallas luchan, a
menudo violentamente, por el control del
territorio. Al macronivel, los estados de las diferentes
civilizaciones compiten por el poder militar y económico,
luchan por el control de las instituciones internacionales y de
los terceros países, rivalizan en la defensa y promoción de sus propios valores
políticos e ideológicos. Los choques entre
civilizaciones están reponiendo las fronteras
políticas e ideológicas de la guerra fría
como líneas de ignición para la crisis y el
derramamiento de sangre.
En virtud de ello algunos predicen un futuro
caracterizado por:
– la próxima confrontación de
occidente con el mundo musulmán.
– nuevos grandes choques entre eslavos, turcos, y
entre musulmanes e hindúes.
– la multiplicación de operaciones de
"limpieza étnica".
– y por último, la posibilidad de que "la
nueva guerra mundial, de producirse, sea una guerra entre
civilizaciones", nos dice el Grupo Lisboa
(ob. cit.).
Deseamos participar en el debate con algunas reflexiones
que tienen la intención última de avivar la
polémica.
Comenzamos preguntándole -literariamente- a
Fukuyama, si cuando sostiene que el individuo
contemporáneo sabe que es mejor no arriesgar su vida por
una causa, está asumiendo para el hombre
-¿último?- del siglo XXI el rol que Tom Engelhardt
(ob. cit.) describe así: "En Estados Unidos,
es posible que el deporte cumpla en la actualidad
mejor que la guerra los requisitos de la
televisión total. En la década de 1980, las
ligas, temporadas, juegos y
emisiones televisivas de deporte de todo tipo se extendieron
hasta el punto de que se produjo una vasta telaraña
solapada de posibilidades de ver deporte. Como narrativa
genérica en curso, el deporte puede ser el perfecto
sustituto para la carencia de relato. Por una parte, siempre hay
una historia: la carrera por el banderín, la copa del
campeonato; por otra, es intrínseco al deporte que el
relato se divide constantemente y se reconstruya en cada
temporada. Ciertamente el deporte ha resultado más eficaz
para movilizar audiencias en la butaca del salón a largo
plazo que todas las guerras
unilaterales, desde la de Granada hasta la del Golfo".
Es probable que ese soldado que ya no va a arriesgar su
vida por una causa sea "instruído" -¿programado?-
debidamente para ello como nos relatan Mercedes Odina y Gabriel
Halevi (ob. cit.): ….."Además de todos los problemas
sociales y políticos que el sistema
educativo estadounidense arrastra en los últimos
años se le ha venido a unir otro, que los profesores
universitarios circunscriben en un nuevo alumnado, caracterizado
por ser impaciente y devorador cliente
televisivo. A la edad de 20 años, un joven medio americano
ha visto 800.000 anuncios televisivos, es decir, 800
semanalmente. Los profesores de la universidad se
quejan de que actualmente los alumnos parecen no comprender o
simplemente discuten principios académicos eternos, como
por ejemplo el principio de contradicción en la
narración. Es corriente que en los exámenes los
estudiantes afirmen una cosa, un párrafo
más allá digan todo lo contrario como si estuvieran
manteniendo lo mismo y, finalmente vuelvan a mantener lo del
principio, en una lógica
dominada por el caos de la continuidad narrativa. Los profesores
de más de 40 años presencian perplejos este
fenómeno, y afirman que la influencia de la estructura
narrativa televisiva combinada con el zapping ha sido lo que ha
provocado esta original irrupción del non-sequitor en la
expresión de los jóvenes americanos".
Si observamos la franja de los alumnos
pre-universitarios (los mismos autores nos informaban en
anteriores capítulos): "En los años noventa, uno de
cada seis jóvenes de 17 años es analfabeto
funcional y uno de cada diez americanos no pueden leer ni
entender el menú de McDonald's".
Ahora veamos que pasa con los mayores. "En 1993 un
estudio federal mostraba que la mitad de los adultos
estadounidenses no tenían los conocimientos suficientes
para escribir una nota en inglés
sin cometer un error o entender el recorrido de un autobús
leyendo los indicadores".
Si bien ese "vuelo" del "último hombre" nos deja
"sin esperanza y con miedo", no desearíamos ser tan
fundamentalistas para pensar que "faltan 1000 años" para
poder sugerir que la victoria contra el comunismo no deja a los
liberales otra posibilidad que la de volver a las sórdidas
satisfacciones consumistas de una sociedad de mercado
(según piensa Ackerman).
Como liberales integrales -en
el sentido Ackermaniano- que nos sentimos, intentaremos examinar
-en algunos aspectos- la situación de la historia, para
ver si se merece el status de haber llegado al "cum
laude".
Citaremos al mismo Bruce Ackerman, cuando dice: "Un
sistema de
laissez-faire, por una parte, vastas concentraciones de riqueza
heredadas, y una clase
desposeída, sin educación, por otra.
La mala distribución sistemática de la
riqueza constituye una burla al ideal de igualdad
política; es compatible, así mismo, con todo tipo
de fallos del mercado: monopolización, degradación
medio ambiental, y explotación masiva de la ignorancia del
consumidor.
Ningún liberal sensible debería estar satisfecho
con esas injusticias manifiestas. Se requerirán
generaciones de esfuerzo movilizado -muchos más nuevos
comienzos- antes de que cualquier sociedad occidental empiece a
aproximarse al ideal liberal de igualdad sin
dominación".
En una entrevista, al
poco tiempo de la muerte del
comunismo soviético por descomposición interna, al
Dr, Luis Rojas Marcos -Director de Salud mental de
los Servicios
Sanitarios de la ciudad de New York- se le preguntó, cual
sería en el futuro el "enemigo de los Estados Unidos". Su
respuesta -profética- fue: "ellos mismos".
Pues de eso se trata. Y es la base de nuestra
crítica fundamental. El hecho que el capitalismo -que no
es lo mismo que el liberalismo- haya quedado sólo sobre el
ring, no lo exime de la exigencia democrática de otra
sociedad. "Un mundo posterior a la burguesía y el capital, en
que pudiese florecer una verdadera comunidad humana" (como dice
Francois Furet).
Busquemos en los economistas de ayer las preguntas de
exámen para esta historia finalista.
– El mercado libre no es un mercado indoloro
(Ricardo)
– Las incongruencias económicas del capitalismo:
Lejos de aplaudir al capitalismo la mano invisible finalmente lo
hace pedazos (Marx):
1) caída de las tasas de ganacia y
acumulación del capital
2) creciente concentración del poder
económico
3) profundización de las crisis y
depresiones
4) ejército de reserva industrial
5) creciente miseria del proletariado
Actualmente cuatro críticas y media (sólo
no se cumple la caída de las tasas de ganancia) mantienen
plena vigencia.
– Las potencias aplican la libertad de comercio
según sus intereses (Smith)
– Los empresarios no defienden el interés
general, sino su interés particular (Smith)
– Los gobernantes deben prevenirse contra la
influencia de los intereses económicos (y sus lobbies)
(Smith)
– Las industrias
estratégicas deben ser protegidas (Smith)
Observaciones que mantienen plena vigencia e
interés; y que son sistemáticamente tergiversadas
por los apóstatas del liberalismo.
También hay un aforismo de Smith que convoca al
exámen de conciencia,
humildad y regreso a las fuentes de
más de uno de los "golden Boys" practicantes de la
economía de Madonna:"Los principios que rigen la conducta prudente
del jefe de familia
"difícilmente" pueden considerarse insensatos en la de un
gran reino".
Otras ideas de Smith que chocan con este final
presagiado, pero no previsible, son las que nos recuerda John
Kenneth Galbraith (en La cultura de la Satisfacción),
cuando dice: "Quizás sea una lástima que pocos,
quizás ninguno, de los que citaban a Adam Smith
(como portavoz de la economía de la satisfacción)
hubiesen leído su gran libro.
Smith fue en realidad el supremo pragmático y,
entre otras cosas aceptaba plenamente un papel necesario y
útil del estado. Expresaba también dudas alarmantes
a algunas de las instituciones capitalistas más estimadas
de nuestra época.
· se oponía clara y tajantemente al
apoyo mercantilista del estado a la gran clase comerciante,
pues ello hubiera otorgado a esta grandes privilegios
arancelarios y monopolistas.
· se oponía profundamente a las sociedades
anónimas, a las grandes empresas que
ahora llamamos corporaciones.
· también insistía en que un
país civilizado tiene gran cantidad de gastos
necesarios que no lo son en absoluto en un país
"bárbaro".
· le atraía también la idea de un
impuesto
proporcional a la riqueza.
Smith no habría sido un firme defensor de los
objetivos
generales de la era de la satisfacción".
Sigamos encontrando asignaturas pendientes,
capítulos sacrílegos e ideas de ayer que se
resisten a ser enterradas por las leyes del mercado.
Nos comenta Albert Hirschman (ob. cit.) que: "Keynes
mostró como, en una situación de subempleo, muchas
instituciones de sentido común sobre las relaciones
económicas no resultan de ningún modo falaces.
Contrariamente a la Ley de Say, la
sobreproducción general puede existir; el gasto
deficitario del gobierno puede
activar la economía; y, horror de los horrores, la
imposición "mercantilista" de derechos de importación y los subsidios de exportación pueden mejorar la balanza
comercial y el empleo
doméstico".
Seguimos avanzando en el tiempo y el mismo autor nos
dice: "Desde Carlyle y Marx hasta Marcuse y Fred Hirsch, el
mercado (o la moneda) ha sido ásperamente criticado
durante mucho tiempo por la manera en que subvierte todas las
relaciones
humanas y socava incluso los cimientos éticos de la
sociedad, Robert Lane ha mostrado como "Todo un mundo de
satisfacción y motivación…….cae fuera de los límites
del intercambio. El mercado, al parecer, no es capaz de
aprovechar algunas energías creadoras extremadamente
valiosas que sólo se presentaran cuando no son provocadas
por recompensas monetarias. La incapacidad del mercado para
habérselas con lo "intrínseco" -algo tan importante
como la satisfacción intrínseca del trabajo no
recibe lo que le es debido en las cuentas que
practica el mercado- es para él una razón
fundamental del "fracaso del mercado".
Otro defecto importante del mercado es su poder de crear
ilusión de que el éxito monetario posee la clave de
la felicidad humana. Lane está convencido de que las
dimensiones no monetarias de la felicidad -vida familiar y
amigos, sentimientos de dirección y control sobre la propia vida,
autoestima y
cosas así- pesan mucho más que las dimensiones
"meramente" materiales.
Para Lane, la gente a la que no le va bien en ciertos
terrenos no monetarios esenciales de las relaciones humanas se
sienten tentados a compensar estos fracasos mediante agotadores
esfuerzos en el mercado. Trabajan en la ilusión de que
teniendo éxito en el mercado alcanzarán la
felicidad que se les ha escabullido. Así el mercado
actúa como una tentación permanente que
desvía a la gente de hacer un esfuerzo genuino por tomar
en sus manos su propia vida allí donde eso es realmente
importante. En este sentido la disponibilidad del mercado
actúa como un peligroso saboteador de la verdadera
felicidad".
Y llegamos, por fin, al ídolo de los "palmeros"
de la libertad de mercado; Milton Friedman dice, que "la sociedad
de mercado es una condición necesaria pero no suficiente
para el surgimiento de la libertad política".
¿Podemos considerar que la humanidad ha alcanzado
una forma de sociedad que satisface sus anhelos más
profundos y fundamentales, como para reiterar, en 1995, junto a
Francis Fukuyama en su libro Confianza (Trust) lo que
podríamos llamar el "fin de la historia II" ?.
Rizando el rizo el autor dice: "El corolario a la
convergencia de las instituciones al "fin de la historia", es el
reconocimiento generalizado de que, en las sociedades
post-industriales, no será a través de la ingeniería social que se puedan lograr
ulteriores mejoras. Ya no tenemos esperanzas realistas de poder
crear una "gran sociedad" mediante abarcadores programas
gubernamentales".
Intentaremos visualizar titulares y frases cortas -de
muchos de los autores citados en capítulos anteriores-
como si recorriéramos las autopistas de la información buscando hacer un balance de
situación global:
· Problemas
internacionales: superpoblación, presión
sobre la tierra,
emigración e inestabilidad social.
· Problemas comunes: equidad,
economía, ecología.
· Las tres cuartas partes más pobres de la
humanidad padece de: malnutrición, hambruna, agotamiento
de recursos,
agitación social, emigración forzosa y conflictos
armados.
· El cuarto más beneficiado tiene las
siguientes dificultades: crecimiento de la pobreza y
marginalidad,
desigualdades socioeconómicas, agresión a los
sistemas de mantenimiento
de la vida en el planeta, concentración de poder en
unidades económicas incontrolables, movilidad financiera y
de capitales industriales a nivel mundial esquiva al marco
regulador basado en el estado-nación,
estructuras
oligopólicas en el sector financiero e industrial,
desmantelamiento de la legislación
laboral y programas sociales, crecimiento de la indiferencia
frente a los excluídos.
· Estados Unidos en particular tiene problemas de
: asistencia médica, número de pobres, drogas,
delincuencia y
educación no superior.
· Depresión
silenciosa; agriculturización; subclase; del american
dream al american downsizing;
una sociedad no basada en el trabajo;
desempleo
estructural; un largo y evidente Contrato Social
fue rescindido sin preaviso; dualización;
polarización; el nuevo ejército en la reserva; el
miedo; lumpen proletariat; el pobre ni siquiera vota; continuo
aumento del número de desocupados; estancamiento del nivel
de vida de los trabajadores; bolsones de pobreza y de
miseria relativa; institucionalización de la pobreza;
empleabilidad – trabajador a cero hora; adaptación hacia
abajo; ansiedad; desarrollo de
una
underclass; inseguridad;
angustia; miedo al mañana; desocupación masiva – vulnerabilidad que
tetaniza a la sociedad.
Si los anteriores eran los efectos, veamos ahora las
causas:
· Capitalismo publicitario, financiero y
corrompido.
· Capitalismo sustituyendo al estado.
· Liberación, privatización,
desregulación.
· Deflación competitiva; economía
de casino; financierización de la economía;
mergermanía; la sopa global; la Mc globalización; economía de Madonna;
la cultura de la satisfacción; economía
simbólica; capitalismo salvaje; el patrón megabyte;
la clase consumidora ecológica; los contentos; 20 a 80 y
tittytainment; turbocapitalismo; capitalismo asesino; global
players; era imperial; época medieval;
occidentoxicación; sociedad de hobbies y lobbies;
zappingántropo o reflejántropo.
Con esas causas y efectos, ¿ que puede ocurrirle
al "paciente" global?
· Tendencia autodestructiva del
capitalismo.
· El motín urbano.
· Conflicto mundial entre el decreciente
número de los "poseedores", los ricos, los dominadores y
la creciente masa de los "desposeídos", los miserables,
los marginados.
· Las burbujas siempre estallan.
· Nos hallamos peligrosamente cerca de una gran
depresión.
· Los jóvenes de los barrios "carenciados"
marginados por su condición, definidos
geográficamente antes de nacer reprobos de entrada, son
los excluídos por excelencia. El desastre no tiene
solución ni límites, ni siquiera
ilusorios.
· A la gran mayoría le queda una
última función
importante que cumplir: la de consumidores. Consumir es nuestro
último recurso. Nuestra última utilidad.
· La devaluación del mundo humano aumenta en
relación directa con el aumento de valor del mundo de las
cosas.
· Crisis de civilización y crisis del
sujeto.
· Un proceso de
sustitución de las víctimas del
progreso.
· Reina un vacío total de
significaciones.
· En lugar de sujetos autónomos,
sólo hay situaciones efímeras y en lugar de un
espacio no hay sino percepciones dominantes.
· Los perdedores tienen un voto y lo
utilizarán. El terremoto social seguirá al
político.
· La guerra mundial no sucederá a la paz.
Pero ya nunca habrá paz. Las guerras futuras serán
guerras sin frente.
¿Algo más que preguntar?
¿Qué tan lejos puede llegar la desigualdad
antes de que el sistema se derrumbe?.
¿Cómo se puede detener el doble movimento
de globalización y privatización que debilita las
antiguas formas de vida social y política?.
¿Pueden los políticos apordar soluciones
globales a los problemas globales?.
· Superficialidad, incoherencia, esterilidad de
ideas y versatilidad de las actitudes son
las características de las direcciones políticas
occidentales.
¿Quién es el policía que monta
guardia?. ¿Quien es el administrador del
sistema?.
· A nuestro entender, los políticos hoy se
dividen en, autores, cómplices o encubridores. Viven en un
estado permanente de presunción de indecencia.
· La justicia -del
príncipe- se comporta en forma lacaya, servil y genuflexa,
con un poder económico "sin rostro" en permanente
solicitud de indulto anticipado.
Con un estado patrimonializado, con una justicia
secuestrada, nos parece, como poco una "imprudencia temeraria"
dejar en manos de algún presidente"sexópata", o de
otro "alcóholico", la
administración global del sistema.
Finalizamos este inventario, esta
radiografía, este electroencefalograma,
preguntándonos, preguntándoles -ahora si, "sin
esperanza y sin miedo"- habremos llegado al fin de la
historia?.
Con todas estas asignaturas pendientes habrá
terminado "el curso"?.
De ser así el fin sublimado, podrán hacer
lo contrario de lo que han dicho, pero no podrán decir lo
contrario de lo que han hecho.
Ricardo Lomoro