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Higiene en el trabajo (página 3)




Enviado por Maria Flores



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Efectos a largo plazo

Riesgo para la salud de la columna
vertebral

Los estudios epidemiológicos indican con
frecuencia que existe un riesgo elevado
para la salud en la columna vertebral de los trabajadores
expuestos durante muchos años a intensas vibraciones de
cuerpo completo (p. Ej., trabajo en
tractores o máquinas
de movimiento de
tierras). Seidel y Heide (1986), Dupuis y Zerlett (1986) y
Bongers y Boshuizen (1990) han reali-zado minuciosos estudios de
la literatura.

En estas revisiones se llega a la conclusión de
que intensas vibraciones de cuerpo completo de larga
duración puede afectar negativamente a la columna e
incrementar el riesgo de molestias lumbares. Tales molestias
pueden ser consecuencia secundaria de una alteración
degenerativa primaria de las vértebras y discos
intervertebrales.

Se descubrió que la parte afectada con más
frecuencia es la región lumbar de la columna vertebral,
seguida de la región torácica.

Una elevada proporción de los deterioros de la
región cervical, comunicados por varios autores, parecen
estar causados por una postura fija desfavorable y no por la
vibración, aunque no existe ninguna evidencia concluyente
de la validez de esta hipótesis. Solo en unos pocos estudios se
ha considerado la función de
los músculos de la espalda y se ha encontrado una
insuficiencia muscular.

Algunos informes
señalan un riesgo sensiblemente mayor de
dislocación de los discos lumbares. En varios estudios de
muestras representativas, Bongers y Boshuizen (1990) encontraron
más casos de molestias lumbares en conductores de
vehículos terrestres y en pilotos de helicópteros
que en trabajadores de referencia comparables.

Finalmente llegaron a la conclusión de que la
conducción profesional de vehículos y el pilotaje
de helicópteros son factores de riesgo importantes para
las molestias lumbares y los trastornos de la espalda. Se
observó un aumento del número de pensiones por
discapacidad y de
las bajas laborales de larga duración debido a trastornos
relacionados con los discos intervertebrales entre los operadores
de grúas y conductores de tractores.

Debido a la falta de datos o a la
existencia de datos incompletos sobre las condiciones de exposición
en los estudios epidemiológicos, no se pudieron obtener
relaciones exactas entre exposición y efecto. Los datos
existentes no permiten establecer un nivel sin efectos adversos
(es decir, un límite de seguridad) que
posibilite prevenir de modo fiable las enfermedades de la
columna.

Muchos años de exposición por debajo o
cerca del límite de exposición contemplado en la
versión actual de la Norma Internacional 2631 (ISO 1985) no
excluyen el riesgo.

Algunos hallazgos indican un aumento del riesgo para la
salud cuando aumenta la duración de la exposición,
si bien los procesos de
selección han hecho que resulte
difícil detectar una relación en la mayoría
de los estudios. Por lo tanto, las investigaciones
epidemiológicas no permiten establecer actualmente una
relación entre dosis y efecto.

Consideraciones teóricas sugieren efectos
marcadamente perjudiciales de las cargas pico elevadas que
actúan sobre la columna durante las exposiciones con altos
valores
transitorios. Por lo tanto, el uso de un método de
"energía equivalente" para calcular la dosis de
vibración (como el de la Norma Internacional 2631 (ISO
1985)) es cuestionable para exposiciones a vibraciones de cuerpo
completo que contienen altas aceleraciones pico.

Los efectos a largo plazo por las vibraciones de cuerpo
completo dependiendo de la frecuencia de vibración no se
han deducido de los estudios epidemiológicos. Las
vibraciones de cuerpo completo a frecuencias de 40 a 50 Hz
aplicada a través de los pies a operarios en
posición de pie, fue seguida de cambios degenerativos de
los huesos de los
pies.

Por lo general, las diferencias entre sujetos se han
pasado por alto en gran medida, aunque los fenómenos de la
selección sugieren que pueden tener gran importancia. No
hay datos claros que indiquen si los efectos de las vibraciones
de cuerpo completo sobre la columna dependen del sexo. La
aceptación general de los trastornos degenerativos de la
columna como enfermedad de origen profesional es objeto de
debate. No se
conocen elementos de diagnóstico específicos que permitan
una diagnosis fiable del trastorno como consecuencia de la
exposición a las vibraciones de cuerpo
completo.

Una elevada prevalencia de trastornos de columna
degenerativos en poblaciones no expuestas impide confirmar la
suposición de una etiología predominantemente
profesional en individuos expuestos a vibraciones de cuerpo
completo. No se conocen factores de riesgo individuales de tipo
constitucional que pudieran modificar la tensión inducida
por la vibración.

La referencia a una intensidad mínima y/o una
duración mínima de las vibraciones de cuerpo
completo como requisito previo para el reconocimiento del origen
profesional de una enfermedad no tendría en cuenta la
considerable variabilidad que cabe esperar en cuanto a
susceptibilidad individual.

Sistema nervioso, órgano vestibular y
audición
. Las vibraciones de cuerpo
completo intensas a frecuencias superiores a 40 Hz pueden causar
daños y alteraciones del sistema nervioso
central.

Se han comunicado datos contradictorios sobre los
efectos de la vibración de cuerpo completo a frecuencias
inferiores a 20 Hz. Solo en algunos estudios se ha encontrado un
aumento de molestias inespecíficas, tales como dolor de
cabeza y aumento de la irritabilidad. Un autor ha afirmado la
aparición de alteraciones del electroencefalograma (EEG)
tras la exposición de larga duración a vibraciones
de cuerpo completo y otros las han negado. Algunos de los
resultados publicados apuntan hacia una menor excitabilidad
vestibular y una mayor incidencia de otras alteraciones
vestibulares, entre las que se incluye el
vértigo.

Ahora bien, se mantiene la incertidumbre respecto a la
existencia de relaciones causales entre vibraciones de cuerpo
completo y alteraciones del sistema nervioso
central o el sistema
vestibular, al haberse detectado relaciones paradójicas
entre intensidad y efecto.

En algunos estudios, se ha observado un aumento
adicional de los desplazamientos permanentes del umbral (PTS) de
audición tras una exposición combinada de larga
duración a las vibraciones de cuerpo completo y al
ruido.

Estudió a conductores y técnicos en el
campo de la agricultura y
comparó los desplazamientos permanentes del umbral
después de 3 y 25años de trabajo. Llegó a la
conclusión de que las vibraciones de cuerpo completo
pueden inducir un desplazamiento adicional significativo del
umbral a 3, 4,6 y 8 kHz, si la aceleración ponderada
según la Norma Internacional 2631 (ISO 1985) supera un
valor eficaz
de 1,2 m/s 2 con exposición simultánea al ruido a
un nivel equivalente de más de 80 decibelios (dB
A).

Sistemas circulatorio y digestivo. Se han
detectado cuatro grupos
principales de alteraciones circulatorias con mayor incidencia
entre trabajadores expuestos a vibraciones de cuerpo
completo:

1. Trastornos periféricos, tales como el síndrome
de Raynaud, cerca del punto de aplicación de la
vibración de cuerpo completo (es decir, los pies de los
operarios en posición de pie o, en menor grado, las manos
de los conductores).

2. Venas varicosas de las piernas, hemorroides y
varicocele.

3. Cardiopatía isquemia e hipertensión.

4. Alteraciones neurovasculares.

No siempre existe correlación entre la morbilidad
de estas alteraciones circulatorias y la magnitud o
duración de la exposición a la vibración.
Aunque frecuentemente se ha observado una elevada prevalencia de
diversos trastornos del sistema
digestivo, casi todos los autores coinciden en que las
vibraciones de cuerpo completo es solo una de las causas y
quizá no la más importante.

Medida y valoración de la
exposición

Las vibraciones de cuerpo completo debe medirse en las
interfases entre el cuerpo y la fuente de vibración. En el
caso de personas sentadas esto implica la colocación de
acelerómetros en la superficie del asiento, debajo de las
tuberosidades isquiáticas de los sujetos. A veces las
vibraciones se miden también en el respaldo del asiento
(entre el respaldo y la espalda) así como en los pies y
las manos.

Los datos epidemiológicos por sí solos no
son suficientes para definir cómo valorar las vibraciones
de cuerpo completo de un modo que permita predecir los riesgos para
la salud derivados de los diferentes tipos de exposición a
las vibraciones. En estos momentos, la comprensión de las
respuestas biodinámicas y de las respuestas subjetivas
tomando en consideración los datos epidemiológicos,
proporciona orientación al respecto.

Actualmente, se supone que la forma en que los efectos
para la salud derivados de los movimientos dependen de la
frecuencia, dirección y duración del movimiento
es igual o parecida a la del malestar por vibración. Ahora
bien, se considera que lo importante es la exposición
total, no la exposición promedio, y que por lo tanto es
adecuado medir la dosis.

Además de valorar las vibraciones medidas de
acuerdo con las normas actuales,
es aconsejable informar de los espectros de frecuencia, las
magnitudes de los diferentes ejes y otras características
de la exposición, incluyendo las duraciones de la
exposición diaria y la de toda la vida. También
debería tenerse en cuenta la presencia de otros factores
ambientales adversos, en especial la postura sentada.

Prevención

Cuando sea posible se dará preferencia a la
reducción de las vibraciones en la fuente. Para ello puede
ser necesario reducir las ondulaciones del terreno o la velocidad de
desplazamiento de los vehículos. Otros métodos
para reducir la transmisión de vibraciones a los operarios
exigen comprender las características del entorno de las
vibraciones y la ruta de transmisión de las vibraciones al
cuerpo.

Por ejemplo, a menudo la magnitud de la vibración
depende de la ubicación: en algunas zonas se experimentan
magnitudes menores. Se ofrece una lista de algunas medidas
preventivas que pueden tenerse en cuenta.

Se pueden diseñar los asientos de manera que
atenúen las vibraciones. La mayoría de los asientos
presentan resonancia a bajas frecuencias, lo que hace que se
produzcan mayores magnitudes de vibración vertical en el
asiento que en el piso. A altas frecuencias suele producirse una
atenuación de las vibraciones.

En la práctica, las frecuencias de resonancia de
los asientos habituales están en la región de los 4
Hz. La amplificación en resonancia viene determinada en
parte por la amortiguación del asiento. Un aumento de la
capacidad de amortiguación del relleno del asiento tiende
a reducir la amplificación en resonancia pero aumenta la
transmisibilidad a altas frecuencias. Hay grandes variaciones de
transmisibilidad entre asientos, las cuales se traducen en
considerables diferencias en cuanto a la vibración que
experimentan las personas.

Una indicación numérica simple de la
eficacia de
aislamiento de un asiento para una aplicación
específica, es la que proporciona la transmisibilidad de
la amplitud eficaz del asiento. Un valor de SEAT superior al 100
% indica que, globalmente, las vibraciones en el asiento son
peores que las vibraciones en el piso. Valores inferiores al 100
% indican que el asiento ha proporcionado algo de
atenuación útil.

Los asientos deberían diseñarse de manera
que tuviesen el valor SEAT más bajo que sea compatible con
otras limitaciones. Los asientos con suspensión llevan un
mecanismo de suspensión separado debajo del panel del
asiento. Se utilizan en algunos vehículos todo terreno,
así como en camiones y autocares, y sus frecuencias de
resonancia son bajas (en torno a 2 Hz) y
por lo tanto pueden atenuar las vibraciones a frecuencias
superiores a unos 3 Hz. Los valores de
transmisibilidad de estos asientos los determina normalmente el
fabricante del asiento, pero sus eficacias de aislamiento
varían según las condiciones de trabajo.

VIBRACIONES TRANSMITIDAS A LAS MANOS

Massimo Bovenzi

Exposición de origen
profesional

Las vibraciones mecánicas producida por procesos
o herramientas a
motor y que
penetran en el cuerpo por los dedos o la palma de las manos se
denominan vibraciones transmitidas a las manos. Como
sinónimos de vibraciones transmitidas a las manos se
utilizan con frecuencia las expresiones vibraciones mano brazo y
vibraciones locales o segmentarias.

En varias actividades industriales se encuentran muy
extendidos los procesos y herramientas a motor que exponen las
manos del operario a vibraciones. La exposición de origen
profesional a las vibraciones transmitidas a las manos proviene
de las herramientas a motor que se utilizan en fabricación
(p. ej., herramientas de percusión para trabajo de
metales,
amoladoras y otras herramientas rotativas, llaves de impacto),
explotación de canteras, minería y
construcción (p. ej., martillos
perforadores de roca, martillos rompedores de piedra, martillos
picadores, compactadores vibrantes), agricultura y trabajos
forestales (p. ej., sierras de cadena, sierras de recortar,
descortezadoras) y servicios
públicos (p. ej., martillos rompedores de asfalto y
hormigón, martillos perforadores, amoladoras de
mano).

También puede producirse exposición a
vibraciones transmitidas a las manos por piezas vibrantes
sostenidas con las manos del operario, como en el amolado de
columna, y por controles manuales
vibrantes, como al utilizar cortacéspedes o controlar
rodillos vibrantes para compactación de
carreteras.

Se ha comunicado que el número de personas
expuestas a vibraciones transmitidas a las manos en el trabajo
excede de 150.000 en los Países Bajos, de 0,5 millones en
Gran Bretaña y de 145 millones en Estados
Unidos.

La exposición excesiva a las vibraciones
transmitidas a las manos puede causar trastornos en los vasos
sanguíneos, nervios, músculos, huesos y articulaciones de
las extremidades superiores. Se calcula que del 1,7 al 3,6 % de
los trabajadores de los países europeos y de Estados
Unidos están expuestos a vibraciones transmitidas a las
manos potencialmente peligrosa (AISSA Sección
Internacional de Investigación 1989).

La expresión síndrome de vibraciones
mano-brazo (HAV) se utiliza comúnmente en referencia a los
síntomas asociados con exposición a vibraciones
transmitidas a las manos, a saber:

•Trastornos vasculares;

•Trastornos neurológicos
periféricos;

•Trastornos de los huesos y
articulaciones;

•Trastornos musculares,

•Otros trastornos (todo el cuerpo, sistema
nervioso central).

Actividades tales como la conducción de
motocicletas o el uso de herramientas vibrantes domésticas
pueden exponer las manos esporádicamente a vibraciones de
gran amplitud, pero solo las largas exposiciones diarias pueden
provocar problemas de
salud (Griffin 1990).

La relación entre exposición a vibraciones
transmitidas a las manos de origen profesional y efectos adversos
para la salud dista de ser sencilla.

A continuación se proporciona una lista de
algunos de los factores más importantes que contribuyen a
causar lesiones en las extremidades superiores de los
trabajadores expuestos a vibración.

Características de la vibración

• Magnitud (eficaz, pico, ponderada / no
ponderada)

• Frecuencia (espectros, frecuencias
dominantes)

• Dirección (ejes x, y, z)

Herramientas o procesos

Diseño
de herramientas (portátiles, fijas)

• Tipo de herramienta (de percusión,
rotativa, rotopercutante)

• Condición

• Operación

• Material que se trabaja

Condiciones de exposición

• Duración (exposiciones diarias,
anuales)

Modelo de
exposición (continua, intermitente, períodos de
descanso)

• Duración de la exposición
acumulada

Condiciones ambientales

Temperatura
ambiente

• Flujo de aire

• Humedad

• Ruido

• Respuesta dinámica del sistema
dedo-mano-brazo

• Impedancia mecánica

• Transmisibilidad de la
vibración

• Energía absorbida

Características individuales

• Método de trabajo (fuerza de
agarre, fuerza de empuje, postura de mano-brazo,

posición del cuerpo)

• Salud

• Formación

• Destreza

• Uso de guantes

• Susceptibilidad individual a la
lesión

Biodinámica

Cabe suponer que los factores que influyen en la
transmisión de vibraciones al sistema de los dedos, la
mano y el brazo desempeñan un papel importante en la
génesis de lesiones por vibraciones.

La transmisión de vibraciones depende de las
características físicas de la vibración
(magnitud, frecuencia, dirección)

y de la respuesta dinámica de la mano (Griffin
1990).

Factores que influyen en la dinámica de los
dedos y la mano.

Cabe suponer que los efectos adversos de la
exposición a las vibraciones están relacionados con
la energía disipada en las extremidades superiores. La
absorción de energía depende en gran medida de
factores que afectan al acoplamiento del sistema dedos-mano a la
fuente de vibraciones. Variaciones de la presión de
agarre, fuerza estática y
postura, modifican la respuesta dinámica del dedo, la mano
y el brazo y, por consiguiente, la cantidad de energía
transmitida y absorbida.

Ejemplo, la presión de agarre influye
considerablemente en la absorción de energía y, en
general, cuanto mayor es esta presión mayor es la fuerza
transmitida al sistema de la mano y el brazo. Los datos de
respuesta dinámica pueden suministrar información importante para valorar el
potencial de las vibraciones de la herramienta para producir
lesiones y para facilitar el desarrollo de
dispositivos antivibración tales como empuñaduras y
guantes.

Efectos agudos

Malestar subjetivo

La vibración es detectada por diversos
mecanorreceptores de la piel, situados
en los tejidos
epidérmicos y subcutáneos de la piel lisa y desnuda
de los dedos y manos. Tales receptores se clasifican en dos
categorías de adaptación lenta y rápida
según sus propiedades de adaptación y su campo
receptor. En las unidades mecanorreceptoras de adaptación
lenta se encuentran los discos de Merkel y las terminaciones de
Ruffini, que responden a la presión estática y a
pequeñas variaciones de presión y son excitados a
baja frecuencia (<16 Hz).

Las unidades de adaptación rápida tienen
los corpúsculos de Meissner y de Pacinian, que responden a
variaciones rápidas de los estímulos y se encargan
de producir la sensación de vibración en la gama de
frecuencia entre 8 y 400 Hz.

La respuesta subjetiva a las vibraciones transmitidas a
las manos se ha utilizado en varios estudios para obtener valores
umbral, contornos de sensación equivalente y límites de
sensación desagradable o de tolerancia a los
estímulos vibratorios a diferentes frecuencias (Griffin
1990). Los resultados experimentales indican que la sensibilidad
humana a la vibración disminuye a medida que aumenta la
frecuencia, tanto en lo que se refiere a los niveles de
vibración confortables como molestos.

La vibración vertical parece causar mayor
malestar que la vibración en otras direcciones. Se ha
observado también que el malestar subjetivo está en
función de la composición espectral de la
vibración y de la fuerza de agarre ejercida sobre la
empuñadura que vibra.

Perturbación de la
actividad

La exposición aguda a vibraciones transmitidas a
las manos puede causar un aumento temporal de los umbrales
vibrotáctiles debido a una depresión
de la excitabilidad de los mecanorreceptores de la piel. La
magnitud de la variación temporal de estos umbrales,
así como el tiempo de
recuperación están sujetos a la influencia de
distintas variables,
tales como las características del estímulo
(frecuencia, amplitud, duración), la temperatura y la edad
y exposición anterior a la vibración del
trabajador. La exposición al frío agrava la
depresión táctil inducida por las vibraciones,
debido a que la baja temperatura tiene un efecto vasoconstrictor
en la circulación digital y reduce la temperatura de la
piel de los dedos. En trabajadores expuestos a vibraciones que
trabajan habitualmente en ambientes fríos, los episodios
repetidos de deterioro agudo de la sensibilidad táctil
puede conducir a una reducción permanente de la percepción
sensorial y a la pérdida de destreza de
manipulación lo que, a su vez, puede interferir en la
actividad laboral y elevar
el riesgo de lesiones graves por accidentes.

Efectos no vasculares

Esqueléticos

Las lesiones óseas y articulares inducidas por
las vibraciones son objeto de controvertida. Diversos autores
consideran que los trastornos de huesos y articulaciones en
trabajadores que utilizan herramientas vibrantes de mano, no
tienen carácter específico ni son similares
a los originados por el proceso de
envejecimiento y por el trabajo manual
pesado.

Por otra parte, algunos investigadores han comunicado
que la exposición prolongada a vibraciones transmitidas a
las manos puede producir alteraciones esqueléticas
características en las manos, muñecas y codos.
Estudios radiológicos realizados en un primer momento
revelaron una alta prevalencia de vacuolas y quistes óseos
en las manos y muñecas de trabajadores expuestos a
vibraciones, pero otros estudios más recientes no han
mostrado ningún aumento significativo con respecto a
grupos de control
integrados por trabajadores manuales.

Se ha comunicado una prevalencia elevada de
osteoartrosis de muñeca y artrosis y osteofitosis de codo
en mineros del carbón, trabajadores de la
construcción de carreteras y trabaja-dores del metal
expuestos a choques y a vibración de baja frecuencia y
gran amplitud producida por herramientas neumáticas de
percusión. Por el contrario, hay poca evidencia de aumento
de la prevalencia de trastornos óseos y articulares
degenerativos en las extremidades superiores de los trabajadores
expuestos a vibraciones de mediana o alta frecuencia procedentes
de sierras de cadena o amoladoras.

El esfuerzo físico intenso, un agarre con fuerza
y otros factores biomecánicos pueden ser la causa de la
mayor aparición de lesiones esqueléticas encontrada
en trabajadores que utilizan herramientas de percusión. El
dolor localizado, la hinchazón y la rigidez y deformidades
de las articulaciones pueden estar relacionados con hallazgos
radiológicos de degeneración ósea y
articular.

En unos cuantos países (Francia,
Alemania e
Italia entre
ellos), se considera que los trastornos óseos y
articulares que aparecen en trabajadores que utilizan
herramientas de mano vibrantes, son una enfermedad de origen
profesional, y los trabajadores afectados son
indemnizados.

Neurológicos

Los trabajadores que manejan herramientas vibrantes
pueden sufrir hormigueo y adormecimiento de dedos y manos. Si la
exposición a las vibraciones continúa, estos
síntomas tienden a empeorar y pueden interferir con la
capacidad de trabajo y las actividades de su vida
diaria.

Los trabajadores expuestos a vibraciones pueden
presentar umbrales vibratorios, térmicos y táctiles
más elevados en los reconocimientos clínicos. Se ha
sugerido que la exposición continua a las vibraciones no
solo puede deprimir la excitabilidad de los receptores de la piel
sino también inducir alteraciones patológicas en
los nervios de los dedos, tales como edema perineural, seguido de
fibrosis y pérdida de fibra nerviosa.

Estudios epidemiológicos de trabajadores
expuestos a vibraciones señalan que la prevalencia de
trastornos neurológicos periféricos varía
desde un pequeño porcentaje hasta más del 80 por
ciento, y que la pérdida de sensibilidad afecta a usuarios
de una amplia variedad de tipos de herramientas. Parece ser que
la neuropatía por vibración se desarrolla con
independencia
de otros trastornos inducidos por las vibraciones.

RIESGOS
GENERALES50.12
.

Medida y evaluación
de la exposición.

Las medidas de vibración se llevan a cabo para
contribuir al desarrollo de nuevas herramientas, comprobar la
vibración de las herramientas en el momento de su
adquisición, verificar las condiciones de mantenimiento
y valorar la exposición humana a la vibración en el
lugar de trabajo.

El equipo de medida de la vibración consiste
generalmente en un transductor (casi siempre un
acelerómetro), un dispositivo amplificador, filtro (filtro
de paso de banda y/o red de ponderación en
frecuencia) e indicador o registrador de amplitud o
nivel.

Las medidas de vibración deberían
realizarse en la empuñadura de la herramienta o en la
pieza, cerca de la superficie de la(s) mano(s), donde la
vibración penetra en el cuerpo. Para obtener resultados
precisos se requiere una cuidadosa selección de los
acelerómetros (p. Ej., tipo, masa, sensibilidad) y
métodos apropiados de montaje del acelerómetro en
la superficie vibrante.

Las vibraciones transmitidas a las manos deberían
medirse y registrarse en las direcciones adecuadas de un sistema
de coordenadas ortogonales. La medición debería efectuarse sobre un
rango de frecuencia de 5 a 1.500 Hz como mínimo, y el
contenido de frecuencia de aceleración de la
vibración en uno o más ejes puede presentarse en
bandas de octava con frecuencias centrales de 8 a 1.000 Hz o en
bandas de tercio de octava con frecuencias centrales de 6,3 a
1.250 Hz. También puede expresarse la aceleración
como aceleración ponderada en frecuencia utilizando
una red de
ponderación que reúna las características
especificadas en las Normas ISO
5349 o BS 6842.

Las medidas en el lugar de trabajo indican que pueden
darse magnitudes de vibración y espectros de frecuencia
diferentes en herramientas del mismo tipo o cuando se utiliza una
misma herramienta de diferente forma.

En varias normas la exposición a las vibraciones
transmitidas a las manos se valora en términos de cuatro u
ocho horas de aceleración equivalente ponderada en
frecuencia calculada mediante las ecuaciones
anteriores.

En el método de obtención de la
aceleración equivalente se supone que el tiempo de
exposición diaria necesario para producir efectos adversos
sobre la salud es inversamente proporcional al cuadrado de la
aceleración ponderada en frecuencia (p. ej., si se divide
por dos la magnitud de la vibración, el tiempo de
exposición puede multiplicarse por cuatro). Tal
dependencia temporal se considera razonable a efectos de normalización y es adecuada para la
instrumentación, pero hay que
señalar que no está totalmente respaldada por datos
epidemiológicos (Griffin 1990).

Prevención

La prevención de lesiones o trastornos causados
por vibraciones transmitidas a las manos exige la
implantación de procedimientos
técnicos, médicos y administrativos (ISO 1986; BSI
1987a).

También debería facilitarse asesoramiento
adecuado a los fabricantes y usuarios de herramientas vibrantes.
Las medidas administrativas deberían incluir una
información y formación adecuadas para
enseñar a los operarios que trabajan con maquinaria
vibrante a adoptar métodos de trabajo correctos y seguros.

Dado que se cree que la exposición continua a las
vibraciones aumenta el riesgo por vibración, los horarios
de trabajo deberían3establecerse incluyendo
períodos de descanso. Las medidas técnicas
deberían incluir la elección de herramientas con la
mínima vibración y con un diseño
ergonómico apropiado.

Deberían realizarse reconocimientos
médicos previos a la realización del trabajo y
exámenes clínicos periódicos subsiguientes
de los trabajadores expuestos a vibraciones. Los objetivos de
la vigilancia médica son informar al trabajador del riesgo
potencial asociado con la exposición a las vibraciones,
evaluar el estado de
salud y diagnosticar precozmente los trastornos inducidos por las
vibraciones.

En el primer reconocimiento debería prestarse
especial atención a cualquier proceso que pueda
agravarse por exposición a las vibraciones (p. Ej.,
tendencia constitucional a enfermedad del dedo blanco, algunas
formas del fenómeno secundario de Raynaud, daños
anteriores en los miembros superiores, trastornos
neurológicos).

Después de considerar la severidad de los
síntomas y las características del proceso de
trabajo en su totalidad, debería decidirse entre evitar o
reducir la exposición a las vibraciones del trabajador
afectado. El trabajador debería ser informado sobre el uso
de ropa adecuada para mantener caliente todo el cuerpo
y

debería evitar o minimizar el consumo de
tabaco y el uso
de algunos fármacos que pueden afectar la
circulación periférica. Los guantes pueden ser
útiles para proteger los dedos y las manos de traumatismos
y para mantenerlos calientes. Los llamados guantes
antivibración pueden proporcionar algo de aislamiento
frente a las componentes de alta frecuencia de la
vibración producida por algunas herramientas.

MAREO INDUCIDO POR EL MOVIMIENTO

Alan J. Benson

El mareo inducido por el movimiento, o cinetosis, no es
un proceso patológico, sino una respuesta normal a ciertos
estímulos de movimiento con los que el individuo no
está familiarizado y a los que, por lo tanto, no se
encuentra adaptado; solo son verdaderamente inmunes quienes
carecen de aparato vestibular funcional del oído
interno.

Movimientos que producen el mareo inducido por el
movimiento

Hay muchos tipos diferentes de movimiento que provocan
el síndrome denominado mareo inducido por el movimiento.
La mayoría de ellos están relacionados con medios de
locomoción en particular, barcos, aerodeslizadores,
aviones, automóviles y trenes, y con menor frecuencia,
elefantes y camellos. Las complejas aceleraciones generadas por
atracciones mecánicas de feria tales como columpios,
tiovivos, montañas rusas, etc., pueden provocar intenso
mareo. Además, muchos astronautas / cosmonautas padecen
mareo (mareo espacial) cuando efectúan movimientos con la
cabeza por primera vez en el entorno, sometido a fuerzas
anormales (ingravidez) del vuelo orbital. También producen
el síndrome del mareo ciertos estímulos visuales en
movimiento, sin ningún movimiento físico del
observador; son ejemplos de ello la visualización del
mundo visual externo de los simuladores de base fija (mareo en
simulador) o la proyección en pantalla gigante de escenas
filmadas de un vehículo en movimiento (mareo en Cinerama o
en IMAX).

Etiología

La característica esencial de los
estímulos que producen mareo inducido por el movimiento es
que éstos generan información discordante en los
sistemas
sensoriales que suministran al cerebro
información acerca de la orientación espacial y el
movimiento del cuerpo. El aspecto principal de esta discordancia
es una desadaptación entre las señales
suministradas, principalmente, por los ojos y el oído
interno, y las que el sistema nervioso central "espera" recibir y
que estén correlacionadas.

Pueden distinguirse varias categorías de
desadaptación. La desadaptación más
importante es la de las señales procedentes del aparato
vestibular (laberinto) del oído interno, en el que los
canales semicirculares (los receptores especializados de las
aceleraciones angulares) y los otolitos (los receptores
especializados de las aceleraciones lineales) no suministran
información concordante.

Por ejemplo, cuando se efectúa un movimiento de
cabeza en un coche o un avión que está girando, los
canales semicirculares y los otolitos son estimulados de manera
atípica y suministran información errónea e
incompatible, que difiere sustancialmente de la generada por ese
mismo movimiento de cabeza en un entorno estable, de gravedad
1-G. De igual modo, las aceleraciones lineales de baja frecuencia
(inferior a 0,5 Hz), como las que se producen a bordo e un barco
en aguas agitadas o en un avión que atraviesa una
turbulencia, generan también señales vestibulares
contradictorias y, por lo tanto, son una causa potencial de
mareo.

También puede ser un factor contribuyente
importante el desacuerdo de la información visual y
vestibular. Es más probable que se maree el ocupante de un
vehículo en movimiento que no puede ver el exterior que
uno que dispone de una buena referencia visual externa. El
pasajero que viaja bajo cubierta o en la cabina de un
avión percibe el movimiento del vehículo mediante
claves vestibulares, pero solo recibe información visual
de su movimiento relativo dentro del vehículo.

También la ausencia de una señal
"esperada" y concordante en una modalidad sensorial determinada
se considera la característica esencial del mareo inducido
visualmente, dado que las claves visuales de movimiento no van
acompañadas de las señales vestibulares que el
individuo "espera" que se produzcan cuando está sometido
al movimiento indicado por la presentación
visual.

Síntomas

Ante la exposición al movimiento provocador, los
signos y
síntomas de mareo evolucionan en una secuencia
determinada, en la que la escala temporal
depende de la intensidad de los estímulos de movimiento y
de la susceptibilidad del individuo. Hay, desde luego,
considerables diferencias entre unos y otros individuos, no solo
de susceptibilidad sino también en el orden de
aparición de determinados signos y síntomas, o en
la total ausencia de éstos. Normalmente, el primer
síntoma es malestar epigástrico, seguido de
náuseas, palidez y transpiración, y suele ir
acompañado de una sensación de calor
corporal, aumento de la secreción de saliva y eructos
(flato).

Normalmente estos síntomas evolucionan con
relativa lentitud, pero si continúa la exposición
al movimiento se produce un rápido deterioro del bienestar
y aumenta la intensidad de las náuseas, que finalmente
desembocan en vómito o
arcadas. El vómito puede proporcionar alivio pero lo
más probable es que éste dure poco a menos que cese
el movimiento.

El síndrome de mareo tiene también otras
características más variables. Un síntoma de
temprana aparición puede ser la alteración del
ritmo respiratorio, con suspiros y bostezos, y también
puede producirse hiperventilación, sobre todo en personas
a quienes la causa o consecuencia de su discapacidad les provoca
ansiedad. Se comunican casos de dolor de cabeza, tinnitus
(campanilleo) y vértigo, mientras que la apatía y
la depresión son frecuentes en quienes padecen malestar
agudo, y pueden ser de tal intensidad que lleguen a descuidarse
la seguridad personal y la
supervivencia. Tras el cese del movimiento provocador de mareo
puede imponerse una sensación de letargo y somnolencia,
siendo éstos a veces los únicos síntomas en
situaciones en las que la adaptación al movimiento
inhabitual se produce sin malestar.

Adaptación

Con la exposición continuada o repetida a un
determinado movimiento provocador de mareo, la mayoría de
los individuos experimentan una reducción de la severidad
de los síntomas; normalmente después de tres o
cuatro días de exposición continua (por ejemplo a
bordo de un barco o en un vehículo espacial) se han
adaptado al movimiento y pueden realizar sus tareas habituales
sin discapacidad. En relación con el modelo de
"discordancia", esta adaptación o habituación
representa el establecimiento de una nueva serie de
"expectativas" en el sistema nervioso central.

Ahora bien, al regresar a un entorno familiar, estas
expectativas dejarán de ser adecuadas y puede que se
repitan los síntomas de mareo (mareo del
desembarque)
hasta que se produzca la readaptación.
Los individuos difieren considerablemente en su velocidad de
adaptación, en la forma de mantener ésta y en el
grado en que pueden generalizar la adaptación protectora
de un entorno de movimiento a otro. Lamentablemente, una
pequeña proporción de la población (probablemente alrededor del 5 %)
no consigue adaptarse o lo hace con tal lentitud que
continúa experimentando síntomas durante todo el
período de exposición al movimiento provocador de
mareo.

Medidas preventivas

Existen procedimientos que reducen al mínimo el
estímulo provocador de mareo o aumentan la tolerancia.
Pueden prevenir el mareo en una determinada proporción de
la población, pero ninguno, exceptuando la retirada del
entorno de movimiento, es eficaz al 100 %. Al diseñar un
vehículo, es beneficioso tener en cuenta los factores que
elevan la frecuencia y reducen la magnitud de las oscilaciones
que experimentan los ocupantes durante el funcionamiento
normal.

La provisión de apoyo para la cabeza y
sujeción corporal para mini-mizar los movimientos de
cabeza innecesarios es ventajosa, y se ve reforzada si el
ocupante puede adoptar una posición reclinada o de
supinación. El mareo es menos intenso si el ocupante puede
ver el horizonte; para quienes carecen de una referencia visual
externa, cerrar los ojos reduce la discordancia visual /
vestibular.

También ayuda concentrarse en una tarea,
especialmente el control del vehículo. Aunque estas
medidas pueden aportar ventajas inmediatas, a la larga lo
más beneficioso es desarrollar una adaptación
protectora. Se consigue mediante una exposición continuada
y repetida al entorno de movimiento, aunque puede facilitarse con
ejercicios en tierra, en los
que los estímulos provocadores de mareo se generan
realizando movimientos con la cabeza mientras se gira en una mesa
rotativa (tratamiento de desensibilización.

Hay varios fármacos que aumentan la tolerancia,
aunque todos tienen efectos secundarios (en particular,
sedación), por lo que no deben usarse cuando se ha de
controlar un vehículo o es indispensable actuar con un
rendimiento óptimo. Para una profilaxis a corto plazo
(menos de cuatro horas), se recomienda de 0,3 a 0,6 mg de
bromhidrato de hioscina (escopolamina); los
antihistamínicos, clorhidrato de prometacina (25 mg),
clorhidrato de meclocina (50 mg), dimenhidrinato (50 mg) y
cinaricina (30 mg) tienen una acción
más duradera. La combinación de hioscina o
prometacina con 25 mg de sulfato de efedrina aumenta el poder
profiláctico al tiempo que reduce algo los efectos
secundarios.

Se puede conseguir un efecto profiláctico de
hasta 48 horas utilizando un parche de escopolamina, que permite
absorber lentamente el fármaco a través de la piel
a una velocidad controlada. No se consiguen concentraciones
efectivas del fármaco en el organismo hasta después
de seis a ocho horas de la aplicación del parche, por lo
que es preciso prever por anticipado la necesidad de este tipo de
tratamiento.

IV.3 CONDICIONES TÉRMICAS
ALTERADAS.

RESPUESTAS FISIOLÓGICAS A LA TEMPERATURA
AMBIENTE

Durante toda su vida, los seres humanos mantienen la
temperatura corporal dentro de unos límites de
variación muy estrechos y protegidos a toda costa. Los
límites máximos de tolerancia para las células
vivas corresponden a unos 0 ºC (formación de
cristales de hielo) y unos 45 ºC (coagulación
térmica de proteínas
intracelulares); sin embargo, los seres humanos pueden soportar
temperaturas internas inferiores a 35 ºC o superiores a 41
ºC, aunque sólo durante períodos muy cortos de
tiempo.

Para mantener la temperatura interna dentro de esos
límites, el ser humano ha desarrollado unas respuestas
fisiológicas muy eficaces, y en algunos casos
especializadas, al estrés
térmico agudo. La finalidad de esas respuestas es
facilitar la conservación, producción o eliminación del calor
corporal, requieren la coordinación firmemente controlada de
varios sistemas corporales.

Equilibrio térmico del ser
humano

La principal fuente de calor para el organismo es, con
diferencia, la producción de calor metabólico
(M). Incluso con una eficiencia
mecánica máxima, entre el 75 y el 80
% de la energía implicada en el trabajo muscular se libera
en forma de calor. En reposo, una tasa metabólica de 300
ml de O2 por minuto crea una carga térmica de
aproximadamente 100 W.

El trabajo en estado estable
con un consumo de oxígeno
de 1 l/min genera aproximadamente 350 W de calor, menos cualquier
energía asociada al trabajo externo (W). Incluso
con una intensidad de trabajo leve o moderada, la temperatura
interna del organismo aumentará aproximadamente un grado
centígrado cada 15 min. si no existe un medio eficaz de
disipar el calor. De hecho, las personas que están en muy
buena forma física pueden
producir más de 1.200 W de calor durante un período
de 1 a 3 horas sin sufrir trastornos por calor (Gisolfi y Wenger
1984).

El calor puede también absorberse del medio ambiente
por radiación
(R) y convección (C) si la temperatura de
globo (una medida del calor radiante) y la temperatura del
aire (bulbo seco)
sobrepasan respectivamente la temperatura cutánea. Se
trata de fuentes de
calor pequeñas por lo común en comparación
con M y, en realidad, se convierten en fuentes de
pérdida de calor cuando se invierte el gradiente
térmico de la piel al aire.

El último proceso de termólisis, el de
evaporación (E), suele ser también el
más importante, puesto que el calor latente de la
evaporación del sudor es bastante elevado, aproximadamente
680 W-h/l de sudor evaporado. Todas estas relaciones se describen
con profundidad más adelante. En ambientes fríos o
térmicamente neutros, la termogénesis se equilibra
con la termólisis, no se almacena calor y la temperatura
corporal se equilibra; es decir:

M–W +R
+
C – E = 0

Ahora bien, cuando la exposición al calor es
más intensa:

M– W ± R ± C
>E

Y se almacena calor. En particular, los trabajos pesados
(con un elevado gasto de energía que aumenta
M–W), unas temperaturas ambientales demasiado altas
(que aumentan R + C), una elevada humedad (que limita
E) y el uso de prendas de vestir gruesas o relativamente
impermeables (que crean una barrera para la evaporación
del sudor), dan lugar a este tipo de escenario. Finalmente, si el
esfuerzo es prolongado o la hidratación inadecuada,
E puede verse superado por la capacidad limitada del
organismo para secretar sudor (entre 1y 2 l/h durante cortos
períodos de tiempo).

Regulación térmica en ambientes
calurosos

Como ya se ha dicho antes, el ser humano desprende calor
al medio ambiente
principalmente mediante una combinación de procesos secos
(radiación y convección) y evaporación. Para
facilitar este intercambio, se activan y regulan los dos
principales sistemas efectores: vasodilatación
periférica y sudoración. Aunque la
vasodilatación periférica suele producir
pequeños aumentos en la pérdida de calor seco
(radiactivo y convectivo), su principal función es
transferir calor del interior del cuerpo a la periferia
(transferencia interna de calor), mientras que la
evaporación de sudor constituye un medio extremadamente
eficaz para enfriar la sangre antes de
que regrese a los tejidos corporales profundos (transferencia
externa de calor).

Vasodilatación
periférica

La cantidad de calor transferido del núcleo a la
periferia depende del flujo sanguíneo periférico
(FSP), el gradiente de temperatura entre el centro y la periferia
y el calor específico de la sangre (algo inferior a 4
kJ/°C por litro de sangre). En reposo y en un ambiente
térmicamente neutro, la piel recibe aproximadamente entre
200 y 500 ml/min de flujo sanguíneo, lo que representa
sólo entre un 5 y un 10 % de la sangre total bombeada por
el corazón
(gasto cardíaco).

Debido a la existencia de un gradiente de 4 ºC
entre Tc (unos 37 ºC) y Tsk (unos 33 ºC
en esas condiciones), el calor metabólico producido por el
organismo para soportar la vida es transmitido constantemente a
la piel por convección para su disipación. Por el
contrario, en condiciones de hipertermia severa, como cuando se
realiza un trabajo pesado en condiciones de calor, el gradiente
térmico del centro a la piel es menor y la transferencia
de calor necesaria se consigue con un gran aumento del
FSP.

En condiciones de estrés máximo por calor,
el FSP puede alcanzar entre 7 y 8 l/min, casi la tercera parte
del gasto cardíaco (Rowell 1983). El elevado flujo
sanguíneo se consigue gracias a lo que se conoce como el
"sistema vasodilatador activo".

En la vasodilatación activa intervienen las
señales de los nervios simpáticos enviadas del
hipotálamo a las arteriolas de la piel, aunque se
desconoce cuál es el neurotransmisor que participa en este
proceso. Como ya se mencionó antes, el FSP es el principal
responsable del aumento de Tc y, en menor medida, de
Tsk• Tc aumenta al iniciarse el trabajo muscular y la
producción de calor metabólico y, una vez que se
alcanza un cierto umbral de Tc, FSP empieza también
a aumentar rápidamente.

Tal relación termorreguladora básica se ve
influida por factores no térmicos que constituyen un
segundo nivel de control crítico para modificar el FSP
cuando la estabilidad cardiovascular global se ve amenazada. Las
venas de la piel tienen una gran capacidad de distensión y
una parte importante del volumen
circulatorio se acumula en estos vasos.

De esta forma se facilita el intercambio de calor al
hacerse más lenta la circulación por los capilares
para aumentar el tiempo de tránsito; sin embargo, esta
acumulación, sumada a la pérdida de líquidos
producida por la sudoración, puede también reducir
la velocidad del retorno de la sangre al
corazón.

Entre los factores no térmicos cuya influencia en
el FSP ha sido demostrada figuran las posturas erguidas, la
deshidratación y la respiración con presión positiva
(uso de respirador). Actúan a través de los
reflejos que se activan cuando la presión de llenado del
corazón se reduce y los receptores de la distensión
situados en las grandes venas y en la aurícula derecha
dejan de ser estimulados; por consiguiente, su efecto es
más evidente durante el trabajo aeróbico prolongado
en postura erguida.

Son reflejos que sirven para mantener la presión
arterial y, cuando se realiza un trabajo, para mantener un flujo
sanguíneo adecuado a los músculos activos. Por
consiguiente, el FSP en un momento dado depende del efecto
combinado de las respuestas reflejas termorreguladoras y de otro
tipo.

La necesidad de aumentar el flujo sanguíneo
periférico con el fin de ayudar a regular la temperatura
tiene un gran impacto en la capacidad del sistema
cardiovascular para regular la presión arterial. Por
esta razón, se necesita una respuesta coordinada de todo
el sistema cardiovascular al estrés por calor.
¿Qué ajustes cardiovasculares tienen lugar para
permitir el aumento del flujo y el volumen periféricos?
Cuando se trabaja en ambientes fríos o térmicamente
neutros, el aumento necesario del gasto cardíaco se ve
facilitado por el aumento de la frecuencia cardíaca (FC),
puesto que el volumen sistólico (VS) experimenta
incrementos mínimos cuando la intensidad del esfuerzo
supera el 40 % del esfuerzo máximo.

En ambientes calurosos, la FC es mayor con cualquier
intensidad de trabajo, para compensar el menor volumen
sanguíneo central (VSC) y el menor VS. Con niveles
superiores de trabajo se alcanza la frecuencia cardiaca
máxima y esta taquicardia es, por consiguiente, incapaz de
mantener el gasto cardíaco necesario.

La segunda manera de aumentar el FSP es reduciendo el
flujo sanguíneo en zonas como el hígado, los
riñones y los intestinos (Rowell 1983). El
redireccionamiento del flujo puede conseguir un aumento adicional
de 800 a 1.000 ml en el flujo sanguíneo periférico
y ayuda a compensar los efectos nocivos de la acumulación
periférica de sangre.

Sudoración

En el ser humano, el sudor contribuye a la
regulación térmica y es secretado por entre 2 y 4
millones de glándulas sudoríparas ecrinas
repartidas de manera no uniforme por la superficie del cuerpo. Al
contrario que las glándulas sudoríparas apocrinas,
que tienden a aparecer agrupadas (en el rostro, las manos y las
regiones axilar y genital) y que secretan sudor a los
folículos pilosos, las glándulas ecrinas secretan
sudor directamente a la superficie de la piel. Es un sudor
inodoro, incoloro y relativamente diluido, puesto que se trata de
un ultrafiltrado de plasma, motivo por el cual posee un elevado
calor latente de evaporación y es ideal para los fines de
la termolisis.

Como ejemplo de la eficacia de este sistema
termolítico, un hombre que
trabaje con un consumo de oxígeno de 2,3 l/min
producirá un calor metabólico neto
(M–W) de aproximadamente 640 W. Sin
sudoración, la temperatura corporal aumentaría a un
ritmo aproximado de 1 °C cada 6 o 7 min. Con una
evaporación eficiente de unos 16 g de sudor por minuto
(una tasa razonable), la velocidad de la pérdida de calor
puede igualar a la velocidad de acumulación de calor, de
manera que la temperatura interna del organismo se mantiene
estable; es decir,

M–W +R
+C – E = 0

Las glándulas ecrinas tienen una estructura
sencilla constituida por una parte secretora en forma de espiral,
un conducto y un poro cutáneo. El volumen de sudor
producido por cada glándula depende tanto de la estructura
como de la función de la glándula y la tasa total
de sudoración depende a su vez del número de
glándulas (densidad de
glándulas sudoríparas activas) y de la
producción de cada una de esas
glándulas.

El hecho de que algunas personas suden más que
otras puede atribuirse principalmente a las diferencias en el
tamaño de las glándulas sudoríparas (Sato y
Sato 1983). La aclimatación al calor es otro factor
importante que determina la producción de sudor. Con la
edad, la disminución de la tasa de sudoración se
debe no tanto a un menor número de glándulas
ecrinas activas como a una menor producción de sudor por
glándula (Kenney y Fowler 1988), probablemente como
resultado de la combinación de alteraciones estructurales
y funcionales que acompañan al proceso de
envejecimiento.

Al igual que las señales vasomotoras, los
impulsos nerviosos que reciben las glándulas
sudoríparas se originan en los centros supra y
preópticos de hipotálamo anterior y descienden a lo
largo del tallo encefálico. Las glándulas
están enervadas por fibras colinérgicas
simpáticas, una rara combinación en el organismo
humano. Aunque la acetilcolina es el principal neurotransmisor,
los transmisores adrenérgicos (catecolaminas)
también estimulan las glándulas ecrinas.

En muchos aspectos, el control de la sudoración
es similar al control del flujo sanguíneo
periférico. Ambos tienen características similares
de activación (umbral) y una relación lineal con el
aumento de Tc. La sudoración suele iniciarse antes
en la espalda y el pecho, y las curvas de la relación
entre la tasa local de sudoración y Tc tienen una
mayor pendiente en estos lugares.

Al igual que el FSP, la sudoración se ve
modificada por factores no térmicos, como una
hidratación insuficiente o la hiperosmolalidad. Conviene
también recordar que existe un fenómeno llamado
"hidromeiosis", que ocurre en ambientes muy húmedos o
zonas de la piel cubiertas constantemente por prendas
húmedas. En esas zonas siempre húmedas se reduce el
flujo de sudor, lo que sirve como mecanismo de protección
contra la deshidratación continua, puesto que el sudor que
permanece en la piel en lugar de evaporarse no sirve para fines
termolíticos.

Con una tasa de sudoración adecuada, la
pérdida de calor por evaporación depende en
definitiva del gradiente de la presión del vapor de
agua entre la
piel húmeda y el aire que la rodea. Así, una
elevada humedad ambiental y el uso de prendas gruesas o
impermeables limitan la pérdida de calor por
evaporación, mientras que el aire seco, las corrientes de
aire sobre el cuerpo y una prendas de vestir finas y porosas
facilitan la evaporación.

Por otra parte, cuando se realiza un trabajo intenso y
se produce una sudoración abundante, la pérdida de
calor por evaporación puede también verse limitada
por la capacidad del organismo para producir sudor (como
máximo entre 1 y 2 l/h).

Regulación térmica en ambientes
fríos

Una diferencia importante entre la respuesta del ser
humano al frío y su respuesta al calor es que la conducta
desempeña una función mucho más importante
en la primera. Por ejemplo, el uso de prendas adecuadas y la
adopción
de posturas que reduzcan la superficie disponible para la
pérdida de calor ("encogerse") son mucho más
importantes en condiciones de frío que en condiciones de
calor. Una segunda diferencia es la importancia que cobra la
función de las hormonas
durante el estrés por frío, así como la
mayor secreción de catecolaminas (norepinefrina y
epinefrina) y hormonas tiroideas.

Vasoconstricción
periférica

Una estrategia eficaz
contra la pérdida de calor corporal por radiación y
convección consiste en aumentar el aislamiento efectivo
proporcionado por la periferia. En el ser humano, esto se
consigue reduciendo el flujo sanguíneo periférico,
es decir, por vasoconstricción periférica. La
constricción de los vasos cutáneos es más
pronunciada en las extremidades que en el tronco.

Al igual que la vasodilatación activa, la
vasoconstricción periférica está
también controlada por el sistema nervioso
simpático y se ve afectada por Tc, Tsk y las
temperaturas locales. El efecto del enfriamiento de la piel en la
respuesta de la frecuencia cardíaca y la presión
arterial depende de la zona del cuerpo que se haya enfriado y de
que el frío sea lo suficientemente intenso como para
causar dolor. Por ejemplo, cuando las manos se sumergen en agua
fría, aumentan la FC, la presión arterial
sistólica (PAS) y la presión arterial
diastólica (PAD).

Cuando el rostro se enfría, la PAS y la PAD
aumentan como consecuencia de una respuesta simpática
generalizada; sin embargo, la FC se reduce debido a un reflejo
parasimpático (LeBlanc 1975). Para aumentar todavía
más la complejidad de la respuesta global al frío,
existe una gran variabilidad de una persona a otra.
Si el estrés por frío es lo suficientemente intenso
como para reducir la temperatura interna del organismo, la FC
puede aumentar (por la activación simpática) o
disminuir (por el mayor volumen sanguíneo
central).

Un caso especialmente interesante es el de la
vasodilatación inducida por frío. Cuando las
manos se sumergen en agua fría, el FSP se reduce
inicialmente para conservar el calor. A medida que desciende la
temperatura de los tejidos, el FSP aumenta
paradójicamente, vuelve a reducirse y repite esta pauta
cíclica. Se ha sugerido que la vasodilatación
inducida por frío sirve para prevenir lesiones en los
tejidos por congelación, aunque esta afirmación no
ha podido demostrarse todavía.

Desde un punto de vista mecánico, la
dilatación transitoria se produce probablemente cuando los
efectos directos del frío tienen la gravedad suficiente
como para reducir la transmisión nerviosa, anulando
temporalmente la estimulación inducida por el frío
de los receptores simpáticos situados en los vasos
sanguíneos (mediadores del efecto constrictor).

Escalofríos

A medida que el cuerpo se va enfriando, la segunda
línea de defensa es el escalofrío, que consiste en
una contracción aleatoria involuntaria de las fibras
musculares superficiales, sin reducir la pérdida de calor
pero aumentando su producción. Puesto que este tipo de
contracciones no producen ningún trabajo, se libera calor.
Una persona en reposo puede multiplicar por tres o cuatro su
producción de calor metabólico con una tiritona
intensa y aumentar así Tc en 0,5
ºC.

Las señales para iniciar los escalofríos
se originan principalmente en la piel y, además de los
centros supra y preópticos de hipotálamo anterior,
el hipotálamo posterior interviene también en
cierta medida.

Aunque son muchos los factores que contribuyen a la
aparición de escalofríos (y a la adaptación
al frío en general), uno de los más importantes es
la cantidad de grasa corporal. Un hombre con poca grasa
subcutánea (entre 2 y 3 mm de espesor) comienza a sentir
escalofríos al cabo de 40 min a 15 ºC y de 20 min a
10 ºC, mientras que un hombre con mayor cantidad de grasa
aislante (11 mm) posiblemente no experimente escalofríos a
15 ºC y sólo al cabo de 60 min a 10 ºC (LeBlanc
1975).

EFECTOS DEL ESTRES POR CALOR
Y TRABAJO EN AMBIENTES CALUROSOS

Cuando una persona se ve expuesta al calor, se activan
los mecanismos fisiológicos de termolisis para mantener la
temperatura normal del organismo. Los flujos de calor entre el
organismo y el medio ambiente dependen de la diferencia de
temperatura entre:

1. el aire circundante y objetos como paredes, ventanas,
el cielo, etc.,

2. la temperatura superficial de la persona

La temperatura superficial de la persona está
regulada por mecanismos fisiológicos, como variaciones en
el flujo sanguíneo periférico y la
evaporación del sudor secretado por las glándulas
sudoríparas. Además, la persona puede cambiarse de
ropa para influir en el intercambio de calor con el medio
ambiente. Cuanto más calurosas sean las condiciones
ambientales, menor será la diferencia entre la temperatura
ambiente y la temperatura superficial de la piel o de la
ropa.

Con ello, el "intercambio de calor seco" por
convección y radiación se reduce en ambientes
cálidos comparado con los ambientes fríos. Cuando
la temperatura ambiente es superior a la temperatura corporal
periférica, el cuerpo absorbe calor de su
entorno.

En este caso, el calor absorbido, sumado al calor
liberado por los procesos metabólicos, debe perderse
mediante evaporación del sudor para mantener la
temperatura corporal. Así, la evaporación del sudor
adquiere una importancia cada vez mayor al aumentar la
temperatura ambiente. Por este motivo la velocidad del aire y la
humedad ambiental (presión parcial del vapor de agua) son
factores ambientales críticos en ambientes
calurosos.

Cuando la humedad es alta, el cuerpo sigue produciendo
sudor, pero la evaporación se reduce. El sudor que no
puede evaporarse no tiene efecto de enfriamiento: resbala por el
cuerpo y se desperdicia desde el punto de vista de la
regulación térmica. El cuerpo humano
contiene aproximadamente un 60 % de agua, lo que supone entre 35
y 40 l en una persona adulta. Casi la tercera parte del agua
corporal corresponde al líquido extracelular, que se
distribuye entre las células y el sistema vascular (plasma
sanguíneo). Los restantes dos tercios del agua corporal
corresponden al líquido intracelular, que se encuentra en
el interior de las células. La composición y el
volumen de los compartimientos de agua corporal están
sometidos a un estrecho control en el que intervienen mecanismos
hormonales y neurológicos.

El sudor es secretado por los millones de
glándulas sudoríparas que se encuentran en la
superficie de la piel cuando se activa el centro de la
regulación térmica por un aumento de la temperatura
corporal.

El sudor contiene sal (NaCl, cloruro sódico),
aunque en menor medida que el líquido extracelular. Por
consiguiente, con el sudor se pierden agua y sal, que deben
reponerse.

Efectos de la sudoración

En ambientes térmicamente neutros y confortables
se pierden pequeñas cantidades de agua por difusión
a través de la piel. Con todo, cuando se realiza un
trabajo intenso en condiciones de calor, las glándulas
sudoríparas activas pueden excretar grandes cantidades de
sudor, hasta más de 2 l/h durante varias horas. Incluso
una pérdida de sudor de tan sólo el 1 % del peso
corporal (entre 600 y 700 ml) afecta considerablemente al
rendimiento laboral, lo que se manifiesta en un aumento de la
frecuencia cardíaca (FC) (la FC aumenta unos cinco latidos
por minuto por cada 1 % de pérdida de agua corporal) y de
la temperatura interna del organismo.

Si el trabajo es continuado, se produce un aumento
gradual de la temperatura corporal, que puede alcanzar un valor
cercano a 40 ºC, una temperatura a la que probablemente se
producirán trastornos por calor, debido en parte a la
pérdida de líquido del sistema vascular.

La pérdida de agua del plasma sanguíneo
reduce la cantidad de sangre que llena las venas centrales y el
corazón, de manera que, con cada latido, el corazón
tiene que bombear un volumen sistólico más
pequeño. Como consecuencia, el gasto cardíaco (la
cantidad total de sangre que es expelida del corazón por
minuto) tiende a reducirse y la frecuencia cardíaca tiene
que aumentar para mantener la circulación y la
presión arterial. Un sistema de control
fisiológico, llamado el sistema de reflejos de los
barorreceptores, mantiene unos niveles normales del gasto
cardíaco y la presión arterial en todas las
condiciones.

En estos reflejos participan receptores, sensores
presentes en el corazón y el sistema arterial (aorta y
arterias carótidas) que vigilan el grado de
distensión del corazón y los vasos por la sangre
que los llena. Los impulsos de estos sensores viajan a
través de los nervios hasta el sistema nervioso central y
desencadenan una serie de ajustes que, en caso de
deshidratación, producen una constricción de los
vasos sanguíneos y una reducción del flujo
sanguíneo a las vísceras (hígado, intestino,
riñones) y a la piel. De esa forma, el flujo
sanguíneo disponible se redistribuye para favorecer la
circulación hacia los músculos que están
trabajando y el cerebro (Rowell 1986).

Una deshidratación severa puede producir
agotamiento por calor y colapso circulatorio; en estas
circunstancias, la persona es incapaz de mantener la
presión arterial y la consecuencia es que pierde el
conocimiento. Los síntomas del agotamiento por calor
son cansancio generalizado, habitualmente con cefalea,
atontamiento y náuseas.

La principal causa del agotamiento por calor es el
estrés circulatorio provocado por la pérdida
hídrica del sistema vascular. La reducción del
volumen sanguíneo activa una serie de reflejos que reducen
la circulación a los intestinos y la piel. La
disminución del flujo sanguíneo periférico
agrava la situación, puesto que se reduce la
pérdida de calor en la superficie y aumenta todavía
más la temperatura interna.

El individuo puede desvanecerse por una caída de
la presión arterial y la consiguiente disminución
del riego cerebral. Cuando la persona se tumba, aumenta el aporte
sanguíneo al corazón y al cerebro y, una vez que se
enfría y bebe algo de agua, se recupera de forma casi
inmediata.

Si los procesos que causan el agotamiento por calor se
"descontrolan", la persona puede sufrir un golpe de calor. La
reducción gradual de la circulación
periférica hace que la temperatura aumente cada vez
más y esto produce una reducción o incluso un
bloqueo total de la sudoración y un aumento más
rápido de la temperatura interna, que causa colapso
circulatorio y puede provocar la muerte o
lesiones cerebrales irreversibles.

En los pacientes que han sufrido un golpe de calor se
observan cambios en la sangre (como elevada osmolalidad, bajo
pH, hipoxia,
adherencia celular de los hematíes, coagulación
intravascular) y daños en el sistema nervioso. El reducido
aporte sanguíneo al intestino puede causar daños en
los tejidos y la liberación de sustancias (endotoxinas)
que provocan fiebre (Hales y
Richards 1987).

Además de la pérdida hídrica, la
sudoración produce una pérdida de electrolitos,
principalmente sodio (Na+ ) y cloro (Cl ),
aunque en menor medida también magnesio (Mg++),
potasio (K+) y otros (véase la Tabla 42.1). El
sudor contiene menos sal que los compartimientos de
líquidos corporales, cuya concentración de sal
aumenta con la excreción de sudor.

Así se produce un efecto específico en la
circulación, al afectar a la musculatura vascular lisa que
controla el grado de dilatación de los vasos. Ahora bien,
algunos investigadores han demostrado que interfiere con la
capacidad de sudoración, de tal manera que se requiere una
mayor temperatura corporal para estimular las glándulas
sudoríparas: se reduce la sensibilidad de éstas
(Nielsen 1984). Si el sudor excretado se repone simplemente con
agua, puede ocurrir que el contenido de cloruro sódico en
el organismo sea menor que en estado normal (hipo
osmótico).

El resultado es la aparición de calambres por una
alteración del funcionamiento de los nervios y los
músculos, un trastorno que antes se conocía como
"calambres del minero" o "calambres del fogonero" y que puede
prevenirse añadiendo sal a la dieta (en los años
veinte en el Reino Unido se recomendaba beber cerveza como
medida preventiva).

Tanto la menor circulación periférica como
la actividad de las glándulas sudoríparas afectan a
la regulación térmica y la pérdida de calor
de tal manera que la temperatura interna del organismo aumenta
más que en un estado de plena
hidratación.

En muchas profesiones diferentes, los trabajadores
están expuestos a estrés por calor externo; por
ejemplo, trabajadores de las plantas
siderúrgicas, industrias del
vidrio, papeleras,
panaderías, industrias mineras. También los
deshollinadores y los bomberos están expuestos a calor
externo. Las personas que trabajan en espacios confinados como
vehículos, buques y aviones pueden sufrir asimismo los
efectos del calor.

Los trabajadores que utilizan prendas protectoras o que
realizan trabajos pesados con prendas impermeables pueden ser
víctimas de agotamiento por calor incluso con unas
temperaturas ambientales moderadas o frescas. Los efectos nocivos
del estrés por calor se manifiestan cuando aumenta la
temperatura interna del organismo y se produce una intensa
sudoración.

Rehidratación

Los efectos de la deshidratación por la
pérdida de sudor pueden remediarse bebiendo la cantidad
suficiente de líquidos para reponer el sudor. La
rehidratación suele tener lugar durante la
recuperación después del trabajo y el ejercicio.
Con todo, cuando se realizan trabajos prolongados en ambientes
calurosos, el rendimiento laboral mejora si el trabajador ingiere
líquidos al mismo tiempo que realiza la actividad. El
consejo habitual es, por tanto, beber cuando se tenga
sed.

No obstante, existen algunos problemas importantes. Uno
de ellos es que la sensación de sed no es lo
suficientemente intensa para compensar la pérdida
hídrica que se produce al mismo tiempo; en segundo lugar,
el tiempo necesario para reponer un gran déficit
hídrico es muy largo, más de 12 horas.

Por último, existe un límite en la
velocidad a la que el agua puede
pasar del estómago (donde se almacena) al intestino, donde
tiene lugar la absorción. La velocidad es menor que las
tasas de sudoración observadas cuando se realizan
esfuerzos en condiciones de calor.

Se han efectuado numerosos estudios sobre distintas
bebidas para reponer el agua, los electrolitos y los
depósitos de hidratos de carbono que
pierden los atletas cuando realizan esfuerzos prolongados. Los
principales hallazgos han sido los siguientes:

  • La cantidad de líquido que puede utilizarse
    (es decir, que puede transportarse del estómago al
    intestino) está limitada por la "velocidad de vaciado
    gástrico", cuyo máximo es de unos 1.000
    ml/h.
  • Si el líquido es
    "hiperosmótico" (contiene iones/moléculas en
    mayor concentración que la sangre), esta velocidad se
    reduce. Por el contrario, los "líquidos
    isoosmóticos" (que contienen agua e
    iones/moléculas en la misma concentración y
    osmolalidad que la sangre) pasan a la misma velocidad que el
    agua pura.
  • La adición de pequeñas
    cantidades de sal y azúcar aumenta la velocidad de
    absorción de agua en el intestino (Maughan
    1991).

Teniendo lo anterior en cuenta, se pueden preparar
"líquido de rehidratación" o elegir alguno de los
muchos productos que
se venden en el mercado.
Normalmente el equilibrio
hídrico y electrolítico se restablece al beber
durante las comidas. Los trabajadores o atletas que pierden
grandes cantidades de sudor tienen que esforzarse en beber
más de lo que les apetece. El sudor contiene entre 1 y 3 g
de NaCl por litro, por lo que la pérdida de más de
unos 5 l al día puede causar una depleción salina a
no ser que se añadan suplementos a la dieta.

A los trabajadores y atletas se les recomienda
también que controlen su equilibrio hídrico
pesándose con frecuencia —por ejemplo, por las
mañanas (a la misma hora y en las mismas
condiciones)— y que intenten mantener un peso
constante.

En cualquier casos, una variación del peso
corporal no refleja necesariamente un cierto grado de
deshidratación. El agua forma enlaces
químicos con el glucógeno, un hidrato de
carbono almacenado en los músculos, y se libera cuando el
glucógeno se utiliza durante el ejercicio.

Dependiendo del contenido de glucógeno en el
organismo, pueden producirse cambios de peso de hasta 1 kg. El
peso corporal medido todas las mañanas refleja
también los cambios producidos por las "variaciones
biológicas" en el contenido de agua: por ejemplo, en
relación con el ciclo
menstrual, la mujer puede
retener hasta 1 o 2 kg de agua durante la fase premenstrual
("tensión premenstrual").

Control hídrico y
electrolítico

El volumen de los compartimientos de agua corporal (es
decir, los volúmenes de líquidos extracelular e
intracelular) y sus concentraciones de electrolitos se mantienen
muy constantes gracias a un equilibrio regulado entre la
absorción y la pérdida de líquidos y
sustancias.

El agua se obtiene con la ingestión de alimentos y
líquidos. Los procesos metabólicos, como la
combustión de las grasas y los
hidratos de carbono contenidos en los alimentos, liberan
también una cierta cantidad de agua. La pérdida de
agua se produce en los pulmones durante la respiración,
cuando el aire inspirado absorbe el agua presente en las
superficies húmedas de las vías respiratorias antes
de ser exhalado. En ambientes térmicamente neutros y en
reposo, se difundan pequeñas cantidades de agua a
través de la piel.

Ahora bien, con la sudoración la pérdida
de agua puede llegar a más de 1 o 2 litros por hora
durante varias horas. El contenido hídrico del organismo
está controlado. El aumento de la pérdida de agua a
través de la sudoración se compensa con la bebida y
una menor excreción de orina, mientras que el exceso de
agua se pierde mediante una mayor producción de
orina.

Tal control de la absorción y la excreción
de agua se ejerce a través del sistema nervioso
autónomo y las hormonas. La sensación de sed
aumenta la ingestión de agua y la excreción renal
de agua está regulada. También el volumen y la
composición de electrolitos de la orina están
sujetos a control. Los sensores que participan en este mecanismo
de control se encuentran en el corazón y se activan con la
"saturación" del sistema vascular.

Cuando el llenado del corazón se reduce (por
ejemplo, tras la pérdida de sudor), los receptores
envían un mensaje a los centros del cerebro responsables
de la sed y a las áreas que inducen la liberación
de hormona antidiurética (HAD) en la pituitaria posterior
que actúa reduciendo el volumen de orina.

Existen también mecanismos fisiológicos
que controlan la composición electrolítica de los
líquidos corporales a través de procesos que tienen
lugar en los riñones. Los alimentos contienen nutrientes,
minerales,
vitaminas y
electrolitos.

En el presente contexto, lo más importante es la
ingesta de cloruro sódico con la dieta, que varía
según los hábitos alimenticios entre 10 y 20-30 g
al día. Es una cantidad normalmente mucho mayor de la
necesaria, de manera que el exceso se excreta a través de
los riñones, un proceso controlado por múltiples
mecanismos hormonales (angiotensina, aldosterona, ANF, etc.), a
su vez controlados por los estímulos procedentes de los
osmorreceptores del cerebro y los riñones en respuesta
sobre todo a la osmolalidad del Na+ y el Cl
en la sangre y en el líquido renal,
respectivamente.

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