Holismo e individualismo metodológico en la sociología clásica y contemporánea
- Introducción
- Tres
alternativas frente a una polémica - La
posición de los clásicos - Concurrencia entre el individualismo y el
holismo metodológico en la explicación
social - Conclusión
- Bibliografía
- Notas
Resulta difícil negar el hecho de que el hombre nace dentro de un
contexto social objetivo y que lo produce y
reproduce en cuanto adquiere la capacidad para conducirse dentro
de él 1. Ahora bien, el poder explicativo de una
teoría social depende del
grado de desarrollo que alcance en la
elucidación del vínculo entre la acción de ese individuo y el entorno social
que le viene dado.
Para dar cuenta, verdaderamente, de esta relación,
el cientista social, en su explicación, debe valorar de
manera ecuánime la incidencia causal tanto de los factores
sociales como de los individuales. Es justamente en este marco
donde se libra el debate que nos interesa
tratar: ¿en la explicación de un fenómeno social
se debe otorgar relevancia causal a las creencias, intenciones y
estados mentales de los individuos, o por el contrario, se debe
enfatizar el rol que desempeñan las condiciones, estructuras o instituciones sociales en la
configuración de la conducta humana?
Para limitar el campo de análisis, dada la
amplitud de cuestiones que involucra la polémica
holismo-individualismo metodológico, conviene ceñirnos
a la hipótesis del trabajo. Mi propósito es
demostrar que, a partir de las tres alternativas que plantea
Corina Yturbe en cuanto a las posiciones que se pueden adoptar en
torno al debate, sólo una da
cuenta de la verdadera naturaleza de la realidad
social, del individuo y del vínculo que los une, sin caer en
falsas reducciones ni desconociendo partes importantes de la
realidad. Para mostrar las virtudes y defectos de cada una de las
opciones consideraré, básicamente, las posturas que
adoptaron los representantes de la teoría social
clásica y algunos de los miembros más importantes de la
sociología contemporánea 2.
Tres alternativas frente a una
polémica
Según Yturbe, existen tres alternativas con
respecto al debate holismo-individualismo metodológico, cada
una plantea de un modo diferente la actitud que se puede adoptar
frente a sendas perspectivas epistémicas:
– la primera opción supone que el individualismo y
el holismo son dos enfoques en competencia, que son dos
metodologías excluyentes: o se adopta el punto de vista
holista donde la realidad social se explica, principalmente,
apelando a estructuras; o bien se adopta el punto de vista
individualista, donde a la base de toda explicación se
encuentra el individuo, sus intereses, creencias y
deseos.
– una segunda actitud que puede adoptar el cientista
social frente a la disyuntiva holismo e individualismo consiste
en suponer que el uso de una u otra metodología depende del
fenómeno a explicar; así, cada una se vería como
un proyecto explicativo distinto y
guiado por un interés específico:
según el aspecto de la realidad social que se pretenda
estudiar se adoptará un método u otro.
– una última forma de entender la relación
entre ambos enfoques epistémicos es suponer que son
complementarios, es decir, considerar que es posible elaborar una
teoría social donde los dos tipos de factores causales,
estructuras sociales e individuos, tengan ambos un papel
relevante en la explicación; así, dar cuenta de la
realidad social incluiría tanto la subjetividad del
individuo (racionalidad, intereses, intenciones) como el contexto
social en donde tiene lugar.
Subrayando, sobre todo, los lineamientos teóricos
principales en donde aparezca más claramente formulado el
principio metodológico adoptado, conviene exponer
sumariamente la doctrina de cada uno de los autores
escogidos.
Tanto Marx como Durkheim y Weber asientan sus respectivos
proyectos teóricos sobre
la base de una sola concepción metodológica, los dos
primeros autores lo hacen sobre la plataforma del holismo y el
último sobre la del individualismo3.
Marx, al igual que Durkheim, adopta el principio del
holismo metodológico, en tanto explica la conducta de los individuos
apelando a leyes macroscópicas y
descripciones de las posiciones o situaciones que ocupan los
individuos al interior del conjunto social.
El carácter holístico
de la presentación marxista de las condiciones de la
existencia humana es revelado en cuanto se consideran los
conceptos que utiliza para formular su teoría:
formación social, fuerza productiva, relaciones
de producción, conciencia de clase, etc.
El materialismo histórico es la
concepción que establece que el resorte fundamental del
desarrollo de la historia se encuentra en la actividad
productiva y en las consiguientes relaciones sociales que trae
aparejada. Así, la historia, y cualquier fenómeno
social, puede explicarse al margen de las iniciativas,
intenciones o estados de la conciencia del hombre. El marxismo considera que los
agentes históricos son meros portadores de ciertas
relaciones sociales y que todas las esferas de la vida, social e
individual, son reflejo, en última instancia, de la base
económico-productiva de la sociedad. De esta manera, no
hay acción que no esté orientada por las condiciones
materiales de la existencia,
porque el hombre no puede determinar de modo consciente su propio
destino: la situación de clase crea una situación en la
que todo el destino de un individuo está determinado por la
clase a la que pertenece y la función que se le ha
asignado en el sistema productivo.
El otro gran exponente del holismo metodológico es
Durkheim, cuya formulación teórica aparece, a primera
vista, como mucho más "radical" que la de Marx. La
teoría durkheminiana contiene explicitada la perspectiva
holística en términos metafísicos: los hechos
sociales son cosas que se conocen a través de la
observación, de una
naturaleza completamente diferente de los estados psíquicos
de la conciencia individual. Durkheim estudia los fenómenos
sociales en sí mismos, independientemente de los sujetos que
están implicados en ellos.
"Los modos colectivos de obrar y de pensar" tienen una
realidad objetiva, una existencia propia, y un poder coercitivo
que hace que las voluntades individuales no puedan oponer
resistencia. Así, el
sustrato de un hecho social no es el individuo sino la sociedad,
que es definida no como un simple agregado de individuos, sino
como un todo real y orgánico, donde las distintas funciones -clases- que la
componen cooperan entre sí en situaciones
normales.
En La división del trabajo social se ofrece
una definición resumida y muy ilustrativa de la
orientación epistemológica escogida:
La conciencia colectiva o común es el conjunto de
creencias y de sentimientos comunes al término medio de los
miembros de una misma sociedad, constituye un sistema determinado
que tiene vida propia… es independiente de sus manifestaciones
particulares, es la misma en las grandes y pequeñas
ciudades, en las distintas profesiones, en las diferentes
generaciones…4
El autor adopta una perspectiva holista incluso para
estudiar un fenómeno como el suicido, donde parece patente
el hecho de que al menos algún rol explicativo importante
deben tener los estados psíquicos o mentales y que no son
tomados en cuenta5.
Cabe realizar una última observación: Durkheim
reconoce que las cosas sociales se actualizan a través de la
acción de los hombres, pero estos son siempre objetos
pasivos, nunca sujetos actuantes (los hechos sociales residen en
la propia sociedad y no en los miembros que los
producen).
Para señalar las limitaciones del holismo
metodológico, es conveniente formular una de las
críticas que Watkins6 le dirige y que es una
falla en la que incurre tanto el materialimo histórico como
la teoría social durkheminiana. Según el filósofo,
no es posible captar las características totales de una
situación social, antes de aprender algo acerca de las
situaciones individuales de los protagonistas de dichas
situaciones; aduce que es falsa la presunción de que se
pueden detectar los rasgos esenciales de alguna totalidad
histórica permaneciendo alejado de las conductas de los
sujetos concretos.
Por otro lado, hay que admitir que las cosas sociales no
son producto de la
"generación espontánea", son creadas y recreadas
permanentemente por voluntades particulares que actúan en
situaciones concretas y con fines específicos y, que la
mayoría de las veces saben lo que hacen. Normalmente, en la
vida cotidiana, conocemos lo qué hacemos, por qué lo
hacemos y en qué momento hacerlo; y por otra parte,
interpretamos acertadamente qué hace el otro, por qué
razón lo hace y por qué lo hace en un momento
particular. Esto significa que una teoría social debe ubicar
en el centro el hecho cotidiano de que los agentes humanos son
conocedores de las condiciones sociales con las que día a
día se entretejen sus acciones y que no son
meramente sujetos pasivos abandonados al arbitrio de entidades
supraindividuales que determinan su conducta.
Además, es acertada la observación que realiza
Watkins al sostener que una postura como la de Durkheim, al
otorgarles una realidad objetiva análoga a la de una
sustancia, duplica y no explica la naturaleza de los
fenómenos sociales7.
Por su parte, Popper critica explicitamente al holismo
en general y al marxismo en particular, argumentando que las
teorías sociales
holísticas son ambiguas en el uso de los términos que
hacen referencia al todo social8 y que este no puede
ser estudiado desde su carácter de totalidad: la ciencia es selectiva puesto
que no es posible para el hombre construir una teoría que
contemple todos los aspectos del mundo 9.
Max Weber, formula su propia teoría
sociológica desde la perspectiva del individualismo
metodológico; desde su óptica, el objetivo
principal de las ciencias sociales se encuentra
en la interpretación del
sentido subjetivo de las acciones. Para entenderlo claramente
conviene exponer lo que se conoce como el postulado weberiano
de interpretación subjetiva, porque es particularmente
allí donde son más manifiestas las limitaciones del
individualismo metodológico a la hora de explicar la
realidad social.
Según Weber, las ciencias sociales procuran
comprender los fenómenos sociales en términos de
categorías provistas de sentido de la experiencia humana
individual: toda conducta humana socialmente significativa es una
expresión de estados psíquicos motivados; el
investigador social no puede contentarse con estudiar los
procesos sociales como sucesos
externamente relacionados, sino que debe construir tipos ideales
10, en cuyos términos comprender la conducta
social.
En suma, el postulado sostiene que todas las
explicaciones científicas del mundo social deben referirse
al sentido subjetivo que confieren los hombres a sus propias
acciones, porque toda conducta manifiesta tiene su origen en
determinados estados psíquicos, intencionales o
motivacionales 11.
Es cierto que todas las explicaciones científicas
del mundo social pueden y deben referirse al sentido subjetivo de
las acciones de los seres humanos en los que se origina la
realidad social, pero el comportamiento de un actor
sólo puede comprenderse con respecto a una situación
que se encuentra condicionada por variables sociales.
El supuesto del individualismo metodológico de que
la sociedad es un conjunto de personas que se comportan de manera
más o menos inteligible y que se influyen mutuamente, parece
bastante sensato, lo que sucede es que es insuficiente. Las
preferencias, el egoísmo y la racionalidad no bastan a la
hora de dar cuenta de los procesos histórico-sociales, es
necesario agregar otros supuestos: el modo en que las estructuras
limitan las acciones, el modo en que se vinculan los actores para
convertirse en actores sociales colectivos, el modo en que se
renuevan, modifican o trastocan las estructuras sociales a partir
de las acciones particulares, etc. La comprensión de una
situación social compleja no puede derivarse exclusivamente
del conocimiento de las
predisposiciones, creencias y relaciones de los
individuos.
Ya señaladas las limitaciones, tanto de una como de
otra versión metodológica, sobre la base de la
sociología clásica, volvamos y relacionemos esto con
las alternativas que planteaba Corina Yturbe.
Se había dicho que los tres autores se encolumnaban
detrás de la concepción que sostenía que el
holismo y el individualismo eran dos métodos mutuamente
excluyentes. Ahora bien, adoptar la primera alternativa frente al
debate en cuestión, implica otorgar prioridad explicativa a
tipos distintos de factores causales: a las creencias, acciones e
intenciones de los individuos, en el caso del individualismo
metodológico, o a las propiedades de las estructuras
sociales en el caso del holismo. Esta alternativa parece poco
fructífera, ya que supone una reducción del objeto de
estudio de la sociología: ya sea a las estructuras (en cuyo
caso, el hombre se transforma en un mero portador de funciones o
estructuras sociales) o al individuo (y el contexto
histórico-social queda reducido sin ninguna incidencia
causal sobre la acción individual).
Preferir una metodología en detrimento de otra,
implica sobredimensionar determinados aspectos de la realidad
social en perjuicio de otros no menos importantes: en una
acción social nunca se persiguen únicamente intereses
propios; así como, tampoco hay contexto ni estructura social que no
implique individuos con capacidad de producirlos y reproducirlos.
No se está afirmando que quienes adoptan el individualismo
como método nieguen la existencia de estructuras sociales,
sino que no le conceden relevancia explicativa ni eficacia causal: argumentan que
las estructuras no pueden actuar, sólo los individuos, y por
lo tanto, las características de las estructuras sociales no
son sino resultado de rasgos individuales (son los sujetos
individuales los que determinan el curso de los acontecimientos,
entendiendo sujeto como agente racional e intencional). Por otro
lado, quienes aceptan el holismo, no sostienen que las
estructuras existen o actúan independientemente de sus
miembros, sino que son las estructuras las que actúan a
través de los individuos y que para explicar las
características de los individuos se debe apelar a las
propiedades de aquéllas (es el contexto social el que
produce a los individuos y el que configura su capacidad de
actuar).
Así, hemos desechado la primera opción que
planteaba la autora porque la elección de un método u
otro deja sin explicar aspectos importantes de la realidad
social; ahora queda por resolver cuál de las otras dos
alternativas planteadas es más viable a la hora de dar
cuenta del mundo social.
En cuanto a la segunda alternativa, respecto de las
posibles actitudes que se pueden asumir
en la discusión epistemológica que se está
considerando, cabe indicar que adoptar alternativamente el
holismo o el individualismo según el fenómeno a
estudiar o el interés del científico social, no supera
ninguna de las dificultades teóricas que suponía la
primera alternativa. El cientista social que adopte esta actitud
no conjuga ambas perspectivas al interior de una misma
explicación sino que las utiliza de manera alternativa, no
concurrente, y por tanto se cometen, alternativamente, tanto las
faltas del holismo como las
del individualismo.
Concurrencia entre el
individualismo y el holismo metodológico en la
explicación social
Aún resta por considerar la última alternativa
plantada por Yturbe, respecto del debate holismo-individualismo,
y examinar si es una opción viable o si sólo constituye
un proyecto impreciso, ecléctico, que no puede plasmarse en
ninguna explicación científica concreta.
Afirmar que es posible conjugar, en una misma
explicación, tanto factores causales sociales como
individuales, implica recuperar el sujeto como agente racional y
actuante -que el pensamiento estructuralista
disuelve en las estructuras sociales-, pero también, evitar
una caída en el subjetivismo, que tiende a explicar las
acciones colectivas y las individuales a partir de la suma de
elecciones y propósitos particulares. Así, debe
admitirse que los seres humanos son agentes que razonan, tienen
intenciones, conciencia y capacidad, pero también reconocer
que los planes, los motivos o la racionalidad se encuentran
limitados por condiciones y variables que exceden al sujeto
individual.
La relación entre acción humana y estructura social debe
entenderse, tal como sostiene Giddens, a partir del
reconocimiento de una doble dualidad que está implicada en
el proceso de reproducción social: la
dualidad de la estructura 12 (dada por las reglas y
los recursos) y la del sujeto (dada
por su capacidad y cognoscibilidad). Desde este punto de vista,
para dar cuenta de la realidad social es necesario comprender la
acción del individuo en términos de motivos y fines y
así mismo identificar al contexto social como medio y
resultado de la acción, como constituido y constituyente del
comportamiento
humano.
En la teoría de la estructuración, Anthony
Giddens reconoce, ante todo, que las acciones se dan en el marco
de condiciones no reconocidas y de consecuencias no anticipadas
13*
, dos conceptos centrales de cualquier perspectiva
holística; pero categorías tales como monitoreo
reflexivo de la acción y racionalización de la
acción que hacen referencia al carácter intencional del
comportamiento humano, constituyen rasgos inequívocos del
individualismo metodológico.
Giddens encuentra en el concepto de acción dos
componentes básicos de la conducta humana: la capacidad y la
cognoscibilidad. La capacidad es la posibilidad que tiene un
agente humano de haber actuado de otra manera y la
cognoscibilidad son todas aquellas cosas que los miembros de una
sociedad conocen acerca de la misma y de las condiciones de su
actividad dentro de ella 14.
Pero la sociedad no es el resultado del proyecto
intencional de uno o más individuos, sino que toda actividad
humana tiene lugar en el contexto de estructuras sociales que
tienen una larga trayectoria en el tiempo que al individuo le
vienen dadas al nacer.
La sociedad contiene estructuras que existen pero no
como una cosa en el mundo, tienen una existencia virtual,
potencial, se actualizan en la medida en que funcionan, y
funcionar implica que haya agentes que actúen, que "hagan
uso" de ella. El agente social tiene conciencia y capacidad, pero
una acción no puede tener lugar si la estructura no provee
de dos elementos importantes que son constitutivos de ella: las
reglas (restricciones, limitaciones a la capacidad del agente,
definen lo que puede hacer y lo que no) y los recursos (permiten
que la regla se cumpla, son la condición de posibilidad para
que el agente actúe). Las estructuras son duales, están
constituidas por reglas -que limitan- y por recursos -que
posibilitan.
La estructura es condición y medio para la
acción pero no es superior al individuo, sin él no
existe, porque no tiene razones ni necesidades de ninguna clase,
sólo el actor las tiene y son sus actividades las que
constituyen y reconstituyen las sociedades -en el marco de las
consecuencias no intencionadas y condiciones no reconocidas, pero
también en el del monitoreo reflexivo de la acción y en
el de la racionalidad.
Las estructuras sociales suceden y son hechas suceder a
través de los múltiples actos de los agentes
individuales, que conocen mucho, tanto en el sentido de la
conciencia práctica como en el de la discursiva, acerca de
las condiciones en donde tienen lugar sus actividades. Así,
las estructuras sociales están constituidas por acciones y
relaciones humanas, pero a su
vez, esas acciones están influidas por las
características estructurales de la sociedad en que
ocurren.
La continuidad y el cambio social han de
entenderse como una mezcla entre la voluntad de individuos que
tienen capacidad de acción y conocimiento del medio social
en el que viven, y las variables desconocidas y las consecuencias
no previstas de las acciones de los agentes humanos. Los cambios
se producen en parte porque las personas pretenden que ocurran, y
en parte por las consecuencias que nadie prevé.
Según el punto de vista holístico, los
individuos son producto de la sociedad, la cual no sólo
impone límites a sus deseos, metas
y posibilidades de llevar a cabo sus proyectos, sino que los
configura. Pero el holismo olvida que la realidad social contiene
un significado y un plexo de significatividades para los seres
humanos que viven, actúan y piensan dentro de ella
15. Tal como lo señala Alfred Schütz, el
hombre desde el comienzo experimenta el mundo social cultural
como provisto de sentido, es el pensamiento de sentido común
el que refleja el conocimiento que tienen los
hombres en su vida cotidiana de las diferentes dimensiones del
mundo social en que vive, a través de él se orienta
dentro de la sociedad y se puede entender con los demás
miembros. En la vida cotidiana, en la interacción con otros
agentes humanos, comprendemos su conducta porque comprendemos sus
motivos, elecciones, objetivos y planes (no en sus
circunstancias biográficamente determinadas sino en su
tipicidad), este sentido subjetivo que tiene una acción para
el actor es el referido por Weber en el postulado de
interpretación subjetiva. Por lo tanto, no dar cuenta de
estas dimensiones simbólicas que tienen una importancia
decisiva en el comportamiento cotidiano de los individuos implica
desconocer, al menos como factor causal, una parte fundamental de
la realidad social.
Por su parte, en la teoría de la acción
comunicativa, Jürgen Habermas también complementa una
perspectiva holística con una individualista al considerar
que en la comprensión del mundo social son tan importantes
las acciones que llevan a cabo los sujetos individuales como el
contexto en el que están insertas: en las comunicaciones cotidianas, una
manifestación nunca tiene significado por sí misma,
sino que recibe parte de su contenido semántico del contexto
cuya comprensión el hablante supone en el oyente.
Para Habermas el concepto de acción del individuo
es central y lo desarrolla en cuatro conceptos básicos:
acción teleológica y su variante estratégica,
acción regulada por normas, acción
dramatúrgica y acción comunicativa. Todas estas
acciones suponen un agente dotado de un "complejo
cognitivo-volitivo" que le permite desarrollar conductas a partir
del conocimiento de los estados de cosas existentes en el
mundo.
Por otra parte, este sujeto al llevar a cabo sus
acciones se mueve en el horizonte de tres mundos:
– el mundo objetivo, como conjunto de todas las
entidades sobre las que son posibles enunciados
verdaderos,
– el mundo social, como conjunto de todas las relaciones interpersonales
legítimamente reguladas, y
– el mundo subjetivo, como totalidad de vivencias del
hablante a las que éste tiene un acceso
privilegiado.
Así, no puede comprenderse ningún tipo de
hecho social si no se observan tanto los estados cognitivos y
motivacionales del agente como los mundos que presuponen y con
los que interactúan. La comprensión del mundo social es
posible si se reconoce la estructura teleológica
16* que subyace a todos los conceptos de acción y
el modo en que los "elementos del mundo de la vida" (desde
textos, tradiciones, obras de arte, técnicas, bienes y teorías hasta
instituciones, estructuras y el sistema social en su conjunto)
producen y son producidos por el comportamiento del
individuo.
De esta manera, también Habermas como Giddens
centra su atención tanto en los
factores individuales como en los sociales, sin menoscabar la
incidencia causal de ninguno de los dos tipos de términos.
Examinar con detalle el modo en que se relacionan el individuo a
través de los distintos modos de acción y los tres
tipos de mundos excede por su complejidad y extensión los
límites de este trabajo, pero basta con señalar que
para Habermas la subjetividad guarda una relación de
complementariedad con el mundo externo (el mundo objetivo y el
mundo social), son las estructuras del mundo de la vida las que
le permiten a los individuos adoptar orientaciones racionales de
acción. Al desarrollar intenciones con la finalidad de traer
a la existencia estados de cosas deseados, son los agentes
humanos como seres dotados de un complejo cognitivo-volitivo los
que producen y reproducen la sociedad.
Volviendo a la alternativa planteada por Corina Yturbe,
vemos de qué manera algunos de los autores de la
sociología contemporánea adoptan marcos
epistemológicos donde en la configuración del proceso
social no se pasan por alto: ni la intervención de la
intencionalidad de las acciones individuales, ni la importancia
de una situación condicionada por variables de nivel
supraindividual.
Hemos visto que los intentos de dar cuenta de las
explicaciones sociales en términos holista -Durkheim, Marx-
tienen grandes lagunas, faltas en las que también incurren
los proyectos individualistas de explicar los hechos sociales
como resultado de acciones individuales -Weber. Esto nos ha
conducido a descartar la posibilidad de considerar al
individualismo y al holismo como dos metodologías
excluyentes o como proyectos explicativos distintos que se pueden
adoptar según un interés específico, que eran las
dos primeras alternativas planteadas por Yturbe.
Una perspectiva que combine aspectos holistas e
individualistas sin distorsionar ni parcializar la realidad no
debe subordinar al actor intencional y capaz a las estructuras
sociales o al sistema social, ni viceversa; debe observar que
ambos términos están involucrados en un proceso
dialéctico de constitución y
reproducción mutua, donde ambos se retroalimentan e implican
recíprocamente.
La elección de un método en ciencias sociales
debe tener en cuenta la manera en que opera la realidad, debe
atender al hecho cotidiano de que orientamos nuestro
comportamiento según nuestros intereses, creencias,
objetivos y de que interpretamos exitosamente, la gran
mayoría de las veces, la conducta de nuestros semejantes en
los mismos términos. Por otro lado, también es cierto
que la dimensión subjetiva individual puede explicar las
acciones, pero no bastan a la hora de dar cuenta de los
fenómenos histórico-sociales. Una teoría debe
observar además de las variables que caen dentro de la
órbita del individuo (intenciones, significados, creencias,
etc.), el modo en que los actores se vinculan para llevar
adelante acciones sociales colectivas, el contexto a partir del
cual se realizan las acciones y la manera en que el entorno
muchas veces las orienta y las configura.
Dentro de una misma teoría social se debe pensar
que los dos tipos de factores causales, individual y social,
desempeñan ambos un papel importante en la explicación.
Esto es lo que hacen tanto Giddens como Habermas, complementando
las estructuras dentro de las cuales actúan los individuos
con el modo en que estos les otorgan un sentido subjetivo a sus
acciones: la intencionalidad del individuo interviene en la
configuración del contexto social, a través de sus
iniciativas los agentes pueden resignificar, crear, recrear y
darle nuevos sentidos a la realidad social.
Entonces, un marco adecuado en las disciplinas sociales
debe incluir tanto las intenciones y proyectos subjetivos de los
individuos como la naturaleza de sus contextos socio-materiales,
esto y no otra cosa es lo que planteaba la tercera alternativa
esbozada por Yturbe y llevada a buen término en las
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- El individuo no nace miembro de una sociedad sino que
nace con una predisposición a la sociabilidad y llega a
ser miembro efectivo de ella a través de "la
aprehensión o interpretación inmediata de los propios
semejantes y del mundo como realidad significativa y social".
Así, el individuo socializado externaliza
simultáneamente su propio ser y el mundo social y lo
internaliza como realidad objetiva, a este continuo proceso
dialéctico me refería con la producción y
reproducción social por parte de los agentes humanos. Para
una visión más amplia del proceso de socialización, cfr. :
P. BERGER y TH. LUCKMAN : "La sociedad como realidad
subjetiva" en La construcción social de la
realidad ; Bs. As., Argentina ;Amorrortu ;
1984. - La selección de autores
clásicos de la teoría social no es arbitraria, sino
que obedece al carácter del debate metodológico en
cuestión : la polémica sobre el individualismo y
el holismo es tan amplia e implica tantas posiciones y matices
que abarcarlos resulta imposible, al menos, en la naturaleza y
extensión de este trabajo. El criterio por el cual se ha
escogido a representantes de la sociología clásica,
siguiendo a Jeffrey Alexander, se debe a una necesidad
funcional : un "clásico" simplifica y facilita la
discusión teórica en tanto permite que un número
muy reducido de obras sustituyan -representen- una extensa
variedad de formulaciones matizadas ; son posiciones
teóricas paradigmáticas que permiten fijar un punto
de referencia común a todas las perspectivas implicadas en
el debate. Cfr. : ALEXANDER, Jeffrey C. : "La
centralidad de los clásicos" en La teoría
social hoy ; Madrid, España ; Alianza ;
1990. - Esto no significa que Durkheim no plantease algunos
aspectos parciales de su teoría utilizando el principio
del individualismo metodológico, o que Weber desconociese
por completo la importancia de las estructuras sociales en la
sociología, de hecho se le deben grandes aportes intelectuales a sus estudios
sobre la burocracia ; pero lo que
se está remarcando en este trabajo, a riesgo de simplificar
excesivamente, es el punto de vista epistemológico general
desde donde se formula la teoría, exceptuando detalles o
aspectos puntuales que requeriría un trabajo de otra
naturaleza. - DURKHEIM, Emile : La división del
trabajo social ; Bs. As., Argentina ;
Schapire ; 1978 ; pp.78-80. - Para Durkheim, el suicidio se debe a un bajo
grado de integración social del
individuo a la sociedad religiosa, doméstica y política ; cuanto más
débiles son estos grupos, el individuo
dependerá menos de ellos y afirmará más su
individualidad, esto puede conducirlo a un egoísmo extremo
que es el generador principal del suicidio. - Cfr. : WATKINS, J.W.N. : "Tipos ideales y
explicación histórica" en RYAN, Alan (comp.) :
La filosofía de la explicación social ;
México, México ; FCE ; 1976. - La crítica es similar a la
que Aristóteles le hace a la
teoría de las Formas de Platón.
Véase : ARISTOTELES :
Metafísica ; 992 a27. - Una crítica similar formula Nagel cuando analiza
el enunciado "el todo es más que la suma de las partes",
donde muestra la relatividad del
enunciado, la vaguedad de los términos que lo componen y
la pluralidad de sentidos y contextos en los que puede ser
aplicado y, en mucho de los cuales, no sólo es
problemático sino lógicamente absurdo. Cfr. :
NAGEL, Ernest : "Sobre el enunciado : El todo es
más que la suma de las partes" en LAZARSFELD, Paul y
ROSENBERG, Morris (comps.) : The languaje of social
research ; The free press ; Glencoe ;
1955. - Esta crítica puede ser cuestionada, no creo que
ningún holista sensato haya pretendido explicar
toda la realidad social en todos sus
aspectos. - Weber formula tipos ideales holistas e
individualistas que utiliza en distintas etapas de su
producción intelectual, para precisar las sucesivas
concepciones acerca de los tipos ideales que sustentó el
sociólogo cfr. : WATKINS, J.W.N. : "Tipos
ideales y explicación histórica" en RYAN, Alan
(comp.) : La filosofía de la explicación
social ; México, México ; FCE ;
1976. - Cfr. SCHUTZ, A. : "Formación de conceptos y
teorías en ciencias sociales" en El problema de la
realidad social ; Bs. As., Argentina ;
Amorrortu ; 1974 ; POPPER, Karl : La sociedad
abierta y sus enemigos ; Bs. As., Argentina ;
Paidós ; 1985 ; cap. 13 y 14 y NAGEL,
Ernest : La estructura de la ciencia ; Bs.
As., Argentina ; Paidós ; 1968 ; cap. XIV..
Tanto Popper como Nagel han criticado seriamente el postulado
weberiano de interpretación subjetiva, en primer lugar
porque, según ellos conduce al psicologismo (la
derivación de todas las leyes sociales a partir de los
estados psicológicos humanos y por tanto una
reducción de los fenómenos sociales a estados
mentales de mentes individuales), y por otro lado, a los ojos
de los filósofos, el postulado
presenta dificultades epistémicas insalvables: las
fuentes de la acción no
son accesibles a la observación sensorial, la
imposibilidad de comprobar que un estado psicológico
específico determine el fenómeno explicado, la
relación causal entre los estados subjetivos y la conducta
social manifiesta es ininteligible para el investigador social,
etc. Por su parte, Schutz sostiene que las críticas son
infundadas y que se basan en una interpretación
errónea del postulado de Weber. - Giddens no utiliza un concepto objetivista de
estructura, cuya formulación clásica puede
inetificarse en los escritos de Durkheim y en la literatura funcionalista de
Parsons y Merton. - Las condiciones no reconocidas de la acción son
los aspectos de la realidad que el agente desconoce, pero sobre
los cuales influirá; las consecuencias no anticipadas son
todos los efectos no previstos o no deseados que tiene un curso
de acción determinado. - Giddens no identifica la cognoscibilidad de los
agentes con aquello que es conocido de manera consciente, sino
que entiende la subjetividad como la interacción de: 1) la
conciencia discursiva : que es la capacidad que tiene el
agente para dar cuenta o explicitar las razones de lo que
está haciendo, pero los relatos que los individuos son
capaces de ofrecer respecto de su conducta no es todo lo que
saben acerca de ella ; y 2) la conciencia
práctica : que es el conjunto de conocimientos
tácitos sobre cómo proceder en los distintos
contextos de la vida social, que son utilizados hábilmente
en la ejecución de la conducta cotidiana, pero que el
actor no es capaz de formular discursivamente. - El hombre es un animal simbólico que está
inserto en tramas de significación que él mismo ha
creado, su mundo cotidiano está constituido por infinidad
de sistemas de signos interpretables o
símbolos en
interacción, el hombre vive cotidianamente en un mundo
simbólico, provisto de sentido, un sentido que viene dado
pero que también es constituido y reproducido por el
comportamiento individual. Los defensores del holismo
metodológico se equivocan al desconocer estas estructuras
de significación y el alcance social que tienen en la
conducta del individuo y en el todo social del que forman
parte. En este punto coinciden tanto Schütz, como Weber y
Geertz. - La estructura teleológica supone que el actor
realiza un fin eligiendo en una situación dada los
medios más adecuados,
la idea central es la de una decisión entre alternativas
de acción orientada a la realización de un
propósito.
Juan Pablo Minvielle