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Importancia de las relaciones intergubernamentales en un sistema de Gobierno Federal



     

     

     

    Resumen

    El presente trabajo consiste en un
    análisis teórico
    sobre la importancia de las relaciones intergubernamentales en el
    desempeño del sector público y
    específicamente su necesidad en el caso venezolano. Dicho
    análisis se hizo desde dos grandes enfoques, el primero es
    el económico, bajo la perspectiva de los desarrollos
    neoinstitucionales y del federalismo fiscal que pretenden resaltar
    la importancia de las instituciones y el diseño de la estructura pública en el
    logro de los objetivos de eficiencia y equidad.

    El segundo es el político, orientado a los efectos
    que la organización pública
    y sus interacciones producen en la concentración del
    poder, la gobernabilidad, la
    efectividad y calidad de las políticas públicas y,
    en definitiva, en el sistema democrático. Finalmente, se
    hace referencia a los costos de la coordinación
    intergubernamental y cómo el correcto diseño de las
    relaciones entre niveles de gobierno puede
    minimizarlos.

    Palabras clave: relaciones intergubernamentales,
    federalismo, gobernabilidad, políticas
    públicas.

     

    Abstract

    This paper consists in a theorycal analysis about how
    important in the public sector performance are intergovernmental
    relationship and more specifically how needed they are in
    Venezuelan’s case. Key words: intergovernmental
    relationship, federalism, govern ability, public
    policies.

     

    Economía y relaciones
    intergubernamentales

    La Economía del Sector Público, ha
    experimentado un giro sustancial desde los planteamientos de la
    Economía del Bienestar en que un "dictador benevolente"
    procedía a corregir los fallos del mercado en un intento de
    aproximar la realidad de los mercados a los resultados de
    optimalidad paretiana de una economía perfectamente
    competitiva. Diversos análisis han puesto en evidencia que
    el Estado también
    falla1, lo que ha hecho cambiar "el lugar de
    residencia" de las consideraciones normativas en
    Economía.

    Los procesos de decisión
    política en el seno de
    democracias con múltiples grupos de interés, la relevancia del
    funcionamiento de las instituciones, del marco jurídico, de
    las estructuras de incentivos, de los derechos de propiedad, de los costes de
    transacción y otros temas, son ahora objeto de estudio de la
    economía. En tal contexto, lo normativo no reside ya en la
    discusión sobre cuáles hayan de ser los resultados
    económicos deseables en términos de distribución de la renta,
    estabilidad macroeconómica u otros, que los instrumentos de
    Política Económica
    tradicionales debían haber sido capaces de conseguir, sino
    que la discusión en el plano normativo lo es sobre las
    instituciones que regulan el intercambio económico y
    político ya que éstas son las que facilitarán o no
    un funcionamiento de los mercados dirigido a una mayor eficiencia
    y equidad.

    En base a los argumentos precedentes y ahondando
    también en teoría politológica,
    nos proponemos resaltar como parte del diseño institucional
    la importancia de las relaciones intergubernamentales en el logro
    de los objetivos del sector público, tanto desde el punto de
    vista económico –alcanzar la eficiencia cuando ocurren
    fallos en el sistema de mercado y garantizar la equidad–
    así como el cumplimiento de metas políticas tales como
    la participación ciudadana,
    y en definitiva, el fortalecimiento del sistema
    democrático.

    Las relaciones intergubernamentales forman parte de uno
    de los tres ejes fundamentales para el funcionamiento exitoso de
    un sistema federal de gobierno2. Esta afirmación
    no excluye que países cuyos sectores públicos
    están organizados de forma unitaria utilicen también
    las relaciones intergubernamentales como parte determinante en la
    aplicación de las políticas públicas, ya que,
    independientemente de que el gobierno esté organizado en uno
    o varios niveles de actuación, la actividad pública
    requiere programas especializados y
    adaptados a sociedades cada vez más
    complejas y exigentes que obligan a mantener contactos más
    allá de los límites públicos y
    entre múltiples y diversos actores dentro de tales
    límites.

    En el caso de un gobierno multijurisdiccional, entendido
    como aquel cuyo sector público tiene niveles centralizados y
    descentralizados de toma de decisiones y cada uno de
    ellos goza de cierta autonomía en la gestión de sus asuntos
    propios (Oates, 1977), la necesidad de relaciones
    intergubernamentales es ineludible. Para desarrollar esta idea
    conviene aclarar los términos a los que hacemos
    referencia.

    Las relaciones intergubernamentales definidas por
    William Anderson citado por Agranoff (1997:127) son "un
    importante contingente de actividades o interacciones que tienen
    lugar entre unidades de gobierno de todo tipo y nivel territorial
    de actuación." Tales interacciones deben entenderse como las
    vías de enlace entre todos los que participan en el sector
    público, cuyo flujo de información contribuye a
    evitar muchos de los problemas asociados a los
    fallos del Estado y a hacer efectivas las
    ventajas potenciales de la organización federal de
    gobierno.

    Tratándose de sistemas de gobierno con poca
    tradición en la organización federal, tal como es el
    caso venezolano, las relaciones intergubernamentales
    deberían orientarse al logro de los siguientes objetivos si
    se quiere cumplir con el principio de subsidiariedad3:
    – Capacitación de las
    entidades subnacionales en el ejercicio de las funciones que les son propias y
    en la administración de sus
    finanzas. Esto último,
    referido sobre todo a que los entes subnacionales sean
    corresponsables fiscalmente.

    – Lograr la equiparación fiscal de las
    jurisdicciones ante desequilibrios verticales y
    horizontales4. Los recursos fiscales se recaudan en
    todo el territorio y pertenecen al sector público en
    conjunto, por lo que el gobierno recaudador debe cumplir la
    misión de agente para el
    reparto equilibrado en pro de los objetivos de suficiencia
    financiera, solidaridad y cohesión
    social.

    – Armonizar la actuación pública de los
    tres niveles de gobierno en torno a materias que son
    concurrentes, así como prestar apoyo a las jurisdicciones
    que aún teniendo competencias exclusivas en
    determinadas materias, tengan limitaciones de cualquier tipo para
    cumplir sus funciones.

    Este último punto representa nuestro objeto de
    análisis por cuanto el presente trabajo surge en el contexto
    de los Talleres de Relaciones Intergubernamentales para
    Armonizar Políticas Públicas Territoriales en Areas
    Metropolitanas
    . Ahora bien, en aras de profundizar el tema en
    cuestión nos planteamos las siguientes interrogantes,
    siguiendo como referencia el trabajo de Rowland (1999):
    ¿armonización o coordinación de qué?,
    ¿armonización para qué? Y una vez justificadas las
    relaciones para la coordinación intergubernamental surge la
    cuestión sobre ¿cómo deben ser las relaciones
    intergubernamentales?

    Para contestar la primera interrogante debemos
    comprender que la provisión pública admite una gama de
    posibilidades cuando hacemos referencia a cómo se reparten
    las responsabilidades de gasto entre los diferentes niveles de
    gobierno. En cualquier área de política pública
    podemos observar que el desarrollo de distintos
    programas de actuación implica una multiplicidad de actores
    (públicos y privados), que juegan distintos papeles y que
    tienen acceso privilegiado a distintos tipos de recursos
    necesarios para el logro de las metas públicas: mientras el
    nivel de gobierno central suele contar con instrumentos de
    recaudación más potentes y con una capacidad variable
    para establecer los parámetros básicos del servicio, los gobiernos
    regionales y locales tienen acceso a mejor información sobre
    las necesidades públicas y pueden adaptarse mejor a la
    expectativa de los ciudadanos, en suma cada nivel de gobierno
    tiene ventajas comparativas de actuación (Rowland,
    1999).

    Esto hace que en algunos casos las competencias sean
    exclusivas de un determinado nivel o sean compartidas entre dos o
    más niveles. Por lo tanto, la coordinación
    intergubernamental objeto de nuestro interés está
    referida a la gestión de las tareas que la sociedad ha dejado en manos
    del sector público venezolano, lo que incluye la acción recíproca de
    intercambio de información, diagnóstico de
    necesidades, planificación y
    diseño conjunto de políticas públicas y,
    finalmente, ejecución de las mismas.

    El sector público venezolano se caracteriza
    por:

    – Ser federal y descentralizado, según lo
    establece el artículo número 4 de nuestra Carta fundamental.

    – Tener poca experiencia práctica en la
    atención de funciones
    como gobierno federal. El centralismo ha dominado la
    actividad pública durante nuestra historia republicana y con mayor
    énfasis a lo largo del siglo XX.

    – Arreglos institucionales y relaciones fiscales
    aún por definirse. Los principales instrumentos de
    delimitación de competencias, definición de relaciones
    fiscales y coordinación intergubernamental tales como
    Ley Orgánica de Poder
    Público Municipal, Ley Orgánica de Haciendas
    Públicas Estadales y Ley de Consejo Federal de Gobierno
    respectivamente, no han sido aprobados en la Asamblea
    Nacional.

    – Sometido a un escenario político
    conflictivo. Según la Fundación Gumilla (2003:466) para
    muchos actores relevantes la crisis política que
    eclosionó de manera abrupta desde los inicios de 2002, se
    enmarca en un escenario en el que la sociedad venezolana se
    caracteriza por la polarización en sus preferencias
    políticas en dos extremos irreconciliables: chavismo y
    oposición.

    Aunque el principio de subsidiariedad sea piedra angular
    en la organización federal, la coordinación entre dos o
    más niveles de gobierno puede rendir mejores resultados que
    la acción independiente y con más razón en el
    contexto que acabamos de describir.

    Presentamos las ventajas de las relaciones para la
    coordinación intergubernamental:

    – Mejora la asignación de recursos al mejorar
    el intercambio de información.

    – Hace posible un mayor control del gasto y favorece el
    equilibrio presupuestario. La
    acción concertada puede reducir la carga total de la
    deuda pública al evitar
    la sobreexpansión de las políticas fiscales
    descoordinadas.

    – Garantiza el cumplimiento de las funciones
    públicas aún en las jurisdicciones con limitaciones
    financieras y de gestión5.

    – Alienta la cooperación y la solidaridad
    interjurisdiccional.

    Como contraparte, desde la perspectiva económica la
    ausencia de coordinación puede provocar:

    – Distorsiones y asimetrías de
    información que implican duplicidades de gastos, despilfarro de recursos e
    incidencia en mayores costes de provisión.

    – Poca claridad en la delimitación de
    responsabilidades y por tanto faltas en la solución de
    problemas públicos.

    – Quebranto en el logro de objetivos
    macroeconómicos tales como la cohesión social, la
    estabilidad y el crecimiento6.

    De lo expuesto supra líneas se deriva la respuesta
    a nuestra segunda interrogante: la coordinación
    intergubernamental debe existir para poder explotar la
    potencialidad de la solución federal como sistema de
    gobierno7, más aún en medio de las
    particularidades del federalismo venezolano, ella
    condicionará en buena medida la eficiencia en la
    utilización de los recursos públicos y la equidad de su
    distribución.

     

    Elementos políticos,
    gestión y relaciones intergubernamentales

    Las relaciones intergubernamentales constituyen
    mecanismos democráticos que contrarrestan tendencias de
    centralización de poder.
    Son complementos novedosos e informales al principio de
    separación de los poderes, novedosos porque surgen como
    consecuencia de las presiones que la realidad actual ejerce sobre
    los Estados, e informales porque no tienen un nivel de
    teorización consolidado, además de que escapan en gran
    medida a parámetros formales como el marco jurídico o
    reglas institucionales.

    Esta afirmación cobra aún más sentido en
    el marco de la "nueva realidad", que como fue comentado
    previamente está determinada por entornos más
    dinámicos y complejos; por la necesidad de legitimación de los
    sistemas políticos, justificada no sólo en base al
    poder ni tampoco en la satisfacción de necesidades o
    prestación de servicios propios del estado
    de bienestar, hoy en crisis. La legitimidad de los estados en
    este nuevo entorno, estará determinada por la
    prestación de esos servicios con criterios de calidad, de
    eficiencia y con generación efectiva de impactos en la
    sociedad.

    Los regímenes políticos, para el logro de sus
    fines distribuyen su actividad y responsabilidades en distintas
    dimensiones organizativas, tanto de forma horizontal
    (división de poderes), como vertical (territorial). Si no se
    establecen parámetros de coordinación y gestión
    conjunta, el caos está servido; si se ignora la existencia y
    necesidad de estas relaciones será difícil resolver
    problemas, generando situaciones de ingobernabilidad y el camino
    a estados autoritarios que centralicen el poder, estará
    abonado. El funcionamiento de programas y políticas como
    productos institucionalizados
    del sistema político requiere
    de diversidad de organismos, y de la distribución sobre una
    base territorial de diferentes competencias y rangos de
    actuación.

    Un esquema ideal de la distribución de papeles
    entre los 3 niveles, ha sido señalado por IFEDEC
    (s.f.):

    Nivel central —– Integrador (fija parámetros
    ylineamentos)

    Nivel estadal —– facilitador. (Enlace entre
    niveles)

    Nivel local —– ejecutor

    Esta división no pretende ser extensiva, más
    bien constituye una guía y estos papeles son los que cada
    nivel debe desarrollar de manera principal, lo que no significa
    que el nivel central no ejecute o el nivel local no pueda ser un
    facilitador, como de hecho sucede.

    Las relaciones intergubernamentales no son
    necesariamente aquellas establecidas en normas, el sistema jurídico
    es solo un marco de actuación, y si bien es muy importante
    la regulación, el derecho por si solo no puede abarcar la
    enorme cantidad de transacciones que se presentan en situaciones
    políticas. Esto hace necesario tomar en consideración
    elementos no jurídicos como el conflicto, el intercambio de
    recursos o los valores de los actores.
    Aunque hemos hablado de que son mecanismos informarles no estamos
    excluyendo normas formales de coordinación que
    necesariamente deben existir, lo que sostenemos es que este
    enfoque, si bien se inscribe dentro de un marco legal con
    frecuencia lo sobrepasa, como sostiene Gómez (2002:62)
    "…se trata de un enfoque de ambas partes a la vez: es legal
    pero va más allá de lo legal."

    Algunos elementos de carácter político
    que pueden determinar la forma como se desarrollan las relaciones
    entre niveles de gobierno son:

    – Las ideologías, que muchas veces,
    determinan el nivel de discrecionalidad que se les otorga a los
    niveles subnacionales, así como la rigidez-flexibilidad de
    los mecanismos de contacto y el grado de control que tiene el
    nivel central.

    – Motivaciones y recursos con que cuentan los
    distintos actores.

    – Debilidad de enfoques principalmente normativos,
    que no toman en consideración las relaciones cotidianas que
    se producen entre los actores de un determinado espacio de
    políticas.

    – La organización del sistema de
    partidos.

    El éxito de la acción
    de un nivel de gobierno depende en gran medida de actuaciones
    coordinadas con otros niveles. Un sistema coordinado de
    relaciones es el que mejor se adapta a los entornos actuales lo
    que genera situaciones que favorecen la gobernabilidad, entendida
    como la existencia de una situación favorable para la
    acción de gobierno y la generación de "productos" que
    solucionen problemas, lo que justifica la existencia del propio
    sistema político. Entre los condicionantes favorables a la
    acción de gobierno están algunos de carácter
    intrínseco, como el rendimiento, la legitimidad del sistema
    político y la eficacia de las políticas, y
    los resultados de la política económica, también
    influyen en la gobernabilidad factores externos al sistema
    político como la integración en el sistema
    internacional. Alcántara (1995) define la gobernabilidad de
    manera más dinámica al señalar
    que esta se manifiesta como una situación que se mueve entre
    un polo positivo, caracterizado por la existencia de los
    elementos antes mencionados, y otro disfuncional de crisis donde
    estos elementos no están presentes. En un sistema
    político cuyas responsabilidades están distribuidas en
    múltiples niveles cualquier dificultad o desacierto de un
    nivel influye en una medida variable en el rendimiento del
    sistema político en general, creando procesos de
    ingobernabilidad.

    De igual manera, la forma como fluyan las relaciones
    intergubernamentales va a tener una relación directa con la
    efectividad y calidad de las políticas públicas. Estas
    no pueden verse como meros productos, son también medidores
    de la forma como funciona el intrincado compuesto de redes, personas y organizaciones que constituyen la
    "caja negra" que es la administración pública.
    Para dar una definición sencilla de las políticas
    públicas, podemos decir que están constituidas por
    acciones (o no acciones) y
    decisiones de una autoridad gubernamental, que
    buscan incidir en una situación problemática de la
    sociedad, integrando cierto nivel de racionalidad en la
    determinación de las causas y soluciones a ese problema
    particular, y reconocen la importancia de diversos actores no
    sólo gubernamentales.

    En el contexto que hemos caracterizado, es necesario que
    el diseño, implementación y evaluación de políticas
    públicas estén representados los diversos niveles
    involucrados, y se llegue al establecimiento de un consenso
    mínimo, cuando no acuerdo, para la definición adecuada
    de problemas, la justificación de actuación, las
    opciones alternativas para solucionar problemas y la
    identificación de actores relacionados con la política
    en cuestión. Esto implica acción concertada y
    elaboración de estrategias conjuntas de
    acción, así como superar la postura tradicional que
    sólo reconoce la existencia de controles y mecanismos
    legales de cumplimiento.

    Dado el carácter específico de las
    políticas públicas se hace necesario para su
    elaboración conjunta, según Agranoff (1997):

    – Procesos de interacción más
    allá de "nosotros proponemos, ellos disponen".

    – El objetivo común debe ser
    solucionar problemas.

    – Distribución de papeles entre actores de
    niveles distintos.

    Las relaciones entre niveles de gobierno, determinan la
    necesidad de que las estructuras cuenten con diseños para
    dar respuestas en situaciones dinámicas y que reconozcan la
    actuación conjunta. La búsqueda de calidad, eficacia y
    eficiencia en los servicios y políticas, choca con la
    concepción organizativa actual, basada en gran medida en el
    modelo de dominación
    legal propuesto por Max Weber, que si bien destaca
    elementos validos y útiles como la formación y el
    mérito, también atenta contra la innovación y la
    flexibilidad que los problemas actuales requieren para ser
    solventados. No basta que la administración
    pública aplique la ley, es necesario que tenga capacidad
    para diagnosticar y reaccionar ante la realidad que presenta el
    entorno actual. Sin embargo, por los elementos e interacciones
    informales que presentan las relaciones intergubernamentales,
    este punto se hace difícil de cumplir.

    Todo funcionario es en principio un actor potencial.
    Para hacer que los mecanismos de contacto entre gestores de
    distintos niveles sean menos conflictivos y se pueda llegar a
    situaciones de coordinación o consenso, se propone
    mecanismos de contacto conocidos como gestión
    intergubernamental.

    La Gestión Intergubernamental se traduce en la
    EJECUCION cotidiana de las interacciones entre actores de
    distintos niveles. Están interacciones están referidas
    a transacciones diarias entre elementos gubernamentales, y su
    enfoque se centra en la necesidad de solución de problemas
    haciendo énfasis en los contactos y redes de comunicación.

    Se pueden establecer ciertos parámetros para
    facilitar la gestión intergubernamental de un programa o políticas
    públicas. (Agranoff, 1997)

    – Planificación en cada organización, en
    el sentido de determinar donde se está y hacia donde se
    quiere ir, identificando los mandatos (de carácter legal y
    político), objetivos y misión, una evaluación del
    entorno y de la propia organización.

    – Establecimiento de pautas de contacto entre
    funcionario de niveles de gobierno distintos, y así
    determinar lo que un nivel de gobierno debe o quiere hacer y lo
    que los otros pueden ofrecer. En estos contactos también se
    buscan resolver problemas normales derivadas de interese distintos
    (Negociación de los
    conflictos) y logro de un
    mínimo acuerdo sobre condiciones y metas, se identifican
    problemas comunes y soluciones conjuntas. – Conocimiento y claridad de las
    posibilidades de financiación. Necesidad de recursos
    adecuados y suficientes.

    – Capacitación de los niveles subnacionales,
    ya que todos los niveles juegan un papel importante, y debe
    favorecerse la de los niveles más cercanos a la gente, se
    puede hacer a través de:

    a) Programas de capacitación de los funcionarios
    encargados de la gestión.

    b) Asesoramiento técnico.

    c) Subvenciones para financiar la capacidad.

    La coordinación intergubernamental, no obstante, se
    enfrenta a diversos obstáculos producto de la complejidad de
    los problemas públicos, a saber:

    – Excesiva regulación por parte de los
    niveles superiores a través de normas jurídicas que
    delimitan las posibilidades de actuación y de
    discrecionalidad de los niveles
    inferiores8.

    – Hay costos para institucionalizar el intercambio
    de la información y procedimientos operativos para
    tomar las acciones que apoyan la política de
    coordinación.

    Riesgo de conflicto entre
    actores, derivado de los distintos intereses, escasez de recursos o la
    complejidad del programa9.

    – Hay costos políticos para establecer
    criterios claros y uniformes para la acción
    conjunta.

    – Dificultad de establecer mecanismos e indicadores de
    evaluación.

    – Retrasos en la ejecución de programas y
    políticas.

    En la transición de un sistema centralizado a uno
    con una pluralidad de actores reside el peligro de que se perciba
    la coordinación intergubernamental como un juego de suma cero. Es decir,
    que los actores en cada uno de los niveles de gobierno pueden
    fácilmente concluir que cualquier aumento de la responsabilidad o del poder
    que ellos ceden a los otros niveles implica una disminución
    del mismo tamaño en su propio poder10.

    Pese a la importancia de algunos costos de la
    coordinación, con el tiempo habrá que
    cubrirlos y para lograrlo cerramos este escrito con la
    última de las interrogantes planteadas en la primera
    parte.

     

    ¿Cómo deben ser las
    relaciones intergubernamentales?

    Las últimas tendencias apuntan que los sistema con
    varios niveles de gobierno funcionan más como una red que como un sistema jerárquico
    porque la lógica de las
    jerarquías para la coordinación de unos participantes
    que gozan de autonomía puede ser inútil. Castells
    (2001) habla del estado red que por definición tiene nodos, de
    tamaños distintos y de relaciones asimétricas, pero
    cuya interdependencia evita que ningún nodo, aún el
    más poderoso, puede pasar por alto al resto.

    Los proyectos que atañen al
    país como un todo deben estar coordinados y ser producto de
    la colaboración, consecuencia de la responsabilidad
    compartida y menos de la tutela y el control desde arriba.
    El lenguaje de los incentivos,
    de los compromisos recíprocos, de los acuerdos técnicos
    debe prevalecer para que el sistema funcione eficazmente. Los
    incentivos pueden ser económicos y financieros, directamente
    relacionados con la asignación de responsabilidades
    financieras y de gastos entre los niveles de gobierno;
    también pueden resultar del funcionamiento del sistema
    político, las reglas electorales y los mecanismos para
    permitir que los grupos de intereses tengan voz en el
    funcionamiento del gobierno.

    Una polis es sabia cuando ordena las relaciones
    internas y con los restantes estados.

    PLATÓN

    Notas

    1. Según Albi (2000), estos son los principales
    fallos que tiene el Sector Público: – No hay acuerdo entre
    los hacendistas en relación a los objetivos de
    maximización.

    – Los instrumentos de intervención son
    limitados

    El conocimiento y la
    información son escasos

    – Los procesos políticos sufren graves
    imperfecciones

    – Hay gran complejidad en los procedimientos de
    aplicación de las políticas públicas frente a
    dificultades económicas, políticas
    yburocráticas, altos costes de transacción

    – Se teme al problema del Leviatán.

    2. En el trabajo Economía Pública
    Multijurisdiccional (2003) se propuso que el éxito de la
    organización federal depende de tres ejes
    fundamentales:

    1) clara delimitación de competencias entre los
    diferentes niveles de gobierno;

    2) responsabilidades fiscales equilibradamente
    compartidas; y

    3) marco institucional para el diálogo.

    3. La provisión de bienes y servicios colectivos
    debería situarse en el nivel de gobierno más bajo
    posible, abarcando en un sentido espacial costes y beneficios. La
    toma de decisiones, en políticas públicas, debe estar
    en el nivel de gobierno más cercano a la población afectada por
    tales decisiones.

    4. El desequilibrio vertical está asociado a las
    diferentes posibilidades fiscales entre los gobiernos central y
    territoriales; el gobierno central casi siempre tendrá las
    figuras tributarias de mayor potencial recaudatorio. El
    desequilibrio horizontal se refiere a que existen jurisdicciones
    de un mismo nivel con distintas circunstancias económicas
    que harán a unas más ricas o más pobres que el
    resto.

    5. Hay que distinguir entre cooperación
    intergubernamental e intervencionismo de parte de los
    órdenes superiores de gobierno en el desarrollo territorial.
    Es importante convencer a el gobierno central que la
    coordinación junto con los gobiernos territoriales es
    más eficaz que el intervencionismo.

    6. La cohesión social está referida a la
    igualdad efectiva de los
    individuos en el acceso a servicios públicos
    esenciales, esto es, que se garantice un servicio mínimo de
    los bienes preferentes para garantizar la equidad. La
    estabilidad, por su parte, representa el logro de los objetivos
    macroeconómicos: control de la inflación, bajo desempleo y crecimiento económico
    sostenido.

    7. Las ventajas potenciales de la solución federal
    están expuestas en el trabajo de Rangel (2003a). Para
    ahondar más sobre este punto recomendamos leer Oates (1999)
    y Monasterio y Suárez (1998).

    8. Si bien es necesario el establecimiento de un marco
    jurídico de actuación, en sistemas federales cuando se
    abusa de éste o se hace afectando los principios básicos de
    autonomía de los niveles subnacionales, la actuación
    pública tendrá eficacia limitada.

    9. Una de las razones es que, tradicionalmente, cada
    dependencia tiene sus propias metas y agenda, vigiladas por una
    instancia superior, lo que desincentiva los esfuerzos de
    colaboración porque complican al cumplimiento de estas
    agendas particulares.

    10. Es cierto que la adaptación a un sistema de
    mejor coordinación intergubernamental requiere de un
    cambio de mentalidad, pero
    ésta no es una meta inalcanzable. Lo que hace falta es una
    labor de convencimiento.

     

    Bibliografía

    AGRANOFF. (1997). "Las relaciones y la gestión
    intergubernamentales" en La nueva Administración
    Pública Alianza Editorial, Madrid.

    ALCÁNTARA, Manuel (1995) "Gobernabilidad, Crisis y
    Cambio" Fondo de Cultura Económica,
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    Jaime Grimaldo Lorente y Christi Rangel
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    Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y Locales
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