Pervivencia de la picaresca en la literatura venezolana del Siglo XX
- Resumen
- 1.
Peripecias de un vocablo: Notas acerca de "pícaro" y
"picaresca" - II.
Travesuras y Picardías de Nicolasón de las Sierras
Nevadas: Relación con el modelo clásico,
acercamientos y alejamientos - A
manera de conclusión - Referencias
- Notas
El presente trabajo hace una revisión
de las características del género picaresco, ofrecidas
por varios estudiosos y especialistas, a fin de establecer las
constantes propias de la picaresca clásica, para
contrastarlas con la novela Travesuras y
picardías de Nicolasón de las Sierras Nevadas, del
autor merideño Tomás Francisco Carreño. Esto
permitió constatar que sí puede considerarse una obra
perteneciente al género, aunque incorpora elementos propios
que la distinguen de otras obras similares.
Palabras-clave: pícaro, género picaresco,
Travesuras y picardías de Nicolasón de las Sierras
Nevada.
ABSTRACT
This account is a review of the characteristics of the
picaresque genre specified by several scholars and specialists,
aiming at establishing the constants features of the classic
picaresque. Hence, these features are compared to the novel
Travesuras y picardías de Nicolasón de las Sierras
Nevadas, by the author from Merida, Tomás Francisco
Carreño. This comparison allowed us to state that this work
can be considered as belonging to the genre, even though it has
its own elements that make it different from similar
works.
Key words: roguish, the picaresque genre, Travesuras
y picardías de Nicolasón de las Sierras
Nevadas.
RÉSUMÉ
Cet écrit passe en revue les caractéristiques
du genre picaresque, proposées par plusieurs experts et
spécialistes, afin d’établir les constantes
propres du roman picaresque classique, pour les contraster avec
celles du roman Travesuras y picardías de Nicolasón
de las Sierras Nevadas, dont l’auteur est Tomás
Francisco Carreño (Mérida, Venezuela). Cela permet de
constater que le livre peut être considéré comme
une oeuvre appartenant au genre picaresque, bien qu’il
inclue des éléments qui le distinguent des oeuvres
semblables.
1. PERIPECIAS DE UN VOCABLO:
Notas acerca de "pícaro" y "picaresca"
Absolutamente diversas son las etimologías que se
han propuesto para dilucidar el origen de la palabra
"pícaro" y varias también han resultado las
argumentaciones dadas para inclinar la aceptación general de
la crítica hacia una u otra
de las propuestas. Ya Alberto del Monte (1971) se ha ocupado de
revisar la pertinencia de cada una de las proveniencias del
término en cuestión y, en un breve, pero denso apartado
de su libro Itinerario de la
novela picaresca
española intenta seguir el camino recorrido por el
"pícaro" hasta su definición conocida en los tiempos
del Lazarillo de Tormes.
Un total de veintisiete referencias integran el sustento
teórico expuesto por del Monte, las cuales dan una clara
idea de la efervescencia causada por este tema. Otro tanto lleva
a cabo Amando Isasi Angulo (1981) en la edición que hace del
Lazarillo de Tormes. Reitera el juicio general acerca de
las prolijas discusiones sobre la etimología de la palabra
y, después de exponer el parecer de algunos críticos y
filólogos, coincide con del Monte en que el problema sigue
sin una solución satisfactoria. Ciertamente, por lo que
atañe a este ensayo, lo importante es saber
que "el valor etimológico ya no
estaba presente en la conciencia lingüística de los
escritores de los siglos XVI – XVII" (Del Monte, 1971:13).
En consecuencia, las disquisiciones filológicas no resultan
imprescindibles, como el concepto mismo de "pícaro" y
"picaresco", que también ha generado copiosos intentos
definitorios.
En consonancia con lo anterior, para Francisco Rico el
molde o la matriz de la novela picaresca
es el resultado de "un proceso de agrupación de
Lazarillo y Guzmán en la conciencia literaria del momento"
(Rico, 1976:144), aunque lo picaresco no se agota en el esquema
reducido de ambas obras, sino que es más bien el producto de una
dialéctica de influjos entre los textos que conforman el
género (o novela) picaresco. Por su parte, del Monte
considera pertinente distinguir entre el "género picaresco"
y el "gusto picaresco" (Del Monte, 1971:58-59), en que el primero
de ellos es fácilmente deducible de algunas novelas, mientras que el segundo
aparece en una multitud de obras pertenecientes a índoles
disímiles.
Aun más exhaustiva es María Casas de Faunce,
quien propone —y lleva a cabo— la diferenciación
entre picaresca social y picaresca literaria; género y
novela picaresca y dentro de esta última, tres
categorías: clásica, picaresca en sentido lato y
míticamente picaresca (Casas de Faunce, 1977:9-16). Sin
embargo, datos más o menos, la
mayoría de los estudiosos coincide en afirmar como
características esenciales de lo picaresco las siguientes
(1):
a. La ficción autobiográfica donde el sujeto
de la enunciación habla en primera persona acerca de las aventuras
de su héroe desde dos posibles puntos de vista: el del
pícaro o el del expícaro. Se incluye aquí el
crecimiento del protagonista, (lo cual da a la obra el carácter de novela de
formación) y su paso de la inocencia a la
malicia.
b. Carácter itinerante del protagonista:
éste, incluso sin ser "mozo de muchos amos", vive de
aventura en aventura, tratando de saciar su hambre o alguna
necesidad; en consecuencia, se halla al margen de toda norma
ética o regla social,
pues éstas no proporcionan el sustento. En su andar
elabora retratos de tipos sociales a los cuales critica con
cinismo. Rechaza la pobreza y manifiesta su
deseo de elevarse socialmente. Se enfrenta a un mundo
caótico y engañoso dominado por la
fortuna.
c. Presencia de enseñanzas morales: se reducen
éstas a tímidas alusiones o largas disquisiciones. Se
entroncan aquí dos grandes temas de la picaresca: burla a
la honra falsa, hueca, de los hidalgos venidos a menos y
escarnio de la religión en la persona del
clérigo avaro. En ningún caso se trata de un
moralismo explícito que estaría en contradicción
con la característica anterior, sino que son expresiones
basadas en las mismas peripecias picarescas.
En atención a lo anterior es
posible entrever al pícaro como un individuo que pertenece al
hampa sin llegar a ser criminal y que manifiesta pocos
escrúpulos al momento de granjearse el sustento; a pesar de
ello gusta de exponer máximas y sentencias morales; no
está habituado a trabajo alguno regular y constante, sino
que es holgazán; su ocupación ordinaria es servir a
otro; es astuto e inteligente con tendencia al hurto; posee una
visión irónica de la realidad (Bravo, 1994) basada en
su dilatada experiencia del mundo (Del Monte, 1971:60; Ruiz,
1966:27). El pícaro es un personaje que vive en una
transmutación permanente que le garantice cierta
adaptabilidad al medio donde se desenvuelve; por ende, privilegia
el simulacro, el parecer sobre el ser y desde esa habilidad
visualiza los pliegues de la realidad donde se evidencian las
máscaras y convenciones sociales. Quizá allí
radique su atracción y éxito y, por lo tanto, su
permanente actualidad.
II. Travesuras y
Picardías de Nicolasón de las Sierras Nevadas:
Relación con el modelo clásico,
acercamientos y alejamientos
Antes de pasar al estudio particular de la obra objeto
de este ensayo, es menester establecer los linderos de lo que se
entenderá aquí por novela picaresca y dentro de ella,
el modelo clásico. Esto resulta insoslayable, habida cuenta
de las lógicas transformaciones que el género picaresco
sufrió en este siglo y que han motivado repetidas
inclusiones de obras en el género. La definición de
novela picaresca en este trabajo será la misma que la
elaborada por Casas de Faunce, la cual la considera
como
Una narración ficticia, de cierta extensión
en prosa, expuesta
desde el punto de vista de un ente acomodaticio cuya
filosofía
existencial, subjetiva y unilateral, enfatiza el
instinto
primario del individuo (…) se ocupa de narrar
una vida
"vulgar" en oposición al lenguaje heroico (…)
El ingenio
del personaje es el ingrediente que sirve para
manifestar su
astucia y presta a la obra el tono festivo de la burla
que
divierte [produciendo en el lector] la catarsis moralizante
o
didáctica inherente al género (Casas de
Faunce, 1977:12).
Como es posible observar, la mayoría, si no todas
las particularidades de la definición de Casas, ya se han
expuesto en el capítulo anterior, bien como pertenecientes
al pícaro o a la picaresca. Sin embargo, lo más
importante dentro de esta definición es la proposición
de un modelo clásico, el cual también es obligatorio
aclarar aquí. Casas de Faunce elabora su
conceptualización a partir de la de Claudio Guillén, y
está constituida por ocho elementos
característicos.
Tales son:
1. el pícaro, 2. la seudoautobiografía, 3.
una visión parcial
de la realidad, 4. un tono reflexivo, 5. un
ambiente
materialista, 6. observaciones relacionadas con
ciertas
clases sociales, 7. un movimiento ascendente en un
plano
social o moral, 8. una aparente falta
de composición.
(Del Monte, 1971:59)
Por su parte, del Monte propone que también una
"suma de factores estructurales" que hacen del Lazarillo de
Tormes el paradigma de la novela
picaresca. Tales factores, sucintamente expuestos, consisten en
la forma pseudoautobiográfica, la presentación de la
genealogía del pícaro, el cambio de amo, de aventuras y
travesías, presencia de diversos tipos humanos y temas
sociales como el conflicto entre apariencia y
realidad y el contraste entre el hombre y la fortuna, entre
otros (Del Monte, 1971:13).
Como se ve, hay una amplia zona de coincidencias en lo
que respecta a la elaboración del patrón picaresco, y
con éste ya deslindado, se procederá en lo que sigue al
examen del texto objeto de este ensayo.
Veinte capítulos integran la narración de Travesuras
y Picardías de Nicolasón de las Sierras Nevadas
(1972),2 además de una carta dedicatoria del censor de
la Diócesis que no muestra el nombre del remitente
ni los datos del destinatario. Dedicado a un público
específico — "las señoras que se fastidian en la
casa" —, Nicolasón revela mucho de su proceso de
elaboración en la antedicha carta dedicatoria. Allí se
halla la mayor evidencia o advertencia acerca de las repetidas
intertextualidades de la obra. El autor se justifica diciendo:
"Mucho de cuanto refiero no es mío, porque prestado lo he
tomado de otros, sin llegar al vulgar plagio ni al saqueo
indecente" (p.5). Sin embargo, lo más importante de esta
carta es la clasificación del asunto que transmite y que ha
motivado precisamente este análisis.
Así pues, el libro se ocupa de "las aventuras
ocurridas a un perillán de mi pueblo, enmarcadas ellas en
medio de personajes y costumbres que existieron en estas Sierras
Nevadas en los últimos cincuenta años" (p.5). Esta
especie de "declaración de principios" se complementa con el
estilo autobiográfico presente en la mayor parte de la obra,
especialmente en los capítulos I, III, IV, VII, X, XVIII y
XX, en donde se puede seguir con mayor claridad el desarrollo de Nicolasón y
se aprecia el carácter de "novela de formación" de la
obra. Se dilucidan aquí dos conexiones de Nicolasón con
el modelo clásico: el pícaro o perillán
protagonista y la pseudoautobiografía en la que se hallan
intercalados pasajes de corte costumbrista pero adaptados al
sentido picaresco general.
La visión parcial de la realidad también se
halla en Nicolasón, especialmente en el juicio acerca de sus
relaciones con la poetisa Lesbia Fablistán y de sus
frustrados requerimientos amorosos:
Yo no alcanzaba a comprender cómo era el amor entre
los poetas (…) Mucho tiempo me he solazado
—añadió
Lesbia aspirando el humo del cigarrillo— con las
corrientes
filosóficas que acatan y propugnan el amor entre
personas del mismo sexo (pp.
136-138).
Ante semejante frustración, Nicolasón expresa
un mordaz comentario bastante arraigado en la tradición
popular hispana y que saca a la luz su concepción parcial de
la realidad: "Desde aquel día le eché la cruz a las
mujeres bachilleras, que si no sirven de ollas sirven de
coberteras" (p.139). El ambiente materialista
también halla su espacio en las páginas de
Nicolasón. Precisamente en el capítulo XII, donde el
pícaro intenta conquistar a una no muy agraciada maestra por
el solo hecho de corresponderle a ésta cierta herencia:
Andaba yo como perro con tramojo por una maestra
de
escuela, sumamente recatada y sosa, fea e hija
única, a
quien correspondería como heredad, al morir sus
padres,
una finquita de frutos menores en un sitio no muy
lejano
de la ciudad denominado El Vallecito.
(p.88).
Del mismo modo, su afán de sustentarse con poco
esfuerzo se revela en los pasajes donde se lamenta por la
pérdida de sus amoríos, pues "en los cuatro años
que en aquella casa viví, bien alimentado siempre estuve"
(p.34); por la muerte de su padre, cuyo
funeral los hundió más en la pobreza al menguar sus
"escasísimos recursos económicos" (p.58)
y por los arriesgados lances en los que participó por una
apuesta con un arriero (Cáp. V) y por robar la calavera de
Don Gregorio (Cáp. XVI). No tan diversas son las
observaciones relacionadas con ciertas clases sociales. Salvo la
referencia al clérigo avaro y a los ricos súbitamente
arruinados, abundan en Nicolasón… la descripción o puesta en
escena de tipos sociales. Ello constituye una particularidad que
aleja un tanto a la obra del modelo clásico. La
caracterización del clérigo se ajusta a las
críticas generalmente lanzadas contra los de su talante en
la picaresca tradicional. Mezquino para con su sirviente y
regalado para con sus ahijados, sometió a Nicolasón a
privaciones y sufrimientos indecibles, como los que cito de
seguidas:
Si él era canónigo, yo no llegaba ni
siquiera a medio
racionero; porque he de confesar que era yo el
único en
aquella casa que hacía penitencia, si por tal no
se entiende
otra cosa que dormir en el suelo, arroparse con
un
coleto, madrugar, estudiar latín, ayunar,
trabajar como
un asno y ganar muy poco. Dábanme de comer una
sola
ración al día y muy tarde (…) A los
seis meses tenía yo
el fondillo lleno de telarañas, tales eran los
ayunos y abstinencias
de aquella cuaresma inacabable. (pp.
37-38).
Esta es ocasión propicia para que el pícaro
demuestre su ingenio, fuerce el arca donde el clérigo
resguardaba sus bienes y tenga de ese modo
algún refrigerio a sus penalidades; sin embargo, su dicha
dura poco, pues "dicen que el amor de monja, la alegría del
pobre y el pedo del fraile, todos son aire, porque cuando el pobre se
alegra su regocijo dura poco" (p.33). Descubierto el engaño,
Nicolasón es despedido aunque con mejor fortuna que antes,
pues llevaba seis onzas de oro en los bolsillos; pero las
posaderas con los verdugones producto de la furia de su amo.
Más allá de esta representación de la
clerecía como clase social, Nicolasón
se desenvuelve entre tipos sociales, como ya se dijo, y ellos
pueden identificarse someramente, como los siguientes:
a. Los que presentan un conflicto entre el ser y el
parecer. Tales son los casos de Leonardo Albarranilla, alias
Capa Ratones, "honorable señor comerciante, padre
amantísimo de diez hijuelos, esposo fiel, dechado de
virtudes, ejemplo de sus conciudadanos" (p. 109) que fue
hallado "portando apenas calzoncillos largos" (p.118) al
trastocarle Nicolasón sus requiebros amorosos con
Susanota, su amante. Idéntica situación plantea la
poetisa Lesbia Fablistán, caso ya referido, y el
asustadizo profesor universitario;
"señor muy pedante, borlado en derecho civil, derecho
canónico y medicina, que tenía
fama de ser el primer chicharrón de la cazuela en las
conmemoraciones patrióticas de la ciudad" (p.92), y el
cual es aterrorizado por el "fantasma" del Obispo Torrijos,
estratagema elaborada por Nicolasón.
b. Los que representan un saber o un uso social
alternativo. Tales son los personajes que se destacan por sus
consejas o acciones fundadas en un
conocimiento o habilidad que
les es propio y los hace destacarse del resto de la comunidad. Entre este tipo de
personajes se hallan Don Darío Vencetósigo, el cual
"conocía la historia no ortodoxa de la ciudad" (p.19);
Don Georgino, que "tenía por ministerio escribirle las
cartas de amor a los
analfabetos y a las personas de poco estro, deseosas de
comunicarle sus pasiones a una adorada pretendiente" (p.59);
Doña Guiomar "que sanaba aquellas dolencias que los
doctores no conocían, tales como el mal de ojo, los
mampuestos y la guiña" (p.65). Cada uno de estos tipos
sociales se presenta en la obra con cierta autonomía
respecto del personaje principal, el cual funge de narrador de
las peripecias ocurridas a aquellos. Se incluye también
aquí a Don Pedro Somurgujo, alias "Pedro el cruel",
empleado de la universidad bajo la tutela del catedrático de
anatomía. Tío de
Nicolasón, "seleccionaba los muertos sin dueño
(…) los lavaba, los inyectaba con formol y les prestaba
solícitos cuidados que quizá no habían tenido en
sus últimos momentos de existencia" (p.75). Como ya se
indicó, la intervención del narradoractor se limita,
además de referir las señas particulares de cada uno
de estos personajes, a una breve interacción con ellos
— sobre todo al final del capítulo referido—,
en donde sale a relucir el hecho picaresco provocado por el
protagonista.
En lo que concierne a la presencia de un movimiento
ascendente en un plano social o moral, se halla que
Nicolasón se inclina más hacia un tipo de
elevación en la jerarquía social que en el plano moral.
Ello es fácilmente deducible del texto, puesto que
Nicolasón no narra su "caso" desde la perspectiva del ex
pícaro, antes bien su máxima preocupación ha sido
la de procurarse el sustento —para lo cual emplea sus
artimañas — y tal es, precisamente, el motivo que lo
impulsa a abandonar la Villa, ilusionado como muchos por el
advenimiento del General López Contreras a la presidencia
del país, el cual, según la imaginación popular,
"esperaba a sus compatriotas con las manos llenas de
nombramientos, pensiones, canonjías, sinecuras y morocotas"
(p. 153).
De tal modo que es imposible conocer la suerte de
Nicolasón después de su partida. Antes bien, es
evidente que mientras duró su permanencia en la Villa
llevó una vida de pícaro y, como tal, apartada de los
convencionalismos morales. No puede decirse lo mismo, sin
embargo, de sus esfuerzos por lograr cierto encumbramiento
social. Hacia este fin van encaminadas la mayoría de sus
acciones como adolescente y adulto. Véanse, por ejemplo, los
pasajes ocurridos con la maestra, la poetisa y sus aventuras
provocadas por el deseo de tener dinero (Cáps. V, VIII,
XII, XV, XVIII y XX). Entroncada con este afán está su
esperanza de llegar a ser "alguien". Fiel discípulo de Don
Georgino, Nicolasón parece recordar a cada instante que "un
hombre sin dinero es la
imagen de la muerte" (p.64).
A pesar de lo anterior, no puede afirmarse que
Nicolasón haya logrado su meta. Podría hablarse, mejor,
de una tensión oscilante hacia el ascenso social, en donde
habría avances y retrocesos, no una elevación real y
constante. Al respecto es bueno revisar el penúltimo
capítulo del libro, en el cual, a punto ya de marcharse,
Nicolasón resume en poco lo que ha sido su vida y afanes:
Los zamuros también ascienden, en determinadas ocasiones, a
las alturas más excelsas a disputarles sus dominios a las
águilas. Yo, a pesar de la desigualdad social que
infelizmente ha reinado siempre en mi tierra, no solamente
dialogué con licenciados y señores de caracha, sino que
también los acompañé en sus expediciones
científicas a los distantes heleros de la Sierra Nevada.
(p.141).
En clara alusión a sí mismo
—zamuro—, Nicolasón explicita sus frustrados
planes para adquirir renombre. Aunque haya llegado a los dominios
de las águilas, nunca dejó de ser un zamuro; esto es:
pícaro, pobre. Hasta ahora se ha intentado demostrar la
filiación picaresca de Nicolasón con el modelo
clásico previamente descrito: sin embargo, es necesario
también destacar sus particularidades que lo alejan del
paradigma propuesto. Una de ellas es la constituida por su
trasfondo social.
Esto, que a primera vista sería como un
vínculo más que una separación, es así porque
Nicolasón se ocupa más de elaborar retratos sociales y
describir ciertas costumbres y anécdotas —todo ello
con un barniz picaresco— que de llevar a cabo una
crítica social o sátira. Incluso el capítulo XI
constituye una rareza, puesto que el protagonista es el sirviente
bobo de Don Manuel y no —como cabría esperar—
Nicolasón. Algo parecido sucede en los capítulos II,
VII, VIII, X y XVII, donde el protagonista cede mucho de su rol a
otros personajes, limitándose a narrar o intervenir
sólo al final de cada historia. Igualmente muchas de las
descripciones iniciales de cada capítulo conforman
verdaderos cuadros de costumbres, que contribuyen a afianzar la
separación de Nicolasón del modelo
clásico.
Otro aspecto individualizador es la atenuación del
rasgo que hace de la novela picaresca una "Bildungsroman" o
novela de formación. Efectivamente Nicolasón
presenta elementos de este rasgo, pero diluidos en la trama
general de la historia referida al pícaro que no manifiesta
explícitamente de dónde le viene su astucia; habilidad
—o virtud— que se da como connatural a él. A
pesar de ello, es posible entresacar del texto pasajes donde se
evidencia un proceso de formación y aprendizaje.
He de confesar que más aprendí como
conchabado que
como alumno de la escuela parroquial y que a
no ser por
las condiciones sociales que reinaban en mi pueblo,
yo
también hubiera sido bachiller. (…) [De
modo que] cuando
en la universidad, el rector confirió el
título al niño
Marcelino, a mí ya la vida me había graduado
en otros
menesteres. (p.17).
Así terminó, don Darío
Vencetósigo, su improvisada lección
de historia, de aquella que no está escrita en
los
libros. (p.24).
[Don Georgino] solía darnos consejos sobre los
más diversos
asuntos y explicaciones sobre las cuestiones
más
variadas, que acostumbraba acompañar de los
refranes
más castizos y las locuciones criollas más
expresivas.
(p.61).
—Bebe y come sobrino, decíame entre mil
regüeldos,
porque los hombres como tú y yo debemos beber
bastante,
comer bien, cagar fuerte y no haber miedo de
la
muerte. (p.78).
Su botica era una cátedra donde discurría,
con todos
cuantos llegaban, sobre sus observaciones
científicas y
así mismo relataba las más fantásticas
aventuras que le
habían ocurrido. (p.142).
Algo semejante sucede con lo que se ha señalado muy
a menudo como motivo aglutinante principal de la novela
picaresca: el hambre (Del Monte, 1971:66). Si bien es cierto que
Nicolasón discurre sobre las peripecias pasadas para ganar
el pan, no es menos el hecho de que esta motivación queda trascendida
por la imposibilidad real —por lo menos durante el
período que abarca la obra— de ascender en la escala social a pesar de sus
esfuerzos.
Nicolasón no llega a ser bachiller "por las
condiciones sociales que reinaban en mi pueblo"; refiere al
final, casi, del texto "la desigualdad social que infelizmente ha
reinado siempre en mi tierra" y lo más contundente de todo,
abandona la Villa en busca de mejores horizontes, pues
"montañeses aislados e ingenuos como éramos para
ciertas cosas nos imaginábamos Caracas como una
bellísima ciudad de calles de oro" (p.153). Como se ve, el
proyecto vital que impulsa a
Nicolasón contiene en sí mismo el germen del fracaso.
El protagonista padece desde el principio hasta el final de la
historia las consecuencias de la desigualdad social; inclusive el
logro posterior de su meta, gracias al cambio de ambiente, queda
oculto por una oscura capa que no se devela en ningún
momento de la narración.
¿Constituye Travesuras y Picardías de
Nicolasón de las Sierras Nevadas una novela picaresca?
Es posible dar una respuesta afirmativa a esta pregunta
después de lo anteriormente esbozado. Sin embargo, es
pertinente hacer algunas aclaraciones. Nicolasón no es una
obra asimilable al estilo picaresco clásico —como pudo
observarse —, pues presenta particularidades que lo alejan
de tal clasificación. Responde más a una
revalorización y resurgimiento modernos del género que
a cuestiones de remembranza social.
Ya para la época de su inicial publicación
ficticia —su publicación verdadera ocurrió en
1972— es posible contar al menos veinte obras publicadas
entre 1850 y 1936 entre América y Europa (del Monte: 1971:160;
Casas de Faunce, 1977:14); por lo tanto, el suceso no es nuevo,
salvo para Venezuela quizá. Si se sigue la
clasificación propuesta por Casas de Faunce, Nicolasón
vendría a ser una novela picaresca en un sentido lato,
puesto que en ella la "filosofía existencial picaresca" se
presenta en una unidad estructural personaje-ambiente, donde
permanece la burla como exponente del ingenio picaresco (Casas de
Faunce, 1977:14). Queda por examinar el parentesco entre
Nicolasón y la novela moderna, apenas señalado en este
ensayo, lo cual, de hacerse, daría una visión más
exhaustiva de la obra.
San Cristóbal, 2003
Bravo, V. (1994) Ironía de la literatura.
Maracaibo: Universidad del Zulia.
Carreño, T. (1972) Travesuras y picardías
de Nicolasón de las Sierras Nevadas. Mérida:
Editorial Multicolor.
Casas de Frunce, M. (1977) La novela picaresca
latinoamericana. Madrid: Planeta/Universidad de
Puerto Rico.
Del Monte, A. (1971) Itinerario de la novela
picaresca española. Barcelona (Esp.): Lumen.
Lazarillo de Tormes (1981) Barcelona (Esp.):
Bruguera, 10ª edición. (Prólogo y notas de Amando
Isasi Angulo).
Rico, R. (1976) La novela picaresca y el punto de
vista. Barcelona (Esp.): Seix-Barral, 1976.
Ruiz de Larios, J. (1966) "Introducción" al
Lazarillo de Tormes, Círculo de Lectores.
1. Se han intentado fundir aquí las opiniones y los
juicios de los críticos antes referidos, además de las
emitidas por Juan Ruiz de Larios en la introducción al
Lazarillo de Tormes, en la edición del Círculo
de Lectores (1966).
2. Tomás Francisco Carreño (1972),
Travesuras y picardías de Nicolasón de las Sierras
Nevadas. Mérida: Editorial Multicolor. Todas las
referencias a esta obra se hará indicando sólo el
número de página según esta edición. El texto
se presenta como escrito originalmente en 1936, sin embargo su
publicación (y con ella, seguramente su composición) se
realizó en 1972. En 1987 se reeditó y amplió su
contenido.
José Francisco Velásquez
Gago