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Sistemas para el Recalce de Cimentaciones Superficiales



    1. Descripción
    2. Causas que pueden dar lugar a un
      recalce
    3. Fases de un
      recalce
    4. Recalces
      superficiales
    5. Creación de
      losas
    6. Profundización del plano
      de apoyo
    7. Refuerzo o creación de
      cimientos
    8. Recalces
      profundos
    9. Pilotes que atraviesan las
      cimentaciones existentes
    10. Pilotes adosados con
      cabezales posteriores de unión
    11. Pilotes puestos en carga
      de forma controlada
    12. Conclusiones
    13. Bibliografía
    14. Referencias
      bibliográficas

    Descripción

    Se describen los diferentes Sistemas de Recalces de Cimentaciones Superficiales,
    dependiendo de las diferentes soluciones que sean posibles
    realizar, conjugando el tipo de cimentación y los materiales que se dispongan
    para esto.

    Introducción.

    Los recalces superficiales consisten en la transferencia
    de cargas a elementos de cimentación de mayor superficie que
    los cimientos originales o apoyados en niveles inferiores; pero
    sin llegar a profundidades considerables.

    Este escrito como el título indica aborda los
    diferentes sistemas para el recalce de
    cimentaciones superficiales, las causas que pueden dar lugar a
    acometer un recalce. Veremos también como no siempre se
    trabaja en el cimiento directamente sino que se puede intervenir
    en el propio suelo, dándole al mismo las
    propiedades necesarias para su funcionamiento frente a las cargas
    que se le imponen.

    Causas que pueden dar lugar a un
    recalce.

    A pesar de que cada recalce resulta distinto en parte o
    en todo a los demás, las causas generales que pueden dar
    lugar a este tipo de actuaciones pueden clasificarse en cuatro
    grandes grupos:

    • Las que se derivan de un defecto del proyecto.
    • Las originadas por un defecto de
      ejecución.
    • Las motivadas por variaciones en las hipótesis con
      arreglo a las que se proyectó originalmente la
      estructura.

    Las dos primeras corresponden a actuaciones que han de
    resolver situaciones patológicas, que evidentemente no
    deberían existir si la obra se proyectó y
    construyó correctamente. Sin embargo, resultan harto
    frecuentes en la práctica habitual.

    De hecho, por poner un ejemplo, las estadísticas de las
    compañías aseguradoras más importantes reflejan
    que la siniestralidad asociada a los defectos de
    cimentación es del orden del triple de la originada por
    cualquier otra causa en el ámbito de la construcción.

    Por otra parte, de entre las causas particulares que dan
    lugar a una obra defectuosa, las mismas estadísticas
    reflejan contundentemente cómo una gran parte de los
    siniestros se producen por ausencia, insuficiencia o mala
    interpretación de los
    reconocimientos geotécnicos.

    De los datos anteriores se deriva
    directamente la gran trascendencia de investigar y analizar con
    detalle el terreno, algo que, desgraciadamente, a menudo se
    infravalora en su importancia.

    En cuanto a las variaciones del entorno de la estructura,
    también algunas de estas causas deberían o
    podrían preverse de antemano, al menos las más
    frecuentes. Entre ellas cabe destacar las alteraciones
    originadas por construcciones y obras próximas a la
    estructura (excavaciones, vibraciones, rebajamientos del nivel
    freático por bombeos cercanos, etc).

    Finalmente, el cuarto grupo es quizás el
    único que no es previsible de antemano, dado que supone un
    cambio sustancial en la
    concepción original de la obra: incremento de alturas del
    edificio, excavación de nuevos sótanos, aumento de
    sobrecargas por cambios de uso, etc.

    Los principios para la
    realización de un recalce con éxito son los mismos de
    antaño: mínima interferencia con la construcción
    existente y transferencia de las cargas a la nueva
    cimentación de modo adecuado. Sin embargo, hoy existen
    nuevas técnicas, por ejemplo, la
    del hormigón pretensado, que hacen más fácil esta
    labor.

    Fases de un
    recalce.

    En un caso general, el recalce puede tener las
    siguientes fases:

    1. Refuerzo y apoyo provisional de la estructura, si se
      precisa.
    2. Transferencia de cargas de la cimentación
      primitiva al apoyo provisional.
    3. Construcción de la nueva
      cimentación.
    4. Transferencia de las cargas a la nueva
      cimentación.

    Refuerzo y apoyo provisional de la estructura, si
    se precisa.

    Sólo la prudencia puede dictar normas a este respecto. En
    edificios antiguos, este trabajo preparatorio puede
    constituir la mayor parte de la operación como ocurre en las
    grandes catedrales e iglesias. Se refuerzan los muros con barras
    de acero, los huecos se rellenan
    mediante inyecciones, etc.

    En edificios modernos puede bastar un apuntalamiento
    exterior, quizás mediante estructuras reticulares o el
    apuntalamiento de arcos y vigas.

    Cuando hay que recalzar una serie de cimientos aislados
    es frecuente unirlos mediante vigas de atado.

    Transferencia de cargas de la cimentación
    primitiva al apoyo provisional.

    Este proceso está
    íntimamente ligado al anterior. Con frecuencia es deseable
    transmitir la carga del miembro estructural que se va a recalzar
    a soportes provisionales, antes de proceder al recalce de aquel.
    Esto suele hacerse mediante cuñas y gatos
    hidráulicos.

    En mucho casos se transfieren las cargas a los soportes
    provisionalmente mediante una serie de vigas, llamadas –
    agujas -, paralelas y horizontales, que atraviesan el muro que se
    va a recalzar a través de una serie de aberturas. Estas
    agujas apoyan, a veces mediante gatos, en dos apoyos
    provisionales.

    Cuando se trata de pilares o columnas metálicas, se
    pueden soldar dos angulares en lados opuestos del pilar, que
    apoyan sobre estas vigas. Para cualquier tipo de pilar se puede
    emplear cepos de fricción.

    Las cuñas tienen la ventaja de su economía y sencillez, pero tienen el
    inconveniente de que con ellas no se puede controlar la fuerza aplicada.

    Figura 4.1. Apoyo provisional de un pilar de ladrillo,
    para evitar desplazamientos verticales y horizontales durante el
    recalce. Cimiento provisional de madera y sistema de cuñas.

    Construcción de la nueva
    cimentación.

    En los métodos clásicos de
    recalce las nuevas cimentaciones se construyen debajo de las
    existentes, para ello se comienza por excavar bajo
    estas.

    Para no tener que transferir las cargas a apoyos
    provisionales, se puede confiar en el efecto bóveda debajo
    de un muro continuo.

    Un posible dispositivo para construir la nueva
    cimentación se indica a continuación.

     

    En el caso de muros continuos la distancia entre zanjas
    abiertas simultáneamente debe ser igual, al menos, a 1
    ½ veces su profundidad. Su ancho suele ser de 1 m y su
    longitud de 1.5 a 2 m.

    Una vez terminado el primer recalzo se excavan los pozos
    2 y se recalzan.

    Una vez terminado el segundo recalzo, se recalzan los
    espacios intermedios.

    El material más usado hoy para construir la nueva
    cimentación es el hormigón, el mismo tiene grandes
    ventajas para ser usado en recalces, puede fluir, puede ser
    bombeado y desarrolla gran resistencia incluso bajo el
    agua.

    Algunos autores (Schultze y Simmer (1970) y Paterson
    (1970)) recomiendan extraer las maderas de la entibación una
    vez fraguado el hormigón. Sin embargo otros (White (1968))
    indican que ello no es necesario, pues la experiencia demuestra
    que, incluso cuando las maderas se pudren, las fibras de celulosa permanecen in situ y
    no se forman huecos en el suelo, lo que sería nefasto, pues
    ocasionaría deformaciones del terreno. El gasto
    suplementario que traería consigo la utilización de
    madera tratada, hormigón o acero, no está justificado
    [1].

    Transferencia de las cargas a la nueva
    cimentación.

    Tradicionalmente se han empleado, como cuñas, lajas
    de pizarra que se situaban en el hueco entre la nueva
    cimentación y la antigua.

    Una desventaja de este método es que la carga
    transferida no se conoce. No es adecuado para transferir cargas
    puntuales. Si la transferencia de la carga es insuficiente
    ocurrirán asientos al quitar los apuntalamientos.

    Las cuñas de acero representan un avance. Si se
    conoce el ángulo de un par de cuñas se puede calcular
    cuanto se han separado de las cimentaciones. Sin embargo,
    sólo se puede hacer una estimación grosera de la carga
    transferida.

    Los gatos de husillo son, en este aspecto, semejantes a
    las cuñas de acero, pero son más cómodos, permiten
    un mejor control y mayor separación
    cuando se requiere.

    Cada vez se usan más los gatos hidráulicos
    para transferir cargas, pues con ellos se conoce la carga
    transferida y el control es adecuado, la bomba puede estar
    separada del gato, por ejemplo, en la superficie del terreno,
    como en general se requiere que este ocupe poco espacio, se usan
    con frecuencia gatos planos.

    Antes de transferir la carga de modo permanente a la
    nueva cimentación deberían terminarse los asientos.
    Esto puede requerir introducir nuevas cuñas de tiempo en tiempo o volver a
    dar presión a los
    gatos.

    Cuando la nueva cimentación se lleva hasta un suelo
    granular, cabe esperar que el asiento sea pequeño, pero si
    el suelo es arcilloso puede haber asientos de consolidación
    importantes. Ensayos de laboratorio o in situ,
    anteriores, deben permitir predecir el asiento lento, y estos
    resultados deben corregirse con las primeras medidas en la obra.
    El ajuste de los gatos debe continuarse hasta que el asiento
    remanente pueda ser absorbido por la estructura sin daño.

    Para la unión final se rejuntan las lajas de
    pizarra y se sueldan las cuñas. El espacio no ocupado por
    cuñas o gatos debe rellenarse y acuñarse con lajas de
    pizarra o mortero seco apisonado. Los gatos pueden retirarse o
    remplazar finalmente el fluido hidráulico por uno que se
    solidifique y proporcione un medio permanente de transferencia de
    cargas.

    Recalces
    superficiales.

    Los recalces pueden ser desde el punto de vista
    tipológico:

    1. Ensanche de cimiento.
    2. Creación de losas.
    3. Profundización del plano de apoyo.
    4. Refuerzo o creación de cimientos.

    Ensanche de cimiento.

    Es un caso habitual cuando los cimientos resultan
    insuficientes por trabajar a presiones muy elevadas o se han
    degradado, perdiendo parte de su área efectiva. También
    se emplea este método cuando se van a aplicar mayores cargas
    que las preexistentes y el estrato de apoyo es de resistencia
    suficiente para la nueva situación.

    El problema fundamental es la unión de la parte
    nueva con la antigua y que la puesta en carga del conjunto se
    consiga sin asientos apreciables.

    En líneas generales puede hacerse la siguiente
    clasificación de soluciones:

    Ensanche del cimiento en su plano.
    La trabazón puede conseguirse mediante bulones, resinas,
    dentado de la junta de contacto o acuñamiento de forma
    (Figura 4.2).

    Figura 4.2 Soluciones para el ensanche de
    cimientos.

    Una variante patentada la constituye el
    sistema Pynford, que consiste en introducir unos castilletes
    metálicos en huecos abiertos en las cimentaciones pasando
    entre ellos las armaduras y sustituyendo así los viejos
    cimientos de mampostería por bloques de hormigón armado
    (Figura 4.3). [2]

    Puenteo del cimiento por encima del
    mismo
    , transmitiendo las cargas a un anillo que contornea y
    ensancha la cimentación. En el caso de muros el puente puede
    formarse mediante vigas de acero u hormigón ("needle beams")
    que descansan sobre carreras preformadas paralelamente al
    cimiento (Figura 4.4).

    Figura 4.3 Recalce con castilletes
    Pynford.

     

     

    Figura 4.4 Soluciones de puenteo y
    ensanche de cimientos corridos.

    Si se trata de pilares o columnas
    aisladas es necesario formar una base armada contorneando el
    arranque de los mismos, lo cual plantea problemas de espacio. El
    ensanche de los cimientos puede tener una configuración
    distinta de la original (Figura 4.5).

    Figura 4.5 Ensanche de cimientos corridos
    con mejora local del terreno.

    La unión del hormigón fresco con el antiguo se
    efectúa mediante la presión que resulta de la
    contracción del hormigón fresco por la retracción.
    Para evitar las grietas que podrían producirse y que
    perjudicarían a esta unión, y para resistir a los
    esfuerzos resultantes de la descomposición de las fuerzas
    aplicadas, es necesario armar este hormigón mediante cercos
    suficientemente numerosos.

    Cuando la losa no es accesible en todas sus caras
    (columnas en medianería); la reconstrucción es muy
    delicada, siendo necesario constituir una viga completa que
    envuelva la columna y haga cuerpo monolítico con el
    mismo.

    El inconveniente de todos estos métodos proviene de
    que no es posible efectuar una puesta en carga progresiva. Las
    cargas iniciales continúan pasando por la losa primitiva, y
    las sobrecargas se repartirán sobre toda la nueva anchura,
    aumentando así los esfuerzos en la cimentación
    inicial.

    Creación de
    losas.

    Es un caso límite del ensanche de cimientos y
    consiste en macizar el espacio existente entre los mismos,
    creando una especie de losa (lógicamente el armado difiere
    del que correspondería a haber proyectado de entrada la
    losa). Széchy (1964) cita un caso en el que la losa se
    construyó por encima de los cimientos, pasando armaduras por
    los plintos existentes sobre los mismos y hormigonando
    posteriormente el conjunto. Con esta solución se
    consiguió reducir los asientos de las capas de turba
    subyacentes, pero en otros casos, al formarse un bulbo de
    presiones mucho más profundo que el de los cimientos (aunque
    de menor intensidad), se han visto afectados estratos inferiores
    muy comprensibles y ello ha redundado en asientos importantes
    posteriores al recalce.

    En la figura 4.6 se indican diversas soluciones
    constructivas para este tipo de recalces.

     

    Figura 4.6. Soluciones de creación
    de losas sobre cimientos existentes.

    Profundización del plano
    de apoyo.

    Suele hacerse mediante pozos construidos con descalce
    parcial de la cimentación existente ("bataches") y bajando
    hasta un nivel de suficiente resistencia. Normalmente se consigue
    también un aumento del área de reparto. A veces se
    llega a esta solución para crear sótanos bajo edificios
    existentes.

    Es un método muy usado para el recalce de muros con
    cimiento corrido ya que la propia rigidez estructural permite
    puentear los sucesivos huecos creados (Figura 4.7). En el caso de
    cimientos aislados es de difícil ejecución ya que el
    proceso supone una concentración de esfuerzos desfavorable,
    recurriéndose generalmente a la sustitución completa
    del cimiento, previo apuntalamiento de la columna.
    Únicamente cabe utilizar este método sin apuntalamiento
    intermedio cuando se trata de grandes macizos de
    cimentación.

    Figura 4.7. Recalce por bataches de
    cimentación corrida. Sección típica.

    Un tipo especial de recalce es el procedimiento "Soilcrete" de la
    firma alemana Keller, que consiste en abrir una cavidad o batache
    de hasta 1 m. de diámetro bajo un cimiento mediante agua
    inyectada a presiones de 100 a 300 kg/cm2 por un
    pequeño taladro. La cavidad se rellena con mortero de
    cemento, llegando a hacer
    tantos bataches como requiera el recalce (Figura 4.8).

    El procedimiento requiere un control muy cuidadoso y es
    aplicable preferentemente en suelos finos algo cohesivos
    (k=10-6 a 10-8 cm/s), La puesta en carga
    del batache se consigue por la misma presión de
    inyección.

    Figura 4.8. Procedimiento
    Soilcrete.

    Refuerzo o creación de
    cimientos.

    En algunos cimientos de mampostería de área
    suficiente para las cargas a soportar puede producirse un lavado
    o degradación del mortero de unión o la
    disgregación por alteración de los elementos
    pétreos. En esos casos un tratamiento eficaz puede ser la
    cimentación por inyección de la mampostería, dando
    la cohesión o resistencia a tracción y frenando su
    degradación.

    A veces esta operación es inviable por lo somero
    del elemento de cimentación, siendo necesario crear un
    auténtico nuevo cimiento involucrando parte del terreno o
    introduciendo elementos de soporte auxiliares.

    En algunos casos se crea un marco de hormigón en
    torno a la columna o muro (o un
    emparrillado de vigas contorneando un conjunto de pilares) y se
    inyecta el espacio interior hasta crear un bloque
    cementado.

    Un ejemplo es la solución de refuerzo propuesta
    para el recalce de las pilastras que consiste en unos marcos de
    hormigón armado que contornean los antiguos cimientos
    corridos de mampostería, arriostrados por una losa de
    solera.

    El terreno queda así confinado por arriba y
    lateralmente, cerrándose interiormente con una
    inyección química que, al mismo tiempo refuerza
    el terreno. Por último, se cementa la mampostería y el
    terreno confinado mediante una inyección de cemento más
    barata y con la cual se puede lograr un cierto nivel de puesta en
    carga regulando adecuadamente las presiones.

    Sin embargo, por problemas de inyectabilidad y
    ejecución se está pensando en otro tipo de
    confinamiento periférico de los cimientos.

    A veces el marco de hormigón se sustituye por un
    tablestacado corto (1-1.50 m) pero es difícil que un
    edificio en precario estado soporte la hinca sin
    problemas. La introducción de las
    tablestacas a presión puede ser una alternativa en algunos
    casos.

    Cuando el cimiento está muy deteriorado o es
    claramente insuficiente la solución usual consiste en el
    apuntalamiento lateral de la columna (eventualmente con
    atirantado o refuerzo de la misma) y construcción de un
    nuevo cimiento. Como variante también puede puentearse el
    pilar mediante vigas metálicas transmitiendo a unas carreras
    auxiliares, excavando luego el hueco del nuevo cimiento y
    rellenándolo de hormigón armado.

    En algunos casos estos recalces se ejecutan descargando
    los muros o columnas; pero normalmente el descalce es sólo
    parcial, construyendo la nueva cimentación por puntos o
    bataches. Este tipo de recalces impone ciertas limitaciones ya
    que:

    • La cimentación o la superestructura debe ser
      capaz de puentear el hueco creado.
    • Debe quedar garantizada la estabilidad de la tierra en las paredes de
      la excavación.
    • El apoyo sobre los nuevos cimientos debe quedar
      asegurado con deformaciones mínimas y sin transmitir
      cargas anormales a la estructura.

    Recalces
    profundos.

    Con el desarrollo a lo largo del
    siglo XX de los pilotes in situ como elementos de
    cimentación resultaba inevitable la extrapolación a
    mayores profundidades de los bataches o pozos de recalces
    mediante los citados elementos, de pequeño diámetro y
    elevada resistencia.

    Un ejemplo de pilote de recalzo que se hinca en el
    terreno por elementos mediante un gato es el que se muestra en la figura 4.9. El
    diámetro de estos pilotes puede oscilar entre 23 y 25
    cm.

    A principios el recalce por medio de pilotes hincados
    con gato dio resultados mediocres. El First National City Bank,
    de wall street, en Nueva York, resultó dañado como
    consecuencia de un asiento de 5 cm durante y tras el recalce por
    esta vía.

    En 1915, E. A. Prentis advirtió que cuando se
    descargaba un pilote hincado de una carga de 75 t se
    producía una elevación de 1 cm pero al volver a aplicar
    la carga el asiento era de 5 cm.

    Figura 4.9 Pilote hincado mediante
    gatos.

    Esto dio lugar al concepto de bulbo de presiones
    que soporta el pilote sin asiento mientras se mantenga la
    presión. Si se retira la carga es necesario que el pilote
    asiente de forma importante para reconstruir ese
    bloque.

    Como consecuencia, Prentis y L. White patentaron el
    pilote –Pretest- en 1917, con el cual los gatos
    permanecían en carga hasta colocar una viga doble T y
    cuñas de acero entre el extremo superior del pilote y el
    inferior del cimiento, lo cual impedía la
    descarga.

    El avance más considerable se produjo a partir de
    1973 con el desarrollo en Italia de los
    micropilotes, ejecutables con maquinarias de reducidas
    dimensiones y muy adaptables al trabajo dentro de edificios ya
    construidos. En el momento actual cabe admitir que el 90% de los
    recalces profundos se hace con este tipo de pilote.

    En líneas generales puede decirse que resulta
    necesario un recalce profundo cuando:

    • El estrato de apoyo de las cimentaciones tiene una
      capacidad portante insuficiente, ya reflejada en asientos
      importantes bajo las cargas actuantes, o con posibles riesgos de los mismos al
      aplicar nuevas cargas, no siendo viable o económica la
      mejora de las cimentaciones existentes o del terreno
      subyacente.
    • La ejecución de recalces superficiales es muy
      dificultosa por la presencia de terrenos inestables o la
      presencia de niveles freáticos.
    • Se desea ampliar el edificio bajo los niveles
      actuales.
    • Se van a realizar obras en el entorno que pueden
      afectar la estabilidad de las cimentaciones
      existentes.

    Este tipo de recalce se hacía antiguamente mediante
    pozos construidos por bataches bajo muros o descubriendo por
    partes la cimentación antigua. En el recalce del castillo de
    Herten en Alemania realizado en los
    años 60 mediante pozos de 1.20 m de diámetro y 4 m de
    profundidad, formado por anillos prefabricados y arriostrados en
    cabeza por carreras de hormigón armado de 1.20 x 1.30
    m2, cosidas mediante bulones a los cimientos corridos
    o aislados.

    En la actualidad para este tipo de recalce se recurre
    casi exclusivamente a los pilotes con las modalidades
    siguientes:

    1. Atravesando la cimentación existente,
      transmitiendo las cargas por adherencia, unión de
      armaduras, etc.
    2. Adosando los pilotes a las cimentaciones o
      intercalándolos en la planta y construyendo luego un
      elemento puente o ménsula que transmita las
      cargas.
    3. Ejecutando los pilotes desde bataches abiertos bajo
      las cimentaciones y logrando luego la puesta en carga mediante
      cuñas o gatos.

    En el siguiente epígrafe se comentan con mayor
    detalle las posibles soluciones.

    4.5.1 Pilotes que
    atraviesan las cimentaciones existentes.

    Suele ser de pequeño diámetro, de los
    denominados micropilotes o pilotes-aguja ( "pali radice" en la
    terminología italiana de la primera patente). Actualmente se
    dispone de tipos muy diversos de pilotes de pequeño
    diámetro, como son:

    a) Micropilotes realizados con batería de
    perforación a rotación
    (que sirve al mismo tiempo
    de entubación con expulsión de los detritus mediante
    el agua de refrigeración de la
    corona de corte). Terminada la perforación se coloca la
    armadura y se va llenando el taladro con mortero, retirando por
    tramos la entubación. Suele ayudarse la penetración y
    densificación del mortero cerrando la entubación en
    cabeza y aplicando presión de aire (Figura 4.11).

    Al poder introducir la
    entubación por tramos roscados de muy corta longitud este
    tipo de pilote utiliza maquinaria de tamaño muy
    pequeño, lo cual permite trabajar en espacios muy reducidos.
    Tienen el inconveniente de la adición de agua, lo cual puede
    ser perjudicial en terrenos inestables o flojos, tampoco es
    fácil colocar armaduras tubulares.

    Figura 4.11 Fases de ejecución de un
    pilote convencional.

    a) Perforación con extracción del terreno
    con agua de refrigeración.

    b) Introducción de armaduras.

    c) Hormigonado con retirada progresiva de la
    batería de perforación con eventual obturación
    en boca y aplicación de presión de
    aire.

    b) Micropilotes realizados en seco sin
    entubación y con barrena helicoidal
    (salvo la
    perforación del cimiento). También se puede perforar
    con coronas refrigeradas por aire, Una vez limpio el taladro se
    coloca la armadura y se inyecta un mortero fluido o una lechada
    de abajo a arriba mediante una tubería auxiliar. En el caso
    de armadura tubular la lechada se inyecta por la boca del tubo
    haciéndolo refluir por el fondo y la pared exterior del
    mismo hasta la superficie. Eventualmente puede taponarse la
    salida y poner en presión la lechada.

    Estos micropilotes exigen un terreno no muy duro, y
    desprovisto de obstáculos, bloques, capas cementadas, etc.,
    generalmente sin nivel freático y que no se desprenda al
    perforar. También pueden realizarse con entubación pero
    entonces la ejecución se complica
    considerablemente.

    c) Micropilotes con bulbo inyectado a
    presión
    (sistema tubfix).

    Una vez realizada la perforación por el sistema
    impuesto por el terreno, se
    coloca una armadura tubular provista en su parte inferior de
    manguitos elásticos que hacen de válvula anti-retorno,
    a continuación se hacen descender por el interior del tubo
    con obturadores colocados a la distancia necesaria para aislar
    cada manguito. En primer lugar, se inyecta por el manguito
    más profundo y a través del tubo interior una lechada
    fluida que rellena el espacio comprendido entre la armadura
    tubular y el terreno, creando una vaina de cierre. Seguidamente y
    antes de que esta lechada haya fraguado totalmente se inyecta
    nuevamente por los sucesivos manguitos, de abajo a arriba y con
    presión suficiente para romper la vaina y crear un bulbo
    desplazando el terreno. (Figura 4.12).

    Los micropilotes tienen la ventaja de ejecutarse con
    maquinarias de reducidas dimensiones, lo cual permite trabajar en
    sótanos y lugares de bajo techo para problemas concretos,
    pero en general suele ser complicado introducir las máquinas desde el exterior
    del edificio y moverlas por lugares tabicados.

    Figura 4.12 Fases de ejecución de un
    pilote con bulbo inyectado a presión.

    a) Perforación.

    b) Colocación de la armadura
    tubular.

    c) Inyección de relleno para formación de
    la vaina.

    d) Inyección a presión para
    formación del bulbo.

    e) Relleno del interior del tubo.

    Para el éxito de este tipo de recalces se deben dar
    una serie de condiciones:

    – La cimentación a recalzar debe tener
    suficiente canto y resistencia para transmitir las cargas por
    adherencia.

    – El firme de apoyo debe encontrarse a distancia
    moderada (< 20 m) ya que es difícil garantizar la
    continuidad estructural, alineación recta y posición
    espacial en pilotes muy largos.

    – El terreno atravesado debe ser relativamente
    estable para no introducir flexiones, rozamientos negativos,
    etc., en los micropilotes.

    Figura 4.13 Secciones típicas de
    micropilotes.

    La capacidad portante de los micropilotes depende mucho
    del sistema constructivo (inyección a presión o no),
    del tipo de armadura (tubo o redondos) (Figura 4.13), la
    longitud, inclinación, terrenos de apoyo, etc.

    Debe señalarse que las pruebas de carga en este tipo
    de pilotes dan valores bastante superiores a
    los previsibles por las teorías usuales de la
    Mecánica del Suelo.
    Tampoco existe riesgo de pandeo, salvo en
    terrenos excepcionalmente blandos (Cu<2 t/m2). Por
    otra parte, al formarse grupos numerosos de micropilotes mejora
    notablemente la resistencia frente a la del micropilote aislado
    con eficiencias próximas a 2.

    En el caso de micropilotes de gran longitud con armadura
    tubular es importante realizar correctamente las uniones de los
    distintos tramos de tubo, lo que se consigue eficazmente con
    manguitos roscados. A veces se disponen también costillas
    anulares soldadas para mejorar la adherencia entre el tubo y el
    mortero periférico, si bien no es usual contar con la
    resistencia de este último.

    Los micropilotes, como otros elementos de recalce
    plantean el problema de tal transferencia de cargas de la
    estructura y las deformaciones asociadas con este
    proceso.

    En general se deben adoptar valores muy conservadores
    para la resistencia por adherencia del contacto cimiento –
    micropilote, salvo que se adopten precauciones especiales como la
    inyección a presión, empleo de resinas,
    etc.

    A título indicativo pueden considerarse los valores de la Tabla
    4.1.

    Tabla 4.1 Tensiones de adherencia admisibles en
    micropilotes.

    Tipo de
    fábrica.

    Tensiones admisibles
    (Kg/cm2 )

    Mampostería de rocas de resistencia
    media a baja con mortero pobre.

    0.1 – 0.5

    Mampostería de rocas resistentes con
    mortero de buena calidad.

    1 – 3

    Fábrica de ladrillo de baja calidad con
    mortero pobre.

    0.2 – 0.6

    Fábrica de ladrillo de buena
    calidad.

    2 – 4

    Hormigones. ( )

    4 – 6

    Si la adherencia es insuficiente o existen problemas de
    cortante puede ensancharse o acampanarse el entronque con el
    cimiento, o agrandar la sección estructural de la misma
    (Figura 4.13), o bien aumentar su resistencia mediante bulones,
    barras resinadas, etc. (Figura 4.14).

    En cuanto a los asientos debe contarse con la
    deformación elástica del micropilote y los debidos a la
    comprensibilidad del terreno. De acuerdo con las teorías
    usuales de la Mecánica del
    Suelo.

    Figura 4.13 Aumento de la sección
    estructural de unión con los micropilotes.

    Si se quiere que los asientos de puesta en carga no se
    transmitan a la estructura, se colocarán previamente a la
    conexión, gatos que cargan con pórticos auxiliares, o
    más raramente, cargando mediante gatos planos contra la base
    del encepado y unos salientes metálicos soldados al tubo del
    micropilote, sellando después el contacto cilíndrico
    entre el tubo y el encepado.

    Una solución intermedia consiste en formar un
    tapón en el fondo del micropilote y anclar allí una
    barra metálica roscable. Tensando esta barra mediante un
    gato hueco que apoye contra la armadura tubular se puede provocar
    la deformación elástica de la misma (generalmente
    cargando el 60 – 80% de la carga nominal, teniendo en cuenta el
    pandeo del tubo libre), manteniendo dicha deformación
    mediante una tuerca previamente colocada en la base del
    gato.

    Una vez encepado el micropilote, se retira la tuerca,
    con lo cual el tubo libera la energía elástica
    almacenada cargando contra el encepado y el terreno. Por
    último, se inyecta el micropilote.

    Figura 4.14 Refuerzo de cimiento de
    mampostería mediante inyección.

    Por lo que respecta al diseño del recalce debe
    procurarse que las cargas concentradas coincidan con el centro de
    gravedad de cada cepa de micropilotes o induzcan esfuerzos
    comparables en cada uno de ellos de forma que no se produzcan
    giros o desplazamientos horizontales del apoyo. Ello se consigue
    con grupos de tres o más micropilotes, simétricamente
    dispuestos.

    La estabilidad del apoyo mejora si se da a los
    micropilotes, una ligera inclinación hacia afuera
    (generalmente 15o ó 5:1), abriendo el grupo, pero
    ello no es absolutamente necesario. e incluso puede dar problemas
    si los micropilotes son muy largos y atraviesan capas
    comprensibles ya que pueden inducirse en los mismos flexiones
    importantes. En bastantes casos la inclinación obedece a una
    mayor facilidad constructiva.

    En torres, pilares muy cargados, etc. suele recurrirse a
    la creación de un retículo de micropilotes
    entrecruzados que confina un núcleo importante de terreno,
    formando así una gran zapata de recalce que prolonga la
    cimentación hasta el firme.

    4.5.2 Pilotes adosados
    con cabezales posteriores de unión.

    Suele tratarse de pilotes verticales, de diámetros
    entre 30 y 60 cm, adecuados para el recalce de muros o cimientos
    corridos con cargas importantes, y cuando la obra permite
    introducir maquinaria relativamente pesada y de bastante altura
    (algo superior a la longitud final de los pilotes).

    La unión con la cimentación antigua puede
    conseguirse de formas diversas:

    – Mediante vigas pasantes que encepan los pilotes
    colocados a ambos lados.

    – Construyendo vigas carreras longitudinales,
    encepando los pilotes de cada lado, y atirantándolas
    posteriormente contra el cimiento mediante pernos o pasadores
    metálicos (Figura 4.15). Es frecuente que el contacto se
    haga dentado para mejorar la resistencia de la
    junta.

    Figura 4.15 Carreras unidas por pernos
    tensados.

    En el primer caso las vigas pueden ser metálicas,
    de hormigón armado (Figura 4.16) o de hormigón
    pretensado (Figura 4.17) en el proyecto debe
    comprobarse:

    – Que las reacciones de la viga sobre el cimiento
    sean admisibles sobre todo en el caso de mamposterías.
    Esto se refiere tanto a la compresión de la fábrica
    como a esfuerzos de cortante y flexión.

    – Que las flechas de puesta en carga sean
    admisibles para la estructura incluyendo en el caso del
    hormigón armado los asientos por retracción. Siempre
    caben correcciones mediante gatos.

    Figura 4.16 Vigas pasantes de
    hormigón armado.

    Figura 4.17 Viga pasante
    pretensada.

    Con las traviesas pretensadas se eliminan los efectos de
    la retracción y flexión, ya que pueden conseguirse
    contraflechas que los compensen. También se consigue un
    menor canto a la flexión en el caso de cimientos muy
    anchos.

    En algunos casos se han utilizado los castilletes
    "Pynford" para aligerar la base del muro o columna y construir un
    encepado pasante.

    En el dimensionamiento de los pilotes deben tenerse en
    cuenta los momentos flectores transmitidos a la cabeza de los
    mismos por las vigas traviesas.

    Por razones constructivas, o mejor aprovechamiento de
    los pilotes, éstos pueden disponerse al tresbolillo, con
    vigas pasantes oblicuas a los paramentos, repartiendo de forma
    equilibrada la carga de la superestructura.

    En Suecia se ha utilizado bastante este sistema con
    micropilotes metálicos hincados a presión a través
    de huecos abiertos en las vigas o losas encajadas bajo los
    antiguos muros.

    Normalmente la necesidad del recalce se derivaba de la
    pudrición de los pilotes de madera por descenso del nivel
    freático.

    A continuación se muestran algunos de los
    diferentes tipos de conexión de los micropilotes con la
    estructura, tanto en recalces como en nuevas
    construcciones.

    Figura 4.18 Encepado de tres
    Micropilotes. Figura 4.19 Viga en pilar medianero.

    Figura 4.20 Recalce con perforación
    de muro. Figura 4.21 Recalce con encepado

    atirantado.

    4.5.3. Pilotes puestos en
    carga de forma controlada.

    En obras delicadas es importante que la transmisión
    de carga a los nuevos elementos de construcción se haga con
    deformaciones mínimas, no siendo suficiente con los
    métodos antes descritos. Los sistemas más utilizados
    son del tipo siguiente:

    a) Pilotes hincados a presión bajo el
    cimiento
    .

    Son pilotes formados por elementos prefabricados de
    acero u hormigón de 1.20 a 1.60 m de longitud, que se
    introducen mediante gatos en el terreno extrayendo el suelo que
    queda en el interior en el caso de tubos abiertos. En otros casos
    los tubos llevan un azuche metálico que desplaza el terreno.
    Los diámetros usuales son de 45 a 60 cm., y puede soportar
    de 40 a 50t, o más en arena. Estos pilotes requieren abrir
    bataches bajo el cimiento con una altura del orden de 1.50 – 1.80
    m.

    La originalidad del sistema consiste en acuñar el
    pilote contra el cimiento mediante una pieza metálica antes
    de retirar los gatos con lo cual los asientos adicionales son muy
    pequeños. (Figura 4.22).

    Figura 4.22 Pilote Pretest.

    Hay que tener en cuenta el efecto de grupo para ensayar
    un grupo de pilotes constituido por una fila, se cargan en primer
    lugar los tres primeros simultáneamente. A continuación
    se acuña el primer pilote y se transfieren los gatos al
    cuarto. Al cargar dicho pilote se producirá un asiento
    suplementario en los anteriores, que será un mínimo en
    el primero por ser el más alejado. Esta operación se va
    repitiendo sucesivamente.

    Tras el acuñado, las extremidades superiores de
    cada pilote y viga I se hormigonan definitivamente. Un asiento
    posterior puede precisar el acceso a los pilotes para aplicar
    nuevas cargas, cosa que no permite el hormigonado. Dado que este
    se realiza para dar estabilidad a la cimentación frente a
    las cargas laterales, se puede sustituir por una
    inmovilización de la cimentación en dos direcciones
    horizontales mediante travesaños de madera, de
    mampostería o metálicos, que proporcionan estabilidad
    lateral y dejan los pilotes accesibles.

    Para la protección anticorrosiva las vigas I y las
    cuñas se embuten en la fábrica o se cubren con una capa
    protectora. Los huecos se rellenan con tierra u hormigón para
    evitar la acumulación de gas procedente de las
    instalaciones vecinas. De este modo se evitan los
    desprendimientos que ocurrirían si cediesen las entibaciones
    de los pozos de acceso.

    Una variante posterior del mismo sistema es el pilote
    mega
    , formado por elementos de hormigón con un hueco
    tubular en el centro.

    Recientemente se han empezado a utilizar en Suecia
    pilotes metálicos tubulares de pequeños diámetros
    (60 a 76 mm). Los pilotes son de acero galvanizado, a veces con
    recubrimiento plástico y relleno
    posteriormente con mortero de cemento. La hinca se hace mediante
    gatos por tramos unidos por manguitos especiales.

    En la figura 4.23 se muestra un recalce realizado con
    estos pilotes bajo una cimentación de mampostería, la
    cual fue precisamente cosida con barras metálicas e
    inyectada con lechada de cemento. A continuación se abrieron
    en la misma unos nichos para dar cabida a la maquinaria especial
    de hinca de pilotes, rellenándolos con hormigón
    después de la ejecución de los mismos.

    Normalmente cuando se utilizan micropilotes para este
    tipo de recalce se agrupan en cepas de un número elevado de
    micropilotes.

    Figura 4.23 Hinca a presión de micropilotes
    metálicos a través de una losa preformada.

    b) Pilotes cargando contra macizos adosados contra el
    cimiento
    .

    Para evitar excavar bajo cimiento suele recurrirse al
    puenteo o ensanche de cimiento estableciendo la unión con
    los pilotes a través de gatos que se eliminan una vez
    efectuada la puesta en carga de forma controlada.

    En la figura 4.24 se muestra un ejemplo de este tipo de
    recalce. Nótese el ángulo de inclinación de los
    pilotes más externos con respecto a la vertical.

    Figura 4.24 Recalce de la iglesia de Santa Catalina de
    Hamburgo.

    4.6 Conclusiones.

    1. De modo general, se han presentado algunas soluciones
      para la reparación de una cimentación afectada. En la
      práctica, para la selección del método
      adecuado, se tendrán en cuenta las condiciones del lugar y
      de la obra, y se realizará el debido análisis puesto que las
      variantes pueden sufrir cambios, para cada caso
      específico.
    2. El avance de las técnicas especializadas de
      recalce de cimentaciones y refuerzo del terreno permite
      afrontar difíciles problemas, tanto derivados de
      patología geotécnica como de la necesidad de crear o
      profundizar sótanos bajo edificios existentes. Se dispone
      actualmente de una multiplicidad de soluciones que,
      adecuadamente combinadas, permite resolver situaciones
      complejas con garantías de éxito.
    3. La elección de uno u otro método de recalce
      dependerá en gran medida de la experiencia de los
      profesionales encargados del diseño del mismo, de la
      calidad de las investigaciones ingeniero –
      geológicas realizadas para corroborar las
      hipótesis del fallo ocurrido y
      del equipamiento con que se cuente para llevarlo a
      cabo.
    4. No deben realizarse aquellos recalces que induzcan
      vibraciones adicionales que pudieran afectar de forma
      significativa a las edificaciones colindantes con la que se
      está recalzando. La existencia de una gran cantidad de
      linderos comunes (medianería) necesita de que el
      análisis que se realice para la selección del
      método a emplear sea todavía más cuidadoso que
      en otros casos que se han expuesto a lo largo de este
      capítulo.

      Bibliografía

      • Álvarez Rodríguez, Odalys:
        Patología de las cimentaciones. Técnicas de
        intervención. Patología, Diagnóstico y
        Rehabilitación de Edificaciones. Monografía. La Paz.
        Bolivia. Marzo
        2003.
      • Babé Ruano, Manuel: Mantenimiento y
        reconstrucción de edificios. Ministerio de Educación Superior.
        Ciudad de La Habana. Cuba. 1986.
      • Calavera Ruiz, José: Proyecto y Cálculo de Estructuras
        de Hormigón, Tomo II, Instituto Técnico de
        Materiales y Construcciones, INTEMAC, España.
      • Colectivo de autores. Curso sobre últimos
        avances en ingeniería
        geotécnica. Capítulo: Rehabilitación de la
        cimentación de estructuras y edificios
        históricos. Centro de estudio y experimentación
        de obras públicas ( CEDEX ). La Habana. Cuba.
        2000.
      • Ruiz, Gerardo; Fernández, Eduardo: Apuntes
        de Rehabilitación de Edificios. Tomo 1. ONG SUR. Madrid. España.
        1995.
      • Romero Marante, Porfirio: Método de
        cálculo para la determinación del área de la
        base de cimentaciones superficiales. Editorial "Félix
        Varela". La Habana. 1998.

      Referencias
      bibliográficas.

      [1] Jiménez Salas,
      José Antonio. Geotecnia y Cimientos. Editorial Rueda.
      Madrid España. 1980.

      [2] Ruiz, Gerardo;
      Fernández, Eduardo: Apuntes de Rehabilitación
      de Edificios. Tomo 1. ONG SUR. Madrid. España.
      1995.

       

       

       

       

      MSc. Ing. Civil: Beatriz Romero
      Durán

      Departamento de Ingeniería Civil ,
      CUJAE, La Habana, CUBA

      ABRIL 2005

      Ciudad Universitaria

      José Antonio Echeverría

      Ingeniería Civil.

    5. Los ejemplos descritos ponen de manifiesto claramente
      las amplias posibilidades con que se cuenta, para
      circunstancias geotécnicas de cualquier tipo, así
      como la especialización que se requiere para acometer
      proyectos y obras de recalce y
      refuerzo de cimientos, por lo que casi siempre se confían
      estos trabajos a empresas especializadas a tal
      efecto.

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