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¿Es posible una red de redes en educación superior?



    1. El Ministerio de
      Educación superior como organización inteligente:
      ¿Puede aprender la administración
      pública?
    2. Las redes y las arquitecturas
      organizacionales: ¿Liturgia para una nueva
      religión?
    3. ¿La red o las
      redes?
    4. Referencias

    Sin embargo aunque tenga conciencia
    de que la civilización del futuro –si las
    ambiciones contrarias de los hombres y de las naciones no
    convierten antes a la Tierra en
    un desierto contaminado o en un gigantesco hongo de
    extinción atómica- será planetaria,
    extranacional dominada por los medios
    tecnológicos metaverbales, no puedo dejar de sentir como
    vivencia telúrica y existencial, esas manifestaciones de
    cantos, danzas y oralidad literaria que colmaron de
    encantamiento mi juventud y
    me movieron a intuir un destino americano diferente, una
    realidad cercana a la utopía nunca extinta, de descubrir
    un nuevo mundo en lo gastado, y un hombre
    auroral en nosotros mismos.

    Juan Liscano, El pueblo canta,
    1949

    PRESENTACIÓN:

    Este documento forma parte de un proceso de
    reflexión que, al interior del recién creado
    Ministerio de Educación Superior,
    promueve el Viceministerio de Políticas
    Académicas, a través de su Dirección General de Desarrollo
    Académico e Institucional, referido a la constitución progresiva de redes de
    cooperación académica entre las diversas instituciones
    de educación superior, a nivel regional.

    Si bien es cierto que el origen de este trabajo se
    afinca en el análisis de la estructura,
    funcionamiento y valores
    intrínsecos a la constitución de redes regionales
    de cooperación, la propia dinámica fundacional del Ministerio de
    Educación Superior requiere de estudios que como el
    presente, abunden en el desarrollo de las "redes" como mecanismo
    y desarrollo progresivo de la institución de referencia,
    toda vez que se ha postulado desde las más altas
    instancias de ese Despacho una "filosofía organizacional"
    que dice relación con las teorías
    organizativas más en boga, entre las cuales se encuentran
    las que pregonan la organización "inteligente" u
    "organización que aprende" (learning organization)
    propuesta por Senge (1990), Nonaka (1991) y Argyris (1992) entre
    otros y la organización o empresared, cuyo
    núcleo inicial se corresponde con la Teoría General
    de Sistemas propuesta por Ludwig Von Bertalanffy (1976) y las
    sucesivas agregaciones de Wiener, con sus conceptos
    cibernéticos, las teorías informacionales
    desarrolladas por Simon y las agregaciones más recientes
    de Winslow, (1995) Castells (1997) y Alonso(2001), entre diversos
    autores.

    Por esa razón, esbozamos aquí un
    análisis crítico del concepto de red,
    en un abanico de significados crecientemente complejos, desde la
    conceptualización descrita por Castellano (2002)
    en el contexto del Proyecto "Redes
    de Cooperación" del Ministerio de Educación
    Superior hasta la noción de todo el sistema de
    educación superior como una "Red de redes", pasando por el
    argumento nocional del gobierno-red, en clara anteposición
    del concepto expuesto por Castells (1997) de sociedad-red.

    Ello, a contraluz de un apretado examen del contexto
    social e histórico de las reformas administrativas
    públicas tan corrientes en América
    Latina y muy especialmente en Venezuela, en
    cuyo contexto forzosamente se presenta esta nueva
    organización pública.

    Finalmente, apuntamos algunos elementos que funden
    criterios para una estructuración reticular de la
    organización, habida cuenta de lo novedoso del tema y de
    que el proyecto arriba referido está en construcción actualmente, como un modesto
    aporte para la consolidación del mismo.

    EL MINISTERIO DE
    EDUCACIÓN SUPERIOR COMO ORGANIZACIÓN INTELIGENTE:
    ¿PUEDE APRENDER LA ADMINISTRACIÓN
    PÚBLICA?

    El propósito que animó la creación
    del Ministerio de Educación Superior, como una vieja
    aspiración de diversas personalidades e investigadores del
    nivel, fue el de formular una institución con las bondades
    del pensamiento
    académico y las mejores características de una
    burocracia
    técnica. Con ese propósito en mente, los
    diseñadores se propusieron una estructura "chata" o plana,
    con fuerte inspiración matricial, que se orientara al
    trabajo con "productos" y
    "procesos"
    (para el caso, servicios) y
    que incorporara lo mejor de las nuevas teorías acerca de
    las organizaciones
    inteligentes
    , que aprenden (conocidas en inglés
    como learning organizations) y de las organizaciones
    abiertas y digitales, conocidas por sus siglas en inglés
    ONO (Open Networked Organization) (Tapscott y Caston,
    1995; 34 y ss. ).

    Con estas características, el Ministerio de
    Educación Superior se asume como una estructura
    burocrática singular, con un número limitado de
    personal y con
    sus unidades entrelazadas –al menos en teoría-
    trabajando en procesos complejos de estructuración del
    sistema
    , e incluyendo en agenda el acoplamiento,
    absorción y/o rediseño de las organizaciones
    existentes en el nivel.

    No obstante, varias preguntas asaltan la mente de
    quienes conocen el tema de las organizaciones inteligentes. Al
    menos toda la literatura consultada para
    este trabajo coincide en tres elementos cruciales imputables a
    las organizaciones semejantes a la descrita en párrafos
    precedentes; una, la capacidad en dichas entidades, de hacer
    "destrucción creativa" permanente, esto es, de promover el
    cambio
    constante al interior de estas organizaciones; otra, la
    inexistencia, para efectos más o menos formales, de
    jerarquías estructuradas rígidamente, elemento este
    último que pareciera ser, en el caso que nos ocupa,
    antitético con la noción misma de entidad
    gubernamental
    ; por último, en todos los casos, se
    requiere de una fuerte y profunda capacidad en Sistemas de
    Información o S.I., lo cual en otros autores es
    asumido como redes sofisticadas de comunicación en tiempo
    real.

    Y –last but no least- si se trata de
    organizaciones que trabajan con y para el
    conocimiento, el otro punto es el desarrollo de verdaderas
    estructuras de
    aprendizaje al
    interior de la organización, que les permitan a sus
    miembros mantenerse en formación permanente
    .
    Consecuentemente, la organización debería estimular
    el desarrollo de las más altas capacidades intelectivas en
    sus miembros.

    En efecto, Gerstein (1994; 62) declara entre otros
    elementos que los bienes
    intelectuales
    deben ser cultivados y repartidos, esto es, deben residir en
    múltiples sitios, en tanto que Tapscott y Caston (1995; 12
    y ss.) subrayan sobre todo, el concepto de aprendizaje continuo y
    la vinculación indispensable de estas organizaciones con
    plataformas tecnológicas suficientes.

    Para Alonso Maturana, citando a Cartier, "las
    organizaciones que pretendan sobrevivir deberán
    incrementar su capital
    intelectual, imaginando maneras de agilizar su motor de
    generación de conocimiento
    ". (2001; 3). Bastante
    antes, los análisis de Toffler (1980, 1990, 1994)
    coinciden en los elementos relativos al valor
    tecnológico de avanzada de las comunicaciones
    y la necesidad de mantener permanentemente actualizados a los
    cuadros organizacionales.

    Es necesario hacer énfasis en la necesidad de
    promover el cambio permanente en una organización
    inteligente como la que se pretende poner en marcha y en todos
    sus actores, pero principalmente en los niveles directivos.

    Si desde los niveles más altos no existe una
    "alineación" de la visión y misión de
    la organización, si se perpetúan prácticas
    atribuibles a estilos "pre-modernos", caudillistas o
    autocráticos, no importa cuán plana sea la
    organización, seguirá siendo una clásica
    muestra de
    organización "empírica" o, en el mejor de los
    casos, "tayloriana".

    Una visión crítica
    bastante sencilla, pero por ello, no menos cierta, acerca de las
    nuevas corrientes organizacionales, la expone uno de los grandes
    gurúes de la
    administración moderna, Peter Drucker (1999; 23-24)
    quien señala:

    "Los pioneros de la administración hace un siglo
    tenían razón. Se necesita una estructura
    organizacional. La empresa
    moderna –trátese de un negocio, del servicio
    civil, de una universidad,
    hospital, iglesia
    grande o ejército grande- necesita organización
    de la misma manera que cualquier organización
    biológica más complicada que una ameba necesita
    estructura. Pero los pioneros se equivocaron en su premisa de
    que existe –o debe existir- una única
    organización correcta. Así como hay
    muchísimas estructuras diferentes para las
    organizaciones biológicas, también hay varias
    organizaciones para aquel organismo social que es la
    institución moderna. En vez de buscar la
    organización correcta, la administración tiene que aprender a
    buscar, a desarrollar, a probar:

    La organización que se ajuste al
    cometido."

    Un análisis más completo de la
    problemática inscrita en el tema de la administración
    pública y los modelos de
    organización que pudieran implementarse en ella,
    debería asumir, independientemente de las circunstancias,
    algunos criterios:

    1. La condición burocrática
      –lo que pudiera llamarse el histórico- del
      Estado
      venezolano, con unas características concretas
      del todo social, determinadas también
      históricamente.

      1. Parece necesario incidir en que del mismo modo
        como son coherentemente rechazados modelos explicativos o
        causales económicos foráneos, debido a que
        no nacen del estudio sistemático y objetivo de las propias realidades
        económicas, los modelos organizacionales complejos
        han nacido en circunstancias, culturas y modos de vida
        societal muy distintos al nuestro y como tales, deben ser
        examinados cuidadosamente, antes de intentar
        reproducirlos.
      2. Un ámbito como el empresarial privado,
        ¿puede hacerse equivalente al público?;
        ¿hasta dónde? Y sobre todo, ¿con
        qué criterios orientadores y diferenciadores?. Es
        obvio que las características tanto de objetivos, como de utilización de
        recursos son diametralmente opuestas, por
        lo que el carácter reflejo tendría serias
        repercusiones debido a la no adaptabilidad de algunos
        procesos y principios.
    2. Consecuentemente a ello, el carácter "reflejo" de la propuesta, en
      un doble sentido: "reflejo" de tendencias
      postsistémicas -más allá incluso de la
      learning organization, tal como la postula Ciborra
      (1991) con su organización "plataforma"- del norte
      postindustrializado y cibernético y; "reflejo" de la
      denominada empresa-red , esto es, como apropiación o
      transvase de un desarrollo logrado en el campo de la economía y de la administración
      con fines de lucro hacia organizaciones estatales, de
      carácter colectivo y sin fines de lucro.

    En la misma línea de pensamiento y
    refiriéndonos a la problemática de la
    administración pública venezolana, es bueno acotar
    que los esfuerzos por transformarla y adecuarla a las corrientes
    más modernas de la burocracia estatal, tienen entre
    nosotros una cierta tradición, pues desde la reforma
    adelantada por la C.A.P. (a finales de los años 60) ha
    habido numerosos ejemplos y adelantos, al menos en papeles, que
    pueden muy bien, "cerrar su ciclo" con los trabajos elaborados
    por la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado
    (COPRE) y su copiosa documentación, la cual incluye desde temas
    de referencia hasta planes específicos de rediseño
    de organismos del Estado, pasando por proyectos de
    legislación especial referida al tema.

    Como lo hemos dicho antes, la propia conformación
    de la estructura administrativa de gestión
    del Estado venezolano responde a criterios teóricos e
    histórico-sociales específicos. Como bien lo
    señalan Gómez Calcaño y López Maya,
    la centralización
    político-administrativa del Estado constituye un rasgo de
    primer orden, a la hora de caracterizar este proceso, explicable
    debido a la condición de dispersión
    (atomización) típica que el débil estado
    venezolano tuvo durante el siglo XIX hasta casi la madurez del
    régimen gomecista, a principios del siglo
    pasado.

    A esto se agrega, de manera sumaria, el carácter
    de botín que, tradicionalmente representa la burocracia,
    al menos para efectos de la oferta y demanda
    de puestos de trabajo, pues para los estudiosos del tema, el
    "spoils system" (sistema de botín) tiene
    antecedentes en el mundo hispano e incluso, en el
    anglosajón -los EUA- y representa un "posicionamiento
    de poder en la
    alternabilidad" del ejercicio gubernamental. Los partidos
    modernos que,
    en nuestro país, hicieron posible la
    "democracia
    representativa" no se sustrajeron a dicho modelo y antes
    bien, lo llevaron a límites
    insospechados, "colonizando" progresivamente toda la estructura
    ocupacional y profesiográfica del Estado.

    En el caso de las transformaciones propuestas por la
    COPRE, es de todos sabido el destino que tuvieron, a pesar de que
    algunas parecían darle cierta necesaria racionalidad al
    diseño
    organizacional estatal. Sin embargo, cabe destacar que, en
    general, las propuestas obedecían a una constante de
    actualización institucional, inducida por la necesidad
    de modernización (racionalización e incrementalismo
    de la eficiencia) de la
    maquinaria estatal. Ello no deja de poseer visos de
    reduccionismo, tal como lo señalaron en su momento algunos
    autores
    .

    En la actualidad y luego del intenso proceso
    constituyente de años precedentes, es obvio que no se ha
    procedido a una reestructuración a fondo de la estructura
    administrativa estatal,
    sin negar las reformas, fusiones,
    reasignaciones y rediseños puntuales adelantados por
    algunos organismos del Estado, lo cual, a nuestro juicio sigue
    sin comprometer el "tono general" de su estructura y sus
    aparatos, sobre todo, los del Ejecutivo Nacional.

    Hasta dónde sabemos, aún cuando en el seno
    de la Constituyente se mencionaron algunas ideas, en general, la
    transformación del Estado fue más bien modesta
    –o"reformista", como gustan decir algunos expertos en el
    tema-, por lo habría que preguntarse si se compadece esta
    estructura y sus componentes con el alcance y largo aliento que
    señalan el espíritu y la letra de la
    Constitución Nacional aprobada en el año 2000 y si
    sus determinaciones – en términos supra-legales, no
    señalan derroteros distintos a los actuales, en función de
    las "tecnologías administrativas" a implementar. Ello, sin
    menoscabo de las aristas que, para efectos del ejercicio del
    poder, representarían estas estructuras, por lo que un
    análisis foucaultiano de sus procesos sería
    saludable.

    En cualquier caso, puede decirse sin temores a
    equívocos que la Administración Pública
    venezolana ha dado pruebas
    fehacientes de actualización y modernización, lo
    que valida la idea global de que ésta sí puede
    aprender. Los temas que pudieran estar en cuestión son los
    modos, los ritmos y las apropiaciones que en su práctica
    institucional y en su cultura
    organizacional representan esos aprendizajes y si se
    corresponden con los que requiere una visión
    sistémica
    –de un entorno de aprendizaje
    permanente- al estilo de la postulada por Senge y otros, con una
    clara visión teleológica y recursiva.

    En suma se trata de un problema de doble arista: por
    una parte, el comportamiento
    organizacional público y la reconstrucción
    conceptual (crítica) de los modelos
    (como nocionales
    históricos y de coyuntura) y; por la otra, de lo que en
    perspectiva temporal y sociológica, vienen a ser los
    modelos organizacionales,
    de estructuración y
    desenvolvimiento de las distintas instituciones que hacen vida en
    el sector.

    Este último análisis deberá hacerse
    en dos planos: el estadal o regional y el nacional, en el
    contexto actual de América
    Latina. En ese sentido también es bueno acotar que una
    visión "reformista sistémica" no tiene en sí
    misma el valor de panacea administrativa ni funcional
    (tal
    como lo señala Drucker en cita precedente) y que esta
    visión
    –ingenua si se quiere- corresponde a
    lo que algún experto denominó en su momento como
    "ilusión administrativista".

    Sin el análisis diferenciado,
    diacrónico y sincrónico de las diferencialidades y
    características de los diversos elementos intervinientes,
    se corre el riesgo de que se
    dibuje un esquema normativo o, aún peor, que se definan
    estructuras explicativas o interventoras inocuas y no causales de
    las problemáticas presentes en el sistema de
    educación superior (S.E.S.).

    Vale la pena entonces traer a colación el trabajo de
    Toscano, quien describe la óptica
    sobre las transformaciones de la educación superior
    en Argentina durante los años 1990-1995 (2001; 7-8) al
    señalar que:

    "En la administración pública
    también se produce un cambio de importancia a partir de
    la primacía ganada por el discurso de
    la "Nueva Gerencia
    Pública" (New Public Management). Este nuevo enfoque
    viene a suplantar al anterior paradigma
    weberiano, el cual asentaba la racionalidad de la
    actuación administrativa sobre:

    • La estructura jerárquica, o sea, la
      ordenación de autoridades fijas que pueden regular e
      inspeccionar al resto y pueden quejarse o apelar ante las
      autoridades superiores.
    • La especialización y
      acumulación de experiencia producto
      de la seguridad
      e incentivo brindados al funcionario por la carrera
      administrativa.
    • La restricción de la
      discrecionalidad de los funcionarios mediante el
      establecimiento de normas y
      regulaciones que determinen sus competencias
      (funciones,
      derechos y
      deberes). …"

    Para luego afirmar, citando a Kliksberg,
    que:

    "En la Argentina, durante la década de 1990,
    se fueron generalizando las críticas hacia el modelo
    administrativo weberiano:

    …la insistencia y presión
    por imponer la «camisa de fuerza
    formal», va de frente contra una de las demandas
    principales que surgen del nuevo entorno de los 90:
    flexibilidad organizacional. Ante el cambio acelerado en
    tecnologías de producción, plazas financieras, mercados,
    etc. se requiere contar con la más alta flexibilidad
    organizacional posible."

    El modelo weberiano de administración se
    debilita a partir del cuestionamiento de algunos de sus
    conceptos centrales (jerarquía, normatización,
    etc.) que se vuelven en su contra gracias a la
    reapropiación realizada por los nuevos discursos
    administrativos.

    En este contexto cobran fuerza las propuestas
    provenientes del discurso de la NGP (Nueva Gerencia
    Pública) que son bien sintetizadas por C. Hood:
    "involucramiento de gerentes profesionales en el sector
    público, con el objeto de que en la cúspide
    de las organizaciones se ubiquen personas visibles y
    responsables por su gestión, y para ello deben contar
    con «libertad de
    gerencia» (free to manage); explicitación de los
    estándares y medidas de rendimiento: fines, objetivos,
    indicadores
    de efectividad, preferentemente expresados en términos
    cuantitativos; marcado énfasis en el control de
    los productos, lo que conlleva la supeditación de la
    asignación de recursos a la performance desarrollada;
    tendencia a la desagregación de unidades en el sector
    público, para lo cual deberían sustituirse las
    unidades monolíticas por una serie de agencias
    descentralizadas; introducción de la competencia al
    interior del sector público, canalizada por medio de
    contratos
    condicionados que favorezcan a aquellas agencias que ofrezcan
    menores costos y
    mejores productos; introducción de estilos de gerencia
    propios del sector privado, con el objetivo de alcanzar
    más flexibilidad en la gestión; mayor disciplina y
    parsimonia en el uso de recursos públicos, mediante
    recortes de gastos,
    incremento de la disciplina laboral,
    resistencia a
    las demandas corporativas de funcionarios, etc.

    Se generaliza la idea que los requerimientos de la
    hora actual hacen imprescindible una reforma en la
    administración que:

    · La dote de mayor
    flexibilidad,

    · Permita al personal aplicar todo su
    intelecto en la función en vez de

    atarlo a un reglamento,

    · Ponga mayor énfasis en el control de
    los productos que en los

    procesos. "

    Con esta extensa cita, quedan bastante
    claras las similitudes entre el modelo planteado por el autor
    argentino y el esquema -grosso modo- de estructuración del
    Ministerio venezolano. No obstante también es bueno
    señalar que subsisten diferencias fundamentales en
    torno al papel
    del Estado, quien, para el caso venezolano, lejos de perder
    espacio de actuación, por fortuna lo reafirma y
    apuntala.

    LAS REDES Y LAS
    ARQUITECTURAS ORGANIZACIONALES: ¿LITURGIA PARA UNA NUEVA
    RELIGIÓN?

    Se ha hecho un lugar común en los discursos de
    "avanzada" de la literatura referida a los temas
    organizacionales, referirse a las arquitecturas organizacionales
    como sistemas, tal vez
    para enfatizar la condición asistida de plataformas
    tecnológicas de comunicación cada vez más
    veloces y por ello, la retebilidad y funcionamiento a modo de
    organismo vivo, de empresas y
    entidades "de punta".

    La dinámica de lo que Alonso Maturana (2001; 4)
    citando a Echeverría, menciona como Tercer Entorno o E3,
    que incluye la desmaterialización de la producción,
    la compresión temporal, la virtualidad, la
    aceptación de los mestizajes culturales, la doble
    dinámica de mercados segmentados y mercados globalizados y
    la digitalización, entre otros elementos, implica, de
    suyo, la preocupación, por parte de diversos expertos, en
    el desarrollo de "arquitecturas organizacionales" o "modelos
    estructurales" adecuados a los nuevos tiempos.

    Una interesante caracterización de estos modelos
    la hace Mintzberg , para quien lo importante:

    "no es realmente qué configuración se
    escoja, sino que se logre una configuración
    ",
    haciendo del mismo modo, una advertencia ya que según
    él, "Esencialmente, la organización tiene dos
    opciones: se puede adaptar en forma continua al ambiente a
    expensas de la cohesión interna –es decir,
    rediseñar continuamente su estructura para mantener el
    ajuste interno; o mantener la cohesión interna a
    expensas de empeorar gradualmente su ajuste con el
    ambiente…
    " (1995;134-135).

    Tapscott y Caston (1995; 19,20) expresan,
    refiriéndose a las empresas red que:

    "constituyen la columna vertebral de la nueva
    empresa abierta e interconectada; en efecto, éstas son
    un requisito clave, y permiten movilizarse más
    allá de la jerarquía organizacional, puesto que
    no son necesarios muchos de los niveles administrativos cuando
    la información se adquiere electrónica e
    instantáneamente
    , [para luego advertir que…]
    (35) "muchos esfuerzos para implementar nuevos modelos de
    organización claramente se han saturado de trastornos,
    confusión, administradores amedrentados, falta de
    claridad en cuanto a los nuevos papeles y similares. Sin
    embargo, se requieren algunos aspectos de la jerarquía
    tradicional para supervisar y controlar responsabilidades
    incluso en una empresa
    abierta
    ".

    Causal y no casualmente, es en el campo de la sociología donde nace la idea de darle
    comprensión al concepto que parece emerger de las enormes
    capacidades de conectividad que ofrecen las nuevas
    tecnologías. A la noción de sociedad
    postindustrial, de paternidad compartida entre Daniel Bell y
    Alain Touraine, le sale al paso Manuel Castells,
    agregándole una nueva dimensión, al ampliarla al de
    "sociedad-red", expuesto con profusión en su
    trilogía elaborada durante casi un decenio y publicada en
    1999.

    En efecto, el autor de origen catalán, al darle
    un valor central a las agregaciones tecnológicas que
    ampara la red Internet y sus posibilidades
    de comunicación, instantánea y multipuntual,
    acuña el concepto de sociedad-red. Para el
    sociólogo (1999; Vol. I, 505) "el poder de los flujos
    tiene prioridad sobre los flujos del poder. La presencia o
    ausencia en la red y la dinámica de cada una frente al
    resto son fuentes
    cruciales de dominio y cambio
    en nuestra sociedad; una sociedad que, por lo tanto, puede
    llamarse con propiedad la
    sociedad red, caracterizada por la preeminencia de la morfología
    social sobre la acción
    social".

    Esta curiosa apología de las formas
    olvida que ninguna clasificación de ellas tiene
    justificación en sí mismas, sino a partir del todo
    social concreto y de
    sus procesos. Sin embargo, dejemos que las palabras de Castells
    expliquen aún más el sentido de sus
    términos:

    La especificidad es que ésta constituye la
    base material y tecnológica de la sociedad red, es la
    infraestructura tecnológica y el medio organizativo que
    permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de
    relación social que no tienen su origen en Internet, que
    son fruto de una serie de cambios históricos pero que no
    podrían desarrollarse sin Internet. Esa sociedad red
    es la sociedad que yo analizo como una sociedad cuya estructura
    social está construida en torno a redes de
    información a partir de la tecnología de información
    microelectrónica estructurada en
    Internet"
    (Subrayado nuestro).

    En general, se trata pues de nuevas lógicas
    organizativas
    , con las cuales se ha puesto de relieve (a
    pesar de su obvio carácter enmascarador, plenamente
    ideológico), una "lógica
    de red", la cual a su vez, ha permitido nuevas formas de
    organización productiva y empresarial, donde, como lo
    señalan León y otros (2001, Cap. 2; 1-2) "el
    funcionamiento piramidal ha dado paso al funcionamiento en red,
    descentralizado y horizontal, sin que ello implique un
    debilitamiento de la concentración del
    poder
    ".

    Este razonamiento, según los autores,
    también sirve para el despliegue y crecimiento de lo que
    ellos denominan los nuevos movimientos sociales, para cuyos
    fines, la lógica y funcionamiento en red resulta ser un
    potenciador. En efecto,(Cap. 2; 2 y ss) "De hecho, cuando se
    habla de red en los colectivos sociales, se lo hace de la manera
    más diversa, que va desde aquellos que la adoptan como un
    mero nombre –acaso porque la moda impone-
    hasta quienes la asumen como un nuevo paradigma organizativo
    –sin necesariamente rebautizarse con tal nombre- pasando
    por otros que se reconocen en ella bajo consideraciones
    metodológicas de trabajo".

    Una diferencia entre los movimientos sociales y las
    empresas-red sería la de que estas últimas le dan
    primacía a las plataformas de información y
    comunicación –esto es- a Internet- como elemento
    constituyente de redes. Las redes sociales constituirían,
    para León y otros (2001, Cap. 2; 4), "una
    rehabilitación de la acción política desde la
    sociedad (y…) no dependen ni son producto de las nuevas
    tecnologías de información cuya arquitectura esta
    basada en la noción de red…
    " (Negritas
    nuestras).

    Una definición de empresa-red la asume Alonso
    Maturana (2001; 10), ampliando a Castells, al reconocer un
    sentido polisémico en el concepto red y señalar
    que: "

    1. La empresa-red se caracterizaría por la
      riqueza de sus conexiones conscientes en forma de alianzas,
      sistemas de retroacción con los clientes,
      sistemas de conexión en red con el objetivo de buscar,
      descubrir y procesar con sentido información y
      conocimiento, conexión con los sistemas
      de educación formal y continua,
      etc…
    2. En segundo lugar, la empresa-red es la que ha
      adoptado un estilo de producción ajustada, basado en
      la potenciación de la responsabilidad de las redes sociales de la
      empresa en las operaciones
      de control en detrimento de las jerarquías. En este
      sentido, la empresa red responde a una tipología
      empresarial caracterizada por la
      horizontalidad.
    3. En tercer lugar, la empresa-red es aquella
      establecida sobre una estructura social vinculada a un
      territorio, caracterizada por una alta densidad de
      interacciones sociales. La empresa-red sería aquella
      capaz de vincularse significativamente con esos flujos a
      través de las interacciones informales de sus miembros
      con otros del exterior a fin de capturar el conocimiento que
      se produce en la frontera,
      casi siempre de carácter tácito, internalizarlo
      y convertirlo en producto"

    Explicitado ya el concepto de
    empresa-red, debemos hacer mención de lo que en
    algunos ámbitos se ha venido denominando gobierno-red. Ese
    concepto es a menudo emparentado con el llamado e-gobierno o
    gobierno electrónico
    . El uso de plataformas
    informáticas y de comunicación electrónicas
    entre las distintas agencias gubernamentales de un país se
    asume en la mayor parte de los escritos sobre el tema, como un
    gobierno-red, parafraseando el concepto centralmente
    informático-comunicacional que le da Castells a la
    "sociedad-red".

    Sin embargo, una profundización de los nodos en
    las redes y de sus relaciones le daría un sentido
    máximo a dicho concepto, lo cual por otra parte, en la
    práctica y hasta dónde sabemos, no existe
    todavía, al menos no como una red organísmica
    compleja –a excepción de ciertas redes de inteligencia
    militar y policial en países desarrollados.

    De acuerdo a Gartner Group, citado por Sotelo Nava
    (2002;1) el e-gobierno "es la innovación continua de los servicios, la
    participación de los ciudadanos y la forma de gobernar
    mediante la transformación de las relaciones externas e
    internas a través de la tecnología, el
    Internet y los nuevos medios de
    comunicación
    ."

    No obstante, el gobierno-red o e-gobierno, se ensaya en
    diversos países del globo con mayor o menor éxito.
    Entre ellos se encuentran Corea del Sur, México,
    Singapur, Estados Unidos,
    Japón,
    España,
    Francia y
    Brasil. Lo
    relevante de esta concepción es la integración de servicios a través de
    Internet y los modelos "amables" de interfaz con los usuarios,
    aparte de su utilidad y
    permanente ajuste y construcción. Para Sotelo (2002),
    resulta una equivocación fatal automatizar los
    servicios sin mejorarlos y transformarlos previamente, pues de lo
    contrario "
    implicaría trasladar los vicios
    burocráticos a la red
    ". (p.2)

    El caso venezolano merece una mención aparte, ya
    que este programa de
    Gobierno electrónico recibió muchísimo
    impulso durante la gestión del Dr. Carlos Genatios al
    frente del Ministerio de Ciencia y
    Tecnología, los años 2000 y 2001, pero no ha
    terminado de concretarse, excepto por la Ley de Firmas y
    Datos
    Electrónicos sancionada recientemente y la existencia de
    diversos portales, de distinta calidad y
    alcances en organismos de la Administración
    Pública.

    En cualquier caso, organizar un ente gubernamental bajo
    las premisas del modelo supone un conjunto de elementos que no
    siempre refiere a puras plataformas tecnológicas
    informacionales. Se trata, no sólo de estructurar formas y
    vías de comunicación más directas y
    estrechas en la relación (clienteservidor), sino
    el propio diseño
    organizacional del ente, el cual debería responder a si es
    un real sistema, en el sentido
    organísmico.

    ¿LA RED
    O LAS REDES?

    Desde el año 2000, el entonces Viceministerio de
    Educación Superior propulsó un diseño de
    políticas educativas que perseguían el desarrollo
    de este sector. Este conjunto de políticas, sucesivamente
    modificado y ajustado, a partir de numerosas exposiciones hechas
    ante las comunidades académicas por la entonces
    Viceministra de Educación Superior, Dra. María
    Egilda Castellano de Sjöstrand, entre diversos voceros. En
    dicho conjunto se expresan claramente, entre otras, algunas
    acciones que
    para efectos de este trabajo, esquematizamos del siguiente
    modo:

    1. La necesidad de estructurar progresivamente a la
      educación superior como un "sistema" real, debido a
      que actualmente es un conjunto desarticulado e
      inarmónico de diversos tipos de
      instituciones.
    2. La constitución de redes regionales de
      instituciones de educación superior, como estrategia
      de vinculación inter-pares y de articulación
      para el desarrollo de las tres funciones universitarias. Ello
      en coincidencia con postulados internacionales referidos al
      tema, así como en acuerdo con la visión de muy
      distintos autores.
    3. La elevación sostenida de la calidad y
      eficiencia institucional.
    4. El mejoramiento de la equidad en
      el acceso y el desempeño estudiantil.

    Más recientemente, Castellano (2002) en "Las
    redes regionales de cooperación de la educación
    superior: estrategia para una concertación entre la
    educación superior y El Estado
    " describe a las redes
    como una estrategia para una concertación entre la
    educación superior y el Estado,
    para señalar más específicamente
    que

    "concebimos las redes como el espacio que permite
    la articulación horizontal de las instituciones de
    educación superior mediante la interacción de sus actores sociales, a
    fin de unificar esfuerzos para atender y dar respuesta a los
    retos que hoy día confrontan las instituciones de
    educación superior, ante las exigencias de la
    transformación sociocultural del país y de la
    internacionalización del país
    " (2002;
    1).

    En el mismo documento se le asigna una mayor relevancia
    a esta estrategia, pues se señala que "las redes
    regionales constituirán la base del sistema de
    educación superior a través de la
    construcción de un tejido horizontal, tipo "tela de
    araña" donde predomine la cooperación, la solidaridad, la
    ayuda mutua (sic) y el aprendizaje compartido
    " (2002;
    9) (Subrayado nuestro).

    Adicionalmente, abundando en el tema, puede decirse que
    esta estrategia fue asumida ampliamente con anterioridad a nivel
    internacional en las reuniones preparatorias de la Conferencia
    Mundial sobre Educación Superior en el Siglo XXI y en la
    propia conferencia efectuada en 1998, eventos todos
    auspiciados por la UNESCO.

    A ese respecto, pueden resultar esclarecedoras las
    palabras del experto nicaragüense Tünnermann 1998;
    quien señala:

    "Además, será preciso
    evolucionar hacia la integración de los sistemas
    nacionales de educación postsecundaria, como estrategia
    clave en las políticas de educación superior.
    Sólo así se podrá estar en capacidad de
    atender los múltiples requerimientos de la
    educación permanente, que se desprenden de la evolución constante del conocimiento y de
    la estructura cambiante de las profesiones,
    así(sic) como de la necesidad de ofrecer una
    amplísima gama de aprendizajes, más allá
    de los que han constituido(sic) la tarea tradicional
    de la educación superior. Para que sea realmente un
    sistema se requiere que sea un todo coherente, que articule
    racionalmente sus diferentes modalidades. Deberían
    así preverse las necesarias articulaciones horizontales y verticales entre
    las distintas modalidades para facilitar las transferencias,
    las posibles salidas al mundo del trabajo y las
    reincorporaciones al sistema
    educativo. Ningún estudiante debería
    tener la impresión de que el camino que ha escogido es
    irremediable y que, por lo tanto, le podría conducir a
    un callejón sin salida."
    (Subrayado
    nuestro)

    Más recientemente, el profuso Informe elaborado
    por J. Bricall (2001; 467-472) sobre el sistema universitario
    español,
    resulta emblemático en ese sentido, pues en su
    capítulo 9 hace una extensa acotación sobre las
    "redes", entre cuyos elementos refiere que

    "El desarrollo de la
    cooperación interuniversitaria en forma de red se ha
    visto estimulado por el entorno social, económico y
    cultural en el que las universidades desarrollan su actividad
    docente y científica. Esta evolución pone de
    relieve una necesidad creciente a la hora de generar
    mecanismos de cooperación
    [ para
    luego, acotar que]…

    La red, entendida como forma de
    colaboración no jerárquica entre universidades, o
    entre éstas y la Administración Pública y
    el sector productivo, supone una apuesta estratégica
    de cara al futuro desarrollo de las
    universidades.

    Entre las ventajas que se derivan de la
    colaboración en redes destacan las
    siguientes:

    – Las redes otorgan preferencia a las estructuras
    más flexibles, que permiten extender y diversificar
    las actividades de cooperación, experimentar las
    soluciones
    y compartir los riesgos.

    – Las redes constituyen el mejor medio para
    construir una comunidad de
    acción, basada en el reconocimiento recíproco
    de la labor de los distintos colaboradores.

    – La participación en redes incrementa el
    número de unidades organizativas universitarias
    afectadas por la colaboración.

    – Las redes permiten organizar la
    cooperación interuniversitaria dentro y fuera de las
    fronteras del país de forma más equilibrada y
    eficaz."
    (Subrayado nuestro)

    Es obvio entonces que, interpretando el sentido y
    propósito de los señalamientos antes hechos, la
    formulación de las redes representa el fundamento de
    estructuración del Sistema de Educación Superior,
    tal y como se visualiza en el diseño de política
    del nuevo Ministerio de Educación Superior, en el cual
    está presente, entre otros elementos, el aprendizaje
    compartido.

    En efecto, el Ministerio de Educación Superior es
    creado el 11 de enero de 2002, a través del decreto
    Nº 1632, con el objetivo de constituirse en el órgano
    rector de la educación superior venezolana. Para ello,
    visiona "un sistema de educación superior integrado,
    conformado por instituciones de calidad académica elevada,
    orientadas a la producción de conocimiento pertinente para
    la solución de problemas del
    país, las comunidades y su gente; en concordancia con los
    planes de desarrollo de Venezuela
    ."

    Del mismo modo postula como su misión :
    "asesorar, formular y ejecutar políticas, planes y
    proyectos que permitan el mejoramiento de la calidad, la equidad
    y la pertinencia de la educación superior en la
    búsqueda permanente de la excelencia académica a
    partir de la evaluación
    continua de sus componentes, la existencia de un personal
    altamente calificado y una estructura organizativa de alta
    eficiencia y eficacia, sustentada en un modelo participativo
    y democrático, a fin de asegurar que la formación
    del talento humano en educación superior, tanto formal
    como no formal, esté en función de los
    requerimientos del desarrollo del país
    ". (Subrayado
    nuestro).

    De estas transcripciones y su interpretación, pudiera colegirse que en
    ambos elementos de diseño (tanto la Visión como la
    Misión) no aparece claramente expresada la
    formulación del ministerio como red, esto es, no aparece
    como espíritu ni letra de esos elementos la
    formulación reticular del mismo ente, a no ser por la vaga
    referencia a un "sistema de educación superior
    integrado".

    Sin embargo, y a tenor de lo expresado anteriormente,
    también acotamos que en el documento de Castellano (2002)
    arriba citado, se hace referencia a que las redes implican una
    articulación tanto horizontal como vertical, y esta
    última no se explicita coherentemente, pero puede
    inferirse que al implicar todo el sistema, incluye al gobierno
    superior, esto es, a los elementos de alta dirección del
    Estado para el sector.

    Ello obliga a repensar el proceso de
    construcción de las redes regionales como una estructura
    nuclear, de base, del Sistema de Educación Superior, la
    cual vendría a ser una instancia inicial de
    constitución de una red más compleja, multinivel,
    con interconexiones e imbricaciones más profundas
    .
    Inicialmente, se pudiera pensar en niveles reticulares
    progresivos, con retebilidades específicas en cada caso.
    Así, no sólo serían objeto de
    interconexiones las instituciones de educación superior
    –a nivel regional y nacional- en un primer plano de trabajo
    organizativo, sino también, las estructuras:
    jerárquicas, decisionales y consultivas de este sistema,
    las estructuras de evaluación creadas o por crearse y los
    mecanismos de formación y actualización permanente
    de los docentes, en
    distintos planos de acción.

    Puede sostenerse entonces que para que el Sistema de
    Educación Superior exista y perviva, es obviamente
    necesario el desarrollo de procesos sistémicos, es decir,
    procesos organísmicos superiores, entre los cuales, la
    conducta
    teleológica, la equifinalidad, la continuidad, la
    cohesividad y la
    comunicación permanente entre las partes, estén
    garantizados.
    De ello se deduce la existencia de diversas
    redes que en complejidad progresiva se constituyen como sistema,
    lo cual implicaría en un primer momento, el génesis
    de una malla, que pudiéramos llamar primaria, formada por
    el Proyecto Redes Regionales de Cooperación
    Académica, a la que subsecuentemente se agregarían
    otras, en diferentes planos de complejidad.

    Este proyecto de redes de cooperación, aunque
    estructurado en términos regionales, en sí mismo,
    pasa también por la necesaria formulación de otros
    planos de integración reticular, aún no
    explicitados, mediante los cuales estas redes se articulen entre
    sí, ya que por ser particulares de cada región, su
    interconexión a nivel nacional no está claramente
    definida.

    Un cierto futurible en el desarrollo de la red de redes
    sería graficado de la siguiente manera: i) en una
    primera instancia, la red sería una instancia de
    cooperación
    (alianzas, supletoriedad), con claros
    mecanismos de articulación nacional, tal como la postulada
    en el proyecto arriba citado; en una siguiente fase, de tres a
    cuatro años, esta estructura se ensamblaría con una
    red organizativa integrada horizontal y verticalmente

    -incluyendo los órganos de dirección del Estado-
    (organización compleja con protocolos
    comunes, reconocimiento de asimetrías y aseguramiento
    universal de la calidad, por ejemplo) y; en el siguiente momento,
    el cual implicaría un mayor plazo, se obtendría la
    consolidación de lo que denominamos una red de redes
    organísmica (sistémica de gobierno superior) con
    protocolos o plataformas múltiples, retebilidad sostenida,
    complementariedad, simetría, transitividad, estructuras de
    calidad homologables y sostenibilidad, entre otras
    características del sistema
    .

    Esta representación, demasiado sintética y
    por cierto, quizá demasiado fácil de enunciar,
    sin embargo conlleva serios desafíos, no sólo
    por la complejidad de los procesos a llevar a cabo y sus
    instrumentaciones, sino porque, además, ello se
    haría en el marco de unas estructuras organizacionales y
    de poder que se autorregulan y se perpetúan o, al menos,
    tienden a ello.
    Examinemos algunos de los elementos que hemos
    venido enunciando:

    En primer término, el propio concepto de
    gobierno de la educación superior representa un serio
    reto
    , tal como lo señala Harman (1992), citado por
    Casanova (1999; 3) quien indica…

    "Baste señalar al respecto, que pese al
    sentido instrumental y técnico con que algunos autores
    aluden a los conceptos de gobierno, gestión o
    administración, aquí se utiliza para describir en
    un sentido general, la conjunción de procesos de
    organización y dirección en el ámbito
    educativo superior; la distribución y ejercicio de la autoridad y;
    la relación entre el conjunto institucional y los
    niveles de gobierno en los niveles local o
    nacional"

    En el mismo orden, pero en otro nivel de
    complejidad, se encuentran los distintos actores y niveles de
    gobierno
    : el nacional o estadal, el
    institucional y el local; esto es: lo nacional como
    macro-gobierno, lo institucional como una categoría meso y
    los gobiernos que – a lo interno- posee cada institución,
    como una categoría de micro-gobierno. Este análisis
    ha sido enriquecido a partir de las contribuciones de Clark
    (1983) y su concepto de "triángulo de coordinación".

    En un sentido paralelo, se presentan los
    desafíos que representan las culturas organizacionales y
    de gestión que, a lo interno de cada centro universitario,
    se desarrollan como estructuras de poder político,
    académico y, porqué no,
    administrativo-cultural
    . Ello incluye las complejas
    negociaciones entre grupos de
    representación estudiantil y entre éstos y los
    gremios docentes, por mencionar alguna arista en particular. A
    ello se refiere brillantemente García Guadilla (1994:163)
    cuando citando a Carlota Pérez, apunta hacia los
    "casilleros vacíos" de diversos actores sociales en la
    universidad venezolana y latinoamericana en general.

    A pesar de la ventaja que según Martínez y
    Vessuri (1998; 98) representa para Venezuela una menor
    complejidad relativa de la educación superior, estos
    autores, al igual que otros, ponen en evidencia las dificultades
    para la coordinación progresiva de todo el sector,
    elemento éste que también debe ser tomado en cuenta
    en el diseño organizacional.

    Se perfilan también lo que pudiéramos
    llamar los retos "inerciales" de un sistema o conjunto que: i) A
    nivel relacional en general, se vuelve más complejo, sobre
    cuyos desenvolvimientos la sociedad toda solicita la
    "rendición de cuentas" y una
    mayor participación de la institución universitaria
    en la solución de problemas nacionales, regionales y
    locales y; ii) En relación con su propia práctica
    como "sistema de aprendizaje continuo", se encuentra exigido por
    las sucesivas y permanentes transformaciones de los
    conocimientos, tanto de base como especializados e integrados y
    por el grado de interpenetración que se genera en sus tres
    ámbitos de acción, investigación, docencia y
    extensión.

    Otro reto relacional con la sociedad de entorno viene
    dado por lo que señala Casanova (1999; 10): "Puede
    hablarse en tal sentido, de una doble tensión de los
    esquemas tradicionales de gestión; por un lado, frente a
    las tendencias de funcionalidad y eficiencia económicas
    que vienen imponiendo los procesos de
    modernización…
    [léase organismos
    financieros multilaterales, instalados desde hace algún
    tiempo en esta temática]… y, por otro frente a
    las demandas de una mayor autonomía de las instituciones
    de educación superior, así como de una mayor
    democratización en la construcción y
    ejecución de las decisiones.

    Por cierto que sobre el concepto de
    coordinación, un interesante trabajo de Daniel
    Levy(1993;1) pone de relieve la condición sistémica
    de los conjuntos de
    educación superior, examinando casi salomónicamente
    la conveniencia y necesidad de desarrollar lo que él
    denomina Coordinación de Gobierno Centralizada (CGC) y
    subrayando la potencialidad del concepto ya referido. Al efecto,
    expresa:

    "…creo que los sistemas
    pueden ser adecuadamente "gobernados" sin un gobierno central
    muy activo. Creo que se puede lograr la "coordinación"
    sistémica con un gobierno central mínimo -si uno
    concibe la coordinación en términos de relaciones
    adecuadas que involucran interacciones por medio de las cuales
    el comportamiento y el destino de las partes
    individuales se halla afectado de manera significativa por las
    acciones de las otras partes-.

    Este tipo de coordinación típicamente
    implica la existencia de un grado de cooperación, e
    incluso de acción común y armonía, pero:
    a) éstas se producen preferentemente de manera
    voluntaria, principalmente a nivel del subsistema y b) este
    tipo de coordinación comporta también un alto
    grado de competencia y permite un alto grado de
    autonomía a las diferentes partes del subsistema para
    encontrar espacios donde sus roles se hallan definidos
    más por interacciones con su propio grupo de
    actores extra sistémicos, que por un poder
    sistémico general."

    Como podemos observar se requiere de un alto grado de
    "entalpía" interinstitucional para generar un modelo
    "descentralizado" de coordinación en educación
    superior, sin correr el riesgo de anarquizarse. Este tema
    habrá de discutirse con mayor profundidad en los
    escenarios apropiados pero lo que si se debe tener claro es que
    el montaje de un sistema como el que se ha venido esbozando en
    las páginas precedentes representa -lo anotamos antes-
    grandes desafíos.

    En el centro de tales desafíos, se presentan
    estructuras históricas, sociales y culturales, erigidas
    también como formidables obstáculos para la
    concreción de un verdadero Sistema de Educación
    Superior que incluyen por supuesto, a los diversos actores que
    hacen vida en el nivel de educación superior. La
    visión de conjunto, continuada, del Estado en el cálculo de
    las opciones por parte de esos actores, la previsión de
    sus acciones y la cooptación de aliados
    estratégicos resultará imprescindible a esos
    efectos.

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    Lic. Isaac Díaz Blanco

    Licenciado en Educación, Planificador Jefe del
    Ministerio de Educación Superior, ha sido Director de
    Programación y Evaluación Continua
    de las Universidades en el anterior Viceministerio de
    Educación Superior, con 23 años de experiencia en
    diversos niveles del Sistema Educativo Venezolano, Postgrado en
    Administración Educativa, Estudios en Prospectiva.
    Delegado de Venezuela en diversos congresos y eventos nacionales
    e internacionales, Autor de ponencias relativas a la
    Educación Superior, educación tecnológica y
    formación permanente.

    Caracas, 10/04/05

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