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Reflexiones en Torno al Concepto de Descentralización



     

     

     

    Somos testigos de que el país vive una profunda
    crisis social y política, producto de un proceso histórico de
    acumulaciones y distorsiones cuya consecuencia se manifiesta en
    la exagerada concentración del poder, de riqueza y de
    oportunidades en pequeños grupos del cuerpo social y en
    espacios reducidos del territorio. Esta situación es
    consubstancial con un Estado hipertrofiado y un
    Poder Ejecutivo omnipotente,
    que se refuerza a través de un proceso centralizador que
    pareciera ahogar las posibilidades de las provincias.

    Ha sido una constante en estas Jornadas escuchar la
    inconveniencia del modelo centralista y plantear,
    frente al mismo, una respuesta estratégica que se ha
    definido como descentralización, a la que
    se ve como un necesario instrumento de participación para la
    transformación socio territorial, y para crear un país
    con sólidas bases locales. Sin embargo, surge una
    reflexión propia de quien trabaja en una institución
    universitaria y que se interroga, por lo tanto, entorno a
    elementos que se han debatido en estas Jornadas.

     

    Necesidad de Operacionalizar
    el
    Concepto de Descentralización

    La primera reflexión es sobre el significado de la
    descentralización: ¿será ésta una estrategia y un medio
    instrumental capaz de devolverle a la provincia y a sus instituciones los fueros
    perdidos?; y ¿cuál es hasta ahora su balance?. Para dar
    respuesta a estas interrogantes tenemos que operacionalizar el
    concepto de descentralización.

    Este concepto será útil si es capaz de
    contener y expresar la esencia, naturaleza, objeto y objetivos del proceso, y si
    permite derivar, a partir de él, conclusiones
    significativas. Desde esta perspectiva, ¿Cuál es la
    esencia de la descentralización?. Es decir, ¿qué
    comprende y qué compromete?

     

    Esencia del Proceso de
    Descentralización

    Evidentemente, la respuesta inicial es que la
    descentralización implica una redistribución real
    del poder público,
    centrado actualmente en el
    vértice del Ejecutivo Nacional, pero que debe ser
    transferido hacia las bases de la sociedad provincial y local.
    Ello implica, a su vez, un acercamiento de la gente a los centros
    de decisión, lo que involucra necesariamente varios procesos complementarios:
    planificación,
    participación social y coordinación.

    ¿Ha habido una redistribución real del poder?.
    Vamos a tratar de hacer algunas reflexiones para despejar esta
    interrogante. El poder es político, económico y social,
    por lo que conforma un todo virtualmente indivisible. Es evidente
    que la descentralización ha abierto algunas ventanas a la
    redistribución del poder político con la elección
    directa de gobernadores y alcaldes, que efectivamente ha
    potenciado ciertos liderazgos regionales y locales, negados por
    una dirigencia nacional tradicionalmente centralista.

    En cuanto a la redistribución del poder
    económico, creemos que permanece igual y conserva todos sus
    fueros por cuanto no se han registrado cambios ni en la estructura de la base
    económica ni en la dinámica territorial de
    la economía. Tampoco ha habido
    un incremento sustancial de recursos puestos al servicio de la
    descentralización.

    En cuanto a la redistribución del poder social, no
    se observa sino la permanencia de notorias desigualdades que han
    creado una frondosa pobreza, y ésta es realmente
    alarmante de acuerdo con las cifras dadas por la OCEI y por
    FUNDACREDESA.

    En cuanto a las funciones vinculadas a la esencia
    del proceso, podemos decir que la participación popular al
    parecer no ha existido. En torno a participación los logros
    han sido escasos, a pesar de que ella significa la
    vinculación activa de los diversos actores sociales para
    despejar el qué, el por qué, el para qué, el
    para quién y el cómo
    del proceso de
    descentralización.

    La coordinación de este proceso, por otra parte, ha
    sido un permanente reclamo que no ha tenido efectividad en la
    práctica. Tampoco en la planificación del proceso se
    han obtenido logros de ningún tipo. La planificación,
    en todo caso, ha sido una quimera que se postula en libros planes sin contenido
    real.

     

    Naturaleza de la
    Descentralización

    Ahora, si nos preguntamos en torno a la naturaleza del
    proceso, es decir, por su carácter y
    requerimientos,
    entendemos que su naturaleza es de
    carácter sociopolítica, cultural, económico,
    técnica y administrativa.

    Es sociopolítica por cuanto involucra a
    todos los actores de la vida social. Desde esta perspectiva, es
    un proceso que debería surgir como una necesidad para poder
    generar el compromiso que le daría viabilidad, permanencia y
    credibilidad en la base social. En este contexto, el proceso de
    descentralización se ha definido como una necesidad, y si
    eso es así, ¿es una necesidad de quién, para
    qué y para quiénes?.

    La respuesta a esta interrogante pareciera ser obvia;
    pareciera que la descentralización es una necesidad de
    todos. Sin embargo, en la práctica se ha traducido en un
    proceso elitesco, de pequeños círculos intelectuales y
    políticos, vinculados fundamentalmente a la acción de gobierno o a conocidos intereses
    económicos de grupos provinciales y locales. Por ser
    elitesco el proceso no ha generado compromisos y, por lo tanto,
    no pareciera ser una estrategia válida para la
    transformación social.

    Es de naturaleza económica por cuanto el
    proceso de descentralización afecta la estructura de la base
    económica nacional y regional, requiere la transferencia d e
    recursos y exige su redistribución. La historia, en este sentido, es ampliamente
    conocida, al punto que se puede afirmar que uno de los problemas sustantivos del
    proceso es la carencia de recursos financieros para acometer el
    conjunto de importantes decisiones que demanda el proceso.

    En relación a la naturaleza administrativa,
    el proceso involucra una normativa jurídica y una organización institucional
    para generarlo. En relación con la normativa, el proceso ha
    sido regulado mediante un conjunto de leyes a las cuales ya se ha hecho
    referencia en distintas exposiciones; pero, en todo caso, muchas
    de esas leyes son limitadas y existen carencias de otras como las
    de tipo financiero.

    En relación a la estructura institucional
    existe un Ministerio de Estado para la Descentralización y
    una Comisión para la Reforma del Estado, cuyos
    representantes nos honran hoy con su presencia, demostrando
    así que existe algún interés gubernamental para
    darle continuidad al proceso. No obstante, opinamos que no existe
    una organización institucional con la suficiente fortaleza
    para asumir las exigencias de un proceso como el de
    descentralización.

     

    Con esto quiero referirme no tanto a los órganos
    institucionales, sino específicamente a las Corporaciones de
    Desarrollo Regional, que han
    quedado al margen de este proceso. No obstante, ellas tienen un
    importante papel que cumplir: generar información para la
    acción, articulada a una base de datos; también
    están en capacidad de identificar, formular y promover
    proyectos con la rigurosidad
    exigida por quienes toman decisiones o por quienes asignan los
    recursos financieros. El vacío de información, así
    como la carencia de proyectos concretos y viables, ha sido caldo
    propicio para negar oportunidades al desarrollo de la provincia y
    al desarrollo local.

    En relación a la naturaleza técnica del
    proceso de descentralización, es evidente que hemos
    avanzado. Los esfuerzos realizados por los Ministros de Estado y
    por gente que ha creído y se ha comprometido en el proceso,
    hacen que hoy en día se tengan mayores conocimientos y se
    formulen propuestas concretas que antes no se sabía
    cómo hacer. Sin embargo, debo expresar que se nota una
    carencia de participación activa de unas instituciones que
    están llamadas a cumplir un papel rector en el proceso; me
    refiero a las universidades del país.

    Nuestras universidades se han quedado enclaustradas en
    intramuros y han dejado pasar enormes oportunidades de brindarle
    su apoyo al proceso. Nos complace la iniciativa de la Universidad de Los Andes por
    fundar el Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y
    Locales (CIEPROL) en la Facultad de Ciencias Jurídicas y
    Políticas. Creemos que
    existe un diálogo pasivo entre las
    instituciones universitarias y los órganos del gobierno.
    Afortunadamente, este Centro de la Universidad de Los Andes
    parece que va a ser una honrosa excepción.

     

    El Objeto de la
    Descentralización

    En cuanto al objeto de la descentralización, es
    decir, sobre qué incide, puede decirse que este proceso
    significa un cambio en la estructura
    administrativa del Estado; significa pasar de una estructura de
    carácter sectorial a otra de base socioterritorial y una
    transferencia real de competencias que han estado en
    manos del Poder Nacional.

    ¿Qué significa un cambio en la estructura
    administrativa del Estado?. Parafraseando al Dr. Francisco
    González, debemos comprender, en primer lugar, que el
    ámbito local es el marco legítimo para la acción
    administrativa diaria del Estado, de manera que las comunidades
    sean gestoras de su propio destino.

    En cuanto al ámbito local, lo positivo de la
    descentralización ha sido la elección uninominal de
    alcaldes y concejales, y la separación de los Poderes
    Ejecutivo y Legislativo. Estos cambios han facilitado gerenciar
    la administración del
    municipio y crear ciertos compromisos de quienes ejercen el Poder
    Local con sus electores.

    Pero, desde la perspectiva de la transferencia de
    competencias, este ámbito ha estado casi totalmente excluido
    de la práctica de la descentralización.

    Desde el punto de vista económico los resultados de
    la descentralización para los municipios han sido poco
    perceptibles, dado que el aumento en la asignación del
    Situado Municipal es escaso y el ingreso de recursos propios
    depende de sus propias bases económicas, insuficientes en la
    mayoría de los casos. Además, existe una grave
    injerencia de los mandatarios regionales por cuanto éstos
    manejan la distribución del Situado
    Municipal en función de cierta
    discrecionalidad política.

    En relación con el ámbito estadal, marco que
    vincula lo inmediato, lo local, con lo regional para generar un
    tamaño adecuado a las interconexiones entre el Poder
    Nacional y el Poder Local para realizaciones a escala intermedia, es evidente
    que ha sido el ámbito que mayores beneficios ha recibido de
    la descentralización.

    En el ámbito estadal la elección directa de
    los gobernadores ha potenciado liderazgos reales y ha generado
    cierta capacidad gerencial, tradicionalmente negada por el
    centralismo. A través de
    la Ley de Descentralización le
    han sido otorgadas a los estados algunas posibilidades, que si
    bien es cierto están bien reglamentadas, no es menos cierto
    que la Ley es complicada para su instrumentación y bastante
    limitada en sus alcances.

    Otro de los logros fundamentales de la
    descentralización para los estados ha sido el incremento del
    Situado Constitucional, que pasó del 15 al 20%. Pero,
    icuidado! Este ha sido uno de los argumentos esgrimidos como
    logro sustantivo de la descentralización; sin embargo, en el
    caso del Estado Mérida, para ponerlo como ejemplo, el
    presupuesto consolidado apenas
    alcanza a superar el 1% en relación con el presupuesto
    nacional, siendo que Mérida tiene cerca del 3% de la
    población del país.
    Ello implica una conclusión: el proceso no ha sido generoso
    en el otorgamiento de recursos para la transformación social
    en este importante ámbito territorial.

    Por supuesto, en los estados también se han
    cometido algunas equivocaciones, como la perniciosa tendencia de
    repetir la frondosidad de la burocracia tradicionalmente
    anquilosada en el Poder Nacional, y la pretensión de
    colocarse por encima de las competencias del Ejecutivo
    Nacional.

    Por su parte, en cuanto al ámbito nacional se
    observan algunos hechos importantes para la
    descentralización: la creación de un Ministerio de
    Estado encargado de orientar este proceso, la creación de
    una Comisión Para la Reforma del Estado, junto con sus
    respectivas filiales en cada una de las entidades federales del
    país, y la promulgación de un conjunto de leyes que
    regulan esta importante materia.

    Sin embargo, frente a estos hechos pareciera que la
    acción del propio Estado venezolano es tímida, y a
    diferencia de la macrocefalia de la que hablaba el Dr. Brewer
    Carías, lo que a mi juicio existe es una parálisis
    decisional articulada a una cabeza reducida en un cuerpo
    territorial provincial hipertrofiado. Es evidente, en
    consecuencia, que el proceso encuentra serias resistencias y hasta
    relaciones antagónicas de carácter conflictivo, dentro
    de un sistema que se apoya fuertemente
    en la partidocracia y en los beneficios que el centralismo ha
    significado Para ciertos grupos sociales y para ciertos
    sitios.

     

    Objetivos de la
    Descentralización

    En relación con los objetivos del proceso, es
    decir, qué se espera lograr con la descentralización,
    creemos que la respuesta está asociada a la
    transformación de las estructuras políticas y
    socioterritoriales para construir un país sobre sólidas
    bases locales, que pudiera constituirse en el objetivo superior del proceso
    articulado a otros objetivos intermedios, a los cuales hizo
    referencia en su exposición el Dr. Marcos
    Avilio Trejo.

     

    Los objetivos de un proceso de descentralización
    deben fundamentar la direccionalidad que se le desea dar al
    mismo, vinculados a una misión: lograr de manera
    eficiente y comprometida la transferencia de recursos del Poder
    Público nacional hacia los órganos del Estado y hacia
    las organizaciones de la sociedad civil establecidas en la
    provincia. Ello implica, a su vez, entender que en última
    instancia los objetivos se transforman en la expresión
    socio-política de los principios
    ayúo-teleológicos (sistema de valores y fines que sustentan
    al proceso) que configuran el Proyecto Histórico de
    sociedad, como respuesta pertinente normativa y estratégica
    a la situación de la realidad socioterritorial objeto del
    proceso de descentralización.

    Las respuestas a estas interrogantes son difíciles
    de encontrar por cuanto, si bien es cierto que existe una
    abundante información documental producida por diferentes
    estudiosos de la materia, creemos que una de las debilidades del
    proceso es su carencia de objetivos claros y la ausencia de un
    Proyecto Histórico del país que queremos, en los que se
    enmarque un proceso de descentralización que pretende
    intervenir la naturaleza de base socio-política y
    territorial del país para su transformación.

    Los defensores gubernamentales del proceso de
    descentralización han presentado el IX Plan de la Nación como el Proyecto
    Histórico Nacional, cuando en realidad es un documento lleno
    de planteamientos genéricos, enunciativo de políticas
    globales y sectoriales, con pinceladas territoriales, para
    constituirse en un discurso tecnoburocrático
    carente de contenido real. Es precisamente la definición del
    Proyecto Histórico Nacional, sobre la base de un conocimiento pertinente del
    país, uno de los objetivos que deberá adelantar el
    proceso de descentralización, si quiere lograr el deseado
    compromiso de la colectividad del país.

     

    Definición: Una
    Propuesta Tentativa

    Ahora bien, hechas las consideraciones precedentes, nos
    atrevemos a proponer una aproximación conceptual sobre la
    descentralización. Entendemos la descentralización como
    un proceso y una política de Estado, de naturaleza
    sociopolítica, cultural, administrativa, económica y
    técnica, que busca la transferencia del poder público
    hacia las bases provinciales y locales, de manera de construir un
    país más justo y sólido desde perspectivas
    sociales y territoriales.

    Este proceso, al cual nos adscribimos, exige
    propósitos claros, decisiones oportunas y voluntad
    política firme de quienes tienen la enorme responsabilidad de conducirlo,
    si queremos que efectivamente se transforme en un instrumento
    eficiente de participación activa, que le devuelva a la
    provincia y a sus instituciones los fueros perdidos, y que
    conduzca a construir un país con sólidas bases
    locales.

     

    Geog. Elías Méndez Vergara
    (*)

    En Revista virtual Provincia.
    Universidad de Los Andes:
    http://www.saber.ula.ve./cieprol/provincia

    (*) Profesor de la Universidad de
    Los Andes.

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