- Introducción
- 2.
Estado inicial de los parámetros - 3.
Establecimiento y medición del
parámetro - 4. Un
inventario del desarrollo: ¿Maduración u
ordenamiento de los parámetros? - 5.
Desarrollo de la capacidad de lenguaje
hablado - 6.
Condiciones que favorecen la
adquisición - 7.
Prerrogativas de Barret. Su ocurrencia en el
corpus - 8. La
elaboración de campos
semánticos - Bibliografía
- Notas
Desde que la teoría chomskyana de una
gramática universal no se
concibe más como un conjunto de reglas, independientes de la
discrepancia entre la experiencia manifestada en estudios
concretos hechos con niños y el conocimiento a priori
transmitido genéticamente que postula el modelo, las investigaciones en
adquisición del lenguaje han tomado rumbos
renovadores.
El objetivo de determinar la
evaluación métrica
que realiza el niño para elegir una de todas las
gramáticas posibles que se adecue a la data mediante
elaboradas y escabrosas fórmulas ha fracasado, y cada vez
resulta menos obvio el proceso de adquisición de
un sistema complejo de reglas como
los que se desarrollaron y, mucho menos, cómo se lo
evalúa a dicho sistema en comparación con otros que son
también adecuados a partir de su descripción (1). El
principio de X–, siguiendo esta tendencia simplificadora, vino a
establecer que las estructuras internas de los
constituyentes de una oración son idénticos puesto que
siempre habrá una cabeza o protección cero para todas
las construcciones gramaticales.
De acuerdo a una teoría paramétrica, todas las
categorías de una gramática particular obedecen a un
esquema que tiene aplicación universal en todas las lenguas
(2). Distintos fenómenos de la producción deben depender
del establecimiento de un sólo parámetro. Las opciones
paramétricas históricamente se definieron en niveles
abstractos de la gramática, con lo cual la teoría
perdía su fuerza primigenia. Para
restringir la tendencia hacia reglas cada vez más complejas
en los niveles fonológicos y sintácticos resulta
imprescindible demostrar que los estudios de la adquisición
en niños pueden contribuir a la teoría gramatical. Las
reglas gramaticales de los chicos deben pertenecer a la misma
tipología de reglas (similares símbolos primitivos) que
las atribuidas a los adultos.
2. Estado inicial de los
parámetros
La teoría distingue los fenómenos relacionados
a principios universales no
paramétricos de los que dependen de específicas
propiedades de la gramática de una lengua. En principio, el
objetivo de esta investigación procura
establecer si intervienen factores apriorísticos en la forma
en que se determinan los valores de los
parámetros en una lengua en adquisición, deslindar
cuáles son los conocimientos a priori. Ciertamente, las
propiedades no paramétricas no exhiben variaciones: el
principio de X—no necesita ser aprendido en su estructura interna, pertenece
al conocimiento implícito
del niño desde su nacimiento. El sólo precisa descubrir
una sola de las propiedades de una palabra o una frase verbal,
que le indique el correcto establecimiento del parámetro en
una lengua particular para la palabra o la frase en
cuestión. Ejemplifiquemos con el parámetro 0 o de
sujeto nulo. Es un hecho que los niños, durante las primeras
etapas de la adquisición, tienden a omitir elementos que son
obligatorios en la gramática de los adultos. La omisión
del sujeto puede constituir una licencia gramatical desde el
momento en que se asume la falta y el parámetro se
restablece, modificando su estado inicial. Desde esta
perspectiva, resulta fundamental determinar la distinción
entre el aprendizaje formal de la
lengua que hará el niño de la exposición a una
reiteración de determinadas palabras. Los parámetros
comienzan a establecerse cuando, al mismo instante del
nacimiento, el niño esta expuesto a la lengua particular y
se restablecen luego a través del proceso de aprendizaje.
Existen al menos dos tipos de parámetros que
resulta necesario distinguir: aquellos cuyos valores están ramificados
y los que determinan valores desconectados entre sí. Al
fijar el valor de un parámetro de
los del primer tipo se generará una gramática con
una red de estructuras más
compleja que al fijar el valor de uno del segundo. El principio
de sub-aplicación en adquisición de lenguaje establece
que el niño, en su primera elección, debe seleccionar
la menor cantidad de lenguaje posible para ser consistente con la
data. Los valores paramétricos se ordenan de acuerdo a las
relaciones de sub-aplicación que generan los mismos valores.
Por ejemplo, como principio fundamental del aprendizaje, las
oraciones que carecen de un sujeto evidente para el niño,
serán usadas en su desarrollo para recomponer el
parámetro involucrado, teniendo en cuenta que los adultos
prefieren corregir más los errores fonológicos que los
gramaticales. Cuando el niño percibe que una de las opciones
ofrecidas por la gramática nunca apareció previamente
en la data podrá por sí mismo construir una estructura
específica estableciendo sus valores. Un parámetro
preservará su estado inicial cuando un valor correcto X
está ordenado previamente a otro valor defectuoso Y. Las
gramáticas primitivas ofrecen la disponibilidad de todos los
valores de un parámetro. Desde que el analista de opciones
en el que se transforma el niño se alimenta de la
gramática también se encuentra limitado por ella a la
hora de definir un valor (considérese que el lenguaje de los adultos,
inclusive cuando está destinado a un niño, no suele ser
a menudo gramatical). Se puede asumir que las opciones
defectuosas existen para algunos parámetros mas no se puede
concluir que los parámetros ya estaban establecidos en el
valor defectuoso en el estado inicial de la
lengua. Las gramáticas sí necesariamente deben brindar
la posibilidad de acceder a todas las opciones antes de fijar el
valor de un parámetro.
3. Establecimiento y
medición del
parámetro
Una teoría de la adquisición deberá tener
en cuenta entonces, que la mayor parte de la información relevante no
está contenida en la data lingüística
primaria. Probablemente, los juicios residuales y los errores de
habla, brindarán más información útil que
pueda aportarse a las investigaciones en producción. El
proceso de establecimiento y medición de un parámetro
se sucede así: El niño, como un buceador en un
océano oscuro, experimenta sus hipótesis con expresiones
o pronunciaciones flotantes que buscan la complicidad o la
corrección del adulto. Este suele responder, cuando se trata
de un valor defectuoso, ostentándolo mediante una
réplica similar, léxica y estructuralmente, a la
expresión del niño, a veces incluida de una
implícita corrección que le pueda permitir al niño
identificar el input agramatical. Según el mecanismo
explicado, semejante a la acción de calibrar un
arma de fuego, como un juego de potenciales
disparadores, la presencia de un rasgo específico en la data
indica sin lugar a ambigüedades que el parámetro debe
ser establecido en el valor registrado en la interacción. Queda por
resolver si con una única medición o intento,
bastará para identificar el parámetro adecuado a la
data. La teoría paramétrica salta de una
explicación gramatical a otra más pragmática,
basada en estrategias de uso de lenguaje.
Esta teoría, al no contemplar la posibilidad de que la
probable existencia de una ambigüedad en la data pueda
contribuir a la mala interpretación del rasgo
por parte del niño, con el consecuente error del objetivo de
la medición que, en este caso, le impedirá acertar el
valor correcto del parámetro, todavía resulta
insuficiente. Para abarcar todas las ejecuciones posibles que se
pueden desarrollar durante el establecimiento del valor de un
parámetro, parecería que se requiere cierta cantidad de
evidencias positivas que fijen
el valor mediante un umbral de reconocimiento particular de cada
valor, que exija un determinado número de muestras de habla
para cada parámetro (como la exposición a un dialecto
diferente o a una segunda lengua de aprendizaje no produce
efectos notables en el desarrollo lingüístico del
niño, se puede concluir que las muestras requeridas no
sobrepasan en demasía la experiencia lingüística
total de la que dispone el niño en la lengua materna, y que esta
adquisición paramétrica será más veloz que un
aprendizaje de tipo inductivo). Es preciso definir la
accesibilidad al parámetro en términos estructurales.
La capacidad del niño para, implícitamente, realizar un
análisis de este tipo,
está restringida por la información de input
errónea, no sólo en lo que respecta al ligamiento del
parámetro con su valor, sino a la complejidad de la
gramática a la que está expuesto. Se puede clasificar a
la complejidad según el nivel de incrustación de sus
cláusulas (partiendo de un grado 0 más un plus, a un
grado 1 de dificultad, y así sucesivamente, aunque la
información que se encuentra más allá del grado 1
de complejidad no será requerida para la fijación del
parámetro) o según la división en dominios donde
se ubican distintas clases de ligamientos. La peculiar atención que prestan los
niños a las cláusulas subordinadas refleja la
particular intención que tienen de preservar su estructura
gramatical en el momento de la producción, obedeciendo a una
estrategia de fijación del
valor paramétrico. Esta relevancia de las cláusulas
subordinadas demuestra que el niño es sensible a la
distinción entre estructuras ramificadas y libres desde el
inicio de su desarrollo gramatical.
4. Un inventario del desarrollo:
¿Maduración u ordenamiento de los
parámetros?
Con respecto a la identificación de elementos que
pueden funcionar como disparadores de valores la controversia se
establece entre los que sostienen que la maduración
neurológica es la causa subyacente de la operación de
disparadores y otros que afirman se debe el ordenamientos de
parámetros a un fenómeno gramatical interno.
La hipótesis de la maduración se
basa en el hecho de que las gramáticas tempranas exhiben
propiedades que están en conflicto con latentes
principios de la gramática universal antes que la
maduración biológica consiga que estos relevantes
principios sean accesibles al niño. El ejemplo de la
asignación de un rol temático a una frase preposicional
movida como las pasivas, que formalmente se retrasa en diversos
dialectos, sirve para sustentar esta posición. Algunas
construcciones gramaticales no estarían disponibles a
determinadas edades.
Los opositores a esta propuesta creen que los
parámetros son interdependientes, que el valor de uno
depende del establecimiento de otro. El ordenamiento se
haría a través de filtros que ingresan rasgos
gramaticales novedosos al sistema propio de un módulo de
aprendizaje, y hasta que estos no se integren, el niño es
ciego a la data ofrecida en el input. Si se confirma que, en el
caso de quienes tienen afectada el área de Borca, los
enfermos reciben el input desde un área prefrontal cuando
las estructuras gramaticales se tornan complejas el lenguaje no
constituiría un módulo ni en el nacimiento ni en los
estadios tempranos de su desarrollo sino que se convierte en
modular con la edad y la diferenciación neural.
Como consecuencia de este debate resulta una buena
opción una hipótesis que conciliara ambas propuestas a
través de una construcción de
estructuras que haría el niño con su gramática
temprana que contendría proyecciones de categorías
referenciales, principalmente verbos y sustantivos. El
aprendizaje se concebiría como un proceso inconsciente en el
cual se van formulando distintas hipótesis,
desechándolas de un modo deductivo, acorde a una
aproximación determinista al establecimiento de
parámetros, cuyos valores surgen como efectos causales de un
correcto análisis y reconocimiento de la data. Esta
solución es consitente con la evolución diacrónica
de la lengua, que demuestra que pueden coexistir
simultáneamente diferentes gramáticas o
subgramáticas (de hecho, la capacidad de un individuo para establecer
sobre un mismo parámetro valores contradictorios puede ser
una condición para acceder al multilingüismo; en el
caso de los niños bilingües, separados sistemas gramaticales subyacen a
la data del input). El mecanismo puede interpretarse como un
proceso semiautomático ejecutado por un disparador-indicador
(como un puntero en una biblioteca) que detecta en la
estructura gramatical qué valor se le asigna al
parámetro con la información recibida de la
data.
Aquello que contaría como un nodo limitativo de la
gramática de una lengua específica constituye el
elemento funcional que está sujeto a ser parametrizado. El
valor del parámetro debe estar asociado a un ítem
lexical simple. La carga de la elección paramétrica
pasa del componente computacional al lexicon, donde se halla el
ítem. La parametrización está restringida a una
cerrada clase de umbrales principales,
que son su locus primordial. Los parámetros reflejan
propiedades de estas categorías funcionales, que en las
gramáticas tempranas, tienden a estar sub-especificadas en
términos de su composición de rasgos. Surgen
gramáticas intermedias que pueden reestructurar las
categorías sin restablecer los parámetros erróneos
uno a uno. El niño aprende un orden correcto de una
estructura del tipo V+P, separadamente para cada complemento, en
un proceso ítem por ítem hasta los dos años. Los
valores erróneos (3) se remedian a través de un proceso
inductivo. La fijación de parámetros presupone la
existencia de una interfase interpretativa entre la
gramática universal y los mecanismos cognitivos generales de
los cuales no se tiene evidencia.
5. Desarrollo de la capacidad
de lenguaje hablado
El lenguaje es un modo de acción dentro del cual el
niño crece, implícito en el sistema evolutivo humano
(4). La capacidad del lenguaje emerge de una función ontogenética.
El niño tiende a mirar más placenteramente a un rostro
que mueve sus facciones que a uno quieto (5), como prefiere una
voz con inflexiones marcadas que una cuya frecuencia se mantiene
invariable. A pesar de su capacidad motora limitada sus
"músculos sociales" están bajo excelente control. El desarrollo neural
depende de la estimulación, gran parte de ella proporcionada
por el niño mismo. De a poco, el comportamiento vocal se torna
controlable y se puede comenzar a combinar en unidades
distintivas, que en un estadio temprano podrían ser los
siguientes: sonidos por incomodidad, sonidos para llamar, sonidos
para preguntar. Inicialmente, las vocales tienden a ser
anteriores y abiertas. Así, va tomando coraje para expandir
sonidos parecidos a palabras para convertirlos en palabras.
Selectivamente, aquellos sonidos que constituían el
balbuceo, se orientarán hacia palabras con sonidos
semejantes, en un proceso de preadaptación (6). Los primeros
esqueletos silábicos dependen de modelos vegetativos asociados
a la alimentación.
6. Condiciones que favorecen
la adquisición
Una prolongada e intensa estimulación social
favorece la adquisición (7). Los niños responden a
relaciones no arbitrarias entre la entonación y la
significación afectiva (los contornos de la frecuencia vocal
de la madre para calmar una molestia, para llamarle la
atención, para mantenerla). A esa manipulación maternal
(principalmente a las aprobaciones y las prohibiciones) los
niños reaccionan de inmediato. Paralelamente a la segmentación de lenguaje
hablado, incluyen nueva información (emocional) en la misma
corriente de habla, simultáneamente se procesa el contenido
léxico y el emotivo, alcanzándose una rápida
organización cerebral,
que fomentará su crecimiento. La acomodación vocal es
una subdivisión de una lista mayor de acomodaciones
inherentes al comportamiento social, que incluye también los
gestos en varias de sus modalidades. La repetición del
balbuceo o deformación de palabras (el 90% de las
imitaciones las efectúa la madre, que a medida que el
niño aprende las vuelve a configurar) y el estímulo
para que reproduzcan la pronunciación de una sílaba o
consonante son elementos positivos para acrecentar el dominio lingüístico del
niño. El objeto en el cual la madre pone atención es
probablemente el sujeto de su referencia cuando alecciona a su
crío, al expandirse su capacidad referencial. La interactiva
especialización de la cognición social brinda y
reproduce el módulo de análisis gramatical, que
comienza a operar entre los 20 y los 30 meses de edad. Los
primeros sonidos de un niño son asociativos, no
computacionales y no gobernados por reglas, irreductibles a una
segmentación silábica (sus primeras 100 palabras no
contienen más de 20 "fórmulas" de expresión). En
el desarrollo léxico existen diferencias cualitativas:
niños analíticos, amantes de los sustantivos,
referenciales y los holísticos, sociables, expresivos. La
activación del modulo gramatical se producirá
anteriormente en los referenciales así como los otros
habrán desarrollado primariamente la cognición social.
La capacidad para distinguir fonemas no se desarrolla hasta que
los niños almacenan y utilizan un moderadamente alto
inventario de palabras y se encuentra dentro del módulo
gramatical (8). Inclusive pueden codificar fonológicamente,
mediante un análisis en el hemisferio izquierdo del cerebro, dos formas para un mismo
ítem lexical que confluyen hacia una sola forma
standarizada. Se pueden distinguir en el aprendizaje dos
mecanismos: uno que controla el ingreso de adquisición
lexical y otro que controla la adquisición gramatical. La
preadaptación incluye una especialización de la
cognición social que adquiere el material léxico con el
cual alimenta el mecanismo especializado en análisis
computacional (fonología, morfología y sintaxis). Los
humanos poseen entonces una dual especialización cuando
adquieren lenguaje con procesadores que se ubican
separadamente en hemisferios opuestos del cerebro.
7. Prerrogativas de Barret.
Su ocurrencia en el corpus
De unas encuestas realizadas a padres
de clase media con hijos de hasta dos años de edad en una
guardería infantil se constataron las siguientes premisas
(9):
– La adquisición de palabras referenciales no
tiene lugar hasta la ocurrencia de la llamada "explosión
de vocabulario", a partir de los dos años de edad en
promedio.
– Las expresiones afectivas e idiosincráticas son
adquiridas antes que cualquier otro tipo de palabra.
– Las niñas adquieren lenguaje levemente más
rápido que los niños y, por lo tanto, disponen de un
repertorio mayor de vocabulario (conclusión unánime
de las maestras y la directora, la disparidad de sexos, seis
niños y dos niñas, impide un análisis más
detenido de este ítem, aunque las dos niñas, cada una
en su edad, respondieron con elevados promedios).
– Con respecto a la distinción entre niños
referenciales y expresivos, la frecuencia de los actos de habla
no tienen que coincidir con el tipo de palabra
producida.
– Con la explosión, las preposiciones inician un
proceso de descontextualización.
– El 20% (en promedio) de los objetos referenciales
son sobreextendidos tomando en consideración una base
perceptual (cabe un período de transición en el cual
las extensiones de dos palabras se superponen). Las
sobreextensiones categoriales se manifiestan de un mismo modo
en la comprensión y en la producción.
– La subextensión acaece en un estadio más
temprano que la sobreextención.
– Los rasgos semánticos de una palabra se
adquieren uno por uno durante un extenso período,
partiendo del más general hacia el más
específico, elaborando un orden deductivo-extensional,
prevalece el contraste léxico sobre la estructura de
rasgos.
– En la subextensión, son los referentes periféricos los que
quedan excluidos por sobre los típicos (pueden ocurrir
asimetrías entre las extensiones producidas en la
comprensión y las constatadas en la
producción)
– Los prototipos, proporcionados en su gran
mayoría por el contacto televisivo, se adquieren como
representaciones mentales de ejemplares referenciales e
individuales, que luego son analizados en rasgos constitutivos
ya asimilados, perceptuales y funcionales, que los niños
intentan correlacionar con el prototipo.
– Las representaciones de los eventos, propias de las
palabras relativas al contexto socio-pragmático se
descomponen durante la explosión en conceptos
constitutivos. Las nuevas palabras disponen de un mapa conceptual mucho más
amplio.
– Se distinguen las dos diferentes rutas de
adquisición sobre las que se formarán las
representaciones subyacentes de las palabras:
representación de eventos y prototipos.
– Una especificación de los rasgos contrastivos
que diferencian a un referente prototípico de otros
referentes que se hallan en el mismo dominio semántico se
produce en la etapa de la explosión y luego, en la
consolidación de este modelo de múltiples
accesos.
– Las estructuras cognitivas subyacentes de las
categorías que constituyen los prototipos pueden estar
formándose en el momento de la adquisición así
como pueden ya estar formadas.
– Los nexos entre el léxico temprano y el
desarrollo cognitivo son altamente específicos y pueden
localizarse (la influencia de la televisión en la
producción temprana se verifica en la mayoría de los
casos, el uso de la palabra que hace la televisión tendría
prioridad sobre el uso particular de la madre, a medida que se
produce la evolución disminuye la influencia del discurso maternal
inmediato).
– La adquisición promueve la formación de
nuevas estructuras cognitivas, existen considerables
diferencias individuales en los modelos de desarrollo
léxico (en el contenido específico, en términos
de clases de palabras, de sus vocabularios, y en el crecimiento
cuantitativo del lexicon en el transcurso de la
explosión.
8. La elaboración de
campos semánticos
Al converger determinadas formas fonológicas en
significados concretos los niños se guían por
principios pragmáticos, especialmente los de
convencionalismo y contraste. Por naturaleza, los hablantes no
toleran sinónimos completos en una lengua, notándose
desde la adquisición una marcada tendencia a su
abolición. Este proceso de desaparición de
sinónimos encontrará agujeros para los cuales las
palabras convencionales son insuficientes. Una vez que las
palabras se identifican con un significado específico dentro
de un campo semántico, se les asignan las categorías
sintácticas relevantes, por lo menos en dos niveles, uno
función básica y otra subordinada. Los niños, por
ejemplo, luego de los dos años, están capacitados par
usar información acerca del orden de las palabras y los
argumentos para decidir si un nuevo verbo adquirido es o no
transitivo (la acuñación de nuevos adjetivos es menos
frecuente que la de sustantivos y verbos). El método de
acuñación que emplean los niños suele ser variable
en determinados aspectos según la característica de su
lengua materna (en inglés hacen los menores
cambios a las raíces ya asimiladas y calculan la productividad de las opciones que
les brindan los nuevos términos de los adultos, se basan en
la transparencia del significado y la simplicidad de la forma).
Para acuñar los agujeros disponibles, los niños pueden
apelar a metáforas simbólicas o sensoriales. El
léxico adquirido, ligado indisolublemente a la
adquisición morfológica y sintáctica, se ha
aprendido a utilizar del modo figurativo en el que es empleado
por los adultos, por lo cual la adquisición se duplica en un
segundo dominio que comprende la selección del campo
semántico correspondiente a una palabra específica.
Durante esta etapa el niño percibe que las selecciones
léxicas reflejan diferentes perspectivas. En ese momento,
construyen, mientras van agregando miles de palabras y
expresiones idiomáticas con los años, el léxico
mental que los acompañará todo el resto de sus
vidas.
Bruner, Jerome: Acción, Pensamiento y Lenguaje.
Cap. 2. Alianza Editorial. Madrid. 1984.
Chomsky, Noam: Reflexiones sobre el lenguaje.
Cap. 1. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1984.
Fodor, J. A. La modularidad de la mente.
Editorial Morata, Madrid, 1986.
Kozulin, A.: La psicología de Vigotski. Alianza,
Madrid, 1994.
Piaget, Jean e Inhelder, Barbel: Psicología del
niño. Cap. 2. Editorial Morata. Madrid. 1981.
Vigotski, L.: El desarrollo cultural del niño y
otros textos inéditos. Editorial Almagesto.
Colección Inéditos. Buenos Aires. 1998.
1. Un sistema como el que propone Piaget.
2. El formato general de las frases sintácticas,
sin embargo, puede variar por razones
paralingüísticas.
3. La información no ambigua sólo se encuentra
en las cláusulas subordinadas.
4. En el trimestre final de gestación, el feto oye frecuencias de la voz
maternal. Algunos científicos postulan que existe una
aprendizaje intrauterino de modelos de
vocalización,
5. El despliegue de rasgos faciales, reveladores de
verdaderos sentimientos, se producen sin intención
comunicativa.
6. Al mismo tiempo, la rítmica
actividad manual se transforma en control
de sus habilidades motrices.
7. Como se manifiesta en los juegos, por ejemplo, al
imitar, hablando por teléfono con la
línea desocupada, la conducta verbal del
adulto.
8. La segmentación fonéticas es un proceso
gradual que se extiende hasta los 7 años de edad.
9. La enorme variedad de diferentes perfiles de
evolución en la adquisición requiere una cantidad de
encuestas muy superior a las realizadas por mí (podrían
sí aplicarse estas prerrogativas al corpus total que ha
recopilado la cátedra).
Hugo Muleta