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ALCA y las universidades



     

    I. Trayectoria del Área
    de
    Libre Comercio de las
    Américas

    A partir del pasado mes de marzo y hasta enero de 2005,
    México fungecomo sede
    temporalde las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas
    (ALCA) en las instalaciones
    construidas para tal efecto en Puebla. Las negociaciones del
    acuerdo se iniciaron formalmente en diciembre de 1994, con la
    celebración de la Primera Cumbre de las Américas en
    Miami. Treinta y cuatro países del continente (EUA,
    Canadá, los países latinoamericanos, excepto Cuba, y diez países
    caribeños) se han incorporado a la iniciativa,
    principalmente promovida por Estados Unidos a través de
    la OEA. Está prevista la
    firma del tratado en su versión definitiva en 2005, lo que
    significa que las negociaciones finales tendrán lugar en
    nuestro país.

    La trayectoria de la iniciativa no ha estado exenta de dificultades
    y controversias. Algunos temas clave, como la liberalización
    del comercio de productos agrícolas y
    energéticos, la movilidad internacional de la fuerza de trabajo, o las modalidades de
    trato para las naciones de menor tamaño, aguardan
    definiciones más precisas y son objeto de ardua negociación.

    Junto con ello, las protestas de sectores cada vez
    más amplios de la sociedad han dejado sentir su
    presencia en prácticamente cada uno de los países de la
    región. El escenario se complica seriamente tras la
    intervención estadounidense en Irak, al mostrar al actual
    gobierno de Bush como una fuerza
    conflictiva y beligerante. Incluso algunos gobiernos,
    particularmente Venezuela, han expresado su
    desacuerdo en forzar la culminación del acuerdo sólo
    para obedecer el cronograma previsto.

    Hasta el momento la posición del gobierno mexicano
    ha sido de franca convergencia con la iniciativa; se han
    desestimado los riesgos y realzado sus
    posibles ventajas. Recientemente, el PAN propuso a la Cámara
    de Senadores la formación de una comisión especial de
    seguimiento, ponderando "la importancia de esa iniciativa como
    factor de estímulo tanto al aumento de intercambios
    regionales como al desarrollo de la eficiencia en la producción de las
    economías del hemisferio americano" (3 de abril de 2003).
    Aunque los partidos opositores no muestran todavía sus
    cartas al respecto, es
    previsible que el ALCA se convierta en un tema fundamental en
    próximas negociaciones políticas, dada la
    importancia que tiene para el Ejecutivo federal como elemento
    clave en la recomposición de relaciones con el vecino del
    Norte. Para el gobierno panista el dilema es difícil: si
    acentúa su protagonismo en favor de la iniciativa, como lo
    ha hecho desde el Plan Puebla Panamá, abre un flanco
    vulnerable a sus opositores; pero si modifica sus posiciones
    iniciales, corre el riesgo de acrecentar la
    animadversión norteamericana y la del sector de empresarios
    dispuestos a la apertura comercial en la región.

    Por su importancia, y para explorar los posibles efectos
    del ALCA en la educación superior,
    dedicaremos una serie de artículos al tema. En esta primera
    parte se incluyen antecedentes y un panorama general del proyecto.

     

    Integración
    latinoamericana. Tres generaciones de acuerdos

    El planteamiento de estructuras de integración regional con
    propósitos de intercambio comercial ha atravesado por
    distintas etapas y se puede hablar, al menos, de tres
    generaciones de acuerdos. La primera se ubica en el marco de la
    estrategia de sustitución de
    importaciones seguida por los
    países de la región a partir de la segunda posguerra y
    ampliada durante los años sesenta, época del
    desarrollismo latinoamericano. El modelo sustitutivo de
    importaciones implicaba una fuerte dosis de proteccionismo
    comercial, con el objetivo final de lograr
    autonomía en todos los sectores de la producción. Pero
    el modelo estaba naturalmente limitado por las capacidades
    nacionales de desarrollo tecnológico, por las distintas
    fuentes de materias primas de
    los países y por sus posibilidades de generación de los
    recursos materiales y humanos
    necesarios para hacer frente a los retos de la autosuficiencia. A
    la vista de tales obstáculos, apareció como una posible
    solución el establecimiento de opciones de intercambio y
    cooperación regionalmente limitadas y controladas. El
    planteamiento respetaba el espíritu proteccionista al
    mantener medidas arancelarias fuertes para todas las
    importaciones provenientes de países fuera del bloque
    incluidos en el acuerdo respectivo. A esta generación
    corresponden las primeras cuatro iniciativas integracionistas de
    la región: la Asociación Latinoamericana de Libre
    Comercio (ALALC), firmada en 1960 y posteriormente definida como
    Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI; el Mercado Común
    Centroamericano (MCCA), también de 1960; la Asociación
    de Libre Comercio del Caribe (CARIFTA) en 1965, más tarde
    Comunidad del Caribe
    (CARICOM); y el Grupo Andino en 1969. En
    varios aspectos estos tratados se inspiraron en la
    recientemente creada Comunidad Económica Europea (CEE, 1957)
    y en la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA,
    1960).

    Los años setenta marcaron límite a las
    expectativas del desarrollismo; las economías nacionales
    dejaron de crecer al ritmo logrado en la década previa, en
    algunos casos, como México y Venezuela, el boom
    petrolero concentró las oportunidades de desarrollo en las
    exportaciones del recurso;
    además prácticamente todos los países de la zona
    aprovecharon la ocasión de obtener recursos mediante
    endeudamiento externo. Junto a esos fenómenos, la
    militarización del Cono Sur y de Centroamérica
    dificultó seriamente la senda de los proyectos de integración
    originales. No obstante, a mediados de la década se
    establecieron otras opciones, en particular el Sistema Económico
    Latinoamericano (SELA), con el objetivo de promover un sistema de
    consulta y coordinación para
    concertar posiciones y estrategias comunes de América Latina y el Caribe,
    en materia económica, ante
    países, grupos de naciones, foros y
    organismos internacionales.

    En los ochenta, la crisis de la deuda
    latinoamericana, en particular los condicionamientos de la
    banca multilateral para resolver
    los problemas de la insolvencia,
    generaron un efecto de "sálvese quien pueda", debilitando al
    máximo las condiciones de integración. Además, el
    escenario mundial estaba cambiando en forma muy acelerada,
    principalmente por efecto de tres fuerzas: la hegemonía
    neoliberal, la galopante globalización del mercado y
    el ocaso del bipolarismo. Estos fenómenos tendrían un
    acusado reflejo en el regionalismo de segunda generación en
    América Latina, cuyas
    expresiones más relevantes habrían de ser el Tratado de Libre Comercio entre
    Canadá, Estados Unidos y México (TLCAN) y el MERCOSUR, firmado por Argentina,
    Brasil, Paraguay y Uruguay. Ambas iniciativas,
    así como las transformaciones de los acuerdos
    integracionistas originales, incluyendo los correspondientes a
    las áreas de Centroamérica y el Caribe, pueden
    entenderse como respuestas específicas a los retos del libre
    comercio y de la "nueva regionalización" (Ethier, 1998;
    Devlin y Estevadeordal, 2001) en la era de la
    globalización.

    Algunos elementos relevantes en esa dinámica son: En primer
    lugar, la reactivación del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
    GATT en su octava ronda (Ronda
    Uruguay, 1986-1994), cuyo programa de negociaciones
    incluyó abrir los mercados de la agricultura y los servicios, restringir las
    subvenciones y proteger la propiedad intelectual.
    México se incorporó al GATT en 1986. Al término de
    esa ronda, el GATT se transformó en la Organización Mundial de
    Comercio (OMC). En segundo lugar, la
    intensa dinámica de formación de bloques regionales en
    Europa (la Unión Europea) y en la
    región Asia-Pacífico. Para Estados
    Unidos la integración de los bloques europeo y asiático
    representaba un evidente desafío, a la vez que sus
    posibilidades de imponer condiciones en la OMC, dado el
    número de países afiliados a la nueva organización, también
    eran limitadas, la opción de formar un bloque regional de
    alcance hemisférico comenzó a perfilarse en el esquema
    de sus relaciones internacionales. En
    América Latina se optó por una doble vía: el
    acercamiento a la agenda estadounidense, concretado en primer
    lugar con el TLCAN y posteriormente a través de acuerdos
    bilaterales y multilaterales con México como vía de
    acceso a las oportunidades del acuerdo norteamericano, y por otra
    parte mediante mecanismos de integración regional al margen
    de dicha agenda, cuyo ejemplo más destacado, aunque desde
    luego no el único, es el MERCOSUR.

    El MERCOSUR fue firmado años antes que el TLCAN. El
    primero se aprobó en 1991 y el segundo en 1994. Sin embargo,
    desde los primeros años noventa, aún antes, el gobierno
    estadounidense estaba empeñado en la promoción de la
    iniciativa hemisférica. En noviembre de 1987 México y
    EUA firmaron un acuerdo-marco para la liberalización del
    comercio bilateral. En junio de 1990 George Bush (padre)
    anunció la Iniciativa de las Américas, precursora del
    ALCA , y a finales de 1991 se habían negociado
    acuerdos-marco entre Estados Unidos y treinta países del
    continente. No obstante, durante el gobierno Bush la Iniciativa
    de las Américas parecía más una "maniobra para
    limitar los daños y el conflicto, que una política viable" (Foweraker, 1997), es
    decir un recurso diplomático para evitar suspicacias con los
    países latinoamericanos por no estar incluidos en un acuerdo
    con los alcances del firmado con México. Las cosas dieron un
    giro con la celebración de la Primera Cumbre de Jefes de
    Estado y de Gobierno, celebrada en Miami en 1994, en la cual se
    marcó el banderazo de salida del ALCA mediante la
    suscripción de un documento de principios y un Plan de Acción firmado por los 34
    jefes de Estado convocados a la reunión. Tocaría al
    gobierno de Clinton animar, desde la perspectiva de los intereses
    estadounidenses, la trayectoria del convenio en sus primeras
    fases.

    El ALCA representa una tercera generación de
    acuerdos integracionistas; no sólo por tratarse de un
    proyecto de alcance hemisférico sino, sobre todo, por la
    combinación de elementos económicos y políticos
    que reúne en el marco del unipolarismo del siglo que apenas
    comienza. A través del ALCA la posición de Estados
    Unidos en la OMC encuentra un refuerzo fundamental, que le
    permite competir con otros bloques y fijar posturas; además
    de ello, se amplifica la posición del país dominante en
    temas claves como la seguridad hemisférica, las
    migraciones, el acceso a un gran acervo de recursos y materias
    primas, las telecomunicaciones y el
    comercio electrónico, amén de la dominación
    tecnológica mediante derechos de propiedad intelectual, y el
    control de los precios de las exportaciones,
    por citar sólo algunos temas relevantes. Para los
    países latinoamericanos, el ALCA aparece como una
    expectativa de intercambio bilateral con EUA no obstante la
    amplitud multinacional de la iniciativa. Características
    generales del ALCA Con posterioridad a la Cumbre de Miami se
    realizaron cuatro reuniones ministeriales (Denver, 1995;
    Cartagena, 1996; Belo Horizonte, 1997 y San José,
    1998).

     

    Las tres
    primeras

    fueron de discusión general acerca del contenido y
    alcances de la iniciativa. La reunión de San José
    sintetizó los avances alcanzados y concluyó con la
    recomendación de los Ministros para el inicio formal de las
    negociaciones, una vez fijada la estructura y objetivos generales que las
    guiarían. Con base en la Declaración de San José
    los jefes de Estado, reunidos en la Segunda Cumbre de las
    Américas (Santiago de Chile, 1998), confirmaron su interés en proseguir el
    proceso y fijaron algunas
    posiciones generales, como atender a las diferencias en los
    niveles de desarrollo y tamaño de las economías de la
    región y procurar transparencia en el proceso. Las
    siguientes reuniones ministeriales (Toronto, 1999 y Buenos Aires, 2001) se dedicaron
    a la preparación del primer borrador del ALCA , el cual se
    publicó en junio de 2001. También se estableció
    como fecha límite de los trabajos de preparación el
    2005. A más tardar en diciembre de ese año debe
    firmarse la versión final.

    En la última reunión ministerial hasta el
    momento (Quito, 2002) se presentó
    un segunda borrador del acuerdo, el cual contiene versiones muy
    avanzadas en varios capítulos y disciplinas del convenio.
    Algunas de las decisiones adoptadas en este trayecto son: la
    necesidad de consenso para definir cada aspecto del acuerdo; la
    búsqueda de congruencia entre el ALCA y las reglas y
    disciplinas de la OMC; el principio de "compromiso único"
    (single-undertaking), que quiere decir que nada está
    acordado en definitiva hasta que todo esté acordado en
    definitiva; y el principio de coexistencia entre el ALCA y los
    demás acuerdos bilaterales y multilaterales que están
    vigentes en la región.

    Las negociaciones del acuerdo establecen una
    jerarquía de decisiones así como una estructura
    operativa. Los jefes de Estado son, naturalmente, la instancia
    resolutiva, mientras que los ministros de comercio tienen a su
    cargo la supervisión de los grupos de
    negociación y comités. Hay nueve grupos de
    negociación con mandatos específicos (acceso a
    mercados, servicios, inversión, compras del sector público,
    solución de controversias, agricultura, derechos de
    propiedad intelectual, subsidios, antidumping y derechos
    compensatorios, y política de competencia. Además, hay
    varios comités encargados de temas específicos: el
    Grupo Consultivo sobre Economías más Pequeñas, el
    Comité Tripartito (que se encarga de la actualización
    de las bases de datos), el Comité
    de Representantes del Gobierno en la Participación de la
    Sociedad Civil, y el
    Comité Conjunto de Expertos del Sector Público y
    Privado sobre Comercio Electrónico. Por último, el ALCA
    cuenta con el apoyo de estructuras de apoyo técnico y
    analítico, a través de un comité de expertos de la
    OEA, el BID y CEPAL, una secretaría administrativa y grupos
    de apoyo en la Sede de Negociaciones, que es rotativa y en la
    actualidad está ubicada en Puebla. Negociación del ALCA
    1994-2004

    1994

    1995

    1996

    1997

    1998

    1999

    2000

    2001

    2002

    2003

    2004

    Elaboración de la
    estructura,
    alcance y organización
    de las negociaciones

    Propuestas y bocetos
    anotados

    Primer
    borrador

    Segundo borrador
    (1ro. Nov. 02)

    Dic. 94
    PrimeraCumbre

    (Miami)

    Abril 98 Segunda Cumbre
    (Santiago)

    Abril 01 Tercera
    Cumbre(Quebec)

    Junio 95
    PrimeraReunión Ministerial
    (Denver)

    Marzo 96
    SegundaReuniónMinisterial (Cartagena)

    Mayo 97 Tercera
    Reunión Ministerial (Belo Horizonte)

    Marzo 98 Cuarta
    Reunión Ministerial(San José)

    Nov. 99 Quinta
    Reunión Ministerial (Toronto)

    Abril 01 Sexta
    Reunión Ministerial (Buenos Aires)

    Nov. 02 Séptima
    Reunión Ministerial (Quito)

    Sede de
    negociaciones:
    Miami (May. 98-Feb. 01)

    Sede de negociaciones:
    Panamá (Mar. 01-Feb.03)

    Sede de
    negociaciones
    Puebla (Mar 03-Dic. 04)

    Fuente: Baumann et al. (2002).
    Actualizado.

    Pese a la intensidad de trabajo para la concreción
    del ALCA y no obstante los avances conseguidos en la
    configuración del acuerdo, los temas pendientes de
    resolución son varios y muy importantes. Eso, y la creciente
    ola de protestas contra la iniciativa, ponen en riesgo su final
    feliz. Además, después de Irak ya nada es igual. A
    estos asuntos dedicaremos la próxima entrega de la
    serie.

     

    II. La agenda en
    curso

    Una de las reglas convenidas en el proceso del ALCA es
    el principio de que ninguna parte del acuerdo entra en
    operación hasta que se apruebe todo su contenido.

    Los avances se plasman en capítulos y
    artículos que se suman al borrador en marcha y son objeto de
    revisiones sucesivas; las versiones preliminares se incorporan al
    borrador con formato "entre corchetes", los que se eliminan al
    momento de alcanzar consenso sobre el punto particular tratado. A
    la fecha se cuenta con un segundo borrador completo, aprobado en
    2002, que es el texto de referencia de las
    negociaciones. Ese borrador expresa la estructura completa del
    acuerdo, aunque la mayor parte son todavía versiones de
    artículos entre corchetes, y en algunos casos está
    pendiente la definición del texto correspondiente. Con todo,
    su examen permite apreciar el enfoque general de las
    negociaciones y, en algunos casos, los detalles de su
    contenido.

    La estructura del segundo borrador contiene un
    capítulo inicial de "temas generales e institucionales", que
    incluye los objetivos y principios del acuerdo, su cobertura y
    principales excepciones. Se definen reglas de transparencia, de
    trato diferencial por tamaño de las economías de la
    región, así como el marco institucional: instancias de
    operación, de apoyo y solución de controversias y
    reglas para el financiamiento de su
    operación regular.

    Siguen a continuación catorce capítulos con el
    contenido propiamente dicho del ALCA , sus reglas generales y
    específicas, y la definición de materias, disciplinas,
    procedimientos y casos. Tales
    capítulos son: agricultura, compras del sector público,
    inversión, aranceles y medidas no arancelarias, medidas de
    salvaguardia, régimen de origen, procedimientos aduaneros,
    procedimientos relacionados con el régimen de origen,
    normas y barreras técnicas al comercio,
    subvenciones, antidumping y derechos compensatorios,
    solución de controversias, servicios, derechos de propiedad
    intelectual, y política de competencia.

    Los objetivos generales del ALCA , según la
    definición alcanzada, hacen referencia al propósito de
    impulsar la liberalización de los mercados en materia de
    bienes, servicios e
    inversión, eliminar las barreras al movimiento de capitales y
    "personas de negocios", así como
    facilitar el acceso a tecnologías y asistencia técnica.
    Entre los principios del acuerdo se incluyen dos de especial
    interés: la congruencia de los derechos y obligaciones con las reglas y
    disciplinas de la OMC, y la coexistencia del ALCA con acuerdos
    bilaterales y subregionales. El principio de congruencia con las
    reglas de la OMC no es sólo un enfoque general; implica que
    en la negociación de temas específicos se busca
    armonizar el intercambio regional con las pautas de
    liberalización de alcance global, lo que significa, por
    ejemplo, que en la negociación del comercio de servicios del
    ALCA se siguen los procedimientos convenidos en el GATS. Como
    ambos acuerdos están en proceso, es probable que se influyan
    mutuamente: que las negociaciones en el marco de la OMC marquen
    pautas en la definición del ALCA , y que éste
    último opere como mecanismo para apoyar posturas
    (particularmente las de EUA y Canadá) dentro del acuerdo
    mundial. Así, para seguir con el ejemplo, lo que se firme en
    el GATS seguramente pasará al capítulo de servicios del
    ALCA , pero también lo que se convenga en materia de
    servicios dentro del acuerdo hemisférico servirá para
    redondear el enfoque y contenido del GATS. La estrategia de
    sostener una "doble pista" (mundial y regional) para la
    liberalización del comercio internacional se
    enfatizó como una salida viable tras la "crisis de Seattle"
    (1999) en las negociaciones de la OMC y cobra gran relevancia en
    este momento, en el contexto de las intervenciones
    estadounidenses en el Oriente Medio.

    El segundo principio citado, la coexistencia del ALCA
    con los acuerdos que ya operan en el hemisferio, sean bilaterales
    o multilaterales, se puntualiza así: "en la medida que los
    derechos y obligaciones derivados de esos acuerdos tengan un
    mayor alcance que los de este Acuerdo" (2do. borrador del ALCA),
    lo que significa que el convenio hemisférico ni corrige ni
    hace retroceder los pactos de libre comercio en operación,
    más bien al contrario: en los casos en que el ALCA
    signifique mayor apertura comercial este será el marco
    aplicable; en los casos que otros convenios otorguen un mayor
    margen éstos tendrán la prioridad.

     

    Principales avances y
    limitaciones

    Además del proceso conducente al borrador del ALCA
    , el proceso de negociación ha tendido varios resultados
    colaterales, principalmente un conjunto de medidas de
    facilitación de negocios, ya en operación, así
    como acciones de "cooperación
    técnica" que se proponen crear o fortalecer capacidades
    vinculadas al libre comercio regional. El primero de estos
    aspectos se derivó de la V Reunión Ministerial
    (Toronto, 1999), en que los ministros acordaron 18 medidas de
    facilitación de negocios, ocho de las cuales son medidas
    concretas para simplificar y modernizar procedimientos aduaneros,
    incluyendo sistemas compatibles de
    intercambio electrónico de datos y elementos de datos
    comunes. En agosto de 2000 el BID, junto con el Fondo
    Multilateral de Inversiones, aprobó un
    proyecto de cinco millones de US dólares para apoyar las
    medidas de facilitación referidas. En materia de asistencia
    técnica el enfoque predominante ha sido buscar la
    estandarización de normas y procedimientos, así como la
    conformación de bases de datos y sistemas digitales que
    contengan información sobre normas,
    protocolos y requisitos, así
    como de proveedores, tarifas y
    productos.

    En el curso de las negociaciones presentes y por venir,
    seguramente se alcanzarán acuerdos en aquellos temas que
    implican solamente estandarización de normas y
    procedimientos.

    También es probable que se logre consenso respecto
    al trato con las economías menos desarrolladas, aunque
    ahí el problema principal es de clasificación y margen.
    Tampoco se ven obstáculos insalvables para la
    aceptación de barreras no arancelarias, subsidios y
    disposiciones antidumping en términos similares a los
    que prevalecen en la red subregional de acuerdos bilaterales y
    multilaterales, así como en el enfoque que priva en la OMC.
    En este caso, la negociación fina concierne a tipos de
    productos (por ejemplo los agrícolas) y a ramas de
    producción estratégicas (por ejemplo energía). De
    mayor complejidad son los temas asociados al trabajo y al
    medio ambiente, por razones
    casi opuestas. En materia laboral el enfoque del ALCA es
    promover condiciones laborales atractivas para la inversión extranjera, a
    lo que naturalmente se oponen, con diferentes grados de
    intensidad, las organizaciones de trabajadores de
    la región. Para apreciar esta dimensión, baste
    mencionar el caso brasileño, cuya actual presidencia es
    producto de una alianza entre
    organizaciones gremiales y el empresariado local, alianza que muy
    difícilmente aceptaría la "facilitación" laboral
    que propone el acuerdo. En materia ecológica, la postura de
    los ministros latinoamericanos ha sido, básicamente, la de
    evitar que la protección del medio ambiente sea utilizada como
    barrera para impedir o condicionar la exportación de sus productos
    naturales al mercado norteamericano. Aunque hasta el momento la
    negociación respectiva ha progresado al margen de la postura
    del congreso estadounidense, es difícil que en la etapa
    final del acuerdo se logre el consenso requerido. El ejemplo del
    TLCAN sobre el asunto es bastante claro.

    Otros problemas mayores en el marco del acuerdo son de
    naturaleza estructural: la
    asimetría Norte-Sur y sus implicaciones en materia de libre
    comercio, y la crónica inestabilidad financiera de las
    economías latinoamericanas. El primero de ellos implica que
    el país con mayor capacidad tecnológica tiene todas las
    ventajas, porque intercambia productos y servicios de alto
    valor agregado contra materias
    primas, pero además porque queda en la posibilidad de
    utilizar el convenio hemisférico para controlar los mercados
    formales. Este efecto, que es obvio, se multiplica en otro nivel:
    las ventajas de economías como la brasileña en el
    MERCOSUR o la mexicana en la zona de Centroamérica. Los
    buenos deseos de sinergia tecnológica en
    la región o los convenios de cooperación técnica y
    académica de ninguna manera parecen soluciones efectivas al
    problema de la asimetría. Al contrario, es previsible una
    mayor dependencia tecnológica mediante la
    mercantilización (commodification) de conocimientos y
    servicios asociados al conocimiento, principalmente
    por vía de los derechos de propiedad intelectual y a
    través de la estrategia de liberalización del sector
    servicios. Además, la vulnerabilidad financiera de la
    región es un obstáculo para el buen funcionamiento del
    esquema. Los promotores del ALCA suponen que la operación
    del acuerdo sería un factor promotor de la estabilidad
    porque los flujos comerciales y financieros, así como la
    inversión, tenderían a activar los indicadores
    macroeconómicos, siempre y cuando se acompañaran de
    reformas fiscales y laborales pertinentes; como ha ocurrido, por
    ejemplo en Europa. Sin embargo, el grado de asimetría de la
    región hace difícil asegurar un efecto de esta
    naturaleza, y más bien anticipar, como ya han ocurrido,
    ciclos de encadenamiento de crisis por los efectos en cascada de
    la interdependencia.

    Al margen del contexto de las negociaciones, se han
    organizado grupos civiles y políticos que se oponen al
    acuerdo como tal, o cuestionan algunos de sus enfoques. La gama
    de la oposición es muy amplia, pero ciertamente no se reduce
    a sus expresiones radicales ni está concentrada sólo en
    oportunidades de controversia contra los regímenes
    involucrados en la negociación. En algunos casos, por
    ejemplo la denominada "Alianza Social Continental", se ha
    conseguido un alto nivel de comunicación y una
    incipiente organización de nivel internacional.
    Recientemente (enero 2003) el grupo publicó un volumen titulado "El ALCA al
    desnudo. Críticas al texto borrador del Área de Libre
    Comercio de las Américas de noviembre de 2002" (disponible
    en línea) que incluye contribuciones críticas de
    académicos y representantes de organizaciones desde
    Canadá hasta Chile.

    No se trata, al menos en este caso, de una
    oposición "globalifóbica", como tampoco es esa la
    postura de asociaciones de trabajadores, empresarios,
    agricultores o académicos que están enfrentando, con
    diferentes manifestaciones, el proceso del ALCA .

     

    ¿En qué afecta el
    ALCA a los sistemas de
    educación superior?

    Aunque este tema será explorado con detalle en la
    siguiente y última entrega de esta serie, conviene adelantar
    los temas más generales. En primer lugar, implica la
    apertura comercial para opciones de educación superior
    (presenciales y a distancia) que entrarían en competencia
    con la oferta pública y privada
    de los países. Es un proceso que ya está ocurriendo,
    pero que seguramente se intensificaría por la apertura del
    sector de los servicios. La implantación de franquicias o sedes
    foráneas se multiplicaría porque representa, a la vez,
    una válvula de escape al mercado académico saturado de
    los países más desarrollados y un negocio de gran
    rentabilidad por los
    estímulos (fiscales, laborales y de mercado) que de hecho
    existen para la inversión privada en educación superior
    y ante la ausencia de regulaciones claras al respecto. Asimismo,
    las importaciones de insumos para la educación bajo reglas de
    protección intelectual, tienen implicaciones en los costos de la educación
    superior, al obligar a las instituciones a emplear parte
    de sus presupuestos en el pago de
    licencias, derechos autorales y otras regalías asimiladas a
    las "mercancías de conocimiento" y por la adquisición
    de equipos y materiales de alta tecnología.

    En segundo lugar, los efectos del acuerdo en materia de
    circulación de "personas de negocios", que incluye la
    internación de profesionales, recaen en normas de
    acreditación con validez internacional reconocida, lo que ya
    tiene consecuencias en la oferta curricular, los procedimientos
    de "aseguramiento de calidad", la evaluación y la
    acreditación. Éste es un paquete muy importante en la
    orientación de la reforma universitaria latinoamericana del
    presente y con implicaciones inmediatas para su desarrollo
    futuro. Un tercer grupo de implicaciones se deriva de la función que cumplen las
    universidades en el renglón de desarrollo científico y
    tecnológico, el cual es, desde el punto de vista de la
    potencia hegemónica, uno de
    los principales focos de interés del acuerdo. El acceso los
    recursos de la biodiversidad americana, el
    control intelectual y tecnológico del germoplasma y el
    material genético de las especies de la región,
    incluyendo la humana, no son cuestiones triviales en el escenario
    del ALCA , al contrario: representan una de las expectativas
    fundamentales del tipo de globalización que impulsa el
    interés norteamericano, como también las posibilidades
    de acceso a los amplísimos acervos de patrimonio cultural de
    nuestros pueblos. Y ocurre que estas son, precisamente,
    áreas de interés para las funciones universitarias de
    desarrollo científico y humanístico. De ello nos
    ocuparemos en la siguiente entrega.

     

    México. Servicios de Educación Superior
    (CPC 923). Compromisos en el GATS
    Modos de suministro
    1) suministros transfronterizos; 2)
    consumo en el extranjero; 3)
    presencia comercial; 4) presencia de personas
    físicas.

    A. Limitaciones de Acceso al
    Mercado

    B. Limitaciones de Trato
    Nacional

    1) Ninguna

    1) Ninguna

    2) Ninguna

    2) Ninguna

    3) La inversión extranjera debe limitarse al
    49% del capital registrado en
    las empresas objeto de la
    inversión. Además se requiere autorización
    previa de la SEP.

    3) Ninguna

    4) Liberada. Excepto las restricciones indicadas
    en los acuerdos de libre comercio del
    país…

    4) Liberada. Excepto las restricciones indicadas
    en los acuerdos de libre comercio del país.

    Fuente: WTO Services Database. Actualización mayo
    2003.

     

    III. Las universidades y el
    libre comercio

    La OMC, y en consecuencia el GATS y los capítulos
    de servicios en tratados de libre comercio afines, como el TLCAN
    o ahora el ALCA , identifica cuatro modalidades de suministro
    aplicables al sector servicios: a) los suministros
    transfronterizos provenientes del territorio de un país a
    otro. En educación, los cursos a distancia ejemplifican la
    categoría; b) el consumo en el extranjero de un servicio. Para el sector
    educativo, el ejemplo más común son los estudios en el
    extranjero; c) presencia comercial, mediante la cual se permite a
    los proveedores dispensar servicios en el exterior. En
    educación, las actividades realizadas por universidades o
    institutos extranjeros entran en tal concepto; y d) la presencia de
    personas físicas, la cual es la forma de comercio que
    corresponde a la movilidad de individuos suministran servicios en
    el exterior. En educación, los cursos dispensados por
    profesores extranjeros lo ejemplifican (cfr. Knight
    2002).

     

    Servicios educativos
    transfronterizos: La
    universidad
    virtual

    En países desarrollados, el uso de recursos
    informáticos para educación superior se ha expandido
    aceleradamente. Según el informe de la Web-Based
    Education Commission
    de EUA, en 1998 el 62% de los
    colleges con carreras de cuatro años ofrecían
    educación a distancia. Se
    estima que en 2002 no menos del 85% contaban con esa posibilidad
    y que la cantidad de inscritos en cursos universitarios a
    distancia habría superado dos millones de estudiantes. La
    generalización de las tecnologías digitales con
    propósitos educativos está relacionada con el acceso a
    recursos de cómputo en el hogar. Según la OCDE el 65%
    de los estudiantes de 15 años usan computadora en casa
    cotidianamente. Aunque el promedio se refiere a los países
    del área OCDE -en México y Brasil la proporción no
    alcanza el 25%- refleja el potencial de las TICs en el entorno de
    la enseñanza.

    La movilización de las universidades hacia ofertas
    educativas a distancia ha favorecido la formación de un
    mercado de proveedores de programas y contenidos. El
    número de compañías de e-learning se ha
    multiplicado en pocos años; se estima que en la actualidad
    el valor de sus operaciones se aproxima a dos mil
    quinientos millones de dólares al año, diez veces
    más que hace cinco años (Pastore, 2002). A la par del
    desarrollo de formas de educación superior a distancia
    arraigadas en establecimientos universitarios convencionales, ha
    cobrado importancia la oferta de universidades virtuales, con
    carreras y postgrados sin componente presencial e incluso sin
    establecimiento físico. En el nuevo "territorio" se destaca
    la Universidad de Phoenix, que cuenta con más de cien
    campi en EUA y Puerto Rico, con instalaciones en
    Canadá y Holanda, y un campus virtual en que participan
    más de 25 mil estudiantes de todo el planeta. En el
    presente, esa universidad ofrece formación en la opción
    presencial, la posibilidad en línea y un nuevo formato
    mixto, denominado FlexNet. También aparecen en el escenario
    algunos proveedores de apoyo, por ejemplo organizaciones con
    función de brokers, como la Globewide Network Academy
    o la Electronic University Network, que ofrecen el servicio de
    vincular la oferta y la demanda, y otras
    organizaciones que son "portales" para informar a posibles
    estudiantes de la oferta de programas y cursos on-line en
    determinada región, por ejemplo el California Virtual
    Campus.

    Una tendencia interesante, aunque todavía marginal
    en el terreno de la educación superior, es la convergencia
    de los fenómenos de virtualización y
    globalización, lo que origina la posibilidad de las
    "ciberuniversidades". El caso precursor es la International
    University (The University of the Web), creada en 1993 y
    acreditada en EUA en 1997. Más conocida es la Western
    Governors' University, que trabaja en asociación con
    empresas como IBM, AT&T, Cisco y Microsoft. Esa
    institución, que se declara "sin fines de lucro", otorga
    diplomas "sin emplear a profesores y sin preparar cursos. El
    contenido de la enseñanza es elaborado por profesores
    externos que trabajan para otras instituciones públicas o
    privadas" (IE/ISP, 2000). Otra pauta significativa corresponde a
    la formación de consorcios de universidades virtuales y
    universidades convencionales. Por ejemplo, la University of
    California Los Angeles Extension School en alianza con la Home
    Education Network, que ofrece más de cincuenta de cursos por
    Internet a estudiantes
    estadounidenses y de ocho países más (IE/ISP, 2000). En
    otros modelos, la idea es
    desarrollar sistemas nacionales e internacionales de
    educación virtual, como por ejemplo la Canadian Virtual
    University, que agrupa universidades públicas y particulares
    con ofertas educativas a distancia, la Finish Virtual University,
    en la que participan más de veinte instituciones de
    Finlandia, la mayoría públicas, o la African Virtual
    University, proyecto patrocinado por el Banco Mundial y otras
    agencias, que provee educación superior en dieciséis
    naciones africanas con el apoyo de académicos de
    universidades de primer nivel en EUA y Europa. Inglaterra se está moviendo
    en la misma dirección, aunque
    buscando combinar, a través de Internet, servicios de
    enseñanza superior y de certificación de competencias
    laborales.

    En América Latina también se están
    expandiendo la oferta de educación superior no presencial,
    aunque todavía se desconocen sus alcances. Por ejemplo, el
    29 de octubre de 2001 el diario argentino La Nación
    publicó un reporte en que se indica "mientras en el
    país se multiplica el número de programas de grado,
    postgrado y actualización on-line ofrecidos por
    universidades e instituciones, quienes quieren cursarlos no
    cuentan con ningún aval oficial sobre su calidad, más
    allá del buen nombre de la institución que los dicta y
    cobra por ellos." En el mismo reporte se reconoce, no obstante,
    la presencia de una oferta virtual centrada en instituciones de
    educación superior de buena calidad, como la Universidad
    Virtual de Quilmes y las Universidades Nacionales de Mar del
    Plata y del Nordeste, así como la oferta de cursos de la
    UBAnet. Similar es el caso de México, en que en la oferta
    virtual concurren instituciones públicas y particulares de
    calidad irreprochable, como la UNAM y el ITESM, con ofertas sin
    control de calidad
    académica o respaldo de acreditación.

    El carácter intangible de la
    oferta educativa virtual hace difícil su regulación.
    Algunos críticos han hecho notar que precisamente la
    ausencia de controles es la "oportunidad" que atrae a proveedores
    privados (Reichert y Wätcher, 2000). Las alternativas
    que se discuten para aminorar los efectos negativos son: apoyar
    desarrollos de educación a distancia mediante instituciones
    universitarias públicas de alto nivel, promover sistemas de
    acreditación que desanimen la demanda de grados sin control
    académico, y contar con mecanismos de vigilancia que
    informen al público sobre la calidad de las ofertas. En el
    marco del ALCA , algunas posibilidades de control cualitativo del
    suministro transfronterizo de educación superior podría
    ser abordada por el Comité Conjunto de Expertos del Sector
    Público y Privado en Comercio Electrónico, que se ocupa
    de temas transversales relacionados con el uso de Internet en el
    mercado. Hasta la fecha no hay evidencia de que el tema forme
    parte de la agenda de discusión.]

     

    Consumo en el extranjero. La
    universidad internacional

    La forma tradicional de exportación de
    educación superior es la oferta de servicios educativos en
    el país receptor, lo que en términos de comercio
    internacional se identifica como "consumo en el extranjero". Se
    calcula que el conjunto de países de la OCDE recibe
    aproximadamente un millón y medio de estudiantes extranjeros
    al año. Estados Unidos se mantiene como líder con más de
    medio millón de universitarios extranjeros. El mercado
    académico estadounidense concentra casi una tercera parte
    del valor mundial de las exportaciones, estimado en tres mil
    millones de dólares (Gallanger, 2002). Además de ello,
    el estudiante extranjero es un consumidor de otros bienes y
    servicios en el país receptor.

    Siguen en orden de importancia Inglaterra, con más
    de doscientos mil foráneos, y Alemania, Francia y Australia, cada uno
    con más de cien mil estudiantes extranjeros. Con
    excepción de Francia, el resto de los países referidos
    son exportadores netos, ya que mantienen un saldo positivo entre
    el número de estudiantes extranjeros y el número de
    nacionales que salen a estudiar (OCDE, 2002b). Conviene advertir
    que el volumen de estudiantes extranjeros representa, para los
    países exportadores, diferentes proporciones de sus
    matrículas. Por ejemplo, el medio millón de
    foráneos en EUA apenas sobrepasa el 3.5% del estudiantado
    universitario de ese país, mientras que los extranjeros en
    Inglaterra o Australia superan, en ambos casos, la
    proporción de 10% del total. El país que más
    estudiantes universitarios recibe, en términos
    proporcionales, es Suiza (16.6%), aunque como volumen su
    participación equivale a la de Noruega o España.

    Australia ejemplifica la postura más agresiva: en
    sólo dos décadas se convirtió en uno de los
    principales exportadores del mundo, con la mayor tasa de
    crecimiento hasta el presente.

    Proporción de estudiantes
    extranjeros en algunos países (OCDE y
    no-OCDE)

     

    A la vista de estos datos, no es de extrañar que
    las representaciones gubernamentales de Estados Unidos, Australia
    y Nueva Zelanda y Japón insistan, en el
    contexto del GATS, en favorecer la apertura comercial en todas
    las formas de suministro.

    Otros, como es el caso de Noruega, promueven la apertura
    bajo un control académico riguroso. La postura de Noruega,
    expresada en la ronda GATS de "peticiones iniciales bilaterales"
    de Ginebra (octubre de 2002), es que las ofertas de
    educación superior de carácter internacional se
    ciñan a los lineamientos de acreditación y
    reconocimiento aprobados en la Convención de Lisboa,
    adoptada por el Consejo Europeo en 1997, la cual ha sido
    ratificada por una treintena de estados europeos. En ese marco,
    se ha convenido la formación de una "alianza educativa" que
    incluye, en principio, a Nueva Zelanda, Noruega, Japón,
    Tailandia, China, India, Turquía, Polonia,
    Egipto, Senegal,
    Sudáfrica, Chile, Argentina y Uruguay, con el objetivo de
    impulsar la propuesta de acreditación académica en
    calidad de mecanismo regulador del mercado transnacional de
    educación superior. Es esa también la opinión de
    la UNESCO sobre el tema. En cambio, la posición
    gubernamental de Australia, Japón y EUA presiona por una
    mayor libertad de mercado,
    incluyendo condiciones de trato nacional para los proveedores de
    servicios; la cual es, claramente, una postura de
    vendedores.

    En contrapartida, los principales importadores de
    servicios de educación superior son asiáticos, aunque
    en Europa el flujo internacional de estudiantes es principalmente
    intraregional. De los universitarios que migran a EUA, dos
    terceras partes provienen de Asia, y en Australia representan
    más del 75% de los estudiantes extranjeros. En Inglaterra y
    Alemania la proporción de asiáticos también es
    relevante al representar una tercera parte de los estudiantes
    foráneos. Francia recibe sobre todo jóvenes africanos:
    más de la mitad de sus estudiantes extranjeros.

    En América Latina la situación es muy
    diferente. Salvo aquellos que desean postgraduarse en el
    exterior, el flujo migratorio de estudiantes es mínimo en la
    comparación internacional. En los países de mayor
    tamaño (Brasil, México y Argentina), no más del
    uno por ciento del estudiantado universitario es extranjero y no
    más del uno por ciento de la matrícula emigra para
    cursar estudios superiores. En Chile, por ejemplo, el 0.4% de los
    estudiantes universitarios son extranjeros y el 1.1 de los
    universitarios chilenos realiza estudios fuera de su país.
    En Uruguay, las proporciones respectivas son 0.9% y
    1.5%.

    Seguramente tales cocientes se elevan al considerar por
    separado el nivel de postgrado, no obstante son expresivos del
    carácter aún incipiente de la dinámica de
    exportación e importación de servicios
    de educación superior en la región. En contraste, los
    países de la zona latinoamericana han presenciado un intenso
    proceso de privatización de la
    oferta de educación superior, sobre todo en los años
    noventa. Con excepción de Brasil, en donde la oferta privada
    fue mayoritaria desde los inicios del sistema universitario de
    ese país, en el resto, la apertura a la inversión
    privada emanó de los procesos de ajuste estructural
    derivados de la "década perdida". En algunos casos, como
    Chile y Colombia, la oferta particular
    llegó a superar el volumen de la pública. En los
    demás, se han alcanzado proporciones de matrícula
    privada entre una cuarta y una tercera parte del total. Como se
    sabe, el reciente proceso de privatización se
    acompañó de la aparición de un sector de
    instituciones particulares orientadas, solamente, a la
    satisfacción de la demanda, con estructuras y recursos
    académicos precarios: " universidades cochera" o "patito",
    como se les conoce en México.

    Varias razones explican el comportamiento de los
    "consumidores" latinoamericanos: en primer lugar la existencia de
    un sistema de universidades públicas con el nivel
    académico suficiente para las necesidades que presentaban
    los mercados profesionales locales. Las presiones de la
    globalización y la competitividad internacional
    aparecieron tardíamente en América Latina si se
    contrasta con otras regiones del planeta. En segundo lugar, la
    inexistencia de lineamientos políticos favorables a la
    migración de estudiantes
    al extranjero, como sí fue el caso de los países
    asiáticos desde los años sesenta. En tercer lugar, que
    las posibilidades de las familias para apoyar a los jóvenes
    que deseaban cursar estudios superiores en el extranjero se
    limitaron al segmento más elitista de la sociedad. Fuera de
    esos patrones están los fenómenos de migración
    desencadenados en el contexto del militarismo latinoamericano de
    los setenta. Pero esa es otra historia.

    Si bien los países latinoamericanos no son grandes
    consumidores de educación superior en el extranjero, y no es
    probable que la situación se revierta en el futuro
    próximo, representan en cambio un mercado potencial
    importante para la recepción de inversiones foráneas en
    sus diferentes expresiones. La proliferación en toda la
    región de instituciones de estudios superiores con
    propósitos comerciales indica, por una parte, la
    persistencia de una demanda no atendida ni por el sector
    público ni por el privado de alto nivel académico, y
    por otra, la incapacidad de los gobiernos latinoamericanos para
    brindar alternativas suficientes, en cantidad y calidad, a la
    población demandante. En
    tal contexto, los gobiernos de la región, casi sin
    excepción, optaron por una posición liberal al permitir
    la instalación de tales instituciones, en vez de aplicar
    regulaciones estrictas, como las que de hecho prevalecen en el
    segmento público.

     

    Presencia comercial. La
    universidad transnacional

    De todos los modos de suministro de educación
    superior incluidos en la opción de libre comercio, el que
    más preocupa a los académicos y directivos
    universitarios, es el que concierne a la autorización de
    presencia comercial directa (mediante inversión o
    instalación) de instituciones de carácter
    transnacional. La fuerza comercial de algunos proveedores, como
    Sylvan, Apollo y DeVry, hacen temer que la competencia
    internacional de universidades for-profit distorsione los
    estándares de calidad académica construidos sobre la
    base de amplios procesos de concertación dentro del sector
    universitario, que incluye universidades públicas y
    particulares con vocación académica y orientación
    de servicio público.

    El movimiento de resistencia es muy amplio, baste
    mencionar, a guisa de ejemplo la "Declaración Conjunta sobre
    la Educación Superior y el GATS" (1) suscrita por la
    Asociación de Universidades y Colegios de Canadá (92
    universidades), el Consejo Americano de Educación (1,800
    colegios y universidades con acreditación), la
    Asociación Europea de Universidades (30 conferencias
    nacionales de rectores de Europa) y el Consejo para la
    Acreditación de la Educación Superior (3,000 colegios y
    universidades acreditadas y 60 sistemas de acreditación en
    Norteamérica y Europa). Este documento, firmado el 28 de
    septiembre de 2001, concluye contundentemente: "Nuestros
    respectivos países deben evitar compromisos en materia de
    Servicios de Educación Superior o en categorías
    relacionadas de Educación de Adultos y otros Servicios
    Educativos en el contexto del GATS" En el contexto
    latinoamericano se ha adoptado una posición muy
    similar.

    Como conclusión de la III Cumbre Iberoamericana de
    Rectores de Universidades Públicas (Porto Alegre, 25- 27 de
    abril de 2002), se firmó la denominada "Carta de Porto Alegre" (2), en la
    cual los académicos reunidos en esa ocasión "requieren
    a los gobiernos de sus respectivos países que no suscriban
    ningún compromiso en esta materia en el marco del Acuerdo
    General sobre el Comercio de Servicios (GATS) de la OMC". No se
    ha dado el caso, pero es esperable que una declaración
    similar sea pronunciada en el escenario de las negociaciones del
    ALCA .

    Algunos observadores han notado con claridad que uno de
    los principales riesgos de la transnacionalización de la
    educación superior radica en la expansión del modelo de
    franquicia. En el Sudeste
    Asiático esta clase de oferta se encuentra
    en franca expansión bajo la forma de "acuerdos de hermandad"
    que suscriben instituciones locales y foráneas.

    El mecanismo da lugar a arreglos institucionales que
    aseguran presencia comercial salvando barreras para contener la
    inversión extranjera en educación superior. Es
    también una forma de inversión que comienza a
    generalizarse en el contexto latinoamericano, mediante alianzas
    como las que promueve el consorcio Sylvan. Otras fórmulas de
    transnacionalización se conocen como branch campus
    que equivale a la sucursal foránea de una institución
    matriz, e instituciones
    off-shore, que son establecimientos de inversionistas
    extranjeros, que no dependen de instituciones académicas en
    el país de origen (cfr. Kauffman, 2001; Didou, 2002; Larsen
    y Lancrin, 2002).

    Es posible que la presión del sector
    académico contenga por un tiempo la liberalización
    del mercado, pero todo parece indicar que las contradicciones
    busquen atenuarse mediante fórmulas de acreditación
    aceptables para los actores en controversia.

    Precisamente por ello, el tema de la acreditación
    internacional está en el tope de las agendas de
    discusión académicas, políticas y
    comerciales.

     

    Diagrama:
    Relación entre modalidades de comercio internacional de
    servicios y modelos emergentes de educación
    superior

    Presencia Comercial

    Universidad
    Transnacional

    Zonas de
    Hibridación

    Universidad
    Internacional

    Universidad
    Virtual

    Consumo en Exterior

    Flujos Tranfronterizos

    Explicación: Los vértices del triángulo
    indican las principales modalidades de comercio internacional de
    servicios consideradas por la OMC. Los círculos del diagrama hacen referencia a
    modelos emergentes de suministro de educación superior. Las
    denominadas Zonas de Hibridación establecen posibilidades de
    intersección entre dichos modelos.

     

    Movilidad internacional de
    profesionales

    Fuera del ámbito institucional, uno de los
    principales aspectos del libre comercio en educación
    superior se relaciona con la formación de profesionales que
    pueden, bajo las reglas pactadas en la OMC y tratados afines,
    prestar servicios especializados fuera de su país de origen.
    En el segundo borrador del ALCA (2002), el capítulo sobre
    servicios incluye un anexo referido a los servicios
    profesionales, en el cual se recomienda: "Las Partes
    alentarán a los organismos pertinentes en sus respectivos
    territorios a elaborar normas y criterios mutuamente aceptables
    para el otorgamiento de licencias y certificados a los
    prestadores de servicios profesionales, así como a presentar
    al Comité recomendaciones sobre su reconocimiento mutuo"
    Entre las normas y criterios recomendados en el anexo están
    los siguientes: acreditación de escuelas y programas,
    exámenes de calificación, normas de conducta profesional,
    renovación de la certificación, extensión y
    límites de las
    actividades autorizadas, requisitos de conocimiento del entorno
    en que se prestarán servicios profesionales, requisitos de
    protección al consumidor.
    Desde luego, el ámbito de discusión sobre normas
    profesionales rebasa a las instituciones universitarias, e
    introduce en el terreno de juego a los gremios
    profesionales y a las autoridades del sector laboral. La
    complejidad del tema amerita un comentario más extenso que,
    de momento, quedo debiendo a los lectores.

     

    Referencias

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    Notas

    El presente ensayo fue publicado en tres
    entregas en el suplemento /Campus /del diario /Milenio/, los
    días 1, 8 y 15 de mayo de 2003. Esta versión conjunta
    las tres partes aunque conserva el tono periodístico de la
    publicación original.

    1. Véase en:
    http://www.unige.ch/eua/En/Activities/WTO/declaration-final1.pdf

    2. Véase en:
    http://www.grupomontevideo.edu.uy/documentos/cartadePOA.htm

     

    Roberto Rodríguez Gómez (*)

    (*) UNAM. Centro de Estudios sobre la Universidad.
    Seminario de Educación Superior.

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