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Educación y sociedad del conocimiento y de la información



     

    Quisiera comenzar esta conferencia
    excusándome por no referirme específicamente al
    problema de la educación
    secundaria. Otros conferencistas lo harán con mucha
    más pertinencia de la que yo pueda alcanzar. He optado, en
    cambio, por
    presentarles un análisis más global de los procesos de
    cambio social que tienen lugar actualmente en nuestras sociedades y,
    a partir de ese análisis, identificar algunos de los
    principales problemas y
    desafíos de la educación en general,
    que pueden servir de marco para ubicar las discusiones
    específicas sobre la enseñanza secundaria.

    Ya se ha dicho repetidamente que el fin de siglo y la
    entrada en el nuevo milenio están asociados a un profundo
    proceso de
    transformación social. No estamos viviendo una de las
    periódicas crisis
    coyunturales del modelo
    capitalista de desarrollo, si
    no la aparición de nuevas formas de organización social , económica y
    política.
    La crisis actual , desde este punto de vista, es una crisis
    estructural , cuya principal característica es la
    simultaneidad de las dificultades de funcionamiento en las
    instituciones
    responsables de la cohesión social (la crisis del Estado-Providencia), en las relaciones entre
    economía y
    sociedad (la crisis del trabajo) y en
    los modos de constitución de las identidades
    individuales y colectivas ( crisis del sujeto).

    Durante algunos años, esta nueva
    configuración social fue descripta como postalguna
    dimensión de la sociedad: post – capitalista para
    Peter Drucker, post- industrial para Touraine, post –
    moderna para un amplio conjunto de intelectuales.
    Más recientemente, sin embargo, comenzó a
    difundirse y aceptarse una visión de esta nueva
    configuración social basada en la idea de que el rasgo
    central de la nueva organización social consiste en que
    el
    conocimiento y la información estarían reemplazando a
    los recursos
    naturales, a la fuerza y/o al
    dinero, como
    variables
    clave de la generación y distribución del poder en la
    sociedad.

    Los primeros análisis acerca del papel del
    conocimiento y de la información como variables central es
    del poder fueron significativamente optimistas acerca de sus
    potencialidades democratizadoras. Alvin Toffler fue, sin duda
    alguna, el representante más importante de esta corriente.
    Sus análisis se basaban en el carácter esencialmente democrático
    que tienen tanto la producción como la distribución de
    los conocimientos y las informaciones. Según Toffler, el
    conocimiento es infinitamente ampliable. Su uso no lo desgasta
    sino que, al contrario, puede producir aun más
    conocimiento. La producción de conocimientos requiere,
    además, un ambiente de
    creatividad y
    de libertad
    opuesto a toda tentativa autoritaria o burocrática de
    control del
    poder. Desde este punto de vista, la utilización intensiva
    de conocimientos produce la disolución de las formas
    burocráticas de gestión, porque obliga a renovar
    permanentemente las líneas de decisión en función de
    la acumulación y el intercambio de
    conocimientos.

    Por último, la distribución de
    conocimientos es mucho más democrática que la
    distribución de cualquier otro factor tradicional de
    poder, ya que – dice Toffler – "el débil y el pobre
    pueden adquirirlo".

    Pero la evolución de la sociedad y particularmente
    de aquellas que utilizan las nuevas
    tecnologías de producción basadas en el uso
    intensivo de conocimientos e información, mostró
    rápidamente que este optimismo era, por lo menos, ingenuo.
    Hoy disponemos ya de visiones más realistas y complejas
    acerca de los efectos sociales de los nuevos patrones de
    organización social y económica basados en el
    conocimiento y la información. La hipótesis más general sobre la cual
    se apoyan estas re – visiones, consiste en sostener que una
    sociedad basada en el uso intensivo de conocimientos produce
    simultáneamente fenómenos de más
    igualdad y de
    más desigualdad, de mayor homogeneidad y de mayor
    diferenciación.

    Permítanme comenzar por el aumento de la
    desigualdad. No pretendo aburrirlos con datos
    estadísticos, sino simplemente recordar aquí que
    uno de los fenómenos más importantes que se
    registra a través de numerosos indicadores es
    el significativo aumento de la desigualdad
    social
    en los últimos años y que este
    aumento es mayor en aquellos lugar es donde tienen vigencia
    importantes procesos de transformación productiva y
    tecnológica. Los datos sobre la evolución de la
    distribución del ingreso en el mundo en las últimas
    décadas, por ejemplo, permiten apreciar que, en general,
    mientras los altos ni veles de concentración de la riqueza
    se mantienen en los países en desarrollo, los
    países desarrollados, en cambio, están atravesando
    por un significativo proceso de concentración que los
    acerca a los países en desarrollo.

    Todos sabemos que estos procesos son muy complejos y que
    no es posible atribuir el aumento de la desigual dad a un solo
    factor . Sin embargo, también se admite cada vez
    más que uno de los factor es fundamentales asociado al
    aumento de la desigualdad es la transformación en la
    organización del trabajo.
    En pocas palabras, este
    fenómeno podría ser descripto diciendo que la
    incorporación de nuevas tecnologías al proceso
    productivo está asociada a la eliminación de
    numerosos puestos de trabajo. La mayor par te de los nuevos
    puestos de trabajo no se crean en los sectores
    tecnológicamente más avanzados, si no en los
    servicios,
    donde el costo del trabajo
    representa una proporción importante del precio del
    producto.

    Esta diferencia en el ritmo de creación de
    puestos de trabajo está asociada a diferencias en los
    salarios, ya que
    mientras los sectores de alta productividad
    pueden tener políticas
    salariales generosas, los sectores de servicios, donde el
    vínculo entre salarios y empleo es muy
    alto, están obligados a aumentar muy moderadamente los
    salarios si quieren que crezca el empleo. Esta dinámica, donde el empleo disminuye en los
    sectores que pueden pagar buenos salarios y aumenta en aquellos
    que pagan salarios modestos, explica las razones por las cuales
    la recomposición del empleo en función de la
    evolución tecnológica aumenta la
    desigualdad.

    Pero las transformaciones en la organización del
    trabajo no sólo están provocando el aumento en los
    niveles de desigualdad, sino la aparición de un nuevo
    fenómeno social, la exclusión de la
    participación en el ciclo productivo. A diferencia del
    capitalismo
    industrial tradicional, que incluía a todos a
    través de vínculos de explotación y
    dominación, este nuevo capitalismo tiene una fuerte
    tendencia expulsora, basada en la ruptura de los vínculos.
    La exclusión del trabajo es la base de una exclusión
    social más general o – para usar la
    expresión de Robert Castel – una
    des-afiliación con respecto a las instancias
    sociales más significativas. La exclusión
    social
    provoca, desde este punto de vista, una
    modificación fundamental en la estructura de
    la sociedad, que estaría pasando de una
    organización vertical, basada en relaciones
    sociales de explotación entre los que ocupan posiciones
    superiores frente a los que ocupan las posiciones inferiores, a
    una organización horizontal, donde lo importante no
    es tanto el lugar en la jerarquía sino la distancia con
    respecto al centro de la sociedad.

    El avance de la exclusión tiende, de esta manera,
    a reemplazar la relación tradicional de
    explotación. Explotadores y explotados pertenecen a la
    misma esfera económica y social, ya que los explotados son
    necesarios para mantener el sistema.

    La toma de conciencia de la
    explotación puede provocar –como lo muestra la
    historia del
    capitalismo – una reacción de movilización
    colectiva y de conflicto
    organizado a través de las instituciones representativas
    de los explotados. La exclusión, en cambio, no implica
    relación sino divorcio. La
    toma de conciencia de la exclusión no genera una
    reacción organizada de movilización. En la
    exclusión no hay grupo
    contestatario, ni objeto preciso de reivindicación, ni
    instrumentos concretos para imponerla. Siguiendo nuevamente a
    Castel, mientras que la explotación es un conflicto, la
    exclusión es una ruptura.

    Pero la enorme complejidad de estos procesos se advierte
    cuando observan os también qué pasa en la esfera de
    los incluidos, particularmente de aquel los que trabajan
    intensivamente con las nuevas tecnologías. En este
    ámbito de la organización del trabajo, uno de los
    fenómenos más importantes es que la pirámide
    jerárquica tradicional de organización del trabajo
    está desapareciendo. En la organización del trabajo
    basada en la utilización intensiva de conocimientos, se
    tienden a reemplazar las tradicionales pirámides de
    relaciones de autoridad, por
    redes de relaciones cooperativas.
    En este esquema, todas las fases del proceso productivo son
    importantes y el personal , en
    cualquier nivel de jerarquía que se ubique, juega un papel
    crucial. El concepto de
    "calidad total",
    que orienta las transformaciones en los actual es modelos de
    gestión, supone una relación mucho más
    igualitaria que en el pasado entre los que se incorporan a las
    unidades productivas. Este nuevo modelo de organización
    del trabajo exige altos niveles de calidad en todas
    las fases del proceso productivo. La inteligencia
    no puede estar concentrada en la cúpula de la
    pirámide sino que debe estar homogéneamente
    distribuida en toda la red del proceso productivo.
    El ejemplo clásico que se utiliza para describir esta
    situación es el comportamiento
    basado en la hipótesis del
    "error 0". Como se sabe, esta hipótesis fue elaborada a
    partir del accidente de la nave espacial Challenger, donde todo
    el esfuerzo y la inversión realizados para ese proyecto se
    perdieron por una simple falla en una conexión secundaria.
    El análisis de este ejemplo permite apreciar que, en el
    marco de las actuales tecnologías de producción, el
    menor dis-funcionamiento de una de las partes amenaza la
    producción en su conjunto. En consecuencia, los niveles de
    calidad y de calificación de los trabajadores que se
    desempeñan en un mismo proceso productivo deben ser
    semejantes. Esta mayor igualdad entre los trabajadores del sector
    tecnológicamente más moderno de la economía
    exacerba la tendencia a que los mejores tienden a agruparse con
    los mejores, y los mediocres con los mediocres. De esta forma,
    cada unidad de producción se transforma en un sub-conjunto
    homogéneo de un proceso productivo mucho más
    amplio.

    Pero la mayor igualdad entre los incluidos, implica una
    separación mucho más profunda con respecto a los
    excluidos. David Cohen, en su reciente libro sobre la
    riqueza en el mundo, pudo sostener que – al contrario de
    las hipótesis optimistas de Toffler – las economías
    intensivas en conocimientos y productoras de ideas son más
    inequitativas que las economías intensivas en personal y
    que fabrican objetos.

    En este contexto, la segmentación y la desigualdad social
    cambian de sentido.

    Mientras en la economía capitalista tradicional,
    cada segmento social era una categoría y la desigualdad
    se producía entre grupos
    sociales,
    ahora, en cambio, la segmentación se
    produce dentro de cada grupo social. Los datos presentados
    por Cohen, por ejemplo, indican que más del 70% del
    fenómeno de la desigualdad en los EE.UU. se explica por la
    diferencia de salarios entre trabajadores jóvenes,
    entre diplomados o entre trabajadores de la
    industria.
    Mientras las desigualdades tradicionales eran
    "inter-categoriales", estas nuevas desigualdades son
    "intracategoriales".

    En términos subjetivos, una de las
    características más importantes de este
    fenómeno es que resulta mucho más difícil de
    aceptar, porque pone en crisis la representación que cada
    uno tiene de sí mismo. Estas nuevas desigualdades
    provocan, por ello, un sufrimiento mucho más profundo,
    porque son percibidas como un fenómeno más personal
    que socio – económico y estructural.

    Por esta razón, no es casual que el aumento de la
    desigualdad esté acompañado por la difusión
    de teorías
    que tienden a justificar este fenómeno a través de
    la importancia de los factores genéticos en la
    explicación de determinados patrones de conducta, de los
    niveles de desarrollo cognitivo personal y de la ubicación
    en la estructura
    social.

    Una de las versiones más difundidas de este
    neo-darwinismo social la constituye el libro de Richard J.
    Herrnstein y Charles Murray sobre la inteligencia y la estructura
    de clases
    sociales en los EE.UU., basado en el supuesto según el
    cual la habilidad cognitiva será la variable decisiva en
    la estructura social que se está conformando para el nuevo
    siglo y que dicha habilidad es fundamentalmente hereditaria.
    Algunos científicos sociales han asumido plenamente este
    enfoque que, paradójicamente, anula cualquier posibilidad
    de análisis social de las conductas humanas.
    Francis Fukuyama, por ejemplo, ha sostenido en uno de sus
    más recientes ensayos, que
    los comportamientos sociales se explican por factores
    genéticos y aquellos comportamientos para los cuales aun
    no se ha descubierto su relación con los genes, existen
    buenas razones para esperar que dicha relación será
    descubierta en las próximas décadas. Para Fukuyama,
    como para otros ensayistas de esta misma corriente,
    fenómenos tales como la criminalidad, la
    drogadicción, el alcoholismo,
    la promiscuidad, las separaciones, los divorcios y otras
    "conductas desviadas", estarían explicados por factores
    genético – hereditarios y, por lo tanto,
    difícilmente modificables a través de
    políticas sociales.

    La justificación de la desigualdad a partir de
    los resultados de la investigación genética
    es uno de los principales ejemplos acerca del papel que
    jugará el conocimiento en la determinación de la
    estructura social. La información genética
    permitirá predecir trayectorias de vida con mucha
    más precisión que en el pasado y la
    utilización de esta información tiene
    potencialidades enormes sobre todo el sistema de relaciones
    sociales. Jeremy Rifkin, el autor de El fin del trabajo,
    ha dedicado su último libro a la revolución
    bio – tecnológica, donde muestra ejemplos de
    cómo no sólo las compañías de
    seguros pueden
    usar la información genética para definir que tipo
    de tratamiento brindarán a los asegurados, sino que los
    empleadores pueden también aplicar estos resultados en sus
    políticas de reclutamiento de
    personal y las escuelas en el reclutamiento
    de sus alumnos. Se abre así la posibilidad de una sociedad
    organizada en nuevas y más virulentas formas de discriminación, basadas en el perfil
    genético de cada uno.

    Obviamente, estos escenarios futuros no son inevitables.
    Ya aprendimos que el futuro nunca está escrito y que el
    conflicto entre el desarrollo de opciones basadas en el principio
    de justicia y de
    democracia y
    las opciones autoritarias e injustas socialmente seguirá
    siendo una constante del desarrollo de la sociedad. Pero este
    análisis nos muestra que luchar por la justicia,
    particularmente por la justicia social, no tiene y no
    tendrá en el futuro, los mismos componentes ni las mismas
    formas que en el pasado.

    La centralidad del conocimiento en la sociedad y la
    disponibilidad de información sobre cada uno, disminuye la
    posibilidad de continuar administrando justicia según el
    principio del "velo de la ignorancia", presentado por John Rawls
    en su teoría
    de la justicia. La justicia, en el estado
    providencia y en todas las formas tradicionales de solidaridad,
    funcionaba sobre la base de este velo de ignorancia que no indaga
    sobre las particularidades de cada individuo. La
    ignorancia, en este sentido, contribuye a la cohesión
    social, mientras que el conocimiento y las informaciones sobre
    las particularidades de cada individuo pone en marcha mecanismos
    de dessolidarización, de ruptura de la cohesión y
    de debilitamiento del papel de la socialización.

    Frente a estas tendencias y como respuesta a las
    ideologías neoconservadoras y neo – darwinianas, que
    justifican la desigualdad social, se está gestando un
    nuevo pensamiento
    democrático, basado en la idea según la cual
    eliminar la desigualdad puede y no debe ser contradictorio con el
    respeto a la
    diversidad y a la identidad
    personal de cada uno. De acuerdo a estos postulados, es necesario
    mantener la vigencia de los valores de
    justicia y de solidaridad como elementos básicos para
    garantizar el carácter sostenido del desarrollo
    social. Pero esos principios de
    justicia y equidad ya no
    pueden ser aplicados de la misma manera que en el pasado. La
    justicia, por ejemplo, no puede estar basada en la idea de tratar
    a todos de la misma manera. La justicia, particularmente la
    justicia social, debe perder el velo que cubre sus ojos y que le
    impide ver a quien se dirige y tratarlo de la manera más
    adecuada a su situación. La mayor disponibilidad de
    información puede, desde este punto de vista, ser la base
    de estrategias de
    acción
    social más eficaces para el logro de la justicia y no,
    como lo sugieren los enfoques conservadores, un factor de
    discriminación.

    Pero este nuevo enfoque de la justicia y de la
    solidaridad social está íntimamente asociado al
    fortalecimiento de la dimensión política de la
    sociedad y, en particular, de la democracia. En definitiva, un
    desarrollo social basado en la idea de justicia, un desarrollo
    social que tenga sentido a largo plazo, que implique un proyecto
    de civilización, supone pasar de la actual
    subordinación de las nuevas tecnologías de
    producción a la lógica
    del mercado, a la
    subordinación a la lógica de la ciudadanía. La inclusión de todos es
    un proyecto que tiene sentido desde el punto de vista
    político, desde el punto de vista de un proyecto que, para
    usar los términos del Informe de la
    Comisión de la UNESCO presidida por Jacques Delors, nos
    permita vivir juntos.

    La incorporación de la dimensión
    política en este análisis nos obliga a observar el
    otro gran fenómeno que vivimos actualmente: la crisis del
    Estado – Nación
    y la expansión de lo que algunos llaman la
    globalización o la mundialización de las
    relaciones sociales.

    Desde el punto de vista económico, la globalización no significa sólo que
    los capital es
    puedan mover se rápida y libremente por todo el planeta.
    El fenómeno socialmente más importante es que como
    las empresas pueden
    instalar se en cualquier parte del mundo y mantenerse conectadas
    a través de redes de información,
    ellas tienden a radicar se allí donde los costos son
    menores. Este fenómeno produce lo que se ha denominado
    "una espiral descendente de reducción de costos sociales",
    que ti ende a debilitar la capacidad de los estados-nacionales
    para mantener los niveles tradicionales de beneficios sociales y
    de bienestar. La globalización económica, en síntesis,
    reduce la capacidad del estado par a definir su política
    monetaria, su presupuesto, su
    recaudación de impuestos y la
    satisfacción de las necesidades sociales de su población.

    Al estar basada fundamental mente en la lógica
    económica y en la expansión del mercado, la
    globalización rompe los compromisos locales y las formas
    habitual es de solidaridad y de cohesión con nuestros
    semejantes. Las elites que actúan a nivel global tienden a
    comportarse sin compromisos con los destinos de las personas
    afectadas por las consecuencias de la globalización. La
    respuesta a este comportamiento por parte de los que quedan
    excluidos de la globalización es el refugio en la
    identidad local, donde la cohesión del grupo se apoya en
    el rechazo a los " externos".

    En este sentido, numerosos diagnósticos de la
    sociedad actual muestran que la ruptura de los vínculos
    tradicionales de solidaridad provocada por el proceso de
    globalización ha generado nuevas formas de
    exclusión, de soledad y de marginalidad.

    Las formas de asociación y de expresión de
    algunos de estos sectores excluidos tienden a apoyarse en
    valores de
    intolerancia, de discriminación y de exacerbación
    de los particularismos. Mi entras en la cúpula, las elites
    que participan de la economía supranacional plantean el
    riesgo de que
    su desapego a la nación
    estimule un individualismo a- social, basado en la falta total de
    solidaridad, en la base se aprecian fenómenos regresivos
    de rechazo al diferente, de xenofobia y de
    cohesión autoritaria.

    Manuel Castells, en ese enorme esfuerzo de
    análisis sobre la Era de la Información
    donde, en tres volúmenes, ofrece un panorama exhaustivo de
    la economía, la sociedad y la cultura
    contemporáneas, explica con claridad este proceso, que da
    lugar a la aparición del fundamentalismo y de los
    estados-fundamentalistas. De acuerdo a su análisis, el
    estado-nación, para sobrevivir a su crisis de legitimidad,
    cede poder y recursos a los
    gobiernos locales y regionales. En este proceso, pierde capacidad
    par a igualar los intereses diferentes y representar el "interés
    general" . Este proceso deslegitima aún más al
    Estado, particularmente frente a las minorías
    discriminadas, que buscan protección en las comunidades
    local es o en otro tipo de estructuras.
    Según Castells "… lo que comenzó como un proceso
    de relegitimación del estado, mediante el paso del poder
    nacional al local , puede acabar profundizando la crisis de
    legitimación del estado- nación y la
    tribalización de la sociedad en comunidades construidas en
    torno a
    identidades primarias" .

    En un contexto de este tipo, la construcción de alternativas
    democráticas a las tendencias actuales que, tras la
    apariencia de modernización, suponen un retorno a la
    barbarie, implica re-valorizar el objetivo de la
    cohesión social, de la dimensión política de
    la sociedad y de la socialización de las personas en
    función de valores que promuevan la solidaridad con el
    semejante y con el diferente. Pero a diferencia de la sociedad,
    la política y la cultura en el capitalismo tradicional, la
    cultura en esta era de la información no podrá ser
    impuesta desde afuera del sujeto por instituciones de
    socialización sino que debe ser construida por cada
    uno.

    La opción sarmientina de "civilización o
    barbarie" vuelve así a cobrar plena vigencia. Pero la
    diferencia entre el final del siglo xix y el final del siglo xx
    es que el objetivo de fortalecer la cohesión social no
    puede ser encarado por la imposición de un único
    modelo ideológico, sino sobre la base del desarrollo del
    sujeto a través de la formación de sus competencias para
    construir su propia identidad, uno de cuyos rasgos debe ser la
    capacidad de aceptar la existencia del "otro", del diferente. La
    educación, por eso, vuelve a estar en el centro de las
    estrategias de acción social y política.

    Dicho en otras palabras, en el marco de las nuevas
    configuraciones sociales, las instancias a través de las
    cuales se producen y se distribuyen el conocimiento y los valores
    culturales – o sea, las instituciones educativas, los
    educadores y los intelectuales en general – ocuparán un
    lugar central en los conflictos a
    través de los cuales se definirán las orientaciones
    de estos procesos social es.

    Si bien no es posible ni en los límites de
    esta conferencia ni tampoco en los límites de mis
    capacidades de análisis, hacer una presentación
    exhaustiva de los nuevos desafíos de la educación,
    quisiera plantear al menos algunos puntos que me parecen
    fundamentales.

    En primer lugar, este análisis pone en evidencia
    la importancia crucial que adquiere hoy la definición de
    políticas educativas que garanticen a todos una
    educación de muy buena calidad. Tener acceso a una
    educación de este tipo se ha convertido en la
    condición necesaria de cualquier estrategia de
    cohesión social , de participación política, de ingreso
    al mercado de trabajo y de desarrollo de las competencias
    básicas que permitan a cada uno la construcción de
    sus opciones de vi da. Una política de este tipo requiere
    numerosos componentes, pero en el contexto de lo que hemos venido
    anal izando, hay un factor específico que adquiere hoy una
    renovada importancia: frente a los avances ideológicos de
    los que quieren mostrar que la capacidad de aprendizaje de
    las personas está asociada a factores genéticos,
    ser á preciso desarrollar con más fuerza que nunca
    la confianza en la capacidad de aprendizaje de todas las
    personas, particularmente de aquel las que nacen en contextos de
    pobreza y
    precariedad social .

    Desde este punto de vista, es fundamental la prioridad a
    la democratización del acceso a los circuitos en
    los cuales se produce y se distribuye el conocimiento socialmente
    más significativo. La privatización de estos circuitos y su
    apropiación por un grupo reducido de la población
    daría lugar a una especie de neo-despotismo
    ilustrado
    , incompatible con formas políticas
    democráticas de participación y control social. Si
    en el pasado el sistema podía organizarse en niveles que
    se correspondían con determinadas categorías
    sociales y de complejidad en la organización del
    conocimiento, en el futuro la democratización del acceso a
    los niveles superiores de análisis de realidades y
    fenómenos complejos debe ser universal. Este acceso
    universal a la comprensión de fenómenos complejos
    constituye la condición necesaria para evitar la ruptura
    de la cohesión social y los escenarios catastrofistas que
    potencialmente están presentes en las tendencias sociales
    actuales. Pero el acceso a la comprensión de
    fenómenos complejos no puede estar asociado a un
    determinado nivel del sistema y, mucho menos, a sus niveles
    superiores. La formación básica y universal
    deberá ser capaz de dotar al conjunto de los ciudadanos de
    los instrumentos y de las competencias cognitivas necesarias para
    un desempeño ciudadano activo.

    En segundo lugar, es preciso mencionar el cambio en el
    papel de la educación frente a la movilidad social. En el
    capitalismo tradicional, la educación estaba directamente
    asociada a las posibilidades de movilidad social. Ascender en la
    jerarquía del sistema
    educativo significaba acceder a niveles más complejos
    del conocimiento y a posiciones más altas en la estructura
    ocupacional. Pero en la medida que la estructura ocupacional de
    tipo piramidal tiende a perder importancia y se expanden las
    redes como modelo de organización de las instituciones,
    disminuye la importancia de la movilidad social vertical y
    aumentan, en cambio, las posibilidades y exigencias de movilidad
    horizontal. La educación también modifica su papel
    ya que, por un lado, será la variable más
    importante que permitirá entrar o quedar afuera del
    círculo donde se definen y realizan las actividades
    socialmente más significativas y, por el otro, será
    necesario educarse a lo largo de toda la vida para poder
    adaptarse a los requerimientos cambiantes del desempeño
    social y productivo. En el futuro, paradójicamente,
    será necesaria una movilidad muy intensa para mantenerse
    en la misma posición.

    Este fenómeno tiene consecuencias muy importantes
    sobre el comportamiento de la demanda
    educativa. Asumir que debemos educarnos a lo largo de toda la
    vida, que ningún aprendizaje es definitivo y que el acceso
    al conocimiento no garantiza ascenso social, modifica
    profundamente la representación social tradicional sobre
    la educación. Explicar este nuevo sentido de la
    educación y transformarlo en representación social
    requerirá no sólo tiempo sino
    esfuerzos explícitos que ayuden a la población a
    elaborar demandas educativas más calificadas y, al mismo
    tiempo, ayuden a comprender el sentido de las transformaciones
    educativas.

    En tercer lugar, es preciso considerar la
    educación desde el punto de vista del proceso de
    socialización. Al respecto, ya no es posible pensar, como
    en el pasado, que las regulaciones vendrán exclusiva o
    fundamentalmente de instituciones como el Estado, la Iglesia o
    la familia.
    Tampoco es posible pensar que habrá una regulación
    espontánea basada en los mecanismos del mercado, que
    asegure la cohesión y la equidad necesarias par a el
    desarrollo social sustentable. Las formas tradicionales de
    solidaridad están perdiendo importancia. Numerosos
    testimonios indican la aparición y el riesgo de
    expansión rápida de una sociedad atomizada, donde
    el individuo aislado estaría frente a una colectividad
    anónima. Están apareciendo nuevas formas de
    solidaridad y asociación: círculos de vecinos,
    "tribus" urbanas, bandas juveniles, etc. Pero las solidaridades
    generadas por estas nuevas formas de agrupamiento no están
    asociadas a movimientos integradores. La desaparición de
    las formas tradicionales de pertenencia obligada, provoca la
    aparición de una nueva obligación, la de generar
    uno mismo su forma de inserción social.

    Un ejemplo claro de esta transformación es el
    caso de la familia. La
    familia mantiene su importancia, pero ya no es la familia fija y
    estable de antes. La trayectoria familiar de una persona puede
    atravesar fases diferentes: pareja estable, familia mono –
    parental, unión libre, etc. Los parientes se transforman
    en una combinación de lazos electivos y de sangre. Lo mismo
    sucede con el resto de los círculos (amigos, colegas,
    etc.). En este contexto, se estaría configurando un tipo
    de sociedad donde existe el riesgo de la existencia de formas
    paralelas, duales, de pertenencia social. Por un lado,
    ámbitos donde predominarán las relaciones elegidas
    y especializadas y, por el otro, ámbitos donde
    volverán a establecerse solidaridades impuestas por
    factores adscriptivos. Más allá del análisis
    de cada una de estas posibilidades, lo cierto es que el papel y
    las formas de solidaridad serán el tema central en la
    discusión acerca de las alternativas de desarrollo social
    en el futuro.

    La formación del sentido de solidaridad
    está íntimamente asociada a la formación del
    sentido de pertenencia. Al respecto, el desafío
    educativo implica desarrollar la capacidad de construir una
    identidad compleja, una identidad que contenga la per tenencia a
    múltiples ámbitos: local , nacional e
    internacional, político, religioso, artístico,
    económico, familiar , etc. Lo propio de la
    ciudadanía moderna es, precisamente, la pluralidad de
    ámbitos de desempeño y la construcción de la
    identidad a partir precisamente de esta pluralidad y no de un
    solo eje dominante y excluyente.

    En términos educativos, el desarrollo de este
    sentido plural de per tenencia, que combine la adhesión y
    la solidaridad local con la apertura a las diferencias, implica
    introducir masivamente en las instituciones escolar es la
    posibilidad de realizar experiencias que fortalezcan este tipo de
    formación. Al respecto, todos los diagnósticos
    indican la existencia de un significativo déficit de
    experiencias
    democráticas y pluralistas en la
    sociedad. La escuela es un
    ámbito privilegiado par a el desarrollo de experiencias de
    este tipo, que puedan ser organizadas educativamente.

    Postular la necesidad de desarrollar este conjunto de
    competencias y capacidades es necesario per o no suficiente. El
    desafío para los educador es consiste, además, en
    definir los diseños institucionales más apropiados
    y elaborar las herramientas
    técnicas y metodológicas más
    eficaces para que estos objetivos
    superen la fase puramente retórica y se transformen en
    metas concretas de aprendizaje. Desde el punto de vista
    institucional , es necesario discutir qué tipo de escuela
    y qué articulaciones
    entre el las y la sociedad son las más apropiadas para
    estos desafíos. La escuela tradicional ha estado
    particular mente cerrada al contacto con otras instituciones y
    con otros actores social es. Si bien este diseño
    podía ser el más apropiado en el momento de
    construcción de los estados – nacionales, cuando la
    escuela aparecía como la institución que
    debía superar los particularismos, actual mente ya no
    puede mantener se aislada, ignorando las transformaciones que se
    han producido en el ámbito de la familia, de la empresa y de
    los medios de
    comunicación.

    En síntesis, es preciso romper el aislamiento
    institucional de la escuela
    , abriéndola a los
    requerimientos de la sociedad y redefiniendo sus pactos con los
    otros agentes socializadores, particularmente la familia y los
    medios de
    comunicación. Pero, ¿cuál debería
    ser el papel específico de la escuela?. En el contexto del
    análisis que efectuamos hasta aquí, parece
    necesario enfatizar la idea que la escuela debe asumir una parte
    significativa de la formación en los aspectos "duros" de
    la socialización. Esto no significa reivindicar la
    rigidez, la memoria, la
    autoridad, etc., sino aceptar que su tarea es llevar a cabo en
    forma consciente y sistemática, la construcción de
    las bases de la
    personalidad de las nuevas generaciones.

    En un mundo donde la información y los
    conocimientos se acumulan y circulan a través de medios
    tecnológicos cada vez más sofisticados y poderosos,
    el papel de la escuela debe ser definido por su capacidad para
    preparar para el uso consciente, crítico, activo, de los
    aparatos que acumulan la información y el conocimiento. En
    este sentido, parecería que una de las pistas mas
    prometedoras de trabajo para la escuela es la que tiene que ver
    justamente con su relación con la convivialidad, con las
    relaciones cara a cara, con la posibilidad de ofrecer un diálogo
    directo, un intercambio con personas reales donde los
    instrumentos técnicos sean lo que son, instrumentos y no
    fines en sí mismos. El clima de las
    instituciones escolares, diferenciadas según proyectos
    pedagógicos y dotadas de significativos niveles de
    autonomía para poder conectarse con el medio, constituye
    una variable central para el desarrollo de un proceso de
    socialización eficaz.

    Pero así como el diseño institucional
    tradicional no puede ser mantenido en las actuales circunstancias
    históricas, también es preciso advertir que un
    diseño institucional basado solamente en la
    autonomía de las escuelas puede aumentar los riesgos de
    atomización y fragmentación social y cultural.
    Desde este punto de vista, la autonomía debe ser un
    estímulo para la vinculación y no para el
    aislamiento. La idea de red constituye una forma
    fértil para estimular conexiones entre las instituciones
    escolares que superen el formalismo tradicional y permitan
    intercambios reales, tanto a nivel local como nacional e
    internacional.

    Quisiera cerrar esta exposición
    con una pregunta y una preocupación que seguramente muchos
    de ustedes compartirán: ¿cuánto y
    cómo este debate, estas
    perspectivas, estos conflictos y desafíos son pertinentes
    para los países de América
    Latina de hoy?.

    Estoy persuadido que nuestros países no
    están o, mejor dicho, no deberían estar ajeno ni
    ausente de este debate. Lo peor que nos puede pasar es quedar
    atados a la lógica de las visiones simplificadoras de
    corto plazo de los que quieren reducir esta cuestión a un
    problema de mercado, de equilibrio
    contable o de meros procedimientos de
    gestión administrativa. Estamos ante el desafío de
    articular los esfuerzos de la transformación educativa con
    una transformación social con visión civilizatoria.
    Frente a la sacralización de la urgencia y del corto
    plazo, parece imprescindible asumir socialmente que el largo
    plazo, que la definición del sentido de hacia donde
    queremos ir, también es urgente.

    Bogotá, Colombia, 8
    – 12 de agosto de 1999: Encuentro Internacional de
    Educación Media – Secretaría de Educación de
    Bogotá.

     

    Juan Carlos Tedesco

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