Professional ethics as a research project
Éthique professionnel comme sujet d'étude
- Resumen
- Summary
- 1.
Introducción - 1.1.
Marco Teórico - 1.2.
Entrevistas - 1.3.
Escala de actitudes - 2. La
ética profesional constituye un tema relevante para las
instituciones de educación superior - Las
razones son diversas. - 3.
Investigaciones sobre ética profesional en
México - 3.1.
Formación universitaria y compromiso social de los
egresados - 3.2.
Valores éticos de los psicólogos
mexicanos - 3.3.
Ethos profesional de los profesores que imparten la
Asignatura de Educación Cívica y Ética en la
Secundaria en el Estado de Morelos,
México - 4.
Profesión y ética profesional - 4.1.
Profesión - 4.2.
Ética profesional - 5.
Principios de la ética profesional - 5.1.
Beneficio o Beneficencia - 5.2
Autonomía - Justicia
- Otros
Principios - Bibliografía
- Notas
El proyecto de investigación
sobre ética profesional, forma
parte de un proyecto colectivo más amplio, que se está
desarrollando en la Universidad Nacional
Autónoma de México. Del marco teórico, para este
artículo, se seleccionaron y exponen cuatro asuntos
interrelacionados: razones de porqué la ética profesional constituye
un tema relevante para las instituciones de educación superior, tres
investigaciones sobre
ética profesional realizadas en México, profesión
y ética profesional y principios de la ética
profesional.
Palabras clave: ética profesional, valores
profesionales.
The research project in professional ethics is part of a
bigger and collective one, in process, in the National and
Autonomous University of Mexico. From the frame of reference,
this article refers to four aspects: some of the reasons that
confirm that professional ethics is an important theme for higher
education institutions, three research reports about professional
ethics made in Mexico, professions and professional ethics and
principles of professional ethics.
Key words: professional ethics, professional
values.
SOMMAIRE
La recherche en matière d'ethique profesionnelle
est l'une des parties les plus importantes et collectives, en
processus, à l'Université National et Autonomous du
Mexique. A partir du cadre mentionné, cet article
référe à quatres aspects: quelques raisons qui
confirment que l'ethique professionnelle est un sujet important
abordé dans l'enseignement supérieur, trois rapports de
recherche sur l'étique professionnelle réalisés au
Méxique, profession et l´etique professionnelle et les
principes de ces ethiques professionnels.
Mots clef: ethique profesionnelle, valeures
professionneles.
La investigación sobre
ética profesional forma parte del proyecto colectivo
Valores universitarios y profesionales de los estudiantes de
posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de
México, financiado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e
Innovación
Tecnológica de la UNAM. Los objetivos son: explorar
valores científicos, de ética profesional y de
ética cívica en una muestra de grupos de alumnos y programas de posgrado de dicha
universidad, por áreas de conocimiento y construir una
propuesta de formación valoral.
Específicamente en ética profesional, se
están llevando a cabo tres actividades complementarias: a)
conformación del marco teórico, b) entrevistas a académicos
en España y México y c)
construcción de un
cuestionario – escala a ser aplicado a grupos de
estudiantes de posgrado de la Universidad de Valencia y de la
Universidad Politécnica de Valencia y a ser replicado en la
UNAM (1). A continuación, se menciona brevemente el proceso de investigación
en estas tres tareas:
El marco teórico se fue construyendo paulatinamente
con informes de
investigación, bibliografía, hemerografía, documentos y tesis de doctorado,
principalmente de autores de México y España.
También se analizaron algunos trabajos de investigadores del
Reino Unido, Estados Unidos de América, Francia y Alemania y documentos de la
Comunidad Europea en
general.
La vía de acceso a la información fue directa en
el tema de ética profesional y ética de las profesiones
e indirecta, sobre: valores específicos, principalmente
responsabilidad; ética
profesional como parte de las éticas aplicadas; Sociología de las
Profesiones, específicamente sobre ideología del
profesionalismo e identidad profesional,
ética de las ciencias y de la investigación
científica, ética de la docencia y ética de la
universidad.
Consta de los siguientes aspectos: investigaciones
relevantes del estado del conocimiento
elaborado en México sobre valores universitarios y
profesionales y especialmente sobre ética profesional,
ética profesional como parte de las éticas aplicadas;
antecedentes, definiciones y caracterización de
profesión en general y de ética profesional en
particular, diferencia entre ética y deontología,
principios de la ética profesional, influencias
económicas, técnicas y organizacionales
en el ejercicio profesional, valores fundamentales como son
competencia profesional y
responsabilidad, identidad profesional, ética de la
docencia, ética de las ciencias y de la investigación
científica y propuestas de formación valoral en este
campo.
En el segundo semestre de 2003 se llevaron a cabo nueve
entrevistas con profesores de algunas universidades
españolas, acerca del tema de ética profesional. Los
entrevistados son de las siguientes universidades: Universidad de
Murcia, Universidad Politécnica de Valencia, Universidad
Complutense de Madrid, Universidad Pontificia
de Comillas en Madrid y Universidad de Santiago de Compostela. Se
llevarán a cabo otras dos en la Universidad de Valencia en
abril del 2004.
Las preguntas básicas de la guía de entrevista son:
1) ¿Cuáles son los principales valores que
promueve la Universidad?
2) ¿Cuáles son los principales valores
profesionales que promueve la Universidad?
3) ¿Considera la ética profesional importante?
¿Por qué?
4) ¿Considera necesario que existan asignaturas
acerca de ética profesional en todas las titulaciones
universitarias?
5) ¿Qué necesitan saber los estudiantes
universitarios acerca de ética profesional?
6) ¿Qué contenidos de ética profesional
pueden ser de utilidad para los estudiantes
universitarios?
7) ¿Qué principios y valores sustentan la
ética profesional?
8) ¿Como relacionaría usted la ética
profesional con la identidad de los estudiantes
universitarios?
9) Consideraría importante la ética
profesional para los estudiantes de posgrado? ¿Por
qué?
La construcción de la escala de actitudes sobre ética
profesional tiene como sustento la propuesta de
investigación construida por el Dr. Juan Escámez
Sánchez, con base en la Teoría de la Acción Razonada de
Fishbein y Ajzen (Escámez, 1998 y 1991).
El instrumento sobre ética profesional, con la
asesoría de la Dra. Rafaela García López, de la
Universidad de Valencia, se diseñó de la siguiente
manera:
Se planteó la pregunta: En términos generales,
indique los que a su juicio son los cinco rasgos más
significativos de "ser un buen profesional".
Se aplicó a una muestra de 131 personas de cuatro
sectores, en la ciudad de Valencia: profesionales (2), profesores
universitarios (3) , estudiantes de posgrado (4) y población abierta (5).
Además se indagó su ocupación, titulación,
sexo y edad.
Con todas las respuestas y la frecuencia en que cada una
de ellas fue nombrada se codificaron 29 rasgos.
Los rasgos se clasificaron en cinco tipos de competencias: cognitivas,
técnicas, éticas, sociales y afectivo –
emocionales.
Se construyeron 29 proposiciones que se enviaron a 10
jueces, considerados expertos en este campo en estudio: cinco
profesores universitarios (de la Universidad de Valencia, de la
Universidad Politécnica de Valencia y de la Universidad de
Murcia) y cinco profesionales prestigiados de Medicina, Leyes, Ingeniería,
Filosofía y Educación, de la ciudad de
Valencia.
Con los resultados de estas actividades, se elaboraran
118 proposiciones, clasificadas por los rasgos predominantes
(seleccionados como tales por las personas de la muestra y por
los jueces), las cinco competencias antes mencionadas y si
responden propiamente a actitudes (6), creencias (7) o normas subjetivas (8).
Con las 118 proposiciones se llevó a cabo la prueba
piloto del instrumento, que se aplicó a 50 personas:
estudiantes de posgrado, profesores universitarios y
profesionales. Para cada proposición se les pidió que
optaran por una de cinco posibles respuestas (muy en desacuerdo,
parcialmente en desacuerdo, ni a favor ni en contra, parcialmente
de acuerdo y muy de acuerdo).
Los resultados se pasaron a una hoja de cálculo (del
Programa SPSS) y se obtuvieron estadísticamente diversos
análisis de fiabilidad,
que permitieron reducir el número de proposiciones a
56.
Se elaboró la versión final de la escala de
actitudes. Se pretende aplicarla a una muestra de grupos de
posgrado de la Universidad de Valencia y de la Universidad
Politécnica de Valencia en el primer semestre del 2004. Se
realizará después en la Universidad Nacional
Autónoma de México.
En el presente artículo se exponen algunas ideas
que provienen del marco teórico sobre ética
profesional: razones de porqué la ética profesional
constituye un tema relevante para las instituciones de
educación superior, tres investigaciones sobre ética
profesional realizadas en México, profesión y
ética profesional y principios de la ética profesional.
Se desarrollan a continuación.
2. LA ÉTICA PROFESIONAL
CONSTITUYE UN TEMA RELEVANTE PARA LAS INSTITUCIONES DE
EDUCACIÓN SUPERIOR
Las instituciones educativas tienen significativas
funciones sociales y
culturales en la construcción de la sociedad y con respecto a los
importantes cambios que se están produciendo en el mundo,
sobre todo cuando buscan modos diversos de disminuir la
inequitativa distribución de la riqueza,
promover la movilidad social y estudiar y formular opciones de
solución para problemas prioritarios.
Los valores y el comportamiento ético son
parte de estos asuntos.
Las profesiones y los profesionales, de todas las
áreas del conocimiento, ocupan un lugar significativo en el
mundo social, pues aportan bienes y servicios que requiere la
propia sociedad. Su desempeño y
actuación están siempre en la mira de los sectores,
grupos e individuos (a nivel local, regional, nacional e
internacional). El comportamiento ético es parte
intrínseca de la profesión y del sentido y proyectos de vida de los sujetos.
Constituye, además, junto con la competencia profesional y
técnica, lo que las personas mejor pueden apreciar de su
labor.
Hoy se vive una especial sensibilidad y demanda social de ética
con respecto a los profesionales. Se insiste con mayor frecuencia
en la importancia de incorporar elementos éticos en su
formación y en el ámbito de investigación
científica y socio – cultural. Paulatinamente se han ido
introduciendo asignaturas de ética y deontología
profesional (9) en las titulaciones universitarias y en las
instituciones de educación superior y en los países de
Europa Occidental y en los
Estados Unidos de América y Canadá se han multiplicado
los comités de ética, principalmente en los
ámbitos de la ciencia. Han aparecido
recientemente en sectores muy diversos, como son: universidades,
empresas, ministerios y organismos, a
escala nacional e internacional.
Se hace referencia, en muchos discursos y propuestas, a la
necesidad de que la universidad cambie, no para adaptarse
mecánicamente a los lineamientos de las agencias
internacionales, sino en el reconocimiento de las nuevas
necesidades, estructuras y discursos que
aparecen desde finales del siglo XX a nivel mundial y que marcan
la situación de inicios de este siglo. En esta
transformación, la formación en valores y el aprendizaje ético son una
opción significativa.
Se multiplican los conflictos éticos en el
ejercicio profesional; entre otras razones porque se han
desarrollado (o han sido aceptadas como tales) nuevas
profesiones, se han generado campos de frontera interdisciplinarios y
los profesionales se incorporan cada vez al trabajo en instituciones
públicas y privadas. Esta incorporación puede limitar
su independencia y su capacidad
de tomar las decisiones más importantes, incluyendo las de
carácter ético. Se
suma a esto, la crítica en los casos de
comportamiento inmoral de los profesionales, tanto cuando
actúan por cuenta propia, como con respecto a los que forman
parte de las diversas organizaciones.
La formación ética es una necesidad
inaplazable en las universidades, tanto a nivel de las propias
instituciones, como de todos sus actores. El papel socializador
de las universidades en esta tarea sigue siendo crucial. No basta
con preparar buenos profesionales, en conocimientos y habilidades
en ciencia, tecnología y cultura, sino que incluye la
reflexión de principios y valores. En las disciplinas
científicas hay, en general, un mayor énfasis en la
preparación cognoscitiva y técnica que en la
formación ética. Sin embargo, ésta última,
añade consistencia moral al contenido
científico y técnico y a las propias
disciplinas.
La ética, en y desde las universidades, es una
oportunidad para la consolidación intelectual y moral de la
vida universitaria y de la sociedad en su conjunto.
La universidad ha sido, desde sus orígenes, la
encargada de formar profesionales y especialistas en las diversas
áreas del conocimiento. Además de realizar esta
importante tarea, puede contribuir decididamente en la
formación de los ciudadanos.
El conocimiento ha sido siempre la base de
conformación de las profesiones (10). La complejidad
creciente del conocimiento, técnicas avanzadas y habilidades
especializadas, así como de los problemas vinculados a su
puesta en práctica, han generado mayor atención con respecto a
la ética profesional.
La ética profesional es un campo
interdisciplinario, que puede contribuir a aminorar el
aislamiento en que se encuentran las especialidades, para
integrarlas en una perspectiva de conjunto. La ética compete
a toda las profesiones, no sólo a cada una de ellas, sino
también a los campos de interacción que se
producen para resolver problemas sociales
complejos.
Ayuda a reflexionar sobre qué debe hacer un buen
profesional para serlo. Para cada una de las profesiones, es
significativo: clarificar los bienes y servicios que brindan a la
sociedad, sus beneficiarios directos e indirectos, los modos mas
apropiados de ofrecer dichos bienes y servicios, la complejidad
del trabajo profesional en las diversas organizaciones
públicas y privadas, la posibilidad de que se produzcan
conflictos éticos durante el ejercicio profesional, la
problemática de identidad profesional cuando los estudios no
coinciden con las ofertas de empleo, la existencia y
vigencia de asociaciones, colegios profesionales y códigos y
la oportunidad de contribuir – a través de la profesión
– al mejoramiento de la sociedad. Estos conocimientos e
información son de gran utilidad para los profesionales en
ejercicio y para los profesores y estudiantes
universitarios.
En este campo de investigación, es relevante
formular la pregunta acerca de los principios y valores
prioritarios que conforman la ética profesional en las
distintas áreas de conocimiento de las instituciones de
educación superior. Especialmente importante es indagar si
los alumnos los conocen y comparten y cómo piensan que
pueden utilizarse en la práctica profesional.
Complementariamente, saber sí existen códigos
éticos de la profesión y sí los estudiantes
universitarios pueden identificarse con ellos.
La ética profesional es un tema privilegiado para
promover la autoestima personal y colectiva de los
estudiantes universitarios y de los profesionales, la calidad profesional y humana de
lo que hacen y la estima social del servicio que prestan a la
sociedad. Deben estar conscientes del servicio que ofrecen a la
sociedad y del valor que
representa.
3. INVESTIGACIONES SOBRE
ÉTICA PROFESIONAL EN MÉXICO
La construcción del estado de conocimiento sobre
valores universitarios y profesionales en México ha tenido
recientemente tres fases. La primera es la coordinación del libro colectivo
Educación y Valores (Hirsch, 2001), en tres
volúmenes. En el segundo se compilaron diversas
investigaciones sobre los valores universitarios y
profesionales.
En un segundo momento, el Consejo Mexicano de Investigación Educativa
(COMIE), organizó en México, por segunda ocasión,
la elaboración de estados de conocimiento sobre una enorme
gama de temas educativos. Tenían por objeto localizar y
analizar las investigaciones realizadas en el país de 1990 a
2002. El trabajo se realizó en
comisiones, que desarrollaron su labor entre 2001 y 2002. En el
2003 se publicó en forma de libros.
Uno de los grupos conformó la Comisión:
Educación, Valores y Derechos Humanos, que
subdividió el campo en estudio en: formación valoral en
educación básica, formación ciudadana, aspectos
filosóficos y teóricos, educación y valores de los
mexicanos, derechos humanos y valores universitarios y
profesionales. Específicamente, en el equipo sobre Valores
Universitarios y Profesionales, de la Comisión, se
localizaron (11) y analizaron 53 reportes de investigación.
Se clasificaron en ocho rubros: valores universitarios, valores
profesionales, ética profesional, valores de los estudiantes
universitarios, valores de los profesores universitarios, valores
psicológicos de los estudiantes universitarios y valores en
el posgrado. En ética profesional se localizaron pocas
investigaciones, pero algunas de ellas son muy relevantes y han
tenido repercusión en instituciones educativas de
México.
La tercera fase consiste en una actividad a largo plazo.
La construcción del estado de conocimiento es una tarea
permanente, por lo que se siguen recuperando informes de
investigación sobre este campo temático.
A continuación se presentan tres investigaciones
relevantes sobre ética profesional realizadas en México
en estas tres etapas.
3.1. Formación
universitaria y compromiso social de los
egresados
En el primer caso está el trabajo "Formación
universitaria y compromiso social: algunas evidencias derivadas de la
investigación" de Carlos Muñoz Izquierdo, Maura Rubio
Almonacid, Joaquina Palomar Lever y Alejandro Márquez
Jiménez (2001), de la Universidad Iberoamericana (UIA)
Ciudad de México, que sintetiza los resultados de tres
investigaciones interrelacionadas sobre los valores de los
egresados universitarios, en cuanto a su compromiso para
contribuir a solucionar los problemas de los sectores socialmente
desfavorecidos. Dos de ellas se realizaron únicamente en la
UIA y la otra, comprende cinco instituciones de educación
superior: tres públicas 13) y dos privadas (14).
En el primer estudio, se aplicó un cuestionario a
706 egresados entre 1981 y 1991. En general, los resultados
muestran una orientación individualista, contraria a la
formación que se busca generar por parte de la
universidad.
En el estudio comparativo entre las cinco universidades,
la muestra fue de 754 egresados entre 1992 y 1994. A ellos, les
fueron planteadas preguntas similares a las que se hicieron a los
egresados de la UIA; es decir, a qué fines destinarían
su tiempo libre y sus recursos económicos
adicionales en el caso de que se encontraran en dos situaciones
hipotéticas: duplicar su tiempo libre sin reducir sus
ingresos y duplicar sus
ingresos sin aumentar su jornada laboral. Los resultados
también confirman que la preocupación por los problemas
de los sectores socialmente desfavorecidos ocupa un lugar
secundario entre los intereses de los egresados.
La tercera investigación se propuso conocer las
circunstancias del proceso y los agentes más significativos
de socialización de los
egresados. Se entrevistó a una muestra de 52 egresados de la
UIA, que forman parte del conjunto de 706 egresados de la misma
institución en los que se basó el primero de los
estudios presentados. Para integrarla, se seleccionaron los
sujetos que de acuerdo con su perfil valoral se ubicaban en los
dos extremos de un continuo valoral; es decir los que tuvieron un
perfil más centrado en sí mismos (individualismo) y
aquellos cuyo perfil se centró más en el servicio hacia
los demás (solidarismo). La mayoría de las respuestas
en las entrevistas, se centra primero en cualidades de las
personas y segundo en objetivos familiares. El estudio concluye
en que es relativamente baja la proporción de cualidades que
reflejen algún interés en contribuir a
solucionar los problemas que afectan a los sectores mayoritarios
de la sociedad.
El marco teórico, las estrategias metodológicas y
los resultados de este inmenso trabajo son muy importantes, lo
mismo que las ideas que presentan los autores para promover la
formación valoral universitaria. El estudio (que combina las
tres investigaciones mencionadas) ha sido retomado por
investigadores y estudiantes de posgrado en sus tesis en otras
unidades de la UIA y por otras universidades privadas. La
estrategia puede ser utilizada
con éxito en todo tipo de
instituciones educativas de educación superior.
3.2. Valores éticos de
los psicólogos mexicanos
La investigación intitulada Los valores
éticos que promueven los psicólogos mexicanos en el
ejercicio de su profesión (Pérez, 1999 y Lafarga,
Pérez y Schlüter, 2001) tuvo un carácter pionero
en México. El estudio es relevante para entender esa
profesión y proporciona ideas, conceptos, códigos
profesionales y una herramienta de recopilación de
información de gran utilidad para aproximarse al
conocimiento de otras disciplinas; especialmente en sus aspectos
éticos.
Los objetivos fueron: conocer y describir los valores
éticos que los psicólogos mexicanos dicen promover en
el ejercicio de su profesión y proporcionar a los posibles
encargados de redactar un código ético,
elementos de información de primera mano sobre los valores
que más se requieren. Se aplicó un cuestionario a 553
psicólogos, con un nivel mínimo de licenciatura y al
menos 6 meses de experiencia profesional. Se llevó a cabo
por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y
el Consejo Nacional para la Enseñanza e
Investigación en Psicología de México.
Se revisaron los códigos éticos para los
psicólogos de diferentes países. En ellos, se repiten
aspectos significativos, como son: promover el bienestar de las
personas a quienes sirven, mantener la competencia, proteger la
confidencialidad o privacía, actuar responsablemente, abolir
la explotación y defender la integridad de la profesión
a través de una conducta ejemplar. Los resultados
muestran que los valores más importantes para el ejercicio
de la profesión, según el orden de importancia en que
se mencionaron, son: respeto, responsabilidad,
honestidad, capacidad
profesional, confidencialidad, relaciones profesionales,
investigación, ecología y justicia.
El cuestionario se basó en tres preguntas abiertas,
que son importantes en la investigación de todas las
profesiones. Estas son: qué valores promueven en la
práctica profesional, cómo describen cada uno de estos
valores y cómo los jerarquizan en orden de
importancia.
La investigación es de enorme utilidad, tanto por
las preguntas abiertas que plantea, que resultaron exitosas en el
trabajo de campo, como por el rastreo y análisis de los
códigos profesionales de psicología en diversas partes
del mundo. La propuesta del estudio puede ser utilizada con
ventaja para estudiar otras profesiones a nivel nacional e
internacional.
3.3. Ethos profesional de los
profesores que imparten la Asignatura de Educación
Cívica y Ética en la Secundaria en el Estado de Morelos,
México
María Teresa Yurén Camarena (2003)
coordinó y desarrolló una investigación sobre la
Asignatura de Educación Cívica y Ética en la
Secundaria en el Estado de Morelos. Esa materia de carácter
obligatorio, creada en 1999, se imparte en todo el
país.
El estudio se realizó entre abril de 2002 y enero
de 2003. La información se reunió en 22 escuelas, con
los siguientes procedimientos: entrevistas
individuales a 44 estudiantes, 27 profesores y 11 directores,
entrevistas a 16 grupos de alumnos y 96 observaciones. Se
aplicó un cuestionario a 647 alumnos y 57 profesores en 20
escuelas secundarias, que se seleccionaron, combinando dos
criterios: nivel socioeconómico (alto, medio y bajo) y
eficiencia terminal (alta y
baja).
De este enorme trabajo, aquí retomamos
únicamente, algunos elementos sobre la ética de los
docentes. La información
en este tema se basa en las entrevistas abiertas a 27 docentes y
la aplicación de cuestionarios a otros 57. La
construcción de seis categorías sobre la conducta de
los profesores, resultó fructífera para organizar e
interpretar los resultados del trabajo de campo y es de enorme
utilidad teórica y metodológica para otras
investigaciones vinculadas con este campo
temático.
La autora, para las dos primeras categorías, retoma
de Paulo Freire los estilos de
instrucción. En la investigación se encontraron estilos
en que predomina la "instrucción bancaria", que implica que
el maestro ve al estudiante como una especie de vasija que debe
ser llenada por el educador. Consiste básicamente en un
proceso de transmisión y busca favorecer la
memorización mecánica. La forma de
instrucción privilegia: exposición del maestro,
dictado, copia de textos, resúmenes, resolución de
cuestionarios con base en el libro de texto y exposición de
temas por parte de los alumnos. La segunda categoría es el
comportamiento contrario, la "instrucción dialogante", que
se basa en un diálogo alimentado por la
acción y la reflexión. Favorece la actividad del
estudiante con procesos de indagación,
debate y construcción de
explicaciones y contribuye a favorecer el aprendizaje significativo y la
construcción de estructuras cognitivas.
Las cuatro categorías restantes se construyeron con
base en la forma en que el profesor promueve la
adquisición de saberes prácticos. En la de
"socialización desapegada", el profesor está más
interesado en cubrir los temas del programa que en la
formación del estudiante y no muestra disposición para
escucharlo y comprenderlo. Trabaja los contenidos conceptuales
sin preocuparse de la dimensión de las actitudes y sin
favorecer situaciones formativas que favorezcan la experiencia
reflexiva y la participación del colectivo. La
"socialización inculcadora" consiste en que el profesor
actúa como hablante pero no como escucha. No busca entender
al estudiante ni convencerlo con razones, sino que impone sus
pautas de valor, por el papel de autoridad que representa. En
la "socialización pastoral", el profesor actúa como un
hablante persuasivo que busca convencer al estudiante para que
adopte ciertas pautas de valor. La última categoría se
llama: "facilitación y acompañamiento". El
profesor procura que el alumno adquiera, mediante la acción
y la interacción dentro y fuera del aula, las herramientas de análisis,
juicio y autorregulación que necesita. Favorece situaciones
que demandan actitudes de acción, interacción y
reflexión y se mantiene como interlocutor atento.
Estos seis tipos ideales no se presentan en forma pura
en la realidad. Se encontraron en la investigación
combinaciones diversas. Las más frecuentes fueron: a)
bancario – desapegado, b) bancario – inculcador, c)
bancario – pastoral y d) dialogante – pastoral. El
estilo dialogante – facilitador, que sería el más
adecuado para esta asignatura se encontró
limitadamente.
La nueva asignatura de Formación Cívica y
Ética en la educación secundaria creo tensiones
para los profesores encargados de impartirla. En muchos casos,
para disminuir el problema, los profesores optaron por
enseñar nuevos contenidos con prácticas tradicionales,
trabajando los saberes prácticos como si fueran hechos,
conceptos o procedimientos por aprender. Es el caso del profesor
que tiene un estilo "bancario – desapegado".
En los casos de estilos predominantemente "inculcador" o
"pastoral" el proceso es distinto. Los maestros se preocupan por
contribuir a que sus alumnos adquieran saberes prácticos,
pero no a partir de la reflexión y la experiencia, sino a
través de mecanismos de internalización de ciertas
pautas de valor. Predomina el papel de guía o adoctrinador.
Aunque hay resistencias para ello por
parte de los alumnos, el peso del profesor y de toda la cultura
escolar es tan fuerte, que aunque el programa de la asignatura
busca discursivamente generar autonomía en los estudiantes,
logra precisamente lo contrario.
Ninguno de los profesores en ejercicio tenía un
perfil totalmente adecuado para la materia de formación
cívica y ética, lo que los hizo sentir inseguros y
rechazados por otros. Todos los profesores entrevistados hicieron
referencia a dos valores que consideran centrales: confianza y
respeto. También consideraron necesario rescatar y recuperar
valores que consideran perdidos.
La autora concluye que la problemática que produjo
la introducción de la nueva
asignatura en la identidad de los docentes y el ambiente educativo poco
propicio al cambio provocó que muchos
de ellos retomaran el papel de instructores o adoctrinadores.
Esta postura no permitió contribuir a satisfacer la
formación de los estudiantes.
Las categorías y los resultados pueden ser
aprovechados para indagar la situación de ésta
asignatura en las otras 31 entidades federativas de
México.
Como puede verse, las tres investigaciones que aquí
se presentan, son diferentes entre sí, muestran la riqueza
de investigación que se está produciendo en México
en un campo temático relevante y aún poco explorado y
aportan elementos significativos sobre la ética
profesional.
4. PROFESIÓN Y
ÉTICA PROFESIONAL
Para conceptuar la ética profesional es importante
plantear qué se entiende por profesión. De las
múltiples definiciones que hay, se retoman tres.
Para Adela Cortina profesión es:
Una actividad social cooperativa, cuya meta interna
consiste en proporcionar a la sociedad un bien específico e
indispensable para su supervivencia como sociedad humana, para lo
cual se precisa el concurso de la comunidad de profesionales que
como tales se identifican ante la sociedad (Cortina,
2000,15).
Para Augusto Hortal, profesiones son:
Aquellas actividades ocupacionales: a) en las que de
forma institucionalizada se presta un servicio específico a
la sociedad, b) por parte de un conjunto de personas (los
profesionales) que se dedican a ella de forma estable, obteniendo
de ellas su medio de vida, c) formando con los otros
profesionales (colegas) un colectivo que obtiene o trata de
obtener el control monopolístico sobre
el ejercicio de la profesión y d) acceden a ella tras un
largo proceso de capacitación teórica y
práctica, de la cual depende la acreditación o licencia
para ejercer dicha profesión (Hortal, 2002, 51).
Juan Manuel Cobo considera que en el concepto moderno de
profesión debe incluirse la ética. Por profesión
se entiende:
Una actividad que ocupa de forma estable a un grupo de personas en la
producción de bienes o
servicios necesarios o convenientes para la sociedad (las
profesiones entrañan una función social), con cuyo
desempeño obtienen esas personas su forma de vida. Una
actividad que se desarrolla mediante unos conocimientos
teóricos y prácticos, competencias y destrezas propios
de ella misma, que requieren una formación específica
(inicial y continua), regulada por lo general social o legalmente
y que deben utilizarse con ética profesional, esto es, con
un uso adecuado…, responsable, respetuoso con los derechos
humanos y acorde con la justicia (Cobo, 2003, 3).
Las definiciones de estos tres profesores universitarios
españoles coinciden en elementos comunes, como son: se trata
de una actividad social institucionalizada, las profesiones
proporcionan bienes y servicios necesarios para la sociedad, se
requiere de una formación especializada y reconocida para
ejercerla y existen colectivos profesionales, que definen normas
aceptables para el ejercicio de la profesión, generalmente a
través de códigos éticos.
A las definiciones hay que agregar un hecho
significativo, que consiste en reconocer que ninguna
profesión es homogénea. La diversidad de campos y de
personas en cada una de ellas permite comprender la riqueza de
este campo en estudio. También hay que señalar que
aunque las profesiones comparten elementos comunes y las pautas
de cooperación son fundamentales, dentro y entre las
profesiones se producen relaciones competitivas. Estas se
acentúan por la proliferación de profesiones, el
creciente número de profesionales, el avance en los procesos
de especialización y la formación de campos de frontera
interdisciplinarios. La lucha por los espacios de actuación
se vincula estrechamente con un tema importante como lo es el de
identidad profesional.
Para Francisco Bermejo (2002), una profesión puede
ser definida desde el punto de vista subjetivo, es decir la
perspectiva de quien la practica y objetivo, que se refiere al
ámbito en donde se desarrollan sus actividades. En el primer
caso, además de que le permite al profesional ganarse la
vida, quienes la ejercen van transformando algunas de sus
disposiciones personales y consolidando, a través de su
trabajo, un nuevo modo de vinculación con la sociedad.
Contribuye tanto a su maduración personal como a la
construcción de la sociedad en la que vive. Realizar de
manera satisfactoria o insatisfactoria el trabajo es decisivo
para el mayor o menor éxito de nuestro plan global de vida. Además,
el ingreso en una actividad y en una comunidad profesional dota
al profesional de una peculiar identidad y sentido de
pertenencia.
En el sentido objetivo se refiere a la necesidad de una
larga preparación, para adquirir competencias, grados
académicos y ciertos rasgos como son: identidad profesional,
dedicación exclusiva, monopolio de la actividad
profesional, reconocimiento social y autonomía profesional.
Se presupone el continuo enriquecimiento de los saberes,
habilidades y competencias.
Las profesiones tienen un carácter histórico y
son cambiantes. Se han ido modificando sus metas, formas de
ejercicio y relaciones entre colegas y con destinatarios de la
actividad, principalmente por la generación de conocimientos
y el aumento de la capacidad técnica y humana. Cada una de
ellas busca el reconocimiento social, especialmente las
disciplinas y áreas difusas. Se fortalecen algunas de las
antiguas profesiones, surgen nuevas y se generan y desarrollan
los campos interdisciplinarios.
Para José Luis Fernández, la ética
profesional es:
La indagación sistemática acerca del modo de
mejorar cualitativamente y elevar el grado de humanización
de la vida social e individual, mediante el ejercicio de la
profesión. Entendida como el correcto desempeño de la
propia actividad en el contexto social en que se desarrolla,
debería ofrecer pautas concretas de actuación y valores
que habrían de ser potenciados. En el ejercicio de su
profesión, es donde el hombre encuentra los
medios con que contribuir a
elevar el grado de humanización de la vida personal y social
(Fernández y Hortal, 1994: 91).
Con una visión menos centrada en el bienestar de la
sociedad, pero que resalta fuertemente los valores, encontramos
otra definición:
Conjunto de aquellas actitudes, normas éticas
específicas y maneras de juzgar las conductas morales, que
la caracteriza como grupo sociológico. Fomenta, tanto la
adhesión de sus miembros a determinados valores éticos,
como la conformación progresiva a una tradición
valorativa de las conductas profesionalmente correctas. Es
simultáneamente, el conjunto de las actitudes vividas por
los profesionales y la tradición propia de interpretación de cual es
la forma correcta de comportarse en la relación profesional
con las personas (Franca – Tarragó, en: Pérez,
1999, 51).
Como se observa fácilmente, las definiciones acerca
de profesión y las que se refieren de modo directo a la
ética profesional están estrechamente
articuladas.
Freidson (2003) introduce una idea interesante, al
afirmar que hay un ataque a la credibilidad de la ideología
profesional. Considera que se produce con el fin de debilitar la
voz de los profesionales que buscan influir en el cambio social,
para evitar que tengan una opinión moral independiente al
evaluar las políticas sociales. Los
considera como una "tercera voz", frente al poder del Estado y del
capital (15). Para ello es
necesario revitalizar las asociaciones profesionales, en contra
del corporativismo y los problemas de mala actuación
profesional (16).
Para este autor, las tres principales críticas que
se hacen a las profesiones y a sus grupos organizados son por el
monopolio que tiene cada una de las profesiones de ejercer
socialmente un tipo de trabajo específico; el
credencialismo, ya que la competencia profesional se acredita por
medio de credenciales educativas especiales y el elitismo. Frente
a estos cuestionamientos, considera que los colectivos
profesionales que funcionan bien, organizan y hacen avanzar las
disciplinas, mediante el control de la formación, de las
acreditaciones y de la práctica. Afirma que el objetivo es
asegurar y mantener la calidad del trabajo. El desarrollo de un cuerpo
especializado de conocimientos y habilidades formales requiere de
un grupo de personas con ideas afines que lo aprendan y
practiquen, se identifiquen con él, lo distingan de otras
disciplinas, se reconozcan como colegas en virtud de la
formación común y de su experiencia con un conjunto
similar de tareas, técnicas, conceptos y problemas
laborales. Los grupos así formados son exclusivos y
también inclusivos. El establecimiento de jurisdicciones
exclusivas permite a los miembros concentrarse en ese marco
común. El saber experto se basa en la investigación y
en la acumulación de experiencia y los profesionales son
depositarios de un conocimiento socialmente importante destinado
a contribuir al bien público.
Los profesionales se sienten en la obligación de
realizar su trabajo al máximo de sus competencias. Se
presupone una identificación con las pautas ideales de la
profesión y un alto grado de autocontrol de la conducta
mediante un código ético interiorizado. Esto puede
lograrse, principalmente, a través de un fuerte proceso de
socialización en los valores de la profesión y en menor
grado por el control externo ejercido por instituciones,
asociaciones y colegios.
5. PRINCIPIOS DE LA
ÉTICA PROFESIONAL
Para Augusto Hortal (2002), cada ética profesional
genera, en su propio ámbito, una clasificación de
situaciones, asuntos, conflictos y modos de abordarlos y
resolverlos, que permiten analizar lo que está en juego en la toma de decisiones. Los nuevos
casos son juzgados, en primera instancia, con base en los
elementos conocidos.
Los principios son imperativos de tipo general, que
orientan acerca de lo que es bueno hacer y lo que debe evitarse.
Se distinguen de las normas por ser más genéricos.
Señalan grandes temas y valores de referencia, que hay que
tomar en cuenta a la hora de decidir y de enfrentar casos
problemáticos. Las normas aplican los principios a
situaciones más o menos concretas.
Para este autor, los principios pueden ser el punto de
partida o de llegada de una actuación. El "razonamiento
moral descendente" va de los principios generales a otros
más específicos, paulatinamente, hasta llegar a las
decisiones singulares. Para poder ser aplicados, deben ser
revisados e interpretados con respecto al contexto en que se
producen y a las situaciones y casos que se busca resolver. El
"razonamiento moral ascendente" parte de las actuaciones y
decisiones singulares en situaciones concretas. De ahí se
van generando criterios de actuación, hasta llegar al nivel
más general de los principios. Ambos procesos se
combinan.
En la ética profesional están implícitos
al menos tres principios (17).
"La palabra beneficencia está compuesta de dos
vocablos de origen latino, bene y facere, que
podrían traducirse como hacer el bien. Hace referencia a la
consecución de determinados bienes específicos de la
práctica profesional correspondiente" (Bermejo,
2002,75).
Cada profesión se plantea y legitima frente a los
demás la consecución de ciertos bienes y servicios.
Para ser buenos profesionales, los individuos deben conocerlos y
buscar su cumplimiento, tanto con respecto a los usuarios que
reclaman un trabajo bien hecho, como de la sociedad en su
conjunto, que pretende resolver problemas prioritarios con la
contribución de los profesionales (Bermejo,
2002).
En este campo de investigación, lo primero que hay
que plantearse es la finalidad de cada profesión. Se puede
partir de generar y responder preguntas básicas como son:
¿qué bienes y/o servicios produce?, ¿Para
quién?, ¿De qué manera? En la evaluación de los
profesionales, se consideran no sólo los directamente
beneficiados por su actividad, sino también los individuos y
grupos que se relacionan con las acciones
desarrolladas.
La ideología del profesionalismo (Freidson 2003)
enfatiza el uso del conocimiento y habilidades disciplinarias
para el bien público. Aunque algunas disciplinas
proporcionan directamente un bien específico a personas,
grupos e instituciones, los bienes y servicios que se generan son
siempre valorados con respecto a un bien común más
amplio. Los profesionales y sus asociaciones tienen la
obligación de valorar lo que hacen con esa perspectiva. Es
evidente que para ello se requiere competencia profesional, que
se adquiere por una formación inicial y continuamente
actualizada de conocimientos y habilidades, de carácter
teórico y práctico, para saber qué hacer y
cómo hacerlo.
Augusto Hortal (2002) retoma de Alasdair MacIntyre la
distinción entre bienes intrínsecos y extrínsecos.
Los primeros están ligados a la adecuada realización de
la práctica profesional y los segundos se refieren a las
recompensas económicas, de poder y de prestigio que se
asocian a ella. Es evidente que los bienes intrínsecos son
los prioritarios y que se tergiversan las actividades
profesionales cuando los esfuerzos están dirigidos
únicamente al logro de beneficios personales.
Freidson (2003) considera que existe una larga
tradición de estudiosos que defienden que los profesionales
buscan el bien del cliente, del público o el
desarrollo de una profesión, por encima de su propio
interés económico. No puede haber una
justificación ética para los profesionales que
sólo buscan el beneficio personal, por sobre la
obligación de hacer un buen trabajo para el que lo necesite.
El fortalecimiento de la legitimidad del profesionalismo requiere
un claro reconocimiento de las implicaciones éticas del
privilegio profesional y una fuerte resistencia a los acuerdos
institucionales que enfatizan exclusivamente los incentivos
económicos.
Detrás del secreto profesional (y de las patentes)
se oculta, muchas veces, la apropiación y el monopolio sobre
una parcela del conocimiento, que de ser manejada bajo principios
éticos, ayudaría a resolver importantes problemas
sociales.
Ejemplos de lo planteado hay muchos a nivel mundial. Uno
de ellos, señalado por el Dr. Daniel Ramón Vidal (18),
Catedrático de Tecnología de Alimentos de la Universidad de
Valencia, consiste en la dificultad que hay de generar y
distribuir alimentos básicos, desarrollados
transgénicamente, a poblaciones y países que lo
requieren con urgencia, debido a las patentes de las grandes
compañías transnacionales. Lo mismo sucede con la
producción de medicamentos que pueden combatir enfermedades contagiosas y
pandémicas.
Aunque el principio de Beneficio o Beneficencia se
plantea en general para todas las profesiones, es importante
reflexionar en las diferencias que se producen entre ellas.
Así, para cierto tipo de ciencias, como las exactas y
naturales, podremos encontrar más fácilmente la
reflexión sobre la ética profesional en la ética
de la ciencia y de la investigación científica,
mientras que en otro tipo de disciplinas, como las sociales y
humanísticas y principalmente en aquellas que tienen una
eminente labor asistencial, la relación directa con los
beneficiarios de la actividad profesional ocupa un lugar
predominante. Esto no exime, por supuesto, a ninguna
profesión de la evaluación de las consecuencias que se
producen por la toma de decisiones y el uso que se hace de sus
resultados.
"La palabra autonomía procede del griego:
autos (sí mismo) y nomos (ley) y hace referencia a la
capacidad que tiene cada cual de darse a sí mismo sus
propias normas, procurando construir la propia vida a partir de
ellas" (Bermejo, 2002,105).
En este segundo principio hay dos acepciones. Una de
ellas se centra en el profesional, que requiere independencia y
libertad para poder realizar
adecuada y éticamente su trabajo y la otra se centra en el
beneficiario, que posee derechos que deben ser respetados. Ambas
posturas se plantean a continuación:
1. Autonomía del profesional
Se basa en el valor de la libertad (Etxeberria, 2002).
Se refiere a la capacidad personal de tomar decisiones en el
ejercicio de la profesión. Por este principio, se condena
la presión extra –
profesional, tanto de individuos, como de instituciones
públicas y privadas en la toma de decisiones relevantes,
que puede orillar a que se dejen de lado los comportamientos
éticos.
Lo más importante de la ideología
profesional (Freidson 2003) es que está vinculada a
valores trascendentes que le dan sentido y justifican su
independencia. Los profesionales reclaman el derecho de evaluar
las peticiones de empleadores o patrones y las leyes del
Estado. Su revisión está basada en razones
profesionales, que llevan a la convicción de que se
está tergiversando el valor o propósito fundamental
de una profesión. Los profesionales tienen que ser capaces
de equilibrar el bien público con las necesidades más
inmediatas de los clientes y
empleadores.
2. Autonomía del beneficiario
En el segundo caso, que es la propuesta de Augusto
Hortal (2002) y del grupo que trabaja este tema de manera
sistemática en los Centros Universitarios de la
Compañía de Jesús en España, el principio
de autonomía busca corregir la falta de simetría
entre quien ofrece el servicio y el beneficiario de la
actividad.
El profesional por su preparación,
acreditación y dedicación tiene un ascendente sobre
sus clientes y usuarios. La desigualdad entre ambas partes
puede producir abusos. Para evitarlos, es necesario que
esté siempre en funcionamiento el principio de
autonomía. Consiste en considerar que el receptor de los
servicios (individual y colectivo) no es un ente pasivo, sino
un sujeto protagonista. De ahí se deriva la
obligación de garantizar a todos los individuos
involucrados, el derecho de ser informados, de que se respeten
sus derechos y de consentir antes de que se tomen decisiones
con respecto a ellos; protegiendo de manera especial a los que
no pueden decidir por sí mismos. "El usuario tiene el
derecho y la obligación de colaborar en la resolución
de sus problemas" (Bermejo, 2002,105).
Cuando se respeta este principio, se establece una
relación de carácter profesional, en la que se
desarrollan ciertos acuerdos y estrategias conjuntas entre los
profesionales y sus beneficiarios. En el caso de la universidad,
por ejemplo, es necesario reconocer que los estudiantes pueden
ejercer por sí mismos su autonomía, en plenitud de
derechos, capacidades y responsabilidades.
Para Francisco Bermejo (2002) existen ciertos requisitos
para que pueda darse una decisión autónoma. Son de dos
tipos, los de carácter social y cultural, que implican que
el contexto debe contar con condiciones propicias para ello y los
de carácter personal, es decir, que los clientes y usuarios
actúen con iniciativa y capacidad.
Sintetiza los requisitos en "querer", "saber" y "poder".
En el primero, los clientes y usuarios deben contar con motivación para demandar al
profesional el tipo de bienes y servicios que requieren. En el
segundo, requieren de información, que incluye conocer otras
opciones disponibles y las consecuencias que acarrea cada una de
ellas. El tercero implica que sí se quiere algo y se sabe
cómo realizarlo, es necesario poder llevarlo a cabo. En todo
proceso de decisión, el papel del profesional es apoyar,
mediante sus recursos profesionales, la competencia e
información de sus clientes y usuarios.
El autor retoma de Diego Gracia que la autonomía no
es bipolar, sino un continuo entre dos extremos: la "acción
completamente autónoma" y la "acción completamente no
autónoma". Los dos polos no se dan en la realidad, así
que puede aspirarse a que las decisiones sean "sustancialmente
autónomas".
En algunas situaciones el principio de autonomía
puede restringirse (Bermejo, 2002), aunque la decisión debe
hacerla el profesional en cada caso. Los límites pueden suscitarse
cuando: a) El usuario no tiene la competencia o los recursos
personales para decidir, b) Puede producirse un daño grave para terceras
personas, c) La conducta del usuario supone una infracción
de la legalidad o una grave amenaza
para las personas y las instituciones y d) El usuario se
perjudica a sí mismo o sus decisiones no le
benefician.
En relación con el consentimiento informado,
Francisco Bermejo (2002) considera que el profesional debe
obtener la autorización del usuario (individual y colectivo)
para iniciar con él cualquier tipo de intervención,
después de haberle explicado con claridad todas las
condiciones. También hay circunstancias que producen
excepciones a esa regla. Estas son: falta de responsabilidad del
cliente, posibles daños a terceros y limitaciones derivadas
de la incapacidad del cliente (por dificultades de
comprensión, falta de capacidad o falta de
libertad).
Loewenberg y Dolgoff (en Bermejo, 2002) señalan que
el consentimiento informado incluye tres criterios básicos:
conocimiento, voluntad y competencia. Sobre el primero, una
persona puede ser considerada
como suficientemente informada para dar su consentimiento si
conoce lo que ocurrirá durante la intervención, lo que
sucederá si no da su consentimiento y las posibles opciones
alternativas. La voluntad y la competencia se limitan en el caso
de niños y ancianos y en
personas privadas de libertad o con capacidades mentales
disminuidas.
La ética profesional queda incompleta si no se
enmarca en la perspectiva de una ética social, que permita
entender en qué contribuye o puede contribuir el trabajo de
cada profesión a mejorar la sociedad. Los profesionales son
las personas y grupos más competentes y mejor ubicados
socialmente para promover una distribución más racional
y justa de los recursos, que son siempre escasos y que se
requieren para conseguir múltiples y variados fines. Las
preguntas básicas son: ¿Qué es lo justo? y
¿Qué es prioritario cuando no hay recursos para
satisfacer las demandas de todos?
Para Hortal (2002), este principio tiene que ver
con:
El sentido social de la profesión. El colectivo
profesional se hace responsable ante la sociedad de los bienes y
servicios que busca promover. Se traduce en un compromiso a favor
del bien público y con los problemas sociales que se
refieren a temas del propio ámbito profesional. Los
colectivos profesionales deben estar vinculados con las
necesidades sociales.
El significado de los bienes y servicios que proporciona
cada profesión en el contexto social en que se llevan a
cabo, referidas al tema de la justicia, como son, por ejemplo,
tareas de voluntariado y lucha contra la pobreza.
El desempeño profesional en espacios públicos
y privados. Tiene que ver con el asunto de quién puede o no
puede pagar por el servicio profesional que se
requiere.
Un buen profesional tiene, o debería tener, siempre
presente el contexto social de referencia y las obligaciones de justicia. La
ética profesional permite reflexionar sobre si la
función social que desempeña una profesión es la
misma que la que la sociedad necesita de ella.
Con el principio de justicia (Bermejo, 2002) se hacen
presenten tres protagonistas: los usuarios que reclaman
determinados bienes y servicios, el profesional que requiere de
medios para ofrecerlos y los responsables públicos, que
representan al conjunto de la sociedad y buscan conseguir un
cierto equilibrio entre las
necesidades, exigencias y expectativas de todos. Es importante
que los clientes y usuarios sean conscientes de que también
dependen de la capacidad de las instituciones de responder a sus
demandas y de su propia adaptabilidad a lo que éstas pueden
proporcionar.
Freidson (2003) considera que sería apropiado
declarar como profesionalmente inmorales las políticas
sociales que nieguen un acceso igualitario a servicios tales como
salud, educación y defensa
jurídica. Afirma que deben ser juzgadas las instituciones en
que ejercen profesionales que no cuentan con las condiciones de
trabajo necesarias para realizar un correcto ejercicio.
También es necesario cuando las instituciones sólo
buscan maximizar sus ganancias, a costa de la calidad del trabajo
y de limitar aún más la distribución de los
beneficios.
Podríamos considerar los tres principios
mencionados como los básicos. Hay autores que toman en
consideración otros principios (19), como son:
Evitar el daño. Consiste en no actuar de
manera que se ponga en riesgo o se lastime a las
personas. Equivale, en términos de los principios
clásicos generados por la bioética, al principio de
"no maleficencia". El evitar el daño a los hombres y a la
naturaleza, se vuelve muy
importante, especialmente, en el caso de las ciencias y la
tecnología, que cuando se utilizan inadecuadamente tienen
un enorme potencial destructivo. Para la inmensa mayoría
de las personas, la ética de las ciencias se centra en la
preocupación por los peligros del uso de la ciencia y la
tecnología (no de éstas en sí) y por los
límites que conviene establecer.
Fidelidad. El profesional hace promesas justas
y cumple con sus acuerdos a aquellos a quienes presta el
servicio. Es un derecho del cliente o usuario elegir al
profesional y es un derecho de este último, aceptar o no
la relación. Pero cuando ambas partes deciden iniciarla,
se entabla un acuerdo sobre la base de las expectativas
previamente conocidas o formuladas. Los códigos conceden
que hay una promesa explícita de cumplir el
acuerdo.
Veracidad. Cuando se entabla la relación:
profesional – beneficiario, se establece un acuerdo
implícito de que la comunicación se
basará en la verdad.
Confidencialidad. Es el derecho que tiene cada
persona de controlar la información referente a sí
misma, cuando la comunica bajo la promesa –
explícita o implícita – de que será
mantenida en secreto. Se refiere a un criterio general de
conducta que obliga al profesional a no discutir
información acerca de los beneficiarios con otros. Obliga
a guardar los secretos que uno conoce en razón del
ejercicio profesional y a respetar la intimidad de las personas
implicadas. En la práctica hay situaciones en que el
profesional puede verse obligado a revelar, sin el
consentimiento del cliente o usuario, alguno de los detalles
recibidos confidencialmente (Bermejo, 2002). Estos casos
buscan: beneficiar de algún modo al cliente o protegerlo
de algún mal que pudiera ocasionarse a sí mismo,
proteger a terceros de algún perjuicio que pudiera ser
ocasionado por parte del cliente, poner en común ciertos
datos con otros colegas y
profesionales y respetar la orden de alguna autoridad
administrativa o judicial. El problema ético, en estos
casos, radica en decidir acerca de la necesidad de contravenir
el principio de confidencialidad. De todos modos, el usuario
tiene derecho a que se le comunique, desde el inicio de la
relación profesional, el tratamiento que se va a dar a la
información, la obligatoriedad de la confidencialidad en
general y las excepciones que pueden generarse. Todos los
códigos deontológicos señalan la obligación
que tienen los profesionales de mantener en secreto la
información que han recibido con carácter
confidencial. Si los beneficiarios no tienen esta seguridad no pueden
expresarse con libertad. El profesional al garantizar la
relación confidencial, manifiesta respeto por sus clientes
y usuarios y por su libertad para tomar decisiones, incluyendo
aquella de si quiere o no manifestar información
públicamente.
Honestidad. Aunque este principio/valor se
menciona escasamente, es importante para el correcto ejercicio
profesional.
Juan Manuel Cobo (2003) propone unos principios
éticos válidos para todas las profesiones. Unos
provienen de la ética general, como son: dignidad, libertad, igualdad y derechos humanos,
de los directamente beneficiados por el ejercicio profesional y
de los indirectamente relacionados. Otros son propios de la
ética profesional: beneficencia, autonomía, justicia,
confidencialidad y responsabilidad profesional.
Acerca de los genetistas alemanes, Kerstin Wüestner
(Hirsch y López, 2003) sintetiza los siete principios
éticos centrales de la Sociedad para la Genética Humana: dignidad
humana, derecho a la autodeterminación (la sociedad debe
garantizar las condiciones básicas que permitan a las
personas conocer todas las opciones y protegerlas de las
desventajas económicas y sociales), igualdad,
confidencialidad y secreto profesional, información
completa, consentimiento informado y espontaneidad (la consulta y
diagnóstico genético
deben estar libres de toda presión).
Como puede verse, el tema de los principios de la
ética profesional, es un asunto ineludible en la
investigación de este campo. Son un punto de referencia, con
los cuales contrastar el comportamiento real de los profesionales
en sus lugares de trabajo y un elemento básico en la
formación de los profesores y estudiantes
universitarios.
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27.
- El cuestionario-escala es una propuesta del Dr. Juan
Escámez Sánchez de la Universidad de Valencia. Su
construcción y aplicación están asesoradas
también por la Dra. Rafaela García
López. - En esa muestra hay 47 profesionales, de las
siguientes titulaciones: Periodismo, Derecho,
Educación, Medicina, Arquitectura, Ingenierías,
Ciencias de la Información y Enfermería. - Se trata de 21 profesores universitarios, que
estudiaron: Psicología, Educación, Filosofía,
Teología, Filología Inglesa, Finanzas Internacionales,
Química, Derecho, Ciencias
Económicas y Administrativas, Ingeniería
Agronómica, Ingeniería Industrial e
Ingeniería Química. - Los estudiantes de posgrado de esta muestra son 35 y
estudian: Administración,
Medicina, Comercio Internacional,
Educación, Ingeniería y Arquitectura. - La muestra de población abierta es de 28
personas, que realizan funciones administrativas y
técnicas en trabajos de administración,
seguridad, limpieza y labores secretariales. - "Actitud es la
evaluación favorable o desfavorable de los resultados de
la conducta en cuanto afectan al propio sujeto. El componente
afectivo – evaluativo es considerado como la
característica específica de la actitud que la
distinguiría de los otros conceptos del modelo. La
evaluación favorable o desfavorable se concreta en una
proposición hacia la realización o no de la conducta"
(Escámez, 1991,528). - "Creencia es la categoría que subsume toda la
información que el sujeto tiene sobre el objeto de la
actitud" (Escámez, 1991,528). - "La norma subjetiva se origina en la percepción del sujeto de
que otras personas o instituciones, importantes para él,
piensan que realizará o no una conducta" (Escámez,
1991,528). - Augusto Hortal (2002) considera que el objetivo
fundamental de la asignatura de ética profesional dentro
de un currículo universitario
es proporcionar conocimientos y métodos básicos para
hacerse cargo de la dimensión moral del ejercicio
profesional. - Para Svensson (2003) la sociología de las
profesiones está estrechamente vinculada a la
sociología del conocimiento. - En forma de libros, capítulos de libros,
artículos en revistas especializadas, memorias extensas de
congresos y tesis de maestría y doctorado. - Cuatro de ellos se refieren a valores en profesiones
específicas: Psicología, Agronomía,
Enfermería y Ecología. - Universidad Nacional Autónoma de México,
Universidad Autónoma Metropolitana y Universidad
Autónoma del Estado de México. - Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey en el Estado de México y Universidad
Iberoamericana, Ciudad de México. - Augusto Hortal (2002) y Adela Cortina (2000)
coinciden en presentar a las profesiones y a los profesionales
como una opción de la sociedad civil frente a esos
dos poderes. - Al respecto Mertzman y Madsen (1999) formulan las
siguientes preguntas: ¿porqué las prácticas
profesionales inadecuadas están tan extendidas?,
¿qué provoca que un profesional cruce la línea
entre lo que está bien y lo que está mal?, ¿hay
causas identificables de la mala conducta profesional? y
¿son responsables los individuos o los sistemas en que trabajan por
estos problemas?. - Los autores los retoman fundamentalmente de la
bioética. En ella se agrega un cuarto principio, el de "no
maleficencia" que se refiere a tratar de evitar o al menos
minimizar el daño que se causa a los sujetos individuales
de la investigación, así como a otros individuos y
grupos. Augusto Hortal (2002) lo integra dentro de los tres
primeros principios. - Conferencia en el curso ¿Guerra o desarrollo humano?. (Desde
una ética pública mundial), coordinado por la Dra.
Adela Cortina, en la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo, Valencia, 7 a 11 de julio, 2003. - Corey, Corey y Callanan (Pérez, 1999), Franca
– Tarragó (Pérez, 1999) y Mertzman y Madsen
(1999).
Ana HIRSCH ADLER
Universidad Nacional Autónoma de México.
Centro de Estudios sobre la Universidad. Ciudad Universitaria,
Edificio de la Unidad Bibliográfica, Centro Cultural
Universitario. 04510 México, Distrito Federal. Correo-e:
hirsch[arroba]servidor.unam.mx