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La evaluación institucional de las Universidades españolas



     

    Acaba de ser publicado el Informe Global
    1996-2000 del Plan Nacional de
    Evaluación de la Calidad de las
    Universidades por el Consejo de Coordinación Universitaria de
    España1.
    Se trata de un documento de interés no
    sólo por su contenido, abundante en indicadores de
    desempeño de los programas
    académicos de las universidades públicas y
    particulares en ese país, sino por el proceso de
    cambio
    universitario que refleja. En España, y
    en la mayoría de los países europeos, la
    evaluación institucional se ha instalado como herramienta
    para promover procesos de
    mejora cualitativa y para avanzar en pro de objetivos de
    calidad y pertinencia. La iniciativa española de emprender
    un proceso de evaluación para la calidad universitaria se
    inscribe en un doble contexto: por un lado coincide con los
    lineamientos de desarrollo
    universitario convenidos en el marco de la Unión
    Europea y, por otro, se deriva del proceso de
    transformación del sistema
    universitario impulsado en España desde la década
    de los ochenta.

    Al considerar la importancia de las dimensiones
    contextuales para entender el significado de este Informe Global,
    nos ha parecido apropiado incluir en la presente reseña
    algunas consideraciones preliminares que hacen alusión
    tanto al proceso de cambio universitario que se desarrolla en el
    marco de la Unión Europea, como a las etapas que ha
    recorrido la reforma en el contexto español.
    Se trata, en todo caso, de referencias generales que no pretenden
    más que introducir a los lectores mexicanos y
    latinoamericanos en la problemática que interpela el
    texto
    aquí reseñado.

     

    La reforma universitaria en
    el marco de la Unión Europea

    En el proceso de construcción de la Unión Europea,
    las universidades son identificadas como instituciones
    estratégicas en vista de su potencial para contribuir a la
    formación de una identidad
    regional, así como por su papel en la formación de
    los recursos
    humanos y de conocimiento
    que se considera necesarios para avanzar en los propósitos
    del proyecto
    comunitario. Sobre el primero de estos aspectos, ha sido clara y
    reiterada la postura de los países promotores de
    Unión. El Comité de Educación de la
    Comunidad
    Económica Europea así lo manifestó desde las
    declaraciones de Stuttgart (Alemania 1985)
    y Fontainebleau (Francia 1985).
    El Consejo Europeo, por su parte, ha confirmado esta
    posición en diversas oportunidades desde la década
    de los ochenta y hasta el presente2.

    Los lineamientos de política de educación
    superior concernientes a la formación de profesionales
    y científicos en el marco de la Unión Europea, se
    han concentrado en torno de aspectos
    como el pluriligüismo, la movilidad estudiantil y docente, y
    particularmente sobre la formación de calidad centrada en
    un modelo de
    competencias
    profesionales convenido entre los países de la
    Unión. La prosecusión de estos objetivos se ha
    buscado en dos vertientes. Por un lado, mediante el diseño
    e implantación de estrategias de
    calidad en lo que concierne a los sistemas de
    educación superior nacionales, como es el caso del Plan
    Nacional de Evaluación de la Calidad de las
    Universidades
    de España al que se refiere la presente
    reseña y que abordaremos más adelante. Por otro,
    por medio de planes, programas y acciones de
    carácter regional, que implican acuerdos
    entre países para la configuración de una
    plataforma común, de naturaleza
    comunitaria.

    El propósito de diseñar y operar dicha
    plataforma se viene concretando en la idea de un "espacio europeo
    de educación superior". Está en marcha un
    calendario de reuniones y se aspira a culminar el proyecto en
    2010 con fases bienales de acuerdo de nivel ministerial. En mayo
    de 1998, los ministros de educación de Francia, Alemania,
    Italia y el Reino
    Unido, firmaron un documento conocido como Declaración de
    la Sorbona, concebido como primer paso del proceso. En 1999 se
    celebró en Bolonia otra conferencia, que
    dio lugar a la declaración conjunta de los ministros de
    educación, suscrita por 29 representantes de los estados
    europeos. Desde entonces se han celebrado varias reuniones de
    seguimiento; algunas entre los rectores de las universidades
    europeas y otras de nivel ministerial, para ir trazando las rutas
    de este proceso y con el fin de supervisar las acciones
    convenidas3.
    Recientemente, el proyecto relativo al "espacio europeo de
    educación superior" se ha hecho extensivo a los
    países de la región latinoamericana y
    caribeña a través de los acuerdos firmados en la
    Segunda Cumbre de Jefes de Estado y de
    Gobierno de la
    Unión Europea, América
    Latina y el Caribe (UEALC) de Madrid (mayo
    2002). Para el seguimiento de tales acuerdos existe en plan de
    acción
    y un programa de
    reuniones periódicas que se extiende hasta
    20054.

    Desde la reunión de Bolonia de 1999 se perfilaron
    los objetivos generales de la iniciativa: la adopción
    de un sistema compatible de titulaciones, cuyo paso inicial es un
    "suplemento de diploma"; la adopción de una estructura
    común de ciclos; el establecimiento regional del sistema
    de créditos; la promoción de la cooperación europea
    para asegurar un nivel de calidad mutuamente reconocido; la
    promoción de la dimensión europea en el currículo de la educación
    superior; y la promoción de la movilidad y remoción
    de obstáculos para el ejercicio libre de la misma por
    estudiantes, profesores y personal
    administrativo de las universidades.

    Aunque las propuestas de reforma convenidas en el marco
    de la Unión Europea son un referente de primera
    importancia para comprender el sentido de las transformaciones
    universitarias de los países europeos, también es
    discernible un segundo referente, que atiende a las necesidades
    diagnosticadas por las propias instituciones y por las instancias
    de coordinación de los sistemas, tanto como a
    propósitos de política pública derivados de
    los planes sectoriales de cada gobierno. La consideración
    de este último aspecto, de carácter eminentemente
    político, permite ponderar tanto el sentido general de los
    cambios académicos sugeridos como la prioridad que, desde
    el gobierno, se confiere a las propuestas de reforma. Por ello,
    antes de entrar en el análisis del texto propiamente dicho,
    haremos una breve referencia al contexto de reforma universitaria
    en la España de los últimos años.

     

    La reforma universitaria en
    España

    En el marco de la transición democrática
    española de los años ochenta, el sistema
    universitario fue objeto de una reforma de amplio alcance,
    plasmada en primer lugar en la Ley de Reforma
    Universitaria (LRU) de 1983 aprobada por el entrante gobierno
    socialista de Felipe González. Con base en esta norma, y
    siguiendo los preceptos de la nueva Constitución española, el sistema de
    universidades públicas pasó de ser una estructura
    primordialmente centralizada a un sistema desconcentrado, en que
    las responsabilidades de gestión
    y subsidio son compartidas por los gobiernos autonómicos y
    la
    administración general del Estado. El proceso de
    traslado de competencias administrativas culminó hacia
    19965.
    En este modelo, el Estado
    español se reserva atribuciones normativas, de
    regulación laboral y
    académica y de regulación general de las políticas
    de acceso y permanencia en las universidades, además funge
    como la entidad coordinadora del sistema en su conjunto a
    través de un ministerio central. Las competencias
    reservadas a las regiones, a través de los gobiernos
    autónomos, son fundamentalmente las de crear, desarrollar
    y dirigir las universidades públicas y supervisar a las
    particulares, todo ello en el ámbito terriorial
    respectivo6.
    El proceso de descentralización abierto por la LRU
    propició, entre otros efectos, el crecimiento y
    diversificación del sistema de universidades
    públicas, así como la participación de
    iniciativas privadas.

    Durante la primera mitad de los noventa la reforma
    universitaria fue profundizada en varios sentidos. En 1990 se
    aprobó la Ley de Ordenación General del Sistema
    Universitario (LOGSE). Esta disposición se refiere al
    sistema
    educativo en su conjunto (régimen general y
    régimen especial) excepto las universidades. No obstante,
    introduce el concepto de
    "calidad de la enseñanza" como un objetivo
    central del cambio educativo y, con ello, establece una prioridad
    que, desde luego, también habría de orientar el
    futuro de la gestión en el sistema educativo
    superior7.
    En la exposición
    de motivos de la LOGSE se precisa tal prioridad en los siguientes
    términos: "Asegurar la calidad de la enseñanza es
    uno de los retos fundamentales de la educación del futuro.
    Por ello, lograrla es un objetivo de primer orden para todo el
    proceso de reforma y piedra de toque de la capacidad de
    ésta para llevar a la práctica transformaciones
    sustanciales, decisivas, de la realidad educativa".

    El enfoque de calidad propuesto en la LOGSE
    conectó con relativa facilidad con la dinámica de cambio en que estaban inmersas
    las universidades a raíz del proceso comunitario ya
    comentado en el apartado anterior. Todo ello dio lugar a que en
    1995 se adoptara el Plan Nacional de Evaluación de la
    Calidad de las Universidades (formalizado en el Real Decreto
    1947/1995, del primero de diciembre de ese
    año).

    El cambio de gobieno de 1996, con la llegada al poder del
    Partido Popular mediante una fórmula de gobierno
    encabezada por José María Aznar, reencauzó
    la dirección del proceso de reforma
    universitaria a través de varias estrategias, algunas muy
    debatidas. Pero también se mantuvieron líneas de
    continuidad, entre ellas el propósito de evaluar la
    calidad de las universidades a través del programa
    convenido en 1995 y abrir perspectiva a la implantación de
    esquemas de aseguramiento y certificación de la calidad de
    la educación superior. En seguida nos internaremos en las
    características del Plan Nacional y en el informe de su
    primera etapa. Antes de ello conviene cerrar este apartado
    haciendo referencia a los cambios plasmados en el sistema
    universitario durante la gestión de Aznar e indicar su
    conexión con el proceso abierto por el plan de
    evaluación para la calidad.

    A finales de los noventa, por encomienda de la
    Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas
    (CRU), se estableció una comité de expertos
    encabezado por Josep M. Bricall, ex rector de la Universidad de
    Barcelona y ex presidente de los rectores europeos. En abril de
    2000 fue presentado el reporte correspondiente: Informe sobre
    la Universidad 2000
    , también conocido como el informe
    Bricall. Se trata de un texto muy amplio que contiene un diagnóstico general del sistema
    universitario español y un variado conjunto de
    recomendaciones de cambio8.
    Al respecto de la promoción de la calidad, el Informe
    Bricall propone la formulación de planes
    estratégicos en cada unidad universitaria, dentro de los
    cuales se estipulen programas de calidad. Los programas de
    calidad deben ser formulados por grupos de
    trabajo
    compuestos por profesores y técnicos, apoyados por un
    consejo asesor externo y respaldados por las autoridades de cada
    institución. Asimismo, se propone la formación de
    unidades o consorcios de evaluación como organismos
    independientes radicados en las Comunidades Autónomas. Se
    propone, por último, la formación de una agencia de
    acreditación que cumpla su cometido con independencia
    de los procesos de evaluación y con posterioridad a los
    mismos.

    No todas las recomendaciones del Informe Bricall se
    habrían de plasmar en políticas, pero sus
    perspectivas sobre la evaluación y la calidad
    encontrarán reflejo en el contenido de la Ley
    Orgánica de Universidades de 2001. Esta ley, punto
    culminante de las propuestas de reforma universitaria del
    régimen de Aznar, fue aprobada por el Pleno del Congreso
    de los Diputados el 20 de diciembre de 2001. Antes y sobre todo
    después de su aprobación, la LOU ha sido objeto de
    amplia discusión y materia de
    controversia en el gremio académico, los estudiantes y
    aún entre las autoridades universitarias. Sin entrar en el
    terreno del debate
    originado por la nueva ley, baste señalar que ella
    autoriza una serie de instancias para cumplir con los
    propóstitos de evaluación del sistema
    universitario, así como para desempeñar tareas
    específicas de acreditación y certificación.
    Así, en efecto, la aprobación de la LOU se
    intersecta con el proceso de evaluación de la calidad
    universitaria en curso y le imprime nuevas
    orientaciones.

    El título V de la LOU se refiere
    específicamente a las instancias y procesos de
    evaluación universitaria, concebida como un instrumento de
    promoción de la calidad. En la parte normativa de dicho
    título se indican como objeto de evaluación,
    certificación y acreditación: la enseñanza
    para la obtención de títulos y grados
    académicos, las actividades de docencia,
    investigación y gestión del
    profesorado; las actividades, programas, servicios y
    gestión de las instituciones; otras actividades y
    programas de fomento de la calidad de la docencia y la
    investigación por parte de las Administraciones
    públicas. También se indica que "las funciones de
    evaluación, y las conducentes a la certificación y
    acreditación corresponden a la Agencia Nacional de
    Evaluación de la Calidad y Acreditación y a los
    órganos de evaluación que la Ley de las Comunidades
    Autónomas determine, en el ámbito de sus
    respectivas competencias, sin prejuicio de
    las que desarrollen otras agencias de evaluación del
    Estado o de las Comunidades Autónomas" (Art. 32).
    Finalmente, sobre la Agencia que concentrará las funciones
    de evaluación, certificación y acreditación,
    se prevé su autorización por el Gobierno, previo
    informe del Consejo de Coordinación Universitaria, que
    según la propia LOU es el máximo órgano de
    consulta y coordinación del sistema universitario, y
    previo acuerdo del Consejo de Ministros (Art. 33).

    Aunque la LOU perfila la evaluación,
    acreditación y certificación mediante instancias
    independientes del gobierno universitario y del Estado, no
    desautoriza el trabajo de
    los grupos evaluadores formados en el marco del Plan Nacional de
    Evaluación de 1995. Este doble posicionamiento
    hace pensar en una fase de transición: de un modelo que
    combina la autoevaluación y la evaluación externa,
    hacia un modelo en que predominará el juicio valorativo
    exterior. En todo caso, esta fase de transición ha dado
    lugar a la formación de un sistema de evaluación
    más o menos complejo, en que conviven instancias de
    evaluación (grupos y gabinetes) formados en las
    universidades, agencias de acreditación en las Comunidades
    Autónomas9, y la posibilidad de una Agencia de
    carácter nacional, vinculada con un sistema internacional
    de agencias homólogas, que cumpla los dos
    propósitos: evaluar y acreditar.

     

    El Plan Nacional de
    evaluación de la calidad universitaria

    Como ya se indicó, el 1ro. de diciembre de 1995
    se aprobó el Real Decreto 1947/1995, por el que se
    establece el Plan Nacional de Evaluación de la Calidad de
    las Universidades (PNECU), decreto publicado en el Boletín
    Oficial de España el 9 de diciembre del mismo año.
    En la norma se anotan como antecedentes del Plan, el Programa
    Experimental de Evaluación de la Calidad del Sistema
    Universitario, aprobado por el Consejo de Universidades en
    septiembre de 1992, y el Proyecto Piloto para la
    Evaluación de la Calidad de la Enseñanza Superior,
    patrocinado y desarrollado por la Unión Europea en los
    primeros años noventa. Asimismo, se indica que la
    iniciativa del PNECU surge del Consejo de Universidades y es
    ratificada tanto por el Ministro de Educación y Ciencia como
    por el Consejo de Ministros. Los objetivos asignados al Plan
    Nacional son:

    • Promover la evaluación institucional de la
      calidad de las universidades,
    • Elaborar metodologías homogéneas para
      la evaluación de la calidad integradas en la
      práctica vigente en la Unión Europea,
      y
    • Proporcionar información objetiva que pueda servir de
      base para la adopción de dicisiones de las distintas
      organizaciones
      en el ámbito de su respectiva competencia.

    Se prevé que el Plan dure cinco años, que
    se revise anualmente y que se ejecute a través de
    convocatorias anuales de proyectos de
    evaluación institucional en los que participen
    universidades públicas y privadas. El PNECU establece dos
    tipos de proyectos de evaluación, por los que las
    universidades pueden escoger: proyectos globales (para una o
    varias universidades) y proyectos temáticos, que se
    refieren a una titulación o a un conjunto de titulaciones
    del mismo campo científico. El Real Decreto estipula una
    metodología mixta para los proyectos de
    evaluación (autoevaluación y evaluación
    externa). El Consejo de Universidades diseñó la
    Guía de Evaluación común para los
    evaluadores internos y externos, y también se
    encargó de la distribución de los protocolos y
    tablas de datos para el
    PNECU.

    Para la coordinación del PNECU se anticipó
    la formación de una Comisión Ejecutiva y un
    Comité Técnico, cuyos miembros fueron
    posteriormente designados por Orden de 13 de marzo de 1996.
    Asimismo, se determinó que la Secretaría General
    del Consejo de Universidades fungiera como la instancia de
    coordinación e impulso a la gestión del Plan,
    así como la responsable de presentar al Pleno el informe
    anual previsto en el propio decreto.

    Posteriormente se estableció un tercer tipo de
    proyectos, adicional a los originalmente considerados en el
    decreto. Este tercer tipo subvenciona acciones para la
    creación de unidades técnicas
    de evaluación en las instituciones, la elaboración
    de metodologías de evaluación, y otras acciones
    específicas de mejora de la calidad. En 1996 se
    publicó la primera convocatoria de ayudas para la
    realización de actividades de evaluación
    institucional y en 1998, 1999 y 2000 se dieron a conocer el resto
    de las convocatorias correspondientes a la primera fase del
    PNECU.

    Además de la difusión del Informe Global
    1996-2000 del PNECU, está en curso el II Plan de la
    Calidad de las Universidades (RD 408/2001) y en fase de
    diseño la intersección de este proceso con las
    acciones que realizará la Agencia Nacional de
    Evaluación de la Calidad y Acreditación prevista en
    la LOU. Se estima que la Agencia iniciará fuciones con el
    curso 2002-2003, que opererá en red con otras Agencias
    europeas y que colaborará con las instituciones
    homólogas de América
    Latina10. De este modo, se reitera el doble propósito que
    inspira los programas de evaluación para la calidad:
    mejorar las funciones de enseñanza e investigación,
    y participar a través de ello en el proyecto comunitario
    europeo, ahora hecho extensivo a la región de
    América Latina y el Caribe.

     

    El Informe Global
    1996-2000

    El texto del Informe Global está organizado en
    ocho capítulos que contienen el estudio sobre la
    infraestructura institucional, sobre los planes de estudio, y
    acerca de las funciones de enseñanza, investigación
    y los servicios universitarios. Además, un capítulo
    introductorio, uno de reflexión final y seis anexos al
    texto. El enfoque del reporte enfatiza el discernimiento de
    problemas y
    rezagos en las instituciones aunque también reporta los
    principales aspectos positivos y logros de desempeño. El
    texto se enriquece con la presentación de tabulados y
    gráficas que facilitan la
    identificación de las principales distribuciones en cada
    uno de los temas objeto de estudio. Conviene aclarar que la
    unidad de estudio del Informe Global son las "titulaciones" (el
    conjunto de programas académicos de las instituciones), es
    decir no se comparan resultados entre instituciones sino, en todo
    caso, entre} áreas de conocimiento o ramas disciplinarias.
    El nivel de síntesis
    alcanzado en la presentación del Informe Global
    desaconseja un intento de resumen, en lugar de ello haremos
    mención de algunos resultados que, por comparación
    o contraste, pueden ser confrontados con las realidades
    universitarias que se viven en México y
    América Latina.

    Oferta y demanda de la
    enseñanza
    universitaria. En este capítulo se hace notar que, en
    las últimos años, el número de titulaciones
    ha aumentado pero no el número de plazas que se ofrecen,
    excepto en el área de ciencias de la
    salud. Ello se
    debe a la caída demográfica del grupo de edad
    correspondiente e implica un proceso de diversificación
    sin crecimiento; en consecuencia, un mayor grado de competencia
    entre instituciones para recibir estudiantes y una menor
    exigencia académica para el acceso a las universidades: en
    casi todas las titulaciones disminuye la nota de corte para el
    ingreso. A la vista de este fenómeno, en el 35% de las
    instituciones evaluadas se aprecia que la relación
    oferta-demanda
    es problemática. Por otra parte, en más del 40% de
    los casos se considera que la formación previa de los
    alumnos de nuevo ingreso es deficiente.

    Plan de estudios. Con un sentido autocrítico
    hasta cierto punto sorprendente, el 78% de las titulaciones
    evaluadas valoran negativamente el diseño de su plan de
    estudios. En las titulaciones de Ciclo Corto esta
    ponderación aumenta hasta 88%. Las principales causas de
    insatisfacción son la duración del programa (en
    general se aprecia como insuficiente) y el propio diseño
    del plan (en general se aprecia como obsoleto). Tres cuartas
    partes de las titulaciones consideran necesario revisar el plan
    de estudios y, principalmente, buscar una mejor adaptación
    al mercado laboral y
    al entorno próximo.

    Recursos. El capítulo correspondiente presenta
    indicadores sobre los recursos humanos,
    de infraestructura y económicos. Sobre el profesorado, el
    73% de las titulaciones evaluadas considera que la estructura de
    la plantilla docente es inadecuada. Además, en la
    mayoría de dichas titulaciones, se considera que es
    necesario mejorar los mecanismos de contratación y
    promoción. También sobre la formación del
    profesorado la mirada es crítica: se pondera como insuficiente el
    nivel de formación, aunque se valora en positivo el
    interés del profesorado por mejorar así como, en
    general, la
    motivación del profesorado en su actividad
    profesional. Con respecto a la infraestructura institucional, una
    proporción importante de las titulaciones encuestadas
    considera que es necesario mejorar las instalaciones y los
    equipos existentes; aproximadamente en la mitad de los casos se
    reconocen insuficiencias en materia de recursos para la docencia,
    instalaciones y servicios complementarios. Sobre los recursos
    económicos es generalizada, aunque poco precisa, la queja
    de escasez
    financiera; en las titulaciones de Enseñanzas
    Técnicas y Ciencias Experimentales hay una mayor
    insistencia en la necesidad de mejorar este aspecto.

    Desarrollo de la enseñanza. Este aspecto se
    evalúa con base en la percepción
    de las necesidades de apoyo educativo a los estudiantes, la
    relación entre profesores y alumnos, el grado de
    participación estudiantil en la vida institucional,
    la
    organización general, la atención tutorial, metodología
    docente, evaluación de los aprendizajes y relaciones
    externas. Sobre lo primero, es general la percepción de
    mejorar los servicios de información, orientación y
    ayuda académica a los estudiantes, tamién es
    significativa la proporción de las titulaciones (43%) en
    que se reconoce la existencia de una sobrecarga de trabajo
    estudiantil. La relación entre alumnos y profesores es
    valorada positivamente en la mayoría de los casos,
    sólo en un 8% de las titulaciones se considera necesario
    mejorar este aspecto. En cambio, en la mayoría de las
    titulaciones, se observa como escasa la participación
    estudiantil en la vida institucional y, en consecuencia, se
    propone mejorar el nivel de participación, potenciar la
    delegación de alumnos y establecer la figura del defensor
    de los estudiantes. Al respecto de la organización general de la función
    educativa universitaria, se destaca como el problema más
    importante la falta de coordinación entre departamentos y
    profesores. Aunque se reconoce la importancia de la
    evaluación docente, se aprecia como una práctica
    insuficiente por la carencia de mecanismos que lleven los
    resultados de las evaluaciones al terreno de la innovación. Sobre la atención
    tutorial, el 45% de las titulaciones reconoce que existe una
    escasa utilización de las tutorías y que no hay una
    cultura de
    atención tutelar del profesorado, también se
    propone mejorar, cuando existe, la función de la
    tutoría o establecerla en los casos en que no existe. La
    percepción sobre la metodología docente está
    muy dividida: en una tercera parte de los casos hay una
    valoración positiva, en otra tercer parte una
    ponderación negativa (que resalta el abuso de la clase
    magisterial) y en el resto una postura intermedia. Sobre la
    evaluación de los aprendizajes se reconoce la falta de
    innovaciones y un 21% de las titulaciones plantea la necesidad de
    mejorar los sistemas de evaluación existentes. Por
    último, acerca de las relaciones entre la universidad y su
    entorno, en la mayor parte de las titulaciones evaluadas se
    reconoce como un aspecto insuficientemente analizado, aunque la
    mitad de ellas indica que se mantienen buenas relaciones con
    organizaciones empresariales, así como con universidades
    españolas y extranjeras.

    Resultados de la enseñanza. Este tema, por cierto
    uno de los más controvertidos al darse a conocer los
    primeros datos del Informe Global, presenta algunos indicadores
    de desempeño. Por ejemplo, se estima que sólo el
    26% de los alumnos gradudos lo hace en los años previstos
    en el plan de estudios, que la tasa de abandono para el conjunto
    de las titulaciones es, también, de 26%, y que el 60% de
    los que abandona lo hace en el primer año de estudios. Por
    otra parte, el 39% de los informes de
    evaluación reconoce malos resultados en el rendimiento
    académico de los estudiantes.

    Perfiles por ramas. El Informe Global incluye en este
    capítulo un desglose de los aspectos analizados para el
    conjunto según su distribución por ramas de
    conocimiento (ciencias de la salud, ciencias experimentales,
    ciencias
    sociales y jurídicas, enseñanzas
    técnicas, y humanidades), dentro de cada rama se distingue
    la situación entre los dos ciclos (corto y largo). Los
    resultados dados a conocer en el capítulo muestran una
    realidad heterogénea, las diferencias de datos y
    apreciaciones entre las diferentes ramas de conocimiento son
    significativas, como también lo son las diferencias entre
    los ciclos dentro de cada rama, aunque tales diferencias son
    principalmente de grado (mayor o menor) con relación a los
    promedios del grupo total de titulaciones y, salvo
    excepción, no se contradicen las tendencias y pautas
    generales del conjunto.

    Investigación. En el Informe Global se reconoce
    que la función de investigación fue evaluada con
    menor intensidad y detalle que la función docente, no
    obstante los indicadores considerados son de gran interés.
    Para comenzar, la investigación es valorada positivamente
    en la mayoría de los casos; se reconoce que esta actividad
    se ha desarrollado en poco tiempo y con
    importantes niveles de productividad e
    impacto, que el intercambio académico en este terreno es
    intenso aunque puede todavía potenciarse. Por otra parte,
    se presentan algunas críticas, específicamente
    sobre la calidad de los recursos humanos para la
    investigación. Es interesante notar que justamente el
    área de Ciencias Experimentales, en donde está
    más desarrollada la actividad de investigación, es
    a la vez la más crítica del nivel de
    formación de los investigadores. Además, se
    considera en general insatisfactoria la relación entre la
    investigación y la docencia, principalmente por el exceso
    de carga docente para los académicos dedicados a la
    investigación, pero se subrayan los efectos positivos que
    tiene en la docencia contar con una planta de
    profesores-investigadores. Se considera necesario mejorar la
    difusión de las actividades de investigación y
    perfilar de mejor manera los objetivos particulares que cumple la
    investigación en la tarea universitaria y contar con
    planes de actuación a nivel departamental. En este
    sentido, se considera imprescindible la definición de
    líneas prioritarias que guíen la actividad
    investigadora de los departamentos, así como el
    establecimiento de directrices para la creación y
    estructuración de líneas y grupos que orienten y
    faciliten la incorporación de profesores a la
    función de investigación.

    Servicios. Este tema se refiere principalmente a las
    estructuras y
    procesos de gestión en las instituciones. En general se
    aprecia que la función se cumple satisfactoriamente,
    aunque hay todavía terreno para mejoras sustantivas,
    particularmente en lo que se refiere a las estructuras de
    coordinación interna y de vinculación con el
    entorno.

    El Informe Global se cierra con una reflexión
    final que apunta a las necesidades de mejora del ejercicio:
    metodológicas, de administración y coordinación, de
    capacitación de los grupos evaluadores y de
    control de
    tiempos. También se hace notar que el ejercicio de
    evaluación en sus fases sucesivas debe adecuarse a las
    nuevas directrices contenidas en la LOU así como a las
    prácticas de evaluación institucional sugeridas en
    el entorno comunitario europeo.

    Para finalizar esta reseña, conviene hacer notar
    que la primera etapa del PNECU se valora como exitosa, debido a
    que, en el transcurso de las cuatro convocatorias del programa,
    la mayor parte de las universidades y programas elegibles para la
    evaluación llevaron a cabo el ejercicio correspondiente.
    El carácter no obligatorio de la evaluación,
    así como su naturaleza ni condicionante ni vinculante para
    la obtención de recursos extraordinarios (excepto para
    llevar a cabo la propia evaluación), son factores que
    explican el éxito
    de la iniciativa. Hay también efectos positivos
    ex-post-facto; en la mayoría de las instituciones se
    reconoce de el ejercicio dual de evaluación (interna y
    externa) ha sido útil para reconocer avances y
    limitaciones y, sobre todo, para apreciar la ruta que falta por
    recorrer para acercarse a los propósitos de calidad
    postulados.

    Probablemente una de las mayores enseñanzas de
    este ejercicio radica en su valor como
    referente objetivo de la distancia que todavía existe
    entre la voluntad de cambiar y mejorar y la realidad que se vive
    en las instituciones y los programas. Disminuir esta distancia es
    sin duda el reto mayor de la universidad del siglo XXI. Por
    cierto no sólo en España.

     

    Notas


    1
    . El autor agradece a Nuria Garreta
    Torner, Consejera Técnica de la Vicesecretaría de
    Estudios del Consejo de Universidades de España. sus
    gentiles
    gestiones para obtener oportunamente la versión escrita
    del Informe Global.


    2
    . Véase un recuento pormenorizado
    de este proceso en el artículo de S. Didou,
    "Políticas de educación superior en la Comunidad
    Económica Europea y en la Unión Europea: Balance y
    perspectivas", en S. Didou, J.J. Ramírez,
    A. Mungaray, J.M. Ocegueda y R. Rodríguez,
    Integración económica y políticas de
    educación superior
    , México, ANUIES, 1998, pp.
    31-124.


    3
    . Para una visión general de este
    proceso, el lector puede consultar mi artículo "Un modelo
    universitario para el siglo XXI", en: Campus Milenio, 12
    de diciembre de 2002.


    4
    . Junto al proceso general de
    construcción del escenario latinoamericano y
    caribeño para su inserción en la iniciativa
    universitaria de la Unión Europea se ha incentivado la
    cooperación entre Europa y
    América Latina en materia de evaluación. Al
    respecto cabe citar las actividades del Seminario
    Internacional Evaluación de la Calidad y
    Acreditación de la Enseñanza Superior que se
    llevó a cabo en Madrid los primeros días de febrero
    de 2003. Véase al respecto: J. Mendoza, "Camino a una
    educación global", en Campus Milenio, (27 de
    febrero de 2003).


    5
    . Cf. I. Crespo Martínez,
    "La reforma universitaria en España: balance y
    perspectivas" en, El Príncipe, núm. 46
    (2002). URL:
    http://www.elprincipe.com/univer/actualidad/index47
    .


    6
    . Sobre la trayectoria de la reforma
    universitaria española desde los ochenta hasta el
    presente, recomiendo al lector la obra: de J. Ma. Luxán
    (Ed.), Política y Reforma Universitaria. Barcelona,
    Cedecs Editorial, 1998.


    7
    . Cf. J. V. Salcines y Ma. J.
    Freire, "La Universidad española ante los nuevos retos",
    en R. Rodríguez (coord.), Reformas en los sistemas
    nacionales de educación superior
    , Madrid, NetBiblo y
    Riseu, 2002, pp. 19-56.


    8
    . Sobre el Informe Bricall abundan las
    reseñas, análisis y comentarios. Una
    sistematización de los reportes de prensa se
    localiza en el sitio URL: http://www.ua.es/up/bricall/bricall/bricall2.html.
    En R. Rodríguez, "El debate internacional sobre la reforma
    de la educación superior. Perspectivas nacionales",
    Revista
    Española de Educación Comparada, núm. 7,
    2001, el lector encontrará una comparación entre
    los informes Bricall, Dearing (Reino Unido) y Attali
    (Francia).


    9
    . Entre las agencias regionales
    establecidas y operando cabe mencionar, a guisa de ejemplo, la
    Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari a
    Catalunya y la Unidad para la Calidad de las Universidades
    Andaluzas.


    10
    . Sin duda es un tema de interés
    comparar el planteamiento de esta Agencia con las fórmulas
    de acreditación que se siguen en los países
    latinoamericanos. Por ejemplo la Comisión Nacional de
    Evaluación y Acreditación (CONEAU) de Argentina,
    organismo dependiente del Ministerio de Educación, o con
    la recientemente instalada Consejo para la Acreditación de
    la Educación Superior (COPAES) de México que opera
    como una asociación civil con autoridad para
    autorizar agencias de acreditación profesional.

     

    Autor: Roberto Rodríguez Gómez*

    * Director de la Revista de la Educación
    Superior

     

     

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