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Perón Vs Perón – La construcción simbólica del adversario político en el discurso peronista: elecciones presidenciales 2003 (página 3)




Enviado por Mat�as Marini



Partes: 1, 2, 3, 4

2.3. Los resultados de la primera
vuelta

El camino hacia las elecciones presidenciales tuvo por
contexto un escenario político compuesto por las
siguientes variables, que
influyeron en la conducta
discursiva de los actores estudiados, obligándolos a
adaptar sus tácticas a la dinámica del campo de acción,
altamente configurado por los medios de
comunicación:

  • periódicas manifestaciones callejeras de
    grupos
    piqueteros en reclamo de ayuda económica estatal, el
    aumento de salarios
    equivalente a una canasta familiar, la duplicación del
    monto del subsidio a los desocupados a 300 pesos, la
    extensión del subsidio a jóvenes y adultos sin
    cobertura y la creación de puestos genuinos de trabajo;
  • la presencia mediática de la causa judicial
    que investigaba el posible complot para derrocar a Fernando de
    la Rúa, en donde se menciona la hipótesis de una conspiración
    urdida por Eduardo Duhalde;
  • suspensión de las elecciones
    catamarqueñas a gobernador por agitaciones violentas en
    la vía pública con la supuesta coordinación del senador justicialista
    Luis Barrionuevo;
  • inundación y emergencia sanitaria en la
    provincia de Santa Fe, gobernada por el justicialista de
    tendencia menemista, Carlos Reutemann, un ex posible candidato
    presidencial buscado tanto por Carlos Menem como por
    Eduardo Duhalde;
  • invasión de los Estados Unidos
    de Norteamérica en Irak;
  • estallido social en Bolivia
    contra las medidas de recorte salarial de un doce por ciento
    aplicadas por el ex presidente Gonzalo Sánchez de
    Lozada; este estallido reforzó el cuestionamiento a las
    exigencias económicas que el Fondo Monetario
    Internacional aplica sobre los países de América latina, tópico que
    influyó los discursos de
    campaña de Néstor Kirchner, Adolfo
    Rodríguez Saá y Elisa Carrió;
  • asunción del dirigente obrero socialista
    Inacio "Lula" Da Silva como presidente del Brasil;
  • el voto por la abstención del Gobierno
    argentino en la ONU en pos de
    sanciones a Cuba por la
    violación de los derechos
    humanos;
  • en abril muere Lourdes Di Natale, ex secretaria
    privada Emir Yoma, el ex cuñado de Carlos Menem e
    involucrado, al igual que el ex presidente, en la causa que
    investiga la venta ilegal
    de armamento a Croacia y Ecuador.
    Aparente suicidio, la
    prensa no
    descartaba la hipótesis del
    asesinato en manos del mismo grupo que
    produjo la voladura de Fabricaciones militares en Río
    Tercero para ocultar las evidencias
    del delito en la
    triangulación de armas.

"Será como la zamba: primera y adentro",
repetía Menem vaticinando su triunfo sin necesidad de
ballottage (13.02.2003). La primera instancia electoral
convocó al 80% del padrón electoral y
presentó en sus opciones tres candidatos justicialistas y
cuatro radicales (recordemos a Melchor Posse como vice de
Rodríguez Saá), fragmentados en nuevos pseudo
lemas, lo que oficializaba la desintegración del sistema
partidario argentino, en marcha desde diciembre de 2001. El lunes
28 de abril de 2003, día posterior a los comicios
presidenciales, el ministerio del Interior presentó los
datos que
dibujarían el mapa político del país al
menos hasta que se disputara la segunda vuelta entre Menem y
Kirchner. Menem-Romero conquistaron gran parte de las provincias
del centro y norte del país. El fracaso en la provincia de
Duhalde significó el alejamiento del ex duhaldista Alberto
Pierri de la campaña de Menem y el acercamiento del ex
comisario Luis Patti.

Por su parte, en las provincias del sur, Río
Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del
Fuego, y en el norte, Formosa y Jujuy, la mayoría fue para
el candidato oficialista. Kirchner ya había hecho suyo el
apoyo de ciertos gobernadores en un acto público en el
Hotel Panamericano de la Capital
Federal, el 27 de marzo.

Allí, el candidato se mostró ante los
medios junto a
Daniel Scioli y rodeado por los gobernadores Felipe Solá
(Buenos Aires), Eduardo Fellner (Jujuy), Carlos Rovira
(Misiones), Julio Miranda (Tucumán) y la primera dama,
Chiche Duhalde. Estuvo presente casi todo el Gabinete de Duhalde.
Entre ellos, José Pampuro, Aníbal Fernández,
Alfredo Atanasof y Graciela Giannettasio.

Pero Kirchner también obtuvo el triunfo en el
distrito electoral más importante del país, la
provincia de Buenos Aires,
territorio de Eduardo Duhalde. Sin los votos de la provincia de
Buenos Aires, Kirchner hubiese contado sólo con el caudal
de reducidos distritos electorales y no hubiese logrado equiparar
la elección. Las alianzas políticas
se tejen con los punteros del gran conurbano bonaerense y los
intendentes, un criterio territorial de la política que obliga a
una constante negociación de caudales electorales y
grupos de votantes con los caudillos de cada distrito. Para la
segunda vuelta, en el ámbito bonaerense, el Gobierno a
través del secretario general de la Presidencia,
José Pampuro, operó para aumentar el volumen de
votantes de Kirchner en la única región donde
éste retenía la base de su éxito
en las urnas. El 6 de mayo sumaron su apoyo a la fórmula
oficialista los intendentes de la primera sección
electoral Raúl Othacehé (Merlo), Enrique Salzman
(Marcos Paz), Jorge Varela (Campana) y Juan Delfino (Suipacha);
antes identificados con Rodríguez Saá. El apoyo de
gobernadores e intendentes a los distintos candidatos
justicialistas fue decisivo en esta contienda
electoral.

Sin embargo, el patrimonio
electoral de las provincias en donde ganó dicha
fórmula pertenecía a dirigentes políticos y
gobernadores que respondían al liderazgo de
Eduardo Duhalde, no a Kirchner. En las sucesivas elecciones
provinciales, Kirchner no logró imponer a ninguno de sus
propios candidatos a gobernador, salvo el caso de Carlos Rovira
que venció a Ramón
Puerta (apoyado por Duhalde) en la provincia de Misiones. Incluso
en 2005, el PJ perdió la gobernación de Santiago
del Estero (a pesar de su intervención federal) y las
legislativas de Catamarca.

Excepto por la Capital Federal, en donde triunfó
el candidato del Movimiento
Federal Recrear Ricardo López Murphy, en el resto del
país la mayoría se disputó entre las tres
manifestaciones electorales (lemas) del justicialismo:
Menem-Romero (trece provincias), Kirchner-Scioli (siete
provincias), Rodríguez Saá-Posse (las tres
provincias cuyanas). El peronismo se
repartía el caudal electoral de todo el país. Al
decir del gobernador pampeano Rubén Marín el mismo
27 de abril, "con tantos votos justicialistas, si hubiera un solo
candidato ya tendríamos un presidente
peronista".

Las elecciones arrojaron una mínima diferencia
porcentual entre Carlos Menem (24,4%), cuyo resultado fue
frustrante para sus colaboradores que vaticinaban una diferencia
mayor; y Néstor Kirchner (22%). Ya los encuestadores y
consultores de opinión hablaban de empate técnico
entre los postulantes. Los medios no dudaban en referirse a "un
triunfo para el Gobierno" con lo cual una vez más, al
menos desde 1997, el centro de las disputas por espacios de
poder
político se libraba entre el peronismo bonaerense liderado
por Duhalde y el sector que respondía a Carlos Menem, con
Romero como su principal operador en esta última
versión del menemismo.

El jefe de gabinete de Duhalde, Alfredo Atanasof, se
apresuró a introducir el tema de la gobernabilidad del
presidente que saliese victorioso en la segunda vuelta,
vinculando las posibilidades del futuro gobierno al consenso
parlamentario del duhaldismo. En declaraciones al diario La
Nación
el funcionario dijo que Duhalde
convocaría de inmediato a un "compromiso de gobernabilidad
que le permitiera al próximo presidente obtener en el
Congreso las leyes que
necesita para gobernar." Duhalde hacía pública la
desventaja que Menem tendría frente al Congreso en caso de
ganar la presidencia al tiempo que
advertía al menemismo la necesidad de sentarse a negociar
con el Gobierno para la segunda vuelta, antes que tejer alianzas
con los votos de López Murphy y Elisa Carrió
(tercer y cuarto puesto respectivamente).

Pero no sólo Menem era el destinatario de este
mensaje político. Kirchner recibía al mismo tiempo
una señal de cuán importante sería la
presencia legislativa de Duhalde en el Congreso y en la figura de
los gobernadores que se irían definiendo en las
próximas elecciones provinciales. "No acepten cargos o
ministerios a
lo loco. Cada uno debe quedarse en su lugar. Si tienen un lugar
en la lista de diputados resérvenselo", habría sido
el consejo de Duhalde a sus hombres en la campaña para la
segunda vuelta, cuando Kirchner definía su
gabinete.

Esta táctica duhaldista de un mismo discurso con
múltiples destinatarios fue iniciada por la primera dama y
reforzaría la advertencia discursiva de su marido cuando,
en entrevista con
Clarín, observó que

"El que venga va a ser un gobierno de
transición —porque, como le dije, el gobierno de
mi marido fue de emergencia—, y en la transición,
para poder conducir, hay que tener una enorme capacidad,
espaldas muy anchas, aguante, y una gran capacidad negociadora,
porque va a haber una Legislatura
muy compleja
" [El destacado es nuestro].

Más adelante, Duhalde reiteró su velado
mensaje a Kirchner, candidato oficialista que nunca logró
el apoyo integral de los dirigentes duhaldistas:

"Convocaré a los diputados y senadores
nacionales a un convenio democrático para que apoyen con
un acuerdo de gobernabilidad al próximo presidente,
porque no se puede gobernar con un Congreso en contra. […]
Será necesario un acuerdo de los diputados y senadores
para apoyar los programas que
han triunfado en la elección del domingo. Si hay
candidatos que tienen un programa y ese
programa es elegido por la gente, hay que apoyarlo para que se
pueda cumplir, sino no se puede gobernar. […] En realidad
el próximo presidente va a tener poco apoyo
parlamentario
porque sigue con el mismo Congreso y
recién a fin de año va a haber elecciones
legislativas que le podrían aportar una mayoría
parlamentaria [el destacado es nuestro]."

Lo mismo hizo en su programa semanal de Radio Nacional,
Conversando con el Presidente:

"El presidente que asume el 25 de mayo no
tendrá un parlamento con legisladores mayoritariamente.
[…] Al igual que en 1989, cuando asumimos la presidencia seis
meses antes, en ese momento que la Unión Cívica
radical detentaba la mayoría, se comprometió a
apoyar al presidente en los seis meses en lo que era su
programa de gobierno. Creo que debemos reeditar ese compromiso.
[…] Hemos comenzado los trámites con los legisladores,
el resultado lo conocerán ustedes pero, yo lo que les he
pedido es eso, que empiecen a conversar y que ese compromiso se
pueda formalizar" (26.04.2003).

El mismo día (veinticuatro horas antes de la
primera vuelta electoral), agregó una declaración
de la cual puede leerse un significado exactamente opuesto del
explícito. En entrevista con Clarín,
inteligente, Duhalde da a entender cuán importante
será su figura para garantizar el éxito o fracaso
de la próxima gestión:

"Mi futuro político no depende del resultado de
la elección. Mire, estoy convencido de que yo debo
apartarme de la escena, no importa quien gane. Mi
contribución será pasar a un segundo plano y que
no se hable de mí. Quiero ser tajante y aclarar que de
ninguna manera volveré a ocupar ningún cargo
ejecutivo."

La respuesta de Kirchner, si bien tarde, fue directa y
se hizo saber por televisión, en el programa Día
D
de Jorge Lanata, oportunidad en la cual aseguró
que

"me acerqué [a Duhalde] para tener
alguna posibilidad para enfrentar el modelo de la
década pasada. El día que me vea extorsionado por
una ley o algo por
el estilo, voy a decírselo a la gente, voy a tomar el
micrófono y voy a decir ‘me están haciendo
esto para sacar esa ley’ [;] jamás
aceptaría una responsabilidad para después estar
pagando facturas políticas de cuarto, quinto o primer
orden" (11.05.2003).

Si Duhalde pudiera conservar algún tipo de poder
institucional más allá del 25 de mayo de 2003
(día en que finalizaba su mandato) sería en el
foro legislativo y en la
lealtad de los gobernadores que respondían a su
estilo.

2.4. El adversario político, la
oposición

"Los argentinos, como usted
sabe,

nos caracterizamos por creer que
tenemos

siempre la verdad. A esta casa vienen
muchos argentinos

queriéndome vender una verdad
distinta como si fuese la única.

¿Y yo, qué quiere que
haga? ¡Les creo a todos!"

Juan Domingo Perón, en
entrevista con Tomás Eloy Martínez.

Madrid, 26 de marzo de 1970.

El adversario, el enemigo, es contrafigura necesaria
para la construcción de cualquier hegemonía,
para la justificación de cualquier avance en el terreno
del poder. Duhalde prefiguró a Menem como su rival y
viceversa. Una relación de antagonismos discursivos y
negociaciones "no visibles" que cumplió una década
de idas y venidas. Antes de montarse sobre el aparato del
peronismo bonaerense para disputar el electorado con Menem, a
fines de 2002 Néstor Kirchner reconoció
explícitamente ante la prensa que

"el peronismo tiene dos corporaciones que son cuasi
mafiosas y que se están peleando; son las corporaciones
duhaldista y la corporación menemista. Es una lucha sin
ideas, les interesa el poder por el poder de cualquier manera,
dejando de lado la responsabilidad de gobernar"
(2002).

En su historial de gobernador, Kirchner mantuvo varias
disputas con Menem, De la Rúa y Duhalde al mismo tiempo.
Con el último, se enfrentó en 2002 cuando el
Congreso trataba la reforma de la ley de subversión
económica, oportunidad en que Kirchner puso a
disposición del senador por Corrientes Lázaro
Chiappe el avión oficial de la provincia de Santa Cruz
para votar en contra del proyecto
impulsado por Duhalde ante la exigencia del FMI. En 2003,
durante otra desinteligencia, Kirchner se manifestó a
favor de la expulsión de Luis Barrionuevo (marido de la
ministro de Trabajo de Duhalde) de la Cámara alta luego de
los incidentes en las elecciones catamarqueñas.

  • "¿Qué pasaría si Kirchner se
    peleara con usted?", preguntó Luis Majul a Eduardo
    Duhalde en su programa televisivo.
  • "¡No, no! Eso es imposible, porque prefiero
    irme –reaccionó Duhalde. Es imposible, ya le
    hemos hecho demasiado daño al país"
    (14.09.2003).

2.4.1. Partido político y
gobernabilidad

"Yo nunca me ocupé de la
política,

siempre fui peronista"

No habrá más penas ni
olvido,

Osvaldo Soriano

"Parafraseando al general
Perón,

no se aflijan ustedes, los peronistas
somos como los gatos,

cuando nos peleamos es porque nos
estamos reproduciendo."

Carlos Menem

"Primero la patria, después el movimiento y por
último los hombres", reza una de las máximas del
peronismo. En su estilo de entender el poder desde el discurso,
Perón colocaba al movimiento por él conducido como
una realidad superior a los intereses sectoriales de los partidos
políticos y hasta consustanciado con los intereses de
toda la nación.
Movimiento y país confluían en sus
fronteras.

La concepción del peronismo como movimiento
hegemónico que mejor interpreta "los intereses de la
Argentina" es una discusión que tiene lugar
contemporáneamente en los cuadros del justicialismo. En el
programa La Cornisa de Luis Majul por América, tuvo
lugar un breve altercado entre el ex cavallista Alberto
Fernández (ex jefe de campaña de Kirchner y por
entonces su secretario de la Presidencia) y la legisladora
menemista riojana Alejandra Oviedo (quien junto a Adrián
Menem recorría los estudios de televisión defendiendo la gestión
presidencial de Menem –eran los operadores
visibles). Fernández, que hablaba en directo desde
su despacho en la Casa Rosada, le comentó a la legisladora
que él militaba en el peronismo desde muy joven y que con
el tiempo había aprendido a comprender que el peronismo no
era todo en Argentina, sino que existían otras fuerzas
políticas interlocutoras por las que también pasaba
la gobernabilidad del país.

En similar línea discursiva y en pleno
proselitismo para apoyar al candidato a gobernador por la
provincia de Misiones, Ramón Puerta (frente al otro
justicialista Carlos Rovira, apadrinado por Kirchner), Eduardo
Duhalde declaró que

"la nuestra es una democracia
de partidos […] Tiene que haber por lo menos dos fuerzas
equilibradas, que compitan por el poder. Por eso, yo vengo
haciendo la parte que nos corresponde a nosotros, a los
justicialistas. Ojalá que nuestros adversarios no
continúen dispersándose y estén dispuestos
a disputarnos el gobierno."

Duhalde minimizó en una misma enunciación
a los partidos opositores al definirlos como prácticamente
inexistentes, al tiempo que reivindicó el rol competente
del justicialismo para gobernar las cíclicas crisis del
país. Se presentó como el coordinador del peronismo
y proyectó un eje transversal entre la acción
política del peronismo y las opciones de gobernabilidad de
la Argentina. En la Convención Constituyente de 1949,
Perón como presidente del país dijo del peronismo
que:

"Es un movimiento nacional, eso ha sido la
concepción básica. No somos, repito, un partido
político, somos un movimiento, y como tal no
representamos intereses sectarios ni partidarios, representamos
sólo los intereses nacionales. Esa es nuestra
orientación" (Sebreli, 2002: 239).

El historiador Luis Alberto Romero (1994) explica que
"el Partido Justicialista apenas existía en el conjunto de
lo que se llamaba, un poco eufemísticamente, el
Movimiento, y Perón nunca lo consideró como otra
cosa que una fachada". En su más de medio siglo de
historia, todo
gobierno no peronista se ha visto estratégicamente
obligado a definir su posición y probabilidades de
gobernabilidad de acuerdo al lugar ocupado por el peronismo en el
mapa político del país. Desde la segunda mitad del
siglo XX, el concepto de
"gobernabilidad" remite a la posición de los actores
justicialistas en el campo político.

La historia reciente evidencia la dificultad de gobernar
sin el consenso del peronismo y cuán complejo resulta
establecer un plan de gobierno
sin su expresa voluntad. Desde su mito
fundacional el 17 de octubre de 1945, los sucesivos gobiernos
civiles y militares debieron decidir qué hacer con el
peronismo, ya desde las proscripciones políticas, ya desde
la negociación de espacios de poder.

2.4.2. El partido factótum

En las 23 provincias ganaron candidatos del
justicialismo y sólo en la Capital Federal se impuso un no
justicialista, Ricardo López Murphy. Oficialismo y
oposición al mismo tiempo, el peronismo, con sus dos
candidatos al ballottage, acaparaba discursivamente el espectro
ideológico desde un extremo al otro, la centroderecha en
Menem y la centroizquierda en Kirchner.

Este partido ha sabido adaptar sus experiencias de
gobierno a la coyuntura económica del país en los
diferentes contextos internacionales que repercutieron sobre la
Argentina. Estas diferencias en las gestiones económicas
de los sucesivos gobiernos justicialistas derivaron en la
difundida idea de que todo cuanto fuese privatista, redujese el
rol del Estado o
priorizase las relaciones con los Estados Unidos, era cualquier
cosa menos peronista. Al referirse a la gestión de Menem,
solía decirse: "Si Perón resucitase…". Hasta el
abrazo de Menem con el almirante Isaac Rojas (Líder
de la Revolución
Libertadora que derrocó a Perón en 1955) fue
definido como un vejamen al peronismo.

Sin embargo, detrás de cada ideología representada por los sectores del
peronismo subyacen análogas prácticas y estilos de
conducir la acción política. El politólogo y
columnista Natalio Botana resumió las constantes del
peronismo incluso más allá de sus propuestas
económicas o modelos de
país al considerar que "el peronismo es hoy el mediador en
la Argentina de la alternativa clásica entre la derecha y
la izquierda. Victoria pírrica -si se quiere- porque
detrás de esta aparente confrontación subyace una
política de poder semejante, devota de recursos
económicos encubiertos, aparatos y electorados
cautivos."

Dentro del mismo partido, los actores políticos
se reubican según quien logre aglutinar la mayoría
electoral o imponer una clara línea de liderazgo,
amén de las propuestas electorales o plataformas de
gobierno. "Nosotros somos peronistas y nunca nos fuimos del
partido. Ahora se inicia una nueva etapa y estamos convencidos de
que Kirchner representa la mejor opción hacia el futuro",
declaró el intendente de Merlo Raúl
Othacehé, luego de inclinarse por Kirchner en la segunda
vuelta electoral.

2.5. Construyendo el ballottage

En el intento de captar los votos de los candidatos
excluidos del ballottage, el jefe de campaña de Kirchner,
Alberto Fernández, se dirigió a todo el arco
político electoral marginando al sector menemista, con lo
que el lugar del riojano quedaba en las antípodas del nuevo país a
administrar:

"Se me ocurre pensar que si los votantes de Elisa
Carrió buscan, como nosotros, una justicia
independiente, y el fin de la impunidad en
este país, el 18 de mayo tienen una sola opción
[…] Si los que votaron a Ricardo López Murphy
están buscando un país con equilibrio
fiscal y un
Estado transparente sin corrupción, me parece que el 18 de mayo
también tiene una sola opción para votar […] Y
si los que votaron a Rodríguez Saá lo hicieron
buscando un país que ingrese al concierto de las
naciones con dignidad, un
país que reconstruya este orgullo de ser argentino, con
una industria
nacional pujante y que genere empleo para
los argentinos, el 18 de mayo tienen una sola
oportunidad."

El sostén de la hegemonía política
de Duhalde, desde hace al menos un lustro, ha presentado como
elemento opositor la figura de Carlos Menem, quien en 1995
impidió la candidatura del bonaerense para acceder a su
reelección luego del Pacto de Olivos con el radicalismo,
que hizo disminuir el protagonismo del partido de Alem como
tradicional opositor. En 1999 Menem operó en contra de la
candidatura presidencial de Duhalde luego de que éste
amenazara con un plebiscito en la provincia para frenar un tercer
período del riojano. Ni la Alianza ni Fernando de la
Rúa fueron nunca un gran problema para estos dos
peronistas. La interna del partido justicialista involucra a todo
el país y en ella se definen incluso las posibilidades de
gobernabilidad para la
administración vigente y la que
vendrá.

Como testigo superador de la bipolaridad dentro del
peronismo (Menem-Duhalde) supo posicionarse Néstor
Kirchner quien, a pesar de su oratoria
electoral contra Carlos Menem, conocía cuán
inconveniente podía significar permanecer sujeto a los
límites
del PJ bonaerense si su objetivo
implicaba la construcción de espacios autónomos de
poder. A fines de 2002 Kirchner recorría el país
diciendo que toda su vida se había preparado en el estudio
de la economía para evitar que un ministro le
dijese lo que tenía que hacer. Con las transmisiones de
Crónica TV como marco, en cada una de sus alocuciones los
periodistas del canal noticioso emitían extensas series de
entrevistas al
auditorio que observaba en Kirchner el hombre que
falta para gobernar el país. Luego de haber declarado,
como ya se dijo, que en el peronismo convivían "dos
tendencias cuasi mafiosas" (el duhaldismo y el menemismo); la
noche del 27 de abril Kirchner agradecía
públicamente al peronismo de Buenos Aires por su apoyo en
la campaña.

La primera vuelta electoral arrojó un ganador:
Eduardo Duhalde, quien reafirmó su liderazgo ante el
peronismo bonaerense y comenzó a allanar el camino para un
futuro proceso de
hegemonía política en el partido. Por su parte, el
estrecho triunfo numérico de Menem se leyó
exactamente al revés: de los dos candidatos, el riojano
sería el más escrutado, analizado y cuestionado en
el tramo que restaba hasta la segunda vuelta.

Los medios
electrónicos empezaron por hurgar en el "entorno
menemista", exhibido en la recepción del Hotel Presidente
la noche del domingo 27. Estuvieron Alberto Kohan (jefe de
campaña de Menem y ex secretario general de la
Presidencia), Matilde Menéndez (ex PAMI), Liz Fassi
Lavalle (esposa del ex secretario de Turismo Omar Fassi Lavalle),
Alberto Pierri (ex duhaldista), Armando Gostanián (ex Casa
de la Moneda), Claudia Bello (ex interventora en Corrientes y
secretaria de la Función
Pública); todos obligaron al candidato a plantear
mediáticamente la renovación de sus colaboradores
como tema de agenda para mejorar sus chances electorales en el
ballottage. Luego del magro resultado de la primera vuelta y el
rechazo a las imágenes
del pasado menemista agitadas aquella noche, Kohan y Bauzá
renunciaron al comando de la campaña para que Juan Carlos
Romero asumiera la plena conducción del camino hacia la
segunda vuelta, con sugerencias del consultor ecuatoriano Jaime
Durán Barba. Pero en su discurso Menem subrayaba que "lo
que no cambia es el jefe. Y este jefe va conducir los destinos de
la patria."

Antes de cumplida la primera vuelta, en entrevista con
Mariano Grondona y su equipo de Hora Clave, Elisa
Carrió señaló que la sociedad no
soportaría una vez más lo que llamó
gráficamente "las postales del
menemismo", aquellas fotos del poder
con los mismos rostros de un pasado cuyo "reflujo" (como gustaba
decir la candidata) no sería compatible con la
pacificación de un cuerpo social agitado y en proceso de
descomposición.

La política, en su construcción de
percepciones, puede romper amarras con la realidad. Los símbolos del menemismo como cultura
política específica resultaron contraproducentes
para la campaña.

2.5.1. La carta
económica: Roberto Lavagna

En las elecciones de 1997, 1999 y 2001 la ciudadanía propuso en las urnas una nueva
gestión política de la economía que atenuase
los efectos del neoliberalismo
y lo suplantase por un modelo más equitativo. En este
sentido, Duhalde comenzó su gestión hablando de una
alianza con el sector productivo del país y no el
financiero. "Estamos avanzando sobre una nueva política
económica, esto es lo que hay que destacar.
Planteé una nueva alianza con los sectores del trabajo y
de la producción y desplazar a la otra alianza
con el sector financiero" (10.05.2003, en Conversando con el
Presidente
), reiteró Duhalde a pocos días del
ballottage, luego de casi un año y medio de gobierno.
Alberto Fernández aprovechó el discurso
presidencial no sólo para armar el eje del discurso
electoral de Kirchner sino para calificar a su adversario: "Menem
es claramente el candidato de los bancos"
(28.04.2003).

Bajo este criterio que intentaba desplazar los
términos neoliberales del discurso político
("ajuste", "recorte", "reducción del déficit",
"flexibilización") algunos de los candidatos estudiados
por Duhalde antes de la designación de Kirchner no eran
del todo congruentes con el nuevo escenario económico al
que aspiraba el Gobierno. La continua búsqueda de ese
cambio
expresado en tres elecciones consecutivas fue resumido y
capitalizado por Kirchner la noche del 27 de abril, luego de
publicados los primeros resultados de los comicios. "Espero que
podamos lograr el cambio que los argentinos votaron en el
‘99 y con el que lamentablemente fueron defraudados",
dijo.

Carlos Reutemann, gobernador de Santa Fe y erigido en
favorito por algunos medios y por el FMI, supo quizá que
su estilo neoliberal no tendría consenso social en el
nuevo contexto político que surgió luego de la
crisis de diciembre de 2001. El promocionado "no" de Reutemann
tuvo conciencia de
esta desventaja con que corría su posible candidatura, lo
que podía ser el fin para su reciente carrera
política.

Cada vez que Duhalde se refería a la "alianza con
el sector productivo" (lo hizo desde la primera semana de
gobierno, en enero de 2002) exponía a través del
discurso su acuerdo con una de las corporaciones del país,
la Unión Industrial Argentina (UIA), que colocó a
Ignacio de Mendiguren en el ministerio de la Producción
desde donde operó para la devaluación de la divisa local, propuesta
que ya le había elevado al ex presidente Fernando de la
Rúa y que Patricia Bullrich (ex ministro de Trabajo)
denunciara como "una conspiración" contra el gobierno de
la Alianza. El proyecto se vio consumado de la mano de Duhalde.
Expectante, la UIA constituyó uno de los actores
socioeconómicos más importantes del escenario
electoral que enfrentaba a Duhalde-Kirchner con Menem.

El Gobierno de Duhalde sentó las bases para el
recorrido discursivo de su candidato Néstor Kirchner,
poniendo a su favor algunas de las ventajas logradas en el
terreno de la gestión política y económica.
La figura del ministro de Economía, Roberto Lavagna, fue
puesta a disposición de la campaña de Kirchner,
incluso hasta se especuló con la posible
designación del economista como candidato a
vicepresidente.

Por la noche del domingo 27 de abril, cuando los
resultados de la primera vuelta eran aún una amalgama
entre prudentes bocas de urna y datos oficiales de los primeros
escrutinios, Duhalde y Kirchner jugaron públicamente la
ficha de Lavagna: en la euforia del búnker, el ministro de
Economía se subió al atrio capitalino de Daniel
Scioli para pronunciar algunas palabras de satisfacción y
mostrarse distendido. Si bien el perfil político de
Lavagna no fue exacerbado en la comunicación política de Kirchner,
su figura resumía la continuidad que el
santacruceño garantizaría en materia de
estabilización de los índices de una
economía aparentemente ingobernable hasta hace pocos
meses. En aquella intervención pública, el ministro
dio por terminada la crisis económica aunque no el proceso
de recuperación política:

"Esta era la etapa [la del sufragio] que
faltaba para salir de la crisis política profunda que
hubo en el país. Los argentinos fuimos capaces de
encontrar los mecanismos que estaban en la Constitución para llegar a este punto.
Debo acá resaltar el compromiso del presidente Duhalde,
que prometió elecciones y permitió llegar a esta
etapa del perfeccionamiento del orden institucional argentino.
[…] Los argentinos salimos de la crisis económica
solos, estamos terminando de salir de la complejidad
política que se ha creado a raíz del colapso de
administraciones anteriores."

Hasta que entre sus colaboradores incluyó la
figura de Lavagna, la campaña de Néstor Kirchner,
como casi todas las anteriores desde la recuperación de la
democracia argentina, fue vaga e imprecisa en definiciones
económicas. Lavagna le permitió al
santacruceño definir un posible rumbo económico
para un eventual gobierno signado por la renegociación de
los contratos de
empresas
privatizadas, la reestructuración de las tarifas de
servicios
públicos, la negociación de la deuda externa con
los tenedores de bonos en
default y el fortalecimiento del eje Argentina-Brasil. Si
bien Kirchner ya sabía con certeza en marzo de 2003 que
Lavagna sería su ministro de Economía, no quiso
arriesgar públicamente su nominación para evitar
que sectores del menemismo salieran a combatir al economista,
desgastando de antemano el principal soporte político del
santacruceño. "Quizás es uno de los mejores
ministros de Economía que ha dado el país", dijo
Kirchner sobre Lavagna en el programa televisivo A Dos
Voces
. "Lavagna es el primer ministro de Economía que
en mucho tiempo no es gerente de los
sectores financieros", completó más tarde en el
programa de Jorge Lanata.

Lavagna se presentaba como el arquitecto que
logró la reconciliación con el Fondo Monetario
Internacional. Fue el protagonista de extensas discusiones que
serían cruciales durante el bienio 2003-2004, cuando el
supuesto gobierno de Kirchner debería enfrentar profundas
negociaciones con el FMI. Lavagna estuvo vinculado a la
política por medio de la economía. Fue secretario
de Industria durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y
tuvo una participación capital en la primera
articulación del Mercosur.
También estuvo en Europa (Bruselas)
a través de organismos internacionales y tareas
diplomáticas.

En el nuevo período presidencial, las más
importantes definiciones en materia de política nacional
se decidirían en función de la política
exterior del país. Roberto Lavagna era la continuidad para
este nuevo contexto económico inaugurado en enero de 2002
y en leve proceso de crecimiento a pesar de la cesación de
pagos. La figura del economista era compatible con el
desafío político del Mercosur, ya que fue uno de
los gestores del proyecto regionalista desde los tiempos de
Alfonsín-Sarney. Incluso ostentaba una importante
experiencia como representante argentino ante la Unión
Europea, el modelo de integración
político-económico más exitoso de la
historia contemporánea.

Crítico del neoliberalismo dominante en la
década menemista, aun a partir de su labor intelectual,
este ministro podía reflejar en parte las expectativas de
la ciudadanía por salir del anterior modelo
económico y encontrar un rumbo alternativo que
revalorizara la acción del Estado; un reclamo que pugnaba
por imponerse ya en los últimos años de la
gestión Menem y que la Alianza sólo canalizó
como un reclamo de tipo ético, pero sin cambios
drásticos en la gestión de la
economía.

Sobre la polarización de las elecciones en dos
modelos de gestión, Kirchner aseguró que "la gente
va a tener que elegir entre el modelo de la especulación,
que representa Menem, y el nuestro, el de la
producción".

En su cierre de campaña, Kirchner avanzó
sobre esta estrategia
maniquea en su discurso económico:

"Todo el pueblo argentino sufrió la
década del ’90, ese proyecto que nació en
1976. El 27 de abril el pueblo tiene que optar por dos modelos
diferentes: el modelo de la concentración
económica, el modelo de los sectores financieros, el
modelo que trajo el hambre y la falta de trabajo a nuestro
pueblo, el modelo que arrasó con la clase
trabajadora argentina y que quebró a nuestra clase
media; y el otro modelo […] el de la producción y
el trabajo,
el de la inclusión social, el modelo que devuelve a los
hijos de los trabajadores a la universidad,
el modelo que le vuelve a dar movilidad ascendente a la clase
media argentina para ser junto a la clase trabajadora la polea
transformadora de la Argentina que viene. En síntesis, el modelo de la patria."
(24.04.2003)

"El eventual retiro de la fórmula por parte del
ex presidente del proceso de ballottage es absolutamente
funcional a los intereses de grupos y sectores del poder
económico que se beneficiaron con privilegios
inadmisibles durante la década pasada al amparo de un
modelo de especulación financiera y subordinación
política. A esos mismos intereses que cooptaron el Estado y
compraron la política." (14.05.2003)

"¿Qué es lo que quieren los grupos
concentrados de la economía? No quieren un presidente,
compañeros y compañeras, quieren un gerente,
conmigo ¡de acá! Voy a ser presidente del pueblo"
(21.04.2003).

[En el programa "Almorzando con Mirtha
Legrand"
]: "Yo lo que digo, y ellos saben si me
están mirando a la cámara, que yo conozco al
grupito que han [sic] operado en las provincias, que se han
movido, que han hecho operaciones que
no corresponden. Yo se los estoy diciendo por acá porque
ellos saben quienes son, ¡y yo los conozco eh!"
(15.05.2003).

[En el programa Día D, entrevistado por el
periodista Maximiliano Montenegro
]: – Presidente, a ver
dígame si tengo buena información o no. Cuando usted habla de
un grupito que se quedó con privatizaciones de los bancos provinciales,
¿se estaba refiriendo al presidente de ADEBA y
presidente del grupo Macro-Bansud, Jorge Brito, que se
quedó con los bancos de Salta, Jujuy y de Misiones y
apoyó la candidatura de Menem y del vicepresidente
Romero? Dígame si tengo buena información o no al
respecto.

– Bueno eh… por ahí usted tiene buena
información, yo no se la voy a desmentir.

Roberto Lavagna llegó incluso a disertar en la
Fundación Mediterránea cuyo Instituto de Estudios
Económicos tuvo por director y fundador al ex ministro
Cavallo. La incursión del economista en terreno cavallista
y think tank de un estilo de política
económica fue una señal que advertía sobre
el cambio de rumbo en el rol de la gestión del Estado y en
la visión de la economía. Frente a un auditorio de
grandes empresarios nacionales con importante
participación comercial en los años precedentes,
Lavagna calificó a los ochenta como la "década
perdida" y a los noventa como la "década desperdiciada", y
no dudó en hablar de la puesta en marcha de un "capitalismo
serio, no prebendario ni dependiente del endeudamiento
público", características que perjudicaron al
modelo de la Convertibilidad.

En tono con su figura de previsibilidad en materia
económica, a pocos días de la primera vuelta,
Lavagna sostuvo que el fin de su gestión sería "un
excelente punto de partida para quien le toque llevar adelante la
administración del país. Esta es una
transición tremendamente normal desde el punto de vista
económico" y que el próximo gobierno "va tener
margen. No va tener que salir a apagar ningún incendio. Va
a contar con una inflación estable, una economía
creciendo a un 4,5 por ciento, y con el empleo
recuperándose." El positivo aporte que significaba para
Kirchner la incorporación de Lavagna a su campaña
se tradujo comunicativamente en un spot televisivo
dirigido por José Albistur y que se difundió por
primera vez el 20 de abril:

LAVAGNA, PREVISIBILIDAD
ECONÓMICA

ESCENA ÚNICA. INTERIOR DÍA.
OFICINA DEL MINISTERIO DE
ECONOMÍA.

IMAGEN

 

  • Grupo de empleados trabajando en oficina
    pública (Ministerio de
    Economía).

 

 

  • Imagen de Lavagna trabajando.

SONIDO

Voz de locutor

"Roberto Lavagna, un hombre
de gobierno; logró estabilizar, normalizar e
iniciar la recuperación de la economía,
dejando atrás la más severa crisis de la
historia
argentina"

Voz en off de Lavagna

"Nuestro país necesita combinar
continuidad para afianzar la estabilidad que logramos con
el avance hacia nuevos horizontes de producción y
trabajo. Por eso, ahora no sólo voto a
Néstor Kirchner, sino que estaré con
él"

Por su parte, en el plano económico Carlos Menem
concentraba en su personalidad
los rumbos económicos de su posible tercera gestión
presidencial, a la luz de la
década precedente frente al Ejecutivo. Explotando
electoralmente esta potencialidad del candidato y ratificando el
ya extinto Plan de Convertibilidad como maquinaria electoral, se
colocaron en la vía pública de la ciudad de Buenos
Aires una seria de carteles sin firma, ideados por el publicista
Jorge Vázquez, con las siguientes leyendas:

"¿Con quién vivíamos
mejor?"

"¿Con quién viajabas al
exterior?"

"¿Con quién podías
pagar en cuotas?"

"¿Con quién habría
más chances de que vuelva la estabilidad?"

"¿Con quién podías
disponer de tu dinero?"

"¿Con quién pudimos viajar
y conocer?"

"¿Con quién los capitales
venían a invertir?"

"¿Con quién podías
tener un proyecto?"

"¿Con quién salimos de la
hiper?"

"¿Con quién ni
sabías que existía el riesgo
país?"

"¿Con quién
estábamos en el primer mundo?"

"¿Con quién mejoraron los
servicios?"

"¿Con quién había
mayor seguridad?"

"¿Con quién se acabaron los
cortes de luz?"

"¿Con quién teníamos
acceso al crédito?"

"¿Con quién
tendríamos un rumbo claro en política
internacional?"

"¿Con quién
saldríamos más rápido de este
caos?"

"¿Con quién
podríamos esperar soluciones
innovadoras?"

"¿Con quién no
habría vacilaciones en el tema seguridad?"

"¿Con quién
tendríamos un gobierno firme?"

"Vos sabés" [esta era la
respuesta a todos los interrogantes arriba
expuestos
]

Sin embargo, su debilidad discursiva seguía
siendo el antiguo reclamo ético e institucional que desde
el discurso electoral contemporáneo se esforzaba por
adjudicarse López Murphy y que en 1997 supo capitalizar la
Alianza UCR-Frepaso ("¿Usted mandaría a su hijo a
la escuela si el
profesor fuera
Menem?", preguntaba López Murhpy mirando directamente a
cámara en un primer plano, durante un spot
televisivo de campaña).

La corrupción menemista socavó la
confianza de los empresarios debido al aumento de costos que
implicaba para el modelo económico. De cara a las
elecciones, la gestión presidencial de Menem era a la vez
su mejor argumento y su peor condena; de ahí que los votos
de la primera vuelta fueran presentados por la prensa y por el
duhaldismo como el techo del ex presidente.

Sin embargo, el diario La Nación, que
apostó públicamente a la candidatura de
López Murphy, escribió que el caudal de votos del
ex radical era "suficiente para servir de anotación
numérica del acta de fundación oficial de la
segunda fuerza
política del país", y que gran parte de ese caudal
"irá el 18 de mayo con las huestes del doctor Menem. Lo
proponga o no el jefe de esta nueva fuerza." Canal 9 fue otro
medio que buscó posicionar a López Murphy como el
político que lideraría la oposición frente a
un escenario nacional de poder dominado por el justicialismo en
sus distintas expresiones.

En definitiva, la composición del gabinete
económico fue una ficha que Kirchner supo jugar antes que
Carlos Menem, quien luego de la primera vuelta exhibió
rostros y personalidades cambiantes que pudieran dar impulso a su
figura vinculada con un entorno que se presentaba como superior
al mismo candidato y hasta tutor de sus acciones y
discursos.

2.6. El guión de Menem

Los días previos a la primera contienda electoral
el discurso del ex presidente tuvo referencias partidarias,
personalistas y una constante arenga hacia la figura de Duhalde.
La confrontación con el Gobierno interino era permanente
en su verba y el rol de víctima, perseguido
político y hasta proscrito, un lugar común. Estos
rasgos aumentaron la resistencia del
electorado liberal hacia su figura fortaleciendo la imagen
conciliadora e institucional de López Murphy. El relevo de
opiniones entre gerentes bancarios y operadores de bolsa
registró una oscilación entre el ex presidente y el
ex ministro de Economía de De la Rúa. El arco
electoral de ambos candidatos era concomitante. Menem
llegó a declarar que: "En definitiva, si vamos a ser
coherentes con las propuestas, hay una coincidencia en casi todos
los puntos entre lo que proponía el doctor López
Murphy y lo que pretendemos nosotros. Somos de un capitalismo
progresista, como el que proponía Perón." Pocos
días antes, Kirchner definía su propuesta de
gobierno como un modelo progresista y racional.

En su intento por aglutinar al electorado de
centroderecha y acudiendo a un discurso que en esta segunda
campaña hizo hincapié en política
internacional, gestión económica y seguridad, Menem
estableció en su campaña la comparación
entre el modelo propuesto por Kirchner y la Cuba de Fidel Castro.
"Los argentinos deben decidir si quieren ser España o
Cuba", era una de las frases de Menem, evocando el voto de
abstención del gobierno de Duhalde al momento de sancionar
la política de la isla ante la Comisión de Derechos Humanos de la
Organización de las Naciones Unidas.
"Duhalde prefiere que los argentinos vivan en un país como
Cuba y no en un país como España, y bueno, son las
opciones que tendrán los argentinos, Menem o Duhalde",
declaró el diputado justicialista Adrián Menem,
vocero mediático del ex presidente (08.05.2003). Desde el
Gobierno salieron al cruce y declararon que el voto de
abstención en el caso cubano respondió a una
estrategia común en pos de la unidad política de
América
latina, más allá de los acuerdos
económicos. Duhalde respondió a la táctica
adversaria: "Yo siempre tengo presente por ejemplo a
España; el turismo fue el que dio el puntapié
inicial para entrar en un proceso de crecimiento que luego lo
vimos realmente poderoso. Y este año el nuestro fue el
país que más creció turísticamente en
el mundo" (19.04.2003, en Conversando con el
Presidente
).

En el programa Hora Clave Menem hizo referencia
al supuesto pasado montonero del santacruceño, con lo que
retomó un elemento que no le fuera favorable en la primera
vuelta: la peronización de su discurso al revivir los
viejos antagonismos del movimiento.

Más tarde, a pocos días del ballottage,
ante las cámaras de Almorzando con Mirtha Legrand,
Menem tuvo que apelar a los argentinos para que dejaran de lado
sus odios y resentimientos porque el "antimenemismo" era
perjudicial para el país.

Desde un discurso al principio provocador y maniqueo,
ahora Menem apostaba a la conciliación como eje de su
propuesta. En su spot televisivo aparecido el 4 de mayo,
Menem proponía "una amnistía de rencores" y
pedía a los argentinos "que reflexionen, el antimenemismo
no puede ser más importante que la Argentina".
Agregó que "algo bueno debo haber hecho" y reafirmó
que "ustedes (los espectadores) saben lo que hice bien y yo
sé lo que voy a hacer mejor". Como señaló el
pampeano Rubén Marín terminada la primera vuelta:
"el ballottage no será un enfrentamiento entre dos
proyectos sino
un plebiscito por Menem sí, o Menem no" (Marín
había sido tentado para presentarse ante la prensa como
futuro ministro del Interior de una eventual tercera
presidencia). En su mensaje de renuncia al ballottage
aseguró que "este intento de resucitar la política
de las falsas antinomias que en el pasado provocó
estallidos de violencia que
tanto dolor y sangre costaron a
la República, conspira contra la paz social y la necesaria
concordia entre los argentinos."

Progresivamente, el comando de campaña
observó que la diferencia numérica que separaba a
Menem de Kirchner tenía que ver con los valores
negativos asociados al primero antes que con esperanza depositada
en el segundo. El riojano intensificó las referencias
hacia su persona y
arriesgó que desde 1999, cuando dejó la
Presidencia, dos alianzas se conformaron para combatirlo:
primero, la encabezada por Fernando de la Rúa y Carlos
Álvarez; y luego, el acuerdo entre Duhalde, Kirchner, los
piqueteros, sectores del radicalismo y Elisa Carrió. Sin
decirlo, Menem parafraseaba a Perón, quien sostuvo desde
su exilio en España que "los que nos han seguido han sido
tan malos que nos han hecho óptimos con el paso del
tiempo."

El 26 de febrero, en una columna de su autoría
publicada en el diario Clarín, Menem
escribió: "Hay que retomar el rumbo perdido a fines de
1999
, estableciendo nuevo punto de partida para el
crecimiento, la estabilidad y la inserción internacional
del país, encarando desde el primer minuto las crisis
más acuciantes, las que evidencian las estadísticas de pobreza,
indigencia, hambre e inseguridad"
[el destacado es nuestro].

El 27 de abril, una vez conocida su ajustada victoria en
primera vuelta, desde su búnker de campaña Menem
reiteró que

"El pueblo argentino, como no masca vidrio, supo
elegir a quienes van a sacar a Argentina de este verdadero
desastre en que la han colocado los gobiernos que se sucedieron
desde el 10 de diciembre de 1999 en adelante, y especialmente
este período que encabezó el presidente interino
y que llevó a una pobreza record en nuestro
país."

La contrapartida comunicativa de esta idea quedó
plasmada en un ingenioso spot televisivo (el primero de la
saga Menem) creado por Carlos Souto, en que gracias a un efecto
especial (la función de "retroceso") se podía ver a
Menem recuperando la banda presidencial que había colocado
sobre su sucesor en 1999, Fernando de la Rúa.

El segundo de esta serie de spots televisivos que
empezaron a difundirse el lunes 5 de mayo, mostraba a Menem con
traje caminar en un gran parque que se atribuyó a una
propiedad del
empresario y
periodista Daniel Hadad. Aquel corto publicitario permitía
oír en off la voz del candidato, como si de un
soliloquio del candidato se tratase, diciendo que
reconocía sus errores pero que su tercera presidencia
sería "la histórica". Menem no lograba rehuir de su
pasado. El guión literario del spot contrastaba con
la imagen de un político de andar cansino, hombros
abatidos y expresión agotada, que hasta se desplazaba con
dificultad cuesta arriba. Ese Menem parecía la sombra del
que fuera en los noventa y no el nuevo hombre que estaría
a la altura de una "presidencia histórica", como rezaba el
spot en su cierre.

 

TERCERA PRESIDENCIA. LA
HISTÓRICA

ESCENA ÚNICA. EXTERIOR DÍA. PARQUE
CON ÁRBOLES.

IMAGEN

 

 

  • Carlos Menem, de traje, caminando solitario
    por una pradera con árboles [Plano
    americano]
  • Menem subiendo una cuesta [Plano
    medio]
  • Menem luego de travelling en su
    derredor [Primer plano]

Cartón con la leyenda

"Menem, la tercera presidencia. La
histórica"

SONIDO

Voz de Menem

Yo sé que hay gente enojada conmigo,
porque sienten que no les di todo lo que les podía
dar. Y tienen razón. Pero ya también estuve
enojado. Dios me enfrentó al dolor, yo me
enfrenté a la adversidad. Estuve de rodillas,
estoy de pie [sonido
de multitud]. Ahora ¡vamos!

 

Voz de locutor

Menem, la tercera presidencia, la
histórica.

Este spot, que arrojaba la imagen de un Menem
avejentado, agobiado y vencido, apeló a un elemento
controvertido que el ex presidente ya había utilizado en
su campaña de 1995. La frase "Dios me enfrentó al
dolor" aludía sin demasiados equívocos a la muerte de
su hijo, Carlos Menem Yoma. A pocos meses de la tragedia, en un
spot para su reelección, el ex presidente dijo
mirando a cámara, en un plano medio: "¿Qué
homenaje le puede rendir este padre a su hijo? [Aquí el
candidato hizo un prolongado silencio, generando un brillo
lagrimoso en sus ojos
]. Trabajar, no desfallecer",
respondió. Este recurso, junto con el de la
victimización consentida del candidato en sus discursos,
pudo haber generado un efecto de rechazo por parte del
electorado.

La acotada victoria electoral de Menem sobre el
santacruceño hizo que el riojano preparara una
batería de acciones en orden a repuntar en los sondeos y
revertir la imagen negativa ligada al pasado que lo
caracterizaría en la segunda vuelta: editó nuevos
spots publicitarios, presentó a los medios casi la
totalidad de su gabinete (cuando a Kirchner sólo le
bastaba con la figura de Lavagna), desafió a un debate ante
las cámaras y aceptó el pedido de Rodríguez
Saá de ir a verlo personalmente a San Luis para pedirle
los votos y pactar un apoyo electoral.

Otra oportunidad en que Menem quiso liderar el proceso
de comunicación política electoral
sucedió el miércoles 2 de mayo, cuando el citado
programa Kaos en la ciudad (Canal 13) puso en el aire una investigación con cámaras ocultas en
donde era posible ver cómo varias funerarias de La Matanza
vendían a los punteros políticos del distrito DNI
de personas fallecidas, habilitadas aún para votar
según el padrón. La investigación a cargo de
la periodista María Julia Oliván se realizó
una semana antes del ballottage.

La práctica ilegal que fue puesta al descubierto
tuvo por escenario uno de los distritos electorales más
importantes y estratégicos de la provincia de Buenos Aires
e incluso mayor a varias provincias del país. Allí,
la fórmula impulsada por Duhalde obtuvo cinco puntos de
diferencia por encima de la candidatura Menem-Romero. Por
entonces, La Matanza tenía como intendente al
justicialista Alberto Balestrini, un duhaldista e importante
actor del peronismo bonaerense que trabajó por garantizar
el triunfo de la dupla Kirchner-Scioli en su zona. Balestrini fue
uno de los oradores del acto de cierre de campaña de la
fórmula oficialista en el Mercado Central.
La diferencia de cinco puntos a favor de Kirchner en este
distrito fue vital para achicar la brecha con Menem. La Matanza
es el municipio más poblado del país: 1.500.000
habitantes. Representa el volumen de cinco provincias juntas, con
un electorado equivalente al de Santa Cruz, Tierra del Fuego, La
Pampa, Catamarca y La Rioja. Este distrito es también
tierra política de Alberto Pierri, candidato de Menem para
gobernador de la provincia.

Ante la posible ofensiva judicial del menemismo, el
candidato de Duhalde se apresuró por evitar una fisura en
el liderazgo de la
comunicación política que lo tenía como
protagonista. Ante la estrategia de retarlo a debatir y de
presentar todo su gabinete en público, Kirchner no quiso
secundar su oferta: "No
vamos a seguir la agenda que quiera imponer Menem", dijo el
santacruceño cómodo con el radio de acción
que le permitía el Gobierno y del que Menem no
disponía.

2.6.1. La calumnia, la injuria y la
proscripción

Desde la primera hora, el ex presidente Menem
habló de agravios y constantes embates morales contra su
persona. Sin explicitarlo, el candidato acudió a un
recurso que marca la historia
del peronismo en la figura de su líder fundador: la imagen
del perseguido político y proscrito. Ya en 1999, cuando
intentó una segunda reforma de la Constitución
Nacional para acceder a un tercer mandato, Menem sostuvo que
querían prohibirlo en la vida política del
país. Aquella intentona judicial recibió una
reacción pública de la Alianza opositora (sobre
todo en la persona de Carlos "Chacho" Álvarez) y,
principalmente, fue frustrada por la amenaza del gobernador de
Buenos Aires, Eduardo Duhalde, de convocar un plebiscito en su
provincia para que la ciudadanía opinara sobre la
intención de Menem.

Si bien Duhalde obstaculizó la intención
del riojano para una tercera presidencia, criticando incluso su
argumento de proscrito político, el mismo gobernador
bonaerense echó mano de análoga estrategia
discursiva en 1995, cuando operaba para reformar la
Constitución de su provincia y acceder a su segunda
gobernación.

Mientras en Santa Fe tenían lugar los debates de
la Convención Constituyente que diagramaba las reformas de
la Constitución Nacional, Duhalde se comunicó con
Menem en búsqueda del apoyo político que le
permitiera acceder a la mayoría legislativa que sancionara
la cláusula de su reelección. En diálogo
con Menem, el caudillo bonaerense sugirió:

"Hay provincias que en sus constituciones contemplan
la reelección del gobernador. ¿No te parece
injusto que otras no tengan esa posibilidad? Es una manera de
proscribir, Carlos, y los peronistas hemos sufrido una larga
historia de proscripciones. Yo creo que en el texto de la
nueva Constitución tendría que haber algún
artículo que posibilite la reelección de los
gobernadores en todo el país" (López
Echagüe, 1996: 229).

Menem le responde que el Pacto de Olivos con
Alfonsín no incluía tamaña reforma, por lo
que no se mostraba dispuesto a entorpecer un acuerdo
político que tanto le costó tramar. Una vez
más, bajo el argumento de su pretendida eliminación
de la política nacional, el cuerpo legal del Estado se
confundía con los alcances políticos del peronismo.
Si la legislación vigente no se adecuaba al ritmo de los
intereses políticos del partido, se trataba entonces de
una proscripción deliberada contra los políticos de
signo justicialista.

En su alocución luego de la primera instancia
electoral de abril, Menem retomó la cuestión de la
persecución y fue más allá: se
autodefinió como un líder que resurgió luego
de los intentos de los gobiernos de turno por suprimirlo de la
arena política.

"No se olviden ustedes, para aquéllos que tanto
me criticaron y difamaron, que hace dieciséis meses este
candidato a presidente y actual presidente, porque ya me
considero tal, estaba detenido, preso, difamado, injuriado,
condenado sin un juicio. Y cuando todos me decían que yo
estaba concluido, aquí está el epílogo
[…] un triunfo en prácticamente todas las provincias"
(27.04.2003).

El triunfo electoral de Menem quedaba desde el inicio
del ballottage planteado en términos de una
reivindicación personal frente a
un sector del peronismo (el que responde a Duhalde) que al menos
desde la década anterior intentaba terminar con su carrera
política. La insistencia de Carlos Menem en referirse a su
persona como un mártir de la política fue
configurando la contienda electoral como una pugna personal entre
miembros de un mismo partido, lo que dejaba fuera de su discurso
a los votantes no justicialistas.

Con una diferencia de pocos puntos sobre Kirchner, el
candidato del Frente por la Lealtad afirmó que "ganamos
frente a un infernal aparato" (argumento también utilizado
por Elisa Carrió luego de su campaña de escasos
recursos económicos).

2.6.2. Yo, el peor de todos: personalismo en el
discurso

El sentido de revancha histórica en una carrera
por igualar liderazgos fue expuesto por Menem en su último
acto proselitista en el estadio de River Plate, oportunidad en
que se definió como el "mejor discípulo" de
Perón y que de acceder a la tercera presidencia
igualaría los períodos de gobierno del
líder. Cuando pudo, el riojano hizo referencia a sus diez
años y medio de presidencia continuada, más
años de los que había permanecido el mismo
Perón en el gobierno. "Soy su mejor discípulo",
gritó Menem mientras cerraba su primera campaña en
el estadio Monumental.

El parangón del riojano con el líder
justicialista remitía a bases de la historia reciente.
Durante los años de apogeo del modelo económico
iniciado a principios de los
noventa, el menemismo logró se un interlocutor
válido para los intereses de la clase dominante, mientras
que con el control de la
inflación mantenía el consenso de las clases
subalternas y contaba con el visto bueno de los organismos
económicos internacionales y los Estados
Unidos.

Por su parte, la oposición no ofrecía
alternativas viables (en 1995 Bordón-Álvarez no
logran hacer mella) y las corporaciones como el Ejército y
los sindicatos se
sometían a las instituciones
civiles sin accionar fuera del sistema democrático, toda
una excepción en la historia argentina (Sebreli, op.
cit.
: 425). Pero, al igual que sucedió con
Perón, la alianza entre el campo político y el
campo económico se resquebrajó en el segundo
gobierno consecutivo.

En la campaña, Menem solía centrar la
garantía de sus promesas en su propia persona. En uno de
sus actos se comparó con Julio César: "El les
decía a sus guerreros: ‘No teman, van con
César y su estrella’. Yo les digo a ustedes. No
teman van con Menem y su estrella."

A esta táctica autorreferencial del ex
presidente, Kirchner supo extraerle el rédito necesario
para establecer un paralelo con la "dirigencia claudicante" de
otrora. "Culmina en la Argentina un ciclo histórico,
signado por los liderazgos mesiánicos, fundamentalistas y
excluyentes donde hubo dirigentes que se creyeron con el derecho
divino de no tener que dar explicaciones a la sociedad de lo que
han hecho", fueron sus palabras (14.05.2003).

2.6.3. El voto vergonzante

En 1995 Menem obtuvo un triunfo superior al vaticinado
por las encuestas y
los medios de
comunicación. Hasta se llegó a contemplar la
posibilidad de que el Presidente tuviera que enfrentarse a un
ballottage frente a la fórmula
Bordón-Álvarez, dos peronistas
disidentes.

En aquella campaña de reelección Menem
decía en sus alocuciones que con su gobierno la gente
podía comprar electrodomésticos y pagarlos en
cuotas fijas sin variaciones gracias a las bondades de la paridad
cambiaria. Al margen de los reproches sobre corrupción e
irregular gestión de las privatizaciones, un sector de la
población que no habló en las
encuestas votó por Menem al momento de ingresar al cuarto
oscuro. "Voto-bolsillo" y "voto-vergonzante" fueron algunos de
los motes con que la prensa bautizó a quienes sufragaron
por la continuidad de un modelo económico de estabilidad
más allá de las objeciones éticas a la
administración del riojano.

En el período aquí estudiado, el ex
presidente no excluyó acudir al mismo tipo de voto, aunque
el contexto económico poco tuviera que ver con el de los
años noventa. Durante una transmisión en directo
desde su residencia en Anillaco, su pueblo natal, Luis Majul le
preguntó a Menem si le dolía que mucha de la gente
que pensaba votarlo lo haría con "la nariz tapada",
metáfora que se refería al hastío
ético que sentía un gran sector de la
población hacia el menemismo, aunque confiaba en su
capacidad de ordenar el caos económico. Sin rodeos, Menem
dijo que no le afectaban los intereses que movían al
ciudadano a votar, basta conque lo hicieran a su favor.
Tácitamente y sin proponérselo, le concedió
un espacio de razón a los opositores que criticaban su
falta de escrúpulos para hacer política.

2.6.4. Preparando la derrota

Minga me voy a bajar de la
candidatura.

Sólo a un borracho podría
ocurrírsele semejante idea

Carlos Menem

5 de mayo

Gané en la primera vuelta y me
voy

Carlos Menem

14 de mayo

El día en que se conoció la necesidad de
un ballottage, la noche del 27 de abril, se trató de una
jornada crucial para definir la suerte de la segunda instancia
electoral, ya que es precisamente en esa jornada cuando incluso
quienes no se interesan por la política están
pendientes de los medios, para quizá no volver a
interesarse hasta los próximos comicios. Las estrategias
discursivas de aquella noche influyeron sobre el destino
inmediato de las fórmulas.

Mientras la dupla Kirchner-Scioli insistió con la
idea de "unidad entre los argentinos", sin directas alusiones al
adversario, la pareja Menem-Romero dio muestras de zozobra ("la
segunda vuelta será un trámite") e hizo directa
referencia a Duhalde y Kirchner. Cuando comenzaba una breve etapa
de acuerdos para ganar los votos de los ex candidatos fuera del
ballottage, su mensaje no fue conciliador.

En entrevista con La Nación, con el
título "Si no gano, me dedicaré a ser padre"
(04.05.2003), Menem hace su primera declaración en donde
contempla la posibilidad de una derrota. El cambio cualitativo en
su eje discursivo es notorio debido a este importante giro en la
estrategia de comunicación en un período tan
acotado de tiempo. La noche del 27 de abril, luego de ganar la
primera vuelta, Menem anunció en el Hotel Presidente,
donde tenía su búnker, que era el actual Presidente
de la Argentina, "porque ya me considero tal". Vaticinó
una diferencia cercana a los "ocho o diez puntos" y
aseguró al auditorio que "la segunda vuelta,
evidentemente, va a ser un paso formal y nada más porque
vamos a triunfar rotundamente".

El miércoles 6 de mayo luego de que Menem
amenazara con presentar una denuncia a la justicia para
investigar irregularidades en las elecciones de la primera
vuelta, los medios comenzaron a ocupar sus espacios con versiones
de una posible renuncia del riojano al ballottage. Una semana
antes, el diputado duhaldista Daniel Basile declaró que
Menem estaba preparando el terreno para su renuncia.

2.7. El guión de Duhalde y el discurso de
Kirchner

Yo no busco diferenciarme del menemismo.
No es necesario. No puedo tratar de diferenciarme de algo que
no soy, nunca fui y jamás seré.

Yo soy un peronista
biológico.

Eduardo Duhalde

El Otro.

Hernán López
Echagüe

Aquella tercera guerra mundial
fue llamada "fría" porque los roces entre dos bloques que
se disputaban la hegemonía del globo fueron
cuestión de comunicación política. Una
contienda donde se jugaba al desgaste del otro. La pelea de fondo
era Menem-Duhalde y sería dirimida sin un enfrentamiento
terminal entre estos dos adversarios que debían preservar
su capacidad de negociar en el futuro postelectoral. Un tercero
habría de ser el escudo para definir la estocada final.
Una gentil pompa de algodón
entre dos cristales (como otrora la Banda Oriental del Uruguay entre
Argentina y Brasil). Si Kirchner se adjudicaba la autoría
de la derrota definitiva de Menem, Duhalde saldría
beneficiado en el corto plazo pero su vigencia política
podría verse opacada ante este logro que lo tuvo como
autor sin laureles ni coronación.

Hilda "Chiche" de Duhalde a menudo representó
ante los medios el encono que su marido nunca podría
expresar públicamente contra su adversario Menem porque,
más pragmático que pasional, el dirigente
bonaerense debía permitirle a sus cuadros políticos
negociar con el menemismo sin entorpecer la agenda velada entre
ambos grupos.

El discurso de Hilda, más combativo y a veces
autónomo de las directrices de Duhalde (como cuando se
negó a ser la candidata a vicegobernadora de Felipe
Solá en la provincia de Buenos Aires), tuvo por objetivo
el destierro del ex presidente y hasta una embestida judicial que
terminara inhabilitándolo para ejercer cualquier cargo
público.

Fue la noche del 27 de abril cuando la esposa de Duhalde
dijo en conferencia de
prensa que "hay dos modelos de país que se presentan para
adelante: el modelo del trabajo y de la producción, y el
modelo de concentración de la riqueza". El Frente para la
Victoria pretendía dibujar un escenario bifronte,
irreconciliable y con una concepción de la política
económica esencialmente diferente a la de los
noventa.

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