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La creación una gran mentira bíblica




Enviado por ruanowilly



Partes: 1, 2, 3

    1. El otro concepto
      divino
    2. Inspiración sin
      asesores
    3. Imagen y semejanza…
      ¡Pero del polvo!
    4. El
      padre nuestro mal artesano y falaz
    5. La vida
      no es producto bíblico, ni de Yahvé ni de los
      Elohím
    6. Ridículo
      reyezuelo prepotente y vulgar
    7. Las
      motivaciones divinas
    8. La
      traición al Creador
    9. Un Dios
      machista al 100%
    10. Profundos
      suspiros femeninos
    11. Decepción,
      decepción… ¡y más
      decepción!

    EL OTRO CONCEPTO
    DIVINO

    Ya hemos analizado, minuciosamente, la Primera
    Versión de la Creación; por lo que ahora hay que
    hacerlo con esta otra, la que llamamos Segunda Versión
    que, aunque suene ridículo, así es la Biblia, la
    Santa y Divina Palabra de Dios Padre, que tiene dos versiones de
    un supuesto mismo asunto y, para mayor desgracia, ambas son
    excluyentes y contradictorias una de la otra.

    Se da inicio, así, muy solemnemente, a la otra
    versión desde el Génesis 2:4, pero poniendo
    intencionalmente una muy útil aclaración que nos
    está afirmando un hecho aparentemente irrefutable. Veamos
    qué es lo que se nos dice en el inicio de este otro
    concepto y para ello sólo basta con abrir nuestras Biblias
    para leer, de la cita apuntada, lo siguiente.

    Así tuvieron origen los cielos y la tierra
    cuando fueron creados, el día que
    Yahvé-Elohím hizo la tierra y los
    cielos.

    Entremos en materia
    pues.

    Si nos hemos fijado, como seguramente ya se
    habrán acostumbrado a no leer sin poner la debida atención, en el versículo
    leído, aquí ya no se menciona a Dios o a
    Elohím, tal y como nos tenía acostumbrado el primer
    capítulo del Génesis. No. Aquí se nos
    introduce a otro personaje y nos es presentado un ser denominado,
    por el inspirado autor sagrado,
    Yahvé-Elohím.

    Lo verdaderamente extraño de todo esto es que
    durante 34 versículos se nos ha puesto en contacto con un
    Dios al que toda la Primera Versión ha llamado
    Elohím (los fuertes y poderosos), y que en esta Segunda
    Versión de la Creación, repentinamente, nos
    sorprenden metiendo a otro personaje.

    ¿Por qué tal cambio?.

    Y aquí sí es necesario reflexionar pues,
    si son dos versiones, diferente una de la otra, es lógico
    y razonable que se den estos cambios bruscos entre ellas. Y, no
    habiendo duda en lo clara que es la diferencia entre ambas
    versiones, tendremos que entrar en la polémica del caso,
    pues lo amerita.

    ¿No lo cree?…

    En una parte nos presentan, y está como eje
    central, a Elohím, que son un grupo de seres
    poderosos y fuertes; y en la otra lo es Yahvé, un concepto
    más individualizado que el anterior que habla de un
    enjambre de seres.

    Al inicio nos dijeron que los fuertes y poderosos son el
    concepto divino de la Biblia y ahora resulta que Yo soy el
    guerrero sale a relucir (Yahvé Saboat eso significa). Y
    más complicado aún resulta entender o tratar de
    traducir el término de Yahvé-Elohím como
    buscando individualizar a uno de ese grupo de fuertes y poderosos
    seres y llamarlo Yahvé.

    ¿Cómo supo el autor o los autores de estas
    dos versiones la forma en que se sucedieron los acontecimientos y
    los hechos por ellos narrados? ¿Quién se los
    contó? ¿Por qué dos versiones?
    ¿Fueron acaso dos entidades las creadoras del Universo?.

    Aunque independientemente de todo este relajo es bueno
    insistir y preguntar ¡quién fue el que
    relató, narró o contó la manera en que
    sucedió la Creación bíblica!.

    ¿Acaso DIOS, EL TODO?.

    Aquí, con esto, si hay que tener muchísimo
    cuidado. ¿En qué lugar y en dónde se afirma
    semejante cosa?, pues en la Biblia no hay ningún indicio
    que nos asegure que fue EL TODO, DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA, quien
    paciente y ordenadamente procedió a narrarle a alguien
    todo lo que HIZO.

    No.

    Precisamente, el hecho irrefutable de tener dos
    versiones diferentes sobre la Creación en la Biblia, nos
    impone sobremanera la imposibilidad de aceptar que haya sido DIOS
    quien narrara, inspirara o contara, ya sea directa o
    indirectamente, los hechos de una o de dos creaciones.

    Si somos reales y ecuánimes hay que reconocer
    que, ni siquiera hemos entrado a considerar más que un
    solo versículo, el cuarto de esta otra Versión, y
    ya encontramos una bien marcada diferencia con lo que se nos
    había narrado y que, para mayor desgracia, habíamos
    tomado como una inspiración divina.

    Para ponerle un poco de cuerda al asuntito sólo
    tenemos que preguntarnos, sin ningún complejo ni
    aspaviento raro, y contestarnos a la vez, ¿qué es
    lo correcto? ¿Elohím, Yahvé, Yo soy el que
    Soy, los fuertes y poderosos? ¡o impostores ambos
    conceptos!.

    Y, efectivamente, si ya se nos había asegurado
    que los Elohím habían procedido a dirigir las
    acciones de la
    Creación, no logramos entender por qué
    inmediatamente la Biblia de marcha atrás y nos mete otra
    cosa.

    Así nos topamos, de manera violenta, con una
    contradicción hasta en esto que, nos asegura
    enfáticamente que no, que no fueron los Elohím los
    que tuvieron a su cargo la Creación, sino que más
    bien fue otro ser al que denominan Yahvé quien tuvo a bien
    el haber realizado todo el acontecer de formar todo cuanto existe
    en el
    Universo.

    Aquí parece todo esto un rompecabezas, ya que
    queda flotando en el ambiente una
    pregunta sin aparente respuesta. ¿Quién,
    efectivamente, efectúa las acciones de la Creación
    de la Biblia al fin?. Y, sin perdernos en la maraña de
    esta contradicción documentada, basta con que recordemos
    que Elohím es un término que encierra otro concepto
    totalmente diferente a lo que quiere decir
    Yahvé.

    Durante la Primera Versión el autor, al referirse
    al ser o a la serie de seres que hacen todo el Universo, lo
    designa con el nombre de los Elohím pero, inmediatamente
    después –como para evitar preguntas y respuestas
    comprometedoras en lo del plural de ese término-,
    introduce a Yahvé.

    Si nos tomamos la molestia de contar las veces que
    aparece el término Elohím en la Primera
    Versión, notaremos que la proporción es de tres a
    uno comparándolas con las veces que hallamos el nombre
    Yahvé en la Segunda Versión. Y, un hecho por
    demás llamativo lo constituye que, en la Primera
    Versión, ¡nunca! se le llama al creador con el
    termino Yahvé, así como que en la Segunda para nada
    utilizan el vocablo pluralista de Elohím.

    En los primeros treinta y cuatro versículos de la
    Biblia al grupo de seres que nos es presentado como los que
    hicieron todo cuanto existe se le denomina Elohím sin otra
    alternativa; en cambio en la Segunda Versión, retorciendo
    los conceptos que, a lo mejor hasta nosotros ya habíamos
    aceptado como buenos, nos lo cambian por otro ser más
    individualizado y aquí nos imponen que a quien debemos la
    creación de todo cuando existe es a
    Yahvé.

    Otra forma de verlo con una mejor proyección y
    claridad es comparando la secuencia de los acontecimientos y
    acciones que tienen lugar en el desarrollo de
    ambas creaciones; con lo que nos daremos plena cuenta de la
    diferencia.

    ¿Qué diablos sucedió en el orden de
    ambas creaciones?.

    Veámoslo detenidamente:

    PRIMERA VERSIÓN

    SEGUNDA VERSIÓN

    1ro surge la vegetación

    1ro surge el hombre

    2do surgen los animales

    2do surge la vegetación

    3ro surge el varón y la hembra

    3ro surgen los animales

     

    4to surge la mujer

    En la Primera Versión todo sucede o tiene lugar
    en siete días exactos, en la Segunda no hay
    indicación alguna del tiempo
    empleado o que transcurrió para cada acto de la
    Creación.

    ¿No es verdad que presentado como lo hemos hecho,
    en ese tan descriptivo cuadro comparativo entre ambas versiones,
    surgen una infinidad de sospechas?.

    ¿Ya se dieron cuenta de lo obvio y del claro
    contraste que hay entre una y otra versión?.

    Si desde siempre ha sido tan cristalina la diferencia y
    la contradicción que, hasta en el orden de los
    acontecimientos difieren las dos inspiraciones, ¿por
    qué continuamos afirmando que fue el Dios bíblico
    el creador del Universo?. Por lo poco que hasta este momento
    hemos visto, de entrada hay que rechazar que la Biblia sea una
    inspiración divina; por lo menos, creemos nosotros,
    hubiera sido más razonable y aceptado el embuste si se nos
    hubiera afirmado que la Primera Versión fue una
    inspiración de los Elohím y que la Segunda muy bien
    pudo haber sido obra inspirada por Yahvé.

    Pero haberse atrevido a imponernos que un solo Dios, por
    medio del Espíritu
    Santo, haya mandado la inspiración a aquellos santos
    varones autores del mazacote que forman los libros
    conocidos como Biblia, es la más grande aberración
    y la bofetada más desvergonzada que alguien nos hubiera
    sonado en nuestra humanidad.

    ¿Por qué pretender que DIOS, EL TODO, es
    quien inspira dos versiones diametralmente opuestas y
    diferentes?.

    Y, como esa posibilidad de inspirar, por mínima
    que fuera, se puede dar, de todos modos estaría
    también descalificada tal pretensión de hacer que
    DIOS, EL ABSOLUTO TODO, haya mandado dos mensajes opuestos. Para
    empezar a eliminar la menor sospecha de que de ahí
    provenga la inspiración, sólo basta con dejar
    sentado que EL TODO no puede parcializarse y mandar
    inspiración alguna a una persona pues no
    es individualista; si no veamos con la lluvia un muy buen ejemplo
    de las actuaciones de DIOS que, mandándonosla para todos,
    no hace exclusivista la divina lluvia.

    Si en la Biblia, la llamada tan absurdamente Palabra de
    Dios, aparecen dos versiones y diferentes por añadidura,
    obligadamente tenemos que aceptar entonces que ese Dios
    perversamente inspiró tales versiones y, por lo tanto, el
    Padre Nuestro es ambivalente, voluble y lo mejor, una
    estafa.

    ¡Ese mamarracho bíblico no es
    DIOS!.

    Suficientemente bien aclarado el asuntito este, ahora
    sí podremos leer el versículo 4 ya un poco
    más despejado el ambiente.

    Así tuvieron origen los cielos y la tierra
    cuando fueron creados, el día que
    Yahvé-Elohím hizo la tierra y los
    cielos.

    Estamos leyendo con nuestros propios ojos y no lo
    podemos creer.

    Si se nos afirma que aquí la Creación del
    Universo se llevó a cabo en un solo día, contrario
    a lo que ya nos había dicho recientemente la Biblia y en
    donde consta enfáticamente que fueron siete los
    días empleados y requeridos por los Elohím para
    ejecutar la creación y producción de todo cuanto existe, es porque
    algo hay que no está bien.

    Por eso es que necesitamos obligadamente que ir
    comparando ambas versiones.

    Ya habíamos asimilado que en el principio
    crearon los Elohím los cielos y la tierra
    ¿por
    qué tan repentinamente ahora la misma Biblia nos dice que
    fue Yahvé el hacedor de la tierra y de los cielos?.
    ¿No será que este Yahvé es uno de aquellos
    muchos fuertes y poderosos seres (Elohím) que
    intervinieron en la creación que originalmente nos narra
    la versión hebrea que dice bereshit bara
    Elohím
    ?.

    El Génesis nos brinda una bella narración
    en donde son los muchos fuertes y poderosos los que ejecutan las
    acciones de crear, hacer, decir, ver, ordenar, nombrar y
    descansar. Aparte que en esta otra versión surge uno de
    aquellos Elohím, pero sentimentalmente aferrado a las
    pasiones, emociones y
    exabruptos propios más bien de un ser humano que de un
    Dios y con el espíritu y el sentimiento totalmente
    parcializado. Es identificado como Yahvé haciendo la
    correspondiente individualización con esta
    revelación de su nombre, dándole así un
    lugar prominente en las acciones que todos los fuertes y
    poderosos ejecutan. Y por último, este nuevo personaje ya
    identificado como Yahvé de los Ejércitos, no es el
    creador que nos presentó la Primera Versión. Este
    ser es un personaje de poca monta… poderoso, tal vez,
    ¡pero nunca todopoderoso!.

    Aquí sí tenemos que ser muy claros pues,
    siendo el propio versículo 4, que nos dice
    consistentemente sobre cuáles son las limitaciones de
    Yahvé, habrá que tomar cartas en el
    asunto. Con la descripción que nos hacen desde ese
    ilustrativo versículo nos damos cuenta que Yahvé
    adolece de la facultad de crear.

    ¡Yahvé no tiene la capacidad de crear!,
    solamente está limitado a hacer y si profundizamos un poco
    más en la Segunda Versión, como lo iremos haciendo,
    nos vamos a dar cuenta que Yahvé está limitado
    hacer las cosas formando o modelando.

    Este nuevo personaje no puede producir cosas de la nada
    y eso es una limitación y por lo tanto es bueno
    preguntarnos ¿en dónde queda la tan sobada y
    cacareada presencia todopoderosa de Yahvé?, a partir de
    este momento y sabedores de la rigurosa limitación
    impuesta a Yahvé, por el propio autor de estos
    versículos, ¿qué nos queda por decir?…
    ¡nada!.

    Ya está desenmascarado Yahvé y,
    conociéndolo ahora como una entidad funesta y para nada
    poderosa, como se nos había obligado a creer, no nos resta
    más que tratarlo como lo que es.

    ¿Están ustedes dispuestos para
    esto?…

    INSPIRACIÓN
    SIN ASESORES

    El relato de la Segunda Versión continúa
    diciéndonos en los versículos 5 y 6 que.

    No había vegetación en la tierra, ni germinaban las
    hierbas, ya que Yahvé-Elohím no había hecho
    llover sobre la tierra, ni había aún hombre para
    que labrase la tierra, ni rueda o noria que subiese el agua con
    que regarla
    (según una traducción), sino que subía un
    vapor de la tierra, el cual regaba toda la faz de la tierra

    (según la otra traducción).

    ¡Qué excusa tan tonta!
    ¿Creerían acaso los autores de esta versión
    que todos los lectores del mazacote bíblico fueran
    tarados, estúpidos o faltos de sentido común?
    Porque no podemos comprender que, tratando de explicar el motivo
    por el cual aún no había vegetación sobre la
    superficie de la tierra, se pretenda dejar sentada la indudable
    posición de Yahvé y decirnos ya que
    Yahvé-Elohím aún no había hecho que
    lloviera sobre la tierra
    .

    ¡Qué bonito! Ahora resulta que con solo
    hacer llover surge toda la infinita variedad de la que consta la
    vegetación terrestre. Y la cosa no es así.
    No.

    Primero se nos dice y asegura rotundamente que
    Yahvé-Elohím no tiene la capacidad de crear y ahora
    se nos quiere tontear de lo lindo, mintiéndonos
    descaradamente y pretendiendo hacer surgir la figura de un ser
    Todopoderoso que, con solo hacer llover puede provocar la
    germinación, haciendo que surja la vegetación
    completa del planeta Tierra. Esto no concuerda con las mismas
    reglas del jueguito que él o los autores de esta otra
    versión de la Creación nos hacen conocer desde el
    inicio del versículo 4 de donde ya nos aseguran que
    Yahvé no tiene poder para
    hacer surgir las cosas de la nada ya que está limitado por
    su propia naturaleza a
    hacer cosas y no a crearlas.

    Para que surja, o germine la vegetación, primero
    y antes que ninguna otra cosa, se necesita la semilla, el acodo o
    el vástago; incluso, podemos decir también en el
    extremo de llegar a la
    clonación, que necesitamos que exista una célula
    madre. Ahora bien, sin que la tierra tenga en sus entrañas
    la semilla, el acodo o el vástago, ¡no podrá
    producir nada!.

    ¡Aún lloviendo!.

    Pero no, y en forma necia y oficiosa, este
    versículo pretende disculpar al Dios Padre
    excusándolo de la falta de existencia de la
    vegetación con una burda y estúpida mentira; es
    más, ni siquiera se han puesto de acuerdo con el verdadero
    significado de la palabra del versículo 6 pues, mientras
    unos dicen que no existía la vegetación porque
    Yahvé-Elohím no había hecho que lloviera
    sobre la tierra y porque no había hombre que la labrase
    ni rueda o noria que subiera el agua con que
    regarla
    , los otros dicen que la vegetación de la
    tierra no se había producido, debido en parte a la falta
    de lluvia que no enviaba Yahvé-Elohím y que no
    había hombre que labrase la tierra sino que
    subía de la tierra un vapor, el cual, regaba toda la faz
    de la tierra
    .

    Y esto sí es grave.

    Tenemos que ir por partes, empezando con explicar que la
    palabra que se usa en forma tan general para designar a la
    niebla, al vapor o nube, sirve también para dar a entender
    aquella cosa u objeto que todos conocemos como rueda o noria. Por
    supuesto que hay que recordar que uno de los métodos de
    riego más comúnmente usados en las regiones
    desérticas y no bendecidas con la lluvia, consistía
    en movilizar el agua de algún riachuelo, río o lago
    por medio de un cigüeñal o noria.

    Independientemente del significado específico de
    la traducción, o sea, sin importar que lo correcto puede
    ser rueda, noria, niebla o vapor, lo que pretende dar a entender
    la narración bíblica es que no había
    vegetación por la falta de humedad necesaria.

    Partamos la situación en dos y supongamos ahora
    que la correcta interpretación sea la de noria o rueda.
    ¿Qué tenemos que entender?. Y veamos todo el
    concepto pero en forma no tan sutil como cualquier creyente lo
    haría.

    La frase ya con esta nueva interpretación, para
    comenzar, quedaría así:

    No existía la vegetación porque
    Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
    tierra, ni había todavía hombre que la labrase, ni
    rueda o noria que subiese el agua con que regarla.

    Muy bien, pero y entonces nos preguntamos ¿para
    qué una rueda o noria? ¿qué es lo que se
    pretendía subir? Si no había todavía agua ni
    de lluvia ni de otra, pues para ese preciso momento –y ni
    después tampoco- nos dice esta Segunda Versión de
    algo que pudiéramos entender como referencia a la
    creación del agua.

    No hay nada que nos indique la formación del
    agua, menos aún que esta hubiera sido hecha, creada o
    producida por Elohím o por Yahvé. Nadie se
    tomó la molestia de aclarar a quien le correspondía
    la paternidad del agua.

    ¿Para qué, entonces, una noria o rueda si
    no existía todavía el agua? La necesidad de
    utilizar este mecanismo se dio cuando se requirió utilizar
    el agua y llevarla hasta un lugar específico. Nadie
    inventa o descubre algo que antes no haya sido provocado por una
    necesidad o falta de algo mejor.

    Si como lo deja dicho el versículo,
    Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
    tierra, eso significa que ni siquiera existía agua del mar
    que es de dónde procedería la lluvia.

    Uno. No existiendo agua ¿para qué indicar
    que no existía un instrumento o aditamento como la rueda o
    noria que se usa, precisamente, para subirla y luego
    encauzarla?.

    Dos. ¡Para qué la contradicción!,
    pues, si ni siquiera había caído la primera lluvia
    del cielo, ¿para qué indicar que no había
    forma de subir el agua, pretendiendo hacernos creer que
    ésta pre existía?.

    Ahora veamos la cosa desde el otro punto y supongamos
    que lo correcto es la otra traducción, entonces la frase
    inspirada por el Espíritu Santo
    quedaría.

    No existía la vegetación porque
    Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
    tierra, ni había todavía hombre que la labrase,
    sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda
    la faz de la tierra.

    Esto, además de ser toda una exageración,
    también constituye otra contradicción en lo que a
    inspiraciones se refiera, pues ya veremos todo el alcance de su
    significado.

    Y para mientras los inspirados autores bíblicos
    nos siguen mintiendo descaradamente.

    ¿Qué cosa significa la palabra vapor?,
    pues vapor es aquella nube que surge y se levanta de las cosas
    que, estando húmedas y que bajo la influencia del calor, se
    forma.

    ¿Qué les parece la vaina
    ahora?.

    Primero, no había agua, por lo tanto, menos
    pudiéramos pensar en la existencia de algo húmedo o
    mojado. Y segundo, ¡no habiendo surgido aún el Sol
    –fuente natural y única del calor para ese entonces-
    indispensable para formarse el vapor que se levantaba de la
    tierra, ¡cómo fue posible que se hubiese formado esa
    nube de vapor!.

    ¿Acaso se nos quiso ver la cara de
    imbéciles?… ¿por cuánto tiempo nos la han
    visto?.

    ¡Durante cuántos miles de años hemos
    sido tonteados por tal afirmación
    bíblica!.

    Bueno, no nos queda más remedio que continuar y
    veamos ahora la gran exageración. Recordemos lo que se nos
    afirma que ese vapor regaba toda la faz de la tierra.

    ¡Toda la faz de la tierra!…
    ¡Caramba!.

    Saque usted su propia conclusión pues, por la
    nuestra, nos limitaremos a decir muy sencillamente que eso es
    toda una exageración.

    ¿De dónde se obtuvo el agua necesaria para
    que un calor inexistente pudiera convertirla en una casi infinita
    nube de vapor con la capacidad de poder regar toda la superficie
    del planeta? ¡Coño!, como bien se merece que
    expresemos y exclamemos aquí.

    ¿Se deja usted envolver y engatusar
    nuevamente?…

    Se hace necesario algo más que la fe para dar por
    aceptados ciertos hechos que se le olvidaron mencionar al
    Diosesito bíblico. Uno de ellos el agua. ¿Por
    qué ni un mísero detalle de su formación? Y
    lo que nos da el derecho a exigir una respuesta clara, y bien
    detallada, de este Dios Padre, no es más que lo
    ilógico de ciertos pasajes bíblicos aburridamente
    detallistas tal y como leemos en Levítico 15 que con sus
    33 versículos nos impone una serie de sosas restricciones
    sobre las impurezas sexuales.

    Perdamos un poco el tiempo leyendo las tonterías
    allí expuestas:

    Habló Yahvé a Moisés y a
    Aarón diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y
    decidles: Cualquier varón, cuando tenga flujo de semen,
    será inmundo. En esto consiste su impureza causada por su
    flujo: sea que su cuerpo destile semen o que haya dejado
    recientemente de destilarlo, él será
    inmundo.

    Toda cama en que se acueste el que tiene flujo,
    será inmunda; y toda cosa sobre la que se siente, inmunda
    será. Y cualquiera que toque su cama, lavará sus
    vestidos; se lavará también a sí mismo con
    agua, y será inmundo hasta la noche.

    Y el que se siente sobre aquello en que se haya
    sentado el que tiene flujo de semen, lavará sus vestidos,
    se lavará también a sí mismo con agua, y
    será inmundo hasta la noche. Así mismo el que toque
    el cuerpo del que tiene flujo de semen, lavará sus
    vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y
    será inmundo hasta la noche.

    Y si el que tiene flujo de semen escupe sobre el
    limpio, éste lavará sus vestidos y después
    de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la noche. Y
    toda montura sobre la que cabalgue el que tenga flujo de semen
    será inmunda. La vasija de barro que toque el que tiene
    flujo de semen será quebrada y toda vasija de madera
    será lavada con agua.

    Cuando haya sanado de su flujo el que tiene flujo de
    semen, contará siete días para su
    purificación, y lavará sus vestidos, y
    lavará su cuerpo con aguas vivas, y será limpio, el
    octavo día tomará dos tórtolos o dos
    palominos, y vendrá delante de Yahvé a la puerta
    del tabernáculo de reunión, y los dará al
    sacerdote, y el sacerdote hará del uno ofrenda por el
    pecado, y del otro hará holocausto; y
    el sacerdote le purificará de su flujo delante de
    Yahvé.

    ¡Qué barbaridad por Dios Santo!.

    Y pensar que es el propio Yahvé, el supuesto
    protagonista de esta versión, quien directamente le dice
    todo lo anterior a Moisés y a Aarón. ¿Por
    qué no fue tan claramente descriptivo en esta Segunda
    Versión de la Creación? ¿Por qué ni
    una palabra sobre el agua? ¿Cuál será la
    reacción nuestra y qué nos sucederá cuando
    enfrentamos algo como esto? ¿Será posible que
    mantengamos aún y conociendo cómo es en realidad
    este fantoche Dios bíblico, la misma religiosidad y
    ceguera?.

    Pues bien, quedando en entredicho Yahvé, no nos
    queda más remedio que reacomodar todo nuestro pensar y ver
    las cosas en su justa dimensión; sin perder de vista que
    nos proporciona cierta incertidumbre el hecho de haber sido tan
    vilmente tonteados por los líderes religiosos.

    En pocas palabras, ¡la Biblia no es producto de
    DIOS, DEL TODO, DE LA VERDAD ABSOLUTA!. La Biblia fue producida
    por mentes humanas, mentes de hombres enervados por un supuesto
    sentimiento de sentirse iluminados, razón por la cual
    tergiversaron, confundieron y limitaron a la divinidad y su
    supuesta actuación en el plano terrenal.

    ¿Qué otra cosa puede significar que en la
    propia Biblia aparezcan dos versiones de la Creación tan
    diferentes entre sí?.

    IMAGEN Y
    SEMEJANZA… ¡PERO DEL POLVO!

    Continuemos con el versículo 7 que nos
    dice:

    Entonces Yahvé-Elohím modeló
    (o formó) al hombre de polvo (o arcilla) de la
    tierra, y le sopló en su nariz aliento de vida y fue
    así el hombre un
    ser animado.

    Repentinamente, y antes de hacer un entorno adecuado
    para el hombre, Dios Padre decide fabricarlo.

    Estúpido ¿verdad?.

    Sobre la base del versículo recién copiado
    debemos tomar en cuenta varias cosas:

    1. El hombre es modelado o formado. Es decir que el
      hombre, sin ton ni son, es fabricado.
    2. Este hombre no es creado.
    3. Es elaborado con elementos ya existentes.
    4. Este producto artesanal modelado por Yahvé no
      es el mismo hombre que fue creado por los
      Elohím.
    5. Yahvé no pide ayuda para elaborarlo tal y como
      se nos cuenta sí solicitaron apoyo los
      Elohím.
    6. Yahvé no lo fabrica a imagen y
      semejanza del fabricante, tal y como sí lo fue el de la
      otra versión.
    7. Aquí, este hombre producto del polvo de la
      tierra, es fabricado exclusivamente como hombre, con su aparato
      sexual conocido como pene.
    8. Solamente es elaborado el hombre y, a la mujer,
      que pena pero así es, ni siquiera se la menciona. Muy a
      pesar que en la Primera Versión se nos asegura que
      fueron creados simultáneamente como varón y
      hembra.

    ¡Qué forma más increíble de
    contradecirse! Solamente porque nosotros somos los que estamos
    viendo y leyendo esto es que nos admira la pasmosa manera de
    habernos tenido tan maliciosamente engañados.

    No podemos ni comentar lo que hemos enumerado del uno al
    ocho. Lo claro en todo esto es que hay un brusco cambio y el
    relato iniciado por Yahvé es totalmente diferente al que
    ya hasta habíamos tomado como bueno y cierto en el primer
    capítulo del Génesis.

    ¿Qué es esta pantomima de decir a los
    cuatro vientos que DIOS fue quien inspiró todo este
    cuenterete falaz y ridículo?.

    Sin ir muy lejos, el relato del pueblo caldeo sobre la
    creación, nos dice que fue Marduc quien con su propia
    sangre
    moldea y amasa el barro para formar al hombre. Y,
    ¿qué tal será el relato que nos hace el
    Popul Vuh, el libro sagrado
    de los quichés? ¿Y el de los incas?…
    ¿Y el de los miles de pueblos que han existido?, algunos
    de ellos son anteriores a lo que la Biblia describe como el
    principio.

    Además ¿qué quiso decirnos el o los
    autores de esta otra versión cuando nos aseguran que
    Yahvé-Elohím soplo aliento de vida en la nariz del
    hombre y que así fue que se convirtió en un ser
    viviente animado?.

    Ambos hombres son corpóreos, tanto el de la
    Primera Versión como este fabricado del barro, solo que
    este tuvo necesidad de cargar baterías con ese soplo de
    aliento que recibe de Yahvé; en cambio el otro, la pareja
    creada a imagen y semejanza del Padre Nuestro, surgió
    instantáneamente sin muchas pantomimas.

    El hombre es la pieza más importante de la
    Creación y, si su trascendencia es mayúscula,
    entonces así mismo debemos de proceder; por supuesto que
    la Biblia tiene sus considerandos para esto y podemos ver dos de
    ellos. Primero, porque la Santa Biblia es una creación
    literaria de hombres, estos tuvieron que darle una preeminencia
    como la que vemos en el libro sagrado de los hebreos. Y segundo,
    por la antropomorfización que se hace de la divinidad, es
    decir colocar a unos a la par de los Dioses.

    Por eso es que el ser humano ha tenido que convertir y
    ver a DIOS, AL TODO como hombre y eso le ha permitido muchas
    cosas; y por lo mismo, se le han atribuido a este Dios-Hombre
    todas las pasiones, emociones y sensaciones propias de los seres
    humanos buscando poder así comprender AL TODO que es
    DIOS.

    Ahí fue donde empezó el verdadero problema
    de la humanidad pues, por necesidad se le atribuyeron poderes y
    se los dieron al Dios bíblico y en la Biblia, sus autores,
    se encargaron de darle todos los atributos del hombre a los seres
    que aparecen como Elohím.

    Sin ir muy lejos tenemos que recordar los versos de
    Savonarola que nos dijo:

    En su mezquina estupidez el hombre, se forja un dios
    indigno de alabanza, ebrio de odio, cólera
    y venganza, terrible y sanguinario como él.

    En la Primera Versión el hombre creado a imagen y
    semejanza del Dios bíblico nunca es llamado por otro
    nombre más que por el término de hombre; en esta
    otra versión el hombre es llamado repentinamente
    Adán. La etimología de esta palabra es tomado de
    la tierra
    , por lo que habiendo una gran similitud entre
    ambas, puesto que Adán y hombre se complementan ya que el
    vocablo hombre viene del latín homo derivado de humus que
    es una clara referencia a la tierra, se pretende dejar dicho que
    ese término de hombre designa al que está ligado a
    la tierra.

    A la comprensión de la sumatoria de todo el
    amplio significado de hombre hay que unir su contexto y aclarar,
    o mejor dicho preguntar, ¿cómo es posible que de un
    ser divinamente creado o hecho por los Elohím o por
    Yahvé –dependiendo de la versión- hayan
    surgido toda una serie de hechos increíbles tales como las
    divisiones étnicas, culturales, sociales e
    idiomáticas entre los grupos de seres
    humanos que hemos habitado este planeta?.

    ¿No se supone que fue la divinidad quien
    intervino directa y tajantemente en ambas versiones de la
    creación del hombre? ¿Cómo pudo haber
    sufrido degeneración y cambio genético aquel hombre
    divinamente creado o fabricado?.

    ¡Un millón de dólares para el que
    responda con un concepto real, lógico, sin ninguna duda y
    por supuesto no religioso!.

    Sin dudarlo, fueron las diferentes concepciones
    religiosas las que hicieron divino el origen del ser humano y, no
    importó que tipo de raza, ya sea negra, roja, blanca o
    mestiza, pues dentro de cada grupo racial, el Dios que designaron
    y escogieron para su uso exclusivo tenía que ser una copia
    fiel y un digno representante de la raza en la que se le
    adoraba.

    Así, el Dios de los judíos
    es la representación de todas las características
    de este grupo étnico. El Dios principal de los egipcios o
    de los babilonios era el prototipo de los de su respectivo pueblo
    ¡ni más que eso!. Y entre los pobladores de nuestra
    América
    la cosa fue igual ya que los mayas, incas,
    quechuas, aztecas, siux,
    apaches y un largo etc., todos ellos concibieron a sus Dioses,
    tanto al principal como los secundarios o su corte celestial,
    iguales a ellos, tanto en color de la
    piel, como en
    las costumbres, en sus mismos sentimientos y pasiones, así
    como en la cultura.

    Y, sólo como un pequeño ejemplo, entre el
    pueblo practicante de las tradiciones religiosas judeo-cristianas
    tenemos una corte impresionante que rodea a Dios Padre.
    Allí hay ángeles, querubines, serafines, santos,
    vírgenes y hasta ángeles del mal tal el caso de
    Satanás o Luzbel.

    Si este enlace entre las cualidades humanas y las
    atribuidas a Dios Padre era tan notorio y comúnmente
    aceptado por los fieles practicantes ¿por qué no
    inventarse que el Dios de la Biblia es quien hubo formado al ser
    humano?.

    El problema de creer que somos un producto divino no es
    la idea en sí. Es la explicación que el ser humano
    ha hecho al tratar de explicar y de interpretar, muy a su modo
    particular e interesado, el cómo y el por qué Dios
    Nuestro Señor nos hizo; y, en ese punto, hemos elaborado
    una enmarañada, confusa y contradictoria historia de la
    Creación. Pero, repetimos, no es cosa exclusiva del pueblo
    judío, del cual nosotros hemos tomado la idea del Dios que
    adoramos.

    Era cosa común y corriente, entre todos los
    pueblos y civilizaciones que a lo largo y ancho de la historia de
    nuestro planeta lo han poblado, tener tal costumbre.

    Una cosa sí debe de quedar muy bien aclarada, y
    es que pretendamos nosotros que DIOS, EL TODO, se haya tomado la
    molestia de crearnos, hacernos o fabricarnos, como lo han
    divulgado todos y cada uno de los diferentes libros sagrados de
    cada una de las religiones que cada
    civilización ha tenido, es tergiversarlo todo y es
    anarquizar a la divinidad.

    ¿Cuál de todos los diferentes conceptos,
    de los miles que existen sobre la Creación, es el
    verdadero?. En realidad ninguno.

    Si al GRAN HACEDOR o GRAN CREADOR le hubiera convenido o
    interesado que supiéramos el cómo y el por
    qué fuimos creados, hechos o producidos, sencillamente y
    como primera providencia ¡no hubiera escogido a un pueblo
    en forma tan particular y hacerlo suyo!, pues todos los seres
    humanos somos poseedores del mismo valor; y,
    también hay que decirlo, sólo existiría una
    sola versión sobre la Creación que sería la
    verdadera. Como hay miles de versiones, a cuáles
    más coloridas y floridas, únicamente nos resta
    desecharlas a todas por iguales de falsas.

    Si no sabemos el o los motivos para estar viviendo como
    seres humanos y el o los motivos para haber sido hechos como
    tales ¿qué importancia tiene?. Lo verdaderamente
    importante es que somos seres humanos y que estamos viviendo en
    este hermoso planeta. ¡Entonces vivamos! que es lo
    único importante y lo único que por más que
    quisiéramos no podemos negar como realidad muy
    nuestra.

    Vivamos y los por qué y los cómo que no
    nos trastornen ni detengan nuestra propia evolución normal y natural que nos
    corresponde por compartir este mundo con miles de millones de
    seres humanos como nosotros.

    Para ilustrar mejor esta situación, veamos lo que
    sucedido con Edison y una señora que, profundamente
    impresionada con los inventos y
    descubrimientos de este genio, le preguntó un día:
    -¿señor qué es la electricidad?-
    Edison, muy sereno y humildemente le respondió:
    -Señora, la electricidad es, por lo tanto
    úsela.

    Nosotros, imitando a Edison, podemos decir
    también que la vida es, por lo tanto vivámosla y
    que no nos afecte en manera alguna de dónde venimos y
    mucho menos hacia dónde vamos a ir.

    ¡Queda claro!… ¿Verdad?.

    El ser humano, cualquiera que sea, concibe a su
    particular divinidad exclusivamente de acuerdo a la intensidad y
    a la profundidad con que así mismo se contemple. La
    grandeza de la imagen que el hombre se forja de Dios está
    siendo determinada y generada por la propia inteligencia
    del ser humano y no al revés.

    Aquel que pretenda definir a DIOS, AL TODO, lo que
    está haciendo es contar o relatar la manera en que su
    propia y muy limitada mentalidad ve o concibe al SER SUPREMO. Y
    eso, a pesar de lo bello y excelso que pueda ser la tal
    definición, ¡no es DIOS! ¡no es EL
    TODO!.

    Para el ser humano ha sido, desde siempre, un problema
    verse a sí mismo. Cuando interiorizamos en nuestro ser
    sentimos, y nos ha causado, mucha perturbación. Ahora
    bien, el problema del ser humano que se observa detenidamente en
    su interior, fue muy bien aprovechado y, recibió de alguno
    más vivo, una respuesta teológica o basada
    principalmente en una inexistente relación Dios-hombre,
    naciendo así el enigma más grande que nos ha
    perseguido desde que apareció el primer ser humano en la
    superficie del planeta, ya que siempre se ha tratado de averiguar
    y de investigar, surgiendo cantidad de preguntas sin respuestas
    lógicas y menos satisfactorias de ¡por qué
    fuimos hechos!, ¿qué es lo que estamos haciendo
    aquí y quién nos hizo?; y surgió el problema
    cuando aquel vivo nos dijo que Dios Padre nos hizo.

    Y entonces surgió otra pregunta mucho más
    profunda ¿qué es lo que pretendió Dios
    Nuestro Señor cuando nos hizo?.

    El problema es que nos llama la atención,
    ¿y a quién no?, el hecho de tener en la Biblia dos
    versiones sobre una supuesta misma creación. En una, la de
    los siete días, el hombre es creado a imagen y semejanza
    de Dios Padre, y fueron creados de manera simultánea como
    varón y hembra; culminando así la grandiosa obra y
    colocando de forma solemne al hombre en posesión de todo
    cuanto existía. Ya en la Segundad Versión, nos
    topamos con otra cosa diferente, y cruel a la vez, aquí
    surge un personaje nuevo llamado Yahvé que produce al
    hombre moldeándolo con sus propias manos pero sin
    ningún propósito ni delimitando el motivo para
    haber sido formado.

    En esta narración no existe nada más que
    una tierra vacía y un cielo oscuro que es el único
    medio ambiente
    que rodea a este primer hombre que Dios Padre moldea con arcilla
    del suelo.
    ¿Qué pudiera pensar, amable lector, si a alguien se
    le ocurriera encerrarlo a usted adentro de un cuarto
    completamente oscuro, frío y solitario?, piénselo
    muy bien e imagíneselo pues así fue como tuvo que
    haberse sentido Adán cuando surgió a la existencia
    después del aliento de vida que le insufló Dios
    Padre ya que lo que le rodeaba era una total oscuridad, un
    frío intenso (no había todavía para ese
    momento ni un solo rayo de Sol pues este no había sido
    creado o fabricado) y un vacío total pues, su fabricante,
    no había hecho absolutamente nada a su alrededor para
    eso.

    Hagamos una pequeña pausa y contestémonos
    la pregunta desgarradoramente real ¿Qué tan antiguo
    es el hombre? ¿Desde hace cuántos años
    surgió Adán?. Y, para sorpresa nuestra, -una
    más- la Biblia es la que nos proporciona unas cifras que
    ¡hay Dios mío!, para variar, son ilusas y
    contradictorias pues, cuando le hacemos la pregunta a la Santa
    Palabra del Dios bíblico de ¿Cuál es la
    verdadera edad de la humanidad de la que Adán es el
    tronco?, ¡hay dos respuestas!. Una, que proviene del
    texto hebreo y
    que nos dice que han transcurrido 4,145 años. Y la otra,
    resultante del texto griego que nos dice que no, pues han
    transcurrido realmente la cifra de 5,256 años.

    Habiendo únicamente la friolera de mil ciento
    once años (1,111) de diferencia entre una
    concepción y la otra.

    ¿Por qué el Dios bíblico no
    inspiró la verdadera edad de la humanidad?. Tener 1,111
    años de diferencia entre lo que unos y otros aseguran ser
    los portadores de la verdadera edad del hombre, es lo que hace
    que no podamos dejar de señalar tan lamentable
    situación; pero estaría bien pues unos años
    más unos miles de años menos no importan, siempre y
    cuando quede claro que Adán apareció por haber sido
    elaborado por Yahvé hace unos 5 mil
    años.

    Eso sí, no debemos de olvidar que al ser humano,
    como tal, le podemos seguir fácilmente las huellas muy
    claramente desde hace unos 600 mil años. ¡Sí
    señoras y señores! Seiscientos mil años y no
    sólo hace 4,145 o como dice la otra interpretación
    de 5,256 años.

    ¡Qué diablos sucedió aquí!.
    ¿Cómo es que el primer hombre, en este caso
    Adán, que según la sabia y santa Palabra de Dios
    Padre, surgió 595 mil años después que el
    Homo Sapiens? ¿Valdrá la pena continuar pensando
    que Adán es el primer hombre? ¡No,
    nunca!.

    Un niño de primaria sabe que la aparición
    del ser humano, como tal, surgió entre 600 mil y un
    millón de años antes de nuestra era.
    ¿Qué valor tienen entonces las dos versiones de la
    creación del hombre que la Biblia tan candorosamente nos
    ha impuesto?. Por
    todo lo anterior realmente carece de importancia el hecho de
    investigar si el hombre fue creado o hecho por el Dios
    bíblico, así haya sido Yahvé o los
    Elohím. No tiene ningún sentido práctico
    pues desde hace un chorro de miles de años ya el ser
    humano vivía sobre la faz de la tierra como ser animado y
    sin haber ninguna intervención de Dios Padre en
    ello.

    La supuesta existencia del hombre en la tierra, que
    elaboraba en dos diferentes versiones por los inspirados
    escritores sagrados de la Biblia, hace resaltar
    impresionantemente dos hechos trascendentales:

    1. Cuando se nos dice que Yahvé-Elohím
      formó al hombre del polvo o arcilla de la tierra y luego
      sopló aliento de vida en su nariz haciéndolo un
      ser viviente y animado, se nos proporciona un relato de la
      Creación que ya existía adentro de la cultura
      caldea y que consistía en la imagen de un alfarero,
      protagonizada por Marduc, el Dios principal de ellos, que
      amasando con su propia y divina sangre el barro formó al
      hombre.
    2. Cuando se nos narra que los Elohím son los que
      dicen hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, se
      está utilizando una tradición mucho más
      antigua que los propios escritos judíos y
      copiándolos de la cultura egipcia nos la trasladan y la
      hacen pasar como original en la Biblia. Los egipcios
      sostenían que en su creación el hombre
      había surgido por medio del poder de la palabra hablada
      que tenía su Dios principal.

    ¿Qué tal?.

    Total ¡pura copia! y mala copia. No hay nada de
    original en las narraciones bíblicas y ninguna de las dos
    versiones es original. ¿Para qué tanto cacareo y
    alboroto sobre la creación de Yahvé o la de los
    Elohím?.

    ¿Quiere usted morirse de la risa?… pues bien,
    es risible el hecho que en Mateo 19:4 se ponga en boca del
    ingenioso y manoseado Jesucristo lo siguiente:

    ¿No habéis leído que el que os
    creó, desde el principio lo hizo varón y
    hembra?.

    Y nosotros santamente preguntamos ¿sabría
    Jesús que a su supuesto Padre se le atribuye el hecho de
    haber inspirado dos versiones diferentes acerca de la
    creación del hombre? ¿Por cuál
    versión se inclinó más el Hijo del Hombre y
    cuál fue su preferida?.

    Y mucho más risible es que Pablo, el inocente y
    casto Pablo de Tarso, nos dejara su muy interesada verborrea en 1
    de Timoteo 2:11-13 en donde nos muestra la
    repugnancia que siente por la mujer; muy al
    contrario del pensamiento
    que sobre Jesús nos dicen los evangelistas. Y nos dice
    este tosco machista.

    Que la mujer aprenda en silencio, con toda
    sumisión. Porque no permito a la mujer enseñar, ni
    ejercer dominio sobre el
    hombre, sino estar en silencio. Porque Adán, fue formado
    primero, después Eva.

    ¿Qué les parece la ley que deja
    establecida este santo varón? ¿Cuántas
    mujeres le habrán hecho caso? ¿Y cuántos
    "hombres" que, como Pablo, no habrán vejado a las mujeres
    con base en esta inspiración que el Espíritu Santo
    le concediera a Pablo?, pero si la comparamos con la frase que
    recién hemos leído que Jesús pronuncia desde
    Mateo 19:4 ¿No habéis leído que le que
    los creó, desde el principio los hizo varón y
    hembra?
    , no nos queda más remedio que ¡mandarlos
    al carajo a ambos!.

    Lo que Pablo nos dejara instituido como ley, no es
    más que una interesada y mal intencionada acción
    y constituye una burla y una mentira más de las que nos
    tienen acostumbrados los santos autores sagrados pues, si mal no
    recordamos el Génesis 1:27 nos dice Y crearon los
    Elohím al hombre, varón y hembra los crearon.

    Es decir que de manera instantánea y
    simultáneamente los Elohím crean al varón y
    a la hembra.

    En cambio la alusión que hace Pablo, por
    demás aberrante, se cae por su propio peso. Es cierto que
    Adán fue elaborado muchísimo antes que Eva, pero
    también es cierto que al varón y a la hembra los
    Elohím los crean; o sea que el Padre Nuestro los produce
    de la nada y en cambio Yahvé, en la otra versión,
    moldea del barro a Adán. Es decir que si por asuntos de
    rango o categorías nos vamos, tiene mayor mérito el
    varón creado que el hombre moldeado del barro.

    Sin contar, además, que el varón y la
    hembra son creados a la imagen y semejanza de los Elohím,
    mientras que el Adán moldeado con y del barro, ni por
    asomo es formado tan siquiera con algún atributo especial
    de su fabricante.

    ¿Quién vale más?.

    ¿Por qué este desacuerdo, violento y
    brutal, entre lo dicho por Jesús y lo expresado por San
    Pablo?.

    ¿Será posible que podamos seguir creyendo
    en la autenticidad y en la inspirada Palabra de Dios
    Padre?.

    ¡No!, ya no es posible…

    Partes: 1, 2, 3

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