- El otro concepto
divino - Inspiración sin
asesores - Imagen y semejanza…
¡Pero del polvo! - El
padre nuestro mal artesano y falaz - La vida
no es producto bíblico, ni de Yahvé ni de los
Elohím - Ridículo
reyezuelo prepotente y vulgar - Las
motivaciones divinas - La
traición al Creador - Un Dios
machista al 100% - Profundos
suspiros femeninos - Decepción,
decepción… ¡y más
decepción!
EL OTRO CONCEPTO
DIVINO
Ya hemos analizado, minuciosamente, la Primera
Versión de la Creación; por lo que ahora hay que
hacerlo con esta otra, la que llamamos Segunda Versión
que, aunque suene ridículo, así es la Biblia, la
Santa y Divina Palabra de Dios Padre, que tiene dos versiones de
un supuesto mismo asunto y, para mayor desgracia, ambas son
excluyentes y contradictorias una de la otra.
Se da inicio, así, muy solemnemente, a la otra
versión desde el Génesis 2:4, pero poniendo
intencionalmente una muy útil aclaración que nos
está afirmando un hecho aparentemente irrefutable. Veamos
qué es lo que se nos dice en el inicio de este otro
concepto y para ello sólo basta con abrir nuestras Biblias
para leer, de la cita apuntada, lo siguiente.
Así tuvieron origen los cielos y la tierra
cuando fueron creados, el día que
Yahvé-Elohím hizo la tierra y los
cielos.
Entremos en materia
pues.
Si nos hemos fijado, como seguramente ya se
habrán acostumbrado a no leer sin poner la debida atención, en el versículo
leído, aquí ya no se menciona a Dios o a
Elohím, tal y como nos tenía acostumbrado el primer
capítulo del Génesis. No. Aquí se nos
introduce a otro personaje y nos es presentado un ser denominado,
por el inspirado autor sagrado,
Yahvé-Elohím.
Lo verdaderamente extraño de todo esto es que
durante 34 versículos se nos ha puesto en contacto con un
Dios al que toda la Primera Versión ha llamado
Elohím (los fuertes y poderosos), y que en esta Segunda
Versión de la Creación, repentinamente, nos
sorprenden metiendo a otro personaje.
¿Por qué tal cambio?.
Y aquí sí es necesario reflexionar pues,
si son dos versiones, diferente una de la otra, es lógico
y razonable que se den estos cambios bruscos entre ellas. Y, no
habiendo duda en lo clara que es la diferencia entre ambas
versiones, tendremos que entrar en la polémica del caso,
pues lo amerita.
¿No lo cree?…
En una parte nos presentan, y está como eje
central, a Elohím, que son un grupo de seres
poderosos y fuertes; y en la otra lo es Yahvé, un concepto
más individualizado que el anterior que habla de un
enjambre de seres.
Al inicio nos dijeron que los fuertes y poderosos son el
concepto divino de la Biblia y ahora resulta que Yo soy el
guerrero sale a relucir (Yahvé Saboat eso significa). Y
más complicado aún resulta entender o tratar de
traducir el término de Yahvé-Elohím como
buscando individualizar a uno de ese grupo de fuertes y poderosos
seres y llamarlo Yahvé.
¿Cómo supo el autor o los autores de estas
dos versiones la forma en que se sucedieron los acontecimientos y
los hechos por ellos narrados? ¿Quién se los
contó? ¿Por qué dos versiones?
¿Fueron acaso dos entidades las creadoras del Universo?.
Aunque independientemente de todo este relajo es bueno
insistir y preguntar ¡quién fue el que
relató, narró o contó la manera en que
sucedió la Creación bíblica!.
¿Acaso DIOS, EL TODO?.
Aquí, con esto, si hay que tener muchísimo
cuidado. ¿En qué lugar y en dónde se afirma
semejante cosa?, pues en la Biblia no hay ningún indicio
que nos asegure que fue EL TODO, DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA, quien
paciente y ordenadamente procedió a narrarle a alguien
todo lo que HIZO.
No.
Precisamente, el hecho irrefutable de tener dos
versiones diferentes sobre la Creación en la Biblia, nos
impone sobremanera la imposibilidad de aceptar que haya sido DIOS
quien narrara, inspirara o contara, ya sea directa o
indirectamente, los hechos de una o de dos creaciones.
Si somos reales y ecuánimes hay que reconocer
que, ni siquiera hemos entrado a considerar más que un
solo versículo, el cuarto de esta otra Versión, y
ya encontramos una bien marcada diferencia con lo que se nos
había narrado y que, para mayor desgracia, habíamos
tomado como una inspiración divina.
Para ponerle un poco de cuerda al asuntito sólo
tenemos que preguntarnos, sin ningún complejo ni
aspaviento raro, y contestarnos a la vez, ¿qué es
lo correcto? ¿Elohím, Yahvé, Yo soy el que
Soy, los fuertes y poderosos? ¡o impostores ambos
conceptos!.
Y, efectivamente, si ya se nos había asegurado
que los Elohím habían procedido a dirigir las
acciones de la
Creación, no logramos entender por qué
inmediatamente la Biblia de marcha atrás y nos mete otra
cosa.
Así nos topamos, de manera violenta, con una
contradicción hasta en esto que, nos asegura
enfáticamente que no, que no fueron los Elohím los
que tuvieron a su cargo la Creación, sino que más
bien fue otro ser al que denominan Yahvé quien tuvo a bien
el haber realizado todo el acontecer de formar todo cuanto existe
en el
Universo.
Aquí parece todo esto un rompecabezas, ya que
queda flotando en el ambiente una
pregunta sin aparente respuesta. ¿Quién,
efectivamente, efectúa las acciones de la Creación
de la Biblia al fin?. Y, sin perdernos en la maraña de
esta contradicción documentada, basta con que recordemos
que Elohím es un término que encierra otro concepto
totalmente diferente a lo que quiere decir
Yahvé.
Durante la Primera Versión el autor, al referirse
al ser o a la serie de seres que hacen todo el Universo, lo
designa con el nombre de los Elohím pero, inmediatamente
después –como para evitar preguntas y respuestas
comprometedoras en lo del plural de ese término-,
introduce a Yahvé.
Si nos tomamos la molestia de contar las veces que
aparece el término Elohím en la Primera
Versión, notaremos que la proporción es de tres a
uno comparándolas con las veces que hallamos el nombre
Yahvé en la Segunda Versión. Y, un hecho por
demás llamativo lo constituye que, en la Primera
Versión, ¡nunca! se le llama al creador con el
termino Yahvé, así como que en la Segunda para nada
utilizan el vocablo pluralista de Elohím.
En los primeros treinta y cuatro versículos de la
Biblia al grupo de seres que nos es presentado como los que
hicieron todo cuanto existe se le denomina Elohím sin otra
alternativa; en cambio en la Segunda Versión, retorciendo
los conceptos que, a lo mejor hasta nosotros ya habíamos
aceptado como buenos, nos lo cambian por otro ser más
individualizado y aquí nos imponen que a quien debemos la
creación de todo cuando existe es a
Yahvé.
Otra forma de verlo con una mejor proyección y
claridad es comparando la secuencia de los acontecimientos y
acciones que tienen lugar en el desarrollo de
ambas creaciones; con lo que nos daremos plena cuenta de la
diferencia.
¿Qué diablos sucedió en el orden de
ambas creaciones?.
Veámoslo detenidamente:
PRIMERA VERSIÓN | SEGUNDA VERSIÓN |
1ro surge la vegetación | 1ro surge el hombre |
2do surgen los animales | 2do surge la vegetación |
3ro surge el varón y la hembra | 3ro surgen los animales |
4to surge la mujer |
En la Primera Versión todo sucede o tiene lugar
en siete días exactos, en la Segunda no hay
indicación alguna del tiempo
empleado o que transcurrió para cada acto de la
Creación.
¿No es verdad que presentado como lo hemos hecho,
en ese tan descriptivo cuadro comparativo entre ambas versiones,
surgen una infinidad de sospechas?.
¿Ya se dieron cuenta de lo obvio y del claro
contraste que hay entre una y otra versión?.
Si desde siempre ha sido tan cristalina la diferencia y
la contradicción que, hasta en el orden de los
acontecimientos difieren las dos inspiraciones, ¿por
qué continuamos afirmando que fue el Dios bíblico
el creador del Universo?. Por lo poco que hasta este momento
hemos visto, de entrada hay que rechazar que la Biblia sea una
inspiración divina; por lo menos, creemos nosotros,
hubiera sido más razonable y aceptado el embuste si se nos
hubiera afirmado que la Primera Versión fue una
inspiración de los Elohím y que la Segunda muy bien
pudo haber sido obra inspirada por Yahvé.
Pero haberse atrevido a imponernos que un solo Dios, por
medio del Espíritu
Santo, haya mandado la inspiración a aquellos santos
varones autores del mazacote que forman los libros
conocidos como Biblia, es la más grande aberración
y la bofetada más desvergonzada que alguien nos hubiera
sonado en nuestra humanidad.
¿Por qué pretender que DIOS, EL TODO, es
quien inspira dos versiones diametralmente opuestas y
diferentes?.
Y, como esa posibilidad de inspirar, por mínima
que fuera, se puede dar, de todos modos estaría
también descalificada tal pretensión de hacer que
DIOS, EL ABSOLUTO TODO, haya mandado dos mensajes opuestos. Para
empezar a eliminar la menor sospecha de que de ahí
provenga la inspiración, sólo basta con dejar
sentado que EL TODO no puede parcializarse y mandar
inspiración alguna a una persona pues no
es individualista; si no veamos con la lluvia un muy buen ejemplo
de las actuaciones de DIOS que, mandándonosla para todos,
no hace exclusivista la divina lluvia.
Si en la Biblia, la llamada tan absurdamente Palabra de
Dios, aparecen dos versiones y diferentes por añadidura,
obligadamente tenemos que aceptar entonces que ese Dios
perversamente inspiró tales versiones y, por lo tanto, el
Padre Nuestro es ambivalente, voluble y lo mejor, una
estafa.
¡Ese mamarracho bíblico no es
DIOS!.
Suficientemente bien aclarado el asuntito este, ahora
sí podremos leer el versículo 4 ya un poco
más despejado el ambiente.
Así tuvieron origen los cielos y la tierra
cuando fueron creados, el día que
Yahvé-Elohím hizo la tierra y los
cielos.
Estamos leyendo con nuestros propios ojos y no lo
podemos creer.
Si se nos afirma que aquí la Creación del
Universo se llevó a cabo en un solo día, contrario
a lo que ya nos había dicho recientemente la Biblia y en
donde consta enfáticamente que fueron siete los
días empleados y requeridos por los Elohím para
ejecutar la creación y producción de todo cuanto existe, es porque
algo hay que no está bien.
Por eso es que necesitamos obligadamente que ir
comparando ambas versiones.
Ya habíamos asimilado que en el principio
crearon los Elohím los cielos y la tierra ¿por
qué tan repentinamente ahora la misma Biblia nos dice que
fue Yahvé el hacedor de la tierra y de los cielos?.
¿No será que este Yahvé es uno de aquellos
muchos fuertes y poderosos seres (Elohím) que
intervinieron en la creación que originalmente nos narra
la versión hebrea que dice bereshit bara
Elohím?.
El Génesis nos brinda una bella narración
en donde son los muchos fuertes y poderosos los que ejecutan las
acciones de crear, hacer, decir, ver, ordenar, nombrar y
descansar. Aparte que en esta otra versión surge uno de
aquellos Elohím, pero sentimentalmente aferrado a las
pasiones, emociones y
exabruptos propios más bien de un ser humano que de un
Dios y con el espíritu y el sentimiento totalmente
parcializado. Es identificado como Yahvé haciendo la
correspondiente individualización con esta
revelación de su nombre, dándole así un
lugar prominente en las acciones que todos los fuertes y
poderosos ejecutan. Y por último, este nuevo personaje ya
identificado como Yahvé de los Ejércitos, no es el
creador que nos presentó la Primera Versión. Este
ser es un personaje de poca monta… poderoso, tal vez,
¡pero nunca todopoderoso!.
Aquí sí tenemos que ser muy claros pues,
siendo el propio versículo 4, que nos dice
consistentemente sobre cuáles son las limitaciones de
Yahvé, habrá que tomar cartas en el
asunto. Con la descripción que nos hacen desde ese
ilustrativo versículo nos damos cuenta que Yahvé
adolece de la facultad de crear.
¡Yahvé no tiene la capacidad de crear!,
solamente está limitado a hacer y si profundizamos un poco
más en la Segunda Versión, como lo iremos haciendo,
nos vamos a dar cuenta que Yahvé está limitado
hacer las cosas formando o modelando.
Este nuevo personaje no puede producir cosas de la nada
y eso es una limitación y por lo tanto es bueno
preguntarnos ¿en dónde queda la tan sobada y
cacareada presencia todopoderosa de Yahvé?, a partir de
este momento y sabedores de la rigurosa limitación
impuesta a Yahvé, por el propio autor de estos
versículos, ¿qué nos queda por decir?…
¡nada!.
Ya está desenmascarado Yahvé y,
conociéndolo ahora como una entidad funesta y para nada
poderosa, como se nos había obligado a creer, no nos resta
más que tratarlo como lo que es.
¿Están ustedes dispuestos para
esto?…
El relato de la Segunda Versión continúa
diciéndonos en los versículos 5 y 6 que.
No había vegetación en la tierra, ni germinaban las
hierbas, ya que Yahvé-Elohím no había hecho
llover sobre la tierra, ni había aún hombre para
que labrase la tierra, ni rueda o noria que subiese el agua con
que regarla (según una traducción), sino que subía un
vapor de la tierra, el cual regaba toda la faz de la tierra
(según la otra traducción).
¡Qué excusa tan tonta!
¿Creerían acaso los autores de esta versión
que todos los lectores del mazacote bíblico fueran
tarados, estúpidos o faltos de sentido común?
Porque no podemos comprender que, tratando de explicar el motivo
por el cual aún no había vegetación sobre la
superficie de la tierra, se pretenda dejar sentada la indudable
posición de Yahvé y decirnos ya que
Yahvé-Elohím aún no había hecho que
lloviera sobre la tierra.
¡Qué bonito! Ahora resulta que con solo
hacer llover surge toda la infinita variedad de la que consta la
vegetación terrestre. Y la cosa no es así.
No.
Primero se nos dice y asegura rotundamente que
Yahvé-Elohím no tiene la capacidad de crear y ahora
se nos quiere tontear de lo lindo, mintiéndonos
descaradamente y pretendiendo hacer surgir la figura de un ser
Todopoderoso que, con solo hacer llover puede provocar la
germinación, haciendo que surja la vegetación
completa del planeta Tierra. Esto no concuerda con las mismas
reglas del jueguito que él o los autores de esta otra
versión de la Creación nos hacen conocer desde el
inicio del versículo 4 de donde ya nos aseguran que
Yahvé no tiene poder para
hacer surgir las cosas de la nada ya que está limitado por
su propia naturaleza a
hacer cosas y no a crearlas.
Para que surja, o germine la vegetación, primero
y antes que ninguna otra cosa, se necesita la semilla, el acodo o
el vástago; incluso, podemos decir también en el
extremo de llegar a la
clonación, que necesitamos que exista una célula
madre. Ahora bien, sin que la tierra tenga en sus entrañas
la semilla, el acodo o el vástago, ¡no podrá
producir nada!.
¡Aún lloviendo!.
Pero no, y en forma necia y oficiosa, este
versículo pretende disculpar al Dios Padre
excusándolo de la falta de existencia de la
vegetación con una burda y estúpida mentira; es
más, ni siquiera se han puesto de acuerdo con el verdadero
significado de la palabra del versículo 6 pues, mientras
unos dicen que no existía la vegetación porque
Yahvé-Elohím no había hecho que lloviera
sobre la tierra y porque no había hombre que la labrase
ni rueda o noria que subiera el agua con que
regarla, los otros dicen que la vegetación de la
tierra no se había producido, debido en parte a la falta
de lluvia que no enviaba Yahvé-Elohím y que no
había hombre que labrase la tierra sino que
subía de la tierra un vapor, el cual, regaba toda la faz
de la tierra.
Y esto sí es grave.
Tenemos que ir por partes, empezando con explicar que la
palabra que se usa en forma tan general para designar a la
niebla, al vapor o nube, sirve también para dar a entender
aquella cosa u objeto que todos conocemos como rueda o noria. Por
supuesto que hay que recordar que uno de los métodos de
riego más comúnmente usados en las regiones
desérticas y no bendecidas con la lluvia, consistía
en movilizar el agua de algún riachuelo, río o lago
por medio de un cigüeñal o noria.
Independientemente del significado específico de
la traducción, o sea, sin importar que lo correcto puede
ser rueda, noria, niebla o vapor, lo que pretende dar a entender
la narración bíblica es que no había
vegetación por la falta de humedad necesaria.
Partamos la situación en dos y supongamos ahora
que la correcta interpretación sea la de noria o rueda.
¿Qué tenemos que entender?. Y veamos todo el
concepto pero en forma no tan sutil como cualquier creyente lo
haría.
La frase ya con esta nueva interpretación, para
comenzar, quedaría así:
No existía la vegetación porque
Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
tierra, ni había todavía hombre que la labrase, ni
rueda o noria que subiese el agua con que regarla.
Muy bien, pero y entonces nos preguntamos ¿para
qué una rueda o noria? ¿qué es lo que se
pretendía subir? Si no había todavía agua ni
de lluvia ni de otra, pues para ese preciso momento –y ni
después tampoco- nos dice esta Segunda Versión de
algo que pudiéramos entender como referencia a la
creación del agua.
No hay nada que nos indique la formación del
agua, menos aún que esta hubiera sido hecha, creada o
producida por Elohím o por Yahvé. Nadie se
tomó la molestia de aclarar a quien le correspondía
la paternidad del agua.
¿Para qué, entonces, una noria o rueda si
no existía todavía el agua? La necesidad de
utilizar este mecanismo se dio cuando se requirió utilizar
el agua y llevarla hasta un lugar específico. Nadie
inventa o descubre algo que antes no haya sido provocado por una
necesidad o falta de algo mejor.
Si como lo deja dicho el versículo,
Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
tierra, eso significa que ni siquiera existía agua del mar
que es de dónde procedería la lluvia.
Uno. No existiendo agua ¿para qué indicar
que no existía un instrumento o aditamento como la rueda o
noria que se usa, precisamente, para subirla y luego
encauzarla?.
Dos. ¡Para qué la contradicción!,
pues, si ni siquiera había caído la primera lluvia
del cielo, ¿para qué indicar que no había
forma de subir el agua, pretendiendo hacernos creer que
ésta pre existía?.
Ahora veamos la cosa desde el otro punto y supongamos
que lo correcto es la otra traducción, entonces la frase
inspirada por el Espíritu Santo
quedaría.
No existía la vegetación porque
Yahvé-Elohím no había hecho llover sobre la
tierra, ni había todavía hombre que la labrase,
sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda
la faz de la tierra.
Esto, además de ser toda una exageración,
también constituye otra contradicción en lo que a
inspiraciones se refiera, pues ya veremos todo el alcance de su
significado.
Y para mientras los inspirados autores bíblicos
nos siguen mintiendo descaradamente.
¿Qué cosa significa la palabra vapor?,
pues vapor es aquella nube que surge y se levanta de las cosas
que, estando húmedas y que bajo la influencia del calor, se
forma.
¿Qué les parece la vaina
ahora?.
Primero, no había agua, por lo tanto, menos
pudiéramos pensar en la existencia de algo húmedo o
mojado. Y segundo, ¡no habiendo surgido aún el Sol
–fuente natural y única del calor para ese entonces-
indispensable para formarse el vapor que se levantaba de la
tierra, ¡cómo fue posible que se hubiese formado esa
nube de vapor!.
¿Acaso se nos quiso ver la cara de
imbéciles?… ¿por cuánto tiempo nos la han
visto?.
¡Durante cuántos miles de años hemos
sido tonteados por tal afirmación
bíblica!.
Bueno, no nos queda más remedio que continuar y
veamos ahora la gran exageración. Recordemos lo que se nos
afirma que ese vapor regaba toda la faz de la tierra.
¡Toda la faz de la tierra!…
¡Caramba!.
Saque usted su propia conclusión pues, por la
nuestra, nos limitaremos a decir muy sencillamente que eso es
toda una exageración.
¿De dónde se obtuvo el agua necesaria para
que un calor inexistente pudiera convertirla en una casi infinita
nube de vapor con la capacidad de poder regar toda la superficie
del planeta? ¡Coño!, como bien se merece que
expresemos y exclamemos aquí.
¿Se deja usted envolver y engatusar
nuevamente?…
Se hace necesario algo más que la fe para dar por
aceptados ciertos hechos que se le olvidaron mencionar al
Diosesito bíblico. Uno de ellos el agua. ¿Por
qué ni un mísero detalle de su formación? Y
lo que nos da el derecho a exigir una respuesta clara, y bien
detallada, de este Dios Padre, no es más que lo
ilógico de ciertos pasajes bíblicos aburridamente
detallistas tal y como leemos en Levítico 15 que con sus
33 versículos nos impone una serie de sosas restricciones
sobre las impurezas sexuales.
Perdamos un poco el tiempo leyendo las tonterías
allí expuestas:
Habló Yahvé a Moisés y a
Aarón diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y
decidles: Cualquier varón, cuando tenga flujo de semen,
será inmundo. En esto consiste su impureza causada por su
flujo: sea que su cuerpo destile semen o que haya dejado
recientemente de destilarlo, él será
inmundo.
Toda cama en que se acueste el que tiene flujo,
será inmunda; y toda cosa sobre la que se siente, inmunda
será. Y cualquiera que toque su cama, lavará sus
vestidos; se lavará también a sí mismo con
agua, y será inmundo hasta la noche.
Y el que se siente sobre aquello en que se haya
sentado el que tiene flujo de semen, lavará sus vestidos,
se lavará también a sí mismo con agua, y
será inmundo hasta la noche. Así mismo el que toque
el cuerpo del que tiene flujo de semen, lavará sus
vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y
será inmundo hasta la noche.
Y si el que tiene flujo de semen escupe sobre el
limpio, éste lavará sus vestidos y después
de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la noche. Y
toda montura sobre la que cabalgue el que tenga flujo de semen
será inmunda. La vasija de barro que toque el que tiene
flujo de semen será quebrada y toda vasija de madera
será lavada con agua.
Cuando haya sanado de su flujo el que tiene flujo de
semen, contará siete días para su
purificación, y lavará sus vestidos, y
lavará su cuerpo con aguas vivas, y será limpio, el
octavo día tomará dos tórtolos o dos
palominos, y vendrá delante de Yahvé a la puerta
del tabernáculo de reunión, y los dará al
sacerdote, y el sacerdote hará del uno ofrenda por el
pecado, y del otro hará holocausto; y
el sacerdote le purificará de su flujo delante de
Yahvé.
¡Qué barbaridad por Dios Santo!.
Y pensar que es el propio Yahvé, el supuesto
protagonista de esta versión, quien directamente le dice
todo lo anterior a Moisés y a Aarón. ¿Por
qué no fue tan claramente descriptivo en esta Segunda
Versión de la Creación? ¿Por qué ni
una palabra sobre el agua? ¿Cuál será la
reacción nuestra y qué nos sucederá cuando
enfrentamos algo como esto? ¿Será posible que
mantengamos aún y conociendo cómo es en realidad
este fantoche Dios bíblico, la misma religiosidad y
ceguera?.
Pues bien, quedando en entredicho Yahvé, no nos
queda más remedio que reacomodar todo nuestro pensar y ver
las cosas en su justa dimensión; sin perder de vista que
nos proporciona cierta incertidumbre el hecho de haber sido tan
vilmente tonteados por los líderes religiosos.
En pocas palabras, ¡la Biblia no es producto de
DIOS, DEL TODO, DE LA VERDAD ABSOLUTA!. La Biblia fue producida
por mentes humanas, mentes de hombres enervados por un supuesto
sentimiento de sentirse iluminados, razón por la cual
tergiversaron, confundieron y limitaron a la divinidad y su
supuesta actuación en el plano terrenal.
¿Qué otra cosa puede significar que en la
propia Biblia aparezcan dos versiones de la Creación tan
diferentes entre sí?.
IMAGEN Y
SEMEJANZA… ¡PERO DEL POLVO!
Continuemos con el versículo 7 que nos
dice:
Entonces Yahvé-Elohím modeló
(o formó) al hombre de polvo (o arcilla) de la
tierra, y le sopló en su nariz aliento de vida y fue
así el hombre un
ser animado.
Repentinamente, y antes de hacer un entorno adecuado
para el hombre, Dios Padre decide fabricarlo.
Estúpido ¿verdad?.
Sobre la base del versículo recién copiado
debemos tomar en cuenta varias cosas:
- El hombre es modelado o formado. Es decir que el
hombre, sin ton ni son, es fabricado. - Este hombre no es creado.
- Es elaborado con elementos ya existentes.
- Este producto artesanal modelado por Yahvé no
es el mismo hombre que fue creado por los
Elohím. - Yahvé no pide ayuda para elaborarlo tal y como
se nos cuenta sí solicitaron apoyo los
Elohím. - Yahvé no lo fabrica a imagen y
semejanza del fabricante, tal y como sí lo fue el de la
otra versión. - Aquí, este hombre producto del polvo de la
tierra, es fabricado exclusivamente como hombre, con su aparato
sexual conocido como pene. - Solamente es elaborado el hombre y, a la mujer,
que pena pero así es, ni siquiera se la menciona. Muy a
pesar que en la Primera Versión se nos asegura que
fueron creados simultáneamente como varón y
hembra.
¡Qué forma más increíble de
contradecirse! Solamente porque nosotros somos los que estamos
viendo y leyendo esto es que nos admira la pasmosa manera de
habernos tenido tan maliciosamente engañados.
No podemos ni comentar lo que hemos enumerado del uno al
ocho. Lo claro en todo esto es que hay un brusco cambio y el
relato iniciado por Yahvé es totalmente diferente al que
ya hasta habíamos tomado como bueno y cierto en el primer
capítulo del Génesis.
¿Qué es esta pantomima de decir a los
cuatro vientos que DIOS fue quien inspiró todo este
cuenterete falaz y ridículo?.
Sin ir muy lejos, el relato del pueblo caldeo sobre la
creación, nos dice que fue Marduc quien con su propia
sangre
moldea y amasa el barro para formar al hombre. Y,
¿qué tal será el relato que nos hace el
Popul Vuh, el libro sagrado
de los quichés? ¿Y el de los incas?…
¿Y el de los miles de pueblos que han existido?, algunos
de ellos son anteriores a lo que la Biblia describe como el
principio.
Además ¿qué quiso decirnos el o los
autores de esta otra versión cuando nos aseguran que
Yahvé-Elohím soplo aliento de vida en la nariz del
hombre y que así fue que se convirtió en un ser
viviente animado?.
Ambos hombres son corpóreos, tanto el de la
Primera Versión como este fabricado del barro, solo que
este tuvo necesidad de cargar baterías con ese soplo de
aliento que recibe de Yahvé; en cambio el otro, la pareja
creada a imagen y semejanza del Padre Nuestro, surgió
instantáneamente sin muchas pantomimas.
El hombre es la pieza más importante de la
Creación y, si su trascendencia es mayúscula,
entonces así mismo debemos de proceder; por supuesto que
la Biblia tiene sus considerandos para esto y podemos ver dos de
ellos. Primero, porque la Santa Biblia es una creación
literaria de hombres, estos tuvieron que darle una preeminencia
como la que vemos en el libro sagrado de los hebreos. Y segundo,
por la antropomorfización que se hace de la divinidad, es
decir colocar a unos a la par de los Dioses.
Por eso es que el ser humano ha tenido que convertir y
ver a DIOS, AL TODO como hombre y eso le ha permitido muchas
cosas; y por lo mismo, se le han atribuido a este Dios-Hombre
todas las pasiones, emociones y sensaciones propias de los seres
humanos buscando poder así comprender AL TODO que es
DIOS.
Ahí fue donde empezó el verdadero problema
de la humanidad pues, por necesidad se le atribuyeron poderes y
se los dieron al Dios bíblico y en la Biblia, sus autores,
se encargaron de darle todos los atributos del hombre a los seres
que aparecen como Elohím.
Sin ir muy lejos tenemos que recordar los versos de
Savonarola que nos dijo:
En su mezquina estupidez el hombre, se forja un dios
indigno de alabanza, ebrio de odio, cólera
y venganza, terrible y sanguinario como él.
En la Primera Versión el hombre creado a imagen y
semejanza del Dios bíblico nunca es llamado por otro
nombre más que por el término de hombre; en esta
otra versión el hombre es llamado repentinamente
Adán. La etimología de esta palabra es tomado de
la tierra, por lo que habiendo una gran similitud entre
ambas, puesto que Adán y hombre se complementan ya que el
vocablo hombre viene del latín homo derivado de humus que
es una clara referencia a la tierra, se pretende dejar dicho que
ese término de hombre designa al que está ligado a
la tierra.
A la comprensión de la sumatoria de todo el
amplio significado de hombre hay que unir su contexto y aclarar,
o mejor dicho preguntar, ¿cómo es posible que de un
ser divinamente creado o hecho por los Elohím o por
Yahvé –dependiendo de la versión- hayan
surgido toda una serie de hechos increíbles tales como las
divisiones étnicas, culturales, sociales e
idiomáticas entre los grupos de seres
humanos que hemos habitado este planeta?.
¿No se supone que fue la divinidad quien
intervino directa y tajantemente en ambas versiones de la
creación del hombre? ¿Cómo pudo haber
sufrido degeneración y cambio genético aquel hombre
divinamente creado o fabricado?.
¡Un millón de dólares para el que
responda con un concepto real, lógico, sin ninguna duda y
por supuesto no religioso!.
Sin dudarlo, fueron las diferentes concepciones
religiosas las que hicieron divino el origen del ser humano y, no
importó que tipo de raza, ya sea negra, roja, blanca o
mestiza, pues dentro de cada grupo racial, el Dios que designaron
y escogieron para su uso exclusivo tenía que ser una copia
fiel y un digno representante de la raza en la que se le
adoraba.
Así, el Dios de los judíos
es la representación de todas las características
de este grupo étnico. El Dios principal de los egipcios o
de los babilonios era el prototipo de los de su respectivo pueblo
¡ni más que eso!. Y entre los pobladores de nuestra
América
la cosa fue igual ya que los mayas, incas,
quechuas, aztecas, siux,
apaches y un largo etc., todos ellos concibieron a sus Dioses,
tanto al principal como los secundarios o su corte celestial,
iguales a ellos, tanto en color de la
piel, como en
las costumbres, en sus mismos sentimientos y pasiones, así
como en la cultura.
Y, sólo como un pequeño ejemplo, entre el
pueblo practicante de las tradiciones religiosas judeo-cristianas
tenemos una corte impresionante que rodea a Dios Padre.
Allí hay ángeles, querubines, serafines, santos,
vírgenes y hasta ángeles del mal tal el caso de
Satanás o Luzbel.
Si este enlace entre las cualidades humanas y las
atribuidas a Dios Padre era tan notorio y comúnmente
aceptado por los fieles practicantes ¿por qué no
inventarse que el Dios de la Biblia es quien hubo formado al ser
humano?.
El problema de creer que somos un producto divino no es
la idea en sí. Es la explicación que el ser humano
ha hecho al tratar de explicar y de interpretar, muy a su modo
particular e interesado, el cómo y el por qué Dios
Nuestro Señor nos hizo; y, en ese punto, hemos elaborado
una enmarañada, confusa y contradictoria historia de la
Creación. Pero, repetimos, no es cosa exclusiva del pueblo
judío, del cual nosotros hemos tomado la idea del Dios que
adoramos.
Era cosa común y corriente, entre todos los
pueblos y civilizaciones que a lo largo y ancho de la historia de
nuestro planeta lo han poblado, tener tal costumbre.
Una cosa sí debe de quedar muy bien aclarada, y
es que pretendamos nosotros que DIOS, EL TODO, se haya tomado la
molestia de crearnos, hacernos o fabricarnos, como lo han
divulgado todos y cada uno de los diferentes libros sagrados de
cada una de las religiones que cada
civilización ha tenido, es tergiversarlo todo y es
anarquizar a la divinidad.
¿Cuál de todos los diferentes conceptos,
de los miles que existen sobre la Creación, es el
verdadero?. En realidad ninguno.
Si al GRAN HACEDOR o GRAN CREADOR le hubiera convenido o
interesado que supiéramos el cómo y el por
qué fuimos creados, hechos o producidos, sencillamente y
como primera providencia ¡no hubiera escogido a un pueblo
en forma tan particular y hacerlo suyo!, pues todos los seres
humanos somos poseedores del mismo valor; y,
también hay que decirlo, sólo existiría una
sola versión sobre la Creación que sería la
verdadera. Como hay miles de versiones, a cuáles
más coloridas y floridas, únicamente nos resta
desecharlas a todas por iguales de falsas.
Si no sabemos el o los motivos para estar viviendo como
seres humanos y el o los motivos para haber sido hechos como
tales ¿qué importancia tiene?. Lo verdaderamente
importante es que somos seres humanos y que estamos viviendo en
este hermoso planeta. ¡Entonces vivamos! que es lo
único importante y lo único que por más que
quisiéramos no podemos negar como realidad muy
nuestra.
Vivamos y los por qué y los cómo que no
nos trastornen ni detengan nuestra propia evolución normal y natural que nos
corresponde por compartir este mundo con miles de millones de
seres humanos como nosotros.
Para ilustrar mejor esta situación, veamos lo que
sucedido con Edison y una señora que, profundamente
impresionada con los inventos y
descubrimientos de este genio, le preguntó un día:
-¿señor qué es la electricidad?-
Edison, muy sereno y humildemente le respondió:
-Señora, la electricidad es, por lo tanto
úsela.
Nosotros, imitando a Edison, podemos decir
también que la vida es, por lo tanto vivámosla y
que no nos afecte en manera alguna de dónde venimos y
mucho menos hacia dónde vamos a ir.
¡Queda claro!… ¿Verdad?.
El ser humano, cualquiera que sea, concibe a su
particular divinidad exclusivamente de acuerdo a la intensidad y
a la profundidad con que así mismo se contemple. La
grandeza de la imagen que el hombre se forja de Dios está
siendo determinada y generada por la propia inteligencia
del ser humano y no al revés.
Aquel que pretenda definir a DIOS, AL TODO, lo que
está haciendo es contar o relatar la manera en que su
propia y muy limitada mentalidad ve o concibe al SER SUPREMO. Y
eso, a pesar de lo bello y excelso que pueda ser la tal
definición, ¡no es DIOS! ¡no es EL
TODO!.
Para el ser humano ha sido, desde siempre, un problema
verse a sí mismo. Cuando interiorizamos en nuestro ser
sentimos, y nos ha causado, mucha perturbación. Ahora
bien, el problema del ser humano que se observa detenidamente en
su interior, fue muy bien aprovechado y, recibió de alguno
más vivo, una respuesta teológica o basada
principalmente en una inexistente relación Dios-hombre,
naciendo así el enigma más grande que nos ha
perseguido desde que apareció el primer ser humano en la
superficie del planeta, ya que siempre se ha tratado de averiguar
y de investigar, surgiendo cantidad de preguntas sin respuestas
lógicas y menos satisfactorias de ¡por qué
fuimos hechos!, ¿qué es lo que estamos haciendo
aquí y quién nos hizo?; y surgió el problema
cuando aquel vivo nos dijo que Dios Padre nos hizo.
Y entonces surgió otra pregunta mucho más
profunda ¿qué es lo que pretendió Dios
Nuestro Señor cuando nos hizo?.
El problema es que nos llama la atención,
¿y a quién no?, el hecho de tener en la Biblia dos
versiones sobre una supuesta misma creación. En una, la de
los siete días, el hombre es creado a imagen y semejanza
de Dios Padre, y fueron creados de manera simultánea como
varón y hembra; culminando así la grandiosa obra y
colocando de forma solemne al hombre en posesión de todo
cuanto existía. Ya en la Segundad Versión, nos
topamos con otra cosa diferente, y cruel a la vez, aquí
surge un personaje nuevo llamado Yahvé que produce al
hombre moldeándolo con sus propias manos pero sin
ningún propósito ni delimitando el motivo para
haber sido formado.
En esta narración no existe nada más que
una tierra vacía y un cielo oscuro que es el único
medio ambiente
que rodea a este primer hombre que Dios Padre moldea con arcilla
del suelo.
¿Qué pudiera pensar, amable lector, si a alguien se
le ocurriera encerrarlo a usted adentro de un cuarto
completamente oscuro, frío y solitario?, piénselo
muy bien e imagíneselo pues así fue como tuvo que
haberse sentido Adán cuando surgió a la existencia
después del aliento de vida que le insufló Dios
Padre ya que lo que le rodeaba era una total oscuridad, un
frío intenso (no había todavía para ese
momento ni un solo rayo de Sol pues este no había sido
creado o fabricado) y un vacío total pues, su fabricante,
no había hecho absolutamente nada a su alrededor para
eso.
Hagamos una pequeña pausa y contestémonos
la pregunta desgarradoramente real ¿Qué tan antiguo
es el hombre? ¿Desde hace cuántos años
surgió Adán?. Y, para sorpresa nuestra, -una
más- la Biblia es la que nos proporciona unas cifras que
¡hay Dios mío!, para variar, son ilusas y
contradictorias pues, cuando le hacemos la pregunta a la Santa
Palabra del Dios bíblico de ¿Cuál es la
verdadera edad de la humanidad de la que Adán es el
tronco?, ¡hay dos respuestas!. Una, que proviene del
texto hebreo y
que nos dice que han transcurrido 4,145 años. Y la otra,
resultante del texto griego que nos dice que no, pues han
transcurrido realmente la cifra de 5,256 años.
Habiendo únicamente la friolera de mil ciento
once años (1,111) de diferencia entre una
concepción y la otra.
¿Por qué el Dios bíblico no
inspiró la verdadera edad de la humanidad?. Tener 1,111
años de diferencia entre lo que unos y otros aseguran ser
los portadores de la verdadera edad del hombre, es lo que hace
que no podamos dejar de señalar tan lamentable
situación; pero estaría bien pues unos años
más unos miles de años menos no importan, siempre y
cuando quede claro que Adán apareció por haber sido
elaborado por Yahvé hace unos 5 mil
años.
Eso sí, no debemos de olvidar que al ser humano,
como tal, le podemos seguir fácilmente las huellas muy
claramente desde hace unos 600 mil años. ¡Sí
señoras y señores! Seiscientos mil años y no
sólo hace 4,145 o como dice la otra interpretación
de 5,256 años.
¡Qué diablos sucedió aquí!.
¿Cómo es que el primer hombre, en este caso
Adán, que según la sabia y santa Palabra de Dios
Padre, surgió 595 mil años después que el
Homo Sapiens? ¿Valdrá la pena continuar pensando
que Adán es el primer hombre? ¡No,
nunca!.
Un niño de primaria sabe que la aparición
del ser humano, como tal, surgió entre 600 mil y un
millón de años antes de nuestra era.
¿Qué valor tienen entonces las dos versiones de la
creación del hombre que la Biblia tan candorosamente nos
ha impuesto?. Por
todo lo anterior realmente carece de importancia el hecho de
investigar si el hombre fue creado o hecho por el Dios
bíblico, así haya sido Yahvé o los
Elohím. No tiene ningún sentido práctico
pues desde hace un chorro de miles de años ya el ser
humano vivía sobre la faz de la tierra como ser animado y
sin haber ninguna intervención de Dios Padre en
ello.
La supuesta existencia del hombre en la tierra, que
elaboraba en dos diferentes versiones por los inspirados
escritores sagrados de la Biblia, hace resaltar
impresionantemente dos hechos trascendentales:
- Cuando se nos dice que Yahvé-Elohím
formó al hombre del polvo o arcilla de la tierra y luego
sopló aliento de vida en su nariz haciéndolo un
ser viviente y animado, se nos proporciona un relato de la
Creación que ya existía adentro de la cultura
caldea y que consistía en la imagen de un alfarero,
protagonizada por Marduc, el Dios principal de ellos, que
amasando con su propia y divina sangre el barro formó al
hombre. - Cuando se nos narra que los Elohím son los que
dicen hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, se
está utilizando una tradición mucho más
antigua que los propios escritos judíos y
copiándolos de la cultura egipcia nos la trasladan y la
hacen pasar como original en la Biblia. Los egipcios
sostenían que en su creación el hombre
había surgido por medio del poder de la palabra hablada
que tenía su Dios principal.
¿Qué tal?.
Total ¡pura copia! y mala copia. No hay nada de
original en las narraciones bíblicas y ninguna de las dos
versiones es original. ¿Para qué tanto cacareo y
alboroto sobre la creación de Yahvé o la de los
Elohím?.
¿Quiere usted morirse de la risa?… pues bien,
es risible el hecho que en Mateo 19:4 se ponga en boca del
ingenioso y manoseado Jesucristo lo siguiente:
¿No habéis leído que el que os
creó, desde el principio lo hizo varón y
hembra?.
Y nosotros santamente preguntamos ¿sabría
Jesús que a su supuesto Padre se le atribuye el hecho de
haber inspirado dos versiones diferentes acerca de la
creación del hombre? ¿Por cuál
versión se inclinó más el Hijo del Hombre y
cuál fue su preferida?.
Y mucho más risible es que Pablo, el inocente y
casto Pablo de Tarso, nos dejara su muy interesada verborrea en 1
de Timoteo 2:11-13 en donde nos muestra la
repugnancia que siente por la mujer; muy al
contrario del pensamiento
que sobre Jesús nos dicen los evangelistas. Y nos dice
este tosco machista.
Que la mujer aprenda en silencio, con toda
sumisión. Porque no permito a la mujer enseñar, ni
ejercer dominio sobre el
hombre, sino estar en silencio. Porque Adán, fue formado
primero, después Eva.
¿Qué les parece la ley que deja
establecida este santo varón? ¿Cuántas
mujeres le habrán hecho caso? ¿Y cuántos
"hombres" que, como Pablo, no habrán vejado a las mujeres
con base en esta inspiración que el Espíritu Santo
le concediera a Pablo?, pero si la comparamos con la frase que
recién hemos leído que Jesús pronuncia desde
Mateo 19:4 ¿No habéis leído que le que
los creó, desde el principio los hizo varón y
hembra?, no nos queda más remedio que ¡mandarlos
al carajo a ambos!.
Lo que Pablo nos dejara instituido como ley, no es
más que una interesada y mal intencionada acción
y constituye una burla y una mentira más de las que nos
tienen acostumbrados los santos autores sagrados pues, si mal no
recordamos el Génesis 1:27 nos dice Y crearon los
Elohím al hombre, varón y hembra los crearon.
Es decir que de manera instantánea y
simultáneamente los Elohím crean al varón y
a la hembra.
En cambio la alusión que hace Pablo, por
demás aberrante, se cae por su propio peso. Es cierto que
Adán fue elaborado muchísimo antes que Eva, pero
también es cierto que al varón y a la hembra los
Elohím los crean; o sea que el Padre Nuestro los produce
de la nada y en cambio Yahvé, en la otra versión,
moldea del barro a Adán. Es decir que si por asuntos de
rango o categorías nos vamos, tiene mayor mérito el
varón creado que el hombre moldeado del barro.
Sin contar, además, que el varón y la
hembra son creados a la imagen y semejanza de los Elohím,
mientras que el Adán moldeado con y del barro, ni por
asomo es formado tan siquiera con algún atributo especial
de su fabricante.
¿Quién vale más?.
¿Por qué este desacuerdo, violento y
brutal, entre lo dicho por Jesús y lo expresado por San
Pablo?.
¿Será posible que podamos seguir creyendo
en la autenticidad y en la inspirada Palabra de Dios
Padre?.
¡No!, ya no es posible…
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