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La gran mentira de la creación bíblica (página 2)




Enviado por ruanowilly



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ZOOLATRÍA Y
SIMBOLISMOS

Para cerrar el comentario, a este versículo 24,
sólo nos resta hablar de los animales de
la tierra
según su especie y, para ir por partes, comencemos por
traer antes el término tierra para
analizarlo.

El entorno y la sobre vivencia de los seres humanos,
animales y plantas,
están vinculados directamente y dependen de la Madre
Tierra. La vida, como tal, depende de las riquezas que contienen
las entrañas de nuestro planeta; siendo la fertilidad del
suelo y del
subsuelo el mejor regalo que esta amorosa Madre puede brindar a
todos sus hijos. Y no estamos hablando en forma poética o
rebuscando figuras literarias. Recordemos que los varios Dioses
bíblicos o Elohím le dicen a la tierra que nos
produzca por un lado, y por el otro, esta misma serie de seres
que conforman la divinidad, hace al hombre del
polvo de la tierra.

Como sea que haya ocurrido, la Biblia nos entrega, por
medio del Génesis, a una Madre común a todos los
seres vivientes que, por supuesto, también compartimos con
los elementos que pertenecen al Reino Mineral.

En el Salmo 115:16 leemos.

Los cielos, son los cielos de Yahvé; y ha dado
la tierra a los hijos de los hombres.

El propio término Adán proviene del hebreo
adamah que, ¡oh casualidad!, significa tierra.

Ahora bien, que se nos diga, en la Palabra del Dios
bíblico, que Dios Padre le dice a la tierra que produzca a
los animales, hace que reconozcamos el vínculo tan
estrecho entre los animales y el hombre.
Habiendo un cierto parentesco –que por supuesto nosotros
hemos dejado pasar por alto pero que los judíos
lo sentían de un modo bien definido- hay que reconocer que
ellos, el pueblo hebreo, vivían en contacto más
permanente con los animales; razón por la cual el
simbolismo empleado para hacer más estrecho el
vínculo nos llena de asombro.

Frecuentemente se compara al pueblo con un rebaño
y recordemos que el propio Jesucristo se decía pastor de
sus paisanos, a los que designaba como mis ovejas.

La serpiente, animal más astuto, sirve para
simbolizar al Diablo o al Mal.

La bestia se utiliza para hacernos comprender el
significado de todas las calamidades que nos rodean; tanto de
origen natural, como las que no comprendemos.

El cordero se usa como el mayor símbolo del
cristianismo,
pues siempre ha servido para representar a
Jesús.

El pez lo usaron los primeros cristianos para
identificarse.

Y la paloma nos designa simbólicamente al
Espíritu Santo.

Sin duda alguna, de esta forma tergiversada, como
acostumbran a hacer llegar las cosas los líderes
religiosos a todos sus fieles borregos, es que nace toda una
idolatría y culto hacia los animales, mucho mejor conocida
como zoolatría que nos indica el sagrado respeto que
ciertas religiones le
otorgan a estos seres extrahumanos.

El pueblo israelita no deja de practicar activamente
este culto y se ve arrastrado por la tentación, tan de uso
común, a divinizar a los animales y a la adoración
de sus imágenes;
esto, debido también al profundo nexo que los Libros
Sagrados le han dado a la relación
hombre-animal.

Si la propia Torah o Ley glorifica y
magnifica a los animales en su interrelación con los seres
humanos ¿por qué exige el castigo cuando el hombre
rinde culto y adoración a los animales?.

En no pocas oportunidades el hombre salva y ayuda a los
animales, tal el caso típico de Noe que salva del Diluvio
Universal a una pareja de cada especie viva, en una
versión, porque en la otra salva a siete de cada especie;
pero, en otras oportunidades, es el animal el que ayuda al
hombre, tal como la burra clarividente que salva a Balam, sin
olvidarnos de los cuervos que alimentan al profeta Elías,
del pez enorme que salva a un desesperado y terriblemente
frustrado Job poniéndolo en buen camino.

El sábado, día del descanso israelita por
excelencia, se aplica tanto al ser humano como al buey y, para
los animales criminales, al igual que para el hombre criminal,
hay un severo castigo.

Y es bueno que leamos de cierta restricción desde
Levítico 20:15 que nos dice.

Cualquiera que tenga cópula
(relación sexual) con animal, ha de ser muerto, y
mataréis al animal.

Y en el versículo 16 leemos.

Y si una mujer se llega a
un animal para unirse con él
(tener relaciones
sexuales) a la mujer y al
animal matarás.

Hay una exigencia para todos los animales y bestias y la
vemos desde el Salmo 148:7 y 10 que admoniza.

Alabad a Yahvé desde la tierra, los monstruos
marinos y todos los abismos
(con una clara referencia a los
abismos o mares cuyos habitantes se representan como el
dragón y Leviatán). También los animales
salvajes y los domésticos, reptiles y
voladores.

Nuevamente un lugar muy especial y notorio para las
serpientes.

¿No se podría haber incluido a las
serpientes entre los animales salvajes y
domésticos?.

Esta diferenciación sigue haciéndonos
sospechar el tan especial trato que Dios Padre ha dado a la
serpiente que, no olvidemos, es aquella serpiente antigua que se
llama Diablo o Satanás.

Así pues, nos encontramos con que a través
de los animales de las Sagradas Escrituras, se ha representado
toda una simbología a la que es muy susceptible el pueblo
israelita simbolizando toda la historia del pueblo
elegido.

El Diluvio, en donde Noé y los animales son los
protagonistas del drama vivido, es un claro ejemplo del
simbolismo animal que, encerrados adentro de una enorme nave
marítima, quedan al cuidado absoluto de un ser
humano.

El pueblo israelita rinde culto a los animales y a las
imágenes de becerros, serpientes y
demás.

Se divide ritualmente a los animales en puros e impuros
con restricciones severas para el pueblo y sus
sacrificios.

Hay penitencias, sacrificios y ofrendas de
animales hacia Yahvé Elohím.

Y, desde el principio, es la serpiente la principal
protagonista de los sucesos que se derivan con el fracaso que
tiene Dios Padre con toda su creación, hasta el
último acto, en la relación animal
bíblico-hombre, con el otro fracaso divino y representado
en su Unico Hijo Jesús que es crucificado como el cordero
de Dios.

Vamos a copiar, a continuación, si se nos
permite, los versículos 24 y 25 del Génesis ya que
ambos se relacionan con los animales, pero así mismo ambos
discrepan total y absurdamente uno del otro. Nos dice el
versículo 24.

Luego dijeron los Elohím: Produzca la tierra
seres vivientes según su especie, bestias y serpientes y
animales de la tierra según su especie. Y fue
así.

El versículo 25 nos dice.

E hicieron los Elohím los animales de la
tierra según su especie, y ganado según su especie
y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su
especie. Y vieron los Elohím que era bueno.

Ahora podemos empezar con el bisturí del análisis desmenuzando lo que hemos
leído.

El versículo 25 dice muy claramente, y sin
ninguna duda al respecto o posible otra interpretación, que fueron los muchos
Elohím quienes hicieron a los animales; es decir que el
propio Dios bíblico reconoce que él mismo se
tomó la molestia de hacer uno a uno a los
animales.

El versículo 24, por el contrario, pero
igualmente de claro y muy bien comprendido, dice que los muchos
Dioses que se encierran adentro de la palabra Elohím le
ordenan a la tierra que ella produzca a todos los
animales.

Cuando leemos que la divinidad bíblica hizo,
significa que Dios Padre dispuso de materiales y
con los elementos ya existentes a su alrededor y que tenía
disponibles, y que sin ninguna otra intervención externa a
él, procedió a elaborar el producto
denominado animales.

Es decir que con sus propias manos Dios Nuestro
Señor efectúa toda una serie de acciones con
las cuales se ocupa de formar y ejecutar la fabricación de
los animales y de lo demás que se nos dice en el
versículo 25.

En cambio muy
diferente cosa significa que Dios Padre le diga a la tierra que
produzca.

Esta frase pretende hacernos creer que los
muchísimos Elohím, encerrados adentro de la
divinidad bíblica, desde una posición alejada de la
acción
directamente a ejecutar, disponen conferirle a la tierra, como
por control remoto,
que acomode sus entrañas para incubar en ellas a la vida
misma y a los cuerpos que la contendrán y que por lo tanto
es ella quien tiene que engendrar a todos los seres
vivos.

Eso nos hace estar de frente a dos cosas diametralmente
opuestas ya que cada una de ellas, desde cada versículo,
nos dicen de situaciones diferentes.

Al hacer un análisis del versículo 24, y
sin meternos a ahondar demasiado adentro del 25, debemos
compararlos y concluir, fácilmente, en ver a dos
opuestos.

En uno se nos dice que Dios Padre ordena a la tierra que
produzca los seres vivos. En el otro que no, que Dios Nuestro
Señor hizo personalmente a los animales de la tierra. Uno
dice que la tierra produjo bestias y el otro que Dios Padre hizo
al ganado según su especie.

Y tengamos muy presente que en este caso no se pretende
hacernos creer que el versículo 25 avala y ratifica lo
afirmado en el 24. No.

Una cosa es ganado según su especie y otra el
significado de bestias.

Ya hemos visto todo el alcance de lo que la Biblia nos
trata de decir cuando usa tal término.

Aquí el Génesis afirma y habla de ganado
según su especie, es decir que se está refiriendo a
todo aquel animal de cuatro patas. Si la intención del
versículo 24 hubiese sido darnos a entender que la tierra
había engendrado en sus entrañas a todo animal
cuadrúpedo, pues hubiera sido tan claramente expuesto como
sí lo hace Dios Nuestro Señor desde el
versículo 25.

La referencia a bestias es para que entendamos que
significan las calamidades que la tierra produjo y simboliza a
los ciclones, terremotos,
tormentas y demás fenómenos propios de la tierra y
su entorno atmosférico y marítimo.

En un versículo se nos asegura que la tierra
produjo serpientes y desde el otro se nos habla que Dios Padre
hizo a todo animal que se arrastra sobre la tierra.

El término bíblico de serpientes lo
debemos de entender como Diablo (el calumniador), como
Satanás (el adversario), como Leviatán o Rahab (la
serpiente huidiza y el dragón).

Serpiente encierra, adentro de ella misma, a
términos como maldad, caos, pecado, tentaciones y, lejos
de representar a un ser, a una entidad o a un animal, no es
más que el simbolismo para describir un manojo de
sentimientos que pueden estar tanto en el ser humano como en la
Madre Tierra y que se manifiestan a través de nosotros y
de la tierra de manera inesperada y sin ninguna relación
con respecto al tiempo o al
espacio.

¡Que claro queda ahora el panorama!.

El ser humano manifiesta a las serpientes cuando es
ruin, malo, astuto, tramposo, abusador, cobarde y también
cuando sufre alguna enfermedad física o mental
(recordemos que Jesús echaba fuera los demonios), y cuando
hacen presa de los seres humanos actitudes y
comportamientos como el orgullo, la avaricia, la lujuria,
envidia, gula, ira y la pereza; estas y otras muchas son las
serpientes bíblicas que Dios Nuestro Señor le dice
a la tierra que debe producir para que el ser humano las
manifieste y aprisionen a hombres y mujeres.

El versículo 25 nos dice que el Dios de la Biblia
hizo a todo animal que se arrastra sobre la tierra según
su especie. Y, a pesar de estar incluidas las serpientes en este
grupo,
aquí no es más que el reptil que conocemos y no son
las entidades que el versículo 24 designa de manera tan
singular y especial de serpientes.

El término tan usado de todo animal que se
arrastra incluye a las culebras, serpientes, gusanos, lombrices,
babosas, tortugas, lagartos, cocodrilos y en fin todos los
quelonios, los ofidios, los saurios, los gasterópodos y
otros.

Estos animales que se arrastran están bien
descritos en el versículo 25 pero no son, ni por asomo,
los del versículo 24 que la Biblia denomina
serpientes.

Los animales que se arrastran son seres vivos y las
serpientes especiales son sentimientos, emociones,
pasiones y principalmente las aflicciones.

¡Dos cosas diametralmente opuestas y
distintas!.

El versículo 25 cierra su contenido con la ya
trillada y prepotente frase de y vieron los Elohím que
era bueno.

Caso contrario con el final del 24 en donde el cierre es
una afirmación que ratifica toda la acción
desarrollada en él y nos dice ¡y fue
así
!; o sea que efectivamente, de esa manera descrita,
ocurrieron los acontecimientos narrados.

¿Por qué vieron los Elohím que todo
era bueno?, la respuesta, desgraciadamente, viene dentro de otra
pregunta ¿serían buenas las calamidades (bestias),
el orgullo, la gula, avaricia, ira, crímenes, pecados,
tentaciones (serpientes)? ¿Serían buenos los
terremotos, los ciclones, las inundaciones (serpientes de la
tierra)?.

Lo que no debe llamar a engaño es que el autor, o
los autores más bien dicho, de ambos versículos,
tratan de esconder dentro de la simbología animal todos
aquellos sentimientos y pasiones que el ser humano experimenta y
expresa.

Igual cosa sucede con las manifestaciones de vida que
nuestro planeta Tierra nos demuestra con sus terremotos,
inundaciones y erupciones.

Si se suponía que Dios Padre había hecho,
y también había creado, a todo lo existente, era,
por simple lógica,
deducir que estas calamidades, pasiones y emociones
también venían incluidas adentro del paquete de la
creación divina; pero, ¿cómo explicar estos
males adentro de la supuesta bondad del Dios de la
Biblia?.

Ante tal disyuntiva o Dios Nuestro Señor es todo
bueno o Dios Padre es un conjunto de seres
ambivalentes.

¿Un Dios bueno y malo a la misma vez?.

Por lo tanto, y de manera piadosa, se tomó la
decisión más difícil: esconder la verdad de
la ambivalencia de la divinidad bíblica adentro de la
simbología; pero, al hacerlo así, complicaron las
cosas pues, para ocultar una verdad tan a la vista y la falsedad
de su divinidad, con una serie de mentiras, hace falta estar
constantemente juntando mentira sobre mentira.

Esas capas de mentiras y engaños que se fueron
necesitando para tapar toda una serie de errores y principalmente
horrores fueron tan grandes y profundamente impuestas al ser
humano de la época, que hemos terminado por aceptar como
una verdad innegable aquello que empezó como
mentira.

Haber insistido tanto en algo nos llevó a tomarlo
como una irrefutable verdad, pero ¡qué lejos de
tanta belleza!.

Por lo tanto ¡Ni el Diablo, ni Satanás, ni
Lucifer y tampoco Luzbel existen! Esas figuras son simbolismos
usados para explicar al Dios bíblico ambivalente que unas
veces es bueno y la mayoría es malo, miserable y
ruin.

¡Que nos quede bien claro!.

HAGAMOS AL
HOMBRE

Dando por concluido todo comentario a los dos
versículos anteriormente analizados, tan interesantes y
tan distantes uno del otro, pero sobre todo tan educativos,
continuaremos con comentar otros dos versículos que tienen
la mayor relevancia e importancia en toda la Biblia; pero antes
necesitaremos traer a colación varios puntos para
así apoyar nuestra tesis.

Es de hacer nota que estamos aún en el Sexto
Día de la Creación bíblica y, como ya vimos,
este día está prácticamente partido en dos.
Una primera parte lo constituyen los versículos 24 y 25 y
la segunda es la que vamos a considerar a
continuación.

¿Cuántas horas del Día Sexto se
ocuparon para cada una de las actividades que Dios Padre
desarrolló?. No lo sabemos, así como tampoco
sabemos el motivo de haber juntado dos actividades, como lo son
la de los animales y la del ser humano, en un solo
día.

Usando el ritmo numerológico, o el simbolismo
numérico que la Cábala hebrea fue muy dada a usar,
tenemos que los dos versículos que nos marcan la forma en
que el hombre hace su triunfal aparición sobre la tierra,
y donde un ser vivo es nombrado con el apelativo de hombre, son
los 26 y 27 del Génesis.

Con el auxilio de la Cábala, ya lo dijimos, de la
cual la tradición oral dice que los hebreos se explicaban
el sentido de las Sagradas Escrituras, es que nos vamos a
adentrar en este rumbo para ver que si sumamos los números
de los versículos que corresponden a este magno
acontecimiento, tenemos unos resultados verdaderamente
sorprendentes.

26 y 27 descompuesto en sus componentes y
sumándolos nos dan: 2+6+2+7=17 y a su vez haciendo lo
mismo con este número 17 tenemos: 1+7=8.

¿Qué significa el número ocho en la
Cábala hebrea?.

La palabra heth es la equivalente con el número
ocho y dicho vocablo significa lo que tiende a la forma, el
plasma-mater en cuyo seno dormita la vida. Y, hay que entender,
que representa el principio de la existencia elemental y el
principio viviente de la evolución; es decir de lo que nace y muere.
Es el Verbo plasmado en acto.

El número 8 está constituido, y es
fácil verlo, de dos círculos en oposición
uno del otro y, curiosamente, se asemeja al cuerpo del ser humano
donde el círculo superior parece la cabeza y el inferior
luce como el tronco y entre ambos círculos tenemos el
cuello.

Los dos círculos en oposición son el
símbolo por excelencia del alma en su
doble aspecto de lo humano y divino.

Ahora pasemos y veamos el simbolismo pero ya traducido
en palabras.

El versículo 26 nos dice, y vamos a basarnos y a
copiarlo tal y como está o aparece en cualquiera de
nuestras Biblias de cabecera.

Entonces Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra
imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,
en las aves de los
cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que
se arrastre sobre la tierra.

Por supuesto que nos debe de llamar la atención, o nos la tuvo que llamar desde el
primer momento en que leímos, la primera vez, este pasaje
que describe la formación del hombre, puesto que,
efectivamente y fuera de toda lógica o regla gramatical,
en donde se mezcla un sujeto en singular en la acción que
está en plural.

Dios, dice la Biblia, procede a hacer un algo pero en
vez de decir hago al hombre, dice hagamos al hombre.

¡Es la primera vez que encontramos en nuestra
Biblia, la de uso común y corriente, y así
está en todas las demás versiones de la Palabra de
Dios que tienen todas y cada una de las diferentes concepciones y
divisiones en que se ha partido el Cristianismo, que la divinidad
dice hagamos!.

Durante los cinco días y medio anteriores, y
releamos nuestra Biblia para estar completamente seguros de esto,
se nos dice desde el Génesis que Dios Padre crea, hace o
dice que otro ejecute cierta acción, procediendo la
divinidad de la Biblia a ejecutar la maniobra de la
creación en forma individualizada; aún si es en el
caso en el que pide a algo externo a él que se haga lo
estipulado.

Tuvo que haber sucedido algo muy especial y muy confuso,
a la vez, ya que se cambian por completo los patrones de los
días anteriores.

La tan cacareada individualidad del Dios bíblico
se pierde por completo en este versículo.

¿Dónde queda el reyezuelo único,
vanidoso, prepotente y abusivo?.

Hagamos al hombre es el reconocimiento a
la limitada acción del ser que pretende suplantar AL TODO,
A DIOS, pues necesita que alguien más le ayude en esa
tarea. ¡El Dios de la Santa Biblia no tiene capacidad de
ejecutar la acción de elaborar al hombre y mete, de
invitados, a otros seres denominados Elohím.

¿Qué fue lo que pasó durante la
segunda parte de este Sexto Día? ¿Hubo golpe de estado?
¿Estaría actuando Dios Padre solo e individualmente
como se nos ha hecho creer? O, efectivamente, eran
muchísimos los seres llamados Elohím los que
participaron en la creación de todo el Universo,
siempre según la versión de la Biblia.

Tenemos que recordar la manera en que empieza el
libro del
Génesis y saber que en hebreo nos dejan dicho
bereshit bara Elohím.

En el principio los fuertes y poderosos
crearon
es la verdadera traducción y no otra cosa.

Ahora bien, cuando leemos que Dios Padre hace toda una
revolución
al pronunciar la ordenanza de hagamos al hombre, tenemos que
asumir otra actitud y
asegurarnos, en nuestra tan cómoda
posición mental, para que entendamos que el Ser Supremo
que nos presenta la religión Cristiana se
está dirigiendo a alguien más, es decir a
más seres como él.

¿Uno, dos, tres o muchísimos seres
más?. Pero que la Santa Biblia nos deja claramente narrado
que en ese acto de la creación del ser humano hubo
más manos que la del Dios bíblico, no hay duda; ya
que con lo que leemos hay que deducir que "Dios" se está
dirigiendo a otros muchos y variados seres fuertes y
poderosos.

Tratemos de analizar con quienes tiene Dios Nuestro
Señor este corto diálogo y,
primero que todo, la misma frase que pronuncia nos dice
quiénes y cómo son los escuchas del Dios de la
Biblia.

Cuando leemos que Dios Padre dice hagamos es porque
requiere el concurso de aquellos que lo están escuchando
para que juntos se realice lo planeado. No olvidemos que para que
un constructor de casas les diga a sus compañeros de
trabajo y
oficio hagamos una casa, es porque positivamente sabe que todos
ellos conocen el teje y maneje de hacerla. También supone
que todos ellos ya saben en dónde se obtienen los
materiales o quién los puede proveer y que conocen,
así mismo, todos los pasos que hay que dar desde el
primero hasta el último para concluir felizmente la
construcción de una casa.

Concluimos entonces que Dios Padre se estaba dirigiendo
a un grupo de entidades o seres de la misma categoría y
nivel de él mismo.

Invitar, como lo hace el Padre Eterno, a participar de
la elaboración de un algo que debe de cumplir dos
condiciones impuestas y delimitadas como lo pretende la
divinidad, y que consisten, una, en que sea hecho a nuestra
imagen
, y la otra conforme a nuestra semejanza, es
afirmar y darnos a conocer las verdaderas identidades y
personalidades de sus invitados y escuchas pues, es una
invitación y no una orden esta de participar en la
próxima tarea creativa y que consiste nada menos en formar
al hombre.

Hay que entender, forzosamente, que todos los
participantes en ejecutar lo que Dios Padre define como hombre
a nuestra imagen y conforme nuestra semejanza
, son iguales
entre sí con la divinidad que hace la propuesta; que
guardan un mismo rango y posición a la de quien habla; que
son poseedores del poder y de la
misma habilidad del Dios de la Biblia en hacer objetos y cosas, y
lo mejor, ¡que saben ya cómo hacer eso que se
denomina con el vocablo de hombre!.

Si ya todos ellos saben hacer ese algo, es porque ya lo
han hecho y fabricado con anterioridad.

¡Nadie, ni aún el Padre Eterno, pudo saber
cómo se hacía un hombre si no lo hubiese elaborado
antes!. Aquel que va a ejecutar algo, si no sabe cómo
hacerlo, no podrá ni siquiera empezar la tarea. Y,
primero, deberá aprender cómo es, cómo se
hace; luego practicarlo y, cuando ya se sienta seguro y
hábil en ello, fácilmente podrá entonces, y
sólo entonces, proceder a hacerlo.

Hagamos al hombre quiere darnos a entender que
los participantes en la tarea asignada ya sabían de que se
estaba hablando. O sea que ya sabían lo que significaba el
término hombre, cómo es un hombre, qué
elementos lo componen y, lo más importante, el know how o
el cómo hacerlo.

Ahora bien, el callejón sin salida es si
aceptamos que la frase dicha por la divinidad bíblica es
real y fue dicha efectivamente por Dios Padre, ya que si eso fue
así, entonces debemos aceptar la limitación de la
tan sobada sabiduría divina.

Eso sí, debemos recordar, que se está
hablando del Dios de la Biblia, y no de DIOS.

Si la divinidad bíblica quiso hacer un ente como
el hombre, debería de haberlo generado sin tanta pantomima
y sin invitar a otros seres o entidades a que lo ayudasen en la
tarea de forjarlo.

¿Todopoderoso Dios Nuestro Señor?
¡No, qué va!. ¡Inútil! diríamos
más bien pues necesitó de ayuda para hacer al
hombre.

Hecho ya, como hemos procedido a hacerlo, un
pequeño análisis de la palabra hagamos que
Dios Nuestro Señor usa en el comienzo de este
versículo 26, ahora debemos tomar la frase completa de
hagamos al hombre y veamos si podemos sacar alguna que
otra conclusión.

Para comenzar es bueno preguntarnos ¿qué
hace ahí la palabra hombre?, pues, al decirlo comprendemos
que se pretende elaborar algo cuyo apelativo, previamente
identificado como ese algo, es lo que se va a hacer y por lo
tanto no puede hacerse otra cosa más que eso que Dios
Padre llama y denomina hombre; el cual ya tuvo que haber sido
hecho en otra ocasión por ellos para así asegurar
que se va a hacer un hombre.

Si ya contamos con la valiosa información que ese algo que se pretende
hacer tiene nombre es porque alguien se tomó la molestia
de habérselo puesto.

Y no sólo eso.

Ese alguien tuvo que dar toda la información
sobre lo que se pretendía hacer para que, al nombrarlo,
inmediatamente viniera la atención mental a enfocar la
idea de lo así nombrado.

Decir hagamos al hombre es la prueba contundente que
confirma que todos ellos estaban enterados de qué se
estaba hablando y qué cosa es un hombre. Ninguno de los
muchos escuchas de Dios Padre le replicó o le
preguntó ¿qué es un hombre? o
¿cómo hay que proceder para hacerlo?.

Ninguno de ellos le dice al Padre Eterno que no
podía hacer eso que se les estaba convidando a hacer.
Todos y cada uno de los muchos Elohím ya sabían
exactamente a que se refería Dios Padre.

Ahora preguntémonos nosotros ¿qué
es un hombre? y nos encontramos una definición, del
diccionario,
que nos dice que un hombre es un ser viviente, dotado de inteligencia y
de un lenguaje
articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de los primates y
caracterizado por su cerebro
voluminoso, su posición vertical, pies y manos muy
diferenciados (Pequeño Larousse ilustrado).

Y eso es todo lo que tenemos.

Pero, un idiota, en todo el sentido de la palabra, como
falto de inteligencia, también es un hombre. Lo mismo que
un mudo o un manco o un renco que, a pesar de no poder articular
un lenguaje, no tener posición vertical y no tener
diferenciados sus pies y manos ¡no dejan de ser
hombres!.

Entonces, realmente, ¡qué es un hombre! y
cuál es el alcance de tal vocablo.

Frente a las evidencias que
tenemos ante nosotros debemos responder que hombre es un ser
viviente que pertenece al género
humano del Reino Animal. Y entonces la cosa sí se pone
buena e interesante.

El versículo 20 de Génesis nos
dice.

Dijeron los Elohím: Produzcan las aguas seres
vivientes.

En el versículo 24 leemos.

Luego dijeron los Elohím: Produzca la tierra
seres vivientes según su especie, bestias y serpientes, y
animales de la tierra según su especie.

Durante el Quinto Día las aguas de los mares
produjeron seres vivientes y no precisamente y exclusivamente
peces. No. No hay mención alguna como para entender que el
término seres vivientes sean los animales conocidos como
peces. Es más si se hubiese querido hacer referencia a la
clase de seres
vivientes que se produjeron así mismo lo hubieran dejado
expresado y tendríamos claramente expuesto la clase de
animales o seres que se requería producir.

Si nos hablan en términos tan generales es porque
eso es lo que se nos quiso decir y no otra cosa. Y si aún
persiste la duda es bueno que leamos el versículo 28 que
nos dice: Y señoree en los peces del mar.
Así como aquí aparece el apelativo tan bien
definido de peces del mar, así debería de haber
aparecido en el versículo 20 si la intención era
relatar como se hicieron o produjeron a los peces; pero como no
era esa la idea ni la intención del autor sagrado,
sencillamente no aparece, sino que en forma general asegura Dios
Padre que las aguas produjeron diferentes clases y género
de seres vivientes.

Lo mismo ocurre en el versículo 24, aunque
aquí hay, además, un contrasentido del
tamaño de una catedral y una gran contradicción. Se
nos asegura que la tierra produjo seres vivientes según su
especie y animales de la tierra según su
especie.

El contrasentido y la contradicción están
en que los animales de la tierra son forzosamente seres
vivientes. Y los dos versículos, el 20 y el 24, hablan en
términos muy generales al decirnos que se produjeron seres
vivientes, tanto del mar como de la tierra.

Con lo expuesto debemos adoptar una postura seria y
ésta es que desde el Quinto Día de la
Creación bíblica aparecen, surgen y son producidos
los seres vivientes, incluido adentro de tan general
expresión los seres humanos y el hombre mismo.

Por supuesto que sí.

Cuando la divinidad bíblica dijo hagamos al
hombre ya saben, Dios Padre y sus socios, a que se refiere la
frase. Todos ellos entienden de qué se está
hablando, qué es lo que hay que hacer y así poder
cumplimentar la propuesta de la divinidad de hagamos al
hombre.

Hay otro hecho de lo más importante, adentro de
este versículo, y tenemos que leerlo para comprender su
contenido, pues, inmediatamente que el Padre Nuestro propone
hagamos al hombre, hay otra frase sumamente controversial
que acompaña al dicho y que dice a nuestra imagen y
conforme a nuestra semejanza.

Ya quedó demostrado que el Padre Nuestro se
está dirigiendo a otras entidades iguales que él
mismo. El ser viviente que el Dios bíblico denomina hombre
es idéntico a todos sus fabricantes. Es otro Dios. Es Dios
mismo y tiene todos los atributos divinos y todo el poder del
Todopoderoso.

Algo es semejante con otro objeto solamente cuando son
iguales. Y si Dios Padre y otros Dioses hacen juntos al hombre a
la imagen y semejanza de ellos, el hombre hecho es igual a sus
creadores; posee la misma forma, tanto interna como externamente,
la misma constitución física, la misma
energía y la misma esencia todopoderosa que el Dios
bíblico ha hecho gala tener en los anteriores cinco
días y medio.

Por lo tanto, usando una muy sencilla ley de
lógica y de sentido común, Dios Padre es igual que
el hombre.

Además la divinidad le da posesión de todo
cuanto existe diciéndole: y señoree en los peces
del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la
tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la
tierra.

Cuál no sería nuestra sorpresa, luego de
conocer las circunstancias tan peculiares de cómo varios
Dioses o Elohím hacen al hombre, de encontrarnos
repentinamente que surge otro hombre pero raramente constituido;
un fenómeno tan escaso que es digno de estudio,
análisis y profundo pensar.

El versículo 27 del Génesis nos
narra:

Y crearon los Elohím al hombre a su imagen, a
imagen de los Elohím lo creo; varón y hembra los
creo.

Aclarando que este versículo no tiene nada que
ver con la acción desarrollada y llevada a cabo en el
anterior. Son dos cosas totalmente distintas. Dos hechos aislados
y de naturaleza
contraria. Diametralmente contrarias.

Y veamos por qué.

El hombre del versículo 26 es hecho por un grupo
de Dioses o Elohím y por lo tanto en su elaboración
intervinieron sólo materiales y elementos que ya
existían, que estaban disponibles y que por eso mismo
todos sus fabricantes ya sabían cómo proceder a
hacerlo.

Fue hecho a imagen y semejanza de todos los Dioses o
Elohím que colaboraron en la invitación de hagamos
al hombre. Fue hecho exclusivamente hombre o sea del
género varón y sexualmente tiene el órgano
viril llamado pene.

El hombre del versículo 27 es creado y, por lo
tanto, en su elaboración no intervinieron elementos
preexistentes pues surge a la existencia de manera inmediata y es
producto de la nada. Fue creado a imagen y semejanza de sus
creadores. Fue creado varón y hembra a la vez o sea que
sexualmente tiene ambos órganos, el viril o pene, y el
femenino llamado vagina.

Y por lo tanto es un ser andrógino o
hermafrodita.

¿Verdad que ambos versículos nos
están diciendo y hablando de dos cosas diferentes y
diametralmente opuestas?.

Imagen es la representación de algo. Que el
hombre es imagen de Dios Padre o de los Elohím es que este
hombre representa exactamente a Dios Padre tal y como
es.

Semejanza es el parecido que hay entre dos o más
objetos o cosas. Que el hombre es semejante a Dios Padre, es que
este hombre es similar o igual al Padre Eterno.

De lo que se nos narra en el versículo 27 podemos
deducir que el Dios creador de todo el Universo,
según la perversa versión Cristiana, no es
más que un ser andrógino, hombre-mujer que posee
ambos órganos sexuales.

Y si Dios Nuestro Señor se atrevió a
decirnos de la imagen y semejanza entre su obra y él
mismo, el Dios de la Biblia es varón y hembra a la
vez.

¿Qué podemos pensar de su divinidad,
sabiduría y grandeza que ya nos dijeron que
tiene?.

Ahora bien, podemos tomar otra camino y deducir otra
concepción de Dios Nuestro Señor, siempre partiendo
de que el hombre creado lo es a imagen y semejanza de la
divinidad, puesto que hemos leído los Elohím
crearon al hombre a su imagen, a imagen de los Elohím lo
creó; varón y hembra los creo,

¿qué es lo que quiere decirnos o darnos a entender
este término "los" que aparece en este versículo?
¿Cuál es su significado real?.

Para comenzar, y como primer punto, hay que considerar
que significa una clara muestra y la
prueba irrefutable que este hombre creado es diferente al hecho.
Segundo, que Dios Padre creó de manera simultánea e
instantáneamente a dos seres vivientes separados, un
varón y una hembra; cada uno de ellos con su
correspondiente característica sexual. Y tercero, que como
consecuencia de ello, el Dios bíblico entonces es un ser
dual.

Lo que conocemos como Dios Padre y lo que dicha frase
encierra está constituido por dos entidades. Una de
género femenino o hembra, y la otra entidad con y de
género masculino mejor conocido como hombre.

Y por lo tanto el Padre de Jesús no es el TODO no
es DIOS.

Por lo tanto podemos concluir, en esta serie de
posibilidades, que cuando Dios Todopoderoso y Eterno dice hagamos
al hombre a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza, se
está dirigiendo a su parte femenina.

Aunque esta unidad, varón-hembra, también
pudo estarse dirigiendo a otras muchas unidades o parejas-dios,
varones-hembras.

También podemos deducir que es la parte femenina
de Dios Padre la que le diga a la masculina eso de hagamos al
hombre.

Con la locura completa que es la Biblia, extremos como
estos, no se pueden alejar de la verdad.

BENDICIONES Y
MALDICIONES

En el versículo 28 del Génesis
leemos.

Y los bendijeron los Elohím y les dijeron:
Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla, y
señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos,
y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra.

Tal y como ya lo habíamos expuesto, este
versículo particular nos demuestra que el hombre, hecho
por varios Dioses o Elohím, y el hombre creado como pareja
unidad (varón y hembra), son completamente distintos, pero
además –mucha atención por favor- aquí
no sabemos a qué atenernos.

Al hombre hecho, los Elohím le dicen en el
versículo 26 que señoree en los peces del mar, en
las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. Cosa muy parecida es
la que también Dios Padre le dice a la pareja-unidad
(varón y hembra), a la cual llaman hombre los
Elohím sólo que ya en el entendido de lo que son,
es decir dos individuos independientes y separados (relean el
versículo 28 y lo verán bien claro).

La diferencia también estriba en que el hombre
hecho, el del versículo 26, no le da orden alguna de
fructificar ni de multiplicarse.

¡Cómo dársela si es sexualmente
varón con su sexo bien
definido de hombre!.

Por lo tanto este hombre así hecho ¡no
podrá llenar la tierra! tal y como se nos hace ver en el
versículo 28 con la pareja-unidad (varón y hembra)
los cuáles ¡sí podrán llenar la
tierra! pues podrán sexualmente perpetuar la
especie.

Ahora bien ¿qué objeto tendría el
hombre hecho por los varios Dioses o Elohím si ni siquiera
podía fructificarse?.

Otra cosa muy llamativa es que Dios Padre le dice al
hombre hecho que señoree en todo lo que la tierra posee,
pero ¿no le dice lo mismo a la pareja-unidad (varón
y hembra)?.

¿A quién se le otorga el mando y la batuta
de lo que la tierra posee? Porque es imposible que el mando de
señorear lo detenten ambas entidades denominadas hombre,
uno hecho y el otro creado varón y hembra.

Aunque con este Diosesito de la Biblia uno nunca sabe ni
comprende del todo su tan atolondrada
actuación.

Y dejamos a propósito, y de último, el
detalle que ahora procederemos a comentar. Y no por ser el menos
importante.

Precisamente por constituir el mejor bocado lo hemos
dejado para este momento pues la circunstancia es de primera
magnitud.

En este versículo 28 el Padre Eterno bendice al
varón y a la hembra, recién creados por el grupo de
Elohím, pero no encontramos alguna bendición divina
para el hombre hecho por los muchos Dioses en el versículo
26.

Cuando oímos, leemos o pronunciamos la palabra
bendición o el término bendito, creemos que se
trata de formas meramente superficiales que la religión y
sus líderes utilizan como para salir del paso. La culpa no
es nuestra, es de los líderes, pastores y sacerdotes
quienes nos han impuesto
fórmulas repetitivas y que hay que recitar de memoria; las
cuales no son más que prácticas vacías de
sentido, pero que no nos ha quedado más remedio que
aferrarnos a ellas, pues aparentemente no tenemos nada más
que nos ligue a la divinidad y, por la fe, nos quedamos atados a
ellas.

De todo esto resulta que, hoy por hoy, no le damos, o
mejor dicho, hemos perdido el magno sentido de lo que las
palabras bendición y bendito designan y evocan.

La bendición es un don y la Biblia designa un
significado tal a la palabra don que es la representación
de una iniciativa divina. Solamente Dios Padre puede otorgar un
don y entonces sólo a él corresponde bendecir pues
esa, es una potestad exclusiva del Dios de la Biblia. Y como es
una acción que afecta a la vida misma, con todos sus
misterios, la bendición se convierte en una
alabanza.

Recibir la bendición es recibir el júbilo,
la celebración, el beneplácito y la gracia divina;
y no es un término que boca humana deba pronunciar y menos
aún dirigir a otro ser humano.

En el hebreo, así como en nuestro idioma español, y
muy a pesar del desvanecimiento que ha sufrido a lo largo de los
siglos la palabra bendición, hay una sola raíz que
sirve para designar a todas las formas que están
implícitas en tal término y en todos sus niveles.
Dicha raíz hebrea es BRK que, por curiosidad, está
emparentada con varias palabras y expresiones como las
siguientes: Rodilla, adoración y la fuerza vital
de los órganos sexuales.

Ahora enfoquemos nuestra atención para dar una
breve descripción de estas
similitudes.

Rodilla, tal es el caso de doblar la rodilla ante
alguien, que sirve para expresar simbólicamente que el que
dobla la rodilla no se considera igual al objeto que lo obliga a
uno a realizar tal muestra de sumisión. Además
así se confiesa y se reconoce la inferioridad,
marcándose claramente la docilidad.

Otros términos que expresan lo mismo son
postrarse de hinojos, caído en tierra o con el rostro
contra la tierra.

Adoración, que es la acción de reconocer
la grandeza aquella que abruma y que aniquila; es la
expresión conscientemente realizada y
espontáneamente hecha cuando uno reacciona ante lo que
pasma, ante aquello que lo deja a uno de una pieza. Es la
veneración trepidante y voluntariamente hecha ante un
agradecimiento que se vuelve hasta un homenaje jubiloso y
voluptuoso que, el que la ejecuta, lo siente con todas las
fuerzas de su ser.

La adoración invade invariablemente todo el ser.
Si no sucede así, entonces no hay adoración. Se
expresa y traduce con gestos exteriores llamativos y bulliciosos
por la misma necesidad de demostrar que uno es un ferviente
admirador y reverenciador de un algo. Dos son los gestos de la
adoración, por lo menos bíblicamente hablando, uno
de ellos es la postración y el otro el
ósculo.

De la postración podemos entenderla como doblar
la rodilla y del ósculo (beso), como la imperiosa
necesidad del contacto físico y de la adhesión; es
la voluptuosidad misma. No hay que olvidar que los paganos
besaban a sus ídolos y hoy en día muchísimos
fieles cristianos besan imágenes, rosarios, reliquias,
fotos, cruces,
anillos, vestiduras, mantos y manos, amén de un largo
etc.

¿Serán estas demostraciones piadosas,
también actos paganos?.

¡Por supuesto que sí! Y eso que nos decimos
hijos de Dios… ¡Qué bárbaros!.

La fuerza vital de los órganos sexuales es una
expresión de la vida misma y de la fecundidad que florece
como un Edén; y su símbolo privilegiado es el
líquido (semen) que se esconde en las figuras
poéticas del agua y el
aceite. Pero
el origen del agua o del líquido seminal evoca al mismo
tiempo a la vida, a la generosidad y al poder vivificador que
transmite y da origen a otro ser.

En fin, que el término hebreo BRK es la
bendición que el Dios de la Biblia transmite en forma
directa y selecta a quienes él considere merecedores de
tal don.

Ahora bien, hay tres palabras que expresan lo que Dios
Padre quiere demostrar cuando con la raíz hebrea brk la
Santa Biblia las usa.

  1. El sustantivo beraka o bendición: Que se
    traduce como regalo, presente o reconocimiento; es la
    abundancia y el bienestar que se pueden experimentar con cosas
    materiales y espirituales, como ejemplo tenemos que la lluvia
    es una bendición; gozar de este paseo en tu
    compañía es una bendición; haber llegado a
    poseer cuatro casas y mucho dinero es
    una bendición.
  2. El verbo barek o bendecir: Significa el don
    más alto del favor del Dios Padre y de esta
    bendición hace brotar la vida y, por lo tanto,
    sólo los seres vivientes son susceptibles de recibirla;
    los objetos inanimados o sin vida son solamente consagrados o
    santificados, pero nunca podrán ser bendecidos. Hay un
    claro choque frontal con el significado del verbo barek o
    bendecir si se pretendiera usarlo en lo que no tiene vida y, lo
    más importante, solamente a Dios Padre, según la
    Biblia, corresponde otorgar la bendición. Nadie puede
    usar el término bendecir. Ahora resulta que se nos ha
    enseñado, a los seres humanos, hasta bendecir a Dios lo
    que lo hace la más triste de las paradojas y la burla
    más grande que ser alguno pueda hacerse así
    mismo. ¿Qué le puede dar, regalar y obsequiar el
    ser humano AL TODO a DIOS por medio de bendecirlo?
    ¡Nada!.
  3. El adjetivo baruk o bendito: Constituye la más
    fuerte de todas las acepciones, sentidos o significados de
    bendición. Bendito es aquella persona en la
    que se derrama el poder y la generosidad que se convierte en un
    punto de unión y fuente irradiante de vida; pero ojo,
    aquel que se dice santo, sólo revela más bien su
    inaccesible grandeza y su torpe complejo de creerse a sí
    mismo bendito, cuando no es más que un presuntuoso y un
    insensato. El bendito, en cambio, revela su inagotable fuente
    de generosidad, de bondad y de servicio
    sencillo que lo hacen un ser irradiante de paz, confianza y no
    de fe, y de naturalidad. Jesús, por si usted creyera
    equivocadamente o porque le fue impuesta la creencia de que es
    un ser bendito, tenemos que aclararle –muy a pesar de
    herir su susceptibilidad- ¡que no!. Jesús no es un
    ser que se pueda decir que haya sido un bendito.
    ¡Jamás!. Sólo basta con recordar la
    misión de Jesús que él
    mismo nos hace el favor de dejarla asentada en la Biblia:
    ¡vine a traer la guerra y no
    la paz!
    ¿Será un ser que irradia paz
    Jesús? ¡Nunca!.

La bendición está encerrada en esta
palabra y tiene su historia desgraciadamente tergiversada y muy
mal usada por los inspirados escritores bíblicos que,
anteponiendo sus propios intereses o los del momento
político, burlan el significado de la palabra
bendición; por eso nos encontramos con contradicciones tan
grandes como el propio Vaticano y todo lo que ahí se ha
encerrado por siglos.

Es ridículo que toda la historia de Israel sea la
historia de la bendición que Dios Padre promete a Abraham.
Leamos desde Génesis 12:3 algo paradójico y
contradictorio en lo que la divinidad deja dicho.

Bendeciré a los que te bendigan, y a los que
te maldigan maldeciré.

Que el Dios de la Biblia bendiga, podemos pasarlo por
alto sin hacerle mucho caso que digamos; una pequeña
comprensión de nuestra parte no está nada mal, al
contrario pudiera verse hasta bien. Pero que después de
usar el don más alto nos venga Dios Padre con la
réplica estúpida, insensata y perversa de que
maldecirá, no merece ni un mísero comentario;
solamente atinamos a decir ¡Qué los infiernos
(siempre y cuando existan que yo tengo mis dudas) confundan al
autor de tan deleznable versículo así como a su
protagonista divino!.

Igual cosa encontramos en Lucas 1:42 cuando nos
afirma.

¡Bendita tu entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre!.

¡Cómo se atreve Lucas a poner semejante
disparate en su Evangelio!.

Primero, sólo a la divinidad corresponde bendecir
y no a Isabel la prima hermana de María, por muy llena que
hubiese estado del
Espíritu
Santo como pretende excusarse el torpe de Lucas. Y, segundo,
usar el adjetivo baruk o bendito, tal este caso, sólo se
debe de usar para que la divinidad lo haga pero exclusivamente en
seres vivientes y el fruto del vientre, a pesar que es el futuro
Jesús, no es a Isabel a quien corresponde
decirlo.

Huelga decir
que Jesús no fue un bendito porque ni siquiera
irradió paz (no he venido a traer paz a la tierra, he
venido a traer guerra y enfrentamiento
); tampoco un ser
sencillo (¡sólo a través mío se
puede llegar al Padre!
); no fue generoso porque dejarnos
dicho que cualquier cosa que pidáis al Padre en mi
nombre se os dará
, para engañarnos, pues no
hemos recibido nunca nada, es la prueba de la mayor
ingratitud.

Jesucristo tampoco irradió confianza
(sólo a vosotros os ha sido dado conocer el misterio
del Reino de Dios, a los otros, aunque oigan y escuchen no
podrán comprender; y por mucho que vean y miren, no
podrán percibir
).

¿Será digno de confianza Jesús
después de esto?.

Y, para continuar con el agasajo bíblico,
formulamos una pregunta de cien kilotones. Si Dios Padre bendice
al pueblo de Israel ¿Por qué lo aniquila
constantemente? ¿Por qué lo masacra desde siempre?.
Y, es tal la ignominia del Padre Eterno que hasta con un Diluvio
lo borra completamente del mapa. ¿Qué clase de ser
es este de la Biblia que bendice a su pueblo de tal
manera?.

Total que la historia de la bendición que la
Biblia nos cuenta es una torpe y burda inspiración que
tuvieron unos pocos dementes, pues, si DIOS, EL TODO, bendice, no
puede haber nada, pero nada de nada, que se oponga a ELLO. Y por
último, si DIOS, EL TODO, EL ABSOLUTO, bendice, es
imposible que en mismo instante maldiga.

SACRO
SEXOLOGÍA

Si según el versículo 28 los Elohím
bendijeron al varón y a la hembra recién creados,
podemos entender todo el alcance de lo que pudo haber significado
tal acto de bendición y así lo leemos.

Y los bendijeron los Elohím (al
varón y a la hembra) diciéndoles: Procread y
multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla y señoread
sobre los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas las
bestias que se mueven sobre la tierra.

Todo esto no significa más que Dios Padre expresa
su beneplácito y toda la satisfacción que le
causan, tanto el varón como la hembra, a los cuales esa
misma divinidad ha llamado y denominado hombre. El Padre Eterno
alaba, ensalza y celebra a su creación; y, unida a la
bendición, que significa también la
utilización del líquido seminal de vida para que el
varón y la hembra placenteramente disfruten de la
relación sexual, aquí, encontramos la
invitación a procrear y multiplicarse como sinónimo
de relación sexual con todo lo que ello implica y
significa.

Tanto el varón como la hembra tienen que tener
descendencia y abundante porque toda la Tierra y lo que hay en
ella les pertenece.

La frase que nos llama la atención es la de
llenad la tierra y sojuzgadla.

Cuando a un empleado se le ordena la ejecución de
cierta tarea, como pudiera ser la de limpiar y luego llenar una
piscina, se entiende que el empleado es quien tiene que ejecutar
dicha orden y no sus hijos o pero aún sus
nietos.

Si Dios Padre le ordena a la primera pareja-divina,
creados a su imagen y semejanza, que ellos tienen que llenar la
tierra, por supuesto que hay que comprender que tal orden se
refiere a que con sus hijos es como llenarán la Tierra,
teniendo muchísimos descendientes.

La Biblia representa a la divinidad o a los
Elohím como el prototipo de la misma fecundidad con los
relatos de la creación de todo el Universo. Dios Padre
creó a la primera pareja a su imagen para que el
varón depositara sus jugos seminales adentro de la vagina
de la primera hembra y así lograr que se diera el acto de
procrear o de engendrar hijos; pero para esto deben ambos ser
fecundos y poseer la habilidad de que sus cuerpos estén
listos para transmitir la vida (benditos o baruk) y no
sólo de transmitir la vida como es el caso del
varón, sino que también incluye la de incubar la
vida, tal el caso de la hembra.

En Deuteronomio 28:4 se nos dice:

Sólo el que es fiel a Yahvé,
tendrá bendito el fruto de su vientre.

Pero nuestros primeros padres no le fueron fieles ya que
faltaron a la voluntad expresada por el propio Creador cuando
comieron del fruto del árbol prohibido. Por lo que, de
acuerdo a lo que Deuteronomio nos acaba de decir, ninguno, de los
millones de descendientes de esta primera pareja divina es o ha
sido bendita.

En la terminante orden de llenad la Tierra, Dios Padre
ha dispuesto que se abarroten y se atesten de hijos a la Tierra;
pero lo raro es que siendo la primera pareja creados a imagen del
Dios de la Biblia y por lo tanto ellos mismos otros Dioses, muy
bien pudieron haber abarrotado la Tierra con sus hijos pero
haciendo uso de todos los poderes que debieron poseer siendo
Dioses o Elohím iguales al Dios Padre.

Sin embargo la divinidad bíblica los restringe en
su poderío ya que les pide que se limiten al puro acto
carnal de las relaciones sexuales.

Claro, para una pareja normal de seres humanos,
está bien, pero para la pareja-divina se esperaría
actuación divina y todopoderosa.

Así es como surge la sexualidad y
proclamada por el propio Padre Nuestro.

A pesar que, fanáticos elucubrados como Pablo de
Tarso, la traten de desvirtuar con infantilismos tan faltos de
consistencia, como la contradicción que nos pone a
descubierto; a pesar que el Génesis nos dice que los
Elohím los hizo varón y hembra, leemos en
Gálatas 3:28 una terrible afirmación de Pablo que
nos dice.

No hay más varón ni hembra, porque
todos vosotros sois uno con Cristo Jesús.

¡Qué disparate!… ¿Qué
tensión sexual reprimida pudo haber estado afectando al
deslumbrado de San Pablo?. Si lo dicho por este cándido
inspirado varón no es una contradicción
¡qué podrá serlo!.

La bondad, el valor y la
exaltación de la sexualidad, no fueron nunca puestos en
duda en la Biblia, tal y como pretende este eunuco de Pablo de
Tarso.

En Cantares 4 leemos partes como estas.

¡Cuán hermosa eres, amiga mía!.
Tus labios como hilo de grana. Tu cuello, como la Torre de David.
Tus pechos, como crías gemelas de gacela. Toda tú
eres hermosa, amiga mía. ¡Cuán dulces son tus
caricias! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores!.
Miel y leche hay
debajo de tu lengua.

Igual cosa leemos en Cantares 6:12 en donde nos
dicen.

Antes de darme cuenta, mi deseo me puso en la carroza
con mi príncipe.

O bien lo que Cantares 7:14 nos regala.

Aprovéchate amado mío. Y sé
semejante al corzo, o al cervatillo, por las lomas de las
balsameras.

Si todo esto no constituye una muy deliciosa
reseña sexual ¡que me cuelguen!.

En Proverbios 5:18 y 19 leemos fascinados.

Sea bendito tu manantial (el órgano
masculino), fuente de vida y gózate en la mujer de tu
juventud, como
cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en
todo tiempo.

Caramba qué narración tan llena de
voluptuosidad y sexo.

Pero San Pablo, hostil a la vida normal y sus goces,
niega rotundamente la sexualidad. Jesús, incluso, no
vivió como los rabinos judíos de su época
que, según la costumbre, debían de estar casados
con todo lo que ello implicaba; pero nos han presentado a un
Jesús asceta, hostil a la mujer y abruptamente exige que
para ser su discípulo, hay que dejar a la
mujer.

Podemos leerlo desde Lucas 18:29.

La sexualidad fue un símbolo sagrado entre los
pueblos que rodearon a Israel, incluso se llevó lo sexual
hasta el mundo de las divinidades. Hay infinidad de Dioses Padre
y Diosas Madre; hay Dioses del amor que
fornican con humanos y prostitutas sagradas que servían de
figuras a la divinidad.

Israel, y todo su pueblo, conoció y fue
completamente influenciado por estas prácticas de lo
sexual-divino; es más, ha llegado hasta nosotros tal
influencia y, por supuesto, a través de la línea
directa que une al Judaísmo con el Cristianismo. O,
¿qué otro significado tiene que Jesús nos
quiso imponer un Dios como Yahvé haciéndolo pasar
como mi Padre que está en los cielos?. ¿Por
qué, inclusive, esa tradición retrógrada nos
impuso a la Madre de Dios?

Y recordemos aquel versículo tan lleno de
pasión, sexo y violencia
criminal que el Génesis 6:2 nos describen.

Que viendo los hijos de Dios (otros Dioses por
supuesto porque hijo de tigre con pintas) que las hijas de los
hombres eran hermosas
(voluptuosidad al 100%) tomaron para
sí mujeres, escogiendo entre ellas
(violencia, sexo y
crimen).

En 1 de Reyes 14:24 leemos.

Hubo también sodomitas en la tierra, e
hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que
Yahvé había echado delante de los hijos de
Israel.

Es decir que hubo perversión sexual del tipo
homosexual, tanto hombres con hombres como mujer con mujer
adentro de un ambiente
antinatural; o sea todos los vicios sexuales imaginables y
relacionados con el cuerpo y la mente.

En 2 de Reyes 23:7 leemos.

Además derribó los lugares de prostitución idolátrica que estaban
en la casa de Yahvé, en la cual tejían las mujeres
para Aserá.

La existencia de deliciosas mujeres jóvenes que
se entregaban sin freno a la jarana sexual, no puede estar mejor
descrita que aquí. Inclusive, se nos dice que eso
sucedía en la casa de Yahvé.

En Miqueas 1:7 se nos dice.

Y todas sus estatuas serán despedazadas, y
todos sus dones serán quemados en fuego, y
destruiré todos sus ídolos; porque de dones de
prostitutas los juntó, y en salario de
rameras se convertirán.

El pueblo de Israel, y las Sagradas Escrituras, que
representa a todo el simbolismo de su nación,
nos presentan una sexualidad bárbara, sadomasoquista,
homosexualista y por demás depravada; en donde encontramos
al sexo desde Dios Padre, pasando por la Madre de Dios,
entreteniéndonos con los hijitos de Dios que fornican,
violan y comenten crímenes sexuales a indefensas hijas de
vecino, hasta las putas sagradas de los bacanales.

Se ha pretendido que Israel ha purificado todos esos
usos, por demás paganos, pero sigue manteniendo un
vínculo muy estrecho y continuo entre lo sagrado y lo
sexual; surgiendo así el nuevo fenómeno de la sacro
sexología.

Esta manifestación es nada menos que la
divinización de lo sexual y, como ejemplo verdaderamente
ilustrativo, tomemos la relación de Israel con su Dios
particular, el Yahvé de la Biblia, que empiezan a mantener
una indisoluble unión, casi carnal, desde aquella alianza
que se ejecuta en base a la circuncisión; la cual podemos
leerla en Génesis 17.

Otro aspecto de la sacralización de lo sexual lo
vemos cuando se dan los ritos de lo puro y lo impuro que fue
heredado a Israel de antiguas costumbres y ritos
orientales.

Cuando nace un niño la mujer es declarada impura
y no podrá presentarse ni en el Santuario. La
comprobación de esto es fácil de leerse desde
Levítico 12.

En Deuteronomio 23:10 nos dicen.

Si hay entre los tuyos alguien que no esté
limpio, por razón de alguna polución nocturna

(eyaculación), saldrá fuera del campamento, y no
entrará en él.

Es increíble que el Diosesito de la Biblia se
tome tanto de su precioso tiempo para hablarnos de estos extremos
y por el contrario no nos detalle aspectos tan importantes como
los que nos aclararían las dudas de ¿cómo se
hizo la luz a ella misma
o cómo es que surge el agua en el
planeta? ¿cómo es que varios Dioses hicieron a un
hombre que no pudo tan siquiera fructificarse?
¿cómo es que la Tierra pudo producir a la vegetación sin semillas, sin lluvia y sin
mano de obra?… y tantas y tantas interrogantes muchísimo
más importantes que los aspectos puramente sexuales entre
un Dios voluptuoso y su pueblo escogido pero tiránica y
sexualmente tratado y maltratado.

Y, qué les parece la actitud de Dios Padre,
discriminando por asuntos del órgano sexual masculino, ya
que nos dice el Deuteronomio 23:1.

No entrará en la congregación de
Yahvé, el que tenga magullados los testículos
o amputado su miembro viril.

¿Y la fraternidad y la buena voluntad y el amor del
Padre Nuestro? ¡En dónde carajos
están!.

Hablando de sexo ¡no existen!.

Quizá por esto San Pablo trata de desvirtuar la
sexualidad tan marcada de las Escrituras Sagradas; a lo mejor
este santo y casto varón tenía magullados los
testículos o en su defecto amputado su miembro viril
razón por la cual se le impedía ser miembro de la
congregación de Dios Padre (Yahvé).

Para pertenecer al grupo y a la congregación de
Dios Padre era indispensable, como ya se nos dejó
advertido, tener en buen estado los testículos y el
órgano sexual masculino; y quien no cumpliera con esta
férrea disposición era sencilla, pero tajantemente,
expulsado de la congregación o no lo dejaban entrar a
ella.

¿Y los que, aún teniendo todo su aparato
sexual íntegro y sin magulladuras, sin mácula, pero
no lo usaban, tal el caso de Nuestro Señor Jesucristo?
¿Qué con Jesús? ¿Qué dictaba
la Ley de Dios Padre para este caso?.

Veamos la excusa tan burda usada por el propio
Jesús para salir de este atolladero legal por no usar
debidamente su aparato sexual. Tendremos que tener mucha
ecuanimidad y suma comprensión. Nos dice Mateo 19:2 la
razón divina para el Maestro.

Pues hay eunucos que nacieron así del vientre
de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los
hombres; y hay eunucos que se hicieron eunucos a sí mismos
por causa del Reino de los Cielos. El que sea capaz de aceptar
esto, que lo acepte.

¡Claro! A Jesús le conviene proclamar su
propia euniquicidad, pero en ninguna parte del Antiguo Testamento
o Ley hay nada, absolutamente nada, que permita creer en las
palabras interesadas y defensivas de Jesucristo cuando nos
advierte lo de sus problemas
sexuales contrarios a la ordenanza divina.

Muy por el contrario la esterilidad es un mal,
inclusive, comparada con la muerte
misma. Significaba una verdadera tragedia y vergüenza no
conseguir que su nombre pudiera sobrevivir. Ahora bien si lo que
se sufría como maldición divina, por la esterilidad
o por ser eunuco, era tremendo, ¿por qué San Pablo
lo considera de otra forma? Y nos lo hace saber desde 1 de
Corintios 7:7 en donde nos dice, en el colmo de la
sinvergüenzada y aparentando una increíble
egolatría y vanidad que.

Quisiera que todos los hombres estuvieran como yo
(eunucos, estériles y sexualmente inservibles); pero
cada uno tiene su propio don de Dios, unos de un modo y otros de
otro modo.

¡Hipócrita!.

¿Cómo pretende este eunuco, hasta de la
cabeza, que posee un don dado por la divinidad?.

Un don otorgado por Dios es una iniciativa divina que
representa a la generosidad, creatividad, a
la continuación de la vida misma; y no a cortarla, tampoco
a detenerla y mucho menos a lo contrario. El don de Dios realiza
la unión en el amor pero a través del fruto del
amor y de la creatividad que viene implícita adentro de la
generación de la vida por medio de la continuidad de la
especie y sólo a través de una relación de
hombre y mujer sexualmente hablando.

Aquí sí se le fue la mano a Pablo de
Tarso. Es más y para no dejar pasar el momento apropiado,
como lo es éste, veamos en el Génesis 2:18 lo que
nos dicen.

No es bueno que el hombre esté
solo.

En una clara referencia a la compañía
femenina; pero el capado de Pablo osa decirnos en 1 de Corintios
7:26 que.

Es bueno que el hombre se quede como
está.

Es decir célibe, solo y sin hijos.

Hagamos una apuesta ¿a quién le cree
usted, al Génesis o a San Pablo? Porque si tenemos a ambos
en pugna, eso significa que uno de los dos está total y
dramáticamente errado.

¿Por quién apuesta usted?
¿Quién tiene la razón?.

Recuerde que aquí entra también a relucir
Jesucristo que, no lo olvidemos, es un hombre célibe, solo
y sin hijos, aparentemente…

En 1 de Corintios 7:13 y 14 leemos.

Y si una mujer tiene marido infiel, y éste
consciente en cohabitar con ella, no lo abandone
(divorcio),
pues se santifica el marido infiel por la mujer.

Antes del comentario obligado a este versículo
tan ilustrativo, permítasenos decir que en algunas Biblias
santulonas y santurronas, tal el caso de la de la Sociedad
Bíblica Internacional y la de las Sociedades
Bíblicas en América
Latina, que recogen su versión de la Antigua
Versión de Casiodoro de Reina (1,569) y revisada por
Cipriano de Valera (1,602) más otras revisiones de 1,862 y
1,960, en su afán de piadosidad, están ocultando el
verdadero sentido y hacen una pésima traducción de
lo dicho por el maricón de Pablo de Tarso.

Estas Biblias, en 1 de Corintios 7:13 nos dicen
santurronamente, y traduciendo a su muy interesado gusto, otra
cosa muy diferente a la que originalmente fue escrita por
puño y letra de San Pablín.

Y si una mujer tiene marido que no sea creyente
(cuando debería de decir infiel en el aspecto sexual y no
en el religioso), y él consciente en vivir con ella, no
lo abandone.

Nosotros nos vamos a quedar con la versión
correcta y que nos dice.

Y si una mujer tiene marido infiel, y éste
consciente en cohabitar con ella, no lo abandone, pues se
santifica el marido infiel por la mujer.

¿Qué le parece?. Según San Pablo,
Dios Padre permite el uso y manipulación de la mujer. Con
esta frase queda la prueba contundente de que Dios Nuestro
Señor convierte a la mujer, siempre según San
Pablo, en un objeto no sólo de placer sino de
perdón sexual.

¡Que vivan este machista y libertino de Pablo y
Yahvé el Dios bíblico manipulador y
vicioso!.

Y, siempre con el enfermo sexual de San Pablo, nos
encontramos con la más absurda de las comparaciones
adentro de la sacralización que sufre la sexualidad. Nos
dice en la Carta a los
Efesios 5:25 lo siguiente.

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la Iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella.

¡Qué vil mentira!.

Que Cristo haya amado a alguna Iglesia y que por ella se
halla sacrificado, es un total delirio del aguambado de Pablo.
¿A qué Iglesia se quiere referir Pablo en este
versículo?. Por supuesto que no a la Cristiana pues
Jesús el Cristo no formó, no promovió, no
permitió y no se imaginó, tan siquiera, que pudiera
llegar a existir una Iglesia que se llamaría
Cristiana.

No hay que olvidar que Jesús el Cristo era
judío. Y, si Pablo de Tarso, lo que pretende al decirnos y
mencionarnos la Iglesia es a que aceptemos que se refiere a la
congregación religiosa que el pueblo judío
practicaba y dentro de la cual nació y se
desenvolvió Jesús, o sea al Judaísmo,
entonces Pablo anda más perdido que el hijo de la
llorona.

La Congregación Religiosa de los judíos
nunca fue conocida como Iglesia sino como Sinagoga, que son dos
cosas diametralmente distintas como para haberse confundido o
estarnos confundiendo.

Iglesia es un término que tiene que ver con la
reunión de personas para tratar asuntos exclusiva y
eminentemente políticos. Y Sinagoga es un término
que tiene que ver con la reunión de personas para tratar
asuntos exclusiva y eminentemente religiosos.

Ahora, en lo que nos interesa, dice el castrado de Pablo
que Jesús trató a una congregación llamada
Iglesia (¿?) tal y como un marido trata sexualmente a su
mujer; y nosotros podemos preguntarnos libremente
¿será que la crucifixión de Jesús
representa el orgasmo de la relación entre éste y
la Iglesia?.

¡Qué repudiable la perversión de San
Pablo! que, de santo, no tenía ni roscas.

Adentro de la Sacro sexología hay mucha tela que
cortar. De repente surge el asesino, el criminal, el ser sin
entrañas y que no tiene ni un ápice de tolerancia, y
menos aún de respeto por las decisiones personales e
íntimas de sus elegidos; tal el caso de
Yahvé-Elohím con su pueblo israelita y que deriva
del sacrosanto sentido sexual que Dios Padre quiere
imponer.

El Génesis 38:9 y 10 nos deleita
diciéndonos.

Pero Onán sabiendo que la descendencia no
sería suya, cuando penetraba a la mujer de su hermano, se
derramaba fuera de ella, para no dar descendencia a su hermano.
Siendo malo lo que hacía Onán a los ojos de
Yahvé, que a él mató
también.

El Padre Nuestro, el Diosesito bíblico,
convertido una vez más en un depravado y en un criminal,
ahora también en el orden sexual de las cosas.

Jesús nos deja claramente expresado el lugar tan
importante que tienen las prostitutas adentro del Reino de Dios
Padre y nos dice desde Mateo 21:31 lo siguiente.

De cierto de cierto os digo, que los publicanos y las
rameras van delante de vosotros al Reino de Dios.

¡Que viva el crimen, la prostitución y el
vicio!, pues hay un lugar divino y especial para todos los
practicantes de estos deliciosos juegos y
placeres prohibidos.

En 1 de Corintios 6:9 leemos a San Pablo, nuevamente,
que nos deja dicho.

¿O no sabéis que los injustos no
heredarán el Reino de Dios?. No os dejéis
engañar; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni
los adúlteros, ni los afeminados, ni los
homosexuales.

Vuelta con el trabadísimo de Pablo.
¿Qué gran problema sexual insatisfecho
tendría este pobre hombre?. Y, lo mejor, ¡para
qué tanta paja! ¿no sabría Pablo que
Jesús, el Cristo como él mismo lo llama,
dejó instituido el perdón, el amor, la tolerancia y
la buena voluntad que nuestro Padre que está en los Cielos
tiene para con nosotros sus descarriados hijitos?.

¡Incluidos, por supuesto que sí, adentro de
tan general término de hijos, los homosexuales,
afeminados, adúlteros, idólatras y los
fornicarios!.

¿Por qué entonces tan férreo,
intransigente y tan tremendamente insatisfecho con los asuntos
sexuales este Santo de pacotilla? ¿Por qué sudar
tanta calentura ajena Pablo si, de todos modos, cualquiera de los
excluidos por él del Cielo puede pedir y obtener el
perdón de Dios Padre, si le creemos a
Jesús?.

No podemos dejar pasar otra inconcebible e inentendible
prohibición de este traumatizado Pablo de Tarso con las
cosas voluptuosas de la vida y leemos desde 1 de Corintios 6:13
lo que nos deja dicho este horrorizado Santo
Varón.

Los alimentos son
para el vientre, y el vientre para los alimentos; pero tanto al
uno como a los otros los inutilizará Dios. Pero el cuerpo
no es para la fornicación, sino para el Señor, y el
Señor para el cuerpo.

Y continúa advirtiéndonos, de manera
tajante, desde el versículo 18.

¡Huid de la fornicación!.

¿No habría leído San Pablo el
pasaje bíblico en donde Dios Padre asesina cobardemente a
Onán porque este no fornicaba bien a su propia
cuñada? ¿Qué podemos hacer nosotros, pobres
mortales, entre dos fuegos?. ¿Y la ordenanza divina de
creced y multiplicaos? que, sin fornicar no se puede
dar.

Pablo prohíbe la fornicación y Dios
Nuestro Señor asesina al que no fornique bien.

¿Fornicar o no fornicar? ¡Qué
dilema!.

Pero en el colmo del paroxismo y la locura nos dice San
Pablo en 1 de Corintios 6:12 lo siguiente.

Todas las cosas son lícitas, más no
todas son provechosas, todo está permitido, pero no os
dejéis dominar por ellas.

Dios Santo ¡qué podemos comentar de este
loco!.

Si nos dice que todo es lícito, lo debe ser
inclusive la fornicación que antes deja prohibida,
entonces ¿por qué la porfía de prohibirla?
¿hasta donde tendrán alcance las palabras ordenadas
por Dios Nuestro Señor a la primera pareja en cuestiones
de sexo para crecer y multiplicarse? ¿no es un mandato
claro y divino hacia la fornicación?.

Ahí, en esos pasajes bíblicos del
Génesis, Dios Padre urge al varón y a la hembra a
tener relaciones sexuales pero, muchos miles de años
después de eso, Pablo, el intrépido San Pablo de
Tarso, sencillamente lo prohíbe y lo declara
ilícito.

¿Hasta dónde llega realmente el sentido
sexual de este Yahvé-Elohím de la
Biblia?.

Partes: 1, 2, 3
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