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Reflexiones sobre modernidad, posmodernidad y cultura




Enviado por Nireibi Herrera



    1. Modernidad y
      posmodernidad
    2. Modernidad, posmodernidad y
      cultura en Venezuela
    3. Bibliografía
      Consultada

    Llamamos modernidad, en cada momento
    histórico,

    Al esfuerzo de obligar a pensar en esta
    aspiración.

    Ello significa que cada
    generación tiene su propia modernidad.

    En cada generación hay
    ideologías que, en nombre de intereses
    creados,

    Trabajan para crear un oscurantismo en
    torno a la
    aspiración de una sociedad
    cultural unida, que

    Seria una gran fuerza para
    una sociedad creadora y emancipada, y de la cual no podemos ni
    llegar a concebir cuanto humanismo
    generaría.

    MATTA, 1973

    MODERNIDAD Y
    POSMODERNIDAD

    El término modernidad, en el sentido de lo
    moderno aparece con Balzac en 1823, pero el adjetivo moderno
    proviene del latín de finales del siglo V "modernus"
    entendido éste como lo actual, lo presente.

    Para finales del siglo X ya se empleaban términos
    como modernistas y moderni, que significaban "tiempos modernos" y
    "hombres de hoy" respectivamente. Durante el siglo XII surgieron
    diferencias entre los discípulos de la poesía
    antigua y los llamados "moderni" (hombres de hoy).

    Estos últimos eran considerados superiores pues
    sus creaciones estaban fundamentadas en la práctica de la
    dialéctica, es decir, eran más
    racionales.

    Más allá del estilo, se originaron
    reflexiones filosóficas en torno a la superioridad de los
    modernos sobre los antiguos. Se pretendía demostrar que
    los modernos no necesariamente eran superiores ya que
    habían heredado los conocimientos de sus antepasados, los
    cuales unidos a los propios les permitían ver más
    allá, tener una visión más amplia del
    mundo.

    Estas reflexiones surgen a partir de la frase de
    Bernardo de Chartres citada en el Methologican de Salisburg en
    1159, en ella comparaba a los hombres modernos con enanitos
    encaramados sobre los hombros de gigantes. Su interpretación era que no se estaba
    más adelantado por poseer una natural habilidad, sino que
    el avance surge gracias a las riquezas heredadas de nuestros
    antepasados. Esta reflexión se mantendrá y
    será desarrollada en los siglos posteriores.

    Por otra parte, el término moderno, en el momento
    de su aparición, no implicaba el tiempo: era la
    separación entre la antigüedad greco-romana y la era
    medieval.

    A principios del
    Renacimiento se
    establece una primera división de la historia en tres
    épocas: la Antigüedad, la Edad Media y
    la Modernidad. Esta última se constituye en un
    período muy significativo ya que la modernidad
    representaría el avance, el progreso, el paso hacia un
    gran porvenir:

    Más interesante que la periodización,
    son los juicios de valor
    transmitidos por cada una de estas tres eras expresadas por medio
    de la metáfora de la luz y de la
    oscuridad, el día y la noche, la conciencia y el
    sueño. La antigüedad clásica se asoció
    con la luz resplandeciente, la Edad Media se hizo nocturna y
    absorta <Edad Oscura>, mientras que la modernidad se
    consideró como un tiempo de surgimiento de la oscuridad,
    tiempo de despertar y <renacer> anunciando un futuro
    luminoso. (Calinescu:199; p.31)

    En el siglo XVIII reaparece la oposición entre lo
    antiguo y lo moderno, ayer y hoy, entre lo clásico y lo
    romántico, representando la estética romántica una
    estética de lo nuevo que se opone a un clasicismo que
    aspira trascender en el tiempo.

    En este momento la modernidad, bajo la forma del
    romanticismo,
    establece su valor histórico al promulgarse contra los
    cánones establecidos por el clasicismo; en consecuencia la
    idea de la belleza universal y atemporal sufre un proceso de
    continuas transformaciones.

    En Francia,
    Stendhal (seudónimo de Henry Beyle) plantea en Racine y
    Shakespeare
    (1823), que el Romanticismo es: "El arte de presentar
    a los pueblos obras literarias que en el estado
    actual de sus hábitos y creencias, son capaces de producir
    el mayor placer posible" (Compagnon: 1993; p.20). Con esta
    definición queda claramente determinada la relación
    entre el arte y la actualidad, lejos de todo interés
    por el antiguo ideal de belleza, con lo cual se establece un
    compromiso con un nuevo programa
    estético.

    Para el siglo XIX, Baudelaire plantea una modernidad que
    reacciona contra la modernización social y la revolución
    industrial, entre otras cosas. Según Calinescu,
    Baudelaire "enfrentó la modernidad estética, no
    sólo a la tradición, sino también a la
    modernidad práctica de la civilización burguesa",
    al señalar que "la modernidad es lo transitorio, lo
    fugitivo, lo contingente, la mitad del arte cuya otra mitad es lo
    eterno e inmutable…" (Calinescu: 1991; p.16)

    Para Baudelaire la modernidad rompe toda relación
    con su pasado, devorándose a sí misma al renovarse
    constantemente negando la novedad del ayer; el poeta y ensayista
    ve en este proceso de renovación tras renovación la
    posibilidad de que la modernidad conduzca inevitablemente a la
    decadencia. La modernidad representa entonces una negación
    cada vez más fuerte de la tradición, al centrar su
    búsqueda en lo desconocido, en lo que aún no ha
    sido explorado.

    A finales del siglo XIX, la modernidad dio paso al
    surgimiento de las vanguardias a la vez que se enfrenta a
    sí misma considerándose decadente. Según
    Antoine Compagnon la vanguardia
    tiende a confundirse generalmente con la modernidad, pero
    mientras la modernidad se caracteriza por su pasión por el
    momento actual, en la vanguardia se evidencia una conciencia
    histórica del futuro y el propósito de adelantarse
    a su tiempo.

    En los últimos años se han incrementado
    los estudios sobre la modernidad, tanto por filósofos, poetas y teóricos de la
    literatura, como
    por investigadores y antropólogos.

    Entre los autores que se han interesado desde distintas
    posiciones en el estudio de la modernidad destacan Hans Robert
    Jauss, Octavio Paz,
    Jürgen Habermas y más recientemente sobre la
    modernidad latinoamericana Néstor García
    Canclini.

    Hans Robert Jauss realiza en Tradición literaria
    y conciencia de la modernidad (1976) un estudio histórico
    y pionero sobre la modernidad. Señala que desde la
    antigüedad clásica hasta el siglo XIX,
    invariablemente lo moderno al cabo de un tiempo se
    convertirá en lo antiguo, ocupando lo nuevo el lugar de
    los modernos, de este modo se establece la oposición
    antiguo/moderno como lo variable, lo substituible.

    Para Jauss ya durante el siglo XVIII se dio una mirada
    crítica
    sobre el pasado, al introducirse por primera vez la idea del
    futuro dentro de lo moderno. Es sólo en el siglo XIX, con
    el ensayo de
    Baudelaire "El pintor y la vida moderna" (1859), cuando la
    modernidad nace como un concepto
    autónomo, sustentándose sobre sí misma,
    equivalente a lo transitivo, lo fugitivo y lo
    contingente.

    Octavio Paz en Los Hijos del Limo (1974) ve lo moderno
    como tradición hecha de interpretaciones en la que cada
    ruptura supone un comienzo. Lo que caracteriza a la modernidad no
    es lo nuevo, sino su heterogeneidad, su pluralidad ya que la
    modernidad es siempre distinta.

    Lo nuevo no necesariamente es moderno, a menos que se
    presente como una negación de la tradición y
    proponga otra distinta.

    Paz ubica el inicio de la edad moderna
    en el siglo XVIII. Desde su nacimiento se da una pasión
    crítica, y es así una doble negación como
    crítica y como pasión tanto de la geometría clásica como de los
    laberintos barrocos. Considera que la modernidad no es
    continuidad del pasado ni consecuencia del mismo, siempre es
    distinta, fundando su propia tradición en el momento en
    que surge. Más que la exaltación de lo novedoso y
    de lo sorprendente, busca ser la ruptura con ese pasado al que
    critica. Sin embargo, piensa que lo viejo también puede
    acceder a la modernidad siempre que constituya una
    negación de la tradición proponiendo
    otra.

    Constantemente en la estética
    contemporánea son encontradas irrupciones del arte de
    civilizaciones antiguas, significando en el momento de su
    aparición en nuestro horizonte estético una
    transformación, un cambio.
    Así, con la modernidad desaparecen las oposiciones entre
    lo antiguo y lo contemporáneo, al insertarse sin
    dificultad los productos del
    arte arcaico dentro del arte actual.

    La encargada de borrar estas oposiciones es la
    crítica. Una crítica apasionada, enamorada del
    objeto que niega, en constante conflicto
    consigo misma: a la vez de negar todos los principios,
    fundamentando el cambio, crea su principio. Esta crítica
    origina así, un presente con características
    propias, distinto a todos los anteriores.

    Según Octavio Paz, Baudelaire no da una
    definición de una nueva estética; su aporte esta en
    establecer la relación entre la modernidad y el tiempo. El
    ensayista mexicano sostiene que, debido a la modernidad, la
    belleza será lo que hace únicas, diferentes a las
    obras de hoy a las de ayer.

    Señala también que cada movimiento
    moderno es el antecedente y a partir de sus negaciones el arte
    trascenderá; se anuncia así el fin de la modernidad
    a finales de 1960, pues es el momento en que la modernidad pierde
    su poder de
    negación.

    Al contrario de Paz, que ve concluida la modernidad
    estética, para Jürgen Habermas la modernidad se
    presenta como un proyecto
    inconcluso. Siente obstaculizada su continuidad por el
    antimodernismo de la juventud
    conservadora favorable a la "subjetividad" que no se encuentra
    sujeta ni al trabajo ni a
    la utilidad, y por
    tanto lejana del mundo moderno. Contribuyen a esa
    paralización los viejos conservadores que se niegan a ser
    influenciados por la modernidad cultural y los neoconservadores
    que manejen en esferas aisladas el desarrollo de
    la ciencia, de
    la moral y el
    arte.

    Habermas considera que la división entre las
    artes, el conocimiento
    científico y la moral, es la
    causa de que el proyecto de la modernidad fracase, ya que el
    ejercicio del arte sólo puede darse si se logra una
    interacción entre lo cognitivo, la practica
    de la moral y los elementos estéticos.

    En Latinoamérica se han desarrollado otras
    teorías
    en torno a la modernidad, además de la de Octavio Paz,
    siendo una de las más actuales la expuesta por
    Néstor García Canclini para éste
    sociólogo de la cultura, la modernidad es asumida por los
    latinoamericanos como innovación, alteración de modelos o
    sustitución de estos por otros, pero manteniendo siempre
    referentes de legitimidad.

    En su libro Culturas
    Híbridas (1990) se ocupa tanto del concepto de
    modernización como el de modernidad. En cuanto al primero,
    lo identifica con un proceso originado a raíz de la
    independencia
    y que abarca el siglo XIX, impulsado por una oligarquía
    progresista interesada en la alfabetización, entre otras
    ideas provenientes de Europa.

    Este proceso continúa en las primeras
    décadas del siglo XX gracias al capitalismo,
    los aportes migratorios, la expansión educativa y los medios de
    comunicación (radio y prensa); y llega
    a los años 40 con la industrialización, el
    crecimiento urbano y una educación media
    superior más accesible.

    Sin embargo, este proceso de modernización
    latinoamericano no podría igualarse al europeo, debido a
    varios factores: el índice de analfabetismo
    continuaba siendo muy elevado, el acceso a la educación
    aún era insuficiente y la estratificación social
    hacía que la participación en el movimiento
    cultural fuese exclusividad de las clases dominantes. Canclini
    considera que a pesar de todos estos factores en contra,
    sí hubo modernización aunque ésta se diera
    en forma contradictoria.

    En cuanto a la modernidad, establece que la constituyen
    cuatro movimientos básicos: 1.- un proyecto emancipador,
    que implica la secularización de los campos culturales, la
    producción autoexpresiva y autorregulada de
    las prácticas simbólicas, y su desenvolvimiento en
    mercados
    autónomos; 2.- un proyecto expansivo, que representa a la
    modernidad en búsqueda de expandir el
    conocimiento y la posesión de la naturaleza, la
    producción, la circulación y el consumo de los
    bienes; 3.- un
    proyecto renovador, que comprende la búsqueda incansable
    de un mejoramiento e innovación, propios de una
    relación con la naturaleza y una sociedad cuya
    visión del mundo no se encuentre condicionada por la
    religión,
    unido esto a un replanteamiento de los signos de
    distinción que el consumismo ha agotado; y por
    último, 4.- un proyecto democratizador, denominando
    así a la modernidad que aspira lograr un desarrollo
    racional y moral a partir de la educación y la
    difusión del arte y los saberes especializados.

    Todos estos movimientos se han dado en
    Latinoamérica de un modo desigual y confuso, al producirse
    el proceso emancipador por las renovaciones políticas
    surgidas desde el siglo XIX y por la
    organización de una sociedad en la que las tradiciones
    siguen teniendo vigencia.

    Hubo también renovación al aumentar las
    posibilidades de educación
    superior, con el crecimiento del trabajo artístico y
    artesanal, y con la participación en los avances
    tecnológicos y sociales. Estos aportaron unos
    beneficios que no pudieron ser aprovechados del mismo modo dentro
    de los distintos países y sectores, ya que las
    innovaciones en cuanto a la producción y consumo no fueron
    igualmente asimiladas.

    En cuanto a la democratización, ésta se
    dio interrumpidamente al ser producto en
    sus inicios de la participación política, de un mayor
    acceso a la educación, a la divulgación del
    conocimiento
    científico y del arte.

    A fines del siglo XX, es consecuencia principalmente de
    los medios
    electrónicos de comunicación y de agrupaciones cuyas
    ideologías van en contra de las tradiciones.

    Por último, hubo una expansión
    económica que a finales de siglo se ha visto estancada
    debido a una disminución de la producción, que ha
    acarreado una baja en las exportaciones e
    importaciones.
    Esta nueva situación dificulta estar al día con los
    avances tecnológicos y obstaculiza así la
    modernidad económica y cultural.

    MODERNIDAD,
    POSMODERNIDAD
    Y CULTURA EN VENEZUELA

    Al hacer un repaso por la historia de
    Venezuela en diferentes periodos podemos decir que, el
    positivismo
    fue una puerta hacia el modernismo
    cultural, cuya tendencia fue la de formar una ideología al servicio del
    liberalismo
    político y anticlericalismo, es decir, contra la
    filosofía católica, contra la enseñanza limitada o estrecha de las
    universidades, contra la política entendida y
    practicada como oficio lucrativo.

    Las características del positivismo venezolano
    difieren del positivismo en el resto de Latinoamérica, ya
    que aquí, se centra en la explicación
    histórica-sociológica de la realidad del
    país. Se interesa por el problema de las razas y da
    preferencia a los estudios etnográficos y
    antropológicos.

    Desde un primer momento el "criollo" se distingue del
    indígena y del español.
    Naciendo con nueva conciencia, y sensibilidad, la mezcla de
    invasores e invadidos, siendo el mestizaje nuestra identidad
    biológica y cultural, así que se hace cada vez
    más importante el estudio de este factor.

    Pero, contradictoriamente desde que los positivistas del
    siglo XIX proclamaron la rémora indígena para vivir
    en sociedad por carecer de inteligencia,
    todas las mentalidades imperialistas posteriores han tenido
    interés en aumentar nuestras taras para imponernos un
    destino, así, culpan a nuestra ascendencia
    indígena, negroide o hispana las limitaciones y
    deficiencias, perpetuando de esta manera nuestra
    dependencia.

    En el mandato de Guzmán Blanco (1870-1888) hubo
    gran auge de las realizaciones científicas y
    filosóficas, pero, lo que más resalta de esta
    época es la obra "civilizadora" de Guzmán Blanco:
    el decreto sobre la instrucción gratuita. La
    creación del ferrocarril.

    A partir de López Contreras, el proceso
    modernizador en Venezuela se
    ha venido realizando quemando etapas. El efecto petrolero se
    superpuso a las enormes contradicciones e inercias latentes.
    "Domesticar la barbarie era la consigna". Las torres de
    prospección, los oleoductos y el estilo de vida
    del inversor norteamericano penetraron enseguida las zonas
    lacustres o sabanas y golpearon los hábitos y costumbres
    del campo y las ciudades.

    La influencia del petróleo invade las sabanas de Monagas, la
    Costa Oriental del Lago de Maracaibo y llega hasta los Llanos y
    los Andes. Caracas y Maracaibo registran el primer impacto. Se
    modernizan las estructuras
    administrativas, se abre el compás de los derechos civiles y sociales.
    Venezuela se asoma a las corrientes culturales más
    avanzadas.

    Aparecen grupos en torno a
    revistas (Gaceta de América, Elite, Válvula, El
    Ingenioso Hidalgo) que debaten y señalan la dirección de un cambio.

    Contradictoriamente, mientras mejora la calidad de
    vida, se organizan partidos
    políticos, sindicatos,
    los primeros rudimentos de la estructura
    industrial, se actualiza la legislación
    laboral (1936), la educación crece cuantitativamente y
    la universidad asume
    funciones
    protagónicas sobre todo a nivel político. No se
    resuelven, sin embargo, problemas
    fundamentales: la prepotente ingerencia de las empresas
    petroleras sobre nuestra economía y la
    propiedad
    latifundista de la agricultura y
    ganadería.

    El campo sigue siendo deprimido. Los altos salarios del
    empleado petrolero provocan abandonos en la actividad
    agro.

    López Contreras (1883-1973) gobernó
    (1935-1941) Desde una perspectiva propiamente cultural, el
    gobierno de
    López Contreras demostró un gran interés por
    la educación y la modernidad, al terminar su mandato en
    1941, se habían creado en Venezuela más escuelas
    que en toda la historia de la República, incorporó
    al Ministerio de Educación a los intelectuales
    Rómulo Gallegos y Arturo Uslar
    Pietri. Creó la Revista
    nacional de Cultura (1938) y en su gobierno de fundó el
    Instituto Pedagógico Nacional (1936). En cuanto a las
    Bellas Artes,
    se construyó el Museo de Bellas Artes (1938) y el de
    Ciencias
    Naturales (1940).

    Medina Angarita (1897-1953) prosigue la cultura
    progresista de su predecesor. Se amplían los espacios de
    libertad,
    tolerancia y
    progreso social. Nacen los primeros Partidos Políticos,
    los primeros Sindicatos. Uslar Pietri ofrece un proyecto
    educativo-cultural pagado por la "siembra del petróleo".
    Luis Beltrán Prieto Figueroa, ofrece al país un
    pensamiento
    educativo avanzado. Revitaliza la Escuela, la
    enseñanza Primaria, la Alfabetización.

    El nivel cultural dominante es el de la élite
    erudita, tradicional pero a su sombra y a la de la Universidad,
    aparece otra cultura más moderna, bien informada, la de la
    clase media
    profesional emergente. Las corrientes literarias y
    filosóficas de la posguerra europea se discuten en Caracas
    gracias a José Ramón
    Medina, Pedro Díaz Seijas y Ernesto Mayz Ballenilla. La
    revista Contrapunto (1946-1949) se constituye en vehículo
    de sus discusiones.

    Marcos Pérez Jiménez (1948-1958)
    Fue una década de cultura tecnócrata y de
    exaltación patriótica, las obras más
    llamativas de Caracas y de toda Venezuela fueron construidas bajo
    su gobierno, los desarrollos agrícolas para el arroz en
    Calabozo (represa) y el de la Colonia Turén (Edo.
    Portuguesa). Su gobierno buscaba la eficacia, el
    impacto de las obras públicas como el Paseo los Ilustres,
    la autopista Caracas-la Guaira-Valencia, los bloques del
    Silencio, La Ciudad universitaria (hoy Patrimonio de
    la Humanidad), entre otras muchas son una muestra de la
    Venezuela moderna.

    La cultura como tal, es algo sumamente profundo y
    confuso, nunca puede ser marginal, o resultado del ocio o la
    bohemia, la cultura pertenece al pueblo, al soberano, o como
    queramos llamarle, la principal relación de la cultura es
    el desarrollo, el crecimiento y maduración, es decir, la
    organización y el funcionamiento de las
    relaciones ciudadanas. "Tiene que ver con la creación de
    vida y libertad, con el progreso social. Cultura es saber
    defenderse del Mal de Chagas o salir de la crisis
    económica que nos invade, elevar la producción
    agrícola-ganadera o cualificar las
    universidades.

    La cultura es ese espíritu vital que eleva el
    nivel de las naciones y se traduce en dignidad
    moral." (VILDA CARMELO: 1993, p.5)

    Sin embargo, al analizar todos estos períodos y
    como ha sido interpretada la cultura y la modernidad en cada uno
    de ellos, podemos concluir que en la actualidad, pleno siglo XXI
    y en una época llamada pos- moderna, nosotros venezolanos,
    seguimos teniendo los mismos problemas, complejos y deficiencias
    que teníamos en la época pos colonial, cuando la
    gran disculpa era la depresión
    en la que se encontraba el país después de una
    posguerra.

    En la actualidad, cuando se intenta crear una conciencia
    cultural nacional y tratar de que nos arraiguemos a ella, se nos
    cuestiona y juzga. Nuestro mayor problema sigue siendo la falta
    de memoria, la falta
    de conciencia e interés para volver la vista atrás
    y analizar e interpretar nuestro pasado para aprender de nuestros
    errores y asumirlos sobreponiéndonos a ellos, nos seguimos
    dejando influenciar por una cultura importada, desvalorizando y
    subestimando nuestro propio principio, queriendo ocultar la
    realidad por el simple hecho de que al aceptarla no
    sabríamos como asumirla.

    Si bien es cierto que los venezolanos somos una raza
    fuerte y luchadora, también lo es que la gran
    mayoría vivimos desmemoriados como si la patria aún
    estuviera comenzando. Debemos dirigir la búsqueda y
    comprensión de Venezuela desde dentro, desde cada uno de
    nosotros mismos, desde esa interioridad que será quien
    proporcione el seguimiento de nuestro proceso cultural como
    pueblo, como historia, como nación,
    y esto solo lo haremos posible una vez que comprendamos nuestro
    difícil, pero magnifico origen: el mestizaje.

    A principios del siglo XXI, se cuenta con inmensas
    fuerzas productivas. Los avances simultáneos en la
    informática, robótica, telecomunicaciones y otra áreas han
    determinado la ruptura cualitativas en las posibilidades de
    producción, ampliándose el continuo crecimiento
    hacia el futuro.

    No en tanto, nos encontramos frente a una gran paradoja:
    ante tanta modernidad o avance científico
    tecnológico, millones de personas carecen de lo
    indispensable y viven en extrema pobreza, otra
    cuantas sin servicios de
    agua potable o
    cableado eléctrico.

    Alcanzar la meta del
    desarrollo
    económico y social es cada vez más viable, en
    términos de tecnología y
    potencial productivo pero, contradictoriamente el objetivo se
    halla cada vez más lejos de un gran número de la
    población en diversas áreas del
    mundo y en especial de América
    Latina.

    En Venezuela, este proceso no ha sido ignorado. Vivimos
    en un país rico, con cierto nivel de avances
    tecnológicos y científicos, pero esto lejos de
    acercarnos a un propósito nos envuelve en una gran
    incertidumbre, ya que tenemos dos corrientes que lejos de ir
    hacia una misma meta van por caminos paralelos: "lo que queremos
    y lo que tenemos" o "el ideal de país y la realidad de
    país".

    Sea a nivel político, económico, social;
    ningún estrato de la sociedad se ha percatado (aunque no
    niego que lo hayan intentado) de la verdadera situación
    del venezolano. El hecho de que gran parte de nuestra sociedad
    tiene una percepción
    limitada de la realidad y que en este caso forman parte de la
    clase pudiente o de poder social, económico y cultural,
    lejos de ayudar a enfrentar los cambios ha entorpecido el
    proceso.

    La cultura ha pasado a ser lo último en
    explorarse y explotarse sin darnos cuenta que se ella se puede
    fomentar el desarrollo económico del país y a la
    vez contribuir de una u otra forma con el desarrollo social
    y moral de los ciudadanos; claro está manejando el
    concepto de cultura como un "todo" , ya que ésta cruza
    todas las dimensiones del capital social
    de una sociedad y ella en si misma formaría parte de una
    cohesión social; ya que en ella las personas pueden
    identificarse, hallar una identidad, crecer en conjunto y
    desarrollar una autoestima
    colectiva como pueblo y nación.

    Debemos dejar de ser NO funcionales y comenzar hacer a
    crear nuestra propia modernidad, ¿cómo?
    Trazándonos objetivos y
    alcanzándolos, preparándonos más y mejor
    como seres humanos íntegros de pensamiento y acción,
    retomando patrones de conducta perdidos
    por el aumento de la vida acelerada que se lleva en ciudades
    "modernas o modernizadas". Necesitamos más dominio sobre la
    naturaleza y más orden social.

    "Sólo comenzamos propiamente a ser hombres
    después de haber sido ciudadanos", siglos después
    de que Rousseau
    escribió esta frase en su Contrato Social,
    aún no lo hemos conseguido, muchos no hemos alcanzado el
    rango de ciudadanos porque ni siquiera nos comportamos como
    hombres.

    Bibliografía
    Consultada

    BAUDELAIRE, Charles. El Pintor y la vida
    moderna
    . Bogotá, El Ancora Editores 1995

    CALINESCU,Matei. Cinco Caras de la Modernidad.
    Madrid.
    Editorial Tecnos 1991

    CAPRA, Fritjof. El punto Crucial. Rutas del viento
    Integral
    . Barcelona España
    1.982

    COMPAGNON, Antoine. Las cinco paradojas de la
    modernidad
    . Monte Avila Editores.1991

    GARCIA CANCLINI, Néstor. Culturas
    Híbridas
    .México.
    Editorial Grijalbo, s.a. 1990

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    Taurus Ediciones. 1989

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    TOURAINE,Alain. Crítica de la Modernidad
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    CENTRO GUMILLA. Modernidad, Posmodernidad y
    Cultura
    No 579 Noviembre de 1995

     

     

     

    Autor:

    Nireibi Herrera Romero

    Venezolana, Lic en Artes por la Universidad Central de
    Venezuela, especialista en conservación y
    restauración de Bienes Muebles (CECOR), Magíster en
    Museología (UVA).

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