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Psiquismo Fetal



     

    INTRODUCCIÓN

    Como docente integrante de la Cátedra de Psicología Evolutiva de
    las carreras que ofrece el Dpto. de Ciencias de la educación,
    hace tiempo venía
    preguntándome ¿ qué sucede en la vida intrauterina
    con lo psíquico? ¿hay psiquismo antes del nacimiento?.
    La psicología evolutiva
    ¿no debe partir desde la concepción, planteando la
    existencia del psiquismo embrionario–fetal?

    Es así que motivada por el interés de aproximarme al
    conocimiento del Psiquismo
    fetal, comencé a investigar la bibliografía psicoanalítica referente al
    mismo, encontrando que era un tema poco investigado en
    profundidad y que salvo excepciones, los autores sitúan el
    inicio de lo psíquico a partir del nacimiento.

    Rescato dentro de la literatura psicoanalítica a nivel
    internacional, los desarrollos acerca de la vida intrauterina
    realizados por Ferenczi; Fodor, R; Bion, W; actuales estudiosos
    de Bion como Biancheri, E; Bronsteim, D; estadounidenses como
    Michael, Paul; Osterwell Ph D, Erna; franceses como
    Soulé, Michel; This, Bernard; Bouchart, Anne.

    Dentro de la escuela psicoanalítica
    argentina podría señalar como más relevantes, los
    escritos de Rascovsky, A.; Pichon Riviére, E.; Chiozza,
    Luis.

    Frente a la brevedad del presente trabajo, me limitaré a la
    investigación
    bibliográfica que realicé sobre los autores argentinos
    citados, aunque Quiroga Ana; Fontana A. y quizás otros
    también estudiaron esta temática.

     

    PSIQUISMO
    FETAL

    Según A. RASCOVSKY, para introducirse al estudio
    del psiquismo fetal se debe, primero, aceptar y elaborar el
    trauma de nacimiento con su angustia concomitante. La dificultad
    para superar la enorme angustia producida por el trauma de
    nacimiento, es la razón más explicativa para comprender
    la resistencia y la amnesia frente
    al conocimiento de la existencia de un psiquismo prenatal, que es
    una fase del desarrollo donde se dan las
    primeras relaciones de objeto entre el yo y las
    protofantasías heredadas que coexisten en el
    Ello.

    Rascovsky admite la existencia de un yo y un Ello
    durante la vida fetal y afirma que entre ambas instancias
    psíquicas se establece una intensa relación ya que hay
    una completa permeabilidad entre ambas, y es esa permeabilidad la
    que permite el desarrollo del yo fetal. Éste realiza una
    labor muy compleja que es la de construir su cuerpo reproduciendo
    las representaciones existentes en el Ello (protofantasías
    heredadas filogenéticamente) y su función esencial es la de
    establecer las primeras relaciones con las protofantasías
    heredadas. Para poder llevar a cabo la tarea
    de crecer, el feto utiliza los modelos correspondientes
    almacenados en el Ello y está totalmente dedicado a
    reproducir en el Yo la herencia filogenética
    depositada en él.

    La resistencia a aceptar la existencia de este psiquismo
    es tal, que se ha llegado a la negación de las
    representaciones heredadas endopsíquicas, que son las que
    constituyen los objetos propios del yo fetal y que están
    situadas en el Ello, éste "constituye el primitivo ambiente del yo donde se
    desenvuelve la herencia". (Freud, 1923).

    Para la comprensión del psiquismo fetal, se debe
    admitir –entonces– la existencia de objetos internos
    prenatales heredados. El yo fetal está íntimamente
    conectado con esos objetos arcaicos y atribuye a ellos las
    realizaciones que se producen en el transcurso de su desarrollo
    evolutivo intrauterino. Durante el período
    embrionario–fetal hay inexistencia de objetos externos
    reales, lo que permite que el yo fetal establezca relaciones con
    sus objetos internos heredados, porque todo contacto con la
    realidad externa es llevado a cabo por la madre mediante el
    suministro incondicional del cordón umbilical. El proceso de integración del yo
    comenzaría en este período fetal a través de las
    identificaciones primarias.

    Es en lo post–natal (estadio oral–digestivo,
    según el autor), cuando el yo establece definitivamente
    relaciones con los objetos externos. Cuando se interrumpe el
    suministro continuo de alimento, oxígeno, etc. recibido a
    través del cordón umbilical, la frustración
    provocada por dicha interrupción incrementa los instintos de
    muerte, siendo
    –además– el motor que fuerza y obliga al yo a salir
    en búsqueda de esos suministros, en el mundo externo.
    Éstos antes eran función de la madre, ya que ella
    respira, come, termorregula para el feto permitiéndole
    así una intensa relación con los objetos innatos
    ideales.

    Además, sostiene este autor que, para vencer la
    resistencia a aceptar la existencia de un yo fetal, hay que
    actuar sobre la represión primaria que se establece en el
    nacimiento por lo traumático de esa situación,
    generando un gran monto de ansiedad. Éste es el momento en
    que dicha ansiedad alcanza la mayor intensidad desarrollada en el
    curso de la vida. Esta represión primaria implica la
    represión de la visión interior primitiva de los
    objetos internos heredados (objetos prenatales), que constituyen
    réplicas de objetos externos arcaicos registrados
    filogenéticamente.

    Sintetizando el yo prenatal:

    Es esencialmente un órgano perceptor. Debe poseer
    un instrumento perceptor visual para captar las representaciones
    internas.

    Es permeable a los contenidos del Ello porque no se ha
    establecido aún la represión primaria, y ese libre
    flujo entre Ello y yo es comparable al del suministro físico
    existente a través del cordón umbilical. Así
    reproduce las imágenes del Ello y se
    convierte en su doble (duplicación de los aspectos parciales
    del Ello).

    Se desarrolla a expensas de su primitivo ambiente que es
    el Ello. Hasta que se organice se siente en unidad con él y
    corresponde a una condición ideal, se constituye en un yo
    ideal; lo que explicaría que en las fantasías de
    "retorno al útero", el sujeto busca adquirir nuevamente ese
    "estado ideal de su
    yo".

    Encuentra en el Ello sus patrones de
    identificación, o sea, su ideal del yo.

    Está integrado por los objetos internos
    bidimensionales ideales.

    Ese yo fetal, afirma Rascovsky, mantiene una unidad,
    coherencia e integridad hasta el nacimiento; donde se
    desestructura con el impacto del trauma del nacimiento, que
    provoca la disociación del yo. Una parte va en búsqueda
    de la realidad exterior y la otra, se integra al ideal del yo con
    los aspectos sádicos, frustrantes y censores del
    Superyó.

    Con la disociación que experimenta el yo para
    adaptarse a la realidad exterior (momento en que el ideal del yo
    adquiere características sádicas del Superyó), se
    interrumpe la libre conexión y la unidad con las
    fantasías inconscientes (Ello), donde predominan
    sentimientos de omnipotencia e idealización.

    ENRIQUE PICHON RIVIÈRE afirma la existencia de
    fijaciones prenatales en la esquizofrenia y agrega a las dos
    primeras series complementarias de Freud, otra relacionada con
    las experiencias en la vida intrauterina. Plantea que en la
    etiología de una esquizofrenia intervienen los mismos
    factores que en las neurosis: esta causación
    –considerada desde un punto de vista evolutivo–
    comprende las series complementarias descritas por Freud y la
    agregada por él, relacionada con las experiencias que el
    feto sufre como consecuencia de las vivencias de la
    madre.

    La primera serie complementaria de Freud da como
    resultado lo que se llama componente constitucional, ésta
    influida por la herencia, en un sentido genotípico, y
    también por lo vivido durante el embarazo y en el momento del
    parto (congénito) a
    través de las experiencias emocionales de la madre. Estos
    factores junto con las experiencias infantiles –segunda
    serie complementaria– configura lo que en psicoanálisis se ha
    planteado como disposición a la neurosis y que se expresa en
    determinadas fijaciones de la libido, estancamiento desde el cual
    se desencadena la enfermedad. La tercera serie estaría
    condicionada por dichos factores disposicionales y la actual
    situación desencadenante (que pueden ser factores internos o
    externos, por ejemplo, frustraciones).

    Esa situación de estancamiento si se produce, por
    ejemplo, en el plano genital desencadena la regresión a
    etapas previas del desarrollo de la libido, desde donde las
    enfermedades se configuran. Esa
    regresión reactiva toda la vida sexual infantil y éste
    es el material latente que se encuentra en todos los
    síntomas neuróticos y psicóticos.

    El autor señala que en la génesis de las
    neurosis y psicosis nos encontramos con una
    policausalidad y que en ese proceso dinámico y
    configuracional interviene en primer término el factor
    constitucional, en el cual distingue:

    a) elementos hereditarios, lo genotípico;
    y

    b) lo fenotípico, aquellos elementos resultantes
    del contexto social que se manifiestan en un código
    biológico.

    Es decir que para P. Riviére, el feto sufre la
    influencia del medio social, aún cuando se cree que no es
    así por el resguardo que brinda lo intrauterino, y lo recibe
    a través de las modificaciones del medio materno que
    impactan y pueden alterar el desarrollo prenatal. Señala
    como perturbadoras la relación de los padres, presencia o
    ausencia del padre, conflictos del grupo familiar, vicisitudes de
    orden económico, etc. Todo esto causa un monto de ansiedad
    en la madre que se traducen, en el feto, en alteraciones
    metabólicas, sanguíneas, etc. "Así lo
    fenotípico y lo genotípico se articulan en la vida
    intrauterina para la estructuración del factor
    constitucional". (Pichon Rivière, 1980).

    Además el autor introduce una nueva noción
    acerca de cómo el niño concibe e integra su esquema
    corporal posnatal. Esas integraciones se hacen alrededor de un
    eje pre–natal ya estructurado que se denomina protoesquema
    corporal, concepto con el que explica que
    el ser en gestación va adquiriendo una muy primitiva
    organización de sus
    sensaciones, ya que hay registro de movimientos internos,
    viscerales (interoceptivos), musculares (propioceptivos),
    táctiles (la piel está sometida
    permanentemente a estímulos por el contacto con el
    líquido amniótico y las paredes uterinas). Este
    protoesquema corporal sería el nivel de organización
    alcanzado antes del nacimiento y debemos, también,
    preguntarnos sobre el nivel de organización yoica alcanzado.
    Este ser prenatal, tiene como único instrumento de registro
    a su propio cuerpo y su organización yoica tiene en este
    período un predominio corporal lo que nos permite afirmar
    que en el ser humano "lo corporal, implica psiquismo"

    Postula, además, que todas las enfermedades parten
    de una situación básica de estructura melancólica, a
    la que denomina protodepresión y que surge de la
    sensación de pérdida que el niño vivencia al
    abandonar el útero materno.

    LUIS CHIOZZA: este autor realizó un planteo
    particular acerca del psiquismo fetal, al postular una etapa de
    desarrollo prenatal, en donde el psiquismo adquiere las
    cualidades de lo libido emanada del funcionamiento hepático
    durante el período fetal ya que "añade" a la
    concepción freudiana del aparato psíquico una etapa
    previa a la oral, prenatal con su correspondiente punto de
    fijación : el hepático. Según este planteo durante
    la vida fetal, el nuevo ser, evoluciona acorde a un plano que le
    es transmitido por el código genético y para llevarlo a
    cabo, debe rellenar dicho plano con las substancias que le llegan
    de la Madre, y es el hígado el encargado de convertir esas
    substancias ajenas en propias (materializarlas), tarea que va a
    cumplir a lo largo de toda la vida; pero es en lo prenatal donde
    éste órgano adquiere primacía, por el volumen que alcanza en el feto en
    las primeras épocas de gestación.

    Describe impulsos libidinosos y fantasías
    específicas de "lo hepático" que afirma la existencia
    del hígado como zona erógena pre–oral, alrededor
    de la cuál se organiza el psiquismo–prenatal. Por esto
    y siguiendo la línea de pensamiento de Freud, es que
    podría hablarse de regresión y fijación
    hepática, también de fantasías hepáticas
    (como se habla de fantasías orales y anales) que
    estarían vinculadas psíquicamente a la función
    propia del hígado de poder materializar ese plano
    recibido.

    Todo lleva a suponer que en un determinado nivel de
    desarrollo, el psiquismo adquiere un predominio de fantasías
    que pueden ser simbolizadas por el funcionamiento hepático.
    Hablar de primacía hepática equivale a hablar, de
    acuerdo con el concepto de Freud, de organización de la
    libido alrededor del funcionamiento de dicho
    órgano.

    Sostiene que, así como Freud diferencia una etapa
    oral primaria vinculada a la succión y una secundaria
    relacionada a la dentición, existiría una etapa
    evolutiva previa a la mencionada que se centra en la
    primacía hepática, nivel en que cabría diferenciar
    dos fases: primaria, asociado a la función
    hepato–glandular; secundaria, correspondiente a lo
    hepato–biliar.

    El primer período regido por el primado de la zona
    erógena hepatoglandular (vinculado a la asimilación de
    lo ajeno), se caracteriza por el proceso de identificación,
    mediante el cual el yo se configura a imagen del Ello. Ayudan a definir
    al yo fetal, representaciones propias de la fisiología: el feto no
    tiene respiración pulmonar ni
    se alimenta por boca, ya que esto lo hace a través de la
    placenta, a través del cordón umbilical. Siguiendo los
    postulados de Chiozza se conciben los procesos propios del yo fetal
    centrados en torno a la función
    hepática, y encontramos en él todas las capacidades
    genéticas y sus posibles desarrollos. Los contenidos de este
    yo, por ser inconscientes, sólo podemos conocerlos por sus
    manifestaciones indirectas, por ejemplo, el letargo, las psicosis
    y las enfermedades llamadas somáticas.

    En este proceso es posible imaginar en el yo
    embrionario–fetal dos polos: Uno es receptor de
    estímulos y a través de él se introyecta el
    modelo a copiar. Como lo
    visual se adecua para representar el proceso de copiado de
    modelos y los estímulos introyectados son ideales, a este
    polo del yo fetal, Chiozza lo llama visual–ideal, porque en
    la medida en que éste no puede materializar el cúmulo
    de estímulos recibidos del Ello, hace que éste polo
    devenga en una primera forma del Superyó "portador de los
    ideales". El otro es el polo por el que se incorpora el alimento,
    la sustancia material necesaria para darle cuerpo al modelo
    visual. Como el hígado es el que recepta los suministros
    maternos, cabe llamar a este polo hepático–material y
    representa al yo en su tarea de alcanzar los ideales.

    Las fantasías propias de este período
    están asociadas al modo de funcionamiento hepático
    glandular y es, en esta etapa, donde la relación
    biológica madre–feto–en el decir de
    Chiozza– nos presta representaciones para describir
    fantasías de suministro constante, de absorción
    permanente como sucede en el intercambio intrauterino.

    El período evolutivo centrado en torno a la
    primacía hepatobiliar (encargado de; desmenuzamiento de lo
    ingerido a fin de facilitar su digestión), es posterior. Se
    ponen en acción impulsos
    agresivos–destructivos, necesarios para la destrucción
    o degradación de los estímulos para que puedan ser
    asimilados. Considerando estos procesos como una fuente
    erógena específica, fue posible establecer que el
    afecto envidia (a la que vulgarmente se le asigna cualidades de
    amarga y venenosa) está estrechamente vinculado con esta
    zona hepática–biliar. Según sea el grado de
    efectividad de los impulsos agresivos hepatobiliares, se puede
    diferenciar este afecto envidia (considerada como una
    fantasía hepática), como: Una acción adecuada y
    eficaz del yo para destruir los estímulos y así poder
    incorporarlos; Una defensa para poder destruir aquellos
    estímulos que son inmanejables para el yo; o Coartada en su
    fin, lo que estaría implicando un estancamiento de la
    "libido biliar" que llamaremos fijación y lo que daría
    lugar a una variada patología (por ejemplo, hepatitis, cálculos
    vesiculares, etc.).

    Así el aparato psíquico, como lo concibe
    Chiozza esta estructurado en torno a una única función
    : materializar ideas. Tópicamente hablando, estas ideas son
    en principio ajenas al yo, es decir, son no yo y deben hacerlas
    propias a través de la identificación, lo que implica
    hacer un "duelo", primario en este caso, el cuál es
    inevitable ante toda identificación, ya que hay aspectos del
    ideal que no pueden materializarse, como hay aspectos del yo que
    se pierden al producirse la materialización
    (identificación). Tanto los estímulos perturbadores del
    mundo externo, como las formas ideales contenidas en el Ello son
    tramitadas del mismo modo : como exigencias ideales.

    Sostiene el autor que las tres maneras de materializar
    los contenidos del Ello son : crecimiento corporal,
    procreación y sublimación, alcanzando primacía
    cada uno de ellos en los diferentes momentos
    evolutivos.

    Resumiendo: el autor sostiene que perturbaciones
    producidas en el estadio de desarrollo correspondiente al
    período intrauterino, cuya zona erógena es el
    hígado, determinan una fijación hepática. Frente a
    una frustración actual, que se experimenta por la
    incapacidad del yo para concretar los proyectos ideales, se pone en
    marcha la regresión a un punto de fijación
    hepático, reactivándolo; ya que la función del
    hígado se arroga la representación simbólica de la
    capacidad de materializar lo que constituye la primera
    condición necesaria para desarrollar una alteración de
    esta zona. Estos trastornos patológicos son consecuencia de
    fijaciones a los niveles yoicos prenatales. La frustración
    del deseo, el no poder materializar los proyectos, es sentido por
    el sujeto como angustiante y frente a esto surgen defensas del yo
    (a la vez síntomas), como el aburrimiento, asco, fastidio,
    náuseas y otros más complejos.

     

    COMENTARIOS
    FINALES

    Por el interés en estudiar el Psiquismo fetal y su
    influencia en la evolución de la persona surgió este trabajo.
    Llamó mi atención como este tema
    parece haber sufrido un proceso de olvido dentro de la literatura
    psicoanalítica.

    Salvo excepciones, un buen porcentaje de autores
    psicoanalíticos consideran el inicio de lo psíquico a
    partir del nacimiento, negando la existencia de un psiquismo
    embrionario–fetal., impidiendo ver que, desde el momento de
    la concepción, este nuevo ser tiene psiquismo. Ya Freud
    sostenía que las células tienen
    psiquismo.

    Actualmente las opiniones son cada vez más
    coincidentes en afirmar la presencia de lo psíquico en
    el estado prenatal, desde las
    diferentes investigaciones en el terreno de
    la genética, la biología, donde demuestran que el feto
    tiene todos sus sentidos funcionando mucho antes del nacimiento,
    como desde el psicoanálisis, en que investigadores como los
    citados aquí, han contribuido al conocimiento de la vida
    fetal, analizándola como un estadio inicial del desarrollo
    del ser humano.

    Las controversias, en este momento, se dan en torno a la
    amplitud y extensión de este criterio y la tendencia a
    acercarse a lo que Gesell llamó "el punto cero de la
    Ontogénesis".

    La influencia de la experiencia intrauterina es de
    fundamental importancia para el desarrollo mental y emocional del
    individuo.

    Los primeros autores citados, se fueron aproximando a
    concebir la presencia de vida psíquica prenatal, pero es
    Chiozza, a mi entender, quien realiza un desarrollo más
    profundo e integrador del tema. Formula una "nueva hipótesis sobre el
    psiquismo fetal", aportando con su teoría una visión
    realmente integradora del hombre como ser
    bio–psico–social, pues le otorga significado a lo
    biológico, ampliando la mirada
    psicoanalítica.

    Es de destacar sus aportes, en cuanto es una nueva
    epistemología ya que
    supera el dualismo psique–soma al considerar el cuerpo como
    símbolo, con un lenguaje propio que hay que
    descifrar, y al sostener que la experiencia intrauterina no es el
    "paraíso" como sostiene Rascovsky. Por largo tiempo se
    pensó que el feto permanecía en el vientre materno en
    un estado de felicidad, pero esta percepción de que el feto es
    pasivo y que el útero es un lugar silencioso y aislado, ya
    no puede sostenerse.

    El surgimiento de nuevas técnicas de
    investigación, permitieron observar que mucho antes de
    nacer, el feto puede oír, tragar, responder a la presión y tacto, reaccionar
    ante estímulos dolorosos, etc. Además el cordón
    umbilical, la placenta y el líquido amniótico, son
    compañeros estables del feto y depende de ellos ;
    alteraciones de algunos de ellos, producen cambios en la
    experiencia intrauterina, ya que puede que exista una placenta
    defectiva que no haya brindado una función protectiva y
    estable, o si el cordón umbilical se enreda alrededor del
    cuello del feto, podemos suponer que éste sufrirá
    angustia, ya que habría cambios en el nivel de
    oxigenación.

    Chiozza al considerar la existencia de un psiquismo
    fetal, sostiene que existen fijaciones prenatales, originadas en
    situaciones traumáticas embrionario–fetales. Del mismo
    modo que, encontramos fijaciones orales, anales, etc… en las
    etapas de evolución de la libido propuestas por Freud, hay
    fijaciones en cada eslabón del desarrollo fetal configurando
    esto, disposiciones inconscientes a las que el yo recurrirá
    frente a ciertas situaciones desencadenantes, lo que permite
    plantear la constitución del aparato
    psíquico desde el momento mismo de la
    concepción.

    La existencia de un psiquismo fetal, implica pensar en
    la organización de lo
    libido y la estructuración del psiquismo en una etapa
    anterior a la post–natal, etapa evolutiva donde se realiza
    la actividad organogenética, donde se producen situaciones
    traumáticas que originan puntos de fijación a los que
    se regresaría en toda enfermedad somática.

    Este autor propone una mirada diferente de los
    trastornos corporales : la psíquica (o de los significados)
    interpretando el lenguaje implícito, y
    descubriendo el conflicto inconsciente oculto
    en ellos.

    El hombre lleva oculto en su cuerpo una historia, que encierra dramas, que a veces
    puede enfrentarlos, pero cuando no puede soportarlos, los
    desaloja de la conciencia reprimiéndolos.
    Pero lo reprimido suele retornar y elige para expresarse
    diferentes maneras. Chiozza sostiene que hay tres maneras de
    enfermar : neurótica, psicótica y orgánica e
    investigando esta última dice que a través de
    trastornos corporales se expresan conflictos inconscientes que no
    se han tramitado por otras vías y son la manifestación
    actual de una conflictiva latente.

    Cuando una persona habla de su cuerpo o de sus
    alteraciones, habla de representaciones y que al igual que los
    sueños, dibujos y el juego, hay que interpretarlos
    como símbolos que tienen un
    sentido, ya que el cuerpo tiene un lenguaje que posee un
    significado y por lo tanto es psicológico.

    Chiozza con su teoría nos ayuda a comprender el
    significado de las enfermedades orgánicas en todos los
    momentos evolutivos y a preguntarnos ¿por qué
    enfermamos ? ¿por qué aquí y ahora ?
    ¿qué drama permanece oculto ?.

    "Es mucho más razonable suponer que el feto, o
    incluso el embrión, tienen una mente que quizás
    algún día sea descripta como altamente inteligente".
    (Bateson, G. 1979).

     

    Nota

    *Publicado originalmente en Revista Contextos
    (www.unrc.edu.ar)

     

    Referencias
    bibliográficas

    • Abuchaen, J. 1981 Vicisitudes del Psiquismo Temprano.
      Edit. de Belgrano. Buenos Aires.
    • Chiozza, Luis 1989 Psicoanálisis de los
      trastornos hepáticos. Edic. del C.I.M.P. Buenos
      Aires.
    • Chiozza, Luis 1978 Ideas para una concepción
      psicoanalítica del cáncer. El contenido latente del
      horror al incesto y su relación con el cáncer. Ed.
      Paidós. Buenos Aires.
    • Chiozza, Luis. 1996 CD Rom. Obras Completas.
      Buenos Aires.
    • Encuentro Rioplatense 1992 Psicoanálisis de los
      trastornos orgánicos. Montevideo. Uruguay.
    • Grus, Ricardo y Otros 1992 Acerca del psiquismo
      fetal. Centro de Consulta Médica Weizsaecker. Buenos
      Aires.
    • Pichon Riviére, Enrique 1980 La
      psiquiatría, una nueva problemática. Edic. Nueva
      Visión. Buenos Aires.
    • Pichon Riviére, Enrique 1950 Esquema Corporal.
      Edit. Galerna. Buenos Aires.
    • Rascovsky, Arnaldo y Cols. 1977 El psiquismo fetal.
      Ed. Paidós. Buenos Aires.

     

    Chiappello María Beatriz

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