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Surgimiento del Estado en la Mesopotamia Antigua




Enviado por Pedro Quiroux



     

    "Los estudios sobre el colapso de los estados y
    civilizaciones antiguas se fundamentan en el análisis de fenómenos
    socioculturales concretos, y aportan así excelentes
    indicios acerca de la configuración social de las sociedades
    colapsantes. En consecuencia, este tipo de evidencias
    ofrecen nuevas perspectivas con las cuales estudiar las
    condiciones del surgimiento del estado".

    N. Yofee y G. L. Cogwill (eds.), The Collapse of
    Ancient States and Civilizations,
    Tucson and London, The
    University of Arizona Press, 1995, 3°. Ed., p.2

    El debate sobre
    surgimiento del Estado no tiene en el ámbito
    académico un consenso generalizado, ni está cerca
    de tenerlo; analizar la transición de la fase
    tardía Uruk al surgimiento de las ciudades-estados
    súmeras, incorporando como elemento articulador la
    noción de colapso, será el objetivo de
    este trabajo,
    intentando de esta manera dar cuenta de la pertinencia del debate
    para el área mesopotámica. Para comenzar se
    realizará un análisis de los alcances de los
    conceptos a utilizar, dando luego lugar a un estudio del
    período, que será contrastado con las fuentes, para
    finalizar respondiendo a la pregunta inicial: ¿hubo
    colapso?, y si así es, ¿qué colapsó?
    ¿cómo influyó esto en la aparición de
    las ciudades-estado súmeras?

    Colapso es un elemento cuya primera
    significación hace referencia a una conclusión,
    finalización abrupta por agotamiento: es algo
    irreversible, es la culminación de un proceso. Pero a esta
    definición inicial, es necesario agregarle ciertos
    matices: colapso, al tiempo que
    implica finalización, determina en un mismo movimiento un
    inicio: lo que colapsa, suele dar paso al surgimiento de algo
    nuevo. Asimismo, siguiendo el planteo realizado por Yoffee, es
    necesario diferenciar entre distintos alcances que puede tener el
    colapso: de esta manera, diferencia entre lo que es el
    colapso de una institución política (como es
    el Estado) y
    el colapso de una civilización (entendiendo
    así la caída de toda una organización cultural que trasciende lo
    meramente político). En esta diferenciación se
    puede observar una gradación muy distinta, siendo posible
    que una civilización sea testigo de continuos
    colapsos estatales, sin por esto perder sus raíces
    culturales; asimismo, un colapso a nivel
    civilización significaría un final determinante de
    toda una cultura: es la
    hipótesis de Yoffee que la Mesopotamia
    acudió a un colapso civilizatorio hacia el siglo VI
    a.c., asimismo, tuvo colapsos previos que no significaron
    un derrumbe cultural, sino que por el contrario, hubieron pautas
    culturales que se mantuvieron a lo largo de toda la historia mesopotámica
    independientemente de la existencia de un Estado centralizado
    (1). Coincidiendo con esta hipótesis, en
    estas líneas se intentará demostrar cómo
    existieron en la Mesopotamia fenómenos socioculturales
    concretos que se mantuvieron a pesar del colapso que
    sufrió Uruk, principal difusor de estas pautas; de esta
    manera, coincidiendo con Yoffee se le otorgará importancia
    a los elementos que perviven luego de un colapso,
    matizando así la severidad del mismo (2).

    Para comenzar, es necesario caracterizar a la cultura
    Uruk: la misma se desarrollo en
    la zona sur de la llanura Mesopotámica (actual Iraq), entre
    los años 3500-3000 a.c. subdividido en Uruk antiguo:
    3500-3200 a.c. y Uruk tardío: 3200-3000 a.c.). Heredero de
    la cultura ‘Ubaid (c. 4500-3600 a.c.), Uruk presentó
    cambios demográficos, ideológicos,
    socioeconómicos y tecnológicos, en un sistema en el que
    sus factores interactuaron (según Liverani, 1995: p. 97).
    Claro ejemplo de la revolución
    urbana (análisis que Liverani toma de Childe, al que
    agrega otros elementos), en la fase Uruk surgieron las grandes
    organizaciones: templos y palacios comenzaron a
    formar el centro de la incipiente vida pública (tomando un
    rol central estos elementos que habían visto su
    aparición en la fase anterior; los templos
    característicos de esta etapa son Kullab y Eanna), siendo
    los lugares en los que se realizaban las actividades
    administrativas y se concentraban los excedentes (evidenciando
    así una diferenciación social que había
    comenzado en la fase anterior); en relación a esto Redman
    relaciona Uruk con el surgimiento de la ciudad, del estado, de la
    civilización.

    Para explicar el brusco cambio
    organizativo que ocurrió, es necesario tener en cuenta
    diversos factores: la base son los excedentes agrícolas,
    con rendimientos elevados de cereales y una red de comunicaciones
    por vía fluvial que permiten la integración regional; al mismo tiempo, se
    realizan ordenaciones hidráulicas (que ya eran practicadas
    desde la revolución neolítica), con iniciativas
    locales coordinadas, dando lugar al surgimiento de un sistema de
    canales; asimismo, la tecnología
    agrícola obtiene avances, con agricultura de
    regadío y arado de sembradera, respondiendo a la
    organización planificada de la producción agrícola; continuando, el
    crecimiento de la población (interno, por el aumento de la
    producción alimenticia) produce un crecimiento del centro
    urbano, decreciendo el campo que lo rodeaba: las ciudades,
    caracterizadas por la diversificación (a diferencia de las
    aldeas homogéneas) presentan un aspecto urbanístico
    complejo (templos, palacios, y otros edificios públicos),
    así como murallas para cuidar el patrimonio (de
    mercancías, de conocimientos y habilidades y el patrimonio
    ideológico). Los templos y palacios se conforman
    así en aparatos redistributivos, de excedentes,
    retribuciones, servicios,
    mercancías; al tiempo que organizan el trabajo de
    los especialistas (despersonalizado, creciente por el crecimiento
    demográfico) en el que prevalece la cantidad sobre la
    calidad
    (producto de la
    utilización del torno en la
    producción de cerámicas, utilización que ya
    se daba en el período ‘Ubaid), y dentro de cada
    especialización se da una marcada relación
    jerarquizada: se convierte, según Liverani, en una
    sociedad
    estratificada en clases (3).

    La producción especializada (elementos
    cerámicos característicos, instrumentos de piedra,
    textiles) y la necesidad del estrato social de mayor
    jerarquía de diferenciarse, llevaron a la
    implantación de una muy importante red de intercambio con otras
    ciudades, buscando así conseguir bienes de
    prestigio: Liverani menciona que este ‘comercio’ (4) (que habría comenzado
    en el período neolítico) fue en términos de
    ‘centro-periferia’, primando en éste el
    ‘intercambio desigual’, y dando lugar a los
    mercaderes a obtener ‘ganancias’ propias, al
    desarrollar un comercio alternativo al administrado por los
    centros urbanos (estos elementos se encuentran en Liverani, 1995:
    p.124, quedando expuesta la inmensa cantidad de anacronismos en
    los que cae éste autor). Con este enfoque, Liverani
    construye un modelo (en el
    que se aproxima a Alzage) en el que da por sentado que esa
    expansión comercial de Uruk se da por una necesidad
    fundamental que es el intercambio, dando lugar a una
    expansión estatal (en la que no faltarán grupos de
    pobladores de Uruk que se mudarán a estas
    ‘colonias’ para desde allí organizar el
    intercambio).

    Este tipo de mirada debe ser matizada, ya que se basan
    en la tipología cerámica coexistente en las diversas
    colonias, la cual no es nada más que un indicador al igual
    que otros, no siendo sus hipótesis de comercio-estado
    corroborada por otras fuentes; en relación a esto,
    Liverani toma la fuente "Enmerkar y el señor de
    Aratta
    " (única fuente que hace mención de
    Aratta) para dar un ejemplo del comercio que se realizó
    Uruk con otras ciudades: una mirada crítica
    y menos ingenua (que Liverani no realiza) es necesaria para
    cuestionar la legitimidad de esta fuente, y así poder observar
    que se trata de una construcción intelectual (es una fuente
    súmera que corresponde al ciclo épico de la fase
    tardía de Uruk), de esta manera, cae la interpretación: no existe la avanzada
    comercial que Liverani ve en Aratta (donde veía la
    implantación de colonias comerciales), porque la
    existencia de Aratta misma se encuentra en entredicho.

    Por otro lado, hay que señalar que en esta
    complejización creciente de Uruk tuvo lugar el surgimiento
    de determinados elementos culturales específicos: sellos,
    garantía de que los recipientes intercambiados no sean
    violados, cuyos motivos (repertorio glíptico ) reflejaban
    la sociedad Uruk al mostrar su ideología (en el Sello cilíndrico de
    la fase de Uruk con motivo agrícola, es fácilmente
    observable una escena típica de la vida
    mesopotámica, haciendo referencia al trabajo
    agrícola; este tipo de cilindros apareció en
    lugares como Lagash, Ur y Kish), cretulaes que cambian a
    tablillas logonumérica dando origen a la escritura
    logoiforme, unas convenciones objetivas y despersonalizadas de
    medidas (sistema sexagesimal, el cual es utilizado incluso para
    medir el tiempo) controladas por la
    administración central, una comparación de
    valores
    establecido por la administración, elección de una
    mercancía para que funcione como valor
    normalizado, concepciones astronómicas y cálculos
    numéricos y estandarización del valor de los
    productos,
    entre otros.

    Todos estos elementos que sirven a la mejor administración son conocidos y adoptados
    por las ciudades que realizaban intercambios con Uruk, dando
    así lugar a una marcada influencia cultural de Uruk sobre
    estas (6): esto puede ser visto en diferentes fuentes, volviendo
    a "Enmerkar y el señor de Aratta", se encuentran
    aquí diversos elementos que dan cuenta de la continuidad
    de la influencia de Uruk en el protodinástico (que es el
    momento en que se data esa fuente, en el período
    épico de Uruk). Aratta debe construir un templo a Inanna:
    se observan divinidades que se trasladan, otorgando legitimación; es el rey el que toma la
    iniciativa de conseguir el lapislázuli, siendo el
    intercambio a larga distancia controlado por las organizaciones
    estatales; la escritura pertenece a una elite que dirige las
    actividades de ese Estado (se escribe para conocimiento
    de aquellos que puedan leerlo), por lo que esta fuente quiere
    mostrar ante la élite que Enmerkar es un legítimo
    rey que puede traer bienes para los dioses locales
    imponiéndose ante el Sr. de Aratta (nótese que
    éste no recibe un nombre); asimismo, se puede observar en
    esta fuente el intercambio realizado de materias primas por
    bienes suntuarios (los que permiten ahondar la
    diferenciación social) y de construcción que no se
    encontraban en Uruk, asimismo el movimiento que hacen estos
    productos (bajando de la montaña y confluyendo en el
    centro) connotan una mirada etnocéntrica con eje en
    Uruk.

    Por otra parte, en otras fuentes del período
    protodinástico, se pueden encontrar elementos propios de
    la cultura Uruk: en "Gilgamesh y Agga" aparecen dioses de
    esta cultura (Inanna, lo que muestra
    cómo seguía otorgando legitimidad), lo mismo que en
    "La estela de los buitres" (por otra parte estas fuentes
    muestran problemáticas típicas de la Mesopotamia,
    como la irrigación, esenciales para la formación
    del Estado); en "Enki y Ninhursag" se observan productos
    que vendrían de otras zonas por intercambio (hay que poder
    realizar nuevamente una lectura
    crítica de esta fuente, ya que por más que tenga
    elementos que no son contrastables empíricamente
    –como ser la existencia de Dilmund- tiene elementos que
    muestran pautas de organización social que son
    importantes). Por otra parte, en el texto de
    Nissen se observa cómo Uruk tuvo una influencia cultural
    en Babilonia y en Susiana, ciudades-estado posteriores (7)
    (analiza los perfiles de asentamiento basándose en las
    formas de cerámica y escritura, mostrando
    heterogeneidad).

    En consecuencia, esta influencia de Uruk permite indagar
    la formación de una cultura común
    mesopotámica, formación continua desde el
    período ‘Ubaid hasta el protodinástico, en la
    que la cerámica (tomada como elemento arquetípico
    de las variaciones culturales) habría seguido un proceso
    continuo, abarcando toda la región (8). El paso de la fase
    Uruk a la fase Jemdet Nasr (c.3100-2900 o.) daría cuenta
    del final del sistema de intercambios que había formado
    Uruk, por motivos no aclarados (9); lo que sí es certero
    es el posterior cierre tanto de Uruk como de las otras ciudades,
    reproduciendo en su interior las pautas organizativas que
    venían manifestando, dando lugar a la formación de
    un proceso de regionalización que acabaría por dar
    nacimiento a las ciudades-estado: se observa cómo la
    influencia que Uruk ejercía sobre las demás era
    importante en términos culturales, pero no vital, ya que
    éstas pudieron tener un desarrollo posterior muy
    importante; es así cómo se vuelve necesario matizar
    anacronismos del tipo de considerar a Uruk como un estado
    imperialista con colonias dominadas (que es la imagen que otorga
    el trabajo de Liverani), no siendo posible comprender el
    surgimiento del Estado sólo desde una óptica
    comercial.

    De esta manera, queda claro cómo lo que colapsa
    cerca del 3000 a.c. es el sistema de colonias de intercambio que
    había formado Uruk en su fase tardía. Uruk
    continúa existiendo (su máximo apogeo en
    urbanización y demografía es determinado hacia mediados
    del dinástico antiguo -según Redman 1990:
    p.338-341-), las ciudades con las que comerciaba a larga
    distancia por bienes de prestigio (Irán, el norte de
    Siria) también, pero se da una regionalización:
    estas ciudades se vuelcan sobre sí mismas. Es probable que
    un sistema estatal mesopotámico se podría haber
    formado si Uruk hubiera continuado con su influencia (aunque no
    es posible hacer historia contrafáctica), pero lo cierto
    es que el surgimiento de estas ciudades-estado autónomas,
    aunque con grandes semejanzas culturales, son el producto del
    influjo y posterior caída de Uruk: a pesar de que
    continúen los contactos ‘comerciales’ a larga
    distancia, éstos no alcanzan para explicar por si mismos
    el surgimiento de estas ciudades-estado (ni la existencia de un
    Estado mayor formado por Uruk), sino que hacen falta tener en
    cuenta otros factores (como ser la centralización y el direccionamiento de las
    obras de irrigación, elementos típicos entre los
    procedimientos
    necesarios para la consolidación de una estructura
    estatal). Resulta respondida así la pregunta inicial,
    quedando asentado cómo a pesar de un colapso
    estatal (como fue lo ocurrido con Uruk), la configuración
    social de las sociedades vinculadas a éste continuaron
    teniendo una identidad
    cultural unívoca tomada de Uruk; así se puede
    volver a afirmar que son mucho más importantes los
    elementos que perviven luego de un colapso, que la
    estructura que colapsa.

    Concluyendo, fue la intención de este trabajo
    mostrar cómo hay elementos que se sitúan en un
    nivel más profundo de una civilización, que la
    configuran y le dan identidad, sin que exista un inevitable
    desarrollo (típico de los planteos evolucionistas) de
    estos elementos que converja en la formación de un Estado
    superior: no hay nada predeterminado que lleve a la
    formación de éste, sino que la especificidad de
    cada caso particular es lo que determina el desarrollo que estos
    tomarán, evidenciándose así cómo la
    evolución de los sistemas sociales
    a una forma estatal no es algo universal.

     

    Bibliografía

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      Cowgill, G. L. (eds.), The Collapse of Ancient States and
      Civilizations.
      3ra. ed. Tucson ans London, The
      University of Arizona Press, 1995. Traducción de Juan
      Manuel Tebes,

     

    Fuentes

    • Enmerkar y el señor de Aratta: 3er. milenio Ur
      III.
    • Enki y Ninhursag: 3er. Milenio, Ur III
    • Gilgamesh y Agga: 3er milenio, alrededor de
      -2700 etapa de Ur III(-2100- 2000 a.C)
    • La realeza descendió del cielo: época
      de Isin previo a la 1a. dinastía babilónica
      (-1900 a.C.).
    • Los cilindros sellos con motivos agrícolas:
      Uruk tardío (-3500 a –3200).

     

    Notas

    1. "…’Mesopotamia’ existió
      predominantemente como un patrón celular de
      ciudades-estados que raramente actuaron en concierto
      político. Sin embargo, en los milenios antes de la
      existencia del estado y cientos de años luego de
      él, puede demostrarse un sentido cultural compartido muy
      específico de Mesopotamia, que es independiente (…) de
      la presencia del estado mesopotámico…"
      (Yoffee,
      1995: 13)
    2. "…De hecho, aunque el colapso debe ser
      investigado como una reestructuración drástica de
      las instituciones sociales en la ausencia de un
      centro político, lo que ocurría luego del colapso
      es tan importante como el proceso mismo…"
      (Yoffee, 1995:
      5)
    3. "…el aumento de la productividad
      agrícola es la premisa fundamental que asegura a las
      comunidades unos excedentes alimentarios gracias a los cuales
      pueden mantener especialistas a tiempo completo, creando un
      polo distributivo central. El ‘salto’ más
      llamativo es el demográfico y urbanístico, pero
      el más substancial es el organizativo. El origen de la
      ciudad es el origen del estado y de la estratificación
      socioeconómica…"
      (Liverani, 1995: p.
      97-98)
    4. "…existen relaciones que atraviesan todo Oriente
      Próximo: se trata de relaciones que, con un
      término tal vez anacrónico, se suelen llamar
      comerciales…"
      (Liverani, 1995: p. 75)
    5. Esta hipótesis de surgimiento del Estado es
      trabajada por Lamberg-Karlousky, siendo así resaltado el
      comercio a larga distancia de bienes de prestigio como
      determinante unilineal. Es necesario mencionar la falencia de
      este tipo de análisis, que más allá de su
      mirada evolucionista no suelen tener en cuenta la incidencia de
      otros factores, ni los elementos propios del caso
      específico analizado -como ser los problemas de
      salinización del Éufrates.
    6. "…Hacia el 3600 a.c., cuando se inicia el
      período conocido como Uruk, la primacía del sur
      de Mesopotamia en el desarrollo del urbanismo ya estaba
      asegurada. (…) el conjunto de artefactos que caracteriza el
      período Uruk y el sistema cultural que representa ya se
      habían extendido por toda la llanura de Mesopotamia e
      incluso por zonas más alejadas…"
      (Redman, 1990:
      325)
    7. "…lo que llamamos cultura de Uruk Tardía
      en Babilonia creció continuamente a partir de una
      tradición local más vieja, mientras que en
      Susiana esta cultura fue traída desde el exterior, muy
      probablemente de Babilonia…"
      (Nissen, 1982:
      11)
    8. "…Sin embargo es necesario hacer hincapié
      que a pesar de un aspecto general diferente la cerámica
      del período de Jemdet Nasr es parte de una línea
      ininterrumpida de desarrollo desde el periodo de Ubaid en
      adelante…"
      (Nissen, 1982: p.:9)
    9. "…de una forma bastante repentina, tal como
      aparecieron, desaparecen las avanzadillas exteriores, y da la
      impresión de que la cultura Uruk en su fase más
      tardía (nivel III de Enana) se encierra en si misma. Es
      difícil decir si esta caída se debe a una
      crisis de la
      metrópoli (Uruk), que ya no es capaz de sostener su red
      de contactos comerciales como lo hacía antaño, a
      algún tipo de ‘rechazo’ por parte de las
      culturas indígenas, o bien a una combinación de
      varios factores…"
      (Liverani, 1990: p. 135)

     

    Pedro B. Quiroux

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