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Prevención de desórdenes metabólicos en la etapa pre y pos parto en bovinos de leche




Enviado por FREDDY Delgado



    1. Manejo y alimentación pre
      y posparto
    2. La adaptación del
      sistema digestivo
    3. El balance negativo de
      nutrientes
    4. La
      inmunosupresión
    5. Conclusiones
    6. Literatura
      citada

    INTRODUCCIÓN

    El éxito
    del ciclo productivo de una vaca esta determinado por la calidad en el
    nivel nutricional del periodo pre y posparto, la
    recuperación de la función
    reproductiva posparto y la ausencia de alteraciones
    metabólicas y patológicas. Por lo cual es esencial
    minimizar los desórdenes nutricionales al parto y a las
    semanas posteriores, con el fin de alcanzar; el máximo
    nivel de producción y de ingestión de
    materia seca,
    buenos parámetros sanguíneos (ácidos
    grasos no esterificados [AGNE], cuerpos cetónicos)que
    permitan una alta producción de leche y
    excelente salud de la
    vaca en la primera semana posparto (Grummer, 1995). Los
    anteriores son buenos indicadores de
    la calidad de la lactación que inicia, esto quiere decir que
    una buena lactación requiere necesariamente de un buen
    programa de
    manejo y alimentación preparto, situación que
    muy pocas veces se lleva a cabo.

    En el periodo de transición tienen lugar una
    serie de cambios importantes, por su naturaleza
    como por su magnitud, y que no son más que procesos de
    adaptación del sistema digestivo
    y del metabolismo a
    una nueva situación productiva. El fracaso en el proceso de
    adaptación resulta en una serie de alteraciones
    productivas y patológicas que se manifiestan como enfermedades
    metabólicas o transtornos pre y posparto, entre las que se
    incluyen están; la cetosis, el desplazamiento de abomaso,
    la retención de placenta, la mastitis, la
    reducción de la producción, los problemas
    reproductivos y longevidad de la vaca (Grummer, 1995,Goff y
    Horst, 1997).

    . Estos problemas ocurren por excesos o falta de
    acondicionamiento en el periodo seco. Las vacas gordas son
    más susceptibles a problemas metabólicos e
    infecciones y mayores problemas al parto. Además,
    presentan menor consumo de
    materia seca y problemas de cetosis y son susceptibles a
    desplazamiento del abomaso. En el caso de las vacas flacas estas
    producen menos leche y sólidos totales por tener una
    insuficiente reserva de energía y proteína, no
    entran en celo y no se preñan hasta que se recupere el
    peso corporal.

    Los rendimientos de las vacas en este periodo se ven
    afectados por varios procesos como lo son: la adaptación
    del sistema
    digestivo, la adaptación de las bacterias del
    rumen a una dieta más alta en energía como la que
    se utilizará al principio de la lactación, el
    balance de nutrientes fundamentalmente energéticos,
    proteicos y del calcio, un sistema inmune y fuerte durante el
    período del parto, por lo tanto una buena lactación
    requiere necesariamente un buen programa de manejo y
    alimentación pre y posparto.

    En el presente artículo se pretende abordar cada
    uno de estos puntos para lo cual se consideran: los cambios
    fisiológicos que ocurren en el pre y posparto, las
    consecuencias de su alteración y establecer
    recomendaciones que permitan prevenir estos trastornos en esta
    etapa, que ayuden a mejorar la capacidad de la vaca para
    responder positivamente durante este periodo
    crítico.

    MANEJO Y ALIMENTACIÓN PRE Y
    POSPARTO

    Un eficiente programa de alimentación en el
    período seco, debe empezar con que las vacas tengan una
    condición corporal de +3 a -4 y mantenerla durante todo el
    período seco (Campabadal y Navarro 1998). Cuando es mayor
    a 4, son más comunes los trastornos metabólicos,
    que afectarán la producción de leche y los
    rendimientos reproductivos, (Grummer 1998). Cuando es menor a la
    adecuada, reponerla durante el período seco, es poco
    eficiente, porque la eficiencia de
    utilización de la energía metabolizable para la
    ganancia de peso de la vaca en ese período es menor (60%),
    que al final de la lactación (75%), (Campabadal y Navarro
    1997). En el cuadro 1 se aprecia la condición corporal de
    las vacas en diferentes estadio fisiológico. Por lo tanto,
    las vacas deben alcanzar la condición corporal
    óptima al final de la lactación. Para hacer
    más eficiente el manejo de las vacas es necesario hacer
    dos etapas de alimentación, (Allen M.S. 1997); (Campabadal
    y Navarro 1997).

    1 Periodo seco temprano

    Comprende desde el momento del secado hasta los 40
    días de este periodo y es esencial una condición
    corporal de 3.5 y mantenerla. Cuando la condición corporal
    es óptima, el pastoreo y sales minerales a libre
    acceso son suficientes, (Campabadal y Navarro 1998). Cuando es
    menor a la adecuada, las vacas deberán recibir una
    suplementación extra de alimento balanceado, de no
    hacerse, la producción de leche será menor en la
    próxima lactancia,
    debido a la no adecuada cantidad de reservas corporales, (Domecq
    et al 1997). Cuando las vacas presentan una sobre
    condición (mayor a 4), es mejor dejarlas como están
    y no tratar de que pierdan peso, pues esto sería
    más perjudicial para la próxima lactación
    (Weiss y Eastridge 1998).

    Cuadro 1 Condición corporal para vacas en
    diferentes estadios fisiológicos

    2 Período de Transición

    Comprende 21 días antes del parto y entre 21 a 30
    días posparto son los más críticos en un
    programa de alimentación de ganado de leche. Existen
    dietas especiales para los últimos 21 días del
    período seco y otra para los primeros 21 a 30 días
    posparto. Para poder
    desarrollar e implementar un manejo nutricional en el
    período de transición, es necesario entender los
    cambios metabólicos que ocurren durante este tiempo, que ya
    han sido analizados.

    El NRC-2001 difiere de ediciones previas en que da
    recomendaciones para niveles de minerales y vitaminas en
    dietas de vacas en transición que difieren de las
    recomendaciones estrictas para mantenimiento
    y gestación. El cuadro 2 muestra una
    comparación de estas recomendaciones con respecto al
    NRC-1989.

    Cuadro 2. – Recomendaciones de minerales y vitaminas
    para vacas en transición (% MS dieta*).

    *Con base a un consumo de 13,7 kg/d de MS y un PV de 680
    Kg

    Freddy Delgado Z (2002)

    El consumo de materia seca de novillas y vacas durante
    el último mes de gestación se predice por las
    siguientes ecuaciones:

    Novillas : MS (% de PV) = 1,71 – 0,69 e
    0,35t

    Vacas : MS (% de PV) = 1,97 – 0,75 e
    0,16t

    t = días en gestación –
    280

    Durante las tres últimas semanas antes de parto,
    la MS de novillas y vacas es de alrededor de un 1,6 y un 1,7% del
    PV, respectivamente. Las recomendaciones de proteína para
    vacas adultas secas son similares a las del NRC-1989 (12% sobre
    MS). Para novillas en fase de transición, el NRC-1989 no
    proporciona recomendaciones, mientras que el NRC-2001 establece
    unas necesidades comprendidas entre un 13,5 y un 15% de PB. Las
    ecuaciones para calcular las necesidades absolutas de PM para
    mantenimiento y gestación se encuentran en el apartado
    previo de vacas lactantes.

    Las necesidades de proteína para el crecimiento
    de la ubre no están incluidas por no disponerse de
    datos
    suficientes. Sin embargo, se estima que es necesario un
    suplemento de 130 g/d de PB para el crecimiento de la ubre
    durante el último mes del período seco, o su
    equivalente de un incremento de un 1% en la PB de la dieta. El
    NRC-2001 recomienda unos valores
    mínimos de 33 y 21% de FND y FAD respectivamente, en
    dietas de vacas secas. El máximo recomendado de CNF en la
    dieta de transición es de un 42% sobre MS.

    LA
    ADAPTACIÓN DEL SISTEMA DIGESTIVO

    Los cambios de raciones existentes entre el secado y el
    inicio de la nueva lactación son cuantitativos y
    cualitativamente importantes. Existen dos procesos que deben
    considerarse:

    La flora ruminal:

    La flora microbiana presente en el rumen de una vaca
    seca es celulolítica, durante la transición o al
    inicio de la lactación, se incorporan en las raciones
    cantidades importantes de granos (almidón). Las papilas
    ruminales deben adaptarse a estos niveles altos de concentrado en
    la dieta posparto. Conforme se produce una mayor cantidad de
    ácidos grasos volátiles se alargan las papilas
    ruminales, pasando de un tamaño menor de 0.5 cm en dietas
    con base en forrajes a mayor de 1.2 cm en dietas con
    concentrados.

    Esta adaptación produce un cambio en la
    población de los microorganismos del rumen,
    donde predominan los de tipo celulolítico a
    aminolítico, en donde el desarrollo de
    bacterias que utilizan el lactato lo convierten en propionato.
    Cuando esto sucede de forma brusca, las bacterias
    amilolíticas ruminales se desarrollan rápidamente
    (en 3-5 días) y producen grandes cantidades de
    ácido propiónico y láctico, (Dirksen
    et

    Al, 1995). En un rumen adaptado, las bacterias
    utilizadoras de ácido láctico lo metabolizan a
    otros compuestos menos ácidos. Sin embargo, el desarrollo
    de éste tipo de bacterias es lento (necesita entre 3 y 4
    semanas), por lo que se produce un periodo de riesgo de
    acumulación de ácido láctico, cuya
    consecuencia es la combinación del rápido
    desarrollo de las bacterias productoras de ácido
    láctico y el lento desarrollo de las bacterias
    utilizadoras del ácido láctico, (Dirksen
    et

    Al 1995). Cuando el pH del rumen
    decrece más allá de 5.5 se empieza a presentar la
    acidosis ruminal sub-aguda y se afecta la salud y
    producción de la vaca.

    Adaptación de la pared ruminal a la
    absorción de ácidos grasos volátiles
    (AGV)

    Los AGV, que en condiciones normales se absorben con
    relativa facilidad a través de la pared ruminal, no pueden
    absorberse a la velocidad
    adecuada debido a la reducción del tamaño de las
    papilas ruminales durante el periodo seco (la superficie de
    absorción de las papilas ruminales se reduce hasta 50% en
    el secado, (Dirksen et

    Al 1995) El desarrollo de las papilas ruminales depende
    fundamentalmente de la presencia de ácido
    propiónico, producto de la
    fermentación de los almidones. Este proceso
    requiere un periodo de adaptación de 3-4 semanas, (Dirksen
    et al. 1995). La disminución en la absorción de AGV
    provoca la acumulación excesiva de ácido
    propiónico y láctico en el rumen, favoreciendo el
    desarrollo de acidosis.

    Consecuencias de la falta de
    adaptación

    La combinación de la producción masiva de
    ácido láctico, la adaptación lenta de las
    poblaciones microbianas que utilizan el ácido
    láctico, y la reducida capacidad de absorción de la
    pared ruminal, resulta en un elevado riesgo de acidosis y
    favorece el desarrollo de desplazamientos de abomaso (ya que la
    presencia de cantidades elevadas de AGV en el abomaso afecta
    negativamente la capacidad de contracción del mismo).
    También reduce la digestibilidad de la ración y la
    ingestión de materia seca. Es precisamente la
    disminución de la ingestión de materia seca lo que
    puede causar el efecto más negativo sobre la
    lactación que se inicia.

    Estrategias de
    prevención

    Las raciones de posparto deben tener concentraciones
    elevadas de proteína y energía, buena parte de la
    energía debe proceder de almidón fermentable, para
    adaptar la flora ruminal a este tipo de raciones, se debe
    incorporar granos. La cantidad de carbohidratos
    no fibrosos deben acercarse al 35% de la ración,
    concentraciones bastante similares a las recomendadas para
    animales en
    lactación, ya que estimularán el desarrollo de las
    poblaciones de bacterias que utilizan el ácido
    láctico y permitirá que el propiónico
    producido estimule el desarrollo de las papilas ruminales,
    (Dirksen et

    al. 1995). Esta adaptación reducirá el
    riesgo de acidosis y el desplazamiento del abomaso. Cabe recordar
    que este tipo de adaptación requiere la
    administración de esta ración desde 3 semanas
    antes del parto.

    El BALANCE
    NEGATIVO DE NUTRIENTES

    El balance energético

    Para implementar un manejo nutricional en el
    período de transición, es necesario entender los
    cambios metabólicos que ocurren durante éste,
    conforme se acerca la fecha del parto, la concentración de
    progesterona en la sangre decrece;
    mientras que la de estrógenos se incrementa y se mantiene
    en niveles circulantes altos, que se consideran como el primer
    factor que disminuye el consumo de materia seca alrededor del
    parto.

    Durante las 2-3 últimas semanas de
    gestación se produce un aumento de las necesidades
    energéticas debido al desarrollo fetal y a las necesidades
    de síntesis
    de calostro. En el momento del parto, sí el consumo de
    materia seca no es el óptimo, el inicio de la
    síntesis de leche y el rápido aumento en la
    producción de leche, incrementa la demanda de
    glucosa para
    la síntesis de lactosa. Pero la energía que se
    produce en la leche es mayor que la energía que se consume
    en el alimento, por lo que ocurre un balance negativo de
    energía por un determinado período de
    tiempo.

    Debido a que la mayoría de carbohidratos
    dietéticos son fermentados en el rumen, muy poca glucosa
    es absorbida directamente del tracto digestivo, como consecuencia
    la vaca va a depende de la gluconeogénesis
    (síntesis de glucosa) a partir del propionato en el
    hígado para satisfacer los requerimientos de
    glucosa.

    El bajo consumo de materia seca al inicio del
    período posparto, también limita la cantidad de
    propionato para la síntesis de glucosa, estas dos
    circunstancias son, con frecuencia, responsables del desarrollo
    de un balance energético negativo que inicia unas semanas
    antes del parto.

    El déficit energético baja los niveles de
    glucosa e insulina en la sangre que estimulan la
    movilización de grasa, provocando un aumento en los
    ácidos grasos no esterificados (AGNE) en la sangre que son
    utilizados por el hígado. Estos se utilizan como fuente de
    energía (oxidación), pero cuando la
    movilización de los AGNE es excesiva, se saturan las
    vías de metabolización y exportación de lípidos, y
    se generan vías hepáticas alternativas, entre ellas
    la formación y exportación de cuerpos
    cetónicos, y la formación y almacenamiento
    hepático de triglicéridos, (Grummer,
    1995).

    Esta situación desarrollada en el preparto,
    disminuye la capacidad de adaptación del hígado
    para el periodo posparto, lo que predispone al desarrollo del
    síndrome cetosis-hígado graso. Existen una serie de
    condicionantes que favorecen la movilización de grasa,
    entre ellas la estrogénica propia del peri-parto, el
    estrés
    causado por el manejo inadecuado o el exceso de calor (que
    libera cortisol y catecolaminas endógenas) y la
    hipocalcemia (que se asocia a una disminución de la
    ingestión de materia seca y el consecuente déficit
    energético), (Grumer, 1995).

    El balance energético negativo empieza a
    producirse en las semanas previas al parto, y la
    saturación hepática generada es una causa
    importante. La concentración de AGNE en sangre se duplica
    entre los 17 días antes del parto y 2 días
    después del parto, el contenido de triglicéridos en
    el hígado se triplica el día del parto respecto a
    28 días preparto. Aunque parte de esta movilización
    se debe al estado
    endocrino del animal, la reducción en la ingestión
    de materia seca es el factor más importante, (Grummer et
    al. 1995)

    Consecuencias del balance energético
    negativo

    En el inicio de la lactación el balance
    energético negativo es el resultado de una alta
    relación entre la hormona del crecimiento y la insulina en
    la sangre, que promueve la movilización de ácidos
    grasos de cadena larga del tejido adiposo (Drackley, 1998).
    Arista (1998) establece que una vaca adulta productora de 30kg de
    leche por día, requiere 2300g de glucosa, donde 1500 g son
    para producir lactosa. Una vaca lechera no absorbe mas de 600 g
    por día de glucosa, por lo que la mayor parte de esta debe
    ser sintetizada en el hígado. Por lo que, la vaca debe
    depender de otras fuentes que
    suplan moléculas de carbono para
    la síntesis de glucosa, como son los aminoácidos de
    la dieta o de la degradación del tejido corporal y los
    carbonos del glicerol, provenientes de la movilización de
    los ácidos grasos que circulan en la sangre que
    están en forma de ácidos grasos no esterificados,
    de la grasa del tejido corporal que representa la principal
    fuente de energía.

    Al existir una cantidad insuficiente de carbohidratos en
    el hígado durante los primeros días posparto y la
    demanda energética es alta, se produce una
    oxidación incompleta de los ácidos grasos de cadena
    larga, incrementándose la producción de cuerpos
    cetónicos, que resultan en la enfermedad metabólica
    denominada cetosis. Esto nos demuestra que el suministro adecuado
    de glucosa para la síntesis de leche es considerado como
    el mayor reto metabólico para las vacas recién
    paridas. También es importante tener presente que el
    contenido de lactosa de la leche permanece constante (50
    g/litro); así la cantidad de lactosa disponible determina
    la cantidad de leche producida.

    Cuando la movilización de grasa es excesiva, la
    aparición de cetosis e hígado graso es inevitable.
    Esta movilización preparto es responsable del
    engrasamiento del hígado, que en casos de balance
    energético negativo preparto, para el día del mismo
    ya está saturado y predispone a cetosis y el
    síndrome del hígado graso, que ocasiona una
    disminución de la producción, con la
    aparición de problemas patológicos pre y posparto,
    con disminución de la eficacia
    reproductiva y de la capacidad inmunitaria del animal (Goff y
    Horst, 1997). Grummer (1995) sugirió que la mayor parte de
    los cambios metabólicos relacionados con el peri-parto
    suceden antes del día 1 posparto, y que sus consecuencias
    patológicas o productivas ya han aparecido o están
    predeterminadas a suceder. Esta observación pone de relieve la
    importancia crítica
    del manejo y la alimentación del animal en el periodo
    preparto.

    Valor energético de alimentos y
    dietas

    El método del
    NRC (2001) para obtener los valores
    ENL de los alimentos incluye:

    La Estimación de la energía digestible de
    un ingrediente a partir de su composición química, calcula un
    factor de corrección basado en la MS y en el contenido de
    TDN de la dieta a nivel de mantenimiento (TDN1x), convertir los
    valores de energía digestible corregida a energía
    metabolizable (EM) y finalmente a ENL. Esta aproximación
    es sustancialmente diferente de las ediciones previas en las que
    la energía de alimentos y dietas se calculaba directamente
    a partir de datos descomposición química.
    Además, este método de cálculo
    implica que el valor
    energético de los alimentos no es constante. . En el
    cuadro 3 se describen las necesidades nutritivas de las vacas en
    los diferentes estados pre y posparto

    CUADRO 3 Raciones recomendadas para vacas en el periodo
    seco, pre y posparto (%MS).

    NRC(2001)

    * Nivel de inclusión con sales
    aniónicas

    Estrategias de suplementación

    La ingestión de energía depende de la
    ingestión de materia seca y de su densidad
    energética. Algunos autores difieren en él calculo
    del desequilibrio energético en vacas preparto, esto se
    puede resolver usando raciones con mayor densidad. Weiss y
    Eastridge (1998) dicen que mantener la condición corporal
    y tener una ganancia de (250 g/día) para vacas normales
    (condición corporal de 3.5 puntos)no afecta a las vacas
    durante el peri-parto. Las vacas flacas deberán consumir
    2.5 a 3 Mcal/día de energía neta adicionales para
    obtener una mayor ganancia de peso (450 a 650
    g/día).

    Dietas altas en carbohidratos fermentables reducen el pH
    ruminal, el consumo de materia seca y predisponen a la vaca a
    problemas de acidosis y laminitis (Allen M. S. 997). Caso
    contrario raciones muy altas en fibra neutro detergente limitan
    el consumo de materia seca (Martens, 1995). Las raciones para
    vacas recién paridas (0 a 3 semanas) deben contener entre
    28 y 30% de FND y 21% de FAD en base seca (Hutjens, 1995),
    mientras que para el inicio de lactancia un 25% de FND y 19% de
    FAD. Los carbohidratos no estructurales deberán formar 38%
    de las dietas para las vacas recién paridas y n 40% para
    la otra etapa. El contenido de energía neta de
    lactación para las vacas recién paridas debe ser de
    1.67 Mcal/kg; mientras que para las vacas aproximándose al
    pico de lactación el requerimiento varía de 1.72 a
    1.74 Mcal/kg (Davidson 1997)

    Es importante considerar que el valor energético
    del pasto Kikuyo varía de 1.25 a 1.30 Mcal/kg de
    energía neta de lactación; mientras que en un pasto
    Estrella los valores varían de 1.2 a 1.25 Mcal/kg,
    (Campabadal 1999). Cuando la vaca presenta la condición
    corporal óptima, el pastoreo y sales minerales a libre
    acceso son suficientes (Campabadal, 1999). Las raciones deben
    formularse con la energía e ingredientes necesarios para
    limitar la pérdida de condición corporal preparto.
    En el cuadro 4 se describen los efectos de algunos ingredientes y
    aditivos usados en la prevención del balance
    energético negativo usados en las raciones de vacas en el
    periodo peri parto.

    El Balance Proteico

    Las necesidades de proteína para la
    gestación son relativamente poco importantes hasta los 2
    últimos meses, cuando las necesidades crecen. Debido al
    crecimiento del feto y en las
    semanas previas al parto, en la síntesis de calostro. Este
    aumento en las necesidades se agrava por la disminución de
    la ingestión de materia seca en las semanas previas al
    parto.

    Consecuencias

    Los efectos del balance proteico negativo se muestran en
    el posparto, ya que el déficit generado durante el
    preparto se suple con la movilización de reservas
    corporales. Bach et al. (2000) demostraron que cuando las
    raciones se formulan según las recomendaciones del
    NRC(1989), la movilización de proteína se inicia
    unas semanas previas al parto. La capacidad de movilizar
    proteína es mucho más limitada que la
    disponibilidad de energía, y pueden agotarse antes o al
    inicio de la lactación. Una vez agotadas las reservas, la
    falta de proteína limita la producción de leche, (
    Moorby et al. 1996) y la síntesis de inmunoglobulinas, por
    lo cual la competencia
    inmunitaria se ve comprometida. El resultado es una mayor
    predisposición a la aparición de problemas posparto
    (retenciones placentarias, cetósis) y producciones
    bajas.

    Cuadro 4 Ingredientes y aditivos usados en la
    prevención del balance energético negativo en la
    ración de vacas pre y pos parto

    Freddy Delgado Z (2002)

    Cada vez se demuestra que las raciones ricas en
    proteína, formuladas para una mayor producción
    lechera, se correlacionan negativamente con los parámetros
    reproductivos, (Moorby et al. 1996). Martínez. et al
    (1999), la principal relación de un exceso de
    proteína bruta con la concentración de progesterona
    sería a través de una exacerbación del
    balance energético negativo en vacas al comienzo de la
    lactación, por el gasto de precursores de la glucosa y el
    consumo energético extra que supone transformar el
    amoniaco en urea (este hecho sólo se relaciona con la
    proteína degradable). Esto ocasionaría
    reducción del balance energético y de la glucemia,
    lo que sería captado por la hipofisis como una
    señal negativa para la liberación de LH.

    Estudios recientes han sugerido que el uso de
    aminoácidos protegidos, especialmente lisina y metionina
    aumentan la producción de leche y el porcentaje de
    proteína en la leche (Wu et al. 1997). Davidson et al
    (1997) establecen que la respuesta de estos aminoácidos,
    así como de cualquier proteína de alta calidad
    depende del nivel de consumo de materia seca y del potencial que
    tenga la dieta para una máxima síntesis de
    proteína ruminal.

    Estrategias de prevención

    En relación con el consumo de proteína,
    cuando este es menor al óptimo causa una
    disminución en el consumo de alimento y cuando es mayor
    puede producir problemas metabólicos y aumenta el costo de
    alimentación. El consumo recomendado por el N.R.C
    varía de 900 a 1200 gramos por día según el
    peso de la vaca.

    Existen varios cambios importantes en la forma de
    expresar las necesidades proteicas de las vacas en el NRC (2001).
    En la figura No.1 se aprecian cuatro fracciones proteicas
    principales. La proteína metabolizable (PM) se define como
    la proteína verdadera digerida en el intestino a
    aminoácidos y posteriormente absorbida. Las necesidades
    proteicas de los animales se expresan en unidades de PM. Las
    principales fuentes de PM son la proteína indegradable del
    alimento en el rumen (PIR), la proteína bruta microbiana
    (PBM) y fuentes de proteína endógena. La
    producción de PBM se estima en 130 g/kg de TDN corregido
    (TDNc), siempre y cuando el suministro de PDR exceda de 1,18 x
    PBM kg/d. Esto asegura que hay suficiente aporte de PDR en la
    dieta para la síntesis de proteína microbiana.
    Cuando el aporte de PDR es inferior, la producción de PBM
    disminuye hasta 0,85 x PDR. El verdadero contenido en
    proteína microbiana se establece en 80% y su
    digestibilidad intestinal en 80% igualmente; por tanto, el aporte
    de PM de la proteína microbiana es 64% del total de PBM
    sintetizado.

    En el NRC (2001), la PDR y la PIR se consideran variables en
    función de las constantes kd y kp. Las ecuaciones para
    predecir los valores de PDR y PIR son:

    PDR = Fracción A + Fracción B [kd/(kd +
    kp)]

    PIR = Fracción B [kp/(kd + kp)] + Fracción
    C

    Las fracciones A, B y C se expresan como % PB. kd =
    velocidad de degradación de la fracción B en el
    rumen, %/hora. kp = velocidad de paso del alimento en el rumen,
    %/hora, la velocidad de paso de un alimento en el rumen depende
    la materia seca ingerida

    Moderar o evitar la disminución de la
    ingestión de materia seca que ocurre durante

    los días previos al parto. Grummer (1995)
    calculó el balance proteico de vacas

    cuya ingestión de alimentos era distinta en la
    cual se demostró que el

    balance proteico negativo puede controlarse casi en su
    totalidad si se mantiene la

    ingestión de materia seca en el preparto. Las
    estrategias para mantener la ingestión

    se exponen más adelante

    La velocidad de paso de un alimento en el rumen depende
    de la materia seca ingerida moderar o evitar la
    disminución de la ingestión de materia seca que
    ocurre durante los días previos al parto. Grummer (1995)
    calculó el balance proteico de vacas cuya ingestión
    de alimentos era distinta en la cual se demostró que el
    balance proteico negativo puede controlarse casi en su totalidad
    si se mantiene la ingestión de materia seca en el
    preparto. Las estrategias para mantener la ingestión se
    exponen más adelante

    La Ingestión de Materia Seca

    Durante el periodo preparto se produce una
    disminución importante de la ingestión de materia
    seca. Esta disminución se inicia 3 semanas preparto, y se
    hace muy aparente en la semana previa a él, en la cual la
    ingestión puede reducirse hasta 30%, el control de la
    ingestión de materia seca depende parcialmente del estado
    fisiológico del animal, probablemente debido a los cambios
    hormonales que ocurren el peri-parto. Los detalles de los
    procesos involucrados no se conocen con detalle, lo que dificulta
    el desarrollo de estrategias que permitan optimizar la
    ingestión. Sin embargo, una buena parte de la
    disminución de la ingestión de materia seca depende
    de factores externos, siendo susceptibles de manipulación.
    Entre estos factores están el confort, la apeticibilidad,
    disponibilidad y acceso al alimento, el estrés por calor,
    la hipocalcemia y incidencia de patologías.

    Consecuencias productivas

    Las consecuencias de la disminución de
    ingestión de materia seca son muy negativas, ya que esta
    disminución genera un déficit de todos los
    nutrientes. El resultado es un incremento de las
    patologías, bien por el desequilibrio nutritivo producido,
    o por la alteración de la función inmunitaria,
    debido a dichos desequilibrios. Además, se reduce el
    potencial productivo de los animales posparto.

    El impacto económico por la reducción en
    la ingestión de materia seca preparto es muy importante, y
    debe ocupar, sin lugar a dudas, el primer lugar de nuestras
    prioridades para este grupo de
    animales. Los animales que comen más durante las 4 semanas
    preparto, mantienen una mayor ingestión, producción
    de leche y mejor calidad de ésta posparto.

    Cuadro 5 Aditivos adicionados a los alimentos y su
    efecto en el consumo de M S en el pre y posparto

     

    Freddy Delgado Z (2002)

    Estrategias de prevención

    Existen pocas posibilidades de manipulación para
    la reducción en la ingestión de materia seca ya que
    son poco conocidas y probablemente intrínsecas al estado
    fisiológico del animal. En el cuadro 5 se resumen una
    serie de investigaciones
    en las cuales se utilizan varios aditivos en la ración de
    vacas en el periodo pre y posparto. Campabadal, (1999),
    recomienda consumos de materia seca de 1.8 a 2.0% del peso
    corporal, equivalentes a 9 o 10 kg de materia seca para vacas
    Holstein y 7.5 a 9 kg para vacas Jersey.

    Según las recomendaciones del NRC (2001), la
    ecuación es aplicable durante todos los estados de
    lactación y para vacas de cualquier edad.

    MS (kg/d) = (0,372 x LCG 4% + 0,0968 x PV 0,75) x (1
    – e (-0,192 x (SL + 3,67)))

    LCG 4% = leche corregida 4% grasa

    PV = peso vivo (kg)

    e = 2,71828

    SL = semana de lactación

    El término (1 – e (-0,192 x (SL + 3,67)))
    corrige la disminución de MS al principio de la
    lactación. Es muy sensible a la SL, especialmente durante
    las diez primeras semanas). Las diferencias en MS entre la
    primera y la segunda o lactaciones posteriores son tenidas en
    cuenta a través del PV y de la LCG 4%. Una diferencia de
    100 kg en PV supone un cambio de la MS de 1,5 kg/día. Es
    importante introducir valores precisos de la LCG 4%, PV y SL del
    grupo de vacas que está siendo valorado

    Evitar la disminución en la ingestión de
    materia seca durante el preparto debe ser una tarea constante, ya
    que si se mantiene la ingestión se resuelven la mayor
    parte de los problemas parto y posparto. Se debe evitar el exceso
    de condición corporal, ya que a mayor condición
    corporal preparto, menor es la capacidad de ingestión de
    materia seca.

    Las raciones con una concentración
    energética mayor resultan en un aumento en la
    ingestión, cuando este aumento en energía se
    realiza a través de la utilización de granos, el
    efecto es más claro. Se evitará el uso de grasas para
    incrementar la concentración energética de la
    ración, ya que tienen tendencia a reducir la
    ingestión de alimentos (Palmquist, 1998). Debe vigilarse
    con especial atención el uso de sales aniónicas,
    ya que con frecuencia su uso se asocia con la reducción de
    la ingestión de alimentos.

    El balance del calcio

    La transición del estado no lactante a la
    lactación es tan rápida que con frecuencia, y a
    pesar de las medidas de precaución que se puedan tomar,
    los mecanismos de regulación del calcio son incapaces de
    mantener los niveles sanguíneos adecuados, en la figura 2
    se observa la influencia de la hipocalcemia en el momento del
    parto.

    Esta transición supone un incremento importante
    en las necesidades de calcio, la cantidad excretada en el
    calostro es 3 veces mayor a la leche, y entre 8 y 10 veces la
    cantidad de calcio circulante en la sangre de una vaca de 600 kg.
    La cantidad disponible para el animal, depende como en los otros
    nutrientes, de la ingestión de materia seca y la
    concentración de calcio en la ración. Aún en
    las condiciones óptimas, los aportes de calcio de los
    primeros días de lactación son insuficientes para
    cubrir las necesidades, y la movilización de calcio de las
    reservas corporales es imprescindible.

    El proceso de movilización de calcio depende de
    la interacción entre hormonas
    (calcitonina y parathormona) y la vitamina D. El tiempo necesario
    entre la detección del déficit de calcio y su
    movilización es de 7 a 10 días. La reacción
    lenta de este sistema de regulación de la homeostasis
    del calcio es responsable del desarrollo de la hipocalcemia
    clínica o subclínica. Una reducción en el
    nivel de calcio en el plasma cercano al parto, disminuye
    linealmente la contracción del abomaso. Con un nivel de 5
    mg/dl de calcio la motilidad del abomaso se reduce en 70% y la
    fuerza de
    contracciones en 50% (Goff et al 1997). La fiebre de leche
    también está asociada a problemas de partos
    distósicos, prolapsos uterinos, retención de
    placenta, mastitis y un número alto de días
    abiertos( Goff et al 1997).

    Como consecuencia de estos cambios, todas las vacas
    pasan por un periodo de hipocalcemia durante o alrededor del
    parto, y hasta 50% arrastran la hipocalcemia durante los 10
    primeros días posparto. La consecuencia genérica de
    la hipocalcemia es la pérdida de tono muscular. Esta
    pérdida se refleja en la relajación muscular, en el
    músculo esquelético (resulta en el síndrome
    de la vaca caída), en la matriz
    (contribuye a la incidencia de retenciones placentarias), en el
    pezón (contribuye a la incidencia de mastitis) y en la
    musculatura del tracto digestivo (contribuye a una mayor
    incidencia de desplazamientos de abomaso). Otra consecuencia
    grave es la reducción de la ingestión de materia
    seca (Horst et al, 1997) que, como se ha visto es causa de
    múltiples problemas. Además, la hipocalcemia
    resulta en una liberación de cortisol al torrente
    circulatorio que resulta en una inmunosupresión que puede
    tener consecuencias graves durante este periodo tan
    crítico, (Horst et al.1997). La consecuencia final de
    estas alteraciones metabólicas es que se reduce la
    productividad
    y se incrementa el riesgo de padecer enfermedades
    metabólicas propias del peri-parto

    Prevención de la Hipocalcemia

    La prevención parece ser el método
    más deseable para reducir las pérdidas
    económicas asociadas con la fiebre de la leche. Dada la
    importancia del metabolismo del Ca en la etiología de esta
    enfermedad, se han propuesto diversos mecanismos para su
    prevención: reducir los niveles de Ca y P en
    raciones de vacas secas, administrar vitamina D o sus metabolitos
    en momentos específicos del preparto. En ambos casos de lo
    que se trata es de activar los mecanismos de movilización
    del calcio óseo en un período (2-3 semanas antes
    del parto), en el que las necesidades de Ca son bajas. Para ello
    es necesario

    activar con antelación los mecanismos de
    movilización (hormonal) e implantar un entorno

    favorable a dicha movilización (buscar una ligera
    acidificación sistémica).

    La utilización de sales aniónicas en
    dietas para vacas secas se basa en el carácter ácido de estas sustancias,
    que provoca una acidificación digestiva y
    metabólica, creándose unas condiciones
    óptimas para la circulación del Ca en el organismo,
    mejora la asimilación del Ca a través del
    transporte
    pasivo (a nivel del rumen y del intestino porque a pH
    ácido aumenta la solubilización del Ca). El
    transporte activo (la parathormona (PTH) que controla la
    absorción intestinal de Ca es activada por la acidosis y
    los niveles de HPO en plasma aumentan), aumenta la
    movilización de Ca óseo debido a que en condiciones
    ácidas aumenta la actividad de los osteoclastos (células
    encargadas de la destrucción del tejido óseo), o
    bien indirectamente a un aumento de la excreción de Ca
    vía orina, aumenta la proporción de Ca
    plasmático en forma iónica (Ca2+), que es el
    único metabólicamente activo.

    Goff y Horst (1997) justifican la necesidad de generar
    una ligera acidosis metabólica para favorecer la
    movilización del calcio. Dicha acidificación puede
    conseguirse a través de la modificación del
    equilibrio
    aniónico-catiónico (BAC). El BAC se define como la
    relación entre los miliequivalentes de cationes y aniones
    de la ración. Los iones que mayor impacto tiene en el BAC
    son el sodio, el potasio, el azufre y el cloro, aunque el calcio,
    el magnesio y el fósforo también intervienen en
    menor medida.

    Goff (1997) propuso tres posibles fórmulas para
    el cálculo del BAC:

    Considera los minerales que intervienen en el BAC con
    sus respectivos coeficientes de absorción según el
    NRC (1989):

    a) BAC (mEq/kg) = [(0.38 Ca + 0.3 Mg + Na + K) –
    (Cl + 0.6 S + 0.5 P)]

    Utiliza todos los minerales que intervienen, pero con
    coeficientes de absorción distintos, y probablemente
    más cercanos a la realidad:

    b) BAC (mEq/kg) = [(0.15 Ca + 0.15 Mg + Na + K) –
    (Cl + 0.2 S + 0.3 P)]

    Utiliza únicamente los minerales más
    importantes:

    1. BAC (mEq/kg) = [(Na + K) – (Cl +
      S)]

    En condiciones normales, el BAC es ligeramente positivo,
    pero en las raciones preparto se recomienda que dicho nivel se
    encuentre entre –50 y –100 mEq/kg utilizando la
    ecuación

    c). Para reducir el valor hasta un nivel ligeramente
    negativo deben utilizarse sales ricas en aniones que intervengan
    en la ecuación, entre las que el cloruro o sulfato
    amónico son las más frecuentes.

    En las raciones que utilizan sales aniónicas, el
    nivel de Cl no debe superar el 0,8% (MS). Las recomendaciones
    para formular raciones de preparto apuntan a utilizar forrajes
    con niveles bajos de Na y K, y aportar 0,4% de Mg, formular el
    azufre entre el 0,35 y 0,4 %, y mantener los niveles de K y Na
    tan bajos como sea posible, preferentemente inferior a 1,2 y
    0,15%. El fósforo debe mantenerse entre 0,35 y 0,4%. Si
    estos niveles están correctamente ajustados y el BAC es
    neutro o ligeramente negativo, entonces deben elevarse los
    niveles de calcio hasta el 1 ó 1,2% de la
    ración.

    El resultado de la inclusión de estas sales en la
    ración es una ligera acidificación
    sistémica. Se ha sugerido que es esta acidificación
    la cual permite mejorar la absorción y la
    movilización ósea de calcio. Esta
    movilización parece estar mediada por la acción
    de la parathormona (Horst et al 1997). Uno de los principales
    inconvenientes del uso de sales aniónicas en el preparto
    es la posible disminución de ingestión causada por
    su baja palatabilidad (Horst et al 1997). Para reducir al
    máximo el riesgo de afectar a la ingestión de
    materia seca, debe formularse raciones con un BAC bajo (selección
    de ingredientes con niveles bajos de K y Na). En las raciones que
    utilizan sales aniónicas, el nivel de Cl no debe superar
    el 0,8% (MS).

    En la práctica para prevenir este problema de
    fiebre de leche, es necesario tratar de formular una
    ración con niveles menores de 2% de potasio, limitar el
    consumo de sodio, pues ambos minerales son los mayores
    responsables del problema (Goff et al, 1997). Cuando el consumo
    de potasio es alto, es importante conocer la relación
    K/(Ca+Mg). Relaciones sobre 2 pueden causar una hipomagnesemia.
    Por esta razón, en vacas en pastoreo es necesario limitar
    cualquier producto alto en potasio como el banano y la melaza.
    Además, se pueden utilizar sales aniónicas, el
    consumo de calcio debe ser entre 150 a 200 g/día (Weiss
    1997).

    En relación con los requerimientos de vitaminas y
    minerales, Weiss (1997) recomienda concentrar las vitaminas y los
    minerales trazas en 20% y los macrominerales en 10% a fin de
    contrarrestar la reducción en el consumo de materia seca
    posparto

    LA
    INMUNOSUPRESIÓN

    Cualquier deficiencia crónica de energía,
    proteína, vitaminas y minerales puede causar una
    inmunosupresión. En el período preparto, la
    concentración de Vitamina A y E en la sangre disminuye 38
    y 47% respectivamente, por la mayor demanda para la transferencia
    de esas vitaminas al calostro y el mayor consumo de los tejidos asociado
    al estrés metabólico del parto. Weiss (1997)
    recomienda aumentar los requerimientos de vit0aminas y minerales
    trazas en 15%, para ayudar con la disminución en el
    consumo de materia seca.

    El pre y posparto son estresantes para la vaca, de forma
    natural, las defensas de la vaca empiezan a disminuir 2 ó
    3 semanas antes del parto, alcanzando un nivel mínimo 1 o
    2 semanas posparto. Las razones de la inmunosupresión
    son:

    A ) Durante la gestación, la progesterona es la
    hormona predominante. Unos 30 días antes del parto, el
    cortisol fetal estimula a la placenta para iniciar la
    secreción de estrógenos. Los estrógenos
    juegan un papel fundamental en el desarrollo de la
    glándula mamaria, la síntesis de calostro y la
    preparación al parto. Los niveles de estrógenos
    durante el parto son entre 10 y 100 veces superiores a los
    niveles de estrógenos normales del celo, y a estas
    concentraciones alteran la función inmunitaria.
    Además, entre 24 y 48 horas previas al parto, los niveles
    de prostaglandinas aumentan provocando la luteolisis, lo que
    resulta en la disminución de progesterona y el dominio
    definitivo de los estrógenos. Estos cambios en los
    perfiles hormonales que desencadenan el parto, provocan
    estrés y ayuda a que se libere cantidades importantes de
    cortisol, estos a su vez junto con los estrógenos
    desencadenan el parto, siendo estos los que inciden directamente
    en la inmunosupresión, que hasta cierto punto es
    inevitable.

    B) La calostrogénesis. Los mecanismos
    desencadentes del parto, fundamentalmente el dominio
    estrogénico, favorecen la producción y
    transferencia de inmunoglobulinas a la glándula mamaria
    para la formación del calostro, en detrimento de las
    defensas celulares del propio animal.

    C) El balance de nutrientes negativo generado por la
    disminución de la ingestión de alimentos,
    contribuye a disminuir la capacidad de reacción del
    sistema inmunitario. Además, el estrés por calor
    suele reducir la ingestión de alimentos y agravar la
    situación. La disminución de la ingestión de
    materia seca genera déficits de energía,
    proteína, vitaminas y minerales que resultan en
    inmunosupresión e incidencia elevada de problemas
    metabólicos. En consecuencia, es necesario ajustar la
    ración para reducir al máximo los factores
    nutritivos que pueden suponer un estrés adicional a los
    muchos causados por el parto.

    El agotamiento del sistema inmunitario en el
    posparto

    Los procesos metabólicos normales del organismo
    producen radicales libres tóxicos que son neutralizados
    por el sistema inmunitario. La producción excesiva de
    estos radicales causa el denominado "estrés oxidativo".
    Inmediatamente después del parto, el sistema inmunitario
    debe reconocer la placenta como un tejido extraño al
    organismo e iniciar su reabsorción. La involución
    uterina, que en tres semanas debe haber recuperado su
    tamaño normal, genera una gran cantidad de radicales
    tóxicos que consumen la mayor parte de los agentes
    antioxidantes
    (principalmente selenio y vitamina E) del sistema inmunitario
    Este déficit es parcialmente responsable del incremento de
    las patologías peri-parto (retenciones placentarias,
    metritis, mastitis) y pone de manifiesto la estrecha
    relación entre los factores nutricionales y la
    inmunocompetencia, ( Mallard et al 1998).

    Consecuencias

    El resultado de la inmunosupresión es la
    incidencia de problemas presentados en vacas lecheras (60 y el
    80%) en el periodo preparto o las primeras semanas posparto. La
    competencia inmunológica es la que más afecta al
    animal, todas las vacas sufren una pérdida de defensas
    frente agresiones físicas o infecciosas, dicha perdida de
    capacidad depende de factores genéticos propios de cada
    animal y de su entorno.

    Estrategias de prevención

    Algunos problemas son inevitables, otros son
    susceptibles a modificaciones a través de los programas de
    manejo y alimentación, entre ellos, el control de la
    ingestión de alimentos, el ajuste en la formulación
    de raciones en el preparto, el papel del balance proteico y del
    calcio. La suplementación con vitamina E y selenio en la
    función inmunitaria, parece cumplir funciones muy
    similares, la actividad de la vitamina E es crítica
    siempre y cuando los niveles de selenio alcancen como
    mínimo las 0,1 ppm. La deficiencia de estos
    micronutrientes se ha asociado con un aumento en la incidencia,
    duración y gravedad de las infecciones mamarias, y un
    aumento en la incidencia de las retenciones
    placentarias.

    Weiss (1997) recomienda mantener los niveles adecuados
    de vitamina E, y la incorporación de vitamina E en el
    concentrado, la suplementación de 3000 UI/d intramuscular
    10 y 5 días previos al parto. Es posible que otros
    minerales y vitaminas (betacarotenos, zinc, cobre) que
    actúan como antioxidantes contribuyan a evitar los excesos
    de radicales libres reactivos asociados al estrés del
    peri-parto. La evidencia mostrada sobre su importancia en
    relación con la optimización de la
    producción posparto y a la reducción de las
    patologías pre y pos parto justifican la necesidad de
    implementar lotes y programas específicos de
    alimentación que deben estar presentes en todas las
    explotaciones independientemente del costo económico y del
    trabajo que
    ello implique.

    CONCLUSIONES

    La prevención de los desordenes
    metabólicos en el pre y posparto es de suma importancia en
    las explotaciones lecheras de la actualidad, por lo que la
    implementación de las medidas mencionadas con
    antelación vienen a solucionar dicho problema.

    El periodo de preparto ocupa un lugar estratégico
    en el esquema productivo de las explotaciones lecheras de alta
    producción. La evidencia mostrada sobre su importancia con
    relación a la optimización de la producción
    posparto y a la reducción de las patologías
    peri-parto justifican la necesidad de implementar lotes y
    programas específicos de alimentación que deben
    estar presentes en todas las explotaciones independientemente del
    costo económico y del trabajo que ello implique. Las
    estrategias de manejo y alimentación deben
    considerar:

    A Formular la ración específica para los
    animales en preparto para que cumpla todas las recomendaciones
    mencionadas.

    B Utilizar ingredientes propios de la ración de
    lactación para acostumbrar a la vaca a su sabor y olor.
    Evitar el uso de alimentos de poca calidad, mal conservados o
    contaminados, especialmente con relación a los forrajes.
    Incorporar a la ración granos y evitar el uso de
    grasas.

    C Usar sales aniónicas con precaución para
    evitar la reducción de la ingestión de materia
    seca, considerando el cumplimiento de las recomendaciones de
    otros minerales (Cl, P, S, Mg Ca, K, Na.)

    D Prevenir los desequilibrios energéticos
    excesivos a través de la administración de propilenglicol en dosis
    únicas diarias durante el peri-parto.

    E El uso de aditivos supone siempre si se manejan
    adecuadamente una mejora en la eficiencia de productividad. Su
    efectividad de empleo debe
    analizarse siempre ya que existen otros factores que influyen en
    la producción que pueden interferir o enmascarar su
    efectividad.

    F El campo de los probióticos (enzimas y
    levaduras) presenta un futuro esperanzador en rumiantes y
    será sin duda algo que podrá ayudar en la
    alimentación del ganado lechero.

    G El uso de amortiguadores de la acidez del rumen, da
    una esperanza en el alivio de dietas muy altas en concentrados
    balanceados.

    H En la actualidad parece claro que el factor más
    limitante en este periodo, y cuyo control debe ser prioritario,
    es la ingestión de materia seca. Por último, el NRC
    ha incorporado nuevas recomendaciones para enero del 2001. Dichas
    recomendaciones incorporan, muchos de los recientes avances en
    alimentación de los animales en el preparto.

    I En adición a los forrajes de alta calidad
    existen ciertos subproductos que pueden beneficiar a la vaca al
    inicio de la lactación y que pueden ser utilizados en la
    formulación de la dieta para mantener una cantidad
    suficiente de fibra neutro detergente, aumentar la
    utilización de la fibra y como resultado incrementar el
    consumo de energía. Estos subproductos son la cascarilla
    de soya y la cascarilla de algodón

    LITERATURA
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    Autor:

    FREDDY DELGADO ZÚÑIGA

    UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

    FACULTAD DE CIENCIAS
    AGROALIMENTARIAS

    ESCUELA DE ZOOTECNIA

    SEMINARIO DE ZOOTECNIA

    PROF. RODOLFO WINGCHING – JONES

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