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La escuela ante la diversidad sociocultural. Las minorías étnicas de origen extranjero




Enviado por Walter Actis



    Walter Actis
    (Colectivo Ioé)1

     

    1.
    Introducción

    El conjunto de reflexiones de esta publicación
    gira en torno a los
    desafíos socioeducativos que se originan en el crecimiento
    del alumnado de origen extranjero. Esta contribución
    pretende analizar los discursos
    existentes en el sistema
    educativo español
    acerca de cómo abordar la diversidad en las aulas. Para
    ello comenzamos situando la importancia de la "diversidad social"
    en las sociedad
    modernas, mostrando su carácter estructural y la necesidad de
    definir estrategias de
    gestión
    de un fenómeno que tiende a incrementarse en la
    época actual. Señalamos luego la existencia de una
    amplia variedad de estrategias educativas que pueden ser
    adoptadas al respecto. Definido el posible campo de
    actuación, analizamos luego las estrategias
    institucionales y los discursos dominantes entre el profesorado,
    con el fin de identificar las dificultades y posibilidades
    existentes para el desarrollo de
    propuestas de educación
    intercultural y antidiscriminatoria.

     

    2. La diversidad, rasgo
    estructural de las
    sociedades
    modernas

    Durante los últimos años en España se
    ha venido hablando, con bastante frecuencia, de forma
    simultánea de dos conceptos diferentes (diversidad
    sociocultural e inmigración) presentándolos, si no
    como sinónimos, al menos como referidos a una misma
    situación de hecho. Sin embargo, parece necesario recordar
    que la diversidad sociocultural es un elemento consustancial a
    las sociedades modernas, en las que continuamente se
    desestructuran los aislamientos locales, generándose
    desplazamientos y contactos a escala
    crecientemente ampliada. La consecuencia de esta dinámica histórica es el contacto, y
    la convivencia, entre grupos
    sociales en principio separados y diversos. No obstante su
    generalización, la percepción
    que se tiene de estas dinámicas y los conceptos que se
    utilizan para posicionarse frente a ellas están lejos de
    ser unívocos.

    Por ejemplo, desde cierta óptica
    la conceptualización se basa en las categorías
    universalismo y particularismo: en el primer caso
    la referencia connota amplitud, apertura, y suele utilizarse para
    calificar positivamente fenómenos como "el modelo de
    sociedad occidental", la "globalización", etc. La referencia al
    particularismo, en cambio,
    sugiere limitación o estrechez , que son atribuidas a los
    "localismos", a las sociedades "no abiertas", etc. Otra lectura de los
    mismos fenómenos se basa en la utilización de la
    dualidad homogeneización-diversificación,
    cuando el primer término es entendido como el imperio
    absoluto de una norma unívoca, mientras la
    diversificación es percibida como la riqueza en la que se
    asienta la diversa realidad social.

    Estos simples ejemplos sólo pretenden mostrar que
    la cuestión de la diversidad, elemento omnipresente en
    nuestras sociedades, está lejos de recibir un tratamiento
    consensuado. Precisamente por ello, es imprescindible contar con
    un análisis del fenómeno y un
    posicionamiento explícito respecto al mismo, que
    nos oriente en nuestro trabajo
    posterior. Según Javier de Lucas2, la democracia
    liberal se ha caracterizado por construir una comunidad
    política
    obsesionada por la homogeneidad y la unidad, excluyente de las
    diferencias (de clase, de
    género,
    culturales, religiosas…); como consecuencia, sus
    prácticas se basan en la negación, la
    opresión o la represión abierta de tales
    diferencias. Un proyecto
    alternativo a este modelo, históricamente dominante hasta
    la fecha, sería una democracia pluralista, basada en una
    lógica
    garantista e inclusiva de las diferencias, y en una ciudadanía multilateral. Dicho esto,
    inmediatamente es necesario salir al paso de algunos
    equívocos muy extendidos:

    • Es necesario recuperar algunas distinciones
    conceptuales básicas: defender las diferencias no equivale
    a promover la desigualdad; proponer la igualdad de
    derechos no es
    sinónimo de impulsar la uniformidad entre los individuos y
    grupos; estar
    a favor de la cohesión social no implica necesariamente
    propugnar la homogeneidad entre sus miembros.

    • No tiene sentido un debate
    esencialista acerca de las cualidades y desventajas de distintas
    culturas (ej: "Occidente" frente al "Islam"), sino de
    construir modelos
    adecuados para gestionar la realidad multicultural y los conflictos que
    la caracterizan, considerando que el ‘mestizaje’ debe
    ser construido en un marco democrático • Precisamente
    porque no se trata de debates sobre "esencias culturales" no es
    admisible que se deba legitimar cualquier tipo de práctica
    por el hecho de pertenecer a una "tradición cultural".
    Pero, con el mismo criterio, no es lícito descalificar a
    todo un universo cultural
    tomando como referencia alguna de sus o prácticas o
    instituciones3.

     

    3. Escuela y diversidad:
    realidades mal avenidas

    Los sistemas
    escolares de las modernas sociedades occidentales no han
    escapado, ni podrían haberlo hecho, de los rasgos
    generales que caracterizaron al modelo de democracia liberal
    antes descrito. Uno de los objetivos
    básicos de esta institución era la de producir
    ciudadanos capaces de integrarse sin conflictos insalvables en el
    modelo democrático existente: por tanto, era necesario
    poner el acento en los elementos de homogeneización de las
    diferencias (lingüísticas, religiosas, etc.) con el
    fin de construir una identidad
    básica común. El otro gran elemento
    característico, la transmisión de contenidos, se ha
    desarrollado sin entrar en conflictos importantes con el
    primero.

    No es éste el lugar para entrar en detalle en el
    análisis histórico, pero parece
    fuera de toda discusión seria que hasta fechas muy
    recientes la escuela española dio poca cabida en su
    currículo y estrategias pedagógicas
    a las múltiples diversidades que atraviesan a la sociedad,
    tales como las diferencias entre campo y ciudad, hombres y
    mujeres, centralismo y
    nacionalidades, lengua
    única y lenguas propias de determinados territorios, payos
    y gitanos, etc. Como mucho, cuando tales realidades no eran
    negadas, o reprimidas, se implementaron estrategias de
    asimilación, para que los miembros de los grupos
    "diferentes" se adaptaran sin más a las normas del
    colectivo dominante (no siempre mayoritario en términos
    numéricos).

    Las características específicas de la
    sociedad española ha querido que estos fenómenos
    fueran "descubiertos" o, más precisamente, lanzados al
    debate a raíz de la llegada de alumnado inmigrante. Sin
    duda, este nuevo aporte demográfico introduce elementos de
    diversidad en las aulas (lingüísticos, religiosos,
    etc.), pero de ninguna manera debiera ser el único
    referente a la hora de pensar la "atención a la diversidad sociocultural" en
    las aulas. Entre otras, por las siguientes
    consideraciones:

    • La diversidad en las aulas no es un
    fenómeno "venido de fuera", que podría ser limitado
    poniendo trabas a la llegada de nuevos "extranjeros"; aún
    sin inmigración, el sistema escolar
    debería poder atender
    adecuadamente las diversidades existentes entre el alumnado
    "puramente autóctono".

    • La categoría "alumnado de origen
    extranjero" o "hijos de inmigrantes" es una simplificación
    reductiva, que circunscribe la compleja realidad de los niños y
    niñas de diversos orígenes a un único factor
    (la procedencia foránea), que generalmente sirve para
    etiquetarlos y marginarlos4. "Ellos" son
    también, plurales y distintos; comprender esta realidad es
    clave para captar la diversidad existente entre "nuestros"
    alumnos.

    • Debido a que el proceso
    migratorio es un hecho que se está aún produciendo,
    y de manera creciente, el debate en España tampoco se
    ciñe a la diversidad que han aportado flujos
    migratorios anteriores, sino que se ve constantemente
    desplazado por la llegada continua de nuevos alumnos procedentes
    de la inmigración. De esta manera, la cuestión
    sufre un doble desplazamiento: primero, el conjunto de las
    diversidades se limita al fenómeno migratorio; luego,
    éste queda circunscrito a los "recién
    llegados".

    Así, el árbol de la
    incorporación dificulta ver el bosque de la
    diversidad. Como consecuencia, tienden a imponerse los
    sentimientos de desestabilización e impotencia del
    profesorado antes que las percepciones acerca de la pluralidad y
    riqueza aportadas por este alumnado.

     

    4. Modelos de atención
    educativa a la diversidad

    Por tanto, si la diversidad trasciende a la
    inmigración y es una característica estructural de
    nuestras sociedades, ¿qué pueden/deben hacer los
    sistemas escolares al respecto? También en este caso las
    respuestas dejan de ser unívocas y se presentan distintas
    posibilidades. Aquí no nos interesa entrar en un
    análisis detallado de las mismas, sino apenas presentar la
    existencia de un abanico de estrategias posibles, con el fin de
    delimitar diferencias y de situar los planteamientos de las
    instituciones
    y de los agentes educativos en la España
    contemporánea. Para ello nos bastará con citar los
    distintos modelos de atención educativa a la diversidad
    que presentan Merino Fernández y Muñoz
    Sedano5. El Cuadro I recoge de forma resumida los
    principales tipos y sus características
    diferenciales.

    Los modelos del Cuadro I aparecen en una
    gradación más o menos progesiva, de forma que el
    primero (segregación) presenta el máximo de
    negación de las diferencias y el último
    (educación anti racista) concibe la educación como un
    elemento más en la lucha contra las discriminaciones. Como
    puede verse, cada una de las estrategias educativas propuestas se
    basa en una diferente caracterización del papel de "los
    diversos". Así, para el modelo segregador se trata
    de grupos peligrosos que han de ser mantenidos al margen del
    resto; para el asimilacionista sólo es posible la
    correcta educación en la medida en que abandonen sus
    rasgos propios y se asimilen al modelo imperante; para el de
    educación compensatoria los "diferentes" se
    caracterizan por déficits que han de ser superados en aras
    de su correcta escolarización; la educación para
    la tolerancia
    no
    incorpora ningún aspecto positivo del alumnado
    "diferente", sólo enseña la tolerancia respecto a
    ellos; la estrategias que fomentan el autoconcepto van un
    paso más allá, ya que introducen algunos contenidos
    tendentes a incrementar la autoestima de
    las "minorías" y a reivindicar algunas de sus
    características ante el conjunto del alumnado, mientras
    que el modelo bilingüebicultural centra esta
    perspectiva en la enseñanza de niños de
    minorías. El modelo de pluralismo cultural
    considera que distintos grupos aportan diversos estilos de
    aprendizajes, todos legítimos, que deben de incorporarse
    al currículo. La propuesta intercultural otorga
    legitimidad similar a todos los grupos presentes en la escuela, y
    pretende reelaborar el currículo general incorporando
    diversas aportaciones. Finalmente, la educación
    antirracista
    comparte estos criterios aunque considera que la
    actuación limitada al campo de los valores
    (inter-cultural) no es suficiente para remover las diferencias
    sociales que originan discriminación de las
    minorías.

     

    Sin duda la presentación que hemos hecho peca de
    esquemática, pero no perdamos de vista nuestro objetivo: se
    trata de mostrar la amplitud del campo de posibles estrategias
    educativas, para evitar que confundamos, u ocultemos, las
    diferencias que nos enfrentan a la hora de abordar la
    atención a la diversidad.

     

    5. Planteamientos
    institucionales y discursos de los agentes
    educativos

    Tenemos, pues, ante nosotros el escenario de posibles
    intervenciones educativas.

    Pero ¿qué es lo que está sucediendo
    en el sistema educativo en la España de principios del
    siglo XXI?. Nuestra respuesta no puede ser definitiva, puesto que
    estamos ante un proceso en marcha, caracterizado por importantes
    cambios, marchas y contramarchas. Podemos, sí, apuntar
    algunas tendencias importantes, derivadas de dos
    investigaciones promovidas por el Centro de
    Investigación y Documentación Educativa (CIDE)6.
    Aquí circunscribiremos el análisis a dos
    ámbitos principales: las administraciones educativas y el
    profesorado.

    5.1. Criterios y
    orientaciones institucionales

    A partir de 1970 podemos distinguir tres grandes
    "épocas" en cuanto a la orientación de la
    administración educativa respecto al tratamiento de la
    diversidad en las escuelas españolas, que pueden ser
    identificadas con sendas leyes
    orgánicas. Sin embargo, más que del transcurso de
    tres momentos sucesivos, en un proceso en que una
    orientación reemplazaría por completo a la
    anterior, parece más conveniente pensar en el surgimiento
    y desarrollo de distintas opciones estratégicas, que van
    definiendo objetivos y planteamientos sin anular por completo a
    las demás.

    a) Homogeneidad y enfoque compensatorio (a partir
    de la Ley General de
    Educación de 1970): coincidiendo con el cambio de
    orientación general de la política
    socioeconómica, basada en la promoción de la industrialización,
    la urbanización y el consumo de
    masas, la escuela debía garantizar la homogeneidad
    básica de una población suficientemente cualificada como
    para desenvolverse en el nuevo contexto social. Además, en
    un contexto político dictatorial y en un marco
    sociocultural opresivo, sólo cabía un modelo
    de normalidad, de obligado acatamiento para todo el alumnado. De
    tal manera, para los grupos "diferentes" –deficitarios en
    cuanto a adaptación al modelo- sólo se
    preveía la posibilidad de una educación que
    compensara los déficit supuestos o reales.

    b) Reconocimiento de la diversidad + educación
    compensatoria
    : la LOGSE (1990) abrió las puertas al
    reconocimiento positivo de la diversidad dentro de las aulas,
    incluyendo las generadas en razón de la etnia, la
    nacionalidad o
    la cultura de
    origen. Algunos síntomas de la nueva orientación
    pueden encontrarse en el cambio de denominación de
    estructuras
    administrativas (en el curso 1992-1993 la Subdirección
    General de Educación Compensatoria pasó a
    denominarse Subdirección General de Educación
    Especial y Atención a la Diversidad) y en los
    desarrollos normativos (el RD 299/ 96 de ordenación de las
    acciones
    dirigidas a la compensación de desigualdades en
    educación, menciona explícitamente a las
    "minorías étnicas o culturales en situaciones
    sociales de desventaja", proponiendo mantener y difundir las
    culturas y lenguas propios de estos grupos, favorecer el
    desarrollo y respeto de la
    identidad cultural del alumnado -art. 10.2-, contrarrestar los
    procesos de
    exclusión
    social favoreciendo actitudes de
    comunicación y respeto mutuo -art. 4.2 y
    4.3-. Sigue encuadrando bajo el concepto de la
    educación compensatoria a los hijos de inmigrantes
    extranjeros, al menos a los que se encuentren en situaciones de
    "desventaja, con dificultades de acceso, permanencia o
    promoción" en el sistema escolar, sea por su
    situación económica, familiar o cultural. Sin
    embargo, en el articulado aparecen elementos que apuntan hacia
    una reformulación de dicha ‘normalidad’, en el
    sentido de apertura hacia un "marco escolar común y
    multicultural", concibiendo a las minorías como "factor
    potencialmente enriquecedor de una escuela integradora y
    plural").

    C) Segregación + educación
    compensatoria
    : aunque esta orientación no es una
    novedad absoluta, encuentra su mayor expresión en ciertos
    elementos de la LOCE (2000). Esta norma parece equiparar la
    condición de alumnado extranjero con el de carencias
    educativas, puesto que lo califica en bloque como "alumnos con
    necesidades educativas específicas" (cap.
    VIII)7. Dicha caracterización los presenta como
    un lastre para el conjunto del sistema, de aquí que las
    administraciones públicas "favorecerán la
    incorporación" de estos niños a las aulas, pero no
    estarán obligadas a garantizarla ni a
    promoverla, especialmente en los niveles postobligatorios.
    Además, existen otras referencias específicas que
    parecen definir a este alumnado como objeto de una estrategia de
    segregación: – Se prevé el desarrollo de
    programas específicos de aprendizaje para
    los alumnos "que desconozcan la lengua y cultura
    españolas, o que presenten graves carencias en
    conocimientos básicos" que se podrán impartir en
    aulas específicas, al margen del resto del
    alumnado.

    – Mientras el conjunto del alumnado viene obligado a
    "respetar" las normas de cada centro, los extranjeros
    deberán "aceptarlas". El matiz puede resultar
    intrascendente, si no fuera porque la referencia se incluye en un
    apartado titulado "igualdad de derechos y deberes" …y
    sólo se hace referencia a estos últimos. Al
    parecer, el legislador responde al supuesto de que "estos alumnos
    diferentes" son, en razón de su origen, poco compatibles
    con las normas de convivencia de los centros.

    – Para los mayores de 15 años inadaptados a la
    ESO, la LOCE introduce programas de
    iniciación profesional. Los autóctonos
    podrán acceder a los mismos de forma voluntaria, tras
    recibir una orientación adecuada. En cambio, respecto a
    los extranjeros sólo se dice que "se podrán
    incorporar" a los mismos (¿voluntariamente?).

    – Además, el articulado de la ley suprime toda
    referencia a la responsabilidad de las administraciones educativas
    respecto a la formación del profesorado para la
    atención educativa de los alumnos
    extranjeros.

    En resumen, la norma enuncia –al menos como
    posibilidad- el desarrollo de una estrategia de relativa
    segregación, fundada en la separación física en las aulas
    de Primaria, en la preparación directa para el mundo
    laboral, dando
    por sentado un alto índice de fracaso en ESO. Así
    pues, el "reconocimiento de la diversidad" que se nos anuncia es
    aquél que reintroduce una escuela clasista8 en
    desmedro de una educación para todos que intente,
    aceptando la diversidad, no reproducir la desigualdad.

    En el momento actual, en el que parece fraguarse una
    nueva reforma de la ley orgánica y un cambio de
    orientación en algunas políticas
    educativas, no existe una línea definida respecto al
    tratamiento de la diversidad por parte del sistema educativo.
    Junto con algunos avances indudables, en el discurso
    oficial subsisten algunas afirmaciones problemáticas que
    requieren mayor debate y esclarecimiento. Entre ellas podemos
    citar las siguientes: • No siempre se acaba de reconocer que
    la diversidad cultural es un componente estructural que atraviesa
    a las sociedades "modernas", a veces se pretende que el grueso de
    la población se caracteriza por la homogeneidad cultural y
    que los rasgos diferenciales son exclusivos de ciertos grupos
    minoritarios.

    • Otra cuestión se plantea al intentar
    compatibilizar los objetivos de respeto a la diversidad y de
    formación de "buenos ciudadanos". En algún texto oficial
    se afirma explícitamente que la educación
    intercultural ha de "fomentar el sentimiento de pertenencia y
    amor al
    país
    (…) aunque promoviendo la curiosidad, el
    conocimiento y la valoración de otros pueblos y
    culturas, lo que facilitará la tarea común de
    conseguir una mayor y mejor convivencia y
    comprensión"9. Aunque ambas cuestiones no
    tienen por qué estar enfrentadas pueden plantearse
    diversos problemas al
    identificar "integración" con "adhesión a un
    sentimiento nacional". ¿No cabría, por ejemplo, una
    inserción abierta, respetuosa y enriquecedora sin
    necesidad de identificarse con "el país", sea cual fuere
    éste y sea cual fuere el origen y nacionalidad
    de las personas?. O, más matizadamente, ¿no caben
    distintos grados de identificación con "el país"
    (es decir, con el modelo de buen ciudadano que la escuela debe
    promover), distintas modalidades y matices culturales en la forma
    de ser ciudadanos que conviven en un determinado espacio? En este
    aspecto podemos encontrarnos ante el tradicional papel de la
    escuela como "aparato" al servicio de
    las élites políticas con el fin de producir una
    ciudadanía unificada10.

    • En los materiales
    existentes no existen prácticamente referencias a la
    dimensión de conflictividad social y a la importancia de
    los intereses sociales que habrá que vencer para
    desarrollar una educación intercultural. Los comentarios
    de orden ético, antropológico, sociológico o
    psicosocial acaban dejando la cuestión de la
    educación intercultural en el terreno de un "avance
    progresivo" en el desarrollo más o menos lineal de las
    sociedades plurales, democráticas y abiertas. Aunque se
    hace referencia a las desigualdades estructurales en el orden
    mundial, a las "desventajas sociales" que afectan a algunas
    minorías culturales, etc. se actúa y se escribe
    como si la adecuada formación del profesorado, la correcta
    orientación del currículum y un buen proyecto
    educativo de centro fueran elementos suficientes para el éxito
    de esta propuesta. O, cuando no se los considera suficientes, se
    obra como si un enfoque "profesional" pudiera hacerse cargo de
    forma adecuada de la cuestión. Sin embargo, en palabras de
    Palidda, "el interculturalismo sólo puede ser el resultado
    de una larga lucha, por momentos bastante virulenta, porque, tal
    y como ha ocurrido con cualquier conquista que haya procurado la
    emancipación de la humanidad, se trata de una lucha contra
    las fuerzas que basan sus privilegios y su poder en criterios de
    exclusión, de inferiorización, de
    estigmatización de los dominados. Por otra parte, es
    imposible imaginar la confrontación y los intercambios
    entre culturas fuera de la lucha por la igualdad y la solidaridad.
    Basta pensar en el hecho de que las conquistas
    democráticas y anti-racistas son, todavía hoy,
    raramente respetadas"11.

    • Está pendiente, además, una mayor
    elucidación de las relaciones que se establecen entre
    objetivos como "igualdad" y "derecho a la diferencia". En el
    contexto de la sociedad industrial y del modelo de reproducción fordista el concepto de
    igualdad de oportunidades educativas evocaba la necesidad de
    proveer un bagaje mínimo de conocimientos al grueso de la
    población. La crisis de
    aquel modelo social, el paso a la flexibilización y la
    fragmentación social, dio pie a la aparición de
    discursos que promueven el objetivo de la diferenciación
    como piedra angular del trabajo educativo: se trata de organizar
    y legitimar el diseño
    de distintas trayectorias formativas para diferentes estratos de
    población. En esta línea el abordaje de la
    diversidad tiende a apoyar y fortalecer los procesos sociales de
    desigualdad y exclusión12. Por tanto, parece
    necesario un abordaje en profundidad de la cuestión:
    ¿en qué medida la escuela puede promover la
    atención a la diversidad cultural sin agudizar las
    desigualdades existentes? En resumen, el discurso oficial sobre
    la atención a la diversidad no es unívoco. En el
    plano normativo (leyes, decretos, reglamentos) se constata una
    confusión entre el enfoque intercultural y el de la
    educación compensatoria. En los materiales que ofrecen
    orientaciones para el desarrollo curricular encontramos avances
    en la línea del enfoque "intercultural", no obstante estos
    materiales son aún escasos, y raramente tienen marchamo de
    oficialidad. En el espíritu de la LOGSE adquirió
    gran importancia la flexibilidad y el campo de maniobra que se
    otorga a los claustros para elaborar las orientaciones propias de
    cada centro; en ese sentido no cabe esperar la publicación
    de "líneas oficiales de obligado cumplimiento", más
    allá de los mínimos que establecen las normas
    jurídicas. Sin embargo, parece claro que la
    publicación y distribución de materiales avalados por las
    administraciones educativas tienen un efecto reforzador sobre las
    prácticas del profesorado, por varios motivos:

    1) porque brindan orientaciones y apoyo en terrenos
    donde la formación y los conocimientos son
    menores,

    2) porque hacen visible la importancia de las
    innovaciones que se trata de poner en marcha,

    3) porque refuerzan el trabajo y
    el prestigio de los centros y núcleos docentes que
    ya están trabajando en dicha línea. Además
    de la relativa escasez de
    estos materiales hay que añadir su limitada incidencia
    sobre los claustros docentes.

    En definitiva, en la actualidad no acaba de quedar claro
    si la diversidad en las aulas debe ser promovida, defendida o
    compensada. Incluso, más allá de las declaraciones
    oficiales, cabe la posibilidad de que ésta sea simplemente
    tolerada o incluso ignorada.

    Dentro de este amplio abanico de posibilidades veamos
    cuáles son los discursos del profesorado de
    enseñanza infantil, primaria y secundaria.

    5.2. Los discursos del
    profesorado

    Las dos investigaciones empíricas en las que
    basamos nuestros análisis se realizaron en 1996 y 2004.
    Los ocho cursos transcurridos permiten identificar elementos
    "fuertes" en las posiciones del profesorado, que se mantienen
    idénticos o con poca variación a pesar del tiempo
    transcurrido, de los cambios en la composición del
    alumnado y en las orientaciones de la política
    educativa.

    Aunque la importancia del profesorado parece obvia en
    todo proceso educativo, ésta se ve incrementada si se
    trata de desarrollar un enfoque de educación
    intercultural. Para dicha estrategia no es suficiente con
    desempeñar un papel puramente técnico-profesional,
    ceñido a la mera transmisión de contenidos: es
    imprescindible una sensibilidad activa con sus objetivos
    principales. El profesorado debe de contar con formación
    específica, implicación personal y
    desenvolverse dentro de un proyecto de centro
    coherente.

    En principio, no todo lo diverso tiene por qué
    resultar problemático: en el discurso de cada grupo social
    la imagen de los
    "otros" se articula, de forma específica, en base a
    diferencias que pueden ser percibidas como positivas,
    indiferentes o bien inadmisibles. La mayor congruencia o
    distancia entre colectivos dependerá del tipo de
    diferencias que se atribuya como característica principal
    a los demás; en otras palabras, del balance entre
    diferencias legítimas e ilegítimas. Esta
    cuestión guarda relación con el modo en que son
    percibidos, en general, los universos culturales. Si estos
    aparecen como marcos simbólicos cerrados e inmutables,
    sólo cabe averiguar qué grado de "proximidad"
    existe entre distintos colectivos, situando a cada uno en una
    posición determinada dentro de una escala que va desde lo
    "próximo" hasta lo "inadmisible". Desde esta perspectiva
    habría grupos con los cuales se puede convivir, otros a
    los que se puede tolerar y algunos con los que resulta imposible
    la convivencia. En cambio, si las culturas son percibidas como
    productos
    sociales, atravesadas por la pluralidad interna y sujetas a
    modificaciones en función de
    las circunstancias históricas, el "problema de las
    diferencias" deja de ser tan problemático. En primer lugar
    porque siempre existen elementos comunes que permiten un
    intercambio fluido. En segundo lugar porque existen
    diferencias legítimas que permiten un
    enriquecimiento mutuo o bien una coexistencia no
    problemática. En tercer lugar porque las que son
    percibidas, en principio, como diferencias
    ilegítimas
    pueden ser negociadas a partir de un marco
    de reglas de juego
    consensuables.

    Hemos visto ya que las orientaciones institucionales no
    son claras a este respecto, veamos ahora qué posiciones
    caracterizan al profesorado respecto a esta cuestión.
    Según las dos investigaciones realizadas, hemos podido
    determinar cuatro líneas discursivas básicas
    respecto al alumnado identificado como "culturalmente diverso"
    (casi siempre el de origen extranjero):

    5.2.1. No son un problema especial

    Esta posición está más desarrollada
    entre segmentos del profesorado de Infantil y en Primaria y
    parece perder peso entre 1996 y 2004. Especialmente cuando los
    alumnos de origen extranjero se escolarizan desde
    Educación Infantil, los maestros no los perciben como un
    elemento diferenciado puesto que se eliminan las barreras
    idiomáticas y no se consolidan hábitos
    "extraños" a la escuela existente ("se integran
    perfectamente", "están muy occidentalizados", "hay de
    todo, igual que entre los autóctonos"). En la medida en
    que se los percibe como elemento "normalizado", no constituyen un
    problema pero tampoco aportan diversidad
    enriquecedora.

    5.2.2. Son un problema evidente

    Para un núcleo muy importante del profesorado,
    que parece incrementarse a lo largo de los últimos ocho
    años, el alumnado de origen extranjero no es como el resto
    de los alumnos y, por ello, su presencia altera la normalidad de
    los centros, pues presentan dificultades o resistencias
    al trabajo de los profesores y a la marcha de los centros. Debido
    a ello no es conveniente tener un número "excesivo" de
    ellos en los colegios: es necesario repartirlos, obligando a los
    centros insolidarios (la mayoría privados concertados) a
    recibirlos. En cambio, una presencia numerosa deriva casi
    necesariamente en problemas (ghettos, enfrentamientos entre
    grupos, huída de autóctonos, etc.): "si son
    muchos no es posible la integración
    ".

    Existe un matiz en cuanto al origen del "problema" que
    representan estos alumnos.

    Para una parte del profesorado se debe a las
    características y circunstancias de los propios alumnos.
    En cambio, otros consideran que la principal resistencia se
    origina en las actitudes de sus familias: Lo son por ellos
    mismos
    , especialmente cuando llegan en segunda etapa de
    Primaria o posteriormente. En estos casos los profesores
    mencionan retraso curricular debido al sistema educativo del
    país de origen, falta de hábitos de estudio,
    dificultades idiomáticas, cuando no "convicciones muy
    fuertes" o "ideas preconcebidas" que los hacen poco receptivos al
    trabajo de la escuela. Obviamente, tras esta
    caracterización late la necesidad de apoyo
    específico para la compensación de tales
    déficit.

    En este caso los alumnos extranjeros que ingresan a la
    escuela a partir del segundo ciclo de Primaria (los
    neo-llegados
    ) se constituyen en paradigma de
    lo problemático: buena parte del profesorado manifiesta
    agobio por la llegada continua: "la situación nos
    está cambiando la educación, cada día nos
    tenemos que inventar la escuela
    ", "no damos abasto,
    estamos desbordados
    ".

    Pueden ser también un problema no por sus
    características y actitudes, sino por las de sus
    familias
    , que son calificadas como poco motivadoras, sin
    interés
    por la escuela/ o sin tiempo para dedicarle a la educación
    de los hijos, con prácticas y valores que
    dificultan el trabajo escolar (además de las diferencias
    idiomáticas se hace referencia al autoritarismo respecto a
    los hijos, a la picaresca respecto a las instituciones, etc.). En
    definitiva, las familias son percibidas como factor de
    retraso del aprendizaje, ante el que se dibujan dos
    estrategias: • hay que educar a las familiar para que
    colaboren o, al menos, no opongan resistencia.

    Pero esta tarea desborda a los educadores, que reclaman
    la intervención de mediadores, trabajadores sociales, del
    sistema sanitario, etc.

    • hay que controlarlos y vigilarlos para
    evitar abusos y obligarlos a cumplir ciertas normas
    mínimas, puesto que se cree en la posibilidad de la
    "reeducación familiar". Lo mismo que en la estrategia
    anterior, en este caso el profesorado reclama la
    intervención de autoridades locales o la de la
    inspección educativa, etc.

    En todo caso se trata de proteger a los
    niños/niñas de la intolerancia o la
    "inadaptación" familiar. Desde este discurso la escuela
    aparece como isla de tolerancia, igualdad y no discriminación, enfrentada al mundo hostil
    de las familias inmigradas.

    5.2.3. Son un problema irresoluble, incluso un
    peligro

    Esta posición manifiesta un claro malestar ante
    la presencia de este alumnado, puesto que lo considera (si no a
    todo, al menos a algunos segmentos) como inasimilables por el
    sistema educativo. El paradigma máximo de alteridad son
    los niños procedentes de países donde predomina el
    Islam, y muy especialmente, del Magreb (la mayoría,
    marroquíes). Por ejemplo, el pañuelo usado por las
    chicas musulmanas para cubrir su cabello es definido como un
    ataque directo contra la dignidad de
    la mujer y, por
    tanto, un atentado contra las recientes conquistas de las
    españolas. Debido a ello la escuela debe posicionarse
    abiertamente en contra; no existen otras lecturas posibles del
    asunto: ellos (padres, hermanos, imanes) son fanáticos,
    ellas sometidas
    .

    Desde este tipo de valoraciones no resulta
    extraño que el término interculturalidad carezca de
    resonancias positivas y remita, en cambio, al conflicto:
    "tenemos que tener muy claro los problemas que nos trae la
    interculturalidad o el choque de culturas
    ". Por ello, las
    referencias al alumnado extranjero están plagadas de
    prevenciones y desconfianza:

    * algunos profesoras alertan del peligro que significa
    centrarse demasiado en la diversidad cultural, en la medida en
    que "podemos caer en el extremo de centrarnos sólo en
    sus valores, olvidando los nuestros". Amenaza que parece un
    puro recurso retórico, autojustificativo, teniendo en
    cuenta la escasísima cabida que "sus valores" encuentran
    en los proyectos
    curriculares.

    * el alumnado de ciertos orígenes es calificado
    como "recalcitrante", poseedor de unos valores y
    prácticas que los conducen a la
    "automarginación".

    * más aún, no conformes con
    auto-marginarse, algunos colectivos constituyen un peligro
    abierto ya que "vienen a país conquistado", dispuestos a
    imponer sus propios valores.

    Desde esta concepción resulta evidente la
    existencia de límites
    claros al trabajo "integrador" de la escuela. Los "diversos" no
    tienen ninguna legitimidad para ser considerados miembros iguales
    de la comunidad escolar, por tanto, debería impulsarse su
    segregación y/o la asimilación, pero nunca enfoques
    interculturales. Esta posición aparece más
    nítida en la actualidad que a mediados de los 90’,
    alentada por algunas declaraciones de responsables educativos y
    políticos respecto al "problema" de la
    inmigración.

    5.2.4. Todos tenernos que adaptarnos a una nueva
    realidad

    Este es el único discurso que reconoce alguna
    especificidad al alumnado de origen inmigrante sin calificarlo de
    problema. Por una parte, se insiste en que, si existen
    dificultades, la mayor parte se debe a cuestiones derivadas de la
    desigualdad social (son pobres con pocas oportunidades de
    prosperar) y no a su especificidad cultural. Este argumento
    conduce al reclamo de ayudas y políticas sociales, sin las
    cuales el papel de la escuela quedaría muy
    limitado.

    Por otra parte, se denuncia la parálisis de las
    administraciones a la hora de impulsar políticas
    claramente definidas y apoyadas en recursos
    suficientes. Aún así, se afirma que la
    circunstancia no impide trabajar desde los centros, siempre que
    existan equipos directivos que fomenten estrategias adecuadas
    (formación del profesorado, mecanismos de
    incorporación permanente del alumnado, proyectos de centro
    y desarrollos curriculares).

    Sin embargo, éste es un discurso poco articulado
    que aparece fragmentariamente en los grupos realizados con
    profesores. En ocasiones se limita a enfrentar las afirmaciones
    más descarnadas de los dos discursos anteriores pero sin
    capacidad para enfrentarles una alternativa cabal. Su principal
    déficit radica en que no existen argumentos acerca de las
    aportaciones de otros grupos, ni de su legitimidad
    para participar en la redefinición colectiva de los
    contenidos curriculares. Por tanto, con frecuencia las
    afirmaciones quedan limitadas a un cierto paternalismo
    benevolente, o a una solidaridad abstracta, desprovistos de
    concreciones en el terreno de las estrategias
    educativas.

    * * *

    Aunque de forma no mecánica, las distintas posiciones
    discursivas son más o menos permeables a cada uno de los
    nueve modelos de atención educativa a la diversidad
    recogidos en el Cuadro I. Por ejemplo, quienes mantienen que el
    alumnado diverso es un problema irresoluble e, incluso, un
    peligro (a la unidad, homogeneidad, etc.) remiten al modelo de
    atención educativa segregacionista
    . Quienes lo
    categorizan como problema evidente son más permeables a
    los modelos de atención educativa compensatoria
    (déficit del propio alumnado) o asimilacionista (el
    problema está en la familia).
    En cambio, la posición que considera que "todos los
    alumnos son iguales" se sitúan en una posición
    más ambigua, que puede acercarse tanto al modelo
    asimilacionista como al de educar para la
    tolerancia
    . El último de los discursos analizados
    está abierto a las restantes modelos expuestos (fomento de
    la autoestima de las minorías, educación bicltural,
    pluralismo, interculturalismo), aunque con escasa claridad acerca
    de las implicaciones de cada uno de ellos. En cambio, no parece
    haber demasiado espacio para propuestas como la de la
    educación antirracista, que implica trascender el
    marco escolar, implicando la estrategia educativa con procesos de
    transformación social.

     

    6.
    Conclusiones

    Recapitulemos los principales argumentos expuestos en
    esta presentación. En primer lugar hemos afirmado que la
    "diversidad" es una característica estructural de las
    sociedades modernas, y que este factor de heterogeneidad tiende a
    ampliarse en las sociedades contemporáneas. Por ello no
    debiera ser considerado como fenómeno menor o coyuntural,
    ni abordarse como si su único referente fueran las
    migraciones trasnacionales.

    En segundo lugar, afirmamos que el abordaje de la
    diversidad requiere un análisis y pronunciamientos
    explícitos, a la hora de fundamentar proyectos sociales,
    en la esfera educativa pero también en la de los modelos
    de organización
    sociopolíticos.

    En tercer lugar mostramos las dificultades seculares del
    sistema escolar para tratar adecuadamente la diversidad
    sociocultural, para –en cuarto lugar- presentar un abanico
    de posibles estrategias educativas al respecto. Nuestro objetivo
    era, en el marco así definido, evaluar cuáles son
    las líneas de acción
    y reflexión dominantes en el ámbito institucional y
    entre el profesorado de la enseñanza no
    universitaria.

    Mal que pese a la proliferación de planteamientos
    "políticamente correctos" y al desarrollo de algunas
    loables iniciativas aisladas, el panorama detectado en la escuela
    no varía demasiado del que existe en el conjunto de la
    sociedad: ésta es una cuestión que
    prácticamente no se ha planteado y sobre la que faltan
    debates explícitos e informados. Por parte de las
    administraciones educativas no acaba de definirse una estrategia
    clara (pues conviven pautas asimiladoras, con otras de respecto a
    la diversidad y otras directamente segregadoras) ni se
    desarrollan recursos adecuados para impulsar una política
    específica (la que fuere) de "atención a la
    diversidad". Por parte del profesorado, huérfano de
    orientaciones claras y de instrumentos adecuados, predominan la
    inercia profesional y los discursos basados en valores e
    ideologías que no suelen pasar por el tamiz de la
    formación y la información.

    En definitiva, el panorama muestra escasa
    definición en el plano estratégico y predominio de
    los valores y actitudes espontáneos del profesorado. En
    ese sentido, nos encontramos con posiciones que abarcan desde el
    racismo y el
    rechazo abierto a los "diferentes" hasta cierta
    reivindicación de su aportación a una
    renovación de la escuela, pasando por diversos grados de
    agobio ante la "nueva carga" que cae sobre el
    profesorado.

    Parece urgente la necesidad de impulsar un debate
    alrededor de las diversas estrategias a tomar, pero
    dotándolo de contenidos (aportando información,
    formación, materiales, experiencias, etc.), con el fin de
    evitar las fáciles polarizaciones entre "xenófobos
    vs.

    aperturistas", "racistas vs. antirracistas", etc., en
    los términos banales en que estas cuestiones aparecen
    episódicamente en la agenda pública.

    En todo caso, consideramos que la relativa
    proliferación de discursos (entre los que podemos incluir
    cursos de formación o publicaciones como la presente)
    respecto a la "atención a la diversidad" se vienen
    moviendo en una esfera relativamente ajena a la realidad
    cotidiana de las aulas. Se trata, pues, de plantear la necesidad
    de un debate serio, dentro y fuera de la escuela, respecto a lo
    que queremos que sea nuestra sociedad. En la práctica
    será cada vez más multicultural, ¿pero
    tendremos todos la misma legitimidad para ser y reconocernos
    plenamente como ciudadanos?

     

    Bibliografía

    COLECTIVO IOÉ (1997), La diversidad cultural y
    la escuela. Discurso sobre atención a la diversidad con
    referencia especial a las minorías étnicas de
    origen extranjero,
    CIDE, Madrid (no
    publicado).

    DE LUCAS MARTÍN, J. (2004): "Multiculturalismo,
    un debate falsificado", en Aula Intercultural, FETE-UGT
    (www.aulaintercultural.org) ___ (2001):
    "Multiculturalismo: política, no metafísica", en EL PAÍS, 18 de
    junio, 2004.

    GALLISOT, R. (1985): Misère de
    l’Antiracisme
    , l’Arcantère, Paris.GIROUX, A., y
    FLECHA, R. (1994): Igualdad educativa y diferencia
    cultural
    , El Roure Editorial, Barcelona.

    HERNÁNDEZ DOBÓN, F. (2004): "La
    ‘extranjerización’ del alumnado de familia
    inmigrante en el sistema educativo, según la ley de
    Calidad", en
    Migraciones Nº 15, pág. 261-279.

    MERINO FERNÁDEZ, J. Y MUÑOZ SEDANO, A.
    (1998): "Ejes de debate y propuesta de acción para una
    pedagogía intercultural", en Revista
    Iberoamericana de Educación,
    Nº 17, pág
    207-247.

    PALIDDA, S. (1993): "Por el reconocimiento universal de
    la libertad de
    identificación colectiva como un continuum entre
    ciudadanía y cosmopolitismo", en Revista de
    Educación
    , Nº 302, pág. 33-59.

    SAN ROMÁN, T. (1996): Los muros de la
    separación
    , Tecnos/UAB, Barcelona.

    SUBDIRECCIÓ GENERAL D’ORDENACIÓ
    CURRICULAR (1996): Educació intercultural,
    Departament d’Enseyament, Barcelona.

     

    Notas

    1. E-mail: ioe[arroba]colectivoioe.org 2. DE LUCAS
    MARTÍN, J. (2004): "Multiculturalismo, un debate
    falsificado", en Aula Inercultural, FETEUGT
    (www.aulainercultural.org) y (2001):
    "Multiculuralismo: política, no metafísica", en EL
    PAÍS, 18 de junio.

    3. Aunque nos resulta más o menos admisible
    descalificar "al Islam", en su conjunto, por prácticas
    como la ablación del clítoris (practicado en
    algunas sociedades africanas) o determinada indumentaria femenina
    (desde el pañuelo hasta el chador, percibidos como
    sinónimos de opresión de las mujeres),
    probablemente nos resultarían abusivas generalizaciones de
    este tenor: la "cultura católica" propende al terrorismo (el
    IRA en Irlanda), a la intolerancia (desde la Inquisición
    medieval hasta el nacionalcatolicismo franquista) y al machismo
    (exclusión de las mujeres de la jerarquía
    religiosa); o bien que "los españoles" se caracterizan por
    su crueldad hacia los animales (toros)
    y las mujeres (violencia de
    género). Todos los elementos señalados son, o han
    sido, hechos constatados; sin embargo, lo cuestionable es la
    pretensión de erigirlos en símbolos típicos que representan las
    "esencias" de un grupo social.

    4. Esta etiqueta sería una nueva forma de
    justificar prácticas de segmentación del alumnado, reemplazando a
    las que se utilizaron anteriormente, fueran de carácter
    psicológico (coeficiente intelectual) o sociológico
    (alumnos de clases populares); ahora se recurriría a
    argumentos antropológicos (identidades culturales) para
    conseguir efectos similares.

    5. MERINO FERNÁNDEZ, J. y MUÑOZ SEDANO,
    A., "Ejes de debate y propuesta de acción para una
    pedagogía intercultural" en Revista Iberoamericana de
    Educación
    , Nº 17, 1998.

    6. Ver COLECTIVO IOÉ (1997), La diversidad
    cultural y la escuela. Discurso sobre atención a la
    diversidad con referencia especial a las minorías
    étnicas de origen extranjero
    y (2004):
    Representaciones de género en la educación del
    alumnado inmigrante
    , en curso de realización,
    promovida por el CIDE y el Instituto de la Mujer.

    7. En este apartado seguimos el análisis de la
    LOCE realizado en Hernández Dobón, F., "La
    ‘extranjerización’ del alumnado de familia
    inmigrante en el sistema educativo, según la ley de
    Calidad", en Migraciones Nº 15, 2004, p.
    261-279.

    8. Algunas declaraciones de responsables educativos de
    la Comunidad de Madrid, a finales del curso 2003- 2004, reflejan
    este pensamiento:
    al parecer, el que viene en patera no necesita aprender historia de las ideas; o el
    niño gitano no quiere aprender matemáticas, sino marcharse en la
    "fregoneta" a trabajar con su padre.

    9. Ver SUBDIRECCIÓ GENERAL
    D’ORDENACIÓ CURRICULAR (1996).

    10. La "nación"
    no es una realidad esencial sino un proyecto
    histórico-político que generalmente ha sido
    construido desde el poder político, para ello se construye
    una "etnicidad ficticia" (la identidad del "pueblo" como si
    tuviera una base étnica homogénea) que pasa por la
    imposición de una lengua común y por la
    inculcación de ciertos valores básicos. Ver
    GALLISOT, R. (1985).

    11. PALIDDA, S. (1993).

    12. Ver FLECHA, R., "El discurso sobre la
    educación de las perspectivas postmoderna y crítica", en GIROUX, A., y FLECHA, R.,
    (1994).

     

    Walter Actis.

    Colectivo Ioe. Equipo de investigación
    sociológica ubicado en Madrid y compuesto por Carlos
    Pereda, Walter Actis y Miguel Ángel de
    Prada.
    URL: http://www.nodo50.org/ioe/

     

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