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La Escuela Pública: entre la Hegemonía y la Educación Popular




Enviado por Gustavo Racovschik



    1. El proceso de la
      Hegemonía
    2. Estado y Sociedad
      Civil
    3. Hegemonía, Estado y
      Educación
    4. La Educación Popular y la
      Escuela Pública
    5. Cruzando Límites. Apostando
      al desafío
    6. Notas – Bibliografía
      utilizada

    I.
    Introducción

    El presente trabajo tiene
    como objetivo
    situar a la Escuela pública entre, por una lado, el
    proceso de hegemonía que se manifiesta al interior
    de las aulas; y, por otro lado, la Educación
    Popular
    , ésta vista justamente como una resistencia a
    ésta hegemonía, es decir, como una educación liberadora,
    contrahegemónica.

    Lo que éste trabajo desarrollará a lo
    largo de cinco apartados es la posibilidad -necesaria por cierto-
    de asumir una práctica político-pedagógica
    dentro de la escuela,
    revalorizando su carácter de pública y
    popular.

    Como mencioné anteriormente, el trabajo
    está dividido en cinco apartados: el primero,
    desarrollará la noción gramsciana de
    hegemonía, sus funciones en la
    sociedad y la
    constitución del sentido común y el
    "núcleo del buen sentido" en las clases subalternas; en el
    segundo, se analizaré el rol del Estado y de la
    Sociedad
    Civil, en este punto, también trabajaré con las
    nociones gramscianas de Estado Ampliado y Sociedad Civil,
    haciendo una diferenciación en esta última de la
    noción difundida por algunos teóricos neoliberales;
    en el tercero, situaré a la escuela pública
    dentro de la Sociedad Civil y su función
    como aparato de hegemonía; en el cuarto,
    plantearé la posibilidad de que la Educación
    Popular, de inspiración Freireana, se pueda llevar a la
    práctica dentro de la escuela pública vista
    ésta como una contrahegemonía; y por último,
    en el quinto apartado, los límites y
    desafíos que se le pueden plantear a los educadores que
    quieran emprender la tarea de educadores populares.

    Espero que este trabajo sirva para seguir generando
    reflexiones y debates en torno a esta
    temática, que de cara a la construcción de un nuevo modelo
    educativo, hará falta.

    II.
    El proceso de la
    Hegemonía

    Es preciso señalar que la hegemonía, en la
    concepción gramsciana del término, no es igual a
    dominio, entendiendo a éste último como "la
    coerción directa o efectiva, que se expresa en forma
    política y
    en tiempos de crisis".
    (1) Para Gramsci, la hegemonía que ejerce la
    clase
    dominante no sólo se hace través de la
    coerción, sino además, a través del
    consenso, logrando imponer su visión del mundo, una
    filosofía, costumbres, un sentido común que
    favorecen el reconocimiento de su dominación por las
    clases dominadas.

    "La hegemonía no es igual a la
    ideología, no se reduce la conciencia a las
    formaciones de la clase dominante, sino que comprende las
    relaciones de dominación y subordinación,
    según sus configuraciones asumidas como conciencia
    práctica
    , como una saturación efectiva del
    proceso de la vida en su totalidad (…) la hegemonía
    constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en
    relación con la totalidad de la vida. Nuestros sentidos y
    dosis de energía, las percepciones definidas que tenemos
    de nosotros mismos y de nuestro mundo. Es un vívido
    sistema de
    significados y valores que en
    la medida en que son experimentados como prácticas parecen
    confirmarse recíprocamente. Es un sentido de la realidad
    para la mayoría de las gentes de la sociedad
    (…)".
    (2)

    Esta clara definición de Raymond Williams me
    pareció más que apropiada para exponer una clara
    definición de los constituyentes del proceso de
    hegemonía, el cual, en Gramsci, aparecerá definido
    también como "la dirección moral e
    intelectual de la clase dominante" o como "consenso +
    coerción".

    Sintetizando, podemos decir entonces, que la
    hegemonía actúa "saturando" nuestra misma
    conciencia, de modo que el mundo que vemos, con el que
    interactuamos y las interpretaciones que de él hacemos, es
    el "único mundo"; la hegemonía es un conjunto
    organizado de significados y prácticas, valores y acciones que
    son vividas. En este sentido, la cultura cumple una
    función social indispensable para el mantenimiento
    y reproducción del sistema
    hegemónico.

    Los grupos dominantes
    ejercen la función de dirección cultural de
    trasmisión ideológica a través de un
    conjunto de organizaciones o
    aparatos de hegemonía.

    La hegemonía cumple en las distintas sociedades dos
    funciones fundamentales:

    1. Su función como proceso social: tiene
      la función de reproducción y consolidación
      del consenso activo de las masas; ajustando y adaptando el
      discurso
      hegemónico y las prácticas correspondientes a las
      necesidades del mantenimiento y desarrollo
      del sistema en las distintas esferas (política,
      económica e ideológica) y que éste
      discurso debe ser actualizado en la medida que haya que
      enfrentar resistencias
      o contrahegemonías.
    2. De esta manera, la hegemonía actuará
      como constituyente de subjetividades, al internalizar
      valores, normas,
      actitudes,
      representaciones del mundo, etc. a través de sus
      aparatos de hegemonía, como por ejemplo, la escuela, que
      actuarán en la
      organización cotidiana de ciertas prácticas
      de dominación que a su vez generan hábitos,
      disposiciones, esquemas de percepción y comprensión del
      mundo.

    La hegemonía que ejerce la clase dominante, su
    concepción de mundo, debe difundirse en toda la sociedad,
    constituyendo nuevas subjetividades, pero éstas no
    serán homogéneas, no será la misma
    concepción de mundo la que elaboren las clases dirigentes
    (mucho más elaborada), a la que Gramsci llamará
    Filosofía, que la concepción de mundo que
    elaborarán las clases subalternas (disgregada y
    fragmentada), que Gramsci llamará Sentido
    Común
    .

    Éste como "la concepción más
    difundida de la vida y la moral" es
    una unidad mas o menos contradictoria en constante movimiento y
    que se transforma continuamente.

    Mientras que en la filosofía predominan "los
    caracteres de la elaboración individual del pensamiento",
    en el sentido común se trata esencialmente de los
    "caracteres difusos y dispersos de un pensamiento genérico
    de cierta época y de cierto ambiente
    popular". El sentido común aparece como una amalgama de
    diversas ideologías tradicionales y de la ideología de la clase dirigente: el buen
    sentido.

    Para las clases subalternas, su experiencia de vida
    (explotación, discriminación, etc.) constituirán
    el Núcleo del Buen Sentido que tiene que ver con
    esta identidad de clase que establece los límites o
    la separación con las otras clases y una
    identificación dentro de las mismas clases
    subalternas.

    Para cerrar este apartado, cabe destacar la
    función que Gramsci le asigna a los intelectuales,
    que actúan "como funcionarios de la superestructura, y
    que cimentan la unidad de la estructura y
    la superestructura, constituyendo un bloque
    histórico
    determinado, mediante la elaboración
    y difusión de la ideología de la clase dominante
    dando lugar a su hegemonía (…) la educación
    desempeña una función esencial en la
    formación de los intelectuales,
    tanto del bloque emergente como en el bloque
    dominante".
    (3)

    III.
    Estado y Sociedad Civil

    En este segundo apartado analizaré el rol del
    Estado (sin ahondar demasiado en los extensos debates que
    se generaron en la corriente marxista sobre este tema) y la
    Sociedad Civil, también mencionaré
    brevemente la concepción neoliberal sobre la
    relación Estado- sociedad civil. Asimismo, prestaré
    especial atención a la noción gramsciana de
    Estado Ampliado.

    Considerando el planteo de N. Poulantzas, que sostiene
    que "el Estado presenta como si fueran universales los
    intereses particulares de una clase. Es decir, legitima la
    dominación, la justifica, logra hacer aparecer como
    condición de igualdad
    ciudadana lo que es diferenciación económica y
    social".
    (4) Es decir, según este planteo, la
    función estatal "edulcora" la dominación de clase,
    presentándola como fruto de la voluntad colectiva, ejemplo
    de ello pueden ser las garantías jurídicas.
    El Estado para
    sostener la dominación de clase y a la vez disimularla,
    tiene que ejercer alguna representación real de los
    intereses de las clases subalternas. Entonces, el Estado media la
    dominación que una clase realiza sobre las otras a los
    fines de legitimarla y hacerla socialmente tolerable.

    Es el Estado que aparece como el lugar privilegiado
    donde se establecen las pujas y se materializan las correlaciones
    de fuerzas, en donde una clase aparecerá como la clase
    hegemónica sobre las otras clases en el poder y sobre
    las clases subalternas, impregnando a todas ellas de su
    "visión de mundo". Gramsci destacaba como un logro
    histórico de la burguesía el haber podido imponer,
    a través del Estado, una "voluntad de conformismo" en las
    masas, basada en la función que aquella le cabe como clase
    respecto al conjunto de la sociedad, y a la percepción que
    ella tiene de sí misma.

    Es importante tener en cuenta, para el posterior
    desarrollo de este trabajo, que parto desde
    una postura gramsciana de superestructura,
    entendiendo a esta como "Sociedad Política= Aparatos de
    estado
    (milicia, jueces, parlamento, policía, etc.),
    con la función de ejercer la coerción +
    Sociedad Civil = dirección intelectual y moral de un
    sistema social
    , es decir, los aparatos de
    hegemonía
    (escuelas, iglesia,
    partidos
    políticos, medios de
    comunicación, etc.), con la función de ejercer
    el consenso y distribución de la hegemonía de la
    clase dominante.

    Desde la postura neoliberal, se suele oponer la
    sociedad civil al Estado como si la sociedad civil representara
    lo puro y lo bueno y lo político/estatal como malo y
    rechazable. De ahí que en el espacio de la sociedad civil
    aparecerán las instituciones
    como las ONG´s (Organizaciones No Gubernamentales),
    éstas representan a un sector particular de la
    sociedad y no a su conjunto. Habiéndose instalado en los
    años ´90 este discurso, se produjo un corrimiento de
    la participación de la sociedad civil de los sindicatos y
    partidos políticos hacia las ONG´s.

    Pero volviendo a Gramsci, la sociedad civil hace
    referencia al "conjunto de los organismos vulgarmente llamados
    privados y que corresponden a la función de
    hegemonía que el grupo
    dominante ejerce en toda la sociedad", es decir, es en la
    sociedad civil, y más precisamente, en sus aparatos de
    hegemonía, en donde se construye y se difunde la
    hegemonía.

    Y aquí conviene utilizar la noción
    gramsciana de Estado Ampliado, entendiendo a este como
    "aparato administrativo estatal+instituciones de la sociedad
    civil
    ". El Estado, entendido en el sentido restringido de
    aparato Estatal, influye sobre la sociedad civil para allí
    legitimarse y establecerse. La función hegemónica
    que ejerce la clase dirigente en la sociedad civil es por lo que
    el Estado encuentra el fundamento de su representación
    como universal y por encima de las clases
    sociales. Y es así que el Estado ampliado articula el
    consenso necesario a través de organizaciones culturales,
    sociales, políticas
    y sindicales que, en el seno de la sociedad civil, se dejan
    libradas a la iniciativa privada de la clase dominante, y en las
    que se integran las clases subalternas.

    Pero esta sociedad civil no es un lugar "incontaminado"
    o "míticamente bueno", sino que es un territorio de
    lucha
    , dado que la hegemonía nunca se acepta de forma
    pasiva, está sujeta a lucha, a la confrontación.
    Por eso quien la ejerce debe todo el tiempo
    renovarla, recrearla, defenderla y modificarla, intentando
    neutralizar a su adversario, incorporando sus reclamos pero
    desgajados de toda su peligrosidad. Es decir, la hegemonía
    no es un sistema formal cerrado, sus articulaciones
    son elásticas y dejan la posibilidad de operar sobre
    él desde otro lado, desde la crítica, desde la construcción de
    alternativas contrahegemónicas.

    La existencia misma de las contradicciones que se
    plantean en el seno de la superestructura (sociedad
    civil+sociedad política), supone la posibilidad de generar
    una síntesis
    superadora que las resuelva. Gramsci pondrá el acento en
    la necesidad, para las clases subalternas, de librar una batalla
    ideológica, "intelectual y moral", en el seno de la
    Sociedad/Estado.

    IV.
    Hegemonía, Estado y Educación

    Ya hemos visto que existe la posibilidad de que en el
    seno de la sociedad civil, lugar en donde se construye y edifica
    la hegemonía, hay espacio para la creación de
    resistencias, de contrahegemonías.

    Retomando la concepción de Estado ampliado, es
    decir, "aparato administrativo estatal + instituciones de la
    sociedad civil", en donde se encuentra la escuela, y
    teniendo en cuenta, que la clase hegemónica para asegurar
    su dominación ejerce la función de dirección
    cultural de trasmisión ideológica a través
    de las instituciones de la sociedad civil, podemos inferir
    entonces que la escuela, como aparato de hegemonía, es
    un territorio de lucha y confrontación.

    La hegemonía en la escuela actuará como
    constituyente de subjetividades, o sea, cuanto más penetre
    el discurso hegemónico el sentido común de los
    sujetos que asisten a la escuela, cuanto más sature sus
    visiones del mundo, de la moral y de la vida, más se
    incrementará el poder de las clases dominantes. A su vez,
    al producir esta "saturación" generará un consenso
    en las clases subalternas, indispensable también par el
    mantenimiento y reproducción del sistema. Gramsci cita de
    esta manera la función de la escuela: "el sistema
    escolar es-como las demás organizaciones culturales que
    actúan en la sociedad civil- uno de los factores de
    hegemonía de una clase social. Y es lógico que
    así sea, pues la supremacía de una clase social no
    es solo dominación -como hegemonía- sino
    también dirección cultural y
    moral".
    (5)

    Entonces, teniendo en cuenta que la escuela funciona
    como aparato de hegemonía y que éstas son sedes de
    conflictos y
    contradicciones, propias del sistema capitalista, es posible que
    dentro del aparato escolar se generen resistencias y
    alternativas
    , es decir, hay espacio y posibilidad para que la
    acción
    humana genere una práctica educativa
    contrahegemónica
    .

    De esta manera, el espacio escolar aparece como
    uno de los espacios en donde existe la posibilidad de
    crear una resistencia. Pero este espacio, sin ser el
    único, es quizás el privilegiado. Si tomamos el
    espacio de la escuela pública como el ámbito
    en donde asisten las clases populares, el "pueblo"(6), y
    es justamente la red pública de
    educación la que asegura la universalidad, debemos
    entonces afirmar que será el espacio de la escuela
    pública el ámbito primordial para asumir una
    práctica educativa alternativa o
    contrahegemónica
    que contenga un compromiso social con
    las clases subalternas.

    Cabe resaltar, que en la actual escuela pública,
    no solo asisten niños y
    niñas de hogares pobres, sino que también los
    niños y niñas de hogares de clase media asisten
    allí. Esto significa, que no se debe ignorar a las
    clases medias para un proyecto de
    educación alternativa.

    Ahora bien, cómo deberá ser esta
    educación alternativa?, ¿Cuál será la
    tarea de los educadores que decidan "nadar contra la corriente"?
    ¿Y la de los educandos? Éstas preguntas las
    desarrollaré con más detenimiento en el
    próximo apartado, sin embargo, podemos anticipar que la
    escuela alternativa, contrahegemónica, no deberá
    apuntar a la formación de ciudadanos-funcionarios
    (7)
    sino formar ciudadanos libres que cuestionen el estado de
    cosas existente y orienten su conducta
    política hacia la construcción de la "sociedad
    regulada" (el socialismo).

    La educación alternativa contrahegemónica,
    que en adelante llamaré educación popular,
    deberá cobrar nuevos significados y nuevas
    prácticas que se constituyan como una opción
    político-pedagógica de marcado carácter
    contrahegemónico, ésta educación
    deberá asumir la disputa por:

    • los arbitrarios culturales en los que se inscriben
      los contenidos escolares;
    • la explicitación del proyecto político
      en el que se inscriben los fines educativos;
    • el develamiento de las relaciones de poder que se
      condensan en el vínculo
      político-pedagógico

    V. La
    Educación Popular y la Escuela
    Pública

    En el apartado anterior había anticipado que a la
    práctica educativa de carácter
    contrahegemónico la llamaría educación
    popular, ahora, y antes de desarrollar mas en detalle el
    porqué de la educación popular como
    contrahegemonía, quiero hacer una distinción entre
    dos concepciones existentes en lo que se refiere a la
    educación popular, sobre todo en nuestro
    país.

    Por un lado, tenemos la visión liberal, o
    como sostienen varios autores de matriz sarmientina, que
    definía a la educación popular como la
    "educación para el pueblo", la educación "que
    traería ilustración al pueblo", la educación
    que "civilizaría a la barbarie".

    En virtud de esta finalidad política más
    amplia, la educación popular era asimilada a la
    acción de un Estado que se proponía incluir dentro
    del sistema
    educativo a toda la población educable –para la
    visón xenófoba de Sarmiento, quedaban excluidos los
    gauchos y los
    indígenas- razón por la cual se imponía que
    sus atributos fueran la gratuidad, el laicismo, el
    carácter común y la obligatoriedad. Es decir, desde
    esta visión, la educación popular era vista como
    una acción estatal de inclusión y a la vez
    constitución de un sujeto político (el
    ciudadano).

    Por otro lado, tenemos la visión
    crítica o de raíz marxista
    , a la cual adscribo,
    que encuentra entre sus máximos referentes en Paulo
    Freire
    .

    A lo largo de los años, Freire caracterizó
    a esta educación contrahegemónica de distintas
    maneras: pedagogía del oprimido, educación
    liberadora, educación dialógica, etc., pero el
    concepto con
    que más se conoce a la propuesta educativa de Freire es la
    de educación popular, entendiendo a esta como el
    esfuerzo en el sentido de la movilización y la organización de las clases populares con
    vistas a la creación de un poder popular (…) lo que
    marca, lo que
    define a la educación popular no es la edad de los
    educandos sino la opción política, la
    práctica política
    , entendida y asumida en la
    práctica educativa, ya que la educación, cualquiera
    que sea la sociedad en que se de, refleja los niveles de la lucha
    de clases en esa sociedad. No existe la educación neutra,
    apolítica, no comprometida".
    (8)

    De esta manera, podemos observar claramente la
    distinción que existe entre las dos concepciones de
    educación popular; la primera claramente de raíz
    liberal-positivista, que niega la acción de los
    sujetos, que pretende ser neutral, apolítica, de
    carácter verticalista y antidialógica, que no tiene
    en cuenta el saber popular.

    La segunda opción, claramente antagónica a
    la primera, con raíces en el marxismo, que
    promueve la acción de los sujetos aplicando el
    método dialéctico, es decir, "observar la
    realidad, analizar esa realidad y después transformar esa
    realidad", una educación profundamente política y
    comprometida con los intereses del pueblo, de carácter
    pluralista y dialógico, y que parte del saber
    popular
    (fragmentado, espontáneo, parcial), para
    llegar a un saber elaborado (sistematizado, universal,
    científico) como punto de llegada; esta
    educación no sería la imposición de un
    arbitrario cultural (9) sobre otro, sino el reconocimiento
    de la superioridad de un conocimiento
    sobre otro de distinta naturaleza y
    menor jerarquía. Siendo entonces, diametralmente opuesta a
    la educación que hoy impera en nuestras aulas, ya que se
    opone a los intereses dominantes y al mantenimiento del status
    quo, y que además, se plantea como una praxis
    político-pedagógica de marcado carácter
    contrahegemónico al oponerse a los arbitrarios culturales
    y relaciones de poder que subyacen en la escuela; ahora el mayor
    desafío en como llevar a la práctica un proceso de
    educación popular en la escuela pública.

    La educación popular que propone Paulo Freire
    debe tener en cuenta "la presencia de las clases populares
    como un sine qua non para la práctica realmente
    democrática de la escuela pública
    progresista"
    (10) Una educación realmente
    liberadora debe respetar a los educandos cualquiera que sea su
    posición de clase (…) Trabajar incansablemente por la
    buena calidad de la
    enseñanza (…) por mejorar los
    índices de desaprobación mediante un riguroso
    trabajo docente y no con flojera asistencialista (…) tener en
    cuenta a los padres, a la comunidad y a los
    movimientos populares en la escuela, la escuela pública
    popular debe aproximarse a esas fuerzas y aprender con ellas para
    poder enseñarles también, es decir, la escuela debe
    ser un centro abierto a la comunidad, no un espacio cerrado (…)
    (La educación popular) debe superar los prejuicios de
    clase, raza, sexo y
    radicalizarse en la defensa de la sustantividad
    democrática, esta educación no puede estar inmune a
    lo que ocurre en las calles del mundo"
    (11)

    Para esto, se hace imprescindible, como agrega Freire,
    que la tarea de los educadores progresistas sea desocultar,
    develar verdades, jamás mentir. Les toca a ellos realizar
    lo que es posible hoy, para que mañana se concrete lo que
    hoy es imposible. Es estimular la presencia organizada de las
    clases populares en la lucha a favor de la transformación
    democrática de la sociedad"
    (12) También
    Antonio
    Gramsci hace un significativo aporte (en sintonía con
    la propuesta de Freire) con respecto a la tarea del educador
    progresista y revolucionario: el verdadero maestro, el
    educador, es aquel que representando la conciencia crítica
    de la sociedad, y teniendo en cuenta el tipo de hombre
    colectivo que se encuentra representado en la escuela, asume el
    papel de moderador entre la sociedad en general y la sociedad
    infantil en desarrollo. El verdadero educador debe secundar y
    estimular el proceso evolutivo a través de la
    búsqueda de un equilibrio
    dinámico y dialéctico entre imposición
    social e iniciativa autónoma del individuo"
    (13)

    Podemos concluir entonces afirmando que la escuela, como
    aparato de hegemonía, es un territorio de lucha y
    confrontación política, es un espacio en permanente
    tensión y en donde la posibilidad de encarar una praxis
    transformadora. Dentro de la escuela pública es posible
    concebir otra educación, que realmente tenga en cuenta los
    intereses del pueblo de cara a su liberación, que sea
    realmente democrática e inclusiva.

    Como afirma Freire no se debe rechazar el espacio de
    la escuela pública, esperando el triunfo revolucionario
    para convertirla en un espacio a favor de las clases populares,
    sino integrar esta lucha al proceso mismo de organización
    y movilización popular para la toma del poder. Un poder
    que requiere ser reinventado, reinventando la producción, la cultura,
    el lenguaje,
    la apropiación de la teoría
    por parte de las masas populares partiendo del saber popular, no
    para reproducirlos, sino para
    superarlos"
    (14)

    VI.
    Cruzando Límites. Apostando al
    desafío

    Como queda explicitado en los dos últimos
    apartados, la escuela pública aparece como el espacio
    privilegiado para concretar un proyecto de educación
    popular, pero para esto, se hace imprescindible que sea el
    pueblo el que colme las aulas de esta escuela popular, por
    lo que la escuela pública debe dejar de ser
    expulsiva, justamente de los sectores
    populares.

    Un segunda factor imprescindible es que esta
    educación sea de calidad, entendiendo este concepto como
    "la búsqueda de una educación seria, rigurosa,
    democrática, en nada discriminatoria ni de los renegados
    ni de los favorecidos. Una educación reveladora de las
    tramas sociales e históricas"
    (15) De ahí
    que la lucha por la educación pública y
    popular
    debe ser una bandera de los sectores progresistas.
    Como sostiene Tamarit "solo puede ser popular la escuela que
    contribuye a constituir al pueblo en una fuerza social
    efectiva".

    Esta claro que la educación popular, entendida
    como una praxis político-pedagógica de
    carácter contrahegemónico, estará sometida a
    numerosas resistencias por quienes detentan el poder,
    estará sometida a límites, como ser
    límites de carácter económicos,
    políticos, culturales, sociales, epistemológicos,
    etc., pero serán límites que deberán
    cruzarse, adversidades con las cuales debemos luchar.

    Será deber del educador progresista trazar el
    perfil del espacio social donde actúa, que intente
    reconocer quienes son sus enemigos y cuales son sus aliados (…)
    trabajando al interior de la escuela burguesa, en la lucha por la
    transformación de esa escuela y de la sociedad (…) para
    el educador progresista, el sentimiento de amor
    pasará a ser una exigencia en la práctica, sin el
    cual no será posible emprender con firmeza su praxis
    político-pedagógica. A él se le exige el
    sentimiento de quien se dedica a una causa
    político-pedagógica, condición esencial de
    la
    comunicación, el diálogo
    entre él y las masas populares"
    (16)

    No hace falta ser muy "crítico" para darse cuenta
    que la actualidad de nuestra educación es funcional a los
    objetivos de
    quienes hoy detentan el poder. Basta observar la realidad para
    reconocer, no sin tristeza, que dichos objetivos se han logrado
    con creces, así nos lo indica la infelicidad a la que
    sistemáticamente es sometido nuestro pueblo.

    Quienes asuman la tarea de llevar adelante un nuevo
    proyecto de país y un nuevo proyecto de educación,
    debemos comprometernos por y con los oprimidos a develar la
    realidad, para juntos, transformarla. La educación popular
    por sí sola no implica la supresión de la
    opresión, pero su importancia radica en su
    condición de herramienta mediante la cual, en una
    verdadera solidaridad y
    compromiso con las clases populares, lleguemos a constituirnos
    como sujetos, actores y protagonistas de la historia, para emprender
    juntos la construcción de una nueva sociedad, de hombres y
    mujeres nuevas, por que como sostenía Paulo Freire es
    necesario que las mayorías trabajen, coman, duerman bajo
    un techo, tengan salud y se eduquen. Es
    necesario que las mayorías tengan derecho a la esperanza
    para que, operando en el presente, tengan futuro"

    Notas:

    1. Raymond Williams, "Marxismo y Literatura"
    2. Idem.
    3. Antonio Gramsci, "Los intelectuales y la
      organización de la cultura"
    4. Nicos Poulantzas, "Estado, Poder y
      Socialismo"
    5. Antonio Gramsci, "Los Intelectuales y la
      organización de la cultura"
    6. "Desde la perspectiva crítica, el pueblo
      aparecería por una línea inferior a la clase
      media; sin embargo, hay que definir en cada momento
      histórico lo que se denominaría el sujeto del
      pueblo (…) Hoy se pueblo incluiría a las clases
      medias", José Tamarit, "El dilema de la educación
      popular"
    7. "…todo ciudadano es funcionario si adhiere al
      programa
      estatal; es decir, si su conducta contribuye a mantener y
      consolidar los intereses fundamentales de la clase dominante",
      A. Gramsci (citado en H. Portelli, "Gramsci y el Bloque
      Histórico")
    8. Citado en R.M. Torres"Un encuentro con Paulo
      Freire"
    9. "La acción pedagógica (AP) implica
      una violencia
      simbólica. Esta impone e inculca los valores
      de la clase dominante y lleva a la dominación a la clase
      dominante. La selección de significados que define
      objetivamente la cultura de un grupo o de una clase como
      sistema simbólico es arbitraria (…) Esta
      arbitrariedad es aquella que se expresa mas completamente, casi
      siempre de forma mediata, de los intereses objetivos de la
      clase dominante (…) En una formación social
      determinada, la arbitrariedad cultural que las
      relaciones de fuerza entre las clases o los grupos
      constitutivos de esta formación social colocan en
      posición dominante en el sistema de arbitrariedades
      culturales es aquella que expresa más completamente", P.
      Bourdieu-J.C Passeron, "La Reproducción"
    10. Paulo Freire, "Escuela Pública y
      Educación Popular"
    11. Idem.
    12. Idem.
    13. Antonio Gramsci, "Los intelectuales y la
      organización de la cultura"
    14. Citado en R.M. Torres "Un encuentro con Paulo
      Freire"
    15. Paulo Freire, "Educación y
      Calidad"
    16. A.M. Do Vale, "Educación Popular en la
      Escuela Pública"

    Bibliografía utilizada:

    Apple, M.: "Sobre el análisis de la hegemonía"

    Do Vale, A.M.: "Educación popular en la
    escuela pública"

    Fernández Enguita, M.:
    "Reproducción, contradicción, estructura y
    actividad humana en la educación"

    Follari, R.: "Lo público revisitado:
    paradojas del Estado, falacias del mercado"

    Freire, P.: "Escuela pública y
    educación popular"

    Freire, P.: "Educación y
    calidad"

    Freire, P.: "Política y
    educación"

    Gramsci, A.: "Los intelectuales y la
    organización de la cultura"

    Portelli, H.: "Gramsci y le bloque
    histórico"

    Poulantzas, N.: "Estado, poder y
    socialismo"

    Tamarit, J.: "La alternativa pedagógica:
    pública y popular"

    Tamarit, J.: "El dilema de la educación
    popular: entre la utopía y la
    resignación"

    Thwaites Rey, M.: "La noción gramsciana de
    hegemonía en el convulsionado fin de siglo: Acerca de las
    bases materiales del
    consenso"

    Torres, R.M.: "Un encuentro con Paulo
    Freire"

    Vázquez, S. – Di Pietro, S.: "La
    educación popular en la escuela pública: Un
    desafío estratégico"

    Williams, R.: "Marxismo y literatura"

     

    Gustavo Racovschik *

    Diciembre 2005

    * Estudiante en Ciencias de la
    Educación en la Universidad
    Nacional de Luján

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