1. Tendencias actuales de
la política migratoria. El muro de Berlín se
traslada al Sur
La situación española
2. Lo que se juega en el
fondo
Reforzamiento de la
división Norte–Sur
La paulatina aplicación del Acta Única y
la consiguiente implantación de una política de fronteras
a nivel de la Europa
comunitaria están condicionando de forma decisiva la
posición española en materia de
inmigración. Trataremos de analizar
aquí el papel jugado por España en
ese proceso y los
efectos que se derivan a nivel internacional de la
política migratoria de la C.E.
Al referirnos a Europa tendremos en cuenta los
países del Este cuya reciente "apertura" pone en evidencia
el reduccionismo del concepto de
"Europa" cuando se utiliza como sinónimo de la C.E. o de
la Europa occidental.
1. TENDENCIAS ACTUALES DE LA
POLÍTICA MIGRATORIA
El muro de
Berlín se traslada al Sur
La tendencia de los europeos a emigrar hacia sus
antiguas colonias, iniciada hace varios siglos, llegó a su
momento culminante entre 1850 y 1930, con más de 50
millones de emigrantes entre esos años, para cambiar de
signo después, tras la segunda guerra
mundial (1). Los 5 millones de extranjeros que había
en Europa occidental en 1950 pasaron a 10,2 millones en 1970 y a
14,5 en 1980 (2). Al finalizar la década de los ochenta, y
ciñéndonos a los actuales 12 países de la
C.E., los extranjeros en situación regular rondan los 13
millones, de ellos 7,3 millones (58%) provenientes de
países no comunitarios; a estas últimas cifras hay
que añadir entre 2 y 3 millones que están en
situación irregular, casi todos provenientes de
países del Tercer Mundo, que no figuran en las estadísticas oficiales.
Entre 1973 y 1985, la crisis
económica llevó a los países del norte de
Europa occidental (Alemania
Federal, Gran Bretaña, Francia,
Suiza, Bélgica, Holanda, etc.) a una política
migratoria restrictiva y de fomento del retorno; la
inmigración de trabajadores de los años
50–60, supuestamente temporal, dio paso –mediante la
reagrupación familiar– al asentamiento estable de
familias enteras con unas tasas de natalidad mucho más
elevadas que las de la población autóctona. Esto ha
cambiado la estructura de
edad y de sexo de los
inmigrantes en estos países.
Por otro lado, los países meridionales (Grecia,
Italia,
España y Portugal), aparte los retornos y las
repatriaciones (3), han recibido en los últimos quince
años un número de de Portugal donde sólo a
lo largo de 1976 volvió de las colonias más de
medio millón de portugueses (dos tercios desde Angola);
este volumen de
repatriaciones representaba en aquel año el 6% de la
población de Portugal.
extranjeros cada vez mayor, tanto de otros países
europeos como del norte de Africa y de las
antiguas colonias. Actualmente se estima que, junto a 1,3
millones de residentes regulares y cerca de 40 mil refugiados
reconocidos como tales en esos cuatro países, hay entre
1,2 y 1,5 millones de extranjeros en situación irregular,
la mayoría de ellos provenientes del Tercer Mundo (4).
Este aumento de inmigrantes se relaciona, en primer lugar, con el
incremento de relaciones e intercambios al interior de la C.E.,
de donde proviene el 43% de los extranjeros en situación
regular; en segundo lugar, la nueva inmigración se origina
en países pobres geográficamente cercanos (Magreb,
Egipto,
Turquía y Oriente Medio) o bien en antiguas colonias
(América
Latina, Filipinas, Eritrea, Somalia, Cabo Verde, Angola,
Guinea–Bissau y Guinea Ecuatorial, Mozambique, Santo
Tomé, etc.).
Durante los años ochenta ha disminuido el
potencial migratorio de los Estados meridionales de Europa
occidental en favor de los flujos provenientes de países
del Tercer Mundo. En estos países el crecimiento del
paro y
la pobreza, y
una explosión demográfica que no se detiene,
presionan a muchos ciudadanos a la emigración;
además, múltiples conflictos
políticos, religiosos y étnicos también han
contribuido a reforzar los flujos de refugiados. Si a estos
factores añadimos la mejora técnica de los medios de
comunicación a todos los niveles, que, en principio,
permite a los ciudadanos de cualquier rincón del mundo
disponer de mejor información sobre las condiciones y
ventajas comparativas de emigrar en un momento dado, sea de forma
regular o irregular, se puede comprender que el proyecto de
"mejorar de vida" a través de la emigración, aunque
ello sea de forma relativa, se haya convertido en algo concebible
y concreto para
muchas personas del Tercer Mundo que están sumidos en la
pobreza y en
diversas formas de represión.
A las tendencias que apuntamos se añade como
novedad el cambio operado
en el Este de Europa a raiz de la "perestroika" y, en especial,
la apertura de fronteras entre el Este y el Oeste tras el
éxodo masivo de alemanes orientales a lo largo de 1989. De
momento, la actitud de
Europa occidental (o, al menos, de la República Federal
Alemana) es de recibir y acoger a los extranjeros del Este, lo
que contrasta con la política de inmigración cada
vez más restrictiva en relación a otros terceros
países, en especial del Tercer Mundo. En efecto, la
tendencia hacia la que apuntan los diversos foros donde se
está decidiendo la política europea de
inmigración (Acuerdo de Schengen, Comisión Europea,
Grupo de
Trevi, Dirección General V, etc.) es la de
homologar las condiciones de ingreso y residencia de extranjeros
en el nivel más restrictivo, es decir:
– Generalizar el "visado" a todos los visitantes
de países no comunitarios y exigir, para poder entrar
en cualquiera de los 12 países, un nivel de renta
equivalente a la media europea (lo que implica la
exclusión legal a los inmigrantes pobres).
– Condicionar los permisos de trabajo a
las necesidades de mano de obra del mercado
interior europeo y, caso de concederlos, limitar su
autorización, en principio, a un sólo lugar y
sector laboral
(excluyendo, por tanto, a los inmigrantes de la movilidad
laboral de que van a gozar los ciudadanos
comunitarios).
– Tender a la anulación de las relaciones
de privilegio con países terceros (antiguas colonias,
Estados vecinos, etc.) suprimiendo acuerdos bilaterales y
convenios específicos (se cortan de este modo, de forma
unilateral, los lazos y compromisos adquiridos por los diversos
países en base a razones históricas, culturales o
de otro orden (5).
– Garantizar la política de
inmigración mediante un control
policial y de fronteras más riguroso (documento
informatizado para todos los ciudadanos residentes en Europa,
aumento de las dotaciones y recursos
policiales en el flanco sur, repatriación de los
irregulares, etc.).
En síntesis,
la aplicación del Acta Unica en enero de 1993, que
prevé la libre circulación de ciudadanos de la
C.E., lleva aparejado el reforzamiento de las fronteras en el
flanco sur, lo que se produce en contraste con la apertura de
flujos
migratorios en el flanco noreste (República
Democrática Alemana y demás países del
Este). Todavía es pronto para conocer el alcance de un
proceso tan reciente pero todos los indicios apuntan hacia una
ampliación del espacio económico y social europeo
con los países del Este; el antiguo muro de
Berlín se traslada ahora al sur de Europa y sirve para
reforzar, como veremos, la sima cada vez más profunda
entre el Norte y el Sur de la humanidad.
Por otra parte, los requisitos de entrada y residencia
de extranjeros se hacen depender del nivel de renta y de la
utilidad
laboral de los candidatos, lo que automáticamente favorece
a los inmigrantes del Primer Mundo y discrimita a los ciudadanos
de países pobres.
España, con casi 800.000 extranjeros, de ellos el
38% en situación irregular, ocupa una posición
intermedia entre Italia (con 1,4 millones de extranjeros, el 57%
irregulares) y los casos de Grecia (258.000 inmigrantes, el 27%
irregulares) y Portugal (155.000 inmigrantes, el 39%
irregulares). Del conjunto de extranjeros presentes en
España, el 37,6% es originario de países de la
C.E., porcentaje que se eleva al 52% si consideramos sólo
los residentes regulares (fenómeno debido a que la
mayoría de los irregulares son originarios de
países del Tercer Mundo). Podemos ofrecer un cuadro
general con los datos ofrecidos
por la policía, que son los que figuran con carácter oficial en el Anuario
Estadístico de España, los datos de residentes
legales rectificados por nosotros (6) y los datos estimados de
inmigrantes en situación irregular:
En cuanto a la política de inmigración
española, la Ley de Extranjería de 1985 y el posterior
Reglamento de aplicación siguen los pasos de la
política adoptada con anterioridad en otros países
europeos, si bien manteniendo muchos matices y aspectos
particulares, así como convenios específicos de
reciprocidad con gran número de países. En este
sentido, ya hemos señalado que la C.E. tiende a
homogeneizar a la baja la política de inmigración
en los doce países por lo que España se ve empujada
a adoptar –a veces a su pesar– la estrategia
esbozada más arriba: mayor control policial en puertos y
aeropuertos (7); endurecimiento de las condiciones de entrada
(8); cancelación de acuerdos bilaterales y de
suspensión de visados (9), ampliación de las
medidas para detener y expulsar a los no documentados (10),
etc.
2. LO QUE SE JUEGA EN EL
FONDO
Las tendencias observadas en la política
migratoria dependen estrechamente de la evolución experimentada por la economía europea
durante las últimas décadas y de los ajustes que se
están introduciendo en el territorio de la C.E. a fin de
crear un espacio de influencia propio a nivel internacional, en
medio de las grandes superpotencias y en el contexto de una
marginación creciente del Tercer Mundo. Las diferencias de
renta y de régimen político a nivel internacional
originan profundos desequilibrios y conflictos cuya
repercusión es decisiva tanto para explicar la
emigración como su restricción política.
Tener en cuenta estos aspectos no sólo es importante para
comprender las tendencias migratorias sino también para
buscar alternativas realistas a los problemas
existentes.
Rentabilidad económica de los
inmigrantes
La evolución de la economía europea
después de la segunda guerra
mundial permite explicar tanto la afluencia de extranjeros
antes de 1973 como su restricción política a partir
de esa fecha. En la primera etapa se produjo una importante
reactivación económica, bajo la tutela de los
Estados
Unidos, que trajo consigo una espiral de crecimiento en la
producción, la productividad, el
empleo y el
consumo; desde
el punto de vista social, la acumulación capitalista se
dio la mano en los países más industrializados de
Europa, receptores de mano de obra, con la negociación social, el pleno empleo, las
garantías laborales y el llamado "Estado del
bienestar" (11). Los inmigrantes extranjeros casi se triplicaron
en esta etapa y jugaron un papel de primer orden para
la expansión económica, no sólo al impedir
un estrangulamiento del mercado de trabajo sino también
por su mayor rentabilidad (salarios medios
más bajos, ausencia de costes sociales, docilidad e
indefensión ante los patronos, etc. (12).
La segunda etapa surge de la crisis del modelo de
desarrollo
anterior y da paso a una nueva espiral de crecimiento en el
conjunto de Europa pero con unas características
cualitativamente diferentes: la rentabilidad empresarial se va a
producir ahora al alto precio de una
mayor polarización social y de la fragmentación y
precarización del mercado de trabajo (desempleo, menor
remuneración de los trabajadores no cualificados,
eventualidad en los empleos, aumento de la economía
sumergida, relegación de los sindicatos,
etc. (13). Para los inmigrantes esta evolución se ha
traducido, en primer lugar, en una restricción de
nuevas entradas, mediante la prohibición de contratar
extranjeros a partir de 1973 y ampliando los requisitos para
obtener la residencia (además de incentivar el retorno de
los ya residentes); en segundo lugar, los inmigrantes ubicados
en las escalas más bajas del mercado de trabajo han ido a
parar mayoritariamente a la economía sumergida, en
auge en toda Europa y especialmente en los países del sur
(Grecia, Italia, España y Portugal) donde representa entre
el 20 y el 30% del mercado de trabajo. Los inmigrantes tienen un
peso significativo en este importante sector de la
economía pero, en contraste, no sólo se les niegan
los derechos
laborales y de Seguridad
Social –como a todos los sumergidos– sino que,
además, se les trata de hecho como delincuentes,
procediendo a su detención y expulsión e imponiendo
fuertes sanciones a los empleadores que les han contratado
(14).
En el caso de España, según nuestras
estimaciones, tres cuartas partes de los inmigrantes provenientes
del Tercer Mundo (unos 135.000) están ocupados en diversas
formas de economía sumergida, representando el 5% de ese
segmento del mercado nacional de mano de obra; en cambio, en el
mercado regular están ocupados unos 40.000, representando
tan sólo el 0,3% de la economía formal. Como ocurre
en Portugal, Italia y Grecia, los inmigrantes del Tercer Mundo
suponen una parte estimable del sector sumergido de la
economía, un sector que, según la política
neoliberal en boga, se ha convertido, por su rentabilidad
económica y por el debilitamiento que supone para la
clase
trabajadora, en la "verdadera tabla de salvación" para
salir de la crisis (15). La irregularidad se vuelve de este modo
punta de lanza del nuevo modelo económico que pretende una
menor regulación estatal de la oferta y la
demanda de
mano de obra. En este sentido, los trabajadores extranjeros en
situación irregular corren la misma suerte que los
autóctonos presentes en el mercado negro: ser objeto
privilegiado de extracción de plusvalía por parte
de los empleadores; lo que, expresado de otro modo, quiere
decir que cualquier alternativa para los inmigrantes sumergidos
debe pasar por una mejora general de las condiciones de trabajo
de los propios españoles en situación precaria
(seguridad
jurídica, empleos estables, nivelación de los
salarios, fortalecimiento y representatividad de los sindicatos,
etc.).
Reforzamiento de la
división Norte–Sur
La convergencia y futura unificación de la
política migratoria a nivel de la C.E. es una consecuencia
de la aplicación del Acta Unica que deberá entrar
en vigor en 1993. Se pretende, por un lado, la libre
circulación de ciudadanos y trabajadores en el interior de
la Comunidad, a la
vez que se garantiza un mayor control de las fronteras
exteriores. Desde el punto de vista de las relaciones
internacionales, el proceso se inscribe en un marco
más amplio: la consolidación del espacio
europeo como nuevo bloque
político–económico. Europa occidental tiende
a la unidad para competir más eficazmente a escala mundial
con sus adversarios económicos (Estados Unidos, Japón)
y defenderse mejor de sus enemigos políticos (el hasta
ahora temido Pacto de Varsovia). Estos aspectos aparecen
reiteradamente en los discursos
oficiales y en la opinión
pública, pero se omite, a nuestro entender, otra
motivación
crucial, y es que Europa también se fortalece para
afianzar sus privilegios y diferencias en relación al
Tercer Mundo donde –no hay que olvidarlo– vive el
72% de la población mundial con sólo el 15% del
Producto
Internacional Bruto (16).
La expresión "Norte-Sur" remite directamente a
esta confrontación y condensa con mayor o menor acierto la
desigual distribución de la riqueza en el mundo y la
existencia de unas relaciones de dominación entre un
pequeño grupo de países poderosos y la
mayoría restante.
Frente a posiciones conservadoras (17), otras
conceptualizaciones (entre ellas la teoría de la
dependencia) explican la pobreza de los países del Sur
como resultado de una confrontación histórica que
se remonta a la etapa colonial y que situaría al Tercer
Mundo bajo la dependencia económica, política y
militar de las grandes potencias industrializadas. Por eso,
cuando muchos políticos y economistas plantean la
necesidad de un nuevo orden económico internacional
entienden que el subdesarrollo
y la marginación de la mayor parte de los países no
es casual sino el producto y a la vez la fuerza motriz
del desarrollo y la dominación por parte de unos pocos
(18).
El control de los flujos migratorios entre los
países ricos y los países pobres no es un aspecto
secundario o menor en las relaciones Norte–Sur sino
más bien una de sus condiciones esenciales. En sus
inicios, el modo de producción capitalista no sólo
implicaba la libre circulación de mercancías y de
capitales sino también la movilidad de la mano de obra. En
base a este supuesto, los economistas clásicos formularon
la hipótesis de que los salarios
tenderían a igualarse en todo el mundo y en todas las
ramas de producción, gracias precisamente a la
movilidad de los trabajadores. Sin embargo, la experiencia
histórica ha sido otra: tal movilidad ha sido regulada y
las diferencias de salario entre
países se han disparado, con los consiguientes efectos de
desequilibrio internacional (19).
En el bloque occidental –y particularmente en
España– la circulación de capitales se
realiza con relativa libertad; sin
embargo, no ocurre lo mismo con la movilidad del factor trabajo
debido a la restricción de la inmigración. De este
modo, la política europea de reforzar sus fronteras
exteriores con África, Asia y América
Latina tiene como efecto directo ampliar las diferencias de
salario y de renta entre el norte y el sur y como efecto
indirecto reforzar el intercambio desigual en el comercio
internacional, uno de cuyos ejes explicativos es precisamente
la diferencia de salarios entre los países que comercian
(20). La transferencia enmascarada de valor desde
los países pobres a los más industrializados,
debida al mecanismo del "intercambio desigual", duplica
según Samir Amín el importe de la ayuda
pública y de los capitales privados que recibe el Tercer
Mundo (21).
Según estos análisis, la cohesión interna de la
C.E., uno de cuyos elementos es la libre circulación de
sus ciudadanos, se encuadra en una estrategia más general
de afianzar su espacio de influencia y sus privilegios
comparativos a nivel internacional. De este modo, la
política proteccionista en relación a los
inmigrantes pobres pone un muro de contención al peligro
que entraña para el capital la
libre circulación de trabajadores, que tendería a
limitar los beneficios del intercambio desigual y
fomentaría, a largo plazo, un proceso de
unificación de los asalariados.
***************
1) Ver WYTINSKY, W.S., World population and
production, The T.C. Fund., Nueva York, 1953 y BARSOTTI, O. y
LECCHINI, C., "Changes in Europe's International Migrant Flows",
en JOURNAL OF REGIONAL POLICY, 1988, núm. 3. Para la
emigración española, ver SANCHEZ ALBORNOZ, N. y
otros, Españoles hacia América. La
emigración en masa, 1880–1930, Alianza, Madrid,
1988.
2) Elaboración propia a partir de
estadísticas de las Naciones Unidas y
de Eurostat para los 12 países de la C.E. y para Austria,
Finlandia, Liechtenstein, Noruega, Suecia y Suiza.
3) El flujo de retornos desde el centro de Europa
ha sido especialmente intenso en los cuatro países durante
la segunda mitad de los años 70 (España, en
particular, con medio millón de retornos desde 1975, ha
reducido su presencia en Europa en un 33%). Las
repatriaciones desde las colonias son especialmente
significativas en el caso 4) Ver SIMON, Gildas, "Migration in
Southern Europe", en O.C.D.E. (Ed.), The Future of
Migration, París, 1987; y estimaciones
estadísticas en curso de realización para un
estudio solicitado por la C.E. sobre los "Efectos sociales y
económicos de la inmigración en los Estados
meridionales de la C.E. desde países
terceros".
5) En los debates actuales sobre este punto, la
posición más dura está representada por el
grupo de Schengen (Ministros de Interior de Alemania Federal,
Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) mientras la
Comisión Europea se plantea la posibilidad de que cada
país pueda mantener un margen de relaciones bilaterales
específicas con terceros países.
6) Criterios de rectificación: incrementar los
menores de 18 años, dependiendo de residentes regulares, a
partir del volumen que supone para cada país el segmento
de edad 0-17 años, tal como viene recogido en el
Padrón– Municipal de Habitantes de 1986;
añadir los que disponen de "tarjeta" de estudiante o
"cédula de inscripción" como apátrida,
así como a los ciudadanos de Ceuta y Melilla provistos de
"tarjeta de estadística" y "certificado de
nacimiento".
7) Las nuevas medidas adoptadas en puertos, aeropuertos
y fronteras terrestres (incluyendo sofisticadas alarmas
electrónicas en Melilla y Ceuta) han permitido aumentar el
número de rechazos en los puestos fronterizos en un 20%
entre 1977 y 1988, pasando de 20.662 a 24.729 (datos de la
Dirección General de la Policía).
8) Una orden del Ministerio del Interior del 6 de marzo
de 1989 restringía la entrada en España a los
extranjeros no comunitarios sin recursos económicos, al
exigir billete de vuelta a su país de origen o con destino
a otro, así como 5.000 pts. por persona y
día de estancia prevista, con un mínimo global de
50.000 pts. Esta orden fue recurrida por siete embajadores
latinoamericanos que lograron ante el Ministerio de Asuntos
Exteriores una suavización de los requisitos para los
inmigrantes originarios de América Latina (pero
sólo para éstos).
9) El gobierno ha
anunciado que va a anular antes de terminar 1989 los tres
convenios sobre exención de visados existentes con los
países del Magreb. Se prevé que la misma medida se
tomará antes de 1993 con los países
latinoamericanos.
10) Las detenciones y expulsiones de extranjeros por
parte de los grupos operativos
de la policía se han acelerado en los últimos
años, lo que parece responder a la presión
ejercida por los países del norte de la C.E. para reducir
la inmigración irregular. Tomando los datos de la
Dirección General de la Policía referidos a las
operaciones
realizadas en 1987 y 1988, las detenciones aumentaron un
57% (de 16.392 a 25.798), las expulsiones un 65% (de 2.262
a 3.744) y las devoluciones al país de origen sin
procedimiento
de expulsión un 312% (de 241 a 751).
11) Estos son rasgos del llamado sistema
"fordista", desarrollado por las grandes empresas que
incorporaron las tecnologías más avanzadas de la
época. Sin embargo, ni la estructura productiva ni la del
mercado de trabajo eran homogéneas. El desarrollo desigual
de ramas y sectores productivos y la fragmentación de los
procesos de
trabajo tuvieron una incidencia importante en la
estructuración social de la población trabajadora,
con un especial efecto negativo para los inmigrantes de aquella
época. Ver AGLIETTA, M., Regulación y crisis del
capitalismo, siglo XXI, Madrid, 1979.
12) Ver entre otros NAGELS J., Contraproyecto para
Europa, Blume, Madrid, 1981; y CASTLES S. y KOSAK G., Los
trabajadores inmigrantes y la estructura de clases en la Europa
occidental, Fondo de Cultura
Económica, México,
1984.
13) En el caso de España, la política de
ajustes y reestructuración económica sobre los ejes
del nuevo modelo se ha producido en los años 80: las
rentas salariales pierden 10 puntos del PIB en
relación a las empresariales; se precariza el empleo con
un aumento aceleradísimo de la contratación
temporal y mediante la expansión de la economía
sumergida que, según estudios del propio gobierno, afecta
a más de la cuarta parte de los activos ocupados;
el Estado
congela los gastos en
bienestar social (aumento de 0,3 puntos del PIB entre 1982 y
1987, mientras se había elevado 6,5 puntos entre 1974 y
1982) y reorienta sus recursos a la reconversión
industrial y a favorecer el rendimiento de las empresas; las
desigualdades regionales aumentan, etc. Ver COLECTIVO IOE, La
pobreza en España, Informe preparado
para la Comisión Europea de la C.E., Madrid,
1989.
14) La "irregularidad" ha sido el motivo aducido por la
policía para el 84% de las expulsiones de extranjeros que
tuvieron lugar en 1988 (Memoria de la
Dirección General de la Policía). En cuanto a los
empresarios que contratan irregularmente a extranjeros, la
reciente ley 8/1988, de 7 de abril, lo considera
infracción "grave" lo que implica sanciones
económicas desde un mínimo de 500.000 pts. hasta 15
millones.
15) RUESGA S.M., El otro lado de la economía.
Cómo funciona la economía sumergida en
España, Pirámide, Madrid, 1988.
16) Ver DI MEO, G., Les pays du Tiers Monde.
Géographie Sociale et Economique, Sirey, Paris,
1985.
17) Para algunos economistas la pobreza de las naciones
se debería a causas que tienen su raiz en el clima o la
cultura peculiar de los países tropicales (escuela de la
geografía
tropical de Huntington o Markham, determinismo
sociodemográfico de Galbraith, etc.) para otros no
existiría ninguna especificidad real del Tercer Mundo
cuyos países se situarían en un proceso en el que
el subdesarrollo sería sólo una etapa inicial y
transitoria (escuela monetarista de Chicago, teoría
de los estadios de crecimiento de Rostow, etc.).
18) GUNDER FRNAK, A., Sobre el subdesarrollo
capitalista, Anagrama, Barcelona, 1977.
19) Se estima que mientras en la segunda mitad del siglo
XIX la diferencia media de salarios entre los países
más ricos y los más pobres era de 1 a 5, a mediados
del siglo XX lo era de 1 a 20, es decir, cuatro veces mayor. Ver
EMMANUEL, A., El intercambio desigual, Siglo XXI, Madrid,
1973, pág. 87ss.
20) Otros factores que intervienen en el intercambio
desigual son la dependencia tecnológica, que genera
royaltis, y la penetración del capital multinacional,
cuyos intereses amplían la deuda del Tercer Mundo. Ver
COLECTIVO IOE, Los inmigrantes en España,
núm. 66 de DOCUMENTACION
SOCIAL, Madrid, 1987, pág. 47–54.
21) AMIN, S., El desarrollo desigual, Fontanella,
Barcelona, 1975, pág. 137.
Colectivo Ioe
Equipo de investigación sociológica ubicado en
Madrid y compuesto por Carlos Pereda, Walter Actis y Miguel
Ángel de Prada.
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