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España, frontera sur de Europa




Enviado por Colectivo Ioé



    1. Tendencias actuales de
    la política migratoria. El muro de Berlín se
    traslada al Sur

    La situación española

    2. Lo que se juega en el
    fondo

    Reforzamiento de la
    división Norte–Sur

    3.
    Notas

     

    La paulatina aplicación del Acta Única y
    la consiguiente implantación de una política de fronteras
    a nivel de la Europa
    comunitaria están condicionando de forma decisiva la
    posición española en materia de
    inmigración. Trataremos de analizar
    aquí el papel jugado por España en
    ese proceso y los
    efectos que se derivan a nivel internacional de la
    política migratoria de la C.E.

    Al referirnos a Europa tendremos en cuenta los
    países del Este cuya reciente "apertura" pone en evidencia
    el reduccionismo del concepto de
    "Europa" cuando se utiliza como sinónimo de la C.E. o de
    la Europa occidental.

     

    1. TENDENCIAS ACTUALES DE LA
    POLÍTICA MIGRATORIA
    El
    muro de
    Berlín se traslada al Sur

    La tendencia de los europeos a emigrar hacia sus
    antiguas colonias, iniciada hace varios siglos, llegó a su
    momento culminante entre 1850 y 1930, con más de 50
    millones de emigrantes entre esos años, para cambiar de
    signo después, tras la segunda guerra
    mundial (1). Los 5 millones de extranjeros que había
    en Europa occidental en 1950 pasaron a 10,2 millones en 1970 y a
    14,5 en 1980 (2). Al finalizar la década de los ochenta, y
    ciñéndonos a los actuales 12 países de la
    C.E., los extranjeros en situación regular rondan los 13
    millones, de ellos 7,3 millones (58%) provenientes de
    países no comunitarios; a estas últimas cifras hay
    que añadir entre 2 y 3 millones que están en
    situación irregular, casi todos provenientes de
    países del Tercer Mundo, que no figuran en las estadísticas oficiales.

    Entre 1973 y 1985, la crisis
    económica llevó a los países del norte de
    Europa occidental (Alemania
    Federal, Gran Bretaña, Francia,
    Suiza, Bélgica, Holanda, etc.) a una política
    migratoria restrictiva y de fomento del retorno; la
    inmigración de trabajadores de los años
    50–60, supuestamente temporal, dio paso –mediante la
    reagrupación familiar– al asentamiento estable de
    familias enteras con unas tasas de natalidad mucho más
    elevadas que las de la población autóctona. Esto ha
    cambiado la estructura de
    edad y de sexo de los
    inmigrantes en estos países.

    Por otro lado, los países meridionales (Grecia,
    Italia,
    España y Portugal), aparte los retornos y las
    repatriaciones (3), han recibido en los últimos quince
    años un número de de Portugal donde sólo a
    lo largo de 1976 volvió de las colonias más de
    medio millón de portugueses (dos tercios desde Angola);
    este volumen de
    repatriaciones representaba en aquel año el 6% de la
    población de Portugal.

    extranjeros cada vez mayor, tanto de otros países
    europeos como del norte de Africa y de las
    antiguas colonias. Actualmente se estima que, junto a 1,3
    millones de residentes regulares y cerca de 40 mil refugiados
    reconocidos como tales en esos cuatro países, hay entre
    1,2 y 1,5 millones de extranjeros en situación irregular,
    la mayoría de ellos provenientes del Tercer Mundo (4).
    Este aumento de inmigrantes se relaciona, en primer lugar, con el
    incremento de relaciones e intercambios al interior de la C.E.,
    de donde proviene el 43% de los extranjeros en situación
    regular; en segundo lugar, la nueva inmigración se origina
    en países pobres geográficamente cercanos (Magreb,
    Egipto,
    Turquía y Oriente Medio) o bien en antiguas colonias
    (América
    Latina, Filipinas, Eritrea, Somalia, Cabo Verde, Angola,
    Guinea–Bissau y Guinea Ecuatorial, Mozambique, Santo
    Tomé, etc.).

    Durante los años ochenta ha disminuido el
    potencial migratorio de los Estados meridionales de Europa
    occidental en favor de los flujos provenientes de países
    del Tercer Mundo. En estos países el crecimiento del
    paro y
    la pobreza, y
    una explosión demográfica que no se detiene,
    presionan a muchos ciudadanos a la emigración;
    además, múltiples conflictos
    políticos, religiosos y étnicos también han
    contribuido a reforzar los flujos de refugiados. Si a estos
    factores añadimos la mejora técnica de los medios de
    comunicación a todos los niveles, que, en principio,
    permite a los ciudadanos de cualquier rincón del mundo
    disponer de mejor información sobre las condiciones y
    ventajas comparativas de emigrar en un momento dado, sea de forma
    regular o irregular, se puede comprender que el proyecto de
    "mejorar de vida" a través de la emigración, aunque
    ello sea de forma relativa, se haya convertido en algo concebible
    y concreto para
    muchas personas del Tercer Mundo que están sumidos en la
    pobreza y en
    diversas formas de represión.

    A las tendencias que apuntamos se añade como
    novedad el cambio operado
    en el Este de Europa a raiz de la "perestroika" y, en especial,
    la apertura de fronteras entre el Este y el Oeste tras el
    éxodo masivo de alemanes orientales a lo largo de 1989. De
    momento, la actitud de
    Europa occidental (o, al menos, de la República Federal
    Alemana) es de recibir y acoger a los extranjeros del Este, lo
    que contrasta con la política de inmigración cada
    vez más restrictiva en relación a otros terceros
    países, en especial del Tercer Mundo. En efecto, la
    tendencia hacia la que apuntan los diversos foros donde se
    está decidiendo la política europea de
    inmigración (Acuerdo de Schengen, Comisión Europea,
    Grupo de
    Trevi, Dirección General V, etc.) es la de
    homologar las condiciones de ingreso y residencia de extranjeros
    en el nivel más restrictivo, es decir:

    – Generalizar el "visado" a todos los visitantes
    de países no comunitarios y exigir, para poder entrar
    en cualquiera de los 12 países, un nivel de renta
    equivalente a la media europea (lo que implica la
    exclusión legal a los inmigrantes pobres).

    – Condicionar los permisos de trabajo a
    las necesidades de mano de obra del mercado
    interior europeo y, caso de concederlos, limitar su
    autorización, en principio, a un sólo lugar y
    sector laboral
    (excluyendo, por tanto, a los inmigrantes de la movilidad
    laboral de que van a gozar los ciudadanos
    comunitarios).

    – Tender a la anulación de las relaciones
    de privilegio con países terceros (antiguas colonias,
    Estados vecinos, etc.) suprimiendo acuerdos bilaterales y
    convenios específicos (se cortan de este modo, de forma
    unilateral, los lazos y compromisos adquiridos por los diversos
    países en base a razones históricas, culturales o
    de otro orden (5).

    – Garantizar la política de
    inmigración mediante un control
    policial y de fronteras más riguroso (documento
    informatizado para todos los ciudadanos residentes en Europa,
    aumento de las dotaciones y recursos
    policiales en el flanco sur, repatriación de los
    irregulares, etc.).

    En síntesis,
    la aplicación del Acta Unica en enero de 1993, que
    prevé la libre circulación de ciudadanos de la
    C.E., lleva aparejado el reforzamiento de las fronteras en el
    flanco sur, lo que se produce en contraste con la apertura de
    flujos
    migratorios en el flanco noreste (República
    Democrática Alemana y demás países del
    Este). Todavía es pronto para conocer el alcance de un
    proceso tan reciente pero todos los indicios apuntan hacia una
    ampliación del espacio económico y social europeo
    con los países del Este; el antiguo muro de
    Berlín se traslada ahora al sur de Europa y sirve para
    reforzar, como veremos, la sima cada vez más profunda
    entre el Norte y el Sur de la humanidad
    .

    Por otra parte, los requisitos de entrada y residencia
    de extranjeros se hacen depender del nivel de renta y de la
    utilidad
    laboral de los candidatos, lo que automáticamente favorece
    a los inmigrantes del Primer Mundo y discrimita a los ciudadanos
    de países pobres.

    La situación
    española

    España, con casi 800.000 extranjeros, de ellos el
    38% en situación irregular, ocupa una posición
    intermedia entre Italia (con 1,4 millones de extranjeros, el 57%
    irregulares) y los casos de Grecia (258.000 inmigrantes, el 27%
    irregulares) y Portugal (155.000 inmigrantes, el 39%
    irregulares). Del conjunto de extranjeros presentes en
    España, el 37,6% es originario de países de la
    C.E., porcentaje que se eleva al 52% si consideramos sólo
    los residentes regulares (fenómeno debido a que la
    mayoría de los irregulares son originarios de
    países del Tercer Mundo). Podemos ofrecer un cuadro
    general con los datos ofrecidos
    por la policía, que son los que figuran con carácter oficial en el Anuario
    Estadístico de España, los datos de residentes
    legales rectificados por nosotros (6) y los datos estimados de
    inmigrantes en situación irregular:

    En cuanto a la política de inmigración
    española, la Ley de Extranjería de 1985 y el posterior
    Reglamento de aplicación siguen los pasos de la
    política adoptada con anterioridad en otros países
    europeos, si bien manteniendo muchos matices y aspectos
    particulares, así como convenios específicos de
    reciprocidad con gran número de países. En este
    sentido, ya hemos señalado que la C.E. tiende a
    homogeneizar a la baja la política de inmigración
    en los doce países por lo que España se ve empujada
    a adoptar –a veces a su pesar– la estrategia
    esbozada más arriba: mayor control policial en puertos y
    aeropuertos (7); endurecimiento de las condiciones de entrada
    (8); cancelación de acuerdos bilaterales y de
    suspensión de visados (9), ampliación de las
    medidas para detener y expulsar a los no documentados (10),
    etc.

     

    2. LO QUE SE JUEGA EN EL
    FONDO

    Las tendencias observadas en la política
    migratoria dependen estrechamente de la evolución experimentada por la economía europea
    durante las últimas décadas y de los ajustes que se
    están introduciendo en el territorio de la C.E. a fin de
    crear un espacio de influencia propio a nivel internacional, en
    medio de las grandes superpotencias y en el contexto de una
    marginación creciente del Tercer Mundo. Las diferencias de
    renta y de régimen político a nivel internacional
    originan profundos desequilibrios y conflictos cuya
    repercusión es decisiva tanto para explicar la
    emigración como su restricción política.
    Tener en cuenta estos aspectos no sólo es importante para
    comprender las tendencias migratorias sino también para
    buscar alternativas realistas a los problemas
    existentes.

    Rentabilidad económica de los
    inmigrantes

    La evolución de la economía europea
    después de la segunda guerra
    mundial permite explicar tanto la afluencia de extranjeros
    antes de 1973 como su restricción política a partir
    de esa fecha. En la primera etapa se produjo una importante
    reactivación económica, bajo la tutela de los
    Estados
    Unidos, que trajo consigo una espiral de crecimiento en la
    producción, la productividad, el
    empleo y el
    consumo; desde
    el punto de vista social, la acumulación capitalista se
    dio la mano en los países más industrializados de
    Europa, receptores de mano de obra, con la negociación social, el pleno empleo, las
    garantías laborales y el llamado "Estado del
    bienestar" (11). Los inmigrantes extranjeros casi se triplicaron
    en esta etapa y jugaron un papel de primer orden para
    la expansión económica, no sólo al impedir
    un estrangulamiento del mercado de trabajo sino también
    por su mayor rentabilidad
    (salarios medios
    más bajos, ausencia de costes sociales, docilidad e
    indefensión ante los patronos, etc. (12).

    La segunda etapa surge de la crisis del modelo de
    desarrollo
    anterior y da paso a una nueva espiral de crecimiento en el
    conjunto de Europa pero con unas características
    cualitativamente diferentes: la rentabilidad empresarial se va a
    producir ahora al alto precio de una
    mayor polarización social y de la fragmentación y
    precarización del mercado de trabajo (desempleo, menor
    remuneración de los trabajadores no cualificados,
    eventualidad en los empleos, aumento de la economía
    sumergida, relegación de los sindicatos,
    etc. (13). Para los inmigrantes esta evolución se ha
    traducido, en primer lugar, en una restricción de
    nuevas entradas
    , mediante la prohibición de contratar
    extranjeros a partir de 1973 y ampliando los requisitos para
    obtener la residencia (además de incentivar el retorno de
    los ya residentes); en segundo lugar, los inmigrantes ubicados
    en las escalas más bajas del mercado de trabajo han ido a
    parar mayoritariamente a la economía sumergida
    , en
    auge en toda Europa y especialmente en los países del sur
    (Grecia, Italia, España y Portugal) donde representa entre
    el 20 y el 30% del mercado de trabajo. Los inmigrantes tienen un
    peso significativo en este importante sector de la
    economía pero, en contraste, no sólo se les niegan
    los derechos
    laborales y de Seguridad
    Social –como a todos los sumergidos– sino que,
    además, se les trata de hecho como delincuentes,
    procediendo a su detención y expulsión e imponiendo
    fuertes sanciones a los empleadores que les han contratado
    (14).

    En el caso de España, según nuestras
    estimaciones, tres cuartas partes de los inmigrantes provenientes
    del Tercer Mundo (unos 135.000) están ocupados en diversas
    formas de economía sumergida, representando el 5% de ese
    segmento del mercado nacional de mano de obra; en cambio, en el
    mercado regular están ocupados unos 40.000, representando
    tan sólo el 0,3% de la economía formal. Como ocurre
    en Portugal, Italia y Grecia, los inmigrantes del Tercer Mundo
    suponen una parte estimable del sector sumergido de la
    economía, un sector que, según la política
    neoliberal en boga, se ha convertido, por su rentabilidad
    económica y por el debilitamiento que supone para la
    clase
    trabajadora, en la "verdadera tabla de salvación" para
    salir de la crisis (15). La irregularidad se vuelve de este modo
    punta de lanza del nuevo modelo económico que pretende una
    menor regulación estatal de la oferta y la
    demanda de
    mano de obra. En este sentido, los trabajadores extranjeros en
    situación irregular corren la misma suerte que los
    autóctonos presentes en el mercado negro: ser objeto
    privilegiado de extracción de plusvalía por parte
    de los empleadores
    ; lo que, expresado de otro modo, quiere
    decir que cualquier alternativa para los inmigrantes sumergidos
    debe pasar por una mejora general de las condiciones de trabajo
    de los propios españoles en situación precaria
    (seguridad
    jurídica, empleos estables, nivelación de los
    salarios, fortalecimiento y representatividad de los sindicatos,
    etc.).

    Reforzamiento de la
    división Norte–Sur

    La convergencia y futura unificación de la
    política migratoria a nivel de la C.E. es una consecuencia
    de la aplicación del Acta Unica que deberá entrar
    en vigor en 1993. Se pretende, por un lado, la libre
    circulación de ciudadanos y trabajadores en el interior de
    la Comunidad, a la
    vez que se garantiza un mayor control de las fronteras
    exteriores. Desde el punto de vista de las relaciones
    internacionales, el proceso se inscribe en un marco
    más amplio: la consolidación del espacio
    europeo
    como nuevo bloque
    político–económico. Europa occidental tiende
    a la unidad para competir más eficazmente a escala mundial
    con sus adversarios económicos (Estados Unidos, Japón)
    y defenderse mejor de sus enemigos políticos (el hasta
    ahora temido Pacto de Varsovia). Estos aspectos aparecen
    reiteradamente en los discursos
    oficiales y en la opinión
    pública, pero se omite, a nuestro entender, otra
    motivación
    crucial, y es que Europa también se fortalece para
    afianzar sus privilegios y diferencias en relación al
    Tercer Mundo
    donde –no hay que olvidarlo– vive el
    72% de la población mundial con sólo el 15% del
    Producto
    Internacional Bruto (16).

    La expresión "Norte-Sur" remite directamente a
    esta confrontación y condensa con mayor o menor acierto la
    desigual distribución de la riqueza en el mundo y la
    existencia de unas relaciones de dominación entre un
    pequeño grupo de países poderosos y la
    mayoría restante.

    Frente a posiciones conservadoras (17), otras
    conceptualizaciones (entre ellas la teoría de la
    dependencia
    ) explican la pobreza de los países del Sur
    como resultado de una confrontación histórica que
    se remonta a la etapa colonial y que situaría al Tercer
    Mundo bajo la dependencia económica, política y
    militar de las grandes potencias industrializadas. Por eso,
    cuando muchos políticos y economistas plantean la
    necesidad de un nuevo orden económico internacional
    entienden que el subdesarrollo
    y la marginación de la mayor parte de los países no
    es casual
    sino el producto y a la vez la fuerza motriz
    del desarrollo y la dominación por parte de unos pocos

    (18).

    El control de los flujos migratorios entre los
    países ricos y los países pobres no es un aspecto
    secundario o menor en las relaciones Norte–Sur sino
    más bien una de sus condiciones esenciales. En sus
    inicios, el modo de producción capitalista no sólo
    implicaba la libre circulación de mercancías y de
    capitales sino también la movilidad de la mano de obra. En
    base a este supuesto, los economistas clásicos formularon
    la hipótesis de que los salarios
    tenderían a igualarse en todo el mundo y en todas las
    ramas de producción, gracias precisamente a la
    movilidad de los trabajadores. Sin embargo, la experiencia
    histórica ha sido otra: tal movilidad ha sido regulada y
    las diferencias de salario entre
    países se han disparado, con los consiguientes efectos de
    desequilibrio internacional (19).

    En el bloque occidental –y particularmente en
    España– la circulación de capitales se
    realiza con relativa libertad; sin
    embargo, no ocurre lo mismo con la movilidad del factor trabajo
    debido a la restricción de la inmigración. De este
    modo, la política europea de reforzar sus fronteras
    exteriores con África, Asia y América
    Latina tiene como efecto directo ampliar las diferencias de
    salario y de renta entre el norte y el sur
    y como efecto
    indirecto reforzar el intercambio desigual en el comercio
    internacional
    , uno de cuyos ejes explicativos es precisamente
    la diferencia de salarios entre los países que comercian
    (20). La transferencia enmascarada de valor desde
    los países pobres a los más industrializados,
    debida al mecanismo del "intercambio desigual", duplica
    según Samir Amín el importe de la ayuda
    pública y de los capitales privados que recibe el Tercer
    Mundo (21).

    Según estos análisis, la cohesión interna de la
    C.E., uno de cuyos elementos es la libre circulación de
    sus ciudadanos, se encuadra en una estrategia más general
    de afianzar su espacio de influencia y sus privilegios
    comparativos a nivel internacional. De este modo, la
    política proteccionista en relación a los
    inmigrantes pobres pone un muro de contención al peligro
    que entraña para el capital la
    libre circulación de trabajadores, que tendería a
    limitar los beneficios del intercambio desigual y
    fomentaría, a largo plazo, un proceso de
    unificación de los asalariados.

    ***************

    Notas

    1) Ver WYTINSKY, W.S., World population and
    production
    , The T.C. Fund., Nueva York, 1953 y BARSOTTI, O. y
    LECCHINI, C., "Changes in Europe's International Migrant Flows",
    en JOURNAL OF REGIONAL POLICY, 1988, núm. 3. Para la
    emigración española, ver SANCHEZ ALBORNOZ, N. y
    otros, Españoles hacia América. La
    emigración en masa, 1880–1930
    , Alianza, Madrid,
    1988.

    2) Elaboración propia a partir de
    estadísticas de las Naciones Unidas y
    de Eurostat para los 12 países de la C.E. y para Austria,
    Finlandia, Liechtenstein, Noruega, Suecia y Suiza.

    3) El flujo de retornos desde el centro de Europa
    ha sido especialmente intenso en los cuatro países durante
    la segunda mitad de los años 70 (España, en
    particular, con medio millón de retornos desde 1975, ha
    reducido su presencia en Europa en un 33%). Las
    repatriaciones desde las colonias son especialmente
    significativas en el caso 4) Ver SIMON, Gildas, "Migration in
    Southern Europe", en O.C.D.E. (Ed.), The Future of
    Migration
    , París, 1987; y estimaciones
    estadísticas en curso de realización para un
    estudio solicitado por la C.E. sobre los "Efectos sociales y
    económicos de la inmigración en los Estados
    meridionales de la C.E. desde países
    terceros"
    .

    5) En los debates actuales sobre este punto, la
    posición más dura está representada por el
    grupo de Schengen (Ministros de Interior de Alemania Federal,
    Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo) mientras la
    Comisión Europea se plantea la posibilidad de que cada
    país pueda mantener un margen de relaciones bilaterales
    específicas con terceros países.

    6) Criterios de rectificación: incrementar los
    menores de 18 años, dependiendo de residentes regulares, a
    partir del volumen que supone para cada país el segmento
    de edad 0-17 años, tal como viene recogido en el
    Padrón– Municipal de Habitantes de 1986;
    añadir los que disponen de "tarjeta" de estudiante o
    "cédula de inscripción" como apátrida,
    así como a los ciudadanos de Ceuta y Melilla provistos de
    "tarjeta de estadística" y "certificado de
    nacimiento".

    7) Las nuevas medidas adoptadas en puertos, aeropuertos
    y fronteras terrestres (incluyendo sofisticadas alarmas
    electrónicas en Melilla y Ceuta) han permitido aumentar el
    número de rechazos en los puestos fronterizos en un 20%
    entre 1977 y 1988, pasando de 20.662 a 24.729 (datos de la
    Dirección General de la Policía).

    8) Una orden del Ministerio del Interior del 6 de marzo
    de 1989 restringía la entrada en España a los
    extranjeros no comunitarios sin recursos económicos, al
    exigir billete de vuelta a su país de origen o con destino
    a otro, así como 5.000 pts. por persona y
    día de estancia prevista, con un mínimo global de
    50.000 pts. Esta orden fue recurrida por siete embajadores
    latinoamericanos que lograron ante el Ministerio de Asuntos
    Exteriores una suavización de los requisitos para los
    inmigrantes originarios de América Latina (pero
    sólo para éstos).

    9) El gobierno ha
    anunciado que va a anular antes de terminar 1989 los tres
    convenios sobre exención de visados existentes con los
    países del Magreb. Se prevé que la misma medida se
    tomará antes de 1993 con los países
    latinoamericanos.

    10) Las detenciones y expulsiones de extranjeros por
    parte de los grupos operativos
    de la policía se han acelerado en los últimos
    años, lo que parece responder a la presión
    ejercida por los países del norte de la C.E. para reducir
    la inmigración irregular. Tomando los datos de la
    Dirección General de la Policía referidos a las
    operaciones
    realizadas en 1987 y 1988, las detenciones aumentaron un
    57% (de 16.392 a 25.798), las expulsiones un 65% (de 2.262
    a 3.744) y las devoluciones al país de origen sin
    procedimiento
    de expulsión
    un 312% (de 241 a 751).

    11) Estos son rasgos del llamado sistema
    "fordista", desarrollado por las grandes empresas que
    incorporaron las tecnologías más avanzadas de la
    época. Sin embargo, ni la estructura productiva ni la del
    mercado de trabajo eran homogéneas. El desarrollo desigual
    de ramas y sectores productivos y la fragmentación de los
    procesos de
    trabajo tuvieron una incidencia importante en la
    estructuración social de la población trabajadora,
    con un especial efecto negativo para los inmigrantes de aquella
    época. Ver AGLIETTA, M., Regulación y crisis del
    capitalismo
    , siglo XXI, Madrid, 1979.

    12) Ver entre otros NAGELS J., Contraproyecto para
    Europa
    , Blume, Madrid, 1981; y CASTLES S. y KOSAK G., Los
    trabajadores inmigrantes y la estructura de clases en la Europa
    occidental
    , Fondo de Cultura
    Económica, México,
    1984.

    13) En el caso de España, la política de
    ajustes y reestructuración económica sobre los ejes
    del nuevo modelo se ha producido en los años 80: las
    rentas salariales pierden 10 puntos del PIB en
    relación a las empresariales; se precariza el empleo con
    un aumento aceleradísimo de la contratación
    temporal y mediante la expansión de la economía
    sumergida que, según estudios del propio gobierno, afecta
    a más de la cuarta parte de los activos ocupados;
    el Estado
    congela los gastos en
    bienestar social (aumento de 0,3 puntos del PIB entre 1982 y
    1987, mientras se había elevado 6,5 puntos entre 1974 y
    1982) y reorienta sus recursos a la reconversión
    industrial y a favorecer el rendimiento de las empresas; las
    desigualdades regionales aumentan, etc. Ver COLECTIVO IOE, La
    pobreza en España
    , Informe preparado
    para la Comisión Europea de la C.E., Madrid,
    1989.

    14) La "irregularidad" ha sido el motivo aducido por la
    policía para el 84% de las expulsiones de extranjeros que
    tuvieron lugar en 1988 (Memoria de la
    Dirección General de la Policía). En cuanto a los
    empresarios que contratan irregularmente a extranjeros, la
    reciente ley 8/1988, de 7 de abril, lo considera
    infracción "grave" lo que implica sanciones
    económicas desde un mínimo de 500.000 pts. hasta 15
    millones.

    15) RUESGA S.M., El otro lado de la economía.
    Cómo funciona la economía sumergida en
    España
    , Pirámide, Madrid, 1988.

    16) Ver DI MEO, G., Les pays du Tiers Monde.
    Géographie Sociale et Economique
    , Sirey, Paris,
    1985.

    17) Para algunos economistas la pobreza de las naciones
    se debería a causas que tienen su raiz en el clima o la
    cultura peculiar de los países tropicales (escuela de la
    geografía
    tropical de Huntington o Markham, determinismo
    sociodemográfico de Galbraith, etc.) para otros no
    existiría ninguna especificidad real del Tercer Mundo
    cuyos países se situarían en un proceso en el que
    el subdesarrollo sería sólo una etapa inicial y
    transitoria (escuela monetarista de Chicago, teoría
    de los estadios de crecimiento de Rostow, etc.).

    18) GUNDER FRNAK, A., Sobre el subdesarrollo
    capitalista
    , Anagrama, Barcelona, 1977.

    19) Se estima que mientras en la segunda mitad del siglo
    XIX la diferencia media de salarios entre los países
    más ricos y los más pobres era de 1 a 5, a mediados
    del siglo XX lo era de 1 a 20, es decir, cuatro veces mayor. Ver
    EMMANUEL, A., El intercambio desigual, Siglo XXI, Madrid,
    1973, pág. 87ss.

    20) Otros factores que intervienen en el intercambio
    desigual son la dependencia tecnológica, que genera
    royaltis, y la penetración del capital multinacional,
    cuyos intereses amplían la deuda del Tercer Mundo. Ver
    COLECTIVO IOE, Los inmigrantes en España,
    núm. 66 de DOCUMENTACION
    SOCIAL, Madrid, 1987, pág. 47–54.

    21) AMIN, S., El desarrollo desigual, Fontanella,
    Barcelona, 1975, pág. 137.

     

    Colectivo Ioe
    Equipo de investigación sociológica ubicado en
    Madrid y compuesto por Carlos Pereda, Walter Actis y Miguel
    Ángel de Prada.

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