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El Espíritu Santo del punto de vista Pentecostal




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Partes: 1, 2, 3, 4, 5

    1. Fondo bíblico e
      histórico
    2. La personalidad y deidad
      del Espíritu Santo.
    3. La obra del Espíritu
      Santo.
    4. El bautismo en el
      Espíritu Santo
    5. Dones
      espirituales y frutos
    6. Otras
      relaciones del Espíritu Santo

    CAPÍTULO
    I

    FONDO BÍBLICO E
    HISTÓRICO

    1. Introducción.
    2. El Espíritu
      Santo en el Antiguo Testamento.
    3. El Espíritu Santo en el Nuevo
      Testamento.
    4. El Espíritu Santo en la historia.
    5. Los Títulos (Nombres) del Espíritu
      Santo y Su significado.
    6. Los símbolos del Espíritu Santo y su
      significado.
    1. INTRODUCCIÓN.

    El estudio de la persona y de la
    obra del Espíritu Santo debe ser necesariamente, para el
    cristiano devoto, una cuestión de vital interés.
    Estudiar lo concerniente al Espíritu Santo, es estudiar lo
    concerniente a aquella actividad de Dios por medio de la cual El
    se mueve para comunicarse a sí mismo, y para ministrar
    aquellos que le pertenecen. El Espíritu Santo es
    aquélla persona de la santa trinidad cuyo oficio es tocar
    sobre el creyente, y servir como el canal divino que provee
    comunión personal.
    El
    conocimiento de Dios por parte del creyente no puede nunca
    ser completo si no conoce la tercera persona de la
    Deidad.

    El ministerio activo del Espíritu Santo marca la edad de
    la Iglesia como
    la "Edad del Espíritu", en contraste con la era de los
    Evangelios que es descripta como la "Era del Hijo", y el Antiguo
    Testamento que es llamado "La era del Padre". Todos aquellos que
    están genuinamente en la Iglesia del Señor
    Jesucristo, son producto de la
    obra creativa del Espíritu Santo por medio de Sus
    múltiples ministerios.

    El Espíritu Santo morando en el creyente le
    asegura la verdad que el Cristianismo
    no es la mera mirada intelectual en la naturaleza de
    una religión
    filosófica. Contrastando conceptos analíticos o
    naturalmente éticos, la doctrina Cristiana llega a ser una
    fe vivificada con ímpetu dinámico y validez
    convincente. La diferencia es debida al ministerio del
    Espíritu Santo. Puede ser dicho que en la medida que el
    creyente ha apropiado el Espíritu Santo, en esa medida ha
    participado del poder del
    Evangelio de Cristo Jesús.

    Para el creyente, el Espíritu Santo es la llave a
    toda dádiva y aproximación espiritual. Bien se ha
    dicho: "El Espíritu Santo es la experiencia de Dios en el
    creyente", y "El Espíritu Santo es la acción
    viviente de Dios en el mundo". El Espíritu Santo en su
    ministerio se concierne especialmente en transmitir al creyente
    los frutos de la victoria de la obra consumada por Cristo sobre
    el Calvario.

    El estudio del Espíritu Santo permite al
    creyente:

    1. Apreciar más adecuadamente la naturaleza y la
    persona de Dios.

    2. Comprender mejor la naturaleza de la Iglesia como
    cuerpo orgánico vivificado por el poder del
    Espíritu Santo.

    3. Comprender el plan de Dios para
    el creyente y Su provisión divina para una vida Cristiana
    victoriosa.

    Al estudiar acerca del Espíritu Santo el creyente
    no está estudiando acerca de un ser extraño;
    él está estudiando a Dios. La naturaleza y el
    ministerio del Espíritu Santo son exactamente los de Dios
    el Padre y Dios el Hijo.

    Las enseñanzas de las Escrituras concernientes a
    la doctrina del Espíritu Santo son más limitadas
    que aquella que conciernen al Padre y al Hijo. El Espíritu
    Santo mismo es responsable de esto, pues El es autor de la
    Escritura.
    Modestamente el Espíritu Santo rehúsa sobrecargar
    Su obra con detalles acerca de Sí mismo. Aún cuando
    es positivo que Cristo haya hecho muchas referencias verbales
    acerca del Espíritu Santo durante Su ministerio terrenal,
    sin embargo no hay más que cinco referencias registradas
    en las Escrituras, pronunciadas antes de la semana de Su muerte. Sin
    embargo, fue necesario durante Sus últimos días
    sobre la tierra, y
    que Sus declaraciones concernientes al Espíritu Santo
    fuesen preservadas, y por consiguiente, encontramos numerosas
    referencias al Espíritu Santo en los discursos de
    Jesús durante la semana de la Pasión.

    B) EL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO
    TESTAMENTO.

    El hecho de que la mayoría de las referencias al
    Espíritu Santo se hallan en el Nuevo Testamento no es
    suficiente razón para declarar que la doctrina del
    Espíritu Santo no esta en el Antiguo Testamento. Al
    considerar la doctrina del Espíritu Santo es esencial
    apelar a toda la Biblia, pues cada parte de los registros
    sagrados hacen su contribución apropiada. La Biblia es
    para el hombre el
    único origen de información divina revelada concerniente a
    esta verdad. Hay una referencia al Espíritu Santo al
    principio de la Biblia en Génesis 1.2, y otra al fin, en
    Apocalipsis 22.17.

    Dos palabras distintas son usadas en el idioma original
    Hebreo: "RUACH" Y "NESHAMAH"

    La primera significando el Espíritu de Dios o del
    hombre
    (determinado por el contexto), y la segunda significando el soplo
    de vida del cuerpo. Existe una gran variedad de referencias al
    Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, un total de
    ochenta y seis (86), y se hallan en veintidós (22) de los
    treinta nueve (39) libros del
    Antiguo Testamento. Todas estas referencias preparan el terreno
    que luego ocupan los pasajes del Nuevo Testamento.

    Entre los nombres usados para el Espíritu Santo
    en el Antiguo Testamento, la expresión "El Espíritu
    del Señor" ocurre por lo menos veinticinco (25) veces;
    "Espíritu de Dios" catorce (14) veces; y "Espíritu
    Santo" dos (2) veces. Aún cuando las enseñanzas o
    están del todo desarrolladas, los rudimentos de la
    doctrina están claramente trazados.

    H.L. Turner declara: "Todo lo revelado acerca del
    Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, ya ha sido hallado
    en el Antiguo Testamento, con una sola excepción. Esa es
    la palabra "Bautizar".

    C) EL ESPÍRITU SANTO EN EL NUEVO
    TESTAMENTO.

    Hay en el Nuevo Testamento doscientas sesenta y un (261)
    referencias sobre el Espíritu Santo es especial y
    directamente mencionado. Con la excepción de
    Filemón, II y III de Juan, el Espíritu Santo es
    mencionado en todos los libros del Nuevo Testamento.

    El libro de Los
    Hechos tiene cincuenta y siete (57) pasajes que se refieren
    directamente al tema. Es el libro "especial" de las Escrituras
    que se refieren al Espíritu Santo; y se nos dice
    más acerca del ÉL aquí que en ningún
    otro libro.

    Una de las grandes características de los pasajes
    del Nuevo Testamento acerca del Espíritu Santo, es la gran
    variedad de nombres con que ÉL es conocido.

    D) EL ESPÍRITU SANTO EN LA HISTORIA.

    Fue solamente con el correr del tiempo que la
    Iglesia transformó el legado escritural de la verdad
    concerniente al Espíritu Santo en una formulación
    doctrinal y teológica. Muchos de los Padres de la Iglesia
    Primitiva y la mayoría de los primeros credos hicieron
    referencia al Espíritu Santo, pero por o general la
    doctrina no fue hecha objeto de controversia, y por consiguiente
    no fue desarrollada. El credo de los Apóstoles que
    simplemente dice: "Creo en el Espíritu Santo", data del
    primer siglo en su compilación original.

    Recién en el siglo cuarto (IV) le dio su forma
    moderna. Es evidente que las primeras décadas de la
    Iglesia por lo menos estaba entregada a la verdad de la
    existencia y el ser del Espíritu Santo.

    Uno de los primeros autores que mencionaron el
    Espíritu Santo fue:

    Clemente de Alejandría (155-220 D. C. ).
    Escribió: "El espíritu Santo es uno y el mismo por
    todas partes". Él enseñó que el
    Espíritu Santo, descendiendo del cielo sobre el hombre, le
    hacía capaz de contemplar las cosas divinas.

    Tertuliano describió en el (160-222 D. C. ),
    sobre el bautismo en aguas, una confesión
    específica de fe en el Espíritu Santo es indicada,
    antes de la inmersión. Tertuliano fue el primer Padre de
    la Iglesia que usó el término "trinidad" aplicado
    en referencia a las personas de la Deidad, colocando
    consecuentemente al Espíritu en la misma base con el Padre
    y con el Hijo.

    En cierta ocasión Tertuliano se refirió al
    Espíritu Santo como el "Vicario" de Cristo. Esta palabra
    significa "substituto", pero desde entonces ha sido adoptada por
    la Iglesia Romana y es usada para el Papa.

    Orígenes (186-253 D. C. ) En una
    declaración de las doctrinas de su tiempo dijo: "El
    Espíritu Santo es asociado con el Padre y el Hijo en honor
    y dignidad. No
    es claro si fue o no engendrado. Él inspiró a los
    escritores sagrados". De otros escritos es evidente que
    Orígenes adoptó la posición de creer que el
    Espíritu Santo es increado. Enseñó que el
    ministerio del Espíritu Santo era para otorgar santidad, y
    que la doctrina del Espíritu emanaba solamente de la
    revelación.

    Por otro lado no todos los registros antiguos concuerdan
    con la ortodoxia.

    Los Monarquíanos Al comienzo del (segundo) II
    siglo, enseñaban que el Espíritu Santo no es
    distinto del Padre y del Hijo.

    Pelagio (360-420 D. C. ) rechazó la doctrina de
    la obra creativa del Espíritu en regenerar a los
    creyentes, y con esto comenzó una línea de
    pensamientos que ha llegado a estar representada por el
    Unitarianismo y ciertos liberales extremados.

    La Escuela Macedonia
    Anterior al concilio de Nicea (425 D. C. ) negó la
    personalidad y la Deidad del Espíritu.

    Hipólito (Siglo III) es responsable de haber
    presentado al Espíritu Santo como una mera fuerza en vez
    de una persona.

    Aún los creyentes ortodoxos no siempre estaban de
    acuerdo con la sana doctrina. Las funciones de la
    Palabra y el Espíritu eran evidentemente
    confundidas.

    La Homilía de Clemente (95 D. C. ) Menciona al
    Espíritu Santo, pero aparentemente adopta la
    posición de que el Espíritu era un ser creado.
    Aún cuando Tertuliano es considerado ortodoxo,
    también se nota que él enseñó que el
    Espíritu Santo era algo material, y que de alguna manera
    el Espíritu mejoraba los efectos del bautismo en agua. En
    términos generales, la doctrina del Espíritu que
    nos han dejado los Padres de la Iglesia es fragmentaria y falta
    de sistema, y en el
    juicio de la mayoría de los eruditos modernos de la Biblia
    sería declarada doctrina no-ortodoxa.

    En el año 325 D. C. El Concilio de Nicea en su
    Credo original solamente declaró: "Creemos también
    en el Espíritu Santo". Fue más tarde en el
    año 381 D. C. Cuando el Concilio de Constantinopla
    preparó el Credo de Nicea más conocido, el cual
    declaró que fe ortodoxa incluye creer: "En el
    Espíritu Santo, el Señor y Dador de vida, quien
    procede del Padre, quien con el Padre y el Hijo juntamente es
    adorado y glorificado, quien habló por los Profetas". Es
    aparente que esta versión corregida del Credo de Nicea,
    quiso transmitir la idea de que el Padre, el Hijo y el
    Espíritu Santo son seres no creados y que deben ser
    adorados en conjunto como un solo Dios. Sin embargo, fueron
    necesarios siglos de discusiones antes que finalmente el Credo
    apareciera con la declaración que completó la
    intención original del Credo.

    Estas discusiones fueron conocidas como las
    controversias de "Proceso" (que
    precede).

    En el siglo anterior al desarrollo de
    las controversias de proceso, tuvieron lugar en dos Concilios de
    la Iglesia:

    1 – El Concilio de Alejandría (362 D. C.
    ).

    2 – El Concilio de Constantinopla (381 D. C.
    ).

    Trataron en parte de la doctrina del Espíritu
    santo. La posición ortodoxa que mantenía que el
    Espíritu era de la misma sustancia del Padre y el Hijo,
    fue apoyada. Atanasio (300-373 D. C.) Durante este período
    el campeón de la ortodoxia, quién refutó a
    Arrio en el Concilio de Nicea, tuvo ocasión de disputa con
    Macedonio, Obispo de Constantinopla. Este último
    mantenía que el Espíritu Santo era un asistente y
    sirviente de la Deidad con la posición de un
    ángel.

    Arrio, además de sus ideas confusas concernientes
    a la deidad de Cristo, había declarado que el
    Espíritu Santo era meramente un ser creado. Contra estos
    dos opositores, Atanasio fue vencedor.

    La controversia de proceso surgió en el principio
    del Siglo V (quinto) y fue una disputa en cuanto a la
    terminología usada en el Credo de Nicea. Se llegó a
    la conclusión que la palabra latina "filioque" debiera ser
    agregada de tal manera que se leyese: "Quien procede del Padre y
    del Hijo". (La palabra filioque significa " y al
    Hijo").

    En el Concilio de Toledo en España en
    el año 589 la palabra "filioque" fue oficialmente
    insertada en el Credo por los clérigos del occidente
    (romanos) que estuvieron presentes.

    Más de un siglo anterior al Concilio de Toledo,
    la Iglesia Oriental había abrazado las enseñanzas
    de Theodoret, enseñanzas opuestas a la doctrina del
    "proceso" del Espíritu del Hijo. Por lo tanto la
    acción tomada en el Concilio de Toledo no fue aceptable a
    la Iglesia Oriental. El punto de vista de la Iglesia Oriental era
    que solamente Cristo podía ser descrito como "Procediendo
    de" en su encarnación. Las diferencias suscitadas entre el
    Oriente y Occidente en relación a la controversia del
    proceso fueron una de las causas mayores que finalmente
    produjeron la división entre las Iglesias del Oriente y
    Occidente en el año 1054 D.C.

    Debe ser notado que en conexión con el
    Espíritu Santo la expresión "procede" es
    bíblica: "…el Espíritu de verdad, el cual procede
    del Padre.." Juan 15.26. Se mantiene el hecho de que el
    Espíritu Santo, eternal y esencialmente procede como un
    aspecto específico de la naturaleza divina.

    Walvoord dice: "… Proceso tal como la
    generación eterna de Cristo no es parte de
    creación, comienzo de existencia, o análogo en
    ninguna manera a las relaciones físicas comunes en la
    esfera humana. Por el contrario. "Procede" de la misma naturaleza
    de la Deidad, siendo esta necesaria a su existencia. Sin el
    Espíritu Santo, la Deidad no sería lo que
    es".

    Por el hecho de que el Espíritu Santo procede del
    Padre y del Hijo, no es más inferior, como tampoco lo es
    Cristo en Su posición como resultado de la
    "generación de Cristo".

    A través de los siglos desde los tiempos
    primitivos hasta el presente, los conceptos pertinentes al
    Espíritu Santo muy rara vez han sido enfatizados
    adecuadamente, pero por lo general entre aquellos quienes eran
    verdaderos Cristianos, han sido mantenidos
    ortodoxamente.

    Excepciones a esto incluyen tales movimientos como los
    místicos del siglo XVI (16)

    quienes eran conocidos por "Luz Interior" ,
    en los Socinianos del mismo siglo. Sebastián Frank, quien
    murió en 1542, del movimiento Luz
    Interior, enseño que el Espíritu Santo es una
    posesión natural del hombre que le permite alcanzar
    "vistazos de comprensión" en las Escrituras.

    El Socinianismo adoptó la posición de que
    el Espíritu Santo es nada más que el poder y la
    influencia de Dios.

    A medida que el antiguo liberalismo se
    desarrolló, la persona del Espíritu Santo fue
    más y más subordinada. Schleiermacher (1768-1834),
    enseñó que el Espíritu Santo era una
    emanación de Cristo y meramente una fuerza espiritual
    obrante. Ritschl (1822-1889), transfirió la persona del
    Espíritu a un concepto de un
    poder impersonal que emanaba de Dios y que moraba en la
    Iglesia.

    El desarrollo final de tal dirección de pensamiento
    trajo como resultado la oscuridad de distinciones, de tal manera
    que la persona y el ser del Espíritu Santo se confunde con
    cualquier buen propósito en el corazón
    humano.

    El movimiento de Oxford de Inglaterra en la
    segunda mitad del siglo XVIII (18), trajo a la escena una disputa
    pertinente al sentido del "Soplo Divino" del Espíritu o la
    inspiración de las Escrituras.

    Este movimiento, naturalmente, se identificó con
    la iglesia del liberalismo y rechazó la tradicional
    inspiración plenaria de las Escrituras. En los Estados Unidos de
    América, medio siglo más tarde.
    Horacio Bushnell (1802-1876) descontaba al Espíritu Santo
    como agente especial en la salvación del hombre.
    Además Buschnell mantuvo la idea de que el carácter de una persona era transmitido por
    la generación natural y que solamente precisaba ser
    nutrido y animado en vez del nuevo nacimiento.

    Consecuentemente los maestros de esta época,
    decidieron expulsar al Espíritu, tanto de Su ministerio en
    relación a las Escrituras, como de Su ministerio en
    relación al nuevo creyente.

    La neo-ortodoxia de hoy da lugar a una entrega interior
    y a una experiencia personal que tienen paralelos con una obra
    genuina del Espíritu Santo, pero al efectuar una investigación precisa de las
    enseñanzas de esta doctrina, la misma es hallada
    tristemente fallida.

    El concepto neo-ortodoxo del Espíritu Santo
    aparenta ser cualquier cosa que uno desee hacerlo; un sentir de
    convicción, un sentir de desesperación un sentir de
    represión propia. No hay una comprensión genuina de
    un Espíritu Santo divino y personal quien lleva a cabo una
    obra milagrosa en el corazón y la vida del
    convertido.

    La entrega existencial de la neo-ortodoxia aparenta
    sustituir en lugar de la regeneración milagrosa operada
    por el Espíritu, la entronización del "ego"
    interior.

    Finalmente la heterodoxia de la neo-ortodoxia en su
    doctrina del Espíritu Santo es también evidente en
    su posición concerniente al ministerio del Espíritu
    en inspirar e iluminar las Escrituras.

    El punto de vista neo-ortodoxo no está dispuesto
    bajo ningún punto de vista a colocar al Espíritu
    Santo en la posición que le corresponde: En el centro de
    la revelación de Dios. La neo-ortodoxia se contenta con
    hablar acerca de la Escritura "inspiradora", y considera que la
    obra que es hecha por el Espíritu Santo es hecha como una
    obra subjetiva en el lector, en vez de un proceso objetivo que
    garantiza un libro infalible.

    E) LOS TITULOS (NOMBRES) DEL ESPÍRITU SANTO Y SU
    SIGNIFICADO.

    Las Escrituras nos presentan una amplia variedad de
    designaciones en referencia al Espíritu Santo, muchas de
    las cuales son vitalmente importantes para la comprensión
    de Su naturaleza y el desarrollo de Su obra.

    1. EL ESPÍRITU SANTO.

    Lucas 11.13 – "Pues si vosotros, siendo malos,
    sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
    ¿cuánto más vuestro Padre Celestial
    dará el Espíritu Santo a los que se lo
    pidan?"

    Este nombre enfatiza el carácter moral del
    Espíritu, pero no significa que el Espíritu es
    más santo que el Padre o el Hijo. Este título tiene
    preferencia a Su carácter oficial.

    El es el autor de Santidad. Este título lo
    distingue de todo otro espíritu en el mundo.

    A Él ha sido encomendada la obra de ejecutar
    santidad divina en todo el universo, y en
    el hombre. Este título, Espíritu Santo pone el
    énfasis, no sobre la persona, sino sobre el poder, la
    manifestación y la operación del
    Espíritu.

    1. Efesios 4.30 – "Y no contristéis al
      Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados
      para el día de la redención".

      Este título enfatiza el origen divino, el
      carácter divino y el poder divino del Espíritu.
      El Espíritu está específicamente
      relacionado con el Padre, pues procede del Él.
      Además representa al Padre aquí en la tierra, y
      es el canal del poder de Dios. Hay once (11) títulos
      en las Escrituras que prueban Su relación con el
      Padre: Espíritu de Dios – Espíritu del
      Señor – Espíritu de nuestro Dios –
      Su Espíritu – Espíritu de Jehová
      – Tu Espíritu – Espíritu del
      Señor nuestro Dios – Espíritu del Padre
      – Espíritu del Dios viviente – Mi
      Espíritu – y Espíritu de Él. El
      Espíritu Santo ha sido prometido por Dios, dado por
      Él, y enviado de Él, con el fin que Él
      cumpla la buena voluntad del Padre.

    2. EL ESPÍRITU DE DIOS.

      Romanos 8.9 – "… Y si alguno no tiene el
      Espíritu de Cristo, no es de él".

      El Espíritu Santo está muy
      especialmente relacionado con el Señor Jesucristo. El
      imparte la vida de Cristo (Romanos 8.2), Él produce el
      fruto de Cristo (Filipenses 1.11), Él revela las cosas
      de Cristo (Juan 16.16), Él imparte el poder de Cristo
      (Hechos 1.8 y Juan 14.12) y Él toma el lugar de Cristo
      ascendido (Juan 14.16-18). Cinco (5) títulos
      relacionan al Espíritu Santo con el Hijo:
      Espíritu de Cristo – Espíritu de Cristo
      Jesús – Espíritu de Jesús –
      Espíritu de Su Hijo – Espíritu del
      Señor. El Espíritu ministra para hacer a Cristo
      presente en la Iglesia, y para formar a Cristo en el creyente
      tan real como Él formó el cuerpo del
      Jesús humano antes de Su nacimiento aquí en la
      tierra.

    3. EL ESPÍRITU DE CRISTO.
    4. EL CONSOLADOR.

    Juan 14.26 – "Mas el Consolador, el Espíritu
    Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
    enseñará todas las cosas, y os recordará
    todo lo que yo os he dicho".

    "Consolador" es el título dado al Espíritu
    Santo en el Evangelio de San Juan capítulo 14.16. La
    Palabra "Consolador" viene de la palabra "paracletos" en el
    idioma original griego y significa: "Uno llamado al lado de otro
    para el propósito de ayudarle". El Espíritu Santo
    como Paracleto es Aquél que está listo para
    proveer: coraje, fuerza, sabiduría, y gracia para toda
    necesidad. Él puede suplir todo cuanto un compañero
    amante puede proveer al corazón humano anhelante.
    Él Espíritu Santo como Consolador representa al
    Señor Jesucristo al creyente. El Espíritu es dado
    para que Él sea a los creyentes aquí en la tierra
    lo que Cristo sería si Él estuviere presente
    personalmente.

    1. EL ESPÍRITU DE GRACIA.

    Hebreos 10.29 – " … e hiciere afrenta al
    Espíritu de Gracia?".

    Aún cuando Cristo es el origen y la fuente de
    Gracia, el Espíritu Santo es el canal por el cual esta
    gracia es transmitida a la humanidad. Hace real en la vida de los
    creyentes las provisiones potentes del don de la gracia. La
    designación del Espíritu Santo por medio de este
    título implica que su bondad para con los hombres no
    depende de la dignidad de los hombres.

    6. EL ESPÍRITU DE GLORIA
    (GLORIOSO).

    1º Pedro 4.14 – "Si sois vituperados por el nombre
    de Cristo, sois bienaventurados, por que el glorioso
    Espíritu de Dios…"

    El espíritu Santo se dedica a traer gloria para
    Dios, e impartir "gloria" en el corazón de los creyentes.
    "Gloria" lleva en sí la idea de honor y de alabanza
    ascripta en la adoración.

    El Espíritu Santo, al llenar al creyente con un
    sentido de lo divino, le mueve a rendir este honor y
    alabanza.

    1. Juan 16.13 – "Pero cuando venga el Espíritu
      de verdad, él os guiará a toda
      verdad…"

      Pero cuanto Dios es el autor de la verdad, Su
      Espíritu, es el Espíritu de verdad. El
      Espíritu es aquél que revela la vedad, un
      testigo de la verdad, y la personificación de la
      verdad, opuesto al espíritu de error. Una prueba bien
      definida de que el creyente ha sido llenado del
      Espíritu es si su vida y mensaje están en
      armonía con la verdad. Fue Jesús quien dio este
      título al Espíritu Santo. Lo usó tres
      veces. Puede decirse que el Espíritu Santo
      manifestó completamente Su palabra como
      espíritu de verdad al inspirar a los escritores del
      Sagrado Libro.

      Fue allí donde dio testimonio del Padre y del
      Hijo en toda verdad. El error y el engaño están
      en abierta contradicción con la naturaleza del
      Espíritu Santo, y fue por esta causa que
      Ananías y Safira perdieron la vida. Hechos
      5.1-11.

    2. EL ESPÍRITU DE VERDAD.
    3. EL ESPÍRITU DE VIDA.

    Romanos 8.2 – "Porque la ley del
    Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de
    la ley del pecado y de la
    muerte".

    "Creo en el Espíritu Santo, el Señor, y
    Dador de la vida" consta en el antiguo credo, El Espíritu
    de vida nos libra de la ley del pecado, nos da vida espiritual y
    produce en nosotros fruto. El Espíritu vivifica al hombre
    muerto en delitos y
    pecados, y les imparte nueva vida. En la presencia del
    Espíritu Santo, la ley del pecado y de la muerte que es la
    herencia
    natural de hombre es reemplazada por un torrente de vida divina
    que fluye dentro del creyente.

    9. EL ESPÍRITU SANTO DE LA
    PROMESA.

    Efesios 1.13 – "En el también vosotros,
    habiendo oído la
    palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
    habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
    Espíritu Santo de la promesa".

    Es así llamado porque el recibimiento de su poder
    y de su gracia constituye una de las bendiciones sobresalientes
    prometidas en el Antiguo Testamento. Ezequiel 36.27; Joel
    2.28.

    Él cumple las promesas del Señor en las
    vidas de los creyentes y en el corazón del creyente da
    seguridad de que
    todas las promesas del Señor serán cumplidas. El
    Espíritu Santo está relacionado con las promesas
    concernientes al Señor Jesucristo en Su primera y segunda
    venida, y también a las promesas de Dios a Cristo durante
    su venida aquí en la tierra.

    10. EL ESPÍRITU DE
    ADOPCIÓN.

    Romanos 8.15 – "…sino que habéis recibido el
    espíritu de adopción,
    por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!".

    Cuando una persona es salvada, no solamente se le da el
    nombre de hijo de Dios, y es adoptado en la familia
    divina, sino que también recibe dentro de su alma la
    conciencia de que
    es participante de la naturaleza divina. El Espíritu Santo
    que imparte esa conciencia al creyente de que es hijo de Dios, y
    es Su presencia en el creyente la que constituye el impartimiento
    de la naturaleza divina dentro del ser del creyente.

    1. El ESPÍRITU DE SABIDURÍA

    Éxodo 28.3 – "…a quienes yo he llenado de
    espíritu de sabiduría…"

    Toda la sabiduría verdadera procede del
    Espíritu Santo y Él es el autor y el canal de la
    sabiduría. Véase en Isaías 11.2; Efesios
    1.17.

    12. EL ESPÍRITU DE ARDIMIENTO
    (DEVASTACIÓN).

    Isaías 4.4 – "Cuando el Señor lave las
    inmundicias… con espíritu de juicio y con
    espíritu de devastación (ardimiento)".

    La función de
    ardimiento del Espíritu enfatiza el ministerio del
    Espíritu en buscar, refinar, consumir la escoria, e
    iluminar. La palabra "ardimiento" se utiliza en la antigua
    versión de Cipriano de Valera.

    F) LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO Y SU
    SIGNIFICADO.

    Pardington dice: "La palabra SÍMBOLO, viene de
    dos palabras griegas: SUN, que quiere decir justo; y la palabra
    BALIO que quiere decir tirado; significando literalmente algo que
    ha sido tirado junto con otra cosa, uno al lado del otro, el uno
    para representar y explicar el otro. En otras palabras un
    símbolo es un emblema material que muestra y
    descubre una verdad espiritual".

    Estos símbolos, son dados por Dios para que
    podamos más fácilmente comprender lo que el idioma
    mismo no puede explicar o expresar. Son empleados para describir
    las operaciones del
    Espíritu Santo.

    1. EL FUEGO. – "… él os bautizará en
    Espíritu Santo y fuego"

    Mateo 3.11.

    El fuego calienta, ilumina, purifica, prueba, produce
    energía, y genera poder. El fuego consume el combustible,
    y refina o purifica aquello que no puede ser consumido.
    Espiritualmente, presenta la presencia de Dios en Su capacidad
    como Juez. En el creyente, el Espíritu Santo, como el
    poder de Dios, purifica el alma, consume la escoria, e imparte
    pasión ardiente y gran celo. El Espíritu como fuego
    ministra calor al
    corazón y luz a la mente.

    2. VIENTO. – "El viento sopla de donde quiere…
    así es todo aquel que es nacido del
    Espíritu". Juan 3.8.

    El viento simboliza la obra redentora del
    Espíritu como misteriosa, invisible, poderosa, penetrante,
    que da vida, exhalarante y refrescante. Es invisible en su
    operación e inesperado en sus consecuencias. De los
    originales Hebreo y Griego, la palabra Espíritu puede ser
    traducida: espíritu, o viento, o aliento. El
    Espíritu Santo es el aliento (hálito), exhalado de
    Dios. El Espíritu Santo es la atmósfera en la cual
    el creyente vive.

    Sin la constante renovación y vivificación
    del Espíritu que imparte vida, el creyente no
    podría sobrevivir. Véase Ezequiel 37.7-10. Job
    dijo: "El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del
    Omnipotente me dio vida". Job 33.4.

    3. AGUA. – "Mas el que bebiere del agua que yo le
    daré, no tendrá sed jamás".

    Juan 4.14.

    El poder del Espíritu Santo hace en el terreno de
    lo espiritual lo que el agua hace
    en el orden material. E agua purifica, refresca, apaga la sed y
    convierte el campo estéril en tierra fructífera.
    Purifica lo que está manchado y restaura la limpieza; es
    un símbolo muy apropiado de la gracia divina que no
    solamente limpia el alma sino que le añade belleza. El
    agua es un elemento indispensable de la vida física: el
    Espíritu Santo es como un elemento indispensable de la
    vida espiritual.

    "Agua viva" es el agua en contraste con las aguas
    estancadas de cisternas o pantanos; es un agua que salta a
    borbotones y fluye siempre en comunicación con la o el material del cual
    procede.

    El creyente tendrá agua viva solamente mientras
    esté en contacto con su divina fuente, que es Cristo
    Jesús mismo. El Espíritu limpia de los
    hábitos pecaminosos, y sirve como fuente que produce
    ríos de santidad, y se transforma en un río de vida
    que satisface las demandas del alma, refrescándola y
    renovándola, para que Su presencia sea bendición al
    que recibe, y a otros por medio del que recibe.

    4. NUBE, LLUVIA Y ROCIO. Salmo 72.6; Salmo 133.3;
    Oseas 14.5.

    Así como la lluvia o el rocío desciende
    sobre la tierra árida y seca para refrescarla, de la misma
    manera el Espíritu Santo desciende sobre el alma del
    creyente que responde a la voz del Espíritu.

    5. SELLO. – "… fuisteis sellados con el
    Espíritu Santo de la promesa".

    Efesios 1.13.

    Véase además Efesios 4.30 y 2ª
    Corintios 1.22. El sello es puesto sobre una cosa de valor y denota
    una transacción terminada, como así también
    algo que es genuino, incambiable y de gran valor.

    En los tiempos de la Biblia el sello demostraba la
    propiedad,
    daba autoridad y
    prometía seguridad. Véase Daniel 6.17. En vista de
    que el contrato de la
    redención de Dios bilateral – hecho entre el Dios el
    Padre y Dios el Hijo – la función del Espíritu es
    la de servir como testigo, a fin de que nunca se dude de la
    eficiencia de
    la misma. Al mismo tiempo, el Espíritu mismo es el sello
    que Dios el Padre pone en el corazón del creyente a fin de
    asegurarle la certeza de una transacción completa. En todo
    caso, cuando el Espíritu descansa sobre el creyente,
    existe evidencia, indiscutible de que el mismo se ha apropiado de
    la validez de la obra consumada en el Calvario.

    6. ACEITE. – "El
    Espíritu del Señor está sobre mí, por
    cuanto me ha ungido

    para dar buenas nuevas a los pobres…"

    Lucas 4.18; Hebreos 1.9

    En los tiempos de la Biblia, la unción con aceite
    era usada primordialmente para limpiar, suavizar y relajar; y
    para hermosura como sub-producto. Muchos de los rituales del
    Antiguo Testamento requerían el uso del aceite, y en
    solemne ceremonia de unción de aceite, los reyes, profetas
    y sacerdotes fueron puestos aparte para su llamamiento divino. El
    creyente ungido del Nuevo Testamento representa su real
    sacerdocio, 2ª Pedro 2.9, pues por la virtud de la
    unción del Espíritu, cada creyente es tanto
    sacerdote como rey. Como aceite, el Espíritu es visto no
    solo en la unción sino también en la
    sustentación (aceite es alimento), proveyendo luz,
    sanando, y suavizando. Así como fue prohibido imitar el
    aceite de la unción en el Antiguo Testamento y usarlo para
    propósitos seculares, de igual manera nadie puede imitar
    con validez la unción del Espíritu
    Santo.

    7. PALOMA. – "… y he aquí los cielos le fueron
    abiertos, y vio al Espíritu

    de Dios que descendía como paloma, y venía
    sobre él"

    Mateo 3.16.

    El interés del Señor en este suceso es
    evidente por el hecho que se registra en los cuatro evangelios.
    Una tradición judía traduce Génesis 1.2. de
    la siguiente manera: "El Espíritu de Dios como una paloma
    cobijaba el haz de las aguas". Las características de la
    paloma son: gentil, tierna, graciosa, inocente, suave,
    pacífica, pura, paciente, fácilmente contristada o
    asustada y fiel. El hecho de que el Espíritu Santo es
    representado como una paloma indica que Él nunca demanda ni
    fuerza a los suyos; Él obra por medio de suaves directivas
    o persuasiones. Cristo instruyó a los creyentes de ser
    "sencillos como palomas", Mateo 10.16. El tener al
    Espíritu Santo morando dentro como paloma es saber que uno
    está en paz con Dios.

    8. VINO. – "…Venid, comprad sin dinero y sin
    precio, vino
    …"

    Isaías 55.1.

    Es un símbolo de alegría, Salmo 104.15; un
    ingrediente de la adoración, Joel 1.10; y un complemento
    del pan, Jueces 19.19.

    El vino del Espíritu es el estímulo
    espiritual Divino que Satanás procura falsificar por medio
    del estímulo del alcohol.

    El vino es aquello que suelta las restricciones e
    inhibiciones, da denuedo y produce abundancia de palabras.
    El trabajo del
    Reino requiere obreros vigorosos, entusiastas y estimulados, para
    una realización de obra más efectiva. La
    expresión de los observadores en el día de
    Pentecostés fue cínica: Hechos 2.13. Fue en el
    vigor y el estímulo de esta clase de
    relación con el Espíritu Santo como los
    apóstoles proclamaron el mensaje del Evangelio en ese
    día y vieron tres mil almas añadidas a la
    Iglesia.

    9. ARRAS. – "… y nos ha dado las arras del
    Espíritu en nuestros corazones".

    2ª Corintios 1.22.

    Las "arras" es la seña de pago de algo que
    será pagado en su totalidad en un tiempo futuro.
    Véase Números 13.2325. Las arras obligan a ambas
    partes a cumplir su parte del contrato.

    Cuando Dios da de Su Espíritu Santo al creyente,
    ÉL se compromete a mantener para siempre Su
    provisión para ese creyente. De igual manera, el creyente
    al recibir el Espíritu se entrega a sí mismo a
    perpetua fe en su Señor. El Espíritu Santo que Dios
    da en esta vida es solamente un "arras", pero su otorgamiento es
    prueba amplia de que bendiciones inagotables del mismo calibre
    están disponibles, y que serán
    derramadas.

    Coro evangélico

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI;

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI;

    QUEBRANTAME, TRANSFORMAME, CONSUMAME Y
    LLENAME.

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI.

    CAPÍTULO
    II

    LA PERSONALIDAD Y
    DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    A) PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    1. El Espíritu Santo tiene un oficio que
      demanda una personalidad.
    2. Pronombres personales aplicados al Espíritu
      Santo.
    3. El Espíritu Santo es identificado con otras
      personalidades.
    4. Hechos personales adscriptos al Espíritu
      Santo.
    5. El Espíritu Santo es susceptible al
      tratamiento personal.

    B) LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    1. Nombres divinos dados al Espíritu
      Santo.
    2. El Espíritu Santo posee atributos
      divinos.
    3. El Espíritu Santo hace hechos y obras
      divinas.
    4. El Espíritu Santo está relacionado
      con el Padre y con el Hijo.
    5. La Escritura interpreta al Espíritu Santo
      ser Dios.
    1. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU
      SANTO.

    La personalidad del Espíritu Santo es uno de los
    aspectos más descuidados. Aún creyentes
    responsables se refieren al Espíritu Santo como "eso" o
    como "algo" en vez de considerarlo como ÉL, y en muchos
    casos no existe el concepto de la posibilidad de una
    relación personal entre el Espíritu y el creyente.
    Él debe ser distinguido de una mera influencia,
    emanación o manifestación.

    El Dr. R. A. Torrey dice: "Es de suma importancia que
    nosotros decidamos si el Espíritu Santo es solamente algo
    misterioso y un poder maravilloso que nosotros en nuestra
    debilidad e ignorancia podamos de alguna manera alcanzar y usar,
    o si el Espíritu Santo es una persona, infinitamente
    sabia, infinitamente santa, e infinitamente tierna, QUIEN va a
    tomar posesión de nosotros y usarnos".

    E el desarrollo de la historia, la iglesia
    declaró como herejía las enseñanzas de los
    Arrianos, Sabelianos y Socinios, quienes o bien rechazaron o
    ignoraron la personalidad del Espíritu Santo.

    Cada uno de estos grupos
    trató de adherirse a la idea que el Espíritu Santo
    es meramente la energía que eternamente procede de
    Dios.

    Esta posición ha caracterizado al movimiento
    Unitario moderno.

    Cambrón dice: "El nombre personal del
    Espíritu Santo es desconocido. Se le designa con el
    título "Espíritu Santo", lo que Él es; este
    no es su nombre. El silencio de las Escrituras en relación
    a su nombre es muy significativo. Retiene Su propio nombre para
    que el nombre del Señor Jesucristo sea
    exaltado".

    "Personalidad" no es el cuerpo físico compuesto
    de ojos, manos, pies, oídos, etc. La verdadera "persona"
    es el espíritu dentro del cuerpo. El Espíritu Santo
    es una persona; pero Él es un Espíritu que no posee
    un cuerpo físico. No es necesario que el Espíritu
    Santo tenga un cuerpo físico como nosotros para ser una
    Persona. Los elementos esenciales de la personalidad son
    cuatro:

    1. Intelecto – Poder de pensamiento. 1ª
      Corintios 2.10-13; Juan 14.26.
    2. Sensibilidad – Poder de sentir las cosas.
      Romanos 15.30.
    3. Voluntad – Poder de hacer a nuestro deseo.
      1ª Corintios12.11.
    4. Conciencia moral – Conocer el bien y el mal.
      Juan 16.9; Juan 16.13.

    1. EL ESPÍRITU SANTO TIENE UN OFICIO QUE DAMANDA
    UNA PERSONALIDAD.

    "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
    consolador, para que esté con vosotros para siempre
    …" Juan 14.16,17.

    Fue Cristo mismo quien designo el oficio básico
    principal del Espíritu Santo: CONSOLADOR. Otros oficios
    incluyen el de: Autor, 2ª Timoteo 3.16; Maestro y
    guía, Juan 14.26; Testigo de Cristo, Juan 15.26; y el de
    Creador, Salmo 104.30.

    En las Escrituras, solamente el Señor
    Jesús usó la palabra CONSOLADOR para describir el
    oficio del Espíritu Santo. Implicó con esto que el
    Espíritu Santo habría de ser para los creyentes, lo
    que Él había sido para sus discípulos
    aquí en la tierra.

    La palabra CONSOLADOR significa: instructor,
    guía, abogado, uno que comparte, uno que da consejo,
    gobernador, asistente ayudante o cuidador. Es además, la
    palabra "Paracleto".

    Ciertamente, ninguno de estos oficios puede ser
    efectuado por una "mera influencia" impersonal.

    1. El Señor Jesús prefirió hablar
      acerca del Espíritu Santo como el CONSOLADOR , pues
      esta palabra permite el uso de un pronombre personal
      masculino. Juan 16.7 y 14. En el capítulo 16 de San
      Juan el pronombre personal masculino "ekeinos" es usado dos
      veces en referencia al Espíritu Santo. Una sana base
      teológica ha sido usada al traducir Romanos 8.16 y 26
      con la expresión "El Espíritu
      mismo".

    2. PRONOMBRES PERSONALES APLICADOS AL ESPIRITU
      SANTO.
    3. EL ESPÍRITU SANTO ES IDENTIFICADO CON OTRAS
      PERSONALIDADES.

    El hecho que el Espíritu Santo es la tercera
    persona de la santa trinidad es prueba notable de Su
    personalidad. Esto se ve en la fórmula de bautismo y en
    las bendiciones de la Biblia.

    Mateo 28.19 y 2ª Corintios 13.14.

    El Espíritu se identifica con los creyentes al
    hacer decisiones personales. Hechos 15.28. Aún cuando el
    Espíritu es un Canal de Poder, sin embargo no es meramente
    un poder mecánico ni inanimado. Las Escrituras hacen una
    distinción entre el Espíritu y Su poder. Hechos
    10.38 y 1ª Corintios 2.4.

    En la manera de obrar, el Espíritu Santo y
    nuestro Señor son uno. Si el Padre es una persona,
    también lo es el Espíritu. 2ª Corintios
    3.17.

    1. HECHOS PERSONALES ADSCRIPTOS AL ESPÍRITU
      SANTO.

    a) "todo lo escudriña, aún lo profundo de
    Dios". 1ª Corintios 2.10.

    b) El Espíritu Santo habla. Hechos 13.2, 21.11,
    1ª Timoteo 4.1.

    c) El Espíritu Santo intercede por
    nosotros. Romanos 8.26.

    d) El Espíritu Santo nos enseña. Juan
    14.26, Nehemías 9.20.

    e) El Espíritu Santo nos guía. Hechos
    16.6, Romanos 8.14.

    f) El Espíritu Santo testifica. Juan
    15.26.

    g) El Espíritu Santo participa o tiene
    comunión. 2ª Corintios 13..13.

    h) El Espíritu Santo obra milagros. Hechos
    10.38.

    i) El Espíritu Santo llama y pone en
    puesto. Hechos 20.28.

    Estos pasajes muestran operaciones personales del
    Espíritu, tales como: Su hablar, Su dirigir y guiar, Su
    retener y dar convicción, y todo esto solo puede ser
    adscripto a una persona.

    Tales características exceden la actividad de una
    mera influencia o emanación. Todos aquellos que aceptan la
    inspiración y veracidad de las escrituras deben sentirse
    convencidos con el hecho de Su personalidad revelada por medio de
    Sus acciones.

    1. El Espíritu Santo puede ser afectado por las
      acciones de personas de igual manera que cualquier otra
      persona puede ser afectada pues:

      1. El Espíritu Santo es
        contristado. Efesios 4.30.
      2. El Espíritu Santo es
        enojado. Isaías 63.10.
      3. El Espíritu Santo es resistido. Hechos
        7.51.
      4. Es posible rebelarse contra el Espíritu
        Santo. Isaías 63.10.
      5. El Espíritu Santo es mentido. Hechos
        5.3.
      6. El Espíritu Santo es afrentado. Hebreos
        10.29.
      7. El Espíritu Santo es
        blasfemado. Mateo 12.31-32.
      8. El Espíritu Santo puede ser
        apagado. 1ª Tesalonicenses 5.19.
    2. EL ESPÍRITU SANTO ES SUSCEPTIBLE ALTRATAMIENTO
      POERSONAL.

    El Espíritu Santo en sí mismo es una
    persona divina, distinta, viviente, poderosa e inteligente.
    Él está vital íntimamente relacionado con el
    Padre y el Hijo. Por cierto que Él no es meramente una
    bendición, o sentimiento, influencia o la mera refulgencia
    procedente de Dios el Padre, así como se exhala el aliento
    del cuerpo. En la época del Antiguo Testamento, Él
    reveló al Padre; en tiempos del Nuevo Testamento fue por
    medio de Él que Cristo fue concebido, y es por medio de
    Él hoy día que todo convertido recibe vida
    espiritual que no debe ser restringida o medida por ningún
    "recipiente" humano en el cual Él mora.

    Se ha dicho: "Cristo es el abogado para con el Padre por
    nosotros, mientras que el Espíritu Santo es nuestro
    Abogado del Padre con nosotros". Él esta presente para
    usar al creyente como canal divino, y de llevar a cabo la obra
    del Reino sobre la tierra. Como persona, Él es bondadoso y
    sabio, y digno de la confianza y rendición total del
    creyente.

    Sanders dice: "Si Él fuera meramente una
    influencia, nuestro blanco constante sería:
    ¿Cómo puedo obtener más de esta influencia?
    Pero si Él es una Persona Divina, nuestra actitud
    consistente será: ¿Cómo puede él
    tener más de mí?".

    El Espíritu Santo hoy día busca ser para
    los creyentes lo que Cristo fue para sus discípulos,
    cuando anduvo sobre la tierra, los creyentes pueden disfrutar la
    comunión del Espíritu, y en el proceso, humillarse,
    a fin de que vivan bajo Su control. Es
    particularmente en virtud del hecho de que el Espíritu
    mismo es una persona, que en el proceso de relacionarse con los
    creyentes, les es posible hacer real la persona del Señor
    Jesucristo. Siendo ÉL mismo una persona le es posible
    hacer partícipe al creyente la persona de
    Cristo.

    1. LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    Como resultado de las disputas teológicas del
    siglo IV (cuarto) y V (quinto) se llegó a la
    afirmación de la deidad del Espíritu Santo en el
    Concilio de Calcedonia en el año 451 D. C.

    En su existencia esencial, el Espíritu Santo no
    difiere de Dios el Padre y Dios el Hijo. Con ellos Él es
    coigual y coeterno. Sus atributos son idénticos con los
    del Padre y el Hijo, visto que en esencia ambos son deidad. Es
    bien válido y correcto decir que el Espíritu Santo
    es Dios.

    1. Las Escrituras nombran a Dios o al Señor y al
      Espíritu Santo en el mismo contexto, lo que indica que
      los nombres son claramente intercambiables. Es así,
      que el Espíritu es llamado Dios y Señor. Hechos
      5.3-4; 1ª Corintios 12.4-6; 1ª Corintios 3.16;
      2ª Corintios 3.17.

    2. NOMBRES DIVINOS DADOS AL ESPÍRITU
      SANTO
    3. EL ESPÍRITU SANTO POSEE ATRIBUTOS
      DIVINOS.

    Cuatro de los atributos de la deidad son adscriptos al
    Espíritu Santo:

    a) Eterno Hebreos 9.14

    b) Omnipresente (en todo lugar) Salmo
    139.7-10.

    c) Omnisciente (Sabe y conoce todo) Juan 14.26 y
    16.13.

    d) Omnipotente (todo poder) Lucas 1.35.

    La vida de existencia propia poseída por el
    Espíritu Santo le caracteriza definitivamente como Divino,
    Romanos 8.2.

    3. EL ESPÍRITU SANTO HACE HECHOS Y OBRAS
    DIVINAS.

    Muchas cosas llevadas a cabo por el Espíritu
    Santo, solamente pueden se hechas por un ser divino: crear,
    levantar a los muertos e impartir vida, regenerar, dar
    convicción, y echar fuera demonios. El Espíritu
    Santo es descrito en las Escrituras como el ejecutor del plan
    divino; Él es el agente activo y el poder de la deidad.
    Job 26.13; Romanos 8.11; Juan 3.5-7; Juan 16.8; Mateo
    12.28.

    El Espíritu Santo es el principio fundamental de
    vida activa en todo el universo.
    Adán vivió porque el Espíritu Santo
    "Sopló aliento de vida", Génesis 2.7; y todo
    organismo viviente desde este día, depende de él.
    Job 33.4. El Espíritu Santo como principio de vida fue
    responsable de la concepción del Señor
    Jesús. Y como "Señor y dador de vida" pudo levantar
    a Jesús de entre los muertos transformándolo en las
    primicias de los que durmieron.

    La inspiración de las Escrituras y el origen de
    la profecía divina son obras del Espíritu Santo en
    su deidad. 2ª Pedro 1.21. Todo esto ciertamente establece el
    hecho de la deidad del bendito Espíritu Santo.

    4. EL ESPÍRITU SANTO ESTA REALACIONADO CON EL
    PADRE Y CON EL HIJO.

    L a Escritura identifica explícitamente al
    Espíritu Santo como un miembro de la deidad:

    a) En el bautismo de Jesús Mateo
    3.13-17.

    b) en el mandato apostólico Mateo
    28.19.

    c) En la fórmula de bautismo Mateo
    28.19.

    d) En la
    administración de la Iglesia Efesios 4.4-8 y 1ª
    Corintios 12.4-6.

    Aquí le vemos sobre la misma base de igualdad con
    el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo existe como el poder
    y la virtud de Dios, y Él es el medio por el cual Dios
    mismo se transmite y se comunica a hombre. La salvación
    del creyente es llevada a cabo como un esfuerzo cooperativo por
    la Trinidad co-igual y coeterna. Padre, Hijo y Espíritu
    Santo son personalidades separadas, pero cada uno representando
    la totalidad de la esencia divina, y por lo tanto disfrutando
    relaciones el uno con el otro, y aplicando pronombres personales
    el uno al otro. Cómo puede el Espíritu Santo ser
    uno con Dios y el Hijo, y al mismo tiempo distinto de Dios y el
    Hijo, constituye una parte del misterio de la
    trinidad.

    5. LA ESCRITURA INTERPRETA AL ESPÍRITU SANTO SER
    DIOS.

    En varias ocasiones, el Nuevo Testamento, al referirse
    al Antiguo Testamento, adscribe al Espíritu Santo obras o
    puntos de vista, que en el momento original fueron atribuidos a
    Dios o al Señor. Compárese Isaías 6.8 con
    Hechos 28.25; con Hebreos 3.7-9 y Jeremías 31.33 con
    Hebreos 10.15,16. El Espíritu Santo es Dios, y por lo
    tanto Él es el agente y ejecutor de los propósitos
    divinos. El Espíritu de Dios mismo comunicándose al
    hombre, de igual manera que el Hijo es Dios manifestándose
    a sí mismo al hombre. Las características del
    Espíritu Santo son tales que lo que es conocido de
    Él, no puede ser predicado en ningún otro que no
    fuera Dios mismo. Experimentalmente el creyente en quién
    Dios el Espíritu Santo opera, dará gustosamente
    testimonio de la realidad de la deidad del Espíritu
    operando en él.

    En la experiencia del creyente, hay un solo
    Espíritu divino, el Espíritu Santo, y Él es
    al mismo tiempo el Espíritu del Padre y el Espíritu
    del Hijo.

    CAPÍTULO
    III

    LA OBRA DEL
    ESPÍRITU SANTO.

    1. La obra del Espíritu Santo en el Universo
      físico.
    2. La obra del Espíritu Santo en el hombre no
      regenerado.
    3. La obra del Espíritu Santo en el Antiguo
      Testamento.
    4. La obra del Espíritu Santo en el Señor
      Jesucristo.
    5. La obra del Espíritu Santo en la
      Iglesia.
    6. La obra del Espíritu Santo en el
      creyente.
    1. Es bien claro en las Escrituras que el
      Espíritu Santo fue agente en la creación
      original.

      Génesis 1.2; Salmo 33.6; Job 33.4; Job 26.13.
      Y la función especial del Espíritu Santo parece
      haber sido la de dar orden y organización a lo que estaba siendo
      creado.

      La Escritura introduce al Espíritu Santo en
      el segundo versículo de la Biblia para hacer evidente
      su asociación con la obra creativa divina. El
      Espíritu Santo además es el principio
      básico de vida en todo el universo físico. No
      solo en la vida de las plantas y
      en la vida animal, pero también en la vida
      humana.

      Desde la época de la creación original
      hasta el presente, el Espíritu ha sostenido el
      universo físico. Salmo 104.30.

      WALVOORD dice: "La creación ha sido ordenada
      por Dios en tal manera, que en cierta medida se sostiene a
      sí misma; pues la vida de las plantas y de los
      animales
      se perpetúan a sí mismas. Sin embargo,
      detrás de todo este fenómeno maravilloso
      está la obra del Espíritu Santo, sosteniendo,
      dirigiendo y renovando".

    2. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL UNIVERSO
      FÍSICO.
    3. LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN EL HOMBRE NO
      REGENERADO.

    El Espíritu Santo constantemente busca de guiar a
    todos los hombres a buscar y a conocer a Dios. Sus esfuerzos son
    resistidos por el hombre carnal y por el Adversario. Véase
    Juan 14.17 y 1ª Corintios 2.14.

    El espíritu Santo obra sobre la persona no
    regenerada desde afuera; ÉL no mora el
    inconverso.

    La obra básica del Espíritu para con el no
    regenerado es la de CONVICCIÓN. ÉL ministra para
    proveer un "sentido de maldad – pecado" a fin de que el
    hombre se sienta impelido a apropiarse de la justicia de
    Cristo Jesús.

    Hay un triple aspecto de la obra de convicción de
    pecado:

    1. Descubrir el pecado.
    2. Denunciar el pecado.
    3. Pronunciar juicio sobre el pecado.

    Consecuentemente es solamente por medio del ministerio
    del Espíritu Santo que el pecador se convierte, y nunca
    por el mero esfuerzo o argumento humano. Y como "Fiscal"
    divino, el Espíritu Santo obra personalmente en las vidas
    de los seres humanos. Cristo lo expresó claramente en San
    Juan 16.7-11, donde tres aspectos son claramente
    enseñados:

    1. El pecado de incredulidad. Versículo
      9.
    2. La justicia de Cristo. Versículo
      10.
    3. El juicio de Satanás. Versículo
      11.

    El Espíritu Santo hace efectiva la
    predicación del Evangelio y el llamado a la
    penitencia.

    Una buena parte del ministerio del Espíritu Santo
    consiste en Su testimonio de Cristo a través de las vidas
    de los creyentes en los cuales ÉL mora.

    El Dr. Torrey dijo: "El Espíritu Santo no tiene
    otro medio de alcanzar a los inconversos excepto por medio de
    nosotros que ya somos salvos". Nótese la
    declaración de Pedro en Hechos 5.30,32.

    C) LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO
    TESTAMENTEO.

    Cristo en Juan 14.17, al decir "el Espíritu mora
    con vosotros, y estará en vosotros", hizo notar el
    contraste entre el creyente del Antiguo Testamento y el creyente
    del Nuevo Testamento en su relación con el Espíritu
    Santo. Las Escrituras en el A. T. indican lo
    siguiente:

    1. El Espíritu vino sobre
    él Números 24.2; Jueces 11.29.

    2. Llenado del Espíritu Éxodo 31.3;
    Miqueas 3.8.

    3. Posó sobre ellos el
    Espíritu Números 11.25-26.

    Cambrón dice acerca de la era del Antiguo
    Testamento:

    El Espíritu Santo los llenó pero nunca
    hizo morada con ellos.

    "Ningún creyente del Antiguo Testamento fue
    bautizado con el Espíritu Santo. El bautismo inicial vino
    el día de Pentecostés, cincuenta días
    después que Cristo resucitó".

    Véase Salmo 51.11; Éxodo 31.3,4.; Jueces
    13.24,25; 2ª Pedro 1.21.

    Puede ser dicho que en la era del Antiguo Testamento las
    operaciones del Espíritu Santo estaban bajo la voluntad
    soberana de Dios.

    Turner clasifica el ministerio del Espíritu Santo
    en el A. T. En cuatro:

    1. Números 11.15,17; 1ª Samuel
      10.6,10.

    2. Políticamente, como con Moisés o
      Saúl para dar poder e investidura.

      al avivamiento nacional. Jueces 6.34.

    3. Moralmente, como con Gedeón para prepararlo
      para guiar al pueblo
    4. Físicamente, como con Sansón
      dándole fuerza, o como con Ezequiel dándole
      energía. Jueces 14.6 y Ezequiel 2.2.

      1. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL
        SEÑOR JESUCRISTO.
    5. Intelectualmente, como con Bezaleel y sus ayudantes,
      dándoles capacidad para construir el tabernáculo.
      Éxodo 31.2,3; 35.31,35.

    Toda la vida de Cristo aquí en la tierra fue
    consistentemente identificada con el Espíritu Santo.
    Notemos lo siguiente:

    1. Su nacimiento Lucas 1.34,35.

    2. Su bautismo en agua. Juan 1.32; Mateo
    3.16.

    3. Su tentación Mateo 4.1; Marcos 1.12; Lucas
    4.1,2.

    4. Su ministerio Lucas 4.14; 4.17,21; Isaías
    61.1,2; 11.1,2.

    5. Su muerte Hebreos 9.14; Lucas 9.30,31; Juan 2.19;
    Mateo 16.21.

    6. Su resurrección Romanos 1.4; 8.11; 1ª
    Pedro 3.18; Juan .1,3.

    7. Su ascensión Juan 1.33; Juan 16.7; Hechos
    2.33.

    En nuestra era podemos decir que el Espíritu
    Santo no obra en el Señor Jesucristo sino que obra por
    Él. Consecuentemente, el Espíritu Santo ministra
    para revelar a Cristo al creyente y para reproducir en Él
    la vida de Cristo.

    E) LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA
    IGLESIA.

    La Iglesia debe su origen y existencia misma al
    Espíritu Santo.

    El día de Pentecostés el principio de vida
    fue impartido a la Iglesia, y mientras que la Iglesia exista
    aquí en la tierra, ese mismo Espíritu Santo
    continuará morando en la Iglesia y dándole la vida
    tan especial.

    Hay un sentido en el cual el Espíritu Santo es
    "Encarnado" en la iglesia, así como la segunda persona de
    la Trinidad fue encarnada en la humanidad de Jesús. El
    Espíritu Santo es aquél por medio de quien el
    Señor Jesucristo se hace presente en Su Iglesia. El don
    del Espíritu Santo el día de Pentecostés es
    inseparable de la obra del Hijo sobre el Calvario.

    El Espíritu Santo opera para edificar la Iglesia.
    Efesios 2.22.

    Fusiona a los creyentes que constituyen la iglesia.
    1ª Corintios 2.13. y por morar en todos los creyentes, el
    Espíritu provee unidad para la Iglesia. 1ª Corintios
    3.16; Efesios 4.3.

    Es la presencia del Espíritu Santo morando en los
    creyentes e impartiendo la vida de Cristo que determina el hecho
    que la Iglesia es un organismo y no una
    organización.

    Una de las contribuciones importantes del
    Espíritu Santo a la Iglesia es constituida por el hecho
    que ha dado y confirma la Palabra escrita. Por medio de una
    intuición directa en el corazón del creyente el
    Espíritu Santo constituye una declaración de que
    Dios es el Autor de las Escrituras.

    Todos los negocios y el
    programa de la
    Iglesia en la tierra deben estar bajo la dirección y la
    guía del Espíritu Santo. Hechos 20.28; 15.28. La
    Iglesia progresa en la medida que el Espíritu Santo es
    permitido de ser el líder.

    La unidad de la Iglesia es obra del Espíritu
    Santo. Efesios 4.3. No es el deseo del Espíritu Santo de
    proveer uniformidad, pero sí unidad con diversidad. Es
    unidad espiritual, no unión organizacional.

    1. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL
      CREYENTE.

    El Espíritu Santo se constituye en el poder y la
    capacitación para el creyente, para toda
    operación y función espiritual. Para que un
    creyente pueda ser espiritual, se requiere la presencia y el
    ministerio del Espíritu Santo. Su ministerio es interno,
    tocando profundamente el ser en quien obra. El creyente no debe
    estar satisfecho con tener una "teología" del
    Espíritu Santo; debe tener un sentir viviente de Su
    presencia y poder. El Espíritu Santo:

    1. Regenera. Juan 3.5 – Tito 3.5 – Juan
    3.6.

    2. Da seguridad Romanos 8.16 – Efesios
    4.30.

    3. Mora en el creyente Romanos 8.9 – Juan 14.17
    –1ª Corintios 3.16,17

    1ª Corintios 6.19 – 2ª Corintios
    13.5

    4. Santifica Gálatas 5.22,23 – 1ª
    Pedro 1.2

    5. da fortaleza 1ª Tesalonicenses 1.5 –
    Efesios 3.16.

    6. Guía y dirige Romanos 8.14 – Juan
    16.13 – Juan 14.26.

    7. Ayuda al creyente en la adoración y en la
    oración. 1ª Corintios 14.15 –

    Efesios 6.18 – Romanos 8.26.

    8. Vivifica Romanos 8.11.

    9. Adopta Romanos 8.15,16.

    10. Tiene comunión Filipenses 2.1 –
    2ª Corintios 13.14.

    11. Unge. 1ª Juan 2.20,27.

    12. Sella. 2ª Corintios 1.22 – Efesios
    1.13.

    CAPÍTULO
    IV

    EL BAUTISMO EN
    EL ESPÍRITU SANTO

    1. La naturaleza del Bautismo del
      Espíritu.
    2. Fondo histórico de la doctrina del Bautismo
      del Espíritu.
    3. El propósito del Bautismo del
      Espíritu.
    4. El proceso (Secuencias posibles) de recibir el
      Bautismo del Espíritu.
    5. La evidencia del Bautismo del
      Espíritu.
    6. Los resultados del Bautismo del
      Espíritu.
    7. El Bautismo del Espíritu y la
      terminología del Nuevo Testamento.
    8. El Bautismo Pentecostal distinto a la
      conversión.
    9. Bautismo del Espíritu y
      Santificación.
    10. Bautismo del Espíritu y plenitud día
      por día.
    1. La palabra "Bautismo" siempre implica el ser
      completamente cubierto, y cuando la idea es relacionada con
      el Espíritu Santo implica la saturación
      completa del ser interior por la Tercera Persona de la
      Deidad. Este bautismo es una comunicación directa
      entre Dios y el hombre, y también debe ser un estado de
      completa rendición.

      Aún la lengua
      funciona de acuerdo al control del Espíritu. Santiago
      3.8 – Hechos 2.4.

      La experiencia de recibir el bautismo del
      Espíritu Santo es el último paso en el proceso
      de modificar la carne y de rendirse al Espíritu.
      Romanos 8.13.

      Frecuentemente, aún cuando no necesariamente
      el bautismo del Espíritu Santo produce como resultado
      una "sacudida emocional intensa" en el creyente, que llena el
      alma de éxtasis celestial.

      La persona que recibe el bautismo del
      Espíritu Santo, es inundado con gloria divina que
      electrifica su naturaleza. Un Pentecostés personal
      puede ser descrito como "un nuevo descubrimiento del
      Señor Jesucristo viviente, hecho cuando Dios, el
      Espíritu Santo comienza su morada en el creyente".
      Debe ser por lo tanto recordado que las relaciones de la
      persona, ya sean tenues o intensas, son las relaciones de la
      carne y no son manifestaciones del Espíritu. Es obvio
      que los ciento veinte (120) en el aposento alto fueron
      movidos profundamente, pues dijeron de ellos: "Están
      llenos de mosto". Hechos 2.13.

      La experiencia del bautismo del Espíritu
      Santo libra al que busca de sí mismo y lo identifica
      con la Deidad. Por primera vez, el creyente es sometido a la
      operación sin límites de lo divino; un pequeño
      "gusto" de lo que un día será amplio. 2ª
      Corintios 1.22. y la Escritura hace claro el hecho que la
      porción que recibe el creyente es solamente las arras
      de lo que disfrutaremos. Efesios 1.13, 14.

      Loa teólogos evangélicos no
      están de acuerdo con la posición Pentecostal,
      sin embargo tienen su propia posición bien definida en
      relación a la plenitud del Espíritu.

      Talbot dice: "Tiene más del Espíritu
      el hombre que ha sido llenado del Espíritu, que
      aquél que no ha sido llenado? No, por el contrario, el
      Espíritu tiene más de algunos creyentes que de
      otros".

      Cambrón dice: "Sería mejor decir ser
      ‘controlado’ por el Espíritu, en vez de
      decir ‘llenado’ por el Espíritu". La
      verdad básica es que: "NO ES CUANTO DEL
      ESPÍRITU UNO TIENE, SINO CUANTO DE UNO TIENE EL
      ESPÍRITU". Es evidente que para ser lleno del
      Espíritu, no hay lugar para el ego.

    2. LA NATURALEZA DEL BAUTISMO DEL
      ESPÍRITU.
    3. FONDO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA DEL BAUTISMO
      DEL ESPÍRITU.

    La venida del Espíritu Santo en el día de
    Pentecostés fue declarado como el cumplimiento
    específico de Joel 2.18,19, profecía que
    prometió la experiencia a todas las personas de diferentes
    clases. Isaías 28.11; 1ª Corintios 14.22.

    Juan el Bautista incluyó la predicción del
    bautismo del Espíritu, como aspecto del ministerio del
    Mesías que habría de venir. Lucas 3.16; Juan 1.33.
    Durante su ministerio terrenal nuestro Señor se
    refirió al cumplimiento de la profecía de Joel. Los
    Evangelios registran ocho predicciones hechas por Cristo de un
    derramamiento Pentecostal.

    El Pentecostés original validó la obra de
    Cristo, y constituyó un acontecimiento dispensacional al
    venir a la tierra para morar en Su Iglesia, el Espíritu
    Santo, el administrador

    Divino, véase también Juan 14.16; Marcos
    16.17; Juan 16.7; Hechos 1.5; Juan 7.37-39, Juan 14.26; Juan
    15.26; Lucas 11.13; Lucas 24.49.

    La fiesta de Pentecostés en el Antiguo Testamento
    tomó lugar cincuenta (50) días después de la
    Pascua. Representaba el comienzo de la cosecha.
    Simbólicamente, el derramamiento inicial del
    Espíritu en el día de Pentecostés fue el
    comienzo de la cosecha del Evangelio. Los 120 tuvieron que
    esperar, no porque no estuviesen listos para recibir, sino que
    Dios no estaba listo para derramar su Espíritu. Sin
    embargo, esos días de espera produjeron, sin lugar a
    dudas, una medida de sumisión y rendición y
    rendición sí mismos. Desde ese día, el
    esperar no es descrito. Véase Hechos 10.44.

    Aun cuando el Espíritu de Dios había
    obrado anteriormente en la tierra, El no había establecido
    su morada permanente en los corazones de creyentes para
    constituirlos en Iglesia. El derramamiento del Espíritu
    significaba que el Mesías había completado su obra
    redentora y había ascendido a la gloria.

    El pentecostal original fue un tiempo llamativo
    fenomenal de carácter sobre natural. El público no
    fue atraído por debate
    teológico, sino por el milagro de las lenguas, y de las
    lenguas de fuego y aun el impacto hecho sobre el edificio donde
    estaban congregados, como si Dios dijera al mundo que el
    derramamiento Pentecostal no era un incidente trivial.

    Una experiencia similar al modelo de Loa
    Hechos 2 continuó siendo normal en la Iglesia del Nuevo
    Testamento. Hay un total de cinco casos en el libro de los Hechos
    que describen un derramamiento Pentecostal similar en clases y
    manifestación al caso original del día de
    Pentecostés. El último caso registrado en la Biblia
    está en Hechos 19, y esto tomó lugar unos veinte y
    uno años después del derramamiento original. El
    modelo Pentecostal parece haber sido bien autenticado y
    establecido.

    Testimonios de experiencias Pentecostales en la Iglesia
    Primitiva, datan de la fecha de los primeros escritos de los
    padres durante el II y III siglo:

    Ireneo (130-202) escribió: "Llamamos personas
    ‘perfectas’ aquellas que han recibido el
    Espíritu de Dios, y quienes por medio del Espíritu
    de Dios hablan lenguas".

    Clemente de Alejandría – Hacía
    mención de "un derramamiento total del Espíritu
    Santo".

    Tertuliano – Durante la misma época hizo
    mención de la continua manifestación de los dones
    del Espíritu.

    Crisóstomo (347-407) declaró: "Todo aquel
    que era bautizado en tiempos apostólicos, inmediatamente
    habló en lenguas; de inmediato recibieron el
    Espíritu".

    San Agustín (354-430) escribió:
    "Todavía hacemos lo que los Apóstoles hicieron
    cuando les impusieron las manos a los Samaritanos y pidieron el
    descenso del Espíritu sobre ellos. Esperamos que los
    convertidos hablen en nuevas lenguas".

    A medida que se fue desarrollando la Iglesia Romana, el
    aspecto fenomenal del bautismo en el Espíritu Santo
    gradualmente se transformó en un ritual. Al llegar al fin
    del siglo V (5), la practica general era que se constituía
    una pequeña sala detrás del altar, y era usado como
    el lugar donde recibir el Espíritu Santo. Luego de ser
    bautizado en agua, el candidato pasaba a la sala de
    oración, y allí el obispo el imponía las
    manos y era ungido con aceite. El obispo pedía a Dios que
    enviase el Espíritu Santo, pero también
    gradualmente con el correr del tiempo, no se esperaba ninguna
    manifestación. Consecuentemente, hoy día, la
    ceremonia de la confirmación es el resultado, y la Iglesia
    Romana mantiene que en el momento de ese rito el candidato recibe
    el bautismo en el Espíritu Santo. No se hace
    mención del hablar en lenguas.

    A través de los tiempos la historia nos preserva
    el registro de la
    manifestación Pentecostal, no solamente entre el pueblo
    evangélico pero también entre los miembros de la
    Iglesia Romana, Monjes del siglo XIII (13) practicaban en hablar
    en lenguas.

    San Vicente Ferrer (1350-1419) tenía el don de
    lenguas.

    Francisco Xavier (1506-1552) misionero en la China,
    según la Enciclopedia Católica hablaba en
    lenguas.

    Souer En su Historia de la Iglesia Cristiana (volumen 3,
    página 406) dice: "El Doctor Martín Lutero fue un
    profeta, evangelista, hablador en lenguas e intérprete en
    una persona, investido con todos los dones del Espíritu
    Santo".

    Tomás Walsh – Ayudante de Juan Wesley,
    escribió en su libro diario el 8 de marzo de
    1750.

    "Esta mañana el Señor me dio un lenguaje que
    yo no conocía, elevando mi alma hacia ÉL en una
    manera maravillosa".

    R. Boyd – En su libro Pruebas y
    Triunfos de Fe (1875), escribió acerca de los avivamientos
    de D.L. Moody en Inglaterra: "Cuando llegue a los cuartos de los
    jóvenes de la Asociación Cristiana de
    jóvenes, la reunión encendida por el fuego
    celestial, los jóvenes estaban hablando en lenguas y
    profetizando. ¿Qué significaba esto? Simplemente
    que el hermano Moody les había estado hablando durante la
    tarde".

    F.B. Meyer – Cuando visitó Estonia
    encontró a congregaciones de bautistas en las cuales
    escribió a Londres: "Dios está renovando entre esta
    gente aquellas maravillosas manifestaciones que fueron evidentes
    durante la primera predicación del Evangelio. El don de
    lenguas se oye a menudo en las reuniones. Cuando estos mensajes
    son interpretados significan lo siguiente: JESÚS VIENE
    PRONTO OTRA VEZ; JESÚS ESTA CERCA; ESTEMOS
    LISTOS".

    Carlos G. Finney y D. L. Moody – Estos
    Evangelistas dieron testimonio de experiencias espirituales que
    eran positivamente Pentecostales en su naturaleza y en sus
    resultados.

    Al comienzo del presente siglo, en el día de
    Año Nuevo de 1901, el Espíritu Santo
    descendió en forma Pentecostal sobre un grupo de
    estudiantes en un pequeño Instituto Bíblico en la
    ciudad de Kansas en los Estados Unidos. Este derramamiento fue
    precedido por estudios minuciosos de las Escrituras, y los
    alumnos habían llegado a la conclusión de que la
    evidencia del bautismo en el Bautismo del Espíritu Santo
    era hablar en nuevas lenguas. De allí se esparció
    en Texas y a California, donde el año 1906 tomó
    lugar un gran derramamiento que a continuado a todas partes del
    mundo en lo que va del siglo XX.

     

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