En el trabajo se
realiza una reflexión sobre las particularidades que
adquiere la realidad para convertirse en la región de
estudio de la filosofía, como forma superior de reflejo,
en la cual la actividad humana al consolidarse genera el pensamiento
teórico que al ser interpretado dialécticamente
convierte al hombre en
sujeto de la praxis
revolucionaria, cuyos resultados acrisolados se convierte en el
hecho histórico-cultural que enriquece a su vez el
pensamiento teórico. .
Cuando se enseña Filosofía en un
auditorio, por primera vez, se crea la impresión de que
trata de algo invisible. La opinión estudiantil no es
totalmente fallida, porque no es mero cierto que el discurrir con
conceptos abstractos significa un alto grado de
"separación" de la realidad que observamos con "los ojos
de la cara", y paradójicamente un "acercamiento" hacia
otra más profunda que observamos con los "ojos de la
mente". Es decir nos alejamos en orden, para acercarnos con mayor
profundidad
Esta es una frase del gran filósofo
clásico alemán, Jorge G. Federico Hegel, quien con
acierto incursionó dialécticamente, aunque de
manera idealista, en la esfera de la Lógica,
como Ciencia del
pensamiento humano, que desvelada posteriormente de su
misticismo, le dio a la humanidad la clave para incursionar de
una forma eficaz en el
conocimiento del mundo como premisa para su
transformación revolucionaria.
En uno de los pasajes de la Ciencia de
la Lógica (1813), Hegel reflexionaba:
Para que el yo sea comienzo y fundamento de la
filosofía, se precisa de su separación de este
concreto, es
decir del acto absoluto, por medio del cual el yo se purifica
de si mismo y penetra en su conciencia
como el yo abstracto. Sin embargo este yo puro no es un
inmediato, ni el yo conocido; no es el yo ordinario de nuestra
conciencia, el cual podía anudarse directamente y para
todos la ciencia
La determinación del puro saber como yo,
lleva continuamente consigo la reminiscencia del yo subjetivo,
cuyas limitaciones es preciso olvidar, y mantiene presente la
conjetura de que las proposiciones y relaciones resultantes del
desarrollo
ulterior del yo puedan presentarse y encontrarse en la
conciencia ordinaria y que esta sea justamente la que se
afirma1
Los giros dialécticos del lenguaje
Hegeliano, bastante complejos, nos confirman que el yo en la
Filosofía, para ser comienzo y fundamento no se
manifiesta en su forma ordinaria e inmediata, aunque no deja de
serlo, sino a través de su relación mediata con el
mundo, como yo abstracto que permite que el análisis filosófico rebase las
trabas de la instancia del yo individual inmediata, aunque
aparentemente vuelve a la conciencia ordinario para buscar su
afirmación.
De aquí se extrae una conclusión
importante y es que no toda la realidad puede ser objeto de la
reflexión filosófica, sino que la
Filosofía tiene como problema descubrir en su
búsqueda una realidad u "objeto especial", donde se hayan
desarrollado al máximo, de forma objetiva , determinadas
características que al aprehenderse en forma abstracta
convierten al hombre, relativamente pasivo, en un sujeto activo
que se eleva por encima de la inmediatez hacia el encuentro del
orden abstracto o "lógica especial" que permite su
definición y redefinición histórica en el
cosmos.
Esto significa que lo filosófico, como
concepción del mundo, se mueve en las relaciones
sujeto-objeto sirven de fundamento al vínculo
sujeto-sujeto. Esta última, las relaciones
intersubjetivas, se condicionan objetivamente por la producción de bienes
materiales y,
adquiere su expresión concreta cuando se establece la
comunicación individual entre los hombres,
en la cual el interés
cognoscitivo no solo conduce a la verdad como conclusión
del conocimiento,
sino que ésta, fundamentada en el desarrollo
histórico del pensamiento teórico de la
época, es decir por la cultura
conclusiva de todo el desarrollo científico,
filosófico y praxiológico, se convierte en
emancipación social.
La aparición del "objeto especial", ocurre cuando
la sociedad,
espoleada por las necesidades de toda índole, despliega su
actividad a plenitud palpándose resultados
históricos conducentes a un grado superior de la
maduración de la realidad objetiva como sistema, en la
cual afloran sus características y contradicciones que
inmanentemente impulsan su desarrollo en toda su
riqueza.
En estas condiciones, de enorme riqueza, es que se
obtienen, como reflejo las abstracciones más simples y
sintéticas que dan lugar al comienzo y desarrollo del
pensamiento lógico.
Es interesante anotar que el "objeto especial" no tiene
una existencia efímera, sino que posee una estabilidad,
donde se conjugan su identidad en
la diferencia posibilita su estudio. Algunos objetos y
fenómenos que rodean al hombre poseen potencialmente estas
características, sólo en embrión y otros la
poseen desplegadas en su totalidad. Solamente los segundos
alcanzan la dignidad de la
reflexión filosófica.
Esta idea que se expone hace más concreta la
región de lo filosófico, que se presenta como la
totalidad de lo real y no lo real en su totalidad, sino como
aquella zona en la que el sujeto haya desplegado con mayor
intensidad toda su actividad y consecuentemente haya obtenido
resultados cualitativamente más altos; que al
destacarse, lo abstraen de los demás implicando la
base real para el surgimiento de una saber sobre la
sociedad.
Es imprescindible recalcar que debe partirse de lo
cualitativamente más alto en la realidad, aunque
cuantitativamente no sea lo dominante en extensión, porque
este estado
representa la aparición de la nueva cualidad, de la
tendencia progresiva y objetiva en el desarrollo, que ya no en
embrión, sino su totalidad concreta.
Como regla importante de la reflexión e investigación filosófica, se debe
partir de los resultados cualitativos más altos para
descubrir las tendencias de la realidad. Esta estrategia evita
que el carácter acumulativo de lo cuantitativo
empañe la posibilidad de distinguir la verdadera cualidad
que posee el objeto en un momento histórico determinado; y
las manifestaciones fenoménicas y superficiales lo
desorientan al hombre por el verdadero curso del desarrollo de
los acontecimientos.
Lo filosófico se alcanzará allí
donde el "objeto especial" aparece como universal a todos los
demás, como necesario y suficiente para la existencia de
toda la realidad. Es decir que se trata de la cualidad del
sistema, común, central y más alta; con
relación a la cual cada uno de los elementos en el sistema
adquiere su peso específico o función
particular.
Otro momento importante que distingue lo
filosófico es el carácter ilimitado, abierto de sus
categorías que no radica en que aborden por su validez
todo el universo, sino
que ellas pueden desarrollarse fuera del país, de la
región donde se han creado las condiciones materiales
objetivas para su engendramiento. Esto sucede porque el reflejo
filosófico, por su carácter cósmico,
expresando la quintaesencia de la realidad, por lo que su
movimiento
adquiere autonomía en su despliegue.
Los Clásicos Alemanes, por ejemplo, reflejaron,
de forma especia en su teoría
de la subjetividad, la gloriosa Revolución
Francesa que había sucedido allende sus fronteras. Esto
puede considerarse como una regularidad del pensamiento
filosófico, que explica el surgimiento de una
categoría o su enriquecimiento conectado con la existencia
de condiciones que han marcado un desarrollo del conocimiento y
la cultura acumulados en un pasado que instan al vuelo del
pensamiento. Entre más inquieta es la realidad, más
inquieto se torna el pensamiento.
Cuba es un ejemplo de cómo a finales del siglo
XVIII y principios del
XIX, las ideas de aquella época marchaban al compás
de los avances europeos. Incluso, ya a finales de este
último, la aparición de elementos originales
provoca serios avances en la reflexión
filosófica.
Detengámonos en el pensamiento teórico sin
el cual nación
alguna puede permanecer a la altura del desarrollo de la
ciencia.
No se puede confundir el pensamiento teórico con
la teoría. Cuando la persona nace
hereda un pensamiento teórico fomentado durante miles de
años por la actividad multifacética del hombre.
Este hecho confundió a Hegel, quien le da un origen
místico al pensamiento como una idea absoluta, que se
desarrolla, desde toda una eternidad, cobrando diferentes formas
sensoriales concretas hasta llegar a la autognoscia, donde se
produce el saber absoluto.
La concepción materialista dialéctica
parte del pensamiento teórico, como forma universal del
conocimiento que se encuentra codificado sobre ideas productivas,
resumen y consolidan los resultados de toda la actividad humana,
en forma abstracta y teóricamente consecuente. Esta
propiedad le
permite condensar en él una gran actividad en forma
potencial que se despliega con más energía en el
proceso
discursivo. La aparición de nuevas generaciones, abre
procesos de
desentrañamiento de ideas contenidas en los laberintos del
pensamiento para apoderarse de esta potencia y
desplegarla simultáneamente con una sublimación
progresiva de su subjetividad.
La reflexión filosófica del pensamiento
amplía las posibilidades del pensamiento teórico,
al conducirlo como búsqueda heurística de lo
desconocido, pero no partiendo del criterio de que sea algo
inmóvil en espera de su estudio, sino como un saber, que
en su devenir sintetiza la actividad pasada y se convierte en
premisa de la actividad presente y futura.
REALIDAD OBJETIVA
Fig.1
La capacidad del pensamiento teórico de
convertirse en objeto de estudio y convertirse en esencia de la
subjetividad lo debe a su contenido trascendental.
La capacidad de abstracción, el conocimiento de
la dialéctica por el hombre le
permiten penetrar en la estructura
dinámica del pensamiento teórico
("lo semejante se conoce a través de lo semejante"), hasta
convertirse en el sujeto productor de la realidad cuyo resultado
es la formación de lo ideal como acrisolamiento, lo ideal,
como hecho histórico-cultural, el cual a su vez
retroalimenta la reflexión filosófica que enriquece
el pensamiento teórico.
La naturaleza
abierta de estas categorías filosóficas, a
diferencia de los conceptos científicos particulares que
son sometidos a constantes revoluciones por su contacto directo
con la realidad, se enriquecen con la apropiación flexible
y fluida del contenido de la quintaesencia de cada uno de los
nuevos resultados. Sus cambios revolucionario radicará en
el nivel de independencia,
que es capaz de invertir totalmente la cosmovisión de la
época y solo por una cadena de mediaciones aterrizan en la
praxis histórico- social de cada época. La
elevación cualitativa de la realización de la
praxis, significa de por si revoluciones que se desencadenan en
silencio, mostrando la penetración del pensamiento, cada
día más, en los laberintos que conducen por una
cadena de mediaciones a la verdad y el orden.
Las revoluciones científicas en las ciencias
particulares significan, en la mayoría de los casos, una
inversión en la interpretación de los fenómenos (la
revolución copernicana significó un cambio radical
del geocentrismo al heliocentrismo). En la Filosofía, de
una forma sui generis, toda revolución significa una
negación de la negación dentro de los marcos del
pensamiento teórico que le permite avanzar
progresivamente. De este modo, la Filosofía Materialista
Dialéctica significó la negación de la
negación de la Filosofía Hegeliana en la
concepción de la relación entre lo ideal y lo
material, proceso que llevó implícito la
reelaboración materialista de la dialéctica
hegeliana a través de la comprensión de la
actividad revolucionaria como praxis.
Las revoluciones en Filosofía significan avances
importantísimos en la comprensión de la
racionalidad humana, del lugar que ocupa el hombre en el universo, de la
comprensión del orden y las posibilidades de su
cambio.
No en valde todas las revoluciones en Filosofía
han estado unidas a la dialéctica como esencia del
pensamiento teórico: Aristóteles, Hegel y Marx. Estos tres
pensadores significaron los jalones o nudos más
importantes en la historia del desarrollo del
pensamiento teórico, en los cuales se consolidan y
sistematizan las formas discursivas del pensamiento desarrolladas
por el pensamiento universal.
Por esta razón hay que investigar en la historia
de la filosofía y especialmente a Aristóteles y a
Hegel, donde se abordan de modo sistemática las formas
discursivas y las determinaciones del pensamiento.
La Filosofía verdadera, se genera en constante
contradicción dialéctica con el mundo real. Por la
actividad potencial de su contenido, no puede ser un reflejo
consumista de la realidad, sino el polo de su crítica
revolucionaria abierta, de lo contrario no justificaría su
existencia, disolviéndose en el mundo dogmático de
las especulaciones. La Filosofía hegeliana, a pesar de
poseer la dialéctica como método
inteligente y racional, ésta es encerrada en un sistema
metafísico al convertir la Filosofía en
apología del Estado Prusiano, como el estado
perfecto al cual había llegado la idea absoluta, donde
apareció su propia Filosofía del "saber absoluto"
considerada por él como el "fin de la Filosofía",
reconocido, efectivamente, por los historiadores de la
Filosofía, pero como el "fin de la Filosofía por el
lado idealista"
O sea, que se trata de un reflejo especial de la
realidad, cuya veracidad no se encuentra en la fidelidad y
coincidencia inmediata del contenido de las categorías con
la realidad, sino en la reproducción constante de su
diferencia. Quiere esto decir que por su contenido son
idénticas a la realidad objetiva en la misma medida en que
se diferencian constantemente de ella, al enriquecerse o
reorganizarse los elementos componentes del propio
contenido.
Reflexionemos sobre la categoría reflejo y nos
daremos cuenta cuál es la esencia del reflejo
filosófico y cuál es su impronta en la realidad
socio-histórica.
Cuando pensamos en pares de categorías, se nos
viene a la mente causa-efecto, esencia.fenómeno, parte y
todo etc. y cometemos el error de que se nos ocurra pensar
también en materia y
conciencia, como un par de categoría más, que
incluso las convertimos jerárquicamente en principales
dentro de la Filosofía. Indiscutiblemente,
Materia es una categoría filosófica
que designa toda la realidad objetiva, pero conciencia no
lo es. Esta última se define como el producto de la
materia altamente organizada, del cerebro humano; o
como la forma superior del reflejo psíquico de la
realidad, que le permite proyectar y planificar la actividad y
sus resultados. Entonces la categoría filosófica,
como tal, no es conciencia sino Reflejo; que es una
propiedad esencial de toda la realidad objetiva y conciencia
sería una manifestación concreta de éste,
manifestada en la transmisión mutua, e
incorporación en sus estructuras
internas de las propiedades particulares entre dos o más
objetos en interacción, sin destruir su
cualidad.
La conciencia filosófica dialéctica al
constituirse históricamente como producto y, a su vez,
célula
generadora del pensamiento teórico y éste ser
capaz, por su tendencia, de trascender la época nos lleva
a la conclusión de que ella constituye una forma especial
dentro del reflejo consciente, en la cual además de
reflejarse el mundo objetivo de
forma cosmovisiva, al lograrse a través de ella la
identidad entre el intelecto humano finito con el universo
infinito, genera una nueva propiedad, que es la inserción
de la subjetividad en la realidad, la cosificación de la
teoría como praxis en la tendencia general del desarrollo
objetivo. La conciencia filosófica es una cualidad
superior que aparece en el desarrollo histórico, cuando la
conciencia, a través del conocimiento, que es su
propiedad o "ser otro" se abstrae de la realidad a
través de conceptos de gran generalidad y
consecuentemente, su desprendimiento progresivo, significa el
dominio de la
realidad. Entonces, es a través de la conciencia
filosófica que la verdaderamente, la materia se piensa a
si misma.
Esto explica por qué la Filosofía,
además de ser terrenal, en su utopía se plantee la
inconformidad con el mundo y su transformación. Por eso el
pensamiento teórico, al consolidar la tendencia general de
la época, como producción espiritual le va
abriendo el camino a: la ciencia, la ética, el
derecho, al arte y a la
praxis política, a la subjetividad en
general.
Datos del
autor.
Héctor Manuel Pupo Sintras
Licenciado en Filosofía por la Facultad de
Perfeccionamiento y Recalificación de Profesores de
Filosofía del Instituto Superior Pedagógico de la
Habana "Enrique José Varona" en 1980, Doctorado en
Filosofía por el Instituto de Filosofía de la
Academia de Ciencias de Cuba, en 1993
y Escuela de
Idiomas Manuel Ascunce Domenech. 1981 a 1982. Es Profesor
Auxiliar. Tiene 33 años de experiencia en la docencia, de
ellos 25 en la Universidad de
Holguín.
Su investigación fundamental está dirigida
al Pensamiento Socio-filosófico cubano del siglo XIX,
especialmente a la Filosofía de José de la
Luz y Caballero. Investiga además en el campo de la
Lógica Dialéctica, la Dialéctica
Materialista. Investiga y coordina el Proyecto de
Formación y sociología de los
valores.
Ha realizado numerosos estudios en el área de la
metodología de la investigación,
valores,
computación, Historia de la
Filosofía, etc. Se destaca además por la
impartición de cursos de postgrados en Diplomados,
Maestrías y Especialidades en el Módulo de
Lógica Investigativa y tiene un número importante
de publicaciones. Ha recibido premios en eventos
nacionales e internacionales.
Docente investigador de la Universidad de
Holguín. Cuba