Monografias.com > Enfermedades > Salud
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Tratamiento laparoscópico de hidatidosis hepática



Monografía destacada

    1. Resumen
    2. Técnica
      Quirúrgica
    3. Discusión
    4. Conclusiones
    5. Referencias
      Bibliográficas
    6. Anexos

    RESUMEN
    :

    OBJETIVOS : En años recientes, se ha reportado a
    nivel mundial, el tratamiento por vía laparoscópica
    de los quistes hepáticos por hidatidosis, demostrando que
    el procedimiento es
    factible y seguro TECNICA
    QUIRURGICA: .El método
    laparoscópico empleado fue punción y
    aspiración del quiste bajo visión
    laparoscópica, inyección de la solución
    escolicída, destechamiento del quiste, extracción
    de las membranas germinativas, y su retiro en bolsa. CONCLUSIONES
    : La técnica laparoscópica, aplicada con criterio
    selectivo, puede ser una alternativa efectiva y segura para
    tratar a los pacientes con quistes hepáticos
    hidatídicos porque sus resultados son comparables a
    aquellos de la cirugía abierta al seguimiento.

    PALABRAS CLAVES: Hidatidosis ? Quiste
    hepático hidatídico ? Cirugía
    laparoscópica

    Introducción

    La enfermedad hidatídica es una zoonosis
    quística parasitaria producido por el Echinococcus
    granulosus
    . La etapa de céstodo se desarrolla en el
    intestino del carnívoro, llamado el "huésped
    definitivo o primario". Sus huevos son eliminados en las heces
    del carnívoro infectado y son ingeridos por un
    herbívoro, llamado el "huésped intermediario o
    secundario". En el tubo digestivo alto del huésped
    intermediaro , los huevos se incuban . penetran la pared del
    intestino y alcanzan el hígado usando la vena porta, donde
    se desarrollan como un quiste hidatídico. A veces, pasan a
    través de la barrera hepática y alcanzan los
    pulmones y otras vísceras, mientras que otros acceden
    directamente a la circulación a través del conducto
    torácico.

    El quiste maduro de la forma común,
    Echinococcus granulosis, en el huésped
    intermediario consiste en tres capas. La capa adventicia externa
    representa la densa respuesta fibrosa del huésped a la
    presencia del parásito.

    Esta adventicia no es fácilmente separable del
    hígado circundante. En este plano, se efectúa la
    quistoperiquistectomía. La adventicia esta revestida por
    la membrana laminada, que consiste en un polisacárido
    mucoide elaborado por el parásito. Esta capa tiene una
    consistencia casi gelatinosa y se separa fácilmente de la
    adventicia.

    Este es el plano que se desarrolla en la
    operación convencional, para la remoción de los
    quistes hidatídicos. El líquido que contiene tiene
    una presión de
    30 a 70 cm de agua y es
    incoloro, opalescente y un poco alcalino y contiene numerosos
    "protoescólices". Sin embargo, puede obtenerse
    líquido opaco de los quistes muertos e infectados, o
    teñidos con bilis. Además, dentro de la
    vesícula hidatídica principal suelen encontrarse
    los denominados "protoescólices", los cuales consisten en
    cabezas de gusanos, habitualmente en un estado
    invaginado , y provistos de ventosas y ganchillos, miden
    aproximadamente 1,5 mm de diámetro y son visibles con
    facilidad como parte de la denominada "arenilla
    hidatídica". Los protoescólices y sus envolturas
    constituyen el elemento infeccioso.

    La infección equinocócica del
    céstodo E. granulosus explica el 95% de los casos de
    hidatidosis humana. La hidatidosis tiene una distribución mundial, "pero de preferencia
    rural, donde los perros son
    utilizados para el cuidado de las manadas, en especial de los
    bovinos". En nuestro país, Perú, las regiones
    más afectadas son Pasco, Huancavelica, Junin y Puno con
    una tasa de prevalencia de 9.1/100,00 habitantes/año
    ,constituyendo "áreas endémicas donde son tan
    comunes sus manifestaciones tanto en la población bovina como humana que llegan a
    constituir un problema serio de salud
    pública" .

    Su frecuencia de presentación en los seres
    humanos depende de la de los huéspedes intermediarios como
    carneros, cerdos y ganado vacuno. Aproximadamente el 70% de los
    quistes hidatídicos se localizan en el hígado, y en
    una cuarta parte a un tercio de los casos, son múltiples.
    Por lo general son superficiales. El lóbulo derecho es el
    afectado en el 85% de los casos . Un 15% de los quistes
    hepáticos extruyen hacia el árbol
    biliar.

    Los quistes pueden erosionar el diafragma y empujar
    hacia la cavidad torácica, pero la mayoría de los
    quistes no causan complicaciones siendo bien contenidos por los
    mecanismos de defensa del cuerpo y no crecen más
    allá del estadio de granuloma. Aquellos quistes que si
    crecen pueden morir y las hidátides agotadas y muertas
    pueden calcificarse en la capa adventicial y el líquido
    claro de su interior puede convertirse en un material
    pultáceo, como pasta de dientes o teñido de bilis
    si existe la presencia de alguna comunicación con las vías biliares.
    Lo siguen en frecuencia de afectación los pulmones y menos
    frecuentemente el bazo, los riñones, el corazón,
    los huesos, el
    sistema
    nervioso central y otras áreas.

    La hidatidosis hepática (HH) puede manejarse con
    diferentes modalidades terapéuticas. Se han logrado
    adelantos en la quimioterapia de la hidatidosis con los nuevos
    benzimidazolcarbamatos como el mebendazol, el albendazol y el
    flubendazol, pero la tasa de éxito
    de la quimioterapia depende, en gran parte, de su estricta
    indicación de uso. El modo de acción
    de los benzimidazolcarbamatos incluye un efecto directo sobre el
    cumulus oophorus y también sobre la pared del quiste, cuya
    permeabilidad se incrementa. El tamaño y la edad del
    quiste, la calcificación y la fibrosis influencian la
    efectividad de estas drogas. La
    penetración de las drogas a
    través de las paredes del quiste depende de la naturaleza del
    quiste, así quistes "recientes" o aquellos con paredes
    delgadas dentro del parénquima hepático que
    presentan poca o ninguna fibrosis periquística apreciable
    son más afectados por las drogas que aquellos quistes
    "viejos" con paredes calcificadas o parcialmente
    "cartilaginosas".

    Dado el bajo éxito terapéutico de las
    otras modalidades , la cirugía sigue siendo el
    método principal de tratamiento, pues aunque los quistes
    hidatídicos tienden a crecer con lentitud a una tasa de 1
    a 2 cm por año, pueden producir complicaciones peligrosas
    para la vida. Existe un espectro de técnicas
    quirúrgicas para el manejo de la HH que han ido
    evolucionando en el tiempo desde
    procedimientos
    radicales (quistoperiquistectomía, segmentectomía,
    lobectomía) hasta operaciones
    más conservadoras como la apertura y drenaje de la cavidad
    quística y la quistectomía parcial.

    Además de las técnicas quirúrgicas
    convencionales abiertas, desde hace una década se esta
    empleando el enfoque laparoscópico para el tratamiento de
    los quistes hidatídicos. Éste consiste en una
    modalidad de diagnóstico y terapia basado en sistemas de
    visión y manipulación especiales introducidos en la
    cavidad abdominal a través de pequeñas incisiones
    en la pared abdominal por un trócar.

    El laparoscopio incluye un sistema de
    iluminación con fuente de luz fría
    (mediante sistemas de fibra
    óptica), instrumentos ópticos para
    visualización y grabación de imágenes,
    un conducto para insuflar gas inerte (CO2,
    usualmente) y distender la cavidad facilitando la visión.
    Además hay sistemas de lavado y aspiración y otros
    instrumentales para desarrollar técnicas
    quirúrgicas por incisiones mínimas incluyendo
    bisturíes, tijeras, pinzas, hemóstatos que permiten
    la visualización y diagnóstico de la
    patología abdominal sospechada sin necesidad de recurrir a
    la laparotomía.

    La diversidad de los instrumentos puede variar
    según la complejidad de los procedimientos, llegando a
    utilizar trócares de acceso con cánulas
    laparoscópicas universales que permiten ahorrar tiempo,
    clamps vasculares laparoscópicos para ocluir el
    pedículo hepático o ramas aisladas, pinzas
    fenetradas para retraer estructuras y
    disectores curvos para separar y esqueletizar estructuras
    vasculares. El equipo de avanzada en la cirugía
    hepática incluye el disector hidráulico, el
    coagulador de microondas,
    las unidades crioquirúrgicas , las endograpadoras lineales
    automáticas de segunda generación con cartucho
    vascular, la tijera ultrasónica , el disector
    ultrasónico y el ecógrafo laparoscópico con
    Doppler color con sonda
    orientable de alta frecuencia .

    La cirugía laparoscópica hepática
    representa un campo altamente específico cuya
    reproductibilidad y desarrollo
    implica tener una experiencia manual tanto en
    simuladores reales o virtuales como en entrenamiento
    clínico intensivo por ser una cirugía de
    complejidad, contar con equipos de tecnología
    sofisticada y gozar de experiencia en cirugía hepatobiliar
    convencional. Dado los avances en técnica e instrumentación laparoscópica
    concomitantemente con el aumento de experiencia y destreza de
    parte de los cirujanos en la vía laparoscópica , la
    cirugía de acceso mínimo para el tratamiento de la
    HH ha ido ganando aceptación por sus beneficios de
    eficacia y
    seguridad, los
    parámetros de recuperación postoperatorios mejores
    que su contraparte abierta y, los resultados de seguimiento
    postoperatorios son alentadores.

    TECNICA QUIRURGICA

    Los objetivos de
    la cirugía de la HH se cumplieron siguiendo el protocolo,
    modificado de Briceño (1999), que es:

    1. – Bajo anestesia general, se coloca al paciente en
    posición de decúbito dorsal, en posición
    anti- Trendelemberg en aproximadamente 20° para desplazar el estómago y las
    asas intestinales. Las extremidades se apoyan en soportes. La
    posición del cirujano y de los ayudantes dependerá
    de la posición del quiste y podrá elegirse la
    posición europea o americana; pero lo más frecuente
    es el cirujano ubicado entre las piernas del paciente y el
    asistente al lado izquierdo. El monitor se
    coloca delante del cirujano. Se esteriliza una amplia área
    de la pared abdominal con yodopovidona, en caso se requiera
    conversión.

    2. – Producción del neumoperitoneo por medio de
    la aguja de Verres introducida por la cicatriz umbilical hasta
    alcanzar una presión intraabdominal de 12 a 15
    mmHg.

    3. – Se retira la aguja de Verres y se coloca el trocar
    No. 01 (10 mm) a nivel umbilical, introducción del laparoscopio de
    visión angulada (usualmente 30° ) y se procede a laparoscopia
    diagnóstica (paso 1 del anexo 01).

    4. – Ubicación e identificación del quiste
    hidatídico en la superficie hepática.

    5. – De acuerdo a la ubicación anatómica
    del quiste hidatídico, se introducen los otros trocares de
    trabajo.

    6. – Por uno de los otros trocares de trabajo de 10 mm,
    se introducen gasas embebidas con solución salina
    hipertónica (NaCl 33%). Estas son mechas usadas para
    taponamiento nasal con una longitud aproximada de 10 cm. Estas
    gasas se ubican concéntricamente de la zona elegida para
    la punción (paso 2 ).

    7. – Se introduce un catéter percutaneo dirigido
    hacia la zona de punción para instilar la solución
    escolicída por goteo continuo. El catéter instila
    un goteo constante durante todo el procedimiento permitiendo que
    las gasas permanezcan continuamente embebidas con la
    solución escolicída (paso 3).

    8. -Por los trocares se introducen dos equipos de
    aspiración ante el riesgo potencial
    de que uno de ellos se obstruya en el momento de la
    punción.

    9. – Se introduce percutáneamente una aguja de
    aspiración No. 14 con mandril conectado a una llave de
    doble vía con succión permanente al vacío y
    a una jeringa con sustancia escolicída, que perfora la
    pared del quiste y aspira el contenido (paso 4).

    10. – Se inyecta sustancia escolicida de la jeringa a
    dentro de la cavidad quística, y se mantiene durante 10
    minutos, para luego repetir el procedimiento; previa
    aspiración de su contenido.

    11. – Una vez evacuada la solución y las
    vesículas hijas del quiste, se procede a destechar el
    quiste (paso 5), se introduce una bolsa plástica en la
    cavidad abdominal para el retiro de las membranas
    hidatídicas, los fragmentos de la pared adventicia y de
    las gasas (paso 6). Se irriga totalmente la cavidad abdominal con
    cloruro de sodio isotónico .

    12. – Bajo visión laparoscópica, se avanza
    dentro de la cavidad quística residual para
    inspeccionarla, asegurarse de que las membranas
    hidatídicas han sido totalmente removidas y ubicar y
    tratar cualquier comunicación biliar (paso 7).

    13. – De acuerdo al tamaño y localización
    del quiste, se trata la cavidad residual con omento plastia con o
    sin drenaje adicional. Optativamente, se puede dejar un sonda
    Foley No. 20 ?24 con 30-50 ml de agua en el globo que se va
    evacuando en el postoperatorio, de 5-10 ml por semana o se puede
    dejar la cavidad abierta (paso 8).

    14. – Se retiran los trocares y se colocan puntos en los
    planos en que sea necesario (paso 9).

    La farmacoterapia preoperatorio (albendazol) se dio como
    mínimo una semana antes de la

    intervención quirúrgica a dosis de 800
    mg/día dividido en tres tomas, a todos los
    pacientes.

    DISCUSIÓN

    Los objetivos actuales de la cirugía de la HH son
    los siguientes: 1) Evitar la diseminación de la enfermedad
    durante el acto quirúrgico, 2) Extirpar los componentes
    del parásito, 3) Tratar la cavidad residual, 4)Evitar la
    recidiva por vesiculación, 5)Suprimir el reflujo biliar en
    la cavidad residual, 6) Control de la
    hemorragia intra operatoria y 7) Acortar los tiempos
    postoperatorios. Existen varias técnicas
    quirúrgicas para cumplir estos objetivos y se dividen en
    cirugías conservadoras y radicales dependiendo de la
    agresividad del procedimiento, sea por cirugía abierta o
    por laparoscópica .

    La cura quirúrgica laparoscópica de la HH
    se ha dado como parte del proceso
    evolutivo técnico-quirúrgico de los cirujanos de
    abdomen que venían resolviendo esta patología por
    vía abierta según lo observan la mayoría de
    los autores y que ya tenían destreza y experiencia
    quirúrgica en procedimientos quirúrgicos
    laparoscópicos básicos. Aún cuando no hay
    reportes de un mínimo de operaciones, tanto en la
    vía abierta como laparoscópica, previa a la
    realización de una quistectomía hepática
    laparoscópica, Hunter (1987) recomienda que se lleve a
    cabo por cirujanos que hayan manejado esta patología en
    centros que tenga fluidez de pacientes en el tiempo (definido de
    5 a más pacientes operados al año de quiste
    hidatídico por laparoscopia).

    Dado que la HH es una enfermedad benigna, muchos autores
    defienden su cura quirúrgica por procedimientos
    laparoscópicos conservadores, en la mayoría de los
    casos. Los criterios reportados utilizados para la selección
    de casos con indicación de abordaje laparoscópico
    son quiste único no calcificado, menores de 07 cm de
    diámetro mayor y de localización en segmentos
    hepáticos antero laterales (III-VII), pero varían
    de acuerdo a las series reportadas y la experiencia .Las
    contraindicaciones son quistes calcificados de
    localización central y quistes con estrecha
    contigüidad a la circulación portal o
    biliar.

    La localización del quiste es un factor principal
    en el éxito de la operación, la principal
    complicación ocurrida en la serie fue en un quiste ubicado
    en un segmento hepático no adecuadamente accesible por
    laparoscopia, como es el segmento VIII, por lo que un quiste de
    localización posterior y/o profunda debería ser una
    contraindicación para laparoscopia pues aunque se cuente
    con laparoscopio con óptica
    angulada, los instrumentos de trabajo son lineales y van a
    permitir una limitada accesibilidad al área de trabajo y
    no se va a poder
    conseguir los objetivos de la cirugía.

    La cirugía laparoscópica se inicia con un
    neumoperitoneo desde 15 mmHg para luego bajarla progresivamente a
    12 mmHg cuando se obtenía un adecuado campo visual y para
    evitar el posible riesgo de diseminación peritoneal
    (Bickel & cols. [1998] demostraron que el neumoperitoneo no
    incrementa el riesgo de sembrado sino más bien lo evita al
    crear un gradiente de presión a favor de
    éste).

    Anecdóticamente, Berberoglu, M. et al (1999) han
    reportando técnicas sin gas para el tratamiento
    laparoscópico de la HH, con tiempos operatorios menores,
    con la ayuda de un artefacto abdominal que eleva la pared
    abdominal (Laparolift® de Origin Med System) que evita el
    riesgo de embolia gaseosa. También se propugna el
    destechamiento del quiste ya esterilizado junto con omento
    plastia (conocido también como taponamiento vital) o la
    periquistectomía parcial cerrando las comunicaciones
    biliares, técnicas que se siguieron en la mayoría
    de los pacientes estudiados, aunque el primer grupo de
    operaciones se reserva para los quistes grandes o que
    están en contacto con ramas venosas de la vena cava
    inferior.

    Otros recomiendan la quistoperiquistectomía total
    para quistes anteriores aunque se ha visto que la
    disección podría ser difícil por la
    respuesta inflamatoria del parénquima hepático al
    quiste y el riesgo aumentado de sangrado intraabdominal intra y
    postoperatorio, pese al uso de pro coagulantes tipo goma de
    fibrina o esponja Gelfoam. La quistoperiquistectomía o la
    segmentectomía es la elección en los quistes
    calcificados y en los casos complicados, llegando incluso hasta
    la resección.

    Alternativamente, se puede realizar
    periquistectomía y drenaje con reoperación planeada
    para retirar las placas calcáreas en la pared
    quística con omento plastia o trasponer una porción
    de músculo diafragmático en la cavidad residual por
    vía abierta, opción recomendada por Yücel
    & Talv y Dosios et al(1996).Este colgajo funciona como una
    omentoplastía para los segmentos posteriores y/o
    posterosuperiores. La omentoplastia disminuye la tasa de
    complicaciones intra abdominales profundas,
    específicamente, los abscesos residuales y es superior a
    otros procedimientos en el manejo de la cavidad residual del
    quiste de la HH respecto a menores complicaciones postoperatorias
    y hospitalización más corta.

    La fijación se puede realizar con un punto de
    seda extra o intracorpóreo o con abrochadores helicoidales
    como los usados en la hernioplastía laparoscópica
    (tipo Tackerâ ). La foto
    coagulación con láser
    NdYAG para el tratamiento de la cavidad residual ha sido descrita
    por Strauss et al (1999) y sus resultados a corto plazo son
    satisfactorios.

    Se describen reacciones anafilácticas, que puede
    llegar incluso shock anafiláctico cuando accidentalmente
    se evacua el contenido, sea líquido o membranas, del
    quiste en la cavidad peritoneal; más aún por medio
    laparoscópicos como advierte Khoury et al (1998). Dicho
    evento está asociado más a pacientes no
    sensibilizados previamente al antígeno. La no-sensibilización
    previa, que se manifestó como un arco V negativo o no
    eosinofilia moderada, se presentó en sólo 25 % de
    ellos, pero a la vez son buenos indicadores
    para anestesiología de que se debe tomar las precauciones
    debidas puesto que este grupo de pacientes tiene mayor
    posibilidad de desarrollar un evento de hipersensibilidad aguda.
    Se reduce más esta posibilidad con el uso de agentes
    escolicídas ubicados circuncéntricamente al sitio
    de la punción.

    Se ha reportado el uso de un perforador triturador
    aspirador para evacuar el contenido quístico,
    especialmente en quiste con muchas células
    hijas y membranas hidatídicas, con un riesgo bajo de
    sembrado. También se ha descrito el uso de un trocar de 11
    mm de laparoscopia, donde se inserta una cánula de
    irrigación aspiración de 5mm para aspirar el
    contenido quístico e inyecta la solución
    escolicída por el orificio del gas.

    En quistes uniloculares sin células hijas, una
    cánula de aspiración con múltiples agujeros
    es útil para evacuar el contenido, como la de 5 mm,. En
    caso de presencia de células hijas, otra alternativa
    sería usar una cánula de grueso calibre como la de
    aspiración de 10 mm o una cánula de
    liposucción , pero contando con un insuflador de alto
    flujo. Además Bickel et al(2001) proponen el uso de un
    método de obliterar la cavidad quística con un
    vacío de -250mbar en caso de sospecha de fístula
    biliar o en una cavidad grande.

    En estos casos, se dejó una sonda foley o nelaton
    de grueso calibre (de 16 F a 20 F) para tener una fístula
    biliar externa canalizada o como un medio de aspirar
    externamente, o por guía ecográfica, cualquier
    contenido residual del quiste.

    Tambièn se ha propuesto la cistostomía
    mínima laparoscópica con extracción de las
    membranas proligerosas y cistorrafía, luego de haber
    introducido solución salina hipertónica , aunque no
    se conoce estudios de seguimiento para valorar la eficacia de
    este procedimiento y en la cirugía abierta esta
    técnica no ha tenido buenos resultados. Bickel & Eitan
    (1995) reportan el uso de una cánula de 18 mm de
    diámetro con una punta biselada que permite una buena
    accesibilidad a los quistes de la HH y una segura
    evacuación para los casos de quistes complejos y profundos
    pues, según ellos, la aspiración con aguja de
    laparoscopia no previene adecuadamente el sembrado
    hidatídico a menos que se realice bajo el vacío
    constante o sellando la cánula y adhiriéndola al
    hígado con cianoacrilato o goma de fibrina .

    Para la esterilización química del contenido
    quístico se empleó solución
    hipertónica de NacCl al 33% en la mayoría de los
    casos y, ocasionalmente, yodopovidona, según lo
    recomendado por la WHO Informal Group on Echinococcosis (1996).
    En el caso de la solución hipertónica, su empleo es
    seguido por deshidratación hipertónica manifestado
    por polidipsia y una curva febril que cede en el transcurso de
    dos días.

    Una potencial comunicación entre el quiste
    hidatídico y el árbol biliar debe aumentar los
    requerimientos de seguridad al usar los escolicídas,
    especialmente en los quistes mayores de 10 cm en donde es mayor
    esta posibilidad; por lo que en estos casos se realiza
    punción inicial descompresiva seguida luego de una
    minuciosa búsqueda de fístulas biliares
    intraquísticas.

    Existe una fuerte tendencia a coadyuvar el tratamiento
    quirúrgico con quimioterapia en el preoperatorio (y
    seguirlo en el postoperatorio) para esterilizar el quiste previo
    al manipuleo. Esto es porque existe la posibilidad de dejar
    material viable, especialmente en los quistes de larga data,
    donde puede haber habido penetración o "brotación"
    a través de la periquística adentro del
    hígado subyacente; siendo ésta una razón
    para una recurrencia local. El albendazol agrega seguridad
    adicional contra posibles recurrencias. Un esquema propuesto es
    dar en el preoperatorio por 4 semanas esterilizando al quiste y
    así no hay peligro de sembrado hidatídico durante
    la cirugía, aunque no hay consenso sobre este
    tema.

    El albendazol es una alternativa terapéutica en
    casos inoperables ya sea por las condiciones del paciente o por
    la extensión o la localización de los quistes, en
    la hidatidosis abdominal diseminada o en casos de recidivas
    detectados por serología con quistes de tamaño
    pequeño. Su asociación con el praziquantel es
    más efectiva, tanto como profilaxis como para recidivas
    (Cobo & Yarnuz, 1998).

    Varios autores mencionan que la incidencia de la HH con
    fístula biliar varía entre 20-26% y se requiere
    explorar la vía biliar principal en casos de ictericia,
    colestasis o colédoco litiasis sintomática, quistes
    complicados y quistes de gran tamaño, asociando una
    técnica de drenaje en caso hubiese sospecha de
    fístula como una sonda Kehr de adecuado calibre (de 16F
    para arriba) para posterior manejo intervensionista, si el caso
    lo amerita. La esfinterotomía endoscópica es el
    tratamiento de elección si hay evidencia de quiste HH roto
    en vía biliar. Ésta también resuelve
    problemas de
    drenaje persistente en el postoperatorio por comunicación
    entre el árbol biliar y el quiste, pero sólo cuando
    el orificio fistuloso es terminal, más no así
    cuando es lateral donde se recomienda la intubación
    endoscópica con endoprótesis.

    El seguimiento postoperatorio de los pacientes se puede
    realizar con parámetros clínicos,
    serológicos y ecográficos; siendo el seguimiento
    por consultorio una herramienta básica para evaluar estos
    indicadores de recurrencia. La ultrasonografía se puede
    realizar como una prueba basal luego del retiro quirúrgico
    de los quistes junto con la medida de títulos de
    anticuerpos específicos y después seriada desde el
    sexto mes postoperatorio. Esto hace más fácil
    distinguir una recurrencia de la enfermedad de los cambios
    postoperatorios en el lecho residual por imágenes, y se
    debe prevenir al radiólogo que puede malinterpretar la
    cavidad residual como un nuevo quiste o un seudo tumor, y que
    sucedió en un caso.

    En las ecografías seriadas de control se espera
    una progresiva disminución de la cavidad residual y de su
    contenido. En casos de una tasa de reducción no
    satisfactoria del quiste y/o presencia de fístula,
    Eleftheriadis & Kotzampassi (2002) sugieren realizar una
    endoscopia de la cavidad residual (con coledocoscopio flexible,
    en forma percutánea, por el trayecto fistuloso) para
    reconocimiento y retiro de la causa del retardo de la
    obliteración de la cavidad y que puede conducir al colapso
    normal de ésta o termino de la persistencia de la
    fístula.

    Otras ventajas del enfoque laparoscópico en
    quistes hepáticos seleccionados son la corta estancia
    hospitalaria, así como la baja incidencia de
    infección de herida operatoria. Otra ventaja
    teórica es la facilidad del cirujano de inspeccionar
    dentro del quiste más completamente y excluir quistes
    hijos y conexiones con el árbol biliar.

    Es limitado su uso en localizaciones intra
    hepáticas laparoscópicamente inaccesibles como los
    quistes pequeños de localización central o ubicados
    en los segmentos IVa, VII y
    VIII pues existe un alto riesgo de contaminación de cavidad abdominal con
    escólices y hay dificultades para aspirar el contenido
    altamente viscoso del quiste con las actuales cánulas
    rígidas de aspiración. En los quistes profundos
    intraparenquimales, el riesgo de sangrado es significativo y no
    se cumplen completamente los objetivos de la cirugía para
    la HH.

    CONCLUSIONES

    1. El tratamiento laparoscópico de los quistes
      hepáticos hidatídicos en nuestro medio, es una
      opción segura y efectiva pues se asocia con
      mínima morbilidad y mortalidad.
    2. El enfoque laparoscópico es interesante,
      novedoso y comprometedor por lo que es necesario una
      experiencia previa en cirugía convencional de la
      hidatidosis hepática y en cirugía
      laparoscópica básica. De importancia fundamental
      son el equipo quirúrgico, y la cuidadosa
      selección de los pacientes , reservando el tratamiento
      laparoscópico sólo para aquellas lesiones
      localizadas en áreas accesibles.

    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

    1. Alper, A., Emre, A., Hazar, H., Ozden, I. &
      Bilge, O. (1995) Laparoscopic surgery of hepatic hydatidic
      disease: initial results and early follow-up of 16 patients.
      World J Surg, 19, 725-8.
    2. Al-Shareef, Z., Hamour, O.A., Al-Shlash, S. &
      Mohamed, A.A. (2002) Laparoscopic treatment of hepatic hydatid
      cysts with a liposuction device. JSLS, 6,
      327-30.
    3. Altinli, E., Saribeyoglu, K., Pekmezci, S., Uras, C.
      & Akcal, T. (2002) An effective omentoplasty technique in
      laparoscopic surgery for hydatid disease of the liver. JSLS,
      6,
      323-6.
    4. Berberoglu, M., Taner, S., Dilek, O.N. & Demir,
      A. (1999) Gasless vs gaseous laparoscopy in the treatment of
      hepatic hydatid disease. Surg Endosc, 13,
      1195-1119.
    5. Besim, H., Karayalcin, K., Hamamci, O., Gungor, C.
      & Korkmaz, A. (1998) Scolicidal agents in hydatid cyst
      surgery. HPB Surgery, 10, 347-51.
    6. Bickel, A., Eitan, A. (1995) The use of a large,
      transparent cannula with a beveled tip for a safe laparoscopic
      management of hydatid cysts of liver. Surg Endosc 9,
      1304-5.
    7. Bickel, A., Daud, G., Urbach, D., Lefler, E.,
      Barasch, E.F. (1998) Laparoscopic approach to hydatid liver
      cysts. Is it logical? Physical, experimental and practical
      aspects. Surg Endosc, 12, 1073-7.
    8. Bickel, A., Loberant, N., Singer-Jordan, J. &
      Eitan, A. (2001) The laparoscopic approach to abdominal hydatid
      cysts: a prospective nonselective study using the isolated
      hypobaric technique. Arch Surg, 136, 789-95.
    9. Briceño, H. (1999) Tratamiento
      videolaparoscópico del quiste hidatídico
      hepático en el Hospital Guillermo Almenara I.
      1995-1999
      . Tesis para optar grado de Bachiller en Medicina.
      Lima : Universidad
      Nacional Mayor de San Marcos.
    10. Cobo, F., Yarnuz, C. (1998) Albendazole plus
      praziquantel versus albendazole alone as a preoperative
      treatment in intraabdominal hydatidosis caused by Echinococcus
      granulosus. Trop Med Int Health ,3 , 462-6..
    11. Dosios, T., Kouraklis, G. & Karatzas, G. (2003)
      Diaphragm mioplasty in the prevention of complications after
      surgery of hydatid disease of the liver. World J Surg,
      27
      , 164-7.
    12. Dziri, C., Paquet, J.C., Hay, J.M., Fingerhut, A.,
      Msika, S. & Zeitoun, G. (1999) Omentoplasty in the
      prevention of deep abdominal complications after surgery for
      hydatid disease of the liver. J Am Coll Surg ,
      188
      , 281-9.
    13. Eleftheriadis, E., Kotzampassi, K. (2002) Therapeutic
      fistuloscopy: an alternative approach in the management of
      posoperative fistulas. Dig Surg, 19, 230-36.
    14. Erzurumlu, K., Hokelek, M., Golunsen, L. & Tas,
      K.(2000) The effect of albendazole on the prevention of
      secondary hydatidosis. Hepatogastroenterology, 47,
      247-50
    15. Giouleme, O., Nikolaidis, N., Zezos, P. &
      Eugenidis, N. (2001) Treatment of complication of hepatic
      hydatid disease by ECRP. Gastrointest Endosc, 54,
      508-10.
    16. Hunter, J.G. (1987) Advanced laparoscopy surgery.
      Am J Surg , 173, 14-17
    17. Khoury, G., Jabbour-Khoury, S., Soueidi, A., Nabbout,
      G., Baraka, A. (1998) Anaphylactic shock complicating
      laparoscopic treatment of hydatid cists of the liver. Surg
      Endosc, 12
      , 452-4..
    18. Luján, M., Parrilla, P. (1993) Laparoscopic
      treatment of a liver hydatid cyst. Br J Surg , 80,
      907-8...
    19. Manterola, D., Fernández, A., Munoz, S., Vial,
      M. & Losada, H. (1998) Hidatidosis hepática:
      tratamiento quirúrgico mediante video
      laparoscopia; descripción de la técnica y
      primeros resultados. Rev Chil Cir, 50,
      203-7.
    20. Menezes da Silva, A. (2003) Hydatid cyst of the
      liver-criteria for the selecton of apropiate treatment. Acta
      Trop, 85
      , 237-42.
    21. Moro, P.L., Mcdonald, J., Gilman, R.H., Silva, B.,
      Verastegui, M., Malqui, V., Lescano, G., Falcon, N., Montes, G.
      & Bazalar, H.(1997) Epidemiology of Echinococcus granulosus
      infection in the central Peruvian Andes. Bull W.H.O.
      75
      ,553.
    22. Sola, J.L., Opla, J.M., Vaquerizo, A. & Bondia,
      A. (1995) Intraoperative anaphylaxis caused by a hydatid cyst.
      Acta Anaesthesiol Scand, 39, 273-4
    23. Sonzoni, P., Sarria, F. (1995) Hidatidosis
      hepática : abordaje laparoscópico . Rev Argent
      Cir , 69
      , 132-9.
    24. Tasev, V., Poleganura, I. (1998) The NdYAG laser in the
      treatment of hepatic echinococcus. Khirurgiia (Sofiia),
      51
      , 22-4.
    25. Tekant, Y., Bilge, O., Acarli, K., Alper, D. &
      Emre, A. (1996) Endoscopic sphincterotomy in the treatment of
      postoperative bilary fistulas of hepatic hydatid disease.
      Surg Endosc, 10
      , 909-911.
    26. Vaquerizo, A.F., Sola, J.L., Madariaga, M.J., Opla,
      J.M. & Bondia, A.B. (1994) Intraoperative hydatid
      anaphylactic shock. Rev Esp Anestesiol Reanim,
      41
      , 113-6.
    27. WHO Informal Working Group on Eqchinococcosis (1996)
      Guidelines for treatment of cystic and alveolar echinococcosis
      in humans. Bull World Health Organ, 74,
      231-42.
    28. Zaouche, A., Haouet, K., Jouini, M., El Hachaichi, A.
      & Dziri, C. (2001) Management of liver hydatid cysts with
      large biliocystic fistula : Multicenter Retrospective Study.
      World J Surg, 25, 28-39.

    ANEXO
    01

    ETAPAS DE LA QUISTECTOMIA
    HEPÁTICA LAPAROSCOPICA

    Paso 1 :Laparoscopia
    diagnóstica y ubicación topográfica del
    quiste en la superficie hepática

    Paso 2: Introducción de gasas
    embebidas en solución hipertónica

    Paso 3 :Aislamiento de zona de trabajo
    con gasas embebidas e irrigación adicional con
    solución hipertónica

    Paso 4: Punción y
    aspiración de contenido quístico con
    inyección de sustancia escolicida

    Paso 5: Pericistectomía parcial
    o "unroofing" de pared del quiste hepático
    hidatídico

    Paso 6: Extracción de membranas
    hidatídicas en una bolsa plástica

    Paso 7: Búsqueda intracavitaria
    de posibles fístulas biliares

    Paso 8: Colocación de sonda
    foley en cavidad residual y de drenes laminares

    Paso 9: Drenes laminares y sonda foley
    salen por orificios de trocares

    ANEXO 02

    ABORDAJE FACTIBLE DE LOS SEGMENTOS
    LAPAROSCOPICOS HEPÁTICOS ANTERO LATERALES

    Modificado De : Mouiel, J., Katkouda, N., Gugenheim,
    J., Fabián, P. (2000) Posibilities of laparoscopic liver
    resection. J Hepatobiliary Pancreatic Surg 7,
    1-8.

     

    DR. GIOVANNI DAVILA GONZALES

    Cirujano General Servicio de
    Cirugía General

    Hospital II Pasco Es Salud
    Perú

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter