Parte I y Parte II*
- Costes y precios en
Internet – Una aproximación a la economía de la
Red - Costes y precios de las
telecomunicaciones - Contabilización de
costes y externalidades de las redes - Costes y precios en
Internet - Notas
Hace no muchos años, un famoso laureado con el
premio Nobel de Economía hizo un comentario que se
convirtió en lugar común para los estudiosos de la
influencia de las TI en la productividad. Robert Solow, que
así se llamaba el escéptico economista señalaba
que '…en esta época se ven ordenadores en todos
lugares menos en las estadísticas de
productividad'. Con ello quería poner de manifiesto que a
pesar de la extensión masiva de la informática en oficinas y
fábricas, la productividad real de la economía
norteamericana, es decir el output per cápita, crecía
de forma muy lenta.
Hoy día las cosas han cambiado radicalmente. La
economía crece en la mayoría de los países
desarrollados y de qué forma: crecimiento, baja
inflación y creación de empleo. La denominada Nueva
Economía, producto de la conjunción
de la revolución tecnológica
en el campo de las TI, la proliferación de las redes de comunicaciones y la globalización de los
mercados, empieza a ser un hecho
incontrovertible en opinión de muchos expertos. Incluso
Allan Greenspan, el director de la Reserva Federal y primer
economista de los Estados Unidos, un personaje
cauto y riguroso, reconocía recientemente que '…las
innovaciones en la tecnología de la
información han comenzado a alterar la manera en que se
hacen los negocios y se crea valor económico, con una
profundidad tal que era impensable hace tan sólo unos pocos
años'. Se calcula que entre 1995 y 1998 en los EE.UU. el
sector de las TI, con una contribución del 8% al producto
interior bruto fue responsable de un 30% del crecimiento económico.
Hacia el año 2006, según un reciente informe del Departamento de
Comercio (1), aproximadamente
la mitad de los trabajadores norteamericanos estarán
empleados en sectores relacionados con las TI. El valor
añadido de cada trabajador en este campo de actividad ha
crecido interanualmente un promedio del 10,4% durante los
años 90, una cifra muy superior a la de otros sectores de la
economía.
Este último decenio del siglo XX puede calificarse
por tanto como la década prodigiosa, en la que las TI no
sólo han crecido espectacularmente sino que además han
sido capaces de iniciar una transformación profunda del
modelo económico de los
países desarrollados, yendo desde una sociedad predominantemente
industrial hacia la denominada Era de la Información. Es
interesante refrescar en nuestra memoria cómo fueron
evolucionando los acontecimientos a lo largo de estos años.
A finales de los 80 nos encontrábamos con una economía
dominada en la esfera internacional por la fortaleza de las
compañías industriales y de los conglomerados
financieros del Japón. La
concentración empresarial por medio de fusiones y adquisiciones se
convierte en una práctica habitual en los EE.UU. y en
Europa, en este último caso
impulsada por las expectativas del mercado único previsto para
1992.
Los 90 empezaron con convulsiones financieras en los
mercados asiáticos, provocando fuertes pérdidas en la
bolsa de Tokio, mientras que en Europa crecían las
expectativas sobre lo que empezaba a denominarse 'la década
europea'. Como se recordará, no duró mucho el buen
humor económico en el viejo continente, y así entre
1993 y 1995 nos encontramos con una recesión considerable en
los mercados europeos y el consiguiente desorden económico:
desempleo, inestabilidad
cambiaria, debilidad de las monedas europeas. El año 1997
marca un hito en la historia aún incipiente de la nueva
economía: por vez primera dos compañías
pertenecientes al sector de las TI entran en el selecto ranking
de las diez empresas mundiales más
valoradas del mercado en términos de capitalización
bursátil. Microsoft (#5, con un valor de
mercado de 148,59 miles de millones de dólares) e Intel (#7,
124,08 mM $). En 1999, cinco de las diez pertenecen a nuestro
sector, tal como se indica en la tabla siguiente:
Unos mejor que otros
Parece como si efectivamente, la década que
finaliza dentro de unos meses representase la edad de oro de las nuevas industrias de la era de la
información. Pero también hay que preguntarse ¿han
sido tan buenos los tiempos para todos? Para ello nada mejor que
contemplar la simple y conclusiva realidad de los números, y
comparar entre empresas y países. Dentro del mundo
corporativo, elegiré tres indicadores para ver la
evolución de una muestra de empresas
paradigmáticas: ventas totales anuales (VA),
beneficios (B) y valor de mercado (VM), todos ellos en moneda
corriente. Compararé en estos términos cinco
compañías, todas ellas inequívocamente asociadas a
las tecnologías de la información, en dos momentos
próximos respectivamente al inicio de la década (1992)
y a su final (1998).
Las cifras anteriores ponen en evidencia que la bonanza
no es de igual signo y magnitud para todos.
Otra pregunta curiosa es la que surge cuando se examina
la lista de compañías difuntas en estos últimos
años, sólo por mencionar algunos cadáveres
ilustres: Cray Research, Digital Equipment, Novell, Tandem
Computers… ¿Es que en el mercado de las TI la
excelencia tecnológica no resulta suficiente para la
supervivencia de las empresas?
Y España, ¿qué
tal?
En España, el crecimiento del sector arroja luces y
sombras, si se analizan los datos de SEDISI. Si bien el
crecimiento del mercado interior neto pasó a crecer desde
639 mil millones de pesetas en 1992 a 1.011 mMpta en 1998
(crecimiento 98/92 del 58%) y las exportaciones de 117 a 228 mMpta
(crecimiento 98/92 del 95%), con un aumento en la generación
de valor añadido nacional a lo largo de ese período del
70%.
El empleo directo ha pasado de 52.826 a 68.759 personas
(32%) y la retribución media por empleado habría subido
según la patronal entre 1992 y 1998, un 11% !!!. Ver para
creer.
Costes y precios en Internet
– Una aproximación a la economía de la
Red
Costes y precios, veíamos en el
número anterior, son dos variables de extraordinaria
importancia en el desarrollo de los negocios de
telecomunicaciones. Aparte de
la relación que existe entre ambos, desde el punto de vista
de la oferta los costes de las redes
determinan a largo plazo la inversión económica
de los operadores en sus infraestructuras (2) de
telecomunicaciones, lo que a su vez también condiciona la
calidad de los servicios. Este último
elemento es fundamental, puesto que en un mercado fuertemente
competitivo la influencia de los parámetros QoS en la
captura y fidelización de los
clientes puede llegar a ser al
menos tan importante como el precio de los servicios u
otras condiciones de la oferta. Los precios además tienen la
importante misión de garantizar la
recuperación de la inversión de los operadores y la
rentabilidad económica
del negocio, en último término.
La problemática de costes y precios es
relativamente compleja dadas las condiciones actuales de las
telecomunicaciones en España. La situación se
caracteriza por una cierta heterogeneidad de las
características de las redes existentes y de su valor
económico, por la presencia de asimetrías importantes
entre los ciclos económicos de los operadores entrantes y
los de los incumbentes así como también entre la
regulación de sus actividades, y por una definición un
tanto confusa y volátil de las estructuras del mercado donde
no resulta fácil discernir hasta qué punto las empresas
son tomadoras de precios o de cantidades. Tampoco se comprenden
con claridad los mecanismos de competición
oligopolística entre distintos operadores en una
situación patológicamente distante del equilibrio, concepto tan utilizado por los
economistas en sus modelos, pero muy poco
presente en la realidad de este contexto.
En esta segunda parte del artículo que
iniciábamos en el número anterior del Magazine, se
tratarán de presentar algunas cuestiones de interés que afectan al
análisis económico
de los costes de las redes y de los precios de los servicios de
telecomunicaciones, por supuesto sin pretensiones de
exhaustividad ni de alcanzar conclusiones irrefutables.
También se hará una mención particular, por su
interés estratégico, a la problemática de los
costes y de los precios en Internet, que como todos sabemos lleva
camino de constituirse en el sistema nervioso central de la
Sociedad de la Información durante los próximos
años.
Costes y precios de las
telecomunicaciones
Una primera cuestión sobre los costes de las
empresas en el sector de las telecomunicaciones es su
diferenciación según su naturaleza, pudiendo
ampliamente distinguirse entre los costes de inversión,
asociados a la construcción y
operación de redes para su explotación económica a
través de la oferta de servicios, y los costes de innovación cuyo destino
se dirige a la creación de propiedad intelectual y/o
industrial, en forma de patentes, marcas, procesos o tecnología en general. En el mundo de
los operadores, los costes de inversión son sin duda los de
mayor importancia, mientras que en el mundo de las empresas
industriales (fabricantes de equipos y de sistemas físicos y
lógicos) los costes de innovación tienen en muchas
ocasiones un carácter prioritario
(3)
Centrándonos en los costes de inversión, es
decir los costes directamente asociados a las redes de
comunicaciones, a su vez pueden distinguirse tres tipos
diferenciables en términos de riesgo económico. Se trata
de costes de reposición, costes de crecimiento y costes de
modernización. Estos últimos son los que tienen
más interés desde el punto de vista de este
artículo, y comprenden tanto los costes de renovación
tecnológica de las redes (por ejemplo la sustitución de
voz sobre circuitos por voz sobre IP), como el
despliegue de nuevas infraestructuras. Los costes de
modernización y las inversiones de los operadores
entrantes llevan implícito un riesgo económico
significativo, debido en gran medida a su calificación como
costes hundidos (4).
En la época de los monopolios regulados, la
recuperación de las inversiones a través de los precios
tan sólo tenía un riesgo, que era el riesgo
regulatorio. No obstante en Europa no se produjeron
circunstancias que alterasen significativamente las expectativas
de los operadores, y en España en concreto la intervención
regulatoria nunca puso en riesgo real la recuperación de las
inversiones en planta de Telefónica. Sin embargo, en el
mercado liberalizado, el riesgo económico más
importante es el riesgo competitivo, es decir la posibilidad
siempre cierta de que un operador no sea capaz de recuperar de
forma natural sus inversiones en red, debido a la presión de sus competidores
y a la inestabilidad de su posición en el mercado. La libre
competencia crea incertidumbre en
las empresas, y conviene recordar que en el caso extremo de un
mercado en competencia perfecta los
precios tienden a largo plazo a equilibrarse con los costes
marginales y ello dificulta seriamente la rentabilidad de las
inversiones. En el oligopolio (5), la estructura quizás
más adecuada para analizar este mercado, cuando no existe
colusión, los precios y demás variables de la oferta
(especialmente la capacidad de transmisión de las redes, la
variedad y la calidad de los servicios) se sitúan en un
nivel intermedio entre los modelos extremos del monopolio y de la competencia
perfecta, ambos indeseables o imposibles en las condiciones
actuales del mercado.
Contabilización de
costes y externalidades de las redes
La estructura de costes que se suele utilizar por los
operadores incluye – de forma simplificada – partidas como los
costes de construcción y tendido de la fibra, los costes de
los lasers y de la electrónica necesaria para
encenderla, los costes de transmisión y conmutación,
los (altos) costes necesarios para adquirir la base de clientes
(marketing, ventas, etc), los
costes de activación y desactivación del servicio, los costes de
operación, mantenimiento y
monitorización de la red, los costes de terminación de
clientes y los costes administrativos generales.
La problemática del análisis económico de
los costes en las redes de comunicaciones va más allá
de conocer cuanto se gasta un operador para tender un km de
fibra, instalar un mux WDM o un conmutador ATM, ganar o perder un cliente. No se trata sólo de
saber lo que cuesta desplegar y operar las redes, bien sean de
tránsito o de acceso, sino sobre todo de situar esos costes
de forma correcta dentro del modelo de negocio, garantizando la
competitividad de la oferta
propia y la rentabilidad de la empresa. Por ejemplo, una
cuestión que se complica ahora, dada la naturaleza
multiservicio y la estructura en capas de las redes actuales, es
la contabilización y el reparto de los costes de red
así como su repercusión sobre los precios (tarifas) de
los servicios. La distribución de los costes
ha sido siempre uno de los elementos determinantes para definir
la estructura y la cuantía de las tarifas de las
telecomunicaciones, independientemente de que por razones
regulatorias en la práctica se haya procedido a subsidiar de
forma cruzada unos servicios en detrimento de otros y a
discriminar entre consumidores de distintos tipos.
Está claro que las premisas que justificaban el
modelo de Ramsey (6) han perdido su validez por razón del
proceso liberalizador y de la
nueva estructura del mercado, pero hay además otras
ciurcunstancias a tener en cuenta. Se trata de la variedad de
posibilidades de integrar o contrariamente de individualizar
servicios que hacen un uso compartido de los recursos de red. Si hay una
característica que define de manera más inequívoca
a las redes modernas es la del statistical sharing, mecanismo que
ajusta la provisión de recursos (fundamentalmente la anchura
de banda y todos los equipos asociados) a las condiciones de la
demanda. Si a lo anterior
unimos la interconexión entre redes de distintos operadores
y otras prácticas consagradas en el mercado actual,
comprenderemos fácilmente la complejidad que puede alcanzar
el modelo de asignación de costes y su correcto traslado a
la formación de los precios.
Otro de los temas de interés que surgen al analizar
esta problemática, radica en que no todos los costes de las
redes son soportados directamente por los operadores de
telecomunicaciones. Las redes crean efectos económicos
externos (externalidades) que pueden ser positivos pero
también negativos. Este último caso se da cuando las
redes están sometidas a problemas de congestión,
es decir de desajustes entre la capacidad disponible (oferta) y
la demanda que proviene del mercado. En ese caso, o si la
saturación de la red degrada apreciablemente los
parámetros de calidad del servicio, se genera un coste
externo, habitualmente soportado por el usuario sin que tenga una
contrapartida en el precio que éste paga. Por esa
razón, algunos de los argumentos que se exhiben en las
recientes campañas publicitarias no son del todo ciertos
(p.e. …si los costes son los mismos a cualquier hora del
día, ¿por qué los precios son
diferentes?)
Los precios en la época del monopolio regulado
tenían una fundamentación – al menos teórica – en
los costes, aunque luego la asimetría informacional entre
regulador y operador siempre jugaba a favor de éste. En el
mercado actual, cada vez más diferente del anterior en
términos regulatorios, estructurales y tecnológicos, la
relación aunque existente es mucho más compleja. Los
modelos analíticos que se están formulando hasta la
fecha, basados sobre todo en la moderna teoría de juegos (7),
distan de dar una respuesta satisfactoria a este problema.
Asignación de recursos, costes y precios forman todavía
un triunvirato de difícil armonización en un mercado
tan competitivo e inestable, dada la naturaleza dinámica y
estocástica de la demanda y la dimensión de las
incertidumbres que se plantean en este sector.
Hace más de 20 años, Leonard Kleinrock, un
profesor del departamento de
ingeniería eléctrica
de UCLA y pionero del estudio de la teoría de colas y su
aplicación a las redes de paquetes, escribía un
artículo (8) sobre futuras cuestiones de interés en el
campo de las comunicaciones de ordenadores. A pesar de que el
artículo era eminentemente técnico, sin embargo
identificaba uno de los problemas centrales que afectan al
desarrollo de Internet. Kleinrock se preguntaba "¿Cómo
se plantea un esquema equitativo de cargos y de
contabilización en un sistema constituído por una
mezcla de redes heterogéneas?" A finales de los años
90, una comunidad cada vez más
amplia de ingenieros, economistas y expertos en regulación
todavía está investigando sobre modelos costes/precios
que sean prácticos (es decir implementables en la realidad
de las empresas y del mercado) y que superen la
sobresimplificación metodológica que en aras del
pragmatismo impera en la
actualidad.
Internet por su propia génesis es una especie de
nube informe de recursos y de servicios que carece de un control centralizado y tampoco
posee un proceso explícito de planificación. Su
crecimiento se debe a la suma de las acciones de miles de agentes
que no están sujetos a ninguna autoridad central, salvo en
algunas cuestiones muy específicas (IETF, IANA, ICANN). Los
dos conceptos fundamentales detrás de Internet son los de
interoperabilidad y compartición de recursos (statistical
sharing). Cuando los recursos a compartir (routers, conmutadores,
servidores o recursos de
información) se sobrecargan, aparecen los indeseables
fenómenos de congestión que todos de una u otra forma
estamos acostumbrados a sufrir en forma de retrasos y
latencias.
Hasta ahora las formas de enfrentarse a este problema
pasan bien por aceptar el racionamiento en horas punta y acceder
a la red en otros momentos – lo cual no siempre es posible – o
aumentar progresivamente la capacidad de las redes. Sin embargo
hay quienes opinan (9), que al igual que en las vías
físicas de comunicación (especialmente
las carreteras), puede suceder que el aumento de la oferta se vea
superado por el crecimiento de la demanda. El el mundo Internet
esto es una amenaza con visos de realidad dado que el número
de dispositivos que pueden conectarse a la red – no personas –
carece de límite acotado y la capacidad de los equipos
informáticos – y en el futuro de los infodomésticos –
para generar y mover información puede llegar a ser inmensa.
Tampoco los avances en los nuevos protocolos IPv6 y RSVP
podrán por si sólos resolver satisfactoriamente este
problema.
Algunos investigadores del campo de la economía
piensan que la estructura de precios de Internet es clalamente
subóptima y que no proporciona los incentivos de mercado como para
que la oferta (operadores e ISP) y la demanda asuman un comportamiento que haga viable
a medio plazo la transformación de la red en un espacio
económico sostenible. Varias estructuras de precios
están siendo analizadas (10), aparte de la conocida tarifa
plana. Se trata en particular de precios basados en la capacidad
(anchura de banda mínima garantizada o descuentos por
incumplimiento), o en la calidad del servicio (idem
parámetros QoS), o sensibles al uso. Todos estos modelos
alternativos presentan dificultades técnicas y algunas dudas
sobre su viabilidad comercial, pero lo que parece claro es que la
necesidad de establecer un marco más refinado que el actual
para tratar los problemas económicos derivados del
desarrollo de Internet va siendo cada día más
evidente.
* Publicado en Lo que cuentan de TI. Revista de Prensa.
Magazine de Información Independiente sobre Nueva
Economía y Mercados de las Tecnologías de la
Información
1. The Emerging digital Economy II. Report of
Departament of Commerce.
2. La discusión sobre si las redes de
comunicaciones son infraestructuras o son instalaciones (en
inglés facilities)
no deja de tener importancia desde el punto de vista de sus
análisis económico. Véase el artículo de
Robert Crandall (1997) "Are Telecommunications Facilities
‘Infraestructure’? If they are, so what?" Regional
Science and Urban Economys.
3. Shane Greentein & Pablo Spiller (1996).
"Estimating the effects of expenditures on digital
infraestructure", Consortium for Research on Telecommunicatios
Policy.
4. Habría que excluir de este concepto las
inversiones que realizan los agentes oportunistas, cuya entrada
en el mercado es puramente temporal y tiene como objetivo generar
plusvalías mediante la posterior venta de sus activos –o de la propia
empresa– a terceros, en
lo que se denomina entry for buyout.
5. Una excelente explicación de los mecanismos de
formación de las condiciones de la oferta (precios,
cantidades, etc,) en el oligopolio se puede encontrar en el
libro Teoría de los
precios y aplicaciones de Peter Pashigian (McGraw
Hill).
6. Véase "Telecommunications Pricing" de Mitchell y
Vogelsang.
7. Véase el artículo "Sharing Multicast Cost"
de Herzog, Shenker y Estrin-SIGCOM 95, que presenta una
interesante aproximación a los nuevos modelos de
asignación de costes y recursos de red.
8. "Research Areas in Computer Communicatios" L.
Kleinrock. Computer Comm. Rev.
9. Lee Mcknight &Joseph Bailey (MIT) "When
Constituencies Collide in Cyberespace".
César Lanza*
* Tecnova Ingenieros Consultores